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Dr. Juan Camilo Urazan Psicólogo-Neuropsicólogo

Esclerosis

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Dr. Juan Camilo Urazan Psicólogo-Neuropsicólogo

La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad inflamatoria

del Sistema Nervioso Central siendo la causa más común

de discapacidad neurológica entre adultos jóvenes. La

enfermedad se manifiesta con desmielinización inflamatoria

aguda focal y pérdida axonal con limitada remielinización,

culminando en placas escleróticas multifocales crónicas, a

las que la enfermedad debe su nombre.

La etiología de la EM es desconocida, sin embargo se

considera que es una enfermedad mediada por factores

inmunes que se presenta en personas genéticamente

susceptibles (Noseworthy et al., 2000; Lutton et al., 2004),

con implicación de factores ambientales.

La evidencia de que los factores genéticos juegan un

importante papel en el desarrollo de la EM se basa en el

mayor riesgo de afectación de varios miembros de una

misma familia (Sadovnick et al., 1988)

El proceso patogénico se ha descrito como una rotura temporal

inespecífica de la barrera hematoencefálica asociada a la

inflamación, en la que la mielina aparece como el objetivo primario de

la reacción autoinmune (McDonald, 1994). El infiltrado inflamatorio

está compuesto principalmente de macrófagos, microglía, células T y

B, que unido a la intensa reacción de los astrocitos conduce a la

aparición de la placa (Brück et al., 2002). Sin embargo, el mecanismo

preciso por el que se produce la destrucción de la mielina no se

conoce. Las placas pueden aparecer distribuidas por todo el SNC,

aunque frecuentemente se localizan en la zona periventricular. Otras

zonas que se han identificado como preferentes y que provocan una

clínica evidente son el nervio óptico, el tronco encefálico, el cerebelo

y la médula espinal (Trapp et al., 1998).

La presentación clínica en la EM es altamente variable debido a la amplia

distribución y extensión de lesiones desmielinizantes en la sustancia blanca

del cerebro, tronco cerebral, cerebelo y médula espinal. Los síntomas más

comunes son debilidad de las extremidades, síntomas sensoriales, neuritis

óptica, diplopía y síntomas vestibulares.

• Los trastornos sensitivos son indicativos de la desmielinización de los

cordones posteriores de la médula y se manifiestan en forma de parestesias e

hipoestesias en las extremidades, sobre todo, las inferiores. Son los

trastornos más comunes en las fases iniciales de la enfermedad afectando

hasta un 55% de sujetos, y entre un 50-70% de los pacientes a lo largo de la

enfermedad.

• Los trastornos motores incluyen déficit de fuerza en las extremidades que

puede manifestarse como monoparesia, hemiparesia, paraparesia o

tetraparesia, que afectan, generalmente, las extremidades inferiores.

• Los trastornos cerebelosos ocasionados por lesiones cerebelosas, incluyen

temblor intencional, disartria, dismetría de las extremidades y ataxia de la

marcha. Las lesiones en el tronco encefálico pueden provocar vértigo

(Keegan y Noseworthy, 2002). Son poco frecuentes al inicio de la enfermedad.

• Los trastornos esfinterianos son más comunes en las fases avanzadas de

la enfermedad. Los síntomas más frecuentes son urgencia miccional,

aumento de la frecuencia miccional, dificultad para iniciar la micción e

incontinencia urinaria (Burguera-Hernández, 2000).

• Los trastornos visuales son frecuentes al inicio de la enfermedad, pueden ser

puramente visuales u oculomotores o la combinación de ambos. La inflamación,

degeneración o desmielinización del nervio óptico produce la neuritis óptica, la cual

produce pérdida de agudeza visual durante horas o días, que se acompaña de

dolor al realizar movimientos oculares (Söderström, 2001). La diplopía es otra de

las alteraciones visuales que pueden aparecer en la EM, consiste en la visión

doble en la mirada horizontal o vertical y se produce por lesiones en el tronco

encefálico (Keegan y Noseworthy, 2002).

• La fatiga es uno de los síntomas más comunes referidos por los pacientes con

EM. Un 70-90% de los pacientes con EM refieren fatiga durante el curso de su

enfermedad.

En un elevado porcentaje de pacientes con EM se observan psicopatologías, tales

como depresión, ansiedad, irritabilidad, episodios psicóticos, euforia, y episodios

de llanto y risa descontrolada (Beatty, 1993a; Mohr et al., 2001). (La

psicopatología

relacionada con la EM se describe más ampliamente en el punto 3 de este

apartado

teórico).

• Se observa que entre el 40-60% de los afectados por EM presenta trastornos

cognitivos, siendo los más frecuentes la alteración de la atención y de la

memoria (Rao, 1995). (Los trastornos cognitivos se abordan en el punto 6 de

este apartado teórico).

EM remitente recurrente (RR): Es la forma clínica mas común de la

enfermedad, el 80% de los pacientes con EM presenta esta forma clínica (Brück

et al., 2002). Se caracteriza por la presencia de brotes (aparición de síntomas

neurológicos de más de 24 horas de duración) con una remisión 14 posterior total

o parcial de los déficits. En el caso de que la remisión de los síntomas sea

parcial, se considera que paciente presenta secuelas. En los periodos interbrote

no se objetiva progresión de la enfermedad (Lublin et al., 1996).

EM primariamente progresiva (PP): La enfermedad cursa con una progresión de

los síntomas desde el inicio, sin la evidencia de brotes clínicos. En algunos casos se

objetiva un solo brote al inicio o en el transcurso de la enfermedad, en estos casos

se habla de forma clínica PP transicional. Esta forma clínica tiene peor pronóstico y

debuta más tarde en la vida de los sujetos (Thompson et al., 2000).

EM secundariamente progresivo (SP): Se inicia con un curso remitente

recurrente, seguido de una progresión de la sintomatología. Incluso en esta

progresión, pueden presentar brotes y empeoramiento de los síntomas en el

periodo interbrote.

EM benigna: Se define como aquel estado en que el paciente permanece

asintomático o casi después de 15 años del inicio de la enfermedad.

No se dispone de una prueba de laboratorio específica para diagnosticar la EM

por lo que el diagnóstico se hace en función de criterios clínicos y con la ayuda de

pruebas paraclínicas, como son el análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR), las

técnicas de neuroimagen, principalmente la resonancia magnética (RM) y los

potenciales evocados (PE), generalmente los visuales.

Existen una serie de entidades clínicas que pueden presentar características similares tanto radiológicas como clínicas a la EM, por que se requiere undiagnóstico diferencial preciso por un neurólogo experto. En la tabla 4 se recogen algunas de las enfermedades con las que es necesario realizar un diagnóstico diferencial

El curso de la EM es bastante impredecible y los factores implicados en el

pronóstico no están claros. Existe evidencia de que los pacientes con síndromes

clínicos únicos (por ej: Neuritis óptica, disfunción tronco-cerebral o mielitis

transversa incompleta) tienen un mayor riesgo tanto de repetir brotes (por lo

tanto confirmar el diagnóstico de EM definida clínicamente) como de desarrollar

discapacidad en los próximos 10 años.

El 10% de los pacientes seguirán bien después de 20 años,

considerando que presentan un curso benigno de la enfermedad,

mientras que el 7% aproximadamente, tendrán progresión

secundaria (Weinshenker et al., 1989a). Además, 22

la mayoría de los pacientes alcanzan una puntuación en la EEDA

de 6 puntos después de 15 años de haberse realizado el

diagnóstico. Un 10-15% requieren el uso de una silla de ruedas y

un 20-25% pueden caminar por sí mismos.

A partir de las investigaciones neuropsicológicas de los últimos 20 años, se

concluye que la alteración cognitiva afecta entre el 43% y el 65% de la población

con diagnóstico de EM . Estos porcentajes contrastan con las estimaciones

realizadas a partir de valoraciones clínicas y medidas relativamente burdas de

la función cognitiva, que cifran la presencia de deterioro entre un 3% y 16%

(Kurtzke et al., 1972. La prevalencia de alteraciones cognitivas en la EM no sólo

varía en función de los instrumentos de valoración utilizados, sino también en

función de si se estudian poblaciones atendidas en unidades hospitalarias de

EM o población general., 1990). Así, la prevalencia es aproximadamente del 40

al 45% en la población general de pacientes con EM y del 50 al 65% cuando las

muestras están basadas en pacientes tratados en centros de EM (Rao et al.,

1993). E

Las alteraciones cognitivas en la EM más frecuentemente informadas

consisten en problemas en atención, concentración y velocidad de

procesamiento de la información, seguidos de los problemas en

memoria, fluidez verbal y funciones ejecutivas. En menor medida, los

procesos visoespaciales y visoperceptivos y el lenguaje. La EM esta

primariamente localizado en la sustancia blanca subcortical. La alteración

cognitiva en la EM se explicaría por la desconexión entre amplias áreas

asociativas corticales y entre estructuras corticales y subcorticales, como

el tálamo y los ganglios basales, por causa de la desmielinización

subcortical y la degeneración axonal.

La inteligencia de los pacientes EM ha sido valorada principalmente con la

batería de inteligencia de Wechsler (Wechsler Adult Intelligence Scale (WAIS).

Los estudios que la han valorado han hallado que los pacientes puntúan

alrededor de media desviación estándar por debajo de los controles

sanos,aunque la puntuación global y en los distintos subtests se sitúan dentro

de los rangos de normalidad.Además, los resultados de estos estudios

muestran que los pacientes con EM obtienen puntuaciones superiores en el CI

Verbal respecto al CI Manipulativo, lo que podría explicarse por el efecto

negativo que los problemas motores y de coordinación propios de la EM

tendrían sobre la ejecución en las pruebas manipulativas.

Los pacientes con EM suelen mostrar problemas relacionados con la atención, pero

la ejecución es dependiente del tipo de tarea. La valoración de los diferentes

aspectos atencionales se ha realizado a través de pruebas tan diferentes como el

Subtest de Dígitos de las escalas de Wechsler.

Los pacientes no muestran una alteración global de la atención,

sino más bien una afectación específica de algunos procesos

atencionales. En tareas de procesamiento automático, así como

en la mayoría de tareas de atención focalizada y dividida en las

que los pacientes pueden controlar el ritmo de ejecución o bien el

número de estímulos o respuestas es relativamente reducido,

suelen presentar un rendimiento normal en relación a los

controles sanos.

Diversos autores han hallado un peor rendimiento en pruebas de razonamiento

abstracto y conceptual utilizando diferentes pruebas de categorización,

encontrando algunos una peor ejecución especialmente en las formas

progresivas de la enfermedad. En la resolución de problemas del tipo Torre de

Hanoi y Londres, los pacientes con EM presentan dificultades, necesitando más

tiempo para resolverlos por lo que resuelven menos problemas. siendo la

resolución peor en aquellos pacientes con curso progresivo. Por lo que

respecta al razonamiento visoperceptivo, con las Matrices Progresivas se han

observado diferencias significativas entre pacientes y controles en algunos

estudios.

Los problemas en el lenguaje no son comunes en la EM, aunque se han

descrito casos aislados de afasia o alexia asociados a la aparición de

amplias lesiones desmielinizantes en el hemisferio izquierdo. El déficit en

tareas de fluidez verbal semántica y fonética es un dato encontrado de

forma consistente en pacientes con EM respecto a sujetos controles. El

déficit en fluidez verbal suele explicarse por una dificultad generalizada en

la recuperación de la información, indicativo de disfunción frontal o bien ser

secundario al compromiso de la velocidad de procesamiento más que por

una afectación primaria del lenguaje. En general, se asume que estos déficit

están relacionados con una afectación de la velocidad de procesamiento

de la información, aunque algunos autores proponen una disrupción de los

procesos lingüísticos tras el análisis del patrón de errores en la

denominación.

Se encuentra un rendimiento significativamente inferior en pacientes con EM

en el recuerdo a largo plazo de listas de palabras. Con las listas de palabras, se

postula que el problema se debe a una codificación deficiente y no a problemas

en la recuperación, puesto que se ha observado una taza de olvido. El

rendimiento en las pruebas de reconocimiento de material verbal es normal o se

encuentra menos alterado

La memoria visual inmediata se encuentra alterada en el grupo de pacientes

con EM. Se ha encontrado en la mayoría de los estudios revisados que los

pacientes con EM obtienen un peor rendimiento en el recuerdo a largo plazo en

tareas visoespaciales.

La inclusión en los protocolos de pruebas visoperceptivas, visoespaciales y

visoconstructivas, como el test de reconocimiento facial, juicio de orientación

de líneas, discriminación visual de formas, test de organización visual, o el test

de Construcción Cubos no ha sido muy frecuente porque muchos pacientes con EM presentan afectación visual primaria como consecuencia de la enfermedad.

Las funciones en las que se ha observado un mayor efecto del curso

son las funciones ejecutivas, atención y velocidad de procesamiento de

la información, aprendizaje y memoria con material verbal y

visoespacial.

Se ha estimado que la prevalencia de la depresión en pacientes con EM se sitúa

entre 37 y 54% Algunos investigadores no encuentran relación entre los déficit

cognitivos y la presencia de sintomatología depresiva, mientras que otros indican

que la presencia de déficit cognitivos está relacionada con puntuaciones mayores

en escalas de depresión. Además, se han encontrado asociaciones entre

alteración de memoria y puntuaciones en escalas de depresión o en entrevistas

clínicas, mientras que otros encuentran correlaciones entre alteración de

funciones frontales y estado de ánimo.

La mayoría de los estudios que tienen por objetivo averiguar los predictores

de la disfunción cognitiva en EM se han centrado en medidas de RM como

indicadores de implicación neuropatológica. Algunos de estos trabajos han

examinado la relación global entre los déficit cognitivos y diferentes

parámetros de neuroimagen, otros han estudiado las relaciones que se

establecen entre las lesiones en regiones específicas del cerebro y la

alteración en pruebas neuropsicológicas y, sólo unos pocos se han centrado

en la evolución de los déficit cognitivos y su relación con parámetros de

neuroimagen.

Los autores, utilizando imágenes obtenidas mediante tomografía

computerizada (TC), encontraron correlaciones significativas entre diferentes

medidas de dilatación ventricular (Span bifrontal, ancho del ventrículo lateral

en la región del caudado y ancho máximo del tercer ventrículo) y rendimiento

cognitivo (memoria y razonamiento conceptual), en pacientes con EM crónicos

progresivos, siendo el ancho del tercer ventrículo el mejor predictor de dicha afectación cognitiva. Estudios posteriores, con imágenes de RM, confirmaron la

relación entre la dilatación ventricular y la alteración cognitiva, sugiriéndose

que la dilatación ventricular refleja los cambios patológicos que se producen en

la región periventricular. Esto cambios pueden estar indicando la existencia de

una desconexión entre estructuras prefrontales y límbicas (Rao et al., 1985;

Comi et al., 1993) o de pérdida de sustancia blanca profunda (Bermel et al.,

2002) y originarían déficit cognitivos variados.

La relación entre parámetros de neuroimagen funcional y rendimiento

cognitivo, que puede proporcionar información sobre áreas cerebrales

hipofuncionales debido a las lesiones o por la aparición de mecanismos

compensatorios, no ha sido estudiado por muchos grupos de investigación

con pacientes con EM. Un estudio realizado con SPECT (Single Photon

Emision Computerized tomography) en una serie de pacientes con EM

levemente afectados, demostró hipoperfusión en el lóbulo temporal superior

izquierdo asociado con un déficit cognitivo en tareas de fluidez verbal (con

consigna semántica) y algunos índices de memoria verbal.

Paulesu et al., (1996), utilizando PET (Positron Emision Tomography),

hallaron que los pacientes con alteración en memoria, presentaban una

disminución del metabolismo en el hipocampo y tálamo izquierdo,

comparados con pacientes que no presentaban alteración.

Pocos estudios se han centrado en el estudio de la evolución de los déficit

cognitivos en la EM, y los resultados encontrados han sido controvertidos, ya que

se ha descrito relativa preservación cognitiva, así como deterioro progresivo. El

primer estudio que investigó la evolución de los déficit cognitivos en la EM,

comparó los resultados de una evaluación inicial de 23 pacientes varones con EM

con una reevaluación a los 6 meses. La duración media de la enfermedad, desde

los síntomas fue de 4 años. El autor estudió las diferencias entre línea base y

seguimiento en pacientes y controles. Encontró indicaciones de declive en

cognición en pacientes con EM, después de los 6 meses, especialmente en la

escala manipulativa del WAIS (Canter, 1951). Unos años más tarde, Ivnik (1978b)

encontró empeoramiento en tareas que requerían habilidades motora

coordinadas y en tareas cognitivas con importantes componentes de respuesta

motora, en 14 pacientes con EM seguidos durante aproximadamente 3 años. En

otras habilidades adaptativas, particularmente memoria, los valores medios

absolutos no cambiaron significativamente.