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eUSKAL SINBOLOGIA

Euskal sinbologia

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eUSKAL SINBOLOGIA

EKAINA TODO UN MES DEDICADO AL SOL El solsticio de verano se celebrará por todo lo alto en numerosas localidades guipuzcoanas. En junio el sol toma un protagonismo especial, aunque las nubes de este año no han permitido su disfrute. Quizá su hermana la luna haya tenido algo que ver.

AITZIBER SALINAS

• http://www.noticiasdegipuzkoa.com/ediciones/2008/06/23/vecinos/donostia-auzoak/ekaina.php

JUNIO es el mes del Sol en Euskal Herria como su nombre en euskera indica –ekaina–. Aunque las nubes este

año apenas nos hayan permitido disfrutar de sus rayos la gran fiesta del Sol se celebrará esta noche, la más corta del año y la de más horas de luz. El sol alcanza su máxima posición meridional, la posición más alta en el cielo.

Odón de Apraiz en un estudio sobre fonética y etimología explica precisamente la procedencia del nombre ekain como una suma entre egu-gain, es decir el mes del "alto del supremo día" y el estudioso Vinson lo explica con la suma de ekhi e hil (sol y mes). En cualquier caso, la referencia al citado astro queda clara.

Además, Apraiz relaciona con egu(n) (día) el origen de eguzki, ekaitz, ekain y ekai.

Eguzki amandrea badoia bere amangana... (la abuela Sol va hacia su madre...) reza el saludo que dirigen en Elosu o Soraluze al sol. Cuentan las leyendas que el astro que da vida es considerado hija de la Tierra, aunque en algunos lugares le saludan llamándole abuela.

El sol adquiere nivel de dios, diosa según las leyendas recogidas por José Miguel Barandiaran, en la mitología vasca. Recibe diversos nombres dependiendo de la zona geográfica: Iguzki, Ekhi, Eheerri, Ekheri... En Goierri denominan Eguzki a la luz solar y Eguzkibegi –ojo del sol– al astro, toma el nombre Jainkoaren begi –ojo de diosa– en Berastegi.

CULTO SOLAR

Universal

Muchas de las culturas precristianas, desde Egipto hasta Roma, incorporaron sus creencias religiosas y su poder político a la simbología solar. Para la religión hitita (II milenio a.C.) el dios Sol albergaba entre sus funciones la defensa del derecho y la justicia a semejanza del mazdeísmo para la que el sol era la forma visible del Señor, al que estaban unidas la verdad y la justicia. Numerosos pueblos de Asia, África y América han adorado al sol o todavía lo hacen, según explica Antxón Aguirre Sorondo en su artículo de Euskonews El posible origen de las estelas discoidales.

Lo mismo pudo haber sucedido en Euskal Herria, donde el Sol ha quedado en estrellas discoidales, lauburus o las eguzki lores que se colocan en las puertas.

Llegado el cristianismo, éste incorporó el sol a su culto. "En las iglesias románicas, detrás del altar había una ventana que se tapaba con lino encerado, "al amanecer del solsticio, los rayos de sol entraban por la ventana e iluminaban la espalda del cura creando así un ambiente más espiritual", explica Aguirre Sorondo.

El solsticio de verano e invierno, celebrados en la tradición popular, los incorporó a su calendario el cristianismo. En el de invierno estableció el nacimiento de Jesús y en el de verano la festividad de San Juan. En consecuencia, los solsticios se siguen celebrando, pero han cambiado su antigua denominación y simbología por una más cristiana.

CARA AL SOL

Protección

Una de las últimas pervivencias de los antiguos cultos solares es la práctica de orientar los edificios para que su fachada principal mire hacia el Este, según Jose Miguel Barandiaran. "No en vano encontraremos que respetan esta misma orientación la chozas de los pastores o los primeros templos cristianos construidos entre nosotros. Incluso se solía decir que cuando las chabolas de los pastores estaban correctamente orientadas eran más saludables para el pastor", añade Aguirre Sorondo.

Los dólmenes tienen la entrada al Este, lugar desde donde sale el sol, es decir, si se levantara el muerto lo haría mirando al sol.

Cuando, años más tarde, el ser humano comenzó a enterrar a sus muertos en el exterior, también los colocó de Este a Oeste. El cristianismo justificó esta misma orientación con la situación geográfica de Jerusalem.

'EGUZKI LOREA'

Para ahuyentar

"El sol tiene la virtud de ahuyentar a los espíritus malignos que de noche ejercen su poder en el mundo. Los brujos quedan inmóviles si son sorprendidos por el sol antes de haberse despojado de los atributos de su oficio. Hay categorías de genios que pierden su poder y su fuerza sobre los hombres en cuanto un rayo de sol les alcanza", cuenta Jose Miguel Barandiaran.

Precisamente es ese el objetivo que persiguen cada eguzki lorea que se coloca en puertas y entradas de viviendas y caseríos. Se trata de que esos espíritus malignos confundan el cardo con el sol y corran a refugiarse por miedo a que la luz del día les sorprenda.

LAUBURU

La rueda solar

El lauburu se ha convertido en un símbolo ornamental popular vasco. Pero en realidad es una variación de la esvástica o rueda solar que en sánscrito significa literalmente forma bendita. Desde que los nacis adoptaron la esvástica –ellos la llamaban hackenkreuz o cruz gamada– como símbolo propio en 1920, en occidente se identifica con el fascismo. "Destino paradójico para un signo universal que se encuentra desde Asia oriental hasta América, pasando por toda Europa, unido a conceptos como el conocimiento y la totalidad", aclara Aguirre Sorondo.

En Euskal Herria se han encontrado esvásticas en piezas romanas de Iruña de Oca, pero hasta finales del siglo XVI no se encuentran lauburus propiamente dichos. Ya en el siglo XIX Sabino Arana Goiri utilizó el lauburu para como elemento ornamental en las primeras banderas nacionalistas vascas, a partir de entonces su simbología volvió a cambiar.

LA HERMANA LUNA

Leyendas

Dicen las leyendas que Eguzki (Sol) e Ilargi (Luna) son hijas de Ama Lurra (la Madre Tierra). Y cuentan en Lapurdi, que si un año tiene trece lunas enteras el verano será lluvioso. Es el caso de este 2008 que acaba de llegar a su ecuador. Aferrándonos a las leyendas la culpa de no haber visto al venerado sol se la podemos echar a su hermana la luna.

EL ÁRBOL Y LA CULTURA VASCA • http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=614

Desde Plinio, que situaba el espacio "Saltus Vasconum" entre los Pirineos, el mar y el "Ager Vasconum" de los cultivos agrarios, a Iparragirre, que ensalzaba a los montes y árboles señeros del país, la montaña y los bosques vascos han atraído a quienes se han acercado a ellos. Como testimonio de un panteísmo milenario, en lápidas aquitanas de la época romana leemos las dedicaciones: Arixo deo, Artehe deo, Fago deo, Leheren deo, a los dioses Roble, Encina, Haya y Pino, en expresión vasco-latina cuya inteligencia respectiva es fácil a través del vasco actual haritz, art(h)e, pago y leher. Un habitante poderoso de los bosques era Basajaun, que llegó a tener réplica femenina en Zuberoa, con la presencia de Basandere. Todavía en los albores de este siglo R. Mª Azkue recogía la frase ritual que dirigían los leñadores al árbol que iban a cortar: Guk botako zaitugu eta barkatu iguzu (nosotros te derribaremos y perdónanos). Ese respeto y convivialidad con el árbol adquirió a través de los siglos carácter simbólico y representativo y de ahí la veneración otorgada a los robles de Gernika, Aretxabalagana y Arriaga, como protectores vivos de las Juntas de Bizkaia y Álava, que al amparo de aquellos robles se celebraban. De entre todos los árboles singulares repartidos por toda la geografia vasca, "el árbol Malato" de Ayala merece especial mención. El origen de la singularidad del árbol Malato parte de la figura legendaria de Juan Zuria, hijo de un duendecasa y una infanta escocesa llegada a Mundaka. Fue elegido por los vizcaínos para, a su frente, expulsar a las tropas capitaneadas por un hijo del rey de León, que habían llegado hasta Bakio causando grandes estragos a su paso. Las tropas vizcaínas vencieron a las leonesas en la batalla de Padura, y las persiguieron hasta el árbol de Lujaondo, donde abandonaron la persecución. Estos hechos ocurrieron en el año 840, 870 u 880 según diferentes historiadores. Lo cierto es que, a partir de entonces, el árbol Malato era considerado faro o señal de la frontera militar del Señorío de Bizkaia. En 1603 el árbol ya no existía, por lo que en Juntas Generales se decide conmemorar el lugar donde estaba enraizado con una cruz de piedra y un letrero. El roble que ocupa en la actualidad el lugar del Malato es un ejemplar muy joven descendiente del Arbol de Gernika.

El Árbol en la Mitología Vasca (continuación)

El haya, los robles y los fresnos han dado sombra y protección a ermitas y campas de reunión festiva y romería. En lo que se refiere al fresno, lizar, M. Lekuona recogía la siguiente expresión: Lizarra ez da bedeinkatu behar; berez da bedeinkatua (el fresno no hace falta bendecir; de por sí es bendito). En ocasiones, son los arbustos los que adquieren protagonismo de salvaguarda ante adversidades atmosféricas, como el rayo y sus consecuencias u otras desdichas y adversidades. En este caso, los arbustos se unen a connotaciones de la vida y pasión de Jesucristo. Así los ramos de loro o laurel, ereino, erramu, propios del Domingo de Ramos, como en otros lugares fueran las palmas. Las pequeñas cruces de espino blanco o albar, elorri zuri, arantza zuri, cuyas espinas producen una punción dolorosa, que se asociaba a la ocasionada por la corona de espinas. Dichas pequeñas cruces, clavadas a puertas o en el suelo de los campos, debían proporcionar la protección necesaria frente a calamidades meteóricas. Los árboles de mayo, de la Ascensión y de San Juan son otras tantas representaciones simbólicas y protectoras. Normalmente se empleaban hayas o fresnos esbeltos, cogidos en bosques densos. El fuego del hogar tenía frecuentemente carácter guardián ante maleficios y adversidades, como en otros lugares de Europa; así la tradición de xubilaro en la Baja Navarra. Olentzaro, Olentzero es otra representación, personificada en un carbonero báquico, que se ha sublimado recientemente en un Santa Claus o Papa Noël a la vasca, dadivoso y repartidor de regalos navideños.

EL ARBOL DE GUERNICA, símbolo del derecho del pueblo: El árbol por su aspecto de gigante y por la fuerza renovadora que posee, a través de la semilla o de los brotes sucesivos, ha sido consierado por muchos pueblos, como símbolo de perpetuídad. Job, en sus consideraciones, lo compara la vida efímera de hombre con la fortaleza del árbol (Job 14,7-2), cuando dice: “el árbol tiene esperanza de vida”, y desearía compartir su suerte vital y sucesoria, sin la rotura de lazos familiares a que se aboca la vida humana después de la muerte. El árbol se yerge y mira al sol de justicia de hito en hito, es decir, a "Utu/iduzki", en sumerio y vascuence respectivamente, por eso, árbol “zuhaitz” se analogiza de Utu>su+atze “árbol de fuego” que produce zur “madera” que arde alumbra como zuzi “tea”. Por eso, el árbol es también símbolo de la sabiduría (Gen 2, 9.17) y los pueblos antiguos se reunían a la sombra protectora del árbol y se sentaban para deliberr sobre los problemas de la tribu, para interiorizar el modelo de sabiduría cósmica y pervivencia mítica que veían en el árbol. El “árbol”, como analogía que es de Ra “sol” egipcio que al arder “erre”, produce argi “luz”, es también símbolo de la justicia cósmica que tiene su reglas/arau en el orden de los dioses o las organizadas por el pueblo, como las leyes juradas “foru” so el Árbol de Guernica. El modelo solar de la justicia cósmica se humaniza a la sombra protectora del árbol que se interpone entre los rayos directos del sol y el pueblo. De ahí

procede la veneración al árbol que poseían los habitantes que colindaban el Oriente Fértil y juzgaron como maldad la hazaña de Gilgamés que mató al guardabosque Humbaba, para poder talar los cedros, mito que ha pervivido en el Basajaun “Señor del bosque”, junto a los bosques de Irati en Navarra. Desde antiguo algunos árboles merecieron un renombre especial, ya por su pervivencia o por el lugar que ocupaban, como el Persea, el árbol sagrado de Ra, en cuyas hojas Toth, el dios escriba, grababa el nombre del Faraón, tal como los amantes que escriben por incisión sus nombres en el tronco de las hayas de algún santuario, para jurarse eterna fidelidad. Son renombrados la encina "arte" de Abrahán en Ebrón o el terebinto de Mambré, etc. Eran como los árboles sagrados, testigos seculares de la alianza que nuestros antepasados hubieron con sus dioses. Cada nomo egipcio poseía su árbol, como seña de singularidad y eran conocidos también en Canaán e Israel. Este tipo de árboles abunda también en el País Vasco, en las anteiglesias juraderas, siendo el Árbol de Gernika uno de los que mejor desarrollaron su cometido simbólico, como se manifiesta en el compendio de los "Fueros de Vizcaya", por haber sido objeto laudatorio de bardos y definitivamente por el renombre mundial que le dió la villa arrasada de Guernica en la guerra pasada. Los Fueros de Vizcaya son la traducción al castellano de principios del XVI de la sabiduría oral del pueblo vizcaíno. Los delegados del pueblo lo dictan en vascuence y los escribanos y traductores jurados al efecto lo consignan en castellano, para que el rey que desee para sí el título de “Señor de Vizcaya”, entienda y sepa lo que jura y, mientras no jure los Fueros, huelgan las mutuas obligaciones entre el pueblo vizcaíno en la corona. Los autos de la Junta sobre la ordenación del fuero aluden al árbol: “So el árbol de Guernica, do se suelen hazer las juntas generales del muy noble y leal Señorío de Vizcaya...” Ponemos por ejemplo la ley aforada XII del Título I. Tormento ni amenaza no se pueda dar a Vizcayno: “Otrosí dixeron que habían de fuero e costumbre e franqueza e libertad que sobre delito ni maleficio alguno, público ni privado, grande ni liviano, de cualquiera calidad y gravedad que sea, agora sea tal, que el juez de oficio pueda proceder, agora no; que a Vizcaíno alguno se le de tormento alguno, ni amenaza de tormento, directe, ni indirecte en Vizcaya, ni fuera de ella en parte alguna”. Un análisis socio-histórico podría explicar la razón de esta taxante medida de humanismo que en pocas culturas ha conseguido la categoría de ley. Lo normal era que al infractor de la ley fuera llamado a hacer acto de presencia so el Arbol de Guernica, y no se le impusieran las manos antes de que fuera juzgado, fuera de casos excepcionales y urgentes, como robos, raptos,

hechicerías, etc. (VIII,I), pero si al acusado de cuaquier delito se personaba voluntariamente bajo el Árbol de Guernica, no se le pudiera apresar sin más, vista su disposición a un juicio. El árbol simboliza la alianza que los antepasados, los fundadores del pueblo con su Dios que les diera la libertad de hijos y que ritualmente lo practican al ejercer la justicia y el derecho sobre el pueblo y en este sentido traslaticio el bardo J. Mª Iparraguirre llama “arbola santua/árbol santo”, como el Himno requeté habla de la “santa tradición”, a las costumbres inmemoriales y los derechos del pueblo que no son de ortorgamiento regio, sino que tienen un fundamento más arraigado en la entraña popular. El Árbol de Guernica que figura en el escudo de Vizcaya de la edición primera de Los Fueros de Vizcaya incorpora en su estructura la señal de la cruz cristiana, como brotada del mismo madero. Las libertades y las costumbres inmemoriales son anteriores a la historia y, como la sabiduría cósmica o antigua de los antepasados, tiene connotaciones con los dioses/as míticos/as como Maat, diosa egipcia o Mari, diosa del panteón vasco. La costumbre de devaluar, por míticas, las costumbre ancestrales o libertades de los pueblos, como si carecieran de todo fundamento, es lo mismo que negar el valor de los mandamiento de “no matarás, no robarás”, aduciendo ser ley de dioses, como si la sabiduría cósmica no se fundara en la naturaleza misma del ser humano o las libertades inmemoriales en el derecho de los pueblos. De la misma forma el rehuír el mitoanálisis de la historia o de las lenguas antiguas, como el vascuence, es tirar la llave de la herméutica más segura al pozo del olvido.

En el atrio de la iglesia parroquial de Bouzas, que ha sido agregada a VIGO hay un olivo centenario bajo el que se reunían los representantes del concello . En la documentación existen , o existían , escritos del siglo XVII que lo acreditan . El párroco padre Comesaña, quedó en mostrármelos, su inesperado fallecimiento y mi destino a Santiago lo impidió. Esta es una continuidad de las reuniones en los nemetons. Carballeiras (robledales) con recinto triangular todavía se puede encontrar alguna: en las proximidades del castro de Borneiro, concello de Laxe; en Nemencos, Muxía; Santa Mariña de Sucastro, Monterroso, Vigo, ciudad de la Oliva , en su escudo un olivo. En el paseo de Alfonso XIII, un olivo quizás ronde el milenio se encuentra protegido por un gran xcerco metálico.

EL LAUBURU O TETRASKEL

• http://www.network54.com/Forum/109838/thread/1023886569/Vasco-b%E9reber

El lauburu o tetraskel es un símbolo muy extendido por toda Europa, celtas, germanos, etruscos, griegos... también por otros continentes; Asia, África,... pero si vamos a la península y a la forma arqueada del lauburu la encontramos tallada en la piedra en la cultura castreña, es decir hce más de 2000 años, también se que es habitual en el pre-rromanico asturiano y como elemento decorativo en hórreos, arcones, puesrtas,... es decir el símbolo si que es milenario, el problema es que no es representativo pues existe en todas partes, yo si quieres te mando unas representaciones de tetraskeles en hórreos y si tuviera una cámara digital te podía mandar unas de prerromano pues los he visto tallados en algún edificio.

EL LAUBURU SIMBOLO VASCO POR EXCELENCIA

• http://piruleta123.spaces.live.com/blog/cns!B54EC87B456891AD!337.entry

El lauburu o tetrasquel, es el conocido como la "Cruz Vasca" es un simbolo relativamente reciente de los siglos XVI al XVIII, y ´más representativo de la cultura vasca, aunque su uso fue principalmente en estelas funerarias vasconas, alrededor de la Edad media.

El significado es muy discutido por lo que he podido leer en varios sitio, para unos representa el SOL, y para otros el MOVIMIENTO, para otros si el lauburu gira a la izquierda es simbolo de vida y si gira a la derecha es simbolo de muerte, motivo por el que aparecia en las estelas funerarias. Se cree que fue traido por los celtas, y tuvo mucha aceptación, en lo relativo a su significado del SOL, ya se conoce la fascinación idolátrica que tiene el sol para los euskaldunes, tanto antaño, como hoy en día...

Podemos encontrar lauburus grabados en piedra, sobre las puertas de muchas casas y caseríos, que parece ser que el influjo del Sol, ahuyentaba los males... La primera representación del lauburo data del siglo VI, y representaba una roseta .

EL LAUBURU VASCO ES EL LÁBARO CÁNTABRO

Tellagorri

• http://foro.galeon.com/historia-y-vascos/2628/504501/m/tres-singularidades-vasco-aquitanas-/

Desde hace bastantes años, se han popularizado en Cantabria y en el País Vasco dos símbolos denominados "lábaro" y "lauburu" cuya finalidad es representar respectivamente a ambos pueblos. Se han llegado a hacer todo tipo de afirmaciones acerca de ellas, en algunos casos excesivamente dogmáticas y categóricas y en demasiadas ocasiones realizadas desde la ignorancia. A causa de ello, y de la extraordinaria repercusión que han tenido en la cultura popular de ambos pueblos, pretendemos hacer un somero análisis de su origen histórico. Lábaro cántabro Sabemos por Tertuliano y Minucio Félix que existía un estandarte militar romano denominado cántabrum. Consistía en un pendón de tela roja que estaba sujeto a un travesaño colocado perpendicularmente al asta de sujepción del estandarte. Como los romanos poseían otro tipo de insignia que obedece a esta misma descripción (los vexilum) es de suponer que se diferenciase de estos por el motivo que iría bordado en la tela. Este tipo de estandartes debía estar bastante difundido entre los pueblos célticos pues aparece representado en el Arco de Orange y en acuñaciones celtibéricas. Se supone que el uso de esta insignia fue tomada de las tropas de auxiliares cántabros que prestaban servicio a Roma, del mismo modo que sabemos por Arriano que el ejército romano copió dos tácticas de caballería, el circulus cantábricus y el cantabricus impetus. Posteriormente, el Codex Theodosianus nos habla de los cantabrarii, una especie de colegio encargado de portar el labarum, un famoso estandarte imperial romano. Este estandarte nos es descrito por Eusebio como una tela de color púrpura ricamente enjoyada, que colgaba de un travesaño del asta. En las acuñaciones de la época este estandarte nos es presentado con un símbolo cruciforme. A modo de curiosidad, este es el estandarte que Constantino vio poco antes de su conversión la cristianismo. Tras esta conversión, el labarum se transforma en el crismón, el anagrama que

representa a Cristo, consistente en una "X" sobre la que se superpone una "P", apareciendo frecuentemente respresentado en la iconografía romana. Etimológicamente labarum proviene de la raíz *(p)lab- `hablar´, de donde se ha derivado el adjetivo * labaros, `orador´, ampliamente representado en las lenguas celtas: galés: llafar `habla´, `idioma´, `voz´, `orador´; antiguo córnico y bretón: lavar `palabra´; antiguo irlandés: labar `charlatán´, labrad `habla´, `lenguaje´; irlandés: labhar `locuaz´, `en voz alta´ y labhairt `palabra´, `habla´ < célt. (p)labro-. En el fragor de la batalla, los estandartes eran utilizados para enviar órdenes o señales a las tropas, pues resulta imposible que una voz de mando se escuche en mitad de un combate en el que participan miles de hombres. De ahí su significado: "el que habla". Varios autores, ante esta clara relación, han visto el origen del labarum como una influencia indirecta de los cántabros a través del estandarte militar denominado "cántabrum". De hecho, como hemos visto, el término lábarum es CELTA, no latino. Y en consecuencia no resulta demasiado descabellado pensar que los antiguos cántabros poseyeran un estandarte denominado lábaro que básicamente consistiese en un pendón de tela roja con un motivo cruciforme. Ante estos datos, modernas interpretaciones, encabezadas por Montes de Neira, han identificado al lábaro con el símbolo cruciforme que aparece representado en varias estelas discoideas gigantes, como en la de Zurita (Cantabria). El fenómeno de las estelas gigantes es típicamente cántabro, excepto por ejemplos aislados, como la de Coaña en Asturias y varios ejemplares hallados en Vizcaya. Existen además infinidad de paralelismos con estelas, eso si, de menor tamaño, dentro de todo el ámbito celtiberico, siendo tal vez los ejemplos burgaleses los que presentan mayores semejanzas (Borobia, Lara de los Infantes y Clunia, entre otros). Las estelas VIZCAINAS presentan la semejanza de poseer similares dimensiones a las estelas de los valles centrales de Cantabria, además de su típica decoración circular a base de triángulos en sus márgenes. La estela de Coaña asturiana no posee ningún tipo de decoración o seguramente este tan erosionada que lo ha perdido. Por su parte, los ejemplos burgaleses, encontrados algunos de ellos en contextos arqueológicos muy claros, que nos permiten datar el fenómeno desde finales del siglo I a.C. a mediados del I d.C., presentan enormes semejanzas en las representaciones figurativas de las estelas de Zurita y San Vicente de Toranzo.

No obstante, la representación astral formada por cuatro crecientes lunares rematados en circulos no se presenta mas que en otros escasos ejemplos, el mas próximo desde el punto de vista geográfico se trata de una estela aquitana. Por lo demás, existen bastantes semejanzas en motivos ornamentales de tipo geométrico en algunos hallazgos arqueológicos de todo tipo que han aparecido por toda la península e incluso en Europa. Con todo, pese a que esta representación astral posea pocos paralelismos fuera del territorio cántabro (circunscrito al mismo contexto epigráfico y funerario), no se puede afirmar mas allá de cualquier duda, que efectivamente el signo cruciforme que apareciese en el cantabrum fuese el representado en estas estelas discoidales. Eduardo Peralta Labrador ha sido quien ha realizado el estudio mas serio sobre el tema y argumenta que, al ser el labarum una evolución del estandarte cántabro, lo lógico es que se le pareciese y por tanto fuera en realidad una X, similar a la CRUZ DE SAN ANDRÉS. Se basa ademas en diversos datos, como en un ara dedicada al Genio et signis de la Cohors Filda Vardulorum Equitata acantonada en el campamento de Riechester (Elsdon, Gran Bretaña), en la que aparece representado un estandarte de este tipo. Ademas, en diversas acuñaciones galas se nos presenta un guerrero en actitud de dominar una figura monstruosa mientras enarbola un estandarte con este símbolo. Supuestamente se trataria de Taramis, dios del rayo y vencedor del monstruo serpentiforme (tema muy difundido en la mitología céltica) y este estandarte representaría al rayo. Segun Peralta, el uso de estandartes similares se encontraba muy extendido entre los pueblos celtas y germánicos. Aporta interesantes datos como la inscripción de una estela de Rairiz de Veiga (Orense) en la que se lee: "A Bandua, dios de los vexilla, socio de Marte", o un texto de Olao Magno que habla de los pueblos germánicos de Europa Septentrional: "Pues, con atentas súplicas y con ritual más ceremonioso, veneran un paño rojo colgado de la parte alta de un asta o pértiga, pensando que reside en el cierta virtud divina, debido al color rojizo semejante a la sangre de los animales. Igualmente porque piensan que con su contemplación van a ser más afortunados en la matanza de bestias, bebiendo su sangre..." Efectivamente, según Duzémil el rojo es el color que los pueblos indoeuropeos antiguos relacionaban a sus deidades guerreras y uno de los epítetos atribuidos al dios cántabro de la guerra es Erudinus, formado por la raíz celta rud- que significa "rojo" y al mismo

tiempo "fuerte". Peralta relaciona el uso de este tipo de estandarte a las cofradías de guerreros de tipo indoeuropeo, a las cuales dedica otro amplísimo estudio en su obra. Por tanto, segun Peralta el "cántabrum" sería un ejemplo más de una serie de insignias militares muy extendidas por el mundo indoeuropeo y seguramente fuera utilizado por mas pueblos del norte de Hispania. En todo caso, Montes de Neira ha popularizado la idea de que el lábaro era "el estandarte mas antiguo de la humanidad". Esta grandilocuente afirmación es, por supuesto, totalmente falsa. Se encuentran documentados estandartes sumerios, asirios y egipcios que evidentemente son mas antiguos que el labarum. Aparte de otros estandartes persas, sanmitas, celtas, romanos... pues como ya hemos dicho, el uso de este tipo de insignias era bastante común entre los pueblos de la antigüedad. Además, en muchos casos se han dado deliberados intentos de falsificación histórica, al intentar presentar este símbolo astral en los escudos de los guerreros cántabros representados en el adverso de la Estela de Zurita y en las acuñaciones romanas, cuando en realidad no se pueden apreciar detalles de este tipo. Como conclusión a todo esto, podemos afirmar que la moderna reconstrucción del lábaro cántabro no posee las pruebas documentales suficientes para poder hacer esta identificación mas allá de cualquier duda. Aunque por otra parte resulta innegable que este símbolo es típicamente "cántabro" (lo cual no significa que exclusivo) y que para este pueblo debía poseer un fuerte valor simbólico de algún tipo, religioso, seguramente. Es importante destacar que en el adverso de la Estela de Zurita aparece representado un ritual funerario que es citado por Silio Itálico y Eliano entre los celtíberos y vacceos: la exposición de los cadáveres de los caídos en combate a los buitres, para que de esta forma accedan al mas allá. Como el mas allá céltico se encontraba en el oeste, donde se oculta el sol, resulta perfectamente verosímil que una representación solar asociada a un vestigio con una finalidad funeraria (como es una estela), en la que además hay representada una escena de este tipo, trate de simbolizar el mas allá. Resulta significativo que hasta principio del siglo XX se hayan conservado en algunas zonas de Cantabria la costumbre de rezar un padrenuestro mirando al sol en el ocaso, pues se pensaba que era allí donde moraban los muertos. El paraíso según la mitología irlandesa era Tir na n-Og ("la tierra de los Jóvenes"), situada al oeste, bajo el mar.

Lauburu vasco Respecto al Lauburu vasco, su origen se remonta a las teorías vasco-cantabristas que estuvieron tan de moda entre varios historiadores vascongados entre los siglos XVI y XVIII. Según estas teorías, los antiguos cántabros, el pueblo que "tan ferozmente había resistido al imperialismo romano", eran en realidad los ancestros de los modernos vascos. En un intento de sustentar estas peregrinas teorías, los vasco-cantabristas no dudaron en falsear toda clase de datos históricos, llegándose a inventar un supuesto himno de batalla cántabro en vascuence, "el Canto de Lelo". Aunque la puntilla definitiva para el vascocantabrismo fue la obra de Enrique Flórez "La Cantabria. Disertación sobre el sitio y extensión que en los tiempos de los romanos tuvo la región de los cántabros", publicada en el año 1768, estas ideas quedaron fuertemente arraigadas en Vizcaya y Gipúzcoa, siendo herederas de las mismas el movimiento fuerista del siglo XIX. Al ser estas "teorias" completamente rebatidas por los estudios históricos, se paso a difundirse en el campo literario en novelas pseudo-históricas y leyendas completamente ficticias como "LA LEYENDA de AITOR" de Joseph Agustin CHAHO, "AMAYA, o los vascos en el siglo VIII" de Francisco Navarro Villoslada o "Leyendas vasco-cántabras" de Vicente Arana. La intención de este movimiento literario era exaltar el orgullo vascongado e intentar servir de respaldo ideológico al movimiento fuerista, tratando de legitimizarlo desde el punto de vista histórico, inventado de esta forma una tradición inexistente mas acorde con sus postulados. Por supuesto, el vasco-cantabrismo aportó su propia versión del lábaro. Como en vascuence lau significa "cuatro" y buru "cabeza", se buscó un símbolo que reuniese estas carácterísticas, en este caso uno de los muchos motivos astrales de origen prerromano indoeuropeo que se han conservado en todo el norte de España hasta nuestros días como un motivo ornamental mas. Resulta significativo que pese a que muchos investigadores de la cultura vasca destaquen el origen ancestral y milenario de este símbolo, al mismo tiempo reconozcan que no se encuentran ejemplos anteriores al siglo XVI en Euskadi. Pío Baroja, en su obra "La leyenda de Jaun de Alzate" (1922), de carácter histórico-

legendaria, nos narra el diálogo entre el líder vasco Jaun de Alzate con el romano Prudencio: "Jaun- No aceptáis nada de nosotros... únicamente la cruz... Prudencio- ¡La cruz! ¿Qué quieres decir con eso? Jaun- La cruz es vasca antes de ser cristiana Prudencio- ¡Que absurdo! Jaun- No es absurdo. Todavía encontrarás en nuestro país, en muchas partes, la cruz svástica, que algunos suponen que simboliza los dos caminos del mundo; otros, los puntos cardinales, y que entre nosotros es emblema de Thor, del fuego, de la llama, del sol. Prudencio- Es un signo este que habéis tomado de los cristianos. Jaun- No. Es un signo que nos habéis tomado a nosotros. Cuando los primeros cristianos del imperio romano pusieron en su estandarte la cruz, la llamaron Labarum. Labarum, labaru, lau buru, que quiere decir en vascuence cuatro cabezas, tetragrammaton, el símbolo que Urtzi Thor, que llevaron los vascos a Lombardía y que aceptó Constantino. Prudencio- Labarum vendrá del latín labare, vacilar, por el estandarte que vacila con el viento. Jaun- Es mas lógica mi explicación. Todos los estandartes vacilan con el viento, pero no todos los signos tienen cuatro puntas o cuatro cabezas como la cruz svástica del Labarum." Esta esvástica con una forma que la asemeja vagamente a la hélice de un barco pasó a convertirse en un "símbolo vasco". Siendo adoptado por el fuerismo como un elemento mas en su "cultura vasca". Cuando Sabino Arana se creó el nacionalismo vasco en la década de 1890, seleccionó de entre el movimiento fuerista aquello que mas le interesaba y fue un firme defensor de la utilización de este símbolo, usándolo además como ejemplo para demostrar que los vascos en el pasado habían rendido culto al sol (primer número de la revista "Euzkadi"). Simbología Tanto al Lábaro cántabro como al Lauburu vasco se les ha asignado en épocas modernas

toda clase de valores simbólicos. En el caso del Lauburu por ejemplo, algunos tales como "representar los cuatro elementos de la creación: agua, tierra, aire y fuego", simbolizar a "los dos sexos", a "las energías que conforman el universo" o "la lucha de la luz frente a las tinieblas". Sin embargo, estas interpretaciones son bastante subjetivas y en muchas ocasiones no son mas que suposiciones, mas o menos acertadas, realizadas por personas de nuestra época y que responden a valores que estan hoy en día mas o menos de moda dentro de ambientes progresistas, pero que no necesariamente tendrían que estar asentados en la época. En conclusión a todo esto, se puede afirmar lo siguiente: 1- Entre los antiguos cántabros existía un estandarte militar consistente en un pendón de tela rojo sobre el cual estaba bordado un símbolo cruciforme. Es probable que este estandarte fuera el origen del labarum romano. 2- La identificación de este símbolo con el que aparece en la estela de Zurita no está exenta de dudas. 3- No obstante, este símbolo es típico de la Cantabria Antigua y bastante característico, poseyendo sin duda algún importante valor simbólico, seguramente de tipo religioso (tal vez represente el mas allá). 4- El Lauburu vasco es una interpretación moderna del Lábaro cántabro basándose en la errónea premisa de que los antiguos cántabros eran los ancestros de los modernos vascos. 5- Este símbolo no es exclusivamente vasco, posee además un origen indoeuropeo y es mas frecuente en otras zonas penínsulares, tales como Asturias. 6- Los valores simbólicos que se suelen atribuir a las "estelas" y otros símbolos astrales de origen indoeuropero son interpretaciones modernas, carentes de base histórica. Tal vez alguna de ellas se corresponda a la realidad, pero en todo caso resulta indemostrable.

FUERON LOS CELTAS LOS PRIMEROS POBLADORES DEL PAÍS VASCO?

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Todavía hoy, constituye uno de los mayores enigmas por aclarar; el pueblo europeo cuya lengua y procedencia despierta más enigmas. En los últimos tiempos, las teorías genetistas se están uniendo con las pruebas filológicas para aclarar esta cuestión con tantas implicaciones políticas. El descubrimiento de restos celtas y vikingos en Vizcaya añade polémica a esta discusión.

A finales del siglo XX, el inmunólogo de la Universidad Complutense de Madrid, Luis Arnaiz, y su colega, Jorge Martínez Laso, publicaron un estudio genético sobre las poblaciones ibéricas. Comparando genes “alelos” (utilizados para garantizar la viabilidad de las transfusiones de órganos) se podía determinar la cercanía genética de diferentes poblaciones o grupos humanos. El resultado de estas investigaciones con unas muestras de población europeas, “españolas”, norteafricanas y vascas, determinó que los vascos estaban más cercanos genéticamente al resto de habitantes de la Penínula y a los norteafricanos de origen bereber que al resto de poblaciones europeas. La teoría acerca de su origen caucásico se venía abajo y se corroboraba la tesis de que los vascos serían los descendientes de los iberos, los primeros pobladores de la Península ibérica, venidos del Norte de Africa durante las invasiones cartaginesas. De ahí la similitud genética con los bereberes norteafricanos, que también serían semitas.

Destacados investigadores extranjeros han corroborado estas investigaciones. Anne Cambon Thomsen, de la universidad de Toulouse, encontró claras similitudes genéticas entre vascos y norteafricanos y los doctores Pandya y Tyler-Smith, de la Universidad de Oxford, también han subrayado el emparentamiento entre vascos y norteafricanos.

Paralelamente, diferentes lingüístas han profundizado en los estudios de Von Humboldt, entre otros, acerca de las similitudes entre la lengua bereber y el vascuence. Hoy día, surgen críticas acerca de la identificación entre el idioma ibero y el vascuence pero en lo que sí parece haber quorum es en la relación de parentesco entre el vascuence, el desaparecido idioma aquitano de los gascones y ese idioma “protoibero”.

Si la proximidad entre bereberes y vascos ya es comúnmente aceptada, las cuestiones que concitan la polémica entre los investigadores son, por un lado, cuándo habrían llegado esos iberos-vascos a la Península y, por otro, de dónde procedían. La corriente vasquista afirma que eran los pobladores originales de la Península, los auténticos iberos, asentados desde la época del Hombre de Cromagnon, y habrían compuesto la raza “pirenaica occidental”, asociada al idioma eúskaro y que se caracterizaría por su altura, corpulencia, pelo y ojos oscuros, tez clara y coloración rojiza de las mejillas,

facciones afiladas y mentón, nariz y orejas prominentes. El jugador francés de origen bereber, Zinedine Zidane sería un buen prototipo de este fenotipo.

Para otros, sin embargo, los vascos habrían llegado alrededor del 228 antes de Cristo y se habrían asentado en territorios celtas.

Castro celta en Bilbao

El descubrimiento de un castro celta en la cima del monte Malmasín, a un paso de Bilbao, ha añadido leña a este fuego. El investigador vizcaíno, Gabriel Carretié, ha determinado que los restos arqueológicos hallados, y que vemos en la fotografía, corresponden a un santuario de druidas del siglo I antes de Cristo, con lo que echa por tierra la tesis oficial de que esa tierra estuviera habitada únicamente por vascos.

Su teoría, defendida ante diferentes cátedras de historiadores, es que los vascos habitaban en las faldas de los Pirineos, sobre todo navarros, un hecho confirmado por todos los vasquistas, pues allí se guarda el euskera más puro. Desde allí habrían “bajado” hacia la costa, sometiendo a la población que allí vivía desde tiempo anterior; las tribus celtas “autrigones”, “várdulos” y “caristios”. En la antigüedad, también encontramos referencias a estas tribus.

Cayo Plinio, en el 24 antes de Cristo, afirma que los territorios hoy conocidos como Vizcaya y Alava estaban habitadas por la tribu de los “Carietes”, que Claudio Ptolomeo llama “caristios” y el griego Homero liga con la isla griega de Eubea. Se da la casualidad de que existe una localidad llamada Eubea, pegada a Amorebieta, en Vizcaya. Las tesis más modernas hablan de que griegos y celtas estarían emparentados con un común ancestro indoeuropeo.

El nombre de Provincias “Vascongadas”, utilizado comúnmente hasta hace sólo treinta años significaría “vasconizadas”. Lo que quiere decir que fueron convertidas en vascas, porque no lo eran hasta entonces. Y esto fue lo que ocurrió, para el profesor Solana Sainz, en el siglo V después de Cristo (en su artículo “Várdulos” publicado en “Hispania Antigua”, Universidad de Valladolid, vol. XXVII, 2003). Para Carretié, esta vasconización se produjo a partir del siglo VIII después de Cristo.

La tesis de este último es que los vascos serían lo descendientes de los destacamentos cartagineses (fenicios) que cruzaron la Península Ibérica para atacar Roma en la famosa expedición de Aníbal y sus elefantes. El general cartaginés habría dejado unos retenes en los pasos pirenaicos como Roncesvalles que corresponderían con esas poblaciones “bereberes” y habrían conservado ese idioma emparentado con el ibero. Después de ocupar los Pirineos durante siglos, se habrían expandido durante nuestra era para alcanzar la zona del Cantábrico, de ahí lo de “provincias vascongadas” o “vasconizadas”. Numerosos topónimos que contienen el morfema “mor” (moro)

recuerdan ese origen, como Murguía (Guipuzcoa), Murueta (junto a la ría de Guernica) y Maruri.

Carretié también ha encontrado nombres de poblaciones vascongadas que recuerdan a poblaciones de Oriente Medio. Concretamente, el pueblo portuario de Ea (Vizcaya) tiene su correspondiente en el puerto tripolitano de Oea. El origen mesopotámico de otras poblaciones vendría determinado por el dios Baal, dios de la guerra, contenido en los nombres de los líderes cartagineses Asdrú-bal o Aní-bal, y que habría quedado en localidades como Za(bal), en Navarra y Za(bal)a, pueblo cercano a Guernica.

En el año 400 de nuestra era, el historiador romano Rufus Festus Avienus, en su obra “Ora Maritima” y recogiendo datos de autores que le precedieron, habla de la existencia de un grupo de población en la Península llamado “libiofenicios”. Mientras, Apiano, que vivió entre el 95 y 165 después de Cristo, los llama “blastofenicios” y dice que reciben tal nombre porque Aníbal introdujo entre ellos, colonos africanos. De ahí se deduce que “blasto” significa “libio”. Después de sometida la Península Ibérica y convertida en “Hispania” como provincia del Imperio Romano, los geógrafos denominarán “bástulos y bastetanos” a esta población anteriormente denominada “blastofenicia”. La zona donde habitaban estos bastetanos es el valle del Baztán (en vascuence “bastán), una de las comarcas donde se habla el euskera más puro. El nombre corresponde a tierra de los “bast”, según Carretié, posteriormente conocidos como “vascos” o “bascones”.

Pruebas numismáticas

Corroborando lo anterior, existen unas monedas tenidas como “iberas”, encontradas en los alrededores de Pamplona de las que no se ha conseguido determinar su datación. La profesora M. J. Peréx Agorreta, las describe de la siguiente manera: “… aparece tanto en denarios como en ases, y en alfabeto ibérico. En ambos figuran indistintamente en el reverso de la leyenda “Barscunes”, mientras que en los anversos se incsribe, aunque no siempre, la leyenda “Bengoda”. Carretié identifica el prefijo “Ben” con el conocido “hijo de” de las poblaciones semitas, como “Ben Bella”, por ejemplo. Corroborando esta introducción vasca-bereber en el Pirineo, en este caso aragonés, habría quedado el nombre de otras poblaciones que recuerdan ese origen: Ben-asque, Vasones [Vas(k)ones], Bescós y Biescas. En la actualidad, se reivindica la existencia de un idioma llamado “guask”, hablado en el Pirineo aragonés, y emparentado con el euskera.

Pero las sorpresas no acaban ahí.

En el año 1811, el intelectual y político vascofrancés, Joseph Dominique Garat, presentó un plan al mismísimo Napoleón Bonaparte para crear un estado autónomo que uniría a los vascos de España y Francia. Constituido por dos departamentos (Nueva Tiro, al

norte en Francia) y Nueva Sidón (al sur, en España), ambos crearían el estado de Nueva Fenicia. La idea provenía del convencimiento por parte de este gran conocedor de la cultura vasca, de que los vascos procedían de los fenicios. El fundador del Partido Nacionalista Vasco, Sabino Arana, era de la misma opinión, pues llamaba a los nacionalistas más conservadores, “fenicios”.

Cuestión de narices

Al parecer, en la antigüedad, a los cartagineses se les conocía con el epíteto de “nacht” (nariz). Y este elemento, la nariz, prominente en todas las poblaciones semitas, ha sido con el que se conoció a los vascos (blastofenicios) en la antigüedad, llegando a haber topónimos que incluyen esta raíz como “Nachitua”. Localidades como las mencionadas Ea y Nachitua, así como Morueta, Libano y Murélaga pertenecen a la merindad de Busturia (Baesturia) que para Carretié procedería de los Blastofenicios, los conquistadores cartagineses, también llamados moros o nacht (por nariz).

La poblacion de Calagorra (Calahorra, actualmente La Rioja) fue llamada “vascona” por Estrabón y “násica”, por Plinio, lo que equivale a norteafricana o semita.

El blogger, Juan de Garay, redunda en esta característica de los vascos puros: “Para un buen observador, y también para el que no lo es tanto, entre los euskauldunes de raza hay algunas prominencias físicas que llaman poderosamente la atención, como el mentón o perilla sobresaliente, la nariz prominente y las orejas llamativamente grandes. En la mayoría de los vascos hay alguna de estas características”.

Vascos rubios y morenos

La existencia de dos fenotipos en el País Vasco es evidente para cualquiera que haya vivido o viajado a esa tierra. Uno, moreno y con la nariz grande en el que podríamos encuadrar a los ciclistas Marino Lejarreta o Miguel Indurain y otro, rubio y con ojos azules, como la preciosa presentadora de televisión, Ane Igartiburu, o el actor Xabier Elorriaga.

El propio Miguel de Unamuno recoge estos dos fenotipos en su novela “Paz en la guerra” cuando describe los jugadores de un partido de pelota. “¡Oh los jugadores! Estaban rodeados de sus cortesanos. Una cara correosa, seria y lánguida, ojos caídos, frente arrugada, cráneo largo, fisonomía de viejo en cuerpo joven, una cabeza delgada y fina sobre unas espaldas anchas y sólidas. Junto a él un rostro agudo, acabado en nariz, unos ojillos que parpadeaban vivamente en una cabeza clavada del tronco. Luego la gente se removió hacia otra parte; llegaba un moreno airoso, de tez bronceada, con fino bigote, eterna sonrisa, andar ligero y suelto, algo como la maracha de un gato montés, cuerpo hecho a torno, elegante, típico ejemplar de nuestra raza vasca. .(..) Por entre la gente que ocupa la cancha se adelanta, abriéndose paso un mocetón, alto,

fornido, blanco y graso, pelo ensortijado, cara de angelón de retablo. La camisa blanca, matizada de variadísimas sombras por pliegues riquísimos, boina azul, cinturón rojo, pantalones blancos y anchos, y alpargatas también blanca”.

En base a las investigaciones expuestas, los primeros corresponderían a esas poblaciones semitas, mientras que los segundos sería descendiente de los vikingos y celtas. Esa mayor cantidad de población rubia se puede comprobar comparando la gran cantidad de rubios existentes en San Sebastián si los comparamos con las poblaciones del interior de Guipúzcoa.

Legados vikingos

Desconocidos para muchos, en las deslumbrantes montañas del País Vasco existen varios dólmenes y crómlechs que nadie sabe a ciencia cierta a qué época pertenecen, aunque los vasquistas los consideran lugares donde celebraban ceremonias sus antepasados.

El historiador y matemático Gabriel Carretié ha rebatido esta creencia, demostrando que los cromlechs encontrados en el País Vasco son, en realidad, de origen vikingo. Carretié mantiene que ese riquísimo patrimonio arqueológico está siendo destruido para borrar las huellas del pasado no vasco y de origen indoeuropeo (celta o vikingo) de esas tierras. En el año 1992, Carretié comprobó, in situ, cómo esos restos de un cromlech naviforme junto al nacimiento del río Nervión, habían sido dañados y estaban a punto de ser empujados al vacío. La importancia de estos restos es tal que llegaron al lugar investigadores daneses.

Actualmente, son varios los investigadores españoles y extranjeros que documentan la incursión de poblaciones normandas (vikingas) en la península ibérica, y que habrían participado en la Reconquista y posterior repoblación de Castilla. Entre ellos, Claudio Sánchez Albornoz (“Vascos y navarros en su primera Historia), Andrés Eliseo de Mañaricúa (Vizcaya: los orígenes del señorío) y Melvinger “Las primeras incursiones de los vikingos en Occidente después de las fuentes árabes”.

El historiador Lope García de Salazar, en su obra “Bienandaças e Fortunas”, narró la llegada y penetración por Santoña-Laredo y por el curso del río Nervión, “de los godos de las yslas de Escancia (Escandinavia) que benían en socorro de los godos dEspaña, en el año 740”. Apoyando la singularidad de esta población, el territorio de las Encartaciones, situado en la margen izquierda del río Nervión, contó con fueros propios desde la Edad Media.

Para el propio Salazar, apellidos como el suyo propio (Sala-zar), Gil (Will, Wilson) o la propia Gasteiz, el antiguo nombre de Vitoria, serían de origen normando. En concreto “Waste-iz” es como se conocía antiguamente en normando a “la familia o clan de los

devastadores”. Recientes excavaciones en el subsuelo de la Catedral vitoriana, han mostrado vestigios de una población datada en el siglo VIII después de Cristo. Otras poblaciones de origen vikingo-normando serían Guernica (Wernik-a), Berriz (Berr-iz), Olaveaga (solar de Olaf), Oleaga (solar de Ol) y Arrigorriaga (Harri-Gorri-aga: solar del guerrero).

Numerosas costumbres de la ribera del Cantábrico emparentan a los vascos con el resto de pueblos que viven allí. La cultura de la sidra, las embarcaciones de remo

El polémico RH

Hace ya más de diez años, el por entonces presidente del Partido Nacionalista Vasco realizó unas polémicas declaraciones, en las que afirmaba la singularidad del RH negativo de los vascos. Pese a que fue tildado de racista, la afirmación de Arzalluz estaba apoyada en una investigación de Arthur E. Morant, quien habían analizado a través del RH las poblaciones europeas hallando una inusual frecuencia del RH negativo entre la población vasca más “pura”.

Cuadro 1: el origen de la palabra “iberia”

La raíz “iber” parece estar emparentada con “ebro”y tendría que ver con una corriente de agua. La similitud con otros ríos como “Tíber” (Roma), el yugoslavo “Ibar”, y el nombre inglés para “River” (río) apoya esta teoría.

Todavía más curiosas resultan las similitudes entre “S-iberia”, “Iberia” e “H-iber-nia” (nombre con el que los romanos llamaron a Irlanda). S-hiber-ia, sería “territorio del más allá” y esta raíz podría tener una connotación de los “límites de lo conocido”. Ello hace indicar que la raíz “iber” podría unir a estos pueblos indoeuropeos, lo que prueba, según Carretié, que Iberia estaba habitada por celtas antes de la llegada de los vascos-fenicios.

Cuadro 2: Cantabria y Vizcaya

El origen de las palabras Cantabria y Vizcaya es polémico. Se sabe que la región de Castro Urdiales, territorio disputado históricamente por ambos pueblos, fue la base de un campamento romano: Flaviobriga. Situado junto a la calzada de las Encartaciones, daría nombre a la comarca del noroeste de Vizcaya del mismo nombre. Los vasquistas, sin embargo, asimilan el nombre de Urdiales a “Urdialitz”, asi cómo el de Santoña a “Oña” (“poblado” en idioma euskera).

El primer registro de la palabra Vizcaya corresponde al año 900 después de Cristo, y su grafía es “Bizcaj”. El siguiente, alrededor del 922, se escribe “Biscahiensis”. Entre

los años 1047 y 1066, se escribe “Biçcaia” y en el 1056, aparece “Bizkaia” (el utilizado por los euskaldunes actualmente). En el 1071 aparece la forma “Bicikaga”.

Carretié analiza la forma primigenia, identificando el fonema “Z” con “ss”, como se pronuncia en euskera. De donde tendríamos Biss(e)caj. En idioma escandinavo medieval o normando, la traducción de “biss” sería “granuja” o “vagabundo”, mientras que “caj” equivaldría a muelle. De donde “Bisscaj” sería “muelle de vagabundos o granujas”, es decir, de vikingos. En la forma “Bicikaga (Bic-ik-aga), significaría “el solar de los pequeños vagabundos o vikingos”. La población de Portugalete, en la ría del Nervión tendría un significado más claro todavía “Puerto-galés” (galo-celta).

Ya antes, Julio César, afirmaba que los nerviones eran galo-germanos emparentados con la deidad nórdica Narvi.

Por su parte, el origen de la palabra Cantabria está estrechamente ligado, como es obvio, al mar Cantábrico. Carretié desgaja la palabra en “Cant-a-bir-ia”, identificando “cant” con su significado bretón y sánscrito “círculo”, perfectamente asimilable, según Carretié, a “luna”. Mientras que “vir” en latín es luna y “vira”, mujer. De donde deduce que sería el territorio de los “adoradores de la luna”, que sería equiparable a estas poblaciones celtas. En topónimos como Luchana, Lezana, Lezama o Leciñana, aparecería esta raíz identificada con la luna.

Cuadro 3: Laburu: Símbolo celta, vasco

El símbolo del “lauburu” o “laburu”, el icono del pueblo vasco, es otro de los puntos de conflicto entre los historiadores. Para los vascos, “lau-buru”, significa “cuatro cabezas” y es un símbolo del culto solar de sus antepasados. Para Carretié, el laburu sería una cruz celta, una esvástica, vendría de “labarum” y equivaldría a “insignia” en idioma germánico, celta, proviniendo de la misma raíz que “label” en inglés y sería una cruz celta. En el año 1932, una gramática del euskera tenía al laburu con la forma de esvástica, es decir, con los trazos rectos en lugar de circulares.

Entrevista con el historiador Gabriel Carretié

“Han intentado comprarme para que me calle”

Inventor de la glotocronología, una fórmula matemática que determina el tiempo pasado desde que dos lenguas se desgajaron de un origen común, el bilbaíno Gabriel Carretié es un raro especimen de científico contra viento y marea que nos confiesa haber recibido ofertas millonarias desde círculos vasquistas para acallar sus teoría.

-¿Cuáles han sido las refutaciones científicas a sus teorías?

-Expuse mi trabajo ante 11 profesores de la UNED, cuyo director es especialista en el tema, y me felicitaron por mi trabajo. En la Complutense, hicieron algunas objeciones pero no de profundidad sino sobre detalles. También lo he expuesto en la universidad de Zaragoza. Todo está tan documentado que prácticamente no ha habido controversia.

-¿Qué opina de la polémica del Rh?

-Sí es cierto que es más usual el Rh negativo entre una minoría de los vascos y al parecer eso les hace más resistentes a algunas enfermedades como la peste que asoló Bilbao en la Edad Media.

-Hay quien dice que los várdulos (primitivos habitantes de Vizcaya) hablaban euskera.

-Los várdulos eran los “bardos” de los celtas, era un pueblo especializado en las letras, al tiempo que ejercían labores de contención de los intrusos, a la manera de los templarios.

-¿Qué opina de las “glosas emilianenses” como primera muestra de euskera escrito?

-Es una insensatez. He demostrado hace ya diez años que se puede traducir el contenido de esas glosas desde el bretón, no sé por qué no se ha divulgado. No son euskera sino idioma celta.

-¿Y los documentos del castellano primigenio del monasterio de Valpuesta, en Burgos?

-Son verídicos, un documento de los encartados, el territorio que comenzó la reconquista.

-Hay quien opina que el castellano es “el latín mal hablado de los vascos”.

-Es una tontería, el castellano nació del gallego, el primitivo castellano casi no se diferencia del gallego, la tierra de los galos, que es su significado.

-¿Qué opina usted de la intromisión de la Política en el estudio de la Historia?

-Pues que aquí hay muchos que han estudiado historia en un batzoki [tasca del PNV]. Ya se dijo en público que los profesores que tuvieran problemas con el euskera, estarían marginados. Cuando eso se hace público, imagine cuando uno habla de estos temas. Lo que no entiendo es el silencio de los organismos oficiales del estado ante mis descubrimientos.

IKURRIÑA - BANDERA VASCA traducción: Kamil Marek Sobtxak

• http://www.haritz.org/symbole/druk.php?lang=es

Hay que reconocer que la bandera vasca conocida en su forma actual no tiene más de cien años, es decir en la comparación con otras banderas europeas su historia debe de parecer bastante breve. Sin embargo -como la mayoría de las cosas relacionadas con País Vasco- tiene una historia poco típica. Ikurriña fue creada en 1984 por solo un hombre -Sabino Arana y Goiri- considerado como fundador del nacionalismo vasco moderno. La base a su creación fue de Bizkaia, enteramente rojo y sin elementos adicionales. Cuando Sabino Arana creaba su versión de bandera querría incluir en ella varios elementos simbólicos concernientes la historia -tanto autentica que legendaria- del País Vasco. Dejó el fondo rojo que tenía que seguir simbolizando Bizkaia (hay que mencionar que al principio Ikurriña representaba únicamente este territorio histórico). En este fondo él puso dos cruces: una blanca y recta que significaba Dios y otra verde y oblicua (cruz de San Andrea) que simbolizaba la independencia del País Vasco. Su color está relacionado con el roble santo de Gernika bajo el cual los reyes juraban respetar los fueros, es decir privilegios vascos. ¿Pero porque la cruz de san Andrea que se asocia más bien con la bandera de Escocia tiene que ser símbolo de la independencia vasca? Según la leyenda en el año 867, precisamente el día de San Andrea cerca de Padura tuvo lugar una batalla entre el pueblo de Bizkaia (bajo el liderazgo de primer Lord de Bizkaia Lope Fortunez) y el de Durango. La batalla fue tan salvaje que las piedras se volvieron rojas a causa de sangre. Desde este momento Padura se llama Arrigorriaga (en vasco harri: piedra, gorri: rojo).

Pocos días antes la creación de la bandera vasca en Hegoalde tuvieron lugar disturbios dirigidos contra las decisiones de Gomazo -nuevo ministro de hacienda- que querría introducir un nuevo impuesto en el territorio vasco. Contra este aumento se puso de pie una guerrilla vasca liderada por sargento Zabalegi. Durante los disturbios se ha quemado públicamente una bandera española.

Primera aparición publica de Ikurriña tuvo lugar el 14 de julio de 1894. La bandera fue colgada en la fachada del edificio de una de las instituciones vascas. Las autoridades españolas eran tan asustados que dentro de poco se introdujo unos cambios en la constitución según las cuales colgar Ikurriñas podría ser tratado como un motín.

Bastante rápido la Ikurriña ganó popularidad en todo el País y fue aceptada por otros territorios históricos. Al principio fue también considerada como un emblema de PNV (Partido Nacionalista Vasco creado por Sabino Arana en 1895) pero los demás partidos

vascos la aceptaron durante el periodo de segunda republica española (1931-1939). Durante la dictadura franquista, entre 1939 y 1975 fue prohibida como un símbolo de ilegal de los separatistas y por colgarla se podía ir a la cárcel para seis años. Las primeras acciones de ETA, antes de empezar la lucha armada, consistían en colgar Ikurriñas en unos lugares muy bien visibles pero inaccesibles: campanarios, frontones, líneas eléctricas. Fueron unas acciones puramente simbólicas pero no sin significado para jóvenes vascos. En este mismo tiempo en Iparralde Ikurriña seguía siendo presente, incluso se hizo un pabellón de un batallón en ejercito francés durante la Segunda Guerra Mundial. La saludaba general de Gaulle (fot.) prometiendo que el pueblo francés nunca olvidará el esfuerzo que los vascos hicieron para liberar a franceses. Las autoridades españolas admitieron Ikurriña el año 1978 y hoy en día se puede verla flotando en todas partes del País Vasco junto a las banderas estatales (francesa o española) porque tienen estatus igualados. Por supuesto entre una y otra se cuelga también la de la "Europa sin limites".

Lauburu Lauburu

elaborado por: Bartosz Mielnikow · traducción: Kamil Marek Sobtxak

En euskara Lauburu quiere decir literalmente "cuatro cabezas" (lau: cuatro, buru: cabeza). A veces se le llama también cruz vasca o esvástica vasca. Poco importa como le llamamos, lo más importante es que Lauburu era y sigue siendo uno de los principales símbolos vascos, mucho más antiguo que Ikurriña y a la vez mucho más misterioso.

¿Entonces que es Lauburu y cual es su significado?

Este signo es una esvástica bastante original. Sus brazos no son líneas sino se asemejan más bien a cuatro gotas de agua o cabezas como lo notaron los vascos. La mayoría de la gente asocia la esvástica con nazismo ignorando completamente que su historia remonta a la antigüedad profundísima, es conocida en mundo entero, en culturas diferentes que nunca tenían contacto una con otra, y que los nazis no la inventaron sino simplemente usurparon el derecho a emplearla. Lauburu tampoco se puede relacionar con una opción política a pesar de que la utilizan muchas. Hay que darse cuenta que es un signo antiguo de los vascos.

No se sabe precisamente ni como ni cuando apareció este signo en la cultura vasca. Si damos por verdadera la teoría de la llegada de antecesores de vascos actuales desde Asia, podemos pensar también que fueron ellos que tomaron consigo la esvástica de allí y la dieron este forma original. Según otra teoría, hay que buscar la génesis de Lauburu

en la esvástica celta que de verdad recuerda mucho a la vasca. Como el argumento para soportar esta tesis se puede decir que entre el año 900 y 800 a. C. En los Pirineos llegan tribus celtas que podrían dejar a los vascos no solamente sus invenciones técnicas (p. ej. el arado) sino también culturales como Lauburu. Sin embargo sabemos que los celtas que vinieron a estos territorios no eran numerosos y se asimilaron bastante rápidamente con la populación vasca, entonces igual es posible que Lauburu existía mucho más antes de su llegada y que eran los vascos mismos que le crearon sin prestarlo de ninguna otra cultura.

Nada es seguro en cuanto a la aparición de Lauburu en la cultura vasca, sin embargo es segurísimo que ya los proto-vascos lo ponían en sus banderas y escudos de armas. Sabemos también que cuando las tropas romanas entraron en los territorios vascos Lauburu era empleada como pabellón de los que luchaban contra los invasores imperiales. Se ponía Lauburu también en las casas, piedras tumbales, y cosas de uso cotidiano, como por ejemplo las muebles. Pero hay que añadir que Lauburu era siempre mucho más que un símbolo heráldico, signo de pabellón o motivo decorativo y tenía significación mucho más amplia.

Lauburu es un símbolo del sol que tenía un papel importante en la cultura vasca. Los vascos saludaban al sol por la mañana después de su salida y por la tarde antes de su puesta para que no fuera triste ni enfadado Es que según sus creencias tenía una fuerza enorme, tan grande como la del Lauburu: cazaba a las almas malas, a los fantasmas y a los démonos y también era amuleto contra la magia malicia. Traía buena suerte, salud y fortuna. Simbolizaba el sol en movimiento constante, entonces también las estaciones de año, renacimiento, el poder de creación. Era un símbolo mágico y a pesar de que unos lo consideran únicamente como un signo de País Vasco, no todos olvidaron su significado primario y lo llevan como talismán. Así hace el propietario feliz de un Lauburu hermoso, el autor de este artículo y así hace el webmaster de esta página, propietario no menos feliz de un Lauburu no menos hermoso.

LA SVÁSTICA VASCA NO ES VASCA

• http://foroelsalvador.blogia.com/2007/052704-a-ver-si-hablamos-con-

propiedad-la-svastica-vasca-no-es-vasca.php

En la imaginería del nacionalismo vasco se ha impuesto desde hace algún tiempo el lauburu, una esvástica de brazos redondeados. Aparece lo mismo en las esquelas de los periódicos que en la bandera de ANV. Se exhibe como signo de identidad euskaldún. Sin embargo, no es un símbolo vasco: es cántabro, muy probablemente autrigón. De hecho, sólo en las estelas de la vieja Cantabria –que, por cierto, tampoco es la tradicional provincia de Santander- aparece este símbolo. Frente a la confusión autonómica, dejemos las cosas claras.

Se supone que el lábaro cántabro, adoptado por la caballería romana, es el que aparece grabado en tantas estelas discoidales cántabras. Consiste en cuatro medias lunas enfrentadas (seis en una de las más famosas estelas, las de Lombera), rodeando a un punto central, todo ello rodeado a su vez de círculos concéntricos. En una de las estelas de Lombera aparece la svástica de cinco brazos curvos.

Según J.M. Blázquez – citado por E. Peralta – “el que en las estelas se vea en el anverso a la svástica y en su reverso los símbolos lunares, representaría, por una parte, al Sol, y por la otra, la noche, las tinieblas y la muerte.” Es un testimonio de las creencias solares y lunares que profesaban los cántabros como pueblo eminentemente indoeuropeo. La relación de la Luna, prosigue E. Peralta citando a M. Eliade, con la muerte es clara, dado que la Luna es el primer muerto: durante tres noches la Luna muere, desaparece del cielo, pero al cuarto día renace y, como ella, los muertos adquirirán una nueva existencia en el ámbito lunar, al que acuden las almas tras la muerte para ser regeneradas, de aquí que la Luna nueva sea festejada y reverenciada como símbolo de renacimiento tras la muerte. (Peralta Labrador: “La segunda estela de barros y un caso posible de pervivencia medieval de su simbología cántabra”).

El origen del error

Para varias crónicas medievales, Cantabria se hallaba en Navarra, para otras en la Rioja. Durante el siglo XVI, los historiadores tienden a identificar Cantabria con Vasconia. Subyace en esta errónea identificación el interés de los vascongados por legitimar el reconocimiento que en 1527 había hecho el Káiser Carlos de su hidalguía universal: la hidalguía –y lo que realmente se perseguía con ella, esto es la exención de pechos- quedaba demostrada con la tradicional insumisión de los cántabros frente a siete legiones romanas (más auxilia). “Cántabro” era ya un epónimo más que un gentilicio.

Fue el padre E. Flórez quien en su “La Cantabria” zanjó definitivamente la controversia y fijó la situación y límites de la Cantabria antigua o extensa, colocando al este de los cántabros y en la actual Vasconia a autrigones, caristios, várdulos y vascones, los últimos ya en territorio de Navarra y Huesca (Huesca, de donde procede el nombre de su lengua). “Con esto sale ya malherida la tesis vascocantabrista, reducida más y más a rescoldo localista”. ( Eutimio Martino: Roma contra cántabros y astures: nueva lectura de las fuentes.”)

Sabino Policarpo Arana –lástima grande: no se llamaba Aitor, “un nombre vasco muy antiguo” se dice; que me muestren un documento de más de ciento veinticinco años en el que aparezca tal nombre-, en su búsqueda desesperada de material para construir su ficto nación, se inventó el “lauburu” juntando lau=cuatro y buru=cabezas; ya tenía un parónimo de lábaro. El resto fue coger un tetraskel o svástica de cuatro brazos curvilíneos y listo: ya tenía el símbolo ancestral de los vascos. Lo cierto es que este tetraskel no es vascongado, ni vasco, ni mucho menos vascón. Aparece, entre otros muchos lugares y culturas, en cementerios vizcaínos, territorio al que aun tardarían unos cuantos siglos en llegar los vascones, siendo por tanto un símbolo como mucho autrigón (tal vez caristio o várdulo) y no vasco o vascón. Los que se hayan fabricado después, ya en tiempos modernos, es otra historia.

LÁBARO Y LAUBURU • http://es.geocities.com/orgenomescos/articulos/labarolauburu.htm

Desde hace bastantes años, se han popularizado en Cantabria y en el País Vasco dos símbolos denominados "lábaro" y "lauburu" cuya finalidad es representar respectivamente a ambos pueblos. Se han llegado a hacer todo tipo de afirmaciones acerca de ellas, en algunos casos excesivamente dogmáticas y categóricas y en demasiadas ocasiones realizadas desde la ignorancia. A causa de ello, y de la extraordinaria repercusión que han tenido en la cultura popular de ambos pueblos, pretendemos hacer un somero análisis de su origen histórico.

Lábaro cántabro

Sabemos por Tertuliano y Minucio Félix que existía un estandarte militar romano denominado cántabrum. Consistía en un pendón de tela roja que estaba sujeto a un travesaño colocado perpendicularmente al asta de sujepción del estandarte. Como los romanos poseían otro tipo de insignia que obedece a esta misma descripción (los vexillum) es de suponer que se diferenciase de estos por el motivo que iría bordado en la tela.

Este tipo de estandartes debía estar bastante difundido entre los pueblos célticos pues aparece representado en el Arco de Orange y en acuñaciones celtibéricas. Se supone que el uso de esta insignia fue tomada de las tropas de auxiliares cántabros que prestaban servicio a Roma, del mismo modo que sabemos por Arriano que el ejército romano copió dos tácticas de caballería, el circulus cantábricus y el cantabricus impetus.

Posteriormente, supuestamente el Codex Theodosianus nos habla de los cantabrarii, una especie de colegio encargado de portar el labarum, un famoso estandarte imperial romano. Este estandarte nos es descrito por Eusebio como una tela de color púrpura ricamente enjoyada, que colgaba de un travesaño del asta. En las acuñaciones de la época este estandarte nos es presentado con un símbolo cruciforme. A modo de curiosidad, este es el estandarte que Constantino vio poco antes de su conversión la cristianismo. Tras esta conversión, el labarum se transforma en el crismón, el anagrama que representa a Cristo, consistente en una "X" sobre la que se superpone una "P", apareciendo frecuentemente respresentado en la iconografía romana.

El problema reside en que no se sabe excatamente en que referencia del Codec Theodosianus se han basado los autores que han establecido esta relación entre los

cantabrarii y el Labarum. Algunos de ellos de prestigio, como C.H. Daremberg y E. Saglio

Referencias al "Cantabrum":

"La religión de los romanos venera todos los signa militares, jura por ellos, los antepone a todos los dioses. Todas las imágenes colocadas en los signa son los collares de las cruces; las telas de los vexilla y de los cantabra son las vestiduras (stolae) de las cruces. Alabo [vuestro] celo: no quisisteis adorar a cruces desaliñadas y desnudas." [Tertulianus, Apologetycum, Pars IV, Capitulum XVI, 8]

"Además ni rogamos ni veneramos a las cruces. Vosotros ciertamente, que divinizáis a dioses de madera, quizá adoráis cruces de madera como parte de vuestros dioses. Pues tanto los mismos signa, como los cantabra, como los vexilla de los campamentos, ¿qué otra cosa son sino cruces enriquecidas y adornadas?" [M. Minutius Felix, Octavius, XXIX]

"Además, en los cantabra y vexilla, a los que la milicia guarda con no menor devoción, las telas son los vestidos de las cruces." [Tertulianus, Ad Nationes, I, 12]

Referencias al "Labarum":

"Ya sea que nos aguarde el combate, ya dictemos en la paz serenas leyes, ya pisoteemos en la ciudad las vencidas cabezas de los dos tiranos, es necesario, reina, que admitas de grado mis banderas, en las que la imagen de la cruz bien brilla ornada de gemas, bien, hecha de oro macizo, refulge en lo alto de las lanzas/mástiles." [Aurelius Prudentius, Contra Symmachum, Lib. I, 461-466]

"Cristo, bordado en oro y ornado con piedras preciosas, marcaba el Labarum purpúreo, Cristo se escribía en los escudos, en la cresta de los cascos centelleaba la cruz." [Aurelius Prudentius, Contra Symmachum, Lib. I, 486-488]

"Capítulo XXXI: descripción del estandarte de la Cruz, al que los Romanos ahora llaman “Labarum” (1) Ahora estaba hecho de la siguiente manera. Una larga lanza, revestida de oro, formaba la imagen de la cruz por medio de una barra transversal colocada sobre ella. En lo más alto del conjunto fue fijada una corona de oro y piedras preciosas; y dentro de ésta, (2) el símbolo del nombre del Salvador, dos letras indicando el nombre de Cristo por medio de sus iniciales, la letra P cortada por la X en su centro: (3) y estas letras [son las que] el Emperador tuvo costumbre de llevar en su casco en un período posterior. Del travesaño de la lanza estaba suspendido un paño, (4) una prenda real, cubierta con un profuso bordado de las más brillantes piedras preciosas; y el cual, estando también ricamente entrelazado con oro, presentaba un nivel indescriptible de belleza al espectador. Este estandarte era de forma cuadrada, y el asta vertical, cuya

parte de abajo era de gran longitud, (5) sostenía un retrato dorado de medio cuerpo (6) del pío Emperador y de sus hijos en su parte superior, bajo el trofeo de la cruz e inmediatamente encima del estandarte bordado. El emperador hizo uso constantemente de este signo de salvación como defensa contra cualquier poder adverso y hostil, y ordenó que otros similares a él deberían ser portados a la cabeza de todos sus ejércitos." [Eusebio, Vita Constantini, Lib. I]

(Recopilación y traducción de las fuentes porJose Angel Hierro).

Etimológicamente labarum proviene de la raíz *(p)lab- `hablar´, de donde se ha derivado el adjetivo * labaros, `orador´, ampliamente representado en las lenguas celtas: galés: llafar `habla´, `idioma´, `voz´, `orador´; antiguo córnico y bretón: lavar `palabra´; antiguo irlandés: labar `charlatán´, labrad `habla´, `lenguaje´; irlandés: labhar `locuaz´, `en voz alta´ y labhairt `palabra´, `habla´ < célt. (p)labro-.

En el fragor de la batalla, los estandartes eran utilizados para enviar órdenes o señales a las tropas, pues resulta imposible que una voz de mando se escuche en mitad de un combate en el que participan miles de hombres. De ahí su significado: "el que habla".

Varios autores, ante esta clara relación, han visto el origen del labarum como una influencia indirecta de los cántabros a través del estandarte militar denominado "cántabrum". De hecho, como hemos visto, el término lábarum es celta, no latino. Y en consecuencia no resulta demasiado descabellado pensar que los antiguos cántabros poseyeran un estandarte denominado lábaro que básicamente consistiese en un pendón de tela roja con un motivo cruciforme.

Ante estos datos, modernas interpretaciones, encabezadas por Montes de Neira, han identificado al lábaro con el símbolo cruciforme que aparece representado en varias estelas discoideas gigantes, como en la de Zurita (Cantabria). El fenómeno de las estelas gigantes es típicamente cántabro, excepto por ejemplos aislados, como la de Coaña en Asturias y varios ejemplares hallados en Vizcaya. Exiten además infinidad de paralelismos con estelas, eso si, de memor tamaño, dentro de todo el ámbito celtiberico, siendo tal vez los ejemplos burgaleses los que presentan mayores semejanzas (Borobia, Lara de los Infantes y Clunia, entre otros).

Las estelas vizcainas presentan la semejanza de poseer similares dimensiones a las estelas de los valles centrales de Cantabria, además de su típica decoración circular a base de triángulos en sus márgenes. La estela de Coaña asturiana no posee ningún tipo de decoración o seguramente este tan erosionada que lo ha perdido. Por su parte, los ejemplos burgaleses, encontrados algunos de ellos en contextos arqueológicos muy claros, que nos permiten datar el fenómeno desde finales del siglo I a.C. a mediados del

I d.C., presentan enormes semejanzas en las representaciones figurativas de las estelas de Zurita y San Vicente de Toranzo.

No obstante, la representación astral formada por cuatro crecientes lunares rematados en circulos no se presenta mas que en otros escasos ejemplos, el mas próximo desde el punto de vista geográfico se trata de una estela aquitana. Por lo demás, existen bastantes semejanzas en motivos ornamentales de tipo geométrico en algunos hallazgos arqueológicos de todo tipo que han aparecido por toda la península e incluso en Europa.

Con todo, pese a que esta representación astral posea pocos paralelismos fuera del territorio cántabro (circunscrito al mismo contexto epigráfico y funerario), no se puede afirmar mas allá de cualquier duda, que efectivamente el signo cruciforme que apareciese en el cantabrum fuese el representado en estas estelas discoidales.

Eduardo Peralta Labrador ha sido quien ha realizado el estudio mas serio sobre el tema y argumenta que, al ser el labarum una evolución del estandarte cántabro, lo lógico es que se le pareciese y por tanto fuera en realidad una X, similar a la cruz de San Andrés. Se basa ademas en diversos datos, como en un ara dedicada al Genio et signis de la Cohors Filda Vardulorum Equitata acantonada en el campamento de Riechester (Elsdon, Gran Bretaña), en la que aparece representado un estandarte de este tipo. Ademas, en diversas acuñaciones galas se nos presenta un guerrero en actitud de dominar una figura monstruosa mientras enarbola un estandarte con este símbolo. Supuestamente se trataria de Taramis, dios del rayo y vencedor del monstruo serpentiforme (tema muy difundido en la mitología céltica) y este estandarte representaría al rayo.

Segun Peralta, el uso de estandartes similares se encontraba muy extendido entre los pueblos celtas y germánicos. Aporta interesantes datos como la inscripción de una estela de Rairiz de Veiga (Orense) en la que se lee: "A Bandua, dios de los vexilla, socio de Marte", o un texto de Olao Magno que habla de los pueblos germánicos de Europa Septentrional:

"Pues, con atentas súplicas y con ritual más ceremonioso, veneran un paño rojo colgado de la parte alta de un asta o pértiga, pensando que reside en el cierta virtud divina, debido al color rojizo semejante a la sangre de los animales. Igualmente porque piensan que con su contemplación van a ser más afortunados en la matanza de bestias, bebiendo su sangre..."

Efectivamente, según Duzémil el rojo es el color que los pueblos indoeuropeos antiguos relacionaban a sus deidades guerreras y uno de los epítetos atribuidos al dios cántabro de la guerra es Erudinus, formado por la raíz celta rud- que significa "rojo" y al mismo

tiempo "fuerte". Peralta relaciona el uso de este tipo de estandarte a las cofradías de guerreros de tipo indoeuropeo, a las cuales dedica otro amplísimo estudio en su obra.

Por tanto, segun Peralta el "cántabrum" sería un ejemplo más de una serie de insignias militares muy extendidas por el mundo indoeuropeo y seguramente fuera utilizado por mas pueblos del norte de Hispania.

En todo caso, Montes de Neira ha popularizado la idea de que el lábaro era "el estandarte mas antiguo de la humanidad". Esta grandilocuente afirmación es, por supuesto, totalmente falsa. Se encuentran documentados estandartes sumerios, asirios y egipcios que evidentemente son mas antiguos que el labarum. Aparte de otros estandartes persas, sanmitas, celtas, romanos... pues como ya hemos dicho, el uso de este tipo de insignias era bastante común entre los pueblos de la antigüedad.

Además, en muchos casos se han dado deliberados intentos de falsificación histórica, al intentar presentar este símbolo astral en los escudos de los guerreros cántabros representados en el adverso de la Estela de Zurita y en las acuñaciones romanas, cuando en realidad no se pueden apreciar detalles de este tipo.

Como conclusión a todo esto, podemos afirmar que la moderna reconstrucción del lábaro cántabro no posee las pruebas documentales suficientes para poder hacer esta identificación mas allá de cualquier duda. Aunque por otra parte resulta innegable que este símbolo es típicamente "cántabro" (lo cual no significa que exclusivo) y que para este pueblo debía poseer un fuerte valor simbólico de algún tipo, religioso, seguramente.

Es importante destacar que en el adverso de la Estela de Zurita aparece representado un ritual funerario que es citado por Silio Itálico y Eliano entre los celtíberos y vacceos: la exposición de los cadáveres de los caídos en combate a los buitres, para que de esta forma accedan al mas allá. Como el mas allá céltico se encontraba en el oeste, donde se oculta el sol, resulta perfectamente verosímil que una representación solar asociada a un vestigio con una finalidad funeraria (como es una estela), en la que además hay representada una escena de este tipo, trate de simbolizar el mas allá. Resulta significativo que hasta principio del siglo XX se hayan conservado en algunas zonas de Cantabria la costumbre de rezar un padrenuestro mirando al sol en el ocaso, pues se pensaba que era allí donde moraban los muertos. El paraíso según la mitología irlandesa era Tir na n-Og ("la tierra de los Jóvenes"), situada al oeste, bajo el mar.

Lauburu vasco

Respecto al Lauburu vasco, su origen se remonta a las teorías vasco-cantabristas que estuvieron tan de moda entre varios historiadores vascongados entre los siglos XVI y XVIII. Según estas teorías, los antiguos cántabros, el pueblo que "tan ferozmente

había resistido al imperialismo romano", eran en realidad los ancestros de los modernos vascos.

En un intento de sustentar estas peregrinas teorías, los vasco-cantabristas no dudaron en falsear toda clase de datos históricos, llegándose a inventar un supuesto himno de batalla cántabro en vascuence, "el Canto de Lelo".

Aunque la puntilla definitiva para el vascocantabrismo fue la obra de Enrique Flórez "La Cantabria. Disertación sobre el sitio y extensión que en los tiempos de los romanos tuvo la región de los cántabros", publicada en el año 1768, estas ideas quedaron fuertemente arraigadas en Vizcaya y Gipúzcoa, siendo herederas de las mismas el movimiento fuerista del siglo XIX.

Al ser estas "teorias" completamente rebatidas por los estudios históricos, se paso a difundirse en el campo literario en novelas pseudo-históricas y leyendas completamente ficticias como "La Leyenda de Aitor" de Joseph Agustin Chaho, "Amaya, o los vascos en el siglo VIII" de Francisco Navarro Villoslada o "Leyendas vasco-cántabras" de Vicente Arana. La intención de este movimiento literario era exaltar el orgullo vascongado e intentar servir de respaldo ideológico al movimiento fuerista, tratando de legitimizarlo desde el punto de vista histórico, inventado de esta forma una tradición inexistente mas acorde con sus postulados.

Por supuesto, el vasco-cantabrismo aportó su propia versión del lábaro. Como en vascuence lau significa "cuatro" y buru "cabeza", se buscó un símbolo que reuniese estas carácterísticas, en este caso uno de los muchos motivos astrales de origen prerromano indoeuropeo que se han conservado en todo el norte de España hasta nuestros días como un motivo ornamental mas. Resulta significativo que pese a que muchos investigadores de la cultura vasca destaquen el origen ancestral y milenario de este símbolo, al mismo tiempo reconozcan que no se encuentran ejemplos anteriores al siglo XVI en Euskadi.

Pío Baroja, en su obra "La leyenda de Jaun de Alzate" (1922), de carácter histórico-legendaria, nos narra el diálogo entre el líder vasco Jaun de Alzate con el romano Prudencio:

"Jaun- No aceptáis nada de nosotros... únicamente la cruz...

Prudencio- ¡La cruz! ¿Qué quieres decir con eso?

Jaun- La cruz es vasca antes de ser cristiana

Prudencio- ¡Que absurdo!

Jaun- No es absurdo. Todavía encontrarás en nuestro país, en muchas partes, la cruz svástica, que algunos suponen que simboliza los dos caminos del mundo; otros, los puntos cardinales, y que entre nosotros es emblema de Thor, del fuego, de la llama, del sol.

Prudencio- Es un signo este que habéis tomado de los cristianos.

Jaun- No. Es un signo que nos habéis tomado a nosotros. Cuando los primeros cristianos del imperio romano pusieron en su estandarte la cruz, la llamaron Labarum. Labarum, labaru, lau buru, que quiere decir en vascuence cuatro cabezas, tetragrammaton, el símbolo que Urtzi Thor, que llevaron los vascos a Lombardía y que aceptó Constantino.

Prudencio- Labarum vendrá del latín labare, vacilar, por el estandarte que vacila con el viento.

Jaun- Es mas lógica mi explicación. Todos los estandartes vacilan con el viento, pero no todos los signos tienen cuatro puntas o cuatro cabezas como la cruz svástica del Labarum."

Esta esvástica con una forma que la asemeja vagamente a la hélice de un barco pasó a convertirse en un "símbolo vasco". Siendo adoptado por el fuerismo como un elemento mas en su "cultura vasca". Cuando Sabino Arana se creó el nacionalismo vasco en la década de 1890, seleccionó de entre el movimiento fuerista aquello que mas le interesaba y fue un firme defensor de la utilización de este símbolo, usándolo además como ejemplo para demostrar que los vascos en el pasado habían rendido culto al sol (primer número de la revista "Euzkadi").

Simbología

Tanto al Lábaro cántabro como al Lauburu vasco se les ha asignado en épocas modernas toda clase de valores simbólicos. En el caso del Lauburu por ejemplo, algunos tales como "representar los cuatro elementos de la creación: agua, tierra, aire y fuego", simbolizar a "los dos sexos", a "las energías que conforman el universo" o "la lucha de la luz frente a las tinieblas". Sin embargo, estas interpretaciones son bastante subjetivas y en muchas ocasiones no son mas que suposiciones, mas o menos acertadas, realizadas por personas de nuestra época y que responden a valores que estan hoy en día mas o menos de moda dentro de ambientes progresistas, pero que no necesariamente tendrían que estar asentados en la época.

En conclusión a todo esto, se puede afirmar lo siguiente:

1- Entre los antiguos cántabros existía un estandarte militar consistente en un pendón de tela rojo sobre el cual estaba bordado un símbolo cruciforme. Es probable que este estandarte fuera el origen del labarum romano.

2- La identificación de este símbolo con el que aparece en la estela de Zurita no está exenta de dudas.

3- No obstante, este símbolo es típico de la Cantabria Antigua y bastante característico, poseyendo sin duda algún importante valor simbólico, seguramente de tipo religioso (tal vez represente el mas allá).

4- El Lauburu vasco es una interpretación moderna del Lábaro cántabro basándose en la errónea premisa de que los antiguos cántabros eran los ancestros de los modernos vascos.

5- Este símbolo no es exclusivamente vasco, posee además un origen indoeuropeo y es mas frecuente en otras zonas penínsulares, tales como Asturias.

6- Los valores simbólicos que se suelen atribuir a las "estelas" y otros símbolos astrales de origen indoeuropero son interpretaciones modernas, carentes de base histórica. Tal vez alguna de ellas se corresponda a la realidad, pero en todo caso resulta indemostrable.