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De amor y desamor con el tiempo
Durante esta época de cuarentena global que nos obliga a estar recluidos, ya sea de
manera voluntaria o en algunos casos de manera obligatoria, estamos siendo forzados a
repensar en el Tiempo.
La sociedad vertiginosa en la que vivimos nos obliga a dar prioridad a las cosas
express y procuramos obtener resultados inmediatos a cualquier esfuerzo que realicemos.
Pocos siguen apreciando aquellas cosas que se logran con horas, días, meses en incluso
años de dedicación, esfuerzo y por qué no decirlo, de frustración. Hasta ahora la justificación
era la falta de tiempo y el acelere generalizado del mundo en donde, si te detienes unos
minutos a contemplar el paisaje, simplemente te rezagas.
Pero como todo en la vida, nada es permanente, ni siquiera la aceleración, y bastó un
pequeño virus (por que realmente es pequeño ≈100 nm de diámetro, aproximadamente una
milésima de un cabello), para modificar diametralmente nuestro mundo entero y a su vez,
nuestro concepto del Tiempo. De repente y prácticamente de la nada, estamos llenos de
tiempo, tenemos tanto tiempo como nunca habíamos tenido y obviamente ante una
situación tan inusitada como esta, no sabemos qué hacer con este exceso de tiempo (como
perro en carnicería).1
Al principio, la respuesta fue como ha venido siendo, una respuesta rápida y
simplona, buscar formas fáciles de perder el tiempo (qué horrible expresión, “perder el
tiempo”; debería desaparecer del vocabulario). Las formas fáciles de perder el tiempo
fueron aquellas que dejaron descansar a nuestro cerebro particularmente de tantas noticias
fatalistas y sensacionalistas, ver la televisión, streaming, redes sociales, video juegos, entre
probablemente muchas otras. Sin embargo, el Tiempo no se acababa (que demonios, nunca
1 Con este exceso de tiempo imagino la expresión que tendría Michael Ende al enterarse que una manera
eficiente de combatir a los hombres grises (terribles asesinos de nuestro tiempo, por así decirlo) era un pequeño coronavirus altamente infeccioso. A veces las soluciones creativas vienen de lugares inesperados. La pequeña Momo bien pudo haber sido una brillante biotecnóloga.
pensé que duraría tanto el Tiempo). Después vinieron algunos pasatiempos que al menos
nos demandaron un poco de creatividad, por ejemplo, cientos de videos graciosos y
algunos muy creativos empezaron a circular por la red. Pero, pese a ser pasatiempos que
reavivaron nuestra creatividad, continúan siendo cosas sin un significado importante y,
ademas, el Tiempo seguía ahí, como si fuera la peor plaga que tendríamos jamás que
combatir, incluso peor que el propio virus que nos recluyó.
Sin embargo, algo que deberíamos hacer, es dejar de ver el Tiempo como nuestro
enemigo —el Tiempo no es bueno ni malo, podemos pensarlo como un ente de paso
sereno e implacable, sin odios pero también sin remordimiento— y volver a las bases que
sustentaban nuestra el desarrollo de una habilidad, darle su merecido tiempo.
Si pensamos por un momento en personas que admiramos o bien, una obra que admiramos
(y consecuentemente a su autor), podremos fácilmente reconocer en ellos la inmensa
cantidad de tiempo que les llevó para estar ahí. El parasitólogo que conoce todas las partes
del cuerpo de la pulga, el científico detrás de la vacuna, el deportista de alto rendimiento, la
pintura, la canción, un deliciosa barbacoa, la artesanía y el libro que te evoca los más
profundos sentimientos, todo se llevó un considerable tiempo. Esto fácilmente nos puede
conducir a la premisa siguiente: si es fácil y rápido de lograr, cualquiera lo puede hacer, sin
embargo, si no es fácil y requiere de mucho tiempo y dedicación probablemente será algo
que vale la pena, algo único, algo que no cualquiera puede lograr.
Debemos recordar que no hace mucho, dedicamos una cantidad considerable de
tiempo para aprender a hablar, aprender a caminar, aprender a andar en bici, todos estos
sin duda habilidades fundamentales, y nadie podrá negar que valió la pena el Tiempo
invertido. Volvamos desarrollo pausado de una habilidad o aprendizaje, volvamos a un
trabajo realizado con calma, esforzándonos por hacerlo bien, sin prisas, esperando que el
resultado nos haga sentir bien, o por qué no, orgullosos de nosotros mismos, que el
resultado sea algo que no se consigue fácilmente y lo haga único.2 Ya no tenemos pretexto,
el Tiempo esta ahí, disponible para que lo ocupemos en lo que mejor nos plazca.
Creo que el principal reto para confrontar este exceso de tiempo será reinventarnos,
desprogramarnos y volvernos a programar (desinstalar e instalar nuevamente nuestro
software). Romper con la tendencia de las cosas express y empezar a pensar a largo plazo,
sin prisas, dando su “debido tiempo” a un proyecto, hacerlo poco a poco.
Definitivamente no es una empresa sencilla, romper con los años y en el caso de los
más jóvenes, con toda una vida, de un ritmo acelerado y con una economía apretada de
tiempo. Pero en este punto de nuestra historia donde definitivamente nuestra sociedad se
tiene que redefinir, es el momento ideal para redefinirnos como individuos y generar este
cambio desde la base. Retomar la época de las cosas bien hechas, las cosas que duraban un
vida o inclusive para siempre. Basta recordar cuantas cosas bien hechas surgieron del exceso
de tiempo causado por un enclaustramiento, como Newton y su teoría de la gravitación,
Mary Shelly y su concepción del moderno Prometeo, Edvard Munch y su auto retrato, entre
muchos otros.
Pero no nos quedemos ahí; revalorar el Tiempo y las cosas que se llevan su tiempo,
tiene que reinstaurarse como parte de nuestra vida cotidiana. Aun sin cuarentena, y con
economías del tiempo apretadas, tenemos que obligarnos a otorgar el Tiempo necesario a
las cosas que nos importan. Así que, utilicemos esta cuarentena (y el Tiempo que nos regala)
como nuestra terapia de pareja con nuestro amigo el Tiempo y tratemos de utilizarlo de
manera sensata y enfocada, haciendo nuevamente de el Tiempo nuestro aliado para
conseguir cosas únicas, cosas que valgan la pena.
No veamos a el Tiempo como un enemigo “el imperio del tiempo”, y abracemos el
“lado obscuro” de las cosas que se toman su tiempo…
2 Quiero hacer notar que la suma de las cosas únicas da como resultado una sociedad ampliamente diversa y
la biología, tal vez mas concretamente la ecología, nos ha demostrado que los ecosistemas más diversos usualmente son los más resilentes, es decir, resistentes, por esto en pro de una sociedad más resilente, hagamos muchas cosas únicas.
Aquí concluye este texto para que se tomen un tiempo para pensar en él y, si así lo
deciden, designar su próximo proyecto, que se llevará su tiempo.3
Emilio Rendón Franco
Testimonio
Académico
Depto. de Producción Agrícola y Animal
3 Quiero puntualizar que no todos están con este superávit de tiempo. Para todos aquellos que están
trabajando sin descanso, para mantener a la humanidad a flote, dígase, agricultores, servicios de salud (incluyendo el poco mencionado servicio de diagnóstico), el personal de limpieza (nuestros apreciables barrenderos), entre muchos otros que probablemente están dando todo su esfuerzo, mi más sincera admiración y respeto.