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Editoriala - Editorial Roque... ¿Peregrino o romero? El oro verde Xabier Garma Larrakoetxea Una historia de la vida cotidiana y social de Llodio Notas jocosas Álbum de fotos “Imágenes para el recuerdo” Desde mi ventana Del sentimiento de pertenencia a la colectividad Jordania, 2ª parte Actos Institucionales Cofrades fallecidos Laudio Caja Vital y nuestras tradiciones Erroke Deunaren Kofradia aldizkaria 11 zk Agosto 2006 abuztua

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Editoriala - Editorial Roque... ¿Peregrino o romero?

El oro verde Xabier Garma Larrakoetxea

Una historia de la vida cotidiana y social de Llodio

Notas jocosas Álbum de fotos

“Imágenes para el recuerdo” Desde mi ventana

Del sentimiento de

pertenencia a la colectividad Jordania, 2ª parte

Actos Institucionales Cofrades fallecidos

Laudio Caja Vital y nuestras tradiciones

ErrokeDeunaren

Kofradiaaldizkaria

Nº 11 zkAgosto 2006 abuztua

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Erroke Deunaren Kofradiaren Aldizkaria

ERROKE DEUNAREN KOFRADIACOFRADÍA DEL SEÑOR SANT ROQUE

•Laudio/Llodio

1599

REVISTA Nº 11. Agosto de 2006

Calle Nervión, s/nTeléfono 94672540301400 Laudio-Llodiowww.sant-roque.org

[email protected]

Consejo de redacciónJuan José Salazar

Juan Antonio LarisgoitiaOscar Fernández

Juan Carlos NavarroGentza Belaustegigoitia

Javier Salcedo

ColaboradoresAdolfo Gómez

Juan Ignacio de UriaIgor Barrenetxea

Xabier GarmaJuan de LarraPatrocinio GilTxema Urquijo

Ignacio MendietaAitor Aretxaga

PortadaNatxo Arana

José Mari Castillo

TraduccionesJon Salazar Izagirre

MaquetaciónCryn Creativos SL

ImpresiónGraficas Arin

Colaboración fotográficaJosé Mari Castillo

José Montes

Depósito LegalVI-291/06

NOTA DE LA REDACCIÓNLas ideas y manifestaciones de los autores emitidas no tienen por qué

coincidir necesariamente con la línea editorial de esta revista.

aurkibidea-sumario

Editoriala - Editorial Juan José Salazar Olabarria Anaide Nagusiak-Mayordomo 3

Roque... ¿Peregrino o romero? A.G. 5

El oro verde Xabier Garma Larrakoetxea 8

Una historia de la vida cotidiana y social de Llodio Igor Barrenetxea Marañón 10

Notas jocosas Juan de Larra 11

Álbum de fotos “Imágenes para el recuerdo” 13

Desde mi ventana Patrocinio Gil 17

Del sentimiento de pertenencia a la colectividad Txema Urquijo 19

Jordania, �ª parte Ignacio Mendieta 21

Actos Institucionales

Cofrades fallecidos 23

“Laudio” Juan Ignacio de Uria y Epelde 25

“Caja Vital y nuestras tradiciones” Aitor Aretxaga 26

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�Nº 11 zk • Agosto 2006 abuztua

Queridopueblo de Laudio/Llodio:Se avecinan unas fiestas más y en lo que concierne a la Cofradía son ya 407. Queda muy lejano aquel 7 de noviembre de 1599, pero la que no es lejana para ningún Llodian@ es la impronta dejada a lo largo de esos años, por esta Insti-tución. Son nuevos tiempos y por tanto los procesos de adaptación son inevi-tables. La línea cultural emprendida sin hacer dejación de los aspectos religio-sos propios de la Cofradía, es imparable. Buena muestra es el trabajo que veni-mos realizando con la Recuperación de la Memoria Colectiva y otros que como consecuencia de la misma, llegarán ine-vitablemente. Pero lo realmente impor-tante para cualquier organización, aso-ciación, fundación o institución, es tener credibilidad ante la sociedad que nos rodea. Para ello es fundamental tener las ideas claras y cumplir con todos los re-quisitos que exigen los nuevos tiempos. Es imprescindible conectar con todos los sectores sociales, desde los jóvenes hasta los mayores, desde las mujeres hasta los hombres, desde las asocia-ciones culturales, hasta las sociales y deportivas, en definitiva formar una piña con todo el entramado social del pue-blo. De esta forma la Cofradía podrá ser como lo he dicho en un editorial anterior, dinamizadora de la vida social y cultural del pueblo. No es una ensoñación ni una

Juan José Salazar Olabarría

Anaide Nagusiak Mayordomo

Laudioko lagunok:

Urteroko jaiak datoz eta guri dago-kigunez 407 urte dira dagoeneko. Urrun geratu da 1599ko azaroaren 7ko hura, baina Kofradiak duen it-zala eta esanahia gaur egunera arte iraunarazi dugu. Dena den, garai berriak datoz eta horregatik egoerara egokitu behar dugu. Kul-tura arloan aurrerapen handiak egin ditugu, erlijio izaera baztertu gabe. Horren erakusgarri Oroimen Kolekti-boaren Berreskurapena dugu, bai-na edozein elkarte, talde, fundazio edota erakunderentzat benetan ga-rrantzia duena, zilegitasuna izatea da. Horretarako garai berriok exiji-tzen duten argitasuna eta zintzota-suna eskaini behar dugu. Halaber, ezinbestekoa da gizartearekin bat egitea, bai gazteekin, bai helduekin, bai emakumeekin, bai gizonekin, bai gizarte elkarteekin, bai elkarte kul-turalekin, bai kirol elkarteekin. Hori eginez Kofradiak lortuko du izatea herriko bizitzaren laguntzaile eta di-namizatzailea. Hau guzti hau, denon laguntzarekin egi bihurtuko dugun amets bat izango da.

Itxaropen eta ilusio garaiak bizi ditugu, hori dela eta, berriro ere aipatu nahi dut gure Kofradiako arauen mamia duen 11. araua, hau da: “Anaidetasuna” aldarrikatzen

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fantasía, con los pies en el suelo y con la ayuda de todos, segu-ro que es un objetivo fácil de conseguir.

Vivimos tiempos de esperanza, tiempos de ilusión y por tanto no puedo dejar de mencionar una vez mas la regla nº 11 de la Cofradía, la que considero como el núcleo central de todas ellas: “ La hermandad “ ¡Mágica palabra! pero, fun-damental para conseguir la ansiada paz que todos deseamos. No es baladí pensar que a pesar de los pesares, la Cofradía del Señor Sant Roque de Laudio/Llodio, ha tenido a gala a través de los siglos y, seguramente en medio de otros conflictos, man-tener viva la llama de las relaciones humanas; primeramente entre cofrades como lo exige dicha regla, pero también seguro que por extensión, al resto del pueblo. Si como digo mas arriba queremos ser dinamizadores de la vida de nuestro pueblo, te-nemos una oportunidad histórica para conseguir con humildad, desde nuestra posición, ser militantes activos y proclamar la hermandad entre todos como algo fundamental. Estoy seguro que partiendo de esta premisa todo será más sencillo y nuestra aportación individual aunque parezca insignificante, tendrá un efecto moral altamente gratificante.

Sólo me queda desearos unas felices fiestas donde la armonía y la participación en los actos, sea el eje principal. Mu-chas gracias a todos.

duena, hitz magikoa! Baina denok desiatzen dugun bakea lortzeko, ezinbestekoa.

Gogoratu behar da Erroke Deunaren Kofradiak mendeetan zehar, eta edozein arazoren aurrean manten-du izan duela elkarbizitzaren sugarra, anaideen artean eta baita anaideek dituzten loturei esker herrian bertan ere. Lehen esan bezala, herriaren dinamizatzaileak izan nahi dugu, eta hori, apaltasunez lortu beharko dugu, de-non onerako izango baita.

Bukatzeko, jai zoriontsuak opa dizkizuet eta, ahal izanez gero, gure ekitaldi guztietan parte har dezazuen eskatzen dizuet. Eskerrik asko denoi.

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A.G. Peregrino y cofrade de la

Cofradía del Señor Sant Roque

En ésta época en que la Cofradía del Señor Sant Roque se encuentra inmer-sa en el proyecto de la “Recuperación de la Memoria Colectiva de Laudio/Llo-dio” no estaría de más recoger en el pri-mer referente “Personajes singulares” a nuestro santo patrono San Roque del que tan poco sabemos y del que tan confusas son las referencias históricas llegadas hasta nuestros días.

No sé si ésta consideración tie-ne encaje en el proyecto R.M.C. Si así no fuera, mi pretensión es únicamente suscitar la inquietud entre los cofrades para desvelar y precisar entre todos la vida y andanzas de este personaje es-tupendo, sin quitar ni añadir demasiado a las versiones de los hagiógrafos.

La iconografía habitual repre-senta a San Roque convertido en pe-regrino a Compostela adornado con las vieiras en su esclavina, o bien con-vertido en romero a Roma portando las llaves pontificales cruzadas en su sombrero de ala ancha, e incluso en la imagen de nuestro patrono que existe en Montpellier, su lugar de nacimiento, lleva, además de las vieiras y las llaves pontificales, una corona imperial, sím-

bolo de los bienes terrenales que po-seyó y la figura del ángel protector, y su inseparable perro y salvador cuyo dueño por cierto se llamaba Gottardo Pallastrelli.

Siendo muy joven se quedó huérfano y después de despojarse de su fortuna inició su romería a Roma. No estamos seguros si llegó lo que sí está demostrado es que no fue peregrino a Compostela como veremos más ade-lante.

Son muchos los grandes per-sonajes que se han considerados pe-regrinos en Compostela, cuando en realidad no lo fueron nunca, y solo se buscaba, o dar más trascendencia a su personalidad o, al revés, valorar la pe-regrinación aduciendo la presencia de notables en ella.

Un poco de todo ello ha pasa-do con nuestro patrono el Señor San Roque, ya que tanto su vida como su muerte han estado rodeadas de impre-cisiones y falsos mitos que han llevado a nuestro Santo a convertirlo en pere-grino.

Peregrino o peregrinar vie-ne del adverbio latino “peregre”, que en castellano se podía traducir por la expresión “en el extranjero”. A su vez “peregre”se deriva de la expresión “per ager” que significa “por el agro, por los campos”. El peregrino es pues, etimo-lógicamente, el extranjero que anda por los campos.

No son las piedras, no

ni las hierbas

lo que hace el camino;

son las vidas de quienes,

al hollarlo,

han buscado un sentido.

Así Dante en un pasaje de la Vita Nuova (cap. XL) dice: “no se entien-de por peregrino sino el que va hacia la casa de Santiago, o vuelve de ella”.

Además distingue con tres nombres según el destino de la peregri-nación, “le genti che vanno al servigio dell Altísimo, palmieri de ultramar, pere-grini in quanto vanno a la casa di Gali-cia, peró che la sepultura di Sa´Jacobo fue piu lontana de la sua patria, che d´alcuno altro apostolo, y romei los que visitan Roma”.

Para Alfonso X el Sabio, en el Libro de las Partidas, Libro I, cap XXIV “romeos e pelegrinos son omes que fazen sus romerías e pelegrinajes, por servir a Dios e honrrar los santos, e por sabor de fazer esto, estrañanse de sus logares, e de sus casas, e todo lo que han, e van por tierras ajenas, lacerando los cuerpos, o despendiendo los ave-res, buscando los santos”.

Además en el “Liber Sancti Ja-cobi” en el sermón “Veneranda dies”, que es el arsenal y guía más importante de noticias vivas sobre la peregrinación dice que: “asi como los peregrinos que vuelven de Jerusalén llevan la palma, así los que regresan de Santiago llevan las conchas (veras), llevándolas con gran alegría a sus casas como señal de tan gran viaje”.

La concha se convirtió, por tanto, muy pronto en la insignia del peregrino compostelano; pero no una concha cualquiera, sino la que los na-turalistas han designado con este moti-vo “pectem jacobeus” muy abundante en los mares de Galicia,donde se llama vieira,concha de la que se decía había nacido Venus.

Pero la concha además recuer-

roque¿peregrino o romero?

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� Erroke Deunaren Kofradiaren Aldizkaria

Monumento de San Roque en Nuestra Señora de Lourdes. Diócesis de Montpellier (1913).

da con sus acanaladuras los dedos de una mano que ofrece ayuda a los de-más y se la relaciona con el sacramen-to del bautismo como símbolo de rege-neración y emblema de la nueva vida.

Todos estos símbolos tiene la imagen de nuestro Señor Sant Roque portándolos en su esclavina y sombre-ro de ala ancha profusamente, y en cambio no peregrinó a Compostela, y si lo hizo en romería a Roma.

PEREGRINO

¿Volver? Vuelva el que tenga,

tras largos años, tras un largo viaje,

cansancio del camino y la codicia,

de su tierra, su casa, sus amigos,

del amor que al regreso fiel le espere.

Sigue, sigue adelante y no regreses,

fiel hasta el fin del camino y tu vida,

no eches de menos un destino más fácil,

tus pies sobre la tierra antes no hollada,

tus ojos frente a lo antes nunca visto.

Estos versos de Luis Cernuda reflejan lo que sería la vida de Roque a partir de quedarse huérfano de padre y madre.

Roque renuncia a sus privile-gios, distribuye sus bienes entre los pobres y toma el camino de Roma, no el de Santiago. ¿Y a qué va Roque a Roma? No lo sabemos muy bien, pero si podemos aventurar que no sería para visitar al Papa, a la sazón Grego-rio XI que residía en Aviñón con motivo de la Cautividad del Papado (1�09-1�77) y que una vez terminada ésta comenzó el Gran Cisma de Occidente (1�78-1417) en el que disputaban el Papado el italiano Urbano VI y el fran-cés Clemente VII. Por lo tanto, con la ausencia del Papa de Roma y el tenso clima político que se vivía en Italia no es de extrañar que Roque no se enca-minó a Roma a visitar al Papa.

¿Por qué toma entonces el camino de Roma? Va a Roma a visitar las tumbas de los Apóstoles. Este era el principal motivo de su ida a Roma, pero en su largo recorrido desde Mon-tpellier atravesando La Provenza, le espera una sorpresa, entra en la Italia del hambre y la peste que por aque-llas fechas asolaba las principales ciu-dades de Lombardía, Aquapendente, Cesena, Mantua, Módena, Parma, Piacenza etc.

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No olvidemos que el siglo XIV, es el siglo del hambre, las enfermeda-des y la muerte. “Esta fue la primera et grande pestilencia que es llamada mor-tandad grande” leemos en la Crónica del rey de Castilla, Alfonso XI cuando la batalla del Salado (1�40) durante el sitio a Gibraltar una epidemia de peste acabó con su vida.

“Morianse los hombres en las plazas y por las calles de hambre…y tan grande era el hambre que comían los hombres pan de grama” dice la Crónica de Fernando IV de Castilla. El hambre y la peste empiezan a diezmar las poblaciones y a extenderse por toda Europa hasta llegar a los años 1�4�-1�5�, particularmente 1�48, cuando se declara la Gran Peste Ne-gra que despuebla el norte de Italia y en la que Roque se vio involucrado.

El hasta ahora apuesto y rico muchacho Roque de la cruz, nacido de noble e ilustre cuna, distribuye sus bienes entre los pobres y profesa la Regla de la Tercera Orden Franciscana dedicándose a la penitencia y a cum-plir la virtud franciscana por excelen-cia: la pobreza. Comienza aquí su vida de santidad cumpliendo el mandato divino: “Vende cuanto tienes y dalo a los pobres: Ven y sígueme”.

Lo que comenzó siendo una romería a la tumba de los apóstoles San Pedro y San Pablo terminó sien-do un camino sembrado por Roque de obras de misericordia aliviando y curando a los apestados.

Roque se contagia de la peste en Piacenza y se vio obligado a reti-rarse a un bosque en las afueras de la ciudad para no infectar a los vecinos. Una vez curado decide volver a Mon-tpellier pero en Angera, un pueblo a orillas del lago Maggiore en el norte de Italia, es apresado y moriría en prisión con �� años.

Si su vida fue azarosa, no me-nos lo fue su muerte, porque según algunas versiones el fallecimiento tuvo lugar en Voghera y otras versiones sostienen que en Montpellier y a partir de este punto las sucesivas epidemias de peste que sufre Europa hasta me-diados del siglo XVII hacen que sus re-liquias, inevitablemente se las disputen ciudades tan dispersas como Arles, Venecia o Montpellier.

Un motivo más para asegurar

que Roque no fue peregrino a Com-postela y sí romero que se encaminó a Roma.

Y algo debía tener Roque cuando con motivo de otra epidemia de peste en 1477se fundó en Venecia una cofradía bajo su advocación lla-mada Confraternitá o Scuola Grande di San Rocco dedicada al cuidado de enfermos de peste y muy pronto su gloria se extendió, incluso en la direc-ción opuesta que él había caminado, es decir, en las peregrinaciones, no solo en las romerías. Prueba de ello es que en el año 1599 se crea en nues-tro pueblo la COFRADÍA DEL SEÑOR SANT ROQUE seguramente en agra-decimiento de la curación de alguna peste que visitó nuestro Valle.

La vida de San Roque se re-coge en obras como la “Legenda Sancti Rochi confessoris” de Frances-co Diedo escritor veneciano de finales del siglo XV que coincide en cuanto a fechas con la de José Gross y Ra-guer de la Biblioteca Cristiana que nos cuenta que nació y murió en Montpe-llier (1�95-1��7) y que Roque o Rocc no era su nombre si no su apellido. En cambio Miguel Herrero en su Santoral Franciscano en Año Cristiano tomo III Edit.Católica, nos cuenta que Roca era su nombre y el apellido De la Cruz ya que cuando nació mostraba en el pecho una cruz rojiza, además en el escudo de armas de su familia figura-ba el lema: ¡La cruz ante todo!.

Un escrito anónimo redactado en la Lombardía hacia 14�0 y denomi-nado “Acta Brevoria” nos relata según Martiriá Brugada gran historiador de la vida de los santos, que Roque nació hacia el año 1�00 en la ciudad france-sa de Montpellier y que murió con �� años en la prisión de Angera. Poste-riores investigadores como A.Maurino sitúa la vida de San Roque entre 1�45 y 1�7� ó A.Fliche que lo hace entre 1�50 y 1�79.

Mi amigo y cofrade Gentza de Goienuri en su libro “Cofradía del Se-ñor Sant Roque” editado con motivo del 400º Aniversario de la Cofradía, da como año del nacimiento el de 1�50 y como apellido De la Cruz. Coinci-do plenamente con Gentza ya que si como dicen una parte de historiado-res nació entre 1�95 ó 1�00 y murió como dice la mayoría con �� años no

le afectó la Gran Peste Negra de me-diados del siglo XIV causa y motivo de sus milagros y posterior santidad.

Por aquellas fechas, en plena Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, nace Roque en Montpe-llier, ciudad bajo los dominios de Jaime II de Mallorca (1�4�-1�11), rey de Ma-llorca, conde de Rossellón y Cerdeña, señor de Montpellier, barón de Ome-ladés y vizconde de Carladés, bajo el vasallaje de su hermano Pedro III rey de Aragón según el testamento de su padre Jaime I el Conquistador.

El reino de Mallorca estará bajo control de Aragón hasta 1�95 y los condados de Rossellón y Cerdeña y el señorío de Montpellier permane-cen bajo el dominio de Jaime II de Ma-llorca hasta 1�11.

Por lo tanto, Roque bien pudo ser aragonés o mallorquín de haber nacido en 1�95.

A Jaime II de Mallorca le sus-tituye su hijo Sancho I rey de Mallorca (1�11-1��4) quien mantuvo buenas relaciones con el rey de Aragón de quien se reconoció vasallo, quien en contrapartida le apoyó en la cuestión del señorío de Montpellier, del que Francia intentaba apoderarse.

Sancho I nombró heredero a su sobrino Jaime III (1��4-1�49) que sería el último rey de Mallorca, el cual vendió el señorío de Montpellier en 1�49 a Felipe VI rey de Francia, incor-porándolo éste a la región de Langue-doc. Así que, como defendemos que Roque nació en Montpellier en 1�50, nuestro patrono es francés.

De cualquier manera, si el Se-ñor Sant Roque es aragonés o ma-llorquín o francés; si es peregrino o romero poco nos debe importar. Lo importante es que es el SANTO bajo cuya advocación l@s llodian@s nos cobijamos allá por el año 1599, nos siga protegiendo de todo tipo de pes-tes actuales.

¡¡Gora el Señor Sant Roque!!

Escrito a los pies de la ermita de san Roque con motivo del bautizo de mi nieto Markel en la ermita del Santo a 1 de abril de 2006.

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Cuando observamos los montes que rodean nuestro pueblo, éstos nos desvelan una característica común e inherente, la presencia dominadora de una especie arbórea que se alza pre-suntuosa sobre los suelos de nuestro valle, el Pino Radiata o más conocido popularmente como Pino Insignis o de Monterrey. Pero esto no siempre fue así. En un principio los bosques llodianos estuvieron poblados por frondosas como hayas, robles y cas-taños. De este último era particular-mente notable su presencia, y tanto su madera como su fruto, la castaña, también denominada vulgarmente “el pan de los pobres”, constituían una importante fuente económica y ali-menticia.

La regresión de dichas es-pecies autóctonas y posterior repo-blación de su hábitat por parte de la exótica conífera fue debida a varias causas, ya que no se ha de enten-der que el pino usurpó su lugar a los ejemplares nativos, sino que se ejer-ció una repoblación en las zonas en que las frondosas fueron paulatina-mente desapareciendo. Los motivos de tal desaparición los encontramos hacia el siglo XVIII- XIX en que la firme demanda de pastos para el ganado, las roturaciones, el crecimiento del

mercado forestal, etc. conducirán a nuestros montes a una situación de-generativa. A ello hemos de sumar las dos grandes plagas sufridas a comienzos del siglo XX por dos es-pecies de presencia importante en el valle, como eran los castaños y los robles, y que acabaron por de-terminar la figura de éstos como un recuerdo testimonial. El primero, el castaño, sufrió la denominada “tinta” causada por dos clases de hongos saprofitos (Phytophora cinnamomi y Phythophora cambivora) mientras que el segundo, el roble, sufrió las consecuencias del “oidio” (Micros-phaera alphitoides).

Toda esta concatenación de sucesos supuso el deterioro del pai-saje forestal, planteando la necesidad de la repoblación del mismo.

Las investigaciones y estu-dios llevados a cabo a mediados del s. XIX por M. Adán de Yarza a través de repoblaciones en montes de su propiedad en la zona de Amoroto, concluyeron que el pino radiata era una especie adaptable a la vertiente cantábrica y con grandes posibilida-des remuneradoras.

Esta conífera originaria de la costa del Pacífico norteamericana pronto demostró sus ventajas fren-

el oro verde

Diámetro(a 1,�0 m del suelo) Altura (m) Volumen (m³)

Pino insignis 0,91 �8,5 5,95

Ciprés (magrocarpa) 0,85 �7,5 5,5

Roble autóctono (pedunculata) 0,�� 18,5 0,8Fuente: M. Adán de Yarza (1913)

Xabier Garma Larrakoetxea

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te a otras especies (adaptabilidad al medio, rápido crecimiento,...) por lo que se impulsó la repoblación de los montes vascos con dicha especie, ya que se ha de entender que la deca-dente situación no era propia única-mente de nuestro valle, sino que era de carácter general.

El siguiente cuadro compara-tivo muestra el crecimiento estimado de árboles de 40 años, observando la superioridad del pino frente a otros ejemplares.

A partir de ahí los montes pú-blicos comenzaron a vestir un manto cuneiforme y los baserritaras perca-tados ante la posibilidad de obtener un rendimiento económico empeza-ron a repoblar sus propiedades con la exótica especie. De este modo y a medida que iban abandonando la labor agrícola con el transcurrir de los años se convertían en selvicultores.

Hacia mediados del s. XX y como resultado de la fuerte demanda de la industria papelera se producirá un auge en las plantaciones, intensifi-cando su presencia y copando de tal forma la totalidad del paisaje. De esta forma surgirá la denominada “cultura del pino”. Las plantaciones de pino insignis compondrán una inversión en firme con la que obtener una atractiva renta a futuro de modo más o menos sencillo.

Es en esta época cuando se acuña el término “oro verde” para nombrar al pino, sustantibilizar su ca-pacidad de generar riqueza y mani-festar de este modo su estatus eco-nómico.

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En esta primera fase del proyecto en la que nos encontramos nos hemos cen-trado en la recopilación de los recuerdos y, por lo tanto, de las memorias de aque-llas personas más mayores de Llodio. La memoria se gestiona a partir de un con-dicionante puramente psicológico. Las lejanas etapas de nuestra infancia se reviven con suma intensidad, por lo que contra más alejados nos hallamos de esas primeras etapas de nuestra vida, más nítidamente hallamos imágenes perfectamente congeladas en la mente, así que las entrevistas sirven como un

modo de liberar esas imágenes. A partir de aquí, empezamos a disfrutar de unas pinceladas muy ricas y vivas del Llodio de los años 40, antes de que llegase la gran industria a la localidad y transfor-mase la fisonomía urbana y, alterase, al menos, físicamente el entorno rural de caseríos que perfilaban la localidad. Es interesante apreciar el modo en el que se concebía la vida, mucho más sencilla y acorde a la necesidad que existía de (sobre)vivir tras la guerra, pues casi en la mayor parte de los entrevistados nos encontramos como se dedicaron a des-empeñar una amplia gama de oficios, ayudando en las labores del caserío y, más tarde, incorporándose a la gran in-dustria, los hombres como operarios, o bien, en las diversos puestos de trabajo derivados, en mayor medida, por ésta. Las mujeres, mayormente, seguían en el caserío, ocupándose de la casa y, algu-

nas, incorporándose en puestos admi-nistrativos u operarias en las empresas, como signos evidentes de un cambio social. Desde edades muy tempranas, los 14 años, en esa orquilla de edades (entre los 1� a los 14) abandonaban la escuela, tras una enseñanza elemental (que recuerdan con mayor o menor niti-dez, con mayor o menor agrado), solían seguir colaborando con las faenas del campo, ayudando a sus padres, o bien integrándose en las fábricas o talleres.

Desde el punto de vista de las costumbres sociales, se podría decir sin ningún genero de dudas que Llodio era una sociedad tradicional, apegada a fuertes vínculos familiares y a la cele-bración de las fiestas religiosas y locales (San Antonio, San Roque o Santa Lucía), con el evento tan del gusto de la loca-lidad denominada la “becerrada” en la plaza en un improvisado marco taurino.

una historia de la vida cotidiana y social de llodio, años 40

Igor Barrenetxea Marañón

Doctorado y Licenciado en Historia Contemporánea

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Juan de Larra

No vamos a tratar aquí y ahora so-bre la “congregación de los co-frades” que la Regla dispone “se aga en cada año” y en la que “los mayordomos” nos dan “de comer de un mismo manjar que ellos pusieren por costumbre y orde-nanza”. Mejor dicho, no vamos a tratar del singular y alto significado de esta “congregación” y comida, que debe estar adornada y engran-decida, presidida se podía decir, por esas otras disposiciones de di-cha Regla que nos hablan y obligan a la reconciliación, a la armonía, el entendimiento y la solidaridad entre los cofrades.

Queremos ahora tratar so-bre algo más banal, menos profun-do, más intrascendente, a pesar de ser consecuencia también de esta comida de la cofradía. Y es que no nos debe extrañar que en esta co-mida, como en cualquier comida que se precie, el vino, tanto por su calidad como por su cantidad, ocu-pe un lugar importante de la misma. Así lo debieron entender también nuestros mayores cuando para atender a esa primera condición, la de la calidad, decidieron establecer la “fora” del vino con el fin de elegir el mejor sin reparar en su precio. En cuanto a la segunda condición, la de la cantidad, acordaron ponerlo en la mesa con reconocida prodiga-lidad: dos azumbres –cuatro litros- para cada cuatro, servido en esa jarra que se ha convertido en todo un símbolo de nuestra cofradía.

Es esta conjunción, situa-da dentro de la vivencia de una tradición de siglos, en un ambien-te único, de amistad, llodianísmo y confraternidad, lo que favorece, y disculpa a la vez, alguna que otra alegría, que de forma más o menos inesperada pueda aparecer entre los cofrades como consecuencia

de la celebración. Por eso, este par de anécdotas que nos proponemos comentar estarán relacionadas con esta faceta de la mesa: el vino.

Agua en la mesa

Fue en los últimos cuarenta cuando José Mari Goiri, que se sentaba en la mesa junto al aretano Jorge Ur-quijo, “Gorka”, en los bancos próxi-mos a los de piedra, no se si por tentarle a éste o porque realmente le apetecía, al principio de la comida le prometía a Jorge un Montecristo del uno si le llevaba a la mesa una jarra de agua. Cualquier cofrade sabe lo que supone semejante sacrilegio. El caso es que Gorka, quizá empujado por el aprecio al tabaco en aquellos tiempos de racionamiento del mis-mo, se armó de valor y levantándo-se decidido se dirigió hasta la Plaza, donde entonces se preparaba la co-mida, para hacerse con una jarra de cristal. Al atravesar la plazuela ca-mino de la fuente, algunos cofrades advirtieron sus aviesas intenciones, generalizándose rápidamente una estrepitosa protesta. Los gritos y abucheos se iban haciendo atrona-dores mientras llenaba la jarra sor-teando el agua que, por el viento, caía procedente de los chorros que lanzaban los ángeles hacia la taza superior de la fuente.

Cuando aguantando el chaparrón, llegó a la cabecera de la mesa en su parte transversal, se paró para justificarse, ante Anto-nio Lecanda, Carlos Larrea y José Luis Arana, diciéndoles lo que por su hazaña iba a percibir; Eugenio Perea que le escuchaba, pinchó el gran trozo de tocino del cocido que sin tocar correspondía a los cuatro y, con su capa de tomate incluida, lo introdujo con cuidado en la jarra que Jorge escondía tras de sí. Ufano y socarrón llegó hasta

Se recuerda con sumo agrado los bailes de los domingos, como los momentos de ocio, casi únicos, junto a las activida-des deportivas (el fútbol, la pelota, etc.) o bien, por los paseos que se daban por el pueblo (los chicos por un lado y las chi-cas por otro) y cómo todos ellos tenían que acudir al Rosario a las tres de la tar-de. De los barrios periféricos nos cuen-tan cómo se desplazaban en bicicleta de segunda mano (había un par de talleres) o andando a falta de otros medios para acudir a los puestos de trabajo o des-plazarse al centro. La ropa solía ser con-feccionada por algunas modistas y las reparaciones (los remiendos elementales de calcetines, camisas o chaquetas) era más una labor doméstica. Había vende-dores ambulantes que vendían telas por los caseríos o pescado de los barrios más alejados del centro.

Ahora bien, lo que asombra de estos relatos de vida es su espíritu em-prendedor, su capacidad por adaptarse a las circunstancias, la forma en la que tenemos de mirar hacia el pasado con un talante entre nostálgico, idealista y, a la vez, un tanto aleccionador con respecto a la época presente de la que, de alguna forma, son sus impulsores, pues a partir de su trabajo, de su esfuerzo han sabido impulsar el pueblo. Cierto es que el fran-quismo, con sus lastres, ocupa un lugar preponderante en la historia de Llodio y de Euskadi, por eso, los temas políticos son tocados con distanciamiento o con un eclecticismo que revela el grado de despolitización de aquella época. Hay quienes valoran críticamente esa pérdi-da de la lengua vasca o quienes no le han dado tanta importancia (ya que se conservaron algunos rasgos autóctonos como las danzas o la música), pero eso son registros propios de una sociedad plural, marcada inevitablemente por el carácter poco integrador, como pone de relieve la historiografía, que sostuvo el régimen hasta la llegada misma de la de-mocracia. Con todo, eso no invalidó las viejas reglas de solidaridad y compromi-sos adquiridos por los llodianos, a pesar de la llegada masiva de inmigrantes, ni la conservación de una memoria que es lo que nuestro trabajo desea dibujar. Por eso, nuevamente, hemos de agradecer la participación activa de todos los que han facilitado su recuerdos, pues sin ellos, sería imposible componer ésta, su Historia de una memoria colectiva bien viva.

notas jocosas de lacomida de la cofradía

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1� Erroke Deunaren Kofradiaren Aldizkaria

donde José Mari diciéndole arrogan-te: “Venga el puro que aquí tienes el agua”, mientras colocaba la jarra en-cima de la mesa. Gorka cambió de color al ver el del agua y, mientras se le helaba la sonrisa, se dio cuenta del momento oportuno en el que se la habían jugado.

Hubo quien aseguraba que José Mari Goiri le dio el puro, pero los que le conocíamos bien estabamos seguros de que no. Bueno era José Mari. Si no que se lo pregunten a Juan Carlos Zaballa.

Primera y ultima cofradia

Era D. Marcelo un hombre serio, de mediana edad, más bien bajo y bas-tante grueso, su andar era reposado y vestía generalmente de oscuro, con corbata y chaleco atravesado de bol-sillo a bolsillo por gruesa cadena que sujetaba su reloj. Llego a Llodio a prin-cipio de los cuarenta para hacerse car-go de la escuela de niños de Gardea.

Consideró procedente D. Mar-celo ir integrándose en la vida y cos-tumbres de su nuevo pueblo, comen-zando por aquellas que estimó de más arraigo y tradición: la cofradía era una

de ellas. Entrevistándose con aquél gran caballero que era su mayordomo, Manuel Goitia Ojanguren, no encontró para ello la más mínima objeción.

No sabemos con que otros tres cofrades compartió la jarra, ni como se desarrolló la comida, pero si recordamos su entrada a la corrida de toros en aquella sin par vieja plaza. Como siempre en ese día, el lleno era completo. El caballero en plaza, los to-reros y mulillas y el público en general, esperaba impaciente la llegada de la presidencia para comenzar la fiesta. Por fin, a la meseta de los toriles don-de se asentaba, se asoman las autori-dades que la componen y entre ellos, ¡oh sorpresa!, D. Marcelo. A la señal del Presidente, “Miguelito el barbero” hace sonar el pasodoble del paseillo. Pronto la primera vaca de Fraile, que precede a los novillos de muerte, ya esta en el ruedo y mientras “Carita” y “El Sordo” tratan de frenar sus vueltas a la plaza, es la plaza la que empieza a dar vueltas en la cabeza de D. Marce-lo, que, ya para entonces, se apoyaba de forma sospechosa en la defensa hacia la plaza. No pasó mucho tiempo hasta cuando éste, depositó sobre el albero el exceso de líquido etílico in-gerido en la comida. Unas paladas de

arena restablecieron el piso de la plaza mientras Paco el alguacil y algún otro samaritano, bajaban a D. Marcelo por aquélla peligrosa escalera para trasla-darlo hasta su domicilio de enfrente de la Estación, encima de la Alhóndiga.

Recibido por su sorprendida señora, pasó directamente a la cama. Cuando un tanto alarmadas por su larga siesta, ella y su hija Maruja, una chica ésta de doce o trece años, es-peraban alguna señal de vida de su esposo y padre, cerca de las once de la noche escucharon unas voces inin-teligibles que les hizo pensar que algo raro tenía D. Marcelo en la boca, más pronto comprobaron que no era que tenía, sino más bien que no tenía, no tenía su dentadura postiza. La había perdido en el trance.

No sin reparos, Maruja, revol-viendo en la arena, esa misma noche recuperó tan preciada y necesaria prótesis. Esta, por supuesto, fue la pri-mera y última cofradía del maestro de Gardea.

Estas dos anécdotas sobre el vino en la mesa no dejan de ser un tanto extremas. Por eso creemos que ni el agua como José Mari ni el vino como D. Marcelo. Entre las dos posi-ciones esta, sin duda, la virtud.

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Agapito Berzal, Anselmo García y D. Eustaquio

Isaac Rueda y Eloy Arrazuría

San Bartolomé. Fotografía de 19�1

Exposición de productos artesanos

Cabezudos en el año 195� con multitid de personajes conocidos

Paso de la Última Cena de Seman Santa destruido en el incendio de la casa de la plaza

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Antigua entrada principal de las Escuelas del Patronato, año 19�1

Sor Milagros y Sor María Celebración Sagrado Corazón de Jesús Litografía del casino

Primera fotografía conocida de la subida de Sant Roque Fiestas de Sant Roque, año 19�7

Vista de Llodio en el año 19�� Aurresku a San Miguel, 1951

Celebración de Villosa, jardín Sauto 1948

Inauguración traída de aguas, � de octubre de 19�9

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Antigua entrada principal de las Escuelas del Patronato, año 19�1

Sor Milagros y Sor María Celebración Sagrado Corazón de Jesús Litografía del casino

Primera fotografía conocida de la subida de Sant Roque Fiestas de Sant Roque, año 19�7

Vista de Llodio en el año 19�� Aurresku a San Miguel, 1951

Celebración de Villosa, jardín Sauto 1948

Inauguración traída de aguas, � de octubre de 19�9

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Inundaciones de 195� Caserío en Carmen

Primeras carrozas de fiestas de Llodio

Vista panorámica de Llodio

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Así como la naturaleza social del mundo de aquella época, les permitía a Cristilo y Andremio, en el Criticón, mirar desde una de las siete colinas de Roma el paso del tiempo, la fragilidad humana y la muerte. Desde mi ventana, en este valle de Llodio que aún añora los humos de las altas chimeneas de la fábrica de Ace-ros y el ir y venir de los obreros sobre sus bicicletas, y un tanto las facciones de lo añejo, pongo en funcionamiento otro dispositivo alegórico y el apego a los pai-sajes fronterizos de la imaginación, y a esos otros prestados de la fantasía, para si alguna vez, la memoria que en todo se entromete, me preguntara, sin ninguna otra voz que no fuera, pero lícitamente, la suya propia, por los años cincuenta.

Toda una época, sobre todo, porque al que esto escribe le pilló toda-vía disfrutando las pequeñas singladuras y los incomparables paisajes de la in-fancia y, cualquier espacio de tiem-po le parece una eternidad, para introducirnos de lleno en el meollo de esos atardece-res en los aleda-ños de la estación, cuando se hacía el crepúsculo, las aves regresaban a sus nidos y los trenes renquean-tes de más de quince vagones se detenían ruidosos en los andenes, y de sus fauces descendían (monte, camino, sudor, trillo, arado, escarchas, niños, surcos, hambre, corazón y amapolas) no sólo viejas maletas de cartón atadas con cuerdas, bultos de rotas colchas en-volviendo suspiros, y jaulas con gallinas, sino las manos temblorosas de quienes los asían, que miraban con tristeza por dentro de sus ojos la luz inextinguible de esos otros crepúsculos que les vie-ron partir. Cómo en el pitido del tren ini-ciando de nuevo su cansina marcha, se iba otro pedazo más de las entrañas de una tierra que les viera nacer, y a la que a lo peor –el destino es impredecible–,

no volverían ni para bien morir. Porque desde ese momento en que pusieron los pies sobre el andén, la alegría pare-ce hacer abandono de sus funciones, y los recuerdos, que en ese andén se mo-rían de los más diversos males, afloran a sus mentes como afloran la tristeza y el desconsuelo. El exilio, aunque sea por motivos de trabajo, también duele en el alma. Y esa incertidumbre de “más vale lo malo conocido que lo bueno por co-nocer”, les lleva a agachar la cabeza y torvar la mirada. Y el miedo -siempre el miedo- a una situación diferente, pues lo vendieron todo para esta aventura, hace su ominosa aparición. Y en este atarde-cer de colores que ellos no están acos-tumbrados a ver, se hace presente con una virulencia extraordinaria.

Sin embargo, el solidario juego de la vida, cicatriza en los abrazos de la brisa y en el verde de las altas montañas,

en ese duermevela de octubre ya can-sado que se es-cuda en el aire de un zortxiko, para ahuyentarlos de la desesperanza. Y en el piano de los primeros pasos, el cuarto creciente de la luna que aso-ma sus mofletes de nácar, nacida para todos, inclu-so para ellos, les parece más bello.

Y, aunque los niños corretean su risa como el gran semillero de la suerte e inventan en el ánimo de sus ingenuida-des la difícil tarea de que nada se olvide, porque hay un hoy y ahora pidiendo una oportunidad, los mayores apresan en sus ojos desangradas las flores del roto corazón, y acaso, cubren sus lágrimas sin verse, llevando en los bolsillos de la única chaqueta el último balance de re-tornar memorias a las viejas acequias, al remusgo del alba en el mar de los trigos que abrazara sus ojos de cuando se vol-vieron a contemplar sus casas cerradas a cal y canto, la tumba del abuelo o ese vaso de vino que les supo a amargura.

PatrocinioGil

Tétrada Literaria

desde mi ventana

...de sus fauces descendían no sólo viejas maletas de cartón atadas con cuerdas, bultos de rotas colchas envolviendo suspiros, y jaulas con gallinas, sino las manos temblorosas de quienes los asían...

Nº 11 zk • Agosto 2006 abuztua

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18 Erroke Deunaren Kofradiaren Aldizkaria

Por el balcón abierto a nieblas estrenadas, yo les veía marchar la calle abajo sin encontrar sus sombras, vol-viendo a los recuerdos, a esas cosas amargas que les han ido ayudando a entender lo que son, cómo son, quiénes son, para que puedan acomodarse des-pacio hasta esta tierra que ahora tienen aquí, frente a sus dudas y el hambre que anochece. Y el valle se dolía con el do-lor tan viejo del que dejó su tierra y sus raíces. Y el cielo se hacía triste y todo era cansancio, mientras alguien pasaba fumándose un pitillo e ignoraba aquel cuadro digno de Modigliani.

Luego, porque siempre hay un luego de una mano estrechada o un don de lo distinto. Algo me recordaba de al-guna vez remota en que hice ese viaje calle abajo, cuando el tren nos dejó en esa ignorancia del andén en crepúscu-lo. En ese andén varado –me duele al recordarlo- donde fuimos haciéndonos un montón de preguntas que no tenían respuesta. Asido a la mano de mi ma-dre, como un ángel sin ojos, mientras me iba diciendo despacito de sueños imposibles y aquella mano frágil de Te-resa agitando un pañuelo de florecillas rojas cuando la despedida, de los azules todos en el río de la vida, boca arriba en los prados en las noches de julio contan-do las estrellas y aquel último beso que me supo a membrillo.

Mi pobre madre, que aún guarda entre sus ojos aquella belleza irrecupera-ble, la vida y el mundo que aparecían en los míos de repente cada mañana cuan-do me peinaba y me daba un beso an-tes de irme a la escuela, andando unos pasos atrás de mi padre, tan pequeña, encorvada y sumisa, traída por el sue-ño de alguna luz remota, de negro hasta las cejas, de corazón distinto, suscrita a sabañones y a lavar todo el día; lavar y parir hijos, perdida en los recuerdos de una vez en el torno de las monjas y esa inclusa de fríos y fideos que no daban cariño, en todos los adioses de quitar hierro y ser agradecida.

Y el dibujo de los encuentros entre la tristeza de los que dejan su tie-rra y la alegría de esta otra nueva que se extiende ante ellos como alfombra y cobijo, sutura las heridas y hace acopio del bálsamo para seguir creyendo. Y todo: el tren que ya se ha ido llevándo-se los sueños, las historias contadas al amor de la lumbre, la luna que reluce en lo alto de la bóveda celeste y los mira pasar desencantados pero ya más se-renos, el rumor de las aguas de un Ner-vión recostado en su doctrina y hace suyas las voces de los niños que piden la merienda, las toses de la noche y esa maleta vieja que contiene en su fondo la foto color sepia de los antepasados y una Biblia sin tapas, alguna vez, si

acaso, los dorados reflejos de tantas amapolas jugando al escondite con la suerte, tiene la misma forma que lo ha tenido siempre.

Cierro el balcón y escribo des-pacito (yo soy como ese niño que ne-cesita un pecho para seguir viviendo, o alguna sementera perdida para siempre de haber sido sus ojos, o la sonrisa lle-na de otros soles, donde a veces ve-nías, tierra de mis mayores, con olor a lavanda y canto de perdices, lagartijas al sol y golondrinas, y en ti me deshacía como un terrón de azúcar, porque no había lugar como tus surcos, o nuestro estar allí formando parte de una historia incontable:

De los recuerdos, cuál,sino ese otrodel pan recién partido,azul de mediodía añorado de sombrasy siestas que era patria,señas de identidad para no equivocarnosde una infancia perdidaentre los ojos…)

para no ser distinto, para que ese maña-na que se les hará largo, como a mí se me hizo, les abrace de pronto a la ilusión y al gozo de vivir este pueblo, que pronto se hará lluvia y mano abierta, avellano y manzana, calle y vida, como lo hizo con-migo hace cuarenta años…

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Txema Urquijo

“Sentirse completamente aislado y solitario conduce a la desintegración mental, del mismo modo que la in-anición conduce a la muerte”. En la década de los sesenta del siglo pa-sado, el libro “El miedo a la libertad”, del filósofo Erich Fromm se convirtió en una de las obras más aclamadas y admiradas por generaciones de jó-venes en todo el mundo.

Del mencionado libro es la cita con la que he encabezado estas líneas y aunque no constituye la idea central de la tesis que Fromm desa-rrolla en el mismo, sí me sirvo de al-gunas de sus reflexiones de partida para llegar al destino que pretendo.

La historia del ser humano es la historia de su lucha contra la sole-dad. El abandono de la infancia y su irresponsabilidad enfrenta al hombre con su propia individualización, con la experiencia de sentirse uno y úni-co y, por ende, al margen de otras muchas cosas positivas y gratifican-tes para él, básicamente aislado y sometido a la dura experiencia de asumir la conciencia de lo que eso significa.

Ante tal situación, el ser hu-mano reacciona buscando su co-nexión con el mundo que le rodea, huyendo de la soledad. La necesi-

dad de pertenencia se convierte en un factor totalmente compulsivo y de esa manera la sensación de perte-necer a un colectivo, de identificarse con los demás, proporciona al hom-bre una agradable seguridad que aleja los fantasmas del aislamiento y la soledad y la angustia que ambos generan.

Son muchos los enganches posibles al alcance de los humanos para materializar esa conexión con el mundo exterior. Destacaré uno que entronca con esa actividad ingente que ocupa a la Cofradía del Señor Sant Roque en la actualidad. La ma-terialización y concreción de la me-moria histórica colectiva de nuestro pueblo de Llodio.

Qué duda cabe de que la historia, las tradiciones, las costum-bres, la geografía, la lengua, etc. son elementos fundamentales en la confi-guración de un sólido sentimiento de pertenencia a la colectividad que se manifiesta y se sostiene de manera continuada y con escasos altibajos. Es el grupo identificativo por antono-masia. Otros lazos pueden ser más intensos en un instante concreto (el aficionado del Baskonia que vibra en el Buesa Arena con un triunfo impor-tante o el incondicional de los Rolling Stones que se emociona en la catar-

del sentimiento de pertenencia a la colectividad

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sis colectiva que provocan los sones de “Brow sugar” escuchados en di-recto) pero todos ellos carecen de la extensión temporal y solidez interior de aquél.

Si nos preguntan a los cofra-des en qué medida valoramos nues-tro sentimiento de pertenencia a una colectividad definida por la historia, las costumbres, las tradiciones...se-guro que la respuesta es de sobre-saliente para arriba. Nos referimos a ello como “las raíces”. Todos va-loramos nuestras raíces. Sentirnos parte de nuestro entorno cultural nos brinda una agradable sensación de comodidad y de seguridad ante el fantasma de nuestra propia indivi-dualidad considerada como tal.

Aún mejor podemos apreciar esto si reparamos en las sensacio-nes de un emigrante, de un individuo que se ha alejado de sus raíces y habita en un entorno extraño, donde su memoria vital no encaja, donde siente más crudamente la falta de un “otro” con el que puede identificar-se en el recuerdo de esos mismos elementos que al autóctono brindan seguridad y comodidad. Todos nos hemos esforzado en alguna oca-sión para desarrollar empatía hacia quienes vienen de fuera, intentando

comprender lo que a ellos les falta y lo que eso supone en sus vidas y en su modo de enfrentarse a la an-gustia de la soledad moral. Incluso todos hemos atendido las añoran-zas de quien era parte de nuestra colectividad y se fue, dejando atrás su sentimiento de pertenencia bá-sico, afrontando la adaptación a un nuevo grupo.

En todo caso, el trabajo de recuperar y ordenar la memoria co-lectiva de Llodio debe ser una exce-lente ocasión para desarrollar una mayor capacidad de comprensión hacia este fenómeno.

Me cuentan que aquí al lado, la mirada poética de Patrocinio nos trae el recuerdo de imágenes de gentes llegadas a Llodio en busca de presente y, sobre todo, de futu-ro. Ellos y sus hijos, ya nacidos aquí, son parte esencial también de nues-tra memoria colectiva. Las raíces de nuestro pueblo siguen creciendo y enriqueciéndose con las aportacio-nes de quienes somos protagonistas en cada momento que nos toca vivir, de manera que nuestro presente es memoria para el futuro, en un pro-ceso complejo y difícil, a veces, de fusión y mixtura que requiere dejar esencialismos y fundamentalismos a

un lado y hacer acopio de tolerancia y comprensión. La capacidad para asumir la evolución de las cosas como algo no solo inevitable sino deseable resulta crucial para el éxito de la integración y, sobre todo, para que el sentimiento de pertenencia a la colectividad pueda constituir un elemento de cohesión en cualquier entorno social.

En nuestras manos está la posibilidad de esforzarnos para que ese sentimiento de pertenencia a la colectividad, que, no olvidemos, ali-via nuestra irracional angustia ante la soledad moral como seres humanos individuales, se materialice a través de una condición de ciudadanía que armonice adecuadamente el conjun-to de factores y elementos que con-figuran lo que hemos venido en de-nominar las raíces de la colectividad, su memoria histórica colectiva.

Me consta que así se están planteando los trabajos en la Co-fradía del Señor Sant Roque por lo que no cabe sino acentuar, desde la perspectiva que he comentado en estas líneas, la relevancia y la tras-cendencia de dicha tarea. Estare-mos ante un importante impulso a la cohesión social y cultural de cuantos habitamos en el valle.

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jordania2005 (2ª parte)

I. Mendieta

El espectáculo era grandioso. Una gran hoguera nos apiña junto al fuego. Unas velas clavadas en la arena, hacían del camino un pañuelo cargado de misterio y melancolía, de tenue luz pero vereda segura. Canciones con guitarra y apara-tos autóctonos de nuestros anfitriones beduinos, caldearon el bello anochecer. Aquel gran hotel, que era la noche, evo-caba silencios y esperanzas, alegrías e ilusiones, vibraciones calladas, pero sentidas y mesurables. Cenamos, can-tamos, muchos bailaron, y alguna inten-tó seducir al árabe aunque sin final feliz. Ya anochecido y después de despedir-nos con agradecimiento reconocido, volvimos rumbo AQABA a descansar, porque mañana será otro día.

Hoy es martes, pero no es trece sino quince. Nos dirigimos hacia SAFI donde visitamos, tras ascender �9� escaleras, la cueva o santuario donde se cree que Lot y sus hijos se refugia-ron después de la destrucción divina de Sodoma y Gomorra. La vista es mara-villosa, ya que además del mar Muerto se divisa un vergel espléndido con todo tipo de plantaciones naturales. Camino ya del mar Muerto y pegando material-mente a Israel vimos la supuesta estatua de sal seca de la desobediente esposa de Lot.

Conforme vamos hacia el MAR MUERTO, los oídos nos avisan que nos acercamos al lugar más bajo del mun-do, ya que estamos a 40� metros bajo el nivel del mar. Las montañas nos sobre-cogen pero el reseco mar también. Es tal la cantidad. de sal que contiene que es totalmente inviable la vida en estas aguas. En ellas no te hundes sino que flotas siempre. Llegados al hotel y ya comidos, mucha gente se impregnó del famoso barro del mar Muerto. Nuestro grupo se confundia con los habitantes de cualquier pueblo africano, es decir de un total y absoluto negro. Son fotos

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para conseguir cualquier gran premio fo-tográfico.

El tiempo corre y hoy miércoles caminamos hacia BETANIA (BETHABA-RA) tomada por los militares y lugar don-de evoca el bautismo de Jesús en el río Jordán. En frente contemplamos la ciu-dad biblica de Jericó con 11.000 años de existencia y cuna de la humanidad. Allí, ya en el río Jordán, rebauticé a todos los del grupo. El lugar, la emoción, los re-cuerdos nos invadieron. El agua estaba sucia y turbia, pero nuestros corazones limpios, ilusionados y emotivos paliaban la incomodidad del modesto río Jordán.

Y al atardecer nos vamos hacia AMMAN. Parada en unos grandes alma-cenes, donde se oían los gritos y lágrimas de dolor tanto en las VISAS personales como en los bolsillos de los sufridos pa-cientes y agradecidos maridos.

El jueves (17 de noviembre) nos fuimos a ver los CASTILLOS DEL DE-SIERTO. Son muchos, de diversas épo-cas y en su mayoría pequeñas fortifica-ciones o palacetes árabes.

El de AL-HARRANA, de adobe, defensivo con inscripciones griegas y bien conservado.

El QUASIR MRA, patrimonio de la Unesco, palacete Omeya, pabellón de

caza. En sus muros y techos, pinturas de guerreros, músicos con desnudos fe-meninos, algo prohibido por el Islam Se ve que el Califa era hombre liberal permi-sivo y amante del arte y otras cosas.

El último es el fuerte de QASR L AZRAK de origen romano y de basal-to negro. Entra en la leyenda, porque, después de la primera guerra mundial, se instalaron en él el rey Faysal y el galés Laurence de Arabia, que trajo muchas esclavas para sus soldados, ya que él, parece ser que comía en otros platos (era homosexual)

Ya de camino y siguiendo la ruta de los Reyes paramos en UMM ar-RA-SAS magnificas y extraordinarias ruinas bizantinas, que aunque fuera de progra-ma, se hizo hueco para verlas.

La iglesia de San Esteban con un maravilloso mosaico, nos da entrada a una monumental excavación donde se encuentran hasta 1� iglesias bizantinas, todas dentro de la estructura de una gran ciudad. Y después de deleitarnos con estas maravillas nos dirigimos a otra todavía aun mejor: MADABA. Con 4.000 años de historia, se le llama la ciudad de los mosaicos. En su iglesia ortodoxa de San Jorge y en uno de sus mosaicos más celebres, se encuentra un auténti-

co mapa de la antigüedad. Esta maravi-lla está compuesta por dos millones de piedrecitas pequeñísimas con las que se hacían los mosaicos. Es de la épo-ca de Justiniano y era una carta para los peregrinos. Todavía sin despertar por la visión de tales maravillas nos acercamos al MONTE NEBO. Es un lugar sagrado, donde Moisés por su falta de fé, tuvo que decir adiós a la maravillosa vista de la Tierra Prometida. Se supone que está enterrado allí. La vista es magnifica, -porque desde una altura de 840 metros se divisa El Jordán, Judea, Jericó y el Mar Muerto. Y como el que suscribe es-taba sin rebautizar, el nuevo diácono del grupo José Antonio Romero y con agua del Jordán, me. rebautizó en un acto en-trañable e inolvidable en el monte Nebo.

Y colorín colorado y casi sin que-rer, el día 19 del XI del �005 todos ya en casa, no sin antes agradecer a dos nota-rios que han hecho posible, la historia de este maravilloso viaje. Me refiero a que tanto J. A. Romero con su rigor histórico y referencial del viaje como Aureli Picaza con su directo y vivencial estilo, han sido el archivo y la fuente en el que yo me he documentado y bebido para transmitiros esta prolija, pero espontanea, caliente y emotiva Historia Jordana.

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La Cofradía del Señor Sant Roque como consecuencia del trabajo que lleva a cabo de la Recuperación de la Memoria Colectiva mantiene una gran actividad institucional que se ve reflejada en los actos que a conti-nuación se citan. Unos por medio de conferencias que nos dan personas importantes de la cultura de nuestro país y otros propios de la dinámica de la Cofradía. Sin duda es un reflejo de lo viva que está nuestra institución y por tanto debemos de felicitarnos y aprovechar esta inercia para mejorar día a día.

Conferencia de José Antonio Pérez Pérez el día 11 de marzo con el título “Memoria oral: La voz del pa-sado” José Antonio Doctor en Historia Contemporánea y profesor en las Au-las de la experiencia de la Universidad del País Vasco nos dio una magistral conferencia sobre lo que suponen las encuestas para el estudio de la memo-ria de un pueblo.

“Fiesta de la morcilla” El día 19 de marzo celebramos la fiesta de la

morcilla de Laudio/Llodio. Previamen-te el 1� en el Museo Vasco de Gas-tronomía celebramos un acto donde se realizo una demostración de la ela-boración de la morcilla por parte del cofrade Iñaki Ussía.

Visita a la Casa de Andalucía en el día de su fiesta. El día 19 de mar-zo la Cofradía del Señor Sant Roque hizo entrega de la jarra conmemorati-va a la “Casa de Andalucía Nª. Sª. del

Rocio”, Tomó la palabra el Presidente D. José Ruiz Ruiz para agradecer en nombre de su institución el reconoci-miento que hacía la Cofradía del Se-ñor Sant Roque a través de la Casa de Andalucía, a todos los andaluces que viven el Laudio/Llodio.

El día 1� de mayo en la sala multiusos del Ayuntamiento se celebra una reunión con todos los voluntarios y colaboradores de la Memoria Colec-tiva con el fin de informarles de todo el proyecto y la función de cada uno

actos institucionales

ekitaldi instituzionalak

Erroke Deunaren Kofradia, Laudioko

Oroimen Kolektiboaren berreskurapenean

betetzen ari den lanaren ondorioz

jarduera instituzional handia betetzen ari da.

Horrela, gure herriko kulturan ospe handia duten pertsonen eta Kofradiarekin lotura

duten pertsonen hitzaldiak egiten ari

gara. Horrek guztiak erakusten digu kofradia bizirik dagoela gurean.

Nº 11 zk • Agosto 2006 abuztua

Presentación del proyecto “Recuperación de la memoria colectiva de Laudio/Llodio

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dentro del organigrama de trabajo. Se proyectó todo el esquema por medio de un sistema audiovisual.

El día 1� de mayo en el local del Centro Gallego el Mayordomo de la Cofradía del Señor Sant Roque rea-lizó una charla con los temas: Memoria

Colectiva y revista de la Cofradía. Se-guidamente Juan Carlos Navarro dio una conferencia con el tema “Mitos y leyendas”.

El día � de junio, en el local de la Cofradía, conferencia del director de cine, Imanol Uribe Bilbao con el tema “El cine en Euskadi”. Durante el acto se proyectó un cortometraje de Imanol Uribe sobre Mikel Laboa. Participación en el mismo acto del director de cine y cofrade, Kepa Sojo Gil, mencionando su nuevo largometraje “El Síndrome de Svensson” Los hermanos Sarralde, Izaskun y Aitor dieron un extraordinario concierto de violín y flauta travesera.

El día �4 de junio se celebró un encuentro con la Cofradía de San Juan. El Presidente de la Cofradía de San Juan D. Ángel Mayo agradeció esta distinción y abogó porque las relaciones entre ambas instituciones sean lo más fructíferas posibles.

Visita al Centro Gallego. En el día de su fiesta “Día de Santiago” la Cofradía del Señor Sant Roque, hace entrega al Centro Gallego de Laudio/Llodio, la jarra de dos azumbres con-memorativa. El Presidente del Centro

Gallego D. Víctor Valiño agradeció el reconocimiento de la Cofradía hacia su institución y sobre todo extensivo a todos los gallegos que viven y par-ticipan como auténticos llodianos en la construcción de un pueblo que tan bien les acogió.

El día 7 de junio se presenta en el palacio de la Fundación Sancho el Sabio de Vitoria-Gasteiz el trabajo en marcha de la Recuperación de la Memoria Colectiva de Laudio/Llodio ante las instituciones públicas que participan en este proyecto: Dipu-tación Foral de Álava, Ayuntamiento de Laudio/Llodio, Subdelegación del Gobierno en Álava y Caja Vital Kutxa. Empresas patrocinadoras: Guardian S.A., Tubacex S.A. y Vidrala S.A. Insti-tuciones culturales, voluntarios y cola-boradores, así como ante los medios de comunicación regionales.

Joan den �00�-04-19 Juanito Bernaola PolancosGure anaide laguna, zendu zitzaigun. Goian Bego.

El pasado 19-04-�00� falleció el cofrade Juanito Bernaola Polancos. Descanse en paz.

fallecidos

Joan den �00�-05-0� Javier Otaola MurgaGure anaide laguna, zendu zitzaigun. Goian Bego.

El pasado 0�-05-�00� falleció el cofrade Javier Otaola Murga. Descanse en paz.

Joan den �00�-05-�8 Juan Ignacio Ortega AzpuruGure anaide laguna, zendu zitzaigun. Goian Bego.

El pasado �8-05-�00� falleció el cofrade Juan Ignacio Ortega Azpuru. Descanse en paz.

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Juan Ignacio de Uría

A vuelta del tiempo Laudio, importan-te pueblo industrial, intenta hoy en el corazón del País Vasco de Egoalde, en la frontera vizcaína tratar de recu-perar la memoria colectiva.

Sabemos que este pueblo histórico abierto al mundo, desde la noche de los tiempos por ese puen-te romano de Vitórica cabalgando en la unión de una histórica calzada que termina en Flaviobriga, en el mar, es al par hoy un pueblo de Álava centra-do en sí mismo, rodeado de montes y fiel a lo largo de su historia al Fue-ro Vizcaíno que, mas allá de distintas adscripciones territoriales con sus ve-cinos les ha hecho a todos igual y no-bles, lo mismo el ferrón de Anuncibay o el señor de la casa de Ugarte que el menestral, el barrendero que el re-cadero, el morroi, que hacían posible con sus actividades que florecieran arrogantes escudos de armas y títulos de Castilla.

La recuperación de la me-moria colectiva, planea sobre este trasfondo de una población profunda-mente rural cuyo espíritu solidario no ha podido ser alterado en su identidad esencial en la industrialización que con las gentes que han venido a instalarse aquí, procedentes de los más dispa-res y raros lugares triplican con creces la población.

El espíritu lúdico es el que mejor caracteriza el soporte del alma

colectiva de un pueblo. Y ahí tenemos a los niños en Laudio que hoy mismo por carnavales como en tiempos in-memoriales matan un gallo mientras los mayores hacen lo mismo y que-man a la bruja de Letziaga perturba-dora del equilibrio de la vida colectiva con sus tentadoras artes de seduc-ción selectiva.

Todo este trasfondo yace en las raíces de la memoria colectiva cuyo mentor es esta peregrina Cofradía de Sant Roque creada en 1599 y aún viva y pujante como el eje motor hoy de la identidad colectiva de Laudio. Es curioso el caso de esta Cofradía que está tan viva y es motor de uno de los pueblos mas pujantes del País cuan-do han desaparecido tantas, algunas anteriores y otras posteriores. La Co-fradía de Sant Roque tan en la frontera de simples asociaciones piadosas ha terminado siendo la conciencia viva de un pueblo moderno y complejo, algo verdaderamente increíble y sin parangón prácticamente.

Es verdad que esta Cofradía que festeja a Sant Roque con las fies-tas más largas y sonoras de todo el País como hemos oído contar, es el fondo el gran aglutinante de esta con-ciencia colectiva, desde la solemne bajada del Santo a su devolución a la ermita pasados los días festivos con ese día de La Morcilla, la víspera, a la comida final el día último. La novi-llada, el Día de los Ajos, el Baile del Aurresku en el día del homenaje a las Mujeres, etc..

En una cultura como la nues-tra, la vasca, la memoria colectiva no tiene data y se trasmite durante gene-raciones desde la cadena de las su-cesiones de viva voz como es sabido.

Por eso, ese curioso documental en ocho, que poseéis tesoro inestimable pues recoge una panorámica apasio-nante de Santa Águeda a los Roques por José María Davango y los miles de fotografías, testimonio inaprecia-ble que la Cofradía recoge gracias a nuestro admirado Javier Salcedo, nos da que pensar que todavía en la tradición oral, -y habría que reco-ger testimonios de gente longeva que vive aún entre nosotros- la memoria colectiva puede aún alargarse más hasta tiempos increíbles. No olvidéis que las Luchas de Bandos de nuestro Medievo, por ejemplo se perpetúan a lo largo del tiempo y han llegado hasta nosotros como os comentará un Juan José Pujana nuestro sabio humanista por esa vía oral de un Homero.

Estoy seguro que el entusias-mo de nuestros cofrades se conta-giará y no olvidéis que a nivel de todo el País estáis desarrollando, con pocas excepciones, una experiencia colectiva que dejará huella.

Sobre la arqueología física, aparentemente muerta de nuestro Patrimonio tan importante, con monu-mentos señalados, estáis incorporan-do a ese pasado hoy el complemento oral de vuestros archivos que hace y da sentido a lo que es un pueblo vas-co como el vuestro, que hoy os aglu-tina en una comunidad que tiene un sentido de colectividad responsable y viva en nuestros tiempos tan desper-sonalizados y vacíos aparentemente.

La alineación de los pueblos legitima la pérdida de identidad.

Lo dice alguien que sabe que poseer el honor de una jarra de la Cofradía compromete a mucho, sin duda.

laudio

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La evolución de la Caja desde la apertura de las primeras oficinas en Llodio hasta la actualidad es paralela a los avances tecnológi-cos que se han desarrollado en la sociedad. Para certificar esta pro-funda modernización están Rufino Lorz, que empezó a trabajar en la Provincial en noviembre de 19�9, en el local que había en el Crucero, justo enfrente de la actual sucursal de la calle Nervión, y José Eguía. En su caso, entró a formar parte de la plantilla de la Municipal en 19�8, ocupando el mostrador de la ofici-na situada en la calle Álava, donde luego se abrió el cine Castillo.

Al coincidir en el tiempo, el relato de ambos es similar. Así, recuerdan con añoranza cómo los primeros asientos de las libretas se hacían a mano, con bolígrafo. Las ventanillas se abrían todos los días, incluidas las mañanas de los primeros domingos de mes, cuan-do se celebraba una feria en la que se daban cita los baserritarras de todo el municipio, lo que era apro-vechado por la mayoría de ellos para acercarse a las entidades fi-nancieras. “Las primeras domici-liaciones fueron las de Iberdurero. Cada semana llegaba de Vitoria un listado y había que comprobar cuando venía el cliente si tenía algo pendiente. Lo de las nóminas llegó bastante más tarde, después del famoso atraco a Tubacex, hacía 1978. Ahí empezó el ‘boom’, con las domiciliaciones de Aceros, Vi-llosa y las demás empresas”.

A modo de ejemplo, hasta entonces, las pensiones se paga-ban en mano. “Todavía recuerdo de pagársela al pintor José Arrúe, un señor muy majo”, rememora Eguía. Para Lorz era llamativo que en el mostrador hubiera hasta hace unas décadas un bolígrafo y un tampón para que la gente que no sabía fir-mar pudiera disponer de su dinero. “Había otros que no sabían firmar pero sí copiar y traían un papelito con su nombre con una rúbrica y la copiaban. Hay que tener en cuenta que hace �5 años el 15% de los vecinos no sabía firmar”, apunta.

Llodio creció de forma rápi-da. Pasó de tener 7.��9 habitantes en 19�0 a 15.587 una década des-pués. La inmigración, atraída por la apertura de importantes empresas, fue la principal causante de este llamativo aumento de la población, que siguió al alza con �0.89� veci-nos en 1980, para alcanzar el tope máximo un lustro más tarde, con �1.414. A partir de ahí, la segunda localidad de la provincia ha perdido conciudadanos de forma paulatina hasta situarse en 18.5�0, según el padrón de �005.

Este incremento poblacio-nal, donde se aglutinaban perso-nas de diferentes autonomías –en el municipio hay cuatro centros regionales–, unido a los cada vez mayores avances tecnológicos, quedó constatado en las oficinas de estas entidades. “Desde 1970 ya teníamos unos ordenadores que actualizaban las libretas. Y la gen-

Aitor Aretxaga

del bolígrafo a internet

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te no entendía cómo una máquina podía saber lo que cobraban o lo que tenían que pagar. Se queda-ban asustados. De hecho, como la mayoría estaba acostumbrada a recibir la paga en el sobre, venían a la ventanilla, sacaban todo y venían más tarde a ingresar lo que les ha-bía sobrado. No aceptaban eso de que les dijeras que vinieran a sacar lo necesario”, agregan estos em-pleados adscritos a la Vital desde la unificación de las dos cajas.

El progresivo aumento del padrón motivó, como es lógico, un incremento en la construcción de viviendas. De las 4.��� que había en 1970, el número creció hasta las 5.�94 de 1981, las casi 5.�00 de 1985, y las cerca de �.500 de la actualidad. Pero el mundo hipote-cario también ha cambiado de for-ma radical. José Eguía se acuerda con claridad. “Antes se pactaba un préstamo a un interés, entre un 8 y un 1�%, que siempre era fijo y a pagar en quince años. Lo cu-rioso es que prácticamente todos terminaban de pagarlo en ocho o nueve años. Era la mentalidad de que había que pagar el piso cuanto antes”.

Confesores

La experiencia les dice a ambos que la diferencia que se ha produ-cido entre los ingresos y el coste de las viviendas es brutal. “Hace treinta años te comprabas un piso

de cien metros cuadrados por �00.000 pesetas, mientras que ahora ya piden hasta 70 millones. La diferencia de entonces a ahora es como si en la actualidad, según la relación sueldo-vivienda, un piso debiera costar unos cinco millones, algo totalmente impensable”. Los tiempos han cambiado y mucho. “Antes el préstamo era sólo para el piso. Había algún caso suelto, pero

salvo excepciones, por ejemplo, la compra de un coche se hacía a ‘tocateja’. Cuando había dinero, se compraba”, relatan Lorz y Eguía.

Los avances informáticos han enfriado, en cierto modo, la re-lación con los clientes. “Hoy en día, con las tarjetas o Internet, puedes vivir tranquilamente sin tener que venir a la Caja salvo para firmar co-sas muy concretas, porque todo

está domiciliado y puedes operar si quieres desde casa”. Sin em-bargo, sostienen que una de sus bazas es la de actuar como con-fesores de muchos clientes. “Hay gente, sobre todo mayores, que viene a hablarte de sus problemas, de lo que les pasa y puede que no hagan ni una sóla operación. Sólo quieren que les oigas. Hay que te-ner en cuenta que los clientes de la Caja son muy fieles”.

Como ésta, desde que en-traron a trabajar las anécdotas que han tenido las pueden contar por cientos, si bien destacan el vo-cabulario de las personas que se acercan a la ventanilla, “teniendo en cuenta que hay gente de todos los lados, con sus formas de ex-presión diferentes”. Así, destacan que algunos se refieren a los inte-reses como “los corridos”, mien-tras que otros dicen “’ponme al día’ o ‘echa la libreta p’adelante’, cuando quieren actualizarla”. Más curioso es que algunas clientas –“porque sobre todo lo que vienen son mujeres”- preguntan “si me ha venido el mes” cuando lo que quie-ren saber es si ya está ingresada la nómina. Situaciones curiosas que se producen casi a diario desde la apertura de las oficinas hasta la actualidad. “Me acuerdo de que había un jubilado que a lo que yo le dijera siempre me contestaba en verso”, apunta Eguía. Es sólo otro ejemplo más.

Desde 1970 ya teníamos unos ordenadores que actualizaban las libretas. Y la gente no entendía cómo una máquina podía saber lo que cobraban o lo que tenían que pagar. Se quedaban asustados.

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