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Trabajo personal apoyado de otras fuentes
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Heroes Celtas
Universidad de los Hemisferios.
Talía Yuritzi Dártiz Obando.
Paralelo 1.
2
Índice INTRODUCCIÓN.
HISTORIA CELTA
1 LA HISTÓRIA A TRAVEZ DE LOS HEROES. ______________________________ 8
1.1 Celtiberia y sus antecedentes. ________________________________________ 8
1.1.1 Religión. _______________________________________________________________ 14
1.1.2 ANÍBAL, LA INVASIÓN CARTAGINESA Y EL SURGIMIENTO DE LAS DOS HISPANIAS. ___ 23
_____________________________________________________________________________ 25
1.1.3 Las dos Hispanas. _______________________________________________________ 26
1.2 VIRIATO Y LA PENÍNSULA IBÉRICA (139 a.C) ____________________________ 28
_______________________________________________________________________ 29
1.2.1 Las tribus del Norte. _____________________________________________________ 30
1.2.2 Las guerras cántabras. ___________________________________________________ 31
1.2.3 Las otras guerras. _______________________________________________________ 32
1.2.4 Inicios de la Invasión. ____________________________________________________ 33
1.2.5 La unión de las tribus. ____________________________________________________ 34
1.2.6 La elección de un Rey para todos. __________________________________________ 35
1.2.7 VIRCINGÉTORIX. ________________________________________________________ 36
1.2.8 El fin de los galos. _______________________________________________________ 39
1.3 BOUDICCA Y BRITANIA. _____________________________________________ 40
1.3.1 Comienzos de la Invasión. ________________________________________________ 41
1.3.2 Acuerdos y traiciones. ___________________________________________________ 41
1.4 Boudicca. ________________________________________________________ 44
CRÓNICAS CELTAS.
1 COLECCIONISTAS DE CABEZAS ______________________________________ 47
2 GUERREROS DESNUDOS __________________________________________ 49
3
2.1 El Gálata Moribundo. ______________________________________________ 51
3 MUJERES GUERRERAS ____________________________________________ 52
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA.
4
5
“¿Habrá algún trato suficientemente vergonzoso o doloroso que no hayamos
sufrido desde que los romanos llegaron a Britania? ¿No es cierto que se han
apoderado de casi todo lo que teníamos, y luego nos han obligado a pagar
impuestos por lo poco que nos quedaba? ¿Acaso no pagamos impuestos hasta por
nuestros propios cuerpos, y además debemos poner estos mismos cuerpos al
servicio de los romanos para arar y cuidar de sus campos? Hubiera sido mejor si nos
hubieran hecho esclavos de una vez, pues al menos hubieran acabado con nuestra
obligación de pagar rescate por nosotros mismos cada año. O mejor aún, podrían
habernos matado de una vez y haber terminado con todo.”
(Palabras de Boudica - Dión Casio “Historia Romana” -)
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Introduccion
Hablar de los celtas resulta actualmente un tema muy controversial para
muchos historiadores, ya que no existen los registros ni evidencias suficientes que
expongan a los celtas en su totalidad.
Sin embargo, lo que se ha tenido registrado, muestra un conjunto de tribus
con fuertes guerreros e interesantes historias mágicas que sin duda en la actualidad
han inspirado y motivado a muchos a conmemorar en festivales o rituales parte de lo
que significaba y representaba su identidad.
Los celtas siempre fueron un pueblo que estaba en constante lucha con las
tribus vecinas lo que nos expone desde un comienzo la existencia de grandes y
poderosos guerreros de los que posteriormente surgirían héroes que encabezaran
grandes ejércitos que mantuvieron a Roma durante siglos limitada a conquistarlos.
Los mayores hallazgos de su historia se centran en el tema de la lucha por su
libertad de Roma, su identidad y fuerza al aferrarse con honor y dignidad por
conservar sus costumbres y la forma de vencer o morir ante y contra sus enemigos,
cuestión que atemorizaba a Roma e incrementara en ellos el orgullo y el afán a no
desistir en sus conquistas contra estos pueblos bárbaros e “incivilizados”.
Se cree que el linaje de los Celtas se ha considerado en Europa Central,
desde donde se extendió por toda Europa Occidental y buena parte de
Centroeuropa, llegando hasta la lejana Galicia y el Norte de Italia, en gran parte
gracias a una impresionante y tardía expansión, atribuida a diversas invasiones que
ha marcado las actuales concepciones generales sobre el mundo céltico. Pero, en
realidad, no se conoce su origen ni su evolución antes de la Edad del Hierro y
mucho menos, cómo y cuando llegaron a las regiones atlánticas y, concretamente, a
la Península Ibérica, donde ofrecieron un especial interés por ser el extremo más
occidental y por aparecer en ella las primeras referencias históricas.
Dichas zonas, a partir de la Edad del Bronce, hacia mediados del II milenio .C,
aparecen ocupadas por un ambiente cultural actualmente denominado "Cultura de
Cogotas” donde existían poblados pobres de llanura y raramente en lugares
7
elevados, evidenciados por basureros con restos de huesos, cerámicas incisas,
excisas y otras toscas de almacén, con una economía agrícola y ganadera con
predominio de ovicápridos que permite suponer una asentada local.
En los últimos años el avance en la investigación sobre los pueblos pre-
romanos de la Península Ibérica ha permitido renovar profundamente los
conocimientos sobre el mundo tartésico e ibérico, pero no ha ocurrido lo mismo en el
campo de los estudios que a los Celtas respecta. Sin embargo, el estudio de esta
cultura, constituye uno de los más atractivos temas de la Protohistoria de la
Península Ibérica.
En este trabajo, se pretende hablar un poco y a grandes rasgos de quienes
fueron los celtas, empezando desde sus orígenes y pasando a los sucesos
históricos más importantes que marcaron el inicio y el final de una cultura. La
protagonización de tres de sus héroes más importantes de quienes nos podemos
apoyar para entender la cronología de su historia, así como los motivos que le dieron
a los celtas y a sus héroes esa característica especial de ser, pelear, actuar y vivir.
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Historia Celta
1 LA HISTÓRIA A TRAVEZ DE LOS HEROES.
La historia de lo que podría haberse llamado Céltica, se desarrolla a partir de
tres personajes cuyos nombres han permaneciendo como los héroes por excelencia
de los países y pueblos que les sucedieron:
Viriato (península Ibérica).
Vercingetórix (Francia)
Boudicca (Inglaterra).
Los tres casi tuvieron vidas paralelas, ya que les correspondió intentar salvar
a sus respectivas tierras enfrentándose al invasor romano, que finalmente los venció.
Los tres tuvieron muertes trágicas y, tras haber sido considerados enemigos de
Roma, que no escatimó esfuerzos en eliminarlos, recibieron cierta compasión por
parte de los historiadores posteriores, que acabaron convirtiéndolos en “los
admirados héroes vencidos”.
1.1 Celtiberia y sus antecedentes.
Existió un centenar de tribus distintas en la península que los fenicios
llamaron Ispan, los griegos Iberia o los romanos Hispania.
Entre los valles de los ríos destacan dos zonas Duero y Tajo, poblada desde
el oeste por los lusitanos y hasta el este por los lusones, teniendo en medio a
vettones, vacceos, arévacos, belos, titos, carpetanos, berones, pelendones. También
hubo algunos otros pueblos que apenas dejaron algo más que el recuerdo de su
nombre, como olcades, lobetanos o turboletas.
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No todos los historiadores se muestran de acuerdo a la hora de llamar celtas
a todos estos pueblos, aunque sí que pertenecían a la gran familia indoeuropea, por
lo que los más antiguos podrían ser denominados proto-celtas, por las
connotaciones diferenciadas que estas comunidades tuvieron respecto a otros
pueblos célticos de Europa.
Estos pueblos entraron a través de los Pirineos, inclusive con la migración de
los galos mucho antes de los tiempos de Julio Cesar. No es posible establecer el
orden de llegada ni el nivel de mestizaje que unos y otros alcanzaron con los
pueblos íberos o los célticos anteriormente establecidos (o el que ya trajesen de
uniones previas, ya que en la Galia hubo celto-ilirios o celtoligures).
La llegada de los pueblos célticos al valle del Duero supuso cambios radicales
en la forma de vida de la Península Ibérica, ya que el intenso comercio entre norte y
sur se interrumpió. Las últimas concentraciones celtas necesitaban los minerales
que salían de las minas del norte tanto para sus armas (espadas, puntas de lanza),
como sus herramientas (arados, guadañas) o sus joyas (torques, fíbulas). El hierro
supuso un gran paso frente al bronce, no sólo por su dureza sino porque no
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precisaba mezclar elementos de dos minas distintas, que además no solían estar en
el mismo territorio.
Los vacceos ocuparon grandes extensiones de este territorio y eran un pueblo
muy especial, que en muchos aspectos recuerdan a los celtas de la cultura Hallsttat.
Básicamente agricultores de cereales y ganaderos, pero no guerreros sino hasta
que los obligó la necesidad. Para las funciones defensivas rutinarias utilizaban
mercenarios de tribus vecinas vettonas, con 1as que mantenía buenas relaciones
comerciales basadas en sus abundantes cosechas.
La base de la economía de las tribus celtibéricas basaban su economía en la
agricultura y la ganadería a excepción de los vettones, ya que era un pueblo
inspirado en la vida guerrera y al que también se le concede como un prototipo celta.
Esta tribu fue la más mafiosa, ya que defendía a los poblados, pastores y
agricultores de sus enemigos reales o imaginarios a cambio de que los mantuviesen.
Actualmente pueden encontrarse sus restos en la provincia de Ávila, como los
castros de las Cogotas, Ulaca o El Raso, y una de las mayores necrópolis celtas de
Europa o un altar de sacrificios. También la llamada sauna de la citada Ulaca, que
debió usarse para rituales especiales de purificación tanto en ritos de pasaje como
para los jefes militares antes de emprender o al regresar de una campaña.
Castro de Cogotas.
11
Sauna de Ulaca.
Sauna Ulaca
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Castro el Raso.
Altar de los Sacrificios de Ulaca
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Estaban regidos por un Consejo de ancianos que repartía entre sus 31
habitantes las tierras de cultiva comunales y los animales que debían cuidar durante
un tiempo determinado. Parece ser que de los campos se ocupaban mujeres,
mientras que a los hombres correspondía el cuidado de los animales. Los cereales
eran mantenidos en una especie de silos fortificados, cuya defensa correspondía a
todos.
La mezcla de culturas y la importancia del ganado también se manifestó en
unas figuras zoomorfas (toros jabalies) llamados verracos muy esquemáticas y muy
alejadas del estilo practicado por los iberos en aquellos tiempos. Son de una sola
pieza de granito, incluida la peana. Estos verracos están fechados en torno al siglo V
y IV a.C. y se les ha encontrado al lado de ríos y manantiales o las cañadas por
donde pasaba el ganado, por lo que bien pudieron ser una forma de señalizar o
delimitar los lugares considerados sagrados, tal vez donde los pastores encontraban
una especie de santuario donde no podían ser asaltados por bandoleros de otras
tribus, ya que el robo de ganado era una práctica habitual y medio consentida entre
los pueblos celtas. Aunque han desaparecido muchos verracos a lo largo del tiempo,
aun se pueden ver magníficos 32 ejemplares en Guisando, El Tiemblo o Ávila.
Muchos consideran que sería interesante comprobar si debajo de ellos hay restos
humanos, fruto de un sacrificio ritual con el fin de servir como espíritus protectores
de las rutas trashumantes.
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1.1.1 Religión.
Los celtas de Iberia mezclaron en sus asentamientos a los dioses con los de
los nativos, tal como otros pueblos célticos hicieron en otros lugares de Europa, por
lo que encontramos muchos nombres que no se corresponden con ningún otro.
Existen referencias a un dios innominado asociado a la luna llena, que hace
suponer una ausencia total de representaciones y se relaciona con cultos a la luna
asociados a danzas en círculo. También con estas tradiciones cabe relacionar la
existencia de cultos fisiolátrícos. El mejor documentado es el culto a piedras, que
perduró en el mundo celta al que se debe asociar los citados "altares" o santuarios
rupestres, como los de Cabero de Fragoas, Panoias, Ulaca, etc., de amplia
dispersión por todo el cuadrante peninsular.
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Para los celtas los dioses son energías, fuerzas abstractas de la naturaleza y
de los cosmos, cambiantes como lo es la vida, a los que se rinde culto en medio de
los bosques.
Con dichos cultos fisiolátricos también se podría relacionar el de los montes,
como los documentados por el topónimo Cand, referente al dios de la luz y la
montaña y relacionado con Júpiter. Igualmente importantes parecen las divinidades
de las aguas, a las que se dedicarían las ofrendas de armas documentadas en la
Edad del Bronce. Las divinidades acuáticas ofrecen nombres protocélticos, como
deo Salamati o Deva, Navia, etc. y la posterior frecuencia del culto a los lares viales
tal vez sea relacionable con la costumbre de poner a los enfermos en los caminos
para ver si sanaban.
Los dioses de los que se tiene constancia básicamente son aquellos que
fueron citados en inscripciones de la época romana, como Dulovius, dios del
ganado, Corio y Neton, dioses de la guerra, Endovelico, dios de los muertos, o las
diosas Ataecina, que dominaba la noche, y Nabia, los bosques.
Estos convivieron con los dioses romanos, por separado o fundidos con los
que tenían similares características, para irse perdiendo poco a poco. También hubo
otros que perduraron con su nombre original y que también recibieron culto por parte
de los celtas de la Galia: Cernunnos, dios de la fertilidad, Epona, diosa de los
caballos o Lug, dios de los artesanos. De este último quedaron infinidad de
significados, como Lugo, Lugones, Lugoves, Luguei.
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Deva, diosa relacionada con las aguas, ríos y montes.
Baraecus, dios de las aguas.
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Neton, dios de la guerra.
Enduvelico, dios de la medicina y de los muertos.
18
Ataesina, diosa de la noche.
Esculturas vettonas de Enduvelico y Ataecina
19
Nabia, diosa de los bosques.
Tamplo de Nabia en Galicia.
20
Cernunnus, dios de la fertilidad.
21
Epona, diosa de los caballos.
22
Lugh, dios de los artesanos.
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1.1.2 ANÍBAL, LA INVASIÓN CARTAGINESA Y EL SURGIMIENTO
DE LAS DOS HISPANIAS.
Roma, tras una aplastante victoria en la I Guerra Púnica, impuso a Cartago
una enorme deuda de guerra en forma de plata que debería pagar a lo largo de 10
años. Asdrúbal fue el encargado de establecerse en lo que los cartagineses
llamaban Ispan para conseguir este metal, explotando sobre todo las minas de
Sierra Morena.
Una vez establecido el trabajo de extracción y traslado de la plata, que era
embarcada en el puerto de Akra Leuké (actual Alicante), fue Amílcar el encargado de
mantener la seguridad de la zona.
Los turdetanos al ver como Amílcar se llevaba las riquezas minerales que
ellos podrían estar explotando, actuaron contra aquella inquietud. La suerte de
Amílcar se acabó cuando se enfrentó con otra de las tribus del sur: los oretanos,
íberos que usaron una estrategia inédita: provocar de noche una estampida de dos
Mil toros unos con astillas encendidas en los cuernos. En la huida, el general
cartaginés murió ahogado al caer a un río.
Tras la muerte de Amilcar, fue su yerno Asdrúbal, que empezó el mandato
arrasando todas las ciudades oretanas; los pocos supervivientes; llenaron el interior
de las minas y las filas de remeros de las galeras. Después concluyó las obras de la
nueva Kart Hadasht (actual Cartagena), donde retuvo a cientos de rehenes de las
grandes familias celtíberas, con lo que se aseguró una época de paz y de comercio.
Tras el asesinato de Asdrúbal, le sucedió Aníbal, hijo de Amílcar, que tenía
una gran experiencia militar por haber acompañado desde muy joven a su padre en
todas las campañas.
Desde los 18 a los 25 años, Aníbal fue responsable de la realización de los
planes de su cuñado Asdrúbal para extender y consolidar el control sobre la
península Ibérica. Cuando Asdrúbal fue asesinado en el 221 aC, el Ejército eligió a
Aníbal como comandante en jefe. En un periodo de dos años sometió el territorio
entre los ríos Tajo y Iberus (Ebro), excepto la ciudad de Saguntum (Sagunto), aliada
de los romanos, la cual fue tomada después de sitiarla durante ocho meses. Los
romanos tildaron este ataque de violación del tratado existente entre Roma y
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Cartago y exigieron que ésta les entregara a Aníbal. Los cartagineses se negaron, lo
cual precipitó (218-201 aC) la segunda de las Guerras Púnicas.
Aníbal, dirigió hacia Roma un gran ejército compuesto por más de cien mil
hombres (númidas africanos, honderos baleares sobre todo celtíberos), con caballos
y elefantes. Con tal contingente cruzó titánicamente los Pirineos y los Alpes en
quince días, a pesar de las tormentas de nieve, los desprendimientos de tierra y los
ataques de las tribus hostiles de las montañas.
Aníbal, reclutó más hombres entre uno de los pueblos celtas asentado en el
norte de Italia, para compensar la pérdida de casi la mitad de sus hombres y dominó
a una tribu hostil a los ínsubros. Obligó a las tribus ligures y celtas de la parte
superior del curso del río Po a entrar en una alianza. Causó derrotas aplastantes a
los romanos mandados por Publio Cornelio Escipión.
Roma pudo mantener lejos a Aníbal, lo que permitió a los romanos recuperar
sus reservas militares. Sin embargo, en la primavera del 216 a.C., Aníbal tomó
posiciones en Cannas, junto al río Aufidus (actual Ofanto) y ahí aniquiló al ejército
romano compuesto por más de 50.000.
Tras el fracaso de la toma de Roma en el 211 a.C., Aníbal perdió la lealtad de
sus hombres lo que significó la caída de su poderío militar. Sin embargo, tras la firma
de un tratado de paz con Roma en el 201 a.C., Anibal, comenzó una reanudación de
la lucha contra Roma peleando junto con Antioco rey de Seléucida de Siria.
En el 190 a.C, Antioco fue derrotado, lo que significó la firma de un tratado
con Roma donde prometía la rendición de Anibal. Al conseguir Roma la entrega de
Anibal, este se suicidó.
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26
1.1.3 Las dos Hispanas.
En el 218 a.C. Cneo Escipión asentó en el puerto de Tarraco (Ampurias)
como base de operaciones y cortó las líneas de suministro para Aníbal que iba
camino a Roma.
En el año 206 a.C, la presencia romana apareció en la Península Ibérica.
Siete años después Publio Cornelio Escipión comenzó una dura campaña de cuatro
años que acabó con la presencia cartaginesa en Hispania y estableció dos
provincias, la Citerior, cercana a la costa de levante, y la ulterior en el sur, aunque no
fueron reconocidas oficialmente por el Senado hasta el 197 a.C.
Cada año, Roma mandaba a dos nobles (primero pretores, después cónsules)
al mando de respectivos ejércitos que hacían campañas de verano contra los
nativos. Con los primeros fríos se retiraban a los puertos mediterráneos que tenían
como base de operaciones y regresaban a la metrópoli con el fruto de sus victorias:
tributos de las tribus sometidas, botines de guerra, mercancías, esclavos, prisioneros
que serían exhibidos encadenados cuando el jefe romano entrase triunfalmente en
Roma.
Hispania llegó a ser la gran fuente de la economía romana sobre todo desde
el mandato del cónsul Catón, que llegó con cuatro legiones (alrededor de 50.000
hombres). Con sus enormes recursos de guerra, sofocó totalmente cualquier
rebelión, llegando a extinguir algunas tribus iberas. De esta manera, Catón dejó así
establecido el modo de actuar en aquella Hispania, sin miramientos con los nativos,
que se vieron obligados a aceptar condiciones indignas a cambio de mantener “la
paz”.
El litoral oriental que estaba poblado básicamente por tribus íberas, y el sur,
por turdetanas, fue rápidamente romanizado, aunque no faltaron las rebeliones. Se
construyeron ciudades nuevas, donde se instalaban tanto los colonos recién
llegados de la metrópoli como los legionarios veteranos, que veían así premiados
sus años de servicio.
En pocas excepciones, la soberbia, la prepotencia y el desprecio hacia las
tribus sometidas fueron continuos, manteniendo unas condiciones humillantes:
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además de pagar los tributos que casi les impedía la supervivencia, debían
prescindir de sus jóvenes, que tenían combatir a otras tribus vecinas, y entregar
rehenes como garantía de que todo lo ordenado lo cumplieran. Con los vencidos aun
podía ser peor: a los que se libraban de la esclavitud, se les cortaban la mano
derecha (costumbre que los romanos copiaron de los celtíberos), lo que
imposibilitaba su uso tanto en la guerra como en las labores agrícolas.
A pesar de que ambas fronteras estaban creciendo, faltaba por invadir
Celtiberia que era una región más prospera que la que ya estaba conquistada. Ese
trabajo de conquista se les encomendó a los gobernantes de la Hispania Citerior,
mientras que los de la Ulterior se encargarían de los lusitanos que estaban más al
oeste. Ambas regiones eran peligrosas ya que ellos tenían por costumbre y
sobrevivencia practicar el bandolerismo y tomar las tierras turdetanas.
Roma tuvo muchos problemas con Hispania aunque los beneficios que
obtuvieran de ella fueran grandes: Los pretores y sus excesos para su
enriquecimiento personal, el abuso de los legionarios con la población nativa, las
rebeliones de los pueblos sometidos y la amenaza de guerra de los pueblos libres.
Estos problemas significaban la pérdida de vidas y el descontento de las familias
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nobles romanas que pagaban los mandos y caballerías de las legiones, por lo que
su única solución era aplastar a las personas que se empeñaban a mantenerse
fuera de la “civilización, sobre todo por la aparición de la ciudad de Numancia y
Viriato.
1.2 VIRIATO Y LA PENÍNSULA IBÉRICA (139 a.C)
Viriato fue un líder de la resistencia Lusitania contra Roma. Luchó ocho años
contra Roma hasta que fue asesinado por uno de sus allegados mientras dormía. Su
muerte marcó el cierre del ciclo conocido por los romanos como “la guerra de fuego”
así como el sueño de mantener la independencia de Lisitania y las zonas del norte
las cuales llamaron Hispania que ya llevaba dos siglos de resistencia y de derrotar a
Roma.
Viriato llegó a dominar militarmente casi toda la Península, desde el valle del
Guadalquivir al valle del Ebro. En aquel mosaico de tribus en retirada y entre los dos
grandes imperios de la época, el genio militar del último gran jefe de la tribu de los
lusitanos consiguió un poder indígena como seguramente no existió antes y no
volvió a existir después. Viriato, como Indíbil y Mandonio, es un símbolo de la Iberia
que los cronistas romanos retratan en su crepúsculo, mientras la civilización
grecolatina, a sangre y fuego, entraba lentamente en la Península.
Serviliano arrasó las pequeñas comunidades lusitanas consiguiendo
numerosos esclavos, y sofocó las pequeñas revueltas que intentaron hacerle frente,
matando después a todos los prisioneros o cortándoles la mano como castigo.
Cuando todo esto llegó a oídos de Viriato, rehízo en cuanto pudo a su ejército y
comenzó a perseguir a los romanos hasta el borde de un precipicio y ofreció al
cónsul un tratado por el que se le reconocía el dominio de la tierra conquistada.
Aparentemente, el tratado se dio, sin embargo la noche siguiente cuando el
tratado concluiría, tres de su aliados entran en la tienda de Viriato mientras duerme y
lo degollan.
El cadáver de Viriato fue puesto sobre una enorme pira que ardió durante
horas, como correspondía con grandes guerreros. Se sacrificaron numerosos
animales, incluido su caballo.
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30
1.2.1 Las tribus del Norte.
Cuando ya se podía considerar que todas las tribus de Hispania estaban
romanizadas o reducidas a grupúsculos que malvivían en reductos alejados, aun le
quedaba a Roma territorio por conquistar. Entre estas tribus destacan los galaicos,
astures, cántabros, lugones, brigaecios, ámacos, zoelas, entre otros. Estas tribus
habitaban al sur de la actual Asturias concretamente en las provincias de León y
Zamora, teniendo su capital en la actual Astorga.
Los cántabros eran los más numerosos, ya que en aquellos tiempos
ocupaban las actuales Cantabria, Asturias y parte de Galicia. Estaban compuestos
por una veintena de tribus, como plentusios, coniscos, vérdulos, caristos, autrigones,
aurinos, plentauros, orgenomescos, vadinienses, aunigainos, etc.
Tras los avances de Julio Cesar por la ampliación y guerra preventiva contra
los lusitanos, los primeros en caer fueron los galaicos (bracarenses ártabros,
lucenses, cilenos, albiones, lemavos). Tras vencerlos sin demasiada dificultad a las
afueras de Olisipo (Lisboa), continuó hacia el norte, acusando a los galaicos de
haber suministrado comida y hombres a los arévacos.
Julio Cesar consiguió suficiente botín como para pagar muy bien a sus
legionarios y para enriquecerse el mismo, motivo real de aquella invasión. Esa
campaña fue un modo de financiar la millonaria deuda que César tenía en Roma.
Esto sería repetido cada cierto tiempo, el suficiente como para que los nativos
recuperasen algo su maltrecha economía y dejarlos una vez más sin nada.
Todos los montañeses son austeros, beben, normalmente agua, duermen en
el suelo y dejan que el cabello les llegue muy abajo, como mujeres, pero luchan
ciñéndose la frente con una banda... Los montañeses, durante dos tercios del año,
se alimentan de bellotas de encina, dejándolas secan triturándolas y luego
moliéndolas y fabricando con ellas un pan que conservan un tiempo.
Estrabón
31
1.2.2 Las guerras cántabras.
Los cántabros, al modo de los bandoleros lusitanos, todos los veranos
constituían una plaga que cruzaba las montañas para robar cuanto hubiese a mano.
Pero además de ladrones tenían fama de buenos guerreros y cuando la ocasión
requería se alistaban como mercenarios sin importar el enemigo con el que tuvieran
que enfrentarse, incluso más allá de los Pirineos.
Las hostilidades entre romanos y aquellos pueblos montañeses se
desarrollaron violentamente durante años, que Augusto, al mando de siete legiones,
se personó en Hispania. Tras conseguir un pacto con los astures que le aseguraba
cierta tranquilidad en la retaguardia, el emperador romano dirigió toda su maquinaria
de guerra hacia las montañas del norte, al mismo tiempo que una flota completaba el
ataque desde el mar.
En aquellos tiempos surge la figura de Corocotta, un caudillo cántabro que dio
muchos problemas a Augusto. Sin embargo, Augusto ofreció una excesiva
recompensa: 250.000 sestercios por su cabeza. Ha quedado una curiosa historia
romana sobre que el propio Corocotta se presentó ante el emperador para cobrarla.
Este sin saber cómo reaccionar ante tan insólito suceso, le dio el dinero y lo dejó
marchar. Sin embargo, después de este suceso ya no se le volvió a nombrar.
32
Pero la guerra contra los cántabros continuó siendo un problema para
Augusto, ya que ellos eran perfectos conocedores del difícil relieve de sus montañas
y contaban con zonas amuralladas donde resguardarse, cuestión que llevó al
supersticioso emperador a pensar que aquella guerra también se estaba
desarrollando en un plano mágico, ya que un número excesivo de legionarios fue
víctima de una plaga; incluso él mismo enfermó. Así que decidió regresarse a Roma.
El acoso romano, acabó con las tierras en cualquier lugar donde hubiese un
grupo de cántabros, produciendo escenas extremas entre ancianos, mujeres y niños
que preferían darse ellos mismos la muerte antes de que el enemigo les pusiese las
manos encima, mientras los hombres se lanzaban a la lucha desesperada; los que
no cayeron en combate murieron crucificados entonando cantos de guerra.
Es el año 25 a.C., tras veinte siglos de constantes guerras, Hispania es
provincia de Roma, aunque seguirán existiendo revueltas. Sin embargo, el valor de
los hombres y mujeres de Celtiberia sería recordado y admirado por los historiadores
romanos durante los siguientes siglos.
1.2.3 Las otras guerras.
En el 98 a.C., hubo un nuevo intento de rebelión por parte de lo que aún
quedaba de vacceos y arévacos. Estas tribus fueron derrotadas, pero todavía se
unirán a Sertorio, pretor de la Hispania Citerior, cuando, algunos años más tarde,
llegara a independizarse de Roma.
En el 49 a.C. comenzó la guerra civil entre Pompeyo, y después sus hijos,
contra César, que tuvo a Hispania como campo de batalla, con numerosas legiones
y tropas auxiliares compuestas por celtíberos, galos y africanos.
Hubo infinidad de enfrentamientos, aunque, al final, César no pudo
aprovechar su gran victoria, ya que murió asesinado en Roma, justo delante de la
estatua de su gran enemigo, Pompeyo.
33
1.2.4 Inicios de la Invasión.
En la Galia Cisalpina (antes de los Alpes) había media docena de tribus celtas
llegadas en distintas épocas. Se habían asentado principalmente en el valle del Po,
expulsando a los etruscos, y fundaron ciudades que aún perduran como
Mediolannun (Milán), Brixia (Brescia), Tridentum (Trento), Bononia (Bolonia). Pero
en el siglo II a.C, tras muchas dificultades, aquellos celtas fueron conquistados y
romanizados.
Roma necesitaba ser continuamente abastecida con recursos lo más baratos
posible y la Galia Trasalpina era la solución más inmediata ya que era un
conglomerado de cientos de tribus incapaces de organizarse, sin ningún sentido de
unidad y enzarzados en peleas continuas entre ellos.
Julio César, que ya los conocía decía:
Combaten con nervio, coraje y orgullo, con una cierta alegría feroz, pero sin
astucia, incluso con cierta ingenuidad.
Algo muy parecido escribió Estrabón, (cronista del mundo celta quien los pudo
conocer en persona)
Son guerreros apasionados, de fácil provocación y con la suficiente
ingenuidad como para caer en las estratagemas... Basta con provocar su furia en el
lugar y momento adecuados para tenerlos ciegos en la lucha sin confiar en otra cosa
que no sea su fuerza y su valor.
Tras el ataque de una tribu celta a Massalia (Marsella), una colonia griega e
importante puerto comercial donde se unían los productos de Celtiberia, Galia y el
Mediterráneo oriental, se solicitó la ayuda de los romanos, quienes además se
instalaron considerando de este lugar su “Provincia” (actualmente Provenza).
Los romanos empezaron a incluir a jóvenes galos en sus tropas auxiliares,
jóvenes deseosos de vivir aventuras y que lucharían tal como ellos sabían hacer
peleando contra sus propios vecinos y consiguiendo licenciarse con la ciudadanía y
toda la consideración de hombres libres, salario estable e identificación con los
vencedores y la búsqueda de nuevos horizontes.
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A Roma no le hacía falta una costosa invasión, más bien aparentaron ser los
benevolentes amigos del sur, poseedores de una cultura superior y capaces de
proporcionar una vida más cómoda a los ya de por sí acomodada y próspera clase
noble gala. El método de entrevistas en secreto con ciertos reyes, los regalos, las
promesas o el sembrar la desconfianza hacia los vecinos ya había demostrado su
poder entre los celtas de Hispania. También el procónsul romano contaba con el
apoyo de espías galos.
Tras la llegada de los colonos romanos se incrementó el comercio, se llevaron
productos exóticos, se formalizaron alianzas se impusieron tributos, comenzó un
ciclo financiero desconocido hasta entonces por los celtas: deudas, préstamos,
intereses y nuevas deudas.
Con el tiempo, las diferencias entre la Galia Narbonense y la Galia del norte
fueron grandes; en la primera, la romanización fue completa, tanto en costumbres
como en idioma, llegando a alcanzar sus habitantes la ciudadanía romana.
Tras los conflictos originados por la venganza de pueblos a otros pueblos y la
petición de ayuda a Roma quien aprovechaba estas circunstancias para asentarse
en sus tierras, los celtas juraron a Alejandro un tratado de amistad con la frase: Si no
respetamos este pacto, que el cielo caiga sobre nosotros y nos aplaste, que la tierra
se abra y nos trague, que el mar ruja y nos engulla.
1.2.5 La unión de las tribus.
Aparentemente “la pacificación” de Galia iba por buen camino para Julio
Cesar, sin embargo no todo el labor pudo ser por completo disfrazado ya que los
incidentes armados fueron constantes agravando la presión cada vez mayor hacia
los pueblos germanos.
Tras la consolidación de las tribus en el norte de la Galia (diez tribus belgas y
a quienes se debe el nombre de Bélgica), donde además era menor la influencia
romana, Julio Cesar destruyó sus principales ciudades con su típica como Bibrax,
Noviodununn , Bratuspantium. Tras obtener la victoria, los supervivientes belgas que
escaparon a la muerte o la esclavitud emigraron a Britania, donde sus descendientes
volverían a enfrentarse a los romanos años más tarde.
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Las tribus del norte, donde dominaba el comercio marítimo desde la actual
Bretaña francesa, corrieron la misma suerte cuando su rey afirmó que ellos vivirían
según las costumbres romanas o morirían; premisa a la cual se negaron. Estos dos
exterminios, más el asesinato del rey eduo Dumnorix el primero en intentar unir a los
celtas, encendieron la alarma entre otras muchas tribus que no se habían entregado
completamente al dominio romano.
Nuevamente en la periferia norte de la Galia surgió la rebelión a cargo de
Ambiórix, rey de los eburones, e Indutumarus, rey de los treveri sin conseguir nada
más que debilitarse. El castigo de Julio César a los vencidos era siempre ejemplar:
esclavizar a los supervivientes y torturar a los líderes hasta la muerte delante de su
gente.
A estas alturas han muerto muchos héroes celtas, muchas ciudades han sido
arrasadas, tribus enteras extinguidas, docenas de miles de personas esclavizadas.
Es muy grande el precio que hay que pagar por resistirse a lo que parece inevitable
por lo que la mayoría de las tribus prefirió permanecer al margen y hacer lo
políticamente correcto en aquellos tiempos: sonreír al procónsul y aparentar que
aquellos incidentes no les afectaban a ellos.
1.2.6 La elección de un Rey para todos.
César estaba haciendo y deshaciendo a su antojo en territorio galo,
consiguiendo alianzas forzadas y haciendo que aquella sea una tierra prácticamente
sometida. Los galos que no se habían entregado aun totalmente a la causa romana
se pusieron de acuerdo y seleccionaron a un líder que pudiera hacerle frente al
enemigo romano.
Es en el año 52 a.C, cuando aparece públicamente la figura de Vercingetorix,
perteneciente a los arvernos, una tribu muy poderosa de la Galia, reclamando
liderazgo ante su tío Gobannitio, quien había ejecutado a su padre cuando él era
sólo un niño.
Será Vircingétorix quien ahora daría una fuerte oposición a Roma creando
guerrillas usando a los mejores jinetes en operaciones rápidas y contundentes, como
impedir la llegada de forraje para las guarniciones, destruir los depósitos de cereales
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o derribar los puentes que los romanos utilizaban habitualmente, mantuvo también
una red de exploradores que informasen de los movimientos de tropas enemigas.
Vercingétorix visitó otras tribus y ciudades consiguiendo la unión de tres
cuartas partes de las tribus galas, retirando sólo aquellas que tenían demasiados
privilegios o miedo a la reacción de César. Esta unión favoreció las victorias celtas y
la planificación de muchos reyes galos para continuar la campaña contra Roma.
1.2.7 VIRCINGÉTORIX.
En el año 46 a.C., Roma da un cruel final a sus enemigos celtas comandados
por su líder Vercingétorix. Humillándolos por las calles de Roma en un homenaje a
Cesar.
Tras esta derrota, Vercingétorix es casi una figura fantasmal donde se
conservaba el sueño de liberar las tierras celtas del yugo romano, batallas que
cobraron muchas muertes, esclavitud y destrucción de su pueblo ante la presencia
de aquel César invasor y ambicioso que consiguió imponer una forma de vida muy
lejana de las tradiciones de los pueblos de Galia.
Vircingétorix, cuyo nombre significa “el gran jefe de los guerreros”, fue líder de
la tribu de los arvernos y comandante de los ejércitos unidos de la Galia. Fue el
único jefe de tribu que supo convencer a buena parte de los jefes galos de la
necesidad de unirse bajo su mando para hacer frente a Roma.
En el año 53 a.C., Julio César se aprovechó de la división que existía entre
los diferentes pueblos de la Galia para lograr vencerlos. Sin embargo, aquel mismo
año, la tribu de los eburones, dirigida por el galo Ambiorix, se rebeló contra la
invasión romana, y derrotó a una de las legiones de César, donde los romanos
perdieron una cuarta parte de sus tropas. Este acontecimiento inspiró los
sentimientos revolucionarios de toda la región, lo que los unió para poder
enfrentarse a Roma convocando un concilio de dirigentes en Bibracto, donde todos
votaron a favor de Vercingétorix.
Al saber César de las victorias ganadas por los galos, se dirigió rápidamente
hacia al norte destruyendo ciudades a su paso. Sin embargo, esto era parte del plan
de Vercingétorix para evitar el combate frente a frente, en el cual se pondría de
manifiesto la superioridad de los romanos.
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Parte de una de las tácticas de VIrcingétorix contra los romanos fue destruir
ciudades y campos con el fin de impedir que las tropas de César consiguieran
alimento para debilitar a sus oponentes.
Mientras cada ejército se encontraba más cerca, Julio César escondió dos
legiones y dejó que la columna principal continuara adelante. Las dos legiones que
permanecían escondidas se acercaron a los galos por la retaguardia, obligando a
Vercingetórix a huir para retirarse a Gergovia, una gran fortaleza situada en una
meseta de pendientes muy pronunciadas y donde mantenía una posición defensiva
muy fuerte y en donde pudo derrotar a los romanos.
En el año 52 a.C., Julio César salió victorioso de los diversos enfrentamientos
que tuvieron lugar entre las caballerías romana y Galia, de forma que Vercingetórix
decidió que no era el momento para una batalla a gran escala y agrupó a sus tropas
en la fortaleza de Alesia, donde se produciría la batalla definitiva que pondría punto y
final a la Guerra de las Galias.
César decidió aislar a sus enemigos y hacer que se rindieran por hambre y
por sed.
Para asegurarse un perfecto bloqueo, César mandó construir un perímetro
circular de muros de 18 kilómetros de longitud y de 4 metros de altura, con torres
espaciadas regularmente, algunas de hasta 24 metros de altura. También excavaron
fosos de 4 metros y medio de anchura y de cerca de medio metro de profundidad.
Finalmente, se colocaron toda clase de trampas: agujeros ocultos, palos afilados,
estacas de hierro, etc. en tan solo tres semanas. César, que preveía la llegada de
tropas de socorro que lo atacarían desde fuera, hizo construir una línea defensiva
exterior, parecida a la primera, de unos 21 kilómetros de perímetro. De este modo,
los romanos quedaban protegidos entre ambas fortificaciones.
Los galos que estaban cercados dentro la fortaleza de Alesia, empezaron a
sufrir la escases de los víveres. 80.000 soldados más la población civil autóctona era
demasiada gente para las pocas provisiones que quedaban. Según los cálculos de
Vercingetórix, la comida no duraría ni un mes, por lo que decidió expulsar de la
fortaleza a todo aquel no apto para la lucha, es decir, a las mujeres, los niños y los
discapacitados, los cuales murieron de hambre entre las paredes de la ciudad gala y
la fortificación romana.
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Tras la llegada de las tropas galas de refuerzo contra las murallas exteriores,
el ejército de Vercingetórix atacaba en las murallas interiores. Sin embargo, todo
esfuerzo fue en vano ya que Julio César tomó a Vercingétorix como el trofeo de su
larga campaña en la Galia y donde lo estrangularía en agosto de 46 a. C.
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1.2.8 El fin de los galos.
La romanización se completó gracias a la muerte de millones y millones de
galos. De ellos, un millón murió en combate, otro millón fue esclavizado y el resto se
integró como pudo al nuevo orden romano. Los druidas fueron exterminados, salvo
los que huyeron a Britania. Pronto no quedó ni idioma ni dioses que recordase unos
tiempos y unos hombres con los que ya nadie podía sentirse vinculado sin sentir
vergüenza.
Los supervivientes de la antigua Galia ahora son romanos, visten togas,
hablan latín y habitan en ciudades de estilo romano. Ya son civilizados. Y se
nombran senadores, que acuden a Roma a hacer carrera política totalmente
integrada en la cultura latina.
Roma, ante su orgullo de haber sido pisoteados varios siglos por los galos, no
se bastaron con vencerlos, sino que aniquilaron su cultura hasta el punto que los
nuevos galos desearan ser romanos.
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1.3 BOUDICCA Y BRITANIA.
En Gran Bretania, llegaron dos oleadas importantes que se dividieron en
docenas de tribus con escasos sentimiento de unidad. Las luchas y rivalidades
entre tribus, o incluso en clanes, eran parte de la vida cotidiana, a lo que se le añade
los pillajes de irlandeses, desde el oeste y pictos, desde el norte.
Las tribus más importantes eran: los trinobantes, al oeste, con capital en
Camulodunum (actual Colchester), los brigantes, con capital en Eboracum, los cantii,
con capital en Llundein (transformada posteriormente en Londinium, Londres) y los
icenos. También estaban dobuni, atrebantes, coritani, silures, oedovices, parisii. A
estos se añaden los belgii y vénetos, que llegaron huyendo desde la Galia.
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1.3.1 Comienzos de la Invasión.
Tras la conquista de la Galia, Julio César puso su mirada sobre la gran isla
del norte. Nombrando a Calígula el encargado de la invasión de Britania. Fueron los
trinobantes, (tribu del oeste de la isla) los primeros en ofrecer resistencia al mando
del rey Cunobelinos, el cual triunfó y los romanos tuvieron que retirarse.
Posteriormente en el año 43 d.C., Claudio ordenó la siguiente invasión
nombrando a Aulo Plaucio Silvano al mando de las legiones de II Augusta, IX
Hispana, XIV Gemina y XX Valeria Victrix.
El peso de la nueva resistencia recae sobre los hijos de Cunobelinos,
Togodumnos y Caradawc, que han estado haciéndose más poderosos atacando a
otras tribus. Una de ellas, los atrebates, llega a pedir ayuda a los romanos. Lo que
origina un enfrentamiento despiadado donde Togodumnos muere, pero Caradawc se
salva y organiza una guerrilla con restos de tribus.
1.3.2 Acuerdos y traiciones.
El comportamiento de las legiones romanas que ya controlaban todo el sur y
centro de Britania, provocó nuevas rebeldías por parte de algunas tribus, como los
icenos o los brigantes, que habían mantenido con los romanos ciertos lazos de
amistad pagando impuestos.
Caradawc, quien ha podido huir a Gales, consigue el apoyo de los silures y
los ordovices, además de reunir a todos cuantos han podido escapar de los
territorios controlados por los romanos. También pidió auxilio a la reina Cartimandua
de los brigantes; quien deseosa de la cuantiosa recompensa que ofrecen los
romanos por Caradawc lo retiene con engaños y finalmente lo entrega.
En Britania, la rebelión continúa. Los britones, sobre todo los silures, realizan
guerrillas en las zonas boscosas, consiguiendo pequeños pero continuos triunfos
sobre los romanos. Sin embargo, hay muchas tribus para los que aún les resulta
favorable mantener lazos de amistad con Roma, para aprovechar las cosas buenas
que los romanos aportan.
Cartimandua mantiene su alianza con Roma, con todos los beneficios que tal
actitud aporta, pero uno de sus esposos Venusius, se separa de ella y organiza un
pequeño ejército de fugitivos para combatir tanto a los romanos como a sus aliados.
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El asesinato de los padres de Venusius por parte de la reina provocó que muchos de
sus súbditos se volviesen contra ella, quien salvó su vida refugiándose entre los
romanos.
En el año 61 d.C. Suetonio Paulino ataca la isla, teniendo la ventaja que no
había guerreros para defenderla, ya que era tierra sagrada. Aprovechando una
celebración religiosa, llevó a cabo el ataque definitivo exterminando a casi todos los
druidas cortando sus cabezas y arrojándolas al mar para “impedir su reencarnación”.
Estas muertes tenían el propósito de cortar la cadena religiosa, la educativa,
la judicial, la médica, y en cierto modo la memoria del pueblo. Los bosques sagrados
fueron talados y quemados, lo que provocó que la moral britona callera por los
suelos al extenderse la noticia. Para los romano, esta era una jugada maestra que
supone en sí misma un punto de no retorno del que los britanos ya no podrán
reponerse.
Sin embargo, Prasutagus que era rey de los icenos, una pequeña tribu que
ocupaba los actuales territorios de Norfolk y Suffolk, es un aliado de los romanos
quien ha sido forzado a declarar al emperador romano, en este caso a Nerón, como
heredero de sus tierras, conjuntamente con sus dos hijas. Se sabe que el motivo de
su rendimiento fue para conservar su linaje y no originar ataques futuros de los
romanos contra su pueblo. Esto libró a los icenos de ataques y destrucción. Pero
cuando muere Prasutagus, los romanos no respetan el tratado. Entran en territorio
iceno tomándolo todo como propiedad suya, ya que en Roma no se reconocían
derechos hereditarios a las mujeres.
Roma creía que la deuda que Presutagus había adquirido con el Imperio
Romano, dejaba a sus súbditos ligados a cumplir con la deuda pagando con sus
tierras a posesión del Imperio Romano. Boudica, la entonces reina sucesora, no
pudo reunir el dinero y se negó a hacer efectivo el pago, lo que provocó que el
procurador Cato Deciano, enviara unidades legionarias a saquear la región
desposeyendo a las tribus de sus propiedades ancestrales y esclavizando a las
familias.
Boudicca, provocó un levantamiento donde exigía que se mantuviera firmado
el pacto de su esposo. Esto motivó a los romanos a reaccionar con toda la brutalidad
azotándola y violando a sus hijas imposibilitándolas al casamiento y agotando la
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línea hereditaria. Los jefes territoriales icenos fueron desprovistos de sus derechos y
algunos fueron incluso esclavizados. Además, las tierras fueron asoladas y todo el
ganado sacrificado. Sin embargo, la inconformidad de las tribus se incrementó y los
motivo a levantarse en armas, al enterarse de que los soldados romanos veteranos,
que han recibido como regalo tierras donde asentarse, llegan a expulsar a los
nativos, violan los espacios sagrados y erigen un templo a Júpiter.
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1.4 Boudicca.
Fue conocida por el nombre de Boudicea, Buduica y Bonduca, cuyo
significado es “Victoria”. Aunque no se tienen muchos registros históricos de ella,
Tácito, en sus escritos “Anales” y “La vida de Julio Agrícola” y Dión Casio en su
“Historia Romana”, coinciden en afirmar que la reina Boudica probablemente nació
en el año 26 d.C. y destacaba por su altura, su mirada feroz, su voz áspera, su
cabello rojizo hasta la cintura y por vestir con túnicas coloridas y un largo collar de
oro. Dión Casio cuenta que poseía una inteligencia más grande que la que
generalmente tienen las mujeres y que al hablar siempre sostenía una lanza a la
mano para aterrorizar a cualquiera que la contemplara. Siempre perteneció a la elite
aristocrática Icena y en el año 48 d.C. se casó con el rey Prasutagus, de la tribu celta
de los Icenos, con el cual tuvo a sus dos únicas hijas.
Protestó en contra de las acciones romanas, lo que para los romanos era
señal de rebelión y tenía que ser castigado. Fue sacada del palacio, desnudada en
público y azotada por haber incumplido la deuda. Los oficiales y soldados romanos
violaron a sus hijas, las herederas del reino, imposibilitándolas al casamiento y
agotando la línea hereditaria.
Acaudilló el mayor levantamiento contra la ocupación romana durante el
reinado del emperador Nerón, liderando a las tribus de los Icenos, que habitaban en
la zona de Norfolk, al este de Inglaterra, además de otras tribus Bretonas y
Trinovantes, reuniendo bajo su mando a un ejército de entre cien mil y doscientos
treinta mil soldados contra la ocupación romana.
Los Icenos eran aguerridos guerreros cuyas armaduras estaban remachadas
en oro, peleaban desnudos y precedían sus ataques con trompetas. Combatían
pintados de azul (color que sacaban de la una planta llamada glasto), que aparte de
aterrorizar a los enemigos, ayudaban a prevenir la infección de las heridas.
Muchos la consideraban como la personificación de la diosa Morrigan, diosa
de la muerte y la destrucción, el ser terrible que exige la sangre del enemigo, y a la
que habían seguido ciegamente ya que representaba el único futuro aceptable. Sin
duda llegaron a creerla invencible y protegida por los dioses. Siempre llevaba con
ella el estandarte con el símbolo sagrado de Andastrea, diosa de la victoria.
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Siguiendo el relato de Tácito en “los Anales”, dice:
“Boudica no estaba interesada en hacer prisioneros para solicitar un rescate
ni ningún comercio de guerra. El enemigo fue atacado con matanzas, patíbulos,
fuego y crucifixiones, como hombres que se cobraban la venganza que podían antes
de que cayese sobre ellos el justo castigo”.
Dión Casio relata en “historia romana” las prácticas de Boudica
“Aquellos que fueron llevados prisioneros por los britanos, se vieron
sometidos a todas las formas conocidas de atrocidades. La peor y más bestial
atrocidad cometida por sus captores la siguiente: colgaron desnudas a las mujeres
más nobles y distinguidas, les cortaron los pechos y se los cosieron a la boca para
que pareciese que las víctimas se las comían; después empalaron a las mujeres
sobre unos pinchos puntiagudos que les atravesaban todo el cuerpo. Todo esto lo
hicieron acompañándolo con sacrificios, banquetes y comportamientos inmorales, no
sólo en todos sus lugares sagrados, sino en particular en la arboleda de Andraste.
Éste era su nombre para Victoria, y la contemplaban con la reverencia más
excepcional”.
Boudicca logró obtener muchas victorias sobre los romanos, pero, una vez
más, la disciplina y el orden de los legionarios romanos fueron decisivos frente a la
fuerza bruta de los celtas muriendo más de ochenta mil britones.
Boudicca, viendo que su huida no era posible y que estaba a punto de ser
capturada por los romanos, decidió poner fin a su vida bebiendo rápidamente
veneno y tras ella sus hijas.
Su derrota y su muerte, significó la pérdida de la esperanza céltica y la
destrucción de la identidad de su nación y su libertad.
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Cronicas Celtas
1 COLECCIONISTAS DE CABEZAS
Las cabezas cortadas eran el trofeo de guerra más preciado entre los celtas.
Regresaban con las cabezas adornando los carros, ensartadas en lanzas e incluso
colgando de los cinturones. Después pasaban a formar parte de la decoración de la
casa o del poblado.
No era una simple «cosecha de cabezas». Al considerarlas como residencia
del alma, eran cortadas antes de que el espíritu abandonara el cuerpo, por lo que no
eran simplemente un trozo de carne y hueso, sino un objeto mágico. El espíritu del
vencido debía proteger a aquel que de algún modo era su dueño.
Podría decirse que había una auténtica fiebre de coleccionistas y era un gran
motivo de orgullo poseer «ciertos ejemplares», como podían ser grandes guerreros o
reyes de especial importancia. Eran una de las cosas que se mostraba a los
invitados y que incluso llegaban a embalsamar de manera rudimentaria con el caro y
escaso aceite de cedro (árbol endémico del Líbano) o en orzas de miel.
Contra más valor y fama haya cosechado el enemigo, más poder se atribuía a
su cabeza. Era una manera de reconocer la importancia del guerrero, un homenaje
que no merecía otro tipo de personas. Pero el poseedor tenía el poder mantener
aprisionado al espíritu de su oponente vencido. Era el precio de la derrota.
Diodoro escribió: “Cortan las cabezas de los enemigos muertos en la batalla y
las cuelgan de los cuellos de sus caballos… Embalsaman en aceite de cedro las
cabezas de sus enemigos más distinguidos y las guardan cuidadosamente en una
caja, enseñándolas con orgullo a los visitantes, diciendo que por esa cabeza uno de
sus antepasados, o su padre, o el propio individuo rehusó el ofrecimiento de una
gran suma de dinero, dicen que algunos de ellos se vanaglorian de haber rehusado
el peso de la cabeza en oro”.
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2 GUERREROS DESNUDOS
Algunos cronistas escribieron sobre los guerreros celtas que combatían
completamente desnudos, tal como nos ha legado cierta iconografía etrusca, griega
y romana.
A estos se les llamaba gaesatae (nombre que deriva de gae, lanza), y bien
pudieran ser una clase especial de guerreros que recibían una formación militar
especial que les imbuía una ética de combate en la que enfrentarse a cuerpo limpio
venía a ser un símbolo de estar cubierto por la protección de los dioses. Eso, lejos
de inferirles algún tipo de fragilidad, ya infundía miedo en el enemigo nada más
pasado el momento de curiosidad.
Así aparecieron en batallas recogidas por historiadores, como la de Cannas o
la de Telamon, en el norte de Italia. O en el saqueo de Roma o en Asia Menor. Tal
muestra nudista al parecer se reservaba exclusivamente para la guerra, a tenor de la
piel extremadamente blanca con que son descritos.
Polibio los describió en primera línea de la batalla de Clastidium (222 a.C.):
Eran aterradores los gestos y la apariencia de los guerreros desnudos de la
vanguardia.
Todos fascinantes hombres en la flor de la vida, perfectamente constituidos y
que, con su virilidad en alto y adornados con torques y brazaletes de oro,
presentaban batalla.
El romano Tito Manlio «Torcuato» recibió su apodo tras vencer en un combate
singular a un galo que lo desafió desnudo y quedarse con su torque como trofeo.
Algunos historiadores señalan también el factor médico de la desnudez del
guerrero: evitar las infecciones que pudieran provocar los restos del tejido
incrustados en una herida. Claro que, aun sin desnudarse, antes de un
enfrentamiento, los guerreros celtas solían adelantarse para mostrar sus atributos
sexuales al enemigo, mientras alardeaba de su historial bélico y les insultaba.
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2.1 El Gálata Moribundo.
El mismo año de la victoria en Telamon, los romanos copiaron la escultura
griega llamada El galo moribundo (actualmente en el Capitolio) que conmemoraba la
victoria de Atalo, rey de Pérgamo.
Era un símbolo que figuraba la posibilidad de vencer a aquellos terribles
keltoy o celtici, incluidos los gaesatae que, al combatir desnudos, provocaban mayor
temor. El guerrero se recuesta sobre su escudo, para no morir sobre territorio
extranjero.
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3 MUJERES GUERRERAS
En numerosas leyendas celtas aparecen mujeres guerreras; aunque sin serlo,
muchas acompañaban a sus hombres a la guerra. En Irlanda se les llamaba
banfennid, como lo fueron Criedne, que guerreó junto a los guerreros fianna.
Las reinas Maeve de Conacht o Boudicca de los icenos organizaron y
encabezaron un ejército, caso similar al de Onomaris, reina de los Scordisi que se
enfrentó a los ilirios, siendo la fundadora de la actual Belgrado.
Scathach y Aoife entrenaron al héroe irlandés Cu Chulainn en una isla de
Escocia.
En la Galia quedó la historia de Chiomara, capturada por un centurión
romano. Este, tras violarla, pidió a su marido un rescate; cuando recibió el oro y se
disponía a liberarla, ella le arrebató la espada y lo decapitó. Y se presentó ante su
marido con la cabeza tomada por los pelos. Recobrado de la sorpresa, Suetonio
reúne dos legiones, en total unos diez mil hombres, entre cuyas tropas auxiliares que
no faltan britones, galos o celtíberos completamente romanizados. Será la batalla
final, combatida en terreno descubierto: un valle estrecho y muy pedregoso, lo cual
perjudicaba la acción de los carros de guerra britones.
Ambos bandos tenían mucho que perder y mucho que ganar. Se entregaron a
la lucha con todo su ardor. Pero, una vez más, la disciplina y el orden de los
legionarios romanos fueron decisivos frente a la fuerza bruta de los celtas, no
importa que les ganasen en número. Mueren ochenta mil britones.
Igualmente se han encontrado tumbas femeninas de Centroeuropa con todos
los aditamentos propios de los guerreros. Unas leyes de 697 proscribieron los
derechos de las mujeres guerreras.
Estrabón: Una mujer celta enfadada es capaz de partir avellanas con un
chasquido de sus dedos.
Ammianus Marcellinus: Si un galo está en peligro, su mujer acude en su
ayuda, hincha su cuello, rechinan sus dientes, agitan sus pálidos brazos en el aire y
dan golpes y patadas como si fueran una bestia desbocada. Sólo pueden
compararse con la fuerza de una catapulta.
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Conclusion personal
Sin duda me resulta muy interesante e inspirador el poder desarrollar una
cultura tan interesante como los celtas.
Es una cultura que por desgracia de su mala organización, sus constantes
luchas entre ellos, y la carencia de una organización militar, no pudo obtener lo que
sin duda sería una azaña sumamente significativa y que no podríamos imaginar en
lo que pudo haber influido sobre la cultura occidental y el desarrollo que aportó a las
demás naciones aun en nuestros días.
Me resulta tan admirable y valiosa la forma en como estos pueblos veían la
vida y la muerte y su gran valor, honor y dignidad de su identidad al enfrentarse
contra cualquier enemigo.
Cada héroe que se expone, sin duda resulta una historia inspiradora que logra
cautivar hasta hoy en día a las personas. En especial énfasis a sus mujeres fuertes
como Boudicca (mi personaje favorito) que lucharon hasta el final por conservar su
identidad, a diferencia de los avaros romanos que solo buscaban riquezas y poder.
Creo que estos acontecimientos en el presente nos enseñan el valor de
apreciar nuestras raíces y a inspirarnos fuerza y valor de estas admirables personas
para enfrentar las adversidades que se nos puedan presentar. No importando si la
situación se presente más grande ante nosotros, nunca dejarnos llevar por la
derrota anticipada, sin intentar “pelear” por un cambio que nos pueda beneficiar a
nosotros como a nuestro entorno.
Disfrute mucho la investigación y la termino muy inspirada y motivada por la
curiosidad de seguir tratando de conocer más acerca de ellos.
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Bibliografia
“Breve Historia de los Celtas” – Manuel Velasco.
www.celtiberia.net
www.nationalgeographic.com
www.celticusisacus.blogspot.com
“El debate sobre los celtas y la etnicidad del Noroeste Peninsular” –
Xosé Lois Armada Pita.
“El origen de los celtas en la Penpinsula Ibérica. Protoceltas y Celtas” –
Martín Almagro-Gorbea.
“Los celtas. Identidad, etnicidad y Arqueología” – Beatriz Díaz Santana.