Franquismo y Nacionalismo Español

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  • 5/24/2018 Franquismo y Nacionalismo Espa ol

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    HISPANIA NOVA

    Revista de Historia Contempornea

    SEPARATA

    N 12 - Ao 2014

    E-mail: [email protected] HISPANIANOVA

    ISSN: 1138-7319 - Depsito legal: M-9472-1998

    Se podr disponer libremente de los artculos y otros materiales contenidos en la revista

    solamente en el caso de que se usen con propsito educativo o cientfico y siempre y cuando

    sean citados correctamente. Queda expresamente penado por la ley cualquier

    aprovechamiento comercial.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)

    ARTCULOS

    FRANQUISMO Y NACIONALISMO ESPAOL:UNA APROXIMACIN A SUS ASPECTOS

    FUNDAMENTALES

    FRANCOISM AND SPANISH NATIONALISM:

    AN APPROACH TO ITS KEY ASPECTS

    RAL MORENO ALMENDRAL

    Universidad de Salamanca

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)HISPANIA NOVARevista de Historia Contempornea

    Ral MORENO ALMENDRAL

    FRANQUISMO Y NACIONAL ISMO ESPAOL: UNA APROXIMACIN A SUSASPECTOS FUNDAMENTALES

    FRANCOISM AND SPANISH NATIONALISM: AN APPROACH TO ITS KEY ASPECTS

    Fecha de recepcin: 24/06/2013Fecha de evaluacin: 04/11/2013Fecha de publicacin:

    RESUMEN

    El artculo ofrece una sntesis del estado de los conocimientos sobre los principales temas enrelacin al nacionalismo espaol del rgimen franquista. Tras una contextualizacin terico-historiogrfica analiza los diversos orgenes de los nacionalismos franquistas, desde el sigloXIX hasta la 2 Repblica y la Guerra Civil. Despus, aborda las caractersticas y rasgosprincipales de los dos grandes proyectos nacionales (falangista y nacional-catlico) y lastensiones y enfrentamientos entre ellos a lo largo de la dictadura. Finalmente, explora lacuestin de la nacionalizacin de la poblacin, as como sus cauces y efectos durante elfranquismo.

    PALABRAS CLAVE. Nacionalismo, franquismo, nacionalizacin, nacionalsindicalismo,nacionalcatolicismo.

    ABSTRACT

    The article offers a concise approach to some fundamental topics of the Spanish nationalismduring Francos regime. After a theoretical and historiographical contextualization, it analyzesthe different origins of francoist nationalisms from 19th century to 2ndRepublic and Civil War.Subsequently, it deals with the main traits and characteristics of the two great national projects(falangist and national catholic) and the tensions and confrontations between them along thedictatorship period. Finally, it explores the matter of peoples nationalization, as well as itscourses and effects during Francoism.

    Key words:. Nationalism, Francoism, nationalization, National syndicalism, Nationalcatholicism.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)FRANQUISMO Y NACIONALISMO ESPAOL: UNA

    APROXIMACIN A SUS ASPECTOS FUNDAMENTALES

    Ral Moreno Almendral

    Universidad de [email protected]

    1. Introduccin.El objetivo de este trabajo es el de ofrecer una introduccin al estudio del nacionalismo

    espaol durante la dictadura de Franco. El componente nacionalista de los distintosregmenes dictatoriales ha sido de identificacin comn desde los primeros anlisis, pero noha sido hasta las ltimas dcadas cuando la historiografa ha comenzado a tratar la identidad

    nacional y el nacionalismo como objeto de estudio. De esta forma, se ha visto que detrs deuna apariencia de monolitismo y unanimidad, dentro de la dictadura de Franco haba diversosproyectos nacionales que buscaban transmitirse y socializarse como expresiones de poder,pero tambin como reflejo de una sensibilidad o una idea determinada de Espaa. Una simplelectura de dos discursos del propio Franco, uno de principios de su dictadura (1936) y otro definales (1975) basta para invitar a reflexionar sobre las patentes diferencias, la evolucin delnacionalismo espaol en el marco del rgimen y qu interpretaciones ha recibido de lahistoriografa ms reciente:

    Ponis en mis manos a Espaa. Mi mano ser firme, mi pulso no temblar yyo procurar alzar a Espaa al puesto que le corresponde conforme a su Historia yque ocup en pocas pretritas.

    Una revolucin nacional ha cambiado la fisonoma de nuestro pas, y en laEspaa Nacional se ha establecido un rgimen nuevo, que se basa en principiostradicionales y patriticos, que son nervio de nuestra Historia [...]

    No queremos una Espaa vieja y maleada. Queremos un Estado donde lapura tradicin y substancia de aquel pasado ideal espaol, se encuadre en lasformas nuevas, vigorosas y heroicas que las juventudes de hoy y de maana aportanen este amanecer imperial de nuestro pueblo.

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    Se recogern los anhelos de la juventud espaola, y asistidos por laorganizacin de la Falange Espaola Tradicionalista y de las J.O.N.S.,corresponderemos a los sacrificios de todos, formando la Espaa unida, grande ylibre que llevamos en nuestros corazones. [...]1

    Espaoles:Al llegar para m la hora de rendir la vida ante el Altsimo y comparecer ante

    Su inapelable Juicio, pido a Dios que me acoja benigno a Su presencia, pues quisevivir y morir como catlico. En el nombre de Cristo me honro y ha sido mi voluntadconstante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdn a todos,como de todo corazn perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo lostuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aqullos que lo fueron deEspaa [...]

    No olvidis que los enemigos de Espaa y de la civilizacin cristiana estn

    alerta. [...]Mantened la unidad de las tierras de Espaa, exaltando la rica multiplicidad

    de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la Patria.Quisiera, en mi ltimo momento, unir los nombres de Dios y de Espaa y

    abrazaros a todos para gritar juntos por ltima vez, en los umbrales de mi muerte:Arriba Espaa! Viva Espaa!2

    Por razones de espacio y tambin por objetivos, no trataremos todo el nacionalismoespaol del periodo. Por mucho que el franquismo se afanara en conseguir lo contrario ypresentarse como la versin genuina de lo espaol, los nacionalismos franquistas no eran lanica manera de identidad espaola o sensibilidad nacionalista espaola. El nacionalismoheredero del liberalismo progresista, el de los vencidos, de los republicanos y el de lasorganizaciones de izquierda es como poco tan complejo como el de las versiones queencontraron cabida en el rgimen. Sin embargo, fue mandado al exilio o reprimido en elinterior, expulsado de la posicin de dinamismo y predominancia que tena antes de la guerra.Slo con la transicin pudo empezar a expresarse libremente, pero ya mediatizado y marcadopor las experiencias traumticas.

    Recogiendo los principales avances y posiciones en los diversos debates, tras unprimer punto de consideracin historiogrfica sobre la bibliografa y los estudios existentes,veremos cmo esos proyectos nacionales de filiacin conservadora, derechista, pero sobretodo antiliberal, tienen unos orgenes previos a la dictadura. Tambin es importante ver enqu medida entroncan con algunas de las tradiciones ideolgicas del nacionalismo espaol,bien sea el nacionalismo conservador y catlico o el fascismo y el regeneracionismo.Despus, se analizar el rgimen de Franco desde el punto de vista de su nacionalismo

    1Francisco Franco, En Espaa amanece, 1936.2Testamento de Francisco Franco, 18-X-1975.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)espaol, qu diferencias y puntos comunes tenan los diversos discursos sobre Espaa,cules son los rasgos esenciales de las diferentes concepciones, qu tensiones y luchas porla hegemona tuvieron y cmo el franquismo intent transmitir estas ideas a los espaoles atravs de las mltiples formas que tena de hacerse presente en sus vidas.

    2. Debates tericos, problemas historiogrficos.Aunque pueda parecer un obviedad, creemos que no est de ms sealar que a la

    hora de abordar un tema como el nacionalismo espaol durante el franquismo nosencontramos en la interseccin de dos grandes esferas de debate y produccinhistoriogrfica. En cierto modo, han ocupado durante los ltimos lustros una posicin

    privilegiada dentro de la investigacin en Historia Contempornea. Por un lado, los procesosde construccin nacional3; por otro, los estudios sobre el franquismo como etapa de la historiade Espaa. Desde luego, la produccin historiogrfica en ambos mbitos ha sido ingente,pero curiosamente los estudios especficos sobre el resultado de su cruce (el nacionalismoespaol franquista) han sido hasta hace poco escasos en comparacin con los periodosanteriores (siglo XIX y tres primeras dcadas del veinte) y posteriores (transicin en adelante).De hecho, la mayora de las obras que tratan el tema muchas veces lo hacen de formatangencial y parcial.4

    3 Debido a la naturaleza, objetivos y propia extensin del trabajo no podemos dedicar aqu gran cantidad deespacio a los debates de fondo sobre la naturaleza de las naciones y del nacionalismo, al estado de la cuestinde esas polmicas tericas y a su impacto de largo recorrido en la historiografa espaola. No obstante,pensamos que cualquier estudio historiogrfico sin una cierta orientacin terica pierde solidez, por lo quedebemos sealar la existencia de un amplio y asumido consenso en torno al carcter construido e imaginadode las naciones a travs del tiempo, siendo Bennedict ANDERSON, Imagined Communities: Reflections aboutthe Origins and Spread of Nationalism , Londres-Nueva York, Verso, 1991, la obra universalmente citada. En estesentido, asociar el surgimiento de las naciones y el nacionalismo a la modernidad se ha convertido en la tesisdominante en la actualidad, destacando Eric HOBSBAWM, Naciones y nacionalismo desde 1780, Barcelona,Crtica, 1991, como divulgador ms exitoso. A esta idea se ha opuesto otra tendencia, la etnosimblica, queseala la importancia de procesos premodernos y no necesariamente elitarios (desde abajo), en la quedestacamos a Anthony SMITH, National Identity, Londres-Nueva York, Penguin Books, 1991 e DEM,Nacionalismo, Madrid, Alianza Editorial, 2004, entre otros. En los ltimos aos tambin est cobrandoimportancia el concepto de nacionalizacin, como el proceso de asuncin de la identidad nacional que elhistoriador debe estudiar, antes de perderse en debates esencialistas sin base emprica. Para la cronologa queaqu nos atae, estas cuestiones son importantes en la medida que debemos encuadrar el franquismo dentro deun proceso ms amplio de la historia de la construccin de la nacin espaola y que, por supuesto, siendo laprimera mitad del siglo XX una poca de exacerbacin nacionalista, el historiador no puede dejarse atrapar porsu objeto de estudio dando por natural todo lo que se presenta como tal, sino desarrollar los instrumentosadecuados para delimitarlo y abordarlo con rigor.4En las historia generales esto es particularmente manifiesto (sirva como ejemplo el excelente libro de EnriqueMORADIELLOS, La Espaa de Franco (1939-1975) Poltica y sociedad, Madrid, Sntesis, 2000), sobre todo encontraste con el tratamiento de la represin a los nacionalismos no espaoles o perifricos. Esta situacintambin se da en las principales obras de sntesis sobre la historia de la cuestin nacional en Espaa. Porejemplo, Jos Luis DE LA GRANJA; Justo BERAMENDI y Pere ANGUERA, La Espaa de los nacionalismos y

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)Es muy comn coincidir en que el nacionalismo espaol es algo fundamental para la

    dictadura de Franco, algo esencial.5Pero ms raro es encontrar trabajos generales que loaborden de una forma coincidente con esa proclamada importancia como pilar del rgimen.De tal forma, pareciera que quedara subsumido en otros debates, como si fuera algo que nohiciera falta analizar especficamente. Como si fuera algo que no necesitara ms estudio queel repetir el Espaa una, grande y libre, el centralismo,el unitarismo homogeneizador y larepresin feroz a los otros nacionalismos. Por su parte, desde nuestro punto de vista, laspublicaciones monogrficas y la investigacin no parecen haber redondeado sus resultados losuficiente ni tampoco parecen haber permeado en una significativa mayora de los estudiososdel franquismo.6

    Creemos que esto, si no constituye un vaco historiogrfico y una excesivasimplificacin, s supone un cierto problema para el que se propone abordar una breveintroduccin al tema como sta, especialmente en otros mbitos diferentes a las ideas y los

    discursos (que es donde ms se ha avanzado desde los enfoques renovados de estudio delnacionalismo). Desde luego, todo tema tiene sus fantasmas, y ms an si es algo conconnotaciones especialmente espinosas para el presente. Y en nuestro caso, lo esdoblemente (franquismo/nacionalismo). As, el debate historiogrfico se ve condicionado, anuestro entender, por una serie de factores y elementos propios y ajenos a la comunidadhistoriogrfica que es necesario tener en cuenta.

    En primer lugar, una herencia que ha marcado a la democracia desde la transicin. Envirtud de ella, el nacionalismo espaol se asociaba con autoritarismo y dictadura, mientrasque catalanismo, vasquismo o galleguismo quedaban indefectiblemente ligados a los

    conceptos de democrtico, natural o moderno. Adems, esto produjo una cierta tendencia ano hablar explcitamente de nacionalismo espaol, que se remonta al franquismo o inclusoantes y que hace que el vocablo nacionalista sea usado por algunos como una especie deapcope de nacionalista perifrico. En segundo lugar, existen mltiples presiones extra-acadmicas provenientes de sectores de la sociedad civil o de grupos de inters porinstrumentalizar el trabajo historiogrfico. Tercero, est el sempiterno peligro que tiene todoinvestigador de sucumbir ante la constante fuerza de la propia ideologa, entendida sta comomanera de ver el mundo. La ideologa conforma irremediablemente su manera de ver larealidad histrica pero en ningn modo debe acabar por imponerse a la materia emprica ydesmerecer el rigor y la honestidad exigibles a todo profesional. Cuarto, la tradicional aversin

    de muchos historiadores a la teora se une con las caractersticas propias espaolas (aun

    las autonomas. Madrid: Sntesis, 2001, apenas dedican al nacionalismo espaol durante el franquismo cincopginas de cuatrocientas sesenta y dos, cuatro veces menos de las que destinan a los otros nacionalismos parael mismo periodo.5...el rasgo ms distintivo de la dictadura franquista sera precisamente su carcter de dictadura nacionalista.Ismael SAZ CAMPOS, Fascismo y franquismo, Valencia, Publicacions de la Universitat de Valncia, 2004, p.262.6Quizs la sntesis ms parecida a lo que aqu queremos hacer sea Ismael SAZ CAMPOS, Las culturas de losnacionalismos franquistas. Ayer, n71 (2008), pp. 153-174, aun desde un enfoque propio y omitiendo aspectosque aqu recogemos, como la cuestin de la nacionalizacin.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)admitiendo que el franquismo est superado, la cuestin nacional est todava bien abierta),resultando innumerables confusiones y conceptos no definidos, dados por hecho oconsiderados naturales.

    Un ejemplo de esto sera el asimilar identidad nacional a nacin, considerar natural la

    existencia de unas naciones sobre otras y confundir nacin, pueblo y movimiento nacionalista.Otro grupo de confusiones entronca con los debates sobre la naturaleza del franquismo, si fueun rgimen fascista o fascistizado y qu importancia real tuvo el fascismo. Como apunta lainvestigacin actual, en realidad la idea de dictadura conservadora tradicional catlico-castrense se ajusta ms a la experiencia global del rgimen, lo cual no implica que ste fueramenos violento y represivo.7No obstante, el grupo de equvocos y puntos controvertidos quems visible es en tanto que trasciende ms a la opinin pblica es el que lleva a caer enpresentismos simplificadores o nocivos para la complejidad temtica y cronolgica querequiere el anlisis.8Parece que la comunidad historiogrfica est empezando a abstraerse

    de estos factores, sobre todo algunos autores, pero todava est por escribir la granmonografa sobre la idea de Espaa en el siglo XX (y el proceso de nacionalizacin), tal ycomo la que planteara lvarez Junco para el siglo XIX hace algunos aos.

    3. Las races de los nacionalismos franquistas.Que la dictadura de Franco y la guerra civil de la que naci supusieran un corte dentro

    del desarrollo histrico general que estaba tomando Espaa en el siglo XX no debeconfundirnos al considerar al franquismo como una especie de parntesis inconexo, como unaespecie de accidente cado del cielo sin causas en los periodos anteriores ni herencias en losposteriores. Si queremos estudiar la identidad nacional espaola y el nacionalismo espaolesto es especialmente vlido. De hecho, los debates de fondo esenciales entroncan

    7El debate conceptual sobre qu es el franquismo ha tenido ms xito entre los historiadores, absorbiendo enalgunas de sus dimensiones (como el papel del fascismo) la atencin de gran parte de la historiografa. Cfr.Manuel PREZ LEDESMA, Una dictadura por la gracia de Dios, Historia Social, n 20 (1994), pp. 173-193; eIsmael SAZ CAMPOS, Fascismo y franquismo...op.cit.8 Nos estamos refiriendo a la historiografa seria y profesional, valiosa para el debate y la reflexin pero quemuchas veces pasa demasiado por encima del tema o intenta articular un discurso solvente, pero bien acusa unafalta de definicin conceptual clara y previa bien presenta una teora implcita no revelada pero en el fondoligeramente escorada hacia la defensa o al menos simpata por el discurso de los nacionalismos perifricos.Vase el libro de Juan Pablo FUSI, Espaa: la evolucin de la identidad nacional, Madrid, Temas de Hoy, 2000,obra de sntesis muy destacada y til pero cuyos escasos dos prrafos sobre el nacionalismo franquistacontienen algunas simplificaciones matizables y Teresa CARNERO ARBAT, Franquismo y nacionalismos,FUSI, Juan Pablo (coord.) Historia de Espaa Menndez Pidal. T. XLI. La poca de Franco (1939-1975). Vol. II.Sociedad, vida y cultura,Madrid: Espasa Calpe, 2001, pp. 337-422. Fuera de esto y en un nivel completamentediferente estn los panfletistas actuales, especialmente los neofranquistas, cuyo objetivo ms que el anlisis esla apologa y la continuacin de posiciones nacionalistas espaolas y cuyas propuestas no resisten el msmnimo debate acadmico.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)claramente con un proceso mucho ms amplio de construccin nacional sin el cual lacomprensin de nuestro objeto de estudio sera imposible. No slo lo sera por una cuestinobvia de races histricas explicativas en un sentido contextual. Tambin porque muchos delos aspectos esenciales, actores y posiciones de los debates sobre la nacin espaola dentrodel franquismo se gestan y definen con anterioridad a 1939, alcanzando en ciertos momentosy variantes tal grado de cohesin y modernidad organizativa que algunos autores los calificande verdaderas culturas polticas.9

    3.1. Tradiciones del nacionalismo espaol hasta la 2 Repblica.

    El caso de la nacin espaola a la altura de los aos 30 reviste grosso modo dosgrandes grupos de complejidades heredadas. En primer lugar, las que podramos llamarinternas, que responden a las vicisitudes, dificultades y divisiones del(os) proyecto(s)

    nacional(es) para definirse, evolucionar e implantarse. En segundo lugar, las externas, queson las que a partir de finales del siglo XIX introduce el surgimiento de nacionalismos noespaoles que compiten con el proyecto nacional espaol e introducen un nuevo factor decomplicacin, interpelacin y conflicto con el nacionalismo espaol del siglo XX.

    Las coordenadas de estudio que debemos trazar vienen marcadas por un procesocomn a toda Europa de construccin de los Estados nacionales e intensa nacionalizacin enla primera mitad del siglo XX del que Espaa participa pero con algunas peculiaridades. Nopodemos aqu reconstruir todo el complejo nation-building espaol hasta 1936, susdificultades y los debates sobre si fue lo suficientemente intenso.10Ms bien, hay que sealar

    las filiaciones intelectuales y las corrientes profundas que ejercern un papel determinante enla conformacin de los nacionalismos franquistas y por lo tanto necesarias paracomprenderlos. Ciertamente, se suele indicar que durante el siglo XIX se constituyen dosgrandes tradiciones o formas de entender la nacin espaola. Una liberal-cvica, que se haceremontar a las cortes de Cdiz, de corte progresista, que acabar derivando en concepcionesrepublicanas y democrticas; y otra conservadora, proveniente del liberalismo doctrinario y deelementos reconvertidos del Antiguo Rgimen, que insistir en el catolicismo y la monarqua.A la altura de finales del XIX esta ltima sostiene fuertes vnculos con concepcionestradicionalistas, ultraconservadoras, y en parte antiliberales, encarnadas en el patriotismo

    carlista.La crisis del 98 supone un hito en la transformacin profunda de este panorama, como

    sucede en toda la Europa del fin-de-sicle. Los valores polticos y culturales que habansostenido el nacionalismo liberal espaol empiezan a cuestionarse de mltiples maneras, deentre las cuales comenzarn a trazarse unas corrientes intelectuales que llenarn despus de

    9Ismael SAZ CAMPOS, Las culturas de los nacionalismos franquistasop.cit.10 Para un sntesis del proceso y sus debates, vase Jos Luis DE LA GRANJA, Justo BERAMENDI y PereANGUERA, La Espaa de los nacionalismos..., op.cit., pp. 13-22, 47-60 y 265-274.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)ideologa el pensamiento y los discursos nacionalistas del rgimen de Franco. Como indicaIsmael Saz, lo que se discute desde 1898 acerca de la crisis de la nacin, de las alternativaspara superarla, de la propia definicin de la nacin y sus componentes fundamentales [...] esde lo que se discute tambin, y no slo como un problema cultural e ideolgico, sino tambincon efectos polticos decisivos, en el seno del franquismo.11

    lvarez Junco califica el 98 como brutal despertar del recogimiento canovista, unareaccin que marc el inicio de la etapa ms intensa y crispada del proceso denacionalizacin espaola.12Muchos intelectuales del 98 y de las generaciones posteriores(Unamuno, Ganivet, Costa, Ortega...) desarrollarn unas ideas sobre el ser de Espaa noplenamente liberales ni plenamente reaccionarias, sino marcadas por una sensacin dedecadencia y necesidad de consiguiente regeneracin ms o menos radical. Luego serntomadas, reinterpretadas y mezcladas con otros nuevos elementos de la modernidad para laconformacin del nacionalismo espaol de la derecha poltica (fascismo incluido) y de muchos

    grupos sociales a partir de los 30.

    13

    Por el momento, la religin, la historia, la concepcinunitaria casi mstica de pueblo-nacin se unirn con el hispanismo y el castellanismo en ladictadura corporativista y centralista de Primo de Rivera, el cirujano de hierro de JoaqunCosta que iba a salvar a Espaa. Bajo su gobierno hubo, segn ha sealado la investigacin,un fuerte proceso de nacionalizacin en todos los niveles que tambin debe ser tenido encuenta.14

    La II Repblica abri numerosos espacios de libertad y debate e intent poner enprctica un proyecto nacional esencialmente heredero de la otra tradicin de la que hemoshablado, la liberal-progresista. Ese proyecto acab desgarrado entre las enormes tensiones

    del sistema y finalmente periclitado despus de 1936-39.

    15

    Cuando acabe la guerra civil y yadurante la propia contienda, uno de los objetivos prioritarios ser la erradicacin absoluta de

    11Ismael SAZ CAMPOS, Espaa contra Espaa: los nacionalismos franquistas, Madrid, Marcial Pons, 2003, p.52.12Jos LVAREZ JUNCO, El nacionalismo espaol como mito movilizador. Cuatro guerras, CRUZ, Rafael yPREZ LEDESMA, Manuel (eds.) Cultura y movilizacin en la Espaa contempornea. Madrid, Alianza, 1997,pp. 35-67.13Ismael SAZ CAMPOS, Espaa contra Espaa...., op.cit.,pp. 59-99, tiene un desarrollo relativamente extenso

    de este tema, aunque slo para el futuro nacionalismo fascista espaol. Las versiones conservadoras ytradicionalistas, carlistas o no, se ven mucho ms influidas por la doctrina oficial de la Iglesia y la obra depensadores tradicionalistas como Marcelino Menndez Pelayo, con unas concepciones orgnicas yconfesionales de una nacin esencialista y etnicista.14 QUIROGA, Alejandro, Haciendo espaoles: la nacionalizacin de las masas en la dictadura de Primo deRivera (1923-1930), Madrid: Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, 2008.15Cfr.Pamela RADCLIFF, La representacin de la nacin. El conflicto en torno a la identidad nacional y lasprcticas simblicas en la Segunda Repblica., CRUZ, Rafael y PREZ LEDESMA, Manuel (eds.) Cultura ymovilizacin en la Espaa contempornea, Madrid, Alianza, 1997, pp. 305-325; y Helen GRAHAM, Community,Nation and State in Republican Spain, 1931-1938, MAR-MOLINERO, Clare y SMITH, Anthony (eds.)Nationalism and the Nation in the Iberian Peninsula: competing and conflicting identities, Oxford, Berg, 1996,pp.133-147.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)este proyecto en tanto que heredero de lo que el franquismo consideraba la fuente de todoslos males para Espaa: la Ilustracin del siglo XVIII y el liberalismo del siglo XIX.

    Por su parte, en esos aos el nacionalismo espaol tradicionalista tuvo diversosreservorios donde cultiv tradiciones y a la vez incub formas diversas que apareceran en la

    sublevacin del 18 de julio de 1936. Por supuesto, segua estando el carlismo, con suconcepcin tradicionalista de patria, fueros y rey,16muy conectado en este aspecto con elliberalismo monrquico ms conservador y respetable, con su concepcin historicista yorganicista de la nacin. Sin embargo, para nosotros los aos anteriores a la guerra soninteresantes porque se van prefigurando nuevas corrientes que incorporan elementosmodernos, aceptan la visin decadente de Espaa y se preguntan por la forma de renovarla.Espaa es identificada con una nacin ms o menos incorprea y enraizada en lecturastambin ambiguas del pueblo espaol, la raza o el catolicismo. De hecho, las derechasdurante la II Repblica conforman un panorama enormemente complejo, variado y cambiante,

    mucho ms de lo que se crea en un principio. Los discursos estn llenos de elementoscontradictorios, importaciones y casticismos, los grupos y partidos se crean, se fusionan y sedeshacen, las proclamas presentan mixturas de difcil encaje segn las tradiciones que hemospresentado.

    A riesgo de caer en un cierto teleologismo, ya en esta poca se observan realidadesmuy parecidas a los dos grandes proyectos nacionales que pugnarn en el seno delfranquismo. Por supuesto, existen ciertas experiencias polticas comunes de componentefuertemente nacionalizador, como el maurismo y la citada dictadura de Primo de Rivera,alabada despus por Franco. Por un lado, podemos distinguir a una derecha poltica

    reorganizada tras los primeros momentos de estupor, de inspiracin fuertemente catlica ytradicional, aunque con muchos componentes modernos (en su sentido organizativo ytambin discursivo). En el fondo, estos discursos beben fuertemente de esa concepcinnacional austracista no necesariamente centralista (el centralismo es muchas veces vistocomo un importacin francesa) sino ms bien regionalista, pero entendida como forma deafirmacin patria. Para ella, la religin y las instituciones tradicionales (como el municipio, lafamilia o la Iglesia) son el mejor garante de la unidad nacional. 17Las opciones monrquicas(Renovacin Espaola entre muchos) y accidentalistas (CEDA) se adscriben a esta visinnacional tradicional, aunque con algunos componentes modernos y fascistizantes queimpregnaran tambin al monarquismo pero que no nos deben confundir.

    16No existen muchos estudios acadmicos especficos sobre las visiones tradicionalistas-carlistas de la nacinespaola y los que hay no estn muy sintonizados con el debate ms puntero. Cfr. Stanley G. PAYNE (dir.)Identidad y Nacionalismo en la Espaa Contempornea, el Carlismo, 1833-1975, Madrid, Actas, 2001.17En este sentido, las lneas de pensamiento que luego confluirn en Accin Espaola acusan las banderas deenganche antiliberales y antiprogresistas que imprimen a su concepcin de la nacin un sesgo claramentereaccionario y tradicionalista en su sentido decimonnico, resultando de ello la confluencia en algunos autoresdestacados como Vzquez de Mella. Julio ARSTEGUI, Jordi CANAL, y Eduardo GONZLEZ CALLEJA, Elcarlismo y las guerras carlistas. Hechos, hombres e ideas.Madrid, La Esfera de los Libros, 2003, pp. 192-195.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)Aqu sobresale el caso de la revista Accin Espaola, fundada en diciembre de 1931,

    que se public hasta 1936 (con un ltimo nmero suelto en 1937), y constituye una autnticareferencia intelectual para este nuevo nacionalismo catlico, integrista y reaccionario pero conalgunos componentes nuevos extrados del contexto nacional e internacional. Ejemplos seranla movilizacin de masas o el carisma del lder, especialmente visibles en la CEDA, uno decuyos partidos, Accin Popular, antiguo Accin Nacional, estuvo muy vinculado a la revistaAccin Espaola. De entre sus plumas destacamos nombres como Maeztu, Herrera Oria oVegas Latapie. 18

    Por otra parte, si la concepcin esencialista de Espaa, de tintes metafsicos yetnicistas en la lnea de Menndez Pelayo, es comn a las derechas del momento, existendiferencias internas importantes que son manifiestas en la otra gran rama. El fascismo tieneen el nacionalismo uno de sus puntales fundamentales pero sus interpretaciones y postuladosdifieren ostensiblemente de la opcin anterior. Los partidos fascistas en Espaa fueron

    cuantitativamente pequeos y minoritarios, pero su ideologa antes de la guerra alcanzgrados de modernidad equiparables a los fascismos europeos.19 Bsicamente, elnacionalismo fascista se fundamenta en una combinacin contradictoria de elementosrevolucionarios y reaccionarios. La nacin espaola se entiende a travs de la necesidad deregeneracin mediante una revolucin nacional de efectos palingensicos que devolviera alpueblo espaol (componente populista) sus valores originarios: catlicos, s, pero tambinimperiales, agresivos y conquistadores. Espaa se dejara de medias tintas, mediocridades ytimideces, eliminando a todas las causas de su decadencia e integrando de nuevo a todos losespaoles en una unidad de destino en lo universal, en palabras de Jos Antonio Primo deRivera. Desde luego, esta ideologa tena muchos flecos poco claros, como el papel del

    catolicismo, mucho ms importante en la Falange de Jos Antonio que en las JONS deRamiro Ledesma y Onsimo Redondo, ms laicos. Otro punto conflictivo era cmo esa ideatan abstracta de Espaa se traducira en una ordenacin territorial y social, que tendra queser forzosamente corporativa. Autores destacados de los primeros momentos seran ErnestoGimnez Caballero y Dionisio Ridruejo, autnticos fascistas convencidos que vern cmo apartir de la guerra esa visin de Espaa se diluir (por ello Ismael Saz habla de un primernacionalismo falangista) para resurgir de otra forma a partir de 1936-37.

    3.2. Nacionalismo espaol y guerra civil.

    Si bien los grandes proyectos nacionales que aparecern en el franquismo ya habansurgido en 1936, estaramos cometiendo una distorsin si no afirmramos que la propiaguerra y despus la dictadura les dan formas especficas en virtud de las tensiones, juegos de

    18Existe un cierto debate sobre los nacionalismos reaccionarios no fascistas como los representados por AccinEspaola, as como de la existencia de nacionalcatolicismo maduro antes del franquismo que aqu no tenemosespacio de recoger pero que prueba los grandes matices existentes en las derechas. Vid.Ismael SAZ CAMPOS,Las culturas de los nacionalismos franquistas, op.cit...19Ismael SAZ CAMPOS, Espaa contra Espaa...., op.cit.p. 403.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)poder y cambios generales que sufre el pas. Desde este punto de vista, no podemos abordarla dictadura (que, no hay que olvidar, empezaba en cada lugar de Espaa cuando ste caaen manos de los sublevados) sin realizar dos breves notas sobre la guerra civil respecto alnacionalismo espaol. En primer lugar, hace tiempo que la historiografa no ve la guerra civilespaola slo como un conflicto entre nacionalismo espaol y nacionalismos perifricos.Tambin fue un desgarramiento interno entre versiones diferentes del nacionalismo espaol(sin perjuicio del importante papel que tuvieron los respectivos nacionalismos perifricos,especialmente en las tensiones dentro del bando nominalmente defensor de la Repblica). 20Ambos bandos se erigan como los verdaderos espaoles que luchaban por la independenciacontra la Anti-Espaa y la invasin extranjera.

    En segundo lugar, muchos de los acontecimientos y cambios relevantes dentro delnacionalismo espaol significativos para el periodo posterior tienen lugar en la guerra civil. Enrealidad, es en medio del fragor de la guerra y la movilizacin nacionalizadora para ganar,

    cuando todas estas tradiciones intelectuales y sociales se ven obligadas a confluir. Estacoalicin fue ms o menos sobrevenida, forzosa o buscada, e integr a carlistas,monrquicos, cedistas y falangistas, entre otros (cada uno con proyectos nacionalesligeramente diferentes)21. De ella surgi un nuevo Estado montado sobre la represin y elterror desde los primeros momentos, arbitrado y controlado por Franco (su autoridad siempreprevaleca), pero cuya idea unitaria de Espaa no debe ocultar ante nuestra vista lasdivergencias que no tardaran en manifestarse en el seno del nuevo rgimen. De hecho, seobserva gran continuidad entre los aos de la guerra civil y el primer franquismo, tambin enel campo de las tensiones entre proyectos nacionales con algunas diferencias sustanciales,que intentan ocultarse detrs de la fachada monoltica de homogeneidad en la Espaa una y

    de obediencia al caudillo victorioso sobre la anti-Espaa.22

    20El autor ms destacado en este sentido es Xos Manoel NEZ-SEIXAS, Fuera el invasor! Nacionalismos ymovilizacin poltica durante la guerra civil espaola (1936-1939), Madrid, Marcial Pons, 2006 e DEM, Lanacin contra s misma. Nacionalismos espaoles durante la guerra civil (1936-1939), TAIBO, Carlos (dir.)Nacionalismo espaol. Esencias, memoria e instituciones, Madrid, Catarata, 2007, pp. 75-111. Tambin hay quesealar a Jos LVAREZ JUNCO, Jos, El nacionalismo espaol como mito movilizador..., op.cit. pp. 59-67.No debemos subestimar el papel que tuvo la guerra como radicalizador de todos los nacionalismos queparticiparon en ella (en sus diversas direcciones). En el caso del nacionalismo de los sublevados no habra que

    descartar el efecto que tuvieron las rupturas y violaciones flagrantes que hicieron los nacionalistas vascos ycatalanes del ordenamiento constitucional republicano a la hora de entregarles argumentos o pretextos respectoa la incapacidad de la Repblica de mantener la sacrosanta unidad de la patria.21Del Decreto de Unificacin de 1937 y la formacin del Movimiento como nico partido bajo el control de Franco(Falange Espaola Tradicionalista y de las JONS), hubo algunos que salieron especialmente perjudicados (loscarlistas) mientras otros adquirieron cuotas de poder y de base social imposibles de imaginar uno o dos aosantes (falangistas).22As, desde nuestro punto de vista tiene bastante razn lvaro FERRARY Las ensoaciones de un discursonacionalista: la intelligentsia franquista a examen, Studia Histrica: Historia Contempornea. Vol. XII (1994), p.158, al afirmar que si fue la guerra, y su desenlace final, lo que dio origen al franquismo, nunca est de msrecordar que sin su estallido posiblemente no hubieran tenido lugar muchas de las peculiares combinaciones ya veces raras alquimias- que le sirvieron de sustento.

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    4. Los proyectos nacionales dentro del rgimen.Ya hemos adelantado en cierta manera que en puridad no existe durante el franquismo

    ni un nico nacionalismo espaol ni un solo proyecto nacional. Ni tampoco estos proyectos delos que hablamos tienen una divisin estricta sin espacio para soluciones intermedias. Sinembargo, nos es necesario hacer esta divisin para tejer una exposicin coherente, ms ancuando las diferencias y los enfrentamientos no podan expresarse necesariamente como enaos anteriores sino que abundaban los movimientos soterrados, los mensajes velados y lasluchas ms o menos disimuladas. Tambin hay que tener en cuenta el factor cronolgico (noes lo mismo ser falangista en 1940 que en 1970) y el contextual (la forma de entender lanacin espaola que favorece y promueve Franco vara segn van cambiando los equilibriosde poder dentro del rgimen y el contexto internacional). Las diversas plataformas ideolgicasse relacionan con diferentes grupos de poder que a su vez tienen un peso especfico variablesegn las pocas y el aspecto particular que tratemos. Por supuesto, a nivel macro, son bien

    conocidas las tres fases del franquismo segn el grupo y familia predominante: los falangistashasta 1945, los catlicos hasta 1957 y los tecncratas desarrollistas del Opus Dei a partir deentonces (ms, si se quiere, una fase posterior a partir de 1973 no significada claramente).Sin embargo, la hegemona en cada fase nunca fue total y los proyectos nacionales nuncafueron puros.

    Tampoco conseguiramos un anlisis afinado si no tuviramos en cuenta el continuocondicionante del papel de Franco en todo momento y distinguiramos tres planos que en lasfuentes pueden presentarse mezclados o al menos difciles de distinguir pero queanalticamente deben diferenciarse. Una cosa son los diversos intelectuales que en el marco

    de las diferentes plataformas de difusin de discurso (especialmente la prensa) debaten yelaboran la materia ideolgica de esos proyectos nacionales ms o menos influidos por susbases sociopolticas o superiores jerrquicos (siempre, hay que reiterar, sometidos al arbitriode Franco). Otra cosa es cmo ese conjunto de ideas y discursos trasciende a mbitos msamplios de sociabilidad a travs de diversos medios y se traslada a realizaciones concretasdentro del aparataje retrico o poltico del rgimen, formando una especie de sntesis en laprctica de los diversos proyectos (o si se quiere yuxtaposicin de mensajes y polticas). Elltimo de los planos es en qu manera o a travs de qu medios todo lo anterior tiene sutraduccin en una asuncin ms o menos forzada (en los primeros aos realmente brutal) de

    esos contenidos nacionalizadores como parte de la aceptacin del rgimen, su ideologa o lacreacin de una (anti)cultura poltica franquista, basada en el miedo, el orden natural, ladisciplina y la desmovilizacin (la cuestin de la nacionalizacin se tratar ms adelante).

    4.1. Concepciones de la nacin espaola.

    Hemos insistido que el franquismo, en tanto que dictadura, tiene algunos elementoscomunes y algunas lneas de evolucin compartidas por los diversos formantes del rgimenpero que en ningn caso debemos creernos el propio discurso de unicidad monoltica y

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)unanimidad armnica.23Desde luego, existen algunos puntos en comn del proyecto nacional,esencialmente un proyecto poltico y cultural pero tambin con implicaciones econmicas ysociales.24Muchos de esos puntos existan antes de la guerra y constituyeron las banderas deenganche y fuerzas de unificacin del bando nacional, otros de ellos se fueron estableciendoa lo largo del franquismo, especialmente en las primeras dcadas. Ya hemos mencionado lasdos grandes concepciones: la falangista y la tradicional-catlica, que a modo de tipos idealespueden distinguirse pero sera necesario hacer una advertencia de complejidad. Huboinfluencias recprocas y en la prctica haba cierta tendencia a mezclarse en el ancho debanda discursivo por el que se transmitan los mensajes que el rgimen emita.

    Aunque no sea comn explicitarla, un adecuado ordenamiento de la informacindisponible impele a preguntarse si se puede hablar de la existencia de esa especie desntesis franquista de todas esas tradiciones ideolgicas. Por ella entendemos una suerte deseleccin realizada por Franco o su crculo ms prximo en cada momento de distintos

    elementos de diversas tradiciones para componer un proyecto a medida de lo que quera. Laalternativa sera pensar que esto es ms bien un invento y que Franco nunca dise nipretendi disear tal cosa sino que permiti la yuxtaposicin de los distintos mensajes,modul sus contenidos, favoreci sus transformaciones y arbitr cuando stos chocaban ensu propio beneficio.25De esta manera, esos elementos comunes se manifestarn al triple niveldiscursivo, simblico y social (prcticas e instituciones). Igualmente, no podemos descartarque muchas de esas cosas que identificamos como comunes sean en realidad anclajes ocontribuciones de otros grupos polticos, tambin con sus propias concepciones de la nacinespaola, pero que optaron por canalizarlas de forma adaptativa hacia los cauces oficialesdominados por los proyectos que expondremos. Nos referimos a grupos como el Ejrcito, los

    monrquicos o, por qu no, algunas contribuciones del propio Franco en dilemas concretos,aunque parece haber un consenso en identificar al dictador con una mentalidad militar-catlica-personalista.

    23 Una de las pocas visiones generales y sintticas del nacionalismo espaol durante el franquismo en XosManoel NEZ-SEIXAS, Nacionalismo espaol y franquismo, ORTIZ HERAS, Manuel (coord.) Culturaspolticas del nacionalismo espaol. Del franquismo a la transicin, Madrid, Catarata, 2009, pp. 21-35. Sobre laconstitucin del Estado franquista, vid. Glicerio SNCHEZ RECIO, La construccin del nuevo Estado: una

    dictadura contra viento y marea, VIAS, ngel (ed.) En el combate por la historia. La repblica, la guerra civil yel franquismo. Barcelona: Pasado & Presente, 2012, pp. 517-529.24 Algunos de los conceptos que marcaron la poltica de los primeros aos se relacionan fuertemente con elpropio nacionalismo. Un ejemplo claro es la poltica de autarqua, el correlato econmico de la consideracin dela autosuficiencia como una traduccin material del carcter indmito e independiente del pueblo espaol (porsupuesto, a nivel ms profundo est el ostracismo internacional y la voluntad de controlar la vida social yeconmica del pas como parte de un proyecto totalitario y represor pero a nivel discursivo la justificacin tieneun valor). Vase Michael RICHARDS, Constructing the Nationalist State: Self-Sufficiency and Regeneration inthe Early Franco Years, MAR-MOLINERO, Clare y SMITH, Anthony (eds.) Nationalism and the Nation in theIberian Peninsula, op.cit.,pp.149-167.25 De existir tal sntesis, Ismael SAZ CAMPOS la considerara frustrada (La culturas de los nacionalismosfranquistas, op.cit. p. 164).

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)As, una especie de combinacin simplificada de las tradiciones y proyectos expuestos

    proyectaba una idea de Espaa fuertemente unitaria y centralista (en ese aspecto la visinliberal a travs del conservadurismo liberal doctrinario se impuso, en la lnea del Estado-nacin clsico)26. Era una nacin tradicionalista en tanto que reaccionaria, muy catlica perocon tintes imperiales, a medio camino entre la idea premoderna de patria y la expectativaprospectiva de la gloria nacional derivada de la vuelta a las verdaderas tradiciones. Tambinse fundamentaba en la contrarrevolucin y en la eliminacin de la anti-Espaa que habaapartado a la nacin (en su sentido cuasi-metafsico) del buen camino, de su misin histrica(cul era no estaba tan claro, pues variaba segn se preguntara a un catlico o a unfalangista). Quizs uno de los ms destacados elementos comunes a los diversos grupos delrgimen sea la bandera roja y gualda de la monarqua con un escudo propio (ya utilizada en laguerra civil). Se trataba de un escudo historicista trufado de elementos catlicos y falangistas(por ejemplo, tanto el guila de San Juan Evangelista como el yugo y las flechas se hallabanel blasn conjunto de los Reyes Catlicos, pero el franquismo los us como smbolos propios

    y a la vez emita pequeos guios a catlicos y falangistas respectivamente). Otros seran laasociacin de la figura de Franco a la exaltacin y salvacin de la patria, la retrica de lanueva Espaa, as como la conservacin de una memoria de la guerra que se afanaba pormantener una idea de victoria perpetuadora constante de la divisoria entre vencedores yvencidos (con ninguna voluntad por cualquier reconciliacin nacional).

    Los primeros aos vinieron marcados por un predominio del proyecto nacionalfalangista, favorecido por Franco ante el aparente triunfo del Eje en la 2 Guerra Mundial y elascenso de conocidos prohombres fascistas como Ramn Serrano Suer.27Bsicamente, elresurgimiento del ultranacionalismo fascista se vio favorecido por el decreto de unificacin,

    pero tambin transformado y subordinado a Franco. De hecho, la Falange a partir de 1937 noera exactamente la Falange de la poca republicana. A partir de 1938, el nuevo partido,Falange Espaola Tradicionalista y de las JONS, qued subsumido en una estructura poltico-social ms bien confusa llamada Movimiento Nacional, cuyo aspecto ms claro era lasubordinacin directa al caudillo.

    Los elementos ms revolucionarios de la concepcin nacional falangista heredados delos aos veinte y treinta fueron suavizados para decepcin de algunos fascistas sinceroscomo Dionisio Ridruejo. Se potenci una catolizacin del propio falangismo, en el marco deun favorecimiento de la parte ms tradicionalista del falangismo clsico.28 La unidad de

    26 Esto tuvo una traduccin poltico-administrativa en la vuelta al clsico sistema de gobierno central-diputaciones-ayuntamientos, con la superposicin de las instituciones del Movimiento, aunque en la prctica nohubo demasiados conflictos en tanto que el jefe provincial acab siendo el gobernador civil nombrado por elgobierno.27Una monografa breve sobre estos primeros aos, a nuestro juicio ya superada, en Carlos ALMIRA PICAZO,Viva Espaa! El nacionalismo fundacional del rgimen de Franco, 1939-1943. Granada, Comares, 1998.28Sobre la transferencia de elementos catlicos-tradicionales hacia el falangismo vase Ismael SAZ CAMPOS,Religin poltica y religin catlica en el fascismo espaol, BOYD, Carolyn P. (ed.) Religin y poltica en laEspaa contempornea, Madrid, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, 2007, pp. 33-55.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)destino en lo universal se mantuvo (ms bien a nivel retrico) y se insisti muchsimo, sobretodo antes de 1942, en la idea de imperio hispnico en un sentido militar-beligerante yposteriormente en su sentido cultural-religioso (Hispanidad). Las corrientes unitaristas eraneminentemente castellanistas aunque en la prctica la Falange parece tener muchas msrugosidades y variantes discursivas locales de lo que habamos pensado en un principio. 29Esa desfascistizacin del proyecto falangista, especialmente a partir de 1942, tampoco sehizo de manera absoluta, aunque esto es tema de controversia. Aunque el saludo fascistaacab por eliminarse, el Arriba Espaa! se mantuvo en las prcticas de ciertos sectoresdurante toda la dictadura. El reflejo y mantenimiento de este proyecto nacional-fascistadomesticado llega hasta los propios pilares del rgimen, incluso en los momentos en los queel proyecto nacional-catlico le haba ganado la partida. Ya en los 70 la fuerza, la apropiaciny la transformacin ideolgica que hizo el rgimen del falangismo lo haban ligado en ciertaforma a l. As, su decadencia sera paralela a la del propio franquismo, como se demostr ensu rpida cada una vez llegada la democracia.

    Sin embargo, durante la dictadura, las organizaciones y los espacios simblicosasignados a la Falange y al nacionalsindicalismo se mantuvieron. Adems, elementosimportantes del proyecto nacional-falangista cristalizaron no slo a nivel simblico sinotambin a nivel jurdico-institucional (pese a que luego en la prctica la aplicacin fuerabastante sui generisy desvirtuada). Por supuesto, el ascendiente falangista en el Fuero delTrabajo de 1938 es fuerte, pero los componentes nacionales son ms claros en otras leyesfundamentales vigentes hasta el final del franquismo.30Ya en una ley tan tarda como la Leyde Principios del Movimiento Nacional (17 de mayo de 1958), el franquismo no renunci adefinir en su artculo I a Espaa como unidad de destino en lo universal, proclamar que El

    servicio a la unidad, grandeza y libertad de la Patria es deber sagrado y tarea colectiva detodos los espaoles y en su artculo IV afirmar que la unidad entre los hombres y las tierrasde Espaa es intangible. Todo ello bien podra estar sacado de textos y discursos falangistasanteriores a 1939. En varios artculos se consolidaba la organizacin social corporativa y sesubordinaba su forma poltica a los principios inmutables del Movimiento Nacional (artculo

    29Sobre la Falange, las obras de Joan-Mara THOMS Lo que fue la Falange,Barcelona, Plaza y Jans, 1999; eDEM, La Falange: de la revolucin al acomodamiento, VIAS, ngel (ed.) En el combate por la historia, pp.565-574; as como Ismael SAZ CAMPOS, Espaa contra Espaa..., op.cit., que pese a que se anuncia como unestudio de los nacionalismos franquistas es esencialmente un anlisis completo y solvente sobre el nacionalismofalangista hasta su integracin en el Movimiento. Un estudio regional que demuestra lo mucho que todavatenemos que conocer sobre las dimensiones locales de las organizaciones de pretendida inspiracinuniversalista en Jos Antonio PAREJO FERNNDEZ, Las piezas perdidas de la Falange: el sur de Espaa, Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2008.30Para Ismael SAZ CAMPOS, Espaa contra Espaa..., op.cit., p.370, Franco mantuvo Falange no porque seidentificara con su ideologa original sino porque tena muy claro que era un pilar fundamental de su propiocaudillaje, al contrario que monrquicos, catlicos o algunos militares, que habran visto bien la instauracin mso menos rpida de una monarqua.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)VII). 31Salvando las diferencias y los componentes ms fascistizantes, las similitudes con elcorporativismo nacional del primorriverismo tambin son patentes.

    Por otra parte, el tradicionalismo catlico tampoco empez a hacer valer su proyectonacional desde los aos 50 sino desde mucho antes. Desde luego, las filiaciones intelectuales

    del nacionalcatolicismo son ms profundas que las del falangismo puesto que enganchan conel liberalismo doctrinario ms catlico y el tradicionalismo carlista. Para entenderlo desde elpunto de vista de un proyecto nacional, no podemos analizar la palabra slo desde elformante catolicismo. Al contrario de lo que parecen pensar algunos autores, no slo se tratade la forma poltica, social y cultural que tena la Iglesia de traducir sus intereses y de legitimary a la vez beneficiarse del nuevo Estado; no slo es oportunismo y aprovechamiento de lacircunstancia. El discurso nacional-catlico es ya anterior al propio franquismo y comienza apercibirse con claridad a finales del siglo XIX. No obstante, todava no hay una granmonografa que lo contemple desde esta perspectiva (estudio del nacionalismo) y no tanto

    desde la historia social de la Iglesia y sus relaciones con el Estado.

    32

    La colaboracin de la Iglesia con la sublevacin fue muy rpida y en muchos sitios

    prcticamente unnime, ofreciendo apoyatura ideolgica y social. Durante la guerra, lajerarqua eclesistica contribuy al discurso del bando nacional de acuerdo a un registro quedominaba bien, el de la nacin catlica y tradicional. Un hito universalmente conocido fue la"Carta colectiva de los obispos espaoles con motivo de la guerra en Espaa", con fecha de 1de julio de 1937, redactada por el cardenal Gom, primado de Espaa. En ella se calificaba laguerra como una cruzada, una batalla del biencontra el mal, de la religin contra el atesmo,de Espaa contra la anti-Espaa (sencilla aplicacin de los seculares principios de asociacin

    entre buen catlico y buen espaol), de lo cual se derivarn las retricas del martirio y el cielode la victoria por la salvacin que esperaban a los "cados por Dios y por Espaa".

    Con la unificacin, las organizaciones catlicas se integraron en el Movimiento. Losrequets carlistas opusieron resistencias y en general el monarquismo (liberal y carlista)acabar alejndose cuando se desengae de la voluntad personalista de Franco deconsolidarse en el poder (para estos sectores la Corona y la nacin son indisociables). 33El

    31Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional.17-V-1958. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:[ltima

    consulta el 24-VI-2013]32Quizs, la mejor sntesis general sobre el nacionalcatolicismo sea todava el clsico de Alfonso BOTTI, Cielo ydinero: el nacionalcatolicismo en Espaa (1881-1975). Madrid: Alianza Editorial, 1992. Otros estudios tilessobre el tema son el de Giuliana DI FEBO, El modelo beligerante del nacionalcatolicismo franquista. Lainfluencia del carlismo, BOYD, Carolyn P. (ed.) Religin y poltica en la Espaa contempornea, Madrid, Centrode Estudios Polticos y Constitucionales, 2007, pp. 57-79 y el citado de Ismael SAZ CAMPOS, Religin poltica yreligin catlica...., op.cit. Un artculo muchos ms actualizado y mejor acotado que lo anterior para lo que aqunos interesa es el de Joseba LOUZAO VILLAR, Nacin y catolicismo en la Espaa contempornea. Revisitandouna interrelacin histrica,Ayer,n90 (2013), pp. 65-89. Aunque sus lmites superan el franquismo, su enfoquese corresponde con la perspectiva de la que hablamos.33 Pese a algunas concesiones del rgimen, se vio que eran ms estticas e instrumentales que realmenteefectivas, como en consolidar en las diversas leyes fundamentales el carcter de Reino para Espaa o calificar

    http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02449421981244052976613/p0000001.htm#I_2_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02449421981244052976613/p0000001.htm#I_2_
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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)nuevo derechismo catlico (CEDA y otros) se integr mejor, y las publicaciones de la lnea deAccin Espaola (tambin convenientemente domesticada a los ritmos y funcionamientos delrgimen) constituiran el ncleo de los proyectos posteriores de los catlicos a partir de los 50.Estos proyectos eran mucho menos abstractos y novedosos, ms pragmticos y preocupadospor la nacionalizacin efectiva en clave de prctica social y desmovilizacin. Por ejemplo, lacuestin imperial, la territorial o la de la regeneracin palingensica preocupaban menos queel patriotismo de la familia tradicional y la defensa del catolicismo como misin histrica deEspaa. La jerarqua colaborara con el caudillo por la gracia de Dios a cambio de ampliosespacios de poder. Consecuentemente, Franco poda presentarse como centinela deOccidente y un frreo anti-comunista a partir de los 50, que por catlico era espaol y porespaol catlico, tradicional, respetable para los otros pases catlicos y para losconservadores de todo el mundo.

    4.2. Tensiones y conflictos por la hegemona.

    Una exposicin sobre los nacionalismos franquistas quedara incompleta si slo selimitara a desarrollar los diferentes proyectos nacionales. En la prctica, las tensiones ydiferencias entre ellos no se diriman de una manera precisamente armnica, aunque siempredentro del rgimen. Las diversas ideas de Espaa y lo espaol se discutan y entraban enconflicto, tanto a nivel terico como prctico, siendo la cuestin nacional una dimensin msde la competencia entre las distintas familias del rgimen y tambin un factor detransformacin, matizacin e hibridacin prctica de los distintos proyectos nacionales. Porello, sealaremos brevemente algunos ejemplos de los principales momentos.

    Evidentemente, los cambios o crisis de hegemona estn muy relacionados con laresolucin de estas tensiones, que en ningn momento provocaron el desplazamientoabsoluto de un grupo de los espacios de produccin nacionalizadora. S cambiaron losequilibrios en los mensajes y partes significativas del contenido de las presionesnacionalizadoras que reciba la poblacin (por supuesto, fuertemente unidas con mensajespolticos de otra ndole).34 En 1942, los sucesos de Begoa pusieron de manifiesto elenfrentamiento entre falangistas y carlistas y a la vez la existencia de elementos de la Falangetodava no totalmente controlados. Entre 1942 y 1945 la hegemona falangista, materializadaen los puestos en el gobierno y en el control de los medios de comunicacin, fue cuestionada

    y se produjo el mencionado proceso de desfascistizacin. Despus de la guerra mundial losfalangistas intentaron recuperar terreno, siendo 1948 y 1949 aos clave. En este ltimo ao,se produjo una dura polmica en torno a la publicacin por Lan Entralgo del libro Espaa

    por el artculo VII de la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento a Espaa como una Monarquatradicional, catlica, social y representativa. Respecto al Ejrcito (fuente de gran parte de los apoyos de losmonrquicos), verdadero puntal durante todo el franquismo y definido como el garante de la sagrada unidad dela patria, tambin fue fuente de nacionalizacin, ms prctica que discursiva, en una variante de esta visintradicional de Espaa, para nada fascista o revolucionaria, sino ms bien monrquica y sobre todo disciplinada ycastrense.34Vanse lvaro FERRARY, op.cit. e Ismael SAZ CAMPOS, Espaa contra Espaa..., op.cit., pp. 309-403.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)como problema, donde reflexionaba sobre la necesidad de combinar catolicismotradicionalista con la visin ms dinmica de Espaa proveniente del falangismo. El que serarector de la Universidad Central fue contestado con contundencia por los catlicosregionalistas (aunque tambin nacionalistas) Prez Embid y Calvo Serrer. Este ltimo habasido autor de la respuesta Espaa sin problema, por el que recibi el Premio Nacional deLiteratura Francisco Franco. En el fondo subyaca una divergencia fundamental entre ambasconcepciones. Como seal Ridruejo (uno de los que sali en apoyo de Lan), la clave estabaen pensar que Espaa tena un problema, una revolucin nacional pendiente, un cambioestructural, que no bastaba con ganar la guerra; o, por el contrario, en creer que al haberderrotado a los enemigos de la tradicin en la guerra, a la anti-Espaa, no haba nada msque hacer en ese asunto pues la nacin deseada era la nacin restaurada. El propioRaimundo Fernndez Cuesta, Secretario General del Movimiento nuevamente desde 1948, sepuso de lado de Lan.

    Este renacimiento falangista y esta prolongacin del debate sobre el ser de Espaa enestos trminos duraron poco. A partir de 1951-1953, Franco orient su favor hacia loscatlicos y una nueva recomposicin falangista no fue posible. No lo fue especialmentedespus del fracaso del proyecto de Arrese rechazado en 1956 por Franco, quien habacomprobado a lo largo de la dcada cmo los contextos internos y externos favorecan alproyecto nacional-catlico. De hecho, a partir de los 60 una variante tecnocrtica ydesarrollista introducir en esta concepcin nacionalcatlica (no sin problemas) algunoselementos modernos y ms en consonancia con el momento. Se intentar realizar una ciertaapertura, manteniendo esencialmente la concepcin unitaria de Espaa pero admitiendocierta descentralizacin a nivel discursivo, aunque fuera bajo la justificacin racionalista de

    administracin ms eficiente, a travs de lo cual la racionalidad y la eficiencia serecondujeron las ideas regeneracionistas. Se abri la puerta al concepto de regin en unsentido ms profundo y amplio que la diversidad folclrica que aceptaban los catlicos msconservadores. Adems de estos cambios, el proyecto nacional-catlico del rgimen se viominado en los ltimos aos por las transformaciones dentro de la Iglesia catlica. Sobre todoa partir de la recepcin del Concilio Vaticano II, este secular agente de nacionalizacinespaola comenz a desmarcarse con claridad del rgimen (por no mencionar los numerososconflictos con elementos del clero comprometidos con el antifranquismo y/o proyectosnacionales no espaoles). Ambos elementos, la relativa diversificacin del nacionalcatolicismo

    clsico y la separacin de gran parte de la Iglesia catlica respecto del rgimen constituyendos factores importantes de prefiguracin de la decadencia del discurso nacionalista espaolque pasara del tardofranquismo a la transicin.35

    35 Decadencia en el sentido de retraimiento provocado por la deslegitimacin y ligazn con el propio sistemapoltico. Vase Xos Manoel NEZ SEIXAS, Nuevos y viejos nacionalistas: la cuestin territorial en eltardofranquismo, 1959-1975, Ayer, n68 (2007), pp. 59-87. Sobre la transicin y la democracia posterior:Sebastian BALFOUR y Alejandro QUIROGA, Espaa reinventada: nacin e identidad desde la Transicin. Barcelona, Pennsula, 2007; Jos LVAREZ JUNCO, El falso problema espaol. El Pas, 21-XII-1996;Santos JULI, Nacionalismo espaol, El Pas, 20-IX-1994; Ricardo GARCA CRCEL, La herencia del pasado:las memorias histricas de Espaa, Barcelona, Galaxia Gutenberg-Crculo de Lectores, 2011, pp. 473-491; y

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)En definitiva, ms que las resoluciones concretas de los conflictos, lo importante es ver

    cmo los proyectos nacionales hegemnicos iban cambiando y transformndose, quproblemas tenan, y cmo mantenan entre ellos cierta pugna discursiva. En el fondo, estapugna estaba esencialmente ligada a los equilibrios de poder dentro del rgimen entre losgrupos que abrazaban cada una de estas cosmovisiones patrias.

    5. Dictadura y procesos de nacionalizacin.Si ya la bibliografa sobre los nacionalismos franquistas no es especialmente

    abundante en trminos relativos, la existente sobre los procesos de nacionalizacin durante elfranquismo es realmente escasa, aunque en los ltimos aos est empezando a producirse.Lo que s hay es bastante material de diferentes elementos que forman parte de los diversosprocesos, pero no estudiados desde el enfoque del fenmeno nacional. 36 De hecho, esteaspecto, el de cmo y en qu medida todas estas ideas y discursos se introducen en lasmentalidades de los individuos y condicionan sus conductas y formas de vida, es el menosdesarrollado en los estudios historiogrficos y el ms difcil de estudiar en las fuentes.Adems, la visin unidireccional del discurso nacionalizador desde el Estado hacia abajo estsiendo cada vez ms sustituida por otras ms diversas y flexibles, en las que se intentarastrear la bidireccionalidad, la diversidad local y la capacidad de los individuos parareelaborar y personalizar sus ideas y experiencias sobre la nacin.

    Con todo, los historiadores no han elaborado todava una herramienta conceptualuniversalmente aplicable de la que derivar una metodologa adecuada para constatar quecierto elemento de la vida social tuvo un efecto nacionalizador, aunque podemos decir queeste tema se encuentra entre los objetos de estudio de las vanguardias historiogrficasactuales.37 Los resultados cada vez son mejores desde el punto de vista del anlisis de laidentidad y la conducta de forma retrospectiva: primero el resultado y despus la bsquedadel factor o factores que pudieron haber explicado esa asuncin identitaria o esa movilizacin.

    sobre todo Xos Manoel NEZ-SEIXAS, Patriotas y demcratas. El discurso nacionalista espaol despus deFranco, Madrid, Los Libros de la Catarata, 2010.36Las obras antes citadas para cada proyecto nacional suelen contener algunas referencias a las realizacionesprcticas, sobre todo indirectamente. Por su parte, existen algunas monografas sobre el nacionalsindicalismo,como Jos Antonio LPEZ GARCA, Estado y derecho en el franquismo: el Nacionalsindicalismo: F.J. Conde yLuis Legaz Lacambra, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1996, o el nacionalcatolicismo (AlfonsoBOTTI, op.cit.) pero que tienen a contemplar el componente nacional como algo secundario a la estructura depoder, que para ellos es lo realmente importante, como si fueran cosas disociadas.37Una propuesta reciente y solvente pero a la que todava le falta andadura y definicin para constituirse enparadigma es la de Alejandro QUIROGA, La nacionalizacin en Espaa. Una propuesta terica, Ayer, n90(2013), pp. 17-38.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)Su identificacin y la forma de rastrear la relacin entre ambas suele ser el objeto de losdebates ms duros entre autores.38

    En el caso espaol y para el franquismo, est claro que los habitantes de las fronterasdel Estado heredero de la Monarqua Hispnica del siglo XVIII haban recibido ya presiones

    nacionalizadoras por mltiples vas y que, cualquiera que fuera su origen, el proceso deasuncin identitaria espaola estaba muy avanzado y asentado. Terminada la dictadura dePrimo de Rivera, las lites y amplsimas clases medias y populares estaban yanacionalizadas. Como hemos visto, exista el problema de la competencia de losnacionalismos alternativos al espaol en algunas zonas y de que no todos estabannacionalizados en el mismo proyecto nacional (ni con la misma intensidad). Sin embargo,tampoco podemos trasladar discusiones de tipo inter-elitario a las clases populares, queprobablemente tuvieran ideas del patriotismo y de Espaa mucho ms espontneas yprximas a sus experiencias cotidianas.39 Los lmites, tensiones y contradicciones de este

    proceso de nacionalizacin, que como en todos los casos fue dificultoso y parcial, sern laexcusa y el objetivo de la profunda (re)nacionalizacin forzada que llevar a cabo elfranquismo desde las propias instituciones. Se trata de una nacionalizacin que se mezclarcon la represin y la memoria de los vencedores, la Cultura de la Victoria sobre la cual elrgimen se construye y basa su legitimidad de origen.

    Ya durante la Guerra Civil, la nacionalizacin fue intenssima y consustancial a lasnecesidades de movilizacin blica. Despus, las aplicaciones prcticas del discurso y eldesarrollo del nuevo Estado represor invirtieron la utilizacin del patriotismo para ladesmovilizacin. Por supuesto, los diferentes proyectos de nacionalizacin que hemos

    reseado brevemente no se intentaron llevar a la prctica sin choque con otros grupos depoder que tambin tenan sus propias ideas de Espaa, habiendo numerosos territorios a lavez compartidos y en disputa. Un caso clarsimo es el de los medios de comunicacin,especialmente la Prensa del Movimiento, muy influida por los falangistas y controlada por losdiversos Ministerios de Informacin, que tuvo que convivir con varios diarios de signosdiferentes que servan de plataforma de difusin de contenidos entintados de los diversosdiscursos nacionales. As, una va interesante es la constatacin de las diversas variaciones y

    38En este sentido, y simplificando mucho, los historiadores estn trabajando con dos formas bsicas de relacin.La primera es la que antes se desarroll y la ms fcil de rastrear, consistente en la nacionalizacin desdearriba, en el sentido de que se estudian cmo los discursos y proyecto s nacionales elaborados en el marco delas lites se transmiten hacia el resto de los grupos sociales y son asumidos por ellos. La segunda es an msdifcil de rastrear y responde a la renovacin del enfoque mencionada en el prrafo anterior. Busca lanacionalizacin desde abajo, esto es, en qu medida el conjunto social, y no unas lites, puede extraer a partirde experiencias compartidas,prises de conscienceo sutiles decantaciones de largo recorrido, valores e ideas decomunidad que tambin tienen valor nacionalizador en el sentido de que crean y afianzan identidades. Vid.Fernando MOLINA APARICIO, La nacin desde abajo. Nacionalizacin, individuo e identidad nacional, Ayer,n90 (2013), pp. 39-63. Sobre las experiencias de nacin: Ferrn ARCHILS, Lenguajes de nacin. Lasexperiencias de nacin y los procesos de nacionalizacin: propuestas para un debate, Ayer, n90 (2013), pp.91-114.39Vid. Fernando MOLINA APARICIO, La nacin desde abajo. Nacionalizacin, individuo e identidad nacional,Ayer, n90 (2013), pp. 39-63.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)materializaciones de lo expuesto en el punto anterior que se pueden observar en Arriba!(falangista), Ya (catlico, despus aperturista), Pueblo (Sindicatos verticales), El Alczar(falangista), ABC (catlico/monrquico)

    De igual manera, los diversos cambios de hegemona entre los grupos y sus proyectos

    afectaron a su capacidad de nacionalizacin, aunque a lo largo de toda la dictadura ningunofue completamente expulsado de las instituciones del Estado. La Falange intent nacionalizardesde la poltica social del Sindicato Vertical y, sobre todo en los primeros aos, control laUniversidad depurada. Las instituciones corporativas eran espacios de nacionalizacin entanto que eran una derivacin de una idea concreta de Espaa. Las formas falangistas deencuadramiento social, como los campamentos de verano o la Seccin Femenina intentaron,sin mucho xito al parecer, extender masivamente una nuevo tipo de espaol. El Ejrcito,con un servicio militar, ahora s, en la prctica universal (aunque no exento de favoritismos yprivilegios) se erigi en virtud de su historia reciente como un garante de la unidad de Espaa

    y un mbito de aprendizaje de valores nacionales entintados de militarismo, disciplina, orden yjerarqua. La Iglesia y los catlicos tambin nacionalizaron a su manera, desde su control dela educacin bsica y, cada vez ms, otras instancias del Estado. Los gobiernos tecnocrticosvinculados al Opus Dei tambin deberan ser objeto de estudio desde el enfoque de lanacionalizacin, en tanto que el desarrollo econmico que Espaa alcanz durante sus aosde gobierno le sirvi al franquismo para presumir de unos niveles de prosperidad y bienestarque aparentemente acabaran por sellar el xito del proyecto nacional del rgimen. Al fin, laverdadera Espaa haba conseguido el triunfo completo, espiritual y material. En cierto modo,ese proyecto de racionalizacin del Estado como mejor servicio al rgimen se mezclaba conel servicio a Espaa, lo cual tampoco es nuevo teniendo en cuenta la fuerte simbiosis que el

    franquismo siempre intent alcanzar con la propia idea de la nacin espaola.

    Desde el Estado y los diferentes grupos de poder con sus diversas sensibilidades seelaboraron historias oficiales de Espaa que no podan ocultar las discusiones y diferentesproyectos que hemos recogido.40 Manuales escolares, propaganda, prensa y cine eranelementos controlados o condicionados por el Estado en los que un espaol entrabaforzosamente en contacto con los discursos nacionalizadores del rgimen.41Especialmentefuerte en los primeros aos, el franquismo cre un programa simblico intensamente difundidoen donde se observa intencionadamente la apropiacin que hizo del nacionalismo espaol yel intento de sintetizar como fuera las diversas fuentes sociales e ideolgicas de su proyecto

    nacional. La memoria de la victoria, monumentos, un calendario festivo, desfiles, banderas (la

    40 Sobre la construccin de un relato adaptado al proyecto nacional y su difusin Gonzalo PASAMAR,Historiografa e ideologa en la postguerra espaola: la ruptura de la tradicin liberal, Zaragoza, Universidad deZaragoza, 1991. Sara PRADES PLAZA, Escribir la historia para la definir la nacin. La Historia de Espaa enArbor, 1944-1956. Ayer, n 66 (2007), pp. 177-200. Jos LVAREZ JUNCO (coord.) Las historias de Espaa.Visiones del pasado y construccin de identidad.Madrid-Barcelona, Marcial Pons-Crtica, 2013 (en especial laspginas 353-374 y 523-539).41Sobre el tema de la propaganda y su insercin en un contexto cultural y poltico ms amplio, vase Marie-AlineBARRACHINA, Propagande et culture dans lEspagne franquiste, 1936-1945, Grenoble, Ellug, 1998.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)bandera roja y gualda en conjuncin pero siempre presidiendo, con la falangista y latradicionalista; la camisa azul con boina roja...), una retrica y una parafernalianacionalistaTodos estos elementos llenaron la vida pblica y privada de los espaoles,empleando muchas veces pomposos conceptos pero rpidos de utilizar que eran el resultadode esa asimilacin por parte del rgimen de repertorios simblicos y discursivos diversos(lemas como el mencionado Cados por Dios y por Espaa, Por el Imperio hacia Dios....). 42Otro elemento a tener en cuenta es la cuestin colonial africana. De gran importancia para latrayectoria de muchos militares (incluido el propio Franco), su modesta realidad sirvi de basepara una propaganda de imperio y misin civilizadora dirigida a exaltar, por otra va, lagrandeza nacional de Espaa.

    Adems del Estado ms formal y claramente identificado, el franquismo, como todorgimen y ms si es dictatorial, aprovech numerosos espacios de nacionalizacin banal. Enla lnea de lo conceptualizado por Billig, sta se entiende como la asuncin de las ideas

    nacionales a travs de cauces no explcitamente oficiales o que no es fcil de identificar asimple vista como intencionadamente nacionalizadores. Estas formas informales seranparte de la vida cotidiana, de los elementos diarios que el individuo tiene naturalizados y noasocia con un rgimen poltico determinado (bien porque la nacionalizacin es en realidad unefecto supletorio y no buscado o porque esa intencionalidad est eficazmente escondida).Aunque estos campos estn menos estudiados, no podemos excluir que una partesignificativa de la sociedad espaola participara sinceramente en la propuesta nacionalizadoradel franquismo y fuera ella misma fuente de impulsos nacionalizadores desde abajo que semezclaran con la nacionalizacin desde el rgimen y dieran como resultado unanacionalizacin efectiva (por supuesto, llena de contradicciones). Adems del franquismo

    sociolgico, habra que tener en cuenta a toda esa mayora silenciosa, calificada deapoltica, y que dio forma a su sensibilidad nacional espaola de forma ms profunda yduradera en experiencias diferentes a las instancias ms formales y claramente relacionadascon el rgimen. Ejemplos seran la misa, la mili, la tertulia, la tarde/noche bien de televisinbien de radio, o el partido de ftbol dominical, entre otros.43

    Por supuesto, estas vas informales incluyen el arte, la cultura y el ocio, los cuales elfranquismo intent moldear a travs de la censura y otros medios. Existen algunos estudios

    42Zira BOX, Espaa, ao cero. La construccin simblica del franquismo , Madrid, Alianza Editorial, 2010; DEM,El calendario festivo franquista: tensiones y equilibrios en la configuracin inicial de la identidad nacional delrgimen, MORENO LUZN, Javier (ed.) Construir Espaa. Nacionalismo espaol y procesos denacionalizacin. Madrid: Centros de Estudios Polticos y Constitucionales, 2007, pp. 263-288; ngelaCENARRO, Los das de la Nueva Espaa: entre la revolucin nacional y el peso de la tradicin, Ayer, n51(2003), pp. 115-134; Luis CASTRO BERROJO, El recuerdo a los cados: una memoria hemipljica, TAIBO,Carlos (dir.) Nacionalismo espaol. Esencias, memoria e instituciones, Madrid, Catarata, 2007, pp. 307-325;Antonio CAZORLA SNCHEZ, Patria mrtir: los espaoles, la nacin y la guerra civil en el discurso ideolgicodel primer franquismo, MORENO LUZN, Javier (ed.) Construir Espaa. Nacionalismo espaol y procesos denacionalizacin,Madrid, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, 2007, pp. 289-302.43Carlos FUERTES MUOZ, La nacin vivida. Balance y propuestas para una historia social de la identidadnacional espaola bajo el franquismo, SAZ CAMPOS, Ismael, ARCHILS, Ferrn (eds.) La nacin de losespaoles. Discursos y prcticas del nacionalismo espaol en la poca contempornea, Valencia, PUV, 2012.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)sobre el cine y su instrumentalizacin (especialmente el NO-DO), pero hay otros espaciosculturales mucho ms masivos que tambin podran servir de experiencianacionalizadora,como la msica y las mencionadas radio y televisin (ms bien ya al final del franquismo, conel desarrollo de Televisin Espaola).44 No slo el cine sino tambin el ftbol y otrasmanifestaciones deportivas sirvieron a estos fines (Real Madrid como equipo ttem delrgimen, copa del Generalsimo, mito de la "furia espaola", etc.).45Otra va de investigacinabierta son las relaciones entre la realidad de las masas y el propio rgimen en el sentido demovilizacin y aquiescencia, como las manifestaciones contra las campaas antiespaolasque aislaban internacionalmente a Espaa, o la vivencia general de su relacin con laadministracin, especialmente en el segundo franquismo (conflictos locales sobrenecesidades cotidianas, bien sea una licencia comercial o un alcantarillado; percepcionesnegativas o positivas de la centralizacin administrativa, etc.)

    Es difcil saber en qu medida todos estos intentos fueron realmente eficaces y si

    realmente nacionalizaron exitosamente a la poblacin. Parece ser, aunque esto es tema dedebate y en plena investigacin, que muchas veces la nacionalizacin era ms bien laasuncin de unos valores o discursos favorables a una mentalidad concreta (catlica, militar,falangista....), los cuales iban acompaados de unos contenidos nacionales, ms que unanacionalizacin que aplicara de forma universal los valores proclamados (por ejemplo, el tratodiferencial de Navarra y lava se mantuvo en virtud de una razn poltico-militar ante la que laretrica tuvo que inclinarse). Para nosotros, la expresin discursiva de los proyectosnacionales tratados anteriormente no puede contemplarse como un elemento operante en unesfera autnoma ni como un mero reflejo de los componentes de esos proyectos. Ms bien,exista una interrelacin tensionada por el conflicto y la diversidad interna entre la produccin

    del discurso, los equilibrios entre proyectos y los canales de los que poda servirse para suexpresin. Al final, ni el productor del discurso (que ni siquiera era comn dentro de cadaproyecto), ni su plasmacin lingstica ni su recepcin externa, tenan garantizada unacorrespondencia entre lo pretendido y lo conseguido. De ah la importancia de ladiferenciacin analtica entre los distintos elementos y la profundizacin de la investigacin encasos concretos.

    Adems, no hay que olvidar ni el factor de la represin y el miedo acompaando almensaje o la prctica, ni el de sensibilidades nacionales alternativas compitiendo en losespacios informales y privados con la espaola. Para Nez Seixas, a la larga y en el fondo,

    el franquismo habra producido menos espaoles de los que el rgimen pretenda.46 Dehecho, sera necesario desarrollar instrumentos y elaborar estudios precisamente sobre la

    44Araceli RODRGUEZ MATEOS, Un franquismo de cine: la imagen poltica del Rgimen en el noticiario NO-DO(1943-1959),Madrid, Rialp, 2008.45 Vid. Alejandro QUIROGA, "El deporte", MORENO LUZN, Javier y NEZ SEIXAS, Xos M. (eds.) Serespaoles. Imaginarios nacionalistas en el siglo XX, Barcelona, RBA, 2013, pp. 474-484. Tambin GabrielCOLOM I GARCIA, Una nota sobre deporte y poltica, TAIBO, Carlos (dir.) Nacionalismo espaol. Esencias,memoria e instituciones, Madrid, Catarata, 2007, pp. 377-383.46Xos Manoel NEZ SEIXAS, Nuevos y viejos nacionalistas..., op.cit., p. 87.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)cuestin de la desnacionalizacin o nacionalizacin negativa para una mejor calibracin alargo plazo de los efectos de los procesos de nacionalizacin segn los mtodos y contenidosque revistan. Sin embargo, algunos trabajos sobre nacionalizacin informal relativizan elbalance, y registran progresos mayores y profundos en algunas esferas privadas; progresosquizs no tan relacionados con un proyecto especfico como con interiorizaciones personalesy "consumos de nacin" selectivos de los diversos elementos antes expuestos.47

    6. Conclusiones.A lo largo de este trabajo hemos intentado hacer un balance del punto en el que la

    historiografa se encuentra respecto al estudio del nacionalismo espaol del rgimenfranquista, sealando la escasez cada vez ms relativa de trabajos que contemplen elproblema desde la perspectiva temtica del nacionalismo y la identidad nacional espaola. Enprimer lugar, la adecuada comprensin del franquismo exige un conocimiento de la historia deEspaa hasta el momento, lo cual para la cuestin nacional no es una excepcin.Especialmente durante las primeras tres dcadas del siglo XX pero remontndose ms atrs,los nacionalismos franquistas (pues existieron varios proyectos nacionales en competenciabajo el rgimen de Franco) responden a tradiciones del nacionalismo espaol previas a 1939.Sin un adecuado estudio, esos proyectos nacionales franquistas quedaran desvirtuados. La2 Repblica y la guerra civil fueron momentos decisivos, primero en la configuracin de esosproyectos y despus en la aportacin de material memorstico y discursivo para las dcadasposteriores.

    Existieron mltiples componentes en los diversos nacionalismos franquistas. Todos losgrupos que apoyaron a Franco durante la guerra civil y que despus sostuvieron su rgimentenan sus ideas de Espaa y su proyecto de cmo deba ser. Sin embargo, por su intensidaddiscursiva, su carcter explcito y su importancia e influencia en el discurso y la prctica oficiales posible distinguir dos grandes proyectos nacionales: el falangista y el nacional-catlico. Elprimero ms centrado en componentes modernos heredados del fascismo y en un conceptoimperial y revolucionario (en un sentido muy particular) de la nacin y el pueblo espaol. Elsegundo incida en el tradicionalismo de la nacin catlica y los valores cristianos y anti-revolucionarios. Tenan componentes comunes, como una visin esencialista de Espaa

    bastante espiritual (ms laica unos, ms eclesistica otros), el corporativismo y, sobre todo, laconfianza, exaltacin y sumisin a Franco como salvador de la patria y, en la prctica, rbitrosupremo de sus disputas. Estos proyectos nacionales fueron fagocitados por el rgimen ysocializados a travs de los distintos instrumentos de nacionalizacin de los que podadisponer un Estado del siglo XX, fascistizado al principio y despus igualmente autoritario,aunque mediatizado por el catolicismo jerrquico y ms tarde por el desarrollismo

    47Carlos FUERTES MUOZ, La nacin vivida..., op.cit., pp. 299-300.

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    HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contempornea. Nmero 12 (2014)tecnocrtico. Adems, la nacionalizacin tuvo tambin otros componentes ms informales yprofundos, que convierten el balance sobre su eficacia en un tema controvertido.

    Finalmente, el estudio de la complejidad y las tensiones dentro de los nacionalismosfranquistas no slo es relevante para entender desde una nueva ptica amplias dimensiones

    de la realidad poltica, social, cultural o incluso econmica de Espaa en aquellos aos, sinoque es esencial tambin para explicar el problema nacional durante la transicin y lademocracia; problema an irresuelto y probablemente el desafo mayor a largo plazo de lasociedad espaola. Un problema cuyas dimensiones actuales deben remontarse alfranquismo en tanto que sus puntos de partida han marcado la prctica democrtica de lasltimas dcadas. Esos puntos son, por un lado, un nacionalismo espaol deslegitimado yasociado con la dictadura y la brutalidad, y, por otro, unos nacionalismos perifricos,vctimas y mrtires, impregnados de una aureola democrtica por su posicin en el anti-franquismo (algunas veces completamente discordante con su tradicin anterior). Ambas

    situaciones son consecuencia directa de la trgica apropiacin por parte del rgimen delnacionalismo espaol, al que dio unas formas y unos contenidos intrnsecamente enraizadosen su propio sistema dictatorial y autoritario.

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    FUSI, Juan Pabl