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Gatos

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Ensayo introductorio y fotografías de Carlos Manuel Cruz Meza

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Primera edición (electrónica): Octubre de 2013© Carlos Manuel Cruz Meza© Todos los derechos reservados

Fotografías de portada e interiores: Carlos Manuel Cruz MezaRetrato del autor: Frida Mazzotti

La colección Obras reunidas recoge y sistematiza la obra del escritormexicano Carlos Manuel Cruz Meza, revisada y corregida por el autor.Pretende fijar las versiones definitivas de cada texto, por lo que muchasveces difieren de las aparecidas originalmente en libros, revistas, periódicos ysuplementos. Incorpora poesía, narrativa, ensayo, guión, fotografía, génerosperiodísticos, así como ediciones recopilatorias facsimilares de textospublicados en diversos medios.

AbsalónAbsurdoAdrianitaAlebrije TitíBastetBlinkBolitaBrunoCabecita RedondaCachitoCalabazaCanuto I “El Antiguo”Canuto II “El Magno”Canuto III “El Mártir” (Canutillo)Canuto IV “El Durmiente”Canuto V, VI y VIICaritinaCarlos ManuelCarusaCharlotteCheshireChiqui Chiqui BabyClementina Jacques de McCormickCoateCodyCous CousCuchaDaliaDrumieEquisFifíGata HariGato ClaudioGato LadrónGattiGattitiGenifer LópezGordaHank HenshawIbisIskra

Kenayín O’FarrellKirikouKinishLaurazaLechugaLeelooLuccaMambrúManuelitoMarinaMarky MarkMicerinoMorganMorrongoNegra TomasaNegro JoséOliverOriónPalomaPanchitaPanchoPapá la ChoniPitecoPlixPolitoPoqueroncio RollitoPrimitivaRocketRomeo NegruilleSaraSergioSharonShizúSilvestreTabitha GordonThelonious NegruilleTiresiasTocinoYeZeta

Este libro está dedicado a:

¿Quién conoce a los gatos? ¿Podría ser, por ejemplo,que usted pretendiera conocerlos? Yo confieso que,para mí, su existencia no ha sido nunca más que unahipótesis bastante arriesgada...

Raine Maria Rilke

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n proverbio inglés afirma que “un gato puede mirar a un rey”. Quizáspor ello, Jorge Luis Borges asegura que Dios creó a los gatos para que elhombre pudiese saber qué se siente acariciar a un tigre. En contraposición, laReal Academia Española define:

Gato. m. Mamífero carnívoro de la familia de los Félidos, digitígrado, doméstico, deunos cinco decímetros de largo desde la cabeza hasta el arranque de la cola, quepor sí sola mide dos decímetros aproximadamente. Tiene cabeza redonda, lenguamuy áspera, patas cortas y pelaje espeso, suave, de color blanco, gris, pardo, rojizoo negro. Es muy útil en las casas como cazador de ratones.

Los gatos son los bandidos del reino animal. Adorados en diversas culturas(por antonomasia la egipcia, donde predominaba la diosa Bastet, con cabezade gato, y en la cual estos felinos acompañaban, desecados, a los faraonesdurante su viaje mortuorio), muchas civilizaciones hicieron de estos felinosparte esencial de sus mitologías, religiones, tradiciones tribales, costumbreso folclor. Odiados en épocas diversas de la Historia humana, temidos yrespetados, han sido constantemente una representación simbólica devariables características (defectos o virtudes), inherentes al ser humano.

Sabemos que es un felino cuadrúpedo de largos bigotes y que sunombre ha dado origen a otros significados: el gato hidráulico, que permitelevantar grandes pesos a poca altura; la “gata”, forma despectiva de nombrara una empleada doméstica; el “gato”, un empleado generalmente de menornivel; andar “a gatas” o “gatear”, transportarse por el suelo con manos yrodillas; “cinco gatos”, muy poca gente; “dar gato por liebre”, hacer pasar unacosa de poca calidad por otra de calidad superior; “buscarle tres pies al gato”,complicar o evadir una situación; “pobre gato”, persona pobre, material oespiritualmente; “tener más vidas que un gato”, poseer capacidad desupervivencia; “ser una gata”, mujer astuta e inescrupulosa; “gatuperio”,intriga; “gatos”, sinónimo de ladrones, o un juego con rayas, cruces y círculos.

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Si la mítica Ciudad de los Gatos en Egipto y su similar italianaconstituyen ejemplos claros de la integración que este animal ha tenidodentro de la vida humana (en la primera se hallaron miles de gatosmomificados, y en la segunda viven cientos de felinos que son alimentadospor los habitantes de los pueblos vecinos), no debemos por ello olvidar que,durante siglos, fueron perseguidos, odiados, diezmados y satanizados porsupersticiones, que afirmaban que los gatos negros causaban mala suerte sise cruzaban en el camino de alguien, o que eran brujas escondidas, ovampiros metamorfoseados, o que robaban el aliento de las personas(especialmente de los niños) durante la noche.

El gato es independiente por naturaleza. Fiel a sí mismo, esencarnación de un acartonado arquetipo masculino; responde a instintosbásicos, gusta de ser acariciado y consentido, es infiel y promiscuo, amable yseductor, pero rara vez suele entregarse más allá del simple cuerpo. Un gatono ama ni se encariña más que por propia conveniencia; es incapaz de darsesin cortapisas, de asumirse como pertenencia. Rasguña y muerde la manoque lo alimenta, abandona al amo, se pierde en la noche en busca deaventuras, fornica sin remordimientos, preña sin consideraciones a la gataque lo permita y en ocasiones no regresa. Encuentra una muerte violenta,acorde a una vida errante. Falso que tenga siete (o nueve) vidas, y si las tiene,las gasta muy rápido.

Los gatos, sin embargo, son leales en lo que se refiere a suambiente, al entorno doméstico. Siempre vuelven a la casa, aunque sus"amos" ya no estén en ella. Sobran los ejemplos de mininos llevados comomascotas a otras ciudades y que, respondiendo a un instinto aúnincomprensible, retornan al antiguo hogar, a veces tras viajes de cientos dekilómetros, sin importarles el sitio donde se hallen sus protectores.

La gata también posee ese sentido de la irresponsabilidad, esedeseo jamás satisfecho, esa libertad natural y felina de saberse autónoma. Lagata es suave, dulce, pero en ocasiones responde con violencia, a vecesinnecesaria. Dueña de sí misma, no sabe rendirle cuentas a nadie y suentrega, voluntaria pero no completa, nunca resquebraja su autonomía.Puede permitir el sometimiento, pero nunca la esclavitud. Sin embargo, estambién tierna y cálida cuando lo desea. Solitaria por naturaleza, transformasu entorno de acuerdo con sus deseos y casi nunca da cabida en su existenciaa algo que pueda impedirle continuar su camino.

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La moralina colonial novohispana acuñó un dicho que retrata eltemor a estas hembras y refleja una condena sexista: "Entre la mujer y elgato, ni a cual ir de más ingrato".

Sus ojos son legendarios por la visión nocturna que poseen. Susgarras son temibles, sus dientes afilados semejan dagas, su pelaje erizadoimplica una amenaza palpable, su miembro desgarra sin reservas, su lenguarasposa lastima hasta el ardor, sus pisadas son imperceptibles. Su equilibriocausa asombro, así como su capacidad para caer de pie.

También son portadores de diversas enfermedades (como elvirus de la toxoplasmosis, que se adquiere al estar en contacto con suexcremento, y que provoca daños genéticos irreparables cuando una mujerse embaraza), o el hongo del gato, presente en el pelaje y que puede causarel llamado miembro de madera, enfermedad en la cual alguna parte delcuerpo se gangrena y adquiere una tonalidad semejante a la de la corteza deun árbol. Causan alergias y su excremento, de hedor insoportable, provocamás enfermedades que la de cualquier otro animal. Son transmisorestambién del piojo blanco, las garrapatas, la escabiasis (sarna), los hongos, lahidrofobia y la conjuntivitis, entre otros males. Marcan su territorio con unasustancia fétida, destruyen los muebles de madera al afilar en ellos susgarras, gustan de destruir y tirar objetos, cazan animales que no comen…

Los gatos son inteligentes y astutos, quizás más que los perros,los siempre leales perros. Los perros fueron domesticados hace catorce milaños, contra los apenas dos mil que el gato lleva conviviendo entre nosotros.Si el perro es ejemplo de fidelidad y encarna valores familiares, el gatorepresenta la independencia y la aventura. Es el malo de la película; de todaslas películas. El burlador al que sólo combate y vence (al menos, en lascaricaturas) el clásico paladín de la cultura judeocristiana: el inocente o eldébil, sea un ratón (como Speedy González o Jerry, o incluso Scratchy dentrode la caricatura Los Simpson) o un canario (Tweety / Piolín contra Silvestre).

Pero en los dibujos animados también hay gatos más cercanos ala realidad. El gato Félix y su obsesivo apego no exento de connotacioneszoofílicas hacia la erótica Betty Boop, la despampanante muñequita de ojosenormes y pestañas rizadas que en los veinte causó sensación en EstadosUnidos y en México obtuvo su marca de refrescos durante los sesenta, losLulú. Kitty y su insoportable candidez. Garfield y su ácido sentido del humor,opuesto a la bobería de su dueño y del perro Oddy, al que usa como patiño.También Don Gato y su pandilla de mininos listos (Cucho, Benito Bodoque,Demóstenes, Espanto y Panza).

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El máximo representante de estos animales en los llamadosDirty Comix Undergrounds, o sea, los cómics para adultos, es Fritz el gato, unejemplar francés que estudia en la Universidad de La Sorbona y se la pasa encontinuas parrandas, metiéndose alcohol y ácido, cogiendo como loco yenfrascado en orgías organizadas en una enorme tina romana con todo tipode animales, hasta acabar asesinado con un picahielo por una cigüeña celosa.Fritz el gato es cinta emblemática de los sesenta y hasta la fecha un clásico delos dibujos animados, además de tener una continuación: Las nueve vidas deFritz el gato.

Al humanizar al gato, obtenemos personajes como la ardienteprostituta Selina Kyle quien, tras diversos eventos, se convierte en la villanaGatúbela en los cómics de Batman (recordemos si no su papel comoproxeneta en la novela gráfica El regreso del Caballero Nocturno (The DarkKnight Returns), considerada por muchos la obra maestra del cómic). Y en elHombre Araña, vemos a la experta ladrona Felicia Hardy, quien se convierteen la primera amante de Peter Parker y que se bautiza a sí misma como LaGata Negra.

El cine es también asaltado por este tipo de felinos. Desde lacinta El ojo del gato (donde estos animales le roban el aliento a los niños porla noche) hasta el implícito mensaje humano contenido en el título de lapelícula La verdad acerca de perros y gatos; la execrable historia de WaltDisney Productions, El gato que vino del espacio; las caricaturas de losThundercats; los célebres Aristogatos de Walt Disney; el gato de enormesojos de Pokémon; o la encarnación de El gato con botas con voz de AntonioBanderas, surgido en la segunda entrega de la cinta Shrek. Y en la televisión,no se puede omitir aquel curioso capítulo de Dimensión desconocida titulado“Gato y ratón”, donde un minino se transforma en hombre durante lasnoches y ama hasta la saciedad a sus dueñas de turno, para al finalabandonarlas; esta historia concluye con la venganza de una de ellas: cuandoel tipo se encuentra en su forma gatuna, ordena que lo castren.

Morris, el gato anunciante de las Whiskas, famosa marca dealimento para gatos, es una verdadera celebridad. En el teatro, hablar de laobra Cats es hacerlo de un clásico contemporáneo. Y en las artes plásticas, elgato se convierte en un tema recurrente. Obvio el ejemplo del pintor JoséLuis Cuevas y su Gatomaquia. También la pintora Carmen Cecilia Mezaelabora cuadros con gatos de diversos colores, destacando “Bianco”,“Ladrillo”, “Rose” y la multitud de gatos presente en la obra “Sueño quecanto a mi gato”.

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Gatos hay en los cuadros de Remedios Varo. Y la diseñadoraPatricia Blanco aborda el tema de los gatos asesinados en uno de suscuadros: “Los Mártires Felinos”. En la medicina destaca la célebre “uña degato”, que supuestamente es eficaz en el tratamiento contra el cáncer. Y en lagastronomía, las “lenguas de gato” (chocolates de forma elíptica). Hay pecesgato, hay una planta así llamada, hay multitud de logotipos e imagotipos quelos utilizan.

Un viejo chiste habla además sobre la diferencia entre perros ygatos. El perro mira a su amo y piensa: “Este ser me cuida, me pasea, mecura, me mima, me da de comer… ¡Debe ser Dios!” El gato en cambio piensa:“Este ser me cuida, me pasea, me cura, me mima, me da de comer… ¡Deboser Dios!”

La música popular encuentra ejemplos por doquier, que van delo execrable a lo antológico, del kitsch al romanticismo ramplón, de lo fresa alo populachero: en el principio están el grupo llamado Los Gatos; Thalía consu canción “El baile de los perros y los gatos”; Fey y sus “Gatos en el balcón”;Roberto Carlos y “Un gato en la oscuridad”; Amanda Miguel y “El gato y yo”;Rocío Durcal y “La gata bajo la lluvia”; Lazcano Malo y sus "Cuatro gatos queno dejan dormir"; el inolvidable Chava Flores con “El gato viudo”; lasinterminables alusiones a estos felinos por parte de Joaquín Sabina; yFrancisco Gabilondo Soler “Cri Cri” con su Micifú (que aparece en “El gatocarpintero” con la cola clavada, y regresa acompañando a la abuelita en “Elropero”), con el gato de bigotes untados de manteca, o el gato de barrio“pobre y trabajador”:

Un gatito me decía: “Yo soy de barrio,de un barrio pobre y trabajador;y me lavo la cara con salivay luego salgo a echarme al sol”.

Es en la literatura donde la figura de este animal se consagra y refleja susfacetas más oscuras. En los tiempos medioevales, se condena al gato desde lamisma Inquisición, y en el oscurantismo inglés se edita el célebre libroMaelluss Maleficarum (traducido como Martillo de Brujas), en el cual seseñala al gato como responsable directo del contacto carnal entre lasmujeres y el demonio. Por esta época se populariza el concepto de los gatoscomo familiares (nombre dado por las brujas a la encarnación del diablocristiano en los felinos).

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Los familiares poseen secretos que les comunican a lashechiceras, practican con ellas el bestialismo, y sirven como ayudantes ysecuaces de las mismas. Quemar gatos es entonces tan común como quemarbrujas. Igualmente, las diversas partes del cuerpo de estos seres sonutilizadas como ingredientes en las pócimas y embrujos más diversos.

Siglos después, Charles Perrault crea, en El gato con botas, elejemplo del felino inteligente y burlador. Edgar Allan Poe le da al gato unlugar preponderante en la literatura de horror al escribir su relato "El gatonegro", donde el felino Plutón y su sustituto son responsables de que sedescubra un crimen terrible cometido por el protagonista.

Una noche, al regresar a casa, muy embriagado, de uno de mis lugares predilectosdel centro de la ciudad, me imaginé que el gato evitaba mi presencia. Lo agarré y,asustado por mi violencia, me mordió levemente en la mano. Al instante seapoderó de mí la furia de un demonio. Ya no me reconocía a mí mismo. Mi almaoriginal pareció volar de pronto de mi cuerpo; y una malevolencia más quediabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Saqué delbolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí, sujeté a la pobre bestia por la gargantay ¡deliberadamente le saqué un ojo! Siento vergüenza, me abraso, tiemblo mientrasescribo de aquella condenable atrocidad.

En la novela La noche de los mil gatos (llevada posteriormente al cine en unaadaptación mexicana protagonizada por el actor Hugo Stiglitz), los felinos sonalimentados con carne humana y se convierten en feroces depredadores. Elgato de Chessire en Alicia en el País de las Maravillas da el toque eterno almisterio y lo indescifrable de la personalidad gatuna con su sonrisa que, aldesaparecer el animal, es lo único que queda, junto con sus ojillos diabólicos.Es memorable aquel párrafo donde le dice a Alicia:

—Yo no quiero estar entre locos—señaló Alicia.—Oh, no puedes evitarlo—dijo el Gato de Chessire—. Aquí todos estamos locos. Yoestoy loco, tú estás loca...—¿Cómo sabes que estoy loca?—preguntó Alicia.—Debes estarlo. De otra forma no habrías venido aquí.

Sir Arthur Conan Doyle (el creador del detective Sherlock Holmes) escribe “Elgato salvaje”, relato sobre un felino de proporciones inmensas. Y en México,Juan García Ponce publica su novela El gato, polémico relato que hasta hoyes discutido por su naturaleza.

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La escritora regiomontana Ofelia Pérez Sepúlveda publica en sublog un texto en el que afirma:

Toda persona que ha convivido conmigo más allá del trabajo y de las lecturas depoesía sabe que detesto a los gatos. No es una traba de empatía gratuita, meprovocan alergia. Y, sin embargo, siempre han estado ahí y siempre signados por unsueño astral en el cual un venado cruza el tejado de la casa de visitas que hay alinterior del hogar de mis padres. Un venado sobre el tejado de una casa en el áreametropolitana de la ciudad de Monterrey. Yo me incorporo. Mejor dicho, trato dehacerlo, pero mis miembros son torpes. Es entonces que escucho el ronroneo deuna manada de felinos recostados en mi cama. Eso fue entre la preparatoria y lacarrera. Pues bien, en el verano del 2004, no sé a fuerza de qué capricho, obsesióno mensaje subliminal alguien tuvo la inédita idea de bautizarme con el mote de"Gato". Por supuesto que quienes me conocían replicaban al instante: "No tienenada de gato". "Los gatos no tenemos casa ni dueño" dicen los que dicen que sabende animales domésticos. "Los gatos son animales sagrados", dicen los que gustande la cultura egipcia. Yo digo que gato o venado, pantera o pato, osito koala osnoopy, cada uno de nosotros es la idealización de una mirada…

Por su parte, Frida Mazzotti recuerda en su texto “Ángeles”:

Así como hay ángeles, querubines, serafines y arcángeles, para los gatos deberíaprecisar también una denominación angelical. Son pequeños, breves serescelestiales enviados a la tierra por el Creador para acompañarnos en nuestrocamino mientras retornamos al hades, junto con ellos, llevándonos de sus bigotes alcompás de su ronroneo sin fin. Desde que nací, hubo gatos en mi casa: dormía derepente alguno de ellos en mi cuna, y en la cuna de mis hermanas, y luego en lacuna de mi hija y según lo creo, dormirán en la de mis nietos. ¿Cuántos? ¿Cuálescolores? ¿Viejos, recién nacidos, tuertos, de pedigree, callejeros, adoptados,comprados, regalados, vendidos? Pardos, pintos, grises, ¡negros!, dorados, gordos,flacos, largos, chiquititos…Me atrevería a decir que no he dejado de tener a ningúngato del mundo, representado en todos los que han vivido junto a mí, conmigo. Pormí y yo por ellos. Compañeros sin fin de cada momento de mi vida, que siemprepiden algo a cambio: comida, juegos, calor, compañía. ¿Qué de diferente tienenrespecto a los humanos? ¿o a los perros? ¿o a los monos? ¿a los pájaros? a lospeces? Nada. Sólo que son defensores fieros de su personalidad, la que no sometenni abaratan. Nada…

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Los cuentos producen extrañas visiones sobre el gato. Eloína HernándezPérez publicó en su libro de cuentos de terror:

Había un gato siamés que se la pasaba ronroneando a los pies de la inválida, hastael día aquel en que la inmaculada sobrecama amaneció asquerosamente húmeda ycon trozos de carne sanguinolenta esparcidos sobre ella. Con la lengua enrojecida,el gato se relamía goloso, mientras en la cocina alguien buscaba afanosamente elenvoltorio de los bisteces de hígado.

El poeta Ramón Rodríguez realiza un texto memorable: “Así habló Carasucia”,donde compara a los perros y los gatos:

Compartí durante mucho tiempo mi morada terrenal con un perro y un gato, y suconducta tan divergente me intrigó sobremanera. Un amigo filósofo, consultado alrespecto, no me sacó de mi perplejidad; por el contrario, la incrementóconsiderablemente cuando me dijo, es que el perro es un empirista irredento,atenido exclusivamente a su sensedata, y en cambio el gato es un idealistatrascendental de corte neokantiano.Otro amigo, economista con gran solvencia económica, opinó que todo se reduce aun problema de oferta y demanda. Según lo que alcancé a comprender, el perro esun oferente, sobre todo de afecto, y el gato un demandante, sobre todo de lechefresca y ultramarinos caros, lo cual puede ser aceptado con ciertas reservas, porejemplo, en el sentido de no confundir al felino, dadas sus reconocidascaracterísticas de selectividad y discernimiento, con un consumista vulgar.El gato está investido de libertad, independencia, autonomía. Esboza a través desus llameantes y bien decorados ojos, una evidente voluntad de poder, esdogmático y pretende estar al día en todo. Si tuviera necesidad de ropa, ésta sólo lausaría siendo importada (o cuando menos de fayuca evidente).El perro, en cambio, es un animal comprometido con la sociedad civil, en realidadde extrema izquierda, aun cuando esta condición se nos oculte bajo su ostensiblerespeto a las instituciones domésticas, y dejando de lado definitivamente a losmalintencionados que lo adscriben a la línea política del partido oficial, debido a suinocente tendencia a dirigirse siempre al sol que más calienta.También, aunque ustedes lo duden, tengo un amigo teólogo, que enredó más elasunto insinuándome que el gato no es sino un ángel caído, arrojado desde elempíreo hasta la vecindad de los fogones terrenales, condenado a compartir conlas siervas de los humanos la ubicación en la escala ontológica y aun el nombregenérico. Todo ello como castigo a una diabólica arrogancia que le inducía, alláarriba, a ocuparse exclusivamente de lamer y relamer su peluda belleza, connotorio desdén para la bienaventurada pero diligente y laboriosa comunidadcelestial.

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Yo respeto mucho esta última consideración, pero desde luego la califico deimprobable, sobre todo cuando observo, con mal disimulada envidia, la enormefacilidad del gato para evitar todo lo que pueda desestabilizarlo, al recorrer lassoberbias alturas de los tinacos en la azotea.Más convincente me parece la tesis que mi amigo desarrolla en relación con elperro, la cual lo aboca a esperar tranquilo las trompetas del Juicio Final, pues estápredestinado, en la ya no tan lejana consumación de los siglos, a echarse confiado,por toda la eternidad, a los pies pero a la diestra de su Señor.El perro acapara elogios por su innegable inteligencia, pero en el fondo, siempreserá un analfabeta funcional. En cambio, yo no descarto del todo mi esperanza deque el gato aprenda algún día a Baudelaire, y aun a escribir, si así le place.

En “El sueño del gato”, el colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño narra:

Una mujer soñó que tiraba a un gato negro a un pozo y que se olvidaba de él. Seissemanas después soñó (en el mismo sueño) que regresaba al pozo y veía en elfondo al gato, todavía vivo. El gato abría y cerraba el hocico, del cual no salíasonido alguno. La mujer pensó que había sido en extremo inhumana y que eranecesario tener algo de compasión por esa criatura de Dios. Pensó en dosposibilidades: tirarle una gran roca y aplastarlo, o meterse al pozo y sacar al gatopara dedicarse a cuidarlo hasta que se recuperara. Estaba en esta encrucijadacuando despertó. Por un instante pensó que había sido injusto dejar al gato allá enel fondo, pero luego recordó que todo había sido un sueño y que los gatos desueños no sufren. Sin embargo, durante todo el día la mujer siguió pensando en elgato, sabiendo que de alguna manera se sentía culpable, aunque no hubiera razónrazonable alguna. Cuando se acostó a dormir la noche siguiente pensó en el gato yrogó que retornara la pesadilla, en la que estaba dispuesta a tomar algunadeterminación con respecto al animal. No obstante, esa noche no soñó con el gato.Ni la noche siguiente, ni la siguiente. Y el sentimiento de culpa de la mujer crecía. Alsexto día despertó con un dolor de cabeza insoportable. Supo que se iba a volverloca si no hacía algo. Entró a la buhardilla donde su esposo yacía enfermo desdehacía ya tanto tiempo que ni siquiera se acordaba de días menos tristes,abandonado ahora por la decisión de su esposa. El hombre apenas si tuvo fuerzaspara abrir los ojos. Vio que su esposa se acercaba, que lo observaba coninexplicable expresión. Que se sentaba al borde de la cama, le acariciaba la frente yluego, tras darle un beso en la mejilla, colocaba sus manos sobre su cuello ypresionaba hasta hacerle extraviar el último aliento. La mujer cerró dulcemente losojos del cadáver de su esposo. Luego se acostó a su lado y pudo dormir como no lohabía hecho en los años que duró la enfermedad del que ahora descansaba ensanta paz.

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La fotógrafa y escritora Nirvana Paz publicó el texto “El gato”, parte de unaextensa serie de relatos sobre un personaje autobiográfico llamado “María”:

María vive sola, así lo decidió, mas no le gusta el silencio que su vida provoca enesa, su casa. Anda de aquí para allá; el ritual de la limpieza absorbe las pocas horasque pasa en ella. Llena de detalles el tiempo, pero la quietud ensordece su libertad.No se dio cuenta cuando él llegó y se instaló. Nunca fue tímido; ya había ganadoterreno pese a los gritos. María no le provocaba ningún temor. Parecía adivinar lanecesidad que ella albergaba de tener una compañía aunque lo negara. Lanegativa de admitirlo en su espacio, los escobazos y piedras que le lanzaba sólo loacercaba más, pues él siempre regresaba. Amante del orden, se arriesgó a vivirsola; no quería encontrar ni un pelo en la comida o verlo en todos lados, en losasientos más cómodos o hasta en su cama. Sin desearlo, comenzó a descubrirseponiendo comida y dedicando ese su silencio a observarlo y poco a poco a quererlo,a extrañarlo. Hoy, al final del día, María duerme con él a su lado. A veces sepregunta si puede mentirle, si él la engaña y sólo viene por alimento y un lugardonde acurrucarse. Basta acariciarle el vientre, mirar sus ojos azules y arrullarsecon su ronroneo para, sin preguntar nada, dormir tranquila. Le gusta agregar en laalacena su comida, dar algo por alguien que agradecido se frota entre sus piernas.Él la mira durante horas, al igual que ella; se miran y miran hasta que el hablar sevuelve innecesario. El concepto de inteligencia o instinto, desde que él existe, hacambiado totalmente para sí. No se sorprendió cuando cada vez llegaban más; detodos lados acudían a su casa, blancos, negros, pintos, pues sabían que alimento ycalor ahí se les ofrecía, a cambio de dar compañía, de romper el silencio...

Pero donde sin duda este felino se consolida como portador de la oscuridades en la novela Cementerio de mascotas, aparecida en 1979 y surgida de lapluma del novelista Stephen King. En esta obra, un joven médico descubre laexistencia de dos cementerios ubicados en un bosque situado a espaldas desu casa. El primero es el "Cementerio de mascotas", bautizado así por losniños y en el cual estos han enterrado a sus animales durante generaciones.El segundo, ubicado aún más lejos, es un camposanto sagrado de los indiosMicmac, donde se oculta un extraño poder: todo aquello que es enterradoallí, resucita y regresa al lado de sus seres queridos. Al morir atropellado elgato de su hija, un felino llamado Church, el protagonista decide enterrarloallí para resucitarlo, pero no cuenta con las consecuencias de sus acciones,que lo conducen a un periplo obsesivo y cruel, en una de las mejores novelasde terror que se hayan escrito.

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En la poesía, Jorge Lobillo escribió:

Nunca olvidarás aquel gato encontrado en el jardín.Dos escamas de agua endurecida eran sus ojos.Fue en una mañana sola –gris rosa deshojada-que apareció sepultado de rocío y nadiepensó en ese golpe áspero dado al amanecer.¿Qué manos emisarias, desde arriba, lo empujaron?¿Cuál ambiente cósmico no pudo favoreceral silente terciopelo engreído de las patas?¿En qué todopoderosa fábula lo silenciaron?Morirás escudriñando el lenguaje y no sabrás nada.Sólo que siete vidas no lograron sustentarlo.

Celia del Palacio afirma en uno de sus poemas:

Rabiosa está la noche en tu pelambre atrapada,instinto animal sofocado por una fidelidad que no comprendes.Qué seda tu piel negra.Qué caleidoscopios tus ojos amarillos.Un gato, más que maullar, aúlla en tus entrañas,desgarra el frágil envase de tu cuerpo.

Deseo, imposibilidadlaten en tu desolado grito.

Tu gato es un pequeño monstruo impotenteal final del camino sobre un cedro.Tu gato es una provocadora siluetaque recorta la luna redonda de cristalen tu mesa de nochedonde hábiles gitanashan predicho tu futuro y mucho más.Ese futuro del cuál un hombreha logrado escabullirse sin cerrar la puerta.

Felino, grande, rubio, seguro de tirehuyes huraño la caricia,ronroneas muy bajitoal pedir la comidao cuando satisfechosacas el mejor partidode mano asustadiza

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que se aventura a la curva acarameladade tu lomo suave.Cuando quieres(y poco quieres)me favoreces arqueándote entre mis piernas.Leve, muy leve el contacto de tu pelambrea la vuelta de insomnes madrugadasque obsesivamente cortejas.En los callejones lluviosos del veranose te oye maullar fuerte,reclamando presencias innombrablesde la niebla y de la noche,en exigencia atávica que me está vedada.Necesidad que sólo la ventana abierta,que sólo la libertad total de iridiscentes cielosque el verano pinta de rojoen las verdes paredes de la noche,que sólo otros de tu especie,que no yo,que jamás yo, podré satisfacer.¿A qué especie maldita e impedida pertenezco?Condenada estoy:artera, aunque desprovista de malicia,tu afilada garra me ha roto el corazón.

El poeta Mauricio Molina Delgado, en su libro Mare Monstrum, escribe sobrelos gatos:

Seréiscomo ángeles sin alasespecies y no cuerpos solitarios.

Desde dioses persashasta siluetas en el fuegoque saltan entre los focos de los autos.Llorando entre torturaspagando el pecado de ser hermosos.

Habría deseadoque volvierais a ser brujascompartir con vosotrasvino y lecho.

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Jorge Brash dice en “Otro gato para Tania”:

A veces me pregunto¿cómo el gato?No qué es ni por quéni dónde vive,ni cuándo su silueta se cohíbeentre el árbol del sueñoy el retrato que le hace su sombra.

No es sensatoindagar en su mundo hasta el decliveque nos lleva a abrevaren el aljibede su mirada atenta.

Pasa un ratoa los pies del crepúsculo: se aprestaa ver cómo la mansa luz del díay la noche lo envuelven, se hacen una.

Como amigodel sol y de la luna,el gato oculta más en una siestaque un compendio total de astrología.

En “Sacrificio a un dios inexistente”, Frida Mazzotti apunta:

Ocurrió como el final de una corrida de toros,cruel, dramático, ineludible.Una fiesta quirúrgica,sin sangre ni lamentos.Un solo corazón batiente,desbocado, aniquilado desde ya.Rodeaban el cadáver cuatro gatos gordos.La lagartija boca arriba:cuatro patas engarrotadas;de su vientre, recientemente herido,brotaba una tripita granate,tornasolada, minúscula,casi inexistente.

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Al escuchar mis pasos,los cuatro pares de ojosvoltearon a un solo y fatídico tiempo.Ni rabo ni oreja.Todo había terminado.

Martín Ramos se pone futurista cuando publica, en 1996, “Este era un gato”:

Este era un gatocon ojos implantados,la piel de un lagartoy órganos injertados,los colmillos de una morsay, adornando su frente,los cuernos de una corza...sobrándole un diente.Este gato mutantees la mascota magníficapara un niño, clon infantede la ingeniería genética.Un niño de veinte padresimplantado en varios vientres,hijo de nueve madresy muchos otros parientes.Su piel (casi toda) es blancaexcepto las manos negras,lo amarillo de su espalday ese par de orejas feas.Dicen es muchacho guapoaún con ojos al revésy codos cosidos cual trapo.¿Quieres que lo clonemos otra vez?

Aunque quizás nadie lo definió mejor que Jorge Luis Borges, quien, en supoema “El gato”, apuntó:

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No son más silenciosos los espejosni más furtiva el alba aventurera;eres, bajo la luna, esa panteraque nos es dado divisar de lejos.Por obra indescifrable de un decretodivino, te buscamos vanamente;más remoto que el Ganges y el poniente,tuya es la soledad, tuyo el secreto.Tu lomo condesciende a la morosacaricia de mi mano. Has admitido,desde esa eternidad que ya es olvido,el amor de la mano recelosa.En otro tiempo estás. Eres el dueñode un ámbito cerrado como un sueño.

Carlos Manuel Cruz MezaCiudad de México - Diciembre de 2011

SOBRE EL AUTOR

Carlos Manuel Cruz Meza (Xalapa, Ver., México, 1973). Escritor, editor, periodista,fotógrafo y difusor cultural. Cursó estudios de Letras Españolas, Sociología e Historia en laUniversidad Veracruzana; de Publicidad y Relaciones Públicas en la UEH; y de Criminologíay Criminalística en el Colegio Libre de Estudios Universitarios (CLEU). Cursa actualmente laMaestría en Educación. Ha obtenido premios y reconocimientos de la UNAM, laUniversidad Veracruzana, la Universidad Autónoma de Sinaloa, la ONU, la AsociaciónNacional de Periodistas, la Secretaría de Educación Pública, el Colegio de Sociólogos y elInstituto Veracruzano de Cultura, entre otros. Fue becario en el Programa de JóvenesCreadores del IVEC en 1994 y 2004, en el área de Literatura. Se desempeñó como editoren la Dirección General de Educación Media Superior y Superior, dependiente de laSecretaría de Educación y Cultura (1998) y como investigador en la Coordinación dePublicaciones y Bibliotecas del Instituto Veracruzano de la Cultura (2001 a 2002). Hacolaborado en revistas circulantes en Europa y Sudamérica, así como en periódicos ysuplementos de diversas partes del país, entre los que se incluyen Tierra Adentro,Archipiélago, La Ciencia y el Hombre, Graffiti, Hojas de Utopía, La Ventana Cerrada yAlbatros viajero. También en publicaciones electrónicas, como ficticia.com. Algunos de susensayos sobre Artes Plásticas han sido publicados en Europa. Colaboró en el programa LaRevista, de Radio Universidad Veracruzana. Igualmente, condujo segmentos sobre cine yliteratura en programas de televisión. Dirigió varios años el suplemento cultural de Gráficode Xalapa (1995 a 2006), y entre 2000 y 2002 fue coordinador del suplemento culturalsemanal "Palabra Otra" en Diario de Xalapa, además de cofundar y dirigir la seccióncultural diaria del mismo periódico, y fungir como Asesor de la Dirección del mismomedio. Coordinó además el Cine Club de la Galería de Arte Contemporáneo del IVEC (2003a 2006). Ha publicado los libros Zona de guerra; Al otro lado del espejo; Muestra depoemas veracruzanos; Voces diversas. Antología de ensayo veracruzano; Nirvana (incluidoen el Fondo Editorial Tierra Adentro); El jardín de Babel. Poesía joven de Veracruz; Corpus;Funeraria; y Paisaje onírico, en coautoría con Héctor Montes de Oca. Coprodujo ellargometraje Escrito con Sangre, del cual también escribió el guión, mismo que obtuvo elPremio a la Mejor Película Extranjera en el Festival de Cine de Belfast (Irlanda del Norte)en 2011. Sostiene un blog del mismo nombre. Se ha desempeñado además comopublicista y asesor cultural en diversas instituciones públicas y privadas. Sus fotografíashan aparecido en revistas especializadas sobre el tema. También como colaborador enprogramas de radio y televisión, con secciones fijas sobre arte y cultura. Desde 2009 esmiembro de la Sociedad Mexicana de Criminología.

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Un proverbio inglés afirma que “un gato puede mirar a unrey”. Quizás por ello, Jorge Luis Borges asegura que Dios creóa los gatos para que el hombre pudiese saber qué se sienteacariciar a un tigre. Los gatos son los bandidos del reinoanimal. Adorados en diversas culturas, muchas civilizacioneshicieron de estos felinos parte esencial de sus mitologías,religiones, tradiciones tribales, costumbres o folclor. Odiadosen épocas diversas de la Historia humana, temidos yrespetados, han sido constantemente una representaciónsimbólica de variables características (defectos o virtudes),inherentes al ser humano.

Carlos Manuel Cruz Meza