18
EN LOS CONFINES DE LA ESPECIE : FIERAS, MONSTRUOS Y BICHOS RAROS EN LOS TRABAJOS DE PERSILES Y SÍGISMUNDA Michel Moner Universidad de Toulouse-Le Mirad El bestiario cervantino es probablemente uno de los más ricos y originales, entre la producción de los novelistas del Siglo de Oro, si bien lo que recordamos de nuestras lecturas suele girar en tomo a unas cuantas figuras animales, como los tan famosos Ro- cinante y el burro, que acompañan a don Quijote y Sancho en sus andanzas, o los no menos ilustres perros hablantes del singular coloquio que cierra las Novelas ejemplares 1 . Ahora bien, la men- ción o representación del animal, en el texto de Cervantes, resulta más bien significativa y pocas veces se deja reducir a la categoría anecdótica de elemento subalterno. Todo lo contrario. Cervantes organiza, al parecer, un juego complejo con las figuras de su bes- tiario a las que suele conferir las más de las veces un eminente valor emblemático, como bien se echa de ver, por ejemplo, con los cuentos de perros y de locos, que amenizan el prólogo de la segunda parte del Quijote. Pero lo que más llama la atención es el especial interés que manifiesta por lo que toca al lenguaje de los animales o más concretamente a la posibilidad de que sean capa- ces de hablar y comunicar con el hombre, mediante un discurso racional. Los mismos protagonistas del «Casamiento engañoso», así como los perros de Mahudes, en el «Coloquio de los peños», cuestionan esta posibilidad, al considerar que existen animales capaces de imitar el lenguaje humano, como tordos, picazas o pa- pagayo, por ejemplo, pero que carecen a todas luces de sentido común, cuando otras especies, que no tienen el mismo don de imitación del lenguaje articulado -como el propio perro, el ele- ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

  • Upload
    others

  • View
    2

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

EN LOS CONFINES DE LA ESPECIE : FIERAS, MONSTRUOS Y BICHOS RAROS EN LOS TRABAJOS DE

PERSILES Y SÍGISMUNDA

Michel Moner Universidad de Toulouse-Le Mirad

El bestiario cervantino es probablemente uno de los más ricos y originales, entre la producción de los novelistas del Siglo de Oro, si bien lo que recordamos de nuestras lecturas suele girar en tomo a unas cuantas figuras animales, como los tan famosos Ro­cinante y el burro, que acompañan a don Quijote y Sancho en sus andanzas, o los no menos ilustres perros hablantes del singular coloquio que cierra las Novelas ejemplares1. Ahora bien, la men­ción o representación del animal, en el texto de Cervantes, resulta más bien significativa y pocas veces se deja reducir a la categoría anecdótica de elemento subalterno. Todo lo contrario. Cervantes organiza, al parecer, un juego complejo con las figuras de su bes­tiario a las que suele conferir las más de las veces un eminente valor emblemático, como bien se echa de ver, por ejemplo, con los cuentos de perros y de locos, que amenizan el prólogo de la segunda parte del Quijote. Pero lo que más llama la atención es el especial interés que manifiesta por lo que toca al lenguaje de los animales o más concretamente a la posibilidad de que sean capa­ces de hablar y comunicar con el hombre, mediante un discurso racional. Los mismos protagonistas del «Casamiento engañoso», así como los perros de Mahudes, en el «Coloquio de los peños», cuestionan esta posibilidad, al considerar que existen animales capaces de imitar el lenguaje humano, como tordos, picazas o pa­pagayo, por ejemplo, pero que carecen a todas luces de sentido común, cuando otras especies, que no tienen el mismo don de imitación del lenguaje articulado -como el propio perro, el ele-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 2: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

fante, el caballo, o la jimia- dan manifiestas señales de inteli­gencia ".

El tema da lugar a una serie de alusiones, en el corpus cervan­tino, y sobre todo a ocurrencias y variaciones que pasan de la mera anécdota y llegan a la categoría de peripecia, como en la Gran Sultana, por ejemplo, donde se llega a contemplar (eso sí con no poca soma) la posibilidad de crear una cátedra de Uir-quesco para dar clases de idioma a un elefante 3. Cabe observar, sin embargo, que dichas ocurrencias conllevan una buena dosis de humor o de ironía, cuando no dan en las extravagancias de la farsa y de la burla. En una palabra, antes parecen proceder de una intencionalidad cómica o burlesca que de una reflexión de fondo sobre la condición de los animales, tal y cómo se desarrolla, por ejemplo, en los tratados eruditos y en la literatura miscelánea del Siglo de Oro, estimulada por los exuberantes relatos de viajeros o soldados, a raíz del descubrimiento y de la conquista de América. Ahora bien, el caso del Persiles es muy diferente y puede consi­derarse al respecto, como una excepción.

En esta extravagante novela, es el lobo - o sea la fiera, y no el perro doméstico- el que posee el don del habla -concretamente, pero hay que precisar que su presencia se limita en la parte sep­tentrional del periplo de Persiles y Sigismunda. Además se nos presenta mediante el testimonio de un narrador de segunda ma­no, Antonio, el « bárbaro español », el cual, a imitación del alfé­rez Campuzano en su relación del «Coloquio de los perros», acude a las ambigüedades del mundo nocturno, para contar lo que le ocurrió, al encontrarse con unos lobos, en una isla desierta:

Finalmente, no sé a cabo de cuantos días y noches que anduve vagamundo por el mar, siempre más inquieto y alterado, me vine a hallar junto a una isla despoblada de gente humana, aunque llena de lobos, que por ella a manada discurrían [...] Llegó la noche, menos escura que había sido la pasada [...] Estando en esto, me pareció, por entre la dudosa luz de la noche, que la peña que me servía de puerto se coronaba de los mismos lobos que en la marina había visto y que uno de ellos (como es la verdad) me dijo en voz clara y distinta y en mi propia lengua : Español, hazte a lo largo y busca en otra parte tu venUira, sí no quieres en ésta morir hecho pedazos por nuestras uñas y dientes 4 .

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 3: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

Presentado a la vez como dudoso («me pareció por entre la dudosa luz de la noche») y verdadero («como es la verdad»), el encuentro con los lobos hablantes no puede sino suscitar el legítimo escepticismo del lector, cuanto más que el testimonio del personaje no recibe legitimación alguna por parte de la voz su­puestamente autorizada del narrador principal. No obstante, y por más extravagante que parezca, tampoco el motivo del animal que habla viene presentado, en este caso, en contexto cómico, ni es objeto de burla o de sarcasmo: todo lo contrario.

La aventura de Antonio, no es más que el primer eslabón de una cadena de secuencias (tres en total), en las que se cuestionan, sin el menor asomo de humor o de ironía, las fronteras entre el hombre y la fiera. Así es cómo, a poco trecho de la increíble aventura del «bárbaro español» con los lobos hablantes, nos en­contramos con la no menos increíble aventura de un «bárbaro italiano», Rutilio, con una «mujer loba», al parecer «hechicera», de quien nos cuenta Rutilio que le libró de la cárcel bajo promesa de casamiento y le llevó de noche por los aires, en un manto mágico, a una tierra desconocida (Noruega), donde ella se meta-morfoseó en loba y él tuvo que matarla para librarse de sus ase­dios amorosos (I, 8 ; pp. 186-188). Ahora bien, todo esto ocurre, una vez más, en un ambiente nocturno, y en tierras exóticas, amén de que el propio Rutilio parece tener ciertas dudas acerca de la realidad de los hechos, según se transluce en sus propias palabras:

Apártela de mí con los brazos y, como mejor pude, divisé que la que me abrazaba era una figura de lobo, cuya visión me heló el alma, me turbó los sentidos y dio con mi mucho ánimo al través. Pero, co­mo suele acontecer que, en los grandes peligros, la poca esperanza de vencerlos saca del ánimo desesperadas fuerzas, las pocas mias me pusieron en la mano un cuchillo que acaso en el seno traía, y con fu­ria y rabia se le hinqué por el pecho a la que pensé ser loba, la cual, cayendo en el suelo, perdió aquella fea figura, y hallé muerta y corriendo sangre a la desventurada encantadora. (I, 8 ; p. 188)

Sea lo que fuere, el episodio no recibe otro comentario que el de un anónimo noruego, descendiente de italianos, por más señas, cuyas palabras de consuelo a Rutilio no hacen sino confirmar la

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 4: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

realidad del pel igro, sin llegar a pesar de todo a zanjar la cuest ión de la veracidad de los hechos:

«Puedes, buen hombre, dar infinitas gracias al cielo por haberte librado del poder destas maléficas hechiceras, de las cuales hay mu­cha abundancia en estas setentrionales partes. Cuéntase dellas que se convierten en lobos, así machos como hembras, porque de entrambos géneros hay maléficos encantadores. Cómo esto pueda ser, yo lo ig­noro y, como cristiano que soy católico, no lo creo; pero la espe-riencia me muestra lo contrario. Lo que puedo alcanzar es que todas estas transformaciones son ilusiones del demonio y permisión de Dios y castigo de los abominables pecados deste maldito género de gente. » ( 1 , 8 ; p. 189)

Por supuesto, resulta un tanto sorprendente, frente a seme­jante caso y a tales dudas y ambigüedades, que el relato de Ruti-lio no provoque reacciones críticas, ni de parte de los que le están escuchando, ni de parte del narrador principal, que ha de «contro­lar» in fine, todas esas declaraciones. En realidad, el caso se va a comentar más adelante, de modo que, como lo recuerda oportu­namente Carlos Romero, en una nota a pie de página (n° 11, p. 188), la cuestión de la verdad de los hechos narrados queda sus­pendida, así como queda en vilo la perplejidad del lector.

La tercera secuencia dedicada al tema del «hombre lobo», toma la forma de un diálogo entre Rutilio y el sabio Mauricio, personaje respetable, por su edad y sus conocimientos, a quien debemos una explicación razonada, por no decir «racional», de las extravagantes aventuras licantrópicas de Antonio y de Rutilio:

Lo que se ha de entender desto de convertirse en lobos es que hay una enfermedad, a quien llaman los médicos manía lupina, que es de calidad que, al que la padece, le parece que se ha convertido en lobo, y aulla como lobo, y se junta con otros heridos del mismo mal, y andan en manadas por los campos y por los montes, ladrando ya como peiros o ya aullando como lobos; despedazan los árboles, ma­tan a quien encuentran y comen la carne cruda de los muertos, y hoy día sé yo que hay en la isla de Sicilia (que es la mayor del mar Medi­terráneo) gentes deste género, a quien los sicilianos llaman lobos menar, los cuales, antes que les dé tan pestífera enfennedad, lo sien­ten y dicen a los que están junto a ellos que se aparten y huyan dellos,

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 5: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

o que los aten o encierren, porque, si no se guardan, los hacen pe­dazos a bocados y los desmenuzan, si pueden, con las uñas, dando terribles y espantosos ladridos. Y es esto tanta verdad que entre los que se han de casar se hace información bastante de que ninguno dellos es tocado desta enfennedad y si después, andando el tiempo, la esperiencia muestra lo contrario, se dirime el matrimonio. (1, 18; pp. 244-245)

Como bien se echa de ver, Mauricio formula un comentario erudito, extenso y pormenorizado en extremo, cuyo tono magis­tral contrasta con las incoherencias y vacilaciones de los comen­tarios anteriores. Para Mauricio, en efecto, no hay lugar a dudas: no se trata de ningún fenómeno sobrenatural, ni tampoco tiene que ver el demonio con esos casos. Se trata ni mucho menos que de una enfennedad. Y por si fuera poco, Mauricio se explaya en comentar casos citados por Plinio a los que considera como poco menos que extravagancias: «pero todo esto se ha de tener por mentira y, si algo hay, pasa en la imaginación, y no realmente.» (I, 18 ; p. 245). En cuanto a la « contraprueba » que constituye la «experiencia» de Rutilio, testigo de la metamorfosis de la hechi­cera en loba, no se considera como pnieba fehaciente, por parte de Mauricio, que se aferra a su interpretación «racional» de los hechos: «Todo esto puede ser [...] porque la fuerza de los hechi­zos de los maléficos y encantadores (que los hay) nos hace ver una cosa por otra ; y quede desde aquí asentado que no hay gente alguna que mude en otra su primer naturaleza.» (I, 8 ; p. 246). Así es cómo queda zanjada, al parecer, la cuestión del hombre-lobo y de sus avatares, si bien llega a rebotar, a partir del caso concreto referido por Rutilio, la cuestión más genérica de la metamorfosis del hombre en animal, evocada in fine, en el debate, por el prín­cipe Anialdo, que se da por desengañado de su error:

Gusto me ha dado grande - dijo Arnaldo- el saber esta verdad, porque también yo era uno de los crédulos deste error; y lo mismo debe de ser lo que las fábulas cuentan de la conversión en cuervo del rey Artus de Inglaterra, tan creída de aquella discreta nación, que se abstienen de matar cuervos en toda la isla. (I, 8 ; pp. 246-247)

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 6: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

Semejante insistencia, en tomo a un motivo de tan escasa re­levancia diegética, no deja de llamar la atención, cuanto más que la opinión de Mauricio, respecto de las fábidas artúricas tampoco deja de recordar la posUira irónica y demoledora del autor del Quijote, para con los libros de caballerías 5 . Ahora bien ¿Qué sig­nifica tanta insistencia ?

Si consideramos el marco narrativo en el que se despliegan las variaciones y comentarios en torno a la cuestión del híbrido «hombre-fiera», observamos que forma parte de un proceso de textualización -dicho sea de paso, muy característico de la com­posición del Persiles- que consiste en presentar al lector, para­lelos y reminiscencias que invitan a comparar y a contrastar las distintas facetas de una misma «realidad». Poca duda cabe, en efecto, que en este caso, la aventura de Rutilio «funciona» como reminiscencia de la de Antonio. Cuanto más, que ambos narra­dores viene caracterizados por la misma etiqueta bimembre que induce a la simetría, siendo denominado el primero «bárbaro español», y el segundo «bárbaro italiano». Pero hay más: amén de la simetría que incita a reunir ambos casos en una misma lectura interpretiva, cabe observar que la doble denominación «bárbaro español» y «bárbaro italiano», contituye en sí un a modo de oxí­moron, o de paradoja, no menos desconcertante que la figura híbrida del licántropo. Concretamente, lo que resulta paradójico es que ambos «bárbaros» dominen, o por lo menos usen un idio­ma «civilizado», cuando lo que caracteriza el bárbaro es precisa­mente su incapacidad a manejar dicho idioma 6. Es de suponer, por lo tanto, que el lector no dejará de preguntarse: ¿cómo es po­sible tachar de bárbaro a un español o a un italiano? Pues bien, la respuesta está en el texto, donde nos la facilita el narrador prin­cipal, en un breve paréntesis explicativo, a ocasión de una in­terrupción del relato del «bárbaro español»: «A este punto llegaba el bárbaro español (que este título le daba su traje) cuando[...] se oyeron tiernos gemidos y sollozos.»(l, 5 ; p. 170). O sea que es «el traje», el que caracteriza el bárbaro, o mejor dicho las pieles que le sirven de vestido 1 . De modo que nos encontramos frente a una categoría de seres híbridos, que participan, juntamente, de la animalidad (por su aspecto físico) y de la humanidad (por su lenguaje). De allí, tal vez, que estén relacionados con el mundo

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 7: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

híbrido, y hasta cierto punto contiguo, de los lobos hablantes, con los que comparten «el traje» y el manejo, en ambos casos para­dójico, de un idioma «civilizado». De ahí también, probable­mente, que les toque a esos mismos bárbaros contar a continua­ción historias de licántropos.

Todo ello induce a pensar que las aventuras septentrionales se desarrollan en tierras pobladas de seres poco menos que infra­humanos, o por lo menos, en una gran promiscuidad y semejanza entre el hombre y el animal. Lo cual reforzaría la idea de los que interpretan las tribulaciones de Persiles y Sigismunda como un camino de perfección, desde el Norte oscuro y bárbaro, hasta la radiante capital de la cristiandad. Con todo, ya hace tiempo que la crítica ha observado que las aventuras septentrionales y las meri­dionales, no son tan antitéticas, sino que se compenetran y pre­sentan notables imbricaciones y conexiones, precisamente por la capacidad que tienen los personajes, de trasladarse de uno a otro ámbito. Y si bien es cierto que la llegada de los peregrinos a Portugal, marca una profunda escisión estructural en la arqui­tectura del relato, no por eso significa ésta una oposición mani-quea, entre un polo negativo (paganismo y barbarie) y un polo positivo (cristianismo y civilización). La parte meridional del viaje, jalonada de escenas de violencia, con robos, duelos y asesi­natos, prostitutas hechiceras y rufianes, poco tiene que envidiar, en efecto, a las «costumbres bárbaras» de las tierras septentrio­nales. Por cierto, los peregrinos no dejan de parecer más «civili­zados», al desprendrese de las pieles con que iban vestidos (el texto precisa que el «bárbaro español» llevaba «pieles de lobos»; p. 435), pero tampoco deja de resultar paradójico que, a continua­ción, y ya en tierras «civilizadas», la desdichada Feliciana de la Voz, tenga precisamente que taparse con pieles de animales y hasta encerrarse en un árbol hueco, para librarse de la furia crimi­nal de su padre y de su hermano (III, 2-3).

Ni que decir tiene que este encerramiento en el árbol hueco, presentado como regreso ad útero («preñada estaba la encina», p. 451), merecería un análisis pormenorizado, del que tenemos que prescindir aquí para centrarnos en la cuestión que nos ocupa. Lo que llama la atención, en efecto, en esta secuencia «pastoril» de las aventuras de Feliciana (tan significativamente llamada «de la

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 8: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

Voz»), es que se barajan, al parecer, una serie de rasgos y datos ambiguos, que nos sitúan a la frontera de las especies, entre el hombre y el animal. Así es cómo, además de las mencionadas pieles y zamarras con que se cubre y encubre la desdichada partu­rienta, se nos precisa que la criatura va a ser amamantada por unas cabras («[. . . ]el pastor[...]mandó que, tomando aquella criatura, la llevase al aprisco de las cabras y hiciese de modo cómo de alguna dellas tomase el pecho (sic).» (III, 2 ; p. 451). Y por si fuera poco, el «compasivo pastor» no duda, in fine, en equiparar el parto de una mujer al de una simple res:

[...]el anciano pastor dijo que no habia más diferencia del parto de una mujer que del de una res y que, así como la res, sin otro regalo alguno, después de su parto, se quedaba a las inclemencias del cielo, ansí la mujer podía, sin otro regalo alguno, acudir a sus ejercicios, sino que el uso había introducido entre las mujeres los regalos y todas aquellas prevenciones que suelen hacer con las recién paridas. » (III, 4 ; p. 462)

Ahora bien, tanta rudeza no quita la compasión, ni mucho menos. Y en este sentido, la acogida de Feliciana de la Voz a la hospitalaria majada, no carece de semejanzas con otra situación de apuro, que se nos cuenta en los primeros capítulos del Persi-les, o sea dentro del marco de las aventuras septentrionales, cuando la pareja de protagonistas, junto con la moribunda Cloe-lia, se libra de un peligro de muerte gracias a la caridad y compa­sión de una familia de semi-bárbaros, recogidos en una cueva (I, 4) . En efecto, amén de que ambos refugios (ya que de esto se trata) se parecen en ciertos aspectos (lugares apartados, o en despoblado, que se caracterizan por el buen acogimiento que se recibe en ellos, de parte de gente «bárbara» o «rústica»), el mis­mo texto parece inducimos a la reminiscencia. Por lo menos, se incita al lector a reflexionar sobre el caso, al recordarle, en las mismas premisas de la historia de Feliciana de la Voz, que la caridad y la compasión no son propias del pueblo español, sino que igual pueden manifestarse en «estranjeras tierras», según se desprende de este breve y sugestivo diálogo que mantienen los peregrinos, en la oscuridad de la noche, a poco trecho de llegar a la majada protectora :

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 9: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

[...] se cenó la noche con tanta escuridad que los detuvo y les hizo mirar atentamente la lumbre de los boyeros, porque su resplan­dor les sirviese de norte para no errar el camino. [...] Llegó en esto un hombre a caballo, cuyo rostro no vieron, el cual les dijo :

- ¿Sois desta tierra, buena gente ? - No, por cierto -respondió Periandro-, sino de bien lejos della ;

peregrinos estranjeros somos, que vamos a Roma y, primero, a Gua­dalupe.

- Sí, que también -dijo el de a caballo-hay en las estranjeras tierras caridad y cortesía, también hay almas compasivas donde­quiera. (III, 2 ; p.448)

Con este sorprendente intercambio nocturno, entre desco­nocidos, y con esta entrega de una criatura a gente extranjera, lo que se nos sugiere, al parecer, es la simple y hermosa idea de que la humanidad no tiene fronteras. Dicho en otras palabras, no tiene sentido una división bipartita del mundo, entre bárbaros y civili­zados, puesto que la piedad o compasión (según reconoce el ca­ballero anónimo) no sólo es propia de la la gente «desta tierra» (España), sino también de la de las «estranjeras tierras». Pero también se sugiere la idea de que no es menos relativa, hasta cierto punto, la línea divisoria que separa el hombre de la bestia, ya que en un episodio anterior, se ha llegado al extremo, como se ha visto, de que las mismas fieras llegan a compadecerse de los desdichados, según advierte el lobo hablante, que le perdona la vida a Rutilio: «Y no preguntes quién es el que esto te dice, sino da gracias al cielo de que has hallado piedad entre las mismas fieras» (I, 5 ; p. 170). Y por supuesto, el que unas cabras le den de mamar a una criaturita y le salven la vida, cuando su propio abuelo la está buscando para matarla, no puede, sino contribuir en hacer resaltar el contraste y a poner en tela de juicio la frontera de las especies. Cuánto más la que deslinda la supuesta «barbarie» de las tierras del Norte de la no menos supuesta «civilización», de las naciones del Sur.

Este último aspecto queda recalcado en el texto, donde se ex­presa, y hasta cierto punto se exacerba, un violento contraste en­tre la representación tópica de una España «santa» y «pacífica», evocada por la ingenua Auristela, y la sangrienta realidad con la que se topan los peregrinos, en cuanto se alejan de la majada

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 10: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

protectora. Según Auristela, en efecto, España es poco menos que una tierra idílica:

[...] ya podemos tender los pasos, seguros de naufragios, de tonnentas y salteadores, porque, según la fama que, sobre todas las regiones del mundo, de pacífica y santa tiene ganada España, bien nos podemos prometer seguro viaje. (III, 4 ; p. 459)

Pero la «realidad» es muy diferente, y el contraste entre el «pastoral albergue» (para decirlo en palabras de Góngora) o el locus amoemis, y la irrupción de la muerte violenta en el mismo, desmienten en seguida, el optimismo candoroso de la joven prota­gonista :

Dábales asiento la verde hierba de un deleitoso pradecillo; refrescábales los rostros el agua clara y dulce de un pequeño arro-yuelo que por entre las yerbas corría ; servíanles de muralla y de reparo muchas zarzas y cambroneras que casi por todas partes los rodeaba, sitio agradable y necesario para su descanso, cuando, de im­proviso, rompiendo por las intrincadas matas, vieron salir al verde sitio un mancebo vestido de camino, con una espada hincada por las espaldas, cuya punta le salía al pecho. Cayó de ojos y, al caer, dijo :

- ¡Dios sea conmigo ! Y el fin desta palabra y el arrancársele el alma ftie todo a un

tiempo; y. aunque todos, con el estraño espectáculo, se levantaron alborotados, el que primero llegó a socorrerle fue Periandro y, por hallarle muerto, se atrevió a sacar la espada. Los dos Antonios sal­taron las zarzas, por ver si verían quién hubiese sido el cruel y alevoso homicida : que por ser la herida por las espaldas, se mostraba que traidoras manos la habían hecho. (III, 4 ; pp. 464-465)

La verdad es que el contraste no puede ser más violento, ni más elocuente, ni su significado más claro: España no es tan «santa», ni tan «pacífica», como la pintan. Y sería fácil desde lue­go, amontonar los ejemplos, en apoyo de una representación nada idílica, de las tierras y de las costumbres «civilizadas» del Sur. Por cierto, la historia de Feliciana de la Voz, no se resume a este juego de contrastes, ni a un caso más en la cadena de las remi­niscencias de las complejas relaciones hombre/animal.Con todo, dentro de las múltiples interpretaciones que se nos proponen de este episodio, creo que cabe la posibilidad de una lectura que in-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 11: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

tegre esta reflexión 8 . Poca duda cabe, en efecto, que el caso de esta mujer de sobreparto, que quiere «ponerse bajo tierra», y se acoge a una majada, donde se la encierra en un árbol, entre pieles y zamarras (motivo suficientemente llamativo como para servir de epígrafe a uno de los capítulos claves), se nos presenta como un proceso regresivo, muy parecido a una vuelta a los orígenes. Y no deja de resultar significativo que encuentre refugio en un mundo que se parece a una Arcadia primitiva y pagana (el niño no está bautizado, según se declara de manera tan enfática a principios del episodio ; III, 2 ; p. 449), o sea un mundo en el que el hombre y el animal conviven en armoniosa promiscuidad y en el que las criaturas llegan a amamantarse de los pechos de las hembras de especies inferiores, a imitación de Dafnis y Cloe, en la novela primigenia de la tradición pastoril 9 . Pero si bien, en el Persiles, mujeres y reses llegan a compartir rasgos comunes, no por eso -menos mal- se borra por completo la frontera entre las especies. De ahí probablemente, que Feliciana de la Voz, se dis­tinga precisamente por su voz (humana, y casi sobrehumana), y carezca, en cambio, de ese «instinto» que permite a las hembras de los animales reconocer a sus criaturas l 0 . En cualquier caso, no es de extrañar que el animal sirva de piedra de toque en esa serie de reflexiones ontológicas (a todas luces salpicadas, dicho sea de paso, de reminiscencias platónicas) que acompañan la trayectoria de los protagonistas, en la medida en que su «peregrinación» se presenta, en definitiva, como un itinerario iniciático, donde sabi­do es que los animales suelen desempeñar un papel fundamental, como bien se comprueba en la novela griega, y especialmente en Las Etiópicas, que el mismo Cervantes nos señala como parangón del Persiles ".

El bestiario del Persiles es juntamente abreviado y concentrado: las pocas especies mencionadas casi todas viven o aparecen en la parte septentrional de la historia. Como si las tierras norteñas constituyeran una especie de zona infrahumana, marcada por la presencia reclínente de la animalidad. Cuanto más que las fieras, monstruos y demás bichos raros que allí viven, se presentan bajo la fonna de figuras ambiguas, cuyos rasgos carac­terísticos no contribuyen poco en alimentar la reflexión sobre la peliaguda cuestión de la frontera entre las especies. Concreta-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 12: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

mente, además de los licántropos, ya señalados (I, 5, 8 y 18), la lista incluye una rara avis, el pájaro Barnaclas, criatura medio marítima y medio aérea, de la que se precisa que nace del mar, como por generación espontánea (I, 12); luego, unas criaturas monstruosas, los «náufragos», presentados juntamente como pe­ces y como serpientes, en parte «reales» y en parte imaginarias, o mejor dicho soñadas (II, 15) ; y por fin, el improbable caballo «volador» del rey Cratilo (II, 20-21). De modo que en definitiva, todos los animales que constituyen la abreviada zoología del Sep­tentrión, remiten más o menos a la categoría harto ambigua del híbrido. Cuanto más que bien se puede añadir a la serie, una «ballena» que, por ser de madera, no resulta menos híbrida. Se trata, en efecto, de una nave volcada, identificada como «ballena» o «gran pescado», de la que se van a rescatar unos cuantos sobrevivientes 1 2. Ahora bien, el episodio da lugar a que se re­cuerde una anécdota de náufragos (en este caso, seres humanos), rescatados del «vientre» de una nave, por lo que dicha anécdota se transforma en reminiscencia poco menos que transparente del mito de Jonás, en palabras de un viejo caballero, que se presenta como testigo ocular de semejante «portento»;

Yo vi esto, y está escrito este caso en muchas historias españolas, y aun podría ser viviesen agora las personas que segunda vez na­cieron al mundo del vientre desta galera. Y, si aquí sucediese lo mismo, no se ha de tener a milagro, sino a misterio, que los milagros suceden fuera del orden de la naturaleza, y los misterios son aquellos que parecen milagros y no lo son, sino casos que acontecen raras veces (II, 2 ;pp. 284-285).

De modo que el rescate de los protagonistas encerrados en la nave, se convierte en metáfora continuada (con el uso de palabras tan significativas como «ballena», «nacieron», «vientre»), que no contribuye poco en alimentar el juego de las interferencias entre el hombre y el animal, tal y cómo se despliega en el texto me­diante la figura del híbrido, junto con el motivo de la generación, de la preñez y del parto, cuya primera ocurrencia, dicho sea de paso, coincide con la primera frase de la novela". Sea lo que fuere, es difícil imaginar, en todo caso, que tanta insistencia en motivos tan afines resultara mera casualidad. ¿Se inspiraría Cer-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 13: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

vantes en los debates platónicos, en torno a la generación y a las analogías entre el hombre y el animal? ¿Reaccionaría frente a las extravagancias zoomórficas derivadas de las obras de Plinio? El estado actual de la identificación de sus fuentes, antes parece apuntar hacia los relatos de viajeros o hacia las misceláneas «sen-sacionalistas», si bien tampoco hay que descartar la idea de una reflexión tal vez menos superficial, a partir de textos filosóficos o médicos, o derivados de ellos, como el tan ilustre e insoslayable Examen de los ingenios, del doctor Huarte de San Juan 1 4 . Pero si la identificación de los conocimientos y fuentes de Cervantes puede resultar azarosa y dar lugar a divergencias, en cambio, po­ca duda cabe que la figura del animal entra en el Persiles, no como una simple viñeta de adorno, sino como un tema de debate, dentro de un proceso reflexivo, y en cierto modo pedagógico, que acompaña el programa narrativo y que se presenta con una gama de matices de suma variedad. Unas veces se utiliza como metá­fora o emblema, o como hito del proceso iniciático en el que es­tán involucrados los personajes (es el caso del caballo indómito de Cratilo, por ejemplo, que ejemplifica la necesaria toma de control de los instintos), y otras veces sirven las figuras animales para aclarar y matizar la complejidad de las relaciones humanas. Así es cómo los supuestos bárbaros viven en tierras lejanas, po­bladas de fieras crueles y de monstruos temibles, mientras que los no menos supuestos civilizados, viven en torno nuestro, en tierras «santas» y «pacíficas», donde predominan rebaños de cabras y ovejas... Sólo que, en el Persiles, las cosas no son así de sen­cillas. A la visión de mundo bipartita, considerado desde un punto antropocéntrico, se sustituye la de un mundo complejo y mucho menos seguro, pero sí más conforme al estado en que se en­cuentra, en el momento en que escribe Cervantes, o sea en tiem­pos de grandes sacudidas políticas, religiosas, y científicas, o por decirlo en otras palabras, en el momento en que nuevas tesis, reputadas heterodoxas, están socavando los cimientos de tan firme arquitectura....

Ahora bien, al darle la vuelta a los tópicos, y al jugar con paralelismos y contrastes ¿entraría Cervantes en la categoría sulfurosa de esos heterodoxos? La respuesta (si es que la pregunta tiene sentido) queda pendiente de los avances de la exégesis en el

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 14: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

terreno tan resbaladizo de la ideología cervantina. Indagación tan­to más difícil cuanto que Cenantes no es tan arriesgado como Giordano Bruno, ni pretende llevar a cabo ninguna revolución copéniica. Dicho de otro modo, no es de esperar de Cervantes que acuda a simplezas, como la que consistiría en invertir los papeles o los valores. Si nos atenemos a las lecciones del Persi-les, bien se echa de ver que los bárbaros no tienen por qué con­siderarse como buena gente, ni los civilizados como violentos y perversos. Ni son todos compasivos los animales, ni todos los hombres crueles. De los dos casos de licantropía evocados, es sig­nificativo que el uno se sitúa del lado del Bien, y el otro, indis­cutiblemente, del lado del Mal. Del mismo modo, el cruel padre extremeño de Feliciana de la Voz, ejemplo de humanidad «bár­bara», debe equiparase con la figura ejemplar de la caritativa madre portuguesa, doña Guiomar de Sosa, que salva la vida del asesino de su hijo, en vez de acudir a una legítima venganza (III, 6). En resumidas cuentas, las variaciones en tomo a animales o híbridos, con comportamientos y posturas análogas o contras­tadas, no constituyen en sí una clave alegórica para desentrañar el sentido oculto de la novela. Tan sólo funcionan como una figura macroestructural que contribuye a abrir pistas y caminos, para encontrarle, gracias al dominio de las palabras y de los actos, pero también y antes que nada, gracias a la compasión, una salida al laberinto de los instintos y de los apetitos incontrolados 1 5 .

En su hernioso libro sobre el Pcrsilcs, Diana de Armas Wil-son privilegia la figura del andrógino, como hilo de Ariadna, y desde luego no le faltan buenos argumentos para ello 1 6 . Pero sin restar mérito a las sugestivas interpretaciones que se nos ofrecen en ese estudio, cabe observar que la figura del andrógino no es, en definitiva, sino una de las manifestaciones (eso sí, proba­blemente, la más fascinante) de esa amplia red de variaciones que se despliega en el texto en tomo al concepto globalizador del híbrido. La hibridez abarca la noción de androginia: no sólo afecta las categorías genéricas (hombre/mujer), sino que llega a cuestionar los mismos fundamentos de la identidad. Una identidad que, a lo largo del Pcrsilcs, resulta borrosa y conflic-tiva, frente a una alteridad huidiza y equívoca de la que cabe sospechar que forma parte de nosotros 1 7 . En este sentido, el Per-

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 15: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

NOTAS

' Es probablemente en la segunda parte del Quijote donde encon­tramos el mayor número de especies representadas, ya que amén de los consabidos leones, gatos, jabalíes, cerdos, toros, perros y liebre, ni siquie­ra falta una muestra de la irritante «gente menuda», (tipo pulga, piojo, etc.), tan aludida en la literatura del Siglo de Oro (II, 29)

" Véase «El casamiento engañoso y Coloquio de los perros» in No­velas ejemplares, ed. prol. y notas de J. García López, con un estudio preliminar de Javier Blasco, Barcelona, Crítica, 2001, pp. 535-536 y 540-544.

3 Véase Obras completas ¿te Miguel de Cenantes Saavedra. Come­dias y entremeses, ed. publicada por R. Schevilt y A . Bonilla, Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez, 1916, La gran sultana, t. II, pp. 142-147, 165-178, 199-200 y p. 215. Sobre las fuentes de esta farsa, véase la nota de Schevill y Bonilla, ibid., pp. 361-362. hay burlas parecidas, aunque menos desarrolladas, en La casa de los celos y selvas de Ardenia, ed. cit., t. I, pp. 291-292 y en La entretenida, ed. cit., t.III, pp. 21 y 35.

4 Los trabajos de Persiles y Sigismundo, ed . de Carlos Romero Mu­ñoz, segunda edición revisada y puesta al día, Madrid, Cátedra, 2002; I, 5; p. 170. Todas las referencias al Persiles remiten a esta edición.

* Cf. las palabras sarcásticas de Clodio: «Yo soy un hombre a quien no se le da por averiguar estas cosas un dinero. ¿Qué se me da a mí que haya lobos hombres o no, o que los reyes anden en figura de cuervos o de

siles, nos es tan diferente del Quijote, en el que el autor, magistral alcahuete, se las ingenia para casar cada concepto con su con­trario (la locura con la razón, las apariencias con la realidad, la mentira con la verdad, etc.), en un desconcertante concierto. Los juegos de variaciones y ecos en tomo a la frontera «hombre / animal», «civilizado / bárbaro», con sus variantes comporta-mentales «compasivo / cruel», «pacífico / violento», resuenan, del mismo modo, dentro del no menos desconcertante Persiles, como un coro de voces, en el que la armonía no excluye estri­dencias y hasta disidencias. La ambigua y amarga lección que se puede sacar de esta breve (y abreviada) incursión en los confínes de la especie, es que no faltan razones para pensar que la fiera y el bárbaro no están fuera, sino dentro de nosostros mismos. Los monstruos no viven en ninguna parte, sino que habitan nuestros propios sueños, y perduran en nuestros corazones.

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 16: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

águilas? Aunque, si se hubiesen de convertir en aves, antes querría que fuesen en palomas que en milanos.» (I, 8 ; p. 247).

6 Es el primer sentido que recoge Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana o Espartóla: «Este nombre fingieron los griegos de la grosera pronunciación de estrangeros, que procurando hablar la lengua griega la estragavan, estropeándola con los labios, con el sonido de fiappap barbar.[...} De aquí nació el llamar bárbaros a todos los extrangeros de la Grecia, adonde residía la monarquía y el imperio. Después que se passó a los romanos, también ellos llamaron a los demás bárbaros, y a los que son inorantes (sic) sin letras, a los de malas cos­tumbres y mal morigerados, a los esquivos que no admiten la comu­nicación de los demás hombres de razón, que viven sin ella, llevados de sus apetitos, y finalmente los que son despiadados y crueles.» (Madrid, Turner, 1977, p. 194a.) Véase también la voz «Barbarismo» (ibid.). En Le Robert. Dictionnaire historique de la langue française, sous la direction de Alain Rey (2 e édition, Paris, Le Robert, 1998), se señala una curiosa voz rumana, barbant, que significa lobo. También se precisa en el dic­cionario de Alain Rey(s.v. Barbarie), que Montaigne fue el primero, en Francia, en 1580, en usar el término barbarie para calificar el estado de un pueblo no civilizado «sous le regard d'un autre». Por supuesto, el sabio Montaigne no llegó a conocer la categoría de semi-bárbaro, ¡men­tada por Cenantes (?), con el «bárbaro español», el «bárbaro italiano» y la «bárbara polaca»...

Parte de las pieles, «lanudas» o de cabras, se usan a modo de alfombra, para poner en el suelo (I, 4 ; p. 159) ; otras, en especial las pie­les de lobo, sinen para vestirse, según se recuerda repetidas veces en el relato (III, 1 ; pp. 435-436).

8 Además de las notas y apéndices (XIV y XV) de la edición de Carlos Romero, véase Isabel Lozano Renieblas : Cervantes y el mundo del Persiles. Alcalá de Henares, CEC, 1998, pp. 176-184.

Es una cabra, la que amamanta a Dafnis, y una oveja, la que ama­manta a Cloe, ambos abandonados, el uno, en un bosque, y el otro, en una cueva. (I, 2-3 y I, 6). Es curioso obsenar cómo el relato de Longo tam­bién incluye el paralelo entre el hombre y el animal, y contempla la posibilidad que el uno sea menos compasivo que el otro. En efecto, al cabrero, que encuentra a Dafnis, colgado de las tetas de la cabra, se le ocurre robar las joyas y prendas que lleva la criatura y desatenderse de ella, pero se avergüenza de mostrarse menos compasivo que una cabra: «D'abord, il eut le projet de faire main basse seulement sur les objets de reconnaissance et de ne pas s'occuper de l'enfant, puis il eut honte à l'idée de ne pas témoigner d'autant d'humanité qu'une chèvre...». Ro­mans grecs et latins, textes présentés, traduits et annotés, par Pierre Gri­mai, Paris, Gallimard, p. 796. Asimismo, precisa el narrador que el pastor

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 17: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

que encuentra a Cloe, atiende a la criatura movido por el ejemplo que le da la oveja : «Le berger, pensant que cette trouvaille lui était envoyée par les dieux, et instruit par l'exemple de la brebis à avoir pitié de l'enfant et à l'aimer, ramasse le bébé...», ibid., pp. 797-798.

"' Sabido es que Cervantes tiene costumbre de darle la vuelta a los casos dudosos y a los temas de controversia, y por lo que toca a la creen­cia en «la fuerza de la sangre», parece que, como lo han señalado los anotadores, se trata de un motivo recurrente que da lugar a un tratamiento distinto según los textos (véase C. Romero, ed. cit., nota 7, p. 460).

" La importancia de los animales en el proceso iniciático se mani­fiesta especialmente en el final apoteósico de Las Etiópicas, en el que aparecen un elefante, un extraño hibrido, calificado de «camello leo­pardo» (se trata al parecer a una girafa), unos caballos salvajes y un toro furioso (VIII, 26-29).

'" Vieron los de la ciudad el bulto de la nave y creyeron ser el bulto de una ballena o de otro gran pescado que, con la borrasca pasada, había dado al través. (11,2 ; p. 283).

" Véase, al respecto, el fino estudio de Stefano Arata: «I primi capi-toli del Persiles Armonie e fratture», Stuili Spanici, III, 1982, pp. 71-86. Cf. Aurora Egido, Cervantes y las puertas del sueño, Barcelona, PPU, 1994. pp. 213-214 y Michel Moner, «El engendramiento del personaje en la narrativa cervantina», in Antonio Bernât Vistarini (ed.). Actas del tercer congreso internacional de la Asociación de cen'antistas (III-CINDAC), Menorca, Universität de les liles Balears, 1998, pp. 4348 . No sé si será una casualidad el que aparezcan «náufragos», rescatados del vientre de una «ballena» (II, 2), poco antes de que otros «náufragos» se traguen en sueño a unos marineros de la tripulación de Periandro (II, 16)...

1 4 Sobre el trasfondo « científico » de los acontecimientos y casos portentosos del Persiles, véase, en complemento de las enjundiosas notas y apéndices de Carlos Romero, las páginas que Isabel Lozano dedica al tema de la metamorfosis (op. cit., pp. 161-171). Por cierto, tampoco es cuestión de pensar que llegaría Cervantes a anticipar las tesis evolu­cionistas que iban a relacionar las especies animales con la especie hu­mana, ya que la misma noción de «especie» tan sólo llegaría a conceptua-lizarse a partir el siglo XVIII.

1 5 Sobre este tema fundamental de la compasión (que no ha sido posible desarrollar aquí), son interesantes las sagaces observaciones de Anthony W. Bartlett, «Epistémologie de la victime, Eros de compassion», in Maria Stella Barberi (dir.), La spirale mimétique. Dix-huit leçons sur René Girard, Paris, Desclée de Brouwer, 2001, pp. 279-295.

"' Diana de Armas Wilson, Allegories of Love. Cenantes s Persiles and Sigismunda, Princeton, Princeton University Press, 1991.

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...

Page 18: En los confines de la especie: fieras, monstruos y bichos ... · lobo, y aulla como lobo y se, junta con otros herido des misml o mal, y anda enn manada pos r lo campos ys por lo

1 7 Es el tema del trabajo que presentó José Manuel Martín Moran en este mismo congreso, y de quien comparto plenamente, al respecto, los (siempre) sagaces análisis.

ACTAS V - ACTAS CERVANTISTAS. Michel MONER. En los confines de la especie: fiera...