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7/21/2019 Halperin (Mxico)
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26 I DEL ORD EN COLONIAL AL NEOCOLONI AL
Lo s ltimos rinco nes de Sudamrica escapaban asaldomi
nio espaol. Desde Caracas hasta Buenos Aires, caones y
campanas anunciaban el fin de la guerra. sta haba term ina
do ya enelN orte: desde1821,Mxico era independiente.
Seha visto ya cmo en 1808 se dio en Mxico una primera
prueba
de
fuerza en tre lites criollas
y
peninsulares; vencedo
ras las segundas, la nueva opo rtunidad de1810 ibaaser apro
vechada por un inesperado protagonis ta. El cura de Do lores,
rica parro quia en elcentro-no rte minero , era Miguel Hidalgo,
hasta entonces un representante de ese conjunto demasiado
escaso de sacerdotes ilustrados que haban secundado las ini
ciativas innovado ras de prelados y gobernantes. La imagen
que de l tenemos est dada por estos ltimo s, que alentaron
sin excesivo entusiasm o sus proyecto s que incluan desde la
explotacin de la seda hasta la presentacin de obras de Mo
liere por actores reclutados entre sus parroquianos indge
nas);esta imagenesp o rlomeno s incompleta;sico mo jefe re-
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volucionario, Hidalgo revel muy grandes limitaciones, es
evidente que logr contar con la adhesin de multitudes
fer-
voro sas que no se advierte cmo hubiesen po dido orientarse
hacia ese supuesto prec urso r mexicano de Bouvard y Pcu-
chet. En septiembre de 1810, Hidalgo proclamaba su revolu
cin: por la independencia, por el rey, por la religin, por la
Virgen india de Guadalupe, contra los peninsulares . Peones
rurales,yluegolos de las minas , se unieronalas fuerzas revo
lucionarias, que to maro n Guanajuato, do nde la masacre
de
la
Alhndiga el granero pblico en que se haban refugiado,
junto con los soldados del rey, los notables peninsulares y
criollos de la ciudad) y elsaqueo hicieron mucho po r separar
del movimiento a los criollos ricos. Ms all de G uanajuato,
Quertaro, San Luis Potos y Guadalajara, cayeron ante el
avance de los ejrcitos rebeldes, inmens as m ultitudes mal ar
madas de compo sicin perpetuam ente variable: en octubre,
la olase acercabaala ciudad de Mxico; en Mo nte delas Cru
ces, los 8 0.000 hom bres que seguan a Hidalgo fueron venci
dos po r los s iete mil del general Trujillo; pero el vencedor,
deshecho ydiezm ado , logr a duras penas refugiarse en la ca
pital, cuya conquista era to dava po sible. Hidalgo no se deci
di a intentarla; prefiri retirarse para reorganizar sus fuer
zas. Laretiradalefue fatal; para sus seguido res anunciaba que
segn, sin duda, haban temido siemp re) el viejo o rden, en
cuyo derrum be haban credo po r un mo mento , segua sien
do el ms fuerte.
La revolucin se derrumb; despus de una retirada que
termin en fuga, Hidalgo fue capturado en Chihuahua y eje
cutado tras de dejar un apasionado testimo nio de su arrepen
timiento; quien haba sido has ta los cincuenta ao s apacible
cura rural, tras de uno s mes es de ejercer un a sangrienta jefa
tura revolucionaria, declaraba que en la prisin sus ojos ha
ban visto po r fin la realidad, e invitaba a sus co mpatriotas a
no s eguirlo en el camino que haba llevadoasu propia ruinay
la
delpas.No iba
a
ser escuchad o, y la revolucin iba
a
encon
trar un nuevo jefe en o tro eclesistico, Jos Mara Mo relos.
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I . D E L O R DE N C O L O N I A L A L N E O C O L O N I A L
A
la vez encontrara un nuevo centro: no ya el noro este de
laplatay elmaz, sinoelSur en quelames eta baja haciaelPa
cfico. L entamente, Morelos va a ganar el predo minio so bre
los dems jefes de pequeos grupos revolucionarios so brevi
vientes, y contrarrestarlastendenciasala transaccin co n los
realistas que co mienzan
a
aparecer entre
ellos .
En
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domi
na el Sur; organiza fuerzas mejo r disciplinadas que las de Hi
dalgo, elabora un p ro grama que incluye la abolicinde lasdi
ferencias de castay ladivisin de la gran pro piedad en mano s
de enemigos , que enlatierra del azcar, en queelcultivo dela
caa margina lentamente los de subsistencia, satisface una
exigencia colectivamente sentida. Deseoso de institucionali
zar
la
revolucin, convoca un co ngreso en Chilpancingo: en l
resurgen las opo siciones que previamente haba logrado ven
cer en el plano militar. Mo relos -revelando un escrupulos o,
pero por el mom ento s uicida, respeto po relorden institucio
nal- se inclin ante las vo luntades, dificultosam ente elabo ra
das y
algo
incoherentes, del Congreso . No slo po r esta ines
perada vocacin parlamentaria se derrumb la segunda
revolucin mexicana: a Mo relos, que a partir de un mo vi
miento indgena quera lograr una revolucin nacional, mo
derada en su estilo pero radical en su programa, los realistas
oponan un frente en que los criollos tenan lugar cada vez
ms im po rtante. Una vez eliminada la herencia de rencores
del pasado , atenuados por el com n terro r ante la revolucin
de Hidalgo, la unin de peninsulares
y
ricos criollos
en
defen
sa del orden establecido era un p rog rama ms factible que el
de la revolucin. Tambin M orelo s iba a ser vencidoyejecu
tado en
1815.
Qu edaban an alguno s focos de revolucin: Vi
cente Guerrero resista en el Sur; Flix Fernndez, que haba
cambiado su no mbre por el de Guadalupe Victoria, en Vera-
cruz. Sofocado
en lo
esencial
el
alzamiento rural, en
los aossi
guientes un cierto espritudedisidencia pareca res urgir lenta
mente entre los criollos de la capital. No tuvo tiempo de
madurar:
la
revolucin liberal en Espaa desencaden s bita
mente
la
independencia
de
Mxico.
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Aqu, como en Amrica del Sur, la guerra de Independen
cia haba abierto las filas del ejrcito, ms an que las de la
adminis tracin y las dignidades eclesisticas, a criollos en
propo rcin antes desco nocida: es to creaba las bases de un
partido local ms hos tilala revolucin que adictoala metr
poli. Por o tra parte, los peninsulares tenan en Mxico mayor
gravitacin que en cualquier otra comarca de las antiguas
Indias; pareca inconcebible que cualquier cambio poltico
que no incluyera una revolucin so cial afectase se riamente a
los dominado res de todo el comercio m exicano. Porque se
crean dotados de suficiente fuerza local, tambin los penin
sulares podan encarar una separacin poltica de Espaa.
staseprodujo cuando el vuelco liberal delapoltica espao
la pareci afectar po r una parte la situacin de la Iglesia, po r
o tra la intransigencia en la lucha co ntra las revoluciones h is
panoamericanas .
Sin duda, tanto el alzamiento de Hidalgo com o el de More
los -dirigidos ambos por eclesisticos- haban llevado a su
frente imgenes religios as. Pero al mismo tiempo , sus revolu
ciones amenazaban la estructura eclesistica y la riqueza de
congregaciones y sedes episcopales; Morelos inclua explci
tamentelastierras eclesisticas e ntrelasque habran de ser di
vididas. No es extrao que la jerarqua eclesistica se haya
co nstituido en aliada del orden realista, questebuscase justi
ficacin nueva enladefensade lareligin amenazada p o r
tur-
bas que proclam aba sin Dio s ni ley. Aho ra, en Espaa, medi
das sem ejantesa laspropuestas po r Morelos eran anunciadas
pblicamente por los grupos dom inantes . stos m os traban
adems peligros as inclinaciones a buscar un arreglo co n las
revoluciones hispan oa mericanas : ante esa perspectiva,losde
fensores mexicano s de la causa del rey teman verse transfo r
mado s en vctimas de la reconciliacin universal:acambio de
un recono cimiento de la so berana espaola en Indias, oto r
garelpoder localalos revolucionarios poda, en efecto, pare
cer desde M adrid un sacrificio escaso; un sacrificio tanto me
nos cos toso s i esos revolucionarios eran compaeros de