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Obra americanista Fragmento del opúsculo “Pedro Grases, el maestro”. En Homenaje al maestro Pedro Grases (1909-2009). Embajada de España en Venezuela y Fundación Pedro Grases, Lleida 2010. Autores: Damaso De Lario Ramírez y Carlos Maldonado-Bourgoin Pedro Grases enfatizaba: “Vivía encandilado con mi descubrimiento de América”. Desde su llegada al Nuevo Mundo, él tuvo la inmediata percepción de no conocerlo como lo merecía e hizo un programa de lecturas y de viajes para aprenderlo en su verdadero rostro y riqueza cultural. “Sentía porque no se nos hubiese explicado en nuestro estudios anteriores en España, la existencia de pueblos y naciones tan cercanas…”, —recalcaba Grases—. Como experiencia añadida, América le propició energías creativas poderosas en la ordenación de instrumentos para su comprensión e interpretación. Una visión complementaria al sentido de esa mirada indagadora de Grases quizás la ofrece su par en búsquedas Mariano Picón Salas: “América es el continente del misterio. Más allá de las formas políticas o culturales de importación late nuestra existencia —en contraste con la pulida y más clara vida europea— un enigma psicológico que es a la vez nuestro drama, nuestra esperanza y nuestra fascinación”. Y será el tiempo el que, como fiel caballero, consagrará a Grases como embajador y puente entre el Nuevo y el Viejo Mundo. Con humor en un apunte así lo dibujó su amigo el pintor Pau Boada, con un pie en Europa y otro en América.

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Obra americanistaFragmento del opúsculo “Pedro Grases, el maestro”.

En Homenaje al maestro Pedro Grases (1909-2009).Embajada de España en Venezuela

y Fundación Pedro Grases, Lleida 2010. Autores: Damaso De Lario Ramírez

y Carlos Maldonado-Bourgoin

Pedro Grases enfatizaba: “Vivía encandilado con mi descubrimiento de América”. Desde su llegada al Nuevo Mundo, él tuvo la inmediata percepción de no conocerlo como lo merecía e hizo un programa de lecturas y de viajes para aprenderlo en su verdadero rostro y riqueza cultural. “Sentía porque no se nos hubiese explicado en nuestro estudios anteriores en España, la existencia de pueblos y naciones tan cercanas…”, —recalcaba Grases—. Como experiencia añadida, América le propició energías creativas poderosas en la ordenación de instrumentos para su comprensión e interpretación.

Una visión complementaria al sentido de esa mirada indagadora de Grases quizás la ofrece su par en búsquedas Mariano Picón Salas: “América es el continente del misterio. Más allá de las formas políticas o culturales de importación late nuestra existencia —en contraste con la pulida y más clara vida europea— un enigma psicológico que es a la vez nuestro drama, nuestra esperanza y nuestra fascinación”.

Y será el tiempo el que, como fiel caballero, consagrará a Grases como embajador y puente entre el Nuevo y el Viejo Mundo. Con humor en un apunte así lo dibujó su amigo el pintor Pau Boada, con un pie en Europa y otro en América.

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En la década de los ochenta, siendo miembro del Consejo Superior del Rey de España fue nombrado miembro del Consejo Superior del Instituto de Cooperación Iberoamericana para la Celebración del V Centenario del Encuentro de Dos Mundos, tal responsabilidad y distinción le va a permitir concretar viejas ideas acerca del magno acontecimiento, uno de los de mayor impacto en la Cultura Occidental. Junto a su compañero Ignacio Hernando de Larramendi, al frente de la Fundación Mapfre América, asesora una serie de publicaciones que compendian una visión planetaria plural y crítica del Nuevo Mundo.

Juan Carlos I de España y Pedro Grases, 1984.

El nombre de Pedro Grases figura junto a las firmas de S. M. Juan Carlos I, Manuel Gutiérrez Mellado, Leopoldo Zea y un distinguido grupo de profesores hispanistas de reputadas universidades de los Estados Unidos de América y del Canadá en números de la revista Ideas´92, de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami: Un periódico en honor a los 500 Años de Relaciones entre España. Latinoamérica y los Estados Unidos.

A su vez, Pedro Grases entretejió un mundo de influencias y relaciones con intelectuales de Venezuela, América y Europa. Valga recordar la vinculación estrecha y fecunda que tuvo Grases con el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá y su presidente José Manuel Rivas Sacconi, de alto relieve en el estudio de la lengua española en América.

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Antonio Scocozza en artículo de la revista del Caro y Cuervo escribió "Pedro Grases: una vida y un método para la historia de la cultura hispanoamericana", que no podría entender cabalmente la cultura venezolana ni su desarrollo sin Pedro Grases. Adopta a Bello desde 1941 y como buen padre se sumerge en una labor sin parangón en fundamento metodológico e historiográfico de la historia de la cultura venezolana.

Y en su condición de emisor y receptor Grases, “aparece como centro de humanidad e intelecto, de introspección venezolana y de antena de todos los vientos del ancho mundo de las ideas” —escribe Jordi Pujol, Presidente de la Generalitat de Catalunya, en Prólogo del Vol. 21 de Obras—. Mantuvo correspondencia con colegas, discípulos, consultantes de tesis, investigadores y el más variado espectro de personas ávidas de luces y estímulo del mundo hispánico.

La presencia y contundencia de la Obra de Pedro Grases es base fundamental para el conocimiento, apreciación y discusión de los valores de nuestra cultura, desde el siglo XVII hasta nuestros días.