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Elementos

LLOVIZNAS PERTINACES Y ALUDES CATASTRÓFICOS

El efecto destructor de lo que abatió las zonas de ribera en el Distrito Central se debió a la velocidad del agua en los ríos, que alcanzaron caudales inusitadamente elevados, de fuerza de alud, dada la precipitación que cayó sobre el país. Las lluvias en la semana del huracán sobre un territorio que ya había experimentado uno de los octubres más húmedos en la historia reciente, resultaron en el rebase de los niveles críticos de estabilidad a la gravedad de los materiales del suelo en las montañas. Luego, el que la escorrentía superficial (agua no retenida en el suelo o follaje, infiltrada al subsuelo o evaporada de vuelta a la atmósfera) empezara a arrastrar promontorios de tierra, arena, y demás materiales desprendidos hacia los cauces de los ríos. Las montañas desgarradas por todo el territorio nacional, tal cual si hubiesen sido aruñadas por animal gigante, son testigos silentes de la fuerza arrasadora del agua. Poco a poco, arrastrados pendiente abajo a través de laderas, pasos de agua, y quebradas, los materiales habrían formado pequeños diques que retenían y a la vez, al rebalsar, pasarían agua, desplomándose posteriormente, contribuyendo al crecimiento de diques mayores aguas más abajo, al concentrarse todas las aguas escorrentiadas de una cuenca de captación en los ríos. Con esto, el nacimiento y desarrollo de un alud. Luego, un efecto catastrófico a partir del aumento de la intensidad de la lluvia hacia la medianoche del viernes 30. El rebalse de represas como la de Los Laureles y posiblemente La Concepción, y la ruptura de terraplenes que permitieron la súbita liberación de agua, como en la Laguna El Pescado, habrían contribuido con caudales pico al criminal torrente así formado, que destruyó, en las primeras horas de la madrugada del fatídico sábado 31 de octubre del Año del Mitch y del Humo, las áreas bajas de Tegucigalpa y Comayagüela.

EL EFECTO DE ESPON|A DEL SUELO FORESTAL

Clave en la formación de condiciones de alud fue la pérdida de la capacidad' de retención e infiltración del agua en nuestras cuencas hidrográficas. Como resultado, la alta escorrentía superficial producto de la alta precipitación inundó pasos de agua, quebradas y ríos principales. Si dichas aguas hubiesen sido retenidas y/o infiltradas en mayor proporción por los suelos de las cuencas, los caudales últimos que estos ríos hubiesen manejado hubiesen sido proporcionalmente menores, y la fuerza destructora, y la destrucción total final, igualmente de menores proporciones.

La pérdida de la mayor capacidad de retención e infiltración del agua en las cuencas es

consecuencia directa de la deforestación. Fueren secos o profundos, los suelos en los bosques que tienen una adecuada cobertura forestal, son ricos en material orgánico o 'humus' que proviene de las hojas y demás materiales de los árboles, y que conforma la capa superior o 'suelo' (propiamente diferenciado del resto de estratos del perfil, usualmente inorgánicos, o 'subsuelo'). Los suelos húmicos se comportan como una esponja, pudiendo retener, y transferir por infiltración al subsuelo, la mayor parte de la precipitación que reciben.

Esto beneficia al sistema vegetal del suelo en el sitio, y a otros en otros sitios, pues el agua infiltrada también recarga los acuíferos, permitiendo la existencia de agua subterránea y la preservación de los niveles de los ríos en la época seca. La retención y transferencia de agua de los suelos orgánicos es un mecanismo muy importante para las plantas y, como resultado, en las épocas lluviosas, al ayudar a disminuir la

escorrentía superficial, resulta serlo en el control de las inundaciones en las tierras bajas de las cuencas. En clima seco, el agua retenida por el suelo húmico significa mayor humedad para las plantas, beneficiando también al microclima por transpiración vegetal y evaporación del suelo.

Como es lógico observar, cuando existe capacidad retentiva e infiltrativa de agua en las cuencas de captación de los ríos, aún en condiciones de fuerte o continua lluvia, la precipitación que llega a los ríos por escorrentía superficial es mucho menor que cuando dicha capacidad está reducida. Esto es clave en la formación de caudales pico, de fuerza arrasadora, que resulta del rápido transporte de agua por escorrentía superficial. La tasa de infiltración depende de la interación de otros

factores, entre los cuales se cuenta la permeabilidad de los estratos más profundos del suelo, la existencia o no de un manto rocoso, etcétera. Sin embargo, la infiltración final claramente se disminuye por la ausencia de la cobertura forestal que da lugar a los suelos húmicos y otras formas de protección.

Uno de los factores principales que determinan la disminución en la capacidad de retención e infiltración del agua lluvia en las cuencas es, pues, la falta de suelos de composición orgánica, gracias a la pérdida total o la severa disminución en la densidad de la cobertura arbórea, por la deforestación. El bosque tiene dos funciones adicionales de importancia. La primera es la intercepción del agua lluvia en las hojas, de las cuales una proporción se evapora de vuelta a la atmósfera, aún en condiciones de mucha humedad relativa, dada la elevada área superficial que presentan. Este agua no alcanza el suelo. Otra función importante del bosque es el actuar como factor estabilizante de los materiales del suelo, al 'amarrar' estos mediante las raíces de los árboles. Aún en pendientes considerables, un suelo cubierto de árboles de raices profundas es mucho menos proclive a desplomarse por acción de la escorrentía superficial que uno desnudo.

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Cuando se ha perdido el suelo orgánico, y se tienen sustratos inorgánicos arcillosos o limosos expuestos, la lluvia, por compactación, disminuye la permeabilidad del suelo desnudo, incrementando grandemente la escorrentía superficial. Por otra parte, en las épocas secas, el efecto del viento sobre suelos o subsuelos expuestos es erosivo. Por lo tanto, la presencia de plantas vivas sobre éste, aparte de hacer posible la existencia de suelos húmicos que absorben e infiltran agua por reciclaje de materiales, ofrece protección física al suelo y subsuelo contra los embates de la lluvia y el viento, previeniendo su erosión y pérdida, y con ello la desertificación.

El ser humano no solamente es capaz de modificar, sino que ha estado modificando sensiblemente los equilibrios que resultan en la preservación no sólo de los ecosistemas individuales, sino que de los biomas más grandes y la biosfera en general. Esto significa, en términos sencillos, la alteración de nuestros bosques y nuestras laderas, nuestros valles y nuestras vegas; esto significa, en términos sencillos, la modificación de nuestros patrimonios productivos, nuestros recursos turísticos, nuestra agricultura, y con ello, nuestros empleos, nuestra economía, nuestras vidas.

MAGNITUD DE LA DEFORESTACIÓN HONDURENA

Honduras ha sostenido una de las pérdidas de la cobertura forestal más altas del mundo. Cifras de la COHDEFOR (véase Perfil Ambiental de Honduras, 1989 ) permiten estimar la deforestación durante las decadas del 60 al 80 en 1.6% del área media bajo cubierta forestal. El PNUD ha estimado la tasa de deforestación durante la década pasada, y en los primeros cinco años de la actual, en un 2.3% del área forestal total (véase 'Reporte de Desarrollo Humano, 1998', PNUD). Para los países en vías de desarrollo, el promedio del mismo indicador fue de 0.9% del área forestal total en el mismo período. Ya en los 80

Honduras estaba dos y medio veces encima del promedio de países de similar condición en su deforestación. El territorio nacional abarca una extensión total de unos 11.2 millones de hectáreas (Mhas). Como todos los hondureños habremos escuchado, la mayor parte del territorio nacional es de vocación forestal. Los estimados indican que unos 8.95 Mhas, es decir, un 80% del territorio nacional, habría sido una vez, o mejor sería ahora, bosque, mientras que sólo unos 1.25 Mhas, un 11.2% del territorio, tiene vocación agrícola. La población, sin embargo,

hija de hombres de maíz nativos en interacción con ganaderos venidos desde la península ibérica, demostró tener vocación agrícola y ganadera. También demostró ser capaz, en esa interacción, de engendrar una de las más importantes presiones hacia la destrucción del bosque.

Las cifras de la COHDEFOR indican que para 1964 habían unos 6.8 Mhas de bosque en el país, de las cuales unos 2.8 Mhas serían bosques de pino y 4.0 Mhas bosque latifoliado, con lo cual un 76% del área de vocación forestal estaría realmente bajo bosques. Para 1986, quedaban 2.4 Mhas de bosque de pino y 2.6 Mhas de bosque latifoliado, es decir, unos 5.0 Mhas, 26% menos que en 1964, que representaban la cobertura de sólo el 54% del área nacional de vocación forestal. Es decir, en 22 años se habrían perdido 400 Mhas de bosque de pino y 1.4 Mhas de bosque latifoliado, representando un promedio de 800 mil has anuales,

El Año delMitch... ó 1.6% del área media bajo cobertura forestal por año. Aún cuando la deforestación fue evidentemente mayor en el bosque latifoliado, mucho del bosque de pino maduro, y por lo tanto de tamaño maderable, de fácil acceso (clasificado como 'pino comercial') fue derribado, deforestándose 932 mil has de esta clasificación. Creció pino en bosques jóvenes y bosques de difícil acceso, por lo tanto la tasa deforestación total del bosque de pino apareció disminuir, aunque se deforestó prácticamente la mitad del área de pino comercial en 22 años.

Asumiendo correcto el dato de Naciones Unidas sobre la tasa media de deforestación en los 80, para 1998, el Año del Mitch y del Humo',

el área boscosa total sería de solamente 3.6 Mhas; es decir, se habrían perdido 3.3 Mhas de bosques desde 1964, reduciendo con ello el área total a un 51 % del área de bosque en 1964, ó la cobertura ya de sólo un 41% del área de vocación forestal. De continuar el status quo, para el año 2004, a tan sólo cinco años de ahora, Honduras habrá perdido 3.8 Mhas de bosques, quedando sólo con 44% del área boscosa total de 1964, y 35 % de cobertura del área nacional de vocación forestal.

La deforestación encontrada en Honduras es similar a la manifestada

en El Salvador (3.2 %), Guatemala (2.0%), Nicaragua (2.7 %) e inclusive Costa Rica (3.6%) en el mismo período, según cifras de las Naciones Unidas. Esto sugiere patrones preocupantemente similares del uso de los recursos forestales en los cinco países, como también otros efectos, como la deforestación a consecuencia de la guerra civil en El Salvador. Estas tasas se habrá incrementado en esta década a consecuencia de la reducción absoluta del área bajo cubierta forestal que se ha sucitado desde entonces.

LAS CONSECUENCIAS DE LA DEFORESTACIÓN

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La consecuencias de este proceso son aterrantes. Lo primero y quizá más evidente es la pérdida del bosque, de sus productos, y de las oportunidades para muchas personas de generarse ingresos a partir de éstos. Se sigue algo quizá menos evidente: la pérdida de los suelos orgánicos y la función vital que desempeñan no sólo en la fertilidad de la tierra, sino que en la regulación del ciclo hidrológico, como reservónos e infiltradores naturales del agua a los acuíferos en las cuencas hidrográficas, por los mecanismos arriba explicados. Esto lleva a un aumento en los extremos climatológicos, implicando sequías más intensas en el verano e inundaciones más frecuentes y más devastadoras en el invierno, afectando los costos y rendimientos de la agricultura, y como lo ha demostrado trágicamente el huracán Mitch, aumentando la vulnerabilidad de los ecosistemas a los embates de los fenómenos naturales, y con ello, pasando la alta factura que dicha vulnerabilidad implica. La erosión del suelo y la desertificación son los corolarios de lo anterior. Los fenómenos erosivos se asocian al efecto de las lluvias y el viento sobre los suelos expuestos. Esto conduce a su degradación y a la pérdida del potencial productivo agrícola. Esto es particularmente problemático en las laderas, que estarían mucho mejor sosteniendo una economía basada en un uso racional de los recursos forestales, incluyendo la agroforestería. No obstante, es innegable que una buena parte de la práctica agrícola nacional, sobre todo la de subsistencia, se realiza en condiciones precarias en las laderas de las montañas, mismas sujetas a las influencias directas de la deforestación.

A ésto, se sigue la alteración o destrucción completa de los ecosistemas, al perder la base de sustento de muchos ellos, el agua. Una primera y muy lamentable víctima son los bosques húmedos y los ecosistemas pantanosos y marismas, por su mayor fragilidad y dependencia en el suministro de agua. Esto implicará la posible irreparable pérdida de muchas especies nativas, y la reducción de la biodiversidad y el aumento de la vulnerabilidad. Los efectos de la erosión se extienden más allá de los ecosistemas boscosos. La alteración del ciclo hidrológico afecta prácticamente a todos los ecosistemas, tanto terrestres como marinos. Considérese, por ejemplo, la degradación del ecosistema

coralino en las costas a consecuencia de la deposición de material arrastrado por los ríos.

La contaminación atmosférica en la época seca por la materia particulada en forma de humo y por el dióxido de carbono -de efecto de invernadero- derivados de las quemas forestales, es otra efecto de la deforestación. Esto lleva al aumento de las enfermedades broncopulmonares, a la obstrucción de la segura navegación aérea y marítima, y a las pérdidas de ingreso o costos adicionales asociados al cierre de aeropuertos y puertos. Antes de merecerse el epíteto de Año del Mitch', 1998 se nos había

pintado como el 'Año del Humo', a consecuencia de la inusitada condición atmosférica registrada en los meses de verano, por las quemas en toda la región, y que cobraron su costo en términos de la alteración nacional a la navegación aérea.

Las consecuencias socioeconómicas de la deforestación se resumen en aumento de costos y pérdidas de ingresos, en el mejor de los casos; en pérdidas desastrosas de vidas humanas y capital, y pobreza creciente, en el peor. El grue-

so de nuestra economía está directa o indirectamente vinculada a tres recursos fundamentales, el suelo, el agua y el bosque. Su degradación implica, en términos más inmediatos, el aumento en los costos de producción asociados al manejo de sus efectos. En términos más mediatos, implica la pérdida de empleos e ingresos en el campo y en la ciudad, el aumento en la presión migratoria del campo a la ciudad, la pérdida de oportunidades de agroexportación y generación de divisas para el país, y la disminución de las oportunidades de inserción de nuestra economía en el mercado internacional a partir de su base propia de recursos productivos.

¿RECONSTRUCCIÓNY OLVIDO?

Tras la desgracia del Mitch se plantea la reconstrucción nacional. Tal cual si Mitch hubiese sido un envío de los dioses para ponernos a todos a trabajar, la consigna parece ser la reconstrucción a cualquier precio. En la misma tónica, aparece un Director del Fondo Monetario Internacional diciéndonos que el asunto no es condonación de deudas, sino disponibilidad de flujos de capital para reconstruir el país. Y como la reconstrucción urge, de repente no nos ponemos a pensar en su precio, y peor aún, en la forma de ejecutarla. Hay que tener cuidado. Hay que tener cuidado con las cantidades, términos y aplicaciones de los nuevos flujos de capital que se están contratando, pues muy bien podríamos terminar en una situación de mucho mayor endeudamiento que la actual, a consecuencia de un esfuerzo reconstructivo 'a cualquier precio' . Recordemos, sencillamente, que las pérdidas totales que experimentó el país por el huracán han sido estimadas en 5,000 millones de dólares, mientras que la deuda externa es de cerca de 4,500.

Pero se ciñe otro peligro, quizá mayor, y es el de reconstruir la cosas como estaban antes de la tragedia, sin detenernos a pensar qué rumbo ha llevado nuestro desarrollo y cuáles han sido sus consecuencias últimas. Se ha argumentado aquí que la consecuencia última de un desarrollo no sostenible, agotador de los recursos naturales, en particular de aquel 'desarrollo' que ha condenado al terruño moreno a la deforestación, es trágica. Se está argumentando aquí

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El Año del Mitch...

la importancia de pensar una Estrategia de Reconstrucción Nacional articulada bajo los preceptos de Desarrollo Sostenible y de Desarrollo Humano-Centrado, en la cual la palabra 'sostenible' no tenga solamente una alusión formal, una rendición de pleitesía verbal sin la menor disposición de tomarse en serio los retos específicos del desarrollo sustentable. Por lo tanto es necesario tener un entendimiento concreto de los mecanismos detrás de la deforestación y de las tendencias no sustentables del desarrollo.

CAUSAS DE LA DEFORESTACIÓN

La degradación de los recursos naturales es consecuencia de factores inter-actuantes, que refuerzan, o que bajo otras condiciones, pueden disminuir o prevenir la tendencia degradante. Estos son de dos grandes tipos. El primero son las condiciones naturales que determinan el tipo y la fragilidad de los recursos y los ecosistemas en los cuales éstos existen. El segundo son las formas sociales de manejo de los recursos y los ecosistemas, (sus usos y sus formas de regulación) que resultan en su preservación o degradación. Esto incluye la conducta estratégica y motivaciones económicas de quienes usan y manejan los recursos ambientales; los incentivos o desincentivos para un buen manejo; el conocimiento y entendimiento de cómo operan, y cómo se destruyen, los ecosistemas y los recursos que contienen; la concientización y disposición a la preservación; la calidad del marco legal para la preservación; y la capacidad del sistema de gobierno, y de la sociedad en general, de poner en vigor éste.

En Honduras existen presiones destructivas del bosque de varias fuentes. Un primer factor, de mucho peso, es la forma de uso del recurso tierra. Esto se ilustra en el conflicto agrario por el derecho de agenciarse un ingreso de ésta. Este conflicto toma su más intensa forma en la frontera agrícola, en esa 'orilla andante del bosque', donde tales derechos están mucho más abiertos a disputa, y resulta en una destrucción dual del bosque.

Considérese la ganadería extensiva, generalizada en el país. Cifras de la ex SECPLAN indican que para el año 1989, mientras el 19.2% de la tierra agrícola del país producía granos básicos,

generando el 10.7% del valor agregado en agricultura, y el 10.9% de la tierra agrícola producía el 56.8% del valor agregado agrícola en cultivos para exportación, el 69.9% de la tierra agrícola estaba en pastizales, produciendo tan sólo el 32.5% del valor agregado total de las actividades agropecuarias.

La productividad de las actividades agropecuarias varió entre 605 y 6,235 US $ por hectárea en la producción de cultivos de agroex-portación como café, bananos, pinas, cacao, melones, caña de azúcar y algodón; en granos básicos la productividad osciló entre los US $ 130

hasta los US $ 593 por hectárea para maíz, frijoles y arroz. En ganadería, sin embargo, el valor agregado por hectárea empleada fue tan solo de US $ 123. ¡La agricultura de subsistencia, realizada con poca o ninguna tecnificación y de rendimientos muy bajos, y cuyos productos soportaron controles de precios, demostró ser más eficiente que la ganadería extensiva en términos de la generación de excedentes económicos e ingresos! Sin embargo, hace diez años, casi el 70% del suelo dedicable a la agricultura estaba bajo pastizales, sosteniendo, en el mejor de los casos, no más de cuatro cabezas

de ganado por hectárea, y generando muy poco empleo por unidad de tierra ocupada, en tanto que la ganadería extensiva demanda poca mano de obra. Por lo tanto, a 1987, según cifras de de la ex-Secplán, un 65 % de la población económicamente activa del campo estaba subocupada por falta de oportunidades de empleo formal. La no disponibilidad de cifras más frescas excluye su análisis, aunque la tendencia general es clara.

La ganadería extensiva tiene impactos directos e indirectos lamentables sobre el recurso forestal. La reducción directa de áreas boscosas vía descombre, roza y quema para hacer pastizales ha llevado a una significativa pérdida

del área forestal de llanura en Honduras, y con ello, a la transformación del suelo, por la pérdida de la cobertura forestal que le nutre. En 22 años, de 1952 a 1974, el área bajo cubierta forestal en el Departamento de Choluteca se redujo a una tercera parte por ésto. Esto se ha repetido particularmente en Atlántida, Yoro, Colón y Olancho, que han expandido sus potreros con deforestación, sobre todo de bosque latifoliado. El apogeo de la ganadería de los años 70$ y '80s, que significó la disponibilidad de carne hondureña de buena calidad a bajo precio para, principalmente, las hamburgueserías de los EE.UU.,impulsó dicho proceso.

La técnica usualmente seguida para la formación de potreros parece vestirse de piedad para con los campesinos necesitados de una 'mancha de tierra donde sembrar maíz'. Las áreas boscosas son alquiladas por sus dueños a campesinos para que siembren milpas; éstos pagan sus alquileres con trabajo, tumbando el bosque. Una vez sacadas sus cosechas, son expulsados para sembrar zacate para el ganado. De esta manera, la actividad ganadera extensiva se convierte en un factor directo de deforestación, sobre todo en los valles y planicies costeras.

La ganadería extensiva también produce tala del bosque más frágil de montaña y ladera, de tierras de suelos poco profundos, que deben su fertilidad al reciclaje de nutrientes entre el suelo y la cobertura forestal. Estos son de muy poca o ninguna vocación agrícola, más proclives a la erosión. A estos suelos son expulsados los campesinos que no pueden usar la tierra de valle que emplea la ganadería extensiva. Una

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buena parte del campesinado no encuentra más opción productiva que una agricultura precaria de ladera, que conduce a la deforestación, por la exposición prolongada de los suelos en pendiente a los efectos erosivos del agua y el viento, habiendo eliminado la cobertura forestal y suelo orgánico a través de las quemas.

Así, la práctica extensiva de la ganadería tiene consecuencias deforestantes duales: directas, convirtiendo el bosque de tierras planas en potreros, e indirectas, convirtiendo el bosque de laderas en maizales. Lo último se origina en la exclusión social de buena parte de la población rural al ingreso, que no alcanza ni empleo en la hacienda por el poquísimo requerimiento de trabajo que genera la ganadería extensiva, ni el uso de tierras de vocación agrícola dedicadas a potreros, para producir alimentos que pueda consumir directamente, o vender. Las opciones del campesino expulsado de los valles son la montaña o la ciudad, las cuales se suele integrar en condiciones de marginalidad. Un segundo factor deforestante lo representa una explotación insostenible de la madera por la industria forestal nacional. Aún cuando parecen haber mejorías recientes, la industria maderera ha realizado una tala indiscriminada de bosques, pues su manejo racional le supondría el costo de sólo cortar los árboles maderables y no destruir los demás al extraer los rollos de madera. Por mucho tiempo, a causa de una mal entendida 'orientación hacia los mercados internos' de la industria nacional y tasas cambiarías distor-cionadas, las estrategias de competencia en la industria han sido vía bajos precios más que vía las calidades, y mayores valores agregados de una inserción más inteligente a los mercados globales.

La minimización de los costos de operación e inversión ha resultado en tecnologías arrasantes de corte y extracción, y formas de aserrío y procesamiento de madera baratos de operar, pero que han agregado muy poco valor, y escasamente diversificado, a la gama de productos forestales producidos. Los aserraderos aprovechan muy poco la madera y generan grandes desperdicios, recuperando a veces sólo el 40% de la masa total madereada. Comúnmente no se aprovecha ni el contenido calórico del subproducto como corteza, aserrín y recortes, que se suelen quemar inefi-

cientemente a campo abierto, generando grandes cantidades de humo. En consecuencia, las ganancias de los madereros han sido inferiores a las que posibilitarían otras estrategias de competencia, restringiendo su capacidad de inversión en tecnología que permitiese un uso más racional del recurso.

Un clima de poca y e inapropiada regulación ha reforzado esta tendencia. Hasta antes de la creación de la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal, los aserraderos tenían carta libre para hacer cuanto quisiesen con los bosques nacionales. Creada en una época de optimismo en la participación del estado en la economía, en sus inicios la COHDEFOR dio más énfasis a la producción y comercialización de la madera, y poco a un manejo racional del bosque, resultando en que la tala haya conocido poco coto. El manejo forestal parece haberse desarrollado más en épocas recientes, pero la gestión racional del recurso está lejos de ser asegurada.

Debe de reconocerse, no obstante, que ciertos compartimientos de la Cohdefor han tenido logros significativos, como lo comprueban proyectos encaminados a fortalecer el 'Sector

Social Forestal', en los cuales se busca hacer una gestión racional y colectiva del recurso forestal con la participación de los habitantes rurales en zonas del país donde ha habido una más equitativa distribución de la tierra y el bosque, encontrándose muchos pequeños propietarios. Experiencias como la de MAFOR en el Municipio de Lepaterique indican que sí es posible lograr, mediante concientización, educación y organización, un manejo mucho más sustentable del bosque, haciendo partícipes del proceso y sus beneficios a la mayoría de pobladores de una región, socializando por lo tanto el interés por el adecuado manejo y preservación del recurso forestal.

La imposibilidad de desarrollar mercados internos fuertes, y de servir más ventajosamente los de exportación, por la falta de voluntad política para modificar la tenencia y, sobre todo, las formas de utilización de los recursos, ha prevenido el mejor desarrollo productivo del bosque, y con ello, ha limitado la diversificación y enriquecimiento de nuestra economía. Aún cuando la vocación mayor del territorio nacional es forestal, la contribución del bosque al Producto Interno Bruto es mucho

inferior a la contribución proporcional que debería hacer. Inmersos en un mar -rápidamente decreciente- de árboles, tradicional-mente no tenemos cultura forestal. Nuestra vocación cultural-productiva es agropecuaria de origen. En consecuencia, se gesta un conflicto entre el potencial y el uso real de los recursos, que resulta, a la larga, en su gestión insostenible.

Un tercer factor de incidencia fuerte en la deforestación es el empleo del bosque como fuente de material combustible, especialmente leña para cocinar, y, aparentemente en menor escala para suministro industrial. Las estadísticas de la Cohdefor indicarían que para 1988, mientras se habrían cortado 9I3 mil m3 de árboles coniferos y latifoliados en la producción de madera, la producción de leña habría alcanzado volúmenes de 5.6 millones de m3 , 6.2 veces más. Esto tendría un efecto de deforestación evidente, al considerar la tala indiscriminada del bosque con el objetivo único de suplir leña, disminuyendo el recurso forestal inclusive, por lo que las cifras sugerirían, en mayor proporción que la explotación de la madera.

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ueremos hoy compartir con ustedes algunos de los aspectos más importantes del proceso de

investigación lingüística que culminó, en una de sus primeras etapas, con la elaboración de una propuesta de sistema gráfico para la lengua tawahka y con la divulgación de esta experiencia novedosa en nuestro país.

Siendo lo más breve posible, desarrollaré tres aspectos funda mentales de lo que ha sido este trabajo den tro del PEBIT (Proyecto de Educación Bilingüe e Intercultural Tawahka) en el componente de investigación lingüísti ca. Estos aspectos son: I) la metodología de investigación; 2) la descripción del sistema fonémico, y 3) el alfa beto de la lengua tawahka.

METODOLOGÍA DEL PROCESO DE INVESTIGACIÓN

Uno de los primeros pasos dados fue la elaboración de un diagnóstico sociolingüístico cuyos resultados parciales se resumen en los primeros capítulos del libro.

Los datos ofrecidos por este diagnóstico fueron en parte negativos, pues nos mostraron muy claramente que, por ejemplo, los

espacios de uso del tawahka tendían a reducirse, particularmente en las nuevas generaciones. Por otra parte, el diagnóstico nos mostró algo positivo,

Este texto fue preparado para ser leído en el acto de presentación del libro Propuesta de Sistema Gráfico

de la Lengua Tawahka

Suyapa Dilworth Ordóñez Lingüista de la Carrera de

Letras de la UNAH

Elementos esto fue: una alta valoración de los tawahkas hacia su cultura e identidad, y el deseo generalizado de tener acceso a una educación bilingüe.

Fue en verdad sorprendente la buena acogida que tuvimos en esa, nuestra primera visita a las comunidades. Nos dimos cuenta que la iniciativa de educación bilingüe que los líderes proponían y para la cual buscaban nuestro apoyo, estaba totalmente avalada por la gente en las comunidades, más aún, que los tawahkas tenían ya ideas muy claras y decisiones tomadas sobre la cuota de sacrificio que les tocaría aportar.

El diagnóstico también nos mostró la enorme influencia del misquito en las comunidades, como lengua de mayor uso en los espacios públicos y hasta en los privados. Este fenómeno generó largas discusiones al interior del equipo técnico, y entre

éste y los representantes de la FITH (Federación Indígena Tawahka de Honduras). Pero los tawahkas tenían ya definidas las políticas lingüísticas que querían seguir, y nosotros debíamos atenernos a nuestros pobres recursos técnicos y económicos. Ir paso a paso era lo prudente. Sin embargo, la extensiva presencia del misquito es un

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problema que deberemos enfrentar en las escuelas y al que aún le buscamos soluciones.

De manera simultánea a la elaboración del diagnóstico, llevamos a cabo una revisión bibliográfica lo más exhaustiva posible, orientada hacia la investigación de lenguas sin tradición de escritura, así como de experiencias en educación bilingüe con indígenas tanto en nuestro continente como en otros, y en general, de todo lo referente a los tawahkas en los aspectos históricos, lingüísticos, etnológicos, etnográficos, educativos, antropológicos y económicos, entre otros.

Contó mucho para el diseño de la metodología, la experiencia previa de trabajo en investigación con grupos indígenas que, todos los que en ese momento formábamos el equipo técnico, habíamos adquirido a lo largo de nuestros años de trabajo en la Carrera de Letras de la UNAH. Experiencia que ha resultado fundamental para que el PEBIT lograra avances tan significativos como el que hoy presentamos. En el texto aparece como anexo nuestro instrumento de recolección de datos, del cual haremos a continuación un breve comentario.

Sin lugar a dudas, uno de nuestros grandes logros en cuanto a investigación lingüística ha sido la con-

cepción y diseño de esta encuesta, que sí cumplió con los objetivos de facilitar, acelerar y mejorar la investigación.

Este instrumento fue diseñado no como el primer paso en el proce-

so de levantamiento del sistema de fonemas y alófonos, sino como un primer producto de nuestras pesquizas en dos talleres con el grupo de maestros en formación, en los que trabajamos contrastivamente

el español y el tawahka, lo que nos permitió establecer una base de datos lingüísticos denominada Corpus I, a partir de cuya sistematización y análisis propusimos nuestras primeras hipótesis sobre los sistemas fonético y fonémico del tawahka, resumidos en un documento preliminar denominado "Sistema candidato de fonemas y alófonos del Tawahka", el cual fue la base para elaborar la encuesta. En otras palabras, la encuesta sirvió para validar nuestras hipótesis y poder llegar así a una propuesta definitiva.

De esta manera, empleando los métodos contrastivos (español/tawahka) e hipo-tético-deductivo, llegamos al levantamiento de un sistema candidato que fue la base de una encuesta de validación del mismo.

Dicha encuesta se concibió como un instrumento intensivo e incluía el Corpus I. Fue diseñada con 172 entradas léxicas estructuradas en oraciones relacionadas con el mundo y la cultura tawahkas; y aunque su objetivo primero era el de validar el sistema candidato, también posibilitó la recolección de

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los datos básicos para la descripción general de la lengua tawahka. La encuesta se aplicó a 20 informantes tomando en cuenta tres variables: comunidad de residencia, sexo y edad.

Del análisis de esa encuesta, cuyos pasos aparecen detallados en el texto, logramos entre otras cosas levantar el inventario definitivo de fonemas y alófonos vocálicos, y consonanticos de la lengua tawahka.

Para concluir con el apartado de metodología, por cierto, el más extenso, no me resta más que resaltar uno de los aspectos más enriquecedores de nuestra experiencia en el PEBIT, el cual ha consistido en practicar un modelo de investigación, diría yo, algo más que participativo, casi democrático.

En este proyecto no somos únicamente los técnicos quienes orientan, reorientan, investigan, analizan, toman decisiones, no. Creo que hemos logrado en un alto porcentaje, la meta de convertir los objetos de nuestra investigación en sujetos de la misma.

DESCRIPCIÓN DEL SISTEMA FONÉMICO

El subsistema vocálico consta de 6 vocales distribuidos en 3 órdenes: central, anterior y posterior, con duración como rasgo

pertinente al interior de cada orden, lo que separa vocales largas de vocales breves.

Orden Central: /a/ /a/ Orden anterior: /i/ Iil Orden posterior: lul lul En el texto se describe cada fone-

ma, se establece su identidad fonológica mediante las oposiciones, se detallan los rasgos y se enumeran los grupos vocálicos.

El sistema consonantico está compuesto por 14 fonemas. Los rasgos pertinentes se dan a partir del modo de articulación (según la disposición en cada caso de los órganos articulatorios, si hay canales abiertos o no, etc.); según también el punto de articulación (el lugar donde los órganos articulatorios se oprimen o apoyan, o establecen contacto uno con el otro); y según la sonoridad (mayor o menor vibración de las cuerdas vocales).

En el texto se describe cada fonema, se marcan los rasgos consonanticos, se enumeran los grupos consonanticos, se clasifican las oposiciones fonemáticas y se establecen las correlaciones entre las oposciones. También se describen los alófonos tanto vocálicos como consonanticos.

En cuanto a los supraseg-mentos, únicamente se ha analizado el acento, en el cual se observa, como tendencia general, el colocarlo en la primera sílaba.

PROPUESTA DE SISTEMA GRÁFICO

En primer lugar debemos aclarar que toda la investigación que se ha hecho ha sido en función de

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Elementos

llegar a la propuesta de sistema gráfico, ello significa que, por ejemplo, en cuanto al sistema fonémico y fonético hace falta investigar muchos elementos aún, nosotros hemos llegado únicamente hasta donde las necesidades inmediatas del PEBIT lo requerían.

Así, como primer paso en este proceso de educación bilingüe e intercultural se hacía necesario contar con un sistema gráfico funcional que permitiera, entre otras cosas, la normalización y estandarización de la lengua; que la lengua se constituyera en un instrumento más eficaz para la educación y la participación activa de los miembros de las comunidades en la elaboración y transmisión de su saber tradicional, de la ciencia y del arte.

Los criterios seguidos para adoptar los caracteres gráficos son los siguientes:

1. El sistema de escritura debía ser rentable lingüísticamente hablando (económico, evitar esfuerzos innecesarios). Por ejemplo, se optó por suprimir la marca de acento debido a que no constituye una marca relevante para el significado.

2. Debía ser simple y de fácil manejo para los usuarios y para las personas interesadas en aprender la lengua.

3. Debía ser compatible con los caracteres utilizados normal- mente en máquinas de escribir y en computadoras personales

(sabemos que hay programas con todos los tipos, pero su empleo debía ser lo más sencillo posible).

También debía ser compatible, en lo posible, con las grafías del español, del sumu de Nicaragua con la que se encuentra

emparentada la lengua tawahka de Honduras, y de otras lenguas indígenas nacionales particular-I mente el misquito.

Logramos casi en un cien por ciento un correspondencia unívoca entre fonema y grafema. Excepto en el caso de no en donde tenemos dos grafías para un sólo sonido. En el caso de la distinción de las vocales largas y breves (aquellas que se dis- tinguen porque duran más o menos) optamos por usar el acento circunflejo sobre las vocales largas (a) en lugar de duplicarlas como en la lenguaI sumu (aa).

PERSPECTIVAS

Una vez logrado el acuerdo sobre el

sistema gráfico, nuestro siguiente

paso fue diseñar la investigación del

nivel morfosintáctico, el cual

comprende la descripción gramatical

de la lengua y cuyos productos

finales serán un bosquejo de

gramática escolar y las cartillas de

lecto escritura.

En este momento nos econ-

tramos analizando las mor-

foestructuras verbales a partir de

las cuales esperamos obtener los

modelos de conjugación de la

lengua tawahka.

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