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Julio 2009 EL FARO EL FARO EL FARO EL FARO EL FARO 67 PLIEGOS DE ALBORÁN Nº 5 JULIO 2009 JOSÉ LUPIÁÑEZ Se ha reeditado recientemente en el Círculo de Lectores Scrivere è un tic de Francesco Piccolo, que es un li- bro sobre Los métodos y las manías de los escritores, tal y como reza el subtí- tulo del mismo. Se editó por prime- ra vez en Italia en 1994 y ahora el Círculo lo ofrece, en excelente tra- ducción de Juan Vivanco, en su ver- sión española, aparecida un año an- tes en Ariel. Un expresivo abeceda- rio de ilustraciones de Anthony Garner, que son caricaturas de au- tores y letras capitulares al mismo tiempo, va salpicando sus páginas. Se añade además un listado completo con pequeñas notas biobibligráficas de los autores citados y un índice onomástico. La obra explorara el mundo del escritor en su cotidiani- dad y se acerca a los trucos, técnicas y maneras tan diversos que siguen los autores para "poner en práctica su esfuerzo creador". El conjunto da como resultado un libro antológico de reflexiones y confesiones, de emociones o revelaciones de un buen número de grandes creadores y constituye a la par un paseo singu- lar por la Literatura, pero vista esta vez desde esa trastienda de lo ínti- mo, que es al cabo la más verdadera, la que se supone menos teatral, aun- que a veces los ritos de cada cual pa- rezcan desdecir esto último. El esti- lo de Piccolo, entre lo ensayístico y lo narrativo, amarra bien estas con- fidencias que van dando una dimen- sión coral al discurso. En él, por cier- to, no faltan el humor o la ironía que se agradecen tanto en este tipo de registros, y que tan bien ilustran, me- diante anécdotas jocosas o manías sorprendentes, muchos tramos del texto. Por ejemplo la que sirve de cita al primer capítulo, "El oficio de es- critor", que refiere Luis Sepúlveda: "Siempre me acuerdo de un oficial de aduanas de Quito: cada vez que tenía que mendigar una visa me pre- guntaba la profesión. Cuando le con- testaba: "Escritor", repetía: "Le he preguntado la profesión". Aunque esto no lo indica Piccolo, Unamuno habla de dos modelos de escritor: el primero de ellos sería el ovíparo, que acumula información, notas, datos, a lo largo de años, an- tes de ponerse a escribir, es decir, em- polla en huevo. Este fue más o me- nos el proceso que él mismo siguió con su primera novela Paz en la gue- rra (1897), que según confiesa había tardado más de doce años en culmi- nar. Y el segundo modelo sería el del escritor "a lo que salga", que llama vivíparo, por oposición al anterior. Quienes así escriben sólo "cuando sienten verdaderos dolores de par- to, la necesidad apremiante de echar fuera lo que durante tiempo le ha ve- nido obsesionando, se sientan, to- man la pluma y paren." Es decir, lo escriben todo desde la primera has- ta la última línea, sin claudicaciones. Estas maneras de escribir, o las pe- queñas manías que cada cual cultiva a la hora de crear, siempre me han resultado curiosas. Con frecuencia he tratado de imaginar en qué cir- cunstancias y de qué forma se ha gestado una obra que me estaba des- lumbrando. En qué entorno, en qué retiro, a qué horas, con qué herra- mienta, con qué disciplina se había concebido una obra así, tan podero- sa, que uno admira ya en su redondez y perfección definitivas. Pues justa- mente de todo ello es de lo que se ocupa este libro, con desparpajo, porque como expresa su autor "a quién no le atrae la idea de una in- tromisión chismosa en la vida de los escritores; y si además esa intromi- sión chismosa es en la vida de los escritores cuando trabajan, puede resultar útil" (p. 39). Escribir es un tic da repaso de for- ma suelta y amena a los métodos, liturgias y ceremonias tan dispares Escribir es un tic EL ESCRITOR ITALIANO FRANCESCO PICCOLO Pliegos.pmd 20/07/2009, 13:28 67

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Julio 2009EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO 67

PLIEGOS DE ALBORÁN Nº 5 JULIO 2009

JOSÉLUPIÁÑEZ

Se ha reeditado recientemente enel Círculo de Lectores Scrivere è un tic

de Francesco Piccolo, que es un li-bro sobre Los métodos y las manías de

los escritores, tal y como reza el subtí-tulo del mismo. Se editó por prime-ra vez en Italia en 1994 y ahora elCírculo lo ofrece, en excelente tra-ducción de Juan Vivanco, en su ver-sión española, aparecida un año an-tes en Ariel. Un expresivo abeceda-rio de ilustraciones de AnthonyGarner, que son caricaturas de au-tores y letras capitulares al mismotiempo, va salpicando sus páginas. Seañade además un listado completocon pequeñas notas biobibligráficasde los autores citados y un índiceonomástico. La obra explorara elmundo del escritor en su cotidiani-dad y se acerca a los trucos, técnicasy maneras tan diversos que siguenlos autores para "poner en prácticasu esfuerzo creador". El conjunto dacomo resultado un libro antológicode reflexiones y confesiones, deemociones o revelaciones de unbuen número de grandes creadoresy constituye a la par un paseo singu-lar por la Literatura, pero vista estavez desde esa trastienda de lo ínti-mo, que es al cabo la más verdadera,la que se supone menos teatral, aun-que a veces los ritos de cada cual pa-rezcan desdecir esto último. El esti-lo de Piccolo, entre lo ensayístico ylo narrativo, amarra bien estas con-fidencias que van dando una dimen-sión coral al discurso. En él, por cier-to, no faltan el humor o la ironía quese agradecen tanto en este tipo deregistros, y que tan bien ilustran, me-diante anécdotas jocosas o maníassorprendentes, muchos tramos deltexto. Por ejemplo la que sirve de citaal primer capítulo, "El oficio de es-

critor", que refiere Luis Sepúlveda:"Siempre me acuerdo de un oficialde aduanas de Quito: cada vez quetenía que mendigar una visa me pre-guntaba la profesión. Cuando le con-testaba: "Escritor", repetía: "Le hepreguntado la profesión". Aunque esto no lo indica Piccolo,Unamuno habla de dos modelos deescritor: el primero de ellos sería elovíparo, que acumula información,notas, datos, a lo largo de años, an-tes de ponerse a escribir, es decir, em-polla en huevo. Este fue más o me-nos el proceso que él mismo siguiócon su primera novela Paz en la gue-

rra (1897), que según confiesa habíatardado más de doce años en culmi-nar. Y el segundo modelo sería el delescritor "a lo que salga", que llamavivíparo, por oposición al anterior.Quienes así escriben sólo "cuandosienten verdaderos dolores de par-to, la necesidad apremiante de echarfuera lo que durante tiempo le ha ve-nido obsesionando, se sientan, to-man la pluma y paren." Es decir, lo

escriben todo desde la primera has-ta la última línea, sin claudicaciones.Estas maneras de escribir, o las pe-queñas manías que cada cual cultivaa la hora de crear, siempre me hanresultado curiosas. Con frecuenciahe tratado de imaginar en qué cir-cunstancias y de qué forma se hagestado una obra que me estaba des-lumbrando. En qué entorno, en quéretiro, a qué horas, con qué herra-mienta, con qué disciplina se habíaconcebido una obra así, tan podero-sa, que uno admira ya en su redondezy perfección definitivas. Pues justa-mente de todo ello es de lo que seocupa este libro, con desparpajo,porque como expresa su autor "aquién no le atrae la idea de una in-tromisión chismosa en la vida de losescritores; y si además esa intromi-sión chismosa es en la vida de losescritores cuando trabajan, puederesultar útil" (p. 39). Escribir es un tic da repaso de for-ma suelta y amena a los métodos,liturgias y ceremonias tan dispares

Escribir es un tic

EL ESCRITOR ITALIANO FRANCESCO PICCOLO

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68 EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO

que se utilizan a la hora de afrontarla escritura, pero también se detienea considerar cómo la escritura es, enrealidad, reescritura, insistencia, correc-ción, ajuste continuo en su proceso deperseguir la eficacia del milagrocreativo, como defendía Flaubert. AQuevedo o a Proust les gustaba escri-bir en la cama, a Hemingway en unacafetería, o de pie en su estudio, comoa Neruda. Bruce Chatwin refiere que"El propio Mandelstam sólo lograbacomponer en movimiento. Debía ca-minar mientras componía un poe-ma. Estaba convencido de que la for-mación de las palabras en la laringedependía del movimiento del pie" (p.48). Costumbres arraigadas que facilitanla repetición, la insistencia, laautodisciplina. Todos estos maravillo-sos delirios están aquí, junto con lasfijaciones particulares y los ritos, queson una manera de "conservar el pro-ceso personal de creación". A GarcíaMárquez se le antojaba vestirse con unmono de mecánico, cuando se senta-ba frente al ordenador, o escribir conlos pies descalzos, sintiendo la vibra-ción de la tierra; a Balzac, como aKierkegaard o a Galdós, le gustaba ar-

que el ruido de sus teclas le recorda-ba el martillo simbólico que esculpelas páginas. "Es un hecho estético -decía-, cuando trabajo necesito te-ner la sensación de una relaciónescultórica con las palabras que es-toy construyendo", mientras que elacompuso sus primeras obras a mano,con una Mont-Blanc, que es comoestablecer un lazo más íntimo entrepensamiento y escritura, porque "latinta hace las veces de una arteriainagotable", como decía GarcíaMárquez, bastante citado en este li-bro. Un conjunto de fichas acumuladasdurante años sirvió en un principiopara reunir un material del que se va-lió Piccolo para impartir algunas cla-ses en talleres de escritura, como nosrefiere en las "Conclusiones" fina-les, luego toda esa información re-copilada con el fervor de la juven-tud dio lugar a este librito que havisto varias ediciones en Italia y yalleva dos en España. Piccolo es ade-más novelista y alterna esta facetacon la de guionista de cine. Actual-mente vive en Roma y colabora enimportantes revistas y medios deprensa.

monizar la escritura con la ingesta degrandes cantidades de café, cuyos efec-tos estimulantes sólo le duraban quin-ce días, el tiempo que necesitaba paraescribir un libro; Tabucchi escribe encuadernos escolares, Calvino lo solíahacer en el reverso de las galeradas,George Simenon prefería los lápices ynecesitaba tener a la mano montonesde ellos, bien afilados… De todos estos hábitos, o de todasestas obsesiones que nos van acer-cando a ese otro lado más secretode los autores se hace referencia a lolargo de los diez capítulos del libro,que se detiene por lo demás en otrascuestiones ligadas a la escritura,como la soledad (escribir en soledad,como recomendaba Rilke, o en me-dio del bullicio); dónde se escribemejor, en qué lugar: en la casa, en elcafé, en el trabajo… ; los trabajos al-ternativos; los útiles de escritura: lapluma, la máquina de escribir, el or-denador, como herramientas; el"Perder el tiempo", en todos estosaspectos se proyecta el fetichismoparticular de cada creador. SiSimenon usaba lápices comoTruman Capote, a Don DeLillo legustaba la máquina de escribir, por-

UN EXPRESIVOABECEDARIO DE

ANTHONY GARNER, QUESON CARICATURAS DE

AUTORES Y LETRASCAPITULARES AL MISMO

TIEMPO, VA SALPICANDOSUS PÁGINAS

Cultura/Ensayo

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Julio 2009EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO 69

MAURICIOGIL CANO

La espada de Lur Sotuela

Octavio Paz escribió: "El surrea-lismo ha sido esto y esto y esto". Po-dríamos añadir que sigue siendo esto:"Escucha la voz densa del sol"; yesto: "atardeciendo en la contempla-ción del cristal"; y esto: "del irismuerto de azules pájaros". Son ver-sos de Lur Sotuela Elorriaga, que hapublicado este año su libro La espa-

da rota en la editorial valencianaDelenda Est Carthago. Como seña-la Carlos Clementson en el prólogo,estos poemas despliegan "esa ro-mántica y surrealizante imaginaciónonírica que nos salva".

A partir de su histórica irrupción,el surrealismo ha penetrado de talmodo la poesía española que a ve-ces atisbamos sus destellos inclusoen versos supuestamente tradiciona-les. ¡Cuánto más, en éstos cargadosde fuerza joven e irradiante imagi-nación creadora! El poeta levanta uncanto épico, adoptando la figura deun guerrero "por el filo prohibidode la belleza". Su espada, el caballo,la amada, los héroes son referentes

de un universo simbólico quevisualizamos en plásticas imágenesmás cercanas al cómic: "Dibujamostransparentes/ signos, profundasrunas y círculos imperfectos/ en lapiel de un instante sin origen ni rum-bo". Desolaciones, islas, "un cuervocristalino", hierros, esquirlas, gigan-tes, espejos -"Hay un espejo mons-truoso en el interior del hombre"-se suceden en anhelante palpitarhacia la caída y el vértigo de un amor"perfecto".

La naturaleza, no sólo en sus de-siertos sino, sobre todo, en su hú-meda fecundidad constituye el ám-bito de estos poemas, donde "la pa-labra reinventa el trazo" y "es el fi-nal anunciado de un eco". Abundanreferencias a la infancia. La odiseapersonal se transmuta en viajeiniciático que testimonia el paso deaquel paraíso originario a la edadadulta, a través de la canica que cie-rra el círculo "en el paisaje de tuombligo". Al precipitarnos por el"Abismo" que clausura el libro, com-

prendemos que los poemas de La

espada rota constituyen "himnos des-nudos, diamantes malditos de la pa-labra", "senderos íntimos del sueñode ser hombre". El volumen estáilustrado, en su interior y cubierta,por Alonso Santiago.

El joven poeta Lur Sotuela dirigetambién la revista El invisible anillo, cuyonúmero 9 acaba de aparecer. Incluyeel mapa literario de Guadalajara, unaplaqueta dedicada a José Corredor-Matheos, poemas y relatos de autoresnoveles y consagrados, así como artí-culos diversos. Además, destacan eneste número la primera entrega de unaantología mínima de poesía portugue-sa, a cargo del citado CarlosClementson, y un texto de TomásSegovia. Para la ocasión, la revista hasido ilustrada por Alfredo Montaña.Esta publicación, subtitulada "de poe-sía, literatura y otras bellas artes", cons-tituye una audaz apuesta por mostrarla obra de autores de calidad a travésde un enfoque exento de convencio-nalismos.

EL POETALUR SOTUELA,AUTOR DELA ESPADA ROTAY DIRECTORDE LA REVISTALITERARIAEL INVISIBLEANILLO

Cultura/Poesía

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70 EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO

Cultura/Poesía

Confieso que Fragor de incertidumbre hasupuesto para mí una auténtica sorpresapues yo consideraba a su autor un exce-lente crítico, un dramaturgo, un joven conuna capacidad de trabajo increíble den-tro del ámbito universitario y cultural,pero, aunque tenía noticia de que culti-vaba la poesía e incluso llegué a leer al-gún poema suelto suyo, nunca me pudeimaginar que iba a irrumpir en el pano-rama literario con un libro tan rotundocomo éste. Cierto que una nueva genera-ción poética muy interesante se ha con-solidado ya en Granada. Desde hace unosaños vienen publicando sus libros llenosde frescura y calidad poetas como Alber-to Maqueda, Juanjo Castro o Juan Pere-grina. A ese grupo pertenece AntonioCésar Morón Espinosa por amistad y porafinidades estéticas. Conocimiento de lamétrica clásica, distancia del monocorderealismo de la corriente oficial y búsque-da constante entre las posibilidades queofrece toda la Historia de la Literaturason algunas de las características que losconfiguran.

Gran valor posee este poeta cuando en

el prólogo de su libro nos dice que ha"dejado la originalidad relegada a un se-gundo término". Digamos que AntonioCésar ha puesto sobre el tapete la anti-gua teoría de la imitatio, una teoría quefue norma hasta el siglo XVIII. Todopoeta tiene sus modelos al comenzar suandadura; lo importante es saber elegir-los y darle vida propia a la tradición. Hoy,cualquier principiante se considera genial,aunque sus versos suenen parecidos a losde Gil de Biedma o a los de ÁngelGonzález, pero el poeta que empieza, sidesea que sus escritos no recuerden a losde todos sus contemporáneos, deberábuscarse modelos más lejanos en el tiem-po. Yo fijé mis ojos en Góngora y en losdemás clásicos de los siglos de Oro; An-tonio César Morón ha puesto los suyosen los poetas simbolistas franceses y demanera especial en Baudelaire. No faltanen Fragor de incertidumbre algunos ecos depoetas actuales como Enrique Morón,Narzeo Antino o José Lupiáñez, pero latradición en la que Antonio César ha ele-gido inscribirse y a la que aporta nuevavida, ya lo he dicho, es el simbolismo.

Estamos, pues, ante un libro que enlazacon las corrientes poéticas de fines delXIX, sí, pero también se trata de una obratotalmente de nuestro tiempo. De estemodo, no debe extrañarnos que el poe-ma inicial constituya un homenaje a OscarWilde, que otro esté dedicado a EdgarAllan Poe y que uno de los más hermo-sos del conjunto, "La acordeonista", nosrecuerde aquellos deliciosos poemas enprosa que Baudelaire agrupó con el títu-lo de El spleen de París. Pero a su vez Fra-

gor de incertidumbre constituye unaactualísima apuesta por el vitalismo, porla sensualidad, y ello en lucha constantecontra la melancolía, que siempre perma-nece al acecho, y contra todas las corta-pisas que impiden la plenitud.

Antonio César Morón, al contrario delo que hacen casi todos los poetas realis-tas de hoy, nos vela su intimidad. A vecesla encubre mediante referenciasmitológicas como en el caso de ese"Pegaso anclado" del soneto "Sombra deplenitud". En otras ocasiones, el miste-rio nos deja intuir más que contemplar.No es una poesía fácil la de este jovenescritor: algunos de los treinta sonetosque conforman el libro pudieran por suhermetismo compararse con los queNerval tituló Las Quimeras. Nada deben,pues, al realismo estas composiciones delpoeta granadino absolutamente musica-les donde los versos se encabalgan y losfinales resultan siempre de unarotundidad asombrosa.

Fragor de incertidumbre se divide en trespartes que representan tres momentos enla búsqueda del yo poético de su autorcomo viene a explicarnos en el certeroprólogo la profesora Mercedes FloresMartín. Antonio César Morón Espinosainicia su andadura desde la incertidum-bre y se lanza a la indagación de su pro-pia persona y de su persona poética. En

Fragor deincertidumbre

EL POETAGRANADINO

ANTONIOCÉSAR MORÓN

Y PORTADADE SU

PRIMER LIBRODE VERSOS

FERNANDODE VILLENA

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Julio 2009EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO 71

la primera parte nos presenta el mundoliterario que le interesa y muchos de lospoemas suponen un homenaje a diver-sos autores. La segunda parte es bastan-te más reflexiva. El amor, la intimidad…,adquieren más protagonismo y fuerza. Fi-nalmente, en la tercera, con una mayorserenidad, nos expresa su ansia de comu-nicación y su inquietud por el paso deltiempo. Adquiere, además, ahora gran im-portancia la metapoesía. Antonio Césarparte del respeto y la fascinación por lospoetas; sabe que a la poesía hay que ircon humildad, pero a la vez se nos mues-tra consciente de la falacia de la fama.También nos encontramos en los sonetosde esta tercera parte con otro tema desumo interés: las relaciones entre el críti-co, entendido como lector sensible, y lapoesía. No es casual el hecho de que An-tonio César dedique un poema a DámasoAlonso, puesto que este gran autor del27 resolvió perfectamente esa dualidadpoeta-crítico. En Dámaso Alonso venuestro joven poeta el modelo vital paraseguir. ¿Qué es la Estilística sino la ar-monización entre crítica y literatura? ¿Oes que no son obras de arte los librosensayísticos del maestro del 27 y los dealgunos de sus seguidores como EmilioOrozco?

Antonio César ha recorrido ya un lar-go camino a pesar de su corta edad, y asíaparecen también en sus poemas las vi-siones de distintas ciudades ligadas a suspropias vivencias: Lisboa, Ginebra,Hamburgo…

En otro orden de cosas, señalaré queestilísticamente el libro es brillantísimo.Se encuentra lleno de hermosos símiles:"…su corazón bullía / como un torren-te sano de amapolas…"; de metáforas:"…hoy vuelvo a la pensión del verso…";metáforas que a veces se encadenan:"…Congelaste el crisol de mis caricias /con astillas de hierro en la mirada"…

El léxico, muy elegante, nos recuerdael Modernismo. Se alternan los sonetosde versos endecasílabos con los de ver-sos alejandrinos. Los hipérbatos son atre-vidos, las rimas difíciles -en esdrújulas amenudo, como era frecuente en el perio-do modernista. El ritmo se consigue tam-bién mediante anáforas, bimembracionesy aliteraciones de gran belleza: "…revien-ta un volcán vírico / sus venas de marfily liban con vampírico / silencio…"

Un magnífico poemario, en suma, Fra-

gor de incertidumbre, un entrar por la puer-ta grande en el Parnaso actual y muchosversos que permanecerán vibrando en ellector largo tiempo como los de aquelpoema que nos habla del poeta y su obray que finaliza con estas palabras:

...cada letra es un nicho donde su cuerpo yace.

Salía de él. En el sillón amorfo, bajo eldébil resplandor de una lámpara, leíaaquellos versos - alados y continuos - quedentro de su ser abrían las invisibles ce-rraduras de inexistentes puertas de cris-tal, selladas antes por los muros de pie-dra que, en soledad, día tras día, se ibanlevantando y tapiaban los resquicios pordonde entrara el sol o la voz, la voz dealguien, la comunicación, iluminando elsótano vacío de su lóbrega vida. Salía. Salía de él aquella transparenciasilente, sin que pudiera percatarse, aten-to, de aquel fluir silencioso y constante;de la expansión fulgente y luminosa de laque era vehículo. Salía de él aquel incon-tenible tremor evanescente y álgido, in-accesible al tacto o la razón, como sutilcortina de aliento ante la nieve; comoenjambre de aves transparentes llevándo-se en sus garras el duro corazón que, entanto tiempo, ya no latía por nada ni pornadie. Era una sensación nueva y extrañaque alteraba su conducta rectísima y ha-cía tambalear las duras normas autoim-puestas por nadie - ni siquiera por él -pero que habían erigido un edificio com-pacto, inamovible; un método anodino ymilitarizado de repetitivos usos y costum-bres tendentes a la nada o, quizás, sólo ala anulación de cualquier atisbo de felici-dad, que ya nunca esperaba invadiera nisiquiera un minuto de su vida, tan inac-cesible a otros; a sí mismo; a ninguno. Empezaba a notar su nuevo corazóncon la extrañeza de quien observa unhuevo, quieto e inerte que, de pronto, semueve y del que un raro ser emerge des-

El lector de versos

CARMELOSÁNCHEZMUROS.

de dentro. Una invasión de silenciosollanto le relajaba, ahora, sus tensionadosmiembros y le hacía distenderse en el sillónque, como madre amante, le acogía en sumullido seno, proporcionándole calor ybienestar en tapizado y blando regazo. Interrumpió la lectura un momento. Se afanaba por sentir aquello que sen-tía. Aquella sensación que le invadía comolíquido amniótico y le anegaba de cálidaenergía benefactora; de deseos de volveral mundo de los vivos; de traspasar lasólida tiniebla; de rasgar la ingrávidaplacenta imaginaria que tanto tiempocontenía a aquel ser, que tampoco era él,que nunca fuera él y que, no obstante, lecomprimía en su caparazón invisible ycrujiente, impidiéndole crecer y darseentero.Pensó en el tiempo pasado en soledad.En como había ido cerrando sus salidashacia el mundo exterior, en el que ya na-die recordaba su enclaustrada existencia. Ahora, era una luz nueva la que filtra-ba su poderoso rayo por las rendijas re-cónditas del alma. Un alba presentida quehería de resplandor al ser que, nuevamen-te, ansiaba el baño de plata de la luna, ellíquido frescor de los torrentes, la inva-sión del aroma en sus sentidos... Y pidió. Pidió sin voz, sin conscienciaprecisa, sin urgencia o, al menos, lo sin-tió fuertemente en su adento. Y fue mientras leía el verso revelado:"...lo que yo soy sólo lo sabe el verso",cuando unos golpes sonaron en su puer-ta.

LECTURASPROVECHOSAS,OBRA DEJESÚSRODRÍGUEZDE LATORRE

AHORA,ERA UNALUZ NUEVALA QUEFILTRABA SUPODEROSORAYO PORLAS RENDIJASRECÓNDITASDEL ALMA

Cultura/Poesía

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Julio 2009

72 EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO

Cultura/Ensayo

El deseo es un mundo cuyo cielo no exis-te, dice Cernuda. Según Antonio Enriquesí existe (Erótica celeste, Ediciones Comala,Madrid, 2008), y se identifica con la expe-riencia erótica. Si Bataille señala el erotis-mo en el éxtasis, Enrique indica el éxtasiscomo clave del erotismo. La mística y elerotismo se identifican. Y constituyen laexperiencia suprema, la que da la plenitudal ser humano. Y por eso Enrique habla deuna erótica suprema, para el siglo XXI. Haysobrado optimismo en esa visión que creeque en un futuro próximo llegará la pleni-tud que se negó a otras edades. El libro es una de las visiones más pro-fundas y complejas que se han dado deltema. Reúne muy vastos conocimientos detodas las materias, pero los une con sabi-duría y audacia. Construye puentes por-tentosos, utiliza metáforas muy luminosas,y encuentra símbolos esclarecedores. Porejemplo cuando nos sugiere que camine-mos con el Sol detrás para que veamos de-lante de nosotros nuestra sombra, nuestrosaspectos oscuros. Y es capaz de encontrarlos paralelismos y uniones donde nadie loharía. Relaciona la poesía con la ciencia, yla genética con la astronomía. Se asombracon las bellezas que encuentra en las rela-ciones eróticas de las aves o los insectos.Es capaz de señalar la tragedia de los to-pos. Nos emociona con la Naturaleza en-tera. Solo otro gran poeta, MauriceMaeterlinck, fue capaz de asomarse así alas sugerencias de la Naturaleza. O en otroámbito Henri Bergson. Enrique se construye su propio mito dela Caverna, que tiene algunas similitudescon el de Platón. En el principio es el mie-do y el horror. En la Caverna primigenia sedaban la confusión, el oscurantismo y labrutalidad. Las relaciones sexuales eranpura necesidad biológica, y no concedíancampo ninguno al placer ni a la realizaciónpersonal. El erotismo es la progresivasublimación, en el sentido de refinamientocada vez mayor, de profundizar y ampliarla experiencia, de sutilizarla al máximo. Yla culminación sería la "erótica celeste", queEnrique sitúa como paradigma próximo avenir, en una nueva era. Antonio Enrique escribe con rigor perotambién con valentía, con poesía y tambiéncon lucidez, con intensidad y también sinescamoteos. Su escritura es calmosa y a lavez apasionada, bella y llena de argumen-tos. No teme relacionar los últimos descu-brimientos de la ciencia (de la cienciacuántica, que algunos escritores tomancomo paradigma literario) con las sabidu-

rías orientales o el esoterismo. Se basa enel psicoanálisis pero no desdeña otras apor-taciones. Es capaz de referirse a la astrolo-gía o a la alquimia. Y también a materialesde la psicología, o la sociología, o la medi-cina. Su visión del mundo actual es dura ysin paliativos. Observa un mundo brutal ydeshumanizado, donde se promociona elsexo para mejor robar el erotismo. Que escomo dar lentejas para no tener que con-ceder alta cocina. Pero detrás anuncia unasalvación. Y es el nuevo erotismo celeste,lleno de belleza y sublimidad. Donde el serhumano encontrará su plenitud y hombresy mujeres se complementarán de forma de-finitiva. Digamos, una especie de alquimia,como la que hacían el azufre y el mercurio.Con los dos principios, llevados a susvirtualidades, se encontrará el oro de losseres humanos, se encontrará el cielo. En un capítulo hace un nuevo enfoquedel amor-pasión. Para Denis de Rougemontse trataba de un principio cátaro de nega-ción del mundo, de un escaparse de él porla desmesura y buscar el fracaso y el suici-dio. Para Enrique, y yo creo que es más lú-cido, el componente trágico es el que tienesu lucha contra el tiempo, el buscar lo eter-no en algo que se sabe que se acabará pron-to, el intentar el incendio con los materia-les del cuerpo. Pero Enrique cifra la formasuprema del erotismo en la amistad. Losamantes son ante todo amigos y cómpli-ces. Tienen una comunicación plena y se

ofrecen del todo el uno al otro. Parecería que el erotismo es la formasuprema de civilización. O mejor dicho, decultura. Se desarrolla tanto más cuanto elhombre se va alejando de la brutalidad ini-cial. Cuando va superando el mero sexo yel horror de la Caverna. Eros se desarrollaen paralelo al arte y a la poesía. Y es la for-ma suprema de estética. Por eso sería laculminación del desarrollo humano. El libro incluye reflexiones sobre distin-tos aspectos del tema, por ejemplo un tra-tado sobre la seducción, basándose en ejem-plos de seductores conocidos. Conoce yamplía las teorías más destacadas sobre eltema. Tanto es así que a veces las da dema-siado por sabidas. Por ejemplo, las deStendhal, las de Gregorio Marañon. Perohabla sin complejos y toma de ellas lo quequiere. Y no teme desarrollar sus propiassíntesis, o adelantar sus interpretacionespersonales, que algunos encontrarán arries-gadas. En cualquier caso, el libro está en pro-funda coherencia con el sentido de toda suobra, que es una búsqueda de la plenituden la existencia, de la sublimación, a travésde la estética, los símbolos, las sugestionesorientales, la tradición hermética. Y unapasión profunda por trascender la vulgari-dad de lo real. Enrique ha alcanzado unade las cumbres de su sabiduría y su obra senos aparece luminosa. Esas luces (miste-riosas, apasionadas) ya se anunciaban en elPoema de la Alhambra.

ANTONIOCOSTA

GÓMEZ

El cieloexiste

ANTONIO ENRIQUEESCRIBE CONRIGOR PEROTAMBIÉN CONVALENTÍA, CONINTESIDAD YTAMBIÉN SINESCAMOTEOS.SU ESCRITURA ESCALMOSA Y A LAVEZ APASIONADA,BELLA Y LLENA DEARGUMENTOS

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Julio 2009EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO 73

Cultura/Poesía

Si es cierto que gran parte de la crítica es-pecializada en la poesía española de estas úl-timas décadas no parece haber querido en-tender de otra corriente de nuestra lírica queno fuese la de la poesía de la experiencia, elloexplicaría que la obra de poetas de la talla deDomingo F. Faílde (Linares, Jaén, 1948) nohaya alcanzado el lugar de honor que mereceentre los poetas de su generación, que vienea coincidir por edad con la de los novísimos;si bien es la suya una obra de caráctersingularísimo y marcada personalidad, comoasí debe ser la de todo poeta verdadero. Porsituar, situemos la poesía del vate linarenseresidente en Jerez dentro de esa poética del des-encanto que anima buena parte de la poesía defines del siglo XX y que, lógicamente, se prolon-ga en estas primeras décadas del siglo XXI, lacual inaugura, en consecuencia, la lírica españoladel tercer milenio de nuestra era. Faílde es autor de unos veinte títulos quehan merecido algunos de los más prestigio-sos premios del Ruedo ibérico y, entre ellos,el "Mariano Roldán" correspondiente al año2007, que consiguió con el poemario Retrato

de Heterónimo. Puede que este libro sea consi-derado por los más entendidos como obrade transición en la trayectoria poética dellinarense; lo ignoro a ciencia cierta, aunque al-gunas de sus más esenciales señas de identidadse encuentran también aquí. Me refiero, cómono, al tono pesimista y desesperanzado de su obra,al carácter desencantado que se refleja en la mis-ma, a ese acendrado sentimiento barroco que lainspira, tanto por el tema anteriormente men-cionado del desencanto como por la recurrenciaa otro tema esencial: el de la muerte. Así, pesi-mismo, desencanto y muerte constituyen trespilares temáticos esenciales de una poesía toca-da, igualmente, por el tema del tiempo y la críticaimplacable de una sociedad, la española, quedesde los años de la transición democrática noha respondido a las expectativas que muchos denuestros intelectuales y artistas habían depo-sitado en ella. Las voces silenciadas comoinexistentes por su lucha contra el franquismo,lo han seguido siendo en estos años de de-mocracia; aunque ahora por causas distintas.Me atreveré a decir que esas causas obedecena una política de marketing editorial y a losintereses manifiestos de una corriente poéti-ca dominante: la poesía de la experiencia; asus grupos, grupúsculos y camarillas, a suspoetas protectores y a sus críticos de postín;y por supuesto a los medios de comunica-ción que dieron y dan cobertura a este mon-taje de cartón piedra, siguiendo intereses edi-toriales y avisos o consignas de entendidos.La historia ha sido escrita, en muchas oca-siones, desde la impostura. Y así ocurre, in-

Las vocesen la voz

JOSÉANTONIOSÁEZ

justamente, en esta hora de nuestra poesía. Dejando a un lado esta cuestión y, volvien-do a Retrato de Heterónimo, hemos de señalarque los textos que integran la primera partedel poemario: La voz en el espejo (catorce entotal), constituyen una especie de metapoética,en cuanto que el tema en ellos desarrollado es elde la poesía misma. Constituyen estos poemasun conjunto de textos lúcidos e ilustrativos de loque ha sido el ir y venir de las diversas tendenciaspoéticas en las últimas décadas y, por supuesto,de la poesía del mismo Faílde, siempre coheren-te y consecuente, de una honradez fuera de todaduda y de una singularidad que no se presta aequívocos. Así sucede en "En torno a la pureza"(p. 14), "La reina de la noche" (p. 15), "La poesíaes un diálogo de sordos" (p. 17), "Poética apócri-fa" (p. 19) o "Poesía en movimiento" (p. 21). Lapoesía, y la palabra misma, se convierten así enobjeto de reflexión y análisis, en tema y expre-sión de una preocupación relevante. Los poemas que integran la segunda y la terce-ra parte (Fronteras y La senda oscura) siguen en loesencial la estética del conjunto, si bien son másíntimos y desgarrados, más desencantados y lú-cidos en el sentir que caracteriza al poeta. Y enconsecuencia, también, más desolados,existenciales y metafísicos. Inquietante resulta, porejemplo, su "Oración del desesperado" (p. 42),que nos deja sin argumentos: "Apóstate, Señor,en la esquina más próxima/ y asáltame en lanoche, mientras duerme/ la ciudad y borracho,yo regreso a mi casa./ Que no tiemble tu mano/al asestar el golpe. Sé limpio,/ pues no cabe ma-yor piedad que un tajo/ profesional, certero, ful-minante,/ sin dar opción al tiempo y sus ardides.Date, luego, a la fuga/ y deja que mi alma mueratambién conmigo./ La eternidad es tuya: llévatemi cartera (…) La tristeza,/ quédatela, Señor,véndela al peso:/ ella es la suma exacta de mivida". La cuestión de los heterónimos, mal quepese a algunos que han manipulado el tema asu antojo y beneficio, no es exclusiva del poe-ta portugués Fernando Pessoa quien, es cier-to que utilizó varios a lo largo de su vida, en-tre ellos los de Álvaro de Campos y Ricardo

Reis. Pero también lo hizo, sin ir más lejos,nuestro Antonio Machado con Abel Martíno Juan de Mairena. Los heterónimos de Do-mingo F. Faílde no son otros que los grandesmaestros que le han enseñado a mirar el mun-do y a ubicarse en él, o a ver la vida con losojos de la poesía. Y son muchos: desde JuanRamón Jiménez a Antonio Machado, desdeLuis Cernuda a Gustavo Adolfo Bécquer,desde Quevedo a Góngora y desde el PabloNeruda de sus inicios hasta el mismo Pessoao Jaime Gil de Biedma, tan reivindicados, jun-to a Francisco Brines, por los poetas de laexperiencia. Evidentemente, la enumeraciónsería excesivamente extensa para citarla aquí. Sorprende y cautiva el lenguaje innovadorde Domingo F. Faílde, lleno de expresiones,metáforas e imágenes de inusual belleza enuna poesía de honda raíz romántica y elegíaca,siempre comprometida con la verdad, siem-pre consecuente con sus principios morales yestéticos. Puede que el poeta no esté obligado adecir la verdad de cuanto es, de cuanto siente ylo constituye. Aun así, la poesía de Faílde se ubi-ca en la autenticidad, pues profundiza con luci-dez en el desvelamiento del ser y la conciencia.Se trata, por tanto, en su caso, de una poesía com-prometida con el hombre de esta hora y con sucircunstancia. Es el suyo un compromiso adqui-rido con la honradez y la verdad, principios queha defendido siempre desde una postura críticarigurosa. Y ya se sabe: esa postura no puede con-ducir sino al ostracismo y al silenciamiento dequienes recelan de un espíritu crítico que no dejade resultar incómodo. El pensamiento libre nopuede acarrear sino la soledad y el aislamiento; yello debieran tenerlo a gala, asumiéndolo conabsoluta y total dignidad quienes así han decidi-do conducirse por la vida. Ese es el único triun-fo del que pueden vanagloriarse los insoborna-bles. De igual manera sucedió con muchos delos grandes clásicos de la antigüedad y así ocurreahora. Para otros, sin embargo, el pensamientoacomodaticio resulta ventajoso, pues proporcionamayores prebendas. Faílde, entiendo, no ha ele-gido la senda más fácil ni tampoco ha equivoca-do el camino.

EL POETADE LINARES,AFINCADOEN JEREZ,DOMINGO F.FAÍLDE,AUTOR DERETRATO DEHETERÓNIMO,PREMIONACIONAL DEPOESÍAMARIANOROLDÁN 2007.ÁNFORA NOVA,RUTE, 2008

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74 EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO

Cultura/Narrativa

María Manuela Dolón, la veteranay prestigiosa escritora de relatos, aca-ba de publicar un nuevo libro: Ven-

ganza en la casa amarilla. (Edición delArchivo General de Ceuta). Es, pre-cisamente, este impresionante relato,conmovedor hasta el último instante,el que da título a la obra. Viene acom-pañado de otros diecinueve que, jun-to con el ya mencionado, integran unlibro de veinte narraciones. Veintenarraciones, inolvidables desde la pri-mera a la última: si hubiera que deci-dirse por una, sería extremadamentedifícil la elección. Aunque los temas que la autora tocaen este libro son muy distintos, hay unanota común que los envuelve y caracte-riza a todos: es el marcado humanismoy la palpitante sensación de vida -a lospersonajes de María Manuela Dolón seles siente vivir y respirar-, que, desde elprimer relato hasta el último, atrapa allector. María Manuela Dolón, a travésde sus veinte narraciones -ella prefierellamarlos cuentos-, nos presenta a unosseres que son como nosotros mismos,con todas nuestras virtudes y defectos -más defectos que virtudes- y, adentrar-nos en sus páginas, es, en cierta manera,como bucear en nuestras propias exis-tencias. Quizás por eso, por el enormepoder evocador que tienen, una vez su-peradas las primeras líneas, se hace im-posible abandonar el libro. Según los temas tratados los relatosde este libro se podrían dividir en va-rios apartados: amor, venganza, gue-rra, idiotez humana, infancia, cuestiónsocial, etc. En muchos de ellos la au-tora hace gala de lo que los francesesllaman "coup de théatre". Este acon-tecimiento, súbito e inesperado, unasveces triste -las más- y otras alegre,por lo general coincide con el final delrelato. Lo cual hace que el lector sequede un tanto boquiabierto ante elfinal inesperado, ora con una gota deamargura -tal es el caso del primerode los relatos o del titulado "La esta-

FCO. GILCRAVIOTTO

MaríaManuelaDolón

tua"- ora con una gozosa chispa dealegría en el corazón: es lo que ocurrecon el titulado «¡Que viene don Mar-cial!» o «Las Esquinas». Mención especial merecen los tresrelatos que la autora ha dedicado altema de nuestra desdichada guerracivil. Con gran sabiduría por su parte,María Manuela Dolón ha evitado ha-blar de fascistas y republicanos; tam-poco aparecen en estos relatos elnombre de ninguno de los líderes delos dos bandos en contienda. Estohace que lo que ella cuenta de nuestraterrible contienda también sea válidopara cualquier otra de las muchas queasolan este planeta. Es, qué duda cabe,una hábil manera de superar los lími-tes de la historia y universalizar el re-lato. En dos de estas tres narracionesla autora hace triunfar la amistad y larememoración de un pasado feliz so-bre las inicuas leyes de la guerra. Eshermoso que así sea y que, en mediode tanto horror, todavía haya alguiencon una gota de humanidad en el co-razón. El tercer relato -la anciana querecuerda el día en que el ahora home-najeado general Valerio, entonces sóloteniente, la violó-, es todo un alegatocontra la guerra y los falsos héroes queésta crea y sube al pedestal de sus hi-pocresías.

No puedo terminar este comenta-rio sin hablar del estilo. Es la magiadel estilo la que hace que nos beba-mos un libro o se nos caiga de lasmanos. ¿Cómo es el estilo de MaríaManuela Dolón? Claro, asequible,siempre limpio de estridencias, y, lamayoría de las veces, deliciosamenteintimista. Esto en modo alguno sig-nifica monotonía en el tratamiento de lostemas que abarca la obra. La escritora, unasveces utiliza la narración en primera per-sona; otras, opta por el sistema de autoromnisciente, sin que tampoco falte el soli-loquio o monólogo interior; incluso, enalgún caso -como el relato titulado "El gri-to y la llamada"-, roza el realismo mágico.Los diálogos, que aquí y allá interrum-pen la narración, a la vez escuetos y rea-listas, son otro de los atractivos del li-bro. Fue Ortega y Gasset, quien hablan-do de los libros de Azorín, los definiócomo "primores de lo vulgar". Creoque sólo con cambiar la parte final, lafrase sería válida para este conjuntode narraciones de María ManuelaDolón: primores de lo cotidiano o, siel lector prefiere, primores de la vidacotidiana. Un gran aliciente para,aprovechando estas largas tardes deprimavera-verano, adentrarse en losprimores de esa cotidianidad.

EL ESTILODE MARÍAMANUELADOLÓNES CLARO,ASEQUIBLE,SIEMPRELIMPIO DEESTRIDENCIASY, LA MAYORÍA DELAS VECES,DELICIOSAMENTEINTIMISTA

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