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1 PRESENTACIÓN Si en algunos de mis escritos se encuentra algo que en mi opinión sea distinta de la tuya, deberás comprender que no escribo contra ti, sino que escribo lo que me parece a mí... Y, en verdad, digo esto porque estoy totalmente dispuesto a recibir fraternalmente tu opinión contraria, si hay algo que te extrañe en mis escritos. Y hasta me alegraré de que me corrijas y de tu misma benevolencia al hacerlo. Aún más, te lo pido y lo anhelo. Carta de Agustín a Jerónimo (año 402). Cit. en: Obras de San Agustín, Tomo VIII, BAC 1951, p.393. Acostumbraban los clásicos españoles del Siglo de Oro, en sus dedicatorias y prólogos, a ofrecer excusas al lector por el atrevimiento de tratar tan gran asunto que contenían sus textos con la flaqueza de ánimo y escritura que su misma materia humana les imponía. No es otra la intención de esta presentación de alguien que, proveniente del mundo de las ciencias sociales -en particular de los estudios literarios-, procura valorar positivamente la apelación razonable que realiza José Saramago a la tradición judeocristiana y, a su vez, alguien que procura asumir esta tradición y entenderla, sabiendo que ella entra en permanente diálogo y retroalimentación con factores culturales amplios, como es el mundo de la estética. El tema formal y explícito de este trabajo es indagar en torno a un hecho estético particular (una novela) y mostrar su pertinencia para la reflexión teológica. Tal hecho estético alude al ‘factor Dios’ interpretándolo como razón tanática al existir humano y creyente, y pide reconocerlo con sinceridad desde una solicitud por la vida desde las víctimas. Con ello se evoca la siempre presente ambigüedad de la experiencia humana en torno a su promesa y frustración, o, al decir de González Faus, aquella doble contradicción constitutiva de ser creatura e Imagen de Dios y también pecado y Gracia (1987: 9). Es esto último lo que de manera implícita se alude desde el tema formal y explícito, hablando -no en términos teológicos explícitos ni estrictos, sino partiendo de las ciencias sociales- de la necesidad de reconocer la creaturidad y el pecado para encaminarse hacia la Imagen y la Gracia. Y este implícito acontece en esta escritura en la medida del desenvolvimiento del texto en las páginas que siguen, todas ellas -como se verá- concatenadas en diversos niveles de objetivos trazados, desarrollo de estos en contenidos a partir de elementos metodológicos, y elaboración de conceptos y nociones que conducen al establecimiento de ciertas hipótesis de trabajo en la relación teología- literatura a partir de un caso particular: cada parte del trabajo es (intenta ser) consecuente con las anteriores y posteriores. Pero esto también implica que todo ello se ve atravesado por opciones discursivas, y un constante reconocimiento de los límites de tales opciones -en la medida de la conciencia del autor-, que se van desplegando a lo largo de las páginas y que tendrá especial relevancia en el último capítulo del trabajo (“Conclusiones preliminares”). Es mi deseo realizar, ante todo, una reflexión teológica. Más allá de la particular circunstancia de la presentación de un trabajo de grado, arriesgo un pensamiento en la elaboración de ciertas

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Estudio sobre Saramago

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PRESENTACIÓN

Si en algunos de mis escritos se encuentra algo que en mi opinión sea distinta de la tuya, deberás comprender que no escribo contra ti, sino que escribo lo que me parece a mí... Y, en verdad, digo esto porque estoy totalmente dispuesto a recibir fraternalmente tu opinión contraria, si hay algo que te extrañe en mis escritos. Y hasta me alegraré de que me corrijas y de tu misma benevolencia al hacerlo. Aún más, te lo pido y lo anhelo.

Carta de Agustín a Jerónimo (año 402). Cit. en: Obras de San Agustín, Tomo VIII, BAC 1951, p.393.

Acostumbraban los clásicos españoles del Siglo de Oro, en sus dedicatorias y prólogos, a ofrecer excusas al lector por el atrevimiento de tratar tan gran asunto que contenían sus textos con la flaqueza de ánimo y escritura que su misma materia humana les imponía. No es otra la intención de esta presentación de alguien que, proveniente del mundo de las ciencias sociales -en particular de los estudios literarios-, procura valorar positivamente la apelación razonable que realiza José Saramago a la tradición judeocristiana y, a su vez, alguien que procura asumir esta tradición y entenderla, sabiendo que ella entra en permanente diálogo y retroalimentación con factores culturales amplios, como es el mundo de la estética.

El tema formal y explícito de este trabajo es indagar en torno a un hecho estético particular (una novela) y mostrar su pertinencia para la reflexión teológica. Tal hecho estético alude al ‘factor Dios’ interpretándolo como razón tanática al existir humano y creyente, y pide reconocerlo con sinceridad desde una solicitud por la vida desde las víctimas. Con ello se evoca la siempre presente ambigüedad de la experiencia humana en torno a su promesa y frustración, o, al decir de González Faus, aquella doble contradicción constitutiva de ser creatura e Imagen de Dios y también pecado y Gracia (1987: 9). Es esto último lo que de manera implícita se alude desde el tema formal y explícito, hablando -no en términos teológicos explícitos ni estrictos, sino partiendo de las ciencias sociales- de la necesidad de reconocer la creaturidad y el pecado para encaminarse hacia la Imagen y la Gracia. Y este implícito acontece en esta escritura en la medida del desenvolvimiento del texto en las páginas que siguen, todas ellas -como se verá- concatenadas en diversos niveles de objetivos trazados, desarrollo de estos en contenidos a partir de elementos metodológicos, y elaboración de conceptos y nociones que conducen al establecimiento de ciertas hipótesis de trabajo en la relación teología-literatura a partir de un caso particular: cada parte del trabajo es (intenta ser) consecuente con las anteriores y posteriores.

Pero esto también implica que todo ello se ve atravesado por opciones discursivas, y un constante reconocimiento de los límites de tales opciones -en la medida de la conciencia del autor-, que se van desplegando a lo largo de las páginas y que tendrá especial relevancia en el último capítulo del trabajo (“Conclusiones preliminares”). Es mi deseo realizar, ante todo, una reflexión teológica. Más allá de la particular circunstancia de la presentación de un trabajo de grado, arriesgo un pensamiento en la elaboración de ciertas

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opciones interpretativas. Como ‘opciones’, poseen posibilidades y también límites: en sus posibilidades, procuran ser respetuosas del mundo de lo literario y lo teológico, reconocer con madurez y responsabilidad nuestras tradiciones culturales y teológicas, y valorarlas con sinceridad en el saberse sujeto inmerso en tales tradiciones; pero como ‘opciones’ son también limitadas, en tanto como sujeto que expone no puedo evitar dejarme llevar de los marcos conceptuales en los que he sido formado, y de los apremios de nuestro actual mundo que gritan urgencias de humanización, lo que me lleva, quizás, a insuficientes desarrollos en algunos momentos, o a cuestiones que deban ser más matizadas o ampliadas: es esto lo que forma parte de las limitaciones que la materia humana impone. La única excusa que a ello presento es el sincero intento de realizar una reflexión teológica que, como reflexión, intenta exponerse ante los ojos del lector en su realización, y que sea éste, en su benevolencia -como lo pedía San Agustín-, quien sepa indicar correcciones y nuevos derroteros a esta reflexión, en el mutuo convencimiento de que estamos llamados a la esperanza solidaria.

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INTRODUCCIÓN

Deseo en este trabajo presentar una indagación preliminar en torno a la novela de José Saramago, El evangelio según Jesucristo1, y mostrar, a lo largo de su desarrollo, la pertinencia de tal texto para la reflexión teológica.

Se trata de una lectura interpretativa, y en especial en lo que se refiere a Jesucristo las interpretaciones (juego en el cual participa, por supuesto, Saramago), hay que recordarlo, “son auténticos reveladores de las verdaderas preguntas que nos planteamos a propósito de Jesús” (Sesboüé 1999: 12). Por esto, para empezar he de reconocer en esta introducción mis prejuicios y mis marcos de lectura y ofrecerlos a juicio del lector. Con sus límites y aciertos, ellos son el inevitable resultado de un proceso de lectura y acercamiento en torno al tema cristológico dado por el afán de comprender las insinuaciones de una novela que, por factores personales, captaron primero mi atención antes que el texto bíblico.

Enfocados tales prejuicios, paso realizar un rodeo previo en mi acercamiento al texto de Saramago, explorando el marco cultural e ideológico en el cual se inscribe como “novela”, estableciendo unas primeras hipótesis en torno a porqué una forma de pensar la cristología se inscribe en el espacio de la literatura, y cómo en este espacio adquiere relevancia la novela del Nobel; este previo rodeo, que conforma una primera parte de mi trabajo como acercamiento contextual, es una síntesis de lecturas previas, por lo que no me detengo a desarrollar muchas de las hipótesis allí expuestas, aunque procuro referenciar con claridad el grupo de autores desde los cuales expongo. Con estos elementos, inicio la segunda parte con un análisis literario del texto en cuestión, para establecer allí sus propias coordenadas semánticas y culturales; lo central de tal análisis será establecer lo que llamo el carácter apelativo del texto, a mi juicio absolutamente singular en la novela de Saramago y lo que lo diferencia, de manera radical, de otras formas noveladas con similar orientación; y no se trata tan sólo de su diferencia, sino que desde allí surge la urgencia (claro está, no como único ámbito posible) de recuperar el carácter apelativo del texto neotestamentario. Tal urgencia marcará, entonces, una lectura del texto neotestamentario que será presentada en la tercera parte del trabajo, referida desde los tópicos tratados por Saramago y que validará o no la reflexión presentada en la primera parte.

Este es mi plan de trabajo, que he calificado arriba como una ‘indagación preliminar’. Deseo exponer ahora lo que ha sido el proceso que me llevó a lo que aquí se expone, y que quiere ser un ejercicio de toma de conciencia del camino recorrido. No necesariamente forma parte del cuerpo del trabajo, pero es su antecedente en tanto allí se va delineando el por qué de este trabajo. Como antecedente, este por qué permitirá comprender el cómo realizo esta indagación (allí sitúo las pautas metodológicas), lo que se expondrá en las introducciones a cada una de las tres partes que la conforman. Con esta información, los

1 Su original en Caminho, Lisboa 1991. Utilizo la edición de Seix Barral (Barcelona 1992). De ahora en adelante la citaré como ESJ.

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capítulos propiamente dichos, irán dibujando el qué se indaga en su especificidad, en sus contenidos, en constante interacción con su cómo y por qué. 1. INDAGACIONES PRELIMINARES ALREDEDOR DEL TEMA.

Todo trabajo científico, independiente del método en el cual se halle encuadrado, tiene como punto de partida una pasión que, con el tiempo, se va explicitando y articulando. Por esto, como trabajo, habla de una subjetividad en constante diálogo. Lo que no viene atravesado por la pasión, es tan solo un trabajo técnico, que bien puede observar el rigor científico sin que se aparte de una actitud técnico - burocrática. Indico esto en tanto deseo explicitar mi propio punto de partida, mi presupuesto, que incide en lo básico en la tarea que aquí me propongo, que es ir clarificando mi propia reflexión en la medida que se va concretizando en tratamientos específicos. Por esto, antes de indicar los elementos propios del acercamiento aquí ofrecido, deseo centrarme en las posibilidades que me llevaron a la elección de este tema2.

En un primer momento, la intuición temática giró en lo que llamé, de manera provisional, las tensiones interpretativas del cuerpo de Jesús. Intentaré explicitar esta opción desde los cuatro puntos que ofrece Farina como los problemas básicos a abordar antes de formular definitivamente un tema en algún trabajo investigativo (:45-46).

1) La opción madurada. Para Farina, toda elección de tema “equivale a la opción definitiva por una especialización” (:45). Sentido que comparto, entendiendo que esta opción se enlaza de alguna manera dentro de un haz limitado de varias opciones vitales, conscientes unas, inconscientes otras. Tengo que hablar entonces, con brevedad, de la historia personal.

Como estudiante de la carrera de Literatura, el momento inicial de realizar la Tesis fue conflictivo al no encontrar mi ‘tema’, pues lo pensado en principio no me despertaba pasión, con lo cual el trabajo de grado se convirtió en pesada obligación. Recién pude salir de ella al encontrar mi tema, al asistir a la película de Herzog, Aguirre o la ira de Dios. Algunas referencias tenía yo de obras literarias, pero, ya con la imagen de Kinski, me lancé a devorar tal literatura, y ella me remitía a otras literaturas. Era el punto de arranque, y su resultado fue el trabajo de grado El espectro de Lope de Aguirre en la novela hispanoamericana. El análisis allí realizado me permitió darme cuenta que el cuerpo es un campo simbólico donde se concentra la socialidad y la sociabilidad humanas, campo de batallas, de conflictos, de enfrentamientos constructivos y destructivos (y sus matices) entre campos hermenéuticos.

Al tiempo de esta toma de conciencia, entraba también a jugar otras vivencias. Por un lado, la participación durante largo tiempo en un trabajo social barrial, lo que implicó vivencias corporales (como concentración de lo afectivo, lo volitivo, lo tendencial, alegrías, rabias, amores, desamores...). Por otro, desde este contexto vivencial, la toma de contacto con autores teológicos heterodoxos, entre los cuales destaco al cientista alemán Franz Hinkelammert, quien realiza una fuerte reflexión de la teología desde una comprensión de su incidencia en lo económico y social, y la incidencia de estos aspectos sobre ella, a partir de un análisis del fetichismo en las ciencias sociales. Este último, finalmente, me 2 Realizo este recorrido desde una lectura personal y subjetivada de pasos metodológicos expuestos por Farina (:44-47).

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fue mostrando lo que es el discurso como articulación de los grandes imaginarios o mitos sociales, y las consecuencias efectivas que posee sobre la vida humana concreta.

Un tercer elemento de esta historia personal, es el trabajo en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Seminarios, cursillos, la misma preparación de clase, fueron formando un rigor y una competencia, y un aparecer -sobre todo- de una intuición que, trabajada como literato y vivida como viviente de barrio popular, se entroncaba con el discurso teológico expresándose en nuevas categorías. Se trata de la conciencia del cuerpo, su centralidad e importancia. Cuerpo visto, sufrido, interpretado, asumido, cuestionado. El cuerpo es como la gran síntesis de la historia y tensiones de Occidente, del cual somos herederos, y que conforma primariamente nuestra posibilidad de existencia al futuro.

Esta intuición, creo yo, ha sido tematizada en especial por Occidente, desde el cuerpo de Cristo. Desde Jesús a los apóstoles, desde los apóstoles a Pablo, desde Pablo a Clemente I, desde Clemente a San Anselmo, y aún toda la historia de Occidente, se ha referido a ese cuerpo. Hoy día, ese referirse no lo encontramos de manera explícita, pero sigue latiendo. Hay, y se forja, una imagen alrededor del cuerpo, y esa imagen tiene su raíz en aquel viejo kerigma de las primeras comunidades, hace ya veinte siglos. La opción madurada la refiero entonces a esta intuición de la relevancia del cuerpo, y sobre todo, del cuerpo presentado a través de los textos.

2) La inclinación. Farina sugiere, antes de entrar a considerar un tema, pensar si éste se adapta a las inclinaciones y facultades del estudiante (:45). La inclinación se refiere a lo que se tiende, y la facultad a la competencia para desarrollar tal inclinación, las ‘dotes’. De lo primero, creo que queda con suficiencia justificado en el apartado anterior; añadiría a esto un creciente gusto por la ‘novela sobre Jesús’. De lo segundo, tengo que decir que todos estos años de estudio me han proporcionado un marco de referencia, de criterios, de intuiciones, de saberes, suficientes para acometer tal empresa. Existirán deficiencias, pero ya con la experiencia acumulada, puedo decir que ellas no se constituyen como obstáculo insalvable; antes bien, fuerzan el conocimiento y la creatividad.

3) La utilidad. Lo tercero a clarificar es que el tema “suponga utilidad para el mismo estudiante, para la institución de que tal vez forme parte, para la Iglesia; que se amolde a las directrices de quienes más adelante le habrán de asignar su puesto de trabajo” (Farina: 45).

El tema de la ‘utilidad’ en un trabajo académico es bastante delicado, por cuanto ésta depende, muchas veces, de la promoción. En primer lugar, en el ámbito personal, creo útil el tema planteado en tanto me da oportunidad de precisar y desarrollar intuiciones fundamentales que han venido surgiendo desde mi historia personal; también es ocasión de un ejercicio metódico y riguroso, cuyo cúlmen primero se concretará en el trabajo de grado; por último, afina las opciones fundamentales ya comentadas. En este nivel entiendo también la cuestión laboral, en tanto se aúna con la búsqueda de significados y actualizaciones del mensaje teológico en un ámbito concreto de trabajo.

Respecto de la utilidad para la Institución de la que formo parte, ésta la entiendo en una triple perspectiva: la institución como sociedad, como Iglesia, y como organización universitaria. De lo primero, pienso que es urgente repensar nuestra sociedad, pues las

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actuales circunstancias son herencia de toda una cultura vivida, de siglos, que hunde sus raíces en el judeocristianismo y las nociones allí formuladas, las cuales aluden la percepción de lo concreto corporal y que siguen informando nuestra actual historia; se trata, entonces, de una contribución a la lectura de nuestras raíces y de la forma como las estamos actualizando. Esto se entiende no de manera exclusiva, entre otras institucionalidades, en la Iglesia, en tanto que ella históricamente ha manejado y posibilitado determinados desarrollos de tales raíces. Por último, y atendiendo al contexto de donde ha surgido esta inquietud y donde se desarrolla, hablo de la Universidad, por ser allí el punto de contacto del pensamiento con quienes van a posibilitar ciertas socialidades en el futuro. 2. MARCO GLOBAL DE UN TRATAMIENTO ESPECÍFICO.

Como opción madurada, de mi natural inclinación, y teniendo a la vista su posible utilidad, tuve la oportunidad de reflexionar un poco más sobre el tema enunciado en su manera genérica (Tensiones interpretativas del cuerpo de Jesús), y siguiendo las sugerencias de Farina, lograr un primer esquema sobre él, y una primera delimitación y jerarquización, lo que me llevó a reformular el tema de la siguiente manera: El texto de Jesús, el Cristo: jornada de las tensiones interpretativas del cuerpo de Jesús. Sobre tal enunciado, es necesario llamar la atención sobre sus componentes: (a) Jesús alude a un personaje de la historia, cuya particularidad importancia se cifra en un horizonte de sentido de fe; este horizonte de sentido viene aludido en la palabra Cristo, producto de la particular vivencia de esa historia de parte de comunidades post-pascuales. (b) Se trata en ese movimiento, en ese paso de lo pre a lo post, de una interpretación que actualiza ese pasado, nunca unívoca sino elaboradora y descubridora de nuevos significados, aún con el riesgo de la desviación; interpretación nunca detenida, sino actuante en los diversos momentos de la historia, en conflicto y en comunión, según sea los lugares desde donde ella se ejerce: hablo, por esto, de tensiones interpretativas. (c) Paralelo a esto, ese Jesús viviente, su historia, su interpretación, es testimoniada; se trata de la pervivencia de ese testimonio, de ese entender, en textos, los cuales proporcionan y han proporcionado unas imágenes de Jesucristo, imágenes que se hacen modélicas para la comprensión de la interrelacionalidad humana; es decir, hablan de la manera como un cuerpo ha de ser vivido y asumido, de la manera como construye su socialidad y su sociabilidad.

Distinguir estos componentes me permite encontrar algunas advertencias frente al camino que me planteo. La primera me sugiere que lo anterior supone una opción de tipo antropológico e interpretativo. Sobre esto, de manera muy somera, puedo decir que todo acontecer humano es acontecer interpretado; pero, a su vez, tal acontecer aparece como tal en cuanto capacidad de interpelación y de dejarse interpelar, es decir, dentro de una disposición personal y un sentido histórico que posibilita tal disposición; se trata del ‘lugar’ de la tradición, desde el cual se reinterpreta lo ya interpretado, lugar que da y posibilita el sentido. Pero la realidad humana es realidad de ‘lugares’ (en plural), lo que explica las tensiones que surgen entre las diversas interpretaciones. Tales interpretaciones, en cuanto en su devenir constituyen el ethos social y cultural, también son opciones interpretativas, que en su constante comunicación (concretada en texto) desvían o retoman aquel primer acontecer interpretado. La segunda advertencia se refiere al acontecimiento que posibilita esta interpretación. Acontecimiento vivido,

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testimoniado e interpretado. Su primer testimonio e interpretación va forjando una tradición, que poco a poco se va entroncando con los testimonios e interpretaciones de la historia hermenéutica de quienes van asumiendo tal testimonio e interpretación. Se va forjando así tradiciones eclesiales, sistemáticas, religiosas, confluyendo unas veces, otras no, que de una forma u otra, desde sus propios marcos interpretativos, intentan dilucidar la verdad de tal acontecimiento primero. Frente a ello, he de imponer y arriesgar un límite, es decir, escoger autores centrales y representativos de tales tensiones interpretativas. Por último, para asumir este juego de interpretaciones, parto de un lugar problemático: el ‘cuerpo’. Si tales tensiones interpretativas deben ser asumidas y pensadas, es porque ellas representan problemas. En efecto, en tanto tradiciones interpretativas, han tenido efectiva incidencia en el ethos social: posibilitan marcos de actuaciones humanas, y toda actuación humana es, desde su dato primario, corporal. Las tradiciones que me interesan muestran una imagen de cómo debe ser vivida la corporeidad humana, de cómo es, o ha de ser, la actuación humana. De allí la importancia de un enfoque concreto, el cuerpo, que además de ser dato primario, es a la vez, antes que mismo dato, condición de posibilidad del dato.

Se trata, en los diferentes momentos de mi indagación, de estar volviendo constantemente sobre lo mencionado. Pero esta etapa de formulación inicial del tema es ambiciosa porque presupone un manejo amplio de las fuentes, por no decir de veinte siglos de historia donde tales interpretaciones han jugado su papel... ¿Vale la pena tal ambición? Intuyo que sí, pero ya en el camino me he visto en la necesidad de limitar mi reflexión, puesto que incluso cada autor posee su propia historia y evolución interpretativa. Se trata de un ejercicio de pensar, y de ir encontrando los límites de ese pensar, por lo que es necesario arriesgar.

Poco a poco, entonces, fui centrando la mirada. En una perspectiva ya más restringida, aunque todavía amplia, mi trabajo investigativo se refiere a las novelas sobre Jesús. Esta especificación parte de algunas hipótesis: el acontecimiento Jesucristo despliega un juego de vivencias, interpretaciones y reinterpretaciones, que van posibilitando la historia de Occidente en sus líneas fundamentales. La imagen de Jesucristo ha tratado de ser aprehendida y explicada, y se ha tratado de mostrar su validez en muchos momentos de la historia, y de muchas maneras. Esto ha implicado una lectura de la imagen ofrecida en muy diversos textos, de tipo canónico o extracanónico. Pero, desde la modernidad, el lugar tradicional donde se lee tal imagen, donde se busca su significación, se ha ido complementando o cambiando. Se trata del fenómeno de la literatura, y en específico, de la novela, la cual entra a definir, con mucha fuerza, las comprensiones que se construyen alrededor de Jesús. Hoy día, el común de la gente construye su imaginario creyente alrededor de textos del género ‘novela’ que tratan ‘vidas’ de Jesús. Sobre tal fenómeno se han realizado algunas reflexiones genéricas, pero primando, creo yo, un afán de defensa o ataque a la doctrina, antes que una reflexión que de cuenta positivamente de tal fenómeno.

Con tal especificidad, en la intención de examinar qué imagen se construye alrededor de Jesús en los textos de ficción -novelas- sobre Jesús, del amplio universo de éstas reconocí mi interés en tres obras que, a mi juicio, son centrales en el siglo XX: la Historia de Cristo, de Giovanni Papini, El Evangelio según Jesucristo, de José Saramago, y Caballo de Troya, de J.J.Benítez. Estas las considero representativas por lo siguiente: el

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texto de Papini constituye un hito en su momento, no sólo por su calidad literaria, sino por resumir en su narrativa el honrado intento de un creyente por elaborar un texto estético que busca ser “un libro que haga vivir más a Cristo, el siempre viviente”, y respetuoso sumo de la “cándida sobriedad” de los evangelios (Papini: 16, 12); el texto de Saramago, de notable calidad literaria también, se constituye como una invitación a la reflexión y el cuestionamiento de las sombras dadas bajo la égida del Resucitado, en el entendido de que en nuestros tiempos de verdades unilaterales y deshumanizadoras es necesario “iluminar con una luz rasante la superficie (...) como se hace a una pintura, de manera de hacerle resaltar los relieves, las señales de paso, las oscuridades de las depresiones” (Saramago 1999a: 19); el texto de Benítez, por último, reconociendo su calidad estilística, es un ejemplo de la banalización y vulgarización típicas del new age comercial que invaden nuestras formas comprensivas del kerigma, en el convencimiento que lo que allí se expone es ciencia auténtica en busca de la verdad, “de tal magnitud que los espíritus poco evolucionados o de estrecha visión podrían sentirse heridos” (Benítez 1986: 10). Son tres grandes posturas que representan las grandes líneas de acercamiento al viejo kerigma, y sus posibles lecturas desde la novela.

Como puede observar el lector, de todo este plan de trabajo las líneas presentes apenas tocarán uno de sus desarrollos, en este caso, la narrativa referida por Saramago. Es simplemente un inicio, una primera apertura, que tiene la esperanza de irse concretizando en años venideros. De allí mi insistencia: se trata, aquí, de una ‘indagación preliminar’. La valoración de ESJ desde su carácter apelativo, será positiva para la teología, quedando a juicio del lector si tal valoración efectuada se realizó de manera correcta. Queda por ver qué valoraciones merecerían las otras dos novelas mencionadas, pero esto será tema de futuros trabajos.