Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agüero - Parte 3

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    os

    DE LA RIVA AGERO

    El Arzobispo Escandn no quera bien a Castelfuerte.

    Por piques de etiqueta, se retir lo ms del tiempo a Sur-

    ca, que era la residencia rstica de moda. Chorrillos, al

    dea

    de

    pescadores, no serva hasta

    la

    segunda mitad del

    XVIII, sino para excursiones y pachamancas de un da

    o jornadas de una semana cuando

    ms.

    A Miraflores y

    Lurn iban a convalecer algunos enfermos. Surco el Nue-

    vo el

    Viejo deshabitado desde

    el

    Virrey Toledo, estaba

    en

    ruinas, a las faldas del Morro Solar , atraa para lar-

    gas temporadas, porque se consideraba, por ser descam-

    pado y sus buenos aires, como refugio contra los templo-

    res y la peste de viruelas. En

    el

    ltimo tercio del siglo

    anterior, haba sido residencia, por ms de dos aos del

    Conde

    de

    Castellar y su familia, mientras ste renda

    cuenta de su administracin. Varias familias nobles, no

    contentas con

    los

    ranchos

    de los

    indios, habilitaron casas-

    huertas que, abandonadas

    al

    fin del XVIII, no han dejado

    sino vestigios casi imperceptibles, por la fragilidad de sus

    materiales de adobes y quinchas. Los veraneantes perma-

    necan en Surco hasta bien entrado el invierno por que

    all organizaban los paseos a las lomas de Atocongo, en

    grandes cabalgatas, con msica de arpas, y vihuelas, y a

    veces de violines. Iban a Surco a asistir a la estacin de

    fiestas y toreos, y a hacer la corte al achacoso Arzobispo,

    oidores, ttulos y altos empleados

    de

    ambas curias, como

    el

    Dean D. Andrs Munive, pariente

    de los

    Valdelirios,

    Issagas y Sierrabellas; el sabio magistrado D. Toms de

    Salazar, el cannigo Poveda, los Marqueses de Villafuerte,

    los

    Condes de San Juan

    de

    Lurigancho, los Pinedas de

    Guatemala, etc. En Surco fue el comentado noviazgo de

    Chepita Santa Cruz con

    D.

    Francisco Hurtado de Men-

    daza.

    La familia de Santa Cruz perteneca a

    los

    ms gra-

    neado de la nobleza limea. Aliada en anteriores genera

    ciones con los Issagas, los Agero y Aasco, y los Ros

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    GUR N

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    de Navamuel, condecorada por Carlos JI con el ttulo

    condal de San Juan de Lurigancho, posea por juro de

    heredad l tesorera

    de

    la Casa de Moneda. El hijo ma-

    yor, Capitn D. Jos de Santa Cruz y Centeno de Ch-

    vez, Caballero de Santiago, haba sido Alcalde en

    1728

    y

    9

    Y viajaba por Espaa. El segundo, Diego, en quien

    al cabo vino a recaer el condado, cas con una Quere-

    jazu. Las mujeres fueron por matrimonio Marquesas de

    Moscoso, Otero y Castelln; pero la ms viva, que

    se

    llamaba tambin Josefa porque estos tiempos fueron de

    la predominante devocin a San Jos, difundida desde la

    reforma carmelita de Santa Teresa) se enamor del joven

    D. Francisco de Mendoza e Iturrizarra, aunque por

    las

    cartas de Melgarejo se descubre que haba

    el

    propsito de

    casarla con novio

    ms

    opulento. No era fcil que fuera

    de

    mejor cuna pues D. Francisco, hermano del doctor

    D. Diego y del Rector del Colegio Real de San Felipe

    descenda

    de

    una familia histrica, y era primo de los Mar-

    queses

    de

    Corpa y de los posteriores Condes de Monte-

    blanco. Despus fue Regidor Perpetuo y Alcalde de Lima,

    1

    cual constitua entonces ejecutoria autntica.

    El

    idilio

    de Mendoza

    y

    la Santa Cruz se realiz en las arboledas

    frutales de

    las

    quintas surqueas. Fue agitado, volcnico.

    Hubo que casarlos. Para disipar las ltimas resistencias

    del viejo Conde,

    se

    encarg de pedir

    la

    mano de la nia

    el acatado jurisconsulto D. Toms de Salazar. Se casaron

    en

    Lima l

    8 de

    marzo

    de 1732 en la

    Casa de Moneda,

    con pltica del Arzobispo; pero se censur much que

    Mendoza llevara a la novia a vivir

    en

    una mera casa alqui-

    lada,

    de

    la calle del Capn, y mucho ms que los esposos

    se

    quedaran

    sin misa al

    da siguiente, que era da de

    precepto

    y

    el

    santo de la desposada, porque no salieron

    ni un

    instante a

    la

    calle

    y

    no tenan oratorio. Otras comi-

    dillas del chismorreo en los estrados eran las genialidades

    y

    extravagancias

    del

    Comisario General

    de la

    Caballera,

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    DE

    LA

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    D. Domingo de Oyague, cuado del Conde del Portillo;

    y la ria de los gentileshombres y pajes del Marqus de

    Villagarca en las fiestas del recibimiento de este Virrey

    mayo de 1736) con los colegiales _de San Martn, hijos

    de

    los oidores Concha, Bolaos, y

    el

    Conde de las Torres.

    Contrastando con tan frvolo ambiente, hubo un

    rebrotar de genuina poesa mstica, a pesar de cuanto

    se

    ha dicho y declamado. Este renuevo de la inspiracin de

    Hojeda,

    en

    forma lrica e ntima,

    se

    debi

    al

    franciscano

    Juan de Peralta, que nada tuvo que hacer con nuestro

    ruidoso D. Pedro el Cosmgrafo,

    ni

    con su hermano el

    Obispo de Buenos Aires y la Paz y en el que apenas ha

    reparado hasta ahora sagazmente,

    de

    nuestros investiga-

    dores de historia literaria, Ventura Carda Caldern.

    El

    manso y contemplativo Fray Juan

    de

    Peralta naci en

    Lima, el mismo ao que su resonante homnimo, el 27 de

    diciembre de 1663, hijo

    de

    Antonio de Peralta y

    de

    Mara

    Durn. Profes en Los Descalzos, no sin crisis de escr-

    pulos, en 1687. Vivi largo tiempo en Huars, en Pisco y

    en

    sus claustros de

    la

    Alameda limea; y en esa recolec-

    cin muri el 4 de setiembre de 1747, despus del gran

    terremoto, que aseguran haba anunciado. Dej muchas

    obras inditas

    en

    prosa y verso; pero slo se imprimieron

    sus

    res

    jornadas

    del ielo

    dos ediciones

    en

    Lima, 1749

    y

    1794).

    No

    es

    conceptista

    ni

    gongorino, como todos

    los

    dems en su derredor. Es un preservado, un rezagado

    si

    se

    quiere. Entre la literatura cortesana de retrucanos y

    paranomasias,

    de

    anttesis y acrobacias retricas, sigue hu o

    milde y fiel la senda de Fray Luis de Len y Fray Juan

    de la Cruz. No siempre rima bien, ni cuenta con exactitud

    las slabas

    ni

    acierta con la palabra precisa.

    Alma

    suave,

    casi infantil, su llaneza degenera a veces en desgarbo y

    niera. No es tampoco de propsito

    un

    precursor de l

    reaccin prosaica, la vanguardia de Olavide, Bernardino

    Ruiz y Valds, cuya vena devota supera con mucho. Sabe

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    EGUREN

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    de conflictos espirituales que sus criollos sucesores no

    vislumbran o no logran expresar. Ajeno a las alharacas

    de los vates de certamen academias y salones tanto como

    a las vulgaridades de panllevar del prosasmo rampln

    se absorbe en

    el

    drama interior de

    l

    soledad en

    el

    que

    van las alternativas de la aridez desolada a la efusin de

    los arrobos:

    Confuso

    laberinto

    De diversos caminos

    senderos

    :Forma

    todo

    el

    recinto

    Descubriendo fatales

    paraderos.

    Al bculo estribando

    Lleno

    de

    sobresaltos

    presura

    Las sendas voy tentando

    Para

    reconocer

    la

    ms

    segura.

    Como

    nio

    me has puesto

    Para aprender a andar, a esta prisin.

    Que no est

    en andar presto

    De

    este

    camino real

    la perfeccin.

    As camina el nio

    Ceido al andador que se le da;

    en l

    a do

    el cario

    De su

    padre 1

    llama, slo va.

    Enamorado de su quietud cenobtica junto a los pe-

    dregosos cerros de Abajo del Puente o en los vergeles de

    Pisco y del Callejn de Huaylas celebra las delicias del

    retiro campestre:

    Corra por alto mar

    Al

    aura que le sopla,

    quien quisiere,

    Que yo no

    he

    de levar

    El

    ncora de t

    mientras viviere

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    lJegue aquel claro

    da

    Que

    ponga

    fin a este

    morir

    tan largo

    y de

    esas

    llaves

    el

    alegre

    ruido

    Por

    verse

    ya

    volar

    suelto y veloz

    No sern para m

    Alas de muerte las que a

    ti

    me lleven

    Leves

    penchos,

    s,

    De paloma que

    eleven

    Con manso

    vuelo y trnsito derecho

    y todo en aquel mar de luz

    me

    aneguen,

    325

    Tal

    era la msica a la sordina que

    se

    exhalaba de

    los conventos de mayor observancia, mientras resonaban

    los otros con profanidades y escndalos.

    l

    Arzobispo

    Zuloaga,

    el

    logros enterrado en

    el

    Sagrario haba pro-

    hibido en vano desde 1716 que los sacerdotes llevaran

    vestidos indecentes, como telas de oro y encajes, y som-

    breros y zapatos blancos. Escandn combati

    el afn

    adulatorio y los excesos de los propios clrigos que los

    rodeaban. Haba muchos frailes amancebados, excomul-

    gados y apstatas. La descripcin de las relajadsimas

    costumbres generales se puntualiza en las

    Noticias

    de Juan

    y Ulloa, y en los muy significativos edictos del Arzo-

    bispo Barroeta, (en especial el del 2 de diciembre 1757).

    Por ms que la decadencia de Potos, la desorganizacin

    del comercio de galeones, y la definitiva segregacin de

    Panam y

    Quito

    en 1739, disminuyeran los recursos, se-

    guan las mujeres limeas en su lujo proverbial.

    l

    traje

    era muy corto y descotado; las ligas de oro o plata, bor-

    dadas con perlas. La ropa blanca se compona slo de

    encajes porque la tela, an finisma, no entraba sino en

    parte mnima.

    l calzado, muy ajustado y breve, llevaba

    hebillas de diamantes v pedrera. Se ponan en la cabeza

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    Jos DE LA RIVA AGERO

    tembleques de diamantes; en l cuello, rosarios y cruces

    de perlas; y un sinnmero de perlas y diamantes, en ma

    nillas y tumbagas. Para vestirse de gala, consuman el

    capital de la familia. Todava en 1760, despus de mxi

    mas calamidades, afirmaba de los limeos el Padre Ribe

    ra. El brillo y lucimiento del ropaje es

    el

    feble de este

    pas .15

    Los temblores y los amagos de piratas se sucedan con

    frecuencia; pero ni unos ni otros, por ineficaces, parecan

    turbar la perpetua fiesta en que viva la criolla ciudad

    derrochadora. Uno slo de los temblores de menos nom

    brada, el de la noche de luna del de diciembre de

    1732 (hace hoy 205 aos), menor que los de 1709, 16,

    24 Y 25, caus la muerte de cuarenta personas y much

    simos heridos.

    El

    28 de octubre de 1746, despus de va

    rios das de extraos ruidos subterrneos, a las diez y

    media de la noche, sobrevino un espantoso terremoto,

    cuyos estragos fueron relativamente mayores que los de

    Lisboa y Mesina ese mismo siglo. En poco ms de tres

    minutos, cay todo el casero con mortandad horrible de

    cuantos no huyeron a plazas y huertas, o se refugiaron

    bajo los quicios. Hasta

    el

    da siguiente

    se

    contaron 200

    temblores, de remesones muy recios. En el Callao una

    inmensa ola ssmica hundi 9 navos, arroj otros cuatro

    a lugares muy distantes de la playa, y arras el puerto sin

    dejar ms que un corto lienzo de los baluartes. Entre Lima

    y el Callao, lugares no muy populosos, murieron ms de

    5,300 habitantes, poco menos de la dcima parte de la

    poblacin; y fueron innumerables los que perecieron a

    corto plazo, por graves lesiones mal atendidas, como ha-

    15 Exequias de lema/ufo

    Ji7.

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    ber perdido piernas o brazos, y por la peste que cundi

    en los dos aos sucesivos. Sigui estremecindose la tierra

    por ms de cuatro meses; y se percibieron, hasta l 24

    de Febrero de

    1747, 45

    temblores, que acabaron de

    arruinar o quebrantar casi todo

    1

    que subsista. Juan y

    Ulloa escriben: Convirtise en destrozo lo que era la

    grandeza hermosura de Lima. Quedaron eclipsadas sus

    glorias, majestad y riquezas, que la hacan clebre en

    el

    mundo .

    e

    las grandes iglesias, no se salvaron sino San

    Francisco y la Capilla de la Penitenciara en San Pedro.

    De las casas notables, el Palacio de los Marqueses de

    Torre-Tagle y una de las mansiones de los Olavides. Entre

    colinas de desmontes, anidaban

    los

    fugitivos o acechaban

    los bandidos negros.

    Renaci Lima con lentitud e imperfectamente, por

    que faltaban los antiguos caudales, con la disminucin

    del Virreinato y del comercio. Monasterios como el de la

    Encarnacin enajenaron sus fincas, y vieron acabada por

    siempre su opulencia. El terrible descenso se advierte en

    la relacin de las fiestas por la jura de Fernando VI.

    Corra el ao de 1747 Y los escombros embarazaban l

    trnsito de la comitiva oficial. Mucho tuvieron que tra

    bajar l Alcalde Conde de Monteblanco y D. Diego de

    la Presa Carrillo, que era

    l

    otro Comisario de las obliga

    torias ceremonias reales, para sobreponerse a tantas penu

    rias y obstculos. La Catedral estaba irreconocible.

    No

    se vean casi indemnes sino algunas capillas, la portada

    principal, y las que en la calle de Santa Apolonia acababa

    de dirigir el viejo Marqus de Casa-Concha. Los oficios

    divinos

    se

    celebraban en una ramada, en medio de la Pla

    za de Armas. La Merced haba perdido la torre; pero se

    preserv como en San Agustn, la caracterstica portada

    churrigueresca, que nuestros tiempos, para mayor lstima,

    han tenido el despropsito de echar a perder y desnatu

    ralizar. En 1 intelectual, no era menos

    el

    desnimo. La

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    Jos DE LA

    RIVA ACERO

    loa del

    clrigo Flix de Alarcn para

    las

    citadas fiestas,

    que

    se

    represent en el segundo patio de Palacio antes de

    una comedia

    de

    Caldern, es apocado

    y

    triste reflejo de

    las

    de Peralta. Mermada en lustres y edificios, la Lima

    posterior

    al

    terremoto creci

    en

    rea dentro

    de

    las mura-

    llas, con la urbanizacin de las huertas en los barrios de

    Beln

    Pampa

    de

    Lara

    y

    los Naranjos;

    y

    con

    el

    auge del

    suburbio de Abajo del Puente, en el largo perodo de Amat.

    Se

    ha exagerado

    de

    manera extraordinaria la influen-

    cia

    de

    Amat sobre la sociedad limea, y

    la

    de su favorita,

    la cmica Perricholi.

    Amat no fue querido de

    la

    clase

    superior de Lima, a quien deca desdear, ni de los dien-

    tes

    de

    ella.

    En

    fealdad,

    mal

    genio

    y

    testarudez,

    lo

    compa-

    raban con el Conde

    de

    Aranda que ~ r algo deudo suyo;

    lo

    apodaban por su desgarbo,

    el Chueco y

    por su obesi-

    dad y pesadez el Bal. Se rean

    de

    sus seniles amores y

    del habla impedida

    y

    silbante, por

    el

    acento cataln y los

    dientes postizos. Propicio a

    la

    gente baja, ha maltratado

    a los nobles y a la magistratura , leemos

    en el Drama de

    los

    Palanganas. Desair en efecto, al Conde

    del

    Castillejo,

    D. Fermn de Vargas Carbajal, quien

    le

    ofreci levantar

    a su costa una compaa de Caballera de la Nobleza,

    para

    la guerr:a

    contra los

    Ingleses. El

    Conde

    le

    escribi

    luego, desde Espaa, una despectiva carta. Los limeos

    vituperaban mucho los peculados de Amat; y sus dispen-

    dios en

    la

    quinta del Rincn del Prado,

    y en

    la de

    la

    Perricholi, llamada del Molino y situada en la esquina de

    la

    Alameda de los Descalzos

    y

    de

    la

    Plaza Navona o

    Paseo de Aguas. Los periodistas y turistas mal informados

    se

    empean

    en

    regalarle a Miquita VilIegas

    el

    palacete en

    Malambo de los mayorazgos

    de

    Presa, que eran los Ca

    rrillo de Albornoz. Para que todo sea inexacto

    en

    esa

    fbula, que han forjado de consuno la desaprensin y

    la

    ignorancia, indican en el fondo del jardn, como retrato

    de

    la

    Perricholi un busto de mrmol, trado modernamente

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    de

    Gnova y que representa un fauno. Por decoro

    de

    Lima

    hay que prescribir tan risible ficcin.

    En

    la casa-huerta del

    Rincn del Prado era donde Amat celebraba sus convites

    cuyo ruido perturbaba a las monjas vecnas. All

    el

    vulgo

    admiraba o censuraba las salas de techos enserpentados o

    sean adornados con dragones

    de

    estuco; l jardn sim

    trico a la francesa l juego de trucos el estanque y el

    teatrillo en que la Villegas representaba comedias enter

    meses y sainetes. Otros de los lugares de esparcimiento

    de

    la irregular pareja estaban en

    el

    Callao donde

    los

    fun

    cionarios de la trasladada Aduana agasajaban con ban

    quetes a la favorita; y en Miraflores adonde iba Amat a

    convalecer; y la Perricholi montaba a caballo vestida de

    hombre como la Reina Isabel Farnesio.

    En

    Miraflores

    ofrecan representaciones escnicas y desfile

    de

    carros.

    Iban a pasear a un prximo Cerro de la Arena que no

    parece la inmediata Huaca Juliana sino

    el

    de Chorrillos

    acostumbrada excursin de los Virreyes desde los tiempos

    de Nieva y de Lemos. Apareca la cmica con un gran som

    brero de plumas y en cabriol rojo con pasamanera

    de

    oro. Algunas seoras principales la acompaaban y con

    sentan en danzar a la vez que ella; otras como Doa

    Marcelina de las Cuentas adulaban

    al

    Virrey por lo que

    menos tena la dcil suavidad como hubo turiferario que

    hasta

    lo

    llam

    ye o

    meric no

    en una loa escnica. Pero

    la gran mayora de la aristocracia

    le

    era hostil y se bur

    laba sin cesar de Miquita y de su anciano amante. Asegu

    raban que Amat no protega sino a sus paisanos cata

    lanes los cuales eran casi todos pulperos. De las fiestas

    religiosas la que ms honraba era naturalmente la de la

    Virgen de Monserrate a cuya iglesia y conventillo concu

    rra a pie todos

    los

    aos en setiembre haciendo tender las

    tropas desde la Plaza de Armas. Descuid reconstruir las

    torres de la desdichada Catedral.

    En

    cambio estren el

    templo de Nazarenas para el cual hubo colecta pblica

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    os

    DE LA RIVA AGERO

    dos aos consecutivos; el recamarn de la Merced que

    tiene azulejos

    de

    un vistoso rococ;

    la

    fachada y torre

    de San Juan

    de

    Dios el alto campanario

    de

    Santo Domin-

    go,

    la Cancha

    de los

    Callos en la calle de ese nombre

    la Plaza

    de

    Toros; y

    el

    Paseo de Aguas que qued incon-

    cluso entre la Plaza

    de

    Otero

    los

    Peines y la Navona.

    Para casi todas estas obras contribuy con suscripciones

    el

    vecindario. Amat mejor igualmente

    l

    Paseo

    de la

    Piedra Lisa y Lurigancho y

    l de

    la Alameda de

    los

    Des-

    calzos que desde mucho antes existan; y para la segu-

    ridad nocturna estableci las rondas y

    l

    alumbrado de

    las calles. Desde

    el

    principio de su gobierno hubo cons-

    cripcin militar y adiestramiento de milicias en previsin

    de

    ataques de

    los

    enemigos ingleses cuyas velas

    se

    divi-

    saron cerca de Santa. Los limeos le reprochaban que la

    revista militar de Barbones a la Plaza Mayor en 1771,

    cost

    ms

    de

    cien

    mil

    pesos; y que sus mentados bata-

    llones eran a

    la

    vez quimricos y lucrativos.

    Por oposicin recibieron al Virrey Cuidor

    con

    transportes de sincero jbilo. Cuando salv de una gra-

    ve enfermedad a mediados de 1780 las congratulaciones

    fueron muy espontneas. Culto fino prudente y honra-

    do

    se

    hizo

    el

    dolo de

    la

    gente distinguida. Decan que

    haba venido a restaurar la decencia y purificar Palacio

    porque trajo consigo a su esposa Doa Mara Ventura

    la

    Virreyna del Per ms celebrada en todo el curso de aquel

    siglo. Tuvo adems Cuirior

    el

    mrito supremo

    de

    oponer-

    se

    a la separacin del Alto Per y a las nuevas contri-

    buciones de Areche que suscitaron la rebelin

    de

    Condor-

    canqui; desastrozas medidas que acabaron

    de

    postrar nues

    tro Virreinato y su capital. D. Domingo Ramrez de Are-

    llano comparaba entonces l Per con Calicia regin

    histrica y seoril descuidada por remota y muy venida

    a menos.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    12/171

    DE GARCILASO A EGUREN

    331

    En

    literatura proseguan

    los

    certmenes y

    los

    elogios,

    las descripciones

    de

    exequias y las parentaciones; pero

    cada vez peor y ya en pleno descrdito. Haba saciedad

    del gongorismo. Penetraba con intercadencias e incerti

    dumbres,

    el

    nuevo gusto francs; se generalizaba la lectu

    ra del 1eatro

    Crtico

    de Feyjo, tan recomendado desde

    D. Pedro Peralta. Siguieron pronto, bajo capa,

    los

    tomos

    de

    Montesquieu y la

    Enciclopedia.

    Aparecan traducciones

    de

    Boileau, como la stira contra los mdicos y aristot

    licos impresa en Lima

    el

    ao de 1752. En

    la

    relacin de

    la Pompa funeral por

    }ernando

    1 1

    1760), se topa con

    galicismos, como

    la

    superflua repeticin de los pronom

    bres.

    En

    los malos versos de D. Diego Romn de Aules

    tia, hay reminiscencias del terremoto:

    Entre presagios

    de

    ruina

    suena

    el

    aire,

    cruje

    el

    viento

    La

    tierra

    Parece desencajarse

    De

    sus mas

    ntimos

    senos

    y con rumor vengativo

    Pone su latir

    funesto.

    A la fama de Peralta, suceda ahora

    la

    de un joven

    pariente

    de

    los Querejazu,

    el

    naturalista Llano-Zapata

    que en 1750 se ausentaba a Espaa. Entre esta especie

    de embajadores intelectuales que Lima enviaba a Europa,

    al polgloto y erudito Marqus de Valleumbroso reem

    plaz el inquieto Olavide.

    En

    filosofa,

    el

    franciscano espaol Soto y Marne,

    Catedrtico

    de

    Prima

    de

    Scoto en San Marcos, se afanaba

    por armonizar a escotistas, tomistas y suaristas. Adelan

    taban los estudios de matemticas, fsica y medicina, bajo

    la direccin del aragons D. Cosme Bueno. Con la expul

    sin

    de los

    jesutas y el establecimiento del Convictorio

    de

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    13/171

    332

    os

    DE LA RIVA AGERO

    San Carlos, refundicin de Jos Colegios Viejos de San Fe-

    lipe y San Martn,

    se

    inici la reforma de

    los

    estudios, que

    en muchos casos equivala a la extranjerizacin y al filoso

    fismoenciclopdico.

    El

    Colegio del Prncipe de Esquilache

    para indios nobles,

    se

    mud del cercado al antiguo

    de

    San Pablo, actual Biblioteca; y no limitndolo ya a los

    hijos de los Curacas, sino extendindolo a criollos blan

    cos Amat

    lo

    puso bajo

    la

    direccin del abate vasco-fran

    cs Juan de Bordenave. En los cursos universitarios

    se

    seal como texto el de Heinecio para Derecho Natural,

    y para teologa el benedictino Cartier y el oratoriano Juan

    Bautista Duhamel; pero, como parece

    mal

    inveterado

    en l pas la ambigedad de doctrinas,

    se

    aadi l semi

    jansenista Honorato Toumely. Las consecuencias

    se

    pal

    paron poco despus, con l clero cismtico que fue el de

    los contemporneos de Vigil. Hacia 1790, en el libre cam

    po extrauniversitario,

    el

    filsofo admirado era

    el

    abate

    sensualista Condillac.

    16

    Para contener

    la

    inundacin de

    libros prohibidos, como los de Raynal, Marmontel y

    Rousseau,

    se

    les ocurri la idea irrisoria o traidora. de

    comisionar como censor y visitador de libreras

    al

    mismo

    Padre Jernimo Fray Diego Cisneros, insigne volteriano

    que era quien

    los

    introduca y distribua en gran escala.

    D. Jos Baqujano, en las aprobaciones y censuras que

    por esta poca escribi como son la de un folleto del cura

    Castro, y la de un sermn del Padre mercedario Fray

    Cipriano Jernimo Calatayud y Borda), no

    obstante las

    precauciones oratorias que emplea, deja traslucir su volte

    rianismo. Baqujano, a quien a la sazn

    los

    inquisidores

    calificaban

    de

    libertino

    se

    mostraba muy galicista en fon

    do y forma: en vez de

    obra maestra

    estampa

    jefe de obra

    en la citada censura encomistica

    del

    Sermn

    de Fray

    Cipriano Calatayud y Borda Lima, 1783).

    16 Diario

    de

    Lima

    nmero del mircoles

    17

    de noviembre del referido ao.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    14/171

    DE GARCILASO A GUR N

    333

    La predicacin

    se

    saneaba de las deformidades gerun

    dianas. Comenz la relativa limpieza desde

    el

    Jesuta are

    quipeo Juan Bautista Snchez, Rector del Colegio limeo

    de

    San Martn, maestro en el de San Pablo y la Univer

    sidad de San Marcos, y autor de la

    Oracin fnebre de

    :Fernando

    V (1760).

    Continu y ampli la necesaria

    de-

    puracin del gusto

    el

    Obispo del Cuzco,

    D

    Agustn

    de

    Gorrichtegui, natural de Panam, educado por

    los

    jesu

    tas en Lima, Cura del Sagrario y Rector once aos del

    Seminario de Santo Toribio. En

    su

    Oracin :Fnebre

    por

    la

    Reina Mara AmaBa

    (1761), se

    advierte algo de lo que

    los contemporneos con harta benevolencia graduaban de

    elocuencia vehemente, y viril, y madura y castiza prosa .

    Fue

    el

    educador del recordado Baqujano y de la docta

    Marquesa de Casa-Caldern. Siguiendo la corriente, el

    agustiniano Padre Suero, en una publicacin de 1786, se

    indignaba contra los relatos antaones de pompas fne

    bres insubstanciales, indigestos, llenos de equvocos y

    conceptillos .

    Despus del desbroce, la cosecha literaria se hizo es-

    perar muy largo tiempo. Fue innegable

    el

    progreso de

    la

    instruccin,

    de

    las luces,

    como ellos decan, mas en bellas

    letras la aridez

    se

    hizo desrtica absoluta.

    A fines del siglo XVIII Lima contaba con tres peri

    dicos noticieros,

    el Diario

    de Bausate,

    el

    Semanario y la

    gaceta de Guillermo del Ro; y una revista cientfica

    de

    tanto tprito como

    el :Mercurio. Los

    versos y los artculos

    de mera literatura que en ellos se publicaban, son del

    ms

    rastrero e increble prosasmo.

    Los

    retricos de principios

    del siglo, Granja, Bermdez,

    el

    mismo Peralta, se aseme

    jaban a

    los

    tallados y estofados retablos de sus iglesias,

    con dorados excesivos, ngeles mofletudos, taraceas y

    espejeras, frontales de plata y flores de briscado; estos, a

    cuatro tablas de pino sin pintar. Los primeros eran todos

    especies picantes, abultados hojaldres y azucarados dulces;

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    15/171

    334

    os DE LA

    RIVA AGERO

    los nietos se haban reducido a

    l

    dieta ms inspida. La

    reaccin, como suele suceder, se haba excedido lamenta

    blemente. Esto en el lirismo

    i

    porque en el teatro, refor

    mado en

    el

    perodo

    del

    Virrey Croix (1786), seguan

    atronando nuestro viejo coliseo las comedias de Zamora

    y Caizares, l degenerada prole del gran Caldern,

    los

    indignos adversarios de D. Leandro Moratn. Para el reci

    bimiento del Virrey O'Higgins

    (10

    de agosto de

    1796)

    se

    di una pantomima con sumos

    de

    neoclsica, en que

    intervienen Damn y Dorila, Venus y Diana,

    de

    l mayor

    ramplonera imaginable.

    No

    pasaban de infelices copleros

    los

    que proseguan la cansada y servil tarea

    de

    relatar

    fiestas reales, como El sol en el medioda para la exaltacin

    de Carlos IV, por l andaluz TerralIa y Landa, el propio

    que despus nos ultraj con el pseudnimo de Simn

    .Jiyanque

    y logr

    el

    triste honor de ser uno de los ms

    soeces

    en

    l caterva

    de los

    detractores de Lima. No

    1 es

    por cierto el agudo Concolorcorvo, que en

    su

    aza

    rillo, anterior veinticinco aos a la Lima por dentro y fuera

    de TerralIa, nos traz la fidedigna y viviente imagen de

    nuestra capital dieciochesca. Entre l s seoras de Lima,

    habla de ninfas cuyos entretenimientos son elevadas

    composiciones en prosa y verso . De estas continuadoras

    de la Andrade y de las monjas letradas se nos ofreci como

    l ms notable, bajo las nuevas influencias francesas, Doa

    Manuela de Orrantia, hermana del conocido Oidor D.

    Domingo y relacionada

    del

    acadmico espaol D. Agustn

    de

    Montiano y Luyando,

    el

    que fue primer Director de

    l Academia de l Historia. La tertulia de l Orranta era

    un verdadero saln literario. Digna continuadora

    de

    las

    letras y tertulia del Marqus de Casa-Caldern fue su hija

    l

    Marquesa Doa Juana, que ya he nombrado, tan ins

    truda en idiomas, poesa e historia y traductora en verso

    del Cantar de

    los

    Cantares.

    No son de olvidar, en la

    si-

    guiente generacin Doa Rita Unamunsaga, amiga de los

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    16/171

    DE GARCILASO A

    GUR N

    335

    del Jv1ercurio Peruano

    y Doa Isabel de Orbea muy

    del

    mismo

    grupo lectora

    de

    los enciclopedistas. De

    las

    distin

    guidas meramente por sus dotes organizadoras y benfica

    actividad social no

    puede omitirse a Doa Mariana de

    Querejazu y Santiago-Concha hija del Oidor decano de

    Lima D. Antonio Hermenegildo antes Presidente de Char

    cas.

    Se

    cas

    algo

    madura con D. Jacinto Rudecindo de

    Segurola antiguo y aprovechado Colegial de San Martn

    que

    no

    igualaba en calidad a

    los

    maridos de

    las

    dems

    hermanas y era endeble de salud y complexin. De ella

    sabemos por una carta que escribi a su hermano

    D

    Agustn l Obispo de Trujillo Martnez Campan que

    gustaba de leer obras de historias eclesisticas y profanas

    y que haca sus delicias de los centones o traducciones

    del conocido polgrafo espaol tradicionista D. Francisco

    Nifo el tan zaherido por el extranjerizado Moratn. Doa

    Mariana

    de

    Querejazu haba heredado sobre todo

    la

    acti

    vidad y condiciones de mando

    del

    padre que tnto

    se

    desvel en su vejez por el mejoramiento de la ciudad sus

    alamedas e institutos de beneficencia.

    La

    llamaban

    el

    ter er

    poder de Lima

    despus del Virrey y del Arzobispo. Fue

    la

    asidua protectora

    del

    Refugio. La superaba en locua

    cidad intrepidez y frreo imperio hasta parecer su cari

    catura Doa Josefa de Silva mujer

    del

    Rector de San

    Marcos

    el

    Coronel D. Flix Morales de Armburu

    Al-

    caIde en

    1764.

    Los limeos siempre burlones fingieron e

    hicieron imprimir en

    1771

    una carta del filsofo conquis

    tador Federico II de Prusia en que felicita a la Coronela

    criolla por su elocuencia y marcialidad. Tampoco falt

    por desgracia en estas postrimeras del XVIII el tipo go-

    yesco de la gran seora desenvuelta y maja; y como las

    rpidas semblanzas de limeas pueden interesar a este

    auditorio femenino same lcito rememorar en esa clase

    y traspasando un poco los lmites del siglo propuesto a

    Doa Clara Buenda Marquesa de Castelln por derecho

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    17/171

    336

    Jos DE LA

    RIVA AGERO

    propio desde 1808, que no era por cierto ni una beldad

    ni

    una literata, pero muy afecta en

    su

    juventud a

    las

    cru

    das novelas francesas de CrebilIn y Diderot, por

    lo

    que

    la denunciaron a la Inquisicin; que cuando fue Vice

    presidenta de

    la

    Repblica,

    en

    el perodo de Torre-Tagle,

    se

    montaba en los caones para disparar las salvas; y que

    llen con el ruido de sus aventuras y peripecias la crnica

    social escandalosa en el primer tercio del

    XIX

    La

    Lima

    de

    los

    Virreyes Croix,

    Gil de

    Taboa

    da, Q Higgins

    se

    consol del menoscabo en su co

    mercio y

    en

    el nmero de las provincias a que haba

    presidido. Se adapt a su disminuda situacin. Ya

    nadie poda dar las caceras banquetes con que en

    1687 el Conde de Torres agasaj al Duque de la Palata.

    Desde

    la

    creacin

    del

    Virreinato de la Plata y desde

    la pragmtica mercantil de Carlos III l ao de 1778, en

    sentido librecambista, casi ningn patrimonio en Lima

    pas de la mediana. Los mayorazgos, empeados por el

    juego y los censos. Hubo apenas convalescencia, como

    tantas otras que luego la poca republicana ha presen

    ciado: apacible aunque efmera, plida, un poco gris Si

    no el esplendor de la hegemona abolida, Lima recuper

    la tranquilidad y comodidad. La desgraciada Catedral que

    d desde entonces mediocre, fea, trunca, aguardando las

    torres, que

    no

    se

    acabaron sino

    al

    finalizar

    el

    siglo.

    Se

    perdi

    en

    ella el

    San ristbal

    pintado por Alessio, cuya imitacin

    result menos que mediana. N o

    se

    logr reedificar en el

    trascoro la capilla de

    la

    Antigua, patronato de la Univer

    sidad; y se substituy por el altar de la misma advocacin,

    obra neoclsica de D Matas Maestro, que hemos alcan

    zado hasta despus de 1895 Pero otros templos restau

    raron casi todas sus riquezas, como La Merced, San Fran

    cisco y San Agustn, hoy tan desfigurados, en que los reta

    blos respectivos de

    la

    Virgen, San Antonio. y

    el

    Santo

    Cristo de Burgos, deslumbraban con la profusin de cha-

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    18/171

    DE GARCILASO A GUR N

    337

    peras de oro plata desaparecidas en

    el

    caos de la

    Re-

    pblica. La ciudad conservaba su

    sello

    su aire criollo

    risueo lnguido andaluz semimoruno;

    las

    meriendas

    en las huertas del Cercado bulliciosas tardes de toros

    desfiles de la Alameda; iglesias claras churriguerescas

    coruscantes; profusin

    de

    torres macizas

    de

    miradores

    de medias naranjas; las calles con balcones cerrados

    afiligranados; ventanas

    de

    rejas salientes con hierros

    de

    labores complicadas;

    el

    color local que hubiramos debido

    retener con

    celo

    cario; pues quien

    no

    quiere

    los

    re-

    cuerdos edificios costumbres regionales

    no

    puede de

    veras amar a

    la

    Patria.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    19/171

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    20/171

    V

    FELIPE

    Y M NUEL

    P RDO

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    21/171

    Discurso

    pronunciado el

    23

    de enero de

    935 en

    el home-

    naje

    de

    la ciudad

    de Lima

    durante

    las

    fiestas

    de

    su cuarto

    centenario- a

    don :Felipe Pardo y

    .Aliaga

    y

    a

    don

    5Wanuel

    Pardo

    y

    Lavalle

    al

    colocarse dos placas

    conmemorativas en

    la

    casa de

    los

    ilustres

    limeos.

    Se

    public

    en

    El

    Comercio,

    de

    Lima,

    el 24

    de

    enero de 1935, p. 5 i en La Prensa,

    de

    Lima,

    del

    24

    de enero de

    1935, p. 1

    en el

    libro

    titulado: Centenario

    de Manuel Pardo 1834-1934, (Lima, Lib.

    e 1mp.

    gil

    1935,

    pp.

    246-254)

    i

    Y

    finalmente en Por la Verdad, la Tradicin

    y

    la Patria Opsculos),

    Lima,

    1937-1938, t r J

    pp. 275)-282.

    Este enjuiciamiento

    de :Felipe

    5Wanuel Pardo debe con-

    frontarse

    con las

    pginas

    dedicadas al

    primero

    en

    el

    captulo

    correspondiente de Carcter de la Literatura del Per Inde

    pendiente

    ( V. el

    t

    1

    de

    estas

    Obras Completas, pp.

    111

    Y

    ss.)

    con el

    discurso sobre 5Wanuel

    Pardo

    escritor, que se

    publicar

    en

    el tomo

    de las Obras Completas que

    reuna

    los estudios

    bistricos de

    Riva-Agero

    sobre la 1ndependencia y la Repbica.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    22/171

    V

    ENIMOS a inaugurar las inscripciones conmemorativas

    de dos verdaderos prohombres limeos, padre e hijo,

    D. Felipe Pardo Aliaga, D. Manuel Pardo Laval e,

    insignes polticos escritores, poeta satrico dramaturgo

    el primero, economista

    y

    crtico histrico el segundo,

    e ~ t d i s t s prominentes ambos que, contrarrestando las

    disociadoras tendencias del medio sudamericano, de

    aquellos anrquicos calamitosos tiempos, acertaron

    t

    imprimir, en sus vidas su tradicin familiar, que ha

    continuado feliz y dignamente, un sello

    de

    cvica majes-

    tad, digno de los ms autnticos patricios de la antigua

    Roma republicana.

    No sientan mal ciertamente los recuerdos clsicos

    al

    tratar de los Pardos. Felipe, hijo de un gran magistrado,

    nacido

    y

    criado

    n

    el

    mundo de la toga

    y

    de los ulicos

    Consejos, discpulo predilecto

    de

    Lista, afectuoso amigo

    de Ventura de la Vega y de D. Andrs Beno vino a ser

    entre nosotros acabada representacin smbolo de la

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    23/171

    342

    os

    DE LA RIVA ACERO

    cultura literaria, de la pulcritud moratiniana

    y

    del huma-

    nismo genuino.

    Si

    como deca

    1uan de

    Arona,

    Segura

    es

    nuestro Plauto, Felipe Pardo, a no dudarlo,

    es

    nuestro

    tico Terencio. Sus ingnitas dotes de buen gusto y de

    finura se acrisolaron con la esmerada educacin que reci-

    bi en Madrid, de tan acendrados maestros como D. Al

    berto Lista

    y

    D. Jos Gmez Hermosilla

    y

    aunque l,

    con sus variadas lecturas

    y

    experiencias, ensanch

    y

    enri-

    queci luego el harto rgido ideal potico en que sus pre-

    ceptores madrileos 1 formaron, le qued siempre

    el

    amor

    a la nitidez y a la perfeccin, el anhelo de orden y lgica,

    de racionalidad, regularidad

    y

    precisin, que son virtudes

    a la par estticas

    y

    ticas, disciplinas saludables para lo-

    grar lo bello y 1 bueno. Advirtamos, en efecto, Seores,

    cmo los opuestos vicios de estilo, la incoherencia, la de-

    clamacin, la hinchada rimbombancia y la bambolla, sue

    len aliarse con inferioridades, mculas y aun monstruosi-

    dades morales, porque todas las sombras son hermanas.

    Contra ellas es el difano

    y

    cristalino Felipe Pardo uno

    de los mejores antdotos en toda nuestra literatura.

    Antes de regresar

    al

    Per, Pardo traduce en Madrid,

    en

    1827,

    cuando no contaba sino veintin aos, la oda

    primera y todava clsica del joven Vctor Hugo a la

    Columna

    de Vendome, luciendo en su versin mucho de

    la robustez rtmica

    y

    la correccin bruida que ostentaba

    entonces D. Juan Nicasio Gallego. Las mismas condi-

    ciones caracterizan la frvida exhortacin a Olmedo,

    compuesta en Lima, en

    1829.

    Las musicales estrofas de

    a despedida, fechadas en Gibraltar

    el

    ao anterior, al

    emprender el viaje de retorno a Amrica, ofrecen quiz a

    travs de Arriaza, un eco de las dulzuras de Metastasio.

    Igual elegancia italianista, bebida en Melndez

    y

    Moratn,

    con variedad meldica de metros (como en os Padres del

    Limbo de este ltimo), hay en la Cantata

    a

    la

    entrada

    del

    ao, que es tambin de 1829. Vienen enseguida las pulcras

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    24/171

    DE GARCILASO A

    GUR N

    343

    composiciones Rosa y Elega en la

    muerte

    de Joaquina.

    l investigador curioso de los pormenores de nuestra

    historia social y literaria, interesar tal vez saber los nom

    bres completos de estas primaverales musas de Pardo.

    La esquiva y burlona Rosa, celebrada en aquellos fludos

    heptaslabos, era la Daz de Rbago Avellafuertes, que

    cas despus con un Puente; y la malograda Joaquina,

    llorada en la Elega era la Moreyra y Avellafuertes, prima

    de la anterior.

    El

    puro y armonioso lirismo del recin

    venido, repercuta, como una alegre y luminosa reaccin,

    en nuestro ambiente limeo, al cual

    el

    gran guayaquileo

    Olmedo no perteneca sino por fugaces temporadas. Fene

    cidas ya las contradictorias plagas del gongorismo y con

    ceptismo, que dur hasta despus de mediado el siglo

    XVIII, y del prosasmo la afectacin pastoril, que se

    arrastraron lnguidamente entre nosotros hasta principios

    del XIX de ello no estn exentos ni Olavide, ni Melgar,

    ni Valds), el mal gusto retoaba en otras formas, con el

    nfasis la sensiblera aprendidos en Rousseau, asociados

    a veces, en contubernio extrao, con los ms fsiles reza

    gos

    de antiguas modas espaolas. La moratiniana factura

    de Pardo remontaba muy por encima; y saltando esos

    escombros, hacinados en la

    lentitud e incuria semiprovin

    cianas, reanudaba la tersa y apacible expresin de lo. >

    tercetos y sonetos que aqu se haban escuchado

    al

    comen

    zar el siglo XVII, con las poetisas annimas y Diego Me

    ja de Fernangil.

    Ni

    era de maravillar tal coincidencia

    al

    cabo de doscientos aos; porque las escuelas neo-clsicas

    de Salamanca y de Sevilla, cuyas influencias concurran

    en los versos de Pardo, se inspiraban, del propio modo

    que las antecesoras espaolas de iguales focos en los siglos

    de oro y las anlogas italianas, en los modelos que enca

    minaron a nuestros mejores ingenios del primitivo Virrei

    nato. Volvan a deleitarnos reminiscencias de Horacio

    Tibulo, Terencio Marcial, combinadas con semejanzas

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    25/171

    344

    os DE LA RIVA AGERO

    de Alarcn y Salas Barbadillo. Restaurar en estas tierras

    olvidadizas parece ser la ms expedita manera de puri-

    ficar y regenerar. A este desbroce literario y en especial

    dramtico se dedicaron D. Felipe Pardo y su compaero

    D Antoln Rodulfo desde

    las

    columnas

    del

    segundo

    Mer

    curio Peruano bajo la direccin de D. Jos Mara Pando

    diplomtico y escritor cultsimo. A veces el desatino

    se

    presentaba cubierto con los ropajes de lo tradicional y

    no obstante haba que acometerle sin vacilacin. Sucedi

    as con la Raquel de Carda de la Huerta famosa y alti-

    sonante tragedia de los tiempos de Carlos

    111

    que aun

    conservaba ciegos panegiristas en Lima. Entusiasmarse con

    ella hacia

    1830

    equivala a lo que hoy podra ser para

    nosotros enloquecer

    de

    admiracin ante

    los

    ms conven-

    cionales dramas de Prez Calds o Echegaray. Porque

    para la introduccin del romanticismo en el Per que

    este culto de Huerta disparatadamente preludiaba falta-

    ban todava muchos aos y bastantes requisitos; y con

    Raquel

    no se trataba de una obra de belleza intrnseca y

    duradera sino de mrito muy relativo y circunstancial.

    El mencionado D Vicente Carda de

    la

    Huerta fue en

    la Espaa del siglo XVIII un versificador sonoro ampu-

    loso y estrafalario detractor feroz de

    la

    fama de Cervan-

    tes polemista sin cultura ni sindresis que para colmo

    de

    extravagancias

    se

    haba forjado una ortografa propia

    y

    estampaba de continuo 1-lespaa con

    h

    y Sebilla con b

    por todo lo cual se concit la mofa de los literatos de

    buenas letras y entre ellos la del grave Jovellanos en sus

    romances y jcaras a

    Antioro

    no de otro modo que como

    aqu hemos dado en la inaguantable y pedantesca flor de

    escribir Cusca 1-luars

    y

    Tumbes

    con s prOSCribiendo sin

    razn alguna de peso la secular y universalmente popula-

    rizada z de aquellos nombres geogrficos cual si se pudie-

    ra adoptar a estas horas

    y

    a medias un sistema ortogrfico

    de fontica inconsecuente v estrechamente localista. Al

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    26/171

    E

    GARCILASO A EGUREN

    345

    desterrar de la escena limea, o poco menos, a Huerta,

    con la polmica entre el JWercurio y el

    1elgrafo

    y la s

    tira en tercetos

    A Salvagio

    Pardo veng los manes del su

    mo

    Cervantes, y los entonces recientes y frescos de su tan

    preferido 1narco Celenio D. Leandro Moratn.

    e

    restaba

    sin embargo por hacer, en obsequio de ste, lo ms impor

    tante: aplicar la frmula dramtica moratiniana a la reali

    dad criolla, y dotar el Per de un teatro clsico nacional.

    La empresa era difcil e indita, pero no la rehuy. Lima,

    tan aficionada desde su infancia al arte escnico, haba

    tenido comedigrafos, escritores de loas y de autos sacra

    mentales, a partir de Floristn de Lasarte y Alonso del

    Aguila, hasta

    el

    Padre jesuta Pedro Lpez, el Licenciado

    Urdaide, D. Pedro Peralta y D. Pedro Jos Bermdez de

    la Torre; mas

    lo

    poqusimo que de

    ello se

    ha salvado

    prescindiendo naturalmente aqu del teatro quechua del

    Cuzco y la Sierra), parece indicar que esa produccin

    intermitente no haba alcanzado an, como tampoco .en

    las otras secciones de Hispano-Amrica, la madurez de la

    originalidad regional.

    Pardo la obtuvo desde

    el

    primer

    intento, con Los

    frutos

    de la

    educacin

    preciosa comedia

    de costumbres, que

    se

    estren en Agosto

    de 1829,

    Y triun

    f

    a pesar de

    las

    severas crticas que contiene contra la

    vida domstica criolla y de las airadas protestas consi

    guientes. Fue, pues, el iniciador y padre de nuestro efectivo

    teatro de la pasada centuria, exiguo en repertorio pero

    sazonado en calidad; y le lleva a su competidor Segura

    conocida ventaja, no slo en tiempo, diez aos cuando

    menos, sino en plan, arreglo y estilo, segn

    es

    fcil de

    comprobar, cotejando estos primorosos

    1rutos de la edu-

    cacin con

    La saya

    el

    manto

    y La

    JWozamala

    que son, por

    primognitas y hasta por

    el

    tema, las correspondientes

    piezas de Segura,

    ya

    que El Sargento

    Canuto

    del mismo

    no pasa en sentir general de un humilde entrems. No

    variara mucho la proporcin si extendiramos

    l

    examen

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    27/171

    346

    os DE LA RIVA-AGERO

    a las restantes comedias y artculos de costumbres de di-

    chos dos mulos criollos_ No es esto rebajar a Segura, ni

    negar sus prendas muy positivas pero la verdad es

    qu

    Pardo describe los tipos populares, los carnavales ruido-

    sos, los

    banquetes

    y bailes rsticos, las mulatas de monja

    y el habla de los negros esclavos, con igual fidelidad que

    aqul, con igual extraordinario bro, y a la vez

    con

    urba

    nidad, tacto y donosura incomparables. Sus estudios cos-

    tumbristas del

    Espejo

    de mi

    tierra,

    compiten

    con

    los

    de

    Larra.

    l

    inolvidable Nio goyito es la stira saladsima

    de aquella pereza, flojedad y molicie que, descendiendo

    de la clase superior a la media y a la muchedumbre, ha

    constitudo la profunda causa de nuestra decadencia

    y

    desventuras. En otros ensayos mos tengo dicho ya que

    D.

    Felipe

    Pardo por su

    criollsimo teatro,

    su Espejo de mi

    tierra,

    y

    su inconcluso poema

    1sidora,

    hermano menor de

    los

    de D.

    Jos Joaqun

    de

    Mora

    y de

    El

    proscrito

    de

    D.

    Andrs Bello, es el antecedente directo del excelso tradi-

    cionista D.

    Ricardo Palma.

    El jardn potico de

    Pardo

    semeja

    una

    antigua quinta

    del Cercado, como la que en su D. [,eocadio evoca pero

    por todo

    extremo aseada y ntida, de pulqurrima aristo-

    cracia y virreinaticia distincin. Las salas, antecuadra y

    cuadra de recibimiento muestran, ms arriba de los aliza-

    res de azulejos, ricas tapiceras y lienzos de Goya los

    techos y las antepuertas tienen pinturas de tapadas, de

    mano de Pancho Fierro, al lado de rosadas ninfas de dis-

    cpulos de Mengs

    y

    no faltan en las consolas, junto a los

    bcaros

    y

    a las cajas enconchadas, algunas novedades

    inglesas, como grandes

    y dorados

    relojes de bronce. En

    los cenadores del huerto fragante, bajo los emparrados y

    l

    tendido follaje

    de

    las peruanas granadillas, entre los

    chirimoyos y los naranjos, se alzan bustos marmreos

    y

    mitolgicos

    de la escuela de Canova. Desde las galeras

    y miradores de la

    quinta

    artstica, situada a

    muy

    superior

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    28/171

    DE GARCILASO A GUR N

    347

    nivel sobre los tapiales y terrosos callejones del valle se

    descubren

    los

    arrabales de

    Lima

    sus plazuelas y barrios

    ms bulliciosos aonde a

    las nochebuenas

    de la Colonia

    han sucedido

    los

    motines electorales y

    los

    obscuros pro-

    nunciamientos cuarteleros. Por

    ellos

    l

    refinado poeta vi

    invadido y saqueado su ideal palacete campestre. La beoda

    turba ultraj las hermosas estatuas rompi los

    muebles

    clsicos y gentilicios destruy o trunc

    las

    alhajas tradi-

    cionales

    ms

    preciadas; y

    slo en

    el

    ocaso angustioso de

    su

    vida paraltico y ciego pudo

    el

    literato eximio acogerse

    a

    la

    paz del

    ~ o g a r

    en

    la

    quietud melanclica que sigue

    a los desastres ponerse a advertir y recontar con amarga

    sonrisa

    ms

    desgarradora que las lgrimas

    los

    destrozos

    causados por el infantilismo y el vandalismo de la dema-

    ggica inconsciencia. Esa entristecida sonrisa fue su stira

    poltica

    la

    porcin culminante de sus escritos.

    Arrepentido de muchas de sus personalsimas diatri-

    bas contra la Gran Confederacin de Santa Cruz cuyos

    gamarristas adversarios lo engaaron y burlaron casi

    no

    di cabida a aqullas en la definitiva coleccin de sus

    obras. Poseemos

    en

    cambio ntegras

    las

    que

    le

    dict

    el

    espectculo de la izquierdista temporada

    de 1855

    a 1860.

    De

    all

    nacieron

    como

    invectivas reaccionarias

    los mejo-

    res sonetos epigramticos

    El

    . Rey

    nuestro

    Seor,

    La triste

    realidad, el

    poema satrico

    La ConstituctI

    y la inmortal

    Epstola a Delia,

    que todos los peruanos deberamos saber

    de memoria. Sus justos improperios

    se

    desbordaban en

    las nobles octavas de El Per, contra

    la plebe

    ociosa:

    Que en la

    inaccin

    crPula vegeta.

    Es

    tiempo ya que

    activa ardorosa

    Se

    afane por

    su

    bien, cual

    bu1le

    inquieta

    Cuando,

    al

    influjo

    de

    anarquista

    aleve,

    trastornar

    la

    sociedad

    se mueve.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    29/171

    348

    Jos DE

    LA

    IUVA AGERO

    con ms severo enojo tronaba contra los pseudo diri-

    gentes laxos y tmidos que

    En torpe sueo ceden sin aliento

    El

    campo

    a

    la

    atrevida turbulencia

    Santamente airado desolado en su patriotismo como

    se 10

    cantaba su amigo el romntico Arnaldo Mrquez

    envejeci y muri

    el

    vate valetudinario. Su mejor disc-

    pulo su vengador y el ejecutor de

    10

    esencial de su pro-

    grama fue su hijo D. Manuel cuya nclita memoria y

    cuyo martirio hoy tambin conmemoramos.

    En las termas de Yura el ao de 1843 no tena Ma-

    nuel sino diez aos cuando su padre

    le

    dictaba las estro-

    fas de La lmpara himno esplndido de esperanza y

    alegra por la ascensin del caudillo conservador Vivan-

    co y que entre las clasicistas poesas de D. Felipe com-

    pone una vibrante excepcin romntica como lo son

    La

    jura

    de la

    .Reina Cristina

    l nacimiento del Prncipe

    1mperial

    entre las de su parecidsimo coetneo y compa-

    ero Ventura de

    la

    Vega.

    ien

    aprovech Manuel la subs-

    tancia de estas primeras lecciones. D. Felipe transmiti a

    su hijo toda su entraable devocin por la figura hist-

    rica del chileno D. Diego Portales que D. Manuel expre-

    s luego por su parte en trn1inos tan encarecidos como

    si

    presintiera que haban de tocarle igual glorioso destino

    e igual sangriento fin. Aunque crecido y educado en tiem-

    pos del general contagio del liberalismo D. Manuel

    si

    n

    en

    10

    econmico en

    lo

    poltico y social tuvo como maestros

    preferidos a los ms firmes amigos paternos:

    ello

    en

    Chile D. Bartolom Herrera en el Per el Conde de

    Cheste en Espaa. Por eso en

    el

    sagaz y enjundioso pr

    logo crtico que escribi para las obras de su padre y

    que bastara a jWitificar por

    s

    solo que hubiera heredado

    su puesto de Acadmico Correspondiente de la Lengua

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    30/171

    DE G RCIL SO A EGUREN 349

    deca reivindicando todo

    lo

    fundamental del programa

    ideolgico de D. Felipe: Derrumbado

    el

    edificio colo-

    nial,

    no

    hay que conservar sino la religin y

    el

    idioma

    Preservaba as las dos esencias intangibles, que restituyen

    lo

    dems por aadidura: la tradicin espiritual del fondo,

    la de la conciencia, la moral y la Iglesia, y la de la forma,

    o sea la expresin literaria. Con la ntegra subsistencia

    de ambas , quedan salvos los cimientos del heredado y

    castizo albergue; y ambas las guard en definitiva, no

    obstante los tanteos y malficos soplos de aquella ambigua

    e insegura poca. La actividad poltica

    de

    D. Manuel est

    prefigurada, anunciada y anticipada en los versos de D.

    Felipe. Al propio tiempo que ste redactaba la stira de

    La Constitucin preparaba su fiel hijo, con las mismas

    tendencias, para la

    Revista de Lima los

    clebres artculos

    econmicos y de

    Ciencias Sociales en que ya campeaba

    la robusta y abundante prosa,

    de

    enrgicas sentencias

    visos metlicos, que haba

    de

    lucir despus

    en los

    mensa-

    jes

    presidenciales y en

    el

    largo estudio sobre

    el elgrano

    de Mitre. Los primeros escritos de Manuel Pardo, por

    los

    asuntos, mviles y estilo, recuerdan mucho los del gran

    Conde piamonts Camilo de Cavour, con quien tuvo Par-

    do tntas analogas de orgenes, cualidades, ocupaciones

    y temperamento.

    Si el

    xito de la tarea fue en los dos tan

    diverso, la culpa estuvo en la diferencia del ambiente. No

    careci Manuel Pardo

    de

    amigos y colaboradores abne-

    gados, que con

    l

    no vacilaron en ir hasta el sacrificio;

    mas

    por desgracia, la mayora del pas

    se

    resisti a la

    necesarias reformas, y en vez de ansiar como en Italia

    unidad, regeneracin y fuerza, no aspiraba sino a diso-

    verse en

    el

    ocio, la relajacin y

    el

    desorden. No pudo

    sanar y engrandecer a su patria, como Cavour

    lo

    hizo.

    El medio, falto de jerarquas y de suficientes elementos

    consolidados, le impidi desplegar todas sus facultades

    geniales, y le impuso aplazamientos y transacciones que

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    31/171

    350

    os

    DE LA RIVA AGERO

    fueron yerros. Pero

    si

    su suerte le neg llevar a trmino

    la redentora faena de cuyo impulso vivimos y que todos

    nosotros estamos en

    la

    obligacin

    de

    proseguir a

    lo me-

    nos la saa de sus enemigos le brind con

    lo

    que vale ms

    que

    el

    triunfo: la suprema grandeza la altsima consa-

    gracin de

    la

    muerte heroica y trgica. Julio Csar de la

    legalidad superior en empuje

    al

    Conde Rossi cay como

    ellos

    romanamente asesinado a tracin en el Senado que

    presida. A esta

    su

    casa trajeron su desgarrado cadver

    hace cincuenta y siete aos antes que a la solemne capi-

    lla

    ardiente en Santo Domingo; a esta casa donde lloraba

    los resultados de la abnegacin del prcer su atribulada

    familia su esposa su madre y sus tiernos hijos y donde

    no haca an diez aos haba expirado su doliente padre

    el

    insuperable poeta.

    n el

    cuarto centenario

    de

    la ciudad

    recordamos a ambos colocando en las ya histricas pa-

    redes inscripciones que resarcen y apologizan la cultura

    y el carcter de Lima porque perpetan la memoria de

    dos de sus ms preclaros hijos. Persuadidos estamos por-

    que confiamos en la nobleza continuidad e ininterrum-

    pido mejoramiento de nuestro Per que rodeados de fer-

    viente

    celo

    patrio

    se

    conservarn estos signos de grati-

    tud y de honor; Y que como reliquia pblica subsistir

    muy largos aos esta leyendaria morada ejemplar en su

    modestia casi intacta en su venerable arcasmo contras-

    tando con los vulgares palacios de

    los

    advenedizos y

    testimoniando con estos sus epgrafes y todo su aspecto

    las fuertes virtudes que demandan

    l

    servicio

    de

    la rep-

    blica y

    el

    fecundo cultivo del corazn y la mente.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    32/171

    VIII

    RIC RDO P LM

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    33/171

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    34/171

    El

    1nca yatcilaso

    y don

    Ricardo

    Palma fueron

    las

    dos

    figuras literarias peruanas que ms

    constantemente interesaron

    a Riva-Agero. Amigo

    de Palma,

    fue

    su ms

    importante

    ex

    geta desde su obra

    juvenil, Carcter de la literatura del Per

    Independiente, en

    la cual, pese

    a

    sus

    pocos

    aos

    y a

    la

    admi

    racin que

    senta

    .flor el autor de las

    Tradiciones Peruanas,

    lo enjuicia

    en

    forma

    objetiva

    y algunas veces

    con cierta

    severidad-, tratando de precisar el contenido de

    las

    Tradi

    ciones y las principales influencias

    que ellas revelan.

    En

    el

    presente captulo se reunen hasta siete textos

    de

    Riva-Agero, de diversas

    pocas,

    sobre Palma y

    su obra lite

    raria.

    El primero es el discurso

    pronunciado

    en

    la

    velada

    en

    homenaje

    a

    D. Ricardo como desagravio por su separacin

    de

    la Biblioteca 'JIJacional,

    que

    se

    public ntegramente en La

    Prensa de Lima, del

    12

    de marzo de 1912, pp. 1-2, Y

    parcial

    mente en Variedades,

    JIJ9

    211, Lima, 16

    de

    marzo de 1912

    p

    327. El segundo artculo, firmado en

    Biarritz en noviembre de

    1919, con motivo

    de

    la muerte de

    Palma,

    se

    publica

    pri

    mero

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    35/171

    354

    Jos DE LA RIVA AGERO

    titulado

    El Monumento a D. Ricardo Palma, aparecido en El

    Comercio, de

    Dma,

    el

    14

    de

    agosto

    de

    1932,

    seis meses

    antes

    de cumplirse el centenario del nacimiento de Palma, con el

    propsito

    de

    mover a la oPinin pblica y a las instituciones

    para que

    se

    decida la

    forma y la

    ubicacin

    y se acelere la

    construccin del

    monumento

    al tradicionista. Ese artculo tuvo

    resonancias

    y

    una

    comecuencia de ellas es

    la

    carta de

    Riva

    Agero al Dr.

    Csar

    Revoredo, aparecida en El Comercio de

    Dma,

    el 18

    de

    agosto

    de

    1932,

    p. 7 Y que lleva

    el

    NP

    4

    en

    este captulo ambos textos, artculo y

    carta,

    se reproducen

    tambin

    en

    Por la Verdad,

    la

    Tradicin

    y

    la Patria. Opsculos.

    1. 1 Dma,

    1937, pp. 343-354).

    En quitlto

    lugar

    aparece

    l

    Elogio de D. Ricardo Palma, pronunciado

    en

    la

    Sociedad

    Entre

    'Nous , el

    7

    de

    febrero

    de

    1933

    en la

    conmemoracill

    del centenario de

    su

    nacimiento.

    Esta

    pieza, que resume

    todos

    los escritos

    anteriores de

    Riva-Agero

    sobre el tema, se

    public

    parcialmente en los diarios y peridicos limeos de entonces y

    se reprodujo,

    con

    ligeras

    correcciones del autor,

    en el volumen

    conmemorativo del centenario

    Ricardo Palma. 1833-1933. Lima,

    Sociedad Amigos de Palma, 1934,

    pp.

    15-42) Y

    en

    Por la

    Verdad, la Tradicin

    y

    la Patria. Opsculos,

    1.

    1, Lima, 1937-

    1938,

    pp.

    405-428

    con

    el

    ttulo de

    Homenaje centenario a D.

    Ricardo Palma. Con el ePgrafe Comentario a la conferencia

    de Jorge Guillermo Legua sobre Palma, se publican

    en sexto

    lugar las

    palabras

    de Rva-Agero al final de ese acto

    (realizao en

    la

    Sociedad geogrfica el 13 de febrero de

    1933). 1nditas hasta ahora,

    Riva-Agero

    prepar

    la

    versin

    mecanogrfica de ellas, con alguna correccin manuscrita

    suya,

    y

    la

    aadi

    al

    final

    del

    folleto

    D. Ricardo Palma

    por Jorge

    guillermo Legua (Dma,

    1934,

    42 pp.), de

    su

    proPiedad,

    que

    hoy se guarda

    en la

    Biblioteca

    del 1nstituto Riva-Agero.

    El

    ltimo escrito de Riva-ABero dedicado

    a

    Palma es el discurso

    pronunciado el

    25 de enero de

    1935

    en

    la ceremonia

    de

    colo

    cacin de la primera piedra de su monumento,

    que

    aqu apa

    rece en sptimo lugar. Ese discurso se public en La Prensa

    de Lima,

    l

    26 Y 28 de

    enero

    de 1935,

    en

    El Comercio, de

    Lima, del 28

    de enero de 1935 y

    se

    recogi luego en su libro

    titulado

    Discursos Acadmicos

    (Dma,

    1935,

    pp.

    35-43).

    Estos siete textos deben confrontarse con las nutridas p

    ginas

    sobre D.

    Ricardo en el Carcter...

    Obras Com

    pletas,

    1.

    1, sobre todo las pginas

    176-203)

    y con los dos

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    36/171

    DE GARCILASO A

    GUR N

    355

    trabajos

    sobre Anglica Palma,

    que

    formatl el

    captulo

    Xl

    de

    este

    tomo.

    No existe

    aun

    un estudio integral

    sobre la

    vida,

    la

    obra,

    el estilo

    y la

    influencia de don

    Ricardo

    Palma en nuestra

    literatura.

    Algunos

    de los diversos ensayos de Ral

    Porras

    Barrenecbea

    son

    posteriores

    t

    los de Riva-Agero e interesa

    por tanto

    mencionarlos

    aqu:

    Tres ensayos sobre Ricardo Pal-

    ma (Lima, Lib. :Meja Baca, 1954. 59 pp.)

    que

    contiene sus

    estudios sobre Palma satrico Palma romntico

    y

    Palma

    y

    Gonzalves Daz y

    su

    extenso estudio preliminar al Epistolario

    de Palma

    (Lima,

    Ed.

    Cultura Antrtica,

    1949

    1

    1

    pp.

    1X-

    XLVJ1. La

    ms completa bibliografa sobre Palma es

    la

    reunida

    /Jor

    el propio

    Ral Porras

    Barrenecbea, que se publica al

    comienzo

    de

    la

    reciente edicin

    limea,

    en seis tomos, de las Tradiciones

    (Lima,

    Lib.

    1nternacional

    del Per, 1959

    1 1

    pp. VJ1-LXXX1 .

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    37/171

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

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    LA

    GRAN VELADA EN HONOR DE

    D

    RICARDO PALMA

    1912)

    Seor don Ricardo Palma:

    ST rendido homenaje de admiracin y cario consti-

    tuye el solemne desagravio que la sociedad

    de

    Lima y

    por su medio el Per todo os ofrecen de las culpas de

    infieles representantes, y constituye tambin el cumpli-

    miento de una obligacin nacional, que las actuales cir-

    cunstancias han hecho an ms imprescindible y urgente.

    La alteza de vuestra fama y l mrito de vuestra calidad

    literaria, reclamaba desde hace mucho tiempo que nues

    tro pas, del que sois orgullo y consoladora gloria, os tri-

    butara, en ceremonia pblica, demostracin semejante a

    las que en el siglo pasado hizo Espaa a Quintana y Zo-

    rrilla. Rehussteis, pocos aos ha, coronaros; mas con lo

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    39/171

    358

    J

    os

    DE LA RIVA - GERO

    recientemente ocurrido no podais ya rehuir esta mani

    festacin que equivale a una coronacin esplndida por

    que no tenais el derecho de impedir que

    1

    mejor del

    pas cumpliera con

    el

    imperioso deber de manifestaros su

    adhesin calurosa y satisfaceros de la inexplicable ofensa

    recibida de

    los

    personeros oficiales.

    Las repblicas vecinas nos han dado hermosos ejem

    plos de la veneracin debida a la ancianidad de

    los

    escri

    tores notables. Llona tuvo en sus ltimos aos el lustre

    de

    su laureada consagracin

    en

    Guayaquil y Luis Cor

    dero l de una embajada extraordinaria para la que

    1

    nombraron sus

    mismos

    adversarios polticos; colmado de

    consideraciones y honores baj a la tumba

    de

    Chile l

    historiador Barrs Arana; y en

    uenos

    Aires

    los

    nios en

    larga y conmovedora procesin rodearon de flores el

    le-

    cho en que reposaba invlido el poeta Guido Spano. y

    vos seor que representis para

    el

    Per mucho

    ms

    que

    los mencionados para sus respectivas patrias vos cuyo

    universal renombre alivia

    el

    abatimiento de nuestros infe

    lices

    destinos no habais de or resonar l vibrante aplau

    so de vuestros conscientes conciudadanos? De no hacer

    lo

    que hoy hacemos hubiramos faltado por negligencia

    y tibieza a la suprema virtud de

    los

    hombres nobles y de

    los pueblos dignos: al culto de

    la

    vejez gloriosa al respe

    tuoso fervor por

    los

    ancianos insignes.

    Sois seor como nadie y antes que nadie encarna

    cin legtima del espritu de nuestra patria

    viva

    y sagra

    da voz

    de

    su pasado. En vuestra individualidad tom

    cuerpo

    el

    alma gentil de

    la

    raza; y por vuestra pluma he

    mos gustado nosotros mismos plenamente y ha conocido

    el mundo entero

    el

    encanto

    del

    criollismo refinado. En

    vuestras inmortales tradiciones evocis con magia insu

    perable

    las

    leyendas de nuestra tierra

    las

    costumbres de

    nuestros abuelos los recuerdos de nuestra historia ya

    sangrienta y trgica ya pacfica y blanda sosegada y ri-

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    40/171

    DE GARCILASO A GUR N

    359

    suea. Con el primoroso engarce

    de

    vuestro estilo,

    nos

    habis hecho amar doblemente nuestras cosas; las habis

    enaltecido envolvindolas en el luminoso manto

    de

    la fan-

    tasa; y al hacernos convertir la atencin hacia ellas, al

    inspirarnos afecto y ternura por las pecularidades nacio-

    nales, .habis fortalecido el patriotismo, que tiene siempre

    en

    lo

    tradicional

    su

    raz y su sustento. Vuestras elegantes

    narraciones,

    al

    volar con las alas

    del genio

    como

    aves

    ligeras y finas, hasta

    los

    trminos remotos

    del

    mundo

    civi-

    lizado, han notificado a los hombres cultos que en este

    joven pas neohispano, a orillas

    del

    Pacfico, existe

    lite-

    ratura con gneros propios, de personalidad inconfundi-

    ble, reflejo artstico

    de

    particulares usos y hbitos popu-

    lares. Por todo

    ello

    sin hiprbole alguna y pesando cuida-

    dosamente las palabras, se

    os

    debe proclamar uno

    de los

    ms principales y eficaces agentes en la formacin del

    sentimiento

    de

    nuestra nacionalidad.

    El vnculo indisoluble que a ojos de propios y extra-

    os une vuestro nombre

    al del

    Per, es el

    ms

    exquisito

    y magnficO elogio de vuestra obra, porque prueba

    el

    eminente lugar que ocupis en el alma y la memoria

    de

    este pueblo. Cuando se piensa en

    l

    Per de antao, forzo-

    samente tiene que pensarse en vos que habis sabido

    reanimarlo y personificarlo. Por eso, quien

    os

    honra,

    honra a la patria; quien

    os

    irrita, la ofende. Y la ntima

    asociacin con la historia

    del

    Per, no existe

    slo

    en

    vuestros esclarecidos escritos, sino en todo el curso

    de

    vuestra larga vida.

    En

    la niez,

    os

    cupo la dicha

    de

    endul-

    zar, con una ltima aclamacin afectuosa en

    Lima

    el desen-

    gao del

    gran Santa Cruz, vencido y fugitivo; en la

    ju

    ventud, participsteis de todos los generosos entusiasmos

    del romanticismo literario y del liberalismo poltico, cono-

    csteis

    la

    ufana altivez de aquellos felices das en que

    el

    Per predominaba sobre esta parte

    de

    Amrica, asiststeis

    al desembarco de Castilla en Guayaquil y al combate del

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    41/171

    360

    os

    DE LA RIVA-AGERO

    Callao el Dos de Mayo padecsteis luego ruina y desas

    tre en

    la

    derrota nacional; en

    la

    poca de reconstitucin

    y convalescencia rehicsteis la Biblioteca debida a vues

    tros desvelos en cuyo grave recinto os hemos contem

    plado como la viviente imagen de la tradicin y l saber

    antiguo y que dejis dando leccin tan noble de entereza;

    y para que en todo os toque parte de las vicisitudes prs

    peras y adversas de la patria permite la suerte que lleguen

    hasta turbar vuestra serena vejez las tristezas del momen

    to presente.

    En vuestra senectud a la vez augusta y benvola

    iluminada por la amable sonrisa de siempre aparecis

    como uno de aquellos venerados patriarcas homricos

    que en deliciosos discursos daban cuenta a las generacio

    nes de los hechos y costumbres de los predecesores; en

    cuyos labios tesoro

    de

    experiencia hacan su morada las

    gracias y en cuyas palabras fluan las mieles del bien

    decir. Como ante un abuelo querido y glorioso nos incli

    namos ante vos reverentes todos los peruanos capaces de

    apreciaros.

    Legendario desde ahora decoro y ornamento de la

    nacin smbolo de lo pasado intrprete y medianero de

    la antigedad situada en el umbral de 1 Eterno sobre

    la blanca majestad de vuestras canas resplandece el de la

    apoteosis.

    Recibid seor

    los

    aplausos de este pblico que son

    ya para vos los de la posteridad y cuyo eco resonar

    largamente en la historia; escuchadlos como rey de nues

    tras letras joya y reliquia inviolable de la patria.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    42/171

    EN

    LA

    MUERTE DE D. RICARDO PALMA 1919)

    O D

    Ricardo Palma que a

    los

    ochenta y seis aos

    de

    edad acaba de fallecer en una pequea casa de campo

    de Miraflores, junto a Lima, desaparece para el Per el

    ms representativo y caracterstico de sus literatos; y para

    toda la Amrica Espaola,

    el

    ltimo sobreviviente de la

    escuela romntica que en nuestros pases

    no

    lleg a difun-

    dirse y prevalecer sino hasta bien mediado el siglo XIX

    Sus clebres

    Tradiciones

    nutrida serie de breves y

    amenas leyendas en prosa, evocan, como una coleccin

    de brillantes miniaturas, toda la historia peruana, en sus

    ms significativos aspectos y contrastes, desde el siglo

    XVI; son el cabal florecimiento y la artstica concrecin

    de aquel donairoso criollismo limeo que Palma supo sen-

    tir y expresar insuperablemente, y que vino a encarnarse

    y condensarse, con toda perfeccin, en su persona y escritos.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    43/171

    362

    Jos

    DE

    LA

    RIVA ACERO

    Naci en Lima el 7 de Febrero de 1833. Durante

    su infancia y su primera juventud conservaba an su ciu-

    dad natal el ambiente singular que en Amrica la hizo fa-

    mosa; y en l se educ e impregn D. Ricardo Palma de

    indeleble manera. Fueron los primeros aos de la Rep-

    blica agitados y anrquicos cual ningunos; pero por los

    excepcionales y externos impulsos que determinaron la

    independencia del Per dejaron subsistir casi intactos los

    usos y sentimientos de la poca colonial. Los turbulentos

    Mariscales y Generales republicanos se codeaban y fra-

    ternizaban con los viejos marqueses y los innumerables

    frailes mendicantes. l lado de los cuarteles resonantes con

    la vocera de los pronunciamientos ahumados y maltrechos

    por los contnuos asaltos revolucionarios se alzaban nte-

    gras todava las extensas cercas de los monasterios de mon-

    jas sombreados de platanares; las fachadas churriguerescas

    y retorcidas de las iglesias; y las de los caserones de ttulos

    y mayorazgos cuyos balcones tallados con caladas y

    voladizas celosas de madera recordaban por atavismo

    remoto mucho ms que los

    miradores

    espaoles los mu-

    xarabis arbigos. Con mayor frecuencia que los desfiles

    y los cierrapuertas pretorianos ocupaba las calles el des-

    pliegue de las procesiones religiosas en que alternaban

    con las andas hierticas y recamadas las burlescas com-

    parsas populares. En las arcaicas alamedas de Abajo del

    Puente rodaban las ltimas carrozas doradas de la no-

    bleza criolla; y junto a

    los

    surtidores virreinales las tapa-

    das

    de

    saya

    y m nto perpetuaban

    el

    incitante misterio de

    su disfraz semi oriental.

    l

    caer la tarde en los ruidosos

    portales de la Plaza de Armas perfumados de frutas y

    misturas de flores cesaba de pronto la alegre algazara de

    la abigarrada muchedumbre cuando de las torres de la

    Catedral descenda

    el

    pausado toque de la Oracin.

    Ul-

    tbanse los clrigos los puntiagudos sombreros de teja

    los caballeros los altsimos tarros las vendedoras los jpi

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    44/171

    E

    GARCILASO A EGUREN

    363

    japas

    y los esclavos los gorros. Por unos minutos

    se

    des

    cubran todos; y rezaban a coro unnime y devotamente

    las Avemaras del Angelus

    los pobladores de Lima del

    propio modo que en las tierras islmicas suspende l bu

    llicio vespertino

    la

    plegaria del muezn. Por las

    portada

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

    45/171

    364

    os DE LA

    RIVA AGERO

    su retirada

    al

    ejrcito chileno engrosado ya por varios

    cuerpos peruanos disidentes. Susurrbase que en esta cam-

    paa la suerte haba abandonado a Santa Cruz; pero el

    vecindario limeo que

    lo

    haba recibido jubilosa y triun-

    falmente haca dos meses le continuaba su adhesin.

    Era una noche de verano el 24 de Enero. En un

    largo balcn prximo a la iglesia de San Francisco toma-

    ba fresco la familia Palma en compaa de otras honra-

    das familias de mediana condicin que habitaban depar-

    tamentos de la misma casa. De repente

    en

    el silencio y

    la obscuridad de la calle apareci un pelotn de hombres

    montados y armados; varios militares embozados en ca-

    pas que apresuradamente tomaron hacia los barrios de

    Santo Toribio y San Pedro.

    El

    padre de D. Ricardo sin

    saber quines eran no quiso desperdiciar la ocasin de

    manifestar sus predilecciones polticas y lanz un esten-

    treo:

    'Viva Santa Cruz ,

    que fue coreado por su familia

    y vecinos. Entonces

    l

    jinete que ocupaba el centro del

    grupo y a quien al parecer obedecm los dems volvi

    la cara par un instante l caballo y se toc el sombrero

    como contestando la ovacin. Enseguida continu su ace-

    lerado caminar. Segn pudo averiguarse despus era en

    efecto l propio Santa Cruz que rodeado de algunos

    leales edecanes vena huyendo desde los aciagos campos

    de Yungay. Recin llegado esa noche a Lima a los cuatro

    das de prestsima y fatigossima marcha se enderezaba

    a cenar y descansar un momento en la casa de su inque-

    brantable amigo D. Juan Bautista de Lavalle situada en

    la esquina de las cuadras de Melchormalo y ey tia. A las

    pocas horas continuaba de all su viaje hasta Arequipa

    donde acab de malograrse y desvanecerse aquel su em-

    peo restaurador de la unidad y supremaca de la raza

    peruana en

    el

    Occidente de Sudamrica; y

    se vi

    obligado

    a dimitir el mando.

  • 7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3

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    DE GARCILASO A GUR N

    365

    Cuando muchos aos despus, D. Ricardo Palma,

    consecuente con sus tradiciones paternas, fue en Europa

    a rendir homenaje al ilustre desterrado, que viva en una

    casita de VersalIes propio lugar de extinguidas grande

    zas), comprob que bien recordaba y con qu ntima emo

    cin haba agradecido Santa Cruz aqul ltimo aplauso

    que

    le tribut Lima en la ms amarga hora de su derrota,

    como espontnea y conmovedora muestra de fidelidad.

    En

    esta escena de la infancia de Palma, que en sus postre

    ros aos tnto recordaba, nos place hallar un smbolo

    proftico:

    el

    que haba de ser supremo evocador histrico

    del Per, tesorero y joyero de sus leyendas, encarnacin

    de su ingenio, viva voz de su alma, aclam, con la pres

    ciencia del nio, y ms tarde con la del artista, al precur

    sor del magno ideal patritico que es clave de nuestro

    porvenir.

    La ruina de la Confederacin trajo para

    el

    Per aos

    calamitosos, de conflictos y desastres externos y de impon

    derable caos interior. Hubo poca en que a la vez coexis

    tieron tres gobiernos.

    l

    cabo renaci

    l

    orden, en el pri

    mer perodo de Castilla 1845-1851), y pudieron culti

    varse los estudios y las letras, en

    l respiro que dejaron

    las destructoras contiendas civiles.

    El cannigo limeo D. Bartolom Herrera, en el Co

    legio Mayor de San Carlos, y el profesor murciano D.

    Sebastin Lorente, en

    el

    de Nuestra Senora de Guadalu

    pe, reabrieron y

    r e n o ~ r o n

    los cursos de Filosofa y Hu

    manidades, que haban cesado haca largo tiempo en la

    vetusta Universidad. Ya desde el gobierno de Santa Cruz,

    y an algo antes, los haba iniciado

    el

    que fue su secre

    tario, el gaditano D. Jos Joaqun de Mora, que en l

    teneo del

    Per

    ense las teoras psicolgicas y ticas de

    la escuela escocesa del sentido comn y que en literatura

    populariz

    el

    nombre y las obras de Sir Walter Scott.

    Pero las semillas de novedades romnticas que esparci

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    366

    os

    DE LA

    RIVA AGERO

    Mora no fructificaron entonces por lo spero y revuelto

    de los tiempos; y fueron un poco ms tarde otros dos

    espaoles l

    ya

    citado Lorente y

    el

    montas Fernando

    Velarde los verdaderos introductores del romanticismo en

    el Per y los maestros que decisivamente influyeron en

    Palma y sus compaeros de bohemia literaria.

    Era Velarde un joven y fogoso poeta santanderino.

    Por el ao de

    1847

    llev al Per el culto de Zorrilla

    y

    Esprocenda que impuso como modelos junto con sus pro

    pios versos a sus discpulos limeos. Entre los menores

    en edad pero entre los ms distinguidos se contaba

    ya

    Ricardo Palma quien desde su adolescencia comenz a

    publicar poesas y leyendas en prosa. Sus primeros versos

    coleccionados en

    ]uvenila

    son en efecto de 1848. Por

    entonces igualmente apareci su breve cuento incaico

    Oderay muy dbil e inexperto pero que es uno de los

    primeros productos del romanticismo narrativo en

    el

    Per

    al propio tiempo que el

    Padre Rorn de

    Arstegui.

    1

    Tambin compuso e hizo representar dramas hist

    ricos que l mismo no quera luego que se recordaran y

    que en verdad no merecen serlo. Fueron obras prematuras

    de sus aos

    de

    efervescencia bohemia y de gran melena

    romntica; cuando se hizo de moda en la juventud lite

    raria limea la ingenua copia del mediovalismo europeo;

    cuando Corpancho embozado en su capa espaola con

    vueltas rojas meditaba El

    poeta

    cruzado y El caballero

    templario.

    Ms grande influencia ejerci otro amigo suyo l

    eminente neogranadino D. Julio Arboleda uno de los

    primeros polticos y literatos del siglo XIX en la Amrica

    Meridional. Proscrito de

    Nueva Granada por el

    radica-

    1 Novela regional cuzquea de D. Narciso Arstegui impresa en Lima

    el ao de 1848

    y

    no tan desdeable como lo d a entender en Carcter de la

    literatura del Per 1ndependiente. e

    advierte en ella muy claro el influjo de

    :Notre-Dame

    de Vctor Hugo.

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    DE GARCILASO A GUR N

    367

    lismo triunfante viva en Lima hacia

    los

    aos de 1852 y

    53.

    Ric