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- - El diván 48 Pues así las cosas / me divierte recordar a Machado. Así finaliza el último poema de Historia de una anatomía, el poemario por el que la alicantina Francisca Aguirre (1930) ha obte- nido este año el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández. A sus ochenta años, la vida sonríe a esta poe- tisa, hija de un pintor fusilado por el régimen franquista en 1942, de la misma forma en la que ella nunca negó una sonrisa a la vida. La muerte de su padre supuso el origen de una escritora que crecería en la trastienda de algunas librerías madrileñas donde la cultura cavaba la trinchera de la resistencia clandestina. Así, del mismo modo que la lectura se convertía en el refugio de tiempos poco hala- güeños, la creación, la poesía, suponía la ruptura con los fantasmas de una dura infancia. A lo largo de sus obras, Francisca Aguirre va desaho- gándose de las tinieblas de la represión franquista para aportar el optimismo que abandera todas sus publicacio- nes. Su testimonio es el lienzo de toda una vida inmersa en el núcleo de la literatura en castellano del siglo XX, desde una perspectiva humilde y discreta. Su obra, el re- flejo de una artista incansable y fiel al rigor en el trabajo, y sin embargo, proclive al infortunio y a los obstáculos del destino. Su voz emite la ternura de quien ama y no odia, sus palabras la sencillez de quien por fin ve reconocida en la li- teratura el sacrificio de una larga vida dedicada a la vida. Entrevistamos a Francisca Aguirre “Mi madre me enseñó a no tenerle miedo al dolor” Texto y fotografía: G. Fernández

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Charlamos con la poetisa alicantina

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Pues así las cosas / me divierte recordar a Machado. Así finalizael último poema de Historia de una anatomía, el poemariopor el que la alicantina Francisca Aguirre (1930) ha obte-nido este año el Premio Internacional de Poesía MiguelHernández. A sus ochenta años, la vida sonríe a esta poe-tisa, hija de un pintor fusilado por el régimen franquistaen 1942, de la misma forma en la que ella nunca negó unasonrisa a la vida. La muerte de su padre supuso el origende una escritora que crecería en la trastienda de algunaslibrerías madrileñas donde la cultura cavaba la trincherade la resistencia clandestina. Así, del mismo modo que lalectura se convertía en el refugio de tiempos poco hala-güeños, la creación, la poesía, suponía la ruptura con losfantasmas de una dura infancia.

A lo largo de sus obras, Francisca Aguirre va desaho-gándose de las tinieblas de la represión franquista paraaportar el optimismo que abandera todas sus publicacio-nes. Su testimonio es el lienzo de toda una vida inmersaen el núcleo de la literatura en castellano del siglo XX,desde una perspectiva humilde y discreta. Su obra, el re-flejo de una artista incansable y fiel al rigor en el trabajo,y sin embargo, proclive al infortunio y a los obstáculos deldestino. Su voz emite la ternura de quien ama y no odia, suspalabras la sencillez de quien por fin ve reconocida en la li-teratura el sacrificio de una larga vida dedicada a la vida.

Entrevistamos aFrancisca Aguirre“Mi madre me enseñó a no tenerle miedo al dolor”

Texto y fotografía: G. Fernández

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Aguirreenseñó a no

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¿Se esperaba recibir el Premio Internacional de Poesía Mi-guel Hernández?No me lo esperaba, primero porque hacía tiempo que habíamandado el libro, incluso se me había olvidado que lohabía enviado. Y segundo por lo que Miguel Hernández hasignificado a lo largo de mi vida. Tras el asesinato de mipadre a manos del Régimen franquista el mismo año quemurió Miguel, la figura del poeta siempre ha sido una es-pecie de icono en mi casa, por razones evidentes. Por eso,cuando me dieron el premio tuve la sensación de decir:“mira papá, me han dado un premio por ti. Éste es un pre-mio compartido”.Los paralelismos de su vida con la del poeta oriolano sonmuchos. Entre ellos está la formación. Ambos se introdu-jeron en el mundo de la literatura de manera autodidacta. Así es, y no tengo ni un título que me avale. Y eso que hetrabajado en el Instituto de Cultura Hispánica desde el 70hasta que me jubilé. Trabajé de auxiliar en la categoría másbaja de la administración durante 25 años hasta que me ju-bile con una pensión de 800 euros. Mis hermanas y yo íba-mos a una tiendecita que había un par de calles más abajode casa donde alquilábamos libros viejos. Con pocos añosya leía a Dostoievski, y poco a poco fui seleccionando loque me gustaba a base de leer. A partir de los cuarenta, elconocimiento te va dando la posibilidad de hacer seleccio-nes y orientarte a ti mismo. Lo mismo que hacíamos en po-lítica en los años 60, donde se organizaban pequeñosmítines en los que los que más habían estudiado nos ense-ñaban a los que no tuvimos la oportunidad. En alguna ocasión ha dicho que uno de los libros esencialesde su infancia fue Alicia en el país de las maravillas. Con este libro descubrí el milagro: si Alicia podía caer enuna madriguera y aparecer en otro mundo, otra realidad,yo podría hacer lo mismo. Por eso me refugiaba en un pe-queño rincón de una de las habitaciones de casa y allí leíagrandes obras como Las pobres gentes, de Dostoievski y des-cubrí que esa gente, la que retrata el autor, estaba peor quenosotros.¿Cómo nace su vocación de escribir?Empecé a escribir siendo una adolescente. Tenía tres car-petas llenas de poemas sin sentido, acerca de lo bonito queera todo o que me he enamorado: estaba influenciada porlas Hermanas Linares Becerra, que en esa época habíandescubierto un tipo de novela policiaca a la que le intro-ducían una historia de amor, y con las que se hicieron deoro. Yo soñaba con escribir como ellas. Cuando empecé aleer a los Machado ya había clausurado aquellas carpetascon dos novelitas al estilo de las Hermanas Linares Becerray poemas de amores y demás tonterías. A los 18 años co-mencé a trabajar en una industria donde teníamos unamigo de Aguilar que nos avisaba cuando llegaban las no-

“La figura de Miguel Hernández siempre hasido un icono en mi casa”

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velas recientes y los trabajos de todos los autores subver-sivos de la época escritos a máquina. Fue entonces cuandola literatura, aparte de ser refugio y oración, comenzó atener para nosotras un carácter ideológico y político. Apartir de entonces, íbamos a reuniones detrás de las libre-rías con otros ‘rojos’. Y empezamos a mantener contactoen las tertulias del Café Gijón con Buero Vallejo o José Hie-rro. Esto me llevó a pensar que debía empezar de cero yfue cuando quemé aquellas carpetas en un horno. Tenía 28años.Fue entonces cuando cayó en sus manos Esperando a los bár-baros de Konstantinos Kavafis.Tras leer ese libro me planteé hacer algo diferente. Queríacontar, como siempre se había hecho en las obrasclásicas,como la Ilíada o la Odisea, las aventuras de Ulises.Pero desde la perspectiva de la Odisea que las mujeres su-fren de la cocina al comedor y de ahí al baño para a fregary a limpiar. Entonces escribí Ítaca.Se trata de un homenaje a los clásicos, ¿qué quiso reflejarcon él?Quería mostrar que una persona sin titulación podía en-tender a los clásicos. No hace falta ser licenciado en filo-sofía y letras para entenderlo. Además, se trata de unaqueja hacia esa opresión que se ejercía sobre la mujer, cuyomundo había cambiado muy poco desde Ulises. Con Ítaca ganó el premio Leopoldo Panero, ¿qué supusopara su carrera?Creo que los premios son un incentivo, sobre todo por lapublicación de la obra. Porque tu puedes escribir y escribir,pero si eso no puedes fijarlo en un objeto que se llamalibro, te lo puedes comer: no te van a llamar para ir a losateneos. Lo importante, más que el dinero, es la edición,porque significa algo tan importante como difusión.Este libro la situó en el panorama literario español, aunquesu tardía publicación la apartó de lo que era la generacióndel 50. A nosotros nos gusta decir que pertenecemos a la genera-ción del 98 paciente. éramos como los nietos del 98, perounos nietos que se habían puesto de pié y que no se expli-caban que la gente del 27 hubiese relegado a los del 98. Porejemplo, a mí me parecía mucho más moderna la actitudde Machado que la de Salinas. El único que se salvaba eraFederico, pero por su genialidad. ¿Qué supuso su relación con Luis Rosales?Fue para mí muy determinante a la hora de escribir. Erasorprendente ver como una persona tenía en su mano esostextos y la claridad y apertura con las que los escribía. Re-cuerdo un día que tras ganar el Leopoldo Panero me viopor la calle y me pidió que le dejara para leer lo nuevo quehabía escrito. Se leyó lo que le dejé y al acabar me dijo:“Está muy bien, pero lleva cuidado, no te copies a ti

“Al conocer la literaturaclandestina quemé todo lo

que había escrito antes”

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misma”. Cuando llegué a casa me di cuenta de que nohabía sido capaz de salir de la puta isla de Ítaca. Decidíescapar de ella, se me ocurrió fijar un tema, en ese casola música, y escribí La otra música. Después de ésta obra y Los 300 escalones trascurren casi 20años hasta que aparece Ensayo general, ¿por qué esetiempo de silencio? En realidad no transcurre tanto tiempo. Escribí primeroLa otra música, pero publiqué antes los 300 Escalones, por-que al publicar Ítaca en Cultura Hispánica, me pedían queesperara un año y medio para publicar el nuevo libro.Pero, mientras tanto, gané el Ciudad de Irún con Los 300escalones y me publicaron el otro. Al final transcurre bas-tante tiempo en la publicación de uno u otro libro porqueno podía tocar los temas de mi infancia, cada vez que meacercaba a ellos me ponía malísima. Pero era algo quetenía la necesidad de sacar. Después de Ensayo general aparece Nanas para dormir des-perdicios, basada en la función de las canciones de cunapara amansar el dolor. ¿Siempre ha tenido la necesidadde transmitir optimismo en su poesía? Seguí el consejo de mi madre de que al dolor no hay quetenerle miedo, hay que meterlo dentro y ponerlo a tra-bajar a favor de la vida. Y eso es lo que hago en mis libros.Yo me enteré de cómo fue la muerte de mi padre en elaño 82, porque mi madre era reacia a hablar de talasunto. Sin embargo, ella siempre nos dijo: “aunque papáya no va a estar con nosotros, no podemos vivir en elodio, porque el odio no es bueno. Pero no podéis olvidara vuestro padre, ni por lo que ha muerto, ni sus ideales”.Actualmente, la poesía más reconocida siempre es máspesimista, más cercana a la desgracia.Nunca he sido partidaria de eso. El pesimismo no sirve,porque la vida es muy importante, e incluso es más mis-teriosa que la muerte. No sabemos nada de ella en reali-dad, la muerte llega y ya está, no hay más.¿Hay un déficit de optimismo en los tiempos que corren?Es probable. Pero hay que estar a favor de la vida. Un

ejemplo de que no sucede así es que muchos se han equi-vocado con mi último libro Historia de una anatomía, pen-sando que era un recordatorio por la muerte de mi padre,pero no, para nada. ¿De qué trata entonces?El libro lleva la siguiente cita de J.M. Coetzee, el últimopremio Nobel sudafricano: ‘El cuerpo dice la verdad. Nosiempre, ni a la primera, pero siempre es el cuerpo el quela dice.’ Cuando la leí me sorprendió mucho: lo único quesomos es cuerpo, por lo que lo misterioso es el cuerpo,que es el inventor del alma. El libro habla de ese misterioque no conocemos y que supone nuestro cuerpo, y des-arrolla la historia a partir de ese cuerpo que es el que hatenido vivencias, alegres y tristes. Finalmente, en el aná-lisis de este cuerpo, aporto una serie de datos sobre quiénsoy yo y cuáles son mis antecedentes, es decir, cuál es elorigen de todo lo que escribo: empecé a ser personacuando la vida me sacudió dejándome huérfana.¿Cómo está articulado este Historia de una anatomía?Es una cuestión rítmica. He ido acercándome de una

Lorenzo Aguirre (1884-1942), padre de la poetisa,fue un pintor perteneciente a una familia acomo-dada que se instala en Alicante cuando él cumplecuatro años. A temprana edad cursó la carrera deBellas Artes y trabajó como segundo escenógrafode la ópera de Paris. “Mi padre tenía un conceptodel arte muy pegado a lo que es el Renacimiento,por eso es un republicano: alguien en quien lo pri-mero que primó es la artesanía, no concibe el artesin trabajo o sin dedicación”, explica su hija. Tras ganar en 1925 el primer premio de la exposi-ción parisina de Art decó, Lorenzo Aguirre regresaa Alicante donde obtiene el primer puesto en las

Lorenzo AguirreEl padre de la poetisa, un pintor de renombre, fue ajusticiado por el régimen franquista mediante garrote vil

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forma distinta a las partes del cuerpo y utilizando unhumor negro a la vez que analizo lo que son los senti-mientos y las emociones. Se trata de tantear —el tacto esimportante— porque lo que estoy escribiendo es un librode poesía, por lo tanto tiene sus propias leyes, metáforas,figuras, ritmo, musicalidad… Cuando hablo de la sonrisaes para referirme a la de esos niños negros muertos dehambre que vi en el televisor y me llevaron a pensar queel pobre Dios mirando esa sonrisa tiene que estar metidoen un rincón de su cielo sin poder parar de llorar.¿Ello responde a su defensa de la poesía comprometida?En líneas generales apuesto por la buena poesía. Comodecía Don Antonio Machado, hay que tener cuidado conestos que andan persiguiendo la originalidad y lo nove-doso. Es un tiempo este extraño en el que los novedososapedrean a los originales. Porque a lo mejor la novedadno sirve para nada. Machado habla de los originales comolos que hablan de los que profundizan hacia la concienciahumana. Del mismo modo, Luis Rosales decía que porqueel artista es el creador que trabaja con las palabras, que

nacen en un fuente remota y antiquísima al igual que lasilusiones. Es la tribu la que liga las palabras a los senti-mientos. Por ello no somos dueños de eso, y depende de cómotrabajemos con ello para engrandecerlas o la destruirlas.¿Ha cerrado un círculo con Historia de una anatomía?Sí, pero en escritura nunca se cierra un círculo, es la ne-cesidad y el azar lo que lo define. ¿Cuáles son sus próximos proyectos?Tengo tres libros en el frigorífico y varias historias na-dando en la ambulancia.¿Cómo se vive en una familia en la que todos sus miem-bros son poetas?Se vive muy bien. Creo que hemos tenido la suerte detener una hija que tiene una gran capacidad emocional yde entusiasmo. Para nosotros ha sido muy bueno com-partir esta casa para una serie de grandes escritores queal pasar por aquí nos ha hecho cómplices de ellos. Todoeso lo hemos vivido y disfrutado gratamente.

oposiciones a la policía. Su apoyo a los ideales dela II República lo convierte en asesor del Consejode ministros, instalado en Valencia al estallar laGuerra Civil. El asedio de las tropas franquistas em-puja a él y a su familia al exilio. “Cruzamos la fron-tera el mismo día que lo hizo Machado”, reconocela poetisa. La irrupción de la II Guerra Mundial frus-tra su intento de viajar a Sudamérica y es empu-jado a la nueva España franquista. Al poco tiempoes arrestado y recorre varias cárceles españolas. Fi-nalmente, como ilustrado que ocupó un cargo po-lítico es asesinado mediante garrote vil delante detodos los reclusos de la prisión.

Lorenzo AguirreEl padre de la poetisa, un pintor de renombre, fue ajus-ticiado por el régimen franquista mediante garrote vil

“Hay que tener cuidado con los queandan persiguiendo

la originalidad”

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La vida es una lágrima testarudaLuis Rosales

De vez en cuando me entretengopensando tonterías:

¿cómo sería la vida sin llorar?Aclaro: cómo sería la vida sin tener

necesidad de llorar¿Cómo sería nuestra vida sin el dolorsin la amargura sin el sufrimiento?

Entonces empiezo a darle vueltas a esta idea.

Y caigo en la cuenta de varias cosaspor ejemplo no siempre lloramos a

causa del dolora veces lloramos de pura felicidad

en ocasiones la emoción el entusiasmohacen que broten nuestras lágrimas.

Nuestras lágrimas se parecen mucho a la vida:

son imprevistas son contradictorias son imparables

Lloramos por amor o por vergüenzalloramos también por impotenciade rabia de tristeza de compasión.

Pero qué sería de nosotros sin esas lágrimas

que sería de nuestra vida sin ese desahogo cristalino

¿cómo viviríamos sin el abrigo de los pañuelos?

¿cómo sabríamos distinguir entre el dolor de la frustración

y la punzada caliente de la dicha?Nos han regalado las lágrimas

para que nos ayuden a conocer la diferencia.

Y esas lágrimas testarudas son nuestros testigos de excepción.

Tal vez sea cierto que somos “animales inconsolables”

pero uno de los pocos consuelos que tenemos son las lágrimas.

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Las lágrimas