Estetica Del Hambre g.rocha

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  • 7/29/2019 Estetica Del Hambre g.rocha

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    P A G I N A 5 2 | D O S S I E R G L A U B E R R O C H A

    La esttica del hambre

    Tesis presentada durante las discusiones en torno al Cinema Novo,

    en ocasin de la retrospectiva realizada e n la Resea del Cine Latino-

    americano, en Gnova, enero de 1965

    D O S S I E R G L A U B E R R O C H A | P A G I N A 5 3

    Por Glauber Rocha

    ejando de lado la introduccin informati-

    va que se transforma en la caracterstica

    general de las discusiones con respecto

    a Amrica Latina, prefiero situar las reacciones

    entre nuestra cultura y la cultura civilizada en

    trminos menos reducidos que aquellos que,

    tambin, caracterizan el anlisis del observador

    europeo. As, mientras Amrica Latina lamen-

    ta sus miserias generales, el interlocutor ex-

    tranjero cultiva el gusto de esta miseria, no co-

    mo un sntoma trgico, sino solamente comodato formal en su campo de inters. Ni el latino

    comunica su verdadera miseria al hombre civi-

    lizado ni el hombre civilizado comprende ver-

    daderamente la miseria del latino.

    He aqu -fundamentalmente- la situacin de las

    artes en Brasil frente al mundo: hasta hoy, so-

    lamente mentiras elaboradas como verdades

    (los exotismos formales que vulgarizan proble-

    mas sociales) consiguieron comunicarse en

    trminos cuantitativos, provocando una serie

    de equvocos que no terminan en los lmites del

    arte, sino que contaminan sobre todo el terre-

    no general de lo poltico. Al observador euro-

    peo, los procesos de la creacin artstica del

    mundo subdesarrollado slo le interesan en la

    medida en que satisfagan su nostalgia del pri-

    mitivismo; y este primitivismo se presenta h-

    brido, disfrazado sobre tardas herencias del

    mundo civilizado, mal comprendidas porque

    fueron impuestas por los condicionamientos

    colonialistas.

    Amrica Latina permanece colonia, y lo que di-

    ferencia al colonialismo de ayer del actual es

    solamente la forma ms perfecta del coloniza-

    dor; y adems de los colonizadores, las formas

    sutiles de aquellos que tambin, sobre noso-

    tros, arman futuros golpes.

    El problema internacional de Amrica Latina es

    todava un caso de cambio de colonizadores,

    siendo que una liberacin posible estar toda-

    va por mucho tiempo en funcin de una nueva

    dependencia.

    Este condicionamiento econmico y poltico

    nos llev al raquitismo filosfico y a la impo-

    tencia, que, a veces inconsciente, a veces no,

    producen en el primer caso la esterilidad y en

    el segundo la histeria.

    La esterilidad: aquellas obras encontradas en

    gran cantidad en nuestro arte, en donde el au-

    tor se castra en ejercicios formales que todava

    no alcanzan la plena posesin de sus formas,el sueo frustrado de la universalizacin; artis-

    tas que no despertaron del ideal esttico ado-

    lescente. As, vemos centenares de cuadros en

    las galeras, empolvados y olvidados, libros de

    cuentos y poemas, piezas teatrales, filmes que,

    sobre todo en So Paulo, provocaron inclusive

    quiebras...

    El mundo oficial encargado de las artes gener

    exposiciones carnavalescas en varios festiva-

    les y bienales, conferencias fabricadas, frmu-

    las fciles de xito, cocktails en varias partes

    del mundo, adems de algunos monstruos ofi-

    ciales de la cultura, acadmicos de letras y ar-

    tes, jurados de pintura y delegaciones cultura-

    les por el exterior.

    Monstruosidades universitar ias: las famosas

    revistas literarias, los concursos, los ttulos.

    La histeria: un captulo ms complejo. La indig-

    nacin social provoca discursos impetuosos. El

    primer sntoma es el anarquismo que marca la

    poesa joven hasta hoy (y la pintura). El segun-

    do es una reaccin poltica del arte que hace

    mala poltica por exceso de sectarismo. El ter-

    cero y ms eficaz es la bsqueda de una siste-

    matizacin para el arte popular. Pero el equvo-

    co de todo esto es que nuestro posible equili-

    brio no resulta de un cuerpo orgnico, sino de

    un titnico y auto-devastador esfuerzo en el

    sentido de superar la impotencia; y en el resul-

    tado de esta operacin de frceps, nosotros

    nos vemos frustrados, slo en los lmites infe-

    riores del colonizador: y si l nos comprende,

    entonces no es por la lucidez de nuestro dilo-

    go sino por el humanitarismo que nuestra in-

    formacin inspira.

    Una vez ms el paternalismo es el mtodo de

    comprensin para un lenguaje de lgrimas o de

    mudo sufrimiento. El hambre latino, por eso, no

    es solamente un sntoma alarmante: es el ner-

    vio de su propia sociedad. Ah reside la trgica

    originalidad del Cinema Novo delante del cinemundial: nuestra originalidad es nuestro ham-

    bre, y nuestra mayor miseria es que este ham-

    bre, siendo sentido, no es comprendido.

    De Amanda hasta Vidas Secas, el Cinema No-

    vo narr, describi, poetiz, discurs, analiz.

    Excit los temas del hambre: personajes co-

    miendo tierra, personajes comiendo races,

    personajes robando para comer, personajes

    matando para comer, personajes huyendo pa-

    ra comer, personajes sucios, feos, descarna-

    dos, viviendo en casas sucias, feas, oscuras;

    fue esta galera de hambrientos que identific

    al Cinema Novo con el miserabilismo tan con-

    denado por el Gobierno, por la crtica al servi-

    cio de los intereses antinacionales, por los pro-

    ductores y por el pblico, este ltimo sin so-

    portar las imgenes de la propia miseria.

    Este miserabilismo del Cinema Novo se opone

    a la tendencia del cine digestivo, preconizada

    por el mayor crtico de Guanabara, Carlos La-

    cerda: filmes de gente rica, en casas bonitas,

    en automviles de lujo, filmes alegres, cmi-

    cos, rpidos, sin mensajes, de objetivos pura-

    mente industriales. Estos son los filmes que se

    oponen al hambre, como si, en la estufa y los

    departamentos de lujo, los cineastas pudiesen

    esconderla miseria moral de una burguesa in-

    definida y frgil, o como si los propios materiales

    tcnicos y escenogrficos pudiesen esconder

    el hambre que est enraizado en la propia inci-

    vilizacin. Como si, sobre todo, con este apa-

    rato de paisajes tropicales, pudiera ser disfra-

    zada la indigencia mental de los cineastas que

    hacen este tipo de films. Lo que hizo del Cine-

    ma Novo un fenmeno de importancia interna-

    cional fue justamente su alto nivel de compro-

    miso con la verdad; su propio miserabilismo,

    antes escrito por la literatura de los aos trein-

    ta, fue ahora fotografiado por el cine de los

    aos sesenta; y si antes era escrito como de-

    nuncia social, hoy pas a ser discutido comoproblema poltico.

    Las propias etapas del miserabilismo en nues-

    tro cine son internamente evolutivas. As, como

    observa Gustavo Dhal, van desde el fenome-

    nolgico (Porto das Caixas), al social (Vidas Se-

    cas ) , al poltico (Deus e o Diabo), al potico

    (Ganga Zumba), al demaggico (Cinco vezes

    Favela) , al experimental (Sol sobre a lama) , al

    documental (Os mendigos), experiencias en va-

    rios sentidos, frustradas unas, realizadas otras,

    pero todas componiendo, al final de tres aos,

    un cuadro histrico que, no por casualidad, va

    a caracterizar el perodo Jnio-Jango: el per-

    odo de las grandes crisis de conciencia y de

    rebelda, de agitacin y revolucin que culmin

    en el Golpe de Abril. Y fue a partir de abril que

    la tesis del cine digestivo gan peso en Brasil,

    amenazando, sistemticamente, al Cinema Novo.

    Nosotros comprendemos este hambre que el

    europeo y el brasileo en su mayora no en-

    tienden. Para los europeos es un extrao su-

    rrealismo tropical. Para los brasileos es una

    vergenza nacional. El brasileo no come, pe-

    ro tiene vergenza de decir eso; y sobre todo,

    no sabe de dnde viene este hambre.

    Sabemos -nosotros que hicimos estos filmes

    feos y tristes, estos filmes gritados y desespera-

    dos donde no siempre la razn habla ms alto-

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    que el hambre no ser curado por los planea-

    mientos de gabinetes y que los remiendos del

    tecnicolor no esconden, sino agravan sus tu-

    mores. As, solamente una cultura de hambre,

    manando de sus propias estructuras, puede

    superarse cualitativamente; y la ms noble ma-

    nifestacin cultural del hambre es la violencia.

    El acto de mendigar, tradicin que se implan-

    t con la redentora piedad colonialista, ha sido

    una de las causas de la mistificacin poltica y

    de la ufana mentira cultural: los relatos oficiales

    del hambre piden dinero a los pases colonia-

    listas con la intencin de construir escuelas sincrear profesores, de construir casas sin dar tra-

    bajo, de ensear el oficio sin ensear el alfabe-

    to. La diplomacia pide, los economistas piden,

    la poltica pide: el Cinema Novo, en el campo

    internacional, no pidi nada, sino que impuso

    la violencia de sus imgenes y sus sonidos en

    veintids festivales internacionales.

    Para el Cinema Novo, el comportamiento exac-

    to de un hambriento es la violencia, y la violen-

    cia de un hambriento no es primitivismo. Co-

    risco es primitivo? La mujer de Porto das Cai-

    xas es primitiva?

    El Cinema Novo: una esttica de la violencia

    antes de ser primitiva y revolucionaria; he ah el

    punto inicial para que el colonizador compren-

    da la existencia del colonizado; solamente

    concientizando su nica posibilidad, la violen-

    cia, el colonizador puede comprender, por el

    horror, la fuerza de la cultura que l explota.

    Mientras no levanta las armas, el colonizado es

    un esclavo: fue necesario un primer polica

    muerto para que el francs viera un argelino.

    Esa violencia, con todo, no est incorporada

    al odo, como tampoco diramos que est liga-

    da al viejo humanismo colonizador. El amor

    que sta violencia encierra es tan brutal co-

    mo la propia violencia, porque no es un amor

    de complacencia o de contemplacin, sino un

    amor de accin y transformacin.

    El Cinema Novo, por eso, no hizo melodramas;

    las mujeres del Cinema Novo siempre fueron

    seres en busca de una salida posible para el

    amor. Dada la imposibilidad de amar con ham-

    bre, la mujerprototipo, la de Porto das Caixas,

    mata al marido; la Dandara de Ganga Zumba

    huye de la guerra para un amor romntico; Sin-

    h Vitor ia suea con nuevos tiempos para los

    hijos; Rosa va al crimen para salvar a Manuel y

    amarlo en otras circunstancias; la muchacha

    del sacerdote necesita romper el hbito para

    ganarun nuevo hombre; la mujer de O Desafiorompe con el amante porque prefiere quedarse

    fiel a su mundo burgus; la mujer en So Paulo

    S. A. quiere la seguridad del amor pequeo

    burgus y para eso intentar reducir la vida del

    marido a un sistema mediocre.

    Ya pas el tiempo en que el Cinema Novo ne-

    cesitaba explicarse para existir. El Cinema No-

    vo necesita procesarse para que se explique,

    en la medida en que nuestra realidad sea ms

    discernible a la luz de los pensamientos que no

    estn debilitados o que deliren por el hambre.

    El Cinema Novo no puede desarrollarse efecti-

    vamente mientras permanezca al margen del

    proceso econmico y cultural del continente la-

    tinoamericano; adems, porque el Cinema No-

    vo es un fenmeno de los pueblos colonizados

    y no una entidad privilegiada de Brasil. Donde

    haya un cineasta dispuesto a filmar la verdad y

    a enfrentar los padrones hipcritas y policia-

    lescos de la censura, ah habr un germen vivo

    del Cinema Novo. Donde haya un cineasta dis-

    puesto a enfrentar el comercialismo, la explo-

    tacin, la pornografa, el tecnicismo, ah habr

    un germen del Cinema Novo. Donde haya un

    cineasta de cualquier edad, de cualquier pro-

    cedencia, pronto a poner su cine y su profesin

    al servicio de las causas importantes de su

    tiempo, ah habr un germen del Cinema Novo.

    La definicin es sta, y por esta definicin, el

    Cinema Novo se margina de la industria, por-

    que el compromiso del Cine Industrial es con la

    mentira y con la explotacin. La integracin

    econmica e industrial del Cinema Novo de-

    pende de la libertad de Amrica Latina. Para

    esta libertad, el Cinema Novo se empea en su

    propio nombre, de sus ms prximos y diver-

    sos integrantes, de los ms burros a los ms

    talentosos, de los ms dbiles a los ms fuer-

    tes. Es una cuestin de moral que se reflejar

    en los filmes en el tiempo de filmar un hombre

    o una casa, en el detalle que observa, en la fi-

    losofa: no es un filme, sino un conjunto de fil-

    mes en evolucin el que le dar al pblico, por

    fin, la conciencia de su propia existencia.

    No tenemos por eso mayores puntos de con-

    tacto con el cine mundial. El Cinema Novo es

    un proyecto que se realiza en la poltica del

    hambre, y sufre, por eso mismo, todas las de-

    bilidades consecuentes de su existencia.