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, Fundamentos eticos de la moral cfvica Moral dial6gica y educaci6n 4. ETIeAS DE MAXIMOS Y ETIeAS DE Mi NIMOS En el amplio panorama de las eticas que hoy siguen creyendo tarea suya fundamentar 1a moral con viene recordar esOJ. clistincion que resulta sumamente feeunda entre eticas de maximos y eticas de minimo s. I) L as primeras tralan de dar razon del f enomeno moral en loda su complejidad y p or eso entienden la moral como el dise/jo de lIIw/ orl1l(l de vidafelicitante. Se trala del ti po de eticas que enlie nd en 10 moral desde un inmenso im perativo hip ot€tico que dirfa: «si quieres ser feliz, entonces d ebes ... »; de suerte que la pregunta «LPor que elebo'?» vendrfa respondid a por la obviedad: porque es el modo de alcanzar la felicidad, si quieres hacerlo. Habida cuenta de que todos los hombres quieren ser fetic es, los mandatas se convierten en cllasicateg6rieos. Ocurre, sin embargo, que entonces hemos dado por supueslo que la pregunta por el fund amento de 10 moral es la pregunla "ipo r que debo?», supvsicion tOlalmente infundada ya que el fenomeno moral es mucho mas amplio que el ambito del deber. En buena ley eSlas eticas de maxi- mos deberfan preguntarse, no «iporque hay que ser feliz?», sino «i,(,()J7/0 hay que Sfl fel i: ? Y la respuesla no puede referirse al funciamenl o -«ipor que?»-, sino al modo de serlo. L as eticas de maximos son, por tanto, r!ricas cOllsili a{()rias, eticas que ir.vitan 0 dan consejos desde la experiencia vivida en primera per- sona 0 desde la experiencia heredada de quienes mereeen confianza. Por eso en elIas son imp onantes las aponaciones cientfficas )' contar enr: in ETICA CfVICA 203 ayuda de autoridades morales, es decir, de gentes a las que se cree por- que se conffa en su saber y Si la vida es una unidad narrativa. como quiere A. Macintyre, en su hacerse son impre sc in dibles la experiencia propia y ajena, las apona- cianes cien tffi cas y la autoridad de personas y tradiciones ' ... . Por eso son estos ingredientes ineliminables de una moral de maximos, que creo que lodavia pod ria ser de dos tipos: formal (universalizable) e individual. Moralesformales serian las que hacen una inviracion universaliza- ble que se refiere a la actillld que ante la vida debe asumir cualquier hombre para ser feliz. Entre ell as cabria incluir una elica filosofica, como el utiiirarismo. y una moral como Ja cristiana. EI uti li tarismo, como sabemos, es una etica de m6viles que explica la ex istenc ia de 10 moral porIa tendencia de todos los seres vivos a la felicidad, entendida como placer, y propone entonce s como criterio para medir In correcc ion de cu rsos alternativos de accion «el mayor placer para elmayor numero» obteniclo par cada lIno de elias. Las dificultades teoricas del utilitarismo como etlca son grandes li , pero aquf solo desea- rfa senalar su c.:mlcrer de erica de maximos que, como filosoffa moral, no hac e apeJacion alguna a la trascendencia. E! cristianismo, si se interesa pOl' ser Lilla JllOral , sera tambien una moral de maximos, expresamente ren1itida al Dios revelado pOl' Jesu- cristo, y que tiene como mensaje el a1110r de Dios )' al pr6jimo. Pero sera una moral formal porque el amor es uno. actitud, Y lin cristiano no sabe mas que cLlalquier otro del modo de encarnarlo, no posee un taiism<.t/l infalible para !a solucion de conflictos, pOI'que la moral en su aplicaci6n requiere neeesariamente sO/lfciones cOI7!eX!/lOlfS. En efecto, hoy en dla importantes conientes filos6fieas lJegan a afir- mar que el eontextualismo es irrebasable, que nadie puede trascender ni siquiera formalmente los limites de su contexto. Yo c engo esta posicion pOl' insostenible p orque 1a pretensi6n de! discurso moral \'a formal mente m<.l.s <1l!i de los co nt extos particulares; sin embargo, no es menos cierro que la re so lucion de los problemas solo puede hacerse ponderando los que entran en confiic[Q en cada caso concreto y tenicnd o en cuel1la 1<.1 situaci6n de cada uno de los afectados. 5i el cristianismo quiere ser una moral-cu.:mdo en realidad es !l1U- cho rn;:ls que una moral-, se nl una 1110ral de maximo s, forma!, que vita al <unor para In autorrealizaci6n de los hombres, pero que no aho- l' A. Corlinn. La mo/,()! cle! C()/JIol('/m. elf). 10. t, . A. f-.bcJntyrc, Tras /(1 Firtlld. cap. l:'i. , 17 Me he de en Erica minima. cap.l.) en [rico sill /IIoruf. ap:\rtado 1. ;

Fundamentos eticos de la moral cfvica Moral dial6gica educaci6n …biblio3.url.edu.gt/publiclg/lib/2009/etica/5.4.1.pdf · 2016-11-14 · paces de darse sus prapias leyes, hecho par

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, Fundamentos eticos de la moral cfvica Moral dial6gica y educaci6n democrati~a.

4. ETIeAS DE MAXIMOS Y ETIeAS DE MiNIMOS

En el amplio panorama de las et icas que hoy siguen creyendo tarea suya fundamentar 1a moral conviene recordar esOJ. clistincion que resulta sumamente feeunda entre eticas de maximos y eticas de minimos.

I) Las primeras tralan de dar razon del fenomeno moral en loda su complejidad y por eso entienden la moral como el dise/jo de lIIw/orl1l(l de vidafelicitante. Se trala del tipo de eticas que enlie nden 10 moral desde un inmenso imperativo hipot€tico que dirfa: «si quieres ser feliz, entonces debes ... »; de suerte que la pregunta «LPor que elebo'?» vendrfa respondida por la obviedad: porque es el modo de alcanzar la felicidad, si quieres hacerlo. Habida cuenta de que todos los hombres quieren ser fetices, los mandatas se convierten en cllasicateg6rieos.

Ocurre, sin embargo, que entonces hemos dado por supueslo que la pregunta por el fundamento de 10 moral es la pregunla "ipor que debo?», supvsicion tOlalmente infundada ya que el fenomeno moral es mucho mas amplio que el ambito del deber. En buena ley eSlas eticas de maxi­mos deberfan preguntarse, no «iporque hay que ser feliz?», sino «i,(,()J7/0

hay que Sfl fel i:? Y la respuesla no puede referirse al funciamenl o -«ipor que?»-, sino al modo de serlo.

Las eticas de maximos son, por tanto, r!ricas cOllsilia{()rias, eticas que ir.vitan 0 dan consejos desde la experiencia vivida en primera per­sona 0 desde la experiencia heredada de quienes mereeen confianza. Por eso en elIas son imponantes las aponaciones cientfficas )' contar enr: in

ETICA CfVICA 203

ayuda de autoridades morales, es decir, de gentes a las que se cree por­que se conffa en su saber y hacerr.~.

Si la vida es una unidad narrativa. como quiere A. Macintyre, en su hacerse son impresc in dibles la experiencia propia y ajena, las apona­cianes cien tfficas y la autoridad de personas y tradiciones ' .... Por eso son estos ingredientes ineliminables de una moral de maximos, que creo que lodavia pod ria ser de dos tipos: formal (universalizable) e individual.

Moralesformales serian las que hacen una inviracion universaliza­ble que se refiere a la actillld que ante la vida debe asumir cualquier hombre para ser feliz. Entre ell as cabria incluir una elica filosofica, como el utiiirarismo. y una moral como Ja cristiana.

EI uti li tarismo, como sabemos, es una etica de m6viles que explica la existenc ia de 10 moral porIa tendencia de todos los seres vivos a la felicidad, entendida como placer, y propone entonces como criterio para medir In correccion de cu rsos alternativos de accion «e l mayor placer para elmayor numero» obteniclo par cada lIno de elias. Las dificultades teoricas del utilitarismo como etlca son grandes li

, pero aquf solo desea­rfa senalar su c.:mlcrer de erica de maximos que, como filosoffa moral, no hace apeJacion alguna a la trascendencia.

E! cristianismo, si se interesa pOl' ser Lilla JllOral , sera tambien una moral de maximos, expresamente ren1itida al Dios revelado pOl' Jesu­cristo, y que tiene como mensaje el a1110r de Dios )' al pr6jimo. Pero sera una moral formal porque el amor es uno. actitud, Y lin cristiano no sabe mas que cLlalquier otro del modo de encarnarlo, no posee un taiism<.t/l infalible para !a solucion de conflictos, pOI'que la moral en su aplicaci6n requiere neeesariamente sO/lfciones cOI7!eX!/lOlfS.

En efecto, hoy en dla importantes conientes filos6fieas lJegan a afir­mar que el eontextualismo es irrebasable, que nadie puede trascender ni siquiera formalmente los limites de su contexto. Yo cengo esta posicion pOl' insostenible porque 1a pretensi6n de! discu rso moral \'a form al mente m<.l.s <1l!i de los contextos part icu lares; sin embargo, no es menos cierro que la resolucion de los problemas solo puede hacerse ponderando los principjo~ que entran en confiic[Q en cada caso concreto y tenicndo en cuel1la 1<.1 situaci6n de cada uno de los afectados.

5i el cristianismo quiere ser una moral-cu.:mdo en realidad es !l1U­

cho rn;:ls que una moral-, senl una 1110ral de maximos, forma!, que ill~

vita al <unor para In autorrealizaci6n de los hombres, pero que no aho-

l' A. Corlinn. La mo/,()! cle! C()/JIol('/m. elf). 10. t, . A. f-.bcJntyrc, Tras /(1 Firtlld. cap. l:'i. , 17 Me he o~lJpado de el l a~ en Erica minima. cap.l.) en [rico sill /IIoruf. ap:\rtado 1. ;

204 ETlC'; APLICADA Y DEMOCRACIA RADICAL

rra a ninguno de ellos el esfuerzo de reflexionar y decidir personal mente en cad a caso concreto c6mo hacerio, teniendo en cuenta a los afectados, los datos de la situaci6n y los valores en juego. No ahorra a nadie el es­fuerzo de reflexionar y decidir ni tam poco el riesgo de equivocarse.

En cuanto a las morales de maximos indil1idllQles, se refieren ala fe­Iicidad de los hombres concretos, y es preciso reconocer que, no s610 son consiliatorias, sino unicas e irrepetibles. Porgue la felicidad se iden­tifica con la gratificaci6n que proporciona experimentar que el propio proyecto vital se va abriendo paso y que el hori;.onte encierra tambi"n una pro mesa de viabilidad'". Sin embargo, como cada hombre tiene su proyecto tinieo de vida, las morales form ales de maximos pueden ofre­cerle sin duda lin marco, los avances cienrfficos prestarle recurs os tec­nicos valiosos, pero su modo de realizar las propuestas formales es "nico e irrepetible, y de ella forma parte el don, el regalo, 10 que el esfuerzo no puede conseguir.

Por eso, a mi entender, ellugar de la religion en la vida del hombre es mas el de la ayuda a «bienquerer», el del apo)'o, el consuelo y el cion, que el de la prescripci6n y la exigencia.

2) Por 10 que hace a la moral cfrico, se encuadra en el contexto de las morales de mfnimos, es decir, de aquellas morales que unicamente proponen los mfnimos axiol6gicos y nOlmativos compartidos por la con­ciencia de una sociedad pluralista, desde los que cada quien debe tener plena libertad para hacer sus ofertas de maximos y desde los que los miembros de esa sociedad pueden tamar decisiones morales camparti· das en cuestiones de etica aplicada 1

<J.

La moral civica es hoy un hecho. No porgue los ciudadanos de las clemocracias occidentales respetemos de hecho los derechos humanos y los valores superiores de las constituciones democniticas, ni porque nos desvivamos por qlle se respeten en los paises del Tercer Mundo. La mo­ral -conviene recordarlo- no debe confundirse con 10 que de hecho ~ucede, sino con la conciencia de 10 que deherfa suceder. La moral se ocupa de 10 que debe ser y desde ese deber ser critic" 10 que sucede.

Y desde esta perspectiva es un hecho que en las sociedades plura­listas Sf ha lIegado a una cOl1ciencia moral compartida de valores como la libertod, 10 tendencia a 10 igualdad y la solidaridad, que se concre­tan en la de/ensa de /..inos derechos hllmanos, no s610 polftieos y civiles (derechos de la primera generaci6n), sino tambien econ6mieos, socia-

I . 1. Marb~. La /cficidad Jlllmalla, Ali::mza, Madrid, 1987. 1', Ver el nY 155 de Iglesias Vim (1991): «Los retos de la etica aplicada,).

ETICA CfVICA 205

les y culturales (derechos de la segunda generaci6n) y, prosiguiendo la tarea, en derechos ecologicos y en el derecho a la paz, que componen la Hamada tercera generaci6n. Si la Iibertad -se dice- es el valor-gula

. de la primera generaci6n, Ia igualdad 10 es de la segunda y la solidari-dad de la tercera".

Precisamente porque estos valores son los que dan senlido compar­tido a la existencia de las mencionadas instituciones, pueden ser estas cri­ticadas por cualquier ciudadano que considere que no los encaman de­bidamente. Precisamente porque estos valores campean en las constituciones democraticas y legitim",1 la existencia de la dominaci6n polftica, puede el derecho positivo ser reformado desde una orientaci6n moral".

Ahora bien, su 'cumplimiento y respeto lIevan aparejada la pnictica de unas virtudes, sin las que es imposible que los valores se encamen en formas de vida concretas. Se trata de las virtudes propias de un ethos dial6gico, que parte de reconocer en cada hombre ese cankter personal por el que tiene derecho a defender sus intereses -y, obviamente, a ser atendido- en unas condiciones que es obligado aproximar material y cultural mente a 1a simetrfa.

Se precisa, pues, un reconocimienlO basico del otro como persona, el intenes activo en conocer SliS necesidades, intereses y razones, la pro­pia disposicion a razonar, el compromiso con la mejora material y cul­tural que haga posible "I maximo la simetria, la disposicion a optar, no pOl' los propios intereses ni por los del propio grupo, sino por los gene­ralizables. Tal actitud dia16gica genera sin duda. no s610 tolerancia, sino preocupaci6n activa; no s610 respeto, sino tam bien solidaridad.

A mayor abundamienlO, en los distintos ambitos sociales van des­cubriendose paulatinamente -como dijimos- lInos principios mora­les especfficos que, precisamente par ser compartidos, penniten a los agentes de los distintos campos tamar decisiones compartidas en los ca­sos concretos, aunque las razenes que apoyen tales val ores -las pre­misas de las que los valores son conclusi6n- sean diferentes. Rastrear principios semejantes es, a mi juicio, una de las grandes tareas de nues­tro tiempo y guarda una relaci6n estrecha con el problema de la funda­mentaci6n.

Indudablemente los valores y derechos de nuestra minima moral ci­vica son perfectamente defendibles por creyentes, cuya fe, bien enten-

dida, ha ayudado y ayuda a configurarlos. Pero no debe esperarse de eUos fratemidad 0 salvaci6n, porque la moral cfvica no pretende sino dar un sentido compartido a la vida y decisiones sociales y evitar el to­talitarismo intolerante de los incapaces de pluralismo.

5. LOS FUNDAMENTOS ETICOS DE LA MORAL CiVICA

D e entre las distintas propuestas eticas de fundamentaci6n de 10 mo· ral, dos son las conientes capaces de dar razon de una moral cfyica do~ tada de las caracterfsticas que hemos resenado: el/iberalismo polftico y la eliea del discurso. Uno y otra reconocen sin ambages que su mas claro precedente etico es la etica formalisr a, deontol6gica, universalista y mf~

nima de I. Kant, heeho por el cua! se conviene en denominarlas «eticas kantianas»1~ . Las diferencias existentes entre elias proceden sabre todo del me todo filos6fico empleado y, en consecuencia, del tipo de funda· mento al que llegan.

1) En el caso de Kant -digamos muy esquematicamente- el me­todo empleado es el trascendental, que tiene sus dificultades en el campo practico porque el modelo de deducci6n trascerdental empleado por el tiene por referente el conocimiento cientffico de experiencia y no una experiencia no empfrica. EI pun to de llegada -no de fundamentaci6n trascendental, pOi cuestiones metodoJogicas- es la {llltol7omfa de cad a ser racional. Frente a1 resto de Ia creacion, los seres racionales son ca· paces de darse sus prapias leyes, hecho par el cual tienen un \'olor en sf, es decir, un valor ahso/ufO en sentido moral y, en consecuencia, no se Ies puede utilizar como medias can vi stas a fines egofstas pOl'que son en sf mismos fines.

Indudablemeote, Ia afirm ac ion cristiana de que el hombre es ima­gen de Dios late tras esta nocion secular de la autonomfa de los indivi~ duos y esta presente en eI concepto de persona, que va convirtiendose en el centro de 10 moral, pOI·que en el punto conllictivo de considerar personas a los hombres que diffcilmente senin aut6no111oS por razanes fenomenicas , seguimos afirmando que sf son personas, aunque factores biologicos Ies impidan el ejercicio de su autonomfa. Pero, en el caso de que consideremos s610 la perspecriv3 deontolo2ica del fen6meno moral y tratemos de buscarle un fundament a, In auton-omb es suficientemente eonvinceme para u na racionalidad moral.

:: Un:!. posicion critic a al respcclo serla 1;\ dl.! O. Hijrfe, O/,. cif.

ETICA CiVICA 207

Porque -y vuelvo a entrar en dialogo con la exposici6n de Juan L. Ruiz de la Pena- 10 racionalidad moral no se identifiea can la raeio· nalidad oll fol6gica. Desde una perspectiva ontol6gica «absolutQ» sig· nifica no contingente, es decir, que no depende de otro en su existencia: «incondicionado» es, asimismo, 10 que para existir no esta sometido a condici6n. Perc el mundo moral no es el ontol6gico. «Moral mente in· condicionado» es aquel ser que en su valor no depende de ningun otro, porque es valioso en sf; «valor moral absoluto» sign ifica a su vez que ese ser ri ene un valor in remo, no vale para algun fin que esre fuera de ei mismo y Ie preste ese valor, sino que es fin en sf mismo, valioso en sf. Y es que 10 onto/6gicamentl' contingente no (iene par que ser mo­ra/mente condicionado, relmiro a 0(1'0 (osa en su Hllo,. moral, valioso para algo. Admitir esto supondrfa incun'ir en una «falacia sobrenatll­ralisfa», o!vidando que el mundo moral no es el ontol6gieo ni rezan para el las mismas eategorfas.

O eurre, sin embargo, que Ia fundamenracion kanriana de 10 moral surre lIna transform aeion en las otras dos eticas a las qlle me he referido.

2) Elmetodo empleado por J. Rawls. aunque ,el mismo no Ie de· nomine metodo, es -como comentarnos anter iormente- el «eqlfilihr;o reJlexho» . que p:-trre -como vimos- del hecho de que ya existe en los pafses democdticos occidenwles lin «consenso sol apante» entre distin­tas pos ici ones, creyen tes y no creyentes, posiciones que comparren de­rerminados valores . L a [area del fil6sofo consistinl. entonees -cree Raw ls- en ayudarnos a comprender mejor 10 que ya compartimos, y propane con tal fin rast rear en nuestras tradiciones cllal 0 cuales danin mej or razon de ello, para pasar despues 3. configurar conceptual mente can su ayuda un modele que pueda devol\'erse a la soc iedad para 1!evar a cabo la <darea socia! practic<t» de reforzar sus convicciones morales.

La tradicion encontrada sera In contrJ.ctualista de CUil0 kanriano y el concepto en tomo aI eua! gira in configurac i6n aludida, el de «persona mo­ral» en sentido kantinno. Es decir, eJ de un ser dorado de autonomfa, que tiene e l clerecho de decidir!J.s leyes de su sociedad, pero a 13. vez LIn ser in­teligenre que prefiere In cooperacion al conflicto en la relacion social.

No es posible en trar en los detalles de la rawlsiana «justic ia como imparc ialidad» , que ha marcado s in duda nues tra epaea en el campo de la filosoffa practica, s ino s610 destacar elmetodo empleado para mejor comprender y reforzar ese consenso minima, que campone una moral eI­vica, metoda que no pretende tener fuerza metaffsica. sino s610 polftica~'.

l' \'(!I" c<\pflll!a 2 ckl prcsenle libra.

208 ETICA APLICADA Y DEMOCRACIA RADICAL

3) Por su parte, la etica discursiva pretende ir mas lejos que Rawls .. porque, a su entender, el metodo trascendental filos6fico puede acceder ' ala entrana de los tipos humanos de racionalidad y descubrir en ella que no s610 existe una racionalidad estrategica. que preside las relaciones saciales, sino una comunicativa, que afrece base racional suficiente para una moral clvica dia16gica.

El metodo empleado es entonces la reflexion trascendental, aplicada a un hecho incontrovertible : el hecho de que realicemos acciones co­municativas a bien el hecho de la argumentacion. Reflexionando sabre 61 trascendentalmente descubrimos el canlcter dia16gico de la raz6n hu­mana que, para descubrir la correcci6n de las nonnas morales, se ve obli ~

gada a establecer un dialogo presidido por unas reglas 16gicas y. en ul­timo termino, por un principia etico procedimental, que viene a decir: «una norma s610 sera correcta si todos los afectados par ella estan dis­puestos a darle Sll consentimiento tras un dia.logo, celebrado en condi­ciones de simetrfa, pOI-que Ies coovencen las razones que se aportan en el sena mismo del di,ilogo».

Naturalmente este principio se refiere a una situaci6n jdeal de dia­logo, que no se da de hecho, sino que esta presupuesta contrafactica­mente cuanda realizamos una accion comunicativa, viniendo entonces a ser una idea regulativa, que proporciona una direcci6n para la accion y un canor.. para la critica de nuestras realizacio,les cancretas.

La fundamentaci6n rac ional que ofrece la etica discursiva es, -como he dichcr-, la mas acabada filosoficamente para dar cuenta de u'na moral clvica como la que ha llegado a configurarse en nuestras so­ciedades a traves de un largo proceso hist6rico de evoluci6n social, pre­cisamente par Ia superioridad de su construcci6n te6rica frente a atras. Pero, ademas, de ella se desprenden conceptos tan valiosos para conft­gurar una moral civica como el de persona, entendida como ese inter­locutor al que hay que escuchar a la hora de decidir normas que Ie afec­tan, compromiso en la elevaci6n del nivel material y cultural de las personas que han de decidir. IiberlGd de los interlocutores, entendida como autonom(a, solidaridad, sin la que un individuo no puede Hegar a saber siquiera acerca de si mismo, aspiraci6n a la igualdad, entendida como simetria en el diiilogo, y realizaci6n de todos estos valores en una comunidad real en que vivimos, abierta a Ia comunidad humana uni­versal.

Para qulen busque en 10 moral una satisfacci6n de intereses egois­tas es una etica como esta demasiado exigente, porque Ie prescribe aten­der a intereses generalizables, a la autonomia de todos y cada uno. a la solidaridad. Para quien quiera encontrar en la comunidad ideal de co-

ETICA CiVIC A 209

municaci6n el Reina de Dios, resulta francamente decepcionante. por­que no hay aqui redencion de los muertos ni salvacion futura. testigo con stante de la propia vida, ni felicidad entendida como regalo. Pero es que no se debe pedir a una moral civica 10 que es haber de la religi6n.

Por eso yo querria decir, recordando el discurso kantiano sabre la construccion de una paz perpetua, que la etica expuesta es, como marco deontologico, 10 mas que puede pedirse par ahara a una etica dentro de los limites de 13 mera razon.

MORAL DIAL6GICA Y EDUCACI6N DE'lOCRATICA 219

S. MORAL DIALOGICA Y EDUCACION DEMOCRAnCA

El paso del formalismo al procedimentalismo supone ante todo el paso del mon61ogo a1 dialogo, la afirmaci6n de que un sujeto moral, afect3do por una norma, no puede pronunciarse sabre su correccion a incorreccion desJigado del resto de afectados, sino a traves de un pecu­liar diulogo con elias que culmina en un cansenso ideal. Las implica­ciones de estos «ha\lazgos» para 10 moral en general. y muy concreta­mente para la educacir)n moral, serian -8 mi juicio las sigllientes (y

debo advenir que en esta conclusiones me distancio a menu do tanto de Apel como de Habermas):

1) No existen principios eticos materiales)" par tanto, la indoctri­naci6n moral es contraria a la racionalidad hllmana.

2) Los principios eticos son procedimentales, 10 eual significa que solo indican que procedimientos deben seguir los afectados par una norma para decidir 5i la consideran moral mente correcta.

3) Los afectados han de tamar la decision en conc/iciones de ra­tionalidad, es decir, tras haber participado en un diel/ogo, celebrado en condiciones de simetrl3, en el que al cabo triunfe la fuerza del mejor ar­gumento y no alguna coaccion intema 0 externa 31 dialogo mismo. Las condiciones de racionalidad del discurso serfan algunas de las expues­tas por R. Alexy en Sll !6gica de la argumenracion'.

4) Las decisiones sabre 1::1 correccion de normas son siempre re­risab/cs, porque los afectados pueden percmarse de que cometieron lin

error, cle que alguien panicipo con mala voluntad (es decir, no motivado par la satisfaccion de intereses generalizables), pueclen producirse des­cubri-mientos en el campo de que se trataba, etc.

5) Esto significa que las norm as 1110rales pierden Ese canicter de absolutez y definitividad, que pareee asistirles clesde antigua, y que -(\ mi modo cle ver- quedal1 como puntos ccnrra/cs de 10 moral los principios procedimental es, los rolores que acompo.fbn necesariamente a esos principios (autonomL-1. igualdad, solidariclacl. imparcio.lidad), los dcreclf()s de los partieipalHc,> en el di{tlogo', y las UUiiUdl's de quienes participan en el, actitudes que pueden ir presiclidJs pur el interes «mo­ral» de satisf:lcer interese:::. uni\'ers:dizabks, 0 bien pOl' t't interes ego{sra de fa\'orecerse en exclu')iva n sf mismo 0 al propio feLipo. La buena yo-

R. Ale" \'. T('orlo de lu ur'.;lflllen!(lcll!ujl'ddic(!. CCtHro ek E <L!,! !O ~ COI1~t ltllC iOlli!­les. i\l;tdrici. 10S9: J, Haberm<l's. COu('/I'lieili /I/O}',,! \' (/n 'i,i" '"Ii,'U':i, 01/1'0 , rp. 57-1 :,-L

A Cor-lirl:l. Ericli sin mora!. t'_~I',,'ci:dlllcnle c,t!~, S: "Ln:l iCU !'!;! ck 1('l~ ctc:recho~ hu­m :1I1()S»,

la mayoria todavia no se haya percatado de ella par multiples causas, es moral mente incorrecto mantener una detenninada iegislacion. Y cuanda digo «moral mente incorrecto» me refiero a que no satisface intereses generalizables, es decir, que no seria el tipo d~ norma q~e a?robarfa~os sitmlndonos en ellugar de cualguier otro, SInO que solo tlene senudo desde Ia defensa de intereses grupales, con perjuicio de los rcstantes

afectados. 9) Es, pues, necesario en la educaci6n ayudar a practicar .L1n dia-

10ao como el descrito, ayuclar a argumentar. Porgue nuestras soclectades pa~ecen haber olvidado Ia arglimcl/fClcion en aras de In negvciaciun, ~os acuerdos en tono a intereses universalizables en mas de los pactas de 10-

tereses sectoriales. Inmersos en el esquema de negociaci6n de la demo­cracia liberal, entusiasmados por las teorfas de juegos, se nos ha hecho increfble la posibilidad de argumentar -no neg~ciar- sobre ~l1rereses universalizables -no sabre aguados pactos de mtereses partlculares. Porque no concebimos otra suerte de hnbla que la est~ategica: In que in­tenta descubrir las jugadas del otro para reconduclrlas en provecho

propio---. . Para crear afectos --decfa Benavente en Los lntereses creuc/os- hay

que crear primero los intereses. Pero los intereses ~xisten Y'-:, 1:0 solo los particulares, sino tambien los universalizables. Y solo estos tlltlITIos, des ­cubienos a traves de un dialogo trasparente, son el funclamento del mundo

moral. No ayudan los debJtes electorales a descubrirlos, ni cuantos pseu­

dodialo2os se mantienen en medias de comllOicacion 0 en ctlmbres na­cionale; e. intemacionales, dirigidos a satisfacer intereses particulares. Por eso la educacion sigue siendo ese ambito de esperanza donc:e los dialogos podrfan empezar a ser 10 que nos ayuda a encontrar 10 mas en­tranablemente humano.

to) Precisamente In importancia de las actitudes exige una educa~ cion moral dirigida a ayudar a los hombres a desarrollarse como perso­nas crfticas, capaces de aSlImir el propio juicio moral desde el que p~­ner en cuestion el orden vigente, tras un dialogo abierto con los clemas afectados para poeler optar pOl' intaeses universalizables. . .,

Es a traves de ese dialogo comO podr:t ejercerse la doble cllmenSIOll de cad3 persona: la dimension de (fu{oJ/ofllfa, poria que es capaz cle co­nectar can todo otro hombre. y la de olitorrcoli:ach)11 que a cad~\ uno conviene. Porque el diftlogo y i;} decisi6n person.}1 (dtima son el lugm en que se concilian universalidad y diferencias, conumidad !llfnWI/O e irrcpe!ibilidad personal.