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Creación • Segunda Época Oriente se encuentra con Occidente • La «Nueva Era» Génesis Primavera 1994 LA FIRMA DEL CREADOR FE Y LA NUEVA FÍSICA NUEVA ERA — CIENCIA Y EDUCACIÓN TRAIDORES A LA VERDAD • FRAUDE, ENGAÑO Y CIENCIA Volumen 1 • Número 2 Creación y Ciencia Archivos documentales de 210 Po 218 Po 214 Po

Génesis - SEDINal indeterminismo. Se explora el contraste entre la mecánica newtoniana y la mecánica cuántica y las consecuencias conceptuales de ambos modelos. Se plantea que

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Page 1: Génesis - SEDINal indeterminismo. Se explora el contraste entre la mecánica newtoniana y la mecánica cuántica y las consecuencias conceptuales de ambos modelos. Se plantea que

Creación • Segunda Época

Oriente se encuentra con Occidente • La «Nueva Era»

Génesis

Primavera 1994

L A FIRMA DEL CREADOR

FE Y LA NUEVA FÍSICA

NUEVA ERA — CIENCIA Y EDUCACIÓN

TRAIDORES A LA VERDAD • FRAUDE, ENGAÑO Y CIENCIA

Volumen 1 • Número 2

Creacióny Ciencia

Archivos documentales de

210Po

218Po

214Po

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Génesis Volumen 1 • Número 2 Primavera 1994

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La Firma del CreadorWilliam Overn

Un fenómeno geofísico presente en rocas de mica, fluorita y otras y deextensión mundial presenta un enigma irresoluble para los actualesmodelos de cosmogonía. El origen de las rocas basales de la tierra tuvo

que ser forzosamente instantáneo. Este «pequeño misterio» estárepleto de consecuencias de gran alcance.

La Fe y la Nueva FísicaNancy Pearcy

De Newton a Heisenberg se anda el largo trecho desde el determinismoal indeterminismo. Se explora el contraste entre la mecánica newtonianay la mecánica cuántica y las consecuencias conceptuales de ambos

modelos. Se plantea que se trata de una falsa disyuntiva. La grancuestión es el reduccionismo.

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Reseña de Traidores a la Verdad: Fraude y Engañoen los salones de la Cienciapor William Broad y Nicholas Wade • Reseña por Jerry Bergman

De vez en cuando nos sorprenden informaciones escandalosas en lasque se constatan graves engaños procedentes de científicos. Losautores exploran los motivos, medios y consecuencias y hacenun gran servicio al poner al público en guardia frente a la pre-tendida asepsia del Establecimiento Científico.

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Sobre «la Muerte de Darwin en South Kensington.»Wilbert H. Rusch, adaptado

Una y otra vez surgen claras muestras de la falsedad de la pretensiónde que el Establecimiento Científico acepte hegemónicamente la evo-lución como un hecho.En un incidente entre la revista Nature y el

cuerpo de distinguidos biólogos del Museo Británico de HistoriaNatural, se establece la diferencia entre un concepto creído yaceptado y un hecho conocido y constatado.

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Los autores:

Creacióny Ciencia

Oriente se encuentra con Occidente en la CienciaNancy Pearcy

El misticismo en que se ha ido transformando la físicamoderna ha abierto el camino para la introducción delmisticismo oriental en la sociedad. Se explora el impactodel misticismo oriental en los estamentos científicos y laimplantación creciente del movimiento llamado de la«Nueva Era», con todo su concepto de «evolución de la

conciencia». Todo esto lleva a la transformaciónde la naturaleza misma del concepto de ciencia ydel universo que la ciencia explora, tanto respectoa su naturaleza como a su origen.

William Overn, B.E.E., fue presidente deIndustrial Enterprises, Inc y director aso-ciado ejecutivo de Bible-ScienceAssociation. Estuvo 23 años en la DivisiónUnivac de Sperry Rand Corp. como Inge-niero Investigador, Director de Grupo deIngeniería y Científico Senior. Dedicó doceaños a la investigación, desarrollando lanueva tecnología de sistemas de magnetis-mo electrónico y de sistemas de memoriasde núcleos magnéticos para ordenadores ydirigió el desarrollo de la memoria para elMariner IV, la primera sonda espacial aMarte que tuvo éxito. También dirigió eldesarrollo del sistema de memoria de capafina para ordenadores. Ha dado numerosas conferencias sobrela controversia Creación/Evolución y ha

sido invitado cinco veces a conferenciarsobre magnetismo en simposios interna-cionales sobre esta disciplina. Tiene trespatentes.

Nancy Pearcy está graduada en historia yes periodista especializada en historia delas ideas y de la ciencia. Pertenece al cuer-po editorial de Bible-Science Newsletter,centrando su trabajo en artículos de inves-tigación. Ha publicado una gran cantidadde ensayos y entrevistas.

Wilbert H. Rusch, M.S., L.L.D., biólogocon mucha actividad en los campos de lapaleontología y de la geología, fue profesordurante muchos años en el ConcordiaCollege en Ann Arbor, Michigan. Ha

investigado ampliamente en el campo delos fósiles, con énfasis en los fósiles huma-nos, y publicado gran número de artículosacerca de ello. Es miembro fundador y fuedurante varios años presidente de laCreation Research Society, centrada enAnn Arbor.

Jerry Bergman, Ph.D., fue profesorauxiliar de Educación en la UniversidadEstatal de Bowling Green, Ohio, y ha in-vestigado y publicado en el área de psi-cología educacional, psicoterapia y socio-logía. De especial relevancia es su estudiopara el Consejo Nacional sobre Crimen yDelincuencia acerca la cuestionable efec-tividad de diversos programas de inter-vención psicoterapéutica.

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Oriente se encuentra con Occidente en la EducaciónNancy Pearcy

El creciente impacto del misticismo oriental, especial-mente de la visión hindú de la vida y del univeso, no estásin consecuencias. En este artículo se explora la intro-ducción de técnicas ocultistas y de espiritismo, como labúsqueda de espíritus guías, en las aulas de primaria, bajola cubierta de técnicas educativas, de relajación y de toma

de propia conciencia, con el fin de llegar a lapropia realización. Se explora la síntesis de unaperspectiva psicologista con el misticismo, dentrodel ámbito de la «Nueva Era».

Archivos documentales de

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2 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

EditorialDe metodologías científicas y manuales del operador

Reflexiones a la luz de la crisis ecológica y humana,el método científico y la Revelación

La metodología con la que nosaproximamos al conocimientode lo que nos envuelve acepta la

Revelación como base y marco. Estametodología no busca «demostrar» pormedio de la ciencia que la Biblia seacierta. No entra en el campo de la cien-cia tocar la existencia ni realidad deDios, de la Revelación, ni de los oríge-nes. En palabras de Darby:

«La ciencia no puede ir más allá delos fenómenos, y consiste en la ge-neralización de los mismos bajo unaley uniforme. Pero, antes del cursoque siguen las cosas existentes, tie-nen que existir las cosas que sigueneste curso, aunque este curso puedahaber comenzado con su existencia;e indudablemente fue así. Pero sóloeste curso de las cosas es el tema dela ciencia, su principio general comoley fija. La existencia, y probable-mente la ley que sigue, están ahíantes que puedan comenzar las in-vestigaciones de la ciencia, ... Laciencia se ocupa de fenómenos, ysólo de fenómenos, y de descubrirlos hechos y las leyes que los gobier-nan; pero todo lo que hace es inves-tigar la operación actual uniforme,allá donde existe, de aquello queexiste antes que surja la indagación.

...La ciencia puede descubrir las

leyes de lo que existe, pero allá tieneque detenerse: no tiene leyes para suexistencia. ...

Esto es, la ciencia debe detenerseen aquello que le pertenece, en elcurso y orden del kosmos, o universoordenado, y por su misma naturalezano puede ir más allá de ello. Sé queha de haber una causa primordial oprimitiva para todo lo existente;porque todo en su esfera es el efectode una causa, y afirma que debeserlo. Si es así, la existencia materialmisma debe ser efecto de una causa,y las leyes fijas también. En cuantoa qué y cómo es esta causa primor-dial (que es incausada, o no seríaprimordial), no puede decir nada la

ciencia. Naturalmente que no; y nose le debe reprochar por esto. Perte-nece a la misma naturaleza de lascosas. Pero la ignorancia no es unabase sobre la que hacer declaraciones—debería más bien decir que no esuna base válida, porque a la ignoran-cia le encanta hacer declaraciones.Esto es, la ciencia me asegura, enbase de lo que conoce, que ha dehaber una causa primordial de aque-llo sobre lo que investiga; pero es,necesariamente, totalmente ignoran-te de esta causa —no la puede con-cebir; no se encuentra en su esfera deconocimiento. ...».1

Sabemos que Dios se ha revelado, ylo sabemos por evidencias y criteriosindependientes y distintos del métodocientífico. Dios ha hablado y se hamanifestado a lo largo de la historia, yfinalmente se ha revelado a Sí mismo enCristo. Él nos da la explicación delorigen y destino del hombre, de la en-trada y causa del pecado, y el porqué dela muerte y de los males que han caídosobre la humanidad. Él ha obrado laredención. Él nos ha dado a conocer laverdad sobre Él mismo y sobre noso-tros, sobre el origen de todas las cosas,y su consumación. Así, la aceptación dela Revelación no tiene lugar por inves-tigación humana ni siguiendo metodo-logías humanas; es la respuesta delcorazón del hombre que se arrepiente yse vuelve al Dios revelado. Y la Reve-lación constituye a partir de entonces elmarco de referencia desde el que con-templa toda la realidad que le envuelve,(a) como realidad creada por Dios, (b)como realidad caída por causa del pe-cado del hombre, (c) como realidad enel seno de la cual ha entrado Dios enCristo para obrar la redención, (d) comorealidad que tiene un destino final desig-nado por Dios.

Por consiguiente acepta como mar-co interpretativo normativo la historiaque se desarrolla desde Génesis hastaApocalipsis. Al observar la realidad queexiste a su alrededor, sabe que las evi-dencias de belleza y designio se deben

al Dios que nos ha hablado y nos harevelado que Él es el Creador. Al obser-var el mal, la corrupción y la muerte quele envuelven, sabe que se deben, comoDios se lo ha dicho, a la entrada delpecado en el mundo por acción delhombre. En palabras de Tertuliano:«Nosotros, que conocemos el verdaderoorigen del hombre, sabemos que lamuerte no procede de la naturaleza, sinodel pecado.»2 Al observar las enormesy cataclísmicas capas sedimentarias yvolcánicas que forman la corteza de latierra, nuestra mente es llevada a losgrandes cataclismos del diluvio (Gn 6-8) y de la división de la tierra en tiemposde Peleg (Gn 10). Y en todo momentopodemos desentrañar las falacias deaquellos sistemas de interpretación de larealidad edificados sobre la premisa dela autonomía del hombre y de la nega-ción a priori de Dios y de Su acción enla Historia, en Creación, Providencia yJuicio.

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En el debate Creación/Evoluciónsuelen alegar los evolucionistas que elargumento creacionista se basa en pre-sentar puntos en los todavía no se hapodido descubrir la realidad científica,y que el avance de los conocimientos haido reduciendo cada vez el terreno otor-gado a Dios. Sostienen ellos que la atri-bución a Dios de ninguna acción esfruto de la ignorancia. Pero no es así. Elargumento creacionista ha ido fortale-ciéndose con la acumulación de cono-cimientos. En el siglo pasado se sabíaalgo acerca de los principios de la con-ducta de la materia, de los sistemasquímicos, etc. Ahora sabemos, pormedio del estudio de las propiedadesfisicoquímicas de los sistemas quími-cos, cómo funcionan estos sistemas. Ylo que sabemos es que impiden el origende la vida al azar. Dar más tiempo sig-nificaría sencillamente más oportunidadpara alcanzar el equilibrio si es que paraempezar este equilibrio no existía. Unequilibrio que es la muerte

No podemos pretender ignorancia

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delante de esto. El origen de la vidatiene su origen no por azar. La únicaforma de llegar a la vida con su inhe-rente improbabilidad (imposibilidad anivel supercósmico) es reducir la impro-babilidad por medio de un direcciona-miento de los procesos, de una aplica-ción de una dirección inteligente.

De una manera muy limitada, es asícomo actúan los científicos para em-prender la síntesis de proteínas, enzi-mas, etc. Y, sin límites de ningún tipo,por el poder de Su Palabra, Dios creó lossistemas vivos en el principio, con todossus mecanismos cuidadosamente equi-librados, retroalimentados, intrica-damente concatenados, y perfectamentefuncionales.

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Uno de los argumentos que se presentanen contra de la explicación que nos dala revelación del origen del Universo, dela vida y del hombre es que su acepta-ción daría fin a toda la empresa de in-vestigación acerca de estas cuestiones ydetendría la actividad de la Ciencia.Naturalmente, es cierto que pondría fina todos los estudios especulativos acer-ca de los orígenes del cosmos en gene-ral: o sea, a la COSMOGONÍA. Pero esto noes cierto respecto a la investigación dela estructura, funcionamiento e interre-laciones del cosmos: o sea, la COSMO-LOGÍA. Este seguiría siendo un campolegítimo de estudio; y no solo legítimo,

sino además ordenado por el «mandatocultural» de Dios al hombre en Génesis1:28. Así, el argumento que se esgrimedesde el Establecimiento Científico esque de entrada el hombre no puede, nodebe, aceptar nada que coarte la búsque-da autónoma del conocimiento, no sólode la operación del mundo que le rodea,sino también de sus orígenes. Ya deprincipio, metodológicamente, se re-chaza de plano una revelación de losorígenes. Y ello con independencia deque la revelación sea cierta o no. Es elconcepto mismo de revelación lo que seconsidera inaceptable.

Mediante el desarrollo de sus estu-dios y actividades y mediante la aplica-ción de los conocimientos atesorados

La firma del Creador. Traducción de «The Creator's Signature», un artículo de WilliamOvern, publicado originalmente en Bible-Science Newsletter, vol. 20:1, Ene. 1982,págs. 1-2. © 1982 Bible-Science Association, 2911 East 42nd Street, Minneapolis,MN. 55406, USA.

Los siguientes tres artículos dan una visión del impacto del giro radical en la concep-ción de la física moderna, del debate entre determinismo e indeterminismo y lacrucial cuestión del reduccionismo, y de la irrupción del misticismo oriental en laescena académica actual en diversos ámbitos, y del intenso impacto consiguientedel llamado movimiento de la «Nueva Era» en todas las esferas. Estos artículosguardan un cierto orden, en el que aparecen aquí:La Fe y la Nueva Física. Traducción de «Faith and the New Physics», por Nancy

Pearcey, publicado originalmente en Bible-Science Newsletter, vol. 23:1, Ene.1985, págs. 6-10. © 1985 Bible-Science Association, 2911 East 42nd Street,Minneapolis, MN. 55406, USA.

Oriente se encuentra con Occidente en la Ciencia, traducción de «East Meets Westin Science», por Nancy Pearcey, publicado originalmente en Bible-ScienceNewsletter, vol. 23:2, Feb. 1985, págs. 7-12. © 1985 Bible-Science Association,2911 East 42nd Street, Minneapolis, MN. 55406, USA.

Oriente se encuentra con Occidente en la Educación. Traducción de «East MeetsWest in Education», por Nancy Pearcey, publicado originalmente en Bible-Science Newsletter, vol. 23:2, Feb. 1985, págs. 10-11. © 1985 Bible-ScienceAssociation, 2911 East 42nd Street, Minneapolis, MN. 55406, USA.

Sobre «La Muerte de Darwin en South Kensington». Adaptación por Santiago Escuainde un extracto de un artículo de Wilbert H. Rusch, Sr., «Reflections In My FinalYears as President of the Society», aparecido originalmente en Creation ResearchSociety Quarterly, vol. 24:2, Sept. 1987, pág. 73. © 1987 Creation Research Society,P.O Box 14016, Terre Haute, IN. 47803, USA.

Traidores a la Verdad: Fraude y Engaño en los salones de la Ciencia. Traducciónde «Betrayers of Truth: Fraud and Deceit in the Halls of Science», reseña por eldoctor Jerry Bergman del libro del mismo título, de William Broad y Nicholas Wade(Simon and Schuster, New York), 256 págs, aparecida originalmente en CreationResearch Society Quarterly, vol. 21:2, Sept. 1984, págs. 89-91. © 1984 CreationResearch Society, P.O Box 14016, Terre Haute, IN. 47803, USA.

Cita CitableEn contra de lo que escriben la mayor parte de los científicos, el registrofósil no respalda la teoría darwinista de la evolución, porque es estateoría (hay varias) la que empleamos para interpretar el registro fósil. Alactuar de esta manera, nos hacemos culpables de razonamiento encírculos si luego decimos que el registro fósil respalda esta teoría.

Ronald R. West, Ph.D. «Paleontology and uniformitarianism»,Compass, vol. 45, mayo de 1968, pág. 216.

Impreso en los Talleres Gráficos de laM.C.E. Horeb, E.R. nº 265 S.G. —Polígono Industrial Can Trias, C/Ramon Llull, s/n

08232 Viladecavalls (Barcelona)Depósito Legal: B. 2.345-1992

Documentación y maquetación:SEDIN, Servicio Evangélico de Documentación e InformaciónApartado 2002 • 08200 SABADELL(Barcelona) España

Vol. 1 • No. 2 — Primavera 1994

Publicado por Ediciones Ebenezerpara Coordinadora Creacionista

Ediciones EbenezerApartado 2013108080 Barcelona • España

Comité de Referencia:

Área de Antropología y Estadística: Francesc ClosaÁrea de Biología: Jonathan CotsÁrea de Ciencias Médicas: Josep Borràs • Sebastián Cruz • Carles

PujolÁrea de Física: Jorge Martín • Daniel PujolÁrea de Química: Santiago EscuainHistoria de las Ideas: Rubén Gómez

Génesis - Archivo documental presen-tado por Coordinadora Creacionista.

[Creación – 2a. Época]© Copyright 1994 por Coordinadora

CreacionistaApartado 9204108080 BarcelonaEspaña

Director general: Santiago Escuain

Asesoría literaria: Esther Ayala

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4 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

acerca de la operación de los sistemasdel mundo que le rodea, el hombre hapodido aplicar muchos de estos conoci-mientos a su manipulación en el procesoproductivo, agrícola e industrial. El re-sultado, durante el siglo XX, y con inde-pendencia de las actividades destructo-ras como guerras, matanzas, extermi-nios, etc., ha sido ambivalente. Al ladode innegables beneficios materialesdebidos a la empresa científica y técni-ca, se ha dado también una degradaciónen muchos aspectos. La contaminacióndel medio, por los residuos industrialesy energéticos, el envenenamiento debi-do a pesticidas, todo ello y mucho más,muestra un aspecto desolador. Y lasmuchas conferencias y simposios noparecen hallar la respuesta a ello. A laluz de lo anterior, no deja de ser irónicolo que sigue:

El Pabellón de las Naciones Unidasen la Expo de 1986 en Vancouver… presentaba los problemas de laamenaza de colapso ecológico y deguerra nuclear, y luego se lamenta-ba en las palabras del difuntoBuckminster Fuller que «la naveespacial Tierra» no había sido en-tregada con un «manual del opera-dor». Este manual lo provee eldiseñador y fabricante de un pro-ducto para servir de ayuda en el usoapropiado de este producto para el

propósito con que ha sido hecho.Esto es precisamente lo que la Bi-blia afirma ser de manera singular,y los que niegan la existencia delCreador tendrán que lamentarsiempre la ausencia de un manualde instrucciones del fabricante.3

Este apuro en que se encuentra elhombre no se debe a negligencia algunadel Fabricante, ni a su inexistencia, quees lo que se implica en la postura de lasNaciones Unidas. Se podría comparar alapuro en que se pudiese encontrar elcomprador de un ordenador compatibleque al recibir las cajas desdeña losmanuales como indignos de su graninteligencia y los echa a la basura por-que quiere investigar por sí mismo elfuncionamiento del ordenador y de losprogramas incluidos con el mismo.Empieza a ensayar y a manipularlo, lodeja averiado con sus chapuceos, ¡yluego quiere excusar sus fallos acusan-do falsamente a la compañía de no ha-berle dado la ayuda necesaria!

No, no se puede pretender una or-gullosa independencia y luego lamen-tarse de los frutos de esta orgullosaindependencia. El gran problema delhombre no es científico, ni técnico. Esmoral. La contaminación no está sólo enlos mares, lagos y en los bosques casidestruidos por la lluvia ácida. La con-taminación surge del corazón humanosublevado contra su Creador. La conta-minación se extiende como una manchapor toda la sociedad mediante el reinadode la mentira. Un reinado de la mentiraque impregna todos los ámbitos, desdela ciencia hasta la política, y que hizodecir al distinguido Director de la revis-ta Tribuna, en un profético editorialtitulado «La mentira está barata»:

Quizá el fin del mundo consista enque todos nos pongamos a decir laverdad. O, por no trepar a tan altametafísica, que todos nos conjure-mos para no decir mentiras. Peronadie desea el fin del mundo.4

«Nadie desea el fin del mundo.»Esta es una declaración solemne.¿Quién no desea el fin de este mundode engaño mutuo en todas las áreas dela vida, de espaldas a Dios y a la rea-lidad, de corrupción y contaminaciónmoral, vital y física, de enfermedad ymuerte? Los que no desean el fin de estemundo son los que aman y hacen lamentira.

¿Qué dice el menospreciado «Ma-nual del operador» del planeta Tierraacerca de todo esto? Dice la Biblia que«la creación fue sometida a vanidad, nopor su propia voluntad, sino a causa deaquel que la sometió, en la esperanza deque la creación misma será tambiénliberada de la esclavitud de la corrup-ción a la libertad de la gloria de los hijosde Dios» (Romanos 8:21-22). Anunciaun juicio de Dios, «el tiempo de juzgar… y de destruir a los que destruyen latierra» (Apocalipsis 11:18), y la crea-ción de cielos nuevos y de tierra nueva,de donde quedará excluido «todo aquelque ama y hace mentira» (Apocalipsis22:15). Anuncia también un camino deesperanza totalmente abierto a todos:

Porque de tal manera amó Dios almundo, que ha dado a su Hijo uni-génito, para que todo aquel que en élcree, no se pierda, mas tenga vidaeterna (Juan 3:16).

Esto puede parecer infantil. Sí, ya lodijo Jesucristo: «De cierto os digo, queel que no reciba el reino de Dios comoun niño, no entrará en él» (Marcos10:15). Y es que

En el mundo académico eintelectual moderno

Aquello que es impensable ycensurado

no lo es por irrazonable,sino por indeseado.

Y Aquello que es Impensable—la Realidad de Dios como

Creador,la Inexorabilidad de Dios como

final Juez,El Amor de Dios que al

arrepentimiento llamay que en Jesucristo al arrepentido

la Salvación ofrece—,es la verdad —no deseada,

odiada y escarnecida:Pero es la VERDAD.

Notas

1 Darby, J. N., «Science and Scripture», en TheCollected Writings of J. N. Darby, Vol. 31,págs. 139-141.

2 De anima, 52.3 Hunt, Dave. Más allá de la Seducción (Publi-

caciones Portavoz, Grand Rapids 1994),cap. 5.

4 «Editorial», Tribuna, 7 de febrero, 1994,pág. 5.

«Quizá el fin del

mundo consista en

que todos nos

pongamos a decir la

verdad. O, por no

trepar a tan alta

metafísica, que todos

nos conjuremos para

no decir mentiras.

Pero nadie desea el

fin del mundo.»

[Conclusión de uneditorial de Tribuna,7 de febrero de 1994.]

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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La Firma del CreadorUn fenómeno físico universal da evidencia de la creación súbita

de las rocas del basamento cristalino de la tierra

por William Overn

INTRODUCCIÓN

Un creacionista podría sentirsetentado a ceder a sus incli-naciones y a especular acerca

de la posibilidad de descubrir algunamarca identificadora sobre la tierra queestableciese más allá de toda duda quehabía sido producida por el acto cons-ciente del Creador. Quizá pensaría entérminos de un instrumento semejantea la placa del fabricante que mostraseel origen de la tierra. Este instrumentohabría de ser tan convincente que nopudiese ser malinterpretado. Habría deser tan monumental que no pudiesehaber sido falsificado por ninguna ac-ción humana. Sus inscripciones ha-brían de estar escritas en un lenguajeque pudiese ser comprendido de unamanera tan universal que nadie pudieseequivocarse acerca de su significado.Finalmente, habría de ser accesible deuna forma tan universal que nadie conconocimiento pudiese negar su existen-cia de una manera racional, a diferen-cia del arca de Noé, que a pesar de unagran cantidad de evidencia de su exis-tencia en la cumbre de Ararat, apenassi recibe reconocimiento.

Hasta ahí con este deseo volunta-rioso. No es de esperar que el Creadorhaya dejado tal monumento. Sin em-bargo, hay un fenómeno que sí da lamayor parte de los rasgos dados en elpárrafo anterior. El medio es las rocasbasales de la tierra — la capa rocosaque subyace a las capas sedimentarias.¡Es un medio desde luego inmune a lafalsificación! Las inscripciones sonnumerosas, y aunque no se encuentranen todas partes, sí se encuentran tanfrecuentemente que se estima que hayquizá unos mil billones de ellas.

Estas pequeñas firmas dan un men-saje similar a las marcas de agua en elpapel de alta calidad, esto es, llevanuna marca de fábrica que se aplica enel proceso de producción, sin posibili-dad de que hayan sido añadidas conposterioridad. Aunque no arrojan luzsobre el proceso mismo de producciónde la capa rocosa basal, estas marcas de

fábrica sí indican que el proceso produ-jo las rocas en forma sólida, sin ningu-na etapa inicial de vapor o líquida. Fi-nalmente, estas diminutas «marcas defábrica» cuentan una historia en el idio-ma de la serie de desintegraciónradiactiva, un sistema comprendidouniversalmente, por cuanto sólo se pre-cisa del conocimiento más elementalde la radiactividad para leer el mensajede estas firmas.

Es mucha la cantidad de conoci-miento acerca de la desintegraciónradiactiva, y, naturalmente, hay mu-chos misterios aún no desentrañados.Los siguientes y sencillos hechos sontodo lo necesario para comprender elresto de este artículo.

El uranio es radiactivo; se transfor-ma en plomo. Hay varios tipos de ura-nio y varios tipos de plomo. Estos di-ferentes tipos se llaman isótopos, loscuales difieren entre ellos por su gradode radiactividad así como por su pesoatómico. Por ejemplo, el uranio-238 esel isótopo de uranio con un peso atómi-co de 238 unidades atómicas, y se de-signa así: 238U. Este se transforma enplomo 206, o 206Pb. Hay muchos otrosisótopos radiactivos. Por ejemplo, el235U se desintegra a 207Pb y el 232Th(Torio-232) se desintegra a 208Pb.

Cada uno de estos procesos de des-composición se llama una serie de des-integración radiactiva, porque en elproceso hay varios pasos. El elementoinicial, por ejemplo el 238U, se llamapadre, y el elemento producido, en estecaso el 206Pb, recibe el nombre de des-cendiente. Hay varios elementos des-cendientes intermedios en la serie del238U entre el 238U y el 206Pb. Se mues-tran en la Tabla 1.

La tasa en la que cada padre sedesintegra para formar su descendientese conoce con bastante precisión. Laforma más cómoda de designar estatasa es mediante la vida media, el tiem-po preciso para que se transforme lamitad de cualquier cantidad original.No intentamos definir el tiempo preci-so para la transformación de la canti-dad total, porque, ¿cuántas veces pode-mos cortar algo por la mitad hasta quedesaparezca todo? Las vidas mediasaparecen también en la tabla.

El mecanismo de la desintegracióninvolucra por lo general la emisión deuna pequeña parte del átomo a granvelocidad. Este proyectil es la «radia-ción» asociada con la radiactividad.Por lo general, se trata de un átomo dehelio, que tiene un peso atómico de 4unidades, y que en la jerga atómica

TABLA I

Símbolo Isótopo Vida media Emisión

238U Uranio-238 4,55 x 109 años Alfa234Th Torio-234 24,1 días Beta234Pa Protoactinio-234 1,14 minutos Beta234U Uranio-234 235.000 años Alfa230Th Torio-230 80.000 años Alfa226Ra Radio-226 1.660 años Alfa222Rn Radón-222 3,85 días Alfa218Po Polonio-218 3,05 minutos Alfa214Pb Plomo-214 26,8 minutos Beta214Bi Bismuto-214 19,7 minutos Beta214Po Polonio-214 15 x 10-5 segundos Alfa210Pb Plomo-210 22,2 años Beta210Bi Bismuto-210 4,97 días Beta210Po Polonio-210 139 días Alfa206Pb Plomo-206 (Estable) (no radiactivo)

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recibe el nombre de partícula alfa.Cuando se emite este 4alfa, el átomopadre se convierte en el descendiente, ytendremos que su peso atómico ha que-dado reducido en 4 unidades. En todoslos casos de la Tabla I en los que nohay cambio de peso, se debe a que laspartículas emitidas son electrones,cuyo peso es despreciable. En jergaatómica estos electrones emitidos reci-ben el nombre de partículas beta.

Si un isótopo determinado es másintensamente radiactivo, se desinte-grará más rápidamente y emitirá el pro-yectil con mayor energía. De maneraque los isótopos con una vida mediamás corta proyectan su radiación conpoder más penetrante en el materialque les rodea.

Unas pequeñas manchas que apare-cen en los cristales de las rocas puedenser una de las mejores evidencias hastala fecha de la creación repentina de latierra tal como se registra en las Escri-turas. Estas manchas, llamadas «halospleocroicos», se pueden describir comoesferas de decoloración en la roca conuna pequeña inclusión de una partículaen el centro. Si la roca se corta osecciona con cuidado, de modo que lainclusión esté precisamente en la su-perficie, las manchas aparecen comocírculos concéntricos alrededor de lainclusión. Un estudio de estos anillos,particularmente por parte de RobertGentry,1,2,3 ha revelado una sorpren-dente información acerca de las rocasdel basamento de la tierra.

El término «halo pleocroico» eserróneo. Estos halos fueron descubier-tos al principio en cristales pleocroicos.En este caso el término se refiere a un

material en el que varios colores de laluz penetran a diferentes distancias delcristal dependiendo de la dirección.Pero ahora se sabe que estos halos apa-recen también en otros materiales.

El examen de los halos ha llevadoa una explicación que involucra la des-integración radiactiva. Las partículasalfa procedentes de elementos radiac-tivos en la inclusión han decolorado laroca y formado el halo. Las partículasalfa de un elemento determinado, todasellas poseyendo la misma energía, pe-netran todas a distancias idénticas, de-jando un borde abrupto del halo. Elcaso general es que una inclusión con-tenga más de un isótopo radiactivo,teniendo cada uno de ellos una diferen-te energía de partícula alfa. Así, se pro-duce una serie de anillos concéntricos,y cada uno de ellos representa unaenergía determinada de la partícula alfaasociada con el mismo. Muchos proce-sos de desintegración radiactiva bienconocidos se pueden identificar en loshalos observando los varios anillos ylos niveles de energía asociados con losmismos.

En los radiohalos se han observadovarias de las diversas series radiactivas,que por lo general tienen un anillo aso-ciado con cada elemento intermedio.(En algunos casos, dos o más elemen-tos intermedios tendrán valores de par-tícula alfa tan cercanos que compartenlos mismos anillos.) Lo mismo que unahuella digital, los halos característicosidentifican el elemento o elementosradiactivos en la inclusión.

La serie del uranio-238 es el ejem-plo más bien conocido. Si relaciona-mos los elementos emisores alfa en la

serie (dejando de lado los emisoresbeta que a menudo no dejan halos), ob-servamos que disminuyen en su pesoatómico por 4 unidades, el peso de lapartícula alfa: 238U, 234U, 230Th, 226Ra,222Rn, 218Po, 214Po, 210Po y, finalmente,el 206Pb no radiactivo (Véase Tabla I).Muchos de estos halos han sido estu-diados; aparecen principalmente en lasmicas, pero también en granito y otrasrocas.

Aunque los halos fueron descubier-tos hace cien años (antes que pudiesedarse una explicación radiactiva), essólo en tiempos recientes que ha sidoposible su análisis completo. Por me-dio del empleo de un moderno instru-mento llamado microsonda iónica, sepueden analizar las inclusiones micros-cópicas mismas.

La microsonda iónica es un peque-ño milagro de la era espacial. Se enfocauna corriente microscópica de electro-nes a alta velocidad al punto precisoque está siendo investigado. Estos elec-trones hacen desprender átomos indivi-duales de la muestra, que son atrapadosy conducidos por el campo magnéticode la sonda. Observando la fuerza elec-tromagnética necesaria para desviar elátomo, se puede medir su peso y deesta manera se establece su identidad.También se pueden contar los átomos,con lo que se mide la abundancia rela-tiva de cada átomo en la muestra mi-croscópica.

En los halos de la serie del uranio,los análisis de microsonda muestran lasproporciones esperadas de los varioselementos en la serie, incluyendo elproducto final, el plomo, lo que da unaadicional confirmación de nuestro co-nocimiento acerca de las vidas mediasde los elementos en esta serie.

Estos sorprendentes halos —yGentry ha informado de que aparecencon frecuencia— corresponden a ele-mentos descendientes en una serie enla que están ausentes los elementospadres. Esto tiene como primera impli-cación que en estos casos los llamadosdescendientes fueron producidos en lageneración primordial (creación) de lasrocas, y no por un proceso de desinte-gración radiactiva. En otras palabras,cuando la tierra fue creada, se crearonalgunos elementos del tipo descendien-te, en lugar de ser formados más ade-lante por la desintegración de los pa-dres. En la serie del uranio, lasimplicaciones son todavía más impre-sionantes.

210Po

218Po

214Po

Representación tridimensional de loshalos de una serie de polonio.

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Génesis — Vol. 1 - Nº 2 7

Estos halos suelen ser firmas delpolonio-218. Los análisis de micro-sonda de la inclusión revelan una pre-ponderancia de plomo-206, el esperadodescendiente del polonio-218, ¡pero nohay elementos de la serie por encimadel polonio! En base de las actualesteorías cosmológicas de la formaciónde la tierra y de la formación de lasrocas basales, sería impensable hallaren la inclusión el polonio-218, 214 y210, isótopos todos ellos patentes en elhalo, si no hay un padre de vida medialarga para producirlos, por cuanto susvidas medias son tan cortas que nodejarían ni traza en menos de 100 años.Lo más sorprendente es que la vidamedia del polonio-218 es de 3 minutos.

Si nos limitamos a pensar científi-camente en términos de mecanismosque conozcamos, estas inclusionestienen que haber entrado en la rocacuando fueron formadas. Las rocasdeberían haber adquirido pronto unestado sólido poco después de la for-mación para que quedase suficientepolonio-218 para formar el halo co-rrespondiente. La partícula alfa deco-lora roca sólida, pero no dejaría unamarca permanente en un líquido. Enveinte vidas medias, la concentraciónquedaría reducida por un factor de

más de un millón, lo que para elpolonio-218 es una hora. Evidente-mente, no hay mecanismo que dé lu-gar al proceso actualista de formaciónde las rocas a partir de un estado ori-ginal líquido. (Estamos hablando delas enormes rocas basales de la tierra,

conscientes de sus implicaciones. Sehan dado algunos intentos de explica-ciones alternativas inventando nuevosmodelos para explicar los halos.Gentry prosigue investigando las pre-dicciones observables de todos losmodelos viables que se proponen. Has-ta la fecha, la evidencia objetiva los hadesacreditado todos.

Los creacionistas apenas podían es-perar una evidencia más gráfica de lacreación. Es como si el Creador hubie-se dejado Su firma esparcida por lasrocas, como una marca de fábrica, paraproclamar el repentino proceso crea-dor. En términos de todo el actual co-nocimiento científico, no hay otra ex-plicación racional disponible.

REFERENCIAS

1 Gentry, Robert V. «Radioactive Halos.»Annual Review of Nuclear Science. Vol. 23,1973, pág. 347.2 Gentry, Robert V. «Radiohalos in a Radio-chronological and Cosmological Perspective.»Science, Vol. 184, pág. 62-66. 5 abril, 1974.3 Research Communications Network. Break-through Report, pág. 3. 10 Febrero, 1977.

Fuente: Bible-Science Newsletter,enero 1982, pags. 1ss.

que precisarían de años para enfriarsede líquido a roca.) La sencilla eviden-cia de los halos es que las rocas delbasamento fueron formadas repenti-namente, ¡y en estado sólido!

Se está concentrando más y más laatención en estos hallazgos, según loscientíficos actualistas se van haciendo

Halo de tres anillosde polonio «sin padre»

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LA RACIONALIDAD DE LA REVELACIÓN • Derek Bigg

En este ensayo, el autor demuestra que «la razón humana, cuando tiene la última palabra, llevafinalmente a la irracionalidad. Los pensadores modernos no han hecho caso de la lecciónimplícita en la filosofía de Hume, que demostró ya en el siglo XVIII que el argumentoracionalista sólo puede producir resultados absurdos. Tampoco se han parado a analizar debi-damente las implicaciones del romanticismo, que protestó contra el racionalismo de la Ilustra-ción, pero que se acercó peligrosamente al extremo opuesto, o sea, a la irracionalidad.»

Hoy estamos pagando el precio de no haber aprendido de la historia. El humanismocontemporáneo sigue exaltando la razón, mientras que el existencialismo ha hecho explícito elirracionalismo implícito en el movimiento romántico. Pero ninguna de estas filosofías, que ledan la espalda a Dios, pueden dar satisfacción ni solución a los grandes problemas de la vida.Es preciso volver a la racional revelación de Dios, que nos da el conocimiento de la realidadtrascendente y eterna. 93 págs. Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1973.

EL ORIGEN DEL SISTEMA SOLAR

John C. Whitcomb, Jr., Th. D. y Harold S. Slusher, D. Sc.

Tenemos aquí un excelente análisis de las diferentes y mutuamente exclusivas teorías natu-ralistas acerca del origen del Sistema Solar, exponiendo las múltiples contradicciones en quese hallan sumidas. Se documenta, además, la invalidez de todas ellas. Se hace asimismo unaconsideración de la posición epistemológica de la teoría de «la doble revelación» y delracionalismo subyacente a ella. Con un apéndice sobre «la edad del Sistema Solar», por elgeofísico doctor Slusher. 68 págs., Ed. CLIE, Terrassa (Barcelona) ESPAÑA, 1980.

ISBN 84-7228-547-2

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Newton • Einstein • Heisenberg

La Fe y la Nueva FísicaDeterminismo, Indeterminismo y Reduccionismo

Nancy Pearcey,Redactora investigadora

«La idea del milagro se nos ha he-cho imposible debido a que enten-demos la naturaleza como un de-curso legítimo, y por ello tenemosque entender el milagro como unacontecimiento que quebranta estecontinuo legítimo. Esta idea … noes aceptable ya aceptable para no-sotros» (citado en Shubert Ogden,Christ Without Myth, pág. 33).

«Es demasiado tarde en la actuali-dad para despachar la cuestión di-ciendo que “los milagros son impo-sibles”.… La ciencia adopta unavisión mucho más humilde y verda-dera de la ley natural de lo que eracaracterístico en tiempos anterio-res. … la Naturaleza no es un “sis-tema cerrado”, y los milagros noconstituyen “intrusiones” en un“orden establecido”» (VincentTaylor, The Formation of theGospel Tradition, pág. 135).1

¿Qué tiene que ver la física con la re-ligión? «Nada», responderían muchos;y hasta cierto punto tienen razón. Lafísica es una ciencia y no puede decir-nos nada acerca de la realidad no ma-terial — como detalles acerca de laexistencia de Dios.

Sin embargo, las dos citas que en-cabezan este artículo muestran que laciencia juega un papel en la discusiónreligiosa, porque son pocas las reli-giones cuyas declaraciones se limitenal ámbito de lo espiritual: dan unmarco general para la totalidad de larealidad. Por cuanto las enseñanzasde la religión son dirigidas a personasque viven en el mundo natural, nopuede evitar hacer algunas declara-ciones acerca del mundo al describirla forma en que sus seguidores han decreer y vivir.

Por ejemplo, el hinduismo enseñaque el mundo físico es una ilusión. Lamayor parte de las formas de pan-teísmo enseñan que el universo es eter-no. El cristianismo enseña que el uni-verso es creado, y por ello real (no unailusión) pero finito (no eterno). Cada

concepción del mundo, incluyendocada concepción religiosa del mundo,incluye alguna filosofía de la naturale-za. A este nivel, puede interactuar conlo que aprendemos acerca del mundomediante las ciencias naturales.

Por otra parte, la física no está limi-tada tampoco de manera estricta a de-claraciones científicas. Lo que creemosacerca del mundo físico tiene implica-ciones para los mundos orgánico, so-cial y mental, por cuanto todos estosdescansan sobre el físico.

La física no se puede separar deotros campos del conocimiento huma-no, porque las teorías científicas sonsiempre formuladas desde dentro de laconcepción general que el científicotiene del universo. Así, como escribe F.S. C. Northrop, cada teoría científica«reposa sobre presuposiciones filosófi-cas, además de físicas».2 Reposa sobrepresuposiciones acerca de lo que es lamateria y de cómo la podemos conocer— sobre lo que los filósofos llamanontología y epistemología. Cuando unateoría es verificada, sus presuposicio-nes filosóficas se consideran asimismoverificadas.3

A su vez, estas presuposiciones fi-losóficas «generan una mentalidad per-sonal y social», prosigue diciendoNorthrop — una mentalidad que puedeser «muy diferente de, y en ocasionesincompatible con», la religión, tradi-ción o valores de quien sea.

En resumen, no se pueden aplicarlos instrumentos de la moderna físi-ca sin introducir, más tarde o mástemprano, su mentalidad filosófica,y esta mentalidad, al capturar a lajuventud científicamente instruida,trastorna las antiguas lealtades mo-rales familiares y tribales.4

Northrop trata en esta sección acer-ca de los problemas que surgen con laintroducción de la ciencia moderna ensociedades no occidentales. Pero estadescripción se ajusta también al cursogradual del secularismo en la culturaoccidental, en su gradual arrincona-

miento de la influencia del cristianismoen nombre de la ciencia.

Las conclusiones filosóficas a quellegan los científicos pueden ser o biencompatibles o bien incompatibles conla perspectiva cristiana de la naturalezay de la esencia humana. Los lectores deesta revista, con su interés en el debatecreación/evolución, saben ya cuán cier-to es esto en la biología y en las cien-cias históricas. En este artículo exami-namos la transición de la física newto-niana a la relatividad y a la mecánicacuántica. La cuestión que tenemos antenosotros es, ¿qué impacto tiene —si lotiene— la revolución en la física sobrela fe cristiana?

L A M Á Q U I N A

N E W T O N I A N A

D E L U N I V E R S O

La visión newtoniana del mundo nofue la visión personal de Newton.Newton mismo era un devoto cristianoy creía que las leyes naturales que éltan bien describió habían sido estable-cidas y eran sostenidas por Dios. No sehabría sentido cómodo en lo que loshistoriadores llaman la Edad Newto-niana con su escepticismo religioso ysu visión mecanicista del mundo.

El mecanicismo es la filosofía deque toda la realidad está gobernadaúnicamente por fuerzas mecánicas.Mantiene que el mundo es como unagran máquina y que puede ser entendi-do enteramente en términos de leyes decausa y efecto. Todo el universo estádeterminado por el movimiento de suspartículas. Uno puede, en principio,predecir de manera exacta el comporta-miento futuro de cualquier sistema co-nociendo su actual estado.

La filosofía mecanicista dominó elpensamiento de Occidente durante tressiglos enteros. Se extendió a todos losfenómenos, incluyendo la vida, el pen-samiento humano y las emociones, y laactividad de Dios en el mundo. Condu-jo a una crítica destructiva de la Bibliaque alcanzó su punto culminante en elsiglo diecinueve.

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Si el universo es una máquina, sedecía, es imposible que ocurra nadaque no sea explicable por ley natural.Las leyes de la naturaleza son invio-lables; no admiten excepciones. Talcomo escribió Buchner en Force andMatter: «Las leyes naturales son inmu-tables. … En nuestro día podemos de-cir, con la más absoluta veracidad ycon la mayor de las certidumbres cien-tíficas: No hay nada de milagroso en elmundo.»5

El concepto de Darwin de evolu-ción permitió que el mecanicismo seextendiese a toda la realidad. Darwinafirmó que no sólo los procesos físicos,sino también los procesos de la vidaestán totalmente determinados por cau-sas naturales. Los conceptos del cristia-nismo tradicional —alma, voluntadmoral, ángeles, Dios— fueron relega-dos a lo imaginario, y en muchos paí-ses europeos se desarrolló una hostili-dad abierta contra la religión. La fuerzay la materia debían ser consideradas lasrealidades últimas. El cuerpo no nece-sita alma, y el universo no necesita aDios.

La c r í t i ca b íb l i ca

La crítica bíblica del siglo diecinueveaceptó los decretos de la filosofíamecanicista. Comenzó con la presu-posición de que el orden fijo de lanaturaleza no puede ser alterado. Lateología liberal resultante fue un in-tento de tener religión sin lo sobrena-tural.

Uno de los más destacados repre-sentantes de esta clase de crítica esRudolf Bultmann. Tan recientementecomo 1958, escribió:

El hombre moderno reconoce comorealidad sólo aquellos fenómenos deacontecimientos que son integrablesdentro del marco del orden racionaldel universo. No reconoce los mila-gros porque no concuerdan dentrode este orden legítimo.6

Y parece que lo que el «hombremoderno» no reconoce, el teólogo seha de librar de ello. Si, como diceBultmann, «un hecho histórico queinvolucra una resurrección de losmuertos es totalmente inconcebible»,7

entonces nosotros debemos idear unconcepto no sobrenatural de la resu-rrección. De esta manera la idea quetiene el crítico liberal de la ciencia con-

duce a una reformulación de doctrinascristianas distintivas.

Una re l i g iónde la na tu ra leza

El mecanicismo afectó profundamenteasimismo las teorías sociales: si lasacciones humanas están controladaspor la ley natural, desaparecen los con-ceptos de libre albedrío, pecado y res-ponsabilidad moral. Surgió una canti-dad de teorizadores (entre ellos Marx yFreud los más destacados) que expusie-ron que la voluntad y la elección sonilusiones, y que estamos totalmentecontrolados por fuerzas económicas,biológicas, u otras.

De hecho, el mecanicismo devinoun dogma que todo lo abarcaba. ErnstMach, un eminente físico del siglo die-cinueve, se quejaba: «Podemos ver quelos físicos están bien de camino a con-vertirse en una iglesia.»8 Hasta los nocientíficos, escribe Jerome Frank, lle-garon a aceptar el determinismo cientí-fico como «la totalidad de la realidad»:así es como «llegó a ser una fe, unareligión».9

E L F I N D E L

D E T E R M I N I S M O

La revolución de la física en el sigloveinte fue de esta manera nada menosque la destrucción de una fe.

Durante los trescientos años en losque el determinismo newtoniano domi-nó el pensamiento de Occidente, hubo,desde luego, algunas voces disconfor-mes. La más destacable era la de laiglesia, que reconoció pronto la amena-za que significaba para sus doctrinas.

De vez en cuando fueron surgiendoretos de otros sectores, como losvitalistas, románticos e idealistas. Peroninguno de ellos pudo detener la intro-ducción de la filosofía mecanicista entodas las áreas del pensamiento. Laoposición, a fin de cuentas, procedía defuera de la ciencia — de la religión yde la filosofía. Y se interpretaba comooposición a la ciencia misma.

En el siglo veinte, por primera vez,el modelo del universo como una enor-me máquina fue atacado por precisa-mente los mismos científicos. DiceBertrand Russell: «Por primera vez enla historia, el determinismo está siendodesafiado por hombres de ciencia sobrebases científicas.»10 El reto proveníade la teoría de la relatividad y de la

mecánica cuántica.Tal como lo explica Sir Arthur

Eddington: «No se trata meramente deunos nuevos descubrimientos acercadel contenido del mundo: involucrancambios en nuestra manera de pensaracerca del mundo.»11 Lo que no estáclaro es exactamente cómo cambiannuestra manera de pensar. Está exten-samente aceptado que niegan eldeterminismo, al menos en áreas limi-tadas (en lo superrápido y losuperpequeño). Se sigue debatiendoqué otras consecuencias podríamos ex-traer de la nueva física acerca de lanaturaleza humana y de la teología.

Parece que todavía no se ha dichola última palabra. El propósito de esteartículo es informar al lector acerca delas cuestiones suscitadas por la nuevafísica, y de la gama de respuestas quese están ofreciendo. No entraremos endetalles científicos. Hay muchos y bue-nos libros sobre relatividad y mecánicacuántica disponibles al nivel del hom-bre de la calle. Más bien nos concen-traremos en los aspectos de estas teo-rías que parecen tener consecuenciasfilosóficas de interés para los cristia-nos.

L A C R E A C I Ó N D E L A

M A T E R I A

La materia es eterna —así lo enseñabaAristóteles en los comienzos de la filo-

Parece que lo que el«hombre moderno» no

reconoce, el teólogo ha derechazarlo. Si, como dice

Bultmann, «un hechohistórico que involucra unaresurrección de los muertos

es totalmente inconcebi-ble», entonces nosotros

debemos idear un conceptono sobrenatural de la

resurrección. De esta ma-nera la idea que tiene el

crítico liberal de la cienciaconduce a una

reformulación de doctrinascristianas distintivas.

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10 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

sofía occidental en la antigua Grecia.Sus argumentos fueron avivados a lolargo de los siglos siguientes siempreque la enseñanza cristiana acerca de lacreación se debilitaba. Incluso los gran-des pensadores de la Iglesia, comoTomás de Aquino, enseñaban que aun-que aceptamos la creación por la fe, larazón nos enseña que la materia ha deser eterna.

Esta idea consiguió la posición dedogma científico, sin embargo, cuan-do se formuló la ley de la conserva-ción de la materia. Se volvió en unapoderosa arma en manos de los quese oponían a la religión cristiana. Losescritos de Buchner son una buenailustración de ello:

Actualmente, la indestructibilidado permanencia de la materia es unhecho científico firmemente esta-blecido.… Aquellos que hablan deuna fuerza creadora independienteo sobrenatural que ha hecho evolu-cionar el universo fuera de sí mis-ma o de la nada se enfrentan con elprimero y más sencillo axioma deuna perspectiva filosófica de la na-turaleza.12

Entonces Einstein escribió E =mc2. Y de repente dejó de ser deshon-roso hablar de un comienzo para lamateria.

La masa, según descubrió Einstein,puede ser creada en base de la energía.De hecho, se trata de una mera formade energía. Es cierto que la energía essimplemente una fuerza impersonal, yno el Creador personal de la Biblia.13

También es cierto que la equivalenciade la masa y de la energía ha llevado alos científicos a la cosmología del BigBang, no a la creación divina. Pero lateoría de Einstein ha dado origen almenos a un clima intelectual más hos-pitalario para la afirmación cristiana deque hubo un origen último del universofísico. La idea de un principio ya no esridiculizada como contraria a la razón ya la ciencia.14

RELATIV IDAD — NO

RELATIV ISMO

Einstein negó los conceptos deNewton de tiempo y espacio absolu-tos. A velocidades superrápidas, eltiempo se enlentece y el espacio secontrae. En resumen, el tiempo y elespacio son relativos.

El efecto de la relatividad sobre lafísica ha sido devastador. Al contraerseel espacio, lo mismo sucede con todoslos instrumentos de medición. «Laconstancia de una escala de mediciónes la peña sobre la que se había edifi-cado toda la estructura de la física»,escribe Eddington, «y esta peña se hadesmoronado.»15

El efecto de esto sobre otras áreasde pensamiento ha sido el de apoyar elrelativismo — el rechazo de toda nor-ma absoluta o universal de verdad ymoralidad. Jaki se refiere a que «nopocos filósofos de la ciencia se apoya-ron deseosos en esto como la pruebasuprema de que todo era relativo».16 Anivel popular es cosa común encontrarpersonas que piensan que la teoría deEinstein da soporte al relativismo.

Esta extensión de la teoría de larelatividad, sin embargo, carece total-mente de justificación. Einstein teníasus propios absolutos. Él enseñaba, porejemplo, que la velocidad de la luz esla misma para todos los observadoresen todo lugar y en todo tiempo. NigelCalder escribe en Einstein’s Universe:

Muchas veces se dice de Einsteinque él sostenía que «todas las cosasson relativas». No era así. «Rela-tividad» es de hecho un nombre to-talmente inadecuado para esta teo-ría. Einstein consideró llamarlo dela forma opuesta: «Teoría de laInvariancia». Él descubrió lo queera «absoluto» y «fiable» a pesar delas aparentes confusiones, ilusionesy contradicciones producidas pormovimientos relativos o por la ac-ción de la gravedad.17

Un nuevo espac ioabso lu to

Acontecimientos muy recientes su-gieren que Einstein puede haberseequivocado, a fin de cuentas, al re-chazar el espacio absoluto. La ciencianewtoniana incluía el concepto de unéter impregnando todo el universo. Eléter constituía el punto de referenciaúltimo para todo movimiento, el espa-cio absoluto e inamovible. El experi-mento de Morley-Michelson se citaen todos los libros de física comoprueba de que no existe tal éter.Como resultado, los científicos llega-ron a la conclusión de que no haybase física para el espacio absoluto nipara el movimiento.

Pero ahora se ha encontrado unanueva base física para un marco dereferencia absoluto: es la radiación demicroondas de 3º K distribuida uni-formemente por el espacio. En la re-unión de 1984 de la Asociación Ame-ricana para el avance de la ciencia,División del Pacífico, Robert Gentrydiscutió esta nueva evidencia. Citó unartículo de V. F. Weisskopf, que ha-bía escrito:

Es cosa notable que estemos ahorajustificados en hablar de movimien-to absoluto y que podamos medir-lo.… La radiación de 3º K represen-ta un sistema de coordenadas fijo.Tiene buen sentido decir que un ob-servador está en reposo en sentidoabsoluto cuando la radiación de 3ºK aparece con las mismas frecuen-cias en todas direcciones. La natu-raleza ha proveído un marco dereferencia absoluto.

La significación más profundade este concepto —concluye di-ciendo Weisskopf— no está toda-vía clara.

«Con todos mis respetos a mieminente colega —replica Gentry—sugiero yo que el significado de estehecho no es en absoluto ignoto.…Está ahora claro que la existencia dela radiación cósmica de microondasfalsa de manera esencial los postula-dos fundamentales de la teoría de larelatividad.»18

El mismo ataque a la relatividadse encuentra en Thomas BarnesPhysics of the Future. «Los cosmó-logos emplean como un marco de re-ferencia absoluto la radiación demicroondas que se supone que “baña”el universo.»19 Cita a Martin Harwit,autor de Astrophysical Concepts: «Esinteresante que la presencia de uncampo de radiación así nos permitadeterminar un marco de reposo abso-luto.»20

Muchos podrán sentirse sorpren-didos de que las teorías de Einsteinno sean aceptadas por todos los cien-tíficos. Los que deseen más informa-ción sobre este tema pueden consultarel libro de Barnes para una lista par-cial de científicos que mantienen unaactitud crítica ante la teoría de larelatividad. Barnes propone solucio-nes alternativas a problemas moder-nos en la física, en base de un enfo-que newtoniano.

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Génesis — Vol. 1 - Nº 2 11

E L I N C I E R T O

U N I V E R S O

La ley causal básica de la físicanewtoniana es que el desarrollo decada sistema mecánico aislado quedadeterminado por su estado inicial. Suconducta futura puede ser predicha demanera precisa siempre y cuando unoconozca su actual posición y velocidad.

Precisamente es esta informaciónlo que es imposible obtener en lamicrofísica, en base de la mecánicacuántica.

Un electrón puede estudiarse sólocuando es excitado por un rayo de luz.Pero el electrón es tan sensible que laenergía de la luz es suficiente paraperturbar su curso. Esto suscita un pro-blema:

Si al estudiar el electrón empleamosluz de onda larga y baja energía, laperturbación será pequeña y la velo-cidad del electrón apenas si cambia-rá; pero la imagen será tan impreci-sa que no podremos determinar laposición del electrón. Por otra parte,si empleamos luz de una longitud deonda corta y de mayor energía, demanera que podamos precisar laposición del electrón, su movimien-to se hace impredecible.

Lo que esto significa es que «cuan-do con mayor precisión podamos de-terminar su posición, con tanta menorprecisión podremos determinar su ve-locidad, y cuando con mayor precisiónpodamos determinar su velocidad, contanta menor precisión podremos deter-minar su posición».21

Por cuanto el estado de una partí-cula es determinado a la vez por su po-sición y velocidad, nunca podremosconocer su estado de manera precisa. Ypor cuanto no estamos seguros de lopresente, no podemos predecir el futu-ro en base de leyes causales estrictas.Esto significa la caída del determi-nismo clásico y el surgimiento delindeterminismo o incertidumbre.

Podemos aún hacer prediccionesacerca de la conducta de grandes gru-pos de átomos. Pero estas prediccionesson meramente estadísticas —suposi-ciones acerca de lo que es más proba-ble que suceda. El mejor ejemplo co-nocido proviene de la desintegraciónradiactiva. Podemos calcular la tasa dedesintegración para cualquier elementoradiactivo determinado, pero se trata

meramente de una media estadísticadel tiempo necesario para que los áto-mos se desintegren. Por lo que respectaa los átomos mismos, no hay ningunaley conocida que determine cuándo unátomo determinado se desintegrará.

La perspectiva de la realidad quenos ha legado la mecánica cuántica esmuy diferente de la gran máquinanewtoniana. La historia no es la ejecu-toria mecánica de un movimiento derelojería, dice Hans Riechenbach enAtom and Cosmos; es «mucho másparecida a una partida continuada dedados, de modo que cada paso separa-do se corresponde con una nueva tira-da».22 El mundo no es causal, sino es-tadístico; en nuestro conocimiento notenemos certidumbres, sino sólo proba-bilidades.

CAMBIOMICROSCÓPICO

— LEY MACROSCÓPICA

¿Qué significa la anarquía de las partí-culas al nivel microscópico para losobjetos que encontramos normalmenteal nivel macroscópico? En la práctica,nada.

La mecánica cuántica no afecta anuestra observación de los aconteci-mientos en el mundo de los asuntoscotidianos. Como observa Barnes, latecnología se sigue basando en la físicanewtoniana. La ley causal queda sus-pendida sólo dentro del ámbito desdeluego circunscrito de las partículas ató-micas.

Pero la teoría cuántica desde luegosuscita cuestiones. ¿Puede mantenerseel determinismo para grandes cuerposcuando las partículas de las que estánconstituidos están indeterminadas? Es-tas partículas pueden jugar papeles de-cisivos. «Son precisamente la clase deacontecimientos que tienen lugar en losnervios y en el cerebro,» observaBronowski, y «en macromoléculas quedeterminan los rasgos que heredamos»(por ejemplo, las mutaciones).23

Además, aunque la física clásicasigue siendo pragmáticamente válida,«los principios que antiguamente laapoyaban se han desmoronado.»24 Lasleyes estadísticas, es cierto, siemprehan jugado un papel en la física, comoen la descripción del comportamientode los gases. Pero la presuposición eraque las leyes estadísticas que descri-bían la conducta de las grandes agrega-ciones de moléculas se derivaban de

leyes que regían la conducta de lasmoléculas individuales. Lo novedosoen la mecánica cuántica es la sugeren-cia de que las leyes estadísticas sonfinales — que los acontecimientos in-dividuales no están regidos por ley,sino por el azar.

Si en el pasado la presunta legitimi-dad de los comportamientos individua-les era el apoyo de la ley estadística,¿qué es lo que la sustenta ahora? Elproblema lo suscita el matemático yfilósofo Bertrand Russell:

Pero si el átomo individual es anár-quico, ¿por qué habría de darse estaregularidad en los grandes núme-ros?.… La teoría de la probabilidadestá en un estado muy insatisfacto-rio, tanto con respecto a la lógicacomo con respecto a las matemáti-cas; y yo no creo que haya ningunaalquimia mediante la que se puedaproducir una regularidad en gran-des números en base de un purocapricho en cada caso individual.25

Russell concluye diciendo que po-dría ser que la regularidad de loscuerpos en gran escala sólo puede ex-plicarse si suponemos que a fin decuentas sí hay leyes de comporta-miento individual que todavía no he-mos descubierto.

¿ES E L A Z A R L A

R E A L I D A D Ú L T I M A ?

Russell nos ha conducido a un debateque sigue vigorosamente vigente entrelos físicos y los filósofos: ¿Es el azar larealidad última, o se trata simplementede que hay leyes que todavía no hemosdetectado?

Hasta el fin de su vida Einstein«mantuvo la postura de que la mecáni-ca cuántica es una disciplina para re-presentar nuestra ignorancia, no unapresentación de la situación en su ver-dadera realidad».26 Las partículas ató-micas no son ellas mismas indetermi-nadas; sólo parecen ser así debido aque nuestro conocimiento de las mis-mas es limitado. Einstein expresó suobjeción con su célebre dicho: «Diosno juega a los dados.»

Los filósofos cristianos Sproul,Gerstner y Lindsley están de acuerdocon él. En su libro Classical Apolo-getics argumentan que no hay justifica-ción para el salto de decir que no cono-cemos la causa del comportamiento de

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las partículas atómicas a decir que nohay causa. Peor que carente de justifi-cación: es una arrogancia. Suponeomnisciencia: deberíamos conocer to-das las posibles causas para saber queen este caso no hay ninguna causa queesté operando.27

En cambio, Werner Heisenberg, elprincipal proponente de la Indetermi-nación, mantiene que hay una contin-gencia última que subyace ineludibleen el centro de la cuestión. La determi-nación exacta de la posición y movi-miento de los electrones «no sólo esprácticamente imposible sino tambiénteóricamente impensable».28

La c r i s i s dela causa l i dad

Arthur Koestler escribe acerca del«trastorno filosófico» que acompañó ala revolución en la física al surgir larelatividad y la mecánica cuántica. Lle-gó a designarse como «la crisis de lacausalidad».29

Percy Bridgman enuncia la cues-tión con energía:

Siempre que el físico penetra en suanálisis al nivel atómico o electróni-co, encuentra cosas actuando de unaforma para lo cual no puede asignarcausa alguna, para lo que nuncapuede asignar una causa, y para loque el concepto de causa carece designificado, si el principio deHeisenberg es correcto. Esto signifi-ca nada más y nada menos que seha de abandonar la ley de causa yefecto.30

Desde una perspectiva de pensa-miento analítico, la esencia de unacosa ha de encontrarse en los compo-nentes más pequeños de los que estáconstituida. De este modo, en la his-toria intelectual de Occidente, cuandolos pensadores se alejaron de Dioscomo explicación final del universo,se volvieron a la disección de la ma-teria para descubrir la clave de la es-tructura y del origen del universo.«Desde el Renacimiento —escribeKoestler— La Causa Última habíaido desplazándose gradualmente delos cielos al núcleo del átomo, delnivel de lo sobrehumano al nivelsubhumano.»31

Con el surgimiento de la mecánicacuántica, esta «Causa Última» se disol-vió en el azar.

La revista Science Digest lo expre-sa de manera gráfica: «El universo desentido común de causa y efecto estáedificado sobre las arenas del reino delo subatómico en el que cada partículaindividual, como los electrones y losprotones, actúan de una manera total-mente caprichosa.»32

F Í S I C A Y FE

¿Qué efecto tiene este «trastorno filo-sófico» sobre nuestro pensamiento?¿Cómo afecta a nuestro concepto deley natural? ¿De libertad humana? ¿DeDios y de los milagros?

Las respuestas que se dan a estaspreguntas varían mucho tanto entrecristianos como entre no cristianos. Ex-ploraremos algunas de ellas con breve-dad para dar materia de reflexión allector.

Orden en e l Un ive rso

La nueva física ha tendido ha conducira una filosofía de la ciencia conocidacomo operacionalismo. Sus seguidoresdicen que no podemos describir la na-turaleza tal como realmente es. Laciencia es meramente un método paradominar y emplear la naturaleza.

Según el Operacionalismo, la ver-dad objetiva no es conseguible median-te la ciencia. Tal como escribeHeisenberg:

… cada proceso de observaciónproduce una gran perturbación. Yano podemos referirnos al comporta-

miento de la partícula con indepen-dencia del proceso de observación.Como consecuencia final, las leyesnaturales formuladas matemática-mente en la teoría cuántica ya notratan de las partículas elementalesmismas, sino de nuestro conoci-miento de las mismas.33

Heisenberg concluye que no pode-mos hablar de la realidad objetiva delas partículas atómicas, sino sólo acer-ca de cómo interactúan con nuestrosinstrumentos de medición.

¿Cuál es la respuesta cristiana aesta nueva perspectiva de la ciencia? Elfilósofo Gordon Clark, autor de ThePhilosophy of Science and Belief inGod, cree que este desarrollo es bene-ficioso para el cristianismo. Los cientí-ficos están más dispuestos en la actua-lidad a admitir que la ciencia no descu-bre verdades finales y absolutas.Jordan escribe, en Science and theCourse of History, acerca de un cam-bio de actitud entre los científicos, «dela arrogancia a la humildad».34 Tam-bién Koestler escribe acerca del de-rrumbamiento de la «arrogante con-fianza en sí mismo que tenía el cientí-fico del siglo diecinueve».35

Otros cristianos son menos opti-mistas. El Operacionalismo, lo mismoque el Indeterminismo, contempla elmundo como básicamente desordena-do. No hay ningún orden universal-mente válido de la existencia, ni hayningún orden de ley estructurandonuestra experiencia. Somos nosotroslos que hemos de imponer el ordensobre el mundo. La ciencia no refleja laestructura del universo. Se trata mera-mente de normas de factura humanapara manipular el mundo con éxito.36

Esta perspectiva respecto al ordeny la ley es contraria al concepto cristia-no de la naturaleza. Históricamente, loscristianos han mantenido que existe unorden, una legitimidad, erigida en lacreación. Es un orden objetivo, esto es,no creado por la mente humana e im-puesto sobre la creación, sino intrínse-co en la creación. La firme convicciónde que un Dios racional produciría unmundo ordenado e inteligible fue loque inspiró a los primeros científicos ydio origen a la ciencia moderna.

Si abandonamos esto, ¿dónde que-dará la ciencia? ¿Sobrevivirá aparte dela convicción de que hay una legitimi-dad que se puede descubrir en la natu-raleza? Barnes teme que el abandono

... no hay justificación parael salto de decir que noconocemos la causa delcomportamiento de las

partículas atómicas a decirque no hay causa. Peorque carente de justifica-ción: es una arrogancia.

Supone omnisciencia:deberíamos conocer todaslas posibles causas para

saber que en este caso nohay ninguna causa que

esté operando.

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Génesis — Vol. 1 - Nº 2 13

de la ley de causa y efecto, del orden yde la inteligibilidad, será perjudicialpara la ciencia.37

Barnes está asimismo preocupadoacerca de las consecuencias sociales deestas ideas. Como lo explica el filósofoHenk Hart en The Challenge of ourAge, están teniendo lugar trastornos pa-ralelos en todas las áreas de la vida yde la cultura. «Se niega toda base deuna ley-orden universal. En consecuen-cia, se desafían todas las tradiciones, seponen a prueba todos los principios, nohay verdad permanente.»

En esta clase de situación, advierteHart, «quedarán en la estacada las ba-ses de la sociedad».38

Una morada pa ra l oshombres l i b res

Los que trabajan en las ciencias de lavida y en las sociales han modelado suscampos de estudio desde hace muchotiempo en base de las ciencias «exac-tas», preeminentemente la física. ¿Quésucede cuando aplican analogías de lanueva física a la vida y a la naturalezahumana.

La mayoría de ellos han dado bue-na acogida al impacto de la mecánicacuántica. Se sintieron «alentados»,como escribe el teórico políticoMatson, «por el fin del modelo mecá-nico que parecía convertir toda la exis-tencia en automatismos».39 La físicanewtoniana condujo a lo que el filósofode la ciencia Karl Popper llama «lapesadilla del determinista físico». Silos átomos de nuestros cuerpos siguenleyes tan inmutables como los movi-mientos de los planetas, entonces nues-tra sensación interna de capacidad deelección es una ilusión.40

Después de la mecánica cuántica«ya no se puede justificar el empleo dela ley física como evidencia en contrade la libertad humana».41 Los átomosindividuales de los que están constitui-dos los cuerpos mayores actúan «li-bres» de la ley natural. Jordan aplicaesto a las ciencias biológicas:

La vida orgánica participa de lamisma libertad y espontaneidad quelos físicos han descubierto en la raízdel ser material.… Podemos decirque el intento de demostrar que elhombre es una máquina, con el finde negar su libre albedrío, ha que-dado refutado por los innegableshechos de la ciencia.42

Con el abandono del modelo deter-minista por parte de los físicos, ya notenemos que mantener una teoríadeterminista de la actividad mental conla idea de hacerla «más conforme» anuestro conocimiento de la materiainorgánica. Así argumenta Eddington.Con el surgimiento de la Indetermina-ción, «la ciencia, con ello, retira suoposición moral al libre albedrío».43

Quien lo expresa de la manera máslírica es Sir James Jeans:

Los antiguos físicos nos mostrabanun universo que parecía más unacárcel que una morada. La nuevafísica nos muestra un universo queparece como si pudiese ser unamorada apropiada para hombres li-bres, y no un mero refugio para bru-tos.44

El aza r no es l i be r tad

Otros pensadores no están de acuerdo.Russell argumenta que los seres huma-nos siguen cayendo bajo la aplicaciónde la física newtoniana, como todos loscuerpos grandes.45

Otro argumento común es que lamecánica cuántica habla de acaeci-mientos sin causas. Un acto incausadono está más cerca de una conducta librey responsable que un acto determina-do.46 La mecánica cuántica admite unagama de variación aleatoria que es «es-trictamente inexplicable», escribeMichael Polanyi, químico y filósofo.Sin embargo, «el juicio humano escualquier cosa menos una elección alazar estrictamente inexplicable».47

Cuando se introduce un elemento deazar en la acción humana, como cuan-do tomamos decisiones precipitadas ocuando nuestra capacidad de razonarestá dañada, esto tiende a excusarnosde la responsabilidad, en lugar de ha-cernos más responsables.48

El azar no puede explicar más laoriginalidad y creatividad humanaque la necesidad. Decir que esteensayo que tiene el lector ante sí esresultado de azar es difícilmentemás creíble que decir que fui física-mente predeterminado a escribir-lo.49

El verdadero punto del debate noestá entre determinismo e indeter-minismo, sino en el reduccionismo.¿Reducimos las cosas a las característi-

cas de sus átomos? ¿Vemos, tal comolo expresa Koestler, la Causa Última enel átomo? Ambos lados del argumentoacerca del libre albedrío sonreduccionistas. Suponen que la conduc-ta se puede explicar en términosfísicoquímicos. Si los átomos estándeterminados, igual sucede con las per-sonas. Si los átomos son indetermina-dos, igual sucede con las personas.50

Como cristianos, parece que necesita-mos una manera de pensar acerca de lanaturaleza humana que tenga en cuentalo físico pero que no reduzca a los se-res humanos a los átomos que los cons-tituyen.51

D I O S C O N T R A L A

M Á Q U I N A

Algunos cristianos han aceptado biendispuestos la mecánica cuántica comomedio de ajustar a Dios en nuestraimagen del mundo. «En los días deldeterminismo clásico,» escribe RichardBube, «el concepto cristiano de la pro-videncia se tornó insostenible». Y ex-plica:

Un mundo que responde a lo largodel tiempo a las leyes inexorablesde la naturaleza tomó el puesto delconcepto de un mundo sostenidopor el poder soberano de Dios.Como mucho, Dios quedó reducidoa una causa inicial … que habíainiciado la inmensa maquinaria deluniverso, y que luego se había echa-do atrás y la había dejado a sí mis-ma para que siguiese su curso.52

Los cristianos y los no cristianospor un igual han pensado que la inde-terminación, en palabras de Heisen-berg, crea una «apertura» hacia «con-ceptos como la mente o el alma huma-na o la vida o Dios».53 Uno de los es-fuerzos más ambiciosos por apropiar lamecánica cuántica para la visión cris-tiana del mundo es W. G. Pollard,Chance and Providence.54 Pollard esun físico que contempla la indetermi-nación del mundo atómico como ellugar donde se puede ejercer el controlprovidencial de Dios.

Sir James Jeans es de nuevo el máslírico. Escribiendo acerca de la nuevavisión no mecanicista de la realidad,concluye:

El universo comienza a parecersemás a un gran pensamiento que a

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una gran máquina. La mente ya noaparece como un intruso accidentalen el reino de la materia; comenza-mos a sospechar que deberíamosaclamarla como creadora y gober-nante del reino de la materia.…

Proseguía argumentando que porcuanto el universo tiene la aparienciade un gran pensamiento, ha de ser unpensamiento en la mente de un GranMatemático.55

Aunque el entusiasmo de Jeans esdigno de encomio, se deben suscitarobjeciones teológicas. La Biblia nopresenta la creación como mental,como un pensamiento en la mente deDios. La doctrina de la creación impli-ca que el mundo físico es real, queforma parte del orden creado.56

Los l ím i tesde la c ienc ia

Si nos hemos de guardar de conclusio-nes metafísicas exorbitadas, la mecáni-ca cuántica desde luego parece mos-trarnos los límites de la ciencia. Ya nopodemos emplear la ciencia para argu-mentar en contra de los milagros, dellibre albedrío o de la existencia deDios.

En la época newtoniana, escribeJames Moore, los científicos pensabanque la ley natural les permitía «prescri-bir lo que podía y lo que no podía su-ceder.… En la actualidad, los científi-cos admitirán que nadie conoce lo su-ficiente acerca de la ley natural parapoder decir que cualquier aconteci-miento sea necesariamente una viola-ción de la misma.» Las leyes son me-ramente nuestra descripción estadísticade los acontecimientos naturales, noprescripciones inmutables acerca de loque es posible.57

Bultmann había argumentado quelas personas modernas, que emplean laelectricidad y los otros productos de laciencia moderna, no pueden aceptar losmilagros. John Warwick Montgomeryresponde que precisamente porque so-mos personas modernas sí podemosaceptar los milagros:

Para nosotros, en contraste a laspersonas de la era newtoniana, eluniverso ya no es un campo de jue-go cerrado, seguro, predecible en elque conocemos todas las reglas.Desde Einstein, ningún hombremoderno ha tenido derecho a ex-cluir la posibilidad de acontecimien-tos debido a su previo conocimientode la «ley natural».58

Ya no podemos excluir los mila-gros sobre una base puramente filosófi-ca, con meramente decir que son con-trarios a la ciencia y a la ley.

Conc lus ión

Evidentemente, siguen quedando mu-chas cuestiones en pie acerca de lanueva física y de su significado paranosotros. No debería sorprendernosque siga habiendo tanta agitación ydesacuerdo cuando recordamos queestas ideas han estado ahí sólo desdecomienzos de nuestro siglo. La gentesigue aún tratando de decidir cómo re-accionar ante la «sorprendente origina-lidad» de una teoría científica que enrealidad hace patentes los límites y lainsuficiencia de la ciencia.59

No está claro aún si la indetermina-ción es una característica pertenecienteal orden natural o sólo una expresiónde nuestra actual ignorancia. Varios fí-sicos creen que es sólo cuestión detiempo antes que lleguemos más alládel Principio de Incertidumbre. Estosignifica que sería un error edificar enbase de este principio una apologéticacristiana tocante a la libertad humana oa los milagros divinos.60 Posiblemente,el mejor consejo para los cristianos seaque se continúe trabajando sobre lascuestiones suscitadas por la nueva físi-ca, mientras nos mantenemos abiertosa nuevos desarrollos.

El verdadero punto deldebate no está entre

determinismo e indeter-minismo, sino en el REDUC-CIONISMO. ¿Reducimos lascosas a las característicasde sus átomos? ¿Vemos, talcomo lo expresa Koestler,

la Causa Última en elátomo? Ambos lados del

argumento acerca del librealbedrío son reduccionistas.Suponen que la conducta

se puede explicar en térmi-nos físicoquímicos. Si los

átomos están determinados,igual sucede con las perso-

nas. Si los átomos sonindeterminados, igual

sucede con las personas.Como cristianos, parece

que necesitamos una mane-ra de pensar acerca de lanaturaleza humana quetenga en cuenta lo físico

pero que no reduzca a losseres humanos a los áto-mos que los constituyen.

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1 Ambos citados en Josh McDowell, Evi-dencia que exige un veredicto, Vol. II(Terrassa: CLIE 1988), págs. 37, 39.

2 F. S. C. Northrop, Introducción a Physicsand Philosophy, por Werner Heisenberg(NY: Harper and Row, 1958), pág. 2.

3 Ibid., págs. 4, 25.4 Ibid., pág. 2.5 Citado en Gordon Clark, The Philosophy

of Science and Belief in God (Nutley,N.J.: Craig Press, 1964), pág. 50.

6 Rudolf Bultmann, Jesus Christ and

Mythology (NY: Charles Scribner’sSons, 1958), págs. 37-38, énfasis aña-dido.

7 Rudolf Bultmann, Kerygma and Myth(NY: Harper and Row, 1961), pág. 39.

8 Citado en Jerome Frank, Fate andFreedom (NY: Simon and Schuster,1945), pág. 104.

9 Ibid., págs. 87-105.10 Bertrand Russell, Religion and Science

(NY: Oxford University Press, 1980),pág. 151.

11 Sir Arthur Eddington, The Nature ofthe Physical World (University ofMichigan Press, Ann Arbor Paperback,1958), pág. 4; énfasis añadido.

12 Citado en Clark, pág. 50.13 Arthur Smethurst, Modern Science and

Christian Belief (Nashville: AbingdonPress, 1955) va demasiado lejos alidentificar a Dios con la energía de losfísicos. Escribe él:

Si la perspectiva cristiana es verda-dera, ciertamente deberíamos esperar

R E F E R E N C I A S

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encontrar la evidencia del Espíritu San-to en la esfera física precisamente enseñales como la energía y actividad di-námica que se indican en la modernafísica. Si la energía es la base esencialde todo el mundo material, esto es parael cristiano una clara manifestación delactivo y creador Espíritu de Dios en elámbito de lo físico.

Para el extremo opuesto, véaseBarnes (nota Nº 20), que ni siquieraacepta el principio de Einstein de laequivalencia de la masa y de la energía.

14 Para un relato desde una perspectiva nocristiana de cómo la ciencia ha llegadoa un paralelismo con las enseñanzas dela religión acerca del principio del uni-verso, véase Robert Jastrow, God andthe Astronomers [Dios y los astróno-mos] (NY: Warner Books, 1978).

15 Eddington, pág. 8.16 Stanley L. Jaki, The Origin of Science

and the Science of its Origin (SouthBend, IN: Regnery/Gateway, Inc.1978), pág. 98.

17 Nigel Calder, Einstein’s Universe (NY:Penguin Books, 1979), pág. 13, énfasisen el original.

18 V. F. Weisskopf, American Scientist,1983, citado en Evolutionists ConfrontCreationists (San Francisco: CaliforniaAcademy of Sciences, 1984).

19 Thomas G. Barnes, Physics of theFuture (El Cajon, CA: Institute forCreation Research, 1983), pág. 17.

20 Citado en ibid.21 Clark, pág. 71 (énfasis añadido).22 Hans Riechenbach, Atom and Cosmos:

The World of Modern Physics (NY:Macmillan, 1933), págs. 278-279.

23 J. Bronowski, The Common Sense ofScience (Cambridge: Harvard Univer-sity Press, 1955), pág. 68. El argumen-to más poderoso para la influencia di-recta de las leyes cuánticas a todos losniveles de complejidad es el de PascualJordan, Physics of the TwentiethCentury (New York: PhilosophicalLibrary, 1944), págs. 150 ss.

24 Floyd W. Matson, The Broken Image(NY: Doubleday Anchor Books, 1964),pág. 130.

25 Russell, págs. 160-161, énfasis añadido.26 Malcolm A. Jeeves, The Scientific

Enterprise and Christian Faith (Dow-ners Grove, IL: InterVarsity Press,1969), pág. 145.

27 R. C. Sproul, John Gerstner, ArthurLindsley, Classical Apologetics (GrandRapids: Zondervan Academie Books,

1984), págs. 112-113.28 Arthur Koestler, Arrow in the Blue

(Londres: Hamish Hamilton Ltd.,1952), pág. 258, énfasis en el original.

29 Ibid., pág. 257.30 P. W. Bridgman, Reflections of a

Physicist (NY: Philosophical Library,1950), pág. 93, énfasis añadido.

31 Koestler, pág. 258.32 John Gliedman, «Turning Einstein

Upside Down,» Science Digest, Octu-bre 1984, pág. 38.

33 Werner Heisenberg, «The Idea ofNature in Contemporary Physics»,Main Currents of Western Thought,Franklin Le Van Baumer, edutor (NewHaven: Yale University Press, 1978),págs. 706-707, énfasis añadido.

34 Pascual Jordan, Science and the Courseof History (New Haven: Yale Uni-versity Press, 1955), pág. X.

35 Koestler, pág. 258.36 Hendrick Hart, The Challenge of Our

Age (Toronto: Wedge, 1974), págs. 38-48.

37 Entrevista personal. En Physics of theFuture, Barnes escribe:

En tanto que los avances en tecno-logía han ido constantemente adelante,es cosa de opinión respecto a la direc-ción de la curva de los verdaderosavances en los fundamentos de la físicamoderna desde alrededor de 1940. Élconcluía que [la mayor parte de losPremios Nóbel dados en las últimas dé-cadas] se habían dado a físicos viejos,cuyo trabajo merecedor del premio ha-bía sido hecho con mucha anterioridadal momento en que les fue otorgado. Laconclusión era que el progreso en losdescubrimientos fundamentales realesen física está de capa caída. (pág. 1)

38 Hart, pág. 49.39 Matson, pág. 126.40 Karl R. Popper, Objective Knowledge

(Londres: Oxford University Press,1972), pág. 217.

41 Arthur Compton, The Human Meaningof Science, citado en ibid., pág. 218.

42 Science and the Course of History,págs. 112-113, énfasis añadido.

43 Eddington, pág. 295.44 Sir James Jeans, «On Free Will», Main

Currents of Western Thought, págs.702-703.

45 Russell, pág. 162.46 Richard Taylor, Metaphysics (NJ:

Prentice-Hall, 1974), pág. 52.47 Michael Polanyi, Personal Knowledge

(University of Chicago Press, 1962),

pág. 309.La conducta del electrón muestra

azar, no libertad. Desde luego, tanto lalibertad como el azar resultan enimpredecibilidad, pero tienen poca cosamás en común. Difícilmente atribuiría-mos libertad a una ruleta simplementeporque no podemos predecir dónde sedetendrá. Un quebramiento de lacausalidad no da por sí mismo un con-cepto significativo de libertad; la ac-ción incausada sería caótica y aleatoria,y no en absoluto aquello que nosotrossignificamos por elección responsable.

48 Jeeves, pág. 141, cita a D. MacKay:Si se introdujere un elemento de

azar en la cadena de control de mis ac-ciones, esto tendería a excusarme deresponsabilidad acerca de ello en lugarde acreditarme con responsabilidad porello. (Énfasis en el original).

49 Popper, pág. 227. Popper da aquí elargumento de M. Schlick, con el queestá esencialmente de acuerdo.

50 Ian Barbour, Issues in Science andReligion (NY: Harper and Row, 1966),pág. 313.

51 Herman Dooyeweerd, un filósofo ho-landés de este siglo, expresó una filoso-fía cristiana de niveles o «etapas moda-les» que hace un buen trabajo para re-presentar cómo las etapas «superiores»(mente, voluntad, espíritu) reposan so-bre las etapas «inferiores» (física, quí-mica, vida biótica), y que sin embargono son reducibles a las mismas.Barbour (nota nº 50) desarrolla una teo-ría similar de niveles.

52 Richard Bube, The Encounter BetweenChristianity and Science, GrandRapids: Eerdmans, 1968), pág. 184.

53 Werner Heisenberg, Physics andPhilosophy, págs. 200 ss.

54 William Pollard, Chance and Provi-dence (NY: Charles Scribner’s Sons,1958).

55 Jeans, The Mysterious Universe, citadoen Matson, pág. 122, 291.

56 Barbour, pág. 288.57 James Moore, «Science and Christia-

nity: Toward Peaceful Coexistence,»Christianity for the Tough-Minded,John Warwick Montgomery, editor(Minneapolis: Bethany Fellowship,1973), pág. 79, énfasis añadido.

58 John Warwick Montgomery, Historyand Christianity (Downers Grove:InterVarsity Press, 1964), pág. 75.

59 Matson, pág. 137.60 Jeeves, pág. 146.

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BI B L I O G R A F Í A

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Mi argumento podrá quedarmás claro para algunos si seexpresa de una manera di-

ferente. «Naturaleza» es una palabrade diversos significados, los cuales sepueden comprender mejor si conside-ramos sus varios antónimos. Lo Natu-ral es lo opuesto a lo Artificial, a loCivil, a lo Humano, a lo Espiritual, ya lo Sobrenatural. Lo Artificial no nosatañe ahora. Pero si tomamos el restode la lista de opuestos, creo que pode-mos tener una vaga idea de lo que loshombres entienden por Naturaleza yqué es lo que oponen a ella. La Natu-raleza parece ser lo espacial y tempo-ral, en contraste a lo que no lo es tan-to o no lo es en absoluto. Parece serel ámbito de la cantidad en contrasteal ámbito de la calidad; de los objetosen contraste a la consciencia; de lolimitado, frente a lo que es total oparcialmente autónomo; de lo quedesconoce valores frente a aquelloque tiene y percibe valores; de lascausas eficientes (o, en algunos siste-mas modernos, sin causalidad en ab-soluto) frente a las causas finales.

Ahora bien, considero yo que cuandocomprendemos algo analíticamente yluego lo dominamos y lo empleamospara nuestra conveniencia, lo reduci-mos al nivel de «Naturaleza» en elsentido de que suspendemos nuestrojuicio de valor acerca de ello, queignoramos su causa final (si hay algu-na), y lo tratamos en términos de can-tidad. Esta represión de elementos enlo que de otra manera sería nuestrareacción total ante ello es a vecesmuy clara e incluso penosa: tenemosque vencer algo antes de poder cortarun cadáver de un hombre o un animalvivo en un aula de disección. Estosobjetos se resisten al movimiento dela mente mediante el que los arroja-mos al mundo de la mera Naturaleza.... Pero no es ésta toda la historia. Noson los más grandes científicos mo-dernos los que creen de cierto quecuando el objeto es desnudado de to-das sus propiedades cualitativas y re-ducido a una mera cantidad es total-mente real. Los cientifiquillos y losirreflexivos acientíficos seguidores dela ciencia puede que lo crean. Las

grandes mentes saben muy bien queel objeto, cuando se trata de estamanera, es una abstracción artificial;saben que se ha perdido algo de surealidad.

Desde este punto de vista, la con-quista de la Naturaleza aparece bajouna nueva luz. Reducimos las cosas amera Naturaleza a fin de poderlas«conquistar». Siempre estamos con-quistando la Naturaleza, porque «Na-turaleza» es lo que le estamos dandoa lo que hemos, hasta cierto punto,conquistado. El precio de la conquistaes tratar aquella cosa como mera Na-turaleza. Cada conquista sobre la Na-turaleza aumenta su ámbito. Las es-trellas no se transforman en Naturale-za hasta que las podemos medir ypesar; el alma no se transforma enNaturaleza hasta que podemos psico-analizarla. El arrebatamiento de lospoderes de la Naturaleza es tambiénla rendición de las cosas a la Natura-leza. En tanto que el proceso no lle-gue al paso final bien podremos con-siderar que las ganancias son superio-res a las pérdidas. Pero tan pronto

C. S. Lewisy e l R e d u c c i o n i s m o

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Popper, Karl R., Objective Knowledge(Londres: Oxford University Press,1972).

Riechenbach, Hans, Atom and Cosmos:The World of Modern Physics (NY:Macmillan, 1933).

Russell, Bertrand, Religion and Science(NY: Oxford University Press,1980).

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tomamos el paso final de reducirnuestra propia especie al nivel demera Naturaleza, todo el proceso en-loquece, porque esta vez el ser quequería ganar y el ser sacrificado sonel mismo. Éste es uno de los muchoscasos donde llevar un principio a loque parece su conclusión lógica llevaal absurdo. Es como el famoso irlan-dés que descubrió que un cierto tipode estufa reducía su consumo de leñaa la mitad, y por ello llegó a la con-clusión de que dos estufas de la mis-ma clase le posibilitarían calentar lacasa sin ninguna leña. Es la propuestadel brujo: da tu alma, y recibe poder

a cambio. Pero una vez hemos entre-gado nuestras almas, esto es, nuestromismo yo, este poder que así nos hasido conferido deja de pertencernos.Seremos de hecho los esclavos ymarionetas de aquello a lo que hemosdado nuestras almas. Está dentro delpoder del Hombre tratarse a sí mismocomo un mero «objeto natural», y suspropios juicios de valor como materiaprima para que la manipulación cien-tífica los altere a voluntad. La obje-ción contra hacer esto no reside en elhecho de que este punto de vista(como el primer día de uno en un aulade disección) sea penoso y chocante

hasta que uno se acostumbra. La ver-dadera objeción es que si el hombredecide considerarse como materia pri-ma, materia prima es lo que será: nomateria prima para ser manipuladopor sí mismo, como se imaginabacomplacido, sino por el mero apetito,esto es, por la mera Naturaleza, en lapersona de sus deshumanizados Con-dicionadores». ...

C. S. Lewis, The Abolition of Man,Collins (Londres, 1978), págs. 42-44. Hay edición castellana: LaAbolición del Hombre, EdicionesEncuentro (Madrid, 1990).

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CREACIÓN, EVOLUCIÓN Y ELREGISTRO FÓSIL

Duane T. Gish, Ph. D., y otros.

Con sus discontinuidades sistemáticasy regulares separando los grupos devida fosilizada del pasado de una ma-nera tajante, el registro fósil suminis-tra una evidencia clara de la creaciónespecífica de los diferentes grupos devida, y da testimonio de la ausenciatotal de transmutaciones de unos gru-pos a otros por evolución. 139 págs.Ed. CLIE, Terrassa (Barcelona) ES-PAÑA, 1979.ISBN 84-7228-465-4

LA ABOLICIÓNDEL HOMBRE

C. S. Lewis

Magistral ensayo sobre las tendenciasdel pensamiento contemporáneo y unbuen diagnóstico acerca de la confu-sión y vacío de todos los tipos en quese encuentra el llamado «hombremoderno». Para Lewis resulta eviden-te que el siglo XX ha conocido unasituación absolutamente inédita desdeel punto de vista histórico. En la basede su diagnóstico social, Lewis ve alhombre contemporáneo caracterizadopor la desacralización, el subjetivismoy la voluntad de poder. El Natura-lismo y el cientificismo han hundidoal hombre en un abismo de vaciedad.Encuentro Ediciones, Madrid 1990.ISBN 84-7490-255-X

AZAR Y CERTEZA

G. Salet

Excelente obra de estudio y consulta,muestra de manera detallada la impo-sibilidad intrínseca de un desarrollogradual de las formas vivas al azar,que es lo que demanda el evolucio-nismo en su formulación materialistadel origen del mundo de lo viviente.Presenta unos valiosos apéndicesacerca de estructuras anatómicas ycaracterísticas del registro fósil, entreotras cuestiones. 500 págs. Ed.Alhambra, Madrid, ESPAÑA, 1975.ISBN 84-205-0522-6

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Or ígenes y l a «Nueva E ra»

Or ien te se encuen t ra con Occ iden teen e l Es tab lec im ien to C ien t í f i co

por Nancy Pearcey,Redactora investigadora

«Habrá un avivamiento del cristia-nismo,» escribió Owen Barfield,«cuando se haga imposible escribirun manual de ciencia sin referirse ala encarnación de la Palabra.»

En años recientes ha habido unintento de unir la ciencia y lareligión. No la religión cristia-

na, sin embargo, como esperabaBarfield, sino varias creencias orienta-les y místicas. En varios campos de laciencia se puede encontrar en la actua-lidad a investigadores que creen quelas teorías científicas muestran más afi-nidad con las cosmologías hindúes ybudistas que con el cristianismo o conel materialismo occidental.

El historiador Arnold Toynbee pre-dijo en 1935 que el desarrollo más im-portante de este siglo sería la influenciade la perspectiva espiritual oriental so-bre Occidente. El influjo de las ideasorientales es mucho más extenso que lasimple difusión de las sectas visibles— los relativamente pocos que vistentúnicas o turbanes y que recitan rezosen las esquinas de las calles. Se puededetectar la perspectiva oriental delmundo conformando ideas en filosofía,teoría política, psicología, educación,medicina y ciencia.

John White saluda este movimientocomo una «revolución de la concien-cia». El influyente libro de MarilynFerguson se refiere al mismo como «laconspiración de Acuario». TheodoreRozsak, que examina la «nueva espiri-tualidad» en su libro Unfinished Ani-mal [Animal inacabado], lo llama la«frontera de Acuario» y lo consideracomo una señal de que hemos alcanza-do una nueva etapa en la «evolución dela conciencia».

La palabra más amplia para descri-bir este movimiento es la Nueva Era.Por una parte, incluye sectas religiosasde fácil identificación y poderes espiri-tuales ocultos (ESP, telequinesia, tele-patía, clarividencia, experiencias extra-corporales, etc.). Incluye también prác-ticas quasi-religiosas como el yoga, TaiChi, cartas Tarot, astrología y kunda-

lini. El pensamiento de la Nueva Erasubyace a las técnicas de motivación yrelajación comunes al circuito de lasalud holista (meditación trascendental,biofeedback, instrucción autogénica,hipnosis e imaginería guiada). A pesarde sus diferencias, muchos grupos es-pecíficos, Control Mental de Silva,Lifespring, EST y Teosofía entre otros,comparten todos ellos la perspectiva dela Nueva Era.

Finalmente, hay programas que pa-recen ser totalmente no religiosos y quepueden estar basados en la misma vi-sión del mundo, incluyendo muchosprogramas de instrucción de líderes, degestión del estrés y educativos. Estosson presentados en términos puramenteseculares para hacerlos más digeriblespara la mente occidental: a la medita-ción, por ejemplo, se la llama «centra-je» o «enfoque». Las ideas de la NuevaEra, escribe Ferguson, «aparecen bajolos ropajes de libros sobre la salud ymanuales deportivos, en consejos acer-ca de la dieta, de gestión de negocios,autoafirmación, estrés, relaciones yautomejora».1

La filosofía de la Nueva Era apare-ce bajo tantos ropajes distintos que esdifícil de seguir. En psicología y edu-cación, por ejemplo, a menudo aparececon el nombre de «transpersonal». Estetérmino se refiere al objetivo de tras-cender la propia identidad personalpara unirse con una mente o espíritucósmico (a menudo llamado el «YoSuperior»). Y ahí es donde encontra-mos las doctrinas centrales que unifi-can todos los enfoques de la NuevaEra. Enseñan que en o detrás del uni-verso hay una unidad espiritual; unalma del mundo o conciencia cósmicao mente universal. Por medio de variastécnicas (meditación, etc.) podemossintonizar en la mente universal y al-canzar un sentido de unidad con ella.El mundo material es una ilusión, o almenos una creación de nuestras propiasmentes.

Aquí nos concentraremos en unpunto: cómo los proponentes de laNueva Era intentan dar apoyo a sus

puntos de vista mediante la ciencia.Las dos teorías que son más extensa-mente empleadas para apoyar las pers-pectivas de la Nueva Era son la teoríade la evolución y la nueva física. Exa-minaremos ambas teorías y veremos si,en palabras de Capra, «nos obligan aver el mundo de una forma muy seme-jante a como lo ven un hindú, un budis-ta o un taoísta».2

La evo luc ión de l aconc ienc ia

«Vemos el matrimonio de la ciencia yde la religión introduciendo la nuevaetapa de nuestra evolución.»3 Estas sonlas palabras de David Harris, presiden-te de la Asociación de Salud Holista,hablando en una conferencia en 1977.Este tema fue repetido por muchos delos participantes en la conferencia ymuestra como la teoría de la evoluciónes dada por supuesta, de manera llana ysimple, por los partidarios de la NuevaEra.

La manera primordial en que lamística oriental ha sido occidentalizadapor las aproximaciones de la NuevaEra es al vincular iluminación con evo-lución. El estado de iluminación, en elque uno alcanza la unión de uno mis-mo con el Todo, con Dios, había sidosiempre antes considerada como unfenómeno individual. El viaje del almahacia el conocimiento místico era uncamino solitario. Pero los pensadoresevolucionistas, ya mucho antes deDarwin,4 se dieron cuenta de que laevolución ha de incluir el lado mentaly espiritual de la especie humana. Losque aceptan la definición oriental de laespiritualidad comenzaron a hablar detoda la especie humana evolucionandohacia la iluminación.

El doctor Jonas Salk, descubridorde la vacuna contra el polio, es unejemplo de un científico que se havuelto hacia Oriente. Hablando en lamisma conferencia, comenzó con unaevolución física y luego extrapoló elconcepto de una evolución espiritual ypsíquica. Saludó el movimiento de la

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salud holista como un medio para«facilitar la siguiente etapa en la evo-lución humana».

En su libro La Supervivencia delos más Sabios, Salk escribe que elproceso de evolución ha llevado a lahumanidad a un punto de crisis —una crisis que puede que sea el um-bral de un salto adelante en el procesoevolutivo. Entraremos en una «nuevaera» basada en nuevos valores — amenudo una total inversión de losvalores actualmente sustentados. Enla conferencia no dejó duda algunaacerca de cuáles son los nuevos valo-res ni acerca de quiénes son los «mássabios» que sobrevivirán. Dibujandoun círculo alrededor de la curvasigmóidea que caracteriza a muchosfenómenos biológicos, la transformóen el símbolo del «ying-yang», elemblema del misticismo chino.

William Tiller, un profesor de co-nocimientos de materiales y de inge-niería de la Universidad de Stanford,fue en aquella conferencia quien hizoel intento más exhaustivo por traducirla filosofía mística en un marco teóricocientíficamente plausible. Estaba deacuerdo con el principio místico de quenuestra conciencia es lo que crea «rea-lidad», y apremió a sus oyentes a «evo-lucionar más allá» de crear meros uni-versos finitos.

Shafica Karagulla, M.D., propusolas siete etapas, chakras, o niveles deconciencia, de la filosofía hindú. Losque han alcanzado los niveles superio-res, mantenía ella, aquellos que poseenpoderes psíquicos, han «pasado al si-guiente nivel de la evolución humana».

Sa lvac ión med ian te l aEvo luc ión

Para citar otros ejemplos de evolu-ción en el pensamiento de la Nuevaera, Ferguson escribe: «la mente hu-mana puede que haya alcanzado unnuevo estado en su evolución, un des-encadenamiento de un potencial com-parable con el surgimiento del len-guaje.»5 Erich Jantsch, en Design forEvolution, bosqueja «un camino evo-lutivo» que se compone de «un ascen-so a lo largo de los siete chakras delmisticismo hindú».6 Roszak dice quediscierne «una transformación de lapersonalidad humana en progreso quees de proporciones evolutivas».7 Esta-mos siendo testigos, escribe el físicoFritjof Capra, «del comienzo de un

tremendo movimiento evolutivo».8

En el Instituto Esalan, MichaelMurphy y George Leonard ofrecen unseminario magistral sobre «La Evolu-ción de la Conciencia» que enseñaque «está en marcha una transforma-ción de la conciencia humana de tantaimportancia como la emergencia de lacivilización».9

¿Cuál es esta nueva etapa de laevolución? Es, escribe Leonard, «laemergencia de una conciencia supe-rior».10 En esta nueva etapa, no sóloalgunos individuos, sino todos nosotrosposeeremos la iluminación mística.Significará el fin de la alienación, de laviolencia — en resumen, el fin del mal.El pensamiento de la Nueva Era es unareligión, y la conciencia superior es lasalvación.

Joel Kramer, por ejemplo, es undestacado instructor de yoga y autor deThe Passionate Mind. En esta obradescribe la meditación disciplinadacomo la llave para un «nuevo mecanis-mo evolutivo que se basa en la con-ciencia» y que bien podría llevarnos aevolucionar más allá de la violencia ydel materialismo.11 Del mismo modo,el yogi hindú Gopi Krishna, cree quekundalini es la energía que ha llevadoadelante todo el curso de la evolución.Él contempla la final confluencia de laciencia y «la antigua sabiduría», en lacual confluencia los doctores universi-tarios que hayan elevado sus kundalinis«guiarán la raza a su estado de glo-ria».12 Paul Russell, en The GlobalBrain [El Cerebro Global], sugiere queel conocimiento místico de que todossomos unos cambiará el egoísmo enamor:

Un amor genuino para con el restode la creación proviene de la expe-riencia personal de unidad con elresto de la creación, de la concien-cia de que al nivel más profundo, elYo y el mundo son una mismacosa.13

En esta perspectiva, el mandamien-to de «amarás a tu prójimo» será tam-bién obedecido cuando todos nos de-mos cuenta de que nuestro prójimo es«de la misma esencia» que nosotros.

Al fundir la iluminación orientalcon el evolucionismo occidental, laNueva Era convierte así la evoluciónen el medio de salvación. Su naturalezareligiosa es recapitulada de una formallena de colorido por Roszak:

Un salto evolutivo en la concien-cia: la idea ha llegado a ser el es-tilo milenario actualizado de lafrontera de Acuario, la esperanzade los siglos del remanente salva-dor expresada en un vocabulariobiológico — que se llegará a laNueva Jerusalén mediante unairrupción evolutiva, que el mundoserá redimido por una mutaciónpsíquica contagiosa.…14

La evo luc ión comot rans fo rmac ión

En lugar del término religioso «salva-ción», los seguidores de la Nueva Eraemplean su propio término clave«transformación». Se emplea para des-cribir a la vez el cambio en la concien-cia individual durante la iluminación yel desarrollo evolucionista de una nue-va conciencia cubriendo toda la especiehumana. El libro de Ferguson, porejemplo, es subtitulado «Transforma-ción Personal y Social en los 1980s».Leonard tiene un libro titulado sencilla-mente Transformación. La «enseñanzasuprema» de la filosofía de la NuevaEra, escribe Roszak, es que «el mundoes un drama cósmico de transforma-ción», que los individuos han de alcan-zar «si quieren ascender a un nivel su-perior del ser».15

A los seguidores de la Nueva Erales gusta citar la obra del químicoIlya Prigogine como la base científi-ca de su esperanza de transforma-ción. Su teoría de las estructurasdisipativas explica por qué algunossistemas biológicos son inestables yprovee, según Ferguson, «la clave dela transformación»: al añadirse sufi-ciente energía y quedar el sistema su-ficientemente «perturbado», sus com-ponentes de repente «se reorganizanen un todo nuevo. El sistema escapaa un orden superior». De esta manerala teoría de Prigogine es el sueño deun evolucionista tornado en realidad:parece dar un mecanismo para lacreación de nuevas formas mediante«una sacudida de las viejas formas»— un mecanismo para la «creaciónde nuevo orden» mediante perturba-ciones al azar.16

El mismo Prigogine «reconocióuna gran semejanza entre esta “cienciadel devenir” y la visión de las filosofíasorientales, de los poetas, místicos ycientíficos-filósofos como Henri Berg-son y Alfred North Whitehead»17

(donde estos últimos propusieron teo-

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rías de una fuerza cósmica dirigiendola evolución). Quizá a esto se deba quela teoría de Prigogine haya sido reivin-dicada por los seguidores de la NuevaEra como «un modelo científico para latransformación de la sociedad por partede una minoría disidente» — es decir,por los mismos seguidores de la NuevaEra.18

Por esta misma razón, a los segui-dores de la Nueva Era les gusta estanueva teoría de evolución por saltosrepentinos. Estas teorías de cambioabrupto, opuestas al evolucionismolento y gradual de Darwin, son presen-tadas como sustento del concepto detransformación. La teoría de Gould yEldredge de «equilibrio puntuado» secita con frecuencia, por la cual la evo-lución procede mediante cambios re-pentinos en pequeños grupos bajo fuer-tes tensiones. Este paradigma, escribeFerguson, «nos abre a la posibilidad deuna evolución rápida en nuestro propiotiempo», a la «transformación de laespecie humana».19

Ant iguas Enseñanzas

Aunque los seguidores de la Nueva Eraemplean el lenguaje de la evolución,sus ideas no comenzaron con Darwin.Sus temas derivan más bien de muchasantiguas tradiciones del misticismo.Tal como lo expresa Roszak, la nuevaconciencia es la «antigua gnosis» delas escuelas místicas y ocultistas quehan existido desde tiempos antiguostanto en el Oriente como en el Occi-dente.

En la historia de Occidente, los se-guidores de la Nueva Era reivindican alos gnósticos como a sus más antiguosprecursores. (El gnosticismo fue el máspoderoso oponente de la primitiva igle-sia cristiana durante tres siglos.) Otrosprecursores incluyen a los neopla-tónicos, alquimistas, cabalistas (místi-cos judíos) y herméticos. Estas anti-guas enseñanzas incluyen todas ellasalguna idea de un Dios que, como enlas religiones orientales, «se olvida a símismo» para llegar a devenir este mun-do. La tarea del alma individual es re-cuperar una conciencia de formar partede Dios, un sentido de unidad con ladivinidad en todas las cosas.

Evidentemente, las raíces del movi-miento de la Nueva Era se remontanmucho más atrás de la teoría de evolu-ción de Darwin. De hecho, Roszakmantiene que el evolucionismo cientí-

fico es, él mismo, hijo de de aquel mis-ticismo mismo del que deriva la filoso-fía de la Nueva Era. La antigua doctri-na mística es simplemente, en palabrasde Roszak, «la evolución sin toda labiología» — es decir, evolución espiri-tual. La doctrina central del misticismoes «la evolución como el camino segui-do por el espíritu humano en su lucha»hacia la iluminación, «la evolución delalma en su ascenso por la escalera de laconciencia visionaria».20

Fue el movimiento romántico defines del siglo XVIII el que introdujo lanaturaleza en aquello que hasta enton-ces había sido algo puramente espiri-tual, el progreso del alma. Todo el uni-verso fue percibido ahora como en unproceso de transformación. Esta místi-ca de la naturaleza «es la semilla de laque brota todo el pensamientoevolucionista», concluye Roszak. Deesta manera, él sigue la perspectiva quedel mundo presenta la ciencia modernahasta la filosofía mística como «el tron-co progenitor del que surge la teoría dela evolución biológica».21

Esto nos da la respuesta a la pre-gunta de Toolan en Commonweal:«¿Cómo es posible que los científicosoccidentales asimilen una perspectivareligiosa oriental con una aparente faci-lidad cuando la absorción de la tradi-ción religiosa autóctona (esto es, elcristianismo) parece tan difícil?»22 Lateoría de la evolución, con la que losoccidentales han sido saturados desdela infancia, tiene precisamente sus raí-ces en esta perspectiva mística, orien-tal.

Esto también arroja luz sobre elargumento comúnmente presentado deque la evolución es ciencia y la crea-ción es religión. La perspectiva evolu-cionista arranca de una antigua doctri-na religiosa, no de una observaciónempírica. Surgió cuando la transforma-ción espiritual fue tornada en historianatural y despojada de sus sobretonosreligiosos. La evolución comenzócomo una versión secularizada del mis-ticismo religioso.

La tendenc ia na tu ra lde l a men te humana

No es sorprendente que en una encues-ta hecha a pensadores de la Nueva Erafuese nombrado Teilhard de Chardincon la mayor frecuencia como una pro-funda influencia sobre su pensamiento.Chardin, un teólogo liberal católico,

fue también un célebre paleontólogo yentusiasta evolucionista. (Fue uno delos descubridores de los fósiles dePiltdown, que posteriormente se descu-brió que eran fraudes.) Enseñó una es-pecie de evolución panteísta en la queDios evoluciona en y a través del mun-do. La evolución está moviéndose ha-cia la eventual transformación de lamateria a espíritu puro, una especie deconciencia colectivizada y expandida ala que él llama «el punto Omega» o el«Cristo cósmico».

Dios está en el universo, el univer-so es Dios: esta es la religión delpanteísmo que une a todas las varieda-des y ramas del movimiento de la Nue-va Era. Dios es la mente, la fuerza or-ganizadora, el principio holista del uni-verso. En palabras de Capra, Dios es«la dinámica autoorganizadora de todoel cosmos».23

El panteísmo, tanto en forma demística oriental como en forma de filo-sofía ocultista occidental, ha aparecidotantas veces a través de la historia queC. S. Lewis la considera la «tendencianatural de la mente humana»:

El panteísmo congenia con nuestrasmentes no porque sea la etapa finalen un lento proceso de iluminación,sino porque es casi tan antiguocomo nosotros.… Sin embargo, poruna extraña ironía, cada nueva re-caída en esta inmemorial «religión»es saludada como la última palabraen novedad y emancipación.24

¿Cuál es la crítica que nosotroslos cristianos presentamos contra elpanteísmo? La doctrina de la creaciónes la gran línea divisoria entre lacosmología cristiana y el panteísmo.En el pensamiento de la Nueva Era,tal como lo expresa Erich Jantsch,«Dios no es el creador, sino la mentedel universo».25 En el cristianismo,Dios es distinto de la creación; aun-que Él mora en el mundo, este no essimplemente una emanación ni exten-sión de Su propia esencia.

Como resultado de la creación, elmundo material es algo real, no unailusión ni una creación de nuestras pro-pias mentes. Nosotros también somoscreados, no formamos parte de Dios.Por ello, la meta de las disciplinas es-pirituales no es recuperar un sentido dedivinidad dentro de nosotros, sino en-contrar a nuestro Creador por medio deSu revelación a nosotros. Por cuanto la

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creación de Dios es buena, nuestra per-sonalidad individual no es mala en símisma, algo de lo que debamos esca-par fundiéndonos en la conciencia cós-mica. Nuestro problema no reside ennuestra individualidad, sino en nuestropecado — y no hay técnica de medita-ción que pueda resolver esto.

La evo luc ión nodarw in is ta

Por su creencia en la evolución espiri-tual, los seguidores de la Nueva Era noaceptan ninguna teoría puramente ma-terialista de la evolución. Sus ataquescontra el darwinismo son a menudocosa digna de lectura por parte de loscreacionistas, porque compartimos mu-chas de las críticas que ellos emiten.Roszak, por ejemplo, dice que la razón«por la que muchos científicos se aco-gieron a la bandera del darwinismo»fue «porque el principal propósito deldarwinismo era eliminar toda traza deun increíble Dios de la biología». Peroel darwinismo, argumenta él, «sustitu-ye al antiguo Dios con una deidad aúnmás increíble — el omnipotenteazar».26

Es menester añadir que la deidad dela filosofía de la Nueva Era, una vagae indiferenciada conciencia que todo loimpregna es una explicación igualmen-te increíble del mundo. Sólo un SerPersonal que piensa, planea, escoge yactúa es una causa adecuada y Creadordel universo.

LA F ÍS ICA EN LACAUSA DEL

MISTICISMO

Escuchemos a Fritjof Capra al describirsu experiencia espiritual:

Estaba sentado en la playa una tardede finales del verano, contemplandocomo iban batiendo las olas y sin-tiendo el ritmo de mi respiración,cuando de repente me hice cons-ciente de que todo mi ambiente es-taba dedicado a una gigantesca dan-za cósmica. Como físico, sabía quela arena, rocas, agua y aire a mi al-rededor estaban hechos de molécu-las y átomos en vibración. … Sabíatambién que la atmósfera de la tierraestaba siendo continuamente bom-bardeada por lluvias de «rayos cós-micos» … Sentado en aquella playa… «vi» cascadas de energía descen-

diendo del espacio exterior, en lasque se creaban y destruían partícu-las en pulsos rítmicos; «vi» los áto-mos de los elementos y los de micuerpo participando en esta danzacósmica de energía; sentí su ritmo y«oí» su son, y en aquel momentosupe que se trataba de la Danza deSiva, el Señor de los Danzantes quelos hindúes adoraban.27

Esta experiencia, escribe Capra, «fueseguida por muchas experiencias simi-lares» que le mostraron que la perspec-tiva del mundo proviniente de la físicamoderna «es armónica con la antiguasabiduría oriental». O, tal como lo ex-presa él en otras palabras, «El misticis-mo oriental provee un coherente y her-moso marco filosófico que puede aco-modar nuestras más avanzadas teoríasdel mundo físico».28

Capra representa otro intento de losescritores de la Nueva Era de pretenderapoyo científico para la perspectivamística del universo, y esta vez de lanueva física. Los seguidores de la Nue-va Era no están solos en pensar que lanueva física tiene implicaciones degran alcance para la religión. En el ar-tículo Fe y la Nueva Física en estemismo número se hace patente el deba-te existente entre el sentido de la Nue-va Física para la perspectiva cristianadel universo, y recomendamos su lec-tura previa como trasfondo para estasección.

Son dos las consecuencias de lanueva física que los seguidores de laNueva Era toman como significativas:1) el mundo de cuerpos sólidos y dis-tintos ha quedado disuelto, y 2) ha de-molido la idea de la naturaleza comoalgo separado de la mente humana.

Campos y fue rzas

La física clásica presuponía una claradivisión entre materia y energía. Seconsideraba la materia como dura ysólida, y la energía como ondulatoria yetérea. La famosa ecuación de Einstein,E = mc2 derribó esta distinción: lamateria es sencillamente otra forma deenergía. Con el desarrollo desofisticadas técnicas de fisión atómica,los físicos creen ahora que las partesantes sólidas del átomo (protones,neutrones y electrones) son «paquetes»de energía congelada.

En lugar de ver el mundo como unacolección de objetos separados y sóli-

dos, los físicos están comenzando acontemplarlo como un solo y subya-cente campo de fuerzas, una redinterconectada de energía. Este modelode un sustrato homogéneo de energíaha inspirado a una nueva generación defísicos ocultistas que mantienen queesto demuestra el antiguo lema delmisticismo: «Todo es Uno». En pala-bras de Capra:

Para el místico oriental, todas lascosas y los acontecimientospercibidos por los sentidos estanrelacionados y vinculados entre sí, yson sólo diferentes aspectos o mani-festaciones de la misma y final rea-lidad. … Cuanto más penetramos enel mundo de lo submicroscópico,tanto más nos daremos cuenta decómo el moderno físico, como elmístico oriental, han llegado a con-templar el mundo como un sistemade componentes inseparables,interactivos y siempre en movi-miento. …29

«Todo es Uno»

Según el Principio de Incertidumbre deHeisenberg, en el nivel subatómico noexisten partículas con certidumbre,sino que sólo muestran «tendencias aexistir» — los acontecimientos no ocu-rren con certidumbre, sino que sólomuestran «tendencias a existir». Comoresultado, argumenta Capra, «las partí-culas subatómicas no tienen sentidocomo entidades aisladas, sino que sólose pueden comprender como intercone-xiones, o correlaciones, entre variosprocesos de observación y medida. …En la teoría de los cuantos uno nuncatermina con «cosas», sino que siemprese trata con interrelaciones.30

Y ahí es dondeencontramos las doctrinas

centrales que unificantodos los enfoques de laNueva Era. Enseñan queen o detrás del universo

hay una unidad espiritual;un alma del mundo oconciencia cósmica o

mente universal.

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No podemos dividir la naturalezaen bloques elementales duros, impene-trables, aquello que era la meta de lafísica clásica. La naturaleza «aparecemás bien como una complicada red derelaciones entre las varias partes deltodo». Capra concluye:

Así, la teoría de los cuantos revelauna unidad básica del universo.Muestra que no podemos descom-poner el mundo en unas unidadespequeñas irreductibles de existenciaindependiente.31

En base de esto, las cosas y losfenómenos físicos son meramente ma-nifestaciones de una matriz fundamen-tal subyacente. Es evidente el paralelis-mo con el pensamiento oriental, en elque la única realidad es la unidad sub-yacente, y las cosas físicas son transito-rias e ilusivas.32

El Teorema de Be l l

Una importante prueba de la interco-nexión de la naturaleza es la que sealega que se encuentra en el teorema deBell. Este teorema tiene que ver con elefecto EPR: Cuando se separan partí-culas subatómicas apareadas y el expe-rimentador cambia el spin de una, elspin de la otra cambia también instan-táneamente — aunque pueda estar agran distancia. ¿Cómo se transmite lainformación de manera tan rápida?

Las partículas no parecen estar go-bernadas por las leyes clásicas de losobjetos separados en el tiempo y en elespacio. De alguna manera, segúnBernard d’Espagnet, físico en la Uni-versidad de París, las partículas «cons-tituyen un todo indivisible» inclusocuando están separadas en el espacio.En palabras de otro físico, NickHerbert, la interdependencia de las par-tículas es

una simple consecuencia de la uni-dad de objetos aparentemente sepa-rados… un efugio quántico a travésdel que la física admite no mera-mente la posibilidad sino la necesi-dad de la visión unitaria del místi-co: «Todos somos uno».33

Un Un ive rsoHo lográ f i co

En 1973, el físico David Bohm (queera discípulo de Krishnamurti) sugirió

que el efecto EPR podría entendersemejor en base del modelo de unholograma. Un holograma es una ima-gen tridimensional creada por lainteracción de rayos laser. Lo que lohace significativo es que toda la ima-gen queda almacenada en cada partedel holograma. Si cortas la imagen endos, no consigues dos medias imáge-nes, sino dos imágenes enteras. Cadaparte contiene y puede reconstruir todala imagen.

Si el reino quántico es como unholograma, explica que dos partículasseparadas puedan afectarse entre sí,porque cada una «contiene» a la otra.A los seguidores de la Nueva Era lesgusta el modelo del holograma por otrarazón. Da un paralelo a la doctrinamística de que somos a la vez parte delTodo y que contenemos el Todo — porcuanto somos meramente manifesta-ciones de la unidad que subyace a to-das las cosas, nosotros, en un sentido,contenemos todas las cosas.

Otra característica de los holo-gramas es que al principio el rayo láserparece ser sólo una masa de remolinoscarentes de sentido. La imagen organi-zada no aparece hasta que un segundorayo láser interactúa con él. En la inter-pretación de la Nueva Era, el mundo esun holograma, y el segundo láser es lamente humana. Es la mente la quetransforma las frecuencias caóticas delmundo subatómico en imágenes tridi-mensionales. Por ello, lo que pensamosque es el mundo «ahí fuera» es enrealidad una proyección de nuestrasmentes.

Esta interpretación fue sugerida porKarl Pribram de la Universidad deStanford. Para los pensadores de laNueva Era es semejante a la idea orien-tal de que el mundo es una proyecciónde nuestra conciencia. Ferguson esta-blece este paralelo:

Si la naturaleza de la realidad es ensí misma holográfica, y el cerebroopera holográficamente, entonces elmundo es ciertamente, cómo lo handicho las religiones orientales,maya: un espectáculo mágico. Suconcreción es una ilusión.34

El mundo de objetos sólidos y se-parados es una creación de la mente enbase de otro «material» más primario.Y Pribram sugiere que en estados tras-cendentales o místicos conseguimosacceso directo a aquel reino primordial

subyacente a la realidad normal —vemos a través de la ilusión que nues-tras mentes normalmente crean.

Creador Cuán t i co

La idea de la mente humana comocreadora del mundo se ha extendidorápidamente desde el surgimiento de lafísica cuántica. En el artículo Fe y laNueva Física, en este mismo número,se menciona que es imposible determi-nar simultáneamente la posición y lavelocidad de una partícula. Para cono-cer uno de estos datos no podemosevitar alterar el otro. Por esto, hemosde decidir qué propiedad queremos de-terminar. «Esto está muy cerca de decirque creamos ciertas propiedades» alescoger medirlas, escribe Gary Zukaven su popularísimo libro The DancingWu Li Masters.35

La física clásica supone que hay unmundo externo que existe aparte denosotros, que podemos observar y me-dir sin cambiarlo. El concepto de obje-tividad científica descansa sobre la pre-suposición de que la naturaleza «estáahí fuera» en oposición a «yo» que está«aquí dentro». Pero en la teoríacuántica es imposible observar la reali-dad sin cambiarla.

Presentemos otro ejemplo: algunosexperimentos muestran que la luz tienenaturaleza ondulatoria. Otros que tienenaturaleza de partícula. Si queremosmostrar que la luz es la una o la otra,sólo necesitamos seleccionar el experi-mento apropiado.

Todo esto suena peligrosamentesemejante a decir que hacemos que laluz sea bien una onda, bien una partí-cula. ¿Qué era la luz antes de hacer elexperimento? A decir de los físicosWerner Heisenberg y John Wheeler,existía en un estado indeterminado —existía potencialmente como cualquie-ra de ambas cosas: «El fotón carece decualquier existencia determinada hastaque hace una marca en el aparato me-didor del científico.» En este sentido,cada acto de observación es un acto decreación.36

De esta forma, la teoría cuántica haderrumbado la clásica distinción entresujeto y objeto. El papel del científicoha cambiado del de observador pasivoal de participante activo. EscribeCapra: «El electron no posee propieda-des activas independientes de mi men-te.»37 O, en las palabras de Talbot: «Esla conciencia del observador la que

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interviene y desencadena todos los po-sibles resultados que se observan.»38

Al nivel subatómico «no existen pro-piedades de las cosas, sino sólo propie-dades de interacciones» con el experi-mentador — «lo que está “ahí afuera”no aparecería en absoluto si no fuesepor la participación de la peculiar cons-titución del «ahí adentro» y de sus ar-tefactos medidores.»39

¿A dónde nos lleva este subje-tivismo científico? De vuelta a la anti-gua doctrina mística de que el mundoes una construcción de mi propia con-ciencia. Michael Talbot escribe enMysticism and the New Physics:

En el reconocimiento del papel de laconciencia en el proceso del univer-so físico se da un alejamiento radi-cal de la física clásica. Pero se tratade lo que los místicos nos han esta-do diciendo siempre.40

Un con f l i c to dere l ig iones

Los que defendemos el cristianismonos encontramos constantementecon la oposición no de la irreligiónde nuestros oyentes, sino de su ver-dadera religión… Si uno habla deuna gran fuerza espiritual que loimpregna todo, de una mente co-mún de la que todos somos partes,de un fondo de espiritualidad gene-ral a la que todos podemos dirigir-nos, se atraerá el amistoso interésde todos. Pero la temperatura sehace glacial cuando uno mencionaun Dios que tiene propósitos y quelleva a cabo acciones determinadas,que hace una cosa y no otra, unDios concreto, que escoge, ordena yprohíbe, y que tiene un carácterdeterminado.41

Escribiendo ya en 1944, C. S.Lewis previó el influjo de ideas proce-dentes de Oriente y describe aquí ladiferencia esencial en el concepto deDios entre la religión de Oriente y elcristianismo.

No hemos hecho en este artículouna crítica exhaustiva y detallada delpensamiento de la Nueva Era. Paraesto remitimos al lector a la bibliogra-fía de recursos que damos al final.Nuestro principal propósito aquí hasido el de alertar a los lectores acercade este movimiento, y hacerlos cons-cientes de sus incursiones en práctica-

mente todas las áreas de pensamientoy vida.

Muchos de nosotros estamos tanocupados oponiéndonos al evolucionis-mo en su vertiente atea que puede quehayamos pasado por alto el progreso dela religión oriental en los distintos cam-pos de la ciencia. Aunque en el pasadola ciencia ha sido un potente instru-mento de secularización, puede que enel futuro venga a ser el medio para le-gitimar una nueva forma de espirituali-dad. Esta es desde luego la meta defísicos como Jack Sarfatti, director delGrupo de Investigación de Física y dela Conciencia en San Francisco. Lapostura de Sarfatti es que «La red deconexiones cuánticas es lo más cercanoa lo que puede llegar la mente delHombre a la luz espiritual de la con-ciencia crística, o Tao, que subyace atodas las apariencias». Y daba su pers-pectiva del propósito de la ciencia conestas palabras:

Queremos infectar a la sociedad conuna visión diferente de la realidad.Los físicos son los sumos sacerdotesde la sociedad.42

Sarfatti no está solo en sus propósi-tos. Hay un gran número de pensadoresde la Nueva Era en la educación, dondese están haciendo comunes técnicas dealteración de la conciencia como lameditación, imaginería guiada, bio-feedback y autogenesia (hipnosis).También hay «redes de académicos,incluyendo presidentes de universida-des y decanos, que aportan su peso es-pecífico a la idea de la conciencia enevolución», según Ferguson — y cosamás cargada de presagios, «grupos deburócratas informalmente coordinadosque buscan maneras de poner la fuerzadel gobierno tras las nuevas ideas».43

Si queremos hacer frente a la obrade estos autodesignados «sumos sacer-dotes», nos es preciso comprender deuna manera profunda todas las ramifi-caciones de la doctrina de la creación— no sólo aquello que es necesariopara contrarrestar la teoría evolucio-nista, sino también lo suficiente paracontrarrestar la cosmología místicaoriental. En ésta reconocemos una for-ma del antiguo pecado de poner a lahumanidad en lugar de al Creador en elcentro de la realidad: «Nosotros somostodos Dios, nosotros hacemos el mun-do.» Los que rehúsan reconocer a Dioscomo el Creador usurpan finalmente

Sus cualidades y atribuyen la divinidada alguna parte de la creación. Elsalmista, en cambio, nos exhorta conestas palabras:

Reconoced que Jehová es Dios;Él nos hizo, y no nosotros a noso-

tros mismos.(Salmo 100:3)

R E F E R E N C I A S

1 Marilyn Ferguson, The Aquarian Conspiracy(Los Angeles: J. P. Tarcher, Inc., 1980),pág. 35.

2 Fritjof Capra, The Tao of Physics (Oxford:Oxford University Press, Flamingo editionby Fontana Paperbacks, 1983), pág. 23.Énfasis añadido.

3 Esta y otras citas proceden de un simposio defin de semana («Experiencing the MedicalModel of the Future — An In-DepthSurvey of Holistic Health»), patrocinadopor la Association for Holistic Health andthe Mandala Society, 4 de sept, 1977, talcomo ha sido presentado en la revistaJournal de Spiritual Counterfeits Project,«The Marriage of Science and Religion»,Agosto 1978, artículo titulado «HolisticHealth from the Inside», por BrooksAlexander, págs. 5-17.

4 Por ejemplo, August Comte, el «padre» de laciencia social, y el filósofo Friedrich Hegel,quienes propusieron que la sociedad huma-na y el mismo pensamiento humano progre-san en etapas concretas a través de la histo-ria.

5 Ferguson, pág. 67.6 Erich Jantsch, Design for Evolution (NY:

George Braziller, Inc., 1975), pág. 152.7 Theodore Roszak, Unfinished Animal (NY:

Harper and Row, 1975), pág. 3. Énfasis enel original.

8 Capra, pág. 15.9 Roszak, pág. 74.10 George Leonard, «In God’s Image» en Mind

and Supermind, Albert Rosenfeld, ed.(NY: Holt, Rinehart y Winston, 1977),pág. 14.

11 Citado en Roszak, pág. 73.12 Gopi Krishna, The Biological Basis of

Religion and Genius (NY: Harper andRow, 1972), pág. 116.

13 Peter Russell, The Global Brain (Los Ange-les: J. P. Tarcher, Inc., 1983), pág. 155.

14 Roszak, pág. 74. Énfasis añadido.15 Ibid., pág. 106. Énfasis en el original16 Ferguson, págs. 164-165.17 Ibid., pág. 166-167.18 Ibid., pág. 166.19 Ibid., pág. 159.20 Roszak, págs. 109-110.21 Ibid., págs. 110-114. Énfasis añadido.22 David Toolan, «Psychology’s Theological

Quantum Jump» en Commonweal, 10 octu-bre 1980, pág. 562. El mismo Toolan noresponde a la pregunta con la evoluciónsino con los resultados de la nueva físicaque se dan en la segunda mitad del artículocitado.

23 Fritjof Capra, The Turning Point (NY: Simonand Schuster, 1982), pág. 292.

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24 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

24 C. S. Lewis, The Best of C. S. Lewis (Was-hington, D.C.: Canon Press, 1969), págs.280-281.

25 Citado en Capra, The Turning Point, pág. 292.Énfasis añadido.

26 Roszak, págs. 101-102.27 Capra, Tao of Physics, pág. 11. Énfasis añadi-

do.28 Ibid., págs. 12-13.29 Ibid., págs. 29-30.30 Capra, The Turning Point, pág. 80.31 Capra, Tao of Physics, pág. 78. Énfasis aña-

dido.32 Ibid., pág. 233.33 Citado en Ferguson, pág. 172. Énfasis añadi-

do.34 Ibid., pág. 180.35 Gary Zukav, The Dancing Wu Li Masters

(NY: Bantam Books, 1979), pág. 28.36 John Gliedman, «Turning Einstein Upside

Down» en Science Digest, Vol. 92, No. 10,octubre de 1984, pág. 96.

37 Capra, The Turning Pont, pág. 87.38 Michael Talbot, Mysticism and the New

Physics (NY: Bantam Books, 1981), pág.34.

39 Toolan, pág. 565.40 Talbot, pág. 4.41 C. S. Lewis, pág. 279.42 Citado en Mark Albrecht y Brooks Alexan-

der, «The Sellout of Science», SpiritualCounterfeits Project, Journal, agosto1978.

43 Ferguson, pág. 63. Énfasis añadido.

BI B L I O G R A F Í A

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más abajo hasta que su cuerpo estálleno de luz.

Ahora imagínate haciendo algo demanera perfecta, dice la maestra. Se-guid observándoos como perfectos.Llenaos con el conocimiento de quesois perfectos. Esta es vuestra luz,vuestra inteligencia, vuestro sol. Todovuestro cuerpo se torna en un rayo deluz. La maestra les dice que se veanllenos de luz. Ahora ellos contienentoda la luz del universo. Con esta luz,les dice la maestra, se sienten ahora enpaz — son perfectos. Al volver de este

viaje de fantasía, se les recuerda a losniños que son inteligentes, magníficos,y que contienen toda la sabiduría deluniverso dentro de ellos mismos.1

Imaginemos ahora que esto estásucediendo en escuelas públicas y pri-vadas por toda la nación — porqué asíes. Esta lección de imaginería guiadaes una de las técnicas empleadas por ladoctora Beverly Galyean en su sistemade educación confluente. Su sistema esun ejemplo de una tendencia recienteentre los educadores de volverse haciaOriente en pos de nuevas filosofías y

Oriente se encuentra con Occidenteen el campo de la Educación

La Nueva Era en la Enseñanza

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Imaginemos a veintiún niños de pri-mer grado de primaria yaciendo in-móviles en el suelo de la clase. La

maestro entona frases tranquilizadoraspara ayudar a la relajación. Al cabo deunos momentos comienza el viaje de lameditación. Los niños imaginan el sol,brillando con todo su resplandor, irra-diando una intensa luz hacia ellos.Luego, en el ojo de la mente, se lesdice a los niños que atraigan el solhacia abajo, abajo del cielo y hacia supropio cuerpo. Su luz palpita desde lacabeza, abajo hacia el tórax, más y

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nuevas técnicas de aprendizaje, desdela meditación al yoga y a los ejerciciosde respiración.

Para seguir este movimiento en elcampo educativo, pasamos a desarro-llos en la psicología, porque las teoríasde educación son aplicaciones de losprincipios psicológicos del aprendizaje.La psicología transpersonal comienzacon la presuposición de la unidad delmundo físico como expresión de Dios.Nos extendemos hacia todo nuestropotencial humano al buscar el dios enel interior, al realizar nuestra unidadcon el universo y el poder trascendentedentro de nosotros.

La doctora Galyean es bien sinceraacerca de las presuposiciones religiosasde su teoría educativa:

Cuando comenzamos a ver que to-dos somos Dios, que todos tenemoslos atributos de Dios, creo entoncesque todo el propósito de la vidahumana es reconocer la divinidaddentro de nosotros; el perfectoamor, la perfecta sabiduría, el per-fecto entendimiento, la perfecta in-teligencia, y cuando lo hacemos,recreamos aquella antigua y esen-cial unidad que es la conciencia. Demodo que toda mi perspectiva sebasa muchísimo en aquella idea.2

Esta creencia de que dios es ennosotros y que formamos parte inte-gral de dios es panteísmo oriental, encontraste con el teísmo cristiano queenseña que el mundo creado es distin-to del Dios que lo creó. Según ladoctrina religiosa de Oriente, no so-mos individuales en esencia, sino par-te de la Conciencia Universal, o Dios,o Espíritu, que se manifiesta en elmundo físico.

Educac ión pa ra l aNueva Era

En el campo de la educación, la Psi-cología de la Cuarta Fuerza ha produ-cido un movimiento conocido comoeducación para la Nueva Era, o edu-cación transpersonal, holista, o de lanueva conciencia. Comenzando conla premisa de que formamos parte deuna Mente Universal, concluye que elénfasis en educación debería ir a «en-lazar» con ella a fin de acceder a susabiduría. Los educadores de la Nue-va Era Canfield y Klimek se refierena ella como nuestro «Yo Superior» y

escriben que es «la fuente de nuestrasabiduría, creatividad y guía interior».Recomiendan que la meta de la edu-cación llegue a ser «el desarrollo de lapropia relación con su Yo Superior».3

¿Qué implicaciones tiene estacreencia para el aula? Primero, debidoa que se cree que cada persona formaparte de la conciencia universal, quecada niño contiene ya toda sabiduría. Alos niños se les enseña a que se digana sí mismos: «Mi mente ya sabe cómoescribir correctamente esta palabra.»4

Al enseñársele el sentido de propiavalía y confianza en sí mismos, se lesdice a los niños de forma explícita queellos son perfectos, totalmente amantesy omniscientes. «Soy una persona per-fecta y un estudiante perfecto» es unaexpresión que se enseña a los niñospara que se la repitan frecuentemente así mismos.5

Segundo, que tomar una informa-ción del exterior es menos importanteque sondear en el depósito de sabidu-ría disponible para nosotros en la con-ciencia universal. Consiguientemente,el énfasis en la educación de la NuevaEra recae en técnicas de introspeccióny meditación, de imaginería guiada,ejercicios de relajación, viajes de en-soñación, potenciación del hemisferiocerebral derecho, autogenesia (auto-hipnosis), clarificación de valores,biofeedback, etcétera. Se contemplanla intuición, los sentimientos y el in-consciente como un medio para acce-der a la mente universal para conse-guir consejo, información y ayuda dela misma. Hay un nuevo interés enestimular el hemisferio derecho delcerebro, que se considera ser la fuentede la intuición, de la fantasía y de lasemociones. Citando de nuevo aCanfield y Klimek: «Nuestros estu-diantes han de aprender también avalorar su mundo inconsciente y aconfiar en él, este mundo inconscien-te que se manifiesta por medio de suimaginación, intuición, sueños, fan-tasías.»6

Otro medio de contactar con su«Yo Superior» para conseguir orienta-ción es por medio de «espíritus guías».Los niños escogen alguna imagen oilustración que representa a su «guía».Durante el año escolar, cuando el niñonecesita consuelo o ayuda, el maestrolo instruye así: «Pregúntale a tu guía».La imagen viene a ser una fuente deinformación, «alguien» a quien ir cuan-do haya algún problema.7

Leyendo en t re l í neas

¿Le están enseñando a tu hijo que for-ma parte de la conciencia universal?¿Le enseñan a meditar, y a buscar guíadel Yo Superior? Para descubrirlo, ten-drás que leer entre líneas. Después dereferirse a la necesidad de desarrollar«las dimensiones interior y espiritual,por medio de la operación de formascomo la meditación», Canfield yKlimek dicen:

El centrado también puede introdu-cirse en el trabajo con meditaciónen el aula. (Consejo: Si estás ense-ñando en una escuela pública, no lollames meditación, llámalo «centra-do». Todas las escuelas quieren alos niños relajados, atentos y creati-vos, y esto es lo que conseguirán.)8

Incluso Galyean, que es por otraparte sincera acerca de las bases reli-giosas de sus teorías, advierte que aun-que muchas escuelas están abiertas atécnicas abiertamente religiosas comola meditación, en áreas más conserva-doras es necesario emplear términoseufemísticos como «centrado» o «con-centración».9 También es remisa acer-ca de los espíritus guías: «Naturalmen-te, no los llamamos así en las escuelaspúblicas. Los llamamos guías imagina-rios».10

Tu escuela puede tener programasque anuncia con el objeto de «reducirel estrés» o para «aprender a relajarse».Éstas son formas típicas de describirlos programas de meditación. Puedeque introduzca técnicas para «potenciarla autoestima y la autoconfianza», queemplean relajación e imaginería guiadapara ayudar al niño a acceder a su «YoSuperior». Si tu escuela anuncia pro-gramas pensados para «potenciar lacreatividad y las capacidades de tomade decisiones», deberías estar cons-ciente que este es un beneficio que sepretende comunmente que es el resul-tado de entrar en contacto con el in-consciente por medio de la meditación.

Puede que tu hijo esté involucradoen un programa modelado en base deenfoques conocidos como «Supera-prendizaje» o «Aprendizaje y Enseñan-za Sugestivo Acelerativo» (SALT). Elque no haya leído acerca de estos enfo-ques quizá desconozca que recurren alyoga, a la meditación y a otras técnicasespirituales orientales. Se basan en la«Sugestología» del doctor Lazanov,

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que a su vez recogió del yoga, delaprendizaje en el sueño, de la hipnosis,autogenesia y parapsicología. Sus «raí-ces más profundas se encuentran en elsistema de Raja Yoga».11 La Sugesto-logía puede ser recapitulada como elempleo de estados alterados de la con-ciencia producidos por la meditaciónpara facilitar el aprendizaje. Empleamúsica como un mantra «para evocarun estado psicofísico específico deconcentración relajada»12 y la respira-ción rítmica para aumentar el «prana»en el cuerpo (el concepto oriental deuna fuerza o energía vital).13

¿Podría ser que estas técnicas seanneutrales por sí mismas y que sean úti-les para la relajación e introspección sise separan de su contexto religioso?Los defensores de la meditación haninsistido largamente en que no se tratade nada más que de una técnica paraconseguir un estado de profunda relaja-ción, exhibiendo gráficas y medicionespara difundir una sensación de respeta-bilidad científica.

En una entrevista le preguntaron ala misma doctora Galyean si sus ideasreligiosas orientales eran necesariaspara un currículo de educación con-fluente. Ella respondió:

El sistema de educación confluentecon el que trabajo es totalmentedependiente de esta perspectiva,porque toda mi filosofía es que elaprendizaje es adquirir las capacida-des de contemplar dentro de noso-tros y descubrir aquella informaciónque está dentro de uno y que unonecesita conocer, para crecer y de-venir perfecto.14

Nos parece que Galyean tiene ra-zón. Se vende una variedad de progra-mas, todos ellos basados en técnicasespirituales orientales, como mediopara reducir el estrés, potenciar laautoestima, o acelerar el aprendizaje.Pero la meditación y el yoga, se pon-gan el ropaje que se pongan, estáninextricablemente vinculados con lavisión oriental del mundo. Los quepractican estas técnicas son enseñadosa pensar en términos de esta visión delmundo, tanto si esto se expresa demanera abierta como si no.

Kenneth Pelletier, un proponentede la meditación, dice francamente quebien puede ser que la nueva conforma-ción de la visión del mundo del medi-tador sea consustancial a la técnica:

En cierta manera, una persona queentra en meditación ya se ha entre-gado a un sistema filosófico conco-mitante. No se puede subestimareste factor de la actitud del indivi-duo al aproximarse a la práctica dela meditación para comprender losefectos positivos de esta práctica.15

En las explicaciones que se danacerca de cómo y por qué funciona lameditación se presupone una cierta vi-sión de la vida. Es verdad que no se lepide a nadie que haga una declaraciónde fe ni una entrega de fe antes decomenzar a meditar, y por eso sus de-fensores pueden decir que la medita-ción no es religiosa, y que es por ellocompatible con cualquier fe. Pero seríaingenuo no darse cuenta de que

aunque no se exija creencia por ade-lantado, las «creencias» se enseñande una forma concreta — y por ello,se aprenden. Las experiencias quete encuentras en la meditación novienen con etiquetas adjuntas, perodemandan interpretación. La inter-pretación autorizada que te dan,cuando se reduce a su contenidoesencial, es idéntica, punto porpunto, al hinduismo monista de lasUpanishads y a la tradición védicade Shankars.16

Un paso más a l l á

Es evidente que los meditadores síentran en contacto con alguna clasede poder. La interpretación que dansus proponentes es que la meditaciónes la vía de acceso a nuestra menteinconsciente y por medio de ella auna mente universal. Pero esta no esla única interpretación posible. Otrastradiciones religiosas mantienen queel poder espiritual proviene de seresespirituales, lo que ofrece una inter-pretación diferente de los aconteci-mientos paranormales. David Haddonobserva que el estado pasivo de lamente que se busca con la meditación«se asemeja al que buscan losmediums para entrar en contacto conlos espíritus.…»17

Como dice el educador FrancesAdeney, recapitulando la educaciónconfluente de Galyean, «se apoyaenormemente en técnicas de medita-ción así como en una proclamacióndirecta de creencias hindúes y ocul-tistas».18

«Lo que encuentro difícil de enten-der,» comenta Eleanor Howe en TheNational Educator,

es el silencio de la ACLU [UniónAmericana pro Libertades Civiles],de la Liga Antidifamación y de to-dos los que siempre chillan a favorde la separación de la iglesia y delestado. Aquí tenemos que se estápromoviendo la filosofía religiosahindú por medio de una metodolo-gía pedagógica, financiada con dó-lares de impuestos federales, y na-die está denunciando esta violaciónde la Constitución [Americana].19

Referenc ias1 Dr. Beverly Galyean, Una meditación de

imaginería guiada, presentada en el Taller deEducación Confluente, Talleres de Educa-ción, Conferencia Mandala, San Diego, 4 deagosto de 1980, y citada por Frances Adeneyen «Education Looks East», SpiritualCounterfeits Project Journal, Vol. 5, No. 1,Invierno 1981-1982, pág. 28.

2 Adeney, Francis, entrevista con Dr. BeverlyGalyean, Radix, 6 agosto 1980.

3 Jack Canfield y Paula Klimek, «Education inthe New Age: A Wholistic Model of Educa-tion,» Centering, Vol. 1, No. 2, Verano 1979.

4 Dr. Berverly Galyean, «Meditating withChildren: Some Things We Learned», citadoen Adeney, pág. 29.

5 Ibid.6 Canfield y Klimek.7 The Society for Accelerated Learning, «New

Dimensions in Education — Confluent Lear-ning», sesión plenaria en la conferencia,Education in the 80’s, citado en Adeney,pág. 30.

8 Jack Canfield y Paula Klimek, «Education inthe New Age», New Age, Vol. 3, No. 9, febre-ro 1978, pág. 36.

9 Dr. Galyean, Ed. Workshop [Taller educativo],Mandala Conference, citado en Adeney, pág.31.

10 The Society for Accelerated Learning, «NewDimensions», citado en Adeney, pág. 30.

11 Sheila Ostrander y Lynn Schroeder, Super-learning (New York: Dell Publishing Co.,1979), pág. 17.

12 Ibid., pág. 113.13 Ibid., pág. 106.14 Entrevista en Radix.15 Kenneth Pelletier, Mind as Healer, Mind as

Slaver: A Holistic Approach to PreventingStress Disorders, citado en Brooks Alexan-der, «Holistic Health from the Inside»,Spiritual Counterfeits Project Journal, Vol. 2,No. 1, agosto 1978, pág. 16.

16 Carta abierta a un meditador, SpiritualCounterfeits Project, P. O. Box 2418,Berkeley, CA 94702.

17 David Haddon, «Transcendental MeditationWants You», citado en Sharon Fish, «Trans-cendental Meditation: Holistic Health and theNursing Profession», Spiritual CounterfeitsProject Journal, Vol. 2, No. 1, agosto 1978,pág. 41.

18 Adeney, pág. 30.19 Eleanor Howe, «“Occult” Teaching in

Schools», The National Educator, Vol. 13,No. 11, Abril 1982, pág. 4.

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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Génesis — Vol. 1 - Nº 2 27

Sobre «La muerte de Darwin» enSouth Kensington

Cientificismo y Humildad

Adaptac ión

Una y otra vez se pueden leerfrases como éstas: «La evolución ya no es considerada

como una hipótesis, salvo para aque-llos cuyas creencias actúan como unabarrera mental frente a lo evidente.Tanto para el ateo como para el cató-lico practicante … la Evolución es unhecho, sin cuya aceptación queda sinsentido el mundo de lo viviente…»(Contraportada de La Evolución de loviviente, de Pierre P. Grassé, H.Blume Ediciones, Madrid 1977). Demanera similar, Stephen Jay Gould,profesor de Geología de la Universi-dad de Harvard, mantiene en públicosu postura de que «La evolución esun hecho, como que las manzanascaen de los árboles».

Sin embargo, un enfoque máshonrado y riguroso del estado de lacuestión de los orígenes fue el que sehizo patente cuando en 1981 el Mu-seo de Historia Natural de SouthKensington, Inglaterra, inauguró unanueva exhibición sobre Darwinismo.Lo primero que un visitante podía verera este texto:

¿Se ha preguntado usted algunavez por qué hay tantas clases dife-rentes de seres vivientes?

Una idea es que todos los seresvivientes que vemos en la actuali-dad han EVOLUCIONADO desde unantecesor distante mediante unproceso de cambios graduales.

¿Cómo pudo tener lugar laevolución? ¿Cómo pudo una espe-cie cambiar a otra?

La exhibición en este localcontempla una posible explica-ción: la explicación primero idea-da por Charles Darwin.

Algo más adelante en el local hayun cartel que admite lo siguiente:«Otra explicación es que Dios creótodos los seres vivientes, perfectos einmutables.»

La revista Nature dio respuesta aesta mentalidad abierta en un editorialtitulado «La Muerte de Darwin en

South Kensington». Cita la frase delúltimo folleto del Museo, donde sedice, «Si la teoría de la evolución escierta …», como evidencia de «la po-dredumbre en el Museo». El editorialproseguía diciendo (Anónimo, 1981):

La nueva política de exhibiciones,que es la principal interacción delMuseo con el mundo exterior, seestá llevando con algún grado de

guidos biólogos del Museo, la ma-yor parte de los cuales preferiríanperder la mano derecha antes quecomenzar una oración con la frase«Si la teoría de la evolución escierta, …» (pág. 735).

El editor de Nature publicó poste-riormente una carta (Ball, et al.,1981), firmada por 22 miembros delcuerpo de distinguidos biólogos delMuseo:

Señor: Como biólogos que trabaja-mos en el Museo Británico nossentimos atónitos al leer su edito-rial «La Muerte de Darwin enSouth Kensington» (Nature, 26 defebrero, pág. 735). ¿Cómo es queuna revista como la suya, dedicadaa la ciencia y a su práctica, puedeabogar por que una teoría sea pre-sentada como un hecho? Ésta esuna actitud de prejuicio, no deciencia, y como científicos nuestrapreocupación básica es manteneruna mente abierta ante lo ignoto.¿O es que podría ser de alguna otramanera?

Usted sugiere que la mayoríade nosotros preferiríamos perder lamano derecha antes que comenzaruna oración con la frase «Si la teo-ría de la evolución es cierta …».¿Acaso tenemos que aceptar que laevolución es un hecho, que estádemostrada hasta los límites del ri-gor científico? Si esto es lo que sedebe inferir, entonces manifesta-mos nuestro más rotundo des-acuerdo. No tenemos una prueba

absoluta de la teoría de la evolu-ción. Lo que tenemos es una evi-dencia circunstancial abrumadoraen su favor, y por ahora no tene-mos una mejor alternativa. Pero lateoría de la evolución sería aban-donada mañana si apareciera unateoría mejor. (pág. 82)

Antes de esto (en 1979) el doctorColin Patterson, paleontólogo, Con-

nico de Historia Natural, había escritouna carta, reproducida en el númeroanterior de esta revista Génesis, pág.15, en la que, con referencia a su libroEvolution, daba respuesta a una pre-gunta acerca de las formas de transi-ción en el registro fósil. Esta carta essumamente clara y reveladora en elsentido de que no hay ninguna pruebasólida en favor de una conexión fósilentre los diferentes y distintos gruposde vida.

Con posterioridad a este intercam-bio de cartas en Nature, y en una con-ferencia dada en el Museo Americanode Historia Natural ante más de milcientíficos, el mismo doctor ColinPatterson, hizo una serie de manifesta-ciones acerca del estado de la evidenciasobre los orígenes que dista mucho dela apreciación de que haya «una evi-dencia circunstancial abrumadora». Es-tas manifestaciones tuvieron lugar en elMuseo Americano de Historia Naturaly por otras vías, manifestaciones quequedaron reflejadas en Génesis, vol. 1,nº 1, págs. 11-14.

«¿Cómo es que una revis-ta como la suya, dedicadaa la ciencia y a su prácti-ca, puede abogar por queuna teoría sea presentadacomo un hecho? Ésta esuna actitud de prejuicio,

no de ciencia . . .»

aislamiento del personal de distin-servador Senior del Museo Britá-

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Una reseña

Traidores a la Verdad:Fraude y engaño en los salones de la Ciencia*

por Jerry Bergman, Ph.D.**

animan a las personas en otros cam-pos de actividad. (pág. 19).

En la ciencia, el fraude pocas ve-ces reside en la invención de datos.La mayor parte de ellas implica sualteración, dejar de lado ciertos resul-tados y manipular lo suficiente paracambiar un resultado cercano peroestadísticamente no significativo paraconseguir un resultado estadística-mente significativo.

Después de la lectura de este libro,uno se siente inclinado a aceptar ladeclaración bíblica de que «no hayhombre que no peque» (1 Reyes 8:46)y, de manera más directa: «Si decimosque no tenemos pecado, nos engaña-mos a nosotros mismos» (1 Juan 1:8).

L O S C I E N T Í F I C O S C O M O

H U M A N O S

Se debe encomiar a Broad y a Wadepor su soberbio trabajo de detectives alpresentar una imagen más realista delos científicos. El fraude es algo tan ex-tendido que ellos llegan a la conclusiónde que «la ciencia se parece poco a suretrato convencional» (pág. 8). Un pro-blema principal al tratar acerca de esto,observan los autores (que citan aRobert Walker):

es una cierta arrogancia dentro de lacomunidad científica … que mejorconocemos, y a eso se debe quehemos hecho las preguntas; y sinosotros no hacemos las preguntas,nadie más lo hará. (pág. 12).

Hay intereses creados que operanpara demostrar teorías favoritas, y losinvestigadores se ponen orejeras queles prohíben ver nada más de lo quequieran ver. Estos son, como los auto-res lo ilustran de manera muy adecua-da, problemas comunes.

Los autores tratan también con de-talle el método científico, y de mane-ra especial la dificultad de «demos-trar» hipótesis científicas. Un buen

ejemplo de esta dificultad, observanellos, reside en «la teoría de la evolu-ción, [que] es otro ejemplo de unateoría muy valorada por los científi-cos … pero que en cierto sentido estáen una posición muy honda para quepueda ser directamente demostrada orefutada» (pág. 17). Destacan ellosque una vez que las teorías han que-dado establecidas, no son fácilmentederribadas, sea cual sea la nueva in-formación que salga a luz y que pue-da contradecir la teoría ahora santifi-cada y «escrita en tablas de piedra».

Entre las razones para el engañoestá el hecho de que la meta de la cien-cia son las teorías, no una colección deaburridos hechos. Debido a que en oca-siones es difícil conformar los hechos ateorías en situaciones en las que haymuchas anomalías, al tratar de «demos-trar» la propia teoría hay una fuertetentación a jugar frívolamente con loshechos. El deseo de conseguir crédito,de ganarse el respeto de los colegas yde llegar a ser eminente ha conllevado,desde los primeros días de la ciencia, latentación de mentir a sabiendas, de dis-torsionar o echar a un lado la evidenciay de ir más allá de los datos sin infor-mar de ello al lector.

Un problema principal es que laciencia, por su naturaleza de comuni-carse por medio de publicaciones,«tiende a registrar sólo las acciones delos pocos que han contribuido con éxi-to al conocimiento [de la ciencia] y adejar de lado los muchos fracasos».(pág. 35). Los autores observan que losinvestigadores, deliberada e incons-cientemente, destacan los hechos quedan apoyo a su teoría, modifican losque no la sustentan del todo y echan aun lado los que no la sustentan.

Más aún, el sistema científicoalienta a engañar. Hay en juego carre-ras y trabajos, y, literalmente, la posi-bilidad de ganarse la vida. La presiónpor conseguir que se publique un ar-tículo, para hacerse famoso, por con-seguir un prestigioso premio o paraque le pidan a uno que se una a un

I N T R O D U C C I Ó N

En las páginas iniciales, Broad y Wadedicen:

Según la opinión convencional, laciencia es un proceso estrictamentelógico, la objetividad es la esenciade la actitud del científico ante sutrabajo, y las afirmaciones científi-cas son rigurosamente comprobadaspor escrutinio de los colegas y repe-tición de los experimentos. Median-te este sistema de autoverificación,los errores de todo tipo son rápida einexorablemente echados fuera.(pág. 7).

No obstante, la tesis de los autoreses que esta creencia es falsa, y demues-tran con claridad que este supuestomecanismo de indagación científica aprueba de fallos frecuentemente nocorrige los fraudes que ellos declaranque han llegado a ser una «epidemia»en la ciencia moderna. La seducción deser el «primero», del prestigio, de losfondos de investigación, de viajes aHawai y a otros lugares exóticos paraconferencias, y de conseguir grandescantidades de dinero, lleva a muchoscientíficos a abandonar cualquier ele-vado ideal que puedan haber tenidooriginalmente.

Tal como lo destacan Broad yWade:

Los científicos no son diferentes dela otra gente. Al revestirse de la batablanca para penetrar la puerta dellaboratorio, no les abandonan laspasiones, ambiciones y faltas que

* Reseña del libro del mismo título, deWilliam Broad y Nicholas Wade(Simon and Schuster, New York), 256págs.

* Jerry Bergman, Ph.D. Dirección pos-tal: 1306 N. Orleans, Bowling Green,OH 43402, EE. UU. de Norteamérica.

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Génesis — Vol. 1 - Nº 2 29

consejo editorial, todo ello alienta aactuar fraudulentamente.

También se incluye una excelentesección acerca de la mitología de laciencia. Broad y Wade muestran queen contra de la opinión popular, laciencia a menudo no ejerce una vigi-lancia propia. Los académicos nosiempre leen cuidadosamente la lite-ratura científica. Muy a menudo laciencia no es un proceso muy objeti-vo. Los dogmas y los prejuicios,cuando se disfrazan de una maneraadecuada, penetran en la ciencia deuna manera tan fácil como en cual-quier otra empresa humana, y quizácon mayor facilidad por cuanto supenetración no es esperada.

L A C I E N C I A C O M O

R E L I G I Ó N

Broad y Wade observan que la cienciacumple parte de la función inspiradoraque los mitos y la religión cumplían ensociedades menos desarrolladas (pág.130). Añaden ellos:

… que los factores no racionalesson también importantes [en la cien-cia] y que la creencia científica, enparticular cuando tiene lugar unaconversión traumática de un para-digma a otro, tiene ciertos elemen-tos en común con la creencia reli-giosa. (pág. 133).

Tal como lo observa Feyerabend ensu libro Against Method [Contra elmétodo], para la mayoría de los cientí-

ficos, el eslogan «libertad para la cien-cia» significa «libertad para adoctrinarno sólo a los que se han unido a ellos,sino también al resto de la sociedad…» (pág. 134).

El principal problema en la cues-tión del fraude es el problema de laciencia misma, es decir:

Los científicos contemplan su pro-pia profesión en términos del idealpoderosamente atractivo que hanerigido los filósofos y sociólogos[de la ciencia]. Lo mismo que todoslos creyentes, tienden a interpretarlo que ven del mundo en términosde lo que la fe les dice que hay.(pág. 79).

L A R E C O L E C C I Ó N D E

D A T O S

Uno de los mejores capítulos trataacerca del autoengaño y de la creduli-dad de los científicos. Los autores danejemplo tras ejemplo de que «la pro-pensión del investigador al autoengañoes particularmente fuerte», especial-mente cuando examina otras especies yles imputa varios rasgos de la persona-lidad, añadiendo: «el hecho es que to-dos los observadores humanos, porbien instruidos que estén, tienen unafuerte tendencia a ver lo que esperanver» (pág. 114). Randi (1982) cree queen algunas áreas de investigación loscientíficos son «más fácilmente enga-ñados» que el público.

Broad y Wade citan un estudio quedemuestra cómo la recolección de da-tos queda afectada por ideas preconce-bidas. Rosenthal dijo a unos observa-dores científicos escogidos que debíanensayar dos grupos de ratas: un grupoera «diestro en los laberintos» y el otroera «poco diestro». Como se esperaba,las ratas brillantes fueron puntuadascomo superiores —cuando de hecho nolo eran, porque las ratas habían sidodistribuidas al azar en los dos grupos yninguna de ellas había sido adiestradade manera especial. Los experimenta-dores vieron lo que quisieron ver (oesperaban ver, demostrando el «efectode expectativa») —quizá de forma in-consciente.

También examinan el estudio deWolins, que involucraba una peticiónde datos materiales a 37 autores de ar-tículos de psicología. De los 32 quereplicaron, 21 informaron que «des-afortunadamente sus datos habían que-

dado traspapelados, se habían perdidoo habían sido involuntariamente des-truidos». Los autores concluyen queuno supondría que «algo tan valiosocomo datos científicos materiales seguardarían en condiciones menos pro-pensas a los accidentes» (pág. 78). Yde los nueve conjuntos de datos quefueron enviados a los investigadores,tres contenían graves errores en sus es-tadísticas, lo que lleva a los autores a laconclusión de que «las implicacionesdel estudio de Wolins son casi dema-siado abrumadoras para digerirlas»(pág. 78). En tanto que es posible quelos autores sean demasiado duros conla comunidad científica, sin embargoes evidente que la crítica que presentantiene mucha validez. Citan tambiénotros estudios que llevaron esencial-mente a las mismas conclusiones.

En mi lectura del libro, mi interésen la discusión era el puramente inte-lectual, ¡hasta que me di cuenta quealgún trabajo que yo había empleadoen mi actividad había sido hecho porun investigador mezclado en un escán-dalo! Estos estudios habían sido publi-cados en prestigiosas revistas, y es in-dudable que muchos otros investigado-res también se habían apoyado enaquellos resultados. En realidad, esprobable que la mayoría de los inves-tigadores hayan citado datos fraudulen-tos o al menos inexactos. La tragediaen todo esto es que, tal como lo admi-ten los autores, «la ciencia ha reempla-zado a la religión, hasta un grado pro-bablemente insano, como la fuente fun-damental de verdad y valores en elmundo moderno» (pág. 219). Aquí, laironía debería verse con claridad. Laciencia se apoya enormemente en laautoridad humana, especialmente en laautoridad de sus luminarias, las cualesllegan a puestos destacados por unaserie de acontecimientos aleatorios.Como lo observó Bacon (citado por losautores), «la verdad es la hija no de laautoridad, sino del tiempo» (pág. 224).

El problema de la objetividad esgrave. La mayoría de los investigado-res creen apasionadamente en su pro-pio trabajo, en la técnica en que seapoyan y en las teorías que están in-tentando demostrar. Aunque esta pa-sión puede tener la ventaja de hacerque los científicos se mantengan en elesfuerzo necesario para producir re-sultados, también puede colorearlos eincluso distorsionarlos. Y, desafortu-nadamente:

el sistema científico alientaa engañar. Hay en juego

carreras y trabajos, y,literalmente, la posibilidad

de ganarse la vida. Lapresión por conseguir quese publique un artículo,

para hacerse famoso, porconseguir un prestigioso

premio o para que le pidana uno que se una a un

consejo editorial, todo elloalienta a actuar

fraudulentamente.

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30 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

La ciencia es un proceso complejoen el que el observador puede vercasi cualquier cosa que quiera siem-pre y cuando estreche lo suficiente-mente su campo de visión. (págs.217-218)

En ninguna parte es esto más evi-dentemente que en el área reconoci-damente emocional de la evolución.

R E P R O D U C I B I L I D A D

La reproducibilidad es otro mito queatacan los autores. Ante todo, esto de-manda que el experimentador originaldelinee exactamente lo que ha hecho— el método, cantidades de reactivosquímicos, o lo que fuere. Pero no esfácil reproducir un experimento, por-que a menudo no se pueden describir ono se describen de manera bien detalla-da en la literatura. Puede haber varia-bles desconocidas que interfieran. Lainvestigación puede que funcione deuna cierta manera con una cierta razade ratas pero que una raza algo diferen-te dé resultados distintos. Además, losautores observan que las descripcionespublicadas de los experimentos sonfrecuentemente detalladas pero sin em-bargo incompletas. Muchos investi-gadores tienen la capacidad de repro-ducir sólo aquellos experimentos quepertenecen de manera específica a suespecialidad. Además, muchos carecende los recursos de tiempo, dinero ymotivación.

Por esta razón, los autores declaranque «en raras ocasiones se hacen …reproducciones [de experimentos]»(págs. 79-86). El sistema de recompen-sas de la ciencia, explican los autores,es de tal forma que el gran interés es laoriginalidad, y ser segundo no obtienenada. La reproducción desde luego noes algo original y es primariamente unatarea ardua con poco potencial para re-compensas. Concluyen ellos:

El concepto de reproducción, en elsentido de la repetición de un expe-rimento a fin de comprobar su vali-dez, es un mito, un concepto teóricosoñado por los filósofos y sociólo-gos de la ciencia. (pág. 77)

E L P R E J U I C I O E N L A

C I E N C I A

Los autores dan ejemplo tras ejemplodel triste hecho de que la evidencia

experimental, por sí misma, no es porlo general suficiente para desbarataruna teoría más antigua. Por muy váli-das que sean las evidencias experimen-tales, a menudo se pueden echar a unlado con racionalizaciones. Un exce-lente ejemplo es el del médico húngaroSemmelweis, que descubrió que la fie-bre puerperal, que típicamente causabauna tasa de mortalidad de entre el 10 yel 30 por ciento en los hospitales euro-peos, podía ser prácticamente reducidaa cero si los médicos se lavaban lasmanos en una solución de cloro antesde examinar a la madre. En su propiaconsulta, la tasa de mortalidad descen-dió del 18 al cero por ciento. Esta claraevidencia no logró convencer a sus su-periores a pesar del hecho de que losmédicos que no empleaban esta senci-lla técnica germicida seguían perdien-do la misma proporción de pacientesque perdía Semmelweis antes de su in-novación. Este procedimiento, que paranosotros en la actualidad es algo simpley evidente, iba en contra de todas susteorías de la medicina. Sus compañerosmédicos, lo mismo que los científicosen la actualidad, no estaban dispuestosa aceptar una nueva idea con facilidad.Semmelweis fue finalmente despedidodel hospital y pasó el resto de su vidatratando de convencer a Europa de laeficacia de su sistema. Sencillamente,los médicos no podían aceptar que ha-bían causado sin querer la muerte detantas pacientes por dejar de lavarse lasmanos. Una razón del fracaso deSemmelweis en convencer a sus coetá-neos fue que no era un propagandistaeficaz. Los resultados de la propia in-vestigación, sea cual sea su mérito, noserán aplicados si no son eficazmentecomunicados. Un científico brillantetiene que ser primero un comunicadorbrillante.

Frustrado tras veinte años de inten-tos, Semmelweis ingresó en un hospital

mental y sus ideas fueron olvidadashasta que Lister libró de nuevo la bata-lla. Y triunfó. Tal como lo expresaBroad (pág. 140), no es cierta la pre-tensión de que la ciencia difiere funda-mentalmente de otros sistemas decreencia en que descansa de manerademostrable sobre la sola razón. Estapretensión ha de ser modificada a la luzde lo que los historiadores tienen quedecir acerca de la resistencia de loscientíficos a aceptar nueva informacióny acerca de su tendencia a rechazarobservaciones que no pasen el filtro desus propias teorías. Evidentemente, «lahistoria muestra … que una comunidadde científicos está a menudo dispuestaa tragarse entero el dogma que se lessirva, siempre que les sea agradable alpaladar y haya sido sazonado con laproporción correcta de saborizantecientífico» (pág. 193).

E L I T I S M O E N

L A C I E N C I A

El sistema de arbitraje de la elite en elpoder es a menudo un sistema de cen-sura que es a veces de lo más pernicio-so. Los autores tratan también acercadel problema del elitismo en la ciencia,que da como resultado que unas ideassean aceptadas por quien las ha pro-puesto, y no por los méritos de lo quese propone. Esto, concluyen ellos, esun problema grave: «Se aceptan ideasmalas porque sus proponentes sonmiembros de la elite.» (pág. 98)

Cosa aun más grave, destacan ellosque «las buenas ideas pueden ser igno-radas porque sus defensores puedentener una baja posición en la estructurasocial de la ciencia». Y la elite tiende ala vez a perpetuar sus propias ideas y acrear la siguiente elite. La siguienteelite está compuesta de aquellos queestán de acuerdo con las ideas de laanterior elite. De esta manera, las elitesy las idas se perpetúan, resistiendo elcambio y el progreso, aunque también,con todo, resistiéndose a las modascaprichosas.

Un problema principal en el proce-so de la revisión editorial es la falta defiabilidad. Los autores citan varios es-tudios apoyando la conclusión a quehan llegado de que un factor muy im-portante en la publicación o no de unartículo es el azar. En un estudio setomaron diez artículos de «alta cali-dad» sobre psicología que habían sidopublicados hacía dos o tres años y se

El concepto dereproducción, en el sentido

de la repetición de unexperimento a fin de

comprobar su validez, esun mito, un concepto

teórico soñado por losfilósofos y sociólogos de la

ciencia.

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Génesis — Vol. 1 - Nº 2 31

volvieron a someter para publicación alas mismas revistas que los habían pu-blicado antes, cambiando los nombresy membresías de los autores. Sólo el 18por ciento de los artículos fueron reco-mendados para su publicación, y el res-to fueron rechazados … ¡y en cambioestas revistas habían publicado antesestos mismos artículos! Otros estudiosdescubrieron que cuando los resultadosdel estudio se ajustan al prejuicio filo-sófico del revisor, aumenta la probabi-lidad de su aceptación.

Broad y Wade tratan también detemas como la revisión colegial para lafinanciación de estudios (aquellas per-sonas que determinan qué solicitanterecibe fondos para investigación tienenuna gran influencia sobre lo que estáhaciendo la ciencia). Un problemaprincipal es que la investigación «demoda» es financiada, y la que contradi-ce a estructuras de creencia de la cien-cia, y especialmente entre ellas a laevolución, tiene menos probabilidad deser financiada.

CI E N T Í F I C O S E S P E C Í F I C O S

Broad y Wade y otros han lanzadoserios ataques sobre Charles Darwin.Obras como Darwin and the Miste-rious Mr. X [Darwin y el misteriosoSr. X], de Loren Eiseley, y A DelicateArrangement [Un delicado arreglo],de Arnold Brackman, afirman queDarwin plagió la mayor parte de lateoría de la evolución y su teoría deselección natural.

Eiseley presenta una evidencia irre-futable de que los principios funda-mentales de la teoría de la selecciónnatural fueron propuestos por el na-turalista ahora olvidado EdwardBlyth, años antes de la publicaciónde la obra de Darwin El Origen delas Especies. (De la camisa del librode Eiseley.)

El editor del libro de Brackman lle-ga a la conclusión de que el plagio queDarwin hizo de Wallace es «uno de losmás grandes males de la historia de laciencia», añadiendo que «Darwin y doseminentes amigos científicos conspira-ron para conseguir la prioridad y elcrédito para aquella teoría [de la evolu-ción, y de forma específica para elmecanismo de la evolución, la selec-ción natural] para Charles Darwin.»(De la introducción al libro de

Brackman.) Y un reseñador del libro(Williams, 1982) observa que la con-clusión de aquel libro es que «Darwinrobó (y no es un término demasiadoduro) la teoría a Wallace.» Broad yWade incluyen una excelente discusiónde la apropiación por parte de Darwinde la obra de Blyth y de otros. Lasevidencias de esto son las similaridadesen la fraseología, la elección de losejemplos específicos para apoyar lateoría y el uso de unas ciertas palabrasde uso infrecuente. Broad y Wadeexponen que incluso coetáneos deDarwin, como Samuel Butler, critica-ron a Darwin por «dejar de lado ensilencio a aquellos que habían desa-rrollado ideas similares [antes que él]».(pág. 31)

También se incluyen en un trata-miento excelente y equilibrado el asun-to del soviético Lysenko, el intento deKrammerer de demostrar la biologíalamarquiana (y que acabó con su suici-dio) y el asunto de Morton, en el quelos datos de sus puntos de vista racistasfueron recogidos entre 1830 y 1851 yno fue puesto en evidencia hasta 1978por Stephen J. Gould de Harvard. Encuanto al asunto de Piltdown, los auto-res parecen conocer el tema con pocodetalle y se han apoyado en mucho enla obra de Millar (1972). Otros investi-gadores han llegado a diferentes con-clusiones acerca de quién perpetró elfraude. Los autores incluso inciden entemas como el de Uri Geller y el Lien-zo de Turín. Aunque se trata de un li-bro excelente acerca de fraude en laciencia, la discusión de temas laterales,como el asunto de Cyril Burt, la con-troversia de influencia genética frente ala ambiental, etc., parece más bien su-perficial y en algunos lugares inade-cuada o incorrecta.

R E C A P I T U L A C I Ó N

Si la ciencia es autocorrectiva, ¿porqué tenemos ejemplos como Ptolomeo,Galileo y Newton, la obra de los cualesse mantuvo sin correcciones durante

décadas, y era deficiente incluso enbase de la norma de la antigua astrono-mía (pág. 24), según los autores? Aun-que en algunos casos podría deberse aque la oposición a la obra de un cien-tífico pueda ser suprimida o no recibala publicidad necesaria o quizá que losopositores se desacrediten a sí mismosautomáticamente por poner en tela dejuicio a una lumbrera de la ciencia. Enbase de esto se podría argumentar queaunque se pueda precisar de milenios,los errores quedan finalmente corregi-dos. La verdad sale a la superficie y elproceso de la ciencia funciona, peropuede ser infinitamente más lento de loque creen sus defensores. El volumenseñala también la sabiduría de evaluary criticar teorías incluso muy acepta-das, incluso las postuladas hace mu-chos años y raramente cuestionadasdesde entonces.

Algunos casos de engaño han sidodescubiertos al examinar las notas ori-ginales del investigador. Se descubreen ocasiones que los casos que se«ajustan» fueron seleccionados paralos informes a publicar, y que los queno se ajustaban fueron echados calla-damente a un lado. Un ejemplo exce-lente de esta forma de actuar es eleminente Millikan. Le dieron el PremioNóbel, y su oponente, cuyos experi-mentos eran evidentemente honestos,quedó sumido en el desencanto, con«un espíritu quebrantado». (pág. 35)

Los problemas desenterrados porBroad y Wade son probablemente,como ellos mismos destacan, sólo lapunta de un iceberg. En la ciencia,aparte de la reproducción de los expe-rimentos (que es cosa bien infrecuenteen muchos campos), el fraude es des-afortunadamente sumamente difícil dedetectar.

R E F E R E N C I A S

Brackman, Arnold. 1980. A Delicate Arran-gement. Times Books, New York.

Eiseley, Loren. 1979. Darwin and the myste-rious Mr. X. E. P. Dutton, New York.

Williams, Kenneth. 1982. «The origin ofDarwinism». The New Republic, 187(17):4.

Millar, Ronald. 1972. The Piltdown Men. St.Martin’s Press, New York.

Randi, James. 1982. Flim-flam psychics, ESP,unicorns and other delusions. PrometheusBooks, New York, pág. 7.

Fuente: Creation Research SocietyQuarterly, Vol. 21(2)89-91. septiembrede 1984.

Los problemasdesenterrados por Broad yWade son probablemente,

como ellos mismosdestacan, sólo la punta de

un iceberg. …

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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32 Génesis — Vol. 1 - Nº 2

crítica bíblica de la teología li-beral. Kirsopp Lake tambiénreconoce esto:

Un error frecuentemente co-metido por personas instrui-

das que tienen un conoci-miento muy parco de la teo-logía histórica es el de supo-ner que el fundamentalismoes una forma nueva y ajenade pensamiento. Nada deesto; fue … en el pasado sus-tentado universalmente portodos los cristianos. ¿Cuán-

En el próximo número, Dios mediante:

• Genes superpuestos: Información y Probabilidad • La optimización del ADN

• Gentry: Una entrevista — Perspectivas Cosmológicas [No publicado en este número por falta material de espacio.]

• Selección Natural frente a Designio • Una entrevista con Norman Geisler

• Diccionario del Engaño

Inerrancia Bíblica y Cristianismo

La cuarta edición de la NewColumbia Encyclopedia obser-va que la inerrancia bíblica noes una perspectiva nueva in-ventada por los Fundamen-talistas. Sencillamente, éstoshan destacado este punto conmayor energía que los an-teriores cristianos debido alos desafíos que han teni-do que afrontar:

La perspectiva cris-tiana tradicional dela Biblia es que fuetoda ella escrita bajola conducción deDios y que, por ello,es toda ella cierta.…Pero en tiempos recien-tes la perspectiva demuchos protestantes haquedado influida por los pro-nunciamientos de los críticos(véase Alta Crítica). Esto haproducido una reacción con-traria en el Fundamen-talismo, cuyo principal énfa-sis ha sido el de la inerranciade la Biblia.1

Lo que es un desarrollo recien-te no es la doctrina de lainerrancia, sino la destructiva

tos había, por ejemplo, en lasiglesias cristianas en el siglodieciocho, que abrigasen du-das acerca de la inspiracióninfalible de toda la Escritu-ra? Quizá unos pocos, peromuy pocos. No, puede que el

fundamentalista estéen un error. Yo creoque lo está. Pero so-mos nosotros los quenos hemos apartado de

la tradición, no él.…La Biblia y el cor-pus theologicum dela Iglesia están dellado del funda-

mentalista.2

Fuente: Bible ScienceNewsletter, Abril1985, pág. 10.

1. Citado en Gerstner, John, «TheChurch’s Doctrine of Biblical

Inspiration», en The Foundation of

Biblical Authority, JamesMontgomery Boice, editor (Grand

Rapids, Zondervan, 1978), pág. 24.

2. Ctado en Schaeffer, Francis, «God

Gives His People a Second

Opportunity», en The Foundation

of Biblical Authority, véase ref. an-

terior, pág. 16.

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GEOLOGÍA: ¿ACTUALISMO O DILUVIALISMO?

Henry M. Morris, Ph. D., y George Grinnell, M.A.

Esta monografía es la feliz combinación de Grinnell, un historiador de la ciencia, y Morris, unhidrólogo. El estudio histórico del verdadero origen del moderno pensamiento geológico y desus implicaciones señala que el rechazo del diluvialismo anterior a Lyell no fue una empresacientífica, sino una trama política, y no se debió a la emergencia de nuevos datos, sino a lasupresión selectiva de parte de ellos, y a la reinterpretación de otros en base de un gradualismofilosófico apriorístico. Morris hace un análisis de la naturaleza realmente cataclísmica de lasformaciones geológicas, y hace patente que es necesaria una explicación catastrofista diluvial.Se expone también la interpretación diluvialista de los depósitos fosilíferos, que constituyenla clave de muchas características que evaden a cualquier otra interpretación. 128 págs. Ed.CLIE, Terrassa (Barcelona) ESPAÑA, 1980. ISBN 84-7228-515-4

LAS DATACIONES RADIOMÉTRICAS: CRÍTICA

Harold S. Slusher, D. Sc., y Robert L. Whitelaw, M. Sc.

Esta monografía consta de dos secciones. La primera, por el geofísico doctor Slusher, constituyeun excelente análisis de las bases apriorísticas, métodos y conclusiones de las datacionesradiométricas. ¿Tiene la tierra realmente cinco mil millones de años? A la luz de este análisis,la respuesta es que estos métodos no permiten llegar a semejante conclusión. La segunda secciónconstituye un análisis global de las dataciones radiocarbónicas, su teoría y práctica, efectuadasdesde que en 1959 Willard F. Libby comenzó a emplear este método. El resultado es unaasombrosa confirmación del registro bíblico, como lo revelará la atenta lectura de esta sección.152 págs. Ed. CLIE, Terrassa (Barcelona) ESPAÑA, 1980.

ISBN 84-7228-528-6

VIDA, HERENCIA Y DESARROLLO

Por un comité de la Sociedad de Investigación de la Creación

Texto de enseñanza, abarca la naturaleza de la vida (incluyendo una sección acerca de labioquímica), la herencia (genética), y el desarrollo del embrión (epigenética). Un cuidadosoestudio que expone lo que estas disciplinas tienen que decir en cuanto al origen, estructura ynaturaleza de la vida y de la variación. 166 págs., Ed. CLIE, Terrassa (Barcelona) ESPAÑA,1985.

ISBN 84-7645-003-6

BIOLOGÍA Y ORÍGENES

W. Ouweneel y otros

Recopilación de artículos aparecidos en la revista Creation Research Society Quarterly y otrasfuentes, en los que se considera la relación de varios conceptos biológicos con la controversiaacerca de los Orígenes. Tanto la genética como la homología, tanto la estructura íntima de lavida como los mecanismos energéticos de la célula, presentan claras evidencias de designioy constituyen problemas insolubles para la especulación evolucionista. 155 págs., Ed. CLIE,Terrassa (Barcelona) ESPAÑA, 1985.

ISBN 86-7645-002-8

Estos y otros libros reseñados en este número los puede conseguir enBiblio Club • C/ Galvani 108 • 08224 Terrassa (Barcelona) • España

Teléfonos: (93) 733 32 63 • (93) 733 09 57 • Fax: (93) 733 19 50 — o en su librería habitual

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EL DILUVIO DEL GÉNESIS

H. M. Morris, Ph. D.J. C. Whitcomb, Jr., Th. D.

Excelente obra de estudio y consulta. El debateacerca de los orígenes de la corteza sedimentariade la tierra y de sus depósitos fosilíferos no debecentrarse en Génesis 1, sino en los capítulos 6-8.Una obra clásica y definitiva acerca del debate desi el Diluvio de Noé fue universal o local. El doctorWhitcomb, teólogo, da una detallada exposición delos argumentos bíblicos, concluyendo en la nece-sidad de un diluvio universal, y en la insos–tenibilidad exegética de un diluvio local. El doctorMorris, hidrólogo, da una minuciosa explicaciónde las consecuencias geológicas e implicacionescientíficas de aquel gran cataclismo, afrontando ymostrando la solución a problemas concretos quese han planteado contra esta postura.

800 págs., índice analítico y de citas bíblicas; 28 ilustraciones y diagramas. Ed. CLIE, Terrassa(Barcelona), ESPAÑA, 1982. ISBN 84-7228-717-3

Dos libros fundamentales ...

LOS «HOMBRES-SIMIOS »—¿Realidad o ficción?

Malcolm Bowden

Análisis crítico y erudito de las evidencias que sesuelen presentar para apoyar la pretensión de queel hombre desciende de los simios por evoluciónbiológica. Esta obra investiga los informes origina-les de los investigadores antropólogos, lleva a caboun minucioso análisis de las investigaciones decampo y de laboratorio y saca a la luz pública todauna serie de hechos que muestran la esterilidad detodas las pretendidas pruebas del origen simio delhombre. 15 x 22 cm, 302 págs, 65 ilustraciones, eíndices temático, de ilustraciones y analítico. Ed.CLIE, Terrassa (Barcelona) ESPAÑA, 1984.ISBN 84-7228-819-6

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