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hechas de pieles de cíbolos a manera de una tienda de campaña... Los terrenos son fera- ces, de abundantes pastos y muchas fuentes de agua dulce... Los comanches como otros muchos salvajes por instinto aprenden a manejar las armas desde su infancia. Son diestros para montar a caballo, usan fusil, lanza y flecha... Adquieren con la caza y vida ambulante una agilidad y resistencia al sufrimiento admirable... Sostuvieron la guerra sin más táctica que la que les ense- ñó la naturaleza. SON AMBULANTES, VIVEN EN CASAS MÓVILES Así lo señala la “Noticia de las diferentes tribus de salvajes conocidos y que habitan en el Depar- tamento de Tejas, 1828”, uno de los documentos históricos analizados en “La frontera étnica en el noreste mexicano. Los comanches entre 1800-1841”, la más reciente obra de Cuauhtémoc Velasco Ávila, historiador que ha dedicado varios años de su vida al estudio de los pueblos indios que habitaron las planicies del noreste de México y el oeste del actual territorio de Texas (EUA). Marlen González García con el historiador Los jinetes errantes de las llanuras Cuauhtemoc Velasco George Catlin, Ranchería comanche, 1833-1834, Óleo sobre tela, Smithsonian American Art Museum.

George Catlin, Ranchería comanche, 1833-1834, …...pinturas de colores y en el centro llevaba un amuleto que los pro-tegía de heridas u otros males, que podían ser huesos o animales

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Page 1: George Catlin, Ranchería comanche, 1833-1834, …...pinturas de colores y en el centro llevaba un amuleto que los pro-tegía de heridas u otros males, que podían ser huesos o animales

hechas de pieles de cíbolos a manera de una tienda de campaña... Los terrenos son fera-ces, de abundantes pastos y muchas fuentes de agua dulce... Los comanches como otros muchos salvajes por instinto aprenden a manejar las armas desde su infancia. Son diestros para montar a caballo, usan fusil, lanza y flecha... Adquieren con la caza y vida ambulante una agilidad y resistencia al sufrimiento admirable... Sostuvieron la guerra sin más táctica que la que les ense-ñó la naturaleza.

Son ambulanteS, viven en caSaS móvileSAsí lo señala la “Noticia de las diferentes tribus de salvajes conocidos y que habitan en el Depar-tamento de Tejas, 1828”, uno de los documentos históricos analizados en “La frontera étnica en el noreste mexicano. Los comanches entre 1800-1841”, la más reciente obra de Cuauhtémoc Velasco Ávila, historiador que ha dedicado varios años de su vida al estudio de los pueblos indios que habitaron las planicies del noreste de México y el oeste del actual territorio de Texas (EUA).

Marlen González García con el historiador

Los jinetes errantes de las llanuras

Cuauhtemoc Velasco

George Catlin, Ranchería comanche, 1833-1834, Óleo sobre tela, Smithsonian American Art Museum.

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Los comanches eran un grupo muy unido, a diferencia de los apaches que solían tener conflic-tos entre clanes; y fueron capaces de establecer acuerdos de paz con los que podían considerar sus amigos. Esta comunidad logró sobrevivir por su gran capacidad de adaptarse, aún con elementos muy ajenos a su cultu-ra como los caballos y las armas, comentó el profesor-investigador de la Dirección de Estudios His-tóricos (DEH).

“Comanche” es un término que se aplica a los indígenas de las tribus amerindias que vivían en Texas y Nuevo México, cuyo significado es “enemigo”. Esta etnia deriva de los shoshones y sus orígenes se remontan al siglo XVII en las estribaciones del norte de lo que hoy es Utah.

Se dice, que a raíz de la re-belión de los indios pueblo en Nuevo México a finales del siglo XVII —que logró la expulsión de los españoles de la región por

varios años— los caballos de los ibéricos se quedaron entre los in-dios; los comanches los adopta-ron, bajaron a las planicies, con-quistaron terrenos y adquirieron sumo poder. Desde ese periodo este clan comenzó a aparecer en los registros documentales de las zonas fronterizas.

Para inicios del siglo XIX ocu-paban un extenso territorio de Texas (al sur del río Arkansas y casi hasta el río Bravo), eran la tribu más numerosa, de acuer-do a un cálculo de 1835 había alrededor de 15,300 indios, de los cuales más de 10 mil eran comanches, lo que significaba la existencia de más de 3,000 guerreros.

Los pobladores fronterizos que llegaron a tener contacto con estos últimos “estarían de acuer-do en tres cosas: eran los guerre-ros más temibles, eran excelentes jinetes, y, además, expertos en el uso del arco y las armas de fue-go”, señaló Velasco Ávila.

“comanche” es un término

este grupo estaba organizado en

que se aplica a los indígenas de las tribus amerindias que vivían en Texas y Nuevo México, cuyo significado es “enemigo”.

rancherías conformadas por alrededor de 200 tiendas, cuya población oscilaba entre los 600 habitantes y hasta 2,000 caballos, mediante los cuales se medía la riqueza de un clan, porque eran su medio de transporte y comercio.

Este grupo estaba organizado en rancherías conformadas por alre-dedor de 200 tiendas, cuya pobla-ción oscilaba entre los 600 habitan-tes y hasta 2,000 caballos, mediante los cuales se medía la riqueza de un clan, porque eran su medio de transporte y comercio.

Su atuendo consistía en vesti-dos, pantaloncillos y taparrabos de piel curtida; para la guerra y la ca-cería utilizaban chimal (escudo), lanzas, flechas y posteriormente armas. Vivían en tiendas o tipis hechos de pieles pintadas, donde

habitaba una familia conformada por un guerrero, esposa e hijos.

Cada ranchería tenía dos jefes, uno de paz para asuntos inter-nos, y otro para cuestiones béli-cas; cuando había una contienda importante en puerta se reunía un consejo integrado por los je-fes de las rancherías comanches.

Su principal fuente de ali-mentación era el cíbolo o búfalo americano (principalmente en invierno), sin embargo, en las planicies también abundaban especies como oso, venado, be-rrendo, jabalí, castor y nutria.

Era una sociedad que hoy podríamos calificar de “ecolo-gista” ya que utilizaban todos los recursos que les brindaba el animal: carne, vísceras, pieles, sebo y huesos. Sabían qué ejem-plares cazar, por ejemplo, las vacas cargadas (preñadas) no las “tocaban” porque sabían de la importancia de la preservación de la especie, añadió.

En esta comunidad, la mujer era la que se encargaba de los quehaceres domésticos, ensillar y desensillar el caballo, curtir las pieles, preparar el cíbolo y el venado. De acuerdo con Sarah Ann Horn (A Narrative of the Captivity of Mrs. Horn…, Uni-versity of Nebraska Press, 1989), una de las fuentes consultadas por Velasco en su obra, “cuando

cazan el búfalo, ella debe llevar su rifle y cualquier otra cosa que se necesite. Después que él mata un búfalo, sería infinitamente indigno para él poner su mano sobre el animal; ella tiene que desollarlo, cortar la carne y, cualesquiera que sean la distan-cia o las dificultades del camino, debe llevar la piel, carne y todo al campamento”.

De acuerdo a un cálculo de 1835 había alrededor de 15,300 indios, de los cuales más de 10 mil eran comanches, lo que significaba la existencia de más de 3,000 guerreros.

George Catlin, Dos niñas comanches, 1834. Óleo sobre tela, Smithsonian American Art Museum.

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El caballo, símbolo de riqueza

“La simbiosis caballo y socie-dad llegó al punto entre los co-manches, que los equinos fueron considerados como una repre-sentación de la riqueza y lo único que cualquier guerrero aspiraba a acumular. Eran el método para adquirir una esposa, el medio de dirimir alguna disputa y en cualquier situación desesperada podían servir de alimento”.

Tener un gran número de ca-ballos les facilitó la persecución y caza del búfalo y la reubicación de las aldeas, además, “la ventaja que adquirieron con las montu-ras frente a otros grupos que les rodeaban les permitió comerciar, principalmente caballos mes-teños capturados o criados por ellos mismos, o como botín de incursiones a poblaciones ene-migas”, señaló es especialista de la DEH.

Velasco dijo, con manadas tan abundantes se presentaba el problema de que los animales acababan rápidamente con los pastos, razón por la cual las ran-cherías se mudaban cada ocho o quince días.

La importancia co-tidiana y simbólica de la guerra La relevancia de la actividad bélica en los pueblos nómadas y seminómadas es perceptible en el adoctrinamiento de los niños desde el nacimiento, ya que al tratarse de un varón su padre colocaba un pequeño arco sobre su cuna, como símbolo de que había nacido un guerrero. Los indios enfrentaban a las comunidades vecinas —en casos muy raros con la intensión de relegarlos o eliminarlos— para mostrar su valor en la batalla y conseguir algún elemento para llevar a su aldea como símbolo de victoria, como puede ser el escalpe (cabellera arrancada) de algún contrincante.

En el momento en que los comanches iban a enfrentarse

la Relevancia en la activiDaD bÉlicaperceptible en el adoctrinamiento de los niños desde el nacimiento, ya que al tratarse de un varón su padre colocaba un pequeño arco sobre su cuna, como símbolo de que había nacido un guerrero.

pintaban sus caballos con fran-jas rojas, negras y blancas, y también teñían su cuerpo para mostrar un aspecto aterrador. Velasco refiere en la página 62 de su obra: “los jefes de las partidas de guerra utilizaban tocados o penachos de plumas de águila y algunos de los guerreros más in-trépidos se cubrían la cabeza con un gorro hecho con un escalpe de búfalo incluyendo los cuernos adornado también con plumas.

“Los enseres de guerra y acti-tudes tenían un significado. El tipo de tocado estaba asociado al rango o la bravura del guerrero. Los materiales y la confección de un escudo y un carcaj estaban relacionados con el ‘poder’ gue-rrero o protector que le conferían a quien los usaba”.

Un artefacto importante, además de las flechas, lanzas y posteriormente armas de fuego, era el chimal, elaborado con

cuero muy grueso e impenetrable por las balas muertas, en el borde tenían una franja de plumas rojas y blancas. Además, se cubría con pinturas de colores y en el centro llevaba un amuleto que los pro-tegía de heridas u otros males, que podían ser huesos o animales secos como ratas, lagartijas, ser-pientes o pájaros.

“La importancia que la sociedad daba a la guerra y el significado aglutinador de su constante ejerci-cio obligaba a los hombres a lu-char para lograr el mayor recono-cimiento a sus proezas”, comentó el historiador del INAH.

El tipo de tocado estaba asociado al rango o la bravura del guerrero. Los materiales y la confección de un escudo y un carcaj estaban relacionados con el ‘poder’ guerrero o protector que le conferían a quien los usaba

George Catlin, His-oo-sán-chees, Little Spaniard, un guerrero, 1834. Óleo sobre tela, Smithsonian American Art Museum.

George Catlin, Dotes de equitación coman-che, 1834-1835, Óleo sobre tela, Smithsonian American Art Museum.

Gerge Catlin, Caballos salvajes en la prade-ra, litografía, en Los indios de Norteamérica, Palma de Mallorca, La pipa sagrada.

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Entre los comanches había distintos tipos de soldados, los guerreros ordinarios eran todos aquellos hombres capaces de portar armas y asistir al combate, y otros eran los guerreros que juraban nunca huir ante el ene-migo, esta sociedad era conocida como los Lobos.

Algunos ritos indios La relevancia del papel del guerrero en la sociedad coman-che era tal, que cuando alguno moría todos los clanes se ponían de luto, de acuerdo con Jean Louis Berlandier en su obra The Indians of Texas in 1830 (Smith-sonian Institution Press, 1969): “La muerte de un solo hom-bre puede provocar que todos los guerreros dejen el campo de batalla, llevando el cuerpo con ellos y llorando a gritos. Cuando llegan al campamento las mu-jeres también empiezan a llorar y se hacen cortes a lo largo de los brazos con sus dagas, hasta que la sangre brota… Calcinar el cuerpo no es el final. Enton-ces rompen sus armas, matan a

en la sociedad comanche era tal, que cuando alguno moría todos los clanes se ponían de luto

la relevancia del papel del guerrero

sus mejores caballos, cortan la garganta a su mujer favorita y tiran todo, junto con comida y vestidos, dentro de una zanja que después es llenada con tierra”.

Además de este rito, efec-tuaban otras prácticas como es el caso de las danzas o mitotes —como eran llamados por los españoles—, en las que gene-ralmente prendían fogatas y danzaban por horas alrededor del fuego.

Una de las ceremonias más significativas es la que se reali-zaba antes de llevar a cabo un tratado de paz, ésta consistía en cavar un hoyo donde se depo-sitaba un caballo previamente sa-crificado y armas de ambos ban-dos, finalmente se tapaba y los firmantes caminaban en círculos montados a caballo. Era uno de los requisitos de esta tribu para establecer un acuerdo, el cual podía ser entre grupos nativos o incluso con occidentales.

Cabe señalar, que un tratado de paz para este pueblo signifi-caba un verdadero esfuerzo para contener su impulso guerrero,

consistía en un fuerte compro-miso de los jefes, acuerdos que antes de firmarse debían ser conocidos y promovidos por los jefes de todas las rancherías.

“El esfuerzo de los jefes para hacer que se respetaran los tra-tados de paz y su relativo éxito en varios periodos, fue uno de los elementos que obligó a los militares y autoridades a tratar a los comanches como un bloque social y cultural” (La frontera étnica en el noreste mexicano. Los comanches entre 1800-1841, pág. 75).

Los cautivos Otra de las tradiciones de los indios era tomar cautivos para incrementar su población, en general eran varones de entre 4 y 10 años —se escogía de esta edad porque era más fácil integrarlos a una nueva forma de vida— los cuales eran incor-porados a las familias, no como esclavos sino para aprender su

Otra de las tradiciones de los indios era tomar cautivos para incrementar su poblacióncultura y dedicarse al cuidado de los caballos. En el caso de las mujeres eran llevadas con otras féminas para que les ayudaran en las activi-dades cotidianas, mientras que a los hombres primero se les encomendaba el cuidado de los caballos, posteriormente se les adiestraba en el uso de las armas durante la cacería del búfalo y por último se les enseñaba la disciplina de la guerra. Cuauhtémoc Velasco indicó que “a medida que se agravaron las incursiones creció el número de mexicanos aprendidos. El historiador Carl Coke Rister, en su libro Border Captives dice que en los años 40 del siglo XIX la

Nativos y un fotógrafo junto a tiendas indias, 1867-1875, Fotografía de William Stinson Soule, National Anthropological

Fotografía de un cautivo mexicano rescatado por los norteamericanos, 1896. En Rupert Norval.

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intensificación de los raptos era alarmante, se tiene noticia de que en una sola partida comanche había regresado a sus aldeas con más de 150 cautivos”.

Muchos aunque podían escapar del cautiverio no lo hacían, porque se sentían ajenos a su antigua vida, algunas personas que

regresaron eran objeto de desconfianza por el tiempo que convivie-ron los “salvajes”.

“Están tan contentos con la vida que llevan que muchos de ellos han olvidado la lengua materna, no tienen deseos de regresar a la civilización y aborrecen las villas de sus familias y amigos. Estos pri-sioneros no regresan a sus casas a causa de su vida nómada y los ma-trimonios que han contraído les den una independencia que aprecian y no porque sus amos los vigilen tan cerca que no pueden escapar” (Berlandier, 1969).

Los comanches entre 1800-1841En palabras de Velasco Ávila, “el devenir de los indios no ha sido un

tema muy usual en la historiografía sobre el norte de México, hasta hace algunos años existía muy poca investigación sobre los pueblos origina-rios de esta región, y de un fenómeno que ocurrió desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX que fue la confrontación constante de los grupos nómadas con las poblaciones fronterizas”.

Su obra La frontera étnica en el noreste mexicano. Los comanches en-tre 1800-1841 se avoca a la época en la que se estableció un sistema de presidios impuesto por la Corona Española en defensa de la frontera mexicana; a inicios del siglo XIX comenzó un periodo de confrontación derivado de tropas y recursos insuficientes para mantener los tratados que se habían establecido con los indios a finales del siglo XVIII.

Dichos acuerdos de amistad que se llegaron a establecer incluyeron erogaciones y regalos, que gene-ralmente consistían en elementos que pudieran portar o utensilios que les eran útiles, como medallas, monedas, ropa occidental, casacas militares, sombreros, dagas y tije-ras, entre otros.

A la consumación de la In-dependencia, dijo, hubo mucha discusión en torno a cómo tratar a los indios insumisos e incluso se intentaron establecer nuevos

acuerdos, pero el incremento del comercio de armas, las presiones económicas y el asedio de an-gloamericanos sobre territorios indios, incrementó la magnitud de los asaltos y hostilidades en la frontera, lo que a partir de 1833 detonó en una guerra abierta.

“Los comanches no eran sim-ples bárbaros, como lo expresan muchos documentos de la épo-ca, las guerras interétnicas eran enfrentamientos simbólicos: los guerreros iban a las comunidades

aledañas a fin de demostrar su fuerza, de marcar el territorio y sus recursos.

“Realmente vemos que, cuan-do los enfrentamientos desenca-denaban en masacres, es porque de alguna manera estuvieron involucrados los comerciantes de armas, los angloamericanos presionaban a los comanches para que atacarán a la frontera mexicana para obtener botín y para seguir vendiéndoles armas. Incursiones que afectaron las ac-

Los comanches no eran simples bárbaros, como lo expresan muchos documentos de la época, las guerras interétnicas eran enfrentamientos simbólicos: los guerreros iban a las comunidades aledañas a fin de demostrar su fuerza, de marcar el territorio y sus recursos.

1. Portrait of Young Woman in Native Dress and with Ornaments, 1867-1875. Fotografía de William Stinson Soule.

2. Portrait of Young Man with Face Paint and in Native Dress, Wearing Fur Hat..., 1867-1875. Fotografía William Stinson Soule.

3. Portrait of Two Young Women in Native Dress and with Ornaments, 1867-1875. Fotografía de William Stinson Soule.

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tividades como la agricultura y la ganadería”, señaló el historiador.

Un rasgo digno de admiración era la estrategia y espionaje co-manche, primero llegaban gru-pos pequeños a las comunidades que iban a atacar a fin de anali-zar el movimiento de la gente y donde se disponía el botín que

deseaban conseguir, una vez analizado el terreno regresaban a sus rancherías para organizar el ataque.

“Se dice, que de repente a lo lejos se escuchaban los gritos de los indios que llegaban a todo galope a asaltar los poblados. Por el contrario, pocas veces los mi-

litares llegaron a sorprenderlos, ya que eran muy astutos y cono-cían perfectamente el terreno”, añadió.

La disponibilidad de las ar-mas, no solo repercutió en el incremento de las incursiones en las poblaciones fronterizas, también la creciente demanda

del comercio de pieles aumentó la cacería del búfalo, incluso en la segunda mitad del siglo XVIII y principios el XIX se dio un des-equilibrio, y esta especie estuvo en riesgo de desaparecer.

“Los comanches son de estatura más bien baja y frecuentemente corpulentos. En sus movimientos son pesados y desgarbados, y sobre sus pies forman una de las razas de indios menos atractivas y desaliñadas que he visto; pero, en el momento que montan sus caballos, parecen metamorfosearse al instante y sorprenden al espectador con la facilidad y elegancia de sus movimientos… Los jinetes comanches son los más extraordinarios que he visto en todos mis viajes y dudo mucho que cualquier gente en el mundo los pueda superar.”

Catlin, George. Letters and Notes on the Manners, Customs, and Con-ditions of North American Indians, Nueva York, Dover Publications, Inc., 1973, t. II, pp. 66

La vida en las reservaciones Al término de la guerra con México, los estadounidenses siguieron avanzando sobre el territorio, empujando a los indios a reservaciones, primero dentro del territorio texano y después de la Guerra de Secesión (1861 a 1865) a Oklahoma. Este hecho es muy interesante porque pareciera que la historia de los texanos se delimita en la presencia de los rangers y rancheros, se hace poca referencia a las etnias que ocu-paron originalmente la región, incluyendo los comanches. Ya en estos espacios, donde actualmente radican, se perdie-ron rasgos culturales esenciales,

principalmente su vida errante. Han existido algunos esfuerzos por mejorar la vida de estas comunidades como es la pro-mulgación de leyes que protegen sus derechos, como el respeto de las tierras que les fueron con-feridas, ya que con el pretexto del crecimiento poblacional, los estadounidenses avanzaron y disminuyeron la extensión de las reservaciones. La reservación consiste en un territorio definido, con casas, centros comunitarios, comercios y escuelas donde se les enseñó el inglés y el cómo debían vestirse. Esto los ha llevado a una asimi-lación cultural casi total, ya que

a pesar de ser libres están sujetos al gobierno federal y limitados a ciertas normas comunitarias respecto al uso y usufructo de las tierras y recursos que se les asig-naron, finalizó el especialista. Las migraciones constantes, la cacería del búfalo bravío, los fastuosos atavíos para los en-cuentros bélicos y los recorridos por las llanuras hoy día solo forman parte de los recuerdos, momentos que persisten en el imaginario indio y en escenas que por fortuna fueron captadas por artistas que lograron convi-vir en ese tiempo con los coman-ches: los “hijos del desierto”.

La reservación consiste en un territorio definido, con casas, centros comunitarios, comercios y escuelas donde se les enseñó el inglés y el cómo debían vestirse.

Lino Sánches y Tapia, Comanches, vestimenta cuando están de paz (acuarela) en Jean Luis Berlandier , The Indians of Texas.

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