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AQVILA LEGIONIS Cuadernos de Estudios sobre el Ejército Romano 5 2004

F:AQVILA 5INDICE DEL 5 · Gran parte del metal fue sin duda obtenido de las exacciones a los habitantes locales, así como del puro saqueo y, ni que decir tiene, que la moneda obtenida

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AQVILA LEGIONISCuadernos de Estudios sobre el Ejército Romano

5 2004

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SIGNIFER v Libros

AQVILA LEGIONISCuadernos de Estudios sobre el Ejército Romano

Director y editor:Sabino Perea Yébenes

© SIGNIFER LIBROSApdo. 52005 - MADRID

(ESPAÑA - SPAIN) ISSN: 1578-1518

Dep.Legal: BA-360-01mail: [email protected]

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AQVILA LEGIONIS

5

2004

ARTÍCULOS :

–– Luis AMELA VALVERDE : El cistóforo de Q. Cecilio MeteloPío Escipión, un ejemplo de las necesidades financieras durantela guerra civil de los años 49/48 a.C . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7-28

–– Francisco-Javier GUZMÁN ARMARIO : Intérpretes militaresy movimientos de información táctica en el frente oriental segúnAmiano Marcelino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29-43

–– Mª Ángeles ROBLES : Estudio léxico del Breve tratado detérminos militares de Modesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45-105

HISTORIOGRAFÍA :

––José ORTIZ Y SANZ : Disertación histórico-geográfica acerca delparaje de la célebre ciudad de Munda, junto a la cual venció Césara los hijos de Pompeyo. Obra póstuma de D. José Ortiz y Sanz(†1822) precedida de una advertencia por D. Salvador Enguídanos(Madrid 1862) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107-128

CRÍTICA DE LIBROS - REVIEWS :

L. Amela Valderde: Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la repúblicaromana. (por D. Saura) (pp. 129-135) — H.-G. Pflaum, El ejército romano yla administración imperial. Estudios de historia militar y prosopografía (porC.M. Cerdá Mondéjar) (pp. 135-141).

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142-151

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1 Una de las características más interesantes es que no lleva ninguna representación delelefante, emblema de los Caecilii, que se documenta en gran número de emisiones de esta familia(RRC 262/1-5, 263/1, 269/1-4, 369/1, 374/1, 459/1).

2 E. Babelon, Description Historique et Chronologique des Monnaies de la RépubliqueRomaine vulgairement appelés monnaies consulaires, vol. I-II, Paris, 1885-1886. E. A.Sydenham, The Coinage of the Roman Republic, London, 1952. M. H. Crawford, RomanRepublic Coinage, 2 vols., Cambridge, 1974. R. A. G. Carson, Principal Coins of the Romans.Volume I. The Republic c. 290-31 BC, London, 1978. D. R. Sear, The History and Coinage ofRoman Imperators, 49-27 BC, London, 1998.

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El cistóforo de Q. Cecilio Metelo Pío Escipión, un ejemplo de las necesidades financieras

durante la guerra civil de los años 49/48 a.C

Luis AMELA VALVERDEGrupo CEIPAC. Universidad de Barcelona

[El cistóforo acuñado por Metelo Escipión sirve de excusa para reflejar cómo este generalsufragaba las necesidades financieras de su ejército en el marco de la guerra civil queenfrentaba al Senado con César]

Una de las monedas1 más interesantes emitidas durante las guerrasfinales de la República Romana fue efectuada por Q. Cecilio Metelo PíoEscipión (cos. 52 a.C.), suegro de Cn. Pompeyo Magno (cos. I 70 a.C.):un cistóforo (moneda típica de plata de la provincia de Asia) efectuadoen la ceca de la ciudad de Pérgamo. Por desgracia, esta amonedación noha sido recogida por los grandes tratadistas dedicados a la monedaromana del período (Babelon, Carson, Crawford, Sear, Sydenham2), porlo que es sumamente desconocida, a pesar de su evidente interés. No sólopor ser testimonio de la necesidad financiera de los ejércitos en tiemposde guerra, sino por su tipología, pues representa un nuevo paso en laromanización del tipo monetario del cistóforo.

La descripción de esta acuñación es la siguiente:Anv.: Cista mística con la tapa medio abierta, de la cual sale una

serpiente hacia la izquierda; el conjunto dentro de una corona de hiedra.

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3 Head y Head, 1911, 535. Cody, 1973, 46 destacan que el águila legionaria sustituye altradicional carcaj que figuraba en el reverso de los cistóforos. Vid: L. Amela Valverde,"Cistóforo, una moneda singular", Historia 16 333 (2004), 114-123; "Los cistóforosproconsulares de Éfeso", GN, en prensa.

4 Wroth y Poole, 1892, XXXI y 126. Head y Head, 1911, 535. Magie, 1950a, 403; 1950b,1256 n. 80. Stumpf, 1991, 41-42.- Burnett, Amandry y Ripollès, 1992, 376. Stevenson, 1964, 205señalan sólo el año 49 a.C.

5 Wroth y Poole, 1892, XXXI y 126. Cody, 1973, 46. Stumpf, 1991, 41-42.

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Rev.: Q·METELLVS·PIVS· arriba; SCIPIO e IMPER abajo; a laizq., en el campo, monograma (indicando la ceca de Pérgamo); dosserpientes entrelazadas alrededor de un estandarte legionario3.

Esta acuñación fue emitida en el año 49/48 a.C.4, debido a lacapacidad militar de Metelo Escipión, como imperator, es decir, se tratade una moneda «imperatorial», puesto que éste era el gobernador de laprovincia de Asia, sino de la de Siria. Por tanto, no emite la moneda porsu cargo administrativo sino claramente por su condición de general5.Por tanto, este numerario no ha de ser integrada dentro de los llamadoscistóforos proconsulares, es decir, aquellos que fueron amonedados porlos gobernadores de las provincias de Asia y Cilicia durante la épocarepublicana.

El imperium militar llevaba añadido el derecho de acuñar monedapara resolver los problemas de pago a los soldados u otros gastosderivados de las operaciones militares. Las piezas emitidas por éstos nohan de confundirse con las monedas «obsidionales» de necesidad, puesto

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6 Beltrán Martínez, 1987, 193.7 Crawford, 1985, 197. Price, 1987, 96.8 Reflejado todo ello en tres tesoros (IGCH 665-667). Picard y Gjongecai, 2000, 157

confirman que este tipo de emisiones cesan en el año 48 a.C., coincidiendo con las operacionesmilitares que finalizarán en la batalla de Pharsalus, pero sin indicar relación alguna con losbandos en conflicto.

9 Crawford, 1985, 245.10 Crawford, 1985, 245.11 Klose, 1998, 337-338.

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que, al contrario de éstas, eran de mayor calidad y acuñadas por equiposmóviles en ciudades o campamentos6.

No es este el único caso de la emisión por parte de un generalromano de moneda no perteneciente al sistema metrológico romano.Debe tenerse presente el precedente de L. Licinio Lúculo (cos. 74 a.C.)quien, durante el asedio de L. Cornelio Sila (cos. I 88 a.C.) de la ciudadde Atenas, emitió imitaciones de las monedas atenienses del periodo (lasllamadas «de nuevo estilo»), así como el propio Sila después de lacaptura de la ciudad7.

En este sentido, se ha supuesto que diversas acuñaciones localespudieron haber sido utilizadas por Pompeyo para sus preparativos en laguerra contra C. Julio César (cos. I 59 a.C.). Crawford señaló que laciudad iliria de Apollonia emitió dracmas para Pompeyo (y luego paraCésar), lo mismo que Dyrrhachium8. El pompeyano Androsthenes,praetor Thessaliae (Caes. BCiv. 3, 80, 2), así como el tambiénpompeyano Petraios y el cesariano Hegesareto (Caes. BCiv. 3, 35, 2)emitirían estáteras durante el período de las guerras civiles, comoreflejaría el tesoro de Aidona (IGCH 351)9. En la provincia de Asia,Teos acuñó dracmas de peso ático reducido en la mitad del s. I a.C.,Esmirna tetradracmas y dracmas de peso ático, Priene y Quíos dracmasde peso ático, aunque algunas o todas estas emisiones pudieron habersido emitidas antes o después del conflicto10.

En realidad, el conflicto protagonizado por Pompeyo y César noparece que hiciera aflorar numerosas acuñaciones. De esta forma, Kloseniega las identificaciones de los monetales Andróstenes y Petraios conlos personajes contemporáneos al conflicto civil, y los retrotrae alperíodo pre-silano11. Por su parte, Kinns considera que los dracmas deTeos (como SNG Copenhagen 1483), si bien ciertamente pertenecen alos ss. II-I a.C., no pueden fecharse con una mayor aproximación; las

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12 Kinns, 1987, 119 n. 66.13 Burnett, 1988, 46.14 Kinns, 1987, 112. Burnett, Amandry y Ripollès, 1992, 368.15 Kinns, 1987, 112.16 Stevenson, 1964, 204, a causa de esta acuñación, erróneamente indica que Metelo Pío fue

gobernador de Asia.

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últimas emisiones de plata de Esmirna han de considerarse mejor de unperíodo anterior; Quíos ofrece muchas candidaturas (pero nada en firme),mientras que la dracma de Priene considerada de ca. el año 50 a.C.(Rengling 51) pertenece en verdad al s. II a.C.12

En realidad, desde el punto de vista numismático, elacontecimiento más notable en este período en la región de Anatolia fuela fabricación y expansión por la región de los denarios, la moneda deplata por excelencia de la República romana, casi cien años después dela anexión por Roma del antiguo reino atálida13. En el año 49 a.C. elcónsul L. Cornelio Léntulo Crus emitió los primeros denarios en tierrasasiáticas, probablemente en la ciudad de Éfeso (RRC 445/3), la capitalde la provincia. A esta amonedación, posteriormente le siguieron lostiranicidas M. Junio Bruto (pr. 44 a.C.) y C. Casio Longino (pr. 44 a.C.)(RRC 496-508) y, más tarde, Marco Antonio (cos. I 43 a.C.) (RRC 527-528)14.

Gran parte del metal fue sin duda obtenido de las exacciones a loshabitantes locales, así como del puro saqueo y, ni que decir tiene, quela moneda obtenida tenía como finalidad la retribución de las tropas15 asícomo de todas las necesidades financieras relacionadas con los conflictosbélicos. Por supuesto, ésta fue la finalidad de la acuñación de MeteloEscipión quien, a pesar de ser el gobernador de la provincia de Siriadesde el año 49 a.C. (Caes. BCiv. 1, 6, 5: Scipioni obvenit Syria¸ cf. 1,4, 3; 3, 31, 1 y 33,1. Cic. Att. 9, 11, 4; cf. 8, 15, 3; 9, 1, 4. Plut. Pomp. 62,2), emitió esta amonedación a su nombre en una ciudad perteneciente ala provincia de Asia16, lo que prueba su importancia dentro del esquemaorganizativo de los republicanos (a causa, indudablemente, de suparentesco con el comandante supremo, Pompeyo).

Entre sus acciones militares, Metelo Escipión eliminó a Aristóbulode Judea, que había sido liberado de prisión por César para crearproblemas en la región, así como a Alejandro, el hijo de éste (Dio Cass.41, 18, 1. Jos. AJ 14, 123-125; BJ 183-185 y 195). El objetivo inmediato

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17 Caes. BCiv. 3, 31-33. His temporibus Scipio detrimentis quibusdam circa montem Amanumacceptis imperatorem se appellaverat. Quo facto civitatibus tyrannisque magnas imperaveratpecunias, item a publicanis suae provinciae debitam biennii pecuniam exegerat et ab eisdeminsequentis anni mutuam praeceperat equitesque toti provinciae imperaverat. Quibus coactis,finitimis hostibus Parthis post se relictis, qui paulo ante M. Crassum imperatorem interfecerantet M. Bibulum in obsidione habuerant, legiones equitesque ex Syria deduxerat. Summamque insollicitudinem ac timorem Parthici belli provincia cum venisset, ac nonnullae militum voces cumaudirentur, sese, contra hostem si ducerentur, ituros, contra civem et consulem arma nonlaturos, deductis Pergamum atque in locupletissimas urbes in hiberna legionibus maximaslargitiones fecit et confirmandorum militum causa diripiendas his civitates dedit.

Interim acerbissime imperatae pecuniae tota provincia exigebantur. Multa praetereageneratim ad avaritiam excogitabantur. In capita singula servorum ac liberorum tributumimponebatur; columnaria, ostiaria, frumentum, milites, arma, remiges, tormenta, vecturaeimperabantur; cuius modo rei nomen reperiri poterat, hoc satis esse ad cogendas pecuniasvidebatur. Non solum urbibus, sed paene vicis castellisque singulis cum imperio praeficiebantur.Qui horum quid acerbissime crudelissimeque fecerat, is et vir et civis optimus habebatur. Eratplena lictorum et imperiorum provincia, differta praefectis atque exactoribus: qui praeterimperatas pecunias suo etiam privato compendio serviebant; dictitabant enim se domo patriaqueexpulsos omnibus necessariis egere rebus, ut honesta praescriptione rem turpissimam tegerent.Accedebant ad haec gravissimae usurae, quod in bello plerumque accidere consuevit universisimperatis pecuniis; quibus in rebus prolationem diei donationem esse dicebant. Itaque aesalienum provinciae eo biennio multiplicatum est. Neque minus ob eam causam civibus Romaniseius provinciae, sed in singulos conventus singulasque civitates certae pecuniae imperabantur,mutuasque illas ex senatusconsulto exigi dictitabant; publicanis, ut in Syria fecerant, insequentisanni vectigal promutuum

Praeterea Ephesi a fano Dianae depositas antiquitus pecunias Scipio tolli iubebat. Certaqueeius rei die constituta cum in fanum ventum esset adhibitis compluribus ordinis senatorii, quosadvocaverat Scipio, litterae ei redduntur a Pompeio, mare transisse cum legionibus Caesarem:properaret ad se cum exercitu venire omniaque posthaberet. His litteris acceptis quosadvocaverat dimittit; ipse iter in Macedoniam parare incipit paucisque post diebus est profectus.Haec res Ephesiae pecuniae salutem attulit.

18 Gelzer, 1969, 245 n. 3.

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era tener una retaguardia segura para poder auxiliar eficazmente a suyerno.

César hace una completa descripción, totalmente negativa, porsupuesto, de las actividades de Metelo Escipión17, que Gelzer ha descritocomo una manifestación de sarcasmo insuperable18: «En esta épocaEscipión se había dado el título de imperator a pesar de algunosdesastres sufridos cerca del monte Amano» (Caes. BC 3, 31, 1). MeteloEscipión, con las tropas obtenidas en Siria (vid infra), se dirigió haciaGrecia a toda velocidad con objeto de unirse con las fuerzas agrupadaspor Pompeyo. En su viaje a través de Anatolia, había de pasarforzosamente por la cadena montañosa del Tauro.

Parece que en este punto tuvo algunos problemas con los indígenas

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19 Holmes, 1923, 159 considera que los indígenas estaban causando problemas en la provinciade Cilicia, y Metelo Escipión intentó someterlos. Más lógico, por las circunstancias de la guerra,que el enfrentamiento se diera al marchar Metelo Escipión hacia la cuenca del Egeo en busca dePompeyo.

20 Holmes, 1923, 159. Ooteghem, 1954, 308. Fabre, 1969, 32 n. 1. Leach, 1978, 186 siguenal pie de la letra el comentario de César, y señala la ironía de la proclamación de Metelo Escipióncomo imperator por sus tropas. Metelo Escipión ya había sido el blanco de César (cf. Caes. BCiv.1, 4, 3). Por el contrario, Magie, 1950, 403 señala que Metelo Escipión ganó algún tipo devictoria sobre los grupos tribales del Monte Amano. Sobre la campaña de Cicerón, vid: MuñizCoello, 1998, 177-180.

21 Su victoria quedó reflejada en las monedas que mandó acuñar posteriormente en Äfrica,en donde figura como imperator (RRC 459-461).

22 Rostovtzeff, 1967, 1097 señala que Pompeyo acabó con numerosos tiranos de ciudades deSiria, pero todavía quedaron varios, cuyo número debió incrementarse durante el gobierno deGabinio.

23 Holmes, 1923, 159.

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montañeses de Cilicia, quienes, hasta época de Augusto, no fueroncompletamente sometidos19. César considera que Metelo Escipión fuederrotado, cosa bastante improbable, dado la disparidad de fuerzas entrelos autóctonos y el ejército romano, como ya había demostrado en sumomento el famoso orador M. Tulio Cicerón (cos. 63 a.C.)20.

La victoria (o victorias) sobre un enemigo que militarmente nopodía realizar gran cosa ante un ejército romano bien preparado, fuecelebrado por los soldados de Metelo Escipión otorgando a su general eltítulo de imperator («vencedor»). La crítica de César es en realidad unamofa por el otorgamiento de tal condición, pues consideraba que ante unadversario de tan poco calibre era indigno hacer tal valoración21. Porsupuesto, desde el otro punto de vista, su objetivo era dar ánimos con lavista puesta en la batalla a celebrar contra César, que se daría finalmenteen Pharsalus (48 a.C.).

«Después de esto reclamó importantes sumas de dinero a lasciudades libres y a los tiranos22; igualmente exigió a los publicanos de suprovincia la suma adeudada de los dos años anteriores, que no había sidopagada, y a éstos mismos les cobró por adelantado, a título de préstamo,la suma debida del año siguiente. Ordenó también una leva de caballeríaen toda la provincia» (Caes. BCiv. 3, 31, 2).

Evidentemente, antes de su partida, en la estación de otoño23,Metelo Escipión efectuó los preparativos necesarios para poder levantary mantener a sus tropas. Por tanto, no parece posible que primero sedirigiera hacia el Amano y luego reclamara el dinero, como dice César

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24 Sólo una gran necesidad podía haber obligado a Metelo Escipión a tratar con los habitantesdel Tauro y volver de nuevo a Siria. Ciertamente, Antiochia, la capital siria, no estaba lejos deCilicia, pero el verdadero peligro en este momento lo representaba los Partos.

25 Fabre, 1969, 23 n. 2 indica que tyrans es utilizado en el pasaje de César como un términogeneral (cf. Caes. BCiv. 3, 3, 2: dynastis et tetrarchis).

26 Fuentes en Broughton, 1952, 225 y 230.27 Holmes, 1923, 159 señala que, por esta causa, Metelo Escipión intentó comprarlos

mediante del dinero que obtuvo en la provincia de Asia, pero se observará a continuación queesto no es cierto.

28 Fuentes en Broughton,1952, 229.29 Broughton, 1952, 237.

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(Caes. BCiv. 3, 31, 2), pues la lógica indica que primero intentaríaobtener todo el dinero (y tropas) que pudiera y luego dirigirse hacia elOeste, en apoyo a Pompeyo24.

Por ello, como señala César, impuso grandes tributos tanto a lasciudades libres como a los diversos dinastas de la región25. No seolvidaba de las comunidades de la propia provincia de Siria, por lo cualexigió a los publicanos (responsables de la recaudación) el tributoadeudado de dos años; sin duda, la imposibilidad de los publicanos deefectuar su función en este tiempo se debía a la incertidumbre originadapor la expedición de M. Licinio Craso (cos. I 70 a.C.) contra los Partos(a partir de su cargo como gobernador de Siria, años 54-53 a.C.26), y suposterior derrota y muerte en la batalla de Carrhae (53 a.C.), y laconsiguiente réplica de éstos.

Este último punto es muy importante, puesto que César lorecuerda, y lo hecha en cara a Metelo Escipión: «Una vez hecho ésta [laleva de caballería], dejando tras de sí en la misma frontera a losenemigos partos, que recientemente habían dado muerte al imperator M.Craso y asediado a M. Bíbulo, retiró de Siria las legiones y la caballería.La provincia se sumió en una gran ansiedad y temor ante la guerra conlos Partos, oyéndose algunas voces de soldados que decían que si se lesllevaba contra el enemigo irían, pero que no tomarían las armas contraun ciudadano y cónsul» (Caes. BCiv. 3, 31, 3-4)27.

Casio Longino, el posterior cesaricida, como cuestor de Siria,participó en la invasión de Craso, y pudo escapar del desastre acontecidoen Carrhae, organizando la defensa de la provincia28. Al año siguiente(52 a.C.), como procuestor (Cic. Fam. 15, 14), Casio Longino29, pudolograr llegar a Siria con los restos del ejército de Craso y poner la

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30 Broughton, 1952, 237.31 Fuentes en Broughton, 1952, 242.32 Fuentes en Broughton, 1952, 250.33 Vid: G. Wirth, "Pompeius – Armenien - Parther. Mutmaâungen zur Bewáltigung einer

Krisensituation", BJ 183 (1983), 1-60. Th. P. Hillman, "Pompeius ad Parthos?", Klio 78 (1996),380-399.

34 Holmes, 1923, 160.

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provincia a la defensiva contra los Partos30. Es más, incluso aplastó unarevuelta en Judea (Jos. AJ 14, 119-122; BJ 1, 180-182).

En el año 51 a.C. Casio Longino mediante una emboscada derrotóa los Partos cerca de Antioquía y los rechazó con grandes pérdidas, antesde que llegase a sustituirle, como nuevo gobernador, M. CalpurnioBíbulo (cos. 59 a.C.), como procónsul (Cic. Fam. 15, 3, 2)31, ya muyentrado el año, y que dirigió los destinos de la provincia al añosiguiente32. Bíbulo era enemigo personal de César, con quien habíacompartido la pretura y el consulado.

El impacto de la derrota de Craso y de su ejército fue muy fuerteen Roma pero, desde un punto de vista estrictamente político, no tuvoconsecuencias, pues si bien los Partos invadieron Siria, su incapacidadbélica ante las ciudades amuralladas frenó su ímpetu. El peligro habíamenguado para el año 49 a.C., con lo que los comentarios de César noson más que una exageración para poder denigrar a su adversario.

Ciertamente, había cierta preocupación entre los provinciales acausa de los Partos, pero, curiosamente, no emprendieron ninguna accióndurante la guerra civil. Ciertamente, Pompeyo había enviado a su primoL. Lucilio Hirro (tr. pl. 53 a.C.) a la corte parta, no tanto a la búsquedade una alianza (que habría sido interpretada como una ironía después delataque traicionero de Craso) sino más bien una tregua con objeto deevitar que los Partos pudieran aprovecharse de las rivalidades en el senode Roma33.

Por supuesto, se puede objetar que en estas páginas se intentaofrecer una imagen positiva de Metelo Escipión en contraste con laopinión de César. Pero hay un hecho que delata la parcialidad de esteúltimo. César indica que los soldados (al menos, algunos de ellos) deMetelo Escipión no tenían ningún reparo en ir contra los enemigos (esdecir, contra los Partos34), pero que mostraban su desacuerdo en tomarlas armas contra un ciudadano y cónsul (es decir, César).

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35 Metelo Escipión había llegado a Siria en el año 49 a.C.36 Roma, al anexionarse Siria, no introdujo el denario, que no comenzó a circular en la región

hasta época imperial.

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Esto es un argumento absolutamente tendencioso. Todavía se estáen el año 49 a.C., y César no entrará en su segundo consulado hasta el 1de enero del año 48 a.C., no siendo nombrado para este puesto que en lasemana del 2 al 12 de diciembre del 49 (App. BC 2, 48. Caes. BC 3, 2,1. Plut. Caes. 37, 1-2).

Pudiera suponerse que los soldados conocieran la intención deCésar en proclamarse cónsul (una pretensión desde hacía varios años, noen vano el consulado [compartido] era la primera magistratura de Roma).Pero la narración de César lo da ya desempeñándolo. No es más que unareminiscencia de lo que aconteció cuando César desembarcó en losBalcanes, pues diversas comunidades lo reconocieron como el verdadero«señor» legal de Roma (Caes. BC 3, 11, 4; 3, 12, 2).

Asimismo, pudiera considerarse que las palabras sobre Césarcomo cónsul fueron pronunciadas por los soldados no en Siria, sino enPérgamo, durante el año 48 a.C. (en que, efectivamente, César eracónsul). Pero, la frase está enmarcada en la narración de losacontecimientos acaecidos en Siria, por lo que no es más que unamaniobra de César para desprestigiar a su oponente.

Retornando al aspecto financiero de la cuestión, Metelo Escipiónexigió asimismo a los publicanos que le adelantaran la recaudación, atítulo de préstamo, del año siguiente (48 a.C.)35. A tenor del relato deCésar, los dos años en que los publicanos no había efectuado larecaudación eran los años 50 y 49 a.C., al no efectuarse referencia algunaa ninguna exigencia en referencia al año en curso.

En cuanto a la moneda en la que Metelo Escipión recibió el dinero,sin duda sería en tetradracmas de plata, acuñadas por los monarcasseléucidas, que seguían constituyendo la mayoría del circulante en laregión, así como por diversas ciudades independientes, aunque no todastenían el mismo patrón metrológico36. Una nota a destacar es que, adiferencia de lo que hará en Pérgamo, Metelo Escipión no emitiómoneda alguna en Antiochia (Antioquía), la capital de la provincia deSiria y ceca de amonedación, al contrario que sus antecesores en el cargode gobernador: A. Gabinio (cos. 58 a.C.) (RPC 4124), Craso (RPC 4125)y Casio Longino (RPC 4126).

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37 Fuentes en Broughton, 1952, 203, 210-211 y 218.38 Baldus, 1987, 123 y 146. Burnett, Amandry y Ripollès, 1992, 606.39 Gabinio planeaba una expedición contra los Partos, pero finalmente dirigió sus fuerzas

militares contra Egipto, en donde repuso en el trono a Ptolomeo XII (55 a.C.). Craso y CasioLongino tuvieron que hacer frente a los Partos, el primero al efectuar su ofensiva, y el segundoa la defensiva.

40 No debe pensarse que no lo hiciera porque recibió dinero de los publicanos y de lasciudades independientes y tiranos. La necesidad de fondos con que pagar a las tropas siemprefue un tema acuciante en el período final de la República.

41 Magie, 1950a, 403.42[Pompeius] magnam imperatam Asiae, Syriae regibusque omnibus et dynastis et tetrarchis

et liberis Achaiae populis pecuniam exagerat; magnam societates earum provinciarum qua ipseobtinebat sibi numerare coegerat.

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Gabinio, gobernador de Siria en 57-5537, reabrió de nuevo la cecade Antioquia y empezó la emisión de los llamados «tetradracmaspseudofilipos», llamados así porque reproducen las monedas del reyseléucida Filipo I Filadelfo (92-83 a.C.) que, a ojos de Roma, fue elúltimo monarca legítimo de su dinastía; la diferencia entre estas piezascon sus antecesoras seléucidas es que llevan un monograma con elnombre del gobernador38. Sin duda, la reapertura del taller de Antioquiaresidió en la necesidad financiera de obtener moneda para pagar losgastos militares39. Quizás la premura de tiempo impidió a MeteloEscipión efectuar lo mismo40.

La necesidad de fondos atenazaba a ambos bandos. Pompeyoestaba en la idea de obtener una gran flota, que fue lograda a partir de laaportación de todas las comunidades costeras. Precisamente, lascomunidades interiores (que no podían, lógicamente, aportar naves),fueron conminadas a entregar fondos41. A los príncipes y dinastasorientales también se les ordenó contribuir a los gastos de la guerra,mientras que también a los publícanos fueron obligados por lossubordinados de Pompeyo a entregar los fondos que tenían a mano(Caes. BCiv. 3, 3, 2)42. Ha destacar que esta cita menciona explícitamentelas provincias de Siria y Asia, que luego César detalla.

Como ya se ha citado, Metelo Escipión también se dedicó alevantar un ejército. No sólo contaba con las fuerzas que habían luchadocontra los Partos (que comprendían los soldados que habían servido bajo

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43 Apiano señala que Pompeyo tenía «dos [legiones] procedentes de Partia, las supervivientesde las que combatieron bajo Craso *** y algún otro contingente de las tropas que habíaninvadido Egipto al mando de Gabinio» (App. BCiv. 2, 49). Ha de destacarse que en el año 51 a.C.el cónsul Ser. Sulpicio Rufo no permitió supplementa para las legiones sirias (Cic. Fam. 3, 3, 1),y Bíbulo se abstuvo de reforzarse con levas locales de caballería de la Galia Transpadana (Cic.Fam. 2, 17, 7).

44 Magie, 1950a, 402.45 Pompeyo tenía 3.000 arqueros, parte de los cuales provenían de Siria (Caes. BCiv. 3, 4, 3).

Pero no formaban parte del contingente de Metelo Escipión, pues Pompeyo esperaba su llegada:Praeter has [legiones] expectabat cum Scipione ex Syria legiones duas. Sagittarios ex Creta,Lacedaemone, Ponto atque Syria reliquisque civitatibus tria milia numero habebat... No en vanoAntíoco I, rey de Comagene (69-36 a.C.) le había enviado 200 soldados de caballería, la mayorparte arqueros de a caballo (Caes. BCiv. 3, 4, 5).

46 César menciona que, en Pharsalus, Metelo Escipión estaba en el centro de la formaciónsenatorial con «las legiones de Siria», es decir, más de una (Scipio cum legionibus Syriacistenebat) (Caes. BC 3, 88, 2).- Magie 1950a, 402 señala que Metelo Escipión se dedicó a reclutarsoldados entre los ciudadanos romanos: publicanos, propietarios, banqueros y otros hombres denegocios en la provincia de Asia; su actividad fue tan eficaz que pudo lograr dos legiones. Pero,evidentemente, estas habían sido formadas en Siria, como ya se ha visto (Caes. BCiv. 3, 4, 3).Se trata de un equívoco por la actividad en este campo de Léntulo Crus, vid infra.

47 Brunt, 1971, 463.

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Casio Longino y Bíbulo [App. BCiv. 2, 4943. Caes. BCiv. 3, 4, 3-4]44),sino que emprendió una leva, que César únicamente informa que fue decaballería, pero seguramente también incluiría tropas de infantería, almenos auxiliares, que raramente se mencionan en las fuentes literariasde esta época, especialmente si son romanas45.

Se desconoce el número total de soldados que componían lasfuerzas de Metelo Escipión. Al menos, conocemos que las fuerzaslegionarias estaban integradas por dos legiones (App. BCiv. 2, 49. Caes.BCiv. 3, 4, 3), al ser ésta la fuerza que Pompeyo esperaba que le trajerasu suegro46. Por pura casualidad, dos legiones (más fuerzas auxiliares,evidentemente) era la fuerza militar que guarnecía la provincia de Siriadesde su anexión a Roma por Pompeyo en el año 63 a.C.47 Cuando elejército de Metelo Escipión estuvo preparado, éste partió de Siria endirección a la cuenca del mar Egeo, con objeto de reunirse lo más rápidoposible con Pompeyo.

Los problemas surgidos al reunir el dinero, las provisiones y lastropas, y/o las dificultades planteadas a la hora de cruzar la cadena delAmano, ocasionaron que Metelo Escipión no pudiera alcanzar suobjetivo en el año 49 a.C., por lo que se vio obligado a invernar en la

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48 Apiano señala que «este mismo invierno, Escipión, el suegro de Pompeyo, se puso enmarcha desde Siria con otro ejército». (App. BCiv. 2, 60). Esto no es cierto, vid infra.

49 Rostovtzeff, 1967, 1108 indica esta posibilidad, aunque también dice que Metelo Escipiónautorizó a sus soldados robar a su gusto.

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provincia de Asia48. Así lo resume César: «Escipión llevó sus legionesa los cuarteles de invierno en Pérgamo y otras ciudades riquísimas; hizograndes dádivas a su ejército, y para afirmar la moral de sus tropas lesentregó ciudades para que las saquearan» (Caes. BCiv. 3, 31, 4).

La importante ciudad de Pérgamo, en la región de Misia, fue laantigua capital del reino atálida del mismo nombre que, a la muerte desu último rey, Átalo III (134 a.C.), dejó en herencia a Roma, aunqueconcedió la independencia (al menos en teoría) a varias ciudades, entreellas Pérgamo. Como indica César, y atestigua el cistóforo antes descrito,Metelo Escipión se instaló en esta localidad, que se convertiría en subase y centro de aprovisionamiento.

La mención de que entregó ciudades para que las saquearan,puede interpretarse de varias maneras:

• Algunas comunidades serían partidarias de César, y MeteloEscipión envió a sus tropas a fin de someterlas, con lo que seprodujo el saqueo.

• Ciertamente, Metelo Escipión envió a sus hombres a saquearvarias poblaciones para contentarlos.

• La explicación más plausible es que, como indica César, elejército de Metelo Escipión instaló sus cuarteles de invierno enPérgamo y en otras «ciudades riquísimas». La carga de lasatropas estacionadas en ellas iba a cargo de las propiascomunidades, y es posiblemente a este hecho que César calificade «saqueo»49.

Para costear las dádivas a su ejército (que debía incluirevidentemente cantidades de dinero), Metelo Escipión emitió loscistóforos que se están comentando durante el invierno del año 49/48a.C. Precisamente el hecho de que acuñara cistóforos, y no denariosromanos, como otros comandantes militares senatoriales (y que el propioMetelo Escipión efectuaría en la provincia de África [RRC 459-461]),indica que este numerario iba a ser empleado en su zona de circulación(la provincia de Asia).

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50 Magie, 1950, 402 destaca que L. Antonio (cos. 41 a.C.), hermano del posterior triunviro,actuaba como proquaestor de Fanio.- Head, 1892, 68 y Broughton, 1952, 249 señalan laexistencia de un cistóforo de Éfeso (BMC Ephesus 176 = Stumpf 2) con un monograma en elreverso que interpretan perteneciente a L. Antonio, emitido en los años 50-49 a.C. En realidad,como ha demostrado Stumpf, 1991, 13-17, se trata de M. Antonio M. f. (cos. 99 a.C.), quaestorpro praetore, años 113/112 a.C.

51 Rostovtzeff, 1967, 1106.52 Broughton, 1938, 580.53 Magie, 1950a, 403 señala que el relato de César es imparcial y altamente partidista. Pero

esto no significa que fuese real: César describió las acciones de sus enemigos mientras que pasópor alto las suyas propias.

54 Fabre, 1969, 33 n. 1 señala que muchos investigadores han pensado que al final delcapítulo 32 habría que añadirse la conjetura ut in Syria (como se recoge aquí), para señalar queestos actos fueron cometidos en la provincia de Asia y no en la de Siria ya que, a pesar de suprepotencia, muchos estudiosos consideran que Metelo Escipión no podría haberse conducidocon tal desenvoltura en un territorio que no estaba bajo su jurisdicción. La aparición de interimal inicio del pasaje avala esta solución, que confirma la existencia de la presente emisión de

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Otra cosa a destacar es que C. Fanio (pr. 50 a.C.?), el gobernadorde la provincia de Asia, también emitió en este momento cistóforos enlas cecas de Apamea (Stumpf 57), Éfeso (Stumpf 58-59), Laodicea(Stumpf 60-62) y Tralles (Stumpf 63-67), lo que da idea del esfuerzofinanciero realizado. Pero, curiosamente, no en Pérgamo (al menos, nose ha conservado ningún ejemplar), lo que indica que la ceca de estaciudad fue destinada únicamente a atender las necesidades financieras deMetelo Escipión, con una copiosa producción, a tenor de los ejemplaresque se han conservado en la actualidad, en comparación al resto decistóforos proconsulares conocidos, incluidos los de Fanio50.

Los defensores de la República tradicional no permanecieroninactivos durante el invierno. Se procedió a la exigencia decontribuciones e impuestos extraordinarios, una simple repetición de loque había acontecido en la provincia de Asia durante la guerramitridática51. La necesidad de dinero quedó patente en el siguientedetallado relato de César, que ilustra cuáles fueron las duras condicionesque hubo de soportar la provincia de Asia, condiciones que debieronreproducirse posteriormente con las exacciones de los «Libertadores» yde Marco Antonio52.

César ha dejado un detallado relato de las prácticas de MeteloEscipión53, que, evidentemente, no fueron privativas de este personaje:«Mientras tanto se exigían con absoluto rigor durísimas contribucionesen toda la provincia54; además cada día tenía nuevas ideas para satisfacer

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cistóforos. Sobre este punto, vid: Holmes, 1923, 449-450, que discute este tema adecuadamente.55 Broughton, 1938, 579 traduce in capita singula servorum ac liberorum tributum

imponebatur como «se imponía un tributo sobre cada cabeza de esclavos y niños». Con razón,Rostovtzeff, 1967, 1154 n. 93 se queja de ello, pues un impuesto especial de este tipo sobre losniños (liberorum significa «hijos») no se ha mencionado nunca en las fuentes. Pero tampoco hade aceptarse su interpretación acerca de que en este pasaje César se refiere a libertos y esclavos.

56 Fabre, 1969, 33 n.2 señala justamente que las columnas eran consideradas como un signoexterior de riqueza, pues Cicerón habla de las columnaria y de las ostiaria tributa (Cic. Fam. 3,8, 5), pero la cita no coincide con lo manifestado por este investigador. Como indica Rostovtzeff,1967, 1108 se trata de un impuesto sobre las casas con distintos nombres.

57 También hay que añadir todo tipo de alimento, tejidos, barcos de guerra, etc.58 Rostovtzeff, 1967, 1108 señala que la mención no sólo de ciudades, sino también de villas

fortificadas (vici y castella), prueba la existencia de pueblos y granjas no incluidos en losterritorios de las ciudades.

59 Rostovtzeff, 1967, 1108.60 Lo que, como Rostovtzeff, 1967, 1108 indica, así debió de ocurrir.

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su avaricia. Se imponía una tasa de capitación [¦πικεϕVλαιον] sobrecada esclavo o persona libre55; reclamaba un impuesto sobre lascolumnas56, las puertas, el grano [de trigo], los soldados, los remeros, lasarmas, las máquinas de guerra y prestaciones personales de transporte [esdecir, medios de transporte]57; si se podía encontrar el nombre de unatasa, esto ya era suficiente para imponerlo» (Caes. BCiv. 3, 32, 1-2).

«No sólo en las ciudades, sino incluso en cada aldea y pueblo58,habían personas revestidas del imperium [es decir, agentes especiales conpoder militar extraordinario, que debían tener ciertamente destacamentosde soldados a su disposición59]. Y el más inhumano y el más cruel deentre ellos era considerado como el más valerosos y excelenteciudadano. Toda la provincia estaba llena de lictores y mandos militares,exuberante de prefectos y de recaudadores, quienes además de lascontribuciones procuraban también por su peculio propio60. Decíancontinuamente que ellos, al vivir expulsados de sus casas y de su patria,carecían de las cosas indispensables para, de este modo, cubrir con unahonesta apariencia sus acciones ignominiosas» (Caes. BCiv. 3, 32, 3-4).

«A todos estos males se añadían grandes usuras, quegeneralmente suele acontecer en tiempos de guerra, puesto que seimponían contribuciones a todo el mundo; en estas circunstancias, lademora de un día en el pago se consideraba ya como una dádiva. De estaforma, las deudas de la provincia se multiplicaron por dos en estos dosaños. No dejó por esta causa de imponer tributos a los ciudadanos

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61 Rostovtzeff, 1967, 1108 indica que César quiere decir a los ciudadanos romanos que noestuvieran organizados en una comunidad como un conventus. Este párrafo (Caes. BCiv. 3, 32,6) parece referirse únicamente a los cives romani, pues para los provinciales corresponde lospárrafos anteriores.

62 Fabre, 1969, 34 n. 3, al no tener el texto de César sentido por sí mismo (ut in sorte), locorrigen como ut in Syria, como la mayoría de los comentaristas, sino ut ii sortem, ya que sors, en el argot financiero, tenía el sentido de «capital», de «dinero que se presta para vivir de losintereses» (cf. p.e. Cic. Att. 6, 1, 3).

63 Magie, 1950a, 404. Rostovtzeff, 1967, 1108-1109.64 Holmes, 1923, 160. Magie, 1950a, 403. Rostovtzeff, 1967, 1108.65 Magie, 1950a, 403. Rostovtzeff, 1967, 1108.66 De reliquis rebus ad senatum refertur ... pecunia uti ex aerario Pompeio detur67 Lentulus cónsul ad aperiendum aerarium venisset ad pecuniam Pompeio ex senatus

consulto proferendam, protinus aperto sanctiore aerario, ex urbe proferendam.68 Fabre, 1969, 34 n. 2.

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romanos de esa provincia, sino que se imponían determinadas cantidadesa cada convento y a cada comunidad61. Decían que exigían estosempréstitos por decreto del senado y, [como habían hecho en Siria]62, setomó adelantada a los publicanos la recaudación del año siguiente»(Caes. BCiv. 3, 32, 5-6).

El dinero confiscado a los a los negotiatores y a los publicanoslo sería en concepto de préstamos obligatorios, así como los depósitos enlos bancos por personas privadas como Cicerón63. Tanto ciudadanosromanos como provinciales sufrieron el rigor de los recaudadores, eindividuales y comunidades debieron recurrir a pedir dinero prestado alos usureros para pagar las diferentes contribuciones e impuestos64. Demanera inevitable, los tipos de interés aumentaron, y en un plazo de dosaños el endeudamiento total de Asia se vio doblado65.

El decreto del senado (Caes. BCiv. 3, 32, 6) es el que Césarmenciona en otro lugar de su obra, específicamente con relación alasunto financiero (Caes. BCiv. 1, 6, 3: «Se consulta al senado sobre otrascuestiones... que se den a Pompeyo fondos del erario»66; 1, 14, 1:«habiendo ido el cónsul Léntulo a abrir el erario para entregar aPompeyo el dinero, según decreto del senado, apenas abierto huyó de laciudad»67)68.

Apiano señala que: «El Senado... como contribución monetariapara la guerra, le votaron (a Pompeyo) de inmediato todo el tesoropúblico y, además, sus bienes privados si eran necesarios para el pago delos soldados. Y, en medio de su apasionamiento y rivalidad, enviaron

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69 Chapot, 1904, 52, quien asimismo atribuye erróneamente el no saqueo del templo de Éfesopor Metelo Escipión al envío del cesariano Cn. Domicio Calvino (cos. I 53 a.C.) a la provinciade Asia, posteriormente a la batalla de Farsalo.

70 Holmes, 1923, 159.71 Magie, 1950a, 403 duda de la veracidad de este episodio, pero César no se atrevería a

inventarse un hecho de tal magnitud aunque, evidentemente, siempre lo intentaría desfigurar afavor de sus propios intereses.

72 Holmes, 1923, 160.

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mensajeros a las ciudades, con la máxima celeridad, en busca de sumasadicionales» (App. BC 2, 34).

No puede considerarse que las actividades de Metelo Escipiónfueran ejercidas debido a que no existía en este momento unaadministración regular, como defendió Chapot, quien considera queMetelo Escipión hizo y deshizo a su gusto en la parte septentrional de laprovincia de Asia69. De nuevo, la tendenciosidad de César queda aldescubierto: el párrafo antes descrito no sólo hace referencia a lasactividades de Metelo Escipión sino a la de la administración del propiogobernador provincial, Fanio, que César, astutamente, hace recaerúnicamente en el primero. Por supuesto, las acciones de Metelo Escipiónse efectuaron en connivencia con el gobernador de la provincia70.

Aún hay más. «Además Escipión dio la orden que se quitaran deltemplo de Diana, en Éfeso, las riquezas allí depositadas desde tiemporemoto. Fijado un día determinado para esto, cuando iba a dirigirse altemplo en compañía de muchos senadores que había llamado Escipión,le fue entregada una carta de Pompeyo, diciendo que César había pasadoel mar con las legiones, que viniese a él rápidamente con el ejército yque abandonase todo lo demás. Al recibir esta carta, despidió a los quehabía llamado, y empezó a preparar su marcha a Macedonia, y pocosdías después se puso en camino. Esta circunstancia fue la salvación deltesoro de Éfeso» (Caes. BCiv. 3, 33, 1-2)71.

El templo de Artemis de Éfeso, de larga tradición e historia, eraenormemente rico. No es de extrañar que debido a las circunstancias,fuera un objetivo apetitoso. Los templos, por las riquezas que ibanacumulando, y por su expugnabilidad, eran siempre una presa codiciada.Sin duda, Metelo Escipión estaba de acuerdo con el gobernador de Asiapara efectuar este menester72, como ya se ha indicado.

No fue ésta la única vez en que se intentó apropiarse de lasriquezas del templo de Artemis Efesia durante el enfrentamiento entre

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73 Caesar, cum in Asiam venisset, reperiebat T. Ampium conatum esse pecunias tollereEpheso ex fano Dianae eiusque rei causa senatores omnes ex provincia evocasse, ut his testibusin summa pecuniae uteretur, sed interpellatum adventu Caesaris profugisse. Ita duobustemporibus Ephesiae pecuniae Caesar auxilium tulit (Caes. BCiv. 3, 105, 1-2).

74 Un hecho parecido se registra para otros personajes. Vid: C. Eilers, “Some DomitiiAhenobarbi and their Greek Clientela: Five Inscriptions”, en XI Congresso Internazionale diEpigrafia Greca e Latina. Atti, I (Roma, 1999), 325-333.

75{Ο δ[−]µοH / [Κο\]ντον Καικ\λιον Κο\ντου υÆÎν / [Μ]Xτελλον Π\ον Σκιπ\ωνα τÎν αÛτο/κρVτορα, τÎν ©αυτοØ σωτ−ρα κα / εÛεργXτην. A destacar que no figure en el epígrafeel término «patrón», lo que de por sí puede ser un indicio de que la presente dedicatoria no fuehecha de manera voluntaria por los habitantes de la ciudad de Pérgamo.

76 Magie, 1950a, 403.77{Ο δ−µοH ¦τ\µησεν / Κορνηλ\αν Κο\ντου ΜετXλλου [Π]\ου / Σκιπ\ωνοH τοØ αÛ−

τοκρVτοροH θυγατX/ρα, γυναÃκα δ¥ Γνα\ου Ποµπη\ου Γνα\ου υÊοØ / [Μ]εγVλου τοØ •ν−θυπVτου, διV τε τ¬ν περ αÛτ¬ν / σωϕροσbνην κα τ¬ν πρÎH τÎν δ−µον εÜνοιαν.

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Pompeyo y César. Cuando César llegó a Asia, después de haberderrotado a Pompeyo en Farsalo, «supo que T. Ampio había intentadoapoderarse del tesoro del templo de Diana, en Éfeso, y con este motivohabía llamado a todos los senadores de la provincia para que fuerantestigos del recuento de las riquezas, pero había huido a la llegada deCésar» (Caes. BCiv. 3, 105, 1). Como indica el propio César en su relato:«Así, pues, en dos ocasiones, César salvó el tesoro de Éfeso» (Caes.BCiv. 3, 105, 2)73.

El modus operandi de Metelo Escipión y T. Ampio Balbo (pr. 58a.C.), antiguo gobernador de la provincia de Asia, es el mismo: llamanal mayor número de senadores (romanos, evidentemente) como testigos,para efectuar la contabilización de la fortuna del templo, no sólo parapropio control de lo adquirido sino que, en teoría, se trataba de unpréstamo (en caso contrario, era un sacrilegio) que había de devolverse.

La casualidad ha hecho preservar precisamente de Pérgamo unainscripción al imperator Metelo Escipión74, saludado como «salvador ybenefactor» (IGR IV 409 = Syll.3 757)75, títulos que para Magie no secorresponden con la narración efectuada por César: estos honores puedenque fuesen concedidos por miedo o que Metelo Escipión fueampliamente difamado por su antagonista76. De la misma ciudad existeotro epígrafe relacionando con estos hechos, esta vez en honor de su hijaCornelia, la esposa de Pompeyo (IGR IV 421 = Syll.3 758)77.

Como indica Rostovtzeff, los Griegos odiaban de todo corazóna cualquier romano, sea cual fuere su bando. Las inscripciones en las que

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78 Rostovtzeff, 1967, 1106.- Desde luego, para los Griegos, la guerra civil no era más que unconflicto interno entre Romanos, en el cual no deseaban participar (App. BCiv. 2, 70. Plut. Pomp.70, 1).

79 Sobre este término, vid: E. M. Sanford, "Roman Avaricie in Asia", JNES 9 (1950), 28-36.80 Rambaud, 1966, 346 (que señala como «pompeyanos»).81 Duas [legiones] ex Asia, quas Lentulus consul conscribendas curaverat. Mención

efectuada al ofrecer César el listado de las fuerzas que había reunido Pompeyo para hacerlefrente.

82 Sobre estos decretos, vid: Saulnier, 1981, 164-169.83 Saulnier, 1981, 168-169.

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se expresaban gratitud y honores a los distintos caudillos militaresromanos eran la mayor parte de las veces simple adulación y halago,motivados por la más pura necesidad78.

La mala prensa que Metelo Escipión obtuvo gracias a lapropaganda de César quedó reflejada en la posteridad. No en vano,Plutarco cuenta que: «Con todo, algunos aseguran que [Pompeyo] fueengañado por su suegro Escipión, quien, queriendo apropiarse de lamayor parte de las riquezas traídas de Asia, las escondió y precipitó labatalla [de Pharsalus], con el pretexto de que ya no había dinero» (Plut.Pomp. 84, 10 = comp. Ages. Pomp. 4, 10). La acusación de avaritia79

(Caes. BCiv. 1, 32, 1), como propaganda, es aplicada por César a todoslos jefes del partido senatorial, sea cual fuere su importancia, y que seextiende a los bienes de los ciudadanos romanos, al de los magistradosy a las funciones religiosas80.

Metelo Escipión no actuó solo en la provincia de Asia. Tambiénha de señalarse la intervención de Léntulo Crus, al que ya se ha citadoquien, con la ayuda de Ampio Balbo, se dedicaron a la recluta desoldados (Caes. BCiv. 3, 4, 1)81. Ambos son conocidos gracias a losdecretos que daban exención a los judíos ciudadanos romanos delservicio militar y libre práctica de su culto (Jos. Ant. Jud. 14, 228-230,234 y 236-240)82.

Estos judíos, observaban o parecían observar las hiéra ioudaica,en consideración a sus escrúpulos religiosos (Jos. Ant. Jud. 14, 232 y234; cf. 237 y 240). Ciertamente, para los judíos obedientes de la leymosaica, además de la cuestión del descanso sabático y de lasprohibiciones alimenticias, el servicio en la legión suponía un contactopermanente con los paganos y sus ceremonias, lo que iría en contra desus más íntimos principios83. Este privilegio no sería reconocido sino a

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84 Gelzer, 1969, 245 n. 3.85 Rostovtzeff, 1967, 1107.86 Este detalle se conoce gracias a una carta de Cicerón, en la que se habla de los

τρεÃH διοικZσεις Asiaticas como [antiguamente] adtributas a Cilicia (Cic. Fam. 13, 67, 1, delaño 46 a.C.). Burnett, Amandry y Ripollès, 1992, 365 añaden el convento de Philomelium.

87 Magie 1950a, 402.88 César da un balance diferente, favorable a Domicio Calvino (Caes. BCiv. 3, 36-38). Pero,

la interrupción de la narración da a sospechar, y cuando César vuelve a retomar el relato hastaque ambos vuelven a reunirse, nada dice (Caes. BCiv. 3, 78-79). Por el contrario Dión Casioseñala que Metelo Escipión derrotó a L. Casio Longino (tr. pl. 44 a.C.), hermano del cesaricida,uno de los lugartenientes destacados del ejército principal de César (Dio Cass. 41, 51, 2) pero,por el contrario, señala que Domicio Calvino le derrotó (Dio Cass. 41, 51, 3). César dice que

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cambio de una sustanciosa cuantía económica, a la luz de las actividadesregistradas por César (Caes. BCiv. 3, 32, 4)84 pues, sin duda, debió existiralgún tipo de compensación económica.

No ha de extrañar la recluta de ciudadanos romanos en lasprovincias de Oriente, especialmente en la de Asia. El número decolonos itálicos había aumentado rápidamente desde la primera guerramitridática, y parte de ellos formaban parte de la clase dirigente demuchas comunidades: propietarios de tierras y hombres de negocios(negotiatores), publicanos, etc., que, si bien no se podían comparar consoldados veteranos, eran muy numerosos85.

Es de interés anotar que en el año 53 a.C., los tres conventosfrigios de Apamea, Laodicea y Synnada fueron transferidos de laprovincia de Asia a la de Cilicia86. Gracias a las monedas de Fanio,sabemos que fueron retransferidas de nuevo a Asia en el año 49 a.C.,relacionado posiblemente con la recluta de soldados87. Un ejemplo de laimportancia de esta actividad dentro del mundo romano.

Como ya se ha indicado anteriormente, la carta de Pompeyosolicitando su presencia, motivó la partida de Metelo Escipión hacia laotra parte de la cuenca del mar Egeo, hacia Macedonia, a los pocos díasde recibir la misiva de su yerno (Caes. BCiv. 3, 33, 1-2). César, parahacer frente a este nueva amenaza, envió a Macedonia a DomicioCalvino con dos legiones (XI y XII) y 500 soldados de caballería (Caes.BCiv. 3, 34, 3).

Apiano señala que: «este mismo invierno, Escipión, el suegro dePompeyo, se puso en marcha desde Siria con otro ejército; Gayo Calvisio[sic] se enfrentó con él en Macedonia y fue derrotado, sufriendo lapérdida de una legión entera, a excepción de ochocientos hombres»88

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Casio Longino pudo esquivar a Metelo Escipión (Caes. BCiv. 3, 36, 4-8).

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(App. BCiv. 2, 60). Como puede comprobarse, el escritor alejandrino nomenciona en ningún momento la estancia de Metelo Escipión enPérgamo. Difícilmente pudo ponerse en marcha desde Siria y alcanzara Pompeyo en Tesalia si había partido durante el invierno, la estaciónmás dura para el movimiento de tropas, a parte de contradecir eltestimonio de César. Como figura en el relato de Apiano, MeteloEscipión se pone en marcha cuando César ya ha desembarcado, porsorpresa, al otro lado del estrecho de Otranto, lo que motiva la peticiónde Pompeyo. De esta forma, Metelo Escipión finalizó su estancia en laprovincia de Asia.

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1 P. Southern, K. Dixon, The late Roman army, London 1996, p. 14-15. El emperadorDiocleciano había formado parte de dicho cuerpo.

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Intérpretes militares y movimientosde información táctica en el frente oriental

según Amiano Marcelino

Francisco-Javier GUZMÁN ARMARIOUniversidad de Cádiz

A partir de los años setenta del siglo XX se generó entre losinvestigadores de la Antigüedad Tardía un repentino interés por conocerla faceta militar de Amiano Marcelino, siguiendo la inercia de lafascinación por el siglo IV que había despertado la publicación del librode R. Syme, Ammianus and the Historia Augusta, Oxford (1968). Desdeentonces los especialistas se centraron en el análisis no sólo de los datostécnicos militares presentes en las Res gestae, sino también -y ello abríauna línea original de estudio sobre el antioqueno- en la credibilidad deun miles quondam et Graecus (Amm., 31, 16, 9) cuando escribía sobreasuntos bélicos. O sea: qué de esa información era más o menos cierta,qué parte era más bien inventada o tergiversada y, sobre todo, quéexperiencia práctica en el campo de batalla podía ofrecer el erudito sirioa sus lectores.

La guerra, eso no podemos dudarlo, es la columna vertebral de laobra de Amiano, como lo había sido anteriormente de otros dos griegosdel siglo III, Dión Casio y Herodiano, y como lo sería de otro del sigloV: Zósimo. El ejército romano campa por sus respetos a lo largo de lasRes gestae como poder indiscutible que extermina a los bárbaros (17, 13,9), eleva emperadores ilegítimos a la púrpura (20, 4, 14) y recibe lasprebendas de los gobernantes a quienes mantienen en el trono (31, 11, 1).Amiano perteneció a ese ejército como miembro del selecto grupo de losprotectores domestici: cuerpo de oficiales directamente vinculados alpríncipe, que llevaban a cabo misiones de vital interés para el Estado1.

Es esa pertenencia a una unidad de élite, amén de su participaciσnen batallas y campañas en los confines del Imperio durante un cuarto de

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2 Ésa es la duración que F. Trombley, “Ammianus Marcellinus and fourth-century warfare:a protector´s approach to historical narrative”, J.W. Drijvers, D. Hunt, eds., The Late RomanWorld and its Historian. Interpreting Ammianus Marcellinus, London-New York 1999, p. 21,defiende para el servicio activo de Amiano (entre 353-378).

3 N.J.E. Austin, Ammianus on Warfare. An investigation into Ammianus´military knowledge,Bruxelles 1979, p. 162-163.

4 A. Momigliano, “Historiografía pagana y cristiana en el siglo IV”, El conflicto entre elPaganismo y el Cristianismo, Madrid 1989, 113, en relación con su huida de la plaza de Amida(19, 8, 5 ss.).

5 A.D. Lee, Information and frontiers. Roman foreign relations in Late Antiquity, Cambridge,1993, 107.

6 Vid. la síntesis de V.L. Bullough, “The Roman Empire vs. Persia, 365-502: a study ofsuccessful deterrence”, Journal of Conflict Resolution 7, 1963, p. 55-68.

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siglo2, la que le habría otorgado autoridad a la hora de abordar asuntosmilitares. Sin embargo, no faltan las críticas que le señalan como unteσrico más ligado al cuartel que al frente3, e incluso como un cobardeque no duda en huir cuando las cosas se ponen demasiado feas4. Estopuede ser cierto, pero también hay que admitir que en determinadosepisodios de su experiencia marcial Amiano se revela como una fuentefiable y como un testimonio de primera mano: y ése es, precisamente, elcaso de su intervención en la guerra oriental5. Apoyándome en talfiabilidad, analizaré en las páginas que siguen las noticias acerca debilingüismo militar y movimientos de información táctica en las guerrascontra los persas según los datos del antioqueno.

La Persia sasánida es, antes incluso que los bárbaros de los limitesrenano y danubiano, el gran enemigo de Roma. Como Estado organizado(en algunos aspectos incluso más desarrollado que su rivalmediterráneo), y en su afán de recuperar los territorios del legado de losAqueménidas (vid. Dio Cass., LXXX, 4, 1; Herod., VI, 2,2; 4,5; Amm.,17, 5, 5; 25, 4, 24), el enemigo oriental mantuvo un costoso equilibrio defuerzas con el Imperio Romano que desgastó a ambos y les condicionóen su evolución histórica6. No obstante, la frontera oriental no seconfigura como un “telón de acero” impermeable a otro tipo derelaciones ajenas a las bélicas, antes al contrario; guerra y fructíferosintercambios civiles de todo tipo conviven, a distintos niveles según lascircunstancias históricas, durante toda la Antigüedad Tardía en forma decomercio e influencias culturales, artísticas y religiosas recíprocas. Elloexplica que los romanos tuvieran un conocimiento bastante aceptable del

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7 A.D. Lee, op.cit., p. 87; para movimientos de información a través de la frontera norte enel siglo IV, vid. P. Heather, "The Late Roman art of management: imperial defence in the fourthcentury West", W. Pohl, I. Wood, H. Reimitz, The transformation of frontiers. From LateAntiquity to the Carolingians, Leiden-Boston-Köln 2001, p. 31 ss.

8 B. Utas, “Byzantium seen from Sassanian Iran”, Aspects of Late Antiquity and EarlyByzantium, L. Ryden, J.C. Rosequist, eds., Stockholm 1993, p. 29.

9 A.D. Lee, op.cit., p. 17-18: los cautivos romanos solían constituir la población de nuevasciudades, en el corazón del Imperio Persa, que las autoridades sasánidas fundaban para un mejorcontrol del territorio. Para las deportaciones sasánidas vid. S.N.C. Lieu, “Captives, refugees andexiles: a study of cross-frontier civilian movements and contacts between Rome and Persia fromValerian to Jovian”, The Defence of the Roman and Byzantine East, BAR, Oxford 1986, ed. byP. Freeman and D. Kennedy, Vol. II, p. 476 ss. Ejemplos de deportación de persas a territoriosromanos los hallamos en Pan.Lat., IV/8.2.1, y en Amm., 24, 1, 9.

10 Sobre las mismas, vid. A.D. Lee, “Embassies as evidence for the movement of militaryinteligence between the Roman and Sassanian Empires”, The Defence..., p. 455 ss.

11 A.D. Lee, Information..., p. 50-51. En 23, 6, 75, Amiano advierte sobre el caráctermulticultural y plurilingüista de este Imperio.

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Próximo Oriente, mucho mejor que el que poseían del oscuro mundo delnorte de Europa7. Y también nos da razón del cosmopolistimo crecientedel reino persa, que hallará su cénit en el siglo VI bajo el reinado deCosroes I (531-579)8. En ocasiones, tanto persas como romanosintroducen contingentes de cautivos dentro de los límites de susrespectivos imperios, lo cual reforzaba el grado de interacción yconocimiento mutuo entre ambos Estados9.

En un ambiente semejante de coexistencia también debiódesarrollarse un bilingüismo (o incluso un plurilingüismo) en las zonasfronterizas, práctico tanto para los tiempos de paz como para los sectoresrelacionados con el ejército y la diplomacia en tiempos de guerra. Y estolo constatamos en las Res gestae de Amiano: embajadas compuestas poraristócratas, funcionarios civiles, cargos militares y filósofos (15, 5, 2;15; 17, 5, 2; 14, 1-2; 21, 6, 7-8; 25, 7, 5 ss.; 27, 12, 15; 30, 2, 2; 4) sedirigen del bando romano al oriental y viceversa con el propósito demantener el statu quo, ganar tiempo, obtener información o negociar lapaz10.

El Estado sasánida constituía un imperio territorial que se extendíadesde Mesopotamia a la India, con un amplio perímetro “fronterizo”integrado por un variado panorama de culturas y lenguas11. En lo queconcierne al frente del Tigris, allí se mezclaban el persa, el latín y unamiríada difícilmente estimable de dialectos correspondientes a otras

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12 Vid. J.M. Carrié, “El soldado”, El hombre romano, Giardina, A., et alii, Madrid 1991, p.150 ss.

13 A menos que admitamos la interesante idea que me sugiere verbalmente el profesor SabinoPerea Yébenes de que en las fronteras se daba una cultura hablada multilingüe, no letrada, sinovulgar, a través de la cual los soldados, duchos por su trabajo en el trato con otras nacionalidades,se expresaban fácil y cómodamente.

14 Cuerpo posiblemente integrado por los arqueros zabdiabenos que Amiano menciona comodefensores de Bezabde frente al persa (20, 7, 1).

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tantas comunidades. Desde luego, el soldado romano destinado en dichofrente desconocía cualquiera de esas lenguas, porque, de seguro, a duraspenas dominaba la oficial del ejército: el latín (vid. Dio Cass. LXXII, 5;LXXV, 2). En general, las fuentes latinas pregonan al unísono uninnegable carácter de rusticidad de la soldadesca12. En consecuencia,para que un legionario llegase a controlar los rudimentos de algúnidioma fronterizo oriental, básicamente los que le permitían relacionarsea nivel cotidiano con la población civil, debían transcurrir meses por nohablar de años13. Este es, probablemente, el caso de los soldados queConstancio II destaca en la frontera persa tras las últimas agresiones deSapor: hombres ya curtidos en la guerra contra el oriental (20, 8, 1).Además, si se tiene en cuenta que el ejército romano de la frontera delEste presentaba un fuerte componente multiétnico, es decir, deindividuos reclutados entre poblaciones bárbaras, la cuestión se complicaaún más.

No faltan noticias en Amiano que atestiguen tal componentemultiétnico. Es el caso de los comites sagittarii (18, 9, 4) que llegan aAmida para reforzar su defensa antes del fatídico cerco emprendido porSapor II (309-379) en el año 359: según el antioqueno, de este cuerpoformaban parte bárbaros libres que destacaban por su brío y periciamilitar14. Igualmente, por el pasaje 20, 4, 2 nos enteramos de la orden deConstancio II (337-361) a Juliano, César en la Galia, para que transfierasus unidades auxiliares (hérulos, bátavos, celtas y petulantes) a Oriente:ut adesse possint armis primo vere movendis in Parthos. Dichosauxiliares se quejarán de que les envían ad orbis terrarum extrema yJuliano explotará ese temor para sus planes de usurpación. Así, en 20, 8,8 contesta también por carta al Augusto y le recuerda que ya en elpasado se obligó a los galos a acudir al frente oriental, donde,acostumbrados a un medio más frío, y erradicados de sus ambientesculturales y familiares, quedaron totalmente desubicados. Lo cual no fue

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15 Recordemos que Maximino el Tracio, emperador romano entre 235-238, era un pastorprácticamente analfabeto e hijo de bárbaros, calificado por Aurelio Víctor como litterarum fererudis (Caes., XXV, 1).

16 Sobre el irreflexivo ansia de combate de las dos legiones galas de Amida vid. Amm., 19,5, 2-3.

17 En general, según lo ha estudiado H. Gallego Franco, "Intérpretes militares en el limes delDanubio", Aqvila Legionis 4 (2003), p. 27-43, las noticias de intérpretes militares para este limesson muy escasas, ligadas a los officia de los gobernadores provinciales y, en la mayoría de loscasos, terreno para la conjetura. Para los intérpretes militares al servicio de gobernadoresprovinciales fronterizos vid. N.J.E. Austin, N.B. Rankov, Exploratio. Political and Militaryintelligence in the Roman World from the Second Punic War to the Battle of Adrianople, NewYork 1995, p. 28-29 y 151.

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óbice para que el futuro Apóstata (361-363) los empleara en su campañapersa (25, 4, 13) e incluso los sacrificara al enemigo (25, 6, 13) paramantener la unidad y la disciplina de su hueste. Éstos son los mismosmercenarios bárbaros que en Antioquía, poco antes de la partida hacia elcorazón de Mesopotamia, se paseaban borrachos por la urbe oriental,humillando a los antioquenos al obligarles a que les llevaran sobre a susespaldas y (probablemente, el texto no lo dice) al insultarles en susremotas lenguas norteñas.

Los auxiliares del frente renano no son los únicos bárbarosreclutados por Juliano para su magna empresa: escitas (léase “godos”,23, 2, 7) o sarracenos (23, 3, 8) también fueron incorporados a suejército, con lo que el panorama lingüístico en el escenario de la guerrase hacía más complejo por momentos. Incluso determinadascomunidades tracias (y los tracios son bárbaros entre los bárbaros paraAmiano, vid. 26, 7, 5; 27, 4, 4; 4, 9; 4, 11) aportan su granito de arena atal multiplicidad (es el caso de los ziannes, 25, 1, 19)15.

Ninguno de estos bárbaros reclutados, en suma, actuaría de otraforma que como soldados especializados (comites sagittarii) o comocuerpos de choque16 que seguían con ciego entusiasmo las directrices deJuliano (por ejemplo, los galos en Amm., 23, 5, 25): nunca comointérpretes militares o espías que se adentran en territorio enemigo.

Resulta curioso que un miles como Amiano, confrontado ennumerosas ocasiones con los bárbaros del Norte y con los enemigos delOriente, sólo mencione un caso donde actúan intérpretes militares: setrata del pasaje 19, 11, 5, en que se alude a duobus tribunis cuminterpretibus que envía Constancio II entre los sármatas limigantes paraaveriguar la razón de sus movimientos no autorizados por el Imperio17.

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18 Op.cit., p. 164.19 F.G. Maier, Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII, Madrid 1972,

p. 233: el espionaje era un elemento decisivo (junto a la diplomacia, el pago de subsidios, lapolítica de rehenes o la acción militar) en la contención del enemigo oriental, a lo largo de todala Historia romana y en la posterior bizantina.

20 Como por ejemplo los que documenta Procopio (Bell.Pers., I, 21, 11) en los conflictosentre Roma y Persia.

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Otros fragmentos en los que aparece el término interpres se refieren aintérpretes de sueños, prodigios, señales divinas o del futuro (23, 3, 3; 5,13; 28, 4, 26; 30, 4, 11). Incluso el otro epígrafe en el que se habla debilingüismo, el recurso de Constantino a Musoniano para que investigueel problema maniqueo en el Este (15, 13, 2), nada tiene que ver con elámbito militar. Y sin embargo, tanto por el carácter multiétnico de lasfuerzas romanas del que hemos hablado, como por el enfrentamiento conadversarios extranjeros que hablan un idioma distinto del latín,necesariamente debían existir profesionales en ese sentido dentro delejército imperial. Bien es cierto que la institucionalización de cuerposoficiales de intérpretes no acontece en el ejército romano sino aprincipios del siglo V, según lo documenta la Notitia Dignitatum (Or.,XI, 52; Occ., IX, 35), pero ello no implica la carencia de individuos queejercieran esas funciones, aunque no fuese con exclusividad, en el senode las tropas romanas. El flujo de información militar que Amianodocumenta en relación con las guerras persas así lo testimonia. Y unaposible explicación es la que aporta Austin al afirmar que el antioquenoadapta los detalles técnicos a un lenguaje más literario y acorde alcarácter civil de su público, perdiéndose por tanto la minuciosidad en laexposición de los términos18.

El bilingüismo, por ejemplo, era un requisito forzoso para losespías romanos19, entendidos estos como agentes secretos que seintroducen en campo enemigo para acceder a información estratégica otáctica20. Sin embargo, para el caso de las guerras orientales relatadas enlas Res gestae no nos queda muy claro el uso de los conceptos. Así, paradesignar al “espía”, en un contexto bélico, pueden hallarse en latíndiversas voces como explorator, speculator, procursator o emissarius,todos ellos vocablos documentados en Amiano. Pero no es menos ciertoque tal vocabulario puede designar otras funciones militares másconcretas como la propia de “exploradores” o de “cuerposexpedicionarios de vanguardia”: y ambas no requieren necesariamente

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21 Para este tipo de funciones militares claramente tipificadas en las obras de Julio César, vid.A. Ezov, “The "missing dimension" of C. Julius Caesar”, Historia XLII, 3 (1993), p. 64-94;N.J.E. Austin, N.B. Rankov, op.cit., p. 55, constantan que los términos speculator y exploratorestán relacionados con labores muy similares.

22 Estos infiltrados en campo contrario para proporcionar información estratégica-táctica alejército en retaguardia manejan códigos cifrados para evitar ser descubiertos (18, 6, 17; 19).Aunque a veces ni las más extremas precauciones garantizan un resultado satisfactorio, porqueespías y desertores ofrecen noticias contradictorias que confunden al alto mando romano (21, 13,1; 4).

23 Ésta es también la queja de A.D. Lee, Information..., p. 171-172 y de N.J.E. Austin, op.cit.,pp. 121 ss.

24 En 18, 7, 9 aparece un explorator persa, sin nacionalidad definida, que informa de lascondiciones de cruce del Eúfrates desbordado por el deshielo. Para otra frontera, la del Rin,constatamos otro ejemplo de este comportamiento, en el que un guía (index quidam regionumgnarus), se supone que nativo, indica al ejército de Constancio II, en campaña contra losalamanes, un vado para atravesar el río (14, 10, 7).

25 Un caso muy parecido, pero para el frente renano, aparece en Amm., 16, 12, 2: un escudero(Scutarius perfuga), intentando evitar el castigo por un crimen cometido, se pasa al bandogermano y transmite al enemigo información militar sobre Juliano.

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el dominio de otra lengua21. Así, “espías” son los que envía el prefectodel pretorio Musoniano para que averigüen los planes de los persas (16,9, 2, per emissarios; 9,3, qui cum fide concinente speculatorum); los queinforman del avance de Sapor sobre Mesopotamia (18, 6, 8,speculatores; 8, 1, quo certis speculationibus); los que destaca Ursicinoen Amida para que hagan un seguimiento de la amenaza persa (19, 3, 3,exploratores); los que mantienen al día a Constancio II en su tensaespera en Edesa (21, 7, 7, exploratores; 13, 1, exploratorum; 13, 4,speculatores); o los que sirven a Juliano en plena campaña (23, 3, 3,procursatorum adventu)22. Mas no podemos concretar qué sentidoespecífico, individual o colectivo, les otorga el antioqueno en sunarración23.

Por el lado persa también aparecen espías24, y sus datos se unen alos de desertores a la hora de mantener informado a Sapor (25, 7, 1:exploratorum perfugarumque). Un caso realmente curioso es el delsoldado galo hallado por el ejército romano en su avance hacia Amida(18, 6, 16), un antiguo desertor (profugus) que huyó a territorio persapara evitar ser castigado25; allí casó con mujer persa, tuvo hijos y actuócomo speculator e informador de los orientales. Sin ser detallada lainformación de Amiano, se deduce que este individuo acostumbraría acruzar la “frontera” para, valiéndose de su bilingüismo, infiltrarse en las

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26 Según J. Debeq, “Les Parthes et Rome”, Latomus 10 (1951), p. 459-460, este idioma seríael resultado de la mezcla de las lenguas meda y escita, efectuada en los comienzos del reinadoparto (mediados del siglo III aC.).

27 Cfr. C. Giuffrida, “Disciplina romanorum. Dall´Epitoma di Vegezio allo Strategycon delloPseudo Maurizio”, Le trasformazioni della cultura nella Tarda Antichità, Vol. II, Roma 1985,p. 852.

28 A veces con funestas consecuencias, pues la información que transmiten es falsa: así,Juliano ordena quemar su flota basándose precisamente en tales falsedades (24, 7, 5 perfugae).

29 Aunque de seguir a G. Sabbah, La méthode d´Ammien Marcellin. Recherches sur laconstruction du discours historique dans les Res gestae, Paris 1978, p. 586, que ve en esteepisodio un ataque de Amiano contra el cristianismo, tendríamos que poner en tela de juicio laveracidad de este rumor.

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ciudades de la parte romana y tomar buena nota de lo que más tardetransmitiría a las autoridades sasánidas. Además, dadas las evidentesdiferencias lingüísticas entre el latín y el pahlevi26, lo más probable eraque tanto romanos como persas se valieran de este tipo de tránfugas conexperiencia castrense para sus necesidades de espionaje e interpretaciónmilitar. En ese sentido, la escasa formación de los mandos romanos enla lengua del enemigo iraní se advierte en la orden que dicta elemperador bizantino Mauricio (582-602) para que sus generalesaprendieran la lengua de los persas27. El propio Amiano, que conocía deprimera mano a los súbditos de Sapor II, nos dice de ellos que secaracterizaban por su atropellado, vano y agresivo modo de hablar (23,6, 80: abundantes inanibus verbis insanumque loquentes et ferum).

También los desertores, por ambos bandos, y los tránsfugas,constituyen una de las más valiosas fuentes tanto de conocimiento acercadel enemigo como de interpretación militar. Es más, en el pasaje 21, 13,4 Amiano nos dibuja un tipo peculiar de desertor: el persa que haactuado previamente como espía romano (o sea, en estrecho contacto conel ejército imperial) y que con su cosecha de datos relevantes se pasadefinitivamente al bando romano; este tipo se distinguiría del meroprófugo que, sin ningún contacto previo con el adversario, abandona asus coterráneos y en adelante comunica lo que sabe a los romanos (21,7, 7; 25, 5, 8; 6, 6; 7, 1)28. También encontramos desertores romanos queinforman a Sapor (18, 10, 1, perfugarum indicio; 19, 5, 5, transfuga). Aveces no hace falta que el traidor abandone a sus compatriotas: en 20, 7,7-9, Amiano recoge el rumor de que el obispo de Bezabde (quien deja laciudad para convencer al rey de que desista del cerco) revela al enemigolos puntos débiles de la plaza29.

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30 Para el ambiente de derrotismo y los ánimos de deserción en el ejército de Juliano, vid.N.J.E. Austin, op.cit., p. 100 ss.

31 Desde el siglo I la legislación sobre castigos a desertores y otros delitos militares es muyabundante: vid. S. Perea Yébenes, "El soldado romano, la ley militar y las cárceles in castris",S. Torallas Tovar - I. Pérez Martín (eds.), Castigo y reclusión en el mundo antiguo, Madrid,CSIC 2003, p. 115-152. Sobre la deserción en el Bajo Imperio, ver G. Wesch-Klein,"Hochkonjuntur für Deserture ? Fahnenflucht in der Spätantike", en Y. Le Bohec, C. Wolf,(eds.), L'Armée romaine de Dioclètien à Valentinien Ier, Lyon 2004, p. 475-487.

32 Obsérvense los numerosos episodios que aparecen en las Res gestae en relación con lasoperaciones de Adrianópolis: 31, 6, 6; 7, 7; 15, 2; 15, 4; 15, 8; 16, 1.

33 Sobre los terribles castigos aplicados en campaña a desertores y colaboradores romanoscon el adversario vid. Amm., 29, 5, 22 ss.; 31; 39; 43 y 49.

34 Algo que también testimonia Libanio (Or, LIX, 100-101) para las guerras romano-persasde 344.

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Las deserciones no fueron escasas en las fronteras tardorromanas,y con toda probabilidad se vieron incrementadas a partir del desastremilitar protagonizado por Juliano30. Así, nada más subir al trono al añosiguiente de dicho fracaso, una de las primeras medidas de ValentinianoI (364-374), siguiendo la tendencia de sus antecesores31, consistió enpromulgar una ley contra los desertores (CTh., VII, 18, 1). El fenómeno,progresivamente creciente a lo largo del siglo IV32, pretendía ser atajadocon inflexibles castigos consistentes en condenas a trabajos en minas yconfiscación de bienes, dependiendo del estatus social del traidor33. Lassanciones eran más duras, según Amiano (23, 6, 81), entre los persas,pues no sólo se condenaba a muerte al traidor, sino también a toda sufamilia. Esto hay que ponerlo en relación con los problemas que elEstado sasánida solía tener a la hora de reclutar soldados; ya Herodiano(VI, 5, 3) nos recuerda que los persas carecían de ejército profesional almodo romano, y que mujeres y niños eran reclutados sin comedimientoa tal efecto34.

En las Res gestae los tránsfugas que más destacan, en relación conla guerra oriental, son dos notables (habitantes ambos de la ciudadfronteriza de Nisibis) llamados Antonino y Craugasio. Al primero (18,5, 1 ss), quidam ex mercatore opulento rationarius apparitor Mesopo-tamiae ducis, tunc protector, exercitatus et prudens, hay que tipificarlocomo alguien con experiencia tanto en la administración civil como enel servicio castrense, y por tanto conocedor de secretos militares; esacusado de desfalco y se pasa al bando persa previa negociación con elgeneral Tamsapor, jefe de las fuerzas en la frontera del Tigris. A

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35 Art. cit., p. 22.36 Otro antiguo protector, el conde Próspero (14, 11, 14), participa en una embajada de

Constancio II a Sapor (17, 5, 15), indudablemente en calidad de funcionario bilingüe.37 Es decir, que sería trilingüe. Otro caso de trinlingüismo, según J.W. Drijvers, “Ammianus

Marcellinus 15.13.1-2: some observations on the career and bilingualism of StrategiusMusonianus”, CQ 46, 2 (1996), p. 532-537, sería el de Musoniano, prefecto del pretorio oriental,quien hablaría latín, griego y arameo. Amiano nos dice de él, al igual que de Antonino, que“dominaba ambas lenguas” (15, 13, 1). Recientemente D. Woods, “Strategius and theManichaeans”, CQ 51,1 (2001), p. 255-264 ha cuestionado el trilingüismo de Musoniano.

38 Aunque bien es cierto que podría hablar en griego, o incluso en latín: vid. más adelante.39 Opinions romaines face aux barbares au IVe siècle AP. J.-C., Paris 1998, p. 110: “Ammien

montre aussi qu´un individu tel qu´Antoninus pouvait passer en Perse sans entrer pour autantdans un univers totalement étranger”.

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Antonino se le honra con el derecho a hablar ante el rey, y él hace usodel mismo para incitarle a tomar la iniciativa contra el Imperio Romano:los cortesanos reales le oyen con admiración y respeto. También se noscuenta que el trásfuga dominaba ambas lenguas. Para F. Trombley35,Amiano se está refiriendo al latín y griego, pues para un protector seexigía el bilingüismo que permitía la interpretación de los despachosoficiales36. Me inclino por pensar que nuestro “antiguo y prósperomercader”, acostumbrado a participar en ferias en la que coincidíanmuchos comerciantes extranjeros (vid. Amm., 14, 3, 3; 18, 8, 13), yademás vecino de la frontera, bien podría estar familiarizado con lalengua de los persas37. El hecho de que hable en persona con Sapor y quesus nobles le entiendan subraya esta hipótesis38. En suma, como haresaltado A. Chauvot, Antonino estaba muy habituado a moverse por elreino persa, relacionándose tanto con sus hombres de Estado (Tamsapor)como con sus negociantes y, por ende, en directo contacto con su lenguanacional39.

Antonino informará a los persas acerca del mejor modo deavanzar sobre Mesopotamia (18, 7, 10) y actuará en las refriegas previasa la toma de Amida (18, 8, 5-6), sin duda poniendo sus capacidadeslingüísticas al servicio de los iranios.

En lo tocante a Craugasio, del que no obtenemos tantos datoscomo en el caso anterior (18, 10, 1 y 3; 19, 9, 3 ss.), se pasará al otrobando para reunirse con su mujer y su hija, ambas capturadas por Sapor.El monarca le atrae con el cebo del afecto familiar porque pretendíautilizar sus conocimientos para tomar la ciudad de Nisibis.

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40 Para lo mismo en el frente renano-danubiano, vid. Amm., 16, 11, 9; 29, 6, 12.41 Vid. L.R. Lind, “The idea of the Republic and the foundations of Roman morality”, Studies

in Latin Literature and Roman History, vol. 5, C. Deroux ed., Bruxelles 1989, p. 5-34.42 G. Gnoli, “Verso una cultura nazionale iranica”, Le trasformazioni della cultura nella

Tarda Antichità, Vol. II. M. Mazza, C. Giufrrida, eds., Roma 1985, p. 593.

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Cuando no median espías ni desertores, los prisioneros seconvierten en una inestimable fuente de información para los que loscapturan40, y en cantera potencial de intérpretes militares. Los persas sevalen de ellos para su avance en época de Constancio II (18, 6, 12); y,durante la campaña persa de Juliano, Amiano aplaude de los sarracenosque consiguieran cautivos, destinados sin duda a servir de informadores(24, 1, 10).

Antes hablé de soldados cuya larga experiencia en el frenteoriental les había aportado cierto conocimiento de la lengua del enemigo.En el pasaje 16, 9, 3 encontramos un claro ejemplo: el ya citado prefectopretoriano Musoniano y el curtido dux Mesopotamiae Casiano intentancomunicarse con el general persa Tamsapor para que mediara ante su reyen pro de una paz firmada, y lo hacen recurriendo a soldadosdesconocidos (per ignotos milites). Pero en realidad son los altosfuncionarios, los oficiales del ejército y los nobles los verdaderosprotagonistas de la comunicación militar en las guerras orientalesrelatadas por Amiano. Por ejemplo, los “mensajeros prudentes” queConstancio II envía a la sitiada Bezabde para que ofrezcan la rendicióna los cercados (20, 11, 7, viris prudentibus missis condicione positadupla urgebat moenium defensores redire ad suos) han de serindudablemente tipificados como de ilustre origen: prudentia seconfigura, junto con fides, officium, constantia, utilitas y diligentia,como uno de los grandes valores-matriz del acervo moral aristocráticodesde la época republicana41; es el propio emperador Juliano el que seacerca a las murallas de Anatha para convencer a sus defensores, conpromesas y amenazas, de que se entreguen; asimismo, el tribunoConstancio es enviado por el emperador Joviano (363-364) para repartirentre los nobles persas la fortaleza de Nisibis y las tierras adyacentes (25,9, 12). Y en cuanto a Sapor II, quien pertenece a una cultura pordefinición aristocrática y arcaizante42, no parece confiar sino en suscortesanos para las labores más delicadas de comunicación militar.Cuando intenta tomar la fortaleza de Singara despacha a sus nobles para

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43 Al respecto, vid. A.D. Lee, “The role of hostages in Roman diplomacy with Persia”,Historia XL, 3 (1991), p. 366-374.

44 Amiano utiliza el término caduceator, legado, para designar a estos mensajeros. Según surelato, cuando se acercaron a los muros de la plaza los sitiados no les atacaron porque habíantraído con ellos a algunos ciudadanos conocidos, cautivos en la toma de Singara: ante la falta demás datos, podría interpretarse que actuarían como escudos humanos, aunque también podría serque fueran individuos bilingües que sirvieran como intérpretes de unos embajadores no versadosen el latín.

45 Hijo del rey sasánida Hormisdas II, perseguido por Sapor II, su hermano, por cuestionessucesorias, encontró refugio en el Imperio Romano hacia 324. Sirvió como oficial de caballeríade Constancio II.

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ofrecer la rendición. Ya Amiano nos dice de estos individuos que eranlos únicos que conocían los planes del rey, pues al ser leales y calladosmerecían su confianza (21, 13, 4). Algunos de tales aristócratas ysátrapas debían de dominar el latín, ya fuera por la propia naturaleza desus funciones palaciegas o militares (caso del sátrapa Adaces, 25, 1, 6),ya por haber estudiado en medios romanos, a veces como rehenes43 (casodel sátrapa de Corduena, 18, 6, 20; vid. también 25, 7, 13). En definitiva,son estos notables persas los que llevan mensajes de rendición a lasplazas que su señor asedia (19, 1, 3, Amida; 20, 7, 3, Bezabde44; 20, 7,18, Virta).

Mención aparte la merece el persa Hormisdas, noble sasánida poruna parte, pero refugiado romano45 y oficial de caballería de Juliano (24,1, 2) por otra. Hormisdas dominaba el latín lo suficiente como paradirigirse en persona al emperador Constancio II cuando éste visitó Romaen 357 (16, 10, 16). Ya en plena invasión de Persia bajo el Apóstata,actuará de intérprete y negociador ante los defensores de Anatha (24, 1,6-8) y de Pirisábora; estos últimos lo reclamaron como tal por serpaisano y de sangre real (24, 2, 11): en un primer acercamiento lospersas le agredieron y tildaron de desleal y traidor, aunque finalmenteaceptaron su mediación para rendir la plaza (24, 2, 20). Igualmente, porsus conexiones (posiblemente antiguos partidarios, 24, 2, 4) Hormisdasaccede a los planes del ejército de Sapor y llega a evitar una emboscada.Del valor que dicho oficial bilingüe, con ascendencia entre suscompatriotas y buen conocimiento del terreno, tenía para Juliano nos dacuenta el siguiente hecho: Nabdates, comandante de Pirisábora, una vez

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46 Según Libanio (Ep. 1402) Juliano tenía la intención de reponer en el trono sasánida aHormisdas. Ésta debía ser una importante baza en la propaganda del Apóstata hacia los persas.

47 La propia ciudad había sido saqueada duramente por los persas durante el reinado deGalieno vid. Amm., 23, 5, 3; vid. A. Baldini, “Ammiano Marcellino (XXIII, 5, 2-3) e i Persianiad Antiochia”, R.S.A. 19 (1989), p. 147-155.

48 F. Millar, “Government and diplomacy in the Roman empire during the first threecenturies”, The International History Review 10 (1988), p. 364-365.

49 Vid. A. Momigliano, La sabiduría de los bárbaros. Los límites de la helenización, México1988, p. 218-219.

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capturado, injurió gravemente a Hormisdas y fue quemado vivo por ello(24, 5, 4)46.

Llegados a este punto, sólo nos queda formular una pregunta:¿Conocía Amiano Marcelino la lengua del enemigo oriental? Resultadifícil creerlo. Como antioqueno, es decir, nativo de una importanteciudad relativamente cercana a la frontera mesopotámica, los persasdebían de resultarle familiares47. Como soldado participante en guerrascontra el persa durante los reinados de Constancio II y Juliano es másque presumible que conociera algo de pahlevi. Ciertas noticias puntualesde su narración así lo atestiguan: al llegar la expedición del Apóstata aZaitha nos dice que el topónimo significa “olivo” (23, 5, 4); igualmente,al describir Persia en su famoso excursus, el sirio renuncia a aportar losnombres de ciertas regiones porque recensere difficile est et superfluvm(23, 6, 14): esto nos aclara también que el idioma enemigo le resultabacomplicado de asimilar; en 24, 2, 7, nos aporta el detalle del nombre delcurso fluvial que bordeaba Ctesifonte: “Naarmalcha”, que significa “reyde los ríos”. Son, por otra parte, datos eruditos que tanto gustaban anuestro historiador y que sirven para animar el relato con pinceladas deexotismo lingüístico, nunca el indicio de que Amiano pudiera manteneruna conversación en pahlevi (o en cualquier de los dialectos fronterizos).

Más bien, Amiano se habría valido de su lengua vernácula, elgriego, para comunicarse militarmente en un mundo, el mesopotámico,impregnado de la influencia cultural helénica. No en vano, los partosadoptaron el griego como lengua diplomática con el Imperio Romano48,amén de ciertas costumbres de matriz griega49. Al arrebatarles el poder,los persas sasánidas se apoyaron más en el sustrato cultural iraní, aunqueno por ello pudieron prescindir del todo de un uso bien arraigado en elpaís entre ríos. Así se manifiesta en las estelas trilingües monumentales

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50 Es el caso, por ejemplo, de la que contiene las Res gestae divi Saporis (Sapor I), cerca dePersépolis. Vid. A. Mariq, “Res Gestae Divi Saporis”, Syria 35 (1985), p. 295-360, traducciónal francés y comentario del texto griego.

51 Enumeradas en A.D. Lee, Information..., p. 51, n. 7. Según Lee, lo más probable es queno fueran persas, sino prisioneros romanos reasentados en Persia. Al respecto vid. nuestra nota9.

52 Aunque estoy de acuerdo con la advertencia de Av. Cameron, El Bajo Imperio romano(284-430 dC.), Madrid, 2001, p. 107: "Por lo que se refiere a la expedición persa de Juliano,hemos de recordar que, si bien el relato de Amiano está escrito por un testigo ocular, está

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persas, en las que el griego suele estar presente50. La misma capitalpersa, Ctesifonte, tiene un nombre griego (y eso nos lo recuerda el propioAmiano en 23, 6, 23). Además, tenemos referencias documentales sobreintérpretes persas de griego, bien que datan del siglo VI dC.51

Concluyendo, todo lo anterior apunta, como afirmábamos alprincipio, a que la frontera romano-persa constituía una separaciónpermeable que generó una cultura híbrida en la que el bilingüismo serevelaba como la clave de la coexistencia. Una coexistencia que, cuandola paz deja paso a la guerra, engendraba curiosos casos como losrelatados en Amm., 14, 3, 1-4 o en 24, 1, 10: en el primero, el noblepersa Nohodares intenta apoderarse de la comarca de Batnae, donde aprincipios de septiembre se comerciaba con productos llegados de todoslos rincones del mundo; pero algunos de sus propios hombres letraicionan, atormentados por el crimen que iba a cometerse, y revelanestos planes a la guarnición romana (suorum indicio proditus, quiadmissi flagitii metu exagitati ad praesidia descivere Romana); en elsegundo pasaje asistimos a la historia de un antiguo soldado romano, casicentenario, abandonado enfermo cuando Galerio atacó a los sasánidas en296-297: había adoptado las costumbres persas y ahora, rescatado por elejército del Apóstata, regresaba exultante a suelo romano para morir enpaz.

En síntesis, en contextos de guerra, Roma y Persia se valieron deespías, desertores, tránsfugas, prisioneros, rehenes y personascualificadas (por bilingües, normalmente de alta extracción social),además de la propia experiencia de los soldados largamente acuarteladosen el frente, para todo tipo de labores de información e interpretaciónmilitares. Y al respecto hay que confiar en la fiabilidad de los datostransmitidos por Amiano Marcelino, testimonio directo sobre todo en loque concierne a la campaña persa de Juliano52: por más que a veces

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redactado con intención retrosprectiva y desde el punto de vista de alguien que contempló comouna tragedia el fracaso y la muerte de Juliano". Creo que los detalles técnicos en materia militarcontenidos en las Res gestae guardan poca relación directa con la parcialidad o imparcialidaddel testimonio del antioqueno.

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resulten de difícil comentario a causa de los imperativos literariospropios de una obra, las Res gestae, que no pretendió ser, en ningúnmomento, un tratado militar.

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Estudio léxico del Breve tratado

de términos militares de Modesto

Mª A. ROBLES

[El presente estudio es un complemento al presentado en el número anterior de esta revista —Aquila Legionis 4, 2003, pp. 137-163— sobre el Breve tratado de términos militares atribuido a Modesto. Ahora se presenta el estudio léxico de una selección de términos técnicos utilizados por el autor]. ¿Qué mejor que la opinión de los autores latinos, sobre el estudio de la palabra? ¿Qué mejores maestros de ceremonias, para introducir un estudio léxico? Tomaré como punto de partida las palabras de Varrón:

“He decidido explicar en seis libros por qué se les ha dado la denominación, que tienen las palabras latinas a cada objeto”1. “Al tener las palabras2 doble naturaleza, los vocablos tienen su denomi-nación, por el origen del término y por su significado… Los griegos llaman a una etimología, a la otra semántica”3.

1 “Quemadmodum vocabula essent imposita rebus in lengua Latina, sex libris exponere institui”. (Varr. L. L. 5, 1). 2 Cum unius cuiusque verbi naturae sint duae, a qua re et in qua re vocabulum sit impositum… Graeci vocant e)tumologi/an, illam alteram per<i/> semainome/non (Varr. L.L. 5, 2). Sobre la etimología y la semántica como ciencias auxiliares ver F. Cavazza, Studio su Varrone etimologo e grammatico, Firenze 1981, p. 19 y 20, y notas 10 (sobre la semántica), 11 (sobre la etimología) y 12 (donde se relacionan la etimología y la onomástica). 3 Tanto Cicerón como Quintiliano e Isidoro siguen en la línea de Varrón cuando hablan del estudio léxico de las palbras. Cicerón parte del origen de la palabra, para poder extraer su verdadero significado: Multa etiam ex notatione sumuntur. Ea est autem, cum ex vi nominis argumentum elicitur; quam Graeci e)tumologi/an appellant, id est verbum ex verbo veriloquium...quia sunt verba rerum notae… Aristoteles su/mbolon appellat, quod Latine est nota. (Cic. Top. 8. 35). “Se deduce el significado de las palabras por su etimología, se entiende como tal acción cuando se atiende al primitivo significado del vocablo; los griegos le dan el nombre de e)tumologi/an, a esta acción, al estudio del veradero origen de la palabra… porque las palabras son los significantes de los objetos. Aristóteles le da el nombre de su/mbolon, a lo que en latín llaman nota (significante)”. Quintiliano se apoya en Cicerón para exponer su teoría: “Etimologia, quae verborum originem inquirit, a Cicerone dicta est notatio, quia nomen eius apud Aristotelem invenitur

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M.A. Robles: Estudio léxico del Breve tratado de términos militares de Modesto

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Este criterio es el que sigue Modesto, en su obra, a la hora de explicar los distintos vocablos, como se puede leer por ejemplo en el capítulo 6, en donde explica el origen de varios términos4.

Varrón5 es consciente, de la alteración del significado de los términos con el transcurrir del tiempo. Modesto6 tamnbién se percata del cambio de signficado de las palabras, haciendo hincapié en la denominación de las palabras y su significado en las épocas anteriores y en su época. El objetivo de esta obra técnica, es aleccionar sobre el funcionamiento y composición del ejército; el motivo didáctico obliga a Modesto, a presentar los conceptos de manera resumida. Mi intención es ampliar el estudio de algunos términos (no de todos, ya que el trabajo sería inabarcable), haciendo referencia en cada vocablo, a su origen, formación y ulilización en todas las épocas. Contrasto el uso clásico7 que se hace del término, con el uso que hace Modesto, bien sea porque utiliza términos de uso tardío, como es el caso de plumbatae en los capítulos 11, 3 y 12, 4, bien porque utiliza

su/mbolon, quod est nota”. (Quint. Inst. 1, 6, 28). “El término etimologia, que centra su estudio en el origen de las palabras, Cicerón lo denomina notatio, porque Aristóteles a esta acción la denomina su/mbolon, lo que en latín se le da el nombre de nota. Por su parte, Isidoro hace referencia al estudio de la palabra, refiriéndose a la etimología, coincidiendo en este aspecto con Varrón, Cicerón y Quintiliano. Así dice: “Etymologia est origo vocabulorum, cum vis verbi vel nominis per interpretationem colligitur”. (Isid. Orig. 1, 29). “El término etimologia hace referencia, a cómo nació la palabra, cuando se estudia el significado de los vocablos tanto de los verbos como de los nombres”. Isidoro nos enseña la denominación que utilizan Aristóteles y Cicerón, para referirse al estudio de la palabra: Hanc Aristoteles su/mbolon, Cicero adnotationem nominavit, quia nomina et verba rerum nota facit exemplo posito. (Isid. Orig.1, 29). “A este término (etimologia), Aristóteles lo denomina su/mbolon, Cicerón lo llama adnominatio, porque por la acción de exponer el origen del término consigue dar una explicación sobre la denominación tanto de los verbos como de los nombres. 4 Tribunus autem vocatur ex tribu… Ordinarii dicuntur qui in proelio primos ordines ducunt (Mod. Brev. 6, 1). “El nombre de tribuno procede del término tribu… Reciben el nombre de ordinarii, quienes ocupan los primeros puestos en el orden de batalla”. (Mod. Brev. 6, 1). 5 “et multa verba aliud nunc ostendunt, aliud ante significabant”. (Varr. L. L. 5, 3). “Son muchas las palabras que ahora significan una cosa y antes significaban otra”. 6 Modesto da ejemplos de palabras, que han cambiado su significado con el tiempo. Entre ellos cito algunos: Mod. Brev. 9,2/12,3/12,6. 7 Entiendo por uso clásico, la utilización del término que se hace en época clásica. Sitúo la época clásica a partir del siglo I a.C., hasta la muerte de Augusto (14 d.C.). La época posclásica la centro entre los siglos I y II d.C. La época tardía parte desde comienzos del siglo III hacia V d.C.

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vocablos con un uso y significado distinto, del que se emplea en época clásica, como es el caso de centenarii en los capítulos 7, 2 y 9, 2; en época clásica, tiene el significado de moneda o de medida de peso, en Modesto tiene valor de centurio. En otras ocasiones, utiliza el término con un su significado primitivo y lo alterna con el significado propio del latín clásico, como es el caso de exercitus. En el capítulo 8, 3 aparece el término exercitus, con el valor de ejercicio, en vez del esperado uso de exercitus, con el significado de ejército, que aparece en los capítulos 5, 2/ 6, 3/ 8, 1/ 16, 2/ 19, 1. Me he servido también, como punto de referencia, de Paulo Festo8, ya que este autor busca los diferentes usos de las palabras en poetas e historiadores. Así lo expone, al comienzo de su obra: “(Encontraréis) diferentes usos de los términos, que son habituales en poetas e historiadores”. Los términos elegidos para comentar, pretenden dar una visión sobre el arte de la guerra, de la época de Modesto, por lo que he elegido palabras, que sirven para conocer las tácticas, armamento, y composición del ejército en época tardía, a la vez, que conocemos las tácticas, armamento y composición del ejército, en épocas anteriores.

AQUILIFER (VI, 1). El que lleva el águila9. Es un término compuesto10

de aquila+fero/gero11. Es un vocablo

propio del lenguaje técnico, su uso y significado está atestiguado en todas las épocas, desde César pasando por Tácito, hasta llegar a Vegecio y Modesto.

8 “… varias dictiones quoque poetis et historiographis familiares” (P. F. p. 1 Lindsay). 9 Cf. O. Stoll: “ Die Fähnenwache in der römischen Armee” ZPE 108, 1995, pp. 107-118. G. Webster: “Standards and standard-bearers in the Roman army” BJ 186, 1986, pp. 105-115. C. Freeman: El mundo de los romanos. Barcelona, 1994, p. 30. 10 Sobre la composición ver A. Meillet / J. Vendryes: Traité de Grammaire Comparée. Paris 1963, p. 424-431. 11 S.v. aquilifer. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin: Lexicon totius Latinitatis. Padua 1940, p. 298.

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El aquilifer12 pertenece al cuerpo de los mandos subalternos (suboficiales). Es el signifer (el portador del estandarte) más importante, pues lleva el águila legionaria. En los primeros tiempos de Roma, se llevababan como estandartes además del aquila, el lobo, el jabalí, y otros animales emblemáticos. Esta información la proporciona Plinio13. El motivo de la aparición de los animales en los estandartes, se debe a la influencia Oriente.

Los cultos zodiacales, que se realizan en Oriente, son la razón de la utilización de las insignias de animales. Estos distintos estandartes se usaron aún, durante las guerras púnicas y su lugar habitual durante la batalla, estaba entre los principes y los triarii14.

En época republicana desaparecieron las cuatro insignias de las antiguas divisiones de la legión: el lobo, el jabalí, el minotauro y el caballo15. Mario establece como emblema de la legión el águila, que en un principio es de plata, a partir del imperio es de oro. El hecho de que sea un águila16 el

12 Cf. J. Guillén: Urbs Roma. Vida y costumbres de los romanosIII. Religión y ejército. Salamanca 1985, p.527. Este este autor nombra al aquilifer como una clase de signifer, sin embargo véase ahora, acerca de este término y su posición en la escala miliar: S. Perea Yébenes: Collegia Militaria. Asociaciones militares en el Imperio romano. Madrid 1999, p 308. Este autor se refiere al signifer, como portador del emblema -signum- correspondiente a cada manípulo. Los signiferi se sitúan en el ranking de la escala militar, entre los principales que son firmes candidatos a ocupar el puesto de centurión o de aquilifer. 13 Romanis eam legionibus Gaius Marius in secundo consulatu suo propie dicavit. Erat et antea prima cum quattuor aliis: lupi, minotauro, equi, aprique síngulos ordines anteibant; paucis ante annis sola in aciem potari coepta erat, reliqua in castris relinquebantur; Marius in totum ea abdicabit. Ex eo notatum non fere umquam hiberna esse castra ubi aquilarum non sit iugum. (Plin. Nat. Hist. 10, 5, 16). “G. Mario durante su segundo consulado, dispuso el águila como insignia de la legión. En la época anterior además del águila , que es la primera insignia de la legión, se llevaba como estandartes el lobo, el minotauro, el caballo y el jabalí que iban al frente de sus respectivos filas; después se llevaba sola a la línea de batalla, las restantantes insignias se dejaban en el campamento; Mario dejó de usarlas en toda ocasión. Después, se sabe que casi en ninguna ocasión, no se establecían los campamentos de invierno, donde no hubiera un lugar para el águila.” 14 Cf. A. von Domaszewski: “Die Fahnen in Rönmischen Heere”, Abhandlungen des Archäologischen Epigraphischen Seminars der Universität Wien, 1885, p 12. Este autor advierte de la existencia de varios estandartes, que al moverse indicaban el movimiento de los soldados. Así tenemos expresiones como: signa sequi, signa tollere, movere, ferre, efferre, proferre, constituere, inferre, conferre, convertere, referre, transferre, promovere, retro recipere; ad laevam ferre, obicere, signa armaque expedire. 15 Cf. J. Guillén: op. cit., p 461. 16 S.v. signa militaria. Ch. Daremberg / E. Saglio: Dictionnaire des antiquitès grecques et romaines. Paris. 1969, pp. 1310, 1311, 1316.

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emblema de la legión, se debe a la influencia de Oriente. A partir del Imperio, junto al águila, que es la insignia de la legión, se utilizan otras insignias de animales, para dirigir los destacamentos de legionarios.

La utilización de insignias de animales tiene su apogeo, en época de los Severos. De entre las insignias de animales, la que triunfa sobre todo a partir de Juliano, es el draco. Modesto17 asigna los dragones, a cada una de las cohortes y el águila como insignia de la legión.

El aquila, será el distintivo de cada legión18, y su estandarte es objeto religioso. Si un aquilifer perdía el aquila, este hecho era terrible.

En época imperial el águila es objeto de culto, especialmente por soldados y por oficiales con responsabilidad y competencias tácticas como los primipili, aunque es poco venerado por los especialistas y suboficiales de los servicios administrativos, que muestran una predilección por el culto imperial, culto a las imagines, a los Genii, a Minerva.

El uso del término aquilifer como del término aquila, viene asociado a la invención romana del manípulo19, en el periodo de las guerras samnitas, donde se pasó de la simple falange, tal y como se organizaban los griegos, a la falange manipular; aunque la manera de organizarse y el funcionamiento del manípulo es mucho más clara, a partir de la lucha contra Haníbal.

Esta práctica era ajena a los griegos, pero no a los persas. También tenían conocimiento de su existencia, ya que las usaban, los etruscos, ligures y galos20.

Bajo ninguna circunstancia, el soldado se podía separar de su manípulo; por esta razón, a cada manípulo se le daba un estandarte como punto de referencia, servía de ayuda para la formación en línea. Cuando el ejército iba en marcha, no iba lejos del manípulo, era una cuestión de alineamiento; durante la batalla cuerpo a cuerpo21, el soldado miraba de frente al enemigo y

17 Mod. Brev.. 13, 1. 18 Tácito emplea el término aquilifer haciendo referencia al portador de la insignia de la legión: Hordeonius exemplares omnium litterarum, quibus per Gallias Britaniamque et Hispanias auxilia orabat, exercitui recitavit instituitque pessimum facinus, ut epistolae aquiliferis legionum traderentur, a quibus ante militi quam ducibus legebantur. (Tac. Hist. 4, 25, 2). “Hordeonio mostró, al ejército las copias de todas las cartas en las que se pedía ayuda a las Galias, a Britania y a las dos Hispanias, y estableció la detestable práctica de entregar las cartas a los aquiliferi de la legión que transmiten su contenido antes a los soldados que a los jefes”. 19 Cf. H. Delbrück: : History of the Art of War. Londres 1975, vol. I, p. 272. 20 Jenofonte (Cir. VII, 1, 4) habla de la enseña real de los persas, que es un gran águila dorada: to\shmeiÍ on a)eto\j xrusou=j (“el estandarte del águila de oro”). 21 Ofrezco como ejemplo, la actuación de un aquilifer ante el peligro de la batalla cuerpo a cuerpo: ex quibus L. Pertodosius aquilifer, cum magna multitudine hostium premeretur,

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a lo más de reojo, a la derecha e izquierda de sus flancos, para comprobar que no había perdido de vista a sus compañeros. El estandarte en este caso, no pretendía mantener el buen orden durante la lucha. La principal función del estandarte era que el soldado, no se apartara del manípulo, bajo ninguna condición, y servir de ayuda para la formación en línea22.

Los autores latinos usan ambos términos en todas las épocas, hasta llegar a Vegecio que utiliza este término en Mil. 2. 7, y también aparece en Modesto: aquiliferi qui aquilam portant”, (Mod. Brev 6, 2). “los aquiliferi son los que llevan el águila”

BALLISTARII (XII, 6) Cuerpo de soldados, que forma parte de la infantería, armada a la

ligera. Los soldados armados con ballesta23. El término procede de [ballista+ -arius24], ballista- ae [cf.

bavllein] (OLD). Se trata de un grecismo25, este último término, compárese ballistav" derivado de ballivzein26. R. de Miguel27 lo hace derivar también de

aquilam intra vallum proiecit, ipse pro castris fortissime pugnans occiditur. (Caes. B.G. 5, 37).” Mas entre estos L. Petrodosio, el aquilifer, al verse acosado por una gran multitud de enemigos, arrojó el estandarte dentro del vallado, y a pesar de que luchaba con gran valentía, lo matan”. Este ejemplo ratifica la posible función del estandarte en la lucha, de no pretender mantener el orden en la batalla. 22 Cf. H. Delbrück: op. cit., pp. 275 y 279. Sobre el uso del estandarte en el combate, ver: R.Cagnat: L' Armée romaine d' Afrique et l' ocupation militaire sous les Empereurs, (Paris 1913) [Reprint N. York 1975], p.185; S. Perea Yébenes: op. cit., p. 308; Y. Le Bohec: El Ejército Romano. Madrid, 2004, p. 67. 23 Cf. P. Connolly: Las legiones romanas. Madrid 1981, pp. 66-67. M. Feugère: Les armes des Romaines de la République à l' Antiquité Tardive. Paris 2002. C. Freeman: op. cit., p. 31. Y. Le Bohec: op. cit., p. 67 24 Sobre todo en el lenguaje militar, es usual hacer derivados con el sufijo –arius: triarius, torquarius, rorarius… etc. S.v. ferentarius. A. Ernout / A. Meillet: Dictionnaire étimologique de la langue latine. Paris 1951, p. 403. 25 Isidoro da una explicación, etimológica del término: “ In his primum insulis inventa est funda qua lapides emittuntur, unde et Baleares dictae bavllein… graece mittere dicitur; unde et ballista, quasi missa, et fundibalum”. (Isid. Orig. 14, 6, 44). “En estas islas se inventó la honda que se utiliza para lanzar piedras, ese es el motivo por el que se da el nombre de Baleares a las islas; pues en griego se dice balleivn ése es el origen de ballista, como si se lanzara con ella, y el de fundibalum. 26 S.v. ballista. A. Ernout /A. Meillet: op. cit., p. 116. 27 S.v. ballista. R. de Miguel: Nuevo diccionario latino-español etimológico. Madrid 2000, p. 108.

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bavllw. Por su parte A. Bailly relaciona ballivzw con bavllw (¿?), dándole un origen al término, como proveniente de Sicilia, o de la Magna Grecia28.

Es un término usual, en todas las épocas de Roma. Ya se conocía la existencia de este arma, en época arcaica. Plauto usa este término, en sus comedias29. Utilizan este término César, Tito Livio, Tácito y otros autores hasta Adriano. Vitruvio30 es la principal fuente de información31, en lo que se refiere a las máquinas de guerra: la catapulta, el onagro y la ballesta. La ballista32 se usó siempre en el ejército romano, además de otras armas como flechas, arco, y fustíbalo. Los legionarios no usaban la ballista, en cambio la utilizaban las tropas auxiliares, que durante el imperio constituyen alas y cohortes inscritas en el ejército romano.

A partir de Diocleciano, las tácticas de guerra exigen combatir, con armas a distancia. Este hecho obliga a acrecentar, el número de estas armas y de los soldados, que las utilizan. En los tiempos de Vegecio, tanto los arqueros como los honderos y ballesteros forman parte de la legión, como soldados legionarios33. Modesto sitúa a los ballistari en la quinta línea34, formando parte de la legión.

No menos importante, es describir la ballista. César la describe como una máquina de guerra de gran potencia35.

Vegecio36 da instrucciones, sobre el uso de esta máquina de guerra, en Mil. 4, 22: “La ballesta se tensa con cuerdas hechas de nervios y cuanto más largos tenga los brazos, es decir, cuanto mayor sea tanto más lejos lanza los

28 S.v. balli/zw. A. Bailly: Dictionnaire Grec Français. Paris, 1950, p.34 29 Itaque hic scelestus est homo leno Lycus, quoi iam infortuni intenta ballistast probe, quam ego haud multo post mittam e ballistario. (Plaut. Poen. 1. 1. 200). “Este criminal es Lycus, un mal hombre, a quien ya se dirige la flecha del infortunio, que no mucho después dispararé con mi arco”. 30 S.v. tormentum. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p.368. 31 Cf. P. Fleury: “Vitruve et la nomenclature des machines de jet romaines”. Revue des Études Latines 59, 1981, pp. 216-234. 32 Cf. J. Guillén, op. cit., p. 514. 33. item levem armaturam- hoc est, ferentarios, sagitarios, fundidores, ballistarios, “Igualmente infantería ligera- esto es, ferentarii, sagittarii, fundidores, ballistarii. (Veget. Mil. 2, 2, 12) 34 In quinta acie ponebantur balistarii,… (Mod. Brev. 12, 6). “La quinta línea la forman los balistarii”. 35 Asseres enim pedum XII cuspidibus praefixi atque hi maximis ballistis missi per IIII ordines cratium in terram defigebantur. (Caes. B. C. 2, 2, 2). “Pértigas de doce pies guarnecidas en las puntas y lanzadas por grandes ballestas se clavaban en la tierra después de atravesar cuatro capas de faginas”. 36 Ballista funibus nervinis tenditur, quae, quanto prolixiora brachiola habuerit, hoc est quanto maior fuerit, tanto spicula longius mittit (Veg. Mil. 4, 22)

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dardos”. No es fácil establecer la diferencia entre la catapulta y la ballesta, son dos máquinas de guerra muy similares.

Las máquinas de torsión37, ya las usaron los griegos. El momento decisivo de emplear máquinas de guerra para el asalto, fue cuando las ciudades griegas de la fuerte Sicilia, fueron tomadas por los cartagineses38 con torres y arietes, que se usaron como máquinas de asalto. Hasta este momento, ninguna ciudad griega había sido tomada por asalto. En la cuarta centuria llega el cambio, con la invención de la catapulta. Así el arte de la guerra pasó, de orientarse a la defensa, a orientarse al ataque.

Alejandro Magno mostró gran maestría, respecto a la utilización en sus tácticas de guerra, de las máquinas de asedio. Los griegos hicieron uso, de los inventos de las máquinas de asedio, que realizó Arquímedes, durante la Segunda Guerra Púnica, en la defensa de Siracusa contra Roma.

P. Grimal39 situá cronológicamente, el uso ya habitual, de las máquinas de guerra para las operaciones militares, en Roma a partir del siglo III a.c, cuando el ejemplo de los griegos de Sicilia y de la Italia meridional, enseñó a los romanos su existencia y uso. El gran desarrollo de las máquinas de guerra, se situá en el periodo helenístico.

BUCINATOR (XVI, 1, 2) El que toca la bucina40

Procede de [bucina- tor], a su vez bucina, es un compuesto de [bos +

cano41] (OLD). Es un término, que tiene su origen en el grupo itálico.

37 Cf. F. E. Adcock: The Geek and Macedonian Art o f War. Londres 1957, pp. 58, 59 y 60. Este autor habla de distintas catapultas, de varias máquinas de guerra de torsión: unas arrojan piedras, otras flechas. En contraposición, hay otros autores, que establecen la diferencia entre catapulta y la ballesta, tenemos la teoría de E. W. Marsden, Greek and Roman artillery. Historical development, Oxford 1969, p. 189:” la catapulta era el nombre antiguo y tradicional de las máquinas de guerra que lanzaban las flechas, y las ballestas las máquinas que arrojaban las piedras.” 38 Cf. H. Delbrück, op. cit., p. 153. Expone que los griegos aprendieron el arte del asedio con máquinas de guerra, a partir del ataque cartaginés a ciudades griegas, con torres y arietes. Dionisio, tirano de Siracusa, era un gran constructor de máquinas de guerra. Su arte se difundió desde Sicilia a la antigua Grecia. Sitúa el lugar de la invención de la catapulta en Siracusa. 39 Cf. P. Grimal: La civilización Romana. Vida, Costumbres, Leyes, Arte. Barcelona, 1999, pp. 134 y 135. 40 Cf. Y. Le Bohec: op. cit., pp. 63, 68-69. 41 Sobre la composición ver A. Meillet / J. Vendryes: op. cit., p. 424-431.

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Varrón42 hace referencia, a la etimología del término: “Por la acción que marca el verbo canere, recibieron su denominación los trompetas, los clarines, los tocadores de cuerno y los flautistas; es propio de todos estos, tocar un instrumento, también el buccinator recibió este nombre, por alusión a los dos elementos del compuesto (el sonido semejante al bos “buey, vaca” y el verbo cano). Paulo Festo43 informa sobre el origen latino del término griego buvkanh44: “Lo que nosotros llamamos bucina, los griegos le dicen buvkanh por similitud con el sonido”.

Respecto a la primera palabra del compuesto, está la teoría que la relaciona con bucca, y por ello escriben con doble c, a veces esta palabra; otra teoría estaría en la repetición del sonido bu bu, que hace referencia al sonido bos.

Otros lo derivan de vocando, como si fuera una vocina45. Después de explicar la etimología de la palabra, es necesario saber la función del buccinator. Durante la noche, el fin de cada vigilia se marca con una buccina46, desde la tienda del primuspilus.

Polibio explica el cambio de guardia, marcado por el bucinator47. A su vez, tanto los buccinatores, como los tubicines, repiten las señales que se dan con el classicum48, en el pretorio. En la marina romana, entre los soldados

42 “Nec sine canendo< tubicines, liticines, cornicines>, tibicines dicti: omnium enim forum quodam canere; etiam bucinator a vocis similitude et cantu dictus”. (Varr. L. L. 6, 75). 43 ”Bucina quam nos appelamus, Graeci bukananhvn, a similitude soni dicunt”. (P. F. 29). 44 Polibio 2,29, 6 / 6, 36, 1 / 15, 12, 2.

45 S.v. bucina. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin, op. cit., p.470. 46 Quae re animadversa Varus et terrore exercitus cognito, buccinatore in castris et paucis ad speciem tabernaculis relictis, de tertia vigilia silentio exercitum in oppidum reducit. (Caes. B. C. 2, 35 ). “ Cuando Varo se dio cuenta de la situación y conoció el miedo del ejército, después de dejar en el campamento un bucinator, y unas pocas tiendas para dar una apariencia falsa, avanzada la noche, en silencio conduce al ejército a la plaza”. 47 O gavr tauvth" taxivarco" th;n ejpimevleian poiei'tai tou' kata; fulakh;n boukana'n”. (Polib 6, 35, 12). “Porque es un centurión el que, al son de la trompeta debe indicar los turnos”. 48 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 576 explica el término classicum:” el general manda dar la señal (signum dare) de la batalla, con el classicum, que resultaba del estruendo lanzado por todos los instrumentos de los músicos a la vez”. César habla del classicum: suum cum Scipione honorem partitur classicumque apud eum cani… iubet. (Caes. B. C. 3, 82, 1). “ Comparte sus honores con Escipión y manda que se emitan los toques de órdenes en su presencia” . dato signo (Caes. B. G. 1, 52, 3).” Después de dar la señal”. Polibio manifiesta el gran estruendo de los intumentos musicales, cuando suenan a la vez. . a{ma de; tw/' pantacovqen ta;" savligga" kai; ta;" bukavna" ajnaboh'sai tina; me;n diataracqevnta tw'n qhrivwn ejx aujth'" w{rmhse palivssuta kata; tw'n bebohqhkovtwn toi'" Karchdonivoi" Nomavdwn...”. (Polib. 15, 12, 2).” El toque de trompetas y de cornetas resonó por todas partes, y

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que forman la tropa, hay músicos: los cornicines, tubicines y buccinatores49. El número50 de los músicos era elevado, debido al sistema de relevos y su distribución, por las centurias.

En contraposición, Modesto en Brev. 16, explica el cometido de cada uno de los músicos, asignándole al buccinator, la función de tocar en la flota y de tocar el classicum, cuando está presente el emperador o se castiga a algún soldado, según las leyes imperiales51. Otros autores latinos atribuyen, el tocar el classicum, a la conjunción de varios instrumentos, no sólo es privativo del buccinator. En mi opinión, Vegecio52 al igual que Modesto53, se confunden y cambian, la función y el instumento del bucinator y del cornicen. Asignan al bucinator el cornu y la función de tocar con él, el classicum. La confusión con el nombre de ambos músicos y de sus instrumentos, es algo habitual54 entre los romanos. Existen testimonios, que asignan al cornu55 la función de tocar el classicum, pero en la mayoría de ellos, el término se utiliza en un sentido laxo, lo que me hace pensar, que Modesto se confunde, o bien que ha usado el término cornu, en un sentido amplio, como vocablo genérico para referirse al instrumento musical, en general.

Con independencia de sus funciones, en la paz y en la guerra, no está demostrado que estos músicos estuvieran asignados a la caballería56. Aunque se sepa poco sobre su sistema de promoción y su puesto exacto en la tabla de rangos, se sabe que estaban, un poco por debajo de los cornicines y los tubicines.

esto hizo que algunos elefantes se asustaran y arremetieran hacia atrás contra los númidas del bando cartaginés”.

49 Cf. J. Guillén: op. cit., pp. 544 y 564 50 ajnarivqmhton me;n ga;r h\n to; tw'n bukanhtw'n kai; salpigktw'n plh'qo". (Polib 2, 29, 6).”Pues el número de trompetas y cuernos era incalculable”. 51 Mod. Brev. 16. 52 Veget. Mil. 2, 22. 53 S.v. Bucina o Buccina. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit. p. 95 54 Cf. J. Luque: “La música militar en la Roma antigua”, en: F. Sánchez Marín / J. A. Sánchez Marín (eds), Humanismo y Milicia. Madrid 1992, pp. 197-194. 55 Ut belli signum Laurenti Turnus ab arce extulit et rauco strepuerunt cornua cantu... (Virg. Aen. 8, 2). “Cuando Turno desde la ciudadela de Laurente enarboló la enseña de la guerra y las trompetas retumbaron con ronco canto... 56 Cf. J. Luque: op. cit., p. 196. Este autor asigna a los bucinatores a las legiones, aunque su puesto está sobre todo en la caballería. Aparecen bucinatores integrados en la tropa de los vigiles, así como, en las cohortes pretorianas y en las tropas auxiliares.

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CATAPHRACTA (XII, 1. XIII, 1) Cota de malla [para proteger a hombres y a caballos].

Este término tiene su equivalente en griego katafrakthv", (OLD). De la misma raíz de este término, tenemos: catapractarii, catphractus, haciendo referencia al hecho de llevar la cota de malla. Conviene57 que haga una difenciación, entre lorica y cataphracta58. La lorica es el término genérico, para designar la coraza, que pude ser de distintos tipos. Una clase de lorica59 es la coraza de escamas60, a la que los autores latinos designan cataphracta61.

Cataphractus expresa, un matiz de posesión o de pertenencia sobre el objeto, en cambio, para referirse directamente al concepto, tenemos cataphracta. El uso de cada término depende del estilo del autor, excepto en el caso del uso de cataphractarii, que se utiliza a partir de Alejandro Severo y con un significado concreto.

En la época republicana, los legionarios más ricos62 tenían derecho a llevar una coraza de mallas de metal, tomada al parecer de los galos63. 57 S.v. cataphracta. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1315. 58 Cf. M. Mielczarek: Cataphractarii and clibanarii. Studies in the heavy armoured cavalry of the ancient world ( Studies in the history of ancient and medieval art of warfare, vol. I) Lodz 1993. M. Mielczarek: “ Cataphracts-a Parthian element in the Seleucid art of war”, En: E. Dabrowa (ed.), Ancient Iran and the mediterranean world. Proceedings of an internacional conference in honour of Professor Józef Wolski at the Jagiellonian university, Cracow, in september 1996. (=Studies in Ancient History, 2. Electrum.), Kraków 1998 pp. 101-105. 59 Equitum innumerabilem vim traici Helesponto in Europam, partim loricatos, quos cataphractos vocant... (Liv. 35, 48). “Un número incontable de jinetes estaban cruzando el Hesponto, hacia Europa, parte de ellos equipados con coraza, los que llaman cataphracti”. 60 S.v. lorica. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1315. 61 Tácito utiliza el término Cataphracta en: Sed tum umido die et soluto gelu neque conti neque gladii, quos pralongos utraque manu regunt, usui, lapsantibus equis et catafractarum pondere. (Tact. Hist. 1, 79). “En un día tan húmedo y nevado no utilizaron, ni las lanzas, ni las espadas que tenían en sus manos, por la caída de los caballos y por el peso de las cataphractae”. 62 oi¸ d' u(pe\r ta\j muri¿ aj timw¯ menoi draxma\j a)ntiì tou= kardiofu/lakoj su\n toiÍ j aà lloij a(lusidwtou\j periti¿ qentai qw¯ rakaj. (Polib. 6, 23, 15). “Los legionarios que tienen un censo superior a 10.000 dracmas llevan en lugar de pectoral, cotas de malla”. 63 Cf. P. Grimal: op. cit., p. 127. Con este autor coincide J. Guillén: op. cit., p. 447, quien habla del uso de la cota de malla por parte de la infantería. Sobre el uso de la cota de malla por parte de la caballería cf. P. Connolly : op. cit., p. 58. Este autor da la razón por la que se creía que en un principio los jinetes romanos no utilizaron cotas de malla hasta

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En época imperial, la cataphracta la llevaban los caballeros64 e infantes, pero no los oficiales superiores. En los comienzos del imperio, los caballos carecían de protección, pero ostentaban medallones decorativos de bronce. Los romanos no eran desconocedores del uso de la cota de malla, en los caballos. Tanto poetas65, como historiadores66, dan testimonio de este uso, pero refiriéndose a la caballería oriental. El jinete romano y su caballo utilizan la cataphracta67, a partir de Adriano.

La coraza de escamas, bajo los Antoninos, llega a ser una de las más importantes, posíblemente se reservó para las cohortes pretorianas. Estas corazas se completan, por abajo con unas faldillas de cuero.

En los tiempos de Alejandro Severo68, el término cataphractarii se utiliza para referirse a los cuerpos de coraceros, que forman parte del ejército romano, en la caballería.

Vegecio69 sitúa cronológicamente, el uso de la cataphracta y su desuso, a partir de Graciano70: “En efecto desde la fundación de Roma, hasta la época del divino Graciano, la infantería se protegía con cotas de malla y cascos”. En este ejemplo, queda claro que Vegecio, al igual que Modesto en su Brev., utilizan la cataphracta, en un sentido genérico, es decir, como el término general, para referirse a la coraza, a la lorica. También Modesto en

comienzos del siglo II d.C. El motivo de esta hipótesis se basaba, en una interpretación errónea de los monumentos. Las pruebas de que sí usaron cotas de malla las tenemos en: los jinetes del monumento de Paulo Emilio, en el relieve de Enobarbo, de la época de César y en el mismo friso de Trajano, aunque está claro que en época imperial tenemos los testimonios de los escritores latinos. 64 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 513. 65 Virgilio describe a un caballo cubierto con una cota de malla, se refiere a un caballo dispuesto para la lucha, a la manera de los frigios: Spumantemque agitabat equum, quem pellis aënis in plumam squamis auro conserta tegebat. (Virg. Aen. 11, 770). “Conducía su veloz caballo, al que cubría una cota de malla de oro entrelazada, a la manera de una pluma, con escamas de bronce”. 66 Polibio hace referencia al caballo dispuesto con cataphracta, pero hace referencia a la caballería del rey Antíoco: “... h( kata/fraktoj i)/ppoj. (Polib. 30, 25, 9). “ El caballo dispuesto con cota de malla”. 67 Cf. P. Connolly: las legiones romanas, p. 60. 68 Cf. J. Guillén, op, cit., p. 517. 69 Veget. 1, 20: ab urbe enim condita usque ad tempus divi Gratiani et cataphractis et galeis muniebatur pedestres exercitus. 70 Cf. A. Ferrill: La caída del Imperio Romano. Madrid, 1989, p. 50. Este autor ratifica, lo expuesto por Vegecio. La armadura corporal fue casi abandonada por el ejército romano, excepto por parte de la caballería. A finales del imperio, la caballería romana, estaba mejor armada y cualificada que la infantería.

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su obra, alterna los distintos términos, según lo decide a lo largo de su obra, por elección de estilo71.

Es curioso que, Modesto no utiliza el vocablo cataphractarii, para referirse al cuerpo de coraceros, utiliza en cambio el término clibanarii72, (Mod. Brev. 19, 2). También emplea para referirse a los jinetes acorazados73, el vocablo loricatus: equites loricatos (5, 1) loricatos equites (11, 3), decurio...loricatus (10, 2). El uso de este témino es más clásico, frente al de clibanarii, que es de uso tardío. Además el vocablo loricatus, tiene un valor más genérico, frente al uso de clibanarii, que es más específico. Prueba de ello, es el ejemplo que propongo de Tito Livio74, quien ve como genérico el vocablo loricatus, ya que él especifica, cómo se llaman esos soldados loricati. Modesto utiliza con frecuencia, el término genérico, para referirse a los jinetes acorazados. La utilizaciónde la cota de malla sobre los caballos, era algo inusual en Grecia75. El caballero podía llevar una coraza o un pequeño escudo, pero el caballo no era lo suficientemente fuerte, para ser armado con la cota de malla y aguantar su peso, a la manera de como eran armados, con esta cota de malla los caballos Partos. Además, si nos remitimos al uso de la caballería en Grecia, es a partir de la septima centuria, cuando se utiliza y sólo por parte de algunos estados, como Tesalia y Beocia, más tarde en Sicilia y Siracusa.

CENTENARII (VII, 2. IX, 2) Los centuriones76, significado que hallamos en Vegecio y Modesto.

71 Así cataphracta la utiliza en: 12, 1 / 13, 1. Cataphractarius no la utiliza. Cataphractus lo utiliza en: 19, 2 y 19, 3: ... Et bini cataphracti equi iungebantur ad currum. (Mod. Brev. 19, 2). “Dos caballos acorazados eran enganchados a un carro.” 72 “cataphractarios, quos illi clibanarios vocant”. (Hist. Aug. Alex. Sev. 56). 73 Otro término que Vegecio en Mil. 3, 16 y Modesto en Brev. 18, 1, utilizan para referirse a la caballería pesada (acorazada), oponiéndola a la caballería ligera, el adjetivo fortis, en grado comparativo, frente a velox, en grado comparativo: fortioribus ...equitibus/ velocioribus atque expeditis... 74 Equitum innumerabilem vim traici Helesponto in Europam, partim loricatos, quos cataphractos vocant... (Liv. 35, 48). “Un número incontable de jinetes estaban cruzando el Hesponto, hacia Europa, parte de ellos equipados con coraza, los que llaman cataphracti”. 75 Cf. F. E. Adcock: The Geek and Macedonian Art o f War. Londres 1957, pp 47 y 50. 76 Cf. O. Stoll: “Offizier und Gentleman: der römische Offizer als Kultfunktionär”, Klio 80, 1998, pp. 134-162. M. P. Speidel: “Centurions promoted from beneficiarii? ZPE 103, 1994, pp. 215-216. Y. Le Bohec: op. cit., pp.58-62.

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Su origen está en [centum + el sufijo –arius77], a su vez éste presenta la misma formación que el griego ejkatovn, (OLD).

Siguiendo a Ernout- Meillet78, lo presenta como un derivado de centum, y sinónimo de centurio, en griego eJkatontaevth". Vegecio utiliza este término, en Mil. 2,8. Modesto79 también lo usa: “Además de esto los centuriones que ahora llaman centenarii”

Los autores latinos definen, centenarius (cf. kenthnavrio") con diferentes valores, como número, como moneda80. El uso del término centenarius81, como equivalente a centurio, es tardío.

Cada una de las cohortes II a X, tenía seis centuriones, de menor a mayor rango: hastatus posterior, hastatus prior, princips posterior, princeps prior, pilus posterior, pilus prior82.

COHORS MILIARIA. (V, 2) Cohorte miliaria.

La primera parte del giro también, con la forma chors, cors [con +

*hors], (cf, hortus) (OLD). R. de Miguel83 le atribuye, la misma raiz que covrto"=hortus. Es un término rural84, en su origen significa corral, cercado, vallado. En el lenguaje militar, se especifica su significado en división del

77 Cf. P. Montaile: Elementos de Fonética y Morfología del latín. Sevilla. 1985, p 185. J. Guillén: op. cit., p.511. 78 S.v. centum. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 201. 79 Centuriones insuper, qui nunc centenarii vocantur. (Mod. Brev. 9, 2). 80 S.v. centenarius. THLL. Volumen III, pp. 812-813. Este uso lo encontramos en Varrón: Centuria qui sub uno centurione sunt, quorum centenarius iustus numerus . (Varr. 5, 88). “La centuria es la que está al mando de un único centurión, y su número exacto es de cien”. Isidoro lo utiliza con valor de moneda: Centenarium numeri nomen est eo quod centum librarum ponderis sit. Quod pondus perfectionem centenarii numeri instituerunt Romani. (Isd. Orig. 16, 25, 23). “El centenario tomó ese nombre del número cien, porque su peso equivale a cien libras. Este peso fue establecido por los romanos, a causa de la perfección del número cien”. 81 El uso de este término como equivalente a centurio, es tardío como atestigua J. Guillén: op. cit., p. 511, además lo ratifica S.v. centenarius. A. Blaise: Dictionnaire Latin- Français Des auteurs Chrétiens, Paris 1993, p. 143. 82 Sobre los títulos tácticos ver de pilus, hastatus y princeps, cf. M. P. Speidel: “The Centurions Titles”, Epigraphische Studien 13 (1983), 43-61= Roman Army Studies II (Ámsterdam: Mavors 8, 1992), 21-39. 83 S.v. cohors. R. de Miguel, op. cit., p. 188. 84 S.v. cohors. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 234.

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campo y tropas, dispuestas en esa división y de ahí subdivisión de la legión. Este término está compuesto de dos elementos co- + hortus, cf cortov";

Varrón85 define la etimología del término: “Se le da el nombre de cohors al corral, porque como formando parte de la villa, se constituye por la conjunción de muchas estancias y constituye un único cuerpo, por similitud la cohors en el ejército, la constituye un número considerable de manípulos: recibe este nombre, porque el ganado procea entorno a este lugar, aunque Hipisícrates dice que los poetas griegos le dan el nombre de covrton a este lugar.”

Se deduce de la definición de Varrón, que la palabra cohors, se refiere a una parte del campamento, y por metonimia a los soldados, que habitan en ese lugar.

La cohorte86 es la unidad táctica, que suple al manípulo a partir de Mario. Los autores87 que mencionan las cohortes legionarias, durante las Guerras Púnicas, caen en un anacronismo. Durante el siglo II a.c, el término cohors, se utilizaría para describir una formación ad hoc, superior al manípulo. Aunque los destacamentos formados por tres manípulos eran usuales.

El manípulo, al ser una unidad táctica pequeña, deja de ser rentable para la lucha contra los pueblos germanos. El manípulo, en las épocas anteriores, era apto para luchar por el Apenino, con los pueblos itálicos y para combatir a la falange griega.

Esta nueva formación- la cohorte-, se basa en la manera que tenían los aliados de organizarse, bajo el nombre de cohorte. Aunque no hacía referencia este nombre, a una unidad táctica, ya que éstos, se dividían en hastati, principes y triarii.

Es a partir de Mario, cuando la legión se organiza en cohortes y se considera una unidad táctica. El requisito para formar estas unidades tácticas,

85 cohors, quod ut in villa ex pluribus tectis coniungitur ac quidam fit unum, sic hic ex manipulis pluribus copulantur: cohors quae in villa, quod circa eum locum pecus cooreretur, tametsi cohortem in villa Hypsicrates dicit esse graece covrton apud poetas dictam. (Varr. L.L. 5, 88). 86 Cf. H. Delbrück: op, cit., pp. 415 y 416. J. Guillén: op. cit., p. 458. Este autor habla de la existencia de esta formación- tres manípulos- antes de Mario, en determinados momentos. Con Mario, se adopta esta formación como permanente. S.v. cohors. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1288, habla de la cohorte, como una forma de agruparse las tropas auxiliares antes de Mario. 87 Cf. A. Goldsworthy: Las guerras Púnicas. Barcelona. 2002, p.50.

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era que ejército fuera permanente. La cohorte88 está formada por tres manípulos. Un manípulo, a su vez, estaba formado por dos centurias.

En los primeros89 tiempos del Imperio, la legión no era muy distinta a la de la época de César. De la 2ª a la 10ª cohorte, todas seguían formadas por unos 500 hombres y organizadas en seis centurias de unos 80 legionarios cada una. A partir de la segunda mitad de siglo I d.c, fueron aumentados los efectivos de la primera cohorte, hasta unos 800 hombres. Se redujo90 a cinco las seis centurias. Se agregaron 120 jinetes, para misiones de exploración y enlace. Estas medidas elevaron sus efectivos a 5500 hombres.

Este dato nos sirve, hasta que Vegecio en Mil. el 2, 6 y Modesto en Brev. el 5, 7, cambian el número de los integrantes de la legión. Claro está, que la legión aumenta el número de sus efectivos, por nuevas necesidades, al igual que había aumentado sus efectivos en la segunda mitad del siglo I d.c, por nuevas necesidades. La cohorte91 legionaria se componía de 300 hombres, luego se eleva a 500, cuando se convierte en unidad militar, pero los efectivos reales, depende de cómo se halle de nutrida la legión.

En tiempos de Vegecio, las cohortes son quingentarias, aunque haya que añadir los 50 decani, 5 centuriones y un tribuno militar. La primera cohorte era la más favorecida92. Lo que es significativo, es que en la composición de la cohorte, hay un margen amplio en el número de los integrantes de esta unidad. Como ocurre, en Vegecio y en Modesto. Ambos autores no coinciden, en dar el mismo número de los integrantes de la cohorte. Lo que me hace pensar, que el que se varíe algo, el número de los integrantes de la cohorte, no es significativo.

Vegecio habla de 6100, soldados de infantería y 730 de caballería, que integran la legión. Modesto habla de 6105 soldados de infantería y 726 jinetes. Las variaciones en las cantidades de soldados, que integran la cohorte, en ambos autores, no es significativa. Ambos autores además, informan que la legión puede tener un número superior, si se ve en la necesidad. Vegecio y

88 treiÍ j spei¿ raj tou=to de\ kaleiÍ tai to\ su/ntagma tw½ n pezw½ n para\ ¸ Rwmai¿ oij koo/rtij, (Polib. 11, 23). “Tres manípulos, a esta forma de agruparse los soldados se llama en Roma cohorte” 89 Cf. P. Connolly: las legiones romanas, p. 41. 90 Vegecio y Modesto también atribuyen 5 centurias a la cohorte legionaria. 91 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 459. Sobre el número que integra la cohors cf. P. Connolly: op. cit. p. 74. 92 la cohors miliaria en tiempos de Vegecio y Modesto, se componía de 1105, soldados distribuidos en: 1000 infantes, 100 decanos, 5 centuriones ordinarios, la caballería se componía de:142 soldados acorazados, distribuidos así: 120 soldados de caballería con 10 centuriones y 2 jefes de turma.

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Modesto no cambian, el número de las cohortes en la legión, que son 10. Tampoco alteran, el que la primera cohorte tenga un número de soldados superior a las otras.

Asociada a cohors, aparece el adjetivo miliaria, que procede del sustantivo mille, de origen dudoso. A este término se le asocia miles, no cabe duda de su relación con el contexto militar, así lo atestigua Juan de Lidia93: “Rómulo le dió el nombre de milites a los soldados según creo por el número mil.Varrón94 define miles, en la misma línea que el anterior autor: “Se les da el nombre de milites a los soldados, porque al principio la legión se componía de 3000 soldados y cada cada una de las tribus, Ticienses, Ramnes y Lúceres, enviaba a mil”.

En tiempos de Vegecio95, la cohors miliaria se componía de 1105, soldados distribuidos en: 1000 infantes, 100 decanos, 5 centuriones ordinarios, la caballería se componía de:142 soldados acorazados, distribuidos así: 120 soldados de caballería con 10 centuriones y 2 jefes de turma. Modesto cita las mismas cantidades: “Se compone de 1105 soldados de de infantería y de 142 jinetes acorazados y se le llama cohorte miliaria”.

COMITIVA (VIII, 2) Los que acompañan al emperador96 o al general en jefe.

Este vocablo97 de uso posclásico, es un derivado de comes, cf con el

griego suvnodo" procede de [cum+eo], se usa también como sustantivo: comitiva. R. de Miguel98, que es un autor anterior, expone la misma teoría. Blánquez99 coincide en la explicación, aunque altera el orden, proponiéndolo primero como sustantivo: comitiva. Después lo propone como adjetivo, en el

93 O( ’Rwmu/loj... mi/litaj... a)po a)riqmou= e)ka/lesen, oi)one\ xili/ouj. (Lid. Mens, 4, 72 p. 124, 14 W.) 94 Milites, quod trium primo legio fiebat ac singulae tribus Titiensium, Rammium, Lucerum milia militum mitteban. (Varr. L.L. 5, 89). 95 Veget. Mil. 2. 6.83. “Habet pedites mille CV, equites loricatos CXXXII, et appellatur cohors milliaria”. (Mod. Brev. V, 2). 96 B. Campbell: The Emperor and the Roman Army, 31 B.C.-A.D. 235. London, 1984. B. Dobson: op. cit., pp. 191-221. 97 S.v. comitivus. C. T. Lewis / T. Short: Latin Dictionary. Oxford, 1991, p. 375. 98 Sv. comes y comitiva. R. de Miguel: op. cit., pp. 195-196, este autor no hace referencia al adjetivo comitivus, sino al sustantivo comitiva, aunque lo relaciona, con comitianus. 99 S.v. comes. A. Blánquez: Dicionario Latino-Español. Barcelona, 1975, p. 400

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giro: “comitiva dignitas”. Siguiendo a Ernout-Meillet100, propone el origen del término comitiva, como derivado de comes, a su vez procede de *com- it-s, (ver: eo), cf pedes.

El sentido de marcha es antiguo, de ahí se pasa a su sentido más amplio de compañero, cf en griego evtai'ro". . Los comites101, son los que acompañan a un superior. En época republicana102, entran al servicio, como acompañantes, de un procónsul o gobernador de una provincia, con la función de oficial [praetoria cohors103]. Esta función se mantiene después, en las magistraturas imperiales.

El emperador se rodea de un círculo de amigos, donde el rango y los honores, están determinados por un reglamento especial, y son nombrados amici Augusti; después sufre una transformación el término comes y pasa a designar, un título honorífico, atribuido a ciertas personas, con ciertas funciones; este cambio de funciones sucede, en la época de Constantino el Grande.

Había tres tipos de comites: comites primi ordinis, o de primer rango, comites secundi ordinis, de un rango inferior, comites tertii ordinis, de tercera clase. Con el título de comes, se designa a ciertas categorías de funcionarios: praepositus, magister, procurator, praefectus. Éste es el uso del término, que encontramos en Modesto104. Son los miembros del consejo imperial: comites consistoriani [Consistorium Principis].

100 S.v. comes. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 242 101 Cf. A. Ferrill: op. cit., p. 41. 102 S.v. comes. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p.1372. Una información semejante la da L. Pericot, R. Ballester: Historia de Roma. Barcelona 1968, pp 214-215, 350-351. En contraposición tenemos la opinión de J. Guillén: op. cit., p. 522. Habla del comes, como denominación del jefe de las tropas de una provincia fronteriza, cuando ésta es grande. El dux, que era la denominación que se daba al jefe de estas tropas, tiene el título de comes. Sitúa este cargo de comes, a partir de Diocleciano. A partir de Teodosio habla de los suboficiales que pertenecían al Estado Mayor. No nos habla del término en toda su amplitud. 103 Dedi stipendio, frumento, legatis, pro quaestore, cohorti praetoriae hs mille sescenta triginta quinque milia quadrigentos decem et septem unimos. (Cic. Verr. 1, 14)”He pagado para que compren trigo, a los legados, al cuestor, y a la cohorte pretoriana, un millón seiscientos treinta y cinco mil cuatrocientos diecisiete sestercios.” 104 Propius autem iudex erat prefectus legionis, habens comitivam primi ordinis dignitatem, qui absente legato tanquam vicarius potestatem maximam retinebat. (Mod. Brev, 8, 2). “El praefectus legionis era propiamente el responsable de la legión y tiene el privilegio de acompañar a los centuriones de mayor rango. En ausencia del legado como si lo reemplazara desempeñaba sus funciones”. Vegecio utiliza el término comitiva en Mil. 2, 9.

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CORNICEN (XVI, 1, 2, 3. XVII, 1). El que toca el cuerno105. Es un compuesto de cornu- + cen (cano)106 (OLD). Varrón107 hace

referencia a la etimología: “Por la acción que marca el verbo canere, recibieron su denominación los trompetas, los clarines, los tocadores de cuerno y los flautistas; es propio de todos estos, tocar un instrumento”.

El primer elemento del compuesto, hace referencia al instrumento que el soldado tocaba. El origen del cornu, en griego kevra", es etrusco108. Los romanos lo tomaron de ellos109. S. Perea Yébenes110 hace una descripción del cornu: instrumento de bronce, curvo o mejor espiral, cruzado diametralmente por una barra que el cornicen apoyaba en su hombro, de modo que una vez embocado el instrumento quedaba vertical por encima de la cabeza. Siguiendo a este autor, muestra la labor que tenían los músicos en el ejército. Actúaban en la instrucción y lo que llama “ código de señales acústicas”, propio de la vida castrense y del campo de batalla, además el número de músicos era elevado111, debido al sistema de relevos y su dispersión por las distintas centurias.

Se presupone, que en las paradas militares tocaban música artística y también, en ceremonias religiosas, como comparsas de la liturgia. Por su forma y por su escala fónica hay que asignar a la tuba, más protagonismo que al cornu112.

Modesto define las funciones del cornicen: “Cuando lo cornicines dan la señal, se ponen en movimiento, no los soldados sino las enseñas a que éstos están obligados a seguir”. “El cornu suena cuando las enseñas se ponen en marcha, o cuando se desea que se detengan en la marcha” (Mod. Brev.16,

105 Cf. Y. Le Bohec: op. cit., pp. 63, 68-69. 106 Sobre la composición ver A. Meillet y J. Vendryes: op. cit., pp. 424-431. 107 Nec sine canendo< tubicines, liticines, cornicines>, tibicines dicti: omnium enim forum quodam canere; etiam bucinator a vocis similitude et cantu dictus. (Varr. L. L. 6, 75). 108 Lo encontramos en las urnas etruscas de Volterra. 109 S.v. cornu. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1512 110 Cf. S. Perea Yébenes: op. cit., pp. 274-279. 111 Cf. Itaque ex copia tubicinum et cornicinum numero quinque quam velocissimumos delegit. (Sall. Jug. 93. 8). “Elige la cantidad de cinco del grupo de los tubicines y de los cornicines, los que eran los más veloces”. 112 Catulo lo emplea: Multis raucisonos efflabant cornua bombos. (Catul. 64. 263). “Muchas emitían con los cuernos sonidos graves”. Catulo hace referencia al sonido grave del cuerno.

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2 y 3) 113. En el relieve de la columna de Trajano, los músicos que acompañan a los estandartes son casi siempre cornicines.

Otra función es: “El toque de la tuba marca el inicio de las guardias y el del cuerno anuncia el relevo después de cumplir el turno”. (Mod. Brev.17, 2).

En cambio Polibio114, asigna la función de marcar los cambios de guardia, a la bucina, en vez del cornu.

César115 también, asigna la función de marcar el cambio de guardia, a la bucina. Modesto confunde la bucina con el cornu, por lo que se deduce, tras los testimonios de Polibio y César. La confusión116 a la hora de nombrar, al bucinator y al cornicen y sus respectivos instrumentos, es algo habitual en los autores romanos.

Los cornicines, en el ejército romano, iban sobre todo a pié. En la columna trajana estos músicos aparecen representados a pié, aunque en otros relieves, como en el arco de Constantino, aparecen montados en caballos117.

DISCIPLINA (III, 1. VIII, 2). Disciplina118

113 Cornicines quotiens canunt, non milites sed signa ad forum optemperatt nutum movenda sunt signa, cornicines canunt. Cum autem moverentur signa aut iam mota figenda sunt, cornicines canunt. A tubicine omnes vigiliae committuntur et finitis horis a cornicine revocantur. 114 o( ga\r tau/thj taci¿ arxoj th\n e)pime/leian poieiÍ tai tou= kata\ fulakh\n boukana=n. (Polib, 6, 35, 12). “Porque es un centurión el que, al son de la trompeta debe indicar los turnos”. 115 Quae re animadversa Varus et terrore exercitus cognito, buccinatore in castris et paucis ad speciem tabernaculis relictis, de tertia vigilia silentio exercitum in oppidum reducit. (Caes. B. C. 2. 35 ). “Cuando Varo se dio cuenta de la situación y conoció el miedo del ejército, después de dejar en el campamento un bucinator, y unas pocas tiendas para dar una apariencia falsa, avanzada la noche, en silencio conduce al ejército a la plaza”. En este texto se deduce que se deja el buccinator para dar apariencia de que durante la noche está el ejército, ya que es él el encargado de marcar los cambios de guardia, y mientras los demás se marchan en silencio. 116 Cf. J. Luque: op. cit., p. 197. Trata sobre la confusión de los términos: cornicines y bucinatores. 117 S.v. cornu. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1513. 118 Cf. G. Brizzi: Il Gerrero, l'oplita, il legionario. Tattiche, mentalità, percosi ideali negli eserciti del mondo classico (VII sec. a. C. – II sec. d.C.). Bologna 2002. R. Cowan: Roman Legionary 58 B.C- A.D 69. Oxford, 2003. Este autor hace un estudio sobre el legionario de época imperial, alistamiento, entrenamiento, paga, la vida en campaña...etc. A. Goldsworthy: Las guerras Púnicas, p. 54. Este autor habla de la disciplina militar durante las

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Existen varias teorías acerca del origen del término. R. de Miguel119 lo

deriva de discipulus [por discibulus de disco], a su vez deriva de disco [de la raíz de dic- = deik- = a ser enseñado. Otra propuesta, lo relaciona con otro origen: [discipulus + -ina], discipulus [dis + capio + -ulus], capio [cf. kavptw] (OLD)

Ernout- Meillet120 hace derivar disciplina de discipulus, éste último procede de disco. Los antiguos asocian este término al verbo disco, a quien el sentido lo asocia estrechamente. Semánticamente, es difícil de mantener su derivación etimológica con discapio.

Varrón121 hace alusión a la etimología: “Del verbo ducere, (conducir) viene docere (enseñar), disciplina (instrucción) y discere (aprender), con el cambio de letra”.

El vocablo disciplina tiene dos significados122, uno usual: educación, instrucción, y otro más específico, que por metonimia adquiere: ciencia, doctrina, la misma facultad de aprender, éste es el significado que encontramos en Modesto, concretamente con el significado de disciplina militar. Este uso es también propio del latín clásico, lo encontramos en Cicerón123, Livio y Tácito. El soldado necesitaba de la disciplina militar, para Guerras Púnicas. En este periodo era muy dura, aunque desde tiempos muy tempranos, los ejércitos romanos tenían una rígida rutina diaria. C. Freeman: op. cit., p. 119. Este autor habla de la disciplina del ejército romano a finales del siglo I d.C. Sobre la disciplina del soldado, en época republicana e imperial. 119 S.v. disciplina. R. de Miguel: op. cit., p. 296. 120 S.v. disco. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 315 121 ab ducendo ducendo docere disciplina discere litteris commutatis paucis. (Varr. L. L. 6, 62). Isidoro relaciona el término disciplina con el verbo disco: Discipulus a disciplina dictus: disciplina autem a discendo vocata. (Isid. Orig. 10, 67). “Se le da el nombre de discípulo porque sigue una disciplina: se utiliza el término disciplina, por la acción de aprender”. 122 S.v. disciplina. A. Fornicielli / I. Furnaleto / F. Corradini / I. Perin: op. cit. pp.148-149. 123 En el ejemplo que sigue de Cicerón tenemos los dos usos de disciplina, como uso propio es el primer es término: disciplina, como uso específico, es el segundo término: disciplina. Qui e ludo atque pueritiae disciplinis, bello maximo atque acerrimis hostibus, ad patris exercitum atque in militiae disciplinam profectus est”. (Cic. Pro leg. Manil. 10, 28).” Este hombre dejó la escuela y la educación escolar para luchar con su padre y aprender la disciplina militar en una gran guerra y con adversarios durísimos”“ si quid in te nostri sanguinis est, recusare censeam, quin disciplinam militarem culpa tua prolapsam pona restituas- i, lictor, deliga ad palum. (Liv. 8, 7). “ Si mi sangre corre por tus venas, no creo que tú te opongas a reestablecer con tu castigo, la disciplina militar, que ha caido por tu culpa, ve, líctor, y átalo al poste”.” Ut seditionem attigit, ubi modestia militaris, ubi veteris disciplinae decus, quonam tribunos quo centuriones exegissent, rogitans, nudant universi corpora, cictrices

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poder distribuirse por manípulos. Es un requisito para poder acoplarse en el manípulo. Los griegos no fueron capaces de organizarse por manípulos, porque carecían de la disciplina romana124.

La disciplina125 era muy dura, el soldado en sus marchas, debía llevar sus armas, el alimento de más de quince días, equipaje y utensisilios para el campamento126. Los soldados127 no pueden casarse, y si están casados no puden cohabitar con sus esposas. Septimio Severo autorizará el matrimonio de los militares, privando de este derecho, a los cuerpos auxiliares y a la marina.

DRACONARII (VI, 3. IX, 1) El que lleva la insignia llamada draco. R. de Miguel128 lo deriva de draco -onis, a su vez este término, es un

préstamo latinizado del griego dravkwn, Este término tiene dos significados129, uno común como serpiente o dragón130 y otro que adquiere por metonimia en

ex vulneribus, verberum notas exprobant. (Tac. Ann. 1, 35, 15). “Cuando se refirió a la sedición, y preguntaba dónde estaba la modestia militar, dónde el honor de la antigua disciplina militar, a dónde habían echado a los tribunos y centuriones, se desnudan todos y le echan en cara las cicatrices de las heridas y las marcas de los golpes”.Modesto utiliza disciplina, con el mismo significado. “Disciplina, severitas, exercitus non solum peditum sed etiam equitum legionariorum praecepto eius quotidie curabatur”. (Mod. Brev. VIII, 3). “Se ocupaba diariamente de la disciplina, del castigo y de los ejercicios tanto de la infantería como de la caballería legionaria”. 124 Cf. H. Delbrück: op. cit., p. 274. En este concepto coincide: F. E. Adcock: op. cit., p. 10. 125 Valerio Máximo 2, 7 dedica todo un capítulo a exponer la disciplina de los grandes caudillos romanos, como la de los Escipiones, Metelo Numídico, A. Aurelio Cota; P. Rupilio, Q. Fulvio Flaco, A. Postumio Tuberto, y Manilio Torcuato, L. Quintio Cincinato, L. Papirio Cursor, L. Calpurnio Pisón, Q. Metelo Macedónico, L. Emilio Paulo, y el senado romano. 126 Nostri exercitus primum unde nomen habeant, vides; deinde qui labor, quantus agminis: ferre plus dimidiati mensis cibaria, ferre, si quid ad usum velint, ferre vallum;... Cic. Tusc. 2.37). “Observa qué significado primero tiene el término que designa a nuestro ejército, se refiere a un tipo de esfuerzo y de gran magnitud que realizaba el éjercito en marcha: llevaban el alimento de más de quince días, todo lo que necesitaban para su uso personal, además de las estacas para la empalizada... 127 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 476. 128 S.v. draconarius. R. de Miguel: op. cit., p. 309. 129 S.v. draconarius. A. Fornicielli/ I. Furnaletto/ F. Corradini / I. Perin: op. cit.,p. 199. 130 Draco como término es definido por Isidoro: “draconem Graeci dravkonta vocant; unde et derivatum est in latinum ut draco diceretur” (Isid. Orig. 12, 4, 4). “Los griegos utilizan como significante para el concepto de dragón el término drajkwn, ése es el origen del término latino draco. Paulo Festo lo define: Dracones: dicti ajpo; tou' dejrkesqai, quod est videre. Clarissimam enim dicuntur habere oculorum aciem. (S.v.. dracones. P. F. 59). “Se les da el

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el lenguaje técnico militar: es el que lleva131 la enseña132 de una cohorte. El término draconarius, es de uso tardío, si nos remitimos a la definición de Niermeyer133

Vegecio sitúa a los draconarii134, en el mismo cuerpo que los signiferi, con los que los identifica, posteriormente también lo hace Modesto135: “Los signiferi son quienes llevan las enseñas, ahora se les llama draconarios”. Este cuerpo es asignado en Modesto, a la infantería136.

No disponemos de ningún medio, para contrastar esta opinión, ni se puede distinguir la función de las muta signa que él enumera: aquilae, dracones, vexilla, flamulae, tufae, pinnae, que se oponen a los signa vocalia, que son las órdenes dadas de viva voz y a las semivocalia, que son las señales dadas con los instrumentos: cornu, bucina, tuba.

Ya los Sármatas137 y los Partos138 utilizaban el dragón como insignia. A partir del Imperio, junto al águila139, que es la insignia de la legión, se utilizan otras insignias de animales, para dirigir los destacamentos, que forman la legión.

La utilización de insignias de animales, por influencia de Oriente, tiene su apogeo, en época de los Severos. De entre las insignias de animales, la que triunfa sobre todo a partir de Juliano, es el draco. Modesto140 asigna los dragones, a cada una de las cohortes y el águila como insignia de la legión.

Conviene que hablemos de los signiferi, ya que es con éstos, con los que se identifica a los draconarii. S. Perea Yébenes141 define así el signifer: “es el portador del emblema o signum correspondiente a cada manípulo (dos

nombre de dracones, a las serpientes, por el verbo griego dejrkesqai, en latín el equivalente es el verbo videre. Pues tienen una mirada penetrante”. 131 Amiano Marcelino utiliza el derivado draconarius: Torquem, quo ut draconarius utebatur, capiti Julián imposuit. (Amm. 20, 4, 17). “ Invistió a Julián con un collar, que llevaba en calidad de draconarius). Vegecio utiliza el derivado en su obra Mil. 2, 7 y 13. 132 Cf. O. Stoll: op. cit., pp. 107-118. G. Webster: op. cit., pp. 105-115. 133 Cf. J. F. Niermeyer: Mediae Latinitatis Lexicon Minus, Leiden, 1976, p. 359 134 S.v. signa militaria.Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1321 135 Signiferi qui signa portant, quos nunc draconarios vocant (Mod. Brev. 6, 3). 136 Mod. Brev. 13, 1: Omnes autem signarii vel signiferi quamvis pedites sint...” Todos los signarii o signiferi, aunque pertenecen a la infantería...” 137 Columna Trajana, Cichorius, pl. XVII, XIX, XXIII, XXIX, XLI, LV, LVII, LVIII. 138 Columna Antonina, Petersen, pl. LXIII B, LXIV A y B, LXV A. 139 S.v. signa militaria. Ch. Daremberg / E. Saglio: Dictionnaire des antiquitès grecques et romaines. Paris. 1969, pp. 1310, 1311, 1316. 140 Mod. Brev.. 13, 1. 141 Cf. S. Perea Yébenes: op. cit., p. 308.

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centurias). Cuya función en el combate es ir indicando el camino a seguir siguiendo las órdenes de los jefes”.

Este autor explica la doble función que tenían, bien como puesto táctico, bien como empleado de la administración, como administradores de la Caja de la legión. En la escala militar, se sitúan entre los principales, que son los candidatos para ocupar el puesto de centurión o de aquilifer.

La formación142 y el propósito del manípulo llevó, a los romanos a la invención de los estandartes en la batalla, esta práctica era ajena a los griegos, pero no a los persas. Bajo ninguna circunstancia, el soldado se podía separar de su manípulo; por esta razón, a cada manípulo se le daba un estandarte como punto de referencia. El estandarte servía de ayuda, para la formación en línea. No iba lejos del manípulo, cuando el ejército iba en marcha.

EXERCITUS (V, 2, VI, 3, VIII. 1,VIII, 3, XVI,2, XIX,1) Ejercicio, ejército.

Es un sustantivo derivado del verbo [arceo + el sufijo –tus143, cf

ajrkevw]. El significado primero, del término es ejercicio, sobre todo se refiere al ejercicio militar. De su significado abstracto, se pasó al concreto con el significado de ejército, según Ernout-Meillet144

.

Este primitivo significado lo encontramos en Plauto145. El primitivo significado abstracto, aparece en un ejemplo de la obra de Modesto146. El resto de ejemplos, donde aparece exercitus, tiene el vocablo un uso clásico.

El gramático Cassiodoro147 habla de la etimología de este término “Los términos exercitus y exercere no tienen “s” en su formación, pues

142 Cf. H. Delbrück: op. cit., pp. 275 y 279. Expone la función del estandarte, durante la batalla cuerpo a cuerpo; el soldado miraba de frente al enemigo y a lo más de reojo, a la derecha e izquierda de sus flancos, para comprobar que no había perdido de vista a sus compañeros, el estandarte en este caso no pretendía mantener el buen orden durante la lucha.La principal función del estandarte era que el soldado bajo ninguna condición se apartara del manípulo y servir de ayuda para la formación en línea. Sobre el uso del estandarte en la batalla, ver: S. Perea: op. cit., pp. 308. R. Cagnat: op. cit., p. 185 . Y. Le Bohec: op. cit., p. 67. 143 Para el estudio del sufijo ver P.Montaile: op. cit., p. 227. 144 S.v. arceo. A .Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 77. 145 Pro exercitu gimnástico et palaestrico hoc habemus: echinos... (Plaut. Rud. II, 2). “Éste es nuestro ejercicio gimnástico y paléstrico: cogemos erizos... 146 disciplina, severitas, exercitus non solum peditum de etiam equitum legionariorum praepecto eius quotidie curabantur (Mod. Brev. 8, 3). “Se ocupaba diariamente de la disciplina, del castigo y de los ejercicios tanto de infantería como de la caballería legionaria”.

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simplemente no tienen una “s” ni uno, ni otro. Exercere viene de ex y arcere, como el término exercitus, este ejercicio se sometía a una cierta disciplina, de donde exercitatio”.

Acerca del origen del significado de exercitus, habla Cicerón148: “Observa qué significado primero tiene el término que designa a nuestro ejército, se refiere a un tipo de esfuerzo y de gran magnitud, que realizaba el ejército en marcha: llevaban el alimento de más de quince días, todo lo que necesitaban para su uso personal además de las estacas para la empalizada... ¿qué decir de la ejercitación de la legión? ...”.

Hasta tal punto se identifica la actividad149 y el ejercicio, con la vida castrense, que el sustantivo exercitus ha pasado, de su sentido abstracto “ejercicio”, al concreto “soldados reunidos por el ejercicio”. Hablar del ejército, es hablar del arte de la guerra en Roma, es hablar de su composición, funcionamiento y disposición en el orden de batalla. Todo este estudio léxico se centra, en explicar alguno de los elementos, que lo componen de manera detenida.

Me resta decir, que el propósito de comentar este término, es hacer ver el primitivo significado que tenía exercitus. El primitivo significado abstracto, “ejercicio” lo utiliza Modesto, junto con el significado concreto y más habitual que es el de “ejército”.

147 Exercitus et exercere non habet “s” in compositione, quia simplicia quoque “S” similiter non habent. Etenim exercere est ex “ex” et “arcere”, , ut exercitus qui sub disciplina certa arcetur, unde exercitatio. (Cassiod. De Ortografía, VII, 204, 7-10). 148 Nostri exercitus primum unde nomen habeant, vides; deinde qui labor, quantus agminis: ferre plus dimidiati mensis cibaria, ferre, si quid ad usum velint, ferre vallum;... quid? Exercitatio legionum, quid? (Cic. Tusc. 2.37). 149 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 457.

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FERENTARII (XII, 3. XV, 1). Cuerpo de infantería ligera. Ferentarius, probablemente, proceda de [ferent- de ferio, como parens

de pario+ -arius.] (OLD). En latín el derivado de ferens, ferentarius, se forman con el sufijo –arius.

Esta formación150, en donde se une el sufijo – arius, a un participio, es usual en latín: praesentarius; sobre todo en el lenguaje militar, es habitual hacer derivados con el sufijo –arius: triarius, torquarius, rorarius… ect. Varrón151 da una definición del término: “Se le da el nombre de ferentarii por el hecho de llevar un objeto ligero y que no pesa. O bien porque se le da el nombre de ferentarii a los equites, por el tipo de armas que llevan, como si hiciera referencia a un arma arrojadiza (que se lanza)”.

Voy a hacer, un poco de historia de esta palabra. El término merece una explicación en profundidad. Ya que se utiliza con diversos sentidos. El vocablo en su origen, de acuerdo con Varrón152 y Paulo Festo153, era el nombre que se le daba a los accensi154, los que ocupaban los últimos lugares.

El término ferentarius se asocia con el verbo ferre, con la acción de llevar, porque ellos en sus orígenes eran simples sirvientes, que gradualmente se van convirtiendo en asistententes más importantes.

En los tiempos de Servio Tulio155, los accensi velati se adscribían a las legiones como suplementarios, yendo a la guerra pero sin armas, para reemplazar a los muertos o enfermos. En un principio los ciudadanos se tenían, que armar ellos, los accensi velati, como eran pobres llevaban un palo, o lanzas, o jabalinas, que hacían con las ramas, formando una infantería ligera. Con el tiempo los accensi velati, pudieron procurarse armas más eficaces que los hondas o palos, se proveyeron de jabalinas y lanzas como los triarios. 150 S.v. ferentarius. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., pp. 402- 403 151 Ferentarium a ferendo id est inane ac sine fructu; aut quod ferentarii equites hi dicti, qui ea modo habent arma, quae ferrentur, ut iaculum. (Varr. L. L. 7, 57). 152 Las distintas denominaciones, que da Varrón a este cuerpo de soldados, las encontramos en Varr. L. L. 7, 56/57/58. Los llama: adscripti, supernumerarii, en Varr. L. L. 7, 56. Ferentarii, en Varr. L. L 7, 57. Rorarii, accensi en Varr. L. L 7, 58. 153 Paulo Festo identifica a los ferentarii, con los accensi velati, ( S.v.. velati. P. F. 506). Hace un despliegue de los distintos nombres con los que se identifica a este cuerpo de soldados. Los denomina: adscripticii, accensi, velati, ferentarii, rorarii. (S.v.. adscripticii. P. F. 13). 154 Cf. H. Delbrück: op. cit., p 267. 155 Cf. J. Guillén: op. cit., pp. 416-417, 436-439, 574.

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En la época en el ejército formaba en falange, ocupaban los últimos puestos. Después que se establece la organización manipular, su lugar está detrás de los triarios. También, ocupaban los últimos puestos.

La función de los últimos era casi la de dar solidez, al ejército. En este sentido recibieron diversos nombres: accensi, adscripti, supervacanei, supernumerarii, Varrón los llama ferentarii, también se les llama rorarii156.

Si seguimos esta teoría, los ferentarii se identifican con los rorarii. Después los rorarii, cambian su nombre por el de velites157, pero este cambio de nombre llevó consigo algún tipo de cambio158 que no está claro. La cronología de aparición de este nombre hay que buscarla en el año 211 a.C. Si se sigue a Tito Livio159.

A partir de Mario, se crearon cuerpos específicos de infantería ligera: sagittarii, funditores... La infantería ligera de Cesar y de Pompeyo la formaban extranjeros, en calidad de auxilia. Ya desaparece la infantería ligera de la legión, ahora son los auxilia, los que forman la infantería ligera.

Si la infantería ligera ha desaparecido de la legión, la pregunta que surge es ¿por qué se emplea el término ferentarii? En mi opinión, los autores latinos siguen utilizando el término ferentarii, pero con un sentido distintinto. Como en la antigüedad formaban la infantería ligera, ahora por metonimia indica las tropas armadas a la ligera frente a la infantería pesada. Ya no se refiere el término a su primitiva función en el ejército. Se refiere a la función de los auxilia. En los diccionarios encontramos el significado, que se da a los ferentarii160, son los soldados armados a la ligera o con hondas y piedras, o con arco y flechas. En el combate entran en categoría de auxiliares.

Plauto161 utiliza en sus comedias, este término con el sentido primitivo de accensi (ayudante162): “Pues creo que has encontrado en tu amigo un auxiliar”. Salustio163 utiliza el término con un sentido general, con el significado de tropas armadas a la ligera (levis armatura): “Después que se

156 S.v.. ferentarius. C. T. Lewis / T. Short: op. cit., p. 736. 157 Cf. H. Delbrück: op. cit., p. 278. 158 Sobre la probabilidad de que estos dos términos fueran sinónimos ver: A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, pp. 51-52. 159 Institutum ut velites in legionibus essent (Liv. 26, 4). “Se decidió introducir a la infantería ligera con el nombre de velites a la legión”. 160 S.v.. ferentarius. R. de Miguel: op. cit., p. 373. S.v. ferentarius. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin: op. cit., p. 452 161 Nam illum tibi ferentarium esse amicum inventum intellego. (Plaut. Trin. 2, 4, 55). 162 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 432. 163 Postquam eo ventum est, unde a ferentariis proelium conmitti posset. (Sall. Cat. 60).

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llegó allí, donde flecheros y honderos (la levis armatura), podían entablar combate”.

Tácito opone la infantería ligera, bajo el nombre de ferentarii, a la infantería pesada164. De las mismas definiciones de los autores latinos advertimos, que los ferentarii pertenecen a las tropas ligeras. Es importante165 señalar, que este término no lo utiliza, ni César, ni Tito Livio.

Vegecio al igual que Modesto hablan de este término, como de un uso antiguo, en la organización del ejército. Este dato se ve más claro en Vegecio166: “Había también en la antigüedad, entre los infantes, unos soldados que armados a la ligera recibían el nombre de funditores y ferentarii”.

Vegecio en Mil. 2. 15 y Modesto167, en Brev. 12, 3, utilizan este vocablo, refiriéndose a los soldados armados a la ligera, uso que ya encontramos en Salustio y Tácito, quienes utilizan el vocablo con un significado general, identificándolo con la levis armatura. Formendo parte de los auxilia. Vegecio y Modesto, sitúan a los ferentarii (la levis armatura), a diferencia de Salustio y Tácito, en la legión.

Vegecio y Modesto dan el nuevo nombre a los ferentarii: sagitarii y iaculatores. Su nueva ubicación, ahora es en la legión, en la tercera línea, del orden de batalla. Antes – a partir de Mario- la levis armatura, formaba los auxilia168, que durante el imperio forman cohortes y alas. Claro está, teniendo en cuenta el nuevo significado que adquiere, como levis armatura, no refiriéndose a los accensi velati.

Si nos atenemos a las definiciones de los autores latinos, discrepan169 entre sí para hablar de este término. Varrón asocia este vocablo a la caballería, Vegecio y Modesto se refieren sólo a la infantería.

164 ...ferentarius gravisque milites... (Tac. Ann. 12, 35). “La infantería ligera y la infantería pesada.” 165 S.v. ferentarii. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit. p.1042 166 Erant tamen apud veteres inter pedites qui dicebantur levis armaturae, funditores et ferentarii...”. Veget. (Mil. 1. 20).

167 Tertius ordo disponitur… de bonis iaculatoribus, quos antea ferentarios ominabant. (Mod. Brev. 12, 3). : “El tercer orden pertenece a la infantería ligera… con sus buenos honderos que ahora llaman ferentarii” 168 Cf. D. B Saddington: The devolevent of the Roman auxiliary forces from Caesar to Vespasian. 49 b.C – a.C 79. Hare: University of Zimbabwe Press 1982. P. A. Holder: Studies in the auxiliaries of the Roman Army from Augustus to Trajan. Oxford: B.A.R, 1980. 169 El hecho de que se discrepe sobre su relación, con la caballería, proviene del significado que tanto Vegecio como Modesto, le dan al término. Estos dos autores, utilizan el vocablo ferentarii, con el sentido que le da Salustio y Tácito, con el sentido de levis armatura. en ningún momento relacionan, a los ferentarii (los rorarii) con los velites, que era el nuevo nombre, que adquiría, la infantería ligera de la legión a partir del 211 a.C., si seguimos la

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En mi opinión, esta discrepancia radica en que tanto Vegecio como Modesto, no identifican170 a los ferentarii (los rorarii), con los velites, que es la designación, que se le da a la infantería ligera, que forma parte de la legión, a partir del 211 a.C., siguiendo la cronología que da Tito Livio. Aunque, a los ferentarii, al igual que a los velites, los sitúa en la infantería ligera.

FIDUCIA (IV, 1) Confianza en sí mismo, seguridad.

Procede de [*Fiducus (Fido; cf. Caducus)+ el sufijo –ia171 (OLD). Es

sinónimo de audacia172 por el sentido. La raiz es la misma que la del griego Peivqw, Peivqomai = persuadir.

Se refiere a una cierta seguridad y esperanza, aunque es más que una esperanza173. Este término se utiliza en todas las épocas174 sin cambios en su

cronología de Tito Livio. Los velites podían ir a caballo, hecho que atestigua Modesto: Velites autem erant iuvenes levi armatura, corpore alacri qui ex equis optime missilia dirigebant; hi equis praecurrentibus ad latiores lanceas vel maiora spicula belvas occidebant. (Brev. 19, 4). “Los velites eran jóvenes atrevidos y veloces, que mataban a las fieras desde sus caballos entregados a la carrera, con lanzas provistas de un largo hierro o con grandes jabalinas”.Varrón, que es anterior, ya relacionaba a los ferentarii con la caballería: Ferentarium a ferendo id est inane ac sine fructu; aut quod ferentarii equites hi dicti, qui ea modo habent arma, quae ferrentur, ut iaculum. (Varr. L. L. 7, 57). “Se le da el nombre de ferentarii por el hecho de llevar un objeto ligero y que no pesa. O bien porque se le da el nombre de ferentarii a los equites, por el tipo de armas que llevan, como si hiciera referencia a un arma arrojadiza (que se lanza)”. Así que tal discrepancia, no lo es tal, si tenemos en cuenta, que no relaciona a los ferentarii, con los velites. 170 Sobre la coincidencia de ambos términos, c.f. H. Delbrück: op. cit., p. 278. Sobre la probabilidad de que estos dos términos fueran sinónimos ver: A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, pp. 51-52. 171 Sobre el sufijo –ia ver P. Montaile: op. cit., p. 196. 172 S.v.. fido. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., . p. 415. 173 S.v. fiducia. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / Perin : op. cit., . p. 477. 174 Hoc se colle Galli fiducia loci continebant. (Caes. 7. B.G. 19).”Los galos permanecían en esta montaña, por la seguridad del lugar.”Quod genus, fidentia contrarium est diffidentia et ea re vitium est; audacia non contrarium, sed appositum est ac propinquum et tamen vitium est. (Cic. Inv. 2, 165). “Por ejemplo, a la confianza en sí mismo se opone la inseguridad, que es precisamente por ello un defecto. Próxima y cercana aunque no contraria a ella, está la audacia, que sin embargo es un defecto.”Iam de te spem habeo, nondum fiduciam. (Liv. 45, 8,6). “Tengo en ti confianza, todavía no es plena. “ Tanta in illis erat exercitatio, tanta fiducia, ubi cuivis bello duae legiones crederentur sufficere posse. (Mod. Brev, 4, 1). “Se confiaba plenamente en la fuerza y en la disciplina de estas dos legiones a la hora de emprender cualquier batalla.”

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significado, aparece en César, Cicerón, Livio, además de Vegecio y de Modesto.

Este término es usual en el arte de la guerra, la fiducia era imprescindible, como se puede deducir de los autores latinos, para emprender una guerra. Está presente en el vocabulario, que se utilza en las tácticas militares.

Virtus, pietas, fides175, disciplina es el ideal176 romano y domina todos los aspectos de la vida: no sólo la militar también la familiar y la social.

FLAMMULA (I, 1) Pequeña llama, por extensión bandera El término proviene de [flamma + el sufijo –ula177] (OLD). Es un

diminutivo de llama178, entre sus significados hay un uso propio y clásico:

“llama179“. Frente a este uso clásico, en autores latinos más tardíos, aparece el

significado de bandera, ya por la forma de la llama, ya por su color púrpura. Modesto180 lo utiliza “Otros destacamentos (vexillationes) se les llama así, por las velas o banderines de tela que le sirven de enseña”.

Derivado de flammula aparece flammularius, utilizado por los escritores de la antigüedad tardía; designa a los soldados, que llevaban en la punta del asta, un trozo de tela de color púrpura181.

Vegecio182 utiliza este término para designar al vexillum, que es el emblema de la caballería. El motivo, que asocie el vocablo flammula al término vexillum, era porque este estandarte era de color rojo, del color de la sangre; era muy apropiado este emblema, para la guerra.

175 Cf. E. S. Gruen: “Greek pi/stij and Roman Fides” Athenaeum 60, 1982, pp. 50-60. G. Freyburger: “ Fides et potestas: pi/stij e)pitroph/” Ktema 7, 1982, pp. 177-185. 176 Cf. P. Grimal: op. cit., p. 74. 177 Cf. P. Montaile: op. cit., p. 196. 178 S.v. flammula. A. Forcellini / I.Furlanetto / F. Corradini / I. Perin: op. cit, p. 496. 179 Cicerón lo usa: Timagoras Epicureus negat… duas ex lucernas flammulas esse visas. (Cic. Acad. 2, 25, 80) “ Timágoras el epicúreo dice que él no ha visto realmente las dos pequeñas llamas saliendo de la lámpara”. 180 Quae vexillationes vocantur a velo, quia velis, hoc est, flammulis utantur. (Mod. Brev. 1, 2). 181 Flammoura/oi, w=)n epi\ th=j a(/kraj tou= do/ratoj fainika\ r)a/kh e(\ch/rthnto. “Los flammularii, llevaron en la punta de su asta un trozo de tela de color púrpura”. (Lid. De mag. Rom.1.46). 182 S.v. signa militaria. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1314.

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Como flammula y vexillum designan el mismo concepto, para comprender mejor el primer término, conviene explicar el segundo. El término vexillum, procede de Vexillum-i [cf velum-i. Velum-i [de dudoso origen] (OLD.) Velum del cual deriva vexillum, procede, o bien de veho, o bien de vestis, aunque ambas derivaciones son una hipótesis.

Significa183 estandarte184 o bandera, hecho de una pieza de tejido cuadrada, atada a una vara horizontal, como la vela se une a la vara, y es la insignia de la caballería, o de las tropas auxiliares.

Cicerón185 explica la etimología de velum: “¿Cómo vuestro antepasado Axilla, se convirtió en Ala, sino por aversión a una letra bastante desagradable? Letra que también de maxillae, taxilli, vexillum y pauxillum ha arrancado el uso elegante de la lengua latina.”

Paulo Festo186 e Isidoro coinciden con Cicerón, cuando explican, origen del vocablo vexillum.

FUNDITORES (XII, 6. XIV, 1. XIV, 2. XIX, 5). Cuerpo de soldados, que forma parte de la infantería armada a la ligera.

Los armados con la honda.

Es un derivado de funda+ el sufijo-to187, como ianitor es derivado de ianus188. Es un término técnico, sinónimo del griego sfendovnh. , ambos términos tienen la misma raíz.

Este arma procede de las Baleares, según la información que proporcionan los distintos autores189 latinos. Egipto y Asia utilizaban la

183 S.v. flamma. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 425. 184 Cf. O. Stoll: op. cit., pp. 107-118. G. Webster: op. cit., pp. 105-115.Y. Le Bohec: op. cit., p. 67. 185 Quo modo enim vester Axilla Ala factus est nisi fuga litterae vastioris? Quam litteram etiam e “maxillis”et “taxillis” et “vexillo” et “pauxillo” consuetudo elegans Latini sermonis evellit (Cic. Orat. 153). 186 Vexillum deminutivum est a velo (S.v.. vexillum. P. F. 519) “El término vexillum es un diminutivo de velum.” Isidoro de Sevilla da una definición semejante: vexillum est ipsud signum bellicum, tractum nomen habens a veli diminutione. Quasi velxillu (Isid. Orig.18, 3 ,5). “El vexillum es también un estandarte militar, cuyo nombre ha sido tomado de la forma diminutiva de velum; es como si se dijera velxillum.” 187 Sobre este sufijo ver P. Montaile: op. cit., p. 206. 188 S.v. funda. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 463. 189 Empezamos por César y Salustio hasta llegar a Modesto. Funditores Baleares subsidio oppidanis mittit. (Caes. B. G. 2, 7). “ Envía en ayuda de la ciudad a los honderos de las Baleares”. In sinistra parte A. Manilius cum funditoribus et sagittariis, praeterea cohortis

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honda, los griegos usaron este arma desde el periodo micénico; hay diferentes tipos de hondas, la más sencilla se componía de una única correa en el centro, para contener el proyectil, que era una pieza de cuero en forma de bolsillo unida a dos cintas en piel, a dos cuerdecillas de lino,o de crin, o de cadenas de metal190.

Modesto191 menciona entre las armas de los funditores: el fustibalus y la funda. En otro capítulo, Modesto define el fustibalus192, pero atribuye el uso de este instrumento de guerra a los fustibalatores, que los considera en la misma línea de batalla, que los funditores, hecho que también atestigua Vegecio, en el 3, 14. La conclusión es que tanto los funditores como los fustibalatores, utilizan el fustibalus. Tanto en Vegecio como en Modesto, forman parte de la legión, en la época imperial, estas tropas auxiliares, formaba alas y cohortes.

El fundibalus es la transformación de esta honda, en máquina de guerra, del tipo del onagro. Los proyectiles que lanzan los soldados romanos, según Modesto, eran de piedra, costumbre que fue común en todos los periodos, mientras en Grecia, se usaban de bonce o de plomo. En Roma, en la columna Trajana los funditores, aparecen armados con piedras.

HASTATI (VII, 1. XI, 4. XII, 2)

Armado de lanza, de pica, de asta193.

Provine de [hasta+ -atus194] (OLD). En griego, recibe el nombre de logcofovro"195. Varrón196 atribuye el origen de hasta, al verbo asto. Este

Ligurumcurabat . (Sall. Iug. 100). “ Manilio ejercía el mando en la izquierda, con los honderos y saeteros, además sobre las cohortes ligures”. Ferentarii autem armaturae levis et sagittarii et funditores adversarios provocabant, ante aciem procedentes. (Mod. Brev. 14, 1). “La infantería ligera, los Ferentarii, sagittarii y los funditores, procaban a los enemigos, colocándose delante de ellos”. 190 S.v. funda. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1363. 191 Mod, Brev. 19, 5. 192 Mod. Brev. 12, 6. 193 El arma que usaban los hastati, a partir del último cuarto del siglo III a.C., era el pilum. Cf. A. Goldsworthy: op. cit., 2002, p. 51. Sobre el pilum ver M.C. Bishop / J.C.N. Coulston: Roman Military Equipament. London: Batsford, 1993, pp. 48-50. P. Connolly: “Pilum, gladius and pugio in the Late Republic”. Journal of Roman Military Equipament Studies, 8, 1997. 194 Cf. P. Montaile: op. cit., p. 181. 195 S.v. hastatus. A. Fonicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin: op. cit., p. 640.

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término es usual en todas las épocas, como atestiguan los textos. El paso de la formación en falange, a la manera de los griegos, a una organización por manípulos, en el periodo de las guerras del Samnio, es la razón de la existencia de los tres órdenes, en el orden de batalla: los hastati197 junto con los principes y los triarii.

Los más jóvenes forman la sección de los hastati, los principes son los varones más fuertes y los triarii son los de mayor edad. El primer orden, después de Servio Tulio, lo tenían los hastati, el segundo orden era para los principes y el tercer orden era para los triarii. Además se establecen intervalos198 entre los distintos órdenes, para poder luchar de un modo ordenado, y para no entorpecerse en la lucha. Así el espacio199 libre, que deja la primera línea, lo cierra detrás el manípulo correspondiente a la segunda línea. Como resultado, los principes tenían delante de ellos los huecos de los hastati y los triarii los huecos de los principes. Además, el hecho de que se establezcan intervalos posibilita, mejor la disposición de un cierto número de soldados, armados a la ligera en primera línea, esta táctica es de gran utilidad. Modesto200 explica la necesidad de los intervalos, entre un orden y otro, para tener espacio para avanzar o retroceder, en la lucha. La distancia

196 Hastati dicti qui primi hastis pugnabant. (Varr. L .L. 5, 89). “Se les da el nombre de hastati, a los que luchaban en los primeros puestos”. Define además hasta: “ Hasta, quod astans solet ferri”. (Varr. 5, 115). “ Se le da el nombre de hasta, a la lanza por el modo en que se solía llevar (erguida)”. Paulo Festo la define: Hastae subiciebant ea, quae publice venundabant, quia signum praecipuum est hasta. Nam et Carthaginienses cum bellum vellent, Romam hastam miserunt, et Romani fortes viros saepe hasta donarunt. (S.v.. hastae. P. F. 90). “Bajo el hasta colocaban lo que se ponía a la venta pública (subasta), porque es la señal más importanate. Los cartagineses, enviaron el hasta, a Roma declarando la guerra y los romanos con frecuencia recompensaron a los hombres valientes con el hasta”. Isidoro da otra definición de hasta: hasta est contus cum ferro; cuius diminutivum facit hastilia. Nomen autem hasta ab astu sumpsit; unde et astutia. (Isid. Orig.18, 79). “Hasta (lanza) es una pica provista de hierro; el diminutivo de hasta es hastilia. El hasta tomó su nombre de astus, (ardid), de donde deriva también astutia”. 197 Cf. H. Delbrück: op. cit., pp. 272, 273 y 274.

198 En Grecia, la falange se utiliza como unidad táctica, esto obliga a los griegos a que existan intervalos, cuando el ejército se pone en marcha y a que desaparezcan esos pequeños intervalos, cuando se disponen a luchar. Además, otra consecuencia negativa de no usar intervalos en el orden de batalla, es la presencia escasa de las tropas auxiliares en las tácticas de guerra. 199 Sobre el espacio asignado a cada legionario ver A. Goldsworthy: The Roman Army at war, 100 b.C-a.C 200, Oxford, 1996, pp. 179-180. 200 Mod. Brev. 12, 2.

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intermedia, debe de ser de seis pies. Esta distancia201 era la que se dejaba en época republicana, frente a los tres metros cuadrados, que se dejaban en los primeros tiempos.

Livio utiliza el vocablo202 hastati, para referirse al primer orden de la línea de batalla, asigna el segundo orden a los principes, y deja el tercer orden a los triarii.

Modesto203 habla de otra disposición de la legión, en el órden de batalla: el primer orden es para los principes, el segundo para los hastati, para los que se llamaban antiguamente triarii, se les asigna ahora, el sexto orden. Este cambio en el orden, merece una explicación detenida.

En primer lugar, tanto Vegecio como Modesto, incluyen en la legión las tropas auxiliares: Veg. Mil.3,14 y Mod. Brev. 12. Distribuyen la legión en seis líneas, frente a las tres tradicionales, que había en la legión: hastati, principes y triarii.

Otro hecho importante, es la disposición de la primera y segunda línea de batalla. Vegecio204 y Modesto205 asignan el primer puesto a los que se llamaban principes y el segundo puesto a los hastati. Esta situación se refiere a los primeros tiempos. El cambio en el orden de batalla, donde los hastati pasan a la primera fila, es posterior a Servio Tulio.206

Sea como fuere, lo que Vegecio y Modesto dejan claro, es que entre ambos órdenes apenas, hay diferencia en este momento, hablamos de la época tardía, del Imperio. En mi opinión, el hecho de que se asigne el puesto primero a los principes, es algo convencional, porque tanto este orden como el de los hastati, tenían la misma composición.

Lo componían207 hombres de más edad, confiados en su experiencia, protegidos con armas pesadas. Tanto Vegecio como Modesto, no hacen

201 Cf. J. Guillén: op., cit., p. 431. 202 Et nova de integro exorta pugna est, non illa ordinata per principes hastatosque ac triarios. (Liv. 22. 5). “De nuevo se reestableció la lucha, no en la esperada posición de los principes, hastati y de los triarii” . “. De este orden de batalla también habla en 7, 23, 7. 203 Prima acies principum, secunda hastatorum armis talibus docetur instructa. “Se sabe que tanto la primera línea formada por los principes como la segunda formada por los hastati utilizaban las mismas armas”. “. (Mod. Brev. 11, 4). 204 Veg. Mil. 3,14. 205 Mod. Brev. 12,1. 206 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 417. 207 In his duobus ordinibus et aetate maturi et usu confidentes et muniti etiam gravioribus armis conlocantur (Veg. Mil. 14). “ En estas dos líneas se coloca a los de más edad, confiados en su experiencia, protegidos también con armas pesadas. Prima acies principum, secunda hastatorum armis talibus docetur instructa. ( Mod. Brev. 11, 4). “ Se sabe

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diferencia de edad, ni de armas entre estos dos órdenes. A partir de Mario208, desaparece la diferencia entre los soldados. Todos ahora deben estar dotados de las mismas armas ofensivas y defensivas. La asignación a un orden no depende de la edad209, ni de las armas, ni de su clase, sino de la voluntad del jefe.

Estos dos autores dan un salto en el tiempo, contrastan el uso y significado que tenían estos términos, en los primeros tiempos, con la situación de su época. Donde ahora hay seis órdenes en la legión, ya que incluyen a las tropas auxiliares, antes había tres órdenes.

LEVIS ARMATURA (III, 2, XII, 4, XIV, 2, XVIII,1) Tropa armada a la ligera.

Para el estudio de esta expresión levis armatura, nos centramos primero

en levis, adjetivo que se corresponde por la forma y el sentido con ejlacuv"210

, en contraposición Raimundo de Miguel211, lo hace derivar de

lepiv" (corteza). Este adjetivo forma pareja antitética con gravis212

. El segundo término de esta expresión es armatura213, derivado de [armo+ -ura]. A su vez armo es un derivado de [arma + -o]. Arma-orum [*ar- cf. Griego: ajrarivskw] (OLD).

César y Cicerón utilizan214 el vocablo levis armatura, para referirse, a los soldados armados a la ligera. Vegecio en Mil. 3, 14 y Modesto en Brev. que tanto la primera línea formada por los principes, como la segunda formada por los hastati, utilizaban las mismas armas”. 208 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 458. 209 Vegecio y Modesto no hacen diferencia de edad, entre los dos primeros órdenes, pero sí los diferencia con respecto a los demás órdenes, al decir estos dos autores, que las dos primeras líneas son para los varones de más edad. 210 S.v. levis. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 628-629. 211 S.v. levis. R. de Miguel: op. cit., p. 525. 212 S.v. levis. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F.Corradini / I. Perin: op. cit., ., p. 66 213 Los sustantivos que presentan el sufijo –tura, son sobre todo de carácter técnico: cultura, natura... y se amplía este uso en época imperial. A. Meillet / J. Vendryes, op. cit., p.387. 214 Traducit pontem omnem equitatum et Numidas levis armaturae (Caes. B. G. 2, 10). “Toda la caballería y la tropa ligera de los númidas”. Ut ab imperatore equites, pedites, levis armatura: sic ab illo in máxime opportunis orationis partibus collocabantur (Cic. Brut. 37.139). “Como un general sitúa la caballería, la infantería y las tropas armadas a la ligera, así organiza sus discursos con los puntos más oportunos”Tito Livio hace uso del término gravis que es el opuesto a levis Magna parte impedimentorum relicta in Brutiis et omni graviore

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en 12, 3, 4, 5, 6, nombran a los integrantes de la levis armatura215, que colocan en la tercera, cuarta y quinta línea: los sagitarii, balistarii, funditores, tragularii y fustibalatores. Contrapone la infantería ligera, a la infantería pesada216.

En la reorganización217 del ejército, por parte de Mario, se suprimió los velites, confiando los sevicios que éstos prestaban, a los reclutados en pueblos sometidos: cretenses, númidas, honderos baleares, es decir, se confiaron estos servicios a los auxilia218.

La infantería ligera, de César y de Pompeyo la formaban, en su mayor parte extranjeros. El ejército romano tuvo que cubrir, casi todos los extremos del mundo conocido, por ello se vió obligado a reclutar a soldados en las provincias próximas. Modesto219 informa sobre la composición de la infantería ligera, en su tiempo y de la función de las tropas ligeras: “Los cuerpos de auxiliares siempre se suman en las batallas, en calidad de tropas ligeras; no constituyen la principal fuerza de choque, pero sí se les considera un refuerzo útil”

La novedad ahora, en Vegecio y Modesto220 es que las tropas de auxiliares, que constituyen la levis armatura, forman parte de la legión y durante el Imperio constituían las alas y cohortes.

LORICATI (V, 2 X, 2, XI, 3, XVIII,1) Provistos de coraza (cota de malla). Probablemente es un derivado del verbo lorico, [lorico procede de

lorica + -o]. Lorica221 es un término de origen dudoso, a menudo se le asocia a lorum (OLD).

El término lorica del cual deriva loricatus222 es antiguo. Se corresponde exactamente por el sentido a qwvrax223

. Su significado es coraza, cota de malla, por extensión todo aquello que sirve de defensa. armatu… (Liv. 26.5). “Después de dejar a una gran parte de la impedimenta y todo el armamento más pesado”. 215 Mod. Brev.12, 3, 4, 5, 6. 216 Excipiebat autem proelium gravis armatura et tanquam murus... . (Mod. Brev. 14) “En este momento la infantería pesada retomaba el combate y como si fuera un muro...” 217 Cf. J. Guillén: op. cit., p.436. 218 Cf. P. Grimal: op. cit., pp. 130-131. P. Connolly: las legiones romanas, pp. 54-55. 219 Mod. Brev. 3, 2. 220 Mod. Brev. 12 221 Cf. M.C.Bishop: Lorica Segmentata, volume I: A Handbook of Articulated Roman Plate Armour, [JRMES Monograph 1], 2002.

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Varrón224 asocia el término lorica con lorum: “La coraza (lorica) se le da ese nombre porque hacían los protectores del pecho con correas (lora), de cuero sin curtir; después designó este vocablo la coraza gala de hierro, una túnica de hierro formada de eslabones”225. Lo que hay que dejar claro, es que con el término lorica226, se hace referencia a los distintos tipos de corazas, es el término general. Un tipo de lorica es la cataphracta. Aunque tanto Vegecio227 como Modesto utilizan indistintamente, la lorica y la cataphracta, para referirse a la coraza..

En la época republicana, los legionarios más ricos228 tenían derecho a llevar una coraza de mallas de metal, tomada al parecer de los galos229. En

222 Sobre el sufijo -tus ver P. Montaile, op. cit., p.181. 223 S.v. lorica. A.Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 652-654. 224 Lorica quod e loris de corio crudo pectoralia faciebant; postea subicit galli[ca] e ferro sub id vocabulum, ex anulis ferrea tunica. (Varr. Ling. 5, 24, 116). 225 Livio utiliza este término: Statua eius indicio fuit Praeneste in foro statua, lorica, amicta, velato capite, cum titulo lamnae aeneae inscripto... (Liv. 23. 19. 18). “De ello daba testimonio una estatua suya, erigida en el foro de Praeneste, con lorica, revestida con la toga, con la cabeza velada, con una inscripción grabada en una placa de bronce”. Isidoro da una definición del término adapta a la composición de la lorica que se usaba en ese momento: Lorica vocata eo quod loris careat; solis enim circulis ferreis contexta est. Squama est lorica ferrea ex lammininis ferreis aut aereis conctenata in modum squamae piscis, et ex ipso splendore squamarum et similitudine nuncupata. (Isid. Orig. 17, 13). “La coraza (lorica) se llama así porque carece de correas (loris carere), pues únicamente está entretegida de anillos de hierro. La squama es una lorica metálica fabricada con láminas de hierro o de bronce concatenadas a manera de escamas de peces; de ese mismo brillo de escamas y de la semejanza con ellas viene el nombre”. 226 Equitum innumerabilem vim traici Helesponto in Europam, partim loricatos, quos cataphractos vocant... (Liv. 35, 48). “Un número incontable de jinetes estaban cruzando el Helesponto, hacia Europa, parte de ellos equipados con coraza, los que llaman cataphracti”. 227 Veget. 1, 20. 228 oi¸ d' u(pe\r ta\j muri¿ aj timw¯ menoi draxma\j a)ntiì tou= kardiofu/lakoj su\n toiÍ j aà lloij a(lusidwtou\j periti¿ qentai qw¯ rakaj. (Polib. 6, 23, 15). “Los legionarios que tienen un censo superior a 10.000 dracmas llevan en lugar de pectoral, cotas de malla”. 229 Cf. P. Grimal: op. cit., p. 127. Con este autor coincide J. Guillén: op. cit., p. 444 quien nos habla del uso de la cota de malla por parte de la infantería. Sobre el uso de la cota de malla por parte de la caballería, cf. P. Connolly: las legiones romanas, p. 58. Este estudioso del ejército expone la razón, por la que se creía que en un principio los jinetes romanos no utilizaron cotas de malla hasta comienzos del siglo II d.C., el motivo de esta hipótesis se basaba, en una interpretación errónea de los monumentos. Las pruebas de que sí usaron cotas de malla las tenemos en: los jinetes del monumento de Paulo Emilio, en el relieve de Enobarbo, de la época de César y en el mismo friso de Trajano, aunque está claro que en época imperial tenemos los testimonios de los escritores latinos.

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época imperial, la lorica, la llevaban los caballeros230 e infantes, pero no los oficiales superiores. La coraza de la época imperial presenta, una variedad muy grande: coraza musculada, cota de malla, coraza articulada…etc.

Decae el uso de la coraza, en todas sus formas, por parte de la infantería, sobre todo a partir de Maximiano (235-238). Vegecio231 habla de la desaparición de la coraza, en época de Graciano; la armadura232 corporal fue casi abandonada, por el ejército romano, a excepción de la caballería romana. Las corazas que aparecen en los monumentos del Bajo Imperio, no sólo son un recuerdo de la armadura romana, sino también de la bárbara de Oriente y del Norte [cataphracti]233. En todo momento, me refiero a la coraza de la infantería legionaria. Muy distinto, es el uso que hace la caballería legionaria de la coraza. La caballería, durante el Bajo Imperio, está mejor equipada que la infantería.

Modesto no utiliza el vocablo cataphractarii234, para referirse al cuerpo de coraceros, (Mod. Brev. 19, 2). El vocablo que con más frecuencia emplea, para referirse a los jinetes235 acorazados, es loricatus: equites loricatos (5, 1) loricatos equites (11, 3), decurio...loricatus (10, 2). En cambio, utiliza una sola vez, el término clibanarii236. El uso del término loricatus, es más clásico, frente al de clibanarii, que es de uso tardío. Además el vocablo loricatus, tiene un valor más genérico, frente al uso de clibanarii, que es más específico. Prueba de ello, es el ejemplo que propongo de Tito Livio237, quien ve como genérico el vocablo loricatus, ya que él especifica, cómo se llaman esos soldados loricati.

230 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 444, 513 y 517. 231 Veget. 1, 20. 232 Cf. A. Ferrill: op. cit., p. 50. Este autor ratifica, lo expuesto por Vegecio. La armadura corporal fue casi abandonada por el ejército romano, excepto por parte de la caballería. A finales del imperio, la caballería romana, estaba mejor armada y cualificada que la infantería. 233 S.v. lorica. Ch. Daremberg / E. Saglio:op. cit., p. 1316. 234 Cf. M. Mielczarek: op. cit., 1993. M. Mielczarek: op. cit., 1998. 235 Otro término que Vegecio en Mil. 3, 16 y Modesto en Brev. 18, 1, utiliza para referirse a la caballería pesada (acorazada), oponiéndola a la caballería ligera, es el adjetivo fortis, en grado comparativo, frente a velox, en grado comparativo: fortioribus ...equtibus/ velocioribus atque expeditis... 236 Cataphractarios, quos illi clibanarios vocant. (Hist. Aug. Alex. Sev. 56). 237 Equitum innumerabilem vim traici Helesponto in Europam, partim loricatos, quos cataphractos vocant... (Liv. 35, 48). “Un número incontable de jinetes estaban cruzando el Hesponto, hacia Europa, parte de ellos equipados con coraza, los que llaman cataphracti”.

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MANIPULUS (IX, 2. X, 1) Manípulo238

El término procede de manipulus239. [manus + plos [ver pleo]. Pleo

[Pivmplemi] (OLD). Ernout-Meillet240 hace un estudio del término situándolo en su origen en el ámbito rústico, para pasar luego de significar manojo de ramas, a significar en el contexto militar manípulo o compañía. Aunque tenga una terminación en –ulus, no se considera un diminutivo. Es un compuesto de manus, donde el segundo término es osuro (cf ¿pleo?) y de (¿populus?), por el sentido.

Es un término, que se usa en todas las épocas241. César, Virgilio y Ovidio, además de Vegecio en Mil. 2, 13, y Modesto en Brev. 9, 2, utilizan este término. Ovidio explica el origen de este término242: “Una larga pértiga transportaba manojos de heno clavados en su extremo (manipuli), por lo que el soldado recibe el nombre de manipular”. Modesto243 a la manera de un entendido en la materia, explica la relación del término manipulus, con contubernium. Ya no se habla del primitivo origen agrícola del término, sino

238 Sobre la organización en manípulos ver, C. Freeman: op. cit., p. 31. A. Golds-worthy: Las Guerras Púnicas, p. 49, y sobre la organización manipular durante la batalla de Zama, ver pp. 354-362. 239 Varrón e Isidoro explican el origen de este término: Manipulus exercitus minima manus quae unum sequitur signum. (Varr. L.L. 5, 88). “El manípulo es el grupo (manus), más pequeño del ejército que sigue una única enseña”. Isidoro también explica el origen: Sub Romulo autem fasciculos ferri pro vexillis milites habuerunt: hinc et manipuli appellantur; manipulos enim dicimus fasces ferri quod manum impleant. (Isid. Orig. 18, 3, 5). “En tiempos de Rómulo, los soldados en lugar de pendones, utilizaban manojos de heno; de ahí la denominación de manipuli. Llamamos manipuli a los manojos de heno que caben en la mano”. 240 S.v. manipulus. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 683. 241 Hic dimissus a Caesare in Africam venerat, legionesque eas traduxerat Curio quas superioribus temporibus Corfinio receperat Caesar, adeo ut, paucis mutatis centurionibus, idem ordines manipulique constarent. (Caes. B. C. 2, 28). “Puesto en libertad por César había venido a África; Curio había transportado estas legiones, que en otro momento César había hecho suyas en Cornifio, de modo que aunque habían cambiado a algunos centuriones, continuaban las mismas unidades y manípulos”. Disiectique duces desolatique manipuli. (Virg. Aen. 11, 870).”Los dispersados jefes y los diezmados batallones”. 242 Pertica suspensos portabat longa manipulos, unde manipularis nomina miles habet”. (Ovid. Fast. 3, 117). 243 Contubernium autem manipulus vocabatur ab eo quod coniunctis manibus pariter dimicabant. (Mod. Brev. 9, 2).”El contubernium se llamaba manípulo, porque los soldados que pertenecen a la misma tienda después de darse la mano luchaban uno al lado del otro”.

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de un origen militar. Sitúa el origen del término contubernium, en el contexto de un campamento militar, en el ámbito de una tienda, donde un grupo de soldados comparten todo: sueño, hambre, miedo, enfermedad…etc. Además como se lucha codo con codo, mano con mano, contubernium se llama manipulus.

He ido hablando, a lo largo del trabajo, sobre cuándo surgió244 este tipo de organización en manípulos, sobre la importancia de esta estructura para las tácticas de guerra, ya que permite, actuar gracias a los intervalos entre cada orden a la infantería ligera. También he hablado del nacimiento de los signa, como consecuencia de esta estructura manipular. Por ello, considero impor-tante centrarme ahora en el término contubernium.

Como Vegecio atestigua y después Modesto, la posterior subdivisión de la legión es la decuria - en la caballería- o contubernium- en la infantería- bajo el mando de un decurio o decanus respectivamente, llamado caput contubernii. El contubernium se compone en época de Polibio de 10 hombres, como también en la de Vegecio y Modesto245. El hecho de que sean diez246 es significativo, porque todos los manípulos se componen, de un número de manípulos divisible por diez.

MARTIOBARBULUS (XII. 4).

I. Soldado que dispone de balas de plomo, con honda. II. La bala de plomo.

244 Cf. H. Delbrück: op. cit., pp272, 273. Donde se nos habla del nacimiento del manípulo y de la función de los intervalos, para las tácticas de guerra. Ver también: P. Grimal: op. cit., pp. 128-130. A. von Domaszewski: “Die Fahnen in Bönmischen Heere”[ Wien] 1885. Abhandlungen des Archäologischen Epigraphischen Seminars der Universität Wien, 1885, p 12. Este autor trata del origen del nacimiento de los estandartes, como resultado de la estructura manipular, advierte la existencia de varios estandartes, que al moverse indicaban el movimiento de los soldados, así tenemos expresiones como: signa sequi, signa tollere, movere, ferre, efferre, proferre, constituere, inferre, conferre, convertere, referre, transferre, promovere, retro recipere; ad laevam ferre, obicere, signa armaque expedire. 245 Rursus hipase centuriae in contubernio divisae sunt, ut decem militibus sub uno papilone degentibus unus quasi praesset decanus, qui capuz contubernio nominantur. (Mod. Brev. 9, 2) “Las mismas centurias son distribuidas nuevamente por grupos de diez soldados en tiendas, de forma que los diez soldados que cohabitan en la misma tienda obedecen por así decirlo a un decenario, que es el jefe de la tienda”. 246 S.v. contubernium. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 1489.

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Procede de [Mars+ barbulus247 ], este vocablo248 hace referencia tanto, al soldado que va armado de balas de plomo en forma de glans y también se le da el nombre al mismo arma249, este uso último lo encontramos en Vegecio, Mil. 1. 17, y en Modesto250.

El origen del término, es desconocido, se piensa que no es de origen latino. Una teoría asocia el segundo término del vocablo martiobarbulus, con dos tipos de peces: barbu, barbulus, que eran considerados como comida exquisita, de ahí que por metonimia, se diga que las glandes plumbatae - que eran las balas de plomo con forma de glans, eran el alimento de Marte (martiobarbulus).

Esta voz, en el Thesaurus Linguae Latinae251, está relacionado, primero, no con Marte, sino con un instrumento de lucha [de *mattia ' telum ' cf roman. *mattea, *matteuca, 'clava' y quizás mateola) y el segundo elemento del vocablo es puesto en relación con barbulus (un tipo de pez) . Se esribe también mart- mati- mato-.

Modesto llama plumbatae a los martiobarbuli, en el capítulo 12, 4. Las plumbatae eran glandes de metal unidas a unas cadenillas252, que en la conjunción del hierro con la bola de plomo253, determinan el equilibrio del dardo, aseguran la fijación del hierro y dan más impulso al golpe. Los soldados llevaban254 cinco o seis plumbatae, en la parte cóncava del escudo.

247 Sobre la composición ver A. Meillet / J. Vendryes, op. cit., p. 425. 248 S.v. martiobarbulus. A. Blánquez: op, cit., p. 943 249 S.v. martiobarbulus. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F.Corradini / I. Perin: op. cit., p. 188. 250 ... vel martiobarbulis quas nominant plumbatas, ... o de martiobarbuli (Mod. Brev. 12, 4).”O de martiobarbuli que llaman plumbatae” 251 S.v. martiobarbulus. THLL, volumen VIII, p. 491. 252 S.v. plumbatae. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin: op. cit p. 739. En este diccionario se explica la forma y el material de estas armas arrojadizas; estas bolas tienen forma de una glans de plomo, de ahí provenga el término plumbatae de plumbum. Frente a este diccionario, tenemos la información de S.v. plumbum. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit. p. 514-515 En este diccionario, se hace referencia a las glandes plumbeae [glans], a las balas de las hondas, no nos habla de las plumbatae en el sentido que lo hace Vegecio y Modesto. Sólo habla de las plumbatae, como un látigo con el que se le pegaba, a los esclavos o a los condenados [flagellum]. Se componen de unos cordones de cuero, o cadenillas terminadas en una bola de plomo. 253 Se puede discutir, si eran de plomo o de bronce. Sobre el material empleado, hay diferencia de opiniones. Ver S.v. plumbatae. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin, op, cit., p. 739. 254 Plumbatas quinas positas in scutis, quas primo impetu iacunt. (Mod. Brev. 11, 3). “Cinco plumbatae, colocadas en la parte cóncava del escudo, que lanzan en el primer ataque”.

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En griego255, se corresponde con el término molubdivde", , es un derivado de plumbum, de origen este término desconocido, quizás sea ibérico. Las plumbatae, catalogadas como armas arrojadizas, se usan desde Maximinio Tracio256 (235- 238). Vegecio utiliza el término en Mil, 1, 17.

El término plumbum257, por metonimia adquiere el significado de glans, o de pila plumbea. Tanto Virgilio como Ovidio, atestiguan este significado258. En este caso ya no se refieren a estas plumbatae, que como arma arrojadiza es de uso posterior. Se refiere a la munición que se usaban para las hondas.

MATRICULA (II, 1) Catálogo, lista, registro.

El término matricula es un derivado259 de matrix, a su vez, este término

tiene una formación analógica con genetrix y nutrix, siguiendo en este caso a Ernout-Meillet260

.

Matricula es un diminutivo, que tiene el mismo significado que matrix, claro está, que este ultimo término tiene otros significados además de éste, según el contexto. Además el uso del vocablo matricula, es propio del latín posclásico261

. Tenemos el uso de este vocablo, en Veget. Mil. 2.6. y en Modesto262. El uso de matrix, con el significado de catálogo, lista, aparece en Tertuliano263.

255 S.v. plumbum. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 914. 256 Cf. J. Guillén: op, cit., p.515. 257 S.v. plumbum. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F.Corradini / I. Perin: op. cit . p. 739. 258 Fundam ter abducta circum caput egit habena, et media adversi liquefacto tempora plumbo diffidit. (Virg. Aen. 9, 587). “Después de hacer girar tres veces en torno a su cabeza la tensa correa , disparó la honda y con una glans de plomo que se funde en el aire , dividió en dos la frente del adversario”. Balearica plumbum funa iacit. (Ovid. Met. 2, 727) “ Lanza una glans de plomo con una honda de origen balear”. 259 Sobre la derivación ver P. Montaile: op. cit., p. 196. 260 S.v. matrix. A. Ernout / A.Meillet: op. cit., p. 694. 261 S.v. matricula y matrix. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F.Corradini / I. Perin: op, cit., p. 193. 262 Producendi vero tyrones sunt semper ad campum et secundum maticulae ordinem in aciem dirigendi. “A los reclutas se les suele reunir primero en el campo (de Marte) y luego se les ordena que desfilen uno detrás de otro, guardando el orden de formación”. (Mod. Brev. 2, 1). 263 Nescio dolendum an erubescendum sit, cum in matricibus beneficiarorum et curiosorum Inter tabernarios et ianeos et fures balnearum ... Christiani[s] quoque vectigales continentur. “Quizá cause dolor o quizá vergüenza, cuando en las listas de los que reciben beneficios y de los que se dedican a investigar, se les inscribe a los cristianos junto con los

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OPTIO (VI, 2)

Ayudante del centurión264 o del decurión. En Modesto significa sólo ayudante del centurión.

Proviene de [*opio- (cf umb. opeter + tio) (OLD). R. de Miguel265 considera que es derivado de opto, a su vez éste último proviene de la raiz de op. de donde o[ptw, o[yomai= considerar. Este término266 aparece en el lenguaje técnico militar, con el sentido concreto de ayudante, elegido por el centurión267. Varrón268 da una definición de este término, a la vez que, hace historia sobre su evolución. “Así los jefes de cada curia recibieron la denominación de decuriones, que por ello son tres en cada escuadrón aún ahora. En un principio, los decuriones elegían personalmente como ayudantes para sí, a unos suboficiales que comenzaron a ser llamados optiones, que ahora por el deseo de popularidad comenzaron a llamarse tribuni”.

Paulo Festo269 da una definición semejante: “El término optio se entiende como la acción de elegir, en el leguaje militar se le da el nombre de optio, al ayudante elegido por el decurión o el centurión”.Vegecio lo define en Mil. 2. 7. Modesto270 explica su función: “ Los optiones reciben este nombre por la acción de elegir.” Éstos como si los centuriones los adoptaran, a modo de sus suboficiales, suelen ocuparse de todas las cosas, en caso de indisposición de los praepedites”.

comerciantes, porteros, ladrones de balnearios… también sometidos a los impuestos”. (Tert. De Fug. 13, 3) 264 Cf. M. P. Speidel: “The career of a legionary”, TAPA 112, 1982, pp. 209-214. J. Dolata: “Promotio militaris- die beförderung eines ritterlichen Offiziers”, Klio 77, 1995, pp. 255-265. Sobre la definición de optio, cf. Y. Le Bohec: op. cit., p. 65 265 S.v. optio. R. de Miguel: op. cit., p. 643. 266 Cf. A. Goldsworthy: op. cit., 2002, p.49 y 66. Sobre el papel de los optiones ver M. Speidel: The Frame work of an Imperial Legión. The fifth Annual Caerleon Lecture, Cardiff, 1992, pp. 24-26. 267 Cf. J.Guillén, op. cit., p. 527. 268 itaque primi singularum decuriarum decuriones dicti, qui ab eo in singulis turmis sunt etiam nunc terni. Quos hi primo administros ipsi sibi adoptabant, optiones vocari coepti, quos nunc propter ambitionem tribuni faciunt.(Varr. L. L 5, 91). 269 optio est optatio, sed in re militari, optio appellatur is quem decurio aut centurio optat... (S.v.. optio. P. F. 201, 23). 270 optiones ab optando appellati, quod antecedentibus aegritude praepedites hi tanquam adoptati cum eorum vicario solent universa curare. (Mod. Brev. 6, 2).

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ORDINARII (VI, 1, XI, 2) I. Oficial superior de la legión. II. Soldado de primera línea.

Es un término derivado de ordo+ el sufijo –arius271. Del griego

ojrqo;"272. El término ordinarius, ni Cicerón, ni César lo usan273; se suele utilizar en el lenguaje técnico, con acepciones especiales. A ordinarius se opone extraordinarius, después de pasar por el giro extra ordinem.

Isidoro274 define el término: El ordinarius es el que ocupa su puesto según le corresponde en la milicia, y todavía no han conseguido un grado de honor”. Todas estas definiciones son muy amplias y poco precisas, en el ámbito de la milicia.

En el ejército se denomina ordinarii275 a los centuriones276 , que ocupan los primeros órdenes, se entiende por ordo277, “la centuria”, así que los ordinarii, serán los que en combate, llevan las primeras centurias. Éste es el significado que hallamos, en Vegecio y en Modesto.

La interpretación de la expresión primi ordines, en Veg. Mil. 2, 7 y Mod. Brev.6, 1, lleva a pensar que designa, a las que preceden al conjunto de la legión, no a las que componen la I cohorte. Sin embargo, Vegecio278 hace referencia a los nombres de los que iban al frente de las antiguas centurias. En su enumeración, hay cinco centuriones ordinarii, a cargo de las diez centurias de la primera cohorte.

271 Cf. P. Montaile: op. cit., p. 185. 272 S.v. ordo. R. de Miguel: op. cit., ., p. 645. 273 S.v. ordo. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., ., p. 829. 274 Miles aut ordinarius dicitur, aut extraordinarius. Ordinarius est, qui per ordinem militat, nec adhuc aliquem consecutus est gradum honoris, (Isid.Orig. 9, 3, 33). “Al soldado se le da el nombre de ordinarius o de extraordinarius. 275 S.v. ordinarius. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., ., p. 226. 276 Cf. O. Stoll: op. cit., pp. 134-162. M. P. Speidel: op. cit., pp. 215-216 277 Cf. Y. Le Bohec: op. cit., 61-62. 278 Veg. Mil. 2, 8. Modesto en Mod. Brev. 7, 2, sin embargo, no nombra a los ordinarii, ni da el nombre de otros centuriones de la primera cohorte, que aparecen en Vegecio. Como Modesto hace un epítome de Vegecio, es lógico, que presente los conceptos resumidos, así, que habla de 10 centuriones en la primera cohorte. Da el nombre de dos centuriones y omite el nombre de los otros, entre los que se encuentran los 5 centuriones ordinarii.

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En mi opinión tanto Vegecio en Veg. Mil. 2, 7 y Modesto en, Mod. Brev.6, 1, causan confusión, a la hora de exponer estos conceptos, por presentarlos de una manera abreviada. No hay que olvidar que la intención de ambas obras técnicas, es didáctica, por este motivo es breve en sus explicaciones, pudiendo ser ambiguos y llevar a erróneas interpretaciones.

SAGITTARII ( XII, 3, 4, XIV, 1, 3, XVIII, 1) Arqueros. Este vocablo es un derivado de sagitta+ -arius, el origen de este

término es dudoso (OLD). Los arqueros suelen ser clasificados279, entre las tropas de auxilia, como

unidades compuestas por soldados de infantería. La verdad, es que había unidades de arqueros, que constituían unidades de caballería ligera y unidades, que se hallaban compuestas por infantes.

La fuente latina que he utilizado para esta clasificación, es César280. Este autor hace una diferenciación entre los arqueros, que van a pié, a los que llama sagittarii y los arqueros que van a caballo, que llama hippotoxotae.

César da el nombre de sagitarii, a los arqueros que constituyen unidades de soldados de infantería. Utiliza un nombre distinto hippotoxotae, para referirse a los arqueros que van a caballo. Salustio281 en Iug. utiliza, como único término, para referirse a los arqueros, sagitarii, vocablo que hace referencia, a las unidades compuestas por soldados de infantería. Modesto da unos datos, que continúan la tradición,de situar a los arqueros dentro de la infantería.

Este cuerpo durante la República, formaba parte de los auxilia, que constituían en el Imperio, alas y cohortes. En contraposición, a lo tradicional,

279 Cf. P. Connolly: las legiones romanas, p. 54. J. Guillén: op. cit., p. 439. 280 Praeter has exspectabat cum Scipione ex Syria legiones II. Sagittarios Creta, Lacedaemone, ex Ponto atque Syria reliquisque civitatibus III milia numero habebat, funditorum cohortes sescenarias II, equitum VII milia. Ex quibus DC Gallos Deiotarus adduxerat, D Ariobarzanes ex Cappadocia ...CC ex Syria a Commageno Antiocho, cui magna Pompeius praemia tribuit, missi erant, in his plerique hippotoxotae... (Caes. B.C. 3, 4). Aparte éstas, aguardaba dos legiones desde Siria con Escipión. Tenía arqueros de Creta, Lacedemonia,, el Ponto, Siria y de otras ciudades en número de 3000; dos cohortes de honderos de 600 cada una; 7000 jinetes. De éstos 600 gálatas, los había llevado Deyotaro; Ariobarzanes, 500 de Capadocia...200 habían sido enviados desde Siria por Antíoco Comageno, a quien Pompeyo hizo grandes mercedes, la mayor parte de ellos arqueros montados. 281 Sall. Iug, 46, 7/ 49, 6/ 94, 3/ 100, 2/ 105, 2.

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Modesto sitúa a los sagitarii, dentro de la legión en la tercera y cuarta línea, pero de la infantería, en Brev.12, 3, 4: Tertius ordo disponitur de armatis velocissimis, de sagittariis iunioribus...Quartus autem ordo constituitur de scutatis expeditissimis, de sagitariis iunioribus....” El tercer orden pertenece a la infantería ligera, con sus arqueros...El cuarto orden está formado por soldados provistos de ligeros escudos, de jóvenes arqueros...” . Es curioso el hecho, de que directamente los coloque, en la infantería y omita su uso en la caballería ligera.

No está claro, que excluya a los arqueros de la caballería. Cuando habla de la caballería ligera282, no especifica quiénes la integran- hay que recordar que la intención didáctica de la obra, hace que sea breve en sus explicaciones. Es posible que los arqueros a caballo formen parte de la caballería ligera. La utilización de sagitarii a pie y a caballo es una práctica que continúa en el Bajo Imperio. En la Notitia dignitatum283 se nombra a los arqueros a caballo y arqueros de infantería.

TESSERARIUS (VI, 3)

Soldado encargado de transmitir la contraseña o las órdenes del general.

Es un término derivado de tessera + -arius284 (OLD).Tiene significados diversos, en el contexto militar es la tablilla que contiene el santo y seña para el ejército. El diccionario de Ernout-Meillet285 lo hace derivar del vocablo griego tessaravgono", que significa “cuadrado”. Por extensión, significa tablillas cuadradas con diferentes usos, según el contexto286. Lo utiliza Vegecio en Mil. 2, 7 y Modesto287 en Brev. 6, 3: “Los tesserarii, son quienes

282 velocioribus atque expeditis... (Mod. Brev. 18, 1) “La caballería ligera (levis armatura)” 283 Cf. A. Ferrill: op. cit., p. 80. Este autor informa de la existencia, de unos sagitarii, que iban a caballo. 284 Cf. P. Montaile: op. cit., p. 185. 285 S.v. tessera. A. Ernout / A. Meillet: op. cit., p. 1216. 286 Cicerón usa este término: I. Manilius, Galli torque detactro, cognomen invenit. “J. Manilio, tomó el sobrenombre de Torquatus, porque le arrebató el collar a Galo” (Cic. 3. Offic.21). En Tácito leemos: Sed tum e libertis Onomastium futuro sceleri praefecit, a quo Barbium Proculum tesserarium speculatorum et Veturium optionem eorundem perductos, ...promissis onerat. “Entonces pone al frente del futuro crimen, a Onomasto, y con su ayuda a Barilio Próculo portador de las órdenes del general a los soldados de la guardia personal y a Veturio un subalterno, los carga de promesas” (Tac. Hist, 1, 25). 287 Tesserari qui tesseras per contubernia militum nuntiant. Tessera autem dicitur praeceptum ducis quo vel ad aliquod opus vel ad bellum movetur exercitus. (Mod. Brev. 6, 3).

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anuncian el santo y seña del general, por los contubernia. Llaman tessera,288 al santo y seña del general, por la que el ejército ya se mueva a alguna misión especial, ya a la guerra”.

TIRO (II, 1, 2) Soldado289 bisoño, recluta.

Términop de origen desconocido (OLD). R. de Miguel290 considera su

origen, en el término griego Tevrhn = tierno; además añade a esta teoría la propuesta del autor latino Vosio: “Quia se primum terit, hoc est, exercet.” Porque por primera vez se entrena, es decir, se ejercita”.

Es una palabra291 técnica, de uso clásico que se utiliza como sobrenombre. Los derivados y compuestos son propios, del argot militar292.

Una propuesta acerca del origen del término, está en el verbo Teivrw, porque se somete a los soldados, a duros ejercicios en el ejército. El tiro293 es el soldado294 novus y rudis de la milicia, se opone al veteranus. “En el lenguaje militar normalmente se entiende por tirones a los recién reclutados295, a los soldados bisoños”.

Entre las definiciones de los autores latinos sobre este vocablo, tenemos la de Isidoro296 de Sevilla: “Se le da el nombre de tirones, a los varones fuertes, que cumplen el servicio militar y son diestros en el manejo de las armas”.

288 Cf. P. Grimal: op. cit., p. 137. P. Connolly: las legiones romanas, p. 11. A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas p. 49. 289 Sobre el reclutamiento, entrenamiento e instrucción de combate, ver P. Connolly: las legiones romanas, p. 44. Sobre el reclutamiento, entrenamiento, paga...etc, en el Imperio, R. Cowan: op. cit., 290 S.v. tiro. R. de Miguel: op. cit., p. 934. 291 Sobre la derivación cf. P. Montaile: op. cit., p. 208. 292 S.v. tiro. A. Ernout / A.Meillet: op. cit., ., p. 1223. 293 S.v. tiro. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin: op, cit., p. 736-737. 294 César hace esta distinción: Altera navis ducentes viginti ex legione tironum sustulerat: altera ex veterana paullo minus ducentis. (Caes. B.C. 3, 28). “una nave había transportado a 220 hombres de una legión de reclutas, la otra había transportado un poco menos de 200 de una veterana”. 295 La selección (dilectatio) de nuevos reclutas la realizaba un praef(ectus) tir(onum) (ILS2691). Véase también ILS 9195, [pr]ef(ectus) gentis Numidar(um), dilictat(or) / [tir] onum ex Numidia... 296 Tirones dicuntur fortes pueri, qui ad militiam delegantur atque armis gerendis habiles existunt. (Isid. Orig. 9, 3, 36-37).

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Juan de Lidia297 habla además, de la paga que se le daban a estos soldados, claro está, que se está refiriendo ya a un ejército profesional, donde se le paga por sus servicios: “Los latinos le dan el nombre de reclutas a los tirones, porque prestan el sevicio militar a cambio del stipendium.”

Para que se les declarara tirones298, tenían que alistarse como reclutas y realizar el juramento militar (sacramentum) y si no urgía, se les congregaba bajo un vexillum, para ejercitarlos (exercitus), enseñándoles la instrucción militar, los oficios del soldado y los deberes de los defensores de la patria. Una vez, que el joven recibía su aprendizaje, era declarado miles. Luego se les daba su destino, en la cohorte correspondiente. Vegecio dedica la mitad de su libro, a la instrucción militar.

TORQUARIUS (VI. 4) Los que llevan un collar299, como distintivo y condecoración.

Es un derivado de [torques + -arius300], a su vez, éste es un derivado

del verbo torqueo (OLD). Es un término301 de uso común, en todas las épocas de la latinidad, que

llega hasta la época de Modesto.

297 “Tivrwna" ajpo; tou' strateuvesqai di j e[vdeian trofh'" jItaloi; kalou'si. (Lid. Mens.4, 157 p.173, 12 w).

298 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 475. Ver sobre el reclutamiento de los soldados A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, pp. 423, 426, 428 y 429. Este autor habla de la condición de poseer un nivel mínimo de propiedades, que se les exigía a los reclutas, de los primeros tiempos. Las derrotas de los ejércitos romanos, a partir de los años 150 a.C. llevó a finales de siglo a la creación de un ejército profesional, donde ya no se les exigía a los reclutas, un nivel mínimo de propiedades, por ello la mayoría procedían de las clases más pobres. Éste es el comienzo del ejército profesional. 299 Cf. P. Connolly: las legiones romanas, p. 68. P. Grimal: op. cit., p. 138. Sobre las condecoraciones que se les hacían a los soldados, ver: A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, p. 54. 300 Cf. P. Montaile: op. cit., p. 185. 301 Cf El uso que hace Cicerón: T. Manlius is est, qui ad Anienem Galli, quem ab eo provocatus occiderat, torque detracto cognomen invenit... (Cic. De off. 3, 31).. “Tito Manlio, quien en la batalla de Anio le dieron el sobrenombre de Torquatus, por arrancarle del cuello un collar a un galo, a quien mató tras provocarle” Isidoro lo define así: Torques sunt circuli aurei a collo ad pectus usque pendentes. Torques autem et bullae a viris gerentur; ... dictae autem torques quod sint tortae. (Isid. Orig.19, 31, 11).”Torques son los collares de oro que penden desde el cuello hasta el pecho. Los hombres llevan torques y bullae (bolas de oro); los collares reciben este nombre torques porque están retorcidos”.

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Vegecio en Mil. 2, 7 y después Modesto302 define el término: “Los Torquarii duplares, y los torquarii simplares, son quienes reciben como recompensa a su coraje únicamente un collar de oro; además el hombre que lo recibía, conseguía de vez en cuando una doble ración de annona, como recompensa”.

Los duplarii303 aparecen en todos los cuerpos, de infantería y marina304. Tenemos una inscripción305 que recoge una lista de 109 legiones a las que se premia por su valor. La mayor parte son soldados, además aparecen el nombre de algunos principales e inmunes, con la misma denominación de duplarii.

TRAGULARII (XII, 6) Cuerpo que forma parte de la infantería armada a la ligera306. Soldado

armado con una especie de dardo provisto de correa, de la que se tiraba tras haberlo lanzado, era usado por galos e hispanos307.

Tragula proviene de [*tragla (traho)], a su vez de él deriva tragul + el sufijo –arius, que forma palabras de carácter técnico, propio del lenguaje militar308.

Los tragularii junto con los manubalistae y los arcubalistae, lanzaban sagittae309. Varrón310 define este arma arrojadiza: “La jabalina con correa (tragula), tiene su denominación por la acción de traspasar”. Paulo Festo311sigue en la misma línea que Varrón, en la defición del vocablo: “La

302 Torquarii duplares, torquarii simplares; quibus torques aureus solius virtutis praemium fuit, quem meruisset prater laudem interdum duplam consequebatur anónima. (Mod. Brev. 6. 4). 303 S.v. duplarii. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 415. 304 CIL index p. 544. 305 CIL VIII, 2564. 306 Para el estudio de la función y posición de la infantería ligera en Roma ver H. Delbrück: op. cit., p. 274. Para ver su función en Grecia ver F. E. Adcock: op, cit., 16 y 17. 307 S.v. tragularius. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin: op. cit,. ., p. 765. 308 S.v. traho. A. Ernout / A.Meillet: op. cit., ., p. 1234. 309 S.v. tragularius. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin: op. cit. ., p. 765. 310 Tragula a traiciendi (Varr. L. L. 5, 115). Con este sentido de causar daño, herida aparece en Livio: Quod Scipionis femur tragula confixum erat (Liv. 24, 42). “Porque le había traspasado una jabalina el muslo de Scipión”. 311 Tragula genus teli, dicta quod scuto infixa trahatur. (P. F. 505).

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tragula es un tipo de dardo312, se le daba ese nombre por el hecho de que traspasaba el escudo”.

Este arma arrojadiza313 junto con la ballesta y el fustíbalo, fueron siempre usadas en el ejército romano, por parte de las tropas auxiliares, pero nunca habían sido manejadas por los legionarios. Estaban confiadas a grupos especiales. A partir de Diocleciano, se acrecienta la necesidad de combatir a distancia, por eso este grupo aumenta su presencia, en el combate. En tiempos de Vegecio y de Modesto los arqueros, honderos y ballesteros forman parte de la legión, como soldados legionarios, como ellos explican en sus obras.

Vegecio usa el vocablo, en Mil. 2. 15. Modesto lo utiliza en 12, 6: “In quinta acie ponebantur balistarii, funditores, tragularii… “, “La quinta línea la forman los balistarii los funditores y los tragularii”.

TRIARII (XII, 7. XIV, 1) Los triarios314.

Es un derivado de tres, tria. Lleva el sufijo –arius, que forma palabras

de carácter técnico, propio del leguaje militar. Forman parte del cuerpo, de los soldados legionarios de más edad315.

Varrón316 da una definición etimológica del término: “Los pilanii se llamaron también triarii, porque se dejaban como ayuda al final, en la tercera línea de batalla (tertia)”. Es un vocablo usual en todas las épocas317, Vegecio lo utiliza en Mil. 2.8. Modesto318 también lo utiliza.

El hecho que existan los hastati319 junto con los principes y los triarii, se debe en sus orígenes, al paso de la formación de la falange, a la manera de

312 Cf. P. Connolly: las legiones romanas, pp. 54-55. M. Feugère: op. cit.,. 313 Cf. J. Guillén: op. cit., p. 514. 314 Cf. P. Grimal: op. cit., pp. 125-146. A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, p. 51, habla del manípulo y en pp.357-447, aquí trata sobre la actuación del manípulo en la batalla de Zama. 315 Cf. J. Guillén: op. cit., pp. 430 y 431, donde el autor habla del puesto que ocupaban, de su composición y de la función que tenían como reserva. 316 Pilani triarii quoque dicti, quod in acie tertio ordine extremi subsidio deponebatur. (Varr. L. L. 5, 89). 317 Tenemos un ejemplo en Tito Livio: et nova de integro exorta pugna est. Non illa ordinata per principes, hastatosque ac triarios… Liv. 22, 5). “De nuevo se empezó a luchar, no en el orden esperado de los principes, hastati y de los triarii”. 318 Triarii quoque residebant. “Los triarii también permanecían quietos en sus lugares” (Mod. Brev. 14,1). 319 Cf. H. Delbrück: op. cit., pp. 272, 273 y 274.

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los griegos, a una organización por manípulos, en el periodo de las guerras del Samnio.

Los más jóvenes forman la sección de los hastati, los principes son los varones más fuertes y los triarii son los de mayor edad. El primer320 orden, lo tenían los hastati, el segundo orden era para los principes y el tercer orden era para los triarii. Además se establecen intervalos321 entre los distintos órdenes, para poder luchar de un modo ordenado, no entorpeciéndose en la lucha. Así el espacio libre que deja la primera línea, lo cierra detrás el manípulo correspondiente a la segunda línea.

Modesto322 habla de otra disposición, de la legión en el órden de batalla: el primer orden es para los principes, el segundo para los hastati, el sexto es para los que se llamaban antiguamente triarii323. Este cambio en el orden, merece una explicación detenida.

En primer lugar tanto Vegecio como Modesto, incluyen en la legión las tropas auxiliares: Veg. Mil.3, 14 y Mod. Brev. 12. Distribuyen la legión en seis líneas, frente a las tres tradicionales que había en la legión: hastati, principes y triarii.

Otro hecho importante, es la disposición de la primera y segunda línea de batalla. Vegecio324 y Modesto325 asignan el primer puesto a los que se llamaban principes y el segundo puesto a los hastati326.

Los dos primeros órdenes lo constituían327 hombres de más edad, confiados en su experiencia, protegidos con armas pesadas. El sexto orden,

320 En Modesto el primer orden está reservado para los principes. Mod. Brev. 12, 1. 321 Cf. J. Guillén: op., cit., p. 431. 322 Prima acies principum, secunda hastatorum armis talibus docetur instructa. “Se sabe que tanto la primera línea formada por los principes como la segunda formada por los hastati utilizaban las mismas armas”. (Mod. Brev. 11, 4). 323 Sextus ordo post omnes firmissimis et scutatis et omni genere armorum munitis bellatoribus tenebatur, quos antiqui triarios appellabant. (Mod. 12, 7). “ El sexto orden después de éstos, lo forman soldados excelentes cubiertos de escudos y provistos de todo tipo de armas, a los que los antiguos llamaban triarii” 324 Ut in primo exercitati et veteres milites conlocerentur, quos antea principes vocabant,in secundo ordine...quos prius hastatos vocabant. (Veg. Mil. 3,14). 325 Mod. Brev. 12,1.

326 Esta situación se refiere a los primeros tiempos, el cambio en el orden de batalla, donde los hastati pasan a la primera fila, es posterior a Servio Tulio, J. Guillén: op. cit., p. 417. 327 In his duobus ordinibus et aetate maturi et usu confidentes et muniti etiam gravioribus armis conlocantur (Veg. Mil. 14). “En estos dos líneas se coloca a los de más edad, confiados en su experiencia, protegidos también con armas pesadas. Prima acies principum, secunda hastatorum armis talibus docetur instructa. ( Mod. Brev. 11, 4). “ Se sabe

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que corresponde a los antiguos triarii, también está formado, por soldados experimentados y bien armados. Se deduce que estos tres órdenes: el primero, segundo y sexto, iban bien armados, la diferencia está en la edad.

Los antiguos triarii328 eran los de más edad, ahora los de más edad, ocupan los dos primeros puestos y el puesto sexto, ahora corresponde a soldados vigorosos, a los antiguos triarii.

Los triarii ocupan el último puesto, en la línea de batalla, tanto en la época anterior a Modesto, como en su tiempo. El hecho de que ocupen el lugar sexto, se debe a la inserción de los auxilia como levis armatura, en la legión.

TUBICEN (XVI, 1, 2, 3. XVII, 1). El que toca la tuba329.

Es un término compuesto de [tuba y de cen] (OLD). El origen de tuba

puede venir de un antiguo colectivo de tubos, esta palabra remonta a *tufa; su origen es dudoso. El segundo elemento –cen, procede del verbo cano330. Varrón331 nos define el término: “Tubicines es un compuesto del sustantivo tuba y del verbo cano, igualmente es un nombre compuesto liticines.” “Por la acción que marca el verbo canere, recibieron su denominación los trompetas, los clarines, los tocadores de cuerno y los flautistas; es propio de todos estos, tocar un instrumento, también el buccinator recibió este nombre por alusión a los dos elementos del compuesto (el sonido semejante al bos<< buey, vaca>> y el verbo cano).

El número de músicos, debido al sistema de relevos y su dispersión por las distintas centurias, era elevado332. Se presupone que en las paradas

que tanto la primera línea formada por los principes como la segunda formada por los hastati utilizaban las mismas armas”.

328 Con Mario desaparece la diferencia entre los soldados. Todos ahora deben estar dotados de las mismas armas ofensivas y defensivas. La asignación a un orden no depende de la edad, ni de las armas, ni de su clase, sino de la voluntad del jefe, J. Guillén: op. cit., p. 417. En cambio Modesto y Vegecio colocan a los de más edad, en los dos primeros puestos. 329 Cf. Y. Le Bohec: op. cit., p. 63, 68-69. 330 Para el estudio de la composición ver A.Meillet / J. Vendryes: op. cit, pp 424-431 331 Tubicines a tuba et canendo similiter liticines. (Varr. L. L. 5, 91). “Nec sine canendo< tubicines, liticines, cornicines>, tibicines dicti: omnium enim forum quodam canere; etiam bucinator a vocis similitude et cantu dictus. (Varr. L. L. 6, 75). 332 Salustio utiliza el término compuesto: Itaque ex copia tubicinum et cornicinum numero quinque quam velocissimumos delegit. (Sall. Jug. 93. 8). “Elige la cantidad de cinco del grupo de los tubicines y de los cornicines, los que eran los más veloces”.

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militares, tocaban música artística y también, en ceremonias religiosas333, como comparsas de la liturgia. Por su forma y por su escala fónica, hay que asignar a la tuba más protagonismo que al cornu334. Tanto las trompetas335 como los cuernos, tiene una amplia presencia en la música cultual romana. Las trompetas, por ejemplo tenía una fiesta especial, el tubilustrium, o fiesta de la purificación de las trompetas. La tuba336 en el ejército, tenían casi tanta importancia como las armas.

Lo que queda claro, es el hecho, de que a través de las señales337 acústicas, se les daba órdenes al ejército. La principal función338 es la de dar la señal de ataque, además de otras funciones, como tocar diana, tocar la llamada, en las guardias. Los músicos son de utilidad, para la vida en el campamento, para reunirse y para las ceremonias religiosas.

Los tubicines adoptan, durante el imperio, el uniforme de la legión, como atestiguan los relieves de la columna trajana (fig. 6685). En una legión en el imperio, sobre el 203, se contabilizan 39 tubicines. Hay tubicines en las cohortes pretorianas y auxiliares, parece que en la caballería, no hubo salvo para los equites singulares.

TURMALES (X, 1, 2) Perteneciente a la turma, al escuadrón de caballería339.

333 Paulo Festo hace referencia a los tubicines sacrorum. Tubicines etiam hi appellatur, qui sacerdotes viri speciosi publice sacra faciunt, tubarum lustrandarum gratia. (S.v. tubicines. P. F. 482). “Se llaman tubicinnes, a los sacerdotes, hombres respetables, que en público hacen sacrificios, con motivo de purificar las tubae”. 334 Catulo lo emplea: Multis raucisonos efflabant cornua bombos. “Muchas emitían con los cuernos sonidos graves”. (Catulo. 64. 263). Catulo hace referencia al sonido grave del cuerno. 335 Cf. J. Luque: op. cit., pp. 192-193. 336 Quaesivi quid dubitaret proficisci eo quo iam pridem pararet, cum arma, cum securis, cum fascis, cum tubas, cum signa militaria... ( Cic. Cat. 2, 6, 13). “ Le pregunté por qué dudaba en marchar a donde ya desde hacía tiempo se disponía a marchar, con las armas, segures, fasces, trompetas, enseñas militares...” 337 Cornicines tubicinesque in equos impositos canere ante vallum iubet (Liv. 2, 64). “Manda que los tocadores del cuerno y los de la tuba dispuestos en sus caballos, toquen delante de la empalizada”. 338 S.v. tuba. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 527-528. 339 Cf. A. Hyland: The Horse in the Roman World. London 1990. S. MacDowell: Late Roman Cavalryman. London: Osprey 1995. P. Grimal: op. cit., 131-132. A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, p. 53, donde se refiere el autor a la composición de la caballería. En las pp. 200-204, habla de la actuación de la caballería junto con los velites, en la batalla de Tesino. Sobre la caballería al comienzo del Imperio y durante el siglo I d.C.

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Es un derivado340 de [turma]. Turma [es de origen incierto] (OLD). En la misma línea se encuentra Ernout-Meillet, además asocia a turma con turba. De lo que no hay duda es de su relación con el griego tuvbh.

Este término significa, destacamento de caballería. Primitivamente estaba compuesto de treinta hombres y tres oficiales. Es una palabra técnica, al igual que su derivado turmalis. Los autores latinos dan definiciones del término. Varrón341 hace una referencia etimológica: “El nombre de turma procede de terima (donde la e cambió en u), porque la turma se componía de treinta jinetes reclutados de entre las tres tribus, Ticienses, Ramnes y Lúceres”.

Paulo Festo342 da una definición semejante. Este término es usado en todas las épocas343, por ello voy a hacer un poco de historia, sobre el uso de la caballería en la antigüedad, comparando a Grecia con Roma. Si nos remitimos al uso de la caballería344 en Grecia, es a partir de la septima centuria, cuando se utiliza y sólo por parte de algunos estados, como Tesalia y Beocia. Más tarde en Sicilia y Siracusa.

La protección que usaban era pobre, de ahí que este cuerpo del ejército fuera tan vulnerable. Así el uso de erraduras era desconocido por ellos, por lo que el caballo se lesionaba con frecuencia, hasta que del Norte de Italia viene este uso a Grecia al comienzo de la cuarta centuria.

El uso de la cota de malla sobre los caballos, era algo inusual en Grecia, el caballero podría llevar una coraza o un pequeño escudo, pero el

340 Sobre este sufijo ver P. Montaile: op, cit., pp. 224 y 225. 341 Turma terima (E in U abiit) quod ter deni equites ex tribus tribubus Titiensium, Ramnium, Lucerum fiebant. Itaque primi singularum decuriarum decuriones dicti, qui ab eo in singulis turmis sunt etiam nunc terni (Varr. L. L. 5, 91). 342 Turma equitum dicta, quasi terima, quod ter deni equites ex tribus tribubus Titiciensium, Ramnium, Lucerum fiebant. Itaque primi singularum decuriarum decuriones dicti, qui ex eo singulis turmis sunt etiam nunc terni. (Sv. turma. P. F. 485). “Se le da el nombre de turma (la forma originaria es terima ) porque estaba constituida por treinta jinetes reclutados de entre las tres tribus, los jefes de cada una de las decuriae, se llamaban decuriones, y son tres en cada escuadrón aún ahora” 343 Ex traslatione autem, ut, cum Scipio ille Corintiis statuam pollicentibus eo loco, ubi aliorum essent imperatorum, 'turmales' dixit 'displicere'. (Cic.Orat. 65, 262).” Por extrapolación, como, cuando Scipión el mayor, puesto que los corintios le prometían una estatua en ese lugar, en donde estaban los otros emperadores, dijo que le desagradaban sus compañeros de turma”. “Forte inter ceteros turmarum praefectos qui exploratum in omnes partes dimssi erant, T. Manilius consulis filius super castra hostium cum suis turmalibus evasit”. (Liv. 8, 7). “Entre los restantes jefes de los escuadrones de caballería, que fueron enviados como exploradores de todas partes, Manilio el hijo del consul se lanzó sobre los campamentos enemigos con su escuadrón de caballería” 344 Cf. F. E. Adcock: The Geek and Macedonian Art o f War. Londres 1957, pp. 47ss .

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caballo no era lo suficientemente fuerte para ser armado con la cota de malla y aguantar su peso, a la manera de como eran armados, con esta cota de malla los caballos Partos. Con Alejandro Magno, la caballería junto con la infantería armada a la ligera, mejorarán sus tácticas en la guerra.

En Roma, el uso de la caballería era con diferencia, desde la antigüedad, de gran imporancia. Hasta tal punto, que se puede pensar, que hubo un tiempo en Roma345, en el que no existió una falange legionaria, sino que Rómulo tuvo una caballería romana. Tengo como prueba el testimonio de Varrón y el de Paulo Festo –citados anteriormente– quienes hablan de una primitiva distribución del ejército por turmas. Sea como fuere, lo que sí que es cierto, es que todos los historiadores hablan de la caballería y de su presencia en las tácticas de la batalla346. Si nos situamos en la época de Modesto, dando un salto en el tiempo, vemos cómo este autor explica la distribución de la caballería:

“1. De la misma manera que la infantería se divide en centurias y manípulos, así la caballería en turmas; una turma tiene 32 jinetes. El título de decurión se le da a quien la dirige. La centuria es dirigida por un centurión bajo un único estandarte; de la misma manera la turma es dirigida por un decurión, bajo un único estandarte. 2. Se debe elegir como centurión a un hombre fuerte y de gran estatura que lance con pericia y fuerza la jabalina y las armas arrojadizas; de la misma manera se debe elegir como decurión, para ponerlo al frente de la turma, a un hombre sobre todo de gran habilidad corporal, para que acorazado y con todas sus armas pueda con gran admiración de todos, subir al caballo, cabalgar lo más valerosamente que pueda, utilizar con pericia el venablo, lanzar las flechas con la mayor habilidad que pueda e instruir a su escuadrón de caballería también llamado turma, en todas las maniobras que una batalla exige.” (Mod. Brev. 10).

Se puede deducir, tras la lectura del texto, la importancia que tiene la caballería en el ejército. Modesto establece equivalencias, en cuanto a los cargos y organización. Es significativo, que hable de 32 jinetes y un oficial,

345 Cf. H. Delbrück: op. cit., p. 257. P. Grimal: op. cit., p. 131. A. Ferrill: op. cit., pp. 38–39 y 48. Este autor hace un poco de historia sobre la importancia de la caballería en Roma. Los romanos habían usado, siempre la caballería, aunque sus fuerzas militares residían en la infantería. Escipión no hubiera derrotado a Aníbal en Zama en el 202 a.C., sin la ayuda de la caballería. Cuando se veía claro, que la caballería era tácticamente indispensable, los romanos recurrían a ella. Así Galieno, desplegó un fuerte ejército de caballería y sus sucesores inmediatos, aunque parece que desapareció esta tendencia hacia el reinado de Diocleciano. Lo que este autor deja claro, es la mejor cualificación de la caballería y un armamento mejor, que el de la infantería romana, a finales del imperio. 346 Liv. 26, 4.

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un decurión. Frente a la tradicional turma, compuesta de 30 jinetes y 3 decuriones347. En mi opinión, el motivo didáctico obliga a Modesto, a presentar los conceptos de manera resumida. Aunque aparentemente se confunde, a la hora de hablar de los decuriones que integran la turma. El resultado de la suma de 32, jinetes y un decurión, es de 33, número habitual en la turma romana. Claro que, como el primero de estos tres decuriones, además de su sección, mandaba toda la turma, sencillamente, ha omitido348, a los otros dos decuriones.

Modesto informa además de una caballería mixta349 en Brev. 18, 3, que en el imperio reciben el nombre de cohortes equitatae350. Modesto explica el origen de estas unidades mixtas. Proceden de una práctica antigua, donde los velites, se mezclaban en la lucha con la caballería. Esta práctica era usual, en la caballería mixta germana, donde la infantería ligera corría junto a los jinetes, mientras se agarraba a los crines de los caballos, para no quedarse atrás.

VELITES (XVIII, 3) Los vélites351, soldados armados a la ligera.

El origen del término es discutido, se relaciona con velox352, veho

(OLD). Otra teoría no ve el origen del término en el verbo volare (volar)

347 Sobre la composición de la turma y sus mandos, ver J. Guillén p. 527. A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, p. 53. P. Connolly: las legiones romanas, p. 58. Este autor habla de la composición de las unidades de caballería, en los primeros tiempos del Imperio, compuestas por las alae. A su vez las alae, se dividían en turmae, compuestas por 30 ó 40 jinetes y un decurión 348 Si vamos a las fuentes actuales, los autores dan los números de los integrantes de la turma, a su manera. P. Connolly: las legiones romanas, p. 58, habla de 30 ó 40 jinetes y un decurión al frente de la turma. J. Guillén: op. cit., p. 527 y A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, p. 53, estos dos autores hablan de la existencia de 3 decuriones, cada uno, al frente de su sección. J. Guillén, especifica que hay un decurión responsable de toda la turma, y cada sección tiene al frente un decurión. 349 Mod. Brev. 18, 3. 350 Cf. P. Connolly: las legiones romanas, p. 59. 351 Cf. P. Grimal: op. cit., p. 129. P. Connolly: las legiones romanas, pp. 10, 12, 16, 26 y 59. Sobre la actuación de los velites con la caballería en la batalla de Tesino, ver A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, pp. 200-213, y sobre la actuación de los velites luchando contra los elefantes, en la batalla de Zama, ver A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, pp. 355-358. 352 Paulo Festo da dos definiciones sobre el origen del término: Velites dicuntur expediti milites quasi volantes. (S.v. advelitatio. P. F. 26 ,12). “Velites se llaman los soldadosque iban tan ligeros de carga que casi volaban”. Velitatio dicta est ultra citroque proborum obiectatio,

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como se piensa, sino en el término vela o vexillum, porque estos soldados estaban bajo las vela o vexillum, no bajo el águila de la legión353. En la misma línea está R. de Miguel354 que relaciona el término velum con los velites.

Modesto355 da una definición, siguiendo la tradición romana de asociar a este cuerpo la ligereza de sus movimientos: “Si la caballería no es suficiente, según la costumbre de los antiguos, debe recibir la ayuda de la infantería ligera, armada con escudos ligeros y ejercitada para esta acción, a quienes llamaban velites porque iban tan ligeros de carga que casi volaban”. Modesto356 cuando habla de estos soldados, parece, que está emulando en todo momento a Livio357, quien además de hablarnos de la introducción de

ab ejemplo velitaris pugnae (S.V.. velitatio. Festo, 507) “ Se le da el nombre de velitatio a la discusión entre dos personas, por similitud, con la forma de luchar los velites”. 353 S.v. veles. A. Fornicielli / I. Furnaletto / F. Corradini / I. Perin: op. cit., p. 927. 354 S.v. velites. R. de Miguel: op. cit., p. 971. 355 Quod si equites impares fuerint, more veterum, velocissimi cum scutis levibus pedites ad hoc ipsum exercitati iisdem miscendi sunt, quos expeditos quasi volitantes velites expeditos. (Mod. Brev.18, 3). 356 Mod. Brev. 18. 357 Liv. 26. [4] Inter haec uis omnis belli uersa in Capuam erat; obsidebatur tamen acrius quam oppugnabatur, nec aut famem tolerare seruitia ac plebs poterant aut mittere nuntios ad Hannibalem per custodias tam artas. inuentus est Numida qui acceptis litteris euasurum se professus praestaret promissum. per media Romana castra nocte egressus spem accendit Campanis dum aliquid uirium superesset ab omni parte eruptionem temptandi. ceterum in multis certaminibus equestria proelia ferme prospera faciebant, pedites superabantur; sed nequaquam tam laetum uincere quam triste uinci ulla parte erat ab obsesso et prope expugnato hoste. inita tandem ratio est ut quod uiribus deerat arte aequaretur. ex omnibus legionibus electi sunt iuuenes maxime uigore ac leuitate corporum ueloces; eis parmae breuiores quam equestres et septena iacula quaternos longa pedes data, praefixa ferro quale hastis uelitaribus inest. eos singulos in equos suos accipientes equites adsuefecerunt et uehi post sese et desilire perniciter ubi datum signum esset. postquam adsuetudine cotidiana satis intrepide fieri uisum est, in campum qui medius inter castra murumque erat aduersus instructos Campanorum equites processerunt, et ubi ad coniectum teli uentum est signo dato uelites desiliunt. pedestris inde acies ex equitatu repente in hostium equites incurrit iaculaque cum impetu alia super alia emittunt; quibus plurimis in equos uirosque passim coniectis permultos uolnerauerunt; pauoris tamen plus ex re noua atque inopinata iniectum est, et in perculsum hostem equites inuecti fugam stragemque eorum usque ad portas fecerunt. inde equitatu quoque superior Romana res fuit; institutum ut uelites in legionibus essent. auctorem peditum equiti immiscendorum centurionem Q. Nauium ferunt honorique id ei apud imperatorem fuisse. “En medio de estas circunstancias, toda la violencia de la guerra se volvió contra Capua; Se le asediaba con más dureza que se le atacaba, y ni los esclavos ni la plebe podían soportar el hambre, ni podían enviar mesajes a Hanibal, por tener unas vigilancias tan intensas. Se encontró a un númida que después de prometer que el saldría con el encargo de la carta,

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este cuerpo, nos habla de las tácticas, que empleaban en la batalla. Si hacemos un estudio de este cuerpo, hay que decir, que el antiguo nombre con el que se le conocía, era con el nombre de rorarii358, pero este cambio de nombre llevó consigo algún tipo de cambio359 que no está claro. La cronología de aparición de este nombre hay que buscarla en el año 211 a.C., si se sigue a Tito Livio360.

Los velites361 no tenían, ni centuriones, ni estandaretes porque estaban distribuidos en números iguales en manípulos. Los velites son nombrados por última vez en la guerra de Yugurta, en el ejército de Metelo y en el de Mario362. Ahora la infantería ligera, estará formada por los auxilia: los arqueros, los honderos... etc. Estos grupos especiales durante el imperio, constituyen alas y cohortes inscritas permanentemente en el ejército romano.

prometió que cumpliría su promesa. Una vez que salió de noche por en medio del campamento romano, movió a los campanos a intentar la sublevación por todas partes, mientras les quedaran fuerzas. Además en numerosas batallas, casi siempre vencían en las batallas equestres, en cambio en las de a pié eran vencidos; en manera alguna causaba tanta alegría el vencer como tristeza el ser vencido en alguna sección del ejército por un enenmigo asediado y casi atacado. La consecuencia de esta situación es que se iguale con las tácticas de guerra lo que falta en eficacia. Se eligen de entre todas las legines a los jóvenes más veloces por su gran fuerza y por su agilidad de cuerpo; se les entrega un escudo más pequeño que el de la caballería y siete dardos de cuatro pies de largos, con la parte extrema guarnecida de hierro, de la misma manera que el venablo de los vélites. Cada uno de los jinetes que montaba con él a uno de estos soldados, se habituaron a llevarlos montados detrás de ellos y a saltar con agilidad cuando se les diera la señal. Después que pareció que se hacía este ejercicio con bastate soltura debido a la práctica diaria, se dirigieron al campo de batalla que estaba en medio, entre el campamento y el muro, contra la caballería campana, y cuando se dió la señal los vélites saltaron. Allí de repente una línea de batalla de la infantería surgió de entre la caballería, contra la caballería enemiga, y lanzan dardos uno tras otro con fuerza; mas estos que son lanzados a discreción contra los caballos y hombres hirieron a muchos; se causó más miedo por la novedad del hecho y por el factor sorpresa. La caballería que se lanza contra el enemigo asediado, causaron la huida y el estrago de éstos hasta las puertas. Desde ese momento el ejército romano también fué superior en la caballería. Se decidió que se introdujeran los vélites en la legión. Cuenta que fué el centurión Q. Navio el artífice de que se mezclara la infantería con la caballería y esta acción le llevó a la gloria de éste”. 358 Cf. H. Delbrück: op. cit., p. 278. 359 Sobre la probabilidad de que estos dos términos fueran sinónimos ver: A. Goldsworthy: Las Guerras Púnicas, pp. 51-52. 360 Institutum ut velites in legionibus essent (Liv. 26, 4). “Se decidió introducir a la infantería ligera con el nombre de velites a la legión”. 361 Cf. J. Guillén: op. cit., pp. 438, 461, 514. 362 Sall. Iug. 46, 7 cum cohortibus expeditis. 105, 2. cum velitaribus armis

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A partir de Diocleciano, se acrecienta el número de estos cuerpos: en tiempos de Vegecio363 y Modesto364 se incorporan en la legión.

VEXILLATIONES (I, 2) Destacamento de caballería365 El término procede de [vexillum + el sufijo -atio]. Vexillum366-i [cf

velum-i].Velum-i [ de dudoso origen] (OLD). Velum del cual deriva vexillum, procede, o bien de veho, o bien de vestis, aunque ambas derivaciones son una hipótesis. Significa estandarte o bandera, hecho de una pieza de tejido cuadrada, atada a una vara horizontal, como la vela se une a la vara, y es la insignia de la caballería, o de las tropas auxiliares367.

Cicerón368 da una explicación de la etimología de velum. Paulo Festo369 e Isidoro hacen referencia al origen del término. Respecto a la utilización370 de este vocablo, hay que decir que es el que se usa en las inscripciones371, en cambio otros autores en vez de utilizar vexillatio, utilizan con el mismo significado el término vexilla372. El término vexillatio373 que es un derivado de vexillum, en época de César374 designaba a una unidad compuesta y temporal,

363 Veget. Mil. 2, 12. 364 Mod. Brev. XII, 3,4, 6. Mod. Brev. XIV, 1. 365 Cf. A. Hyland: op. cit., S.MacDowell: op. cit., P. Grimal: op. cit., 131-132. 366 Cf. P. Connolly: las legiones romanas, pp. 44 y 58. 367 S.v. velum. A. Ernout, A. Meillet: op. cit., p. 1271. 368 Quo modo enim vester Axilla Ala factus est nisi fuga litterae vastioris? Quam litteram etiam e “maxillis”et “taxillis” et “vexillo” et “pauxillo” consuetudo elegans Latini sermonis evellit, “¿Cómo vuestro antepasado Axilla, se convirtió en Ala, sino por aversión a una letra bastante desagradable? Letra que también de maxillae, taxilli, vexillum y pauxillum ha arrancado el uso elegante de la lengua latina” (Cic. Orat. 153). 369 Vexillum deminutivum est a velo” (S.v.. vexillum. P. F. 519) “El término vexillum es un diminutivo de velum.” Isidoro de Sevilla da una definición semejante: vexillum est ipsud signum bellicum, tractum nomen habens a veli diminutione. Quasi velxillu “(Isid. Orig. XVIII,3 ,5). “El vexillum es también un estandarte militar, cuyo nombre ha sido tomado de la forma diminutiva de velum; es como si se dijera velxillum.” 370 S.v. vexillilatio. Ch. Daremberg / E. Saglio: op. cit., p. 776. 371 Entre las numerosas inscripciones, CIL III, 12565; XIII, 7695. 372 Caes. B. G. 6, 36, 3. 373 Sobre el sufijo que presenta vexillatio ver P. Montaile: op. cit., p. 177. 374 Complures erant ex legionibus aegri relicti; ex quibus qui hoc spatio dierum convaluerant, circiter trecenti, sub vexillo una mittuntur. (Caes. B.G. 6, 36, 3) “Muchos jinetes de diversas unidades habían quedado allí enfermos, unos trescientos de estos que habían convalecido en aquellos días se congregan junto al vexillum.”

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formada por caballeros de diversas unidades, para una misión específica. A partir de Diocleciano, se llamó vexillatio a las tropas de caballería auxiliar.

Amiano Marcelino375 utiliza este término con este significado. Después de Diocleciano, este término designa a una unidad regular de la caballería, formada para una misión en el ejército376 móvil377 del comitatus, o del ejército en el limes. En la frontera oriental había hasta 70 vexillationes. Modesto378 utiliza el término vexillatio, refiriéndose a esta unidad de caballería regular. No aparece en la obra de Modesto el término vexillarius, o vexillifer, aunque sí hace referencia al estandarte que lleva este destacamento.

CONCLUSIONES Modesto, cronológicamente situado en época tardía, utiliza un léxico, donde encontramos bastantes neologismos, entre los muchos que uliliza, cito algunos: centenarii 8,2/9,2, con el significado de centurio; draconarii 6, 3/9,1, con el significado de signiferi. Flammula 1, 1 con significado en época clásica de llama y en época tardía significa bandera. Ballistarii 12, 2 en Modesto designa a un grupo de soldados, que forman parte de la legión, en calidad de infantería ligera. En las épocas anteriores a Vegecio y Modesto, esta infantería ligera, se situaba formando parte las tropas auxiliares, nunca en la legión. El vocablo vexillatio, en Modesto en el capítulo 1,2, significa una unidad regular de la caballería. Anteriormente, designaba una unidad temporal, formada por caballeros de diversas unidades. Cohors miliaria 5, 2, que en tiempos de Modesto incluye a 1105 soldados. Usa indistintamente lorica y cataphracta ,para referirse a la coraza, en los capítulos: 5, 1/ 10, 2/ 11, 3/ 12, 1/ 13, 1, o la función del bucinator

375 Abiecti sunt autem sacramento etiam ob flagitium simile vexillationum tribuni. “Los cuatro oficiales del destacamento de caballería son relegados de su cargo por una conducta también escandalosa.” (Amm.25,1,9). 376 Cf. J. Guillén: op. cit., p.440. 377 Cf. A. Ferrill: op. cit., p. 80. Explica que la caballería, las acorazadas unidades estilo persa, durante el Imperio Romano, se usaron mucho en el ejército móvil oriental, mientras que es poco probable que la caballería pesada, hubiese sido tan utilizada en Occidente, aunque contaban con unidades. Tanto Vegecio en Mil. 3, 16, como Modesto en Brev. 18, 2, hablan de una caballería pesada y de una caballería ligera. Sobre estos dos tipos de caballería ver P. Connolly: las legiones romanas, p. 59. 378 Quae vexillationes vocantur a veho, quia velis, hoc est, flammulis utantur. (Mod. Brev. 1, 2).”Otros destacamentos (vexillationes) se les llama así por las velas o banderines de la que le sirven de enseña”.

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16, 1, 2, que tanto en Vegecio como en Modesto, es el encargado de tocar el classicum, mientras que en las épocas anteriores, se atribuye a la conjunción de varios instrumentos el tocar el classicum.

Frente a tantos neologismos, Modesto sorprende por el uso de arcaismos, como es el caso de exercitus, con el significado de ejercicio lo encontramos en 8,3 y con el valor de ejército en 5, 2/ 6, 2/ 8, 1/ 16, 2.

Otro arcaismo es el vocablo velites 18, 3, que es un término que entra en desuso a partir de Mario, cuando esta infantería ligera los velites, es sustituida por los auxilia, que actúan en calidad de tropas ligeras. El vocablo ferentarii 12, 3/15, 1, no lo incluyo, en cambio como arcaismo, aunque era la designación, que se le daba a los accensi velati, porque Modesto al igual que Vegecio, lo usan en el sentido que adquiere por metonimia, en el sentido de levis armatura. Uso que tiene este término en Salustio y Tácito y que no se refiere, a esa primitiva infantería ligera legionaria. Se refiere a los auxilia, que ya en Vegecio y Modesto forman parte de la legión. De lo expuesto a lo largo del estudio léxico de los vocablos, se puede sacar como conclusión, que la gran mayoría de estos términos se usan en todas las épocas, aunque el significado y función de los vocablos, cambian con el tiempo. El latín era, obviamente, una lengua viva, y en el ámbito militar las palabras se van adaptando a los nuevos tiempos, con significados muchas veces nuevos. Los términos técnicos latinos usados por Vegecio (y que consecuentemente aparecen en la obra “firmada” por Modesto) son buen ejemplo de adaptación y cambio de las instituciones militares en la Antigüedad tardía.

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HistoriografíaHistoriografía

Disertación histórico-geográfica acerca delparaje de la célebre ciudad de Munda junto a

la cual venció César a los hijos de Pompeyo

José Ortiz y Sanz

(1739 - 1822)

Obra póstuma de D. José Ortiz y Sanz

precedida de una advertencia por D. Salvador Enguídanos

(Madrid 1862)

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—HISTORIOGRAFÍA— J. Ortiz y Sanz, Disertación histórico-geográfica acerca del paraje

de la célebre ciudad de Munda

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NOTA DEL EDITOR:

La ortografía de la obra de Ortiz, así como el prólogo de Enguídanos, se adaptaa la de nuestro tiempo (por ejemplo ponemos paraje en lugar de parage). También secorrigen algunas erratas tipográficas flagrantes. Las variaciones significativas se indicanen notas a pie de página entre corchetes [ ], aunque se respeta la toponimia (los nombresde ciudades antiguas) tal como las publicó Ortiz. Recuérdese que este opúsculo, aunque sepublicó en 1862, fue escrito mucho antes, hacia 1798, y leído en Madrid por José Ortiz ySanz como Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia (aunque fue retocadoposteriormente, en 1801, según puede leerse en la página 21 del original de Ortiz). Hacemás de 200 años la arqueología y consecuentemente la toponimia antigua de Españaestaban en mantillas. Del mismo modo, se leían ediciones de los autores clásicos muydefectuosas.

No podemos leer la obra de Ortiz con las exigencias de una obra actual sino conojos que han de mirar a una ciencia histórica balbuceante no exenta de temeridad y deinocencia.

No se trata aquí de criticar o enmendar las teorías de Ortiz y Sanz, sino depresentar este “discurso” tal como se publicó en la edición póstuma, con las levesmodificaciones indicadas. Esta obrita puede leerse como simple curiosidad historiográficay pionera sobre los estudios de historia militar romana en nuestro país, aunque también,ojalá, suscite interés para hacer un estudio comparativo con las investigaciones actualesacerca de la ubicación de la batalla de Munda. ¿Son éstas de Ortiz vetustas palabras paranovísimas teorías?

La paginación de la obra original del Discurso de Ortiz se indica entre corchetesnegros, por ejemplo [p.9].

Sobre la vida y la obra historiográfica de José Ortiz y Sanz, ver:

—Fernando GOBERNA ORTIZ, El deán Ortiz (La seua vida i obra), AjuntamentAielo de Malferit, 2001.

—Sabino PEREA YÉBENES, La legión XII y el prodigio de la lluvia en época delemperador Marco Aurelio. Epigrafía de la legión XII Fulminata. Madrid, 2002,pp. 17-35.

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—HISTORIOGRAFÍA— J. Ortiz y Sanz, Disertación histórico-geográfica acerca del paraje

de la célebre ciudad de Munda

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Advertencia preliminar

[Salvador Enguídanos]

[1862]

La Real Academia de la Historia, en su programa de 1857, ofreció un premio de 12 milreales, medalla de oro y 300 ejemplares de la obra, al autor de la Memoria que demostrase el sitioque ocupó en la Bética la célebre ciudad de Munda, ante cuyos muros derrotó César a Gn.Pompeyo el mozo.

Optando al premio, presentaron una extensa Memoria los señores D. José y D. ManuelOliver Hurtado en la cual, con más paciencia que fortuna, intentan probar que las ruinas deRonda la vieja son las de Munda.

El libro (que bien merece este nombre) de los señores Oliver, forma un grueso torno en4ª mayor de más de quinientas páginas, de las cuales apenas consagran ciento a su verdaderoobjeto. Ya la Real Academia, al otorgarles el premio, lo conoció, y dispuso que de tanvoluminosa Memoria se imprimiese sólo lo que hace referencia a los términos de su programa.Resistieron este acuerdo los autores, y por fin, su libro se imprimió, si no íntegro, con levísimassupresiones, probándonos con ello únicamente su mucha laboriosidad y vasta lectura. Seentretienen en corregir los textos de los autores antiguos que se hayan viciados, y en coordinarlas variantes de los diferentes códices que de los mismos existen, cosa que ya habían hecho otrosantes, y que ninguna luz arrojan sobre el sitio en que estuvo Munda.

También llaman a juicio, para impugnarlos, a cuantos se ocuparon del asunto y nopiensan corno ellos, mereciéndoles particular cariño una Disertación que sobre el mismo puntoescribió en 1792 D. José Ortiz y Sanz, deán que fue de Játiva, de la cual posee un ejemplar laReal Academia de la Historia hallándose el original autógrafo en nuestro poder. Los señoresOliver, analizan y disecan, digámoslo así, casi cláusula por cláusula, dicha Disertación; pero seantantos como quieran los errores cometidos por el deán Ortiz, la verdad es que manifiesta suopinión, y señala el sitio en que, según su concepto, debe buscarse a Munda, que es, ni más nimenos, lo mismo que hacen los señores Oliver, con la diferencia de que Ortiz se sujetarigurosamente a los autores antiguos, en especial a Hircio, Estrabón y Plinio, y los señores Oliverse separan de ellos del modo más arbitrario.

Nuestro objeto, al publicar por primera vez esta Disertación, es no sólo ilustrar la materia,sino vindicar al deán Ortiz de los injustos ataques que los señores Oliver le dirigen, ataques queno serían merecidos, aun cuando dichos señores hubieran probado de un modo indubitable supropósito.

Creemos también, que aun después del libro de los señores Oliver, todavía podrá sufragaren algo la Disertación de Ortiz a los que en adelante se ocupen de investigar el paraje dondeestuvo Munda hasta hoy por nadie descubierto. Los señores Oliver se reducen a decirnos que lasruinas de Ronda la vieja son las de Munda, opinión que no mereció nunca fijar la atención de losanticuarios instruidos, y que ya era vieja cuando Maricastaña era niña. ¿Y qué pruebas, quémedallas, qué inscripciones, qué documentos irrefragables producen en apoyo de su aserto?Ninguno absolutamente. Todas sus razones consisten en conjeturas, suposiciones, coincidenciasy tradiciones inadmisibles en buena crítica. Cuanto más faltos de pruebas se encuentran másmultiplican páginas sobre páginas, pretendiendo sin duda que el lector, abrumado bajo el peso

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de tanta secatura, principie a creer, olvidándose de que ha dudado. Si su opinión descansase enbuenos fundamentos, no hubieran necesitado escribir más de 500 páginas, cuando bastaban 50,y aun menos, para probar lo que pretendían. Arrastrados por su genio escudriñador, cotejancódices, registran archivos y bibliotecas, citan, como dijimos, a cuantos autores de propósito opor incidencia nombraron a Munda, y nada escapa a sus pesquisas excepto el sitio en que estuvola desgraciada ciudad.

Pero vindicaremos primero a Ortiz con la posible brevedad, omitiendo, por su pocaimportancia, muchas de las cosas que le censuran, y luego procuraremos demostrar lo infundadode las pretensiones de los señores Oliver, de que las ruinas de Ronda la vieja sean las de Munda.

Tratando de Úcubi, pág. 41 de su Memoria, dicen: Morales, siguiendo el texto de Plinio,dijo a este propósito que su nombre era entonces Attubi, que así ha de leerse en Hircio y noÚcubi. Esta corrección ha sido aceptada por todos nuestros escritores, el P. Flórez, Masdeu,Medina Conde, Ortiz.... Tal corrección no es cierto que fuese admitida por Ortiz, quien siemprela nombra Úcubi o excepto una sola vez en que dice: Átubi, o sea Úcubi, tenidos por un pueblomismo.

Siguiendo en su manía de atacar a Ortiz al hablar de Hispalis, página 82, de su libro, seexpresan así : Otros escritores, queriendo conservar, el texto (de Hircio) tal cual hoy ha llegadohasta nosotros, suponen otra ciudad Hispalis distinta de la que todos los geógrafos ehistoriadores colocan a orillas del río Betis o Guadalquivir. El P. Ruano, que fue el primero quepensó de esta manera, supone que esta Hispalis de, que habla Hircio en el cap. XXVII,corresponde a ta actual villa de Monturque, como veremos (añade) en el convento jurídico deCórdoba. Ortiz en su Disertacion ms. sobre Munda, dice, que la Hispalis a que se dirigióPompeio excluido de Aspavia, y se campó en unos olivares, no pudo ser Sevilla, y nos inclinaa reconocer otra Hispalis diferente de aquella, que dista de Espejo ciento veinte millas. “Luego,añade, daremos otra razón que confirma esta conjetura”. Pero esta razón nada prueba en prode su sentir, porque consiste en atribuir equivocadamente el incendio de Cárruca por Gneoa aesta Hispalis, en cuyo olivar hizo alto el ejército pompeiano.

Si antes de estampar este discurso hubieran hecho alto los hermanos Oliver en el pasajede Hircio acaso comprendieran que todas las probabilidades están porque la población quemadafue Hispalis, como entendió Ortiz. Pompeyo no pudo quemar a Cárruca, puesto que tenía delanteel ejército de César, y Pompeyo iba huyendo de éste. Pero oigamos a Hircio: Eo die Pompeiuscastra movit, et contra Hispalim in oliveto consistit. Luego refiere la marcha de César siguiendoa Pompeyo hasta rebasar a Cárruca y continúa: Pompeius oppidum quod contra sua praesidiaportas clausiset incendit. Tenemos, pues, que el pueblo incendiado por Pompeyo o fue Hispalisu otro cuyo nombre omite Hircio pero de ningún modo pudo ser Cárruca. Por lo demás nos esindiferente que fuese éste o el otro el pueblo quemado no siendo esa la principal razón que tuvoOrtiz para persuadirse que la Hispalis de Hircio no era Sevilla; sino que se funda en que Sevillaera muy amiga de Pompeyo y enemiga de César, y la Hispalis de que tratamos se manifestóhostil a Pompeyo según se deduce de Hircio y Casio. Con tanto queda la razón de Ortizsubsistente, y probado que la Hispalis de Hircio no era Sevilla, en lo cual después de tantaalgazara convienen los señores Oliver, diciendo en la página 81: Cneo hizo alto en un olivar,circa, vel contra Hispalim; y que César se dirigió entonces al mismo punto. Averiguar cuál seaéste, toda vez que no puede reducirse a la moderna Sevilla, según queda ya demostrado másarriba, es la grave dificultad con que han luchado los eruditos. Ahora, si los hermanos Oliver,adoptando la conjetura de D. Aureliano Fernández Guerra, quieren que sea Ipagri, hoy Aguilar,lo concederemos de buen grado, ya que se encuentra a siete leguas de Córdoba y medía jornadacorta de Espejo, y de consiguiente, es una de las que estaban alrededor de Munda.

Pero donde los señores Oliver descargan con más fuerza todo el peso de su crítica contraOrtiz, es en el cap. IX, pág. 142 y siguientes, parte primera de su interminable Memoria. Había

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dicho Ortiz que Munda debía estar a cinco o seis millas de Osuna y esto, que podrá serexagerado si se quiere, sirve de tema a todo este largo capítulo. En él machacan a Ortiz, con unatenacidad fastidiosa, todo para venir a parar, dando infinitos rodeos, al final de su nota de la pág.150, donde nos cuentan que el Rey D. Alfonso XI puso cerco a la villa de Teba, y envió luegopor engeños que había mandado facer en Córdoba et en Écija, que encontrándose a unadistancia tan grande de la villa de Teba, basta recordar este suceso para no suponer imposibleque Munda y Urso distasen entre sí por lo menos una jornada. Ya comprenderá el curioso lectortoda la robustez de este argumento. Es lo mismo que si dijéramos: los Reyes Católicos llevaronde Aragón y Valencia los engeños para sitiar a Granada; luego basta recordar este suceso parano suponer imposible, etc. Con semejantes razones, y con su acostumbrada profusión de palabras,presumen los señores Oliver defender su causa. Pero que Munda distase de Osuna seis millas omenos, o una jornada o más, lo cierto es que las ruinas de Ronda la Vieja no son las de aquellaciudad. Forcejeen cuanto quieran los señores Oliver, escriban otras quinientas páginas si lesplace; mas no pretendan que busquemos a Munda donde realmente no estuvo, como luegodemostraremos.

Continúan, pág. 142, atacando a Ortiz con la misma sinrazón diciendo: Principia Ortizafirmando que conociendo César que en la toma de Munda había poca dificultad, dejó el sitioa Q. F. Máximo y marchó contra Córdoba.

En su afán de querernos persuadir que Munda ocupaba las alturas de la serranía deRonda, replican : Lo que consta de los antiguos historiadores es, sin embargo, todo lo contrario.Quedan ya expuestas las graves dificultades que ofrecía la toma de Munda; y si César dejóencomendado el sitio a Fabio Máximo, fue porque atendiendo a lo inexpugnable de la plaza,comprendió que iba a emplear mucho tiempo en su conquista. Ciertamente que si Munda erainexpugnable, en su toma no podía haber poca dificultad: con todo, se rindió pronto a pesar decontar para su defensa, además del paisanaje, con catorce mil soldados que quedaron prisioneros.En tales bagatelas pierden el tiempo los señores Oliver, huyendo de llegar al paso estrecho dedecirnos el paraje donde estuvo Munda.

Por mal de sus pecados había dicho Ortiz “que dentro de Munda había madera como enOsuna”. Esto es, contestan los señores Oliver, pág. 146, presentar por prueba lo mismo que seintenta demostrar: justifique Ortiz que dentro de Munda había madera como en Osuna. Esto nilo dice Hircio ni ningún otro historiador. Es una suposición gratuita por parte de Ortiz.

Cuando los hermanos Oliver se expresaban con tanta arrogancia, sabían muy bien queOrtiz no había de venir del otro mundo a justificar que había madera en Munda. Pero nosotros,celosos de su crédito, no consentiremos que nadie atente contra él mientras nos dure la vida.Ortiz, como todos los que escriben mucho, cometería algunos errores en sus obras, y seremos losprimeros a confesarlos siempre que se nos demuestren; pero le defenderemos hasta dondealcancen nuestros escasos conocimientos y la debilidad de nuestras fuerzas contra los ataquesinjustos y apasionados. Contestaremos, pues, a los señores Oliver, lo cual nos costará poquísimotrabajo, como que hemos de valernos de sus mismas palabras; porque a estos señores se les caecon mucha facilidad la memoria, y por eso reprueban en otros lo mismo que ellos sostienen.Quince líneas antes de las que dejarnos copiadas se encuentran las siguientes: Adviértase que loque querían los de César eran torres para tomar a Osuna. Con este objeto buscaban madera yno habiéndola a seis millas, más conveniente les era trasportar de Munda los mismos aparejosque les habían servido para la toma de la ciudad, que no talar y labrar la madera queencontrasen fuera del radio de tas seis millas de Osuna. Tenernos, pues, por confesión de losmismos Oliver, que no sólo había madera en Munda, sino torres hechas y derechas, corrientesy molientes, sin otros aparejos cuya mayor parte serían también de madera. Mas, al traducir elcap. XLI de Hircio, pág. 454 de su Memoria, lo hacen así... Además se añadía a esto el que nose encontraban en cerca de seis mil pasos (de Osuna) el césped y la madera de que se

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acostumbraban a formar las torres; y Pompeio, para hacer más segura la defensa de la ciudadhabía amontonado dentro de ella toda la madera cortada. Así que los de César se vieronobligados a llevar allí la madera desde Munda, cuya ciudad habían tomado últimamente. Nosabemos si la crítica ciega de los señores Oliver tendrá por bastantes estos testimoniosjustificativos de la aseveración de Ortiz. A esto llaman los citados señores haber lidiado comobuenos.

Confesamos con ingenuidad que Ortiz no prueba (ni le era posible desde su gabinete) queMunda estuviese en el punto que marca, aunque de allí no distaría mucho. Y ya que los señoresOliver no quieran conceder que estuviese tan cerca de Osuna corno piensa Ortiz, tendrán por lomenos que confesar que tampoco podía estar tan distante como ellos pretenden.

Defendido Ortiz bastantemente con lo dicho hasta aquí, pasaremos a probar con razones,en nuestro juicio indestructibles, que las ruinas de Ronda la Vieja no pueden ser las de Munda,que es lo único importante en esta controversia.

Constituídos los señores Oliver poco menos que en jefes de estado mayor de los ejércitosbeligerantes los van conduciendo de jornada en jornada hasta el punto que a su intento conviene,siguiendo a Hircio, autor que en el asunto no es posible perder de vista, aunque sin separarse desu texto los condujeron otros autores a puntos muy diferentes.

Sospechamos que los señores Oliver antes de emprender sus investigaciones sobre elterreno, tenían ya formada su opinión, y preocupados con ella no encontraron sitio que cuadraseal texto de Hircio más que el de Ronda la Vieja.

Ortiz había dicho que Munda debía estar en un cerro de mediana altura; más como estono convenía al pensamiento de los señores Oliver, rechazan esta opinión y pretenden que ocupaseuna altura elevadísima, sin lo cual la suya era sostenible. Es, pues, indudable que Munda ocupabauna altura; que fuese una elevación tan considerable como la de Ronda la Vieja, desde la cualse descubre Sierra Morena, las sierras de Granada y Loja, y el mar de Cádiz ni se deduce deHircio ni lo prueban los señores Oliver.

Basta pasar la vista por el mapa de Andalucía para conocer la imposibilidad de queMunda estuviese en las ruinas tantas veces citadas, siendo preciso para sostener opinión tanextraña, ponerse en pugna abierta con Estrabón y Plinio. El primero nombra como ciudades dela Bética a Munda, Apétua, Urson, Tucis, Julia y Egua, todas, dice poco distantes de Córdoba.Munda es en cierto modo la metrópoli. El segundo, al describir el Convento jurídico de Ástiginombra a Tucci (Augusta Gemela), Itucci (Virtus Julia), Átubi (Claritas Julia), Urso (GenuaUrbanorum), y luego pone el famoso inter quae fuit Munda.

Ni Estrabón ni Plinio nombran como ciudades inmediatas a Munda, a Ronda, Setenil yotras muchas que hubo en aquella serranía, y tan inmediatas a las ruinas de Ronda la Vieja queninguna distaba de ellas más de cuatro leguas. ¿Cómo, pues, fueron a colocar a Munda entreApétua, Urson, Tucis, Julia, Egua, Itucci y Atubi de las cuales la más próxima que es Osuna,dista de las tales ruinas más de doce leguas ¿Y cómo diría Estrabón que Munda estaba cerca deCórdoba cuando de ésta a Ronda la Vieja hay más de veinticinco leguas? ¿Es esto posible nicreíble?

Todavía para persuadirnos de que Munda no estuvo en aquel punto, nos suministran otraprueba más urgente los restos del teatro que allí existen. Cuando sucedió su catástrofe, Mundapositivamente no tenía teatro. En Roma estaba prohibida la construcción de teatros que no fuesentemporarios, y no es regular que lo que allí no se permitía se tolerase en las ciudades españolas,que por otra parte, en aquel tiempo, no eran de las más ilustradas. No parece, pues, creíble quepoblación alguna, no solo de España, sino del imperio, se atreviese a levantar teatro estable hastamucho después que Pompeyo construyó el suyo en Roma el año 699 de su fundación, muy pocosantes de sus guerras con César, en las cuales tanta parte cupo a nuestra España. Diez añosdespués ocurrió la rota mundense, y tomada la ciudad por las tropas de César, no quedarían sus

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arruinados habitantes con ánimo de levantar teatros, sino de reponerse de sus inmensas pérdidas.Pudo con el tiempo aquietarse y repoblarse; pero no es cosa averiguada, y lo que por el contrarioconsta es que fue siempre viniendo a menos hasta desaparecer de la faz de la tierra, no habiendotenido en tiempo del cristianismo, si es que existía, silla episcopal. ¿En qué época quieren losseñores Oliver que se construyese su teatro? En nuestro juicio ninguna ciudad de España tuvoteatro de estructura por lo menos hasta un siglo después de construido en Roma el de Pompeyo,y nos alegraríamos que se nos probase lo contrario, por autor antiguo de crédito en la materia.Y es bien extraño que a los señores Oliver, que descienden en su libro a tantas minuciosidadesse les escapase decirnos cuando opinan debió fundarse el teatro cuyas ruinas describen conbastante escasez de conocimientos. Llaman repetidas veces prescinciones a las precincciones,y eso que manifiestan haber leído a Vitruvio, añadiendo con la mayor sencillez, que practicaronalgunas excavaciones en busca del púlpito por el centro del proscenio hasta el de la orchêstra.¿Qué diablos entenderán por púlpito en el teatro antiguo los señores Oliver? Lo más admirablees la facilidad con que estos señores encontraron los centros del proscenio y de la orchêstraestando todo lleno de escombros, y necesitándose para ello operaciones geométricas, imposiblesde practicar mientras ambas partes del teatro no se limpien y descubran.

Todas las antigüedades hasta hoy encontradas en las ruinas de Ronda la Vieja y susinmediaciones, conspiran a persuadirnos de que allí estuvo la ciudad de Acinipo. Los señoresOliver las aplican a otros pueblos; pero si como hacen expresa mención de Acinipo la hiciesende Munda, no les hubieran faltado razones para aplicarlas a Ronda la Vieja, extendiendograciosarnente su territorio y jurisdicción hasta donde les hubiera convenido.

Es preciso desengañarse. El paraje donde estuvo Munda, como el que ocuparon otrosmuchos pueblos antiguos de que sólo nos quedan los nombres, no se descubrirá mientras laspersonas acaudaladas, o el gobierno no emprendan excavaciones dirigidas por sujetos idóneos.

Desgraciadamente las primeras carecen, en lo general, de afición a esta clase de estudios,y el gobierno, si bien principia a protegerlos, lo hace con mucha timidez y como forzado. Veintemillones de reales le concedieron las Cortes con destino a museos, academias y bibliotecas. Enla sesión del Congreso de 12 de Marzo de este año, el señor marqués de San Carlos, con un celoque le honra, recordó al gobierno la necesidad de establecer en la corte un museo arqueológico,y el señor ministro de Fomento ofreció verificarlo en cuanto reuniese los fondos necesarios.Hasta ahora lo único que se ha hecho es asignar en el presupuesto cincuenta mil reales paracontinuar las excavaciones en la antigua Numancia. Pequeña como es esta cantidad, ya noscontentaríamos con que se señalase otra igual, para principiar con fruto las indagaciones sobreMunda. No creernos que sea mucho exigir, hoy que todos los gobiernos gastan sumasconsiderables en esta clase de trabajos tan necesarios a los adelantos de la historia y de lageografía y protegen como a competencia los estudios arqueológicos. Italia, Francia, AlemaniaPrusia e Inglaterra los estimulan cuanto pueden, y el gobierno prusiano prepara una obralitológica digna de su ilustración. Bajo sus auspicios recorre en estos momentos la Grecia el sabioarquitecto M. Strack, y muy pronto el mundo científico tendrá la satisfacción de admiraren todasu primitiva integridad el teatro de Baco en Atenas; pues acaso a la hora que escribimos esté yalimpio de escombros, habiendo conseguido M. Strack en sólo mes y medio de trabajo descubrirdiez y siete gradas de asiento, y tres escalerillas de ascenso. Además en el suelo de la orquestrase han encontrado veinte y una sillas de mármol cada una de las cuales tiene esculpido el títulode la persona que se sentaba en ella, y hay esperanzas de descubrir más.

En Francia no hay departamento, ni aun ciudad de alguna importancia que no tenga sumuseo arqueológico donde se van reuniendo inapreciables restos de la Antigüedad. El mismoemperador, en medio de las inmensas atenciones que le rodean, no se desdeña de dirigir por símismo las excavaciones que manda practicar, enviando además comisiones de sabios a paísesremotos, con el fin de recoger los datos necesarios para ilustrar la historia o vida de Julio César

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que está escribiendo. Qué más: hasta el virrey de Egipto ha destinado a museo arqueológico unode sus más espaciosos palacios, en el cual hay ya colocadas infinitas preciosidades de laantigüedad egipcia, descubiertas en las excavaciones, que en grande escala practica de su ordenel doctísimo M. Mariette.

España entre tanto, no cuenta, que sepamos, con más museo arqueológico que merezcaeste nombre, que el modesto de Tarragona, debido en su mayor partea a los esfuerzos y celoinfatigable de su director D. Buenaventura Hernández, sujeto muy amante de las verdaderasglorias de su patria.

En cuanto a Munda, tendremos que pasar por la vergüenza, por no decir ignominia, deque una comisión francesa enviada por el Emperador, venga a averiguar el sitio en que estuvo,así como a verificar los demás en que se dieron acciones en nuestra península durante la guerracivil por los ejércitos de César y los Pompeyos.

Volviendo a los señores Oliver, su obra no puede ser considerada sino como un libro mássobre Munda, que nos ha dejado, en cuanto a su situación, en la misma ignorancia queestábamos. En el cap. IX y último de la segunda parte, página 316, confiesan paladinamente lapoca confianza con que escriben, y la ninguna que tienen de que su opinión sea generalmenteadmitida.

No puede serlo como dejamos demostrado; pero no por eso debe defraudárseles delmérito que han contraído reconociendo y ordenando cuanto sobre Munda, y otras antiguaspoblaciones hasta hoy se ha escrito, y sacrificando sus intereses, y cuatro años, acaso los mejoresde su juventud, en estudios, trabajos y viajes.

Estas consideraciones debieron influir en el ánimo de la Real Academia de la Historiaal concederles el premio; porque si bien es cierto que su libro contiene infinitas cosas ajenas alprograma, su espíritu de discusión y tanta paciencia en obra tan penosa, de tal manera previenenel ánimo en favor de la extensión de sus conocimientos, que no puede menos de estimárseles aunrechazando sus razones.

La loable moderación que reina en todo su escrito, cosa tan difícil de observar cuandose trata de impugnar a los ajenos, es una prueba evidente de que sus esfuerzos se han dirigido enbusca de la verdad, y por ello deben merecer la gratitud de los sabios, como merecen la nuestraen grado supremo, aunque por desgracia estamos muy distantes de serlo.

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1 El texto griego aparece aquí tal como lo dio o editó Ortiz y Sanz en su obra. Compárenselas diferencias sustanciales de los toponímicos, así como la acentuación correcta, en la siguienteedición que hace de este fragmento U.P. Boissevain, Cassii Dionis Cocceiani Historiae Romanaehistoriarum Romanarum quae supersunt, Berlin: Weidmann: eÃti de\ e)n aiâj oi¸ Pomphi¿oupaiÍdej katepolemh/qhsan, Mou=nda kaiì ¹Ate/goua kaiì OuÃrswn kaiì Tou=kkij kaiì Ou)li¿akaiì Aiãgoua: aÀpasai d' auÂtai Kordu/bhj ou)k aÃpwqen. tro/pon de/ tina mhtro/polij kate/sthtou= to/pou tou/tou Mou=nda: die/xei de\ Karthi¿aj h( Mou=nda stadi¿ouj xili¿ouj kaiì tetrako-si¿ouj. (Str. III 2, 2, 2 - III, 3, 2,8) [Nota del editor].

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Disertación histórico-geográfica acerca del paraje de la célebre ciudad de Munda

[José Ortiz y Sanz]

[p.1:] Las notas, datos o caracteres que de la memorable ciudad deMunda nos han dejado algunos escritores antiguos, son bastanteindividuales y señalados para que los modernos hubieran hallado elparaje preciso donde estuvo; y la causa de no haberlo todavíaconseguido, es sin duda por haberla buscado donde no podían hallarla nidebían buscarla. Debía buscarse Munda, siguiendo escrupulosamente lospasos de las autoridades y señas antiguas; pero por desgracia lo hanejecutado siguiendo el eco engañoso del nombre Monda, conservado enuna corta población así llamada, sita a cinco leguas de Málaga,creyéndole corrupción de Munda. Si mis facultades me hubieranpermitido recorrer el distrito a donde me guían los escritores antiguos(cuyos pasajes examinaremos luego), estoy persuadido hallaríaverificadas las notas topográficas de los mismos escritores. Mientrastanto llega el día de poder ejecutarlo, creo no serán inútiles las siguientesadvertencias y reflexiones. En mi dictamen, Munda estuvo entre Écija yOsuna, [p.2:] a legua y media de ésta, hacia las lagunas de Ayala,Calderona y algunas marjales que hay en el distrito. Para fundamento deeste mi dictamen, traigamos aquí y examinemos los pasajes indicadosarriba. Estrabón en el Lib. III, número 141, escribe lo siguiente1 Estide en aiâj o(i Pomphi)/o(u pa=idej katepolemh\qhsan, Moundakaiì Apetoua, kaiì OuÃrswn kaiì Tou=kij kaiì Iouli¿a kaiìAiãgoua: aÀpasa d' auÂtai Kordubhj o\uk aÃpwqoen. tro/pon de/tina mhtro/polij kate/sth tou= topou Mounda: die\xei de\Karthi)/aj h Mounda stadiouj xiliouj kaiì tetrakoji¿ouj.

Esto es : Hállanse también allí (no lejos del Betis) las ciudades enque los hijos de Pompeyo fueron vencidos Munda, Apetua, Urson, Tucis,

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Julia y Egua : todas ellas distan poco de Córdoba: en cierto modo esMunda la metrópoli del distrito. Munda dista de Carteya milcuatrocientos estadios.

Yo no hallo en este pasaje de Estrabón ninguna palabra que puedaconvenir a Monda. Nuestros geógrafos concuerdan en que la Urson(Ou)/rswn) de Estrabón es la Orsw=n de Apiano, la Urso de Plinio y delas medallas, la Ursao de Hircio (o quien quiera que sea el autor del libroDe bello Hispaniensi) en el cual por error de pluma, se llama tambiénBersavo y Versao, y la Resp. Ursonensium de las inscripciones. Tambiénque todas estas denominaciones corresponden a la ciudad de Osuna, sitaa cinco leguas de Écija (Astigi) de cuyo convento jurídico fueron lamisma Osuna, Munda, Apetua, etc. con las que pone Plinio, como luegodiremos. De esta Apetua ningún otro autor nos da noticias. Pudiéramossospechar es la Ategua o Attegua de Hircio, Dión Casio y de algunoscódices de Plinio, y no la desfavorece la leccion Atteoua del Epítomeestraboniano; pero convienen [p.3:] los modernos en que Ategua es lamisma Egua Aigoua de Estrabón, deduciéndolo de algunos códices delmismo Plinio, en quienes en vez de Ategua se lee Hegua con aspiración.No menos están acordes en que Ategua, o sea Egua, corresponde a undespoblado llamado Teua o Teva la Vieja, a cuatro leguas de Córdoba,camino de esta a Castroelrío. Finalmente se da por cierto que la Tucis(Tou=kij) de Estrabón, Tuccis (Tou=kkij) de su Epítome, Tuci (Touki)de Apiano y la Tucci de Plinio, cognominada Augusta Gemella, son unaciudad misma. Este dictado de Augusta se la debió dar mucho tiempodespués de las guerras de Julio César en la Bética, como derivado delque Munacio Planco dio al emperador Octaviano veinte y ocho año antesde la Era vulgar cristiana, y diez y seis después de muerto César. DeJulia (Ioulia) podemos dudar si es la Ulla o Ulia de Hircio, Casio y elItinerario de Antonino Pío, y las medallas que constantemente lee Ulia.El Itinerario la sitúa a diez y ocho millas de Córdoba viniendo de Cádiz.Según Hircio (De bello Alexandrino, cap. LXI) estaba Ulia en la cima deun cerro; por lo cual quieren los modernos corresponda a Monte-Mayorpor estar así situado. Por lo demás, Ulia era casi la única plaza fuerte queen aquel distrito estaba por César aun antes que viniese.

Estando pues, los pueblos que nombra Estrabón en este lugar, pocodistantes de Córdoba, y siendo Munda en cierto modo la metrópoli de

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ellos, en ninguna manera pueden las expresiones de este geógrafoconvenir a la moderna Monda, la cual dista de Córdoba unas cien millas,y por consiguiente está muy apartada de sus compañeras.

[p.4:] Hubiera Estrabón hablado muy impropiamente diciendo queMunda distaba poco de Córdoba, si hubiera estado donde ahora Monda.Debiera decir estaba poco distante de Málaga, Singila, Carteya u otraciudad circunvecina. De las comarcanas a Munda, la más apartada deCórdoba es Ursao (Osuna), y no lo está más de cincuenta millas.Estrabón añade que de Munda a Carteya había mil cuatrocientosestadios, que componen ciento setenta y siete millas. Hircio pone cientosetenta de Córdoba a Carteya. Supuesta la proximidad de Munda aCórdoba, y entre sí de ésta a las otras ciudades arriba nombradasalrededor de Munda, las cuentas de Estrabón e Hircio van acordes.Cuando Hircio pone la distancia de Córdoba a Carteya, es precisamenteen el cap. XXXII, refiriendo la fuga de Gneo Pompeyo perdida la batalla.Éste no huyó de Córdoba sino de Munda: lo cual persuade, que elcamino que tenía que hacer desde Munda era casi el mismo que desdeCórdoba, por esta razón puso a Córdoba desde la cual a Carteya habíacamino militar, y las millas señaladas en columnas. Estas distancias deHircio y Estrabón se deben tomar y entender por estas vías romanas ocaminos militares. En ellos no se atendía tanto al compendio y brevedadcomo a la comodidad de los tránsitos por pueblos crecidos, alojamientos,agua para las tropas, suavidad de las marchas, etc. Tengo bien observadala célebre Via Apia (y otras aún existentes en ruinas) y notado que lasgrandes lagunas Pontinas no embarazaron a su autor para seguir recto sucamino por medio de ellas; pero en los montes de Albano, Lavinia yotros muchos que le venían al paso, [p.5:] ladeaba su Vía, y buscaba elllano a costa de grande rodeo. Por línea recta como se toman en losmapas alturas y longitudes, aquellos intervalos serían menores, y el deCórdoba a Carteya no pasaría de ciento cuarenta millas poco más omenos. De la villa de Monda hasta donde estuvo Carteya en el golfo deGibraltar habrá sesenta millas 6 cuatrocientos estadios : lo cual es pocomás de la tercera parte de los mil cuatrocientos estadios que poneEstrabón.

Sacamos, pues, de este geógrafo, que Munda estaba poco distantede Córdoba como lo estaban sus circunvecinas Apetua, Tucis, Urso, Uliay Egua, por consentimiento general de los modernos, y era como la

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principal y metrópoli de todas ellas. Por último, que Munda distaba deCarteya ciento setenta y siete millas, de cuyos datos o notas corográficas,ninguna parece acomodable a la moderna Monda, ni veo razón algunaque nos induzca. a sospechar error en el número de los mil cuatrocientosestadios. Lo mismo persuade la razón. La villa de Monda no dista delmar sino doce o trece millas ; pues ¿cómo emprendió Gneo tan largoviaje por tierra, pudiéndolo hacer por mar en pocas horas, mayormentehallándose sumamente fatigado de la batalla y posar de su pérdida?Fatigado, sí, pues no pudo llegar a caballo a Carteya, y parte del caminolo hubo de hacer en litera como atestigua Hircio

Plinio el mayor (I.ib. III, cap. I), describiendo al convento jurídicode Astigi, hoy Écija, dice así: “Huius conventus sunt reliquae coloniaeimmunes Tucci, quae cognominatur Augusta Gemalla; Itucci, quaeVirtus Iulia; Atubi, quae Claritas Iulia; Urso, quae Genua Urbanorum;inter [p.6:] quae fuit Munda cum Pompeii filio capta. Vemos aquí quePlinio conspira con Estrabón, y sin haberle leido, según yo creo.Conspira, digo, con Estrabón, en orden a situar a Munda cerca de Tucciy Osuna. No sólo cerca, sino entre ellas : inter quae fuit Munda El sabioFlórez (Esp. Sagr. tomo X.), suponiendo con Morales Mariana, Nonio oNuñez, Celario y otros, que Munda estaba donde está Monda, quiere quelas palabras de Plinio, inter quae apelen sobre coloniae immunes quepone al principio M período, y no sobre las ciudades últimamentenombradas. Pero con esto, ¿qué adelanta? Reliquae coloniae immunesson las ciudades Tucci, Itucci, Atubi, Ursao y Munda. Como quiera quedicha expresión inter quae recaiga sobre estas ciudades o sobre coloniaeimmunes, no parece debiera Plinio decir, inter quae, sino inter quas, a nosobreentenderse oppida municipia o aun loca.

También adoptó Flórez el dictamen de Harduin, el cual,interpretando en este lugar de Plinio, las palabras fuit Munda, afirma queen su tiempo ya no existía. Si la frase inter quae se refiriera a coloniaeimmunes, como Flórez pretende, no sería tan necesario recurrir a ladestrucción de Munda: bastaría decir (ya que todo esto son acertijos),que en tiempo de Plinio había Munda decaído en dignidad y honores, yya no era colonia inmune. Pero si Munda hubiera merecido taldegradación por amiga de Pompeyo, como creyeron algunos, debieranhaber padecido la misma degradación todas las ciudades de la Béticafuera de Ulia, ¿y si tal hubiera sucedido a Munda, cómo la llamaría

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Estrabón metrópoli de sus circunvecinas cincuenta años después [p.7:]de la batalla mundense? Puede ser que en los cincuenta o sesenta quecorrieron de Estrabón a Plinio se arruinase Munda; pero esto sería contrala opinión de Flórez, pues su Munda (Monda), existía en tiempo delEmperador Marco Aurelio, que es decir, unos noventa años después dePlinio, (y aun hoy día existe) como prueba la inscripción que vio, y poneMorales (Lib. IX, cap. 38). Diráse que pudo ser reedificada después dePlinio. ¿Quién ha de negar este pudo ser? Pero sería bueno persuadir quelo fue. Es menester hacerlo siquiera verosímil. Es menester dar algunarazón de haber sido restaurada Munda y no sus compañeras. Si no se danalgunos fundamentos para creer que Munda perseveró metrópoli de ellashasta Estrabón, fue aniquilada hasta Plinio, y por último, reedificadadespués, lo tendré todo por un sueño.

Si me preguntan que interpretación doy a la frase fuit Munda dePlinio, diré que es más fácil refutar una opinión falsa, que establecer laverdadera. Pero no me parece sería interpretacion absurda referir elverbo fuit al participio capta queriendo Plinio significar que fue sitiaday tomada por César vencido el hijo de Pompeyo, como lo fueefectivamente. Como quiera que fuese las palabras de Plinio fuit Mundacum Pompeii filio capta, no son enteramente verdaderas; pues aunqueMunda fue tomada por Fabio Máximo como diremos, no fue cogido enella Pompeyo; sino que huyó a Carteya con ciento cincuenta caballos deescolta. Replicarán algunos y dirán que la inscripción arriba citada quecopió Morales, está en la pared de la Iglesia de Monda: es así queperteneció a Munda, pues en ella se nombra [p.8:] con dictado de ciudadin urbe Munda, luego allí estuvo Munda ¿Diremos a esto que la Mondaactual ya existía en el siglo segundo de Cristo? No me pareceinverosímil, en especial si la piedra de la inscripción es grande, y muydifícil de ser trasladada de un lugar a otro considerablemente distante.Aun si se quiere, concederé que la Munda de la batalla se fijé arruinandocon el tiempo, como sucedió a otros muchos pueblos, y Monda quedósola con el nombre de Munda y quizá con sus habitantes. Si esta ruina (leMunda fijé antes de Plinio, bien pudo decir fuit Munda, en concepto deque entonces no existía. Fuese su ruina por entonces, o fuese después, locierto es que la Munda memorable por la victoria de César se arruinó conel transcurso de los años, igualmente que sus compañeras, no quedandodel convento Astigitano más que Urso, Osuna y la misma Astigi, Écija

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¿Y quién podría señalar el tiempo de su destrucción y abandono?Lucano, Apiano, Floro, Orosio, Casio, Victor, Eutropio y otros, aunquenombran a Munda con ocasión de la batalla, no nos dan noción algunaque fije su paraje. Apiano la confunde con Córdoba, refiriendo de éstalo que sucedió en aquélla, y se conoce que no entendió bien a Hircio, dequien parece haber tomado lo poco que dice.

Hircio nos da nociones tan individuales de Munda, a pesar de lodepravado de su libro De bello Hispaniensi que, sin embargo de ser suautoridad mayor que la de Plinio y Estrabón, he reservado para lo últimosu examen a fin de hacer evidentes por él los pasajes de Estrabón yPlinio, y señalar como con el dedo el preciso paraje de

Munda. [p.9:] Hircio militó con César en las guerras civiles, y sehalló en la batalla de Manda; por cuya circunstancia, como testigo devista, merece más crédito que ningún otro. Ojalá hubiera sido historiadormás hábil, y ojalá también que tal cual es, lo poseyéramos entero ymenos viciado!

Entremos, pues, en su examen, y recorrámosle, aunque breve,cuidadosamente. Cuando César viniendo de Roma, llegó a Obulco (hoyPorcuna) a nueve leguas Sud-Este de Córdoba y tres de Andújar teníaPompeyo sitiada a Ulia por amiga de César. Socorrióla éste con oncecohortes una noche muy oscura y tempestuosa por medio de JulioPacieco (tenido por español y ascendiente de la casa de los Pachecos),hombre muy práctico en él país, y sagaz en la milicia. Tan considerablesocorro (que fue de cinco mil quinientos infantes y otros tantos caballos),aun no bastó para que Pompeyo levantase el sitio de Ulia. Así resolvióCésar marchar con todas sus fuerzas contra Córdoba donde estaba SextoPompeyo con buena guarnición, cuidando de abastecer los ejércitos detodo lo necesario por tener allí los almacenes de víveres, municiones ydemás aperos militares. Apretóla César en tanto grado, que temiendoSexto un asalto, escribió a Gneo su hermano corriese prontamente asocorrerá Córdoba si no quería perderla. Con tanto Gneo, aunque estabaa punto de tomar a Ulia, hubo de levantar el campo y marchar a Córdoba.

Tuvieron ambos ejércitos sobre Córdoba diferentes encuentros;pero viendo César no podía sacará campo abierto a Pompeyo, le dejó enCórdoba, y puso sitio a Ategua. Era esta una plaza fortísima, fortissimumpraesidium, por [p.10:] hablar con Hircio, y tan bien defendida por lospompeyanos que no dejó su toma de costar a César bastante número de

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1 Martí, en su carta XV, lib. VI I, dice tenía una medalla con la inscripción Succubo quequizás sea Ucubo y otra Venipo pero es Ventipo.

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soldados y días. Ategua, según Ambrosio de Morales, (hombre muyinstruido en antigüedades, en especial en las de Córdoba, su patria),corresponde, como ya dijimos, a un despoblada lleno de ruinas a unalegua de la villa de Espejo, llamado Teua o Teva la vieja, en cuyonombre quedan claros vestigios de Ategua, y Atubi o Ucubi tenidos porun pueblo mismo, según Morales estaba donde ahora la villa de Espejo.Yo le llamaré Ucubi o Ucubis, que es como Hircio lo llama1. Por entreAtegua y Úcubi corría el río Salado de Hircio, flumen Salsum, hoyGuadajoz según entiendo. Debía tener este nombre porque sus aguas sonalgo saladas a causa de pasar por terrenos gípseos y salobreños. Aunqueen Andalucía suelen llamar Salado a cualquier arroyo, Guadajoz debieratener este nombre con más justicia que los dulces. Corría más cerca deAtegua que de Ucubis no distando de la primera más de dos millas. Enesta suposición, si Úcubis estaba donde hoy Espejo, podría estar Ateguapoco distante del lugar de Castro (en cuyo territorio se hallaba Teva lavieja), y lo mismo creo del monte que Hircio llama Castra Posthumiana.Guadajoz desagua en el Guadalquivir unas dos leguas más abajo deCórdoba, haciendo un viaje de doce o catorce leguas. Fórmase de dosarroyuelos, el primero de los cuales empieza cerca de Valdepeñas delreino de Jaen, y se llama río Víboras. El otro brazo llamado río Locubinnacejunto a una [p.11:] villa que llaman Castillo de Locubin, no muydistante de Alcalá la Real. En dicho río y villa parece conservarse el ecode Úcubis.

Rendida Ategua por César día diez y nueve de Febrero, marchócontra Ucubis, no lejos del cual estaba Pompeyo campado en lo alto delos montes. Llegado César a Úcubis la puso fuego a vista del ejércitopompeyano, cuyos reales estaban junto a Soricaria. Parece que Soricariaes en Hircio la misma ciudad que Soricia nombrada más adelante en elcap. XXVII. Morales es de sentir estaba Soricaria una legua distante deEspejo, en un despoblado que llaman Xorquera, en cuyo nombremantiene el eco de Soricaria. Hácelo más verosímil la costumbre de losárabes en mudar en X las iniciales comenzadas por S. Ellos de Suerohicieron Xucar de Setabis Xátiba de Singilis Xenil y otros. En Soricariatuvieron algunas peleas particulares ambos ejércitos, hallándose bien

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fortificados en sus reales; pero más Pompeyo, que nunca quisodesamparar las alturas. Uno (le estos choques acaecido día cinco deMarzo fue bastante sangriento, y aunque César hizo cuanto pudo paraempeñar a Pompeyo en una acción general, no lo pudo conseguir. EvitólaPompeyo retirándose al castillo de Aspavia, lo que también le estorbóCésar. Aspavia es pueblo desconocido: Hircio solo dice de él que estabaa cinco millas de Ucubi. Conjeturo que pudo ser el mismo castillo queocupaba alguna guarnición de César encima de un monte, llamado arribaCastra Posthumiana y según Hircio en el Cap. VIII distaba cuatro millasde los reales de Pompeyo cuando los tenía entre Úcubis y Ategua.

[p.12:] Como quiera, lo que no se puede poner en duda es, queestas traslaciones de los reales pompeyanos eran de monte en monte ycerro en cerro, huyendo de las llanuras por temor de la caballeríacesariana que llevaba muchas ventajas a la suya. Por esta razón, yrecelando ser alcanzado, no podía emprender marchas más largas que deseis u ocho horas, o cuando más de un día. De más que tampoco podíaalejarse de Córdoba donde tenía todos los almacenes. Siendo esto cosamuy natural, según la índole de esta guerra, la Hispalis a que se dirigióPompeyo excluido de Aspavia, y se acampó en unos olivares no pudo serSevilla, y nos inclina a reconocer otra Hispalis diferente de aquella quedista de Espejo ciento veinte millas. Luego daremos otra razón queconfirma esta conjetura. Hircio, caps. XXIV y XXVII.

Quemado Úcubi por César, marchó siguiendo a Pompeyo, por sile podía alcanzar en paraje llano. Llegó a la ciudad de Ventisponte y lapuso sitio; pero se le rindió sin esperar combate. Este nombre la dáHircio, Cap. XXVII; pero sus medallas la llaman Ventipo, nombre quecreo debe prevalecer por lo seguro de las medallas y poca firmeza dellírcio en algunas voces. Esta ciudad debía estar donde ahora Puente deD. Gonzalo, como a seis leguas de Espejo, según parece conservar algúnsonido de Ventisponte. El Mro. Flórez Tom. X. de la Esp. Sagr.),publicó una inscripción que le comunicó D. Luis José Velazquez, halladacerca de Cazariche a media legua de Puente de D. Gonzalo. Es memoriasepulcral puesta a la de Q. Equicio Ventiponensis, y de Q. EquiciaVentiponiensa. Esta lápida nos [p.13:] induce a creer, que Ventipo oVentisponte estaba en aquel territorio de Cazariche, no lejos del Genil.Plinio ni aun la nombra, sin embargo de haber sido municipio que batiómoneda.

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1 Los hermanos Oliver lo reducen a los Corrales, pueblecito situado a unas diez leguas de laPuente de D. Gonzalo, y cinco de Osuna a cuyo partido judicial pertenece.

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Tomada Ventipo, caminó César a Cárruca, y sentó su campo envista del de Pompeyo. De Cárruca (que en latín y griego significacarroza o litera) no tenemos más noticia que nombrarla Hircio, con estenombre quizá corrupto. Insequenti tempore (dice Hircio, cap. XXVII)Ventisponte oppidum cum oppugnare coepisset (Caesar) deditione facta,¡ter fecit in Carrucam. Andarnos adivinando si es la Cárbula de Plinio,la Cárula de Antonino Pío o el moderno Carcabuey, me parece seríaperder el tiempo1.

Viendo Pompeyo tan cercano a César, cuando le creía ocupado enel sitio de Ventisponte, resolvió alejarse prontamente de los olivares deHispalis y retirarse a Munda. Pero antes de partir puso fuego a Hispalis,porque cuando llegó a ella le cerró las puertas, y hubo de quedarse en losolivares. Inferiremos de aquí, que si Hispalis cerró las puertas aPompeyo antes de ser vencido por César, es constante era enemiga deaquel y amiga de este. Luego esta Híspalis no puede ser Sevilla; puesesta era partidaria de Pompeyo y enemiga de César, como consta deHircio cap. XXXV y XXXVI, Casio, lib. XLIII, n. 39 y otros. Quizásesta Híspalis corresponde a Estepa, unas dos leguas de Osuna, y comotres del paraje donde yo creo estuvo Munda.

[p.14:] Movió, pues, Pompeyo para esta desde las inmediacionesde Híspalis, y se fortificó lo más que pudo ; la cual, como situada en uncerro, convenía a sus designios de no tener con César acción decisiva,sino en paraje ventajoso. Siguióle César desde Cárruca como hastaentonces, y sentó su real junto al llano de Munda a vista de Pompeyo,mediando entre los dos ejércitos dicho llano o campo mundense quetenía corno cinco millas de ancho. Por la falda del cerro de Munda corríaun arroyo muy cenagoso cuyas aguas caminaban hacia la mano derecha:Planities (dice Hircio, Cap. XXIX), inter utraque castra intercedebatcirciter millia passum quinque, ut auxilia Pompeii duabus defendereturrebus, oppidi excelsi, et loci natura. Hinc (esto es, de aquí, de nuestrocampo, habla Hircio como quien estaba en los reales de César), dirigensproxima planities aequabatur, cuius decursum antecedabat rivus, qui adaccessum summam efficiebat loci iniquitatem: nam palustri etvoraginoso solo currebat ad dextram partem, etc. Yo no dudo de que

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este arroyo anónimo en Hircio, es el que se forma de dos ramos quenacen más abajo de Osuna, cerca de las aldeas Sauzejo y Pedrera, sejuntan en uno hacia la aldea Aguadulce, a dos leguas de Osuna, pasa aigual distancia de ella por las lagunas de Ayala, Calderona y otras quehay allí desde Osuna a Écija, y entra en el Genil a una legua de estaciudad. Es, pues, evidente, que el arroyo corría ad dextram partem de loscesarianos, suponiendo al campo mundense donde ahora está la venta dePozo Ancho, o en su contorno entre Genil y el mismo arroyo. Si este erael llano de Munda, como yo creo, y veremos adelante [p.15:] Mundadebía estar a la otra orilla o izquierda del arroyo distante de él como unamilla según Hircio, y unas cinco o seis de Osuna; pues el paraje pordonde corre allí el arroyo es voraginoso.

El Mro. Flórez (Tom. XII de su España Sagrada) empeñado ensostener su Monda por la Munda en cuestión, pretende que el arroyo deHircio es el llamado río grande que pasa a ocho millas de Monda. Diceque esta distancia cuadra maravillosarnente con lo que escribe Hirciocap. XLI, a saber: que cerca de Munda y su campo no había agua amenos distancia de ocho millas. Una preocupación hace ver las cosas queno hay ni hubo como lo sean favorables Flórez aplica a Munda lo queHircio dice de Osuna; pues esta es la que no tenía agita dentro de lasocho millas. Oigamos a Hircio en dicho cap. XLI. Deinde Ursaonemproficiscuntur (los cesarianos tomada Munda) quod oppidum magnamunitione continebatur sic, ut ipse locus non solum opere, sed etiamnatura editus, ad oppugnandum hostem averteret. Iluc accedebat, quodaqua, praeterquam in ipso oppido non erat ; nam circumcirca rivusnusquam reperiebatur proprius millia passum IIX : quae res magno eratadiumento oppidanis. Esto es la verdad. El arroyo que corría por la faldao pie del cerro de Munda, es el mismo de que hablamos, y pasa hoy unasocho millas de Osuna. Pero Munda tenía la agua de este arroyo a cosa deuna milla, corno queda dicho y repetido arriba. Luego si Flórez hubieraleído a Hircio con más paciencia en esto, hubiera concluido que suMonda no podía ser la Munda que buscamos, pues el río Grande distaocho millas de aquella.

[p.16:] Volvamos a los ejércitos. Al amanecer del veinte y tres deMarzo día de la batalla, vio César que Pompeyo tenía su ejército enorden para darla o recibirla desde la tercera vigilia, esto es, desde antesde las tres de la noche según el reloj antiguo. Suponía, pues, que

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Pompeyo bajaría al campo mundense donde pelearían de poder a poder,y con la ventaja de tener Pompeyo a Munda a las espaldas donderetirarse si fuese necesario, cosa que César no tenía. Pero engañóse.Pompeyo solo bajó como una milla de cuesta hacia el arroyo sin llegara él, mientras César atravesó todo el campo mundense con intento derecibir al enemigo luego que pasase el arroyo. Pero como lospompeyanos hicieron alto en la cuesta, lo mandó también César hacer asu vanguardia, viendo era una temeridad acometer al enemigo situadotan ventajosamente, no solo por haber de pasar el arroyo tan lleno deatolladeros, sino también por tener que pelear cuesta arriba, y comodebajo de los enemigos, que eran casi doblados en número. ¿Cómo podíaCésar prometerse ganar un palmo de terreno? Pero sus soldados hechosa vencer aun con mayores dificultades, y muy impacientes de tantasdemoras, no le obedecieron esta vez. Atravesaron el arroyo, y trabaronla batalla cuesta arriba en la ladera del cerro de Munda.

Pudo costarles cara la valentía, y conflictaron con el últimopeligro, tanto que César hizo ademanes de matarse por no caerprisionero, conociéndose perdido. Llegaron sus tropas a volver lasespaldas, y retroceder al campo: pero César a fuerza de brazos, entre unalluvia de dardos volvía a los fugitivos de cara a los pompeyanos que yaganaban [p.17:] terreno. A tal extremo llegó su riesgo; pero finalmente,aunque por un acaso, ganó la victoria matando treinta mil pompeyanos,sin perder él más que unos mil hombres. Muchos pompeyanos huyeronpor varias veredas a Córdoba y otros lugares; pero los más se recogierona Munda donde tenían buen presidio y defensas. Entróse también en ellaPompeyo; pero teniendo por cierto que César la cercaría y la tomaría sinremedio, huyó por el lado opuesto con ciento cincuenta caballos y sedirigió a Carteya, en cuyo puerto tenla su escuadra. En efecto puso Césarsitio a Munda, y por no haber a la mano madera para el vallado,levantóle con los cuerpos muertos, escudos lanzas, sirviendo esto defagina. Ex fuga hac (dice Hircio, capítulo XXXII) cum oppidumMundam sibi constituissent praesidium, nostri cogebantur necessariocircumvallare. Ex hostium armis, pro cespite cadaveracollocabantur,scuta et pila pro vallo. Insuper occisi, et gladii et mu-crones et capita hominun ordinata, ad oppidum conversa, hostiumtimorem virtutisque insignia proposita viderent, etc. Conociendo Césarque había poca dificultad en la toma de Munda, dejó el sitio a Q. Fabio

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Máximo, y marchó contra Córdoba primero, y luego contra Sevilla ydemás plazas que se mantenían por Pompeyo. Tenida noticia de laderrota de su hermano, dijo Sexto Pompeyo al Senado cordobés trataríaluego paz con César ; y hacia la media noche se fue de Córdoba. Rindió-se Munda dentro de pocos días, y Fabio marchó contra Osuna, que semantenía rebelde fiada en su natural fortaleza y guarnición. Era su cercomuy difícil, a causa de no [p.18:] haber agua en ocho millas a sucontorno, ni en seis tampoco madera; pues Pompeyo había arrasado lacampiña y metido en la ciudad toda la madera ; pero dentro de ella habíaagua, buena guarnición, muchas defensas por naturaleza y abundancia decomestibles. No habiendo, pues, madera para el vallado en el sitio deOsuna fue preciso que Fabio la mandase traer de Munda que acababa detomar. Que la corta de madera por Pompeyo alcanzó también a Munda,consta de que los cesarianos no la tuvieron para cercarla como vimos;pero dentro de Munda la había como en Osuna, según ahora vemos.Donde César había tenido sus reales antes de la batalla que era a la partecontraria del campo mundense había maderas como diremos adelante.

De esta narración de Hircio Cap. XLI, deduzco yo un argumentoconvincente de que Munda estaba donde dijimos arriba y confirmaremosluego. Es que si por no haber madera en seis millas al rededor de Osunala fueron a traer de Munda, Munda distaba de Osuna las mismas seismillas o quizá menos. ¿Es acaso creíble que si Munda hubiese distado deOsuna cincuenta millas o más como dista la moderna Monda, hubieranido allá por madera habiéndole fuera de las seis millas, a donde no habíallegado la corta? Este raciocinio me parece tan poderoso y convincentedespués de las razones basta aquí alegadas, que no veo qué salida se lepueda dar ni respuesta que satisfaga aun en apariencia; y no ceso demaravillarme de que Morales, Caro, Roa, Velázquez, Flórez y demás quetrataron este punto no lo hayan advertido.

[p.19:] Recapitulando ahora el pasaje de Estrabón, que pone aMunda no lejos de Córdoba como metrópoli de sus circunvecinasApetua, Osuna, Tucis, Ulia y Ategua o Egua, las cuales lo estaban porconsentimiento de todos los geógrafos; y que distaba de Carteya milcuatrocientos estadios o ciento setenta y siete millas, no habiendo deMonda a Carteya más de unas cuarenta. El de Plinio que la sitúa entreTucci, Áttubi o Úcubi Osuna e Itucci, inter quae o inter quas yfinalmente el de Hircio que la coloca a legua y media o seis millas de

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Osuna en virtud del raciocinio arriba hecho.Debemos concluir, que la Munda en cuestión estuvo situada en una

colina o cerro de mediana altura, a una milla o poco más del arroyotantas veces citado, el cual corría por la falda del mismo cerro, y Mundaestaba a la izquierda de su corriente entre Osuna y Écija, y cercana a laslagunas de Ayala, Calderona y otras que hay en el distrito. Suponiendoque el campo mundense estaba entre las aldeas Marinaleda yMatarradonda y la venta de Pozo Ancho, corría el arroyo ad dextrampartem de los cesarianos, como dice Hircio y no hay error o corrupciónen estas palabras, corno pretende el buen Juan Davies en tina de susdesgraciadas notas a los Comentarios de César. Buscar a Munda enMonda es buscarla donde no se puede hallar, como tan apartada deOsuna. Un observador experto que reconociese la comarca, prevenidocon los datos y guías expuestos, no podría menos de hallar el paraje deMunda y quizá sus ruinas. La violencia de los tiempos habrá podidoconsumir los edificios exteriores; pero no se puede creer haya tambiénarrancado los fundamentos, y acabado con [p.20:] todos los vestigios, enespecial si el cerro no se ha reducido a cultivo.

Y a propósito creyeron algunos que los cesarianos pudierondestruirá Munda hasta los cimientos en odio de Pompeyo de quienMunda fue partidaria. Pero esto en mi dictamen ni es creíble niverosímil. Primero, porque antes la debían conservar y ampliar, corno unperenne monumento de su victoria. Acababa de darles el ejemplo Césarmismo pues al cortar. el bosque y maleza donde ponía sus reales juntoal campo mundense, hallaron los soldados una palmera pequeña, yprohibió la cortasen, como un pronóstico de la victoria que esperaba.Apud Mundam, dice Suetonio (in Octav. cap. XCIV.) D. Julius castrislocum capiens, cum silvam caederet, arborem palmae repertamconservari, ut omen victoriae, iussit. Segundo, porque lo mismo debíanhaber ejecutado con Osuna, Córdoba, Sevilla y casi todas las ciudadesde la Bética tan adictas a Pompeyo como Munda, y de ninguna se dicefuese destruida por César ni por sus tropas después de vencido Pompeyo;y tercero, porque cincuenta años después de la batalla, cuando escribíaEstrabón, existía Munda entera, y quizás aumentada.

En resulta de cuanto se ha dicho hasta aquí, no dudo de afirmar queMunda o su área se hallará cuando se busque en un cerro por cuyo piécorra hacia la siniestra un arroyo pantanoso; tenga al lado opuesto un

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—HISTORIOGRAFÍA— J. Ortiz y Sanz, Disertación histórico-geográfica acerca del paraje

de la célebre ciudad de Munda

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campo o vega llana ancha unas cinco millas; no diste mucho de Córdoba,esté cercana a Osuna y a Écija, y precisamente a seis millas de aquella.Si me fuera dado recorrer el distrito, me [p.21:] dirigiría principalmentea dos o tres millas del lugar de Marinaleda o Matarredonda, siguiendo lacorriente del arroyo Aguadulce, que es en mi dictamen el que pasabaentre el cerro y campo de Munda.

Así escribía yo hace poco menos de diez años esperando nuevasluces del empeño con que se deseaba saber entonces el paraje dondeestuvo Munda; pero no lograron esta satisfacción mis esperanzas. El añode 1796 se publicó una carta póstuma del sabio D. Francisco PérezBayer, en la cual este literato hace varias reflexiones que persuaden quela moderna Monda no puede ser la célebre Munda que buscamos, y quedebe buscarse donde nos llevan Estrabón y Plinio. Pero sus razones nonos aproximan tanto como pudieran por Hircio, según vimos arriba, ypractiqué yo en el tomo I de mi compendio de Historia de Españadescribiendo las guerras de César con los Pompeyos en Andalucía. Dejó,pues, aquel sabio un poco vago el lugar de Munda, sin embargo de haberviajado en aquella provincia; pero es el primero y solo que me haconfirmado en mi dictamen.

Últimamente, en este mismo año de 1801 dio a luz el maestroRisco, de buena memoria, un opúsculo en que procura persuadir hubo enla Celtiberia una ciudad llamada Munda, y la coloca en el cerro deCabeza del Griego, donde se pretende estuvo Segóbriga, de cuyo sitiose dudaba. Otros dirán si la seguridad con que cree este sabiocontinuador de la España Sagrada, que la Munda Celtibérica estaba enCabeza del Griego es fundada, o si necesita de más examen. Yo solodiré, que sobre el particular de que [p.22:] fuera de la Bética hubo otraMunda, no fue el maestro Risco el primero que lo dijo. Ya D. JuanLozano, canónigo de Cartagena, lo conoció y esforzó bastante en suBastitania y Contestania, impresa en 1796. Sólo difieren ambos, en queel maestro Risco coloca su Munda en Cabeza del Griego, y el señorLozano quiere estuviese en el moderno reino de Murcia, a las márgenesde un pequeño río llamado Mundo, que es brazo del Tader o Segura.Pero ninguno de ellos duda de que la Munda Bética estaba donde hoyMonda, que es lo que dejo impugnado.

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L. Amela Valverde: CNEO POMPEYO MAGNO. EL DEFENSOR DELA REPÚBLICA ROMANA. Madrid 2003. Signifer Libros. 300 págs.ISBN: 84-931207-2-3.

En esta nueva entrega de “Monografías y Estudios de AntigüedadGriega y Romana”, la editorial Signifer Libros nos presenta un nuevolibro de L. Amela Valverde, el mejor especialista español sobre la figurade Pompeyo Magno, uno de los personajes más decisivos e influyentesde la época tardo-republicana. No supone solamente un nuevolanzamiento bibliográfico e historia militar y política romana, sino queconstituye la primera obra moderna en castellano que trataexclusivamente del ilustre mandatario romano. Entre la literatura antiguadestaca la biografía de Pompeyo contada por Plutarco en sus Vidasparalelas, siendo necesario expurgar noticias sueltas sobre el personajeen otras obras que conciernen a la historia de Roma, ya en griego ya enlatín, como Tito Livio, Dión Casio, Apiano, Veleyo Patérculo, Orosio yotros, así como el Bellum Civile escrito por César. Aparte de estasfuentes, en castellano sólo disponíamos hasta hace poco de una brevebiografía (por lo demás casi inencontrable), el trabajo de Ch. Oman,Siete estadistas romanos del final de la República: los Gracos, Sila,Craso, Catón, Pompeyo y César, editada en Madrid en 1944. Aparte,naturalmente, hay trabajos puntuales en revistas especializadas, denumismática por ejemplo, pero que tratan aspectos parciales delpersonaje y no toda su trayectoria vital y política.

Por eso es importante la presente obra del Doctor Amela: porqueda un relato de la toda vida de Pompeyo contextualizada en la política dela Roma republicana del s. I a.C. Es, también, un estudio importantesobre los acontecimientos militares protagonizados por el que fue tresveces cónsul y tres veces triumphator, cuya actividad político-militarmarcó de forma decisiva el futuro de la República romana y remodelósus relaciones con Oriente. Sólo es necesario destacar que debido a suactuación en la Guerra Civil, que lo enfrentó en representación del poder

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estatal frente al entonces rebelde César, marcó el final del marcogubernamental que imperaba entonces, aunque fuera apenas de formanominal, como era la República, y empezó a gestarse el absolutismocentralizado que culminaría apenas unas décadas después con la llegadade Octavio al poder, ya como Augusto.

Se presenta pues un libro donde Amela desgrana con detalle la vidadel inmortal general a través de veinticuatro capítulos, siempre siguiendoun hilo cronológico y marcado esencialmente por los principales puntosde inflexión en la vida de Pompeyo, casi todos ellos relacionados con suscargos militares y políticos, aunque priman esencialmente los primeros,por un lado por ser los que mejor representan al general y mejor hablande su vida, así como por encuadrarse el libro en una colección orientadamás hacia el terreno militar.

Comienza por un estudio genealógico en la introducción parapasar seguidamente a un grupo de capítulos donde destacan los primerasmisiones como militar de renombre, el inicio de su carrera y el ascensohasta el primer consulado, todo ello abarcado en los capítulos I-VII.

A continuación, en los capítulos VII-XIV cobran importancia losgrandes cargos que ocupó, por un lado contra los piratas y por otro ladoen la guerra contra Mitrídates principalmente, como veremos másadelante.

El tercer bloque en el que se puede fragmentar el libro, ubicadoentre los capítulos XV-XIX, hace especial hincapié en la década de losaños cincuenta, aquellos en los que ocupa el segundo y tercer consulado,el título de curator annonae y el establecimiento del primer triunviratojunto a César y Craso. Es también esta época la denominada “Principadode Pompeyo”.

Por último, los capítulos XX-XIV se centran básicamente en laguerra civil contra César, su huida de Italia y el final de su vida enEgipto, donde fue asesinado.

El estilo es claro, directo y sencillo, sin diluirse en tecnicismosy manteniendo siempre como foco principal, incluso cuando su protago-nismo decae, al hijo del general Cneo Pompeyo Estrabón.

Prácticamente en todos los apartados Amela hacen alusión, comocomentaba anteriormente, al ejercicio militar, ya que fue en este campodonde más destacó Pompeyo y por el que consiguió su mayor gloria yfama. Desde sus comienzos junto al dictador Sila, con el que obtuvo su

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primer triunfo por sus campañas en Sicilia y África apenas conveinticinco años, hasta la posterior guerra contra Sertorio en Hispania ycontra los restos de las huestes del gladiador tracio Espartaco en lapenínsula itálica, pasando por su lucha contra los piratas, por la quelimpió de esta lacra a todo el Mar Mediterráneo, y sin olvidar su magnacampaña que lo llevó por todo Oriente Próximo en la guerra contraMitrídates VI del Ponto, lo que le valió un tercer triunfo, encumbrándoloen lo más alto de la sociedad a todos los niveles. Pero si algo destaca alo largo de todo el libro del profesor Amela es la presentación de unpersonaje que llegó a la cumbre de las esferas de poder romanas sinhaber llevado a cabo un cursus legal y amparado por la ley. Todos suscargos le fueron otorgados de forma extraordinaria cuando la situacióndel estado se hallaba en crisis y había que echar mano de una figura conlas características de Pompeyo. Digamos que se entrevé la figura de un“oportunista”, que aunque lógicamente tenía que reunir determinadascaracterísticas, como capacidad de liderazgo, poder económico y fácilresolución en los momentos más oscuros, su orden era la de eques, y enningún momento realizó las magistraturas oportunas ni guardó los añosestablecidos para cada cargo, como fue en su primer consulado en el año70 a.C., para el cual no cumplía la edad requerida. Oficialmente noquebrantaba las leyes establecidas, ya que al fin y al cabo sus mandossiempre le fueron otorgados por el Senado, y como viene a decir elprofesor Amela, aunque los mandos extraordinarios eran inusuales, noeran inconstitucionales (pág. 53). Sus hazañas en lo militar y el hecho deque le hubiese salvado la vida a la República en varias ocasiones, hacíanque al igual que se le requería para los momentos de crisis con mandosextraordinarios, después él mismo exigiese una suerte de salvoconductopara poder proyectar esos triunfos en su carrera política por el poder.Como bien escribió Plutarco “quiso sacar lo glorioso de loextraordinario” (Plut.Pomp.V,14). En ocasiones esos cargos dados deforma extraordinaria a través de leyes ideadas por sus seguidores, véansela lex Gabinia para la guerra contra los piratas o la lex Manilia para suscampañas contra Mitrídates, rayaban en el poder absoluto. En el caso dela lex Manilia se le concedió “el poder de efectuar la paz y la guerra porsu propia iniciativa, sin consulta previa al Senado y al pueblo romano”(pág.122). Ambas leyes son analizadas en profundidad en los capítulosVIII y X respectivamente.

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El bloque de capítulos pertenecientes a sus campañas orientalesocupan la parte central del libro, ya que aparte de ser la obra cumbre dePompeyo (ya había pacificado anteriormente Europa y África), lasactuaciones que llevó a cabo en Oriente, como su propia reorganizaciónde las provincias y diversos pactos a título personal con diferentes reyes,fueron motivo de enfrentamientos posteriores en el Senado. Otro hechoa resaltar en la vida de Pompeyo y reflejado por el autor del libro endiversos capítulos (paradigmático el capítulo XV) hace alusión a lasfacciones hostiles a Pompeyo dentro del Senado, principalmente elbando catoniano liderado por Catòn, o la enemistad que lo unía conCraso, uno de sus principales rivales y el hombre más rico de Roma porla época. Estas enemistades llegarán incluso a varios intentos deasesinato, y principalmente argüían la irregular carrera de Pompeyobasada en mandos extraordinarios, siempre ambicionando el poder y ellugar que ocupaba en la política romana sin haber desempeñado lasmagistraturas pertinentes, así como las diversas resoluciones que tomabaa título personal. Por su parte, Pompeyo tuvo a ilustres personajes a sufavor, como era el caso de Cicerón (las cartas que intercambiaron ambossuponen una valiosa fuente de información), y a diversas e influyentesfamilias con las que estaba emparentado a través de sus matrimonios,casi todos ellos políticos, como era el caso de los Escipiones.

Hasta este punto, en tan sólo dieciséis capítulos, el autor sintetizade forma brillante lo que fue el ascenso del general Pompeyo hasta lomás alto del poder romano. En ningún momento el discurso se hacefarragoso, destacando principalmente dos cuestiones: por un lado laabundante información, detallada al milímetro y ordenada de formasencilla pero eficiente, lo que permite una comprensión fácil, y por otro,la ingente anotación a pie de página, lo que da muestra de la vastadocumentación del autor, aportando la credibilidad y el contrasteholgado de los datos, necesarios para hacer del presente libro una obrade referencia en nuestro idioma.

A falta de guerras que combatir y por las que obtener otro mandoextraordinario de carácter militar, y de esta forma abastecer su gloria yrango, le fue otorgado otro de tipo político: el de curator annonae (cap.XVIII) o “comisionado del trigo”, otorgado por el Senado dada la crisisque existía con respecto a este cereal, pilar del pueblo romano. De estamanera, prorrogaba su presencia entre los altos cargos políticos, única

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misión de Pompeyo en plena guerra fría contra César, movidos siempreambos por la ambición.

Siguiendo el mismo estilo narrativo, el último bloque del trabajo,se caracteriza más por la aparición de Julio César, y por consiguiente lacontinuación de la carrera de Pompeyo frecuentemente en función deaquél, hasta que finalmente salió derrotado en Farsalo durante la segundaguerra civil. Pompeyo había encontrado a un digno rival en el que seríadespués dictator de Roma. Los comienzos fueron distintos, e inclusoPompeyo se llegó a casar con Julia, la hija de César, lo que, sin llegar amostrar una sincera amistad, sí refleja cierto respeto entre ambos. Sellega así a un primer triunvirato, de forma privada e ilegal, entre ambosgenerales y Craso, lo que da visos de lo que vendría después: la luchaabsoluta por el poder.

Esta recta final previa a la guerra civil conoce una doble cara. Sipor un lado Pompeyo obtiene su tercer consulado, pero esta vez ensolitario, sine collega, y es aclamado por el pueblo, allá por el 51 a.C.,llegando a ser considerado princeps, la situación es netamente distinta.Se entra en una fase de decadencia donde las intrigas y los asesinatospolíticos están por doquier. Los sobornos suponen la moneda de cambioen los estamentos políticos, y la supuesta República es una dictaduratriunviral disfrazada. Al poco muere Craso, con lo que el levantamientopor el poder absoluto debido a la defensa de los intereses particularesentre César, Pompeyo y el Senado, por fin empieza a ver la luz. Aún asíCésar hizo algún amago de concordia al ofrecerle en matrimonio a sunieta Octavia, pero Pompeyo declinó la oferta. Todo el aparato políticose venía abajo en pro por la lucha de dos hombres que establecían unpulso entre la dignitas de ambos, y cuya solución fue el enfrentamientoabierto. Entre estas características discurren los últimos capítulos dellibro: decadencia, sobornos, intereses, orgullos y enfrentamientos que alfinal acabarán en Guerra Civil, donde Pompeyo tomará parte por elSenado y en teoría por el pueblo, y César, con sus legiones, se dispondráa defender sus intereses, a pesar de que intentó la vía diplomática endistintas ocasiones. Éste acabará por invadir toda la península itálica, ya pesar de que Pompeyo ostentaba en efectivos militares una sustancialventaja, a la par que disponía de una imponente flota, no supo utilizarninguna de las dos y se verá derrotado en Farsalo, tras huir de Italia conel Senado, con lo que César se erigirá como dueño y señor de Roma. El

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Doctor Amela muestra en todo momento el carácter intrépido y resueltode César en contraposición a la actitud un tanto timorata y precavida dePompeyo. Pompeyo volvió a huir hasta llegar a Egipto, donde fuecobardemente asesinado. Era el año 49 a.C. Es difícil asimilar cómo ungeneral de la talla de Cneo Pompeyo Magno, con su experiencia,ambición y ventaja militar se vio derrotado, aunque ello se debió, comobien escribe el autor de la obra, más a los designios y las mofas de loscorruptos senadores y generales que lo seguían, verdaderos culpables delfracaso.

De esta forma se llega al último capítulo que versa sobre lamuerte de Pompeyo a manos del gobierno de Ptolomeo XIII, unasesinato vil y cobarde que luego les pasará factura. Del mismo modo,en la Recapitulación, el autor señala a grandes rasgos el perfilpsicológico y personal de Pompeyo, mostrando a un hombre generoso,sobrio y consecuente para la época en la que vivió, compasivo con elderrotado, pero que a la vez tenía una ambición infinita y un orgulloinabarcable que oscurecieron sus triunfos. Sus mandos y poderes por loextraordinario fueron también efímeros, basados numerosas veces enintrigas de poder, escondiendo siempre sus intenciones, pero supohacerse notar incluso cuando no estaba presente en Roma. Se movió porintereses, y de esta forma apoyaba a unos y a otros, siempre en pos de sudignitas, hasta que dio con César. El mismo pueblo actuó igual, y si enuna ocasión llegó a rezar cuando la vida de Pompeyo peligraba, despuésle abriría las puertas sin miramientos al nuevo Rex.

En conclusión se trata de un libro, que como escribía en líneasanteriores, refleja de forma detallada y biográfica la vida del generalPompeyo, algo que se hacía necesario en nuestro idioma. Aquí radicauna de las principales virtudes de esta publicación, en poder brindarnos,por fin, una obra en castellano en la que el protagonista y eje deldiscursus sea Pompeyo, sin más (en relación con esta temática es dedestacar otra obra de reciente aparición por parte de Luis Amela: Lasclientelas de Cneo Pompeyo Magno en Hispania, 2003, Universidad deBarcelona). La división por capítulos, y éstos a la vez en cuatro bloquesmás o menos diferenciados, con un estilo riguroso, directo y críticohacen que su lectura sea amena y fluida. La documentación es rica yabundante, por lo que se trata de una obra de gran interés para elaficionado a la historia de Roma como para el avezado historiador, el

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cual puede por fin manejar una monografía seria y exclusiva en nuestralengua sobre una de las figuras mas destacadas y determinantes de laRepública tardía.

Domingo Saura

H.-G. Pflaum, EL EJÉRCITO ROMANO Y LA ADMINIS-TRACIÓN IMPERIAL.ESTUDIOS DE HISTORIA MILITAR YPROSOPOGRAFÍA, Madrid, 2003. Signifer. Traducción de Sabino PereaYébenes. 133pp. ISBN: 84-932043-8-2.

El auge de los estudios de historia militar experimentado en losúltimos años, y en particular los relativos al ejército romano, necesitancada vez más una especialización mayor, al tiempo que requieren unamultiplicidad de puntos de vista y de métodos que, sumados, nosacerquen a la realidad de esa gran institución que es el ejército romano.Y en ese empeño la prosopografía tiene y ha de tener un papelprimordial.

Así lo pensaba H.-G. Pflaum, este “maestro de prosopógrafos”,como dice el acertado prólogo de Gonzalo Bravo a esta primera ediciónen español de un libro de Pflaum.

Esta obra, breve pero ilustrativa del método historiográfico dePflaum, consta de diez capítulos o estudios publicados de forma dispersaentre 1950 y 1976. Aunque cada uno de ellos puede leerse por separado,hay un denominador común a todos ellos: el análisis del ejército imperialy de sus mandos, enfatizando su estatuto y sus funciones, que a veces semueven entre la vida civil y la militar, especialmente en los militares delordo equester, poco o insuficientemente estudiadas hasta las obrasfundamentales de Pflaum sobre los procuradores imperiales, de algunade las cuales (Les procurateurs équestres) se extraen aquí algunoscapítulos a propósito de las funciones militares de los procuradoresgobernadores provinciales.

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El afán crítico e innovador que caracteriza la obra de H.-G.Pflaum creó escuela. Sus trabajos, bien trabajos cortos en revistasespecializadas bien sus obra mayores, son hoy obras de referenciaineludibles para prosopógrafos, y fueron en su momento modelo yestímulo de nuevas generaciones de historiadores del mundo romano.Véase al respecto las notas bibliográficas de Gonzalo Bravo en elprólogo, en las que podemos leer un elenco de grandísimos historiadoresdel mundo romano en la segunda mitad del siglo XX, todos ellos de unou otro modo deudores de la obra de Pflaum.

Su método, fácilmente perceptible en la lectura de sus escritos,consiste en el microanálisis profundo de los grupos sociales, y el papelde éstos en una estructura mayor, la sociedad romana a la que pertenecey por la que se halla condicionado, pero, también, en la que busca unpapel protagonista y perfila sus señas de identidad.

En el primer artículo titulado “Fuerzas y flaquezas del ejércitoromano en el Alto Imperio”, Pflaum comenta la compleja estructura delexercitus romanus, base del Estado en la época imperial, y de la quecarecieron los pueblos griegos. Su originalidad organizativa es analizadasagazmente por el autor a través del estudio de su composición y de lascarreras de ascenso seguidas por los jefes militares. Los datos aportadosdan muestras de la grandeza de las tropas frente a lo que constituye sumayor debilidad: el paso del tiempo, contra el que no podrán emplear susvaliosas estrategias. Pflaum se centra en las reformas de Augusto, con laintroducción de nuevos cuerpos de tropas para la guarnición de Roma,distinguiendo claramente entre éstas y las provinciales, siendo unas yotras fuerzas complementarias y constituyendo la columna vertebral dela defensa del Imperio.

Las cifras de los efectivos metropolitanos, tomadas de laextraordinaria monografía de Marcel Durry, Les cohortes Prétoriennes,muestran claramente el aumento de efectivos militares en la guarniciónde la Urbs durante tras el gobierno de Septimio Severo. El ejércitoprovincial está constituido por las legiones y las tropas auxiliares, cuyamisión principal es mantener incólumes las fronteras del Imperio.

No menos sugestivo es el tema del reclutamiento de las unidadescuyo funcionamiento debe garantizar la existencia de efectivos establesde soldados profesionales y es que, aunque el servicio militar a partir deMario dejó de ser una obligación para el ciudadano romano, en los

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tiempos siguientes seguiría siendo un reducto para las clasesprivilegiadas. Según Pflaum la “nobilización” del ejército es al mismotiempo una prueba de su particular movilidad social.

En todos sus trabajos Pflaum demuestra un gran conocimiento delos temas que trata, razonando inteligentemente, desmenuzando los datosy las noticias sobre personajes concretos, cuyas carreras han quedadoinmortalizadas en los textos epigráficos. En otros capítulos de este libroel autor se refiere al importante papel desempeñado por los veteranos enel proceso de romanización de las provincias conquistadas. Tambiénhace hincapié Pflaum en una circunstancia: el valor que tuvo en elejército romano: la disciplina militar, sin la cual los triunfos de las tropasno hubieran sido tan numerosos. El duro entrenamiento y las tácticas deataque proporcionaron a las unidades romanas la flexibilidad ymanejabilidad de la que carecían las tribus bárbaras, fundamentadas enla cohesión natural. Con todo, pronto se dejará sentir un nuevo signo defragilidad en la milicia debido al reducido número de efectivos humanosen comparación a la gran extensión que llegará a alcanzar el Imperio. Talcomo indica Pflaum la preocupación por la defensa se manifestaba yadesde Augusto con la construcción de un limes a lo largo de las fronteraspero, poco a poco la política romana se relajará y así se pasará de laacción ofensiva y expansionista de Trajano a la estabilización de loslímites con Hadriano, hasta llegar con Antonino Pío al inmovilismo máscompleto y nocivo. Para concluir este artículo, Pflaum explicabrevemente las razones que en su opinión, pudieron llevar a estasituación de degradación de la milicia: reclutamiento de efectivos menosromanizados, a veces incluso bárbaros, y permiso matrimonial concedidopor Septimio Severo a los soldados. A ello se unió el escaso interés delsenado, ante lo cual los mandos de las legiones fueron asignados a loscaballeros. Frente a estas circunstancias y a pesar de las posterioresreestructuraciones operadas en su seno, el ejército ya nunca volvería arecuperar su enorme fuerza y solidez.

Bajo el nombre de “Legados imperiales en el interior deprovincias senatoriales”, Pflaum hace referencia a la continua inclusióndel emperador (o de sus representantes) en el territorio al que habíarenunciado por la lex del año 27 según la cual, las provincias quedabanrepartidas entre Augusto y el Senado. Este tema, poco tratado hastaentonces por la historiografía, resulta de gran atractivo para el autor ya

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que a pesar de la imposición de limitaciones, el emperador exaltabacontinuamente su enorme poder en virtud de su imperium proconsulare.Tras enunciar varios ejemplos, Pflaum alude a las diferentes disputas enlas fronteras por los límites entre comunidades de una misma provincia.A continuación, presenta una serie de interpretaciones dadas por losautores modernos a las titulaturas de cada legado. Y pone el acento sobreel importante papel que tuvieron los legados imperiales en las provinciaspara dirimir cuestiones territoriales (establecimiento de límites de lospueblos o tribus intra-provinciales).

En el siguiente capítulo el autor aborda las diversas teoríasapuntadas sobre un párrafo conflictivo de una obra de Flavio Arriano, suExpedición contra los alanos, ofreciendo hipótesis nuevas tras someterel texto literario lagunoso a la comparación con los documentosepigráficos.

De las páginas 49 a la 52 se desarrolla el estudio del importan-tísimo epitafio de Tiberio Claudio Máximo, una lápida marmórea halladaen Grammeni, Macedonia, y publicada por M. Speidel. En dichainscripción se relata el importante capítulo representado en el altorrelievede la columna Trajana (y que se muestra en la portada del libro) segúnel cual Claudio Máximo captura a Decébalo, rey de los dacios, y lleva sucabeza al emperador Trajano. En el epígrafe cabe destacar el puesto desingularis legati legionis ya que es la primera vez que aparece unaguardia de escolta personal asignada a un legado de legión.

En el quinto trabajo Pflaum estudia el Castellum Dimmidi,conocido actualmente como Msad o Messad, un puesto militar avanzadosituado en África, en la frontera del desierto. En este estudio, como esnatural, abundan las referencias bibliografías en francés, en particular lamonografía de G. Ch. Picard sobre el Castellum publicada en Argel en1943. En este capítulo Pflaum recuerda aquella máxima ciceroniana dela historia como magistra vitae, que, traducido en sus palabras apropósito del estudio del Castellum Dimmidi, es “una oportunidad deaprender de sus antepasados con el fin de evitar problemas o desolucionarlos” (p. 53). El Castellum Dimmidi, ubicado como plaza fuerteadelantada (praetentura) a las líneas permanentes del limes de Numidia,puede tomarse como ejemplo africano paradigmático de lo que lahistoriografía alemana ha dado en llamar un Numerus-Kastelle, es decirun fuerte con guarnición irregular de tropas que se adaptan (tanto el

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fuerte como las tropas) a la topografía del lugar y a las necesidades,variables, de la defensa. Según indica Pflaum, siguiendo a Picard, entiempos de Alejandro Severo (que es cuando se datan la mayor parte delas inscripciones y por tanto el momento de mayor actividad delcampamento) se añadieron tropas móviles para reforzar la vigilancia,bien procedentes de la legión III Augusta o de otros cuerpos auxiliaresde Numidia. Este sistema de prevención, o defensivo, practicado por losromanos, es criticado por Picard (al cual se suma Pflaum) en el sentidode que hubiera sido mejor para los romanos haber lanzado una ofensivavigorosa. Con Gordiano III se producirá la evacuación del Castellum,con lo que la defensa de Numidia quedará en el limes fortificadodefendido únicamente por tropas auxiliares. La gran importanciaarqueológica e histórica del Castellum Dimmidi radica en los vestigiosdejados por los romanos del siglo III, que aportan algunos datospreciosos sobre la religión del ejército, en particular sobre el culto de“Ceres” y los “Cerei”, sobre el que Pflaum ofrece un excursus conhipótesis arriesgadas, posteriormente puestas en tela de juicio por RenéRebuffat. En el capítulo titulado “El Consilium del prefecto de Egipto. Sucomposición”, escrito en colaboración con E. Balog, se alude a laenorme importancia de esta prefectura en el siglo I d.C., a propósito deun papiro griegos ya conocido aunque revisado para la ocasión. Se trataaquí del papel y jerarquía (jerarquización) de los oficiales (militares ociviles) que asesoraban al prefectus Aegypti formando parte de suConsejo de Gobierno (Consilium). Propone, pues, un modelo del staff delgobierno provincial en la provincia ecuestre por antonomasia, Egipto.

En el siguiente tema, muy corto, el autor habla del desafortunadofinal de la expedición de Trajano contra los partos según la cual, elemperador se aventuró demasiado pronto hacia una guerra para la que elImperio no tenía fuerzas suficientes, siendo ésta la causa “estratégica” dela derrota y de la muerte de Trajano.

En los tres capítulos siguientes, y últimos de este libro, Pflaum secentra en el estudio de varias funciones militares de los procuradores-gobernadores. En el capítulo 8 se reúnen las fuentes que aluden al iusgladii o derecho de condena. El significado de dicho término variará alo largo de los años “imperiales”. En principio afectaba sólo a losmilitares y, a partir de Septimio Severo se llega a un concepto más

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CRÍTICA DE LIBROSREVIEWS

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amplio por el que la condena podía aplicarse a cualquier ciudadanoromano independientemente de su condición de soldado. Importante esseñalar también la mención, a modo de ejemplo argumentativo, de doscasos célebres: la aplicación de la pena de muerte delante del procónsulde la Galia Transpadana L. Calpurnius Piso y el episodio de loscristianos de Lión.

En los dos últimos trabajos Pflaum trata respectivamente de lospoderes militares y de las condecoraciones de los procuradores-gobernadores. Son temas abiertos a debates antiguos, pero resueltos bienpor Pflaum, que sintetiza lo que se sabía hasta entonces y poniendo elacento sobre el imperium de los gobernadores.

Como complemento a esta decena de trabajos de prosopografíae historia militar, el editor incorpora en las páginas finales la referenciade las publicaciones originales, una lista con las abreviaturas másfrecuentes, así como un extenso y completo índice que contiene autoresmodernos, repertorios de fuentes epigráficas, jurídicas, literarias ypapiráceas; a lo que hay que sumar un elenco geográfico, onomástico, detemas y de nombres comunes.

Se trata, en definitiva, de una selección de trabajos de H.-G.Pflaum, bien representativa de sus temas predilectos, de su forma detrabajo y de ciencia historiográfica. El libro, a pesar de su brevedad, esdenso, y pretende ser una invitación al método prosopográfico paraestudiantes, además ser un ejemplo, un modelo, para el planteamiento yla solución de problemas históricos.

Carmen Mª Cerdá Mondéjar

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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA

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MONOGRAFÍAS

L. Amela Valverde, CNEO POMPEYO MAGNO. EL DEFENSOR DELA REPÚBLICA ROMANA. Madrid 2003. Signifer Libros. (Monografías yEstudios de Antigüedad Griega y Romana - 10). 300 pp. ISBN: 8493120723.

V.J. Belfiglio, A STUDY OF ANCIENT ROMAN AMPHIBIOUS ANDOFFENSIVE SEA-GROUND TASK FORCE OPERATIONS. Edwin Mellen2001. 135pp. ISBN 0773475583.

There is no mistaking Belfiglio's military background in this study of Roman navaloperations. Each chapter assesses a different episode in Roman history: the second MacedonianWar; against Britain in 55, 54 BC and AD43; assault against Dyrrhachium in 48 BC; againstChersonesus and Ruspina in 47 BC. Belfiglio outlines the main events, naval assaults, raids,reconnaisance and withdrawals, and examines the successes and failures of these operations and theRoman quest for naval superiority.

A.M. Berlin & J. A. Overman (eds.), THE FIRST JEWISH REVOLT.ARCHAEOLOGY. HISTORY AND IDEOLOGY. London 2002. Routledge.258p, 25 figs. b/n. ISBN 0415257069.

Tension between Judea and Galilee and resistance to Roman rule had been a consistentfeatures of the 1st century AD. The first Jewish revolt that began in AD66, culminating in thedestruction of the Temple in Jerusalem in AD70, had a profound and enduring impact on thedevelopment and shaping of Judaism and Christianity. These fifteen essays from a conference heldin Minnesota in 1999, discuss many aspects of the causes, implications, facts and events of therevolt and of the background instability and disorder within parts of the Roman Empire.

R.J. Brewer (ed.), ROMAN FORTRESSES AND THEIR LEGIONS.London 2000. Occasional Papers of the Research Committee of the Society ofAntiquaries of London, 20). 208pp. 16 fotos b/n y 40 figs. ISBN 0854312749.

Roman Fortresses and their Legions had its origins in a conference held in 1992, andcontains 11 papers by leading Roman military archaeologists on the fortresses of Roman legionsfrom Britain, Germany and the Danube region to the eastern empire. It will appeal to both generaland specialist readers interested in Roman military archaeology. Historians, including the pioneerantiquaries, have long realised that the study of the legions is fundamental to our understanding ofthe history of the Roman Empire. The essays in this volume, contributed by some of today'sforemost scholars of Roman army studies, range across the whole of the Roman Empire - including

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Britain, the Danube lands and the eastern provinces - and cover a wide variety of themes. Authorseffectively combine evidence derived from ancient sources and inscriptions with the rapidlygrowing amount of information and detail obtained from archaeological excavation. The volumecovers the period from Augustus, when the plans of permanent legionary fortresses were beginningto evolve, to the Late Empire, when the legion was a very different body from that with which weare familiar in the early imperial period.

R.J. Brewer (ed.), THE SECOND AUGUSTAN LEGION AND THEROMAN MILITARY MACHINE. National Museums and Galleries of Wales2002. 212pp. ISBN 0720005140.

Legio II Augusta commanded by Vespasian, was amongst the first legions to invade Britainin AD 43. This collection of ten papers that formed the Tenth annual lectures held at Caerleon,review and discuss the literary, epigraphic and archaeological evidence for the origins and activitiesof the legion. Subjects include: origins and early history (L Keppie); early campaigns in south-westBritain (W. H. Manning); early campaigns in Wales (M .G. Jarrett); the legion in northern Britain(D. J. Breeze); western Britain (M. G. Fulford); officers of the legion (A. R. Birley); the frameworkof an imperial legion (M. P. Speidel); soldier and civilian (V. A. Maxfield); the future of Romanmilitary archaeology (R. Reece).

B. Dobson & P. Hill, POLYBIUS TO VEGETIUS: ESSAYS ON THEROMAN ARMY AND HADRIAN'S WALL PRESENTED TO BRIAN DOBSONTO MARK HIS 70TH BIRTHDAY, Hadrianic Society, Great Britain, 2002.178pp.

El libro incluye 17 ensayos sobre el ejército romano y el muro de Hadriano, que sepresentan como tributo a Brian Dobson. Tres contribuciones recuerdan los trabajos de Dobson sobreel ejército romano y la frontera, y su colaboración con la Hadrianic Society. El resto de trabajos,de tipo histórico y arqueológico, entre otros, tratan sobre Polibio, la batalla de Zela, Flavio Josefo,el tiro con arco entre los romanos, ejércitos y canteras, el empleo de la caballería en la fronteranorte, las mujeres de Hadriano, y un torque de Carnuntum y Vegecio.

R. Cowan, IMPERIAL ROMAN LEGIONARY AD 161-284. (Illustratedby Angus Mc Bride). Osprey Publishing, Warrior 72. 64pp. ISBN:1841766011.

H. Cuvigny, (ed.), [Avec la collaboracion de J.-P. Brun, A. Bülow-Jacobsen, D. Cardon, J.-L. Fournet, M. Leguilloux, M.-A. Matelly, M. Reddé],LA ROUTE DE MYOS HORMOS. L’ARMÉE ROMAINE DANS LE DÉSERTORIENTAL D’ÉGYPTE. PRAESIDIA DU DÉSERT DE BÉRÉNICE I. (Institutfrançais d’archéologie orientale; Fouilles de l’IFAO 48/1, 2003). Vol. I = textpp. XLIV + 1-262; ISBN 2-7247-0341-3. Vol. II = XVII y pp. 263-688; ISBN2724703421. Número total de figuras: 355; láminas en color: 6. ISSN07684703; ISBN de la obra completa: 2724703405.

R. Early et al.: ZEUGMA: RESCUE EXCAVATIONS.(PACKARDHUMANITIES INSTITUTE), INSCRIPTION OF ANTIOCHUS I, BRONZESTATUE OF MARS, HOUSE AND MOSAIC OF THE SYNARISTÔSAI, AND

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RECENT WORK ON THE ROMAN ARMY AT ZEUGMA. Portsmouth, RhodeIsland : Journal of Roman Archaeology, 2003. Colección: Journal of Romanarchaeology. Supplementary series, 51. 126pp. ISBN: 1-887829-51-2

P. Erdkamp (ed.), THE ROMAN ARMY AND THE ECONOMY. Gieben2002. 434pp. ISBN 9050633188.

Although, Erdkamp argues, the Roman army may only have accounted for approximately1% of the population of the empire, it exerted a disproportionate influence on imperial and regionaleconomies. This collection of sixteen papers examine the links between military and economicmatters between the Augustan and the early Byzantine periods, throwing light on both the changingnature of the army and the empire's economic crises. Divided into four parts, the papers focus onthe logistics and problems of supplying the Roman armies, communications and transport, theRoman West, North Africa and the East. Three papers in German, one in French, the rest in English.

N. Fields, [Ilustrated by D. Spedaliere & S. Sulemsohn Spedaliere]:HADRIAN’S WALL, AD 122-410. Osprey Publishig 2003. Fortress nr. 2. 64pp.ISBN: 1841764302.

A. Frediani, GRANDI GENERALI DI ROMA ANTICA (I). Milano 2003.Newton & Compton. Collana “I volti della storia” nº 149; pp. 580.- ISBN8882899187.

M. Fritz, ANNONA MILITARIS :DIE HEERESVERSORGUNG IMSPÄTANTIKEN ÄGYPTEN : EIN BEITRAG ZUR VERWALTUNGS- UNDHEERESGESCHICHTE DES RÖMISCHEN REICHES IM 3. BIS 6. JH. N.CHR. Firenze : Gonnelli, 2001, 2 vols. Col. Papyrologica Florentina 32. Vol.1. Darstellung; Vol. 2. Katalog.

A. Goldsworthy, THE COMPLETE ROMAN ARMY. London 2003.Tames & Hudson. pp. 224. ISBN: 0500051240.

A. Goldsworthy, IN THE NAME OF ROME: THE MEN WHO WONTHE ROMAN EMPIRE. Weidenfeld and Nicolson 2003. 415pp., figs y mapas.ISBN 0753817896.

The Roman empire was born from the martial conquests of its military commanders - asAdrian Goldsworthy reminds us, the word `emperor' derives from `imperator', meaning general.This interesting and in-depth study, which consigns its notes to the back pages, examines theleadership qualities of each of the principal Republican and Imperial generals, focusing less on theminutiae of battle strategy than on the reasons for actions and their consequences for Romangovernment and history. Beginning with the Punic Wars, the generals discussed include Marcellus,Scipio Africanus, Aemilius Paullus, Caius Marius, Sertorius, Pompey the Great, Caesar,Germanicus, Titus, Trajan, Julian and Belisarius. The lively prose is complemented by extracts fromcontemporary accounts and maps, illustrating some of history's most famous military campaigns.By focusing on the personalities of these extraordinary men, Goldsworthy brings to life over 500years of Roman history.

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D. Hoyos, HANNIBAL'S DYNASTY: POWER AND POLITICS IN THEWESTERN MEDITERRANEAN. London 2003. Routledge. 304pp. ISBN041529911X.

G.L. Irby-Massie, MILITARY RELIGION IN ROMAN BRITAIN. Brill1999. 386pp. ISBN 9004108483.

Drawing on epigraphic and archaeological evidence, the author discusses the religion ofRoman British soldiers and their interaction, in religious terms, with civilians. The complexities ofRoman, eastern and Celtic rites and beliefs, and changes to them over time, are discussed. Theinfluence of 'imported' Roman and Eastern cults on native belief systems, is seen as being especiallysignificant. Concentrating on the second and third centuries, this is a good thorough discussion ofthe subject.

S. James, EXCAVATIONS AT DURA EUROPOS: FINAL REPORT VII:ARMS AND ARMOUR AND OTHER MILITARY EQUIPMENT. London,British Museum Press, 2004. 456pp, 141 ilustr b/n & 13 color. ISBN0714122483.

The ancient city of Dura-Europos, destroyed by a Sasanian Persian siege in the AD 250s,was an important regional centre of commerce, government and military control under the Seleucid,Parthian and Roman empires. During excavations in the 1920s and 1930s it became famous forfinds such as a painted synagogue and early Christian chapel. Not the least spectacular of thediscoveries in this 'Pompeii of the Syrian Desert' were the remains of the town's garrisons andsiegeworks and massive quantities of military artefacts. The latter comprise perhaps the mostimportant single collection of arms, armour and other equipment to survive from the Roman period,a collection which is exceptional in its size, diversity and state of preservation. Its colourful paintedshields and horse armour, for example, are unequalled in the vast Roman empire or in neighbouringlands. It also holds vital importance for our knowledge of the material culture of the military in theeastern frontier lands of the Roman world. This book provides a complete catalogue of the militaryartefacts, most of which are now housed in Yale University Art Gallery, and analyses and assessestheir cultural affiliations and uses. The archaeological evidence from the site is combined with theequally rich and rare textual and representational evidence in the form of papyri, graffiti andwall-paintings, not to mention the buildings of the city themselves, to examine the ways in whichmaterial culture actively creates and expresses identity, in this case of Roman soldiers of Syrianorigin.

M. Kemkes, J. Scheurbrandt & N. Willburger (eds.), AM RANDEDES IMPERIUMS: DER LIMES - GRENZE ROMS ZU DEN BARBAREN.Thorbecke 2002. 288pp. ISBN 3799534008.

Aalen Museum in southern Germany, built on the site of a major fort, is the principalmuseum of the Limes, Rome's barrier against `the barbarian'. The museum's important collectionof military and domestic artefacts forms the basis of this well-illustrated study of the Limes, theRoman soldiers who garrisoned it and the threat beyond. Well-structured sections, accompanied bymaps, reconstruction drawings and colour photographs, discuss Roman expansion, the organisationof the Roman army, its commanders, soldiers and records, its weaponry and other equipment, thestructures of the Limes, Aalen's fort, life on the Limes, contact with the Germani and archaeologyon the frontier. German text.

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J. I. Lago, CÉSAR, ALEJANDRO, ANÍBAL. GENIOS MILITARES DELA HISTORIA. Editorial Almena. 186pp. Ilustraciones. ISBN: 8496170071.

Y. Le Bohec, EL EJÉRCITO ROMANO. Barcelona 2004. Editorial Ariel.Traducción de Ignacio Hierro. 370pp. Ilustraciones (fotos y dibujos). ISBN:8434467232.

Y. Le Bohec, (ed.) [Avec la collaboracion de J.-F. Berthet, G. Brizzi, V.Giuffrè, J.-M. Lassère, J.L. Voisin et C. Wolff]: LES DISCOURS D'HADRIENÀ L'ARMÉE D'AFRIQUE. EXERCITATIO. Paris 2003. Editions De Boccard172 pp., con ilustraciones. ISBN 2701801583.

Y. Le Bohec / C. Wolff (eds.), L’ARMÉE ROMAINE DE DIOCLÈTIENÀ VALENTINIEN Ier. Lyon 2004. Actes du Congrès de Lyon (12-14 septembre2002). Centre d’Études et de Recherches sur l’Occident Romain. Collection duCentre d’Études Romaines et Gallo-Romaines, Nouvelle série, 26. 540pp.ISBN: 2904974253.

LIMES XVIII: PROCEEDINGS. 2 vols: 948p, b/n ilustr. (BAR S 1084,2002). ISBN 1841714658.

This substantial two-volume work publishes 100 papers from the September 2000 Congressin Amman which reflect recent archaeological and historical developments in Roman frontierstudies. Divided into fifteen sections, the papers discuss general themes, the eastern frontier, Romeand Parthia, the Anatolian provinces and the Black Sea region, the Germanies, early RomanGermany, the Danubian and Balkan provinces, Dacia, the Spains, Britain, the Roman army, Romanfortifications, fleets and frontiers, documents and archive. Many of the papers are well-illustrated.

J.B. McCall, THE CAVALRY OF THE ROMAN REPUBLIC. CAVALRYCOMBAT AND ELITE REPUTATIONS IN THE MIDDLE AND LATEREPUBLIC. London & New York, 2002. Routledge. 200 pp. ISBN:0415257131.

A. Morillo / F. Cadiou / D. Hourcade (actas reunidas y presentadaspor): DEFENSA Y TERRITORIO EN HISPANIA, DE LOS ESCIPIONES AAUGUSTO. León / Madrid 2003. Universidad de León y Casa de Velázquez.425 pp. ISBN: 8497730976 y 849555492.

S. Perea Yébenes, HISPANIA ROMANA Y EL NORTE DE ÁFRICA.EJÉRCITO, SOCIEDAD, ECONOMÍA. Sevilla 2003, Alfar- Ixbilia.100 pp.Ilustraciones en b/n. ISBN: 8478982035.

S. Perea Yébenes (ed.), RES GESTAE – GRANDES GENERALESROMANOS (I). Madrid 2004. 211pp. ISBN: 8493326704.

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B. Pferdehirt, DIE ROLLE DES MILITÄRS FÜR DEN SOZIALENAUFSTIEG IN DER RÖMISCHEN KAISERZEIT. Mainz 2002. Römisch-Germanisches Zentralmuseum.. 269pp. ISBN 3884670697.

This detailed study of military diplomas examines the ways in which a military position orbackground could be used as a means of climbing the social ladder during the Roman imperialperiod. With an emphasis on the 1st and 2nd centuries AD, Pferdehirt examines the legal role andprivileges of soldiers and knights in the Roman constitution, the possibilities for freedmen, therights of soldiers' families and the changes in law after the turn of the 3rd century.

H.-G. Pflaum, EL EJÉRCITO ROMANO Y LA ADMINISTRACIÓNIMPERIAL. ESTUDIOS DE HISTORIA MILITAR Y PROSOPOGRAFÍA.Madrid 2003. Signifer Libros. (Monografías y Estudios de Antigüedad Griegay Romana - 9). Prólogo de Gonzalo Bravo. Traducción y edición de S. PereaYébenes). 133 pp. ISBN: 84-93204382.

M.D. Reeve, VEGETIUS: EPITOMA REI MILITARIS. 180pp. OxfordClassical Texts, Oxford UP 2004. ISBN 0199264643.

N. Rosenstein, ROME AT WAR: FARMS, FAMILIES AND DEATH INTHE MIDDLE REPUBLIC. North Carolina University Press, 2004. 339pp.ISBN 0807828394.

In 133 BC the tribune Tiberius Gracchus issued his lex agraria to redistribute land amongstveteran soldiers and the poor. In his interesting and perceptive study Nathan Rosenstein re-examinesthe reasons for this agrarian crisis that Gracchus, so unpopularly, responded to. Past studies haveargued that an increase in large plantations manned by a rapidly growing population of slavelabourers had damaged Rome's farmers and small holders. However, Rosenstein argues that thereis little archaeological or documentary evidence for this and looks instead to the consequences ofwarfare, particularly the war against Hannibal. Rosenstein discusses in detail the nature of theRoman family, the amount of labour required to make a success of a farm and, set against this, theconsequences of losing that labour (and the potential of fathering the next generation of farmers).Sections also examine methods for quantifying the numbers of men killed in battle or throughdisease following injury. The numbers are enormous and one can immediately see the difficultyfacing the Roman senate of how to replenish the ranks.

M. Roxan & P. Holder, ROMAN MILITARY DIPLOMAS - IV. London2003. Institute of Classical Studies. 312pp. ISBN 0900587938.

Este cuarto volumen presenta transcripciones, traducciones y detallado comentario de 121diplomas, la mitad de que se publica aquí por el primera vez, fechados entre los años 61 a 245. Elestudio incluye la revisión de la cronología de otros diplomas publicados antes, así como unosíndices detallados de nombres y unidades citados en los diplomas, prefectos de la flota, losdestinatarios y sus familias, los comandantes de las unidades auxiliares, las propias unidades ypersonas y lugares.

F. Russo, L'ARTIGLIERIA DELLE LEGIONI ROMANE. Roma2004 - ix + 308 pp., fig., fot., 87 lám. col. € 72,80

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Chr. F. Salazar, THE TREATMENT OF WAR WOUNDS IN GRAECO-ROMAN ANTIQUITY. (Brill 2000) 299pp. ISBN 9004114793.

The first book to deal specifically with battle wounds and trauma in Greco-Romanantiquity. Combining literary and archaeological/skeletal evidence, the author discusses the typesof injuries and traumas sustained, the evidence for surgery and treatment and the degree of medicalknowledge. Christine Salazar argues for an inter-disciplinary approach to this subject and reachesthe rather surprising conclusion that the treatment of wounds in battle is dealt with very differentlyin the literature from everyday illnesses, disease and injury, therefore justifying its study as aseparate topic.

J. Spaul, CLASSES IMPERII ROMANI. Nectoreca 2002. 93pp. ISBN0952506211.

En línea con las anteriores publicaciones de Spaul, en las que el autor detalla la evidenciadocumental del ejército romano imperial en las unidades auxiliares (caballería y cohortes deinfantería), en esta ocasión nos informa sobre el personal y oficiales que sirven en la armadaimperial. Presenta listados de nombres, y referencias, de centuriones, navarcos, optiones, custodes,y los empleados del servicio médico, religiosos, músicos y administrativos. Una buena fuente deinformación.

J. Staecker, PRINCEPS UND MILES. STUDIEN ZUM BINDUNGS-UND NAHVERHÄLTNIS VON KAISER UND SOLDAT IM 1. UND 2. JAHR-HUNDERT N. CHR. Hildesheim: Olms-Weidmann, 2003.Spudasmata 91.492pp. 7. i78.00. ISBN 3487119412.

INDICE: Soziale, wirtschaftliche und strukturelle Voraussetzungen für die Ausbildungeines Bindungsverhältnisses zwischen Princeps und Soldat — Die Sicherstellung der materiellenExistenz des Soldaten und Veteranen durch den Princeps — Der Kaiser vor Ort. PersönlicherKontakt zwischen Kaiser und Soldat — Die imago principis als Ausdruck symbolischer Nähe desKaisers zum einfachen Soldaten — Die Kaiserstatue im militärischen Kontext — Die sakraleAnbindung des Soldaten an das Kaiserhaus — Das Donativ — Imperator invictus. DieSieghaftigkeit des Princeps und ihre Bedeutung für das Bindungsverhältnis von Kaiser und Soldat— Das Bindungs- und Nahverhältnis zwischen Princeps und miles: Ergebnisse.

O. Stoll, RÖMISCHES HEER UND GESELLSCHAFT. (MAVORS XIII,Steiner 2001). 522pp. 20 figs. b/n. ISBN 3515078177.

Eighteen essays, first published between 1991 and 1999, focus on the place of the Romanarmy within society, particularly within the German provinces. Subjects include the sculpturalrepresentation of military figures, the social position of the Roman officer, the role of the army inthe movement of cults around the east, military architecture and technology and the contributionof veteran settlers to the management of the countryside.

M.D. Thomas, Lorica Segmentata. Vol. II: A Catalogue of Finds..Braemar: Armatura, 2003. Pp. 145. JRMES Monograph,2. $45.00. ISBN0953984850.

J.J. Wilkes (ed.): DOCUMENTING THE ROMAN ARMY: ESSAYS INHONOUR OF MARGARET ROXAN. London 2003. Institute of ClassicalStudies. 204pp.; ilustraciones. ISBN 090058792X. € 77,00 aprox.

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La obra reúne diez contribuciones presentadas en un coloquio realizado en el Instituto deEstudios Clásicos de Londres, en 2002, en honor de Margaret Roxan. Se examinan diversosaspectos del ejército romano desde la perspectiva histórica (estudio de documentos) y arqueológica.Contenido:

“The commissioning of equestrian officers” (A R Birley) — “An Augustan officer on theRoman army: Militaria in Velleius Paterculus and some inscriptions” (D B Saddington) —“'Having been a soldier' (Lawrence Keppie) — “Der Kaiser als Herr des Heeres” (SolobodanDusani…) — “Auxiliary deployment in the reign of Hadrian” (Paul Holder) — “Auxiliaries,legionaries and the operation of Hadrian's Wall” (David J Breeze) — “Ostraca and the Roman armyin the eastern desert” (Valeries A Maxfield) — “Documenting the Roman army at Carlisle” (R SO Tomlin) — “The future of Roman military diplomata” (Peter Weiss)

A. Wilkins, ROMAN ARTILLERY. Shire 2003. 80pp. 56 illust. b/n. ISBN074780575X.

Drawing on Greek prototypes, the Roman catapult became the dominant battle artillery formany years. This introduction to the use of catapults by the Roman army from the time of Caesaronwards, looks at how the Romans adopted and adapted Greek designs and how they improvedupon and modified them to suit new challenges and new enemies. Alan Wilkins, experienced notonly in Roman archaeology, but also in recreating and conducting field experiments on catapults,traces the history of Roman artillery drawing on archaeological and literary sources. Catapultdesign, manufacture, technical solutions, research and development are all discussed with referenceto technical manuals and battle plans of writers such as Arrian, Vitruvius, Josephus and Heron ofAlexandria.

M. òyromsky, PRAEFECTUS CLASSIS: THE COMMANDERS OFROMAN IMPERIAL NAVY DURING THE PRINCIPATE. Pozna½ 2001. 157pp.ISBN: 8387704407

REVISTAS

Revue des Études Militaires Anciennes (REMA) nº I (2004)TABLE DES MATIÈRES: C. Wolff, Primipilus ou primus pilus? — D. B. Saddington,

Suetonius on Military Matters - I The Julio-Claudian Period. — G. Alföldy, M. Cornelius NigrinusCuriatius Maternus: Neues und Altes zum Werdegang eines großen vir militaris. — W. Eck, D.MacDonald et A. Pangerl, Neue Militärdiplome für Truppen in Britannia, Pannonia superior,Pannonia inferior sowie in Thracia. — W. Eck et A. Pangerl, Ein Sequanus in einem Militärdiplomvom 27. Juli 108. — P. Weiß, Ein Diplom für einen eques singularis Augusti vom Jahr 158 n. Chr.— Y. Le Bohec, Gallien et l’encadrement sénatorial de l’armée romaine. — M. P. Speidel, TheFour Earliest Auxilia Palatina. — E. L. Wheeler, The Legion as Phalanx in the Late Empire, PartII. — Comptes-rendus de lectures.

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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA

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SEPARATAS RECIBIDAS

S. Février et Y. Le Bohec, “La VIIIème Légion Auguste et Langres(Haute-Marne, France)”, Archäologisches Korrespondenzblatt 29, 1999, 257-259.

Y. Le Bohec, Les milites glanici: possibilités et probabilités”, R.A.N. 32,1999, 293-300.

—“Strategie et tactique dans les livres V et VI du De Bello Gallico”,Revue des Études Latines 79, 2001, 70-92

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—“Silver and Gold of Valor: the Award of armillae and torques”,Latomus 60 (1), 2001, 3-15.

—“Caelum arsit and obsidione liberare: Latin Idiom and the Exploits ofthe Eigth Augustan Legion at the Time of Commodus”, ZPE 142, 2003, 241-255.

S. Perea Yébenes, “El soldado romano, la ley militar y las cárceles incastris”. En: S. Torallas Tovar - I. Pérez Martín (eds.), Castigo y reclusión enel mundo antiguo, Madrid, CSIC, 2003, 119-157.

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—“Epigrafía militar en publicaciones recientes (III)”. [1.- Cirene.Inscripción funeraria de un veterano de la legión I Italica. 2.- Nuevo fragmentoinscrito sobre la carrera de L. Minicius Natalis, legado de Trajano. 3.- Un nuevooficial ecuestre: M. Herculanius Calvinus Paconianus, praefectus coh. IHispanorum equitata et tribunus equitum cohortis I milliariae ‘Bathaonvm’].Gerión 21.2, 2003, 59-72.

—“Epigrafía en publicaciones recientes (IV)”.[1. Rufus, soldado de la XGemina - 2. Noticia de un legionario veterano en la provincia de Soria - 3. Unnuevo caballero hispano: un praefectus equitum de Segobriga]. Anales dePrehistoria y Arqueología, Universidad de Murcia, nºs 16-17, 2001-2002[Studia archeologica Emeterio Cuadrado Díaz ab amicis, collegis et discipulisdicata], [publicado en 2003], 427-436.

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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA

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—“Tito César. Las vísperas de la púrpura”. En: S. Perea Yébenes (ed.),Res Gestae. Grandes generales romanos (I). Madrid 2004, 157-209.

—“El culto a Mars Pater. La filiación mítica del guerrero romano”. En:M. Ruiz Sánchez (ed.), Visiones mítico-religiosas del padre en el mundoclásico, Madrid 2004, 123-143.

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Números publicados de AQVILA LEGIONIS

1 (2001) Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7-9–José María BLÁZQUEZ: Las guerras en Hispania y su importancia para la carrera militar de Aníbal, de Escipión el Africano, de Mario, de Cn. Pompeyo, de Sertorio, de Afranio, de Terencio Varrón, de Julio César y de Augusto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11-65–Agustín JIMÉNEZ DE FURUNDARENA: La inscripción de L. Marcivs Maximvs de Ciudad Rodrigo: sobre la fecha de concesión de los epítetos Valeria Victrix a la legio XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67-73–Sabino PEREA YÉBENES: Epigrafía militar en publicaciones recientes (I) . . . . . . . . . 75-112–Julio RODRÍGUEZ GONZÁLEZ: El congreso de Lyon sobre las legiones de Roma en el Alto Imperio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113-121–Sofía TORALLAS TOVAR: Los riparii en los papiros del Egipto tardoantiguo . . . . . . 123-151Libros recibidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153-154

2 ( 2002) —Bartomeu CELIÀ SASTRE: Los numerales de las legiones romanas durante el Primer Triunvirato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7-17—José d’ ENCARNAÇÃO: Túmulo sumptuoso para o aquilifer Flavius Quadratus (CIL II 266) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19-32—Marta GONZÁLEZ HERRERO: Contribución al estudio prosopográfico de los equites lusitanorromanos: El cursus honorum del tribuno Lucius Cornelius Lucii filius Galeria Bocchus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33-57—Adolfo Raúl MENÉNDEZ ARGÜÍN: El abastecimiento de armas para las legiones de las provincias de Germania (ss. II-III d.C.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59-84—Sabino PEREA YÉBENES: Epigrafía militar en publicaciones recientes (II): . . . . . . 85-106

1.- Un jinete del ala I Arevacorum en Carnuntum . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85-932.- Un soldado cluniense en la legión I Italica en Novae (Mesia) . . . . . . . . . . . . . . . . 93-993.- De nuevo sobre la inscripción punteada de Herrera de Pisuerga . . . . . . . . . . . . 99-1024.- Recuperado en Colchester el rostro del duplicarius Longinus Sdapeze . . . . . . 102-106Crítica de Libros / Reviews . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107-137Información Bibliográfica y Libros recibidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138-147Separatas recibidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148-152

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3 (2002)—Richard ALSTON: The Role of the Military in the Roman Revolution . . . . . . . . . . . . 7-41—Luis AMELA VALVERDE: La participación de los mauretanos en la batalla deMunda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43-64— Julio RODRÍGUEZ GONZÁLEZ: Dos viri militares. La trayectoria militar de los emperadores Tito y Trajano antes de vestir la púrpura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65-83—Cristian M. VL{DESCU: El ejército romano en Dacia Inferior . . . . . . . . . . . . . . . 85-140Crítica de Libros / Reviews . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141-150Información Bibliográfica y libros recibidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151-153Separatas recibidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154

4 (2003) —Luis AMELA VALVERDE: Octaviano e Hispania. La adquisición de unaprovincia (41-40 a.C.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7-25— Henar GALLEGO FRANCO : Intérpretes militares en el limes del Danubio . . . . . 27-43— Raúl GONZÁLEZ SALINERO : El servicio militar de los judíos en el ejércitoromano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45-91— Sabino PEREA YÉBENES : La caza, deporte militar y religión. La inscripcióndel praefectus equitum Arrius Constans Speratianus, de Petavonium, y otrostestimonios del culto profesado a Diana por militares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93-117–– Eduardo PITILLAS SALAÑER : Soldados originarios de las tres capitalesconventuales del Noroeste hispánico. Su evidencia epigráfica . . . . . . . . . . . . . . . 119-135–– Mª Ángeles ROBLES : El ejército romano según el «Breve tratado detérminos militares», de Modesto (Modesti libellus de vocabulis rei militaris adTacitum Augustum). Traducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137-163–– Narciso SANTOS YANGUAS : Las acuñaciones monetales de Publio Carisio,legado de Augusto en Lusitania, y la conquista romana del N. O. peninsular . . . . 165-187–– Historiografía : Theodor MOMMSEN : La organización del Estado romano en tiempos de Diocleciano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189-214Crítica de Libros / Reviews . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215-259Información Bibliográfica y libros recibidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261-269Separatas recibidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270Información general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271-273

5 (2004) —Luis AMELA VALVERDE : El cistóforo de Q. Cecilio Metelo Pío Escipión, un ejemplo de las necesidades financieras durante la guerra civil de los años 49/48 a.C . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7-28 –– Francisco-Javier GUZMÁN ARMARIO: Intérpretes militares y movimientos de información táctica en el frente oriental según Amiano Marcelino . . . . . . . . . . . . 29-43–– Mª Ángeles ROBLES : Estudio léxico del Breve tratado de términos militares de Modesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45-105

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–– Historiografía : José ORTIZ Y SANZ : Disertación histórico-geográfica acerca del paraje de la célebre ciudad de Munda, junto a la cual venció César a los hijos de Pompeyo. Obra póstuma de D. José Ortiz y Sanz (†1822) precedida de una advertencia por D. Salvador Enguídanos (Madrid 1862) . . . . . . . . . . . . . 107-128Crítica de Libros - Reviews . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129-141Información bibliográfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142-151