Foro Nacional sobre Hijos eHijas de Mujeres Reclusas *

Quisiera iniciar con las consabidas fórmulas protocolarias: "es unhonor y una satisfacción estar ante ustedes...", etcétera. Sin embargo,a pesar de que la intención de esas palabras no deja de ser cierta y sin-cera para mí, es preciso recordar que estamos hoy reunidos parahablar de un tema en especial difícil y doloroso, amén de negado, olvi-dado o simplemente desconocido para gran parte de la sociedad: lasituación de las mujeres reclusas en nuestro país.

Voy a hacer una semblanza del resultado de la investigación.

El sistema penitenciario, como muchos otros sistemas en México, serige fundamentalmente por modelos masculinos; y carece tanto de unmarco legal que permita salvaguardar los derechos de las internas y desus hijos, como de los medios materiales y humanos indispensablespara mejorar sus condiciones de reclusión. Las cárceles, al igual quetodo el sistema de justicia penal, han sido construidas sin considerarlas especificaciones de las mujeres reclusas, que representan 4.4 porciento del total de la población carcelaria de México.

Si tomamos en cuenta que, en promedio, 86 por ciento de las mujeresreclusas son madres y que su problemática se extiende de formainevitable hacia sus hijos, lo cual abarca tanto su vivencia cotidiana enlos centros como también su vida en el exterior, no resulta difícilcomprender la importancia social de este Foro Nacional sobre Hijose Hijas de Mujeres Reclusas. Por ello, ante la ausencia de políticasespecíficas para estas mujeres, resulta imperativo proponer una solu-ción normativa y acciones concretas para ellas, lo que será una de lastareas esenciales de este foro.

* Palabras pronunciadas el 24 de julio de 2001.

Para comenzar, quisiera exponer algunas de las circunstancias que metienen hoy en esta mesa, en mi calidad de presidenta del InstitutoNacional de las Mujeres, este nuevo organismo público descentraliza-do cuya importancia, al igual que la situación de las mujeres reclusas,es aún desconocida para gran parte de la sociedad.

El Instituto Nacional de las Mujeres fue creado hace apenas unosmeses por este nuevo gobierno, gracias a la historia de muchasmujeres mexicanas que durante años lucharon en la arena pública y enla privada por lograr verdaderas condiciones de igualdad y de oportu-nidades en nuestra sociedad. Por eso, también, la creación delInstituto no es sólo un reconocimiento, sino un acto de justicia larga-mente pospuesto.

Comprendo entonces la forma en que el problema de las mujeresreclusas ha sido pospuesto en numerosas ocasiones, al igual que nues-tro Instituto. Feliz, aunque incipientemente, hemos llegado al día dehoy, momento en que podemos sentarnos a dialogar de ambas cosas.

El sistema penal es un ejemplo especialmente dramático de lasituación de las mujeres en nuestro país. Basta decir que un númeroimportante de las investigaciones realizadas en torno a este tema coin-ciden en señalar que la mayoría de las mujeres que han delinquidotienen una historia de injusticia de género detrás. Es decir, han sufri-do violencia intrafamiliar; han sido abandonadas por su pareja y sonellas las principales responsables de la manutención de la familia; osimplemente, sus oportunidades educativas y laborales fueron infe-riores o secundarias a las de los hombres.

Sin embargo, esta realidad que afecta a la inmensa mayoría de lasmujeres en México no se refleja de la misma manera en la configu-ración de los tipos penales, en las políticas para la prevención del deli-to, en la determinación de las penas, en las condiciones de la reclusióny, desde luego, en las políticas de readaptación social. De hecho, la

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forma como se organiza la vida social y cultural, y como se confor-man las expectativas y los comportamientos de hombres y mujeres,hace que incluso en la aplicación de la ley el sistema de justicia sea mássevero con las mujeres. Tal es el caso del homicidio, por ejemplo, enel que por el mismo delito los jueces imponen una pena 25 por cien-to más elevada a las mujeres que la que imponen a los hombres.

Podemos afirmar que nuestro sistema de justicia impacta de formadistinta a los hombres y a las mujeres: es por esto que el estudio quehoy presentamos deberá servirnos de guía para proponer modifica-ciones legales y operativas al sistema de readaptación social paradotarlo, también, de un enfoque de género.

Desde luego, en el caso de la población carcelaria de México existencoincidencias y problemas compartidos entre ambos sexos, ya que lamayoría de los reclusos en el país, tanto hombres como mujeres,provienen de condiciones socioeconómicas sumamente difíciles ocríticas y ambos cuentan con niveles educativos muy incipientes,cuando los tienen. Sin embargo, un ejemplo categórico de la forma enque el impacto de la reclusión es distinto según el sexo se presenta enel caso de las mujeres reclusas que son madres. Según los datos quearroja nuestro estudio, muchas mujeres se encuentran en la cárcel jus-tamente por esa condición de madres, ya que un gran porcentaje delas internas son madres solas que antes de ingresar a prisión se hacíancargo de la manutención de sus hijos. Muchas de las historias de estasmujeres coinciden con la desesperación por alimentar y educar a sushijos e hijas o por pagar deudas.

En esta medida, el estudio que presentamos hoy también nos dice quela inmensa mayoría de las mujeres reclusas está presa por cometerdelitos de carácter económico. Principalmente delitos contra la salud,el robo y el fraude; y aunque los crímenes de violencia se presentantambién entre las mujeres, éstos tienen una proporción menor a la delresto de los delitos.

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Pensemos un poco en los delitos contra la salud, que en promediorepresentan 61.5 por ciento de los delitos que cometieron las mujeresreclusas. ¿En qué consisten estos crímenes? El más común de ellos esel tráfico de drogas, actividad que responde a muchas causas, pero quepara efectos prácticos significa, en la inmensa mayoría de los casosque nos ocupa, la posibilidad de obtener dinero en cantidades más omenos considerables sin que ello entrañe, en la práctica, más que unaactividad comercial, de compraventa o de mera transportación, comotantas otras actividades legales. Las mujeres presas por estas causas nosuelen ser parte de la dirigencia de las grandes mafias, sino operado-ras al menudeo, lo que las hace muy sacrificables y también altamentevulnerables. (Por cierto, este fenómeno se está haciendo extensivo amuchos jóvenes, que ven en esta clase de comercio la posibilidad deobtener dinero de forma relativamente sencilla –en especial si se lacompara con las muy escasas posibilidades de conseguir un empleo–,en un mercado de trabajo tan competido como el nuestro.)

Por otra parte, los crímenes violentos cometidos por mujeres son, engeneral, causados por situaciones de violencia intrafamiliar reiterada.Es decir, las mujeres que los cometen han vivido una historia de vio-lencia en sus hogares y por periodos largo. Algunas de las caracterís-ticas de las mujeres que son recluidas por homicidios en contra dealgún familiar (amante, esposo, hijo, madre, hermano) tienen encomún el analfabetismo y la dedicación exclusiva al trabajo domésti-co, aunado a una enorme dosis de violencia. De esta forma, las posi-bilidades de desfogar las frustraciones personales son limitadas y suespacio se reduce a la familia y al confinamiento doméstico.

Violencia y masculinidad son variables aceptadas cultural, simbólica ymaterialmente. Parecería que el hombre tiene derecho tácito a la ira ya la venganza, mientras que en la mujer las cualidades primitivas de lafeminidad dictan todo lo contrario, pasividad y tolerancia. Ante estosaprendizajes, la relación cotidiana de abuso no presenta muchas sali-

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das. La dificultad para librarse de la relación, el miedo a carecer de losrecursos para sostener un hogar (ya sea por ser ama de casa o por elbajo sueldo), el miedo ante las amenazas, así como la falta de apoyosocial y familiar, dejan a la mujer sin salidas reales.

Desgraciadamente, ante una denuncia, el propio sistema de justicia noresponde integralmente, lo que genera falta de credibilidad, miedo aser ridiculizadas y, desde luego, a regresar a una situación más peli-grosa. El parricidio y el homicidio son consecuencias fatales de estefenómeno.

Es necesario poner atención en los indicadores que muestran dife-rencias significativas entre las circunstancias en que hombres ymujeres se ven involucrados en un homicidio, ya sea como víctimas ocomo victimarios… En los hombres, las causas del homicidio estánrelacionadas con su estatus y con sus demostraciones de fuerza ydominio, mientras que las mujeres que se ven envueltas en un homici-dio, como víctimas o agresoras, tienen razones vinculadas a su defen-sa personal, específicamente dentro del ámbito familiar, en donde laviolencia doméstica desempeña un papel determinante... Los estudiosen diferentes contextos señalan que cuando las mujeres matan a loshombres, lo hacen a menudo en defensa propia o de sus hijos y, general-mente, al cabo de años de padecer sus agresiones. De la misma manera,los hombres que matan a sus parejas lo hacen después de haberlas mal-tratado durante mucho tiempo.

Las mujeres quedan así encerradas en círculos viciosos. Por un lado,el sistema jurídico no les sirve para obtener justicia; ni las normas nilas prácticas jurídicas, en materia laboral y civil, les garantizan trabajoen iguales condiciones que a los hombres, ni el padre de sus hijoscomparte la carga de la crianza con ellas. Por otro lado, una vez quecaen en la trampa de la delincuencia son fácilmente el chivo expiato-rio de una cadena delincuencial en la que los actos cometidos por ellas

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son los menos graves, pero su castigo no guarda proporción con susacciones ni con sus circunstancias. Como afirma Zaffaroni respectodel poder punitivo, éste no es susceptible de ser usado indistinta-mente por el hombre y la mujer, sino que está estructuralmente vin-culado a la dominación y subordinación de la mujer.

En cualquier caso, resulta evidente el hecho de que las mujeres delin-quen, en buena medida, por su situación particular en una estructurasocial que las discrimina, les otorga roles sociales rígidos, les imponeresponsabilidades familiares que son inexistentes o excusables en loshombres, y además disponen de menos oportunidades para desarro-llarse laboralmente. Así, las causas y las circunstancias de la mujer quedelinque tienen un carácter multifactorial, pero se agravan por el rolsocial que se le atribuye en nuestra cultura. Subsecuentemente, unavez detenida, la mujer es juzgada con más severidad por las institu-ciones de justicia y por los ojos de la sociedad. Cuando una mujerdelinque, recaerá sobre ella no sólo el peso de la ley, sino también elpeso de la cultura.

Tenemos hasta aquí un panorama más o menos claro de las circuns-tancias que llevan a las mujeres a la cárcel en una sociedad como lanuestra.

Pero una vez en reclusión, las condiciones del confinamiento femeni-no también carecen de una perspectiva de género. De 158 mil 592presos que existen actualmente en el país, 7 mil 543 son mujeres; y de446 cárceles sólo 10 son centros femeniles. De los 436 centrosrestantes, en 220 existe presencia femenina, pero ésta se concentra enanexos de los centros varoniles, por lo que las condiciones de la mujerse agravan en estas cárceles. En ellas se carece de diseños arquitec-tónicos y de espacios adecuados para cubrir sus necesidades y servi-cios básicos, como la atención hospitalaria con salas de maternidad ypersonal de pediatría, guarderías, servicios de higiene y alimentación

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adecuada para sus hijos. Adicionalmente, las mujeres tienen que pagaraltos precios por productos o medicamentos que en el exterior cues-tan la mitad o menos. Todo esto, desde luego, es contrario a los dere-chos fundamentales de las madres y de sus hijos.

El de las mujeres es un grupo que merece, como cualquier grupo porminoritario que sea, que se tutelen sus derechos y que se tomen encuenta sus necesidades específicas. Pero la ausencia de políticasespecíficas para las madres reclusas también conlleva la invisibilidadde sus hijos; invisibilidad tanto para la sociedad como para los fun-cionarios y los procedimientos del sistema penitenciario. Las limita-ciones y carencias en el funcionamiento de los centros de reclusiónrepercuten en las condiciones de vida y la integridad de las mujeres.Estas condiciones, sumadas al distanciamiento entre la norma y larealidad, entre los valores socioculturales que se promueven y los queen realidad se practican, provocan que en la socialización de los hijosde las madres reclusas se aprendan diferentes formas de violencia queafectan su desarrollo integral. Los niños que viven y crecen en la cár-cel, no sólo ven vulnerados sus derechos y sufren las consecuenciassin haber delinquido, sino que además tienen altas probabilidades deconvertirse en delincuentes ellos mismos.

De esta manera, las ya de por sí brutales consecuencias de la reclusiónse extienden de inmediato a la familia y, en forma muy especial, a loshijos. Dada la cantidad de mujeres reclusas que son madres, son pre-cisamente los hijos su principal preocupación, ya que aun estando enprisión deben trabajar para mantenerlos. Sin embargo, las posibi-lidades de realizar un trabajo digno dentro de los centros penitencia-rios, con una remuneración suficiente para la mujer y sus hijos, es dehecho inexistente. El trabajo es escaso y mal remunerado. Todas lasinternas entrevistadas declararon, por ejemplo, que aunque trabajenocho horas o más, los ingresos que reciben difícilmente rebasan los250 pesos quincenales. Las labores que en su mayoría realizan para

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asegurar su ingreso económico están limitadas a la elaboración demanualidades y artesanías, así como al ofrecimiento de servicios aotras internas o personal de los centros, tales como el lavado de ropao la preparación de alimentos, lo que también revela la expectativa delas labores propias de las mujeres. La necesidad imperiosa de encon-trar una solución al trabajo femenino en las cárceles forma parte delas respuestas que esperamos encontrar en este foro.

Con todos estos datos, y muchos más que no me fue posible men-cionar, pero que estarán disponibles con la publicación de nuestrainvestigación, podemos empezar a prefigurar cuáles deben ser loscaminos a emprender para mejorar las circunstancias de las mujeresreclusas. Por lo pronto, desde el Instituto Nacional de las Mujeresinsistiremos en la prevención del delito como la primera y mejormedida para evitar que las mujeres caigan en el círculo vicioso querepresenta para ellas el sistema penitenciario. Con tal fin, conside-ramos de vital importancia disminuir la violencia intrafamiliar, por loque en este momento el Instituto se encuentra a punto de lanzar sucampaña contra esta violencia endémica. Esperamos que en el menortiempo posible, mujeres que se encuentran en esa terrible situaciónlogren evitar sus fatales consecuencias.

Del mismo modo, elevar el nivel educativo de las mujeres, y mejorarsus condiciones laborales y las oportunidades para acceder a unempleo en términos de igualdad con los varones, será de la mayorimportancia para evitar la delincuencia femenina. Por eso tenemosque trabajar para generar alrededor de la mujer trabajadora unaseguridad social que le permita distribuir de mejor forma sus respon-sabilidades laborales y familiares, acciones todas ellas que sin duda ledarán más oportunidades para obtener un ingreso digno para ella ysus hijos.

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Respecto a las condiciones carcelarias de las mujeres, también esmucho el camino por recorrer, pero creemos que la dirección correc-ta es incorporar, mediante la Secretaría de Gobernación y sus depen-dencias especializadas, una perspectiva de género en su sistema peni-tenciario, que deberá observar las necesidades especiales de lasmujeres reclusas, así como transformar todos sus planes dereadaptación, absolutamente inoperantes hasta ahora. Será indispen-sable crear empleos dignos para las mujeres reclusas, que les permitanreintegrarse en la sociedad y seguir sosteniendo a su familia. Sus hijosdeberán disponer de tiempos razonables con sus madres, pero tam-bién de un mejor cuidado en el exterior. Asimismo, deberemosinvolucrar en este proceso a toda la sociedad y, de manera muy espe-cial, a la iniciativa privada, cuyas necesidades de trabajo tambiénpueden encontrar un espacio dentro de las cárceles. De la mismamanera, necesitamos aprovechar la experiencia acumulada por todaslas organizaciones no gubernamentales dedicadas a las mujeres y enparticular las dedicadas al tema de la reclusión femenina.

Apenas empezamos a vislumbrar un cambio en la situación de lasmujeres reclusas. El estudio que hoy presentamos constituye unpunto de partida, pero ofrece datos concretos y una perspectiva quenos será muy útil para iniciar esta transformación o, mejor dicho, esteacto de justicia impostergable.

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49 Congreso Mundial de la Asociación de MujeresEmpresarias: Quehacer político,quehacer de la mujer en el siglo XXI

El mundo ha caído en manos de los hombres;hacen falta la inteligencia y el corazón de las mujeres.

Rainier Marie Rilke

En el inicio del siglo XXI, la demanda de participación política de lasmujeres continúa siendo urgente e impostergable. Es evidente que eldifícil camino que hemos tenido que transitar las mujeres para con-seguir espacio y reconocimiento a nuestra labor, no se limita a laesfera política; es recurrente en todas las áreas del desarrollo social,económico, empresarial, laboral, educativo y científico.

Un reclamo obligado en el México de principio de siglo, inserto en lamodernidad, es el trato marginal y discriminatorio que reciben todavíasus mujeres en los procesos que inciden directamente en su bienestar.Los procesos de democratización que se están viviendo en todo elmundo, no infieren en una mayor participación equitativa de la mujeren todas sus áreas.

"Una sociedad que se contenta con ver a uno solo de los sexos adap-tarse a las condiciones modernas, se condena con ello a privarse demás de la mitad de su fuerza" (Kemal Pachá, 1973). Entonces, debe-mos preguntar de qué clase de participación de la mujer se puedehablar, cuando el sistema social la excluye del mundo público; cuan-do el pensamiento femenino no tiene lugar en la conformación de losintereses generales del país; ni se ha sumado el cúmulo de experiencia

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histórica y cotidiana de las mujeres en las reglas y los valores que rigenla convivencia social.

Hay que tomar en cuenta que la ciudadanía de las mujeres, en nuestropaís, tiene relativamente una corta historia marcada por las vicisitudesde nuestra vida política, dentro de una historia jerárquica y autoritaria,de no correspondencia de leyes y normas con las prácticas políticasreales y de escaso desarrollo de la participación ciudadana.

Así, la herencia que las mujeres recibimos del siglo que hemos dejadoatrás, consiste en una discriminación por género que persiste en nues-tra sociedad, y que se expresa de muchas maneras. Menciono sóloalgunas:

• En el terreno laboral, el promedio de ingreso es 30 por cientomenor al que reciben los hombres, violando el principio de salarioigual a igual trabajo.

• La mayor participación femenina en la economía no ha estadoacompañada de modificaciones profundas en la división del trabajo,que garanticen la responsabilidad compartida de hombres y mujeresen el seno familiar y en el laboral.

• Los hombres dedican en promedio 40 horas al trabajo fuera delhogar, mientras que las mujeres registran un promedio de 32.7 horas,a lo que se suma el trabajo doméstico que hacen ellas.

• En los puestos de toma de decisiones, en el ámbito político, existe una clara subrepresentación femenina, que se incrementa en los

escalafones más bajos en la organización administrativa del Estado,quedando por debajo del umbral crítico establecido por organismos internacionales como la ONU.

La visión de futuro para las mexicanas en este milenio consiste en unasociedad que nos permita tener todas las herramientas necesarias paranuestro desarrollo; que la igualdad de oportunidades sea una realidaden todos los ámbitos de nuestra vida, una representación política másequitativa, una disminución sustancial de la violencia familiar y unamejor distribución en las responsabilidades familiares.

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Maurice Duverger dice que "la pequeña parte que desempeñan lasmujeres en la política se debe al lugar secundario que las costumbresy actitudes de la sociedad les han asignado; y que lo más importantees luchar contra la creencia, profundamente arraigada, en la inferiori-dad natural de las mujeres". He aquí el reto a vencer desde el InstitutoNacional de las Mujeres.

Desde su creación, el Instituto ha impulsado tareas encaminadas apromover, coordinar, diseñar y evaluar las políticas públicas del go-bierno federal que tienen el objeto de mejorar la condición social yjurídica de las mujeres en el país.

Su objetivo general es promover y fomentar las condiciones que posi-biliten la no discriminación, la igualdad de oportunidades y de tratoentre los géneros; el ejercicio pleno de todos los derechos de lasmujeres y su participación equitativa en la vida política, cultural,económica y social del país.

Un elemento fundamental para medir la situación general de lasmujeres es mediante la perspectiva de género, que es el mecanismo yla metodología para identificar, cuestionar y valorar la discriminación,la desigualdad y la exclusión de las mujeres, que se ha pretendido jus-tificar con base en las diferencias biológicas entre mujeres y hombres.

La perspectiva de género también ofrece las acciones que debenemprenderse para actuar sobre los factores de género y crear lascondiciones de cambio que permitan avanzar en la construcción de laequidad. Uno de los instrumentos para la institucionalización de laperspectiva de género en la Administración Pública Federal ha sido elPrograma Nacional para la Igualdad de Oportunidades y noDiscriminación contra las Mujeres (PROEQUIDAD).

Gracias a la participación de la sociedad y de las organizaciones de lasociedad civil, de la academia y de organizaciones políticas y privadas,se realizaron los foros de consulta para la elaboración del PROE-QUIDAD, que hoy está en marcha.

A través de este programa, el Instituto tiene un reto enorme: reorien-tar las políticas y los programas de todos los sectores de la

Administración Pública Federal. Esto implica mirar los problemas delas mujeres de una forma distinta, de tal manera que el género, enten-dido como la construcción cultural de la desigualdad entre hombres ymujeres, sea herramienta indispensable para la construcción de laspolíticas públicas.

Así, las políticas de equidad que promueve el Instituto pretenden for-talecer la capacidad de gestión de las propias mujeres como agentesde cambio y de desarrollo a través de su empoderamiento.

Una de las herramientas para medir el empoderamiento de lasmujeres es mediante su independencia económica personal o su posi-ción dentro de la familia. Cuando una mujer cuenta con independen-cia económica, fortalece su capacidad de negociación y de hacer valersus puntos de vista.

Para lograrlo, las mujeres enfrentan un sinfín de obstáculos; entre losejemplos, destacan aquellas mujeres que han decidido emprender supropio negocio. En México, según un estudio realizado en 1998 porGina Zabludowski, las mujeres empresarias forman 14 por ciento delempresariado en la ciudad de México; abarcan casi todas las áreas dela actividad económica, pero destaca su presencia en el sector educa-tivo, donde ocupan 36 por ciento del total del ramo. En los serviciospersonales, representan 22 por ciento; y en el comercio, constituyenaproximadamente 18 por ciento del total del empresariado.

La mayoría de las empresas de mujeres se ubican dentro de las microy pequeñas empresas, de las cuales 86 por ciento funciona sin ningúntipo de crédito bancario, debido principalmente a las altas tasas deinterés o a los requisitos para obtener los créditos. Una proporción de62 por ciento de las mujeres financia sus empresas con ahorros fami-liares o personales, y 58 por ciento de ellas son propietarias únicas.

Las mujeres empresarias aportan un promedio de 62 por ciento delingreso en sus hogares, pero 37 por ciento participa con más de 75por ciento. Las mujeres empresarias ofrecen a sus trabajadores ma-yores posibilidades para contar con horarios flexibles, obtener beneficiosmédicos adicionales al Seguro Social, tomar periodos extraordinarios

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de maternidad, planes de retiro, apoyos para colegiatura de sus hijos,servicios de dentista, etcétera.

Entre las principales dificultades que encuentran las mujeres empre-sarias se encuentran las siguientes:

• Dificultades con el gobierno y los trámites burocráticos;• Falta de apoyo financiero y solvencia económica;• Inestabilidad del entorno económico, y • La competencia desleal, circunstancias que comparten con los

varones.

A estas dificultades se deben sumar las derivadas de la discriminaciónpor género, entre las que se cuenta la discriminación cultural, la con-ciliación de los roles tradicionales con su actividad empresarial, la difi-cultad para ejercer liderazgos y autoridad, la ausencia de redes deapoyo, así como la exclusión de los círculos empresariales masculinos.Sólo 14 por ciento de las mujeres empresarias no ha enfrentadoningún obstáculo por su condición de género.

La población femenina en México recibe el impacto de la globa-lización y la modernización de la economía nacional. Hoy puedehablarse de una nueva presencia económica de las mujeres mexicanas,que también está asociada a los profundos cambios en la estructurasociodemográfica de la población, lo cual es resultado de una mejorsalud reproductiva y de la elevación de la escolaridad femenina.

Las mujeres engrosan las filas de las microempresarias y de lapoblación ocupada en actividades formales. Y a pesar de su crecientepresencia en el mundo laboral, que en los últimos 30 años se ha dupli-cado, las mujeres se enfrentan a una situación de inequidad: susactivos, ingresos, nivel de educación y capacitación son aún menores,en muchos casos, que los de los hombres que se dedican a la mismaactividad.

El desafío para el Instituto Nacional de las Mujeres, el gobierno fe-deral en su conjunto y la sociedad en general, es potenciar el papel delas mujeres mediante el empleo productivo y en plena igualdad de

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oportunidades que los hombres: el acceso equitativo a los puestos dedirección y la toma de decisiones, con el objeto de promover su inde-pendencia económica y fomentar una distribución equitativa de losbienes de producción, el patrimonio, las oportunidades, el acceso alcrédito, los ingresos y los servicios de seguridad social.

Nos encontramos ante una nueva etapa de certidumbre económica, através de la cual necesitamos impulsar, muy especialmente, la inver-sión productiva. La estabilidad, sin duda, es una base sólida paracomenzar a impulsar las empresas de las mujeres.

Para garantizar este impulso, también se requiere la elaboración deprogramas integrales de apoyo accesibles a las mujeres microempre-sarias, para que accedan a cursos de capacitación, microcréditos, asis-tencia técnica, asesoría e información; enfrenten marcos jurídicosadecuados, marcos fiscales de fomento; logren espacios apropiadospara su producción, y accedan a canales ágiles de comercialización.

En el marco del PROEQUIDAD, el Instituto Nacional de las Mujeresse ha trazado la tarea de:

• Proponer, en coordinación con las secretarías responsables de cadaramo y desde una perspectiva de género, las políticas y programaseconómicos sectoriales.

• Proponer los ajustes necesarios para corregir las desigualdades entre hombres y mujeres en el desarrollo económico.

• Proponer los ajustes necesarios para fomentar una distribuciónequitativa de los bienes de producción, el patrimonio, la vivienda, lasoportunidades, los ingresos y los servicios.

• Promover el empoderamiento de las mujeres, en especial de las que son jefas de familia, e impulsar programas y acciones que mejorensus condiciones salariales y laborales.

Como metas a mediano plazo, nos hemos propuesto la tarea de:

• Promover la creación de un sistema nacional de información para la microempresa, actualizado de manera permanente.

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• Impulsar la creación de centros de negocios comunitarios a partir de los fondos de coinversión social del gobierno federal, en coordi-nación con los gobiernos estatales y municipales.

• Desarrollar campañas y estrategias que coadyuven en la eliminaciónde los obstáculos legislativos y administrativos para el acceso de las mujeres a los bienes de producción, el patrimonio, la vivienda, lasoportunidades, los ingresos y los servicios.

Visibilizar la aportación de las mujeres a la sociedad, en cuanto a sutrabajo doméstico y extradoméstico, es uno de los objetivos delInstituto para este año. Por ello se levantará una Encuesta Nacionalde Uso del Tiempo, con la cual se obtendrán los insumos necesariospara la elaboración de cuentas satélite del trabajo doméstico. Esteinstrumento será esencial para sensibilizar a la población sobre laaportación que hacemos las mujeres al crecimiento económico denuestra nación.

Una investigación similar, pero en el mercado formal de la economía,es el análisis del costo de la mano de obra de hombres y mujeres paraconocer las posibles inequidades en igualdad de circunstancias, enempresas medianas y grandes. Estas dos investigaciones nos permi-tirán contar con un diagnóstico real de la condición de las mujeres enambos aspectos: doméstico y formal.

Con respecto a las microempresas, existe una serie de experienciasexitosas de financiamiento a proyectos productivos y empresariales detoda clase de mujeres alrededor del mundo; por ello, actualmente tra-bajamos en este renglón, en conjunto con todo el gobierno federal.

Además, somos socios activos del Mecanismo de CooperaciónEconómica Asia-Pacífico (APEC), cuya reunión general tendrá lugareste año en nuestro país. Dentro de APEC, México representa una delas naciones líderes en el impulso a la perspectiva de género en laspolíticas de esa organización internacional, en la que hemos resaltadola importancia fundamental de apoyar legal, técnica, tecnológica, la-boral y financieramente todas las actividades económicas de lasmujeres.

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En el marco de la APEC, el Instituto tiene a su cargo la Reunión dela Red de Mujeres Líderes el mes de agosto en la ciudad de México.Mujeres empresarias de toda la región Asia-Pacífico estarán reunidasaquí para intercambiar experiencias, buscar relaciones comerciales yencontrar oportunidades de inversión. Las invito a participar en esteencuentro para aprovechar la oportunidad de ampliar sus redes deintercambio comercial.

A pesar de las dificultades y los retos que aún tenemos que superar,este nuevo milenio presenta perspectivas optimistas para las mujeresen nuestro país. A través de instrumentos como el PROEQUIDADy los programas que llevan a cabo las demás dependencias de laAdministración Pública, en conjunto con el sector social y privado,nos hemos propuesto el mejoramiento de las condiciones de lasmujeres en México.

Sin duda, la participación activa de la sociedad y de los sectores produc-tivos es indispensable para hacer de México un país de oportunidades,en el que la equidad entre hombres y mujeres sea una realidad.

En 1991, después de una serie de luchas y logros por parte de mujeresde todos los países, una mujer dijo en una conferencia mundial:"Después de un milenio para los hombres, conseguimos una Décadapara las Mujeres". Yo diría ahora que este milenio es el de los hom-bres y las mujeres, juntos, construyendo un mundo más equitativo, yen el que las diferencias no sean motivo de discriminación. Quieroretomar la frase de Leyla Kayad: "solas somos invisibles, unidassomos invensibles".

Les invito a que pongamos nuestro empeño y solidaridad para lograrlo.

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Instituto Nacional de las Mujeres:Rumbo al desarrollo con equidadComo resultado de dos décadas de participación social y política delas mujeres, el recién creado Instituto Nacional de las Mujeres repre-senta la concreción y la confluencia de las principales experiencias yretos que debemos enfrentar para la obtención del ejercicio pleno dela equidad de género en nuestro país.

El Instituto Nacional de las Mujeres se constituyó en un contexto deintegración de México en los compromisos internacionales vincula-dos con la materia, de reformulación de las instituciones guberna-mentales y su interacción con las formas organizativas de la sociedad,y de generación de agendas enriquecidas con las propuestas derivadasde la perspectiva de género.

Podemos ubicar sus orígenes en los últimos 30 años, con la crecienteparticipación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida públicaque, en constante combinación con sus responsabilidades como jefasde familia, perfilaron las condiciones para la existencia de una nuevaciudadanía femenina que indudablemente impactó en el desarrollo deprogramas, políticas y nuevos diseños institucionales.

Las mujeres conquistaron diferentes esferas de la vida pública, ini-cialmente a través de grupos autónomos o autogestivos; en partidospolíticos, donde crearon instancias específicas; en organizaciones ymovimientos sociales. Estudiosos de la historia constatan que en todoel mundo lo hicieron en el mismo lapso (décadas de 1970 y 1980) ycon discursos, prácticas, características y dilemas impresionantementesemejantes.

La cultura política y el desarrollo económico en los diferentes paísesfueron determinantes en la definición de formas organizativas y víasde participación que desarrollaron las mujeres; sus frutos se

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empezaron a vislumbrar en la segunda mitad del siglo XX, cuando sediseñaron e incorporaron políticas gubernamentales y de cooperaciónregional e internacional para el desarrollo de la mujer.

Desde 1987, el Banco Interamericano de Desarrollo diseñó un pro-grama sobre la mujer con el objetivo primordial de reducir su condi-ción de pobreza y discriminación. Posteriormente, en los años noven-ta se creó en el interior del mismo Banco un Comité de Revisión,mediante el cual se aprueban sólo y únicamente los proyectos queincluyan un impacto en positivo en las mujeres.

La década de 1990 fue clave para el impulso de los temas sobre elpapel de las mujeres y la igualdad de oportunidades, ya que en esosaños se celebraron conferencias internacionales que se convirtieronen referentes y guía de las legislaciones y del diseño de políticas públi-cas en todo el mundo.

Dichos encuentros derivaron en convenciones y compromisos quemarcaron los debates y las prioridades gubernamentales en la materia,como son: la Convención sobre la Eliminación de todas las Formasde Discriminación contra la Mujer (1979), las Conferencias deNairobi (1985) y el Cairo (1994) sobre Población, Igualdad,Desarrollo y Paz; la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing(1995) y la Convención Interamericana para Sancionar y Erradicar laViolencia contra la Mujer, de Belém do Pará (1995).

En los encuentros internacionales se identificaron las principalespropuestas de acción que comprometieron a los países miembros,entre las cuales destaca la creación de mecanismos institucionalesdotados de legalidad, recursos, estructura, competencia y capacidadde ejecución para llevar a cabo investigación y acciones a favor de lasmujeres, de sus familias y por tanto del conjunto social.

En la última década del siglo XX se crearon con diferentes denomi-naciones, pero con rangos ejecutivos y de alta gestión, los espaciosinstitucionales responsables de impulsar el desarrollo de las mujeresen 16 países y en el Consejo de países nórdicos (Dinamarca,Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia).

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Naciones como Australia, Nueva Zelanda, España, Corea, EstadosUnidos, Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Venezuela, Chile,Panamá, Paraguay, Perú, Nicaragua, Puerto Rico y Uruguay han adop-tado formas institucionales; y es impresionante que en países consid-erados en "vías de desarrollo", desde el punto de vista meramenteeconómico o de influencia política, se establecieran institucionesgubernamentales responsables de atender la condición de las mujeresdesde finales de la década de 1970 y en la de 1980.

La mayoría de los institutos o comisiones de atención a las mujeres,existentes en el mundo, forman parte de la estructura del gobierno ose caracterizan por ser oficinas públicas oficiales creadas con el obje-to de diseñar y ejecutar políticas para la igualdad de oportunidades; ydifieren de otros institutos que se caracterizan por la investigaciónacadémica y que, podemos afirmar, precedieron a los de caráctergubernamental.

En el caso de los mecanismos institucionales para atender y reducir ladiscriminación de género, los países nórdicos encabezan la lista, dadoque se han distinguido por su aceptabilidad y promoción del desa-rrollo de la mujer en los ámbitos privado y público.

En España, el Instituto de la Mujer es el encargado de impulsar elPlan para la Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres; esun organismo autónomo, vinculado con el Ministerio de Trabajo yAsuntos Sociales. Es el organismo del gobierno central que promuevelas políticas de igualdad entre hombres y mujeres, y es uno de losinstitutos más reconocidos.

Si bien en Bolivia, desde mediados de la década de 1980, las organi-zaciones de mujeres impulsaron la conformación de un espacio insti-tucional en el Poder Ejecutivo, con el objetivo primordial de sustituirlas políticas asistencialistas, es hasta 1992 cuando se creó el Programade la Mujer dentro del Organismo Nacional de Atención al Menor, laMujer y la Familia, el cual posteriormente, en 1993, se convirtió enSubsecretaría de Asuntos de Género.

A partir de una somera revisión de los registros de las fechas decreación de los mecanismos institucionales para la igualdad y la

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equidad, podemos destacar que la mayoría de las comisiones o insti-tutos gubernamentales se crearon en todo el mundo en las décadas de1980 y 1990; que estos dependen, en gran medida, directamente de lapresidencia o del área vinculada a las políticas sociales, educativas olaborales; y que México se ubica hasta el momento como el país quese dotó de un mecanismo institucional de tal importancia hasta el año2001.

Lo anterior no significa necesariamente que México llegó tarde al pro-ceso de institucionalización de la equidad entre hombres y mujeres,sino que tiene una historia y una experiencia propias que le permi-tieron dar cumplimiento a los compromisos derivados primordial-mente de la Plataforma de Acción de Beijing desde 1995.

En México se instrumentaron diversos programas y acciones guber-namentales para intervenir en el avance de la condición de lasmujeres; desde 1980 se formuló el Programa Nacional de Integraciónde la Mujer al Desarrollo (PRONAM), adscrito originalmente alConsejo Nacional de Población. En 1988, en el marco de operacióndel Pronasol, se realizó el Programa de Mujeres en Solidaridad paraafrontar la creciente feminización de la pobreza en nuestro país.

En 1998 se logró la instalación de la Comisión Nacional de la Mujer,con el objetivo de coordinar y fortalecer las actividades y proyectossectoriales para las mujeres, mediante su establecimiento comoórgano desconcentrado encargado de coordinar y vigilar la aplicacióndel PRONAM en todas las dependencias federales.

En el año 1993 se instaló el Comité Nacional Coordinador, con elpropósito de organizar las actividades preparatorias de la partici-pación de México en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer,celebrada en Beijing en 1995.

De igual manera, se llevaron a cabo acciones transversales por mediode diversas dependencias de la Administración Pública, como lacreación de programas, comités internos y direcciones generales; asícomo unidades responsables de problemáticas de la mujer o degénero en las dependencias estratégicas vinculadas con áreas comopobreza, trabajo, educación, salud, prevención de violencia, etc. Entre

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las dependencias federales pioneras en la creación de mecanismosjurídicos y administrativos se puede mencionar a la entoncesSecretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, a la Secretaríade Relaciones Exteriores, a la del Trabajo y Previsión Social, a laSecretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, y a orga-nismos como el ISSSTE, los cuales incluyeron en su estructura direc-ciones generales de equidad de género.

Durante la reunión efectuada en julio de 2000 en Nueva York, pararevisar los avances de la Plataforma de Acción definida en Beijing, en1995, se reunieron representantes de 189 países que lograron llegar aun consenso sobre las medidas a tomar en el futuro para obtener elavance de las mujeres.

Como resultado de la Asamblea Extraordinaria de la ONU, se deter-minaron medidas e iniciativas tendientes a lograr la plena aplicaciónde la plataforma de acción y las 12 esferas críticas o primordiales.

Una de esas 12 áreas de trabajo se refiere a los mecanismos institu-cionales para el adelanto de la mujer. Así, en el mismo informe queMéxico expuso en Beijing+5 se destaca: "la incursión del país en laconstrucción de un andamiaje institucional que arraiga el compro-miso del poder público en favor de la equidad de género".1

En congruencia con los compromisos suscritos en el nivel interna-cional, se definió un conjunto de estrategias y acciones para impulsarel avance de las mujeres. A partir de la LVII Legislatura en la Cámarade Diputados surgieron las primeras propuestas; la Comisión deEquidad y Género presentó la iniciativa de ley para la creación delInstituto Nacional de las Mujeres, pero no procedió fundamental-mente por razones de técnica legislativa y falta de consensos.

Más tarde, durante el primer periodo de sesiones de la LVIIILegislatura, en el mes de octubre, se presentaron dos iniciativas de leypara crear dicho organismo: una por parte del Grupo Parlamentariodel PRI y otra por parte del Grupo Parlamentario del PAN. En los

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1 Comisión Nacional de la Mujer, Informe de Ejecución. Plataforma de Acción, juniode 2000.

meses de noviembre y diciembre se desarrolló un complicado proce-so de revisión y cabildeo en el interior de las comisiones de Equidady Género del Poder Legislativo Federal, con lo que se logró obtenerel dictamen favorable en ambas cámaras y la aprobación en losrespectivos plenos de sesiones.

El decreto del Ejecutivo fue publicado el 12 de enero de 2001 y enu-mera como objetivos principales: a) promover y ejecutar programasgubernamentales para construir una cultura de igualdad de oportu-nidades entre hombres y mujeres en diversos ámbitos (familiar, labo-ral, profesional, político, social); b) aplicar políticas para reducir pro-blemáticas que afectan a la niñez, a las mujeres y a la familia; c) impul-sar la investigación y la coordinación institucional en beneficio deldesarrollo de la equidad entre mujeres y hombres.

El Instituto Nacional de las Mujeres nos permitirá contar con unainstancia responsable y ejecutora, capaz de identificar, sistematizar yevaluar en el ámbito nacional, y ante los foros internacionales, lasacciones y las estrategias llevadas a cabo para integrar de manera equi-tativa y justa la participación de las mujeres en el desarrollo de nues-tro país.

Este logro expresa indudablemente un gran avance en la historia dela ejecución de políticas públicas en beneficio de la equidad entrehombres y mujeres. Los recursos, la toma de decisiones, el diseño, laoperación y la evaluación del Programa Nacional para la Igualdad deOportunidades, tendrán ahora un órgano ejecutor, coordinador,descentralizado y autónomo. Con una estructura funcional fuerte, conmayores atribuciones y competencias y, lo que es muy importante,con más recursos presupuestales.

Es importante reiterar y destacar aquí los criterios del Instituto paraproyectar sus acciones: la transversalidad, el respeto al federalismo yla vinculación, respetando competencias, de los Poderes de la Unión;criterios que involucran el desempeño del gobierno, del Estado y suinteracción cada vez más importante con la sociedad.

Las herramientas esenciales mediante las cuales se buscará fortalecerlos programas y las acciones del Instituto son: la difusión, la capa-

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citación y la legislación. Cabe resaltar la referente a capacitación, yaque en cuanto a difusión y legislación localizamos algunos avancesimpulsados por la Comisión Nacional de la Mujer y por las comi-siones de Equidad y Género del Congreso de la Unión.

En el aspecto de capacitación existen grandes vacíos, por lo que esprimordial aprender de la experiencia internacional que ha desarrolla-do redes y dinámicas que operan para formar y capacitar de maneraesencial a quienes toman las decisiones, y conformar a mediano plazoun equipo intersecretarial e institucional de expertos en género o enla aplicación de dicho enfoque en sus áreas de trabajo.

El reto es grande porque implica valorar la participación femenina entodos los ámbitos nacionales; la predisposición de conciencias, la vo-luntad y la sensibilidad por parte de los funcionarios públicos; y desa-rrollar recursos humanos y técnicos para operar la promoción de nor-mas, metodologías, estrategias y seguimiento para evaluar resultados eidentificar tempranamente readecuaciones.

En México, es fundamental que las mujeres participen más en la tomade decisiones y favorezcan la construcción de diseños institucionalescon el ingrediente de la equidad de género como premisa básica paralograr un desarrollo democrático y sustentable. Redimensionar la vidapública conlleva una condición vital: la distribución igualmente equi-tativa de las responsabilidades en la vida privada, por lo que las políti-cas del Instituto se dirigirán a las mujeres y a los hombres, a la niñez,a las familias, a la sociedad organizada, a servidores y a funcionariospúblicos. Los contenidos de sus políticas involucran elementos parael desarrollo social y para la cimentación de la cultura de la equidad.

Entre los proyectos prioritarios en revisión puedo mencionar el di-seño del Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y noDiscriminación contra las Mujeres; la consolidación de un Banco deDatos que suministre un sistema de indicadores actualizado ydesagregado, en colaboración con el UNIFEM, el INEGI y lasdependencias interesadas; y la operación del programa Pro-género encooperación con el Banco Mundial.

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México tendrá la atención mundial como sede de las reunionesregionales e internacionales para la revisión de los derechos de lasmujeres y el desarrollo, a realizarse el próximo año con la APEC,Mecanismo de Cooperación Asia-Pacífico.

Hemos llegado al horizonte en el que podemos formar una institu-ción ejecutiva con incidencia definitoria en el proceso de cooperacióne integración de las propuestas y la visión de género en las políticaspúblicas.

La consolidación del Instituto y la ejecución del Programa Nacionalpara la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra lasMujeres, PROEQUIDAD, pondrán a prueba la capacidad del gobier-no en corresponsabilidad con la sociedad, para dotarnos de unapolítica integral que fructifique la participación de hombres y mujeresen la construcción del desarrollo nacional con equidad.

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El uso del tiempo *Pocas cosas son más difíciles que diseñar soluciones para problemasque aún no podemos plantear de la mejor manera posible.

En el caso de las mujeres, y en especial el de las políticas dirigidashacia ellas, este es un problema recurrente y grave, cuyas consecuen-cias son, en buena medida, causa de la invisibilidad social y económi-ca de gran parte de la actividad femenina en nuestra sociedad, portanto, de su marginación estructural.

Las mujeres trabajamos todo el tiempo, prácticamente sin descanso.Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, nos encon-tramos realizando alguna actividad. Sin embargo, la sociedad apenasreconoce esto (en las palabras, pero no materialmente) y nosotrasmismas terminamos por desvalorizar nuestro propio trabajo.

Cada vez son más las mujeres que ingresan al mercado laboral fuerade su hogar, y ahí compiten con los varones en condiciones casi siem-pre desventajosas. A pesar de ello, las mujeres hemos demostradonuestra capacidad en todo lo que hacemos. Ahora, luchamos poreliminar esas prácticas discriminatorias que nos marginan también enel mundo laboral, fuera de nuestros hogares.

Sin embargo, el trabajo en el hogar recae de manera desventajosa enlas mujeres, al igual que una gran cantidad de actividades ligadas a laeconomía familiar. Algunas de las muchas actividades que realizan lasmujeres y cuyo denominador común es justamente el de carecer deuna remuneración material son: cocinar, limpiar, criar niños o cuidarancianos, zurcir, recoger leña y acarrear agua, comercializar trabajosmanuales y atender negocios de subsistencia.

Sabemos, por ejemplo, que preparar alimentos, lavar ropa y trastes,planchar ropa, limpiar la casa, cuidar infantes, enfermos o ancianos,son actividades que realizan las mujeres en mayor proporción que loshombres.

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* Taller "Perspectiva de las Naciones Unidas en las encuestas de uso del tiempo",8 de enero de 2002.

De acuerdo con la encuesta de 1996 realizada por el INEGI, lavarropa es algo que realiza 84 por ciento de las mujeres, contra 6.7 porciento de los varones. Lavar trastes es una tarea que lleva a cabo 82.8por ciento de las mujeres, y sólo 9.5 por ciento de los hombres.Planchar ropa, 71 por ciento contra 6.9 por ciento, respectivamente,y así de forma sucesiva.

Sin embargo, al carecer de una recompensa material, se carece tam-bién de criterios que cuantifiquen todo este trabajo. Por ello pareceque toda esta actividad, vital para la subsistencia familiar y para laeconomía nacional, se desvanece en el aire, con la consecuente mar-ginación de las mujeres que la realizan. El resultado se traduce en unasola palabra: discriminación.

Por esta razón, el movimiento mundial de mujeres ha reconocido,desde hace ya varios años, la imperiosa necesidad de trabajar en todoslos ámbitos posibles –desde el gobierno y la sociedad civil, la acade-mia o la política– para construir indicadores desagregados por sexoque nos ofrezcan información más precisa sobre las circunstanciasque rodean a las llamadas actividades invisibles que realiza la inmen-sa mayoría de las mujeres.

Los acuerdos de Beijing obligan a los Estados comprometidos a cons-truir indicadores con perspectiva de género, con el fin de diseñar másy mejores políticas públicas para lograr la equidad entre los sexos. Así, laconsigna es conocer la realidad para modificarla.

Atendiendo tales circunstancias, tanto la Declaración como laPlataforma de Acción de Beijing reconocen que "las mujeres hacenuna gran contribución al bienestar de la familia y al desarrollo de lasociedad, cuya importancia todavía no se reconoce ni se consideraplenamente".

En este contexto, durante los escasos 10 meses de su existencia, unaparte importante del trabajo del Instituto Nacional de las Mujeres seha dedicado a la construcción de criterios para contar con mejoresbases de datos desagregados por sexo, que nos ayuden a conocer lasituación real y las circunstancias que rodean la actividad y el trabajo

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de las mujeres en nuestro país. Afortunadamente, para esta labor con-tamos ya con dos ejercicios previos en materia de encuestas sobre eluso del tiempo.

Dichas experiencias nos han demostrado, en primer lugar, la necesi-dad de contar con mejores metodologías para la aplicación de lasencuestas, así como una definición más precisa de los criterios quedeben utilizarse para la elaboración de la evaluación.

En segundo lugar, también nos han enseñado la necesidad de co-laborar mucho más estrechamente no sólo con las dependenciasgubernamentales encargadas de esta materia, sino también con lasinstituciones internacionales y académicas.

Mediante este taller queremos sumar. Contamos con la voluntadpolítica del gobierno federal para impulsar la perspectiva de género entodas las áreas de la Administración Pública; con la experiencia de lasinstituciones y representantes nacionales e internacionales que nosacompañan; y con toda la disposición y recursos del InstitutoNacional de las Mujeres.

Aprovecho estas palabras para agradecer, en nombre del InstitutoNacional de las Mujeres, la presencia de todas y todos ustedes; y muyespecialmente, la de UNIFEM y de la maestra Teresa Rodríguez; delINEGI y de la licenciada Marcela Eternod; así como de la doctoraMargarita Guerrero, María Teresa Lara Junco y Esther María LeónDíaz, quienes impartirán este importante taller.

Queremos que los resultados de este taller puedan ser llevados a lapráctica en la encuesta sobre uso del tiempo que queremos realizareste mismo año; y que, con ello, los datos desagregados por sexo quese recaben sean el insumo que el Instituto necesita para llevar a cabosu trabajo.

Los datos obtenidos de la evaluación estadística son la materia primaque más necesitamos en estos momentos. Y tal información no puedecircunscribirse a servir exclusivamente a nuestra institución. Se tratade que sirva a toda la Administración Pública, a las organizaciones nogubernamentales que trabajan con y para mujeres, a la academia y a la

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sociedad, y de manera especial a las propias mujeres, que son la fuentede esos datos.

Nada mejor para ellas que revalorar, frente a sí mismas, su propioesfuerzo; para que la sociedad y el gobierno hagamos lo que nos co-rresponde. Conforme avancemos en este camino, serán las mismasmujeres quienes comenzarán a notar un cambio cualitativo en susvidas; tendrán mejores elementos de negociación dentro de suspropias familias, y argumentos más sólidos para impulsar políticascon perspectiva de género.

El objetivo es claro y sencillo: contar con mejor información paraactuar en consecuencia. El procedimiento y el método para lograrloson, sin embargo, arduos y complejos. Deseo, por lo tanto, que su tra-bajo sea lo más fructífero posible.

Comencemos hoy con esta tarea, pongamos en ella el mejor de nue-stros esfuerzos. Los cambios que esperamos son urgentes.Informando sobre cómo pensamos llevarlos a cabo haremos quesucedan más rápidamente. Sin duda, vale la pena intentarlo.

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Fuentes estadísticas de pobreza desde la perspectiva de género *En un mundo caracterizado por un desfile vertiginoso de la informa-ción que con fugacidad refiere los acontecimientos de la vidaeconómica y política, y por la expansión de sistemas de comunicaciónde fácil acceso, nos descubrimos ante un fenómeno que ciertamentenos permite disponer de fuentes de información accesibles ycopiosas, pero en ocasiones sin actualizar o de confiabilidad incierta.

La generación de datos y estadísticas es importante para sustentardiagnósticos, programas gubernamentales o investigaciones encualquier disciplina. La fuente que sistematiza dicha informacióncumple con el papel primordial, en especial cuando ostenta el carác-ter de autoridad en la materia.

Construir fuentes de información actualizadas y accesibles a la lecturade la ciudadanía no es un imperativo indispensable sólo para el desa-rrollo del trabajo de especialistas, productores o usuarios de estadísti-cas, sino un compromiso ético del ejercicio público.

Este compromiso refleja un interés central por reorientar las políticaspúblicas y fortalecer los mecanismos que consoliden una culturagubernamental, efectiva en el seguimiento y el análisis del impacto desus acciones en la calidad de vida de la población.

En el marco de tal compromiso, necesitamos revisar y redefinir lasbases conceptuales que sustentan la formación estadística, en parti-cular la que se refiere a la visualización de beneficios y brechas deinequidad entre hombres y mujeres.

De ahí la importancia de esta iniciativa, por medio de la cual pre-tendemos revisar desde la perspectiva de género las características de

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* Discurso de bienvenida en el Seminario sobre Fuentes Estadísticas de Pobrezadesde la Perspectiva de Género. Ciudad de México, 16 de julio de 2002.

la pobreza, y elaborar propuestas para potenciar la contribución de lasfuentes estadísticas en el análisis de la desigualdad de oportunidadesentre hombres y mujeres en condiciones de pobreza.

Atender los nuevos requerimientos en la construcción de indicadoresrelacionados, en esta ocasión, con el problema de pobreza, nos colo-ca nuevamente en los caminos de la corresponsabilidad.

Por ello deseo felicitar a las instituciones organizadoras del Seminariosobre las Fuentes Estadísticas de Pobreza desde la Perspectiva deGénero: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); laSecretaría de Desarrollo Social, a través del Instituto Nacional deDesarrollo Social y de Equidad, Contigo es Posible (Sedesol); elFondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer(UNIFEM), y la Comisión Económica para América Latina(CEPAL).

Durante los últimos años, el Sistema de indicadores para elseguimiento de la situación de la mujer (Sisesim) se ha conformadoen uno de los proyectos de especial interés para el Inmujeres, porquela conformación de indicadores estadísticos que visualicen aspectosespecíficos de la condición de las mujeres es requisito indispensablepara el diseño y la ejecución de políticas integrales de desarrollosocial.

Para el caso de la atención y la reducción de la pobreza, el seguimien-to y la evaluación sustentada en indicadores resultan de gran utilidadpara identificar y comprobar por medio de cuáles mecanismos yestrategias es posible reducir los índices de pobreza.

Creemos también que las fuentes estadísticas pueden cumplir unpapel central para diferenciar las políticas y los programas queproyectan a las mujeres sólo por añadidura, como una variable más,de las que buscan la transformación de su condición como unaestrategia para reducir la pobreza.

La conformación de datos y estadísticas, su lectura, interpretación yutilización, resultan básicas para la retroalimentación de la planeacióny realización de políticas, y guían el diseño de medidas para transfor-

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mar las condiciones de vida de las mujeres y los hombres, en especialde quienes día con día experimentan las secuelas de la pobreza.

Por lo anterior, doy la bienvenida a todas y todos los aquí presentes yles expreso mi voluntad porque el desahogo del programa transcurrafructífero y se lleven al mejor término los objetivos y las metas a losque este seminario nos ha convocado el día de hoy.

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Matices de libertad *La pintura, como toda experiencia artística creativa, construye y plas-ma mundos que entrega a los espectadores para que éstos puedanatisbar el alma del ser humano.

Crear, por ello, también es ejercer una libertad que nadie nos puedearrebatar y que nos dignifica como personas, sea cual sea nuestrasituación o el lugar que ocupemos dentro de la sociedad.

El caso de las mujeres que viven en reclusión es paradigmático en talsentido.

Sean cuales fueren los motivos que las llevaron a la cárcel, ellas sufrenmás que los varones el olvido y el desinterés generalizado, lo queresulta especialmente cierto en cuanto a sus familias y a sus parejas.

Investigaciones realizadas en torno al tema de las mujeres reclusascoinciden en señalar que la mayoría de las mujeres que han delinqui-do tienen una historia de injusticia de género detrás.

Por lo general, han sufrido violencia familiar; han sido abandonadaspor su pareja y son ellas las principales responsables de la manuten-ción de la familia.

Igualmente, es muy común que sus oportunidades educativas y labo-rales sean inferiores o secundarias a las de los hombres.

Muchas mujeres delinquen, en buena medida, por su situación parti-cular en una estructura social que las discrimina, les otorga rolessociales inflexibles, les impone responsabilidades familiares que soninexistentes o excusables para los hombres, y además disponen demenos oportunidades para desarrollarse laboralmente.

Además, una vez detenida, la mujer no sólo es juzgada con más se-veridad por las instituciones de justicia, sino también por los ojos de

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* Casa del Lago Maestro Juan José Arreola, Chapultepec, 17 de octubre de 2002.

la sociedad. Cuando una mujer delinque, recaerá sobre ella no sólo elpeso de la ley, sino también el peso de la cultura.

Por ello, alentar el proceso creativo en las mujeres reclusas es elprimer paso que las instituciones hoy presentes hemos dado paramejorar su calidad de vida y para restituirles de algún modo su dig-nidad.

Para las mujeres en condiciones de reclusión, crear es un acto quereafirma la vida, que devela, para todos aquellos que se atrevan amirarla, la crudeza de su realidad o la delicadeza de sus sueños, tantocomo su coraje y su voluntad de vivir –o de sobrevivir– a sus propiascircunstancias.

Lágrimas, Anhelos de libertad, El tiempo no perdona, Un plan de soledad,Maternidad en un abismo, El grito, Una mirada en la oscuridad, Sentencia, Luzde esperanza, Metamorfosis, Pantano, Degradación, La mujer lobo, En misoledad, Libertad de alma, Odio en el corazón, Clamando justicia, Perdida entrelas ruinas, La soledad de una mujer, Mi caída, Amor y destrucción de una mujer,Con la fe perdida, Matices de libertad. Estos son algunos de los títulos delas obras seleccionadas para nuestra exposición.

Cada uno de ellos revela tanto lo que dicen como lo que expresansobre las telas en las que fueron plasmadas, a través de la imagen, delcolor, y de las atmósferas que crean y recrean.

Estas pinturas nos dan cuenta del estado de ánimo de las mujeres quelas concibieron y realizaron, de sus frustraciones y de su abandono,pero también de las ilusiones que permanecen y que nos recuerdan suhumanidad.

A través de estas obras constatamos, sin intermediarios, la urgencia demejorar las condiciones de su reclusión, de encontrar alternativas queles permitan rehacer verdaderamente su vida, y de las posibilidadesque tiene el trabajo por una verdadera reinserción social.

La creación pictórica que hoy exponemos dignifica el trabajo y la vidade estas reclusas y las ayuda a recobrar su autoestima, elemento esen-cial para que ellas mismas puedan participar en su propia rehabilitación.

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Apoyemos, por lo tanto, este esfuerzo y esta muestra de dignidad.

Valoremos su trabajo y entendamos el mensaje profundo que expre-san estas pinturas reveladoras: que la humanidad no muere con lareclusión, y que la dignidad se recupera con la entereza y la sensibili-dad personal. Ésta es la lección que nos deja la exposición "Maticesde libertad".

Nuestra tarea es la de propiciar condiciones para que no haya mujeresque tengan que delinquir para sobrevivir; y generar oportunidadespara que se reintegren en la sociedad.

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Se imprimió en los talleres de Mac Impresos Comerciales, S.A. de C.V.

Lote 8, Manzana 3, Parque Industrial Exportec II,Toluca, México, C.P. 50200.

El tiraje fue de mil ejemplares