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LA ACCIÓN: La reflexión ética

Ética

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LA ACCIÓN: La reflexión ética

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Tras estudiar al ser humano desde el punto de vista biológico, antropológico-cultural, psicológico, ahora nos ocuparemos de lo que en filosofía se llama la ACCIÓN PRÁCTICA del ser humano, es decir, la ACCIÓN MORAL.

  El conocimiento científico nos dice lo que es el mundo y el ser humano; la técnica

nos muestra lo que el ser humano puede hacer con el mundo, consigo mismo y con los demás seres humanos; la MORAL, por último, nos dice QUÉ DEBEMOS Y QUÉ NO DEBEMOS HACER CON EL MUNDO, CON NOSOTROS MISMOS Y CON LOS DEMÁS SERES HUMANOS.

Los animales no son "malos" (es decir "INMORALES"), sino AMORALES: no tienen moral, ni la necesitan, pues su vida está programada por el instinto. En cambio, el ser humano -aunque también posee algunos instintos- no se ve constreñido por ellos a la acción. Es libre y tiene que elegir entre una amplia gama de posibilidades, lo que va a hacer. Y aquí es donde se encuentran las raíces de la moral: no es sólo que el ser humano se vea en la necesidad de elegir, sino que sabe que debe hacer una buena elección.

Se distinguen dos sentidos del término "libertad": la libertad externa y libertad interior. La primera es la libertad de acción, es decir, la ausencia de constricciones exteriores para realizar nuestros actos; se traduce, sobre todo, en la libertad política. La segunda es la libertad de la voluntad, es decir, nuestra capacidad para querer o no querer hacer algo ( también llama "libre albedrío" o "libre arbitrio“).[Recordemos conceptos como el determinismo o los condicionamientos a los que está sometido el ser humano]

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ÉTICA Y MORAL Las ética: rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es la conducta moral

del ser humano así como los fundamentos del sentido de su existencia:

Por MORAL se entiende el conjunto de normas (o costumbres –mores–) que rigen la conducta de una persona: la ÉTICA es la reflexión racional sobre qué se entiende por conducta moral o inmoral y en qué se fundamentan las normas y los códigos morales.

La ética trata, en último término, de encontrar las claves de la “vida buena”, esto, es de determinar el sentido de la vida humana y de hallar los caminos para alcanzarlo.

Por tanto, hay que diferenciar bien entre ética y moral pues estos términos hacen referencia a dos niveles distintos de la reflexión y del lenguaje:

Nivel moral: normas y reglas de conducta que pretenden regular las acciones concretas de los hombres. Hecho individual y social. Se responde a: ¿qué debo hacer?

Nivel ético: reflexión sobre las normas morales. No se ocupa de qué debe hacerse, sino de si es necesario que haya normas y, en ese caso, por qué unas y no otras: ¿Por qué debo hacer lo que debo hacer?

La moral es un TIPO DE CONDUCTA, la ética es una REFLEXIÓN FILOSÓFICA: la ética es teórica mientras que la moral es práctica.

ANÁLISIS ETIMOLÓGICOÉtica (griego) -"ηθος" (ethos): morada, residencia, lugar donde se habita: "εθος" (ethos): hábito, costumbre; Carácter, modo de ser. (Aristóteles→ carácter o modo de ser)Moral (latín “mos, moris”) Hábito, costumbre

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MODELOS DE JUSTIFICACIÓN MORAL

A lo largo de la historia se han dado diversas posibilidades de justificar la acción moral. Los sistemas éticos más relevantes pueden ser reducidos a unos modelos que desde diversas perspectivas tratan de ofrecer una justificación de las actitudes morales.

Se pueden concretizar en tres modelos:

ÉTICAS TELEOLÓGICAS,

ÉTICAS DEONTOLÓGICAS

ÉTICAS DIALÓGICAS.

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ÉTICAS TELEOLÓGICAS Los que defienden este tipo de ética sostienen que la vida humana tiene una

FINALIDAD: por ello se llaman “teleológicas”, que quiere decir que se orientan hacia la CONSECUCIÓN DE UN FIN: la BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD. Los hombres somos partícipes de una naturaleza humana que nos lleva

a desear la felicidad. En consecuencia, la tarea moral consiste en hallar los medios adecuados para lograr ese fin que es nuestro bien máximo.

Las normas morales se justifican entonces por su contribución al logro de la felicidad humana: “debo seguir aquel código moral que me ayuda a alcanzar la felicidad”.

Modelos de éticas teleológicas:

La felicidad no significa lo mismo para todos, sino que hay muchas maneras diferentes de entender en qué consiste la felicidad y cuáles son los medios para alcanzarla. Por ello, existen diferentes tipos de éticas teleológicas:

EUDEMONISMO, HEDONISMO Y UTILITARISMO

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ÉTICAS TELEOLÓGICAS: EUDEMONISMO

El creador y representante más significativo del eudemonismo es el filósofo griego del siglo IV a.C. ARISTÓTELES.

El término “eudemonismo” proviene del griego eudaimonía que significa “felicidad”, que consiste en el ejercicio, la actividad y la perfección de las capacidades y disposiciones propias del ser humano: ser feliz, en suma, consiste en autorrealizarse ejercitando las disposiciones con las que estamos dotados.

Para Aristóteles, la actividad más propiamente humana es lo que los griegos llamaban “contemplación” (theoria) que no es sino el ejercicio de las actividades intelectuales: el pensamiento y la argumentación: el ser humano es un “animal racional” y, por tanto, su felicidad está en el uso de su facultad más propia, la razón.

Pero nuestra vida no se reduce sólo a la contemplación, sino que actuamos constantemente en otras áreas vitales y con otras motivaciones (económicas, laborales, sentimentales, etc.): estas actividades también influyen en la felicidad humana y, por ello, es necesario escogerlas y realizarlas con sumo cuidado. La virtud que nos guía en la correcta elección es lo que Aristóteles llamó PRUDENCIA y, según él, consiste en la moderación y elección del “TÉRMINO MEDIO” rechazando los extremos (tanto por el exceso como por el defecto o insuficiencia). 6

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• La virtud (areté): El hombre virtuoso aspira a la excelencia, mérito, perfección, inteligencia, fuerza, nobleza de ánimo, generosidad, etc. Es una disposición del alma, una capacidad y aptitud permanente que inclina a comportarse de una manera determinada. La virtud incluye conocimiento, voluntad firme y una elección reflexiva de los medios necesarios para llevar a cabo una acción.

Aristóteles distingue, además, dos clases de virtudes:a) mediante nuestra actividad práctica, las virtudes éticas o morales se adquieren mediante el ejercicio y el hábito (éthos): «para que un hombre se haga justo es necesario que practique la justicia». Rechaza que seamos virtuosos por naturaleza (de nacimiento). Cuando se convierte en hábito, la virtud expresa la manera de ser de una persona en relación con la realidad que le rodea: es su modo de estar en el mundo. Es su actitud ante el dinero, la familia, el Estado y la felicidad.Cuando Aristóteles afirma que la virtud consiste en un término medio(P.ej.: el valor es un “justo medio” entre el miedo y la temeridad) señala que éste no puede establecerse en abstracto o en general, sino de acuerdo con las circunstancias de cada uno. En cada caso, el individuo sensato y prudente sabrá escoger el justo medio. De ahí que la máxima virtud práctica sea la prudencia.b) mediante nuestra actividad teórica, contemplativa, las virtudes dianoéticas o intelectuales se alcanzan mediante el cultivo de todas las cualidades personales, una huida de la mediocridad, es decir, ser virtuoso no es simplemente la repetición mecánica de nuestros actos o prácticas, sino aspirar al conocimiento y a la contemplación intelectual.

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ÉTICAS TELEOLÓGICAS: HEDONISMO

El hedonismo mantiene que la FELICIDAD consiste en el PLACER. Por ello, la máxima moral hedonista se puede resumir en la afirmación: “debes buscar el placer y rechazar el dolor”.

Ahora bien, por placer no entienden los hedonistas meramente el placer sensible (-goces- del cuerpo, siempre que sean naturales, moderados y sin excesos, disfrutados con serenidad.)

También da mucha importancia a los placeres del alma (la amistad y los recuerdos agradables, el uso del intelecto, los sentimientos y la autorrealización del individuo, p.ej.), e incluso afirma que pueden ser superiores a los del cuerpo, porque los corporales sólo se disfrutan en el presente, mientras que los del alma abarcan el pasado, el presente y el futuro.

El hedonismo aparece como teoría ética en la obra del filósofo griego Epicuro (341-270 a.C.) y será luego continuada por el filósofo romano Lucrecio (96-55 a.C.) y desde entonces por diversos pensadores a lo largo de la historia de la filosofía.

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ÉTICAS TELEOLÓGICAS: UTILITARISMO

El utilitarismo como corriente ética aparece fundamentalmente en la obra de Jeremy Bentham (1748-1832) y de John S. Mill (1806-1876).

Según estos autores, el móvil de la conducta humana está en la búsqueda del placer, pero su adquisición no se entiende como un logro del individuo singular, sino de la sociedad: LA FELICIDAD CONSISTE EN EL BIENESTAR DE LOS MUCHOS.

Así pues, el criterio racional que hemos de utilizar para apreciar la moralidad de un acto es la consideración de las consecuencias que se derivan de él para la felicidad humana.

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ÉTICAS DEONTOLÓGICAS Las éticas deontológicas son éticas que fundamentan la acción moral en el

DEBER: Es buena moralmente aquella acción que se efectúa sólo porque es un

deber el realizarla y no por otro motivo (utilidad, miedo a las consecuencias, esperanza de un premio, placer…).

Los defensores de esta concepción han criticado de modo radical a las éticas teleológicas por su carácter HETERÓNOMO:

«Heteronomía» significa recibir de otro la ley. Se alude a que la normas morales se reciben de una instancia distinta de la persona misma: yo acato una norma moral que, aunque pueda encontrarla en mí, procede de algo externo, ya sea la sociedad con sus normas y costumbres, la religión con sus creencias y dogmas o la propia naturaleza con sus instintos e inclinaciones.

Frente a la heteronomía está la AUTONOMÍA MORAL: la norma moral no sólo la encuentro en mí sino que además procede de mí: yo me doy a mi mismo; mi propia norma moral estableciéndola desde mi RACIONALIDAD: el origen y fundamento de la norma moral reside en ser capaz de dictarse a mí mismo mis propias leyes, cuando soy legislador autónomo, cuando las normas nacen de mí mismo.(Los defensores de la felicidad o del placer como principios de la vida moral quitarían al ser humano su dignidad, pues aunque sea cierto que el ser humano tiende a buscar su bienestar y su felicidad, esto es algo que también hacen los animales y, por tanto, si queremos que nuestra vida no se reduzca al nivel de lo puramente animal no podemos reducirla a algo que no supera las tendencias instintivas y naturales, como es la utilidad, el placer o la felicidad. )

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La doctrina ética deontológica más importante es la del filósofo alemán I. KANT (1724-1804): La ética kantiana se estructura en torno al principio de ACTUAR POR DEBER, que

se determina en función de criterios estrictamente racionales. No dice lo que hay que hacer en cada momento o situación sino que nos

proporciona la FORMA (la estructura racional) que debe tener cualquiera de nuestros actos para que sean morales.

Pretende, por tanto, ser UNIVERSAL Y NECESARIA: no cabe el interés propio o egoísmo, sino sólo la buena VOLUNTAD de actuar por deber, válido para todo hombre y para cualquier ocasión .

A esta ética la llama Kant FORMAL, AUTÓNOMA y A PRIORI, mientras que las restantes son «materiales», «heterónomas» y «a posteriori » por cuanto en ellas la voluntad humana se determina a obrar por motivos prácticos , es decir, se rigen por imperativos hipotéticos ( la valoración de la acción varía en cada caso en función del hecho, las circunstancias, etc.; y las órdenes tienen la forma “si quieres x, entonces tienes que y”, o sea, se guían por medios y fines del individuo.). Así, si queremos una ética universal válida para todos y todo tiempo, en la que lo

bueno o malo no depende del momento, circunstancias o interés individual, tendremos que fundamentarla en lo que Kant denomina IMPERATIVO CATEGÓRICO y que formula:

«Obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal».

«Procede de modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás, siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio». 11

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ÉTICAS DIALÓGICAS

Las éticas dialógicas: Sostienen que las normas morales han de ser fruto de un ACUERDO

basado en el DIÁLOGO ARGUMENTATIVO EN CONDICIONES DE IGUALDAD ENTRE PERSONAS RACIONALES Y LIBRES.

Las éticas dialógicas son, por tanto, éticas DE LA COMUNICACIÓN, del discurso, que sitúan los mandatos que constituyen el deber en las normas que resultan del acuerdo al que hayan llegado después de haber argumentado racionalmente cada uno de ellos en defensa de su posición.

A diferencia de Kant, los filósofos de esta corriente, fundamentalmente K. O. Apel (1922-) y J. Habermas (1929-), entienden que no es una sola persona quien ha de comprobar si una norma es universalizable, sino que han de comprobarlo todos los afectados por ella, utilizando la razón discursiva, es decir, el diálogo racional. En este sentido, hablan de una “COMUNIDAD IDEAL DE DIÁLOGO” como un espacio de discusión que no admite la represión o la desigualdad.

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Habermas propone como reglas del discurso las siguientes: Cualquier sujeto capaz de lenguaje y acción puede participar en el discurso. Cualquiera puede problematizar cualquier afirmación . Cualquiera puede introducir en el discurso cualquier afirmación. Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades. No puede impedirse a ningún hablante hacer valer sus derechos, establecidos

en las reglas anteriores, mediante coacción interna o externa al discurso. El hombre moralmente bueno es aquel que se halla dispuesto a resolver las

situaciones de conflicto mediante un discurso argumentado, un diálogo encaminado a lograr un consenso y se haya dispuesto asimismo a comportarse como se haya decidido en ese consenso.

La justificación de las normas morales proviene, por tanto, del acuerdo racional y se establece en función de dos principios:

Universalización: una norma será válida cuando todos los afectados por ella puedan aceptar libremente las consecuencias y efectos secundarios que se seguirían, previsiblemente, de su cumplimiento general para la satisfacción de los intereses de cada uno.

Ética del discurso: sólo pueden pretender validez las normas que encuentran aceptación por parte de todos los afectados, como participantes en un discurso práctico.

Así pues, una norma es aceptable sólo en el caso de que todos los afectados por ella estén de acuerdo en darle su consentimiento porque satisface intereses universalizables (y no meramente los intereses de un colectivo o de un individuo).13

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Los filósofos que defienden estas ideas son conscientes de que los diálogos reales son bastante diferentes de las condiciones ideales que hemos descrito: estos se producen muchas veces en condiciones de desigualdad y coacción y los participantes no buscan satisfacer intereses universalizables, sino intereses individuales o grupales. Por ello, consideran que en los diálogos reales su teoría ética ha de servir como ideal regulativo, esto es, como una concepción ideal que se presenta como modelo ejemplar al que la discusión debe intentar aproximarse cuanto más mejor.

Pero la ética del discurso no pretende quedarse sólo en el plano de la fundamentación teórica sino que busca internarse también en la práctica, esto es, en la resolución de conflictos morales que se plantean de hecho en el momento actual: se refieren sobre todo a la ecología y medio ambiente, el reparto de la riqueza y expolio del tercer mundo, la industria armamentística y la justificación de las guerras, la biología y la medicina en cuestiones relacionadas con las posibilidades de la genética, la experimentación con seres vivos, la eutanasia, etc.

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ETICAS DEL VALOR Son las éticas formuladas por Max Scheler (+1928) y N. Hartmann (+1950).

Para estas éticas el fundamento de las normas morales son los VALORES. Los valores sólo podemos conocerlos por INTUICIÓN SENTIMENTAL. Hay muchos tipos de valores: económicos, históricos, vitales, estéticos o artísticos, morales, y unos son superiores a otros; p. ej: el valor "vida" es superior al valor económico. A estos valores les corresponden unos disvalores (p. ej. al valor "bueno", "malo"; al valor "bello", "feo"; al valor "justo", "injusto", etc. Los valores son independientes del ser humano, que no los crea, sino que únicamente los descubre mediante el sentimiento.

Según esto, una norma moral es válida si no atenta contra los valores, o si antepone un valor superior a otro inferior; e inválida cuando atenta contra valores, fomenta un disvalor, o, finalmente, antepone un valor inferior a otro superior.

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“Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad.”

Bertrand Russell

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