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Al-Anon y Alateen en acción Al‑Anon y Alateen en acción Vol. 42 N.º 2 2009 Pasajes traducidos de la revista The Forum de enero y febrero de 2009 Tengo que admitir que todavía lucho con el concepto de soltar las riendas y entregárselas a Dios. Es como una barra de jabón en el agua de baño. A veces la sostengo por un momento, y luego se me escurre entre los dedos. Al principio creía que el soltar las riendas era sólo una forma de rendirse. Cuando llegué a darme cuenta de que habían muchas cosas que estaban fuera de mi control, empecé a entender de manera más práctica lo de: “entregár‑ selas a Dios”. Seguí yendo a reuniones y escu‑ chando con atención las historias sobre soltar las riendas con éxito. Aun así, discutía: Dios nos dio el libre albedrío, la razón y el intelecto. En, otras pala‑ bras, Él nos dio los instrumentos para controlar en la tierra. ¿No deberíamos tener también los instrumentos para controlar la adicción al alcohol? Continué disponiendo de mis pro‑ pios esfuerzos para lograr que mi vida y la vida de mi hijo alcohólico de nuevo se pudieran controlar. Sólo había un problema: eso no funcionaba bien. En una reunión en particular tuve una revelación cuando rezábamos la Oración de la Serenidad. El soltar las riendas y entregárselas a Dios es de lo que precisamente se trata la Oración de la Serenidad. Los Doce Pasos son suge‑ rencias para ayudar a manejar la vida de mejor manera, y el soltar las riendas es tan sencillo como aceptar las cosas que no puedo cambiar mientras que, al mismo tiempo, cambio las cosas que puedo o que debo cambiar. Ahora lucho con gratitud no en cuanto a qué hacer, sino para encon‑ trar la línea entre las cosas que no puedo cambiar y las cosas que sí puedo cambiar. La Oración de la Serenidad me enseñó a soltar las riendas Por Shelley B., Minesota e Forum, febrero de 2009

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�Al-Anon y Alateen en acción

Al‑Anon y Alateen

en acción

Vol. 42 N.º 2 2009

Pasajes traducidos de la revista The Forum de enero y febrero de 2009

Tengo que admitir que todavía lucho con el concepto de soltar las riendas y entregárselas a Dios. Es como una barra de jabón en el agua de baño. A veces la sostengo por un momento, y luego se me escurre entre los dedos.

Al principio creía que el soltar las riendas era sólo una forma de rendirse. Cuando llegué a darme cuenta de que habían muchas cosas que estaban fuera de mi control, empecé a entender de manera más práctica lo de: “entregár‑selas a Dios”.

Seguí yendo a reuniones y escu‑chando con atención las historias sobre soltar las riendas con éxito. Aun así, discutía: Dios nos dio el libre albedrío, la razón y el intelecto. En, otras pala‑bras, Él nos dio los instrumentos para controlar en la tierra. ¿No deberíamos tener también los instrumentos para controlar la adicción al alcohol?

Continué disponiendo de mis pro‑pios esfuerzos para lograr que mi vida y la vida de mi hijo alcohólico de nuevo se pudieran controlar. Sólo había un problema: eso no funcionaba bien.

En una reunión en particular tuve una revelación cuando rezábamos la Oración de la Serenidad. El soltar las riendas y entregárselas a Dios es de lo

que precisamente se trata la Oración de la Serenidad. Los Doce Pasos son suge‑rencias para ayudar a manejar la vida

de mejor manera, y el soltar las riendas es tan sencillo como aceptar las cosas que no puedo cambiar mientras que, al mismo tiempo, cambio las cosas que puedo o que debo cambiar.

Ahora lucho con gratitud no en cuanto a qué hacer, sino para encon‑trar la línea entre las cosas que no puedo cambiar y las cosas que sí puedo cambiar.

La Oración de la Serenidad me enseñó a soltar las riendas

Por Shelley B., Minesota The Forum, febrero de 2009

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� Vol. 42, Nº 2 2009 �Al-Anon y Alateen en acción

El año pasado perdí a mi hermano debido al alcoholismo. Él había estado viviendo en Australia durante muchos años y siempre nos decía que no bebía demasiado. Su esposa decía lo contra‑rio.

Él no estuvo con nosotros cuando murió nuestro papá, y empezó a comu‑nicarse de nuevo sólo cuando mamá se enfermó. Él casi siempre pedía dinero. Tres semanas antes de su deceso, llamó de nuevo para pedir dinero. Tuve que decirle que no.

Me sentí culpable y triste, pero sabía que había hecho lo correcto. El habér‑selo dado no hubiera cambiado las cosas.

Lamentablemente, mi hermano murió a kilómetros de distancia de su familia estando completamente solo. Creo que su Poder Superior estaba con él. Fue un tiempo muy difícil, y tuve que empezar a comunicarme con su familia.

No hubo servicio fúnebre. “Primero las cosas más importantes” para mí fue ir a Australia y dejar que mi hermano descansara en paz.

Escogimos un cementerio muy bonito para sus cenizas. Una de mis hijas me acompañó para ayudarme. Regresé a casa sintiéndome en paz.

El hijo de mi hermano, mi sobrino, vino a ver a mamá. ¡No había visto a su abuela durante 30 años!

A mi sobrino y sus hermanos siem‑pre les habían dicho que a los miembros

de la familia en Nueva Zelanda no les importaba. Él se dio cuenta de que eso no era cierto. Ellos lloraron mucho, se sintieron tristes, y con el tiempo pudie‑ron aliviar el dolor.

Me he mantenido en comunicación constante con él. Podemos compartir mutuamente lo que sienten nuestros corazones.

El contar con mi programa de Al‑Anon me ha ayudado a estar a su lado para escuchar el dolor de haber crecido en un hogar alcohólico, mientras que el resto de sus familiares aún hacen lo que siempre han hecho. Le envié la copia que tenía del libro De la supervivencia a la recuperación (SB‑21) y he compartido con él acerca del programa.

Gracias a Al‑Anon, a mi Madrina y a los amigos de Al‑Anon que me han ayudado durante esta parte difícil de mi viaje. Ahora cuento con un sobrino encantador de regreso en mi vida.

Reconciliación familiar después de las heridas del

alcoholismoPor Sheryn, Nueva Zelanda The Forum, enero de 2009

Con una talla de metro y medio, mi perspectiva es diferente a la de los muchachos que miden más de un metro ochenta. Apenas puedo ver la parte superior de mi refrigeradora. Mentalmente, sé que está ahí, pero, a diferencia de los amigos más altos que tengo, normalmente no veo los lugares altos en la cocina.

De la misma forma, tengo una pers‑pectiva obstruida sobre mis sentimien‑tos. Crecí en un hogar alcohólico. No es de sorprenderse que mi padre alco‑hólico casi nunca expresara alegría, ni admiración, ni temor. No me sentía seguro de explorar esos sentimientos. Yo sabía que guardaba esas cosas en algún rincón dentro de mí, pero no podía identificarlas, ni mucho menos sentirlas.

Antes de asistir a Al‑Anon, cuando la gente fuera de mi familia expre‑saba alegría y admiración, me retrac‑taba emocionalmente. Mi vocabulario sobre sentimientos no era completo y se limitaba a palabras tales como: tristeza, ira, resentimiento y autocom‑pasión: sentimientos que estaba bien tenerlos en mi familia.

Así como no podía ver la parte supe‑rior de la refrigeradora, podía experi‑mentar sólo unos cuantos sentimientos aun cuando sabía que existían más. Al final aprendí a utilizar una escalera de mano cuando quería acceder a la parte superior de la refrigeradora.

El programa de Al‑Anon es como una escalera de mano para mí desde el punto de vista emocional. Si deseo ser capaz de experimentar alegría, admi‑ración y temor, tengo que practicar el programa a diario por medio de la asis‑tencia a reuniones, de la lectura de Lite‑ratura Aprobada por la Conferencia, y lo que es más importante, del contacto constante con mi Poder Superior.

Los años que he pasado en Al‑Anon me han ayudado a identificar emocio‑nes que sabía que existían pero que era incapaz de sentir. Ya no tengo miedo de sentir mis sentimientos. Sé que no me pueden herir.

Tengo derecho a mis sentimientos sin vergüenza ni justificación. Puedo optar por soltar las riendas del comporta‑miento emocional del alcoholismo de mi padre y progresar espiritualmente.

Un producto maravilloso del “per‑manecer en mi escalera de mano emo‑cional” es el apoyo y la amistad que obtengo de mi familia Al‑Anon. Mi familia Al‑Anon permanece conmigo, me ayuda a lograr nuevas dimensiones de recuperación, me impulsa cuando flaqueo, y comparte mis victorias.

Nunca aumentaré mi estatura física, pero el cielo es el límite para mi pro‑greso emocional.

“Tengo derecho a mis sentimientos sin vergüenza ni justificación”.

Llegué a entender y a aceptar mis sentimientos

Por Luis, Texas The Forum, febrero de 2009

Uniendo a las personas de todo el mundo

Puede reproducir este artículo en su sitio web o en su boletín con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Group Hdqts., Inc., Virginia Beach, VA.

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�Al-Anon y Alateen en acción

Soltar las riendas con amor

En la mayoría de nuestras reuniones se utiliza un cartel con los Pasos y las Tradiciones que leemos como parte de la apertura. Yo he estado en reunio‑nes en donde los miembros han soli‑citado que nos saltemos la lectura de los Pasos porque eso no deja suficiente tiempo para compartir cuando hay un grupo grande.

“El estudio de los Pasos es esen‑cial para progresar en el programa de Al‑Anon”. “Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos pasos…” No decimos que el compartir es esencial para progresar.

No decimos que el separarnos de la persona alcohólica es esencial para progresar. No decimos que el poner a su hijo o hija en un programa de rehabilitación es esencial para pro‑gresar.

¿Se mejora la gente cuando no prac‑tica los Pasos? Claro, todo es relativo. Pero eso no es Al‑Anon. Al‑Anon es un programa simple de Doce Pasos que practicamos de manera que poda‑mos disfrutar el invaluable don de la serenidad y serle útiles a Dios.

Por Jody S.The Forum, enero de 2009

Centremos la atención en los Pasos

Al ponerme a colgar las camisas des‑pués de lavarlas, centré tanto la aten‑ción en una de las perchas que no me fijé en las otras que estaban disponi‑bles. Tenía que usar esa percha.

Desprendí con ímpetu la percha de la barra, y las otras cincuenta salieron volando por todo el cuarto. Empecé a enojarme con las perchas hasta que me

acordé de mi programa de Al‑Anon. Los objetos inanimados no se resien‑ten conmigo. Esta fue mi propia forma de reaccionar.

Recogí con calma las perchas y traté de examinar lo que había sucedido durante el día para ver de dónde pro‑venía mi frustración. Tuve que exami‑nar dos días atrás, pero encontré un resentimiento que no había resuelto.

Ahora, cada vez que pienso que algo o alguien trata de indisponerme, me acuerdo de las perchas para la ropa y me río solo, sabiendo que el mundo no está contra mí: mis reacciones son como yo lo decida.

Por Rick S., ManitotaThe Forum, febrero de 2009

Lecciones aprendidas al lavar la ropa: el mundo no está contra mí

Reparé el mal causado a mis hijos al convertirme en una mejor abuela

Por Judy, Manitoba The Forum, enero de 2009

No asistía a Al‑Anon cuando era una madre joven. No contaba con los instrumentos de Al‑Anon para hacerle frente a la vida, al alcoholismo y lo que es más importante, a mis hijos.

Sin embargo, actualmente cuento con la oportunidad de utilizar el pro‑grama con mis nietos. ¡Qué experien‑cia tan positiva, tanto para ellos como para mí!

Escucho en lugar de sermonear. Explico en lugar de gritar. Me río,

bailo, juego y lloro con ellos en lugar de enterrar mis sentimientos y acumu‑lar expectativas y resentimientos.

Sé que estoy allí con el único propó‑sito de amarlos incondicionalmente como abuela. No soy su progenitora, ni su maestra, ni la que se encarga de su disciplina.

Cada mañana le doy gracias a mi Poder Superior por el privilegio de tenerlos en mi vida para amarlos y sol‑tar las riendas.

Mi hijo adulto decidió regresar a casa después de pasar quince años en otra provincia. Me sentía emo‑cionada, pero también temerosa. ¿Cómo podría yo hacerle frente a la situación? Resultó ser una experien‑cia de crecimiento para mí.

La primera cosa y la más impor‑tante fue ocuparme de mis propios asuntos. Mi hijo ahora era un hombre y realmente no necesitaba mis conse‑jos, ni mis sugerencias, ni mis buenas intenciones. Al utilizar el Primer Paso y “¿Cuán importante es?” para des‑prenderme de sus problemas, dejé que él hiciera lo que le correspondía. Por medio de no reaccionar ante sus pro‑testas cuando yo trataba de ayudarlo y de reconocer que estos eran defectos

que yo podía corregir, recurrí a mi Poder Superior.

Mi hijo estuvo con nosotros durante seis meses. En ese tiempo, llegué a sen‑tir el crecimiento espiritual y la madu‑rez que no había sentido en muchos años.

Nuestra relación se ha fortalecido y hemos encontrado una nueva forma de amarnos y respetarnos el uno al otro. De nuevo, Al‑Anon ha demostrado ser un salvavidas.

Al-Anon me ayudó en la relación con mi hijoPor Eileen L., Manitoba

The Forum, enero de 2009

Código postal 23454

Vol. 42, Nº 2 2009�

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� Vol. 42, Nº 2 2009 �Al-Anon y Alateen en acción

La clave de los tres primeros Pasos para sentirse mejorPor Tamara O., Missouri

The Forum, enero de 2009

Mientras miraba los Doce Pasos en la pared en mi reunión, de repente me di cuenta de las palabras ”admitir”, “creer” y “decidir”.

El Primer Paso me dice que admita que soy incapaz de afrontar sola el alcohol y que mi vida es ingobernable. Admitirlo: ese es un gran paso. Admi‑tir que soy incapaz es admitir que no tengo control, y eso puede ser aterrador para mí. Como hija adulta de una per‑sona alcohólica, quiero solucionarle las cosas a todo el mundo, pero si no las controlo, ¿cómo las puedo solucionar?

Este Paso me causó un gran alivio. Mi vida estaba hecha pedazos. Había consultado con muchos consejeros y leído todos los libros de autoayuda. No había podido lograr cambiar al alco‑hólico, ni mi situación, ni yo misma. Cuando me di cuenta de que no lo puedo controlar, me di cuenta de que tampoco lo causé.

El Segundo Paso me dice que crea que un Poder superior a mí misma puede devolverme el sano juicio. Esto me dio esperanzas. Había tratado tan‑tas formas de arreglar este problema y no lo había podido lograr. Yo era un desastre emocional, físico y espiritual tratando de encontrarle una solución al comportamiento.

Por fin, algo más poderoso de lo que yo soy trataría de resolver este pro‑blema junto conmigo. Ahora tenía la oportunidad de restaurar mi sano jui‑cio y de traerle paz a mi vida. Dejé de mirar al alcohólico para así tener tran‑quilidad.

El Tercer Paso me pide que resuelva

confiar mi voluntad al cuidado de Dios según mi propio entendimiento de Él. Tengo una opción. Puedo seguir haciendo lo que he estado haciendo o puedo renunciar a la voluntad propia para controlar las cosas, solucionar las cosas, y hacer las cosas a mi manera. Pudiera ser que la voluntad de Dios no sea mía. Tengo que aceptar esta realidad y confiársela completamente a Dios.

Cuando mi voluntad es la voluntad de Dios, es fácil confiar las cosas. La parte difícil es tomar la decisión de confiarle mi voluntad a Dios y aceptar las circunstancias tales como son.

Estoy mejorando con la práctica de

estos tres primeros Pasos. Hay veces que me siento débil, con ganas de llo‑rar, o preocupada por mi vida. Cuando esos sentimientos me despiertan la atención, me acuerdo de admitir, creer y confiar. Así siempre me siento mejor.

“Cuando me di cuenta de que no lo puedo controlar,

me di cuenta de que tampoco lo causé”.

Puede reproducir este artículo en su sitio web o en su boletín con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Group Hdqts., Inc., Virginia Beach, VA.

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� Vol. 42, Nº 2 2009 �Al-Anon y Alateen en acción

El primer recuerdo que tengo de una situación violenta debido a la bebida fue cuando tenía cinco años. Los gritos de mi mamá me despertaron en medio de la noche.

Había una fuerte tormenta: mucho viento, lluvia y relámpagos. Me senté en la cama, congelada, incapaz de moverme al escuchar que mi mamá gritaba y que volcaban los muebles.

Quería protegerla, pero él era un hombre enorme y yo tan solo una pequeña niña.

Después de mucho rato de haber entendido que no había nada que pudiera hacer, aún me sentía culpable de haberme sentado en la cama con las sábanas cubriéndome y congelada como una pequeña estatua hasta que todo se calmara.

A la mañana siguiente mi mamá no fue a trabajar; tenía los dos ojos more‑teados. Papá se sentó a la orilla de la cama con ella y le sostenía la mano.

Nada se dijo sobre el asunto, y yo sabía lo que había pasado sin necesi‑dad de hacer ninguna pregunta. Varias situaciones similares se presentaron al paso de los años.

Mis padres mantenían una buena casa, con bastante comida sobre la mesa. Mi padre nos enseñó la diferen‑cia entre lo bueno y lo malo, quizás no siempre con su ejemplo sino que quitándose el cinturón y golpeándolo para asustarnos.

Lo que no existía en nuestro hogar era un sentimiento de seguridad, pro‑tección y amor. No existía ningún

vínculo sentimental entre padre e hijo, o éste era muy escaso. Me sentía como si no existiera e insignificante para los padres que amaba y en quienes con‑fiaba más que en ninguna otra persona en el mundo.

Por eso es que creo que no me casé con un alcohólico por accidente. Estaba encarrilada de antemano a hacerlo. Mucha gente a quien conocía bebía

de la misma forma en que lo hacía mi esposo. Para mí eso era “normal”.

Por supuesto, no me di cuenta de que no sabía nada acerca de lo que era normal. Lo único que sabía es que me sentía como si tuviera un enorme vacío dentro de mí. Creí que desaparecería si me casaba, pero no fue así.

Luego creí que desaparecería si tenía un bebé. Sin embargo, todavía me sen‑tía vacía en mis adentros aun después de que tuve una hermosa y saludable niña.

Después de trece años de matrimo‑nio, mi esposo fue a desintoxicarse durante cinco días y asistió a un pro‑grama de consulta externa durante seis meses. ¡Yo creía que todo marcharía

bien mientras no volviera a beber! Tuvimos otro hijo, un hermoso bebé varón.

Asistí a las reuniones de Al‑Anon todas las semanas porque un consejero del programa de consulta externa de mi esposo me miró directamente a los ojos y me dijo: “Vaya a Al‑Anon”. Hice lo que se me dijo que hiciera, pero lo hice con un enorme resentimiento,

Derroté el vacío que sentía dentro de míPor Jennifer M., WashingtonThe Forum, febrero de 2009

“Sólo por la gracia de mi Poder Superior es que no apreté el gatillo”.

Mi relatoMi relato

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�0 Vol. 42, Nº 2 2009 ��Al-Anon y Alateen en acción

Cuando entré a las salas de Al‑Anon por primera vez, lo único que me inte‑resaba era que mi esposo lograra la sobriedad. Me hablaron sobre los Pasos, las Tradiciones y los Conceptos.

Los Pasos tenían algo de sentido para mí, pero no mucho. Los otros dos tér‑minos me eran completamente extra‑ños. Después de todo, ¿qué tenían que ver las Tradiciones y los Conceptos conmigo y con el problema que tenía yo con la bebida de mi esposo? Eso era para otra gente, no para mí. Definitiva‑mente yo no tenía ningún problema y, después de todo, yo pensaba solamente asistir a las reuniones hasta que su pro‑blema se resolviera.

No obstante, mi Poder Superior sabía que en mi vida necesitaba mucho más que los Pasos, y me envió a una Madrina que conocía bastante sobre las Tradiciones y los Conceptos.

Desde que comenzamos, me enseñó que Al‑Anon es como un banco de tres patas. Si le falta una de las tres patas, no puede permanecer estable. Todas las tres patas se necesitan para sostener el banco. En Al‑Anon, todos los tres Legados se necesitan para sostener el marco de la hermandad.

Me llevó poco tiempo en reconocer que si quería la recuperación que veía en otras personas y si quería progresar espiritualmente, tenía que acoger todos los Tres Legados de Al‑Anon. Necesita

que todas las tres “patas” me ayudaran a mantener mi vida lo más equilibrada posible.

Con la ayuda de mi Madrina y otros miembros con experiencia, inicié mi viajé espiritual al estudiar y al acoger en mi vida los Tres Legados. Estos Legados se con‑virtieron pronto en algo así como piedras que se colo‑can en el camino para cruzar un puente hacia una nueva forma de vida. Cuida‑dosamente puse los pies sobre las pie‑dras y poco a poco di un paso tras otro hasta que llegué al puente.

Al principio dudaba entrar al puente, pero pronto noté que era muy fuerte porque se había construido sobre la experiencia, la esperanza y la previsión de nuestros fundadores. Puse los pies dentro del puente y así empezó el viaje espiritual que hoy continúa.

Siento tanta gratitud de que nues‑tros pioneros tuvieran la sabiduría de asegurarse de que nuestros Legados siguieran siendo fieles a sus valores esenciales, y de que el puente espiritual permaneciera ahí para mí y para todos aquellos que buscan una nueva forma

Nuestros Legados son una base sólida para el

progreso personalPor Doreen D., Carolina del Norte

The Forum, enero de 2009

pues él era el que tenía el problema, no yo.

Evitaba hablar y nunca miré a nadie a los ojos. Salía corriendo tan pronto terminara la pavorosa reunión.

Muchas veces pensé quitarme la vida. Una vez casi lo hago: tenía en la mano una Magnum .357 cargada. Rápida‑mente la puse abajo, entré al baño, y vomité. Sólo por la gracia de mi Poder Superior es que no apreté el gatillo.

Me odiaba a mí misma pero no sabía por qué. Durante la mayor parte de mi matrimonio, parecía que a mi esposo le importaba mucho más el licor que yo.

Después de tres años de sobrie‑dad, mi esposo volvió a recaer. Bebía durante unos cuantos meses, y aunque lo ocultaba bien, yo siempre lo supe. Lo confrontaba. Él lo negaba, pero dejaba de hacerlo. Unos cuantos meses después empezaba a hacer lo mismo otra vez.

Estuvimos en este “baile” durante siete años. Para entonces, ya yo había dejado de amarlo. Ya no podía distin‑guir entre el hombre y la enfermedad. Se habían convertido en una sola cosa.

En las reuniones obtuve el apoyo que

tanto necesitaba pero, principalmente, algo cambió dentro de mí. Al final, logré dedicarme a mi propia recupe‑ración por primera vez. Estaba renun‑ciando a mi propia voluntad y entre‑gándosela de verdad a alguien más. Aprendí sobre lo que es la franqueza total. Eso me ayudó a ver quién soy y en quien me quería convertir.

He perdonado al padre de mis hijos, quien me hizo perfectamente volver a vivir los momentos de mi niñez durante todos los días de nuestro matrimonio. Aun ahora tengo la tendencia natural de acudir a personas que no me pue‑den ayudar. Lo que hoy es diferente es que reconozco esta tendencia, y puedo protegerme de una mejor manera.

Hoy puedo reconocer que soy una persona dañada pero decente y digna de ser amada. Me complazco en decir eso sobre mí. Creo que puedo contar con la serenidad no a pesar de mis heridas sino a causa de ellas.

Mi viaje hacia la recuperación no terminará hasta que Dios me llame. Mientras tanto, ¡qué cosa tan maravi‑llosa es poder ver, oír, pensar, sentir, amar, sufrir, llorar y aprender todas las lecciones para las que estoy preparada!

“Hoy puedo reconocer que soy una persona dañada pero decente y digna de ser amada”.

Mi relato

Puede reproducir este artículo en su sitio web o en su boletín con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Group Hdqts., Inc., Virginia Beach, VA.

Acojamos los Legados: Nuestros puentes espirituales para ampliar el futuro

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Dentro de los Grupos de Familia Al‑Anon www.al-anon.org/members

�� Vol. 42, Nº 2 2009 ��Al-Anon y Alateen en acción

Dentro de los Grupos de Familia Al‑Anon

Como personas, nos comunicamos de varias maneras. Creo que la comu‑nicación en persona es la más efec‑tiva para experimentar el progreso y la esperanza en todos los niveles de la recuperación personal y del servicio de Al‑Anon.

Como una nueva miembro en la hermandad, llegué a apreciar la fuerza que tienen los miembros al compartir en las reuniones. Aunque no entendía por qué, me di cuenta de que me sen‑tía mejor en un entorno de persona a persona.

A medida que se fortalecía mi recu‑peración, mi Madrina me indicaba que yo iba a progresar aún más cuando empezara a ofrecerles a los demás lo que había aprendido. Después de estar de acuerdo en ser la Madrina de alguien, me di cuenta de que había aprendido a reconocer el progreso y la esperanza por medio de las reuniones y de pasar tiempo con mi Madrina.

Al poner atención en una reunión de servicio internacional reciente, me acordé de que esta experiencia en el programa fortalece a Al‑Anon como un todo.

Durante un debate que seguía des‑pués del tema general de la sesión: “Fortalecemos nuestro entendimiento en cada nivel de servicio”, en la Reunión de Servicios Generales de Al‑Anon Internacional (RSGAI), una Delegada compartió que, con el propósito de lograr una comprensión sólida en todos los niveles de servicio, su estructura de servicio descubrió que necesitaban

la participación activa de Custodios Regionales y de la Secretaria General en todas las Asambleas y reuniones: tal como lo ha hecho la OSM alrededor del mundo.

“Hacerlo en persona es una forma de fortalecer con calidez nuestra her‑mandad. ¡Necesitamos estar cerca!” —exclamó.

Otra Delegada informó que las pala‑bras claves para ella en la exploración de este tema fueron: “en todos los nive‑les”.

Ella indicó que le era fácil brindar servicio a nivel de un grupo, distrito o Zona. Sin embargo, explicó que entre más se dedica al servicio, lo cual engran‑dece su comprensión, se requiere más comunicación de su parte mientras que trabaja con otras personas en la labor de servicio de Al‑Anon.

Manifestó que aunque siente que estar en mayor comunicación con los demás le produce temor, el aprender a comunicarse con otras personas es un instrumento que le ha ayudado a miti‑gar ese temor.

Después del informe con respecto al tema del taller: “Comunicación: Nuestra clave para la comprensión”, un participante contestó: “Si hemos reali‑zado un buen trabajo al comunicarnos cuando las personas deciden partici‑par en la labor de servicio, ellos deben escuchar las palabras: ‘Los ayudaremos y los apoyaremos’”.

Me puse a reflexionar sobre ese comentario, ya que recordé el planea‑miento que se realiza en la organización

de la RSGAI.Aunque el Comité de Coordina‑

ción Internacional (CCI), con base en información de las Oficinas de Servi‑cios Generales y de los Delegados de la RSGAI, tiene la responsabilidad de planear la agenda, lo que le da vida y

claridad a los temas son las presentacio‑nes y debates. Es trabajo del CCI brin‑dar apoyo y ayudar en el planeamiento.

A espaldas de nuestro sereno escena‑rio en Helsinki, Finlandia, tuve el honor de observar el progreso y la esperanza de Al‑Anon en todo el mundo.

La comunicación en per sona es la más efectivaPor Marsha W., Directora Adjunta – Internacional

The Forum, febrero de 2009

Puede reproducir este artículo en su sitio web o en su boletín con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Group Hdqts., Inc., Virginia Beach, VA.

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Nuestros Tres Legados

�� Vol. 42, Nº 2 2009 ��Al-Anon y Alateen en acción

Nuestros Tres Legados

El Primer Paso sugiere que yo admita que soy incapaz sobre el alco‑hol. Cuando asistí a la primera reunión de Al‑Anon, me quedé perpleja del asombro por lo que escuché, lo que vi, y lo que intuitivamente sabía que era cierto.

Cuando leyeron los Pasos, no le puse atención a la primera parte del Primer Paso. Sin embargo, podía ver con cla‑ridad y humillación que mi vida era ingobernable.

Cuando por fin empecé a compren‑der la enormidad de lo que este Paso me pedía que hiciera, protesté vehemente‑mente diciéndole, por lo general a mi propia persona, que si admito que soy incapaz, sería en realidad una admisión de que todo lo que yo había valorado había sido una grandísima mentira.

Había invertido toda la razón de vivir en la habilidad de iniciar y cum‑plir con lo que consideraba que eran expectativas “razonables” sobre mí y sobre todos los demás en mi vida. Me sentí consternada al ver lo inútil que era mi vida. Al final, me di cuenta de que había un aspecto de ésta que era saludable o que funcionaba bien.

Creí que al admitir que era incapaz ante el alcoholismo y la devastación que éste deja a su paso, todo en la vida podría venirse al suelo, quebrantarse, y resumirse a nada.

En realidad, ya lo había perdido todo, sólo que no me había dado cuenta de eso debido a mi ingenuidad y nega‑ción. El Primer Paso se trata de revelar y exhibir el sistema de negación en que había construido toda mi vida.

Fue al principio de mi recuperación que, mientras manejaba de regreso a casa después de una reunión, empecé a llorar y dije a toda voz: “Está bien, Dios. Aunque tenga que perder todo lo que aprecio: mi familia, mi casa, mi carro, mi seguridad económica, la esperanza de encontrar el verdadero amor algún día, y mi mente, continuaré con mi recuperación en este programa”.

Dios literalmente hace por mí lo que yo no puedo hacer por mí misma: Él

Primer Paso: Aprendiendo a dejar atrás el caos

Por Pamela L., CaliforniaThe Forum, enero de 2009

Primer Paso: Admitimos que éramos incapaces de afrontar solos el alcohol, y que nuestra vida se había vuelto ingobernable.

me quita mi falso sentido de control. Cada vez que esto sucede, me quedo completamente inmovilizada e incapaz de funcionar durante algún tiempo. Un ardiente pesar me quema por den‑tro y por fuera, y dejo salir un lamento ante la inutilidad de tratar de insertar mi endeble e insignificante ego en un lugar de autoridad.

La enfermedad familiar del alcoho‑lismo hizo que la habilidad de experi‑mentar verdaderamente mis propios sentimientos se hiciera insensible. Me encontraba incomunicada hasta con la misma esencia de mi ser. La desmora‑lización y la desesperación que siento cuando me entrego es precisamente lo que me conecta de nuevo a esa esencia. Ahora tengo una actitud de disposición, y de veras siento que puedo asimilar

fácilmente lo que me enseñen.Me siento eternamente agradecida

de que Al‑Anon no sea otro programa en el que las cosas deben hacerse por cuenta propia. Antes de Al‑Anon, había asistido a muchos talleres, retiros y reuniones de asesoramiento. Leí cuanto libro tenía a la disposición. Todo eso me animó a “encargarme, de manera inteli‑gente y capaz”, de mi propia vida.

De acuerdo con mi experiencia, Al‑Anon es un programa en el que mi Poder Superior me guía a mí y guía a los otros miembros de mi grupo. Cola‑boro y sigo la guía que me corresponde específicamente, la cual compartimos cada semana. Es esencial que cons‑tantemente renuncie al reclamo de mi vida con el fin de proceder con el Segundo Paso.

Al-Anon y Alateen en acciónes publicado en español cuatro veces al año por Al‑Anon Family Group Headquarters, Inc., 1600 Corporate Landing Parkway, Virginia Beach, VA 23454‑5617.Número para llamadas gratuitas para solicitar información sobre los grupos: En los EE.UU. y el Canadá: 1‑888‑4AL‑ANON©Al‑Anon Family Group Headquarters, Inc. 1999.Subscripciones anuales: Estados Unidos: Subscripción Individual US$4.00. Para el resto de los países: Individual US$5.00.En este boletín aparecen noticias, guías y comentarios provenientes de miembros de Al‑Anon, de volunta‑rios, del personal y de lectores que comparten sus experiencias de crecimiento espiritual, individual y de grupo a través del servicio.

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Nuestros Tres Legados

�� Vol. 42, Nº 2 2009 ��Al-Anon y Alateen en acción

Nuestros Tres Legados

Bienestar común: ¡Qué buena idea! Dedicarme yo misma a obtener los mejores resultados para la mayoría. Estar dispuesta a aceptar que quizás puedo ser una pieza diminuta en algo que es mayor que la suma de sus par‑tes, y estar contenta de ser una de sus partes entre tantas.

¡Qué visión tan diferente de la vida la que me ha dado Al‑Anon! Antes, no tenía idea de que alguna otra forma de hacer las cosas excepto la mía, que por supuesto a mí me caía a la perfección, pudiera beneficiarme en realidad. Ahora entiendo que distorsionar las cosas sólo para que se ajusten a mí (o a cualquier entidad) puede ser completa‑mente destructivo. Verdaderamente sé que la forma más constructiva de pro‑gresar es tomando en cuenta el todo.

El gran fervor de la hermandad tiene que ver con el aprendizaje de que soy una pequeña parte y que, aunque siem‑pre tengo voz, esta no es la voz.

Cuando retroceda a mis propias opiniones y necesidades, tendré una visión más clara de la realidad. Esto significa que hoy de veras me dedico

a mantener la unidad: en mi grupo, en mi familia, en todas las cosas. Siem‑pre habrá un disidente, pero sé que no puedo complacer a todo el mundo.

He asistido a reuniones de Al‑Anon en todos los Estados Unidos, y es muy obvio que esta hermandad cuenta con una adherencia y un corazón que queda completamente fuera de expli‑cación racional: únicamente el apego a los principios de unidad hace que eso sea posible.

Hoy entrego mi voluntad a lo que es verdaderamente lo mejor para noso‑tros, sea cual fuere ese “nosotros” en particular. ¡Sé que todos estaremos mejor de esa manera!

Los Conceptos son instrumentos que restablecen mi sentido de comuni‑dad y ciudadanía: en mi hogar, en mi hermandad y en mi mundo en general. El alcoholismo me separó de todas las personas, hasta de mí misma.

El Primer Concepto me enseña que tengo la responsabilidad de buscar y solicitar ayuda con el fin de restable‑cer mi salud física y mental. No estoy a cargo de mi cónyuge ni de ninguna otra cosa más que funcione (o no) en nuestro hogar. No tengo las fuerzas suficientes para llevar en hombros a todo el mundo yo sola. Soy una par‑ticipante del equipo en el hogar y una participante de la grandiosa y capaz hermandad de Al‑Anon.

Cuando me entrego y pido ayuda, también tengo la responsabilidad de aceptarla. Eso significa que debo uti‑lizar los instrumentos que con tanta libertad me ofrecen. El aprender una nueva responsabilidad en Al‑Anon empezó al asistir a reuniones, al leer LAC y al mantener la atención alejada de la persona alcohólica.

Lo que me dijeron fue: “Centre la atención en usted misma”. Para mí, el

aprender a ser responsable fue apren‑der a vencer el temor y la duda. Cuando dejo que otras personas sean ellas mismas responsables, creyendo que podrían triunfar, practico la prueba de confiar en los resultados.

En última instancia, el aprender a renunciar a la responsabilidad mal‑entendida es cambiar el centro de atención hacia la voluntad del Poder Superior, no la mía. El desarrollar este concepto de responsabilidad, que es totalmente nuevo, logra que me libere de una carga más pesada.

Hoy hago muchas cosas, pero no las hago todas. Esta mañana podría apa‑lear la nieve, pero no lo voy a hacer. Esa tarea se le delegó a alguien más. Mi función es brindar apoyo: mantener el vaso lleno de agua para el que está apa‑leando la nieve. Ah, qué responsabili‑dad tan dulce y razonable…

Primera Tradición: Tomamos en cuenta el todo en lugar de cada una de las partes individuales

Por Jenny G., GeorgiaThe Forum, enero de 2009

Primera Tradición: Nuestro bienestar común debiera tener la preferencia; el progreso individual del mayor número depende de la unión.

Primer Concepto: No tengo que hacerlo todo sola

Por Judy, NevadaThe Forum, enero de 2009

Primer Concepto: La responsabilidad y autoridad fundamentales de los servicios mundiales de Al-Anon corresponde a los grupos de Al-Anon.

“No tengo las fuerzas suficientes para llevar en hombros a todo el mundo yo sola”.

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Nuestros Tres Legados

�� Vol. 42, Nº 2 2009 ��Al-Anon y Alateen en acción

Nuestros Tres Legados

Crecí en una familia religiosa y siempre había creído en Dios, más o menos. Tuve épocas en que dudaba o no tenía una noción clara de Dios, pero siempre sentía que había un Poder Superior que mantenía la vida y se encargaba de mí con amor.

Me gradué en religión y obtuve el título de maestría en teología. Quienes me conocen seguramente se sorpren‑derían de escuchar sobre lo tanto que luché con el Segundo Paso.

Yo mismo me sorprendí. Sin embargo, para mí era curiosamente difícil pensar sobre el Segundo Paso sin titubear. Parecía ser tan concreto y específico, lo cual quería decir para mí que antes de que de veras lo pudiera acoger, tendría que entender com‑pletamente lo que pensaba acerca de Dios, desechar por completo las dudas y sentirme totalmente a gusto con que Dios me llevara dondequiera que fuera.

Un día mi Padrino me dijo: “Todo lo que el Segundo Paso en realidad quiere decir es que en esto usted no está sólo”. Eso me impresionó de ver‑dad. Yo ya creía eso con toda mi alma y mi corazón (si es que no había otra razón más por la que yo supiera que la hermandad de Al‑Anon siempre esta‑ría ahí para ayudarme).

Al‑Anon expresaba concretamente

la verdad de que yo no estaba solo. Yo no necesitaba encontrar todas las res‑puestas, ni la fortaleza ni la sabiduría, ni brindar yo mismo toda la esperanza ni todo el ánimo. Había una fuente para todo eso que estaba en mi exte‑rior, una fuente que era inagotable, profunda, que se obsequiaba sin costo alguno, y de la que podía disponer en cualquier momento.

Ya había sufrido cambios profun‑dos en mi apariencia y en mi estado de ánimo. El sentido que tenía de mí mismo, mis esperanzas para el futuro y mi serenidad (aun en tiempos difí‑ciles) ya habían mejorado de manera incalculable.

Me di cuenta de que fuera lo que fuera lo que pensara acerca de Dios (y mis creencias siempre fluyen de forma dinámica), en lo más profundo de mi ser, creía en un Poder en mi exterior que podía guiarme a la recuperación y mantenerme en ella, un Poder que podía ayudarme a restaurar mi vida y a ser dueño de ella.

Creía en un Poder que me enseñaría lo que era el sano juicio, que me ayu‑daría a alcanzar el sano juicio, y que me ayudaría a mantener la cordura sin importar lo que la vida pusiera en mi camino. Ese Poder Superior, para mí, fue la gente y la sabiduría que existen en Al‑Anon.

Cuando leía hoy esta Tradición, algu‑nas palabras me llamaron la atención: “Dios bondadoso” y “gobernar”.

Me fijé más detenidamente en la palabra “gobernar”. Significa controlar, dirigir, establecer políticas, mandar, influenciar, regular y refrenar.

En mi mente, estas palabras solían ser sinónimo de ser padre de familia. Mi tarea era controlar a mi familia. Yo tenía que dirigir todas sus accio‑nes, mandar en la casa, influenciar sus comportamientos, regular sus vidas y refrenarlos (pero no refrenar mi juicio sobre ellos).

Hasta cierto punto, estas acciones son necesarias para contar con cierta estabilidad en la familia. Cuando los hijos están pequeños, necesitan una influencia fuerte que los guíe contra los peligros de la vida. Mi propósito principal era ser el mejor ejemplo que ellos pudieran seguir hasta que tuvie‑ran la edad suficiente para tomar sus propias decisiones.

Mi problema no era que yo no supiera cuándo permitirles que alzaran su propio vuelo y cuándo mantenerlos confinados a su corral. Sin embargo, el temor controlaba mis acciones, e

impuse juicios sobre ellos junto con el amor que les daba.

¡Qué alivio saber que no tengo que ser el “todopoderoso gobernante” de sus vidas! Ellos tienen su propio Dios bondadoso que los guía. Eso ya no es mi tarea. Ahora puedo centrar la aten‑ción únicamente en el aspecto del amor en nuestra relación. Soy responsable de mí, y eso es bastante responsabilidad.

Aún puede ejercer una influencia positiva en sus vidas siendo la persona que se suponía que fuera: alguien sin temor a lo desconocido, quien viva en el “ahora”, no en el pasado ni en el futuro.

Hoy practico el refrenamiento. Evito emitir juicios a la ligera, decirles cómo deben vivir sus vidas y resolver todos sus problemas.

La práctica de esto no se lleva a cabo normalmente, pues siempre tengo tro‑piezos; pero me propongo seguir prac‑ticando.

Estoy luchando por el nuevo cargo de fiel servidor (no esclavo de la fami‑lia ni gran dictador). Practico el entre‑garle a mi familia a la autoridad única, a un Dios bondadoso que se manifiesta en la consciencia de nuestra familia.

Segundo Paso: Tuve que entender mis creencias antes de proseguir

AnónimoThe Forum, febrero de 2009

Segundo Paso: Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio.

Segunda Tradición: Aprendo a ‘gobernar’ a mis familiares sin controlarlos

Por Adele T., CaliforniaThe Forum, febrero de 2009

Segunda Tradición: Existe sólo una autoridad fundamental para regir los propósitos del grupo: un Dios bondadoso que se manifiesta en la conciencia de cada grupo. Nuestros dirigentes son tan sólo fieles servidores y no gobiernan.

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Nuestros Tres Legados

�0 Vol. 42, Nº 2 2009 ��Al-Anon y Alateen en acción

Nuestros Tres Legados

Los primeros grupos de Al‑Anon reconocieron que ellos definitiva‑mente no podían servirles a todos los miembros alrededor del mundo. Por ejemplo, los grupos podían identificar la necesidad de una publicación espe‑cífica pero no podían recolectar los relatos, revisarlos, diseñarlos, y luego imprimirlos y distribuirlos.

Los grupos votaron para confiarles responsabilidades administrativas y de funcionamiento a una Conferencia de Delegados y a la Oficina de Servicio Mundial (OSM). La responsabilidad de la OSM es cumplir con las políticas establecidas por la Conferencia.

El Segundo Concepto no le da a la OSM la responsabilidad de resolver todos los problemas de los grupos ni de tomar todas las decisiones con respecto a la hermandad. Si la OSM tuviera que asumir totalmente la responsabilidad de todas las cosas, no podría cumplir con ese enorme trabajo y finalmente fracasaría.

Creo que el Segundo Concepto se trata de funciones, responsabilidades y confianza. En mi trabajo, superviso a cuatro personas que son muy capaces y quienes sirven como equipo de apoyo administrativo de nuestro departa‑mento.

Una sóla persona nunca podría cumplir con todas las necesidades administrativas de nuestro trabajo, por lo que las tareas son responsabilidades delegadas. Todos los días, cuando llego al trabajo y me fijo en la lista actual de “cosas por hacer”, tengo que pensar sobre cuál es mi función y cuál es la función de mi personal.

¿Cuál es mi responsabilidad, y cuá‑les responsabilidades les he delegado a ellos para garantizar que nuestro departamento funcione bien y de manera eficiente? Todos los días tengo que confiar en que ellos cumplirán con sus responsabilidades de la mejor manera posible.

He aprendido a retroceder y a que‑darme quieta mientras que ellos anali‑zan las cosas y cumplen con sus tareas de la mejor manera en que lo sepan hacer. Algunas veces, para mí sería más fácil hacer yo misma las cosas. Constantemente tengo presente que no debo asumir las responsabilidades que les corresponden a otras personas.

Creo que mi confianza les inspira a hacer lo mejor que puedan. Al termi‑nar el día, sé que estamos trabajando juntos como un equipo en el que exis‑ten el respeto y la confianza del uno al otro.

Segundo Concepto: Delegamos tareas en el trabajo y en el hogar

Por Julie M., VirginiaThe Forum, febrero de 2009

Segundo Concepto: Los Grupos de Familia Al-Anon han delegado por entero la autoridad administrativa y de funcionamiento a su Conferencia y sus ramas de servicio.

Aunque es relativamente fácil poner en práctica el Segundo Concepto en mi vida de trabajo, ha sido una gran lucha ponerlo en práctica en el hogar. Tengo un hijo de diecisiete años, y soy madre soltera.

Durante muchos años, toda la res‑ponsabilidad de criar y mantener a mi hijo ha caído completamente sobre mí. ¡No podría delegarle responsabilida‑des a nadie! En el hogar, establecí la política y la puse en práctica a diario, tal como si fuera tanto la Conferencia

como la OSM. ¡Eso era agotador! Al final tuve que valerme de humil‑

dad para solicitarle ayuda a mi hijo. Durante un tiempo se nos hizo difícil, pero al final logramos establecer una rutina. Él sabe lo que tiene que hacer en la casa. Yo sé lo que tengo que hacer, y ninguno de los dos interfiere con lo que a cada quien le corresponde cumplir.

Mi hijo no siempre guarda los platos donde debe ser (“Progreso, no perfec‑ción”), pero siempre trato de recordar decirle: “Gracias, hijo”.

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�� Vol. 42, Nº 2 2009 ��Al-Anon y Alateen en acción

No le creí a mi mamá la primera vez que me dijo que era alcohólica. La ima‑gen que tenía yo de un “alcohólico” era la de un señor ya mayor que camina tropezándose cuesta abajo, con su ropa sucia y con una bolsa de papel en la que esconde una botella de algo que lleva en la mano: el borracho del pueblo.

Mi mamá me dijo que ella asistía a A.A. Un día se me acercó y me comentó que había un lugar en donde se podían reunir los adolescentes, que se llamaba Alateen. Me preguntó si yo quería ir. Le dije que “no”.

Un día mi mamá se paró frente a mí y me dijo: “Le conseguí ayuda econó‑mica para que vaya a una conferencia de Alateen, y tienes que ir. ¡No sé si tú necesitas despejarte de mí o si yo nece‑sito despejarme de ti, pero vas a ir!”

Después de empacar mis cosas, mi mamá me llevó en su auto a una iglesia y me acompañó a una sala en el sótano. Me dio un abrazo y me miró con la seguridad de que todo saldría bien. “¡Vas a estar bien!” —me dijo, y se fue.

En la sala, miré a niños que hablaban y se reían. Luego era hora de empezar la reunión. Asustada, me sentaba en una silla en donde había un poste entre estas personas y yo por si acaso algo sucedía.

Yo misma pensaba que esta gente era un poco extraña, y en realidad no entendía el lenguaje en que todos hablaban. Después de la reunión, nos agarramos de la mano, rezamos una oración y acomodamos las sillas. No dije mucho porque me sentía nerviosa. Todos parecían ser muy amables y

actuaban complacidos del uno al otro y conmigo.

Cuando llegamos a la casa del miem‑bro que nos alojó, nos dieron una cama a cada uno. La mía era muy cómoda, y me sentí más relajada. Dormí bien, y la noche pasó rápido.

Durante la mañana siguiente en el congreso cantamos canciones y escu‑chamos historias sobre cosas positivas y sobre cosas negativas. Había dife‑rentes reuniones a las que podíamos escoger nuestra asistencia. Era mi

decisión (nadie me dijo lo que tenía que hacer). Ese fin de semana recibí un curso intensivo sobre Alateen.

Hice muchísimos amigos, me sentí segura, hablé con compañeros y com‑pañeras que tenían problemas simila‑res, y me di cuenta de que no estaba sola. Hasta entonces, me había aislado del mundo. Aprendí mucho sobre el alcoholismo.

Después de la reunión de clausura, nos abrazamos unos a otros, firmamos las camisetas de los compañeros y com‑pañeras e intercambiamos números de teléfono. Una gran fuerza se hizo notar. Se entablaron muchas amistades dura‑deras.

Me sentí exhausta y al mismo tiempo motivada. Las esperanzas no estaban perdidas. Eso era sólo el comienzo.

Una conferencia de Alateen me cambió la vidaPor Lorraine, New York

The Forum, enero de 2009

Alateen Alateen

Puede reproducir este artículo en su sitio web o en su boletín con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con la autorización de The Forum, Al-Anon Family Group Hdqts., Inc., Virginia Beach, VA.

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�� Vol. 42, Nº 2 2009

Cuando asistí a Alateen por primera vez, no creía en un Poder Superior. No podía entender cómo alguien podría ser tan cruel como para ponerme en la clase de vida que estaba viviendo. Estaba llena de temor y no confiaba en nadie. Estaba encerrada en el pequeño mundo que tenía, completamente ais‑lada de los demás.

El en Segundo Paso me di cuenta de que existía ayuda para mí. Mantuve una mente abierta y empecé a entender que no había nadie a quien culpar por la situación que vivía en el hogar al que pertenecía.

Con el tiempo, empecé a creer en un Poder superior a mí. Poco a poco, Él le puso algo de equilibrio a mi vida. Su ayuda está a la disposición cuando yo la necesite.

La atención y la comprensión que ofrece el programa también son de gran ayuda. Aún hago lo que puedo por recu‑perar el sano juicio. Para mí, eso simple‑mente significa lograr ser feliz conmigo misma.

Uno de mis mayores problemas durante los últimos siete meses era la relación que tenía con mi hermana. Lo único que yo podía hacer era man‑tenerme alejada de ella. Pronto me di cuenta de que lo único que estaba haciendo era alejándome del problema.

Recuerdo algunos de los lemas de Alateen, tales como: “Hazlo con calma” y “Suelta las riendas y entrégaselas a Dios”. Mi vida se vuelve más tranquila y serena paulatinamente.

Siempre me gusta proceder a mi manera. Cuando estoy de mal humor, lo mejor es que se alejen de mí. Tiendo a herir mucho a las personas con mis palabras y mis acciones. Hoy sé que, cuando lo hago, tengo que admitirlo y reparar el mal causado. Cuando pongo de mi parte, el día de hoy puede ser de mayor felicidad.

Para mí, Alateen no es sólo un grupo al que puedo ir y en el que puedo hablar sobre los problemas de vivir con una persona alcohólica. Es más bien como la familia que siempre he querido tener. Nunca antes había sentido tanto amor.

Al principio, el acercamiento me pare‑cía un poco extraño. No acostumbraba mostrar lo que sentía. Esto cambió la forma en que veo la vida y la forma en que me veo yo. En realidad, he empe‑zado a quererme por lo que soy.

Desde ahora, puedo decir que estoy orgullosa de mí misma. Siempre siento ganas de regresar. Ya nunca más tengo que estar sola.

Mi deseo es que Alateen se diera a cono‑cer mejor en las escuelas porque muchos muchachos y muchachas podrían obte‑ner ayuda. Alateen enderezó mi vida, y tengo que hacer lo que me corresponde en cuanto a llevar el mensaje.

Gracias a Alateen, mi vida es mejor

Por Marina N., Alberta The Forum, febrero de 2009

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