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HERR MIENT S

P R L

NÁLISIS DE

L

SOCIED D

Y L

EST DO

Fernando Pedrosa

Florencia Deich

Compiladores

~

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UNIVERSID D

DE

BUENOS IRES

Rector

Vicerrector

Secretaria de suntos cadémicos

Subsecretaria

de

lnnovación

y

Calidad cadémica

PROGR M UB XXI

lberto Edgardo Barbieri

Darío

F

Richarte

María Catalina Nosiglia

Marilina Lipsman

Directora Claudia Lombardo

Vicedirectora Diana Mazza

Coordinación Desarrollo Pedagógico María lejandra Codazzi

orma

Merino

Coordinación Producción Multimedia\ Liliana Castillo

María lejandra Batista

Compiladores

Beatriz Hall

riadna

Pou

Patricia Bucich

riel

F

Guglielmo

Fernando Pedrosa

Florencia Deich

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Herramientas

para el

u11

{

1h

Si

t\

 11,• 111 Mw 1

 

tl

t

11I

y l I

\. i

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Fe

rn

ando Pcdrosa ... 11, •  111 1 , l tllllpiim\11 prn I l 111111Hl11 Pl·  o ~a y I· orcncia

Deich. • la é tl • Ci ud11d

Aullllm111111k

l\11<

•1111 A11 ·s 111,

kha

, 'O IS.

144 p ; 1xl4 cm. (lJ I

\A\X

I)

ISBN 978-950·2.1 2•111 1

\. Cienc ias Sociak·s. l. P .·d1mm. l·\·11

11111do

P,:d1

mm,

h :1 nn11do  comp . llf.

Dc ich, Florencia, c,1111¡ .

coo 30

1

Eudeba

Universidad de Buenos Aires

1 edición: marzo de 2015

© 2015

Editorial Universitaria de Buenos Aires

Sociedad de Economía Mixta

Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires

Te : 4383-8025 / Fax: 4383-2202

www.eudeba.com.ar

Imprcso en Argentina

\ lecho el depósito que establece la ley

11

.723

No se perm

ite la reproducción lolal o parcial de este libro, ni su almacen

a-

miento en un sistema informáti

co

ni su t

ra

nsm isiónen cualquier

forma

o

por cualquier me

di

o, electró

 

co, mecánico,

fo

tocopia u otros métodos,

si   el permiso previo del ed

it

or.

INDICE

Presentación

La sociedad

y

el Estado, por Fernando Pedrosa

El Estado, por

Pat

ricio Gómez Talavera

El Estado y sus tipos, por Enrique García

El régimen político. Debates y tipología, p

or Eve

Labandeyra

Los sistemas políticos contemporáneos:

de la democracia a la poliarquía, por Margarita Batlle

Democracias delegativas, por Paula Bertino

Dictadura. Un concepto complejo, por Verónica Beyreuther

Golpe de Estado: aproximaciones al concepto, definiciones

y tipología, por Florencia Deich

lil terrorismo de Estado, por Graciela Etchevest

l a transición a la democracia, por Nicolás Simone

Los nuevos liderazgos populistas y la democracia

en América Latina, por Flavia Freidenberg

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PRESENT CIÓN

Este libro es

una

caja de herramientas para estudiar en profundidad

la

relación entre un Estado y una sociedad. Apunta, especialmente,

a brindar elementos para el análisis de

la

sociedad argentina

en

el

sig

lo

XX, aunque no de manera excluyente.

El

material aquí reunido está destinado a quienes se inician en el

estud

io

de d istintas realidades sociales. Por el alto grado

de

com

plejidad que esto implica, se espera que este libro ayude a los lec

tores en un análisis que supere una mirada superficial.

11 mero relato

de

los hechos o de anécdotas acerca de persona

.ies históricos que suelen aparecer

en

medios

de

comunicación de

manera más o menos atractiva, se presenta hoy en día como una

l'orma aceptada de análisis de los hechos sociales. Sin embargo,

quienes así lo hacen se comportan como guionistas de ficción más

que como científicos sociales. Este tipo de abordaje anecdótico no

puede dar cuenta de las dificultades que traen aparejadas socieda

des muy heterogéneas, con intereses numerosos, ambiguos y con

 

rapucstos. A esto se le puede sumar la existencia de variadas iden

 idadcs políticas, ideológicas, étnicas, culturales y grupales que , en

mundo cambiante, eluden su clasificación

en

formas sencillas

l Oll10

buenas o

ma

las .

Los artículos de este libro han sido escritos por docentes e inves

 igadores universitarios, expertos en diferentes áreas del conoci-

  icnto

de las ci

enc

ias sociales. Con diferentes intereses y meto

dologías, comparten

la

preocupación por encarar el análisis de la

rl'lación entre la sociedad y el Estado

de

una manera sistemáti

r11.

Para e

ll

o, aplican diversos métodos y estrategias vinculadas

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10

Femand  Pcdrosa Florenc ia e ich compi

la

dores)

al

mundo científico,

donde

la subjetiv dad trata

de se

r reducida al

mínimo posible.

De

este modo, se espera

que

pueda ser útil para estudiantes así

como, también, para profesionales de distintas disciplinas.

No

se

descarta que pueda resultar de interés para

un

público más amplio,

ya

que los problemas sociales, su debate y profundización no son

patrimonio exclusivo

de

un grupo en pa1ticular.

Co

n estos objetivos

se desarrollarán algunos de los conceptos centrales

de

las ciencias

sociales que son capaces de viajar en el tiempo y en el espacio para

exp

licar e interpretar sucesos políticos, sociales e históricos produ-

cidos en distintos momentos y países.

Finalmente, este libro se propone estimul

ar

un ejercicio

co

mplejo,

esto es

pensar la relación de

una

sociedad y un Estado a partir de

elementos teóricos, para luego ahondar en los ·1echos concretos.

De

esta manera, la ané

cd J

~a pierde potencia explicativa y las con-

tinuidades y rupturas vist 1s en el largo pl

az

o, pa a . a ser el

ce

ntro

de la

estrategia

de

comprensión histórica.

La importancia de los conceptos

En

la

vida cotidiana,

sue

len usarse

rmin

os qu

e remiten a concep-

tos generados en ámbitos académicos, pero con otros sentidos. Por

ejemplo, las palabras libera l o socialista empl eadas en una conver-

sación cualquiera, pueden adquir

ir

un sentido diferente

de

lo que ·

sign ifican en el contexto

de

una teoría específica. También, puede

ocurr

ir que cualquier ciudadano tenga

una

idea propia, por ejem-

plo, del concepto de democracia.

No

obstante, ese concepto suele

se

r

mucho

más complejo que la

sim ple representación que la gente tiene acerca de él. Por esto, para

h:n·umll mtas para

el

análisis de la soc iedad y

el Estado

11

sumergirse en una comprensión más profunda de por qué y

cómo

sucedieron los h

ec

hos

de

la historia, hacen falta algunas herramien-

tas extra. Las ciencias sociales proveen esas herramientas y, aquí,

se

utilizaráextensamente una de ellas: los conceptos académicos.

Por otro lado, también

se

debe señalar que un concepto

no

es

una

verdad absoluta, sino la base desde donde todos pueden comenzar a

discutir, ordena

da

y sistemáticamente, algunos problemas concre-

tos e ideas teóricas. Los conceptos son construcciones abstractas y

complejas que sirven

para

describir situaciones y hechos sociales.

Es decir, los conceptos se elaboran a partir

de

elementos concre-

tos

que

requieren alguna explicación o análisis.

Por

ejemplo, para

n;fcrirse a gobiernos que acceden por la fuerza y dominan arbitra-

riamente a sus sociedades sin aceptar ninguno de sus derechos y

persiguiendo a quien disiente,

se

elaboró el concepto

de

dictadura.

Una dictadura

es

un hecho social e histórico y, por Jo tanto,

cada

dictadura, en cada lug

ar

del

mundo

, y en

cada

momento histórico,

ha tenido características particulares.

No es

fácil, entonces, sin-

tetizar en un solo término toda esa

comp

lejidad. A partir

de

esta

diversidad, el concepto académico en este caso, d ictadura) regis-

trará las características

ge

nerales y comunes al fenómeno. Es decir,

aquellas

que se

encuentran en todos los sucesos

más

allá de los

deta lles particulares

que

cada una tenga.

Por

lo

dicho, en e l t mbito académico, es fundamental definir clara-

mente y con preci,ión los conceptos, porque hacerlo evita malentendi-

dos e interpretaciones

er

róneas, y ayuda a conectar a quien escribe con

q11ii.:n lee. i la comunicación de ideas es la base del mu ndo científico.

F ERNANDO P

ED

ROSA Y F LORENCIA D EICH

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LA

SOCIED D Y

EL

EST DO

l'or Fernando Pedrosa•

l :ira comen

zar

a reflexionar sobre la relación

que

entablan la so

rn·dad y el Estado, primero hay que definirlos. El Estado es una

11so

ciación que ejerce e l monopolio de la violencia sobre un terri

llll'io determinado y que

busca

dominar a

una

sociedad que está

i cada en ese territorio (ver esta definición en el texto

de Gómez

l

1da

vera en esta compilación).

Por

su parte, la sociedad está

com-

¡ 1csta

por personas con derechos y obligaciones (ciudadanos)

que

1:ccsitan de un Estado

para

organizarse.

e

lo contrario, imperaría

l

ey de

la selva 

donde

solo los

más

fuertes podrían hacer valer

s

us

derechos.

I

1

l

ist

ado y la sociedad son

dos

espacios distintos

que se

relacio-

  :

de

forma di

ve

rsa y compleja.

icha

complejidad está dada

por

H

gran heterogeneidad de actores y grupos

que

buscan cumplir

sus objetivos y al mismo tiempo, evitar que otros lo hagan

1

lt t

1·1urndo

Pedrosa

es

profesor titular

de

Introducción al Conocimiento de la

Socíedad

y el Estado

dt

•I l•l Ogram a UB XXI de la Universidad de Buenos Aires Doctor en Procesos Políticos Contem-

p  1ll1cos por

la Universi

dad de

S

alama nc

a Es

pañ

a).

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-

1cnumdo Pcdrosa-F lorencia Deich compiladores)

< 1 ,·s sabido, la divis ión ntre la

soc

iedad, por un lado, y el

blado,

por el otro- tiene una finalidad puramente analítica. En la

pnkt ica, resulta difícil encon trar los límites entre los diferentes ac

lorcs y cnlre quienes los representan y actúan

en

uno u otro campo.

l)c Lodos modos, se puede afirmar que la relación entre la sociedad

y el Estado conforma una densa y extensa red

que

se puede deno

minar espacio público . Este espacio público

es

el escenario don

de se desarrollan los acontecimientos

que

definen y caracterizan la

vida política y social de un país.

Se denominan

actores

a los grupos, organizados o no, y a los in

dividuos que generan estrategias públicas

para

cumplir sus objeti

vos. Pueden ser actores sociales (por ejemplo, los movimientos en

contra o a favor del aborto) o políticos (como los miembros de los

partidos políticos), además, existen actores religiosos, del mundo

deportivo e intelectual, entre muchos otros. A través del accionar

de estos actores, la sociedad genera vínculos ambiguos de obedien

cia al poder estatal, pero también de resistencia.

La

sociedad está integrada por distintos actores que tienen di-

versos interes

es

generalmente, contrapuestos o en competencia.

El objetivo de los actores -políticos y sociales-es, generalmente, sa

tisfacer sus intereses que son de por sí heterogéneos. Es decir, conse

guir recursos de distintos tipos, materiales o simbólicos, para ellos y

para sus representados. Un ejemplo claro de algunos recursos es el

que suponen los subsidios, los planes sociales, los intentos por lograr

fallos judiciales a favor u otro tipo de reconocimiento estatal (tal como

plantean algunos grupos de soldados que combatieron en la guerra de

las Malvinas). Por estas razones, la relación entre los actores políticos

y sociales y el Estado adopta formas variadas. Algunas veces, esa re-

Ih

111111111 ·illus

pur el análisis de

la

sociedad y el Estado

15

l.iuún es de cooperación, pero otras, es de conflicto. Esto se agudiza

,

.i

1

1do los recursos son escasos o insuficientes (por ejemplo, si losju

l> la

dos quieren un aumento de sus ingresos y un gobierno se lo niega

porque considera que no hay recursos o no los quiere gastar en ellos).

No obstante, a veces, entre los actores políticos y sociales Yel Es

lado, existen conflictos aun cuando hay recursos, o bien

en otras

oportunidades en las cuales no

se

dis

putan b

ienes

mat

eriales .

l sic es el caso de dos grupos políticos

que

confrontan porque am

bos aspiran a imponer sus posiciones en diferentes aspectos del

l•

.s

tado y sus políticas. Por ejemplo, los grupos en pro Yen contra

lkl

aborto que mantienen un enfrentamiento sin cuartel por impo-

1wr

sus ideas en la agenda del Estado.

1 1

papel

de

las instituciones

1

 

s1e apartado comienza con el siguiente interrogante: ¿qué son Y

p:irn qué sirven las instituciones ? Según al politólogo argentino,

 

illcnno O'Donnell, son pautas - leyes, códigos, estatutos, cons

liluciones, organismos del Estado - que establecen y regulan la inte

ra,·ción entre las personas y los grupos que componen una sociedad.'

l'

or

su parte, el filósofo italiano y profesor de Ciencia Política de la

lJ

nivcrs idad de Torino, Lucio Levi, establece

que

las instituciones

¡

 

cga n un papel preponderante

en la

construcción del

poder

social

de un país ya que:

( . .] constituyen la estructura organizativa del

pode

r político,

que seleccionaa la clase dirigente y asigna a los diversos indi-

viduos comprometidos en la lucha política

su papel

 

2

¡

llONNELL, GUIL LERMO 1 996), Otra Institucionalización,

Ágora

5 (5-28), Buenos Aires.

¡

l l

~V

I  LUC IO

l

997), Régimen

po

lítico, en Bobbio, Norberto; Matteucci, Nicola YPasquino,

, t1unfr

anco, iccionario

e

Po Íli

ca

pp .1362-1366), México, Siglo XXI Editores.

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16

l c•

1u

  do Pcclrosa -Florcnci:i

cic

h compiladores)

Por esta razón, l

as

instituciones son claves en la v

ida

social. A través

de ellas,

la

interacción humana

se

encuentra guiada y regulada por una

s

uma

de instrumentos

formal

es genera

lm

ente

formulados desde el Esta-

do. Dicho de otro modo, las institu ciones regu l

an

y orde

na

n la sociedad

y la actividad de

sus

integrant

es.

Y esto se obser

va

tanto

en

las organ

i-

zaciones que la integran (desde

un pa

1ido político al consorc

io

de

un

ed

ificio),

como entre

lo

s individuos.

Sin instituciones formales y socialmente reconocidas (por ejemplo,

las leyes son muestras de

in

stituciones forma les), la vida social

so

lo

sería una lucha constante de todos contra todos, en la qu e los

fuertes podrían imponerse una y otra vez sobre los más débiles.

Es impo1iante comprender que las

in

stituciones no so n naturales ni

creadas por una entidad religiosa abstracta. Estas son

un

a resultante

de la disputa por el poder en una sociedad determ inada. En defini

ti

va, a la vez que ordenan y ev

it

an la ley de la se lva , benefician

a algunos más que a otros. Las leyes son

un

ejemplo de institución

formal reconocida socialmente.

Quien logra imponer una orientación determinada a las leyes y a

otras instituciones formales , también logra fortalecer sus intereses

patiiculares. De modo que la

luch

a por cont

ro

lar

las in

stituciones

es constante, ya que el que escribe la ley tiene mayores chances de

volca

rl

a a su favor qu e quien no lo hace. La consecuencia de esto es

clara: las leyes son el resultado de una lucha de dist intos grupos por

imponerse y volcar en el texto final sus propios intereses o visiones.

Las reglas de juego, por ello, no pueden beneficiar a todos los

ciudadanos por igual, aunque la lógica de

fu

ncionamiento de las

sociedades modernas es que todos deben acatar lo que las institu

ciones dictaminan.

I h

t

U

l

l l l t\ i pnra

1 :l

anális s de

la

soc iedad

y

el Estado

17

1 ., l11cha

por el dominio del poder en una sociedad es, por

una

parte,

111 ,llli

il.

:a y, por otra, coyuntural. Es

hi

stó

ri

ca porque posee condicio-

 

1

11ll S

como tradiciones, experiencias y memorias- que, a veces, los

~ os

actores pueden ignorar. Y es coyuntural porque la lucha por

, 1 poder no solo se apoya en

el

pasado, sino que también ocurre por

111tn

(;

s del momento. Es dec ir, los actores se mueven racionalmente,

l srn

nd

o cu mplir sus objetivos y aumentar sus beneficios (un ejemplo

,k

este tipo de conflicto es aquel que enfrentó a sectores vinculados

al

, 1111po y al gobierno durante el año 2008).

1

el

período de tiempo que va desde fines

del

siglo XIX hasta fines

dl i siglo XX , en la Argentina esto se vio reflejado, por ejemplo, en el

p,

·so de la tradición pero

ni

sta y antiperonista. La pertenencia, a uno

otro de estos grupos, fue limitando las estrategias de

los

distintos

,11

lores y, en muchos casos, esta pertenencia se definía por los antece

dl'llles

fami

liares o por

el

sector social de pertenencia.

V

l

le decir que en el marco de los conflictos de intereses que son

,

011stantes

en las sociedades humanas, las instituciones ordenan,

I q. u

lan, clasifican y determinan lo que se puede hacer, y lo que no.

\ sirnismo, esta

bl

ecen cómo  hacerlo y prevén

el

castigo a quie

s no cumplan con lo establecido.

/ as instituciones emás  regulan quién manda  cuánto poder

p

ra hacerlo poseerá  cuáles serán sus límites quiénes se los im-

¡ nd

rán.

l or un

lado, para constituirse como tales, las instituciones deben

provenir

de

algún espacio vinculado al Estado y ser reconocidas,

11ceptadas y regularmente obedecidas por los diversos ciudadanos

y actores sociales. Es decir que no cualquier norma, por más for-

111al que sea, es por eso un a institución.

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18

Fernando Pc

dr

osa-Florcnc ia Deich compiladores)

Por

otro lado, los ciudadanos deben considerar que la ley es un ins

trumento imparcial y admitir su poder, aunque no los favorezca inme

diatamente. Es decir, los ciudadanos deben aceptar el papel mediador

de las leyes y sus resoluciones, aunque estas no los apoyen en alguna

ocasión. Por ejemplo, cuando les realizan una multa de tránsito o les

impiden estacionar su auto en alguna calle. Aun en el caso de que

alguien no esté

de

acuerdo con una d

ec

isión tomada por el Estado,

esa persona estará obligada a obedece

rl

a, aunque sea por temor a las

sanciones que pueda recibir en caso contrario.

Las decision

es que

las instituciones toman e impl

eme

ntan a través,

a veces, de la justicia, el Parlame

nt

o o quizás

de

algún ministerio,

están respald

ad

as - incluso con la

coe

rción- por el Estado o sus

agencias. Esto, fortalece su rol estructurador y ordenador de las

relacion

es

sociales.

Además, para

qu

e

sea

n eficientes, las regulacion

es

l

ega

l

es

que r

i-

ge

n la v i

da

de las institucion

es

no pueden cambiar todos l

os

días,

según el cri

te

rio del partido,

sec

t

or

o g rupo que se encuentre en el

poder, sino que deben manten

er

cierta perman

e,1c

ia temporal.

Las instituciones deben ser estables en el tiempo p r que la

sociedad las acepte

Si las instituciones

qu

e ordenan una sociedad cambiaran todo el

tiempo, los distint

os

actores no

sa

brían a qué atenerse. Posiblemente

comenzarían a desarro

llar

estrategi

as

que e

lu

dirían el

cum

plimiento

de las normas. La previsibilidad, presente y futura,

es una

de las ca

racterísticas que define a las instituciones , sobre todo a las políticas.

Más aún cuando se habla de leyes que regulan la distribución del

poder en una sociedad;

por

ejemplo, las que determinan cómo se

elige a un presidente, a l

os

jueces, o a los legisladores.

11i11111cntas para el análisis de la sociedad

y el

Estado

19

Ik modo que los actores y grupos con intereses diferentes y en disputa

l l·1u :11 que tener en cuenta la imponancia de mantener la estabilidad y

•,11slcncr la expectativa de seguir interactuando conforme a las mismas

l II el futuro.

Va

le decir que las leyes deben ser consensuadas y esta

hli:s. De lo contrario, los distintos actores

no

sabrían a qué atenerse.

l osiblemente, comenzarian a desarrollar estrategias que eludirían el

111111pl

im

iento de las normas.

l

as

instituciones inform les

11hc señalar que existen, también, normas y conductas institucio-

  ;

izadas pero que no están entre las previstas

por

las leyes.

Se

po

d1

la afirmar que hay reglas sociales que son conocidas

por

todos,

pl l O no están escritas ni provienen del Estado. En este sentido,

rnbc

pregun

ta

rse:

¿q

ué diferencia

hay

entre las instituciones for-

1111tlcs

y las infor

ma

les?

I as instituciones formales, a las

que se

ha referido hasta ahora en

, ~li: texto, están escritas y codificadas a través de constituciones,

ll yes y reglamentaciones diversas.

Su

incumplimiento trae apareja

das sanciones, públicamente conocidas, por parte del Estado y sus

,1gl .ncias

paiti

cu

lares.

cuanto a las instituciones informales, su principal característica

1,1<lica

en

que

no se encuentran escritas en ninguna parte. Sin

em-

liargo, no son menos conocidas que las

que

sí lo están. Es decir, las

111slituciones informales también pueden ser aceptadas, conocidas,

11hcdccidas e incluso también

pueden

ser efectivas.

11

corrupción, el cl ientelismo, el nepotismo, los golpes

de

Esta

do, la evasión fiscal , son

algunos

de los casos más conocidos

de

l sla institucionalidad

que

combina informalidad y presencia esta-

1.d . También son

instit11

ciones informales las redes familiares,

de

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20

Fernan

do

Pedro

sa-Florencia Deich c

ompila

dores

vec indad,

de

amistad, re ligiosas,

coo

perativas o

de

ayuda

mutua

,

qu

e

busca

n darles a sus

integra

ntes la protecci

ón

y la

prev

isibilidad

que un Estado puede no otorgar.

Esta posible ausencia del Estado cobra particular importancia en

relación con las instituciones vinculadas con el pod er y las reg las

de acceso al mismo. Por ejemplo, e l clientelismo, el fraude y la

utilización ilega l de fondos públicos son cuest iones altamente ins

titucionalizadas en la Argentina, pero no por esto son

for

males.

Las instituciones form ales están escritas

y

codificadas las in-

formales no

s

encuentran escritas en ninguna parte pero igual

son conocidas

y

tienen efectos en la vida de las personas

y

en la

organización de una sociedad.

En

ge

neral, los

do

s tipos de institucionalidades (formales e infor

males) funcionan paralelamente. Ninguna de e

ll

as es totalmente

for

mal o informal sino que en cada una ex iste un porcentaj e tanto

de una como de otra. As í, para exp licar cómo funcionan determina

dos aspectos

de

una sociedad

es

necesa

ri

o sabe r cuál es el tipo de

in

st

itucionalid

ad

predominante. Para esto el aná lisis debe

se

r muy

sistemático y profundo de mod o de desentrañar cuáles de e

ll

as son

relevantes a la hora de movilizar las decisiones más importantes.

Por

eje

mplo

,

para observa

r

un

caso donde

la

in

st

i

tuc

ionalidad for

mal e informal es compartida se puede hace r referencia al llamado

fraude patriótico. A

pa

rtir de

1930, en

la

Arge

ntina,

se

r

ea li

za

ban

elecc iones para eleg ir las principales auto

ri

dades de l país tal como

la ley lo exigía.

No

obs ta

nt

e, en la p ráctica

era

público y notorio

que el fraude sistemático impedía que la vo luntad popular se im

pusiera

de la

mano

de eleccion

es

transparentes.

La

ley decía

una

cosa, y se hacía otra.

11

·

11 

1-

pura

él nnálisis

de l soc

iedad

y

el

Es

tado

21

1 >11111·  so

es

el de los golp

es

de Estado.

Se

los puede analizar

como

1111

11

11tl

m111a li

dad rei

terada

en

la

Argentina. El

go

l

pe de Estado

no

• ,i.1h11 i

11t

:luido en ningú n

código

o constitución como una alter-

11

i11v11

h.:ga l. Es dec ir que los golpes constituyen un hecho ilegal,

¡ 111 l11

na

de la for mal idad prevista. Sin embargo, no era un suceso

l

11

1 dL:I menú de pos ibil idades al que ape laban los actores para

l11¡q

111

l'

Um plir sus o bjetivos.

\ 1wr 11n a alternativa reiterada, aunque no estuviera escrita, los de-

111 1 ., m·torcs co nsideraban posible su utilización en sus cálculos y

, ,

t1

11

1l'

g ias. Por eso

era

una in

st

itución, pero informal. Y eso afecta

1 l11dos los poderes

de

un

Es

tado, tanto a la presidencia

como

al

¡ii1

1

.111H

:nto o a la corte su

prema de justicia

.

Luego de

un

golpe

il, l•s t11d o son las

Fue

rzas Armadas quienes poseen el verdadero

¡1111 1·1 aunque ello no sea lega l.

1 1p11 lp i.; de Estado, entonces, es una imposición informal por me

il111 dl' In fuerza.

Como

sosti

ene

Fl

orenc

ia Deich, un golpe de

Es-

1.1d11 s11 i111 po

11ar

la causa que invoque, es siempre un acto ilegal  .

l\l,1 ., 11un cuando ese golpe de Estado produce una dictadura como

111111111de gob ierno.

1

111

~

11

parte, Verónica Beyreuther, en otro artículo de este libro, de-

1

111

·

1111:i

dictadu ra cuando

va

rias personas asumen sin límite algu-

1111

l.1

s '

un

cio nes íntegras de un pa ís . Un poder que solo encuentra

h p

1t1llli

dad en las armas y en la posibilidad de

utili

zarlas contra

., propios ciudadanos si estos no aceptan la dominación de fac-

111

p1 puesta por el Estado , es un régimen no democrático (sobre

• tv

ll'l11a

,

es

importante tomar l

as

definiciones

de

legitimidad y de

d11111111ación que ofrece Gómez Talavera en otro de los artículos de

, ,lo1

rnmp

ilación).

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Fernando Pcdro

sa F lorcncia De

ich

compi

lad

ores)

l

régimen político

El régimen político

es

el conjunto

de

reglamentaciones que definen

cómo se

accede al poder y

cómo

se lo ejerce. Según

como

sean

esas reglamentaciones, el régimen será de un tipo u otro.

Un régimen político democrático y uno no democrático son dos re

gímenes políticos muy distintos. En e\ primer caso, las r

eg

las para

acceder al poder se basan en

la

decisión

de

la sociedad a través

de la emisión del voto.

l

·1 el segundo caso, unos pocos toman las

decisiones y

su

poder se asa en e\ ejercicio de \a fuerza. Incluso,

tal como to explica Graciela Etchevcst en otro artículo

de

este li

bro, en un gobierno no democrático, e\ acceso

al

poder

se

produce

violando las leyes que deberían

se

r respetadas.

Como

lo señala Margarita Bat\lc algunas páginas más adelante,

un régimen democrático

es

aquel en

el

que \a ley exige eleccion

es

abiertas y transparentes; un régimen donde una Constitución y las

leyes establecen \a forma en

que se

debe ejercer cada uno de los

cargos públicos

de

representación, donde existen libertades garan

tizadas por \a le

y

y los derechos

ele

las mayorías y las minorías

están formalmente definidos.

Por su parte, Beyreuther sostiene que

un

régimen dictatorial es completa

mente diferente

al

democrático. Un ejemplo de un régimen no democráti

co es el que se impuso luego

de\

go

lp

e producido en 1976. En aquel mo

mento, un grupo de militares tomó el poder

solo

basado en las anuas-,

aniquiló a los opositores y violó toda nonnativa. Nadie votó en aquella

ocasión como hubiera sucedido en una democracia.

Como sostienen Florencia Deich y

Eve

Labandeyra en otros ar

tículos de este libro, cuando cambia e\ régimen político por

un

golpe de Estado se modifica la forma en que se accede y se ejerce

I

11

amicntas para el análisis de

la

sociedad y el E

st

ado

23

l I

poder. Cambian las reglas y,

por

lo tanto, cambian quienes ganan

y quienes pierden. Entonces, quienes pueden perder

el poder

están

dispuestos a defenderse y quienes lo pueden ganar, trataran de apu-

rarse para lograrlo cuanto antes.

1

e

manera que el cambio

de un

régimen político por otro,

por

l·jcmp\o, a\ pasar

de

uno democrático a otro dictatorial a través de

golpe de Estado,

es

un momento clave en una sociedad porque

el funcionamiento de la

misma

sufre notables cambios. Al respec-

10

,

en el trabajo de Nicolás Simone incluido

en

este mismo libro,

se

describen y analizan las inciertas y complejas formas que adopta el

cambio de un régimen a otro, la llamada transició n  .

El régimen político y sus cambios

lJn cambio de régimen ocurre cuando hay una modificación

sus

lancial en las reglas del juego qm· determinan el acceso al

poder

y a

,u ejercicio. Esto ocurre porque son otros los grupos y las personas

que toman las decisiones y

la

orientación

de

las políticas del Esta

do. En este sentido, Enrique García muestra en su artículo presente

l ll esta compilación

cómo

los diferentes tipos de Estado producen

11

lo largo

de

la historia diferentes tipos de políticas y efectos so

bre la

soc

iedad. Por ejemplo, dd gobierno

de

Raúl Alfonsin al de

C

ar\os

Menem

no hubo cambio

de

régimen.

Ambos es

tán incluidos

dentro

de

lo que

se

considera

un ré

gimen democrático.

P

nuevo gobierno mantuvo las reglas democráticas. Del mismo

modo ocurrió en

la

dic tadura

de

1976, cuando el ent

once

s presi

dente Jorge R. Videla fue reempla:: ado p

or

Roberto E. Viola. En

ese caso

no

se produjo

un

cambio de régimen.

Am

b

os

gobiernos

representaban dictaduras. No obstante, cua ndo

se

pasó

de

la presi

dencia

de

Reynaldo Bigno

ne

a la de Alfonsín, sí

hubo

un ca

mb

io

de régimen, ya que de una dictadura

se

pasó a

una

democ

ra

cia.

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24

Ferna

ndo P

  l

rosa-

Fl

orencia Ocich compiladores)

Como se

podrá advertir, los cambios de régimen son mom entos

conflictivos, inciertos y no exentos de violencia . Si la política

fuera un juego, el cambio de régimen por un golpe de Estado

implicaría la modificación

de

r

egla

s en medio del partido y sin el

ac

uerdo de los distintos equipos. Entonces, un régimen político

estable requiere que los contendi entes estén preparados para ga

nar y perder, pero, también , para esperar pacientemente los pla

zos que

son

definidos por las ins tituc iones para

competir

por e l

poder y no intentar acelerarlos tratando de expulsar a sus rivales

por cualquier medio.

En un escenario caracterizado

por

la v i

ge

ncia de un régimen po

lítico estable (de estab ilidad del régimen político), los distintos

actores confían en las reglas y eso puede también est imular la

concreción de otros acuerdos sobre políticas de Estado . De esta

forma, generalmente, un país logra avanzar para cumplir objetivos

y aumentar sus capacidades y desarrollo. No obstante, en

la

histo

ria argentina, las cosas fueron bien diferentes.

Quie

nes perdían el

pod er o no podían alcanzarlo de o tra manera (por ejemplo, con el

triunfo electoral  , no deseaban abandonar las ventajas que el poder

les otorgaba . Por esta razón, estaban dispuestos a descargar sobre

sus adversarios los elementos coercit ivos a su alcance. Esto pro

dujo, ni más ni menos, la intervención

de

las F uerzas

Ar

madas en

ámbitos de la v ida social, que no estaba prevista por la l

ey.

Estos fueron procesos reiterados en la Argentina en los años 1930,

1943, 1955, 1962, 19

66 y 1976. Pero, también, l

os

cambios intro

ducidos en la vida social a p

art

ir del pasaje de un régimen a otro

se

observan en sentido contrario, cuando de un gobierno dictatorial se

pasa a otro democr

át

ico, corno también sucedió en nuestro país en

1916, 1946, 1958, 1963, 1973

y

1983.

l t

i n

t

  s

p r

el

análisis de la sociedad y el stado

25

1 11cdc suceder que aquellos que pierden el poder (por ejemplo, en

rota electoral) traten de perpetuarse en el mismo violando todo

1

1po ele

l

ega

li

dad con el objetivo de evitar que accedan representan

ll S de partidos o sectores sociales que poseían distintos intereses o

visiones sobre cómo conducir al país.

1:  esta dirección, la forma en que el gobierno

de

Yrigoyen fue de

  meado es una muestra de lo que se viene explicando, al igual que

proscripción a la que fueron sometidos los radicales bajo el go

hicrno de Uriburu. En aquel entonces, la inestabilidad permanente,

l 1

'alta de consenso por el modelo de país que se pretendía y los

ronílictos no resueltos que esta situación trajo apa rejados, tuvieron

1a gran influencia en el desarrollo

de

la historia argentina. Esos

,il'sacuerdos se manifestaron tanto en los actores políticos, en las

111ganizaciones sociales como, principalmente, en las formas que

1uloptaron la política y la vida soc ial a través de la relación entre la

oricdad y el Estado .

11constante cambio de las reglas de

juego

impactó, fundamental-

111L·nte, en el desarrollo y funcionamiento de las instituciones po

lllicas, y se tradujo en luchas y desencuentros en la resolución de

, onílictos y en el reparto del poder.

Joi1síntesis, el anál isis del complejo proceso de cambio que se pro

d11cc cuando se pasa de un régimen a otro, constituye un punto de

vista productivo para abordar el estudio

de la

historia argentina.

l•slo es un desafío para comprender cuáles fueron las consecuen-

1

1as que trajeron aparejadas en los distintos sectores y actores so

  uilcs - en sus estímulos, estrategias e intereses- y en su vincula

riún con el Estado.

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26

Fernand

o

Pedrosa Florcncia

Dcich compi

lad

ores)

a comp~eja relación entre la sociedad y el Estado

Tal como se menciona

al

comienzo, la estructura del libro se es

tablece con un conjunto

de

herramientas teóric s para observar y

analizar la institucionalidad sociopolítica de una sociedrid, prestan

do especial atención a las formas de acceso y de e.iercici 1 del poder

del Estado y las reglas de acceso al poder (el régimen p )lítico).

La sociedad no es espectadora pasiva, sino que relaciona y estruc

tura sus múltiples intereses ncarnados en diversos actores indi

viduales y grupales- para influir en la generación de algunas polí

ticas estatales y en el bloqueo de otras. Por esta razón, ni

d

Estado

ni

la

sociedad pueden verse como actores homogéneos, que hablan

con

una

sola voz y a ctúan con

una

misma mano. Por el contrario,

ambos son escenarios donde se representan

y,

a la vez, se enfrentan

diversos intereses, identidades y demandas sociales en un constan

te juego de tensiones que pocas veces encuentran

una

única instan

cia de definición y un resultado inapelable.

Ante la complejidad de la relación entre la sociedad y el Estado,

caracterizada por tensión y conflicto y en la que se reproduce la

heterogeneidad de intereses y proyectos, se impone la necesidad de

una sólida institucionalidad que permita definir las reglas p

or

las

cuales unos ganan y otros

pi

erden.

Para hacer frente a estas heterogeneidades, se requiere una institu

cionalidad que posea un grado de legitimidad - aunque sea míni

mo- para que aquellos que pierdan la pulseada social y política,

no

decidan apelar a métodos no previstos formalmente para cumplir

sus objetivos. Un ejemplo de lo que produce la ausencia de legiti

mación política de las reglas de juego, son los numerosos golpes

de Estado ocurridos en la Argentina durante el siglo XX; también,

la violencia política o la ausencia de políticas de Estado, consen-

l 1•

 

umie

nt

as para el anális isde

la

sociedad

y

el

s

tado

27

s11adas por diversos grupos sociales, aunque no coincidan en todos

lus contenidos.

stos enfrentamientos sociales están vinculados con la necesidad

rnntro

la

r los espacios de autor idad

en

el espacio público. En este

~·ntido, el poder se ejerce de distintos modos. En el artículo antes

encionado de Beyreuther, la autora lo detalla bajo la mano de una

d1L ladura.

En

otros dos de los trabajos incluidos en este libro, Fla-

11:i Freidenberg muestra con claridad cómo el populismo lo hace

k

sdc un punto de vista autoritario, mientras que Paula Bertino

,

plica

formas más sofisticadas de control desde adentro mismo de

1.i democracia, a

tr

avés

de

la

ll

amada democracia delegativa.

:i

forma en que el pod

er

se construye y se ejerce tiene claras in

ll11encias en el camino que recorre un país. Para desentrañar por

q116 se han tomado determinadas direcciones y no otras, es preciso

,

1111tli

zar una historia política de las instituciones, de su conforma

 

1il11

, desarrollo y cambio, sin perder de vista qué grupos las han

1111puesto,

cuáles las han resistido y por qué.

111nlmente, se puede afirmar con cierto grado de certeza que aque-

11.,s sociedades, que tuvieron mayores acuerdos acerca de cuáles eran

l.1s reglas que les permitían resolver los conflictos y procesar los di

 

1 os intereses en pugna, han conseguido una mayor estabilidad de

,

 

régimen pol

íti

co y mejores condiciones para su desarrollo socia

l.

I lna mirada sobre la lu cha porel controlde las instituciones

1•  la historia argentina

Ih sdc su independencia, la Argentina fue el escenario de cruentas

l11t h

as para definir quiénes ocupaban los puestos que permitían de

l111ir

el rumbo del Estado. En la práctica, esto implicaba incidir en

l11s pol íticas públicas (por ejemplo, las económicas) que podrían

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8

Fernando Ped

rosa F

lorencia Deich compiladores)

favorecer a unos sectores y perjudicar a otros. En una sociedad tan

heterogénea, quien lograra influir más sob re e l Estado, tendría gran

parte del

juego

ganado.

La

inestabilidad en las reglas que ordenan a una soc iedad y, particu-

larmente, en las que regulan el acceso y ejercicio del poder político

(por ejemplo, las que determinan quién es el pres idente) explican la

ausencia de un consenso sobre el destino del país. En

la

Argentina

fueron pocos los momentos en que los actores políticos y sociales

prefirieron reglas democráticas para defi nir los resultados de esas

disputas y consensuar, luego, en algunas líneas políticas que debía

seguir el Estado.

La

historia demostró que este tipo de juegos a todo

o nada  ,no tiene ganadores de mediano o largo plazo.

Ante la ausencia de reglas consensuadas para definir quién

ganaba

y quién no, los triunfadores tomaban todo el control del Estado y

los perdedores comenzaban, casi inmediatamente, a conspirar para

lograr una nueva oportunidad de acabar con su enemigo sin aguar-

dar los términos temporales fijados por

la

ley.

Un ejemplo de esta lógica fueron los dos primeros go biernos pero-

nistas. Perón gobernó el país en forma autoritaria al perseguir oposi-

tores, prohibir a la prensa crítica con su gobierno, cambiar las reglas

electorales y al negar el acceso a la justicia a quienes no pensaban

corno él. Del mismo modo, quienes se oponían a su gobierno, busca-

ban quitarlo del poder sin respetar las reglas de juego (ya que, Perón,

tampoco lo hacía). Finalmente, un grupo de quienes se oponían a

Perón hicieron un golpe de Esta

do

y lograron expulsarlo.

La ape lación a la v iolencia como institución

in

formal  para resol-

ver los problemas del país no fue un hecho extraordinario. Durante

el siglo XIX , quien perdía la disputa política, a menudo, no podía

Ikrram ic

ntas

para el análisis de la soc iedad y el Est

ad

o

29

garantizar siquiera mantenerse con vida. Con la llegada de l siglo

XX , aunque la violencia no abandonó nunca la lucha política, esta

situac ión cambió convirtiéndose en una característica estructural de

la lucha

por

el poder en e l país.

/\ fines de la década de los años sesenta, incluso, se impusieron

distintas formas de terrorismo de Estado, tal cual se muestra en

el

artículo de Etchevest. Y esto ocurrió tanto en los gobiernos pe-

ron istas como, luego y sistemáticamente, bajo el gobierno milit

ar

impuesto en 1976.

La democracia. Debates en torno a su definición

Así como al principio de este trabajo se definió qué es la sociedad y

qu6 es el Estado, se vuelve primordial también trabajar sobre las de-

fin

iciones del concepto de democracia. Esto aportará para reflexionar

sobre una pregunta de la que no es fácil obtener una respuesta certera:

/ t:uándo un régimen político es democrático y cuándo no lo es?

liste interrogante remite a una discusión antigua y muy extensa

que puede encontrarse en tr atados de filosofía política que incluso

st:

remontan a la época de la Grecia clásica. Sin embargo, para un

Ira

bajo acadé

mico

que busque comprender el rumbo de una socie-

dad se debe dar alguna respuesta concreta, si bien en estos ti

empos

rnmplejos las cosas no son tan sencillas como en la polis griega.

C

01110

presenta Bertino,

ex

isten discusiones sobre distintas visiones

dt: la democracia y los puntos de vista opuestos que producen cada

a de ellas. Si bien estas visiones tienen muchos matices, se pueden

agrupar en dos conjuntos, las visiones sustantivas y las realistas.

Lo

s rea

li

stas consideran que la democracia es un procedimiento para

l'it:gir autoridades políticas. La democracia no implica más que eso.

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Fernando

Pedrosa-Florcncia Dcich compiladores)

30

Ellos podrían argumentar que

la

democracia debe servir para ele

gir gobiernos, nada más, pero también nada menos. De esta forma

habría

un

método de elección de gobernantes pacífico y consensual,

evitando que los intereses enfrentados colapsen la sociedad buscan-

do destruirse mutuamente .

En esta discusión los defensores de una idea de democracia sus

tantiva podrían responder afirmando que: la democra

cia

es un

sistema que busca la participación de los ciudadanos en todas las

decisiones importantes de una sociedad.No alcanza votar una vez

cada cuatro años  .

Estas dos posiciones, en formas mucho más profundas, complejas

y elaboradas, vienen confrontando desde hace mucho tiempo atrás,

tratando de elaborar una noción de democracia que pueda ser co

mún y conformar a todos. Por supuesto que sin mucho éxito. En

parte, esto ocurre porque ambas posiciones poseen algo de razón.

Como dicen los re:ilistas, la democracia debe valorizarse como

conjunto de reglas ordenadoras del régim en político. Pero también,

tal como argumentan los defensores de la democracia sustantiva,

la democracia es importa;ite corno la forma en que se incluye a los

ciudadanos activament(; en la torna de decisiones de este régimen.

Como ya se expresó, un régimen político se define por la forma en

que se accede al poder (por ejemplo, en la democracia a través del

voto) y, también, por la forma en que se ejerce dicho poder. En la

democracia para ejercer el poder se deben respetar las leyes y los

derechos de la mayoría y de la minoría (es decir de quienes perdie

ron la elecc ión). En función de estas dos variables, el tipo de acce

so al poder y la forma en que se ejerce, se puede definir el carácter

de

un régimen y del gobierno que lo representa. Esto significa que

un partido político puede ganar una elección

por

votación popular

11 1111n1L lllUS

p r

el análisis

de la

sociedad y el Estado

31

así se le otorga una legitimidad democrática para ejercer el go

l11nno. Pero, una vez en el poder, para seguir siendo legítimo debe

, ¡,·rce1

\o

en fonna lega

l.

1 11edc ocurrir que un gobierno elegido en elecciones transparentes,

111

1:1

vez en el poder, lo ejerza en forma despótica e ilegal. Este

l11l el caso de Hitler en Alemania. Los nazis cambiaron las reglas

de juego ni

bi

en accedieron al poder. De ese modo convirtieron

1111a

democracia en una dictadura. Pocas veces los hechos sociales

~l

presentan tan claramente para ser definidos y conceptualizados

romo en la Alemania nazi. A veces, las coyunturas son más ambi-

~·1ms y eso dificulta clasificarlas.

1 11

poliarquía

l'osiblemente, la única manera de lograr algún tipo de definición

,·qui librada de la democracia, sea quitándole la carga valorativa al

, onccpto y evitando limitarlo al análisis de un conjunto reducido

,il- reglas. Es decir, utilizar

un

a definición instrumental tal como lo

lince en su artículo Batlle. Se trata de una definición que permite

1

l

menos diferenciar a una democracia de aquello que no lo es.

En

r1crta medida, esto sería darle la razón a los realistas, pero a los

l111cs de trabajar colectivamente el concepto, resultará mucho más

wncillo.

\1

tener en cuenta lo mencionado en el párrafo anterior, la poliar

quía podría definirse como la democracia realmente existente .

Según Batlle, la democracia ideal nunca podrá concretarse porque

l'S

un deseo utópico. Esto constituye un motivo por el cual la autora

propone, en su reemplazo, utilizar el concepto de poliarquía para

definir un gobierno m

ín

imamente democrático. Este agrupa algu

nas cuestiones ligadas a la manera en que se accede al poder. Al

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32

Fern ndo Pedrosa-Florencia

ei

ch compiladores)

priorizar las cuestiones formales, deja de lado otras características

vi nculadas al ejercicio del poder que podrían exigir los que recla

man una definición más sustantiva de democracia.

De todos modos, las ciencias sociales no son exactas y, por esta

razón, la caracterización que se proponga acerca de la democracia

dependerá de

Jas

definiciones - y opiniones e ideas- que cada uno

posea, utilice o, sencillamente, Je gusten. Cabe señalar que la rea

lidad siempre es mucho más compleja de lo que se puede agrupar

en un

par

de categorías cerra

da

s. No obstante, es necesario cr~ar

dichas categorías para analizar sistemáticamente grandes porcio

nes de tiempo o procesos muy complejos.

Las categorías y los conceptos son mucho más cerrados que .las

fluidas y, muchas veces, inesperadas derivaciones que tiene la vtda

social. La generali zación tiene sus ri esgos, pero no sería posible

crear

un

a categoría para cada caso (en este caso los reg ímenes)

porque, entonces, no se podría establecer ningún tipo de acerca

miento

ex

tensivo.

En este libro se utiliza la definición de democracia de Batlle. En di

cha definición se hace énfasis solo en la forma de acceso al poder.

Probablemente, se ha elegido un modo de definir a la democracia.que

pu

ede ser ]imitada, pero esa definición permitirá trabajar con

un

a idea

concreta a la que, Juego, se podrán ir

in

corporando otros elementos.

o

mo

ya fue dicho, la realidad es más

comp

leja

y,

mucha~ veces,

no es tan fácil alcanzar s iquiera mínimos acuerdos. Por eJemplo,

no existe a cuerdo unánime con respecto a si la e lección presiden

cial de 2013 en Ve nezuela fue un proceso transparente.

Para enfrentar estas situaciones complejas, se puede utilizar una divi

sión un poco más flexible de los distintos regímenes y s

us

gobiernos

l crrnmicntas para

el aná

lisisde la soci

edad y

el stado

que la ofrecida inicialmente en términos dicotómicos como demo

cracia vs dictadura . En este sentido, al considerar la historia argenti

na , se podría decir que algunos regímenes no fueron totalmente anti

dcmocráticos o dictatoriales a pesar de lo discutible de su origen .

lin la relación entre la sociedad y el Estado, como en otras cuestio

nes

de

la vida, los matices irnp01ia

n.

Por ejemplo, en el gobierno de

/\gustín P. Jus to ( 1932) se originó en un régimen ilegítimo y dic

tatorial que fue producto del derrocamiento del presidente electo

democráticamente, Hipó lito Yrigoyen. Sin embargo, Justo logró re

rnpcrar el funcionamiento de diversas instituciones democráticas y

diferenciarse notablemente de su antecesor, el general Uriburu .

)e modo que, para evitar opciones excluyentes tales corno demo

nacia vs dictadura, se puede incorporar una tercera condición para

los regímenes políticos: los sernidernocráticos. Se entenderá por

l Slc

tipo de régimen aquellos que, si bien no tienen una legitimid

ad

de origen totalmente democrática, tampoco pueden considerarse

gobiernos dictatoriales. Pero ni siquiera agregando una tercera ca

lL'goría sería suficiente para captar cada una de las características

,·spccíficas de los regímenes políticos argentinos.

1>urante el

sig

lo XX, la Argentina tuvo una gran inestabilidad en

,·I

plano del régimen político, es decir, en las reglas de juego

par

a

o1rccder al pod

er

. Por ejemplo, resulta sumamente

polém

i

co

carac

il'rizar como democráticos , semidernocráticos o no democráticos,

;1 los gobiernos radicales de fines de los años cincuenta y sesenta.

l i1 efecto, los gobiernos encabezados

por

Arturo Frondizi y

por

\rturo lllia, respectivamente, accedieron al poder con el peronis-

1110

proscri pto

1 slo sign

ifi

ca que estaba prohibida su pan:icipación en las eleccio-

 

L S por orden

de

los milita res. De todas maneras, y a pesar

de

esta

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Femando Pedrosa-Florencia Oeich

comp

il

adores)

4

anomalía, la

forma

en

qu

e

Frondiz

i e l1\ia ejercieron el

gob

ierno no

podría asimilarse, en ningún caso, a gobiernos dictatoriales como

lo

s encabezados

por

Videla o

por

Uriburu.

De

hecho, los gobiernos radicales de Frondizi y

de

lllia resultaron

en

muchos

aspectos más democráticos y sus conductas personales

muchísimo más ejemplares)

que

otros con un origen democrático

indudable. Por ejemplo,

en

tiempos del tercer gobierno peronista, a

pesar

de

su origen democrático,

se

desarrollaron políticas persecu

torias e ilegales contra todos aquellos que no lo apoyaban.

Esta

introducción intenta presentar l

os

temas que

se

desarrollan

a lo largo del libro

en

forma sintética, pero a la vez, dialogando

unos

con

otros.

La

hipótesis que lo originó

es

que la lucha

por

el

régimen político resulta un concepto crucial para entender el de

sarrollo de

la

relación entre una sociedad y el Estado. Esto es así

particularmente en la Argentina, donde los constantes cambios de

régimen político oscurecieron la posibilidad de llegar a acuerdos

entre los distintos grupos de

la

sociedad.

Para que un régimen sea totalmente democrático debe ser legítimo

en su elección, pero también, ser respetuoso de la legalidad, cum

plir sus promesas y aceptar las disidencias de opositores y minorías.

Pocos gobiernos en la hist01ia argentina lograron cumplir ambos co

metidos. Si se aplicase estrictamente esta categorización, entonces,

se llegaría a la

conclusión

de

que la Argentina casi no ha tenido go-

biernos democráticos en su historia.

L ESTADO

l'or Patricio Gómez Talavera•

Introducción al concepto de Estado

1 1

Estado

es

uno de los protagonistas clave

de

los estudios sociales

1 ,t( . se observa sin importar la disciplina, la nacionalidad del espe~

1oil1sta que lo es tudia o el momento h.

t

·

s onco en que se encuentre

t ,1 aparición del Estado como actor histórico marca un antes y u~

,hpués en

el desarrollo de las sociedades humanas

De

d

s e su crea-

• 1 111 el Est~do pasa a ser el poder

y

quien define las reglas de juego

• 1 una sociedad determinada Por lo tanto ta b.,

. · , m 1en va generando

d1il'rcnc1ac10nes entre los habitantes de esa sociedad (entre los que

11i.111dan

y

los que obedecen).

1 1 Pstado es una creación humana. Antes de que las sociedades hu-

111.11111s crearan un Estado, los seres humanos vivían en lo que sella-

111,1

ustado de naturaleza (Prieto 2011) E t . .fi

·

so

s1gm ca que no había

1mpo111a

una

,

Vl'S que organizaran la vida humana y el más fuerte se . ,

V11tra vez sobre el más débil.

Se

regían por la fuerza y la venganza

. e

icencia o en H1stona e investigador de

la

Universidad de Bu

enos

Aires 

1111

ldn Gómez

Ta

lavera

r · d

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Femando Pedrosa F\orcncia Deich compiladores)

- - ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

personal.

La

justicia privada era

la

norma, es decir, cada uno la apl

i-

caba con su propio criterio.

El Estado

es

el que impone las leyes, es d

ec

i

r,

quien las hace cum

plir. Si no hay Estado, entonces las sociedades s~ regulan mter

nament

e

por la

aplicación de la fuerza entre las m1sm~s. personas.

Antes de la existencia de los Estados nacionales, tamb1en se orga

nizaban por la fuerza \as relaciones e ntre los distintos grupos, ya

que tampoco había fronteras delimita

da

s formalmen te entre aque

llos

que

ocupaban un territorio determinado.

Th

omas Hobbes (1588-1679) fue uno de los pr imeros que reali

zó esta tarea

de

definir al Estado. Hobbes afirmaba que el Estado

había surgido a través de una e sp

ec

ie de acuerdo efectuado entre

todos los habitantes

de

un territorio para organizarse meJor (Mar-

tínez, 2008).

Cua

ndo \as sociedades que no tenían Estado se organizaban, po

sibl

eme

nte lideradas

por

algún guerrero o líder carismático que

imponía sus deseos sin limitaciones, se dieron cuenta de que un

Estado les daría más poder y seguridad.

U

Estado en los momentos de su creación por sociedades pre-

n . l

históricas, aunque fuera precario y pequeño, permitía orgamzar a

defensa y regular las relaciones entre las personas reduc1en~o la

violencia sin control. Por otra parte, un Estado hacía más eficiente

la agricultura y la ganadería.

Mediante este acue

rd

o, l

os

miembros de una soc iedad renuncia

ban a imponer sus intereses individuales (por ejemplo, usando

la

defe nsa propia o la venganza), en favor de la creación de una nue

va estructura - el Estado- que serviría para defenderlos a todos de

otros grup os rivales.

I

mient s

p r el análisis de la sociedad y el

Estado

37

No

hay duda de la importancia de

la

figura del Estado en el desa

, ro llo de la humanidad, pero ¿cómo se define un Estado?

l>dinición

l• soc iólogo alemán Max Weber (1864-1920) elaboró una defi-

1111

·ión de Estado. Si bien esta definición fue muy importante a

111

in

cipi

os

del siglo XX, con el correr del tiempo aparecieron otras

1~11a lmente importantes (Pedrosa, 2014).

1 1 definición propuesta por Weber aún permanece vigente, y esto

1 \

así porque señala algunas características básicas sobre lo que

dl finc al Estado y su acción. Según el autor:

/

El] Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un

determinado territorio (el territorio

es

el elemento distintivo),

reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violenciafisica

legítima. Lo especifico de nuestro tiempo es que a todas las

demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho

,, la violenciafisica en la medida que el Estado lo permite. El

listado es la única fi1ente del derecho a la violencia. [. .

]

Weber,

2006, cit. en Pedrosa, 2014, 52-53)

1 la defin ición de Weber, se deben tomar dos elementos que de-

1111<·11 a un Estado como tal : primero, el dominio sobre un territorio

,li l1·rminado. Ese territorio debe ser indiscutiblemente propiedad

d,

1 istado. Y segundo, dentro de ese territorio, el Estado es la ins-

11111l'ión que monopoliza el uso de la violencia legítima.

< lt1\; significa que monopoliza la vio lenc ia? Quiere decir que den-

1111

de ese territorio que dom ina, el Estado es el único que puede

, ¡nl Cr la violencia. Por ejemplo, a través

de

la Policía o

de

la Gen

il 11 111cría o de cualquiera

de

los cuerpos armados del Estado que

,

11·

dispuesto para eso. Se trata pues de una violencia entendida

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38

Ferna

ndo

Pedrosa Florcncia Deich compiladores)

como legítima, dado que es aceptada por la sociedad, incluso

por

los que potencialmente la podrían padecer, y además está regulada

en la legislación.

Si dentro

de

l territorio de un Estado existieran grupos

de

personas

o personas individuales que pudieran ejercer la violencia (e impo

ner sus propias leyes) sin consentimiento del Estado, esto pondría

en discusión su propia existencia. Un ejemplo de esto pueden ser

las guerrillas o el crimen organizado.

Las definiciones de Estado fueron cambiando con los aportes de

otros cientistas sociales y nuevas escuelas de pensamiento; tam

bién porque el mismo Estado y las sociedades se han complejizado

cada

ve

z más. Sobre todo con la lle

ga

da de la globa

li

zación.

El Estado y la dominación

¿El Estado representa a todos los ciudadanos de una sociedad? We

ber responde a esta cuestión afirmando:

l Estado, como todas las asociaciones políticas que histórica-

mente lo han precedido, es una relación de dominación de hom-

bres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia

legítima

es decir,

de la que

es

vista como tal . Para subsistir

necesi

ta,

por tanto, que los dominados acaten la autoridad que

pretenden tener quienes en ese momento dominan. ¿Cuándo y

por qué hacen esto? ¿Sobre qué motivos internos de ustificación

y sobre qué medios externos se apoya esta dominación?

Weber,

2006, cit. en Pedrosa, 2014, 53

Weber reflexiona acerca de cómo el Estado consigue hacer efectiva

la dominación sobre una sociedad determinada. Lo que caracteriza

a la asociación estatal no son los objetivos que busca, ni el tipo de

dominación que persigue; lo que la distingue y diferencia de cual-

11 ,

icntus

p r el

anál

isis

de

la sociedady el

Estado

9

.¡111l'I' otro tipo de organiza jón social es el medio que elige para

I•

l l'Cr dicha dominación: la coacción física (la violencia), la que

1 1 stado ejerce de manera 1egítima y monopólica.

1

11

su defi nición del Estado, características y funciones, el autor

1111

maque

lejos está

de

ser un espacio igualitario. Por el contrario,

producto de la dominación de personas sobre personas. El Esta-

111

110

es representativo de la totalidad de la sociedad. La sociedad

lll tcrogénea y conflictiva, y eso también repercute en el Estado.

dccir, dentro del Estado, también hay diferencias. Así, siempre

df llllOS

grupos poseen el control del Estado o de alguna parte-

1

10 deben conducirlo sobre toda la sociedad.

,, 11111 la definición aquí presentada, la violencia pura es w ele-

111

1110

clave para dominar, pero sola no es suficiente para explicar

I predominio

de

l Estado sobre la sociedad. Para ser efectiva, la

111kncia debe ser aceptada por los ciudadanos y, además, debe ser

1

f'

d, es decir, prevista en las leyes. Esto significa que la violencia

, ill ser legítima, regulada por la ley.

1111 lo tanto, monopolio de la violencia y de la legitimidad no pue-

1 cntenderse de manera separada,

son

condiciones esenciales de

l 1dominación estatal sugerida por Weber.

I to quiere decir, sobre todo, que el Estado no puede ejercer vio-

1

111

1a

si

no

está apegada a

la

legalidad que él mismo predica. La

111kncia tiene una

exp

licación

que

la legitima (por ejemplo, man-

i. 1n·r cl orden) y una legalidad que la controla, le da forma e impide

q1ll'

sc desborde (la ley). En este libro, se profundiza esta cuestión

• 11 ' I artículo de Graciela Etchevest sobre terrorismo

de

Estado.

I

J11a visión crítica del Estado tal cual lo planteó Weber proviene del

111,11xismo . Para Karl Marx (1818-1883), el Estado es clasista, es

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40

Fe

rnando Pe

dro

sa-F lorencia Dcich compiladores

decir, favorece a una clase, está al servicio de la c lase dominante.

En el sistema capitalista, esa clase dominante es la burguesía.

Según e l marxismo, el Estado es quien posibilita reproducir la do

minación a partir de conservar y proteger e l sistema cap italista. En

definitiva, el Estado estaría al servicio de los intereses de la clase

dominante y es un instrumento que le permite a esa clase subord i-

nar a las otras.

La propuesta de acción política del marxismo, coherente con la

concepción que tiene del Estado burgués,

es

la conquista del poder

político por parte de la clase trabajadora; la destrucción del Estado

burgués y la construcci

ón de

un necesario Estado obrero, como

paso de

transición

ha

cia el soc iali

smo

y el comunismo. Esta sería

una sociedad donde a largo plazo no habría Estado.

Justificaciones de la dominación del Estado

¿Por qué las personas obedecen al Estado? Weber estudió las so

ciedades humanas y observó que los c iudadanos aceptaron el poder

de

dominación ejercido

por

el Estado sobre la base de diferentes

motivos.

Como

producto de su observación propuso una tipología;

agrupó los diferentes tipos de dominación bajo conceptos genera

les. Así, según el pensador alemán existirían tres tipos de funda

mentos de

la

legitimidad

de un

a dominación.

En primer lugar, menciona la legitimidad del eterno ayer basa

da en la costumbre. En este caso, la obediencia no se reflexiona

mucho.

La

respuesta a la pregunta que inicia este apartado sería:

siempre fue así y siempre lo será .

En segundo

Ju

gar, Weber propone la id

ea de

la dominación soste

nida en la gracia o carisma personal de quien

li

dera un Estado. La

h

rni

c

nla

s

para

el aná lis

s

de

la

sociedad y el Estado

41

l11storia

de la humanidad está plagada de momentos de este tipo.

\ lude a

cuan

do una

persona

, usando su inteligencia, magnetismo

pnsonal, capacidad de liderar grupos o convenciendo a enormes

, antidades de población, genera reglas que la multitud obedece sin

, 11~·stionar. Incluso, muchas veces, eso llevó al desastre. Pero, más

ill: i

de l resultado final, el

carisma

del líder

ha

sido uno de los mo

ti vos que sostuvo la dom inación.

\Vl·ber se centró mucho en este aspecto (el del carisma). Le inte-

11

 ,1

1ba expl

orar

en el carisma asociado al liderazgo personal de

1111 1 figura dominante: el

ca

udillo . En este tipo de liderazgo y

d11111inación, al alemán le llamaba la atención la idea de la vocación

t titud) por el poder mostrada por el caudillo.

< >11é tiene que ver con la dom inación? Según este autor, el ca-

11

.i1H1

de una

pe

rsona sirve

para

reflexionar sobre

por

qué ciertos

,·111pos

de

personas obedecen,

por qué

creen

en

un líder que los

,

1111d11ce,

aunque no sea la costumbre o una norma legal. En este

l1li10, Flavia Freidenberg aborda este terna desde una perspectiva

111.i•, .,ctual, haciendo referencia al concepto de populisrno.

1

111;drncnte,

el tercer elemento que señala Weber es una legiti-

1111,l.,d

basada en la lega

li

dad . Es decir, fundada sobre normas

1

1011almente

creadas, como son las leyes.

Este

caso es el más

l1,1lii11

1a l

en

el mundo occidental del siglo

XX. Las

sociedades se

·

11

d,

·

1111n en

torno a la ley, una ley escrita, que coloca al Estado en

1111

p11pcl

de

árbitro. Es una dominación legal ya que la sociedad

I'

11~11 que es lo más eficiente para eludir la propagación de la vio-

1 111 111 descontrolada

\Vl'hcr le interesaba la idea de racionalización como un elemento

l'l1l'ativo de la civilización occidental.

En

este proceso, donde

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Fernand

o Pedrosa~Florenc ia Deich compiladores

42

el Estado se convierte

en

una máquim. racional, también aparece

otro de los grandes actores en esta

hist<

ria que es la burocracia; es

decir, quienes llevan adelante día a día la dominación del Estado.

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-

bros.

EL ESTADO Y SUS TIPOS

Por

Enrique

García•

lJno de los conceptos centrales en las Ciencias Sociales

es

el de

Estado. Debe señalarse que existen diversos niveles de estatalidad:

.stado municipal (por ejemplo, el Estado

ro

sarino), Estado pro

vincial (tal es el caso del Estado correntino) y Estado nacional (el

listado argentino es un ejemplo). No obstante, para este trabajo, el

que interesa es el

na

cional.

FI Estado nacional está constituido, como lo indica la palabra, so

bre la idea de nación. Si bien, en algunos casos, la idea de nación

aparece vinculada a la religión o a una etnia

de

terminada, gene

ralmente, está unida a un espacio

te

rritorial determinado. También,

liay Estados que no son nacionales sino regionales,

es

decir, que

agrupan a varios paí,es. El ejemplo más clásico es la Unión Euro

pea. Por el contr'lri:> hay nacione~que no han podido constituirse

:n

Estados (por ;jemplo, los kurdos).

•1

 

111

que

Ga-

·cía es docente y jefe de trabajos práct icos de Introducción al Conocimiento de la

Snt icdad y el 2

stad

o del Progr

ama

UBA XXI

de

la Univers

idad

de Buenos Aires.

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44

Femando Pedrosa-Flor n ia Deich compiladores)

Además, hay Estados que contienen más de una nacionalidad. Por

ejemplo, el Estado nacional español, que alberga comunidades -

como

la vasca o la catalana- que contienen

gru

pos

polít

icos im

portantes que buscan separarse de España y constituir

sus

propio

Estados nacionales.

Se debe ac larar que a los efectos analíticos, Estado y gobierno

son

conceptos diferentes. Aunque coloquialmente suelen usarse como

sinónimos, definitivame nte no lo son. Por gobierno se entiende al

conjunto de personas y partidos que momentáneamente sustentan el

poder

a través de cargos electivos o políticos. El gob ierno es ejerci

do por representación de la sociedad.

Po

r lo tanto,

es

un poder dele

gado y el método de delegación son las e lecc iones. El gob ierno no

le pertenece

en forma

permanente a quien transitoriamente lo puede

estar ejerciendo. Es otorgado y prestado para se r ejercido pero solo

por

un tiempo preestablecido.

El Estado, en cambio, está representado por l

os

funcionarios (maes

tros, policías, jueces, militares) que dotan de autoridad, lega lidad

y, en último término, de legitimidad a cada gobierno. El

Esta

do es

el que les pe1mite a los gobernantes justificar su reclamo de a poyo

popular, porque es e l Estado quien contiene y representa al con

junto de la sociedad. La

Co

nstitución Nacional es la ley máxima

ya que organi

za

y da forma al gobierno de un Estado y por ello, se

convierte

en un

a suerte de contrato

con

la

soc

iedad.

Muchos pensadores se han dedicado a definir qué es un Estado. Se

ría impos ible menciona rlos a todos. Este art ículo se propone pro

fundi

za

r l

os di f

ere

nt

es tipos de Estado y, para eso, parte de la defini

ción que aparece en el artículo de Patricio

Gómez

Talavera de es

te

mísmo libro.

l

crrnrnientas

para el anális isde

la

sociedad y el Esado

45

Tipos de Estados

En

este apartado,

se

presenta

una

tipol

ogía

según la cual se orde

nan diferentes tipos

de

Estado

en

base a los procesos de formación,

rn

nsolidaci

ón

y derrumbe.

La

idea central es que el

Estado

es

un

a

ronstrucción histórica cuyas características varían a lo largo del

tiempo y que va adoptando diferentes formas, las cuales se presen

tan a continuación.

l Estado absolutista

1 proceso de formación y consolidación de l Estado absolutista se

11hica

desde finales de l siglo

XV

y principios del XVI, y se mantie

lll

hasta finales

de

l s iglo XVIII . Su

conformac

ión fue el producto

dl· innumerables tran

sformac

iones, tanto

po

líticas

(deb

ilitamiento

il·I

poder de los señores feudales con posterioridad a l

as cru

zadas),

<'l'onómicas (expansión del comercio a partir del siglo XIII), socia-

 

·s

(resurgimiento de las ciudades y aparición de nuevos actores

•,nr iales) como culturales (nueva

cosmov

isión).

11stado absoluto terminó, en gran medida, con el poder de la Iglesia.

1 1s

luchas religiosas de los siglos XVI

y

XVII impulsaron el proceso

d ·

centralización política

y

permitieron a algunos Estados separarse

, · Roma y a otros limi tar su poder y construir iglesias nacionales. Este

, gimen político está sometido a normas y regulaciones preestableci

d. s; no es arbitrario, en cuanto el poder del monarca no es ilimitado y

• , hrc todo, es de ti

po

secular y profano (Bobbio, 1976).

\

de destacar, que e l Es tado absolutista recompone el orden per

dido hacia finales de la

Eda

d

Media

(que

fue

el p

erío

do anteri

or

·

11tr

e los siglos V

y

XV) . En efecto, la aparici

ón de

nuevos acto

trs soc iales y económicos, el resurgimiento urban

o,

la expansión

·1

nmercio y las consecuencias de las Cruzadas promovieron un

h1l·rtc proceso de decadencia de los señores feudales.

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46

FernandoPedrosa-Florencia Dcich compiladores)

El poder político se centralizó en la persona del rey quien subordinó

a todos los estamentos del Estado (nobleza, clero y campesinos).

En el mismo sentido, ese proceso centralizadorfue acompañado por

el establecimiento de los límites de los territorios. Hasta entonces,

sobre todo en el período precedente, la Edad Media, el rey no domi-

naba los territorios porque se los había cedido a sus vasallos. Con el

Estado absolutista, el rey recupera el control del territorio.

Por otra parte, para la lograr esto último, y para garantizar la de-

fensa del territorio, se hizo necesaria

la

creación de un ejército

nacional de carácter profesional. También hubo que monopolizar

el ejercicio de ajusticia en manos del monarca (en la Edad Media

la justicia estaba en manos de los nobles de cada territorio). Las

prerrogativas que con anterioridad poseían los señores feudales

(los nobles) se reemplazaron a través de funcio narios y un sistema

nacional administrador de impuestos.

En suma, el Estado absolutista incorporó a la esfera pública -en

manos del rey- funciones y atribuciones que antes se ejercían en

otros ámbitos. Ejemplo de ello fue la administración de justicia,

que dejó de depender de las atribuciones de los señores feudales

para ser una función administrada exclusivamente por el Estado.

En el ámbito económico, el Estado absolutista era interventor y

proteccionista. En efecto, se basaba en la teoría económica del

mercantilismo según la cual la riqueza de un Estado es producto

del desarrollo del comercio y de la acumulación de oro. Para cum-

plir sus objetivos, el Estado debía proteger las industrias naciona-

les de la competencia extranjera, con el fin de importar lo menos

posible y aumentar las exportaciones para ganar oro y no gastarlo.

En este breve recorrido del proceso de formación y consolidación del

Estado absoluto, no puede pasarse por alto el inicio de su decadencia

lcrramientas

para

el análisis de

la

sociedad y el stado

47

y posteri

or

destmcción. Tal es así que durante el siglo XVlII nacie-

ron

nuevas ideas que cuestionaron el poder de las monarquías.

La Revolución Francesa dio origen a la construcción de un orden

político diferente y estableció las bases del nuevo orden político

burgués que reemplazaría al absolutismo. El liberal ismo sus

principales ideas y principios fueron la base de esta nueva etapa

en la historia del Estado. El constitucionalismo (la vigencia de la

ley como elemento ordenador de la sociedad), el avance científico

y el creciente poder económico de la b urguesía fueron socavando

el sistema absoluto y la organización estamental del absolutismo.

El Estado liberal

Para abordar el estudio del Estado liberal se debe entender prime-

ramente cuál es el significado del concepto "liberal  . El liberalis-

mo aparece aquí como una concepción cuestionadora del poder

absoluto que, como se vio en el apartado anterior, predominó desde

fina les del siglo XV principios del XVI, hasta finales del siglo

XV III.

El liberalismo es considerado por sus propulsores como la filosofí a

política de la libertad y del pro

gr

eso inte lectual. También, es pre-

sentado como una ruptura de las cadenas (sobre todo religiosas y

sociales) que

in

movi

li

zaban el pensamiento desde la etapa medie-

val y el absolutismo.

El

li

beralismo clásico representa el respeto por la vida

pr

ivada y el

constitucionalismo. Por otra parte, dentro del Estado liberal se in-

cluye el ascenso político de la burguesía. La burguesía desplazó a

la nobleza y se constituyó en la nueva clase social dominante muy

vinculada al capitalismo y al comercio.

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Fernando Pedrosa Florencia Oeich compiladores)

La formación de este tipo de Estado tiene como antecedentes la

Revolución Inglesa de

1688,

que

profundizó la primacía del Par

lamento sobre la monarquía. También la Revolución Francesa de

1789 es un antecedente importante. En ella se dio por tierra con la

organización estamental y ar istocrática del Antiguo Régimen.

Por su parte, el Estado liberal se extendió con fuerza hasta la crisis eco

nómica mundial de

1929-1930.

Por estos años aparecerá un nuevo tipo

de organización estatal, como preludio del Estado benefactor de las dé

cadas de los años

1950

y

1

960: el Estado interventor y keynesiano.

El Estado liberal

pl antea

la defensa

de

los llamados derechos natu

rales, inviolables, precontractuales e individuales. El hombre en su

estado presocial, anterior a la formac ión de la sociedad , ya posee

los derechos a la igualdad, la libertad y la propiedad.

Para

preser

var

estos derechos, los mismos hombres

de

c

id

en firmar

un

contrato

mediante el

cual

acuerdan vivir en sociedad y crear el Estado. En

este punto,

es

necesario distinguir entre un contrato de asoci

ac

ión

y un contrato de sujeción. En el primero, los hombres se asocian

para

vivir en sociedad. En el segundo, lo hacen para dotarse de una

autoridad. De este modo, nace el Estado, cuya primera obligación

es

la preservación

de

los derechos.

El Estado lib

era

l profundi

zó un

proceso de secularización socia

l.

Por un lado, la Iglesia deja de tener el monopolio de la educación

y la cultura y por otro,

la

legitimidad de l gobernante

se

obtiene en

elecciones periódicas, cimentadasen la vigencia de constituciones.

Esa

situación va acompañada por

la

división de los poderes, a fin

de

neutralizar el despotismo. En la esfera

ec

onómica, el Estado

liberal se apoyó en la creencia de leyes naturales del mercado (le

yes de oferta y demanda

y

libre competencia) y en la iniciativa

individual. En efecto, los liberales creían que el espíritu de lucro

Ik1 rumienlas para el análisis de

la

sociedad

y

el Estado

49

111dividual promueve el beneficio personal y al mismo tiempo, el

111cjoramiento del conjunto de la sociedad.

L'

trata de un Estado no interventor en la esfera económica

que

bus

' a remover obstáculos para que los mercados logren autonomía. Es

iiL L ir, es un Estado mínimo, que concibe al mercado como el único

, ,,paz de asignar eficientemente los recursos. P

or

ello, según las ver-

1t111cs extremas de este tipo de gobierno, al Estado le corresponde

11

la111

ente vigilar la seguridad exterior y la de los individuos, la rea

l11ación de obras públicas (por ejemplo, construcción y mejoramien

' de caminos) y la enseñanza elemental (Locke,

1990).

H l< stado fascista

;1scismo

fue un movimiento político autoritario surgido en Euro

¡ I Ll1

las primeras décadas del siglo XX. A pesar de que el concepto

l.i· r1sta se utiliza para diversos casos, no

es

lo mismo el régimen de

r 111ssol ini en Italia, que el nacionalsocialismo de Hitler en Alemania,

L I li·anquismo español o el autoritarismo de Salazar en Portugal.

No

li· lanle, es posible establecer ciertos rasgos comunes que permitan

1111 1

rnmprensión general como la que se pretende en este artículo.

l I caso del Estado fascista vivido en Italia, la sociedad domi

  11L1 por el terror y

la

violencia -y sojuzgada

po

r instrumentos de

1111lrnl social- fue gobernada por un aparato partidario (el

par

tido

l

1 ,

isla). Así, la propaganda tuvo

un

papel clave

en

el desarrollo

d ,·, tos movimientos,

co

mo también el uso de la fuerza contra

1111 ·ncs se opusieran (tanto en forma legal

como

ilegal).

I definitiva  el Estado fascista

se

e

vid

enciaba en todas las es-

f •ms

de la

sociedad l poder

del Estado no poseía límites

y

su

,

111trolsobre

la

sociedadera total.

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5

Ferna

ndo Pcdro

s

a

F

lorenci

a Deich compi l

adore

s)

A esas prácticas políticas del fascismo, se sumaba un fuerte conte

nido míst

ic

o, generalmente basado en el líder. El discurso fascista

poseía contenidos racistas. Existe un culto al héroe y a la volun

tad que termina sosteniendo un ideal militarista y

vi

nculado a la

expansión territorial, ya que el héroe se destaca venciendo a los

enemigos del extranjero.

Por

otra parte, existía

la

llamada reacción de miedo  , generada

por la presencia del comunismo.

En

191 7, había triunfado la Re

volución Rusa y como resultado de ello se había conformado el

primer país comunista: la Unión Soviética (hoy es Rusia y ya

no

es comunista). Existía un temor sobre que el com unismo llegara

a Italia y quitara a los patrones la propiedad de sus fábr icas. Para

ello, reclamaban un gobierno fuerte y decidido,

al

mismo tiempo

que se generó un rechazo a la democracia libera l, incapaz, desde

la perspectiva fascista, de dar soluciones a la realidad imperante.

Además de cuestiones ideológicas, también la rivalidad con l

os

países vecinos fue importante para exp licar el auge del fascismo.

En el discurso fascista, siempre se apuntaba a la presencia de

un

enemigo externo e interno que se oponía al destino de grandeza de

Italia y al que se debía vencer por la fuerza.

Quienes apoyaban al fascismo consideraban que la democracia no

podía poner freno a la revolución social, ni vencer a los países

vecinos en

una

guerra

por

nuevas tierras. En tal sentido, el partido

de Mussolini les hablaba a todos los sectores socia les diciéndoles

lo que querían escuch

ar

. Prometía mejorar las

co

ndiciones de vida

y la dignidad laboral a los obreros. A los patrones les aseguraba

la restauración del orden y la jerarquía social en forma autorit

ar

ia

(los ricos arriba y los obreros obedeciendo sin derechos). También

aseguraba a los nacionalistas la obtención del honor internacional

per

dido. Todo ello fue aumentando su apoyo social.

I h :rramientas para el análisis de la sociedad y el stado

51

Para el fascismo solo importaba el Estado y daba importancia al

individuo solo si sus intereses coincidían con

lo

s del Estado. Por

ello, e l fascismo se oponía al liberalismo clásico. Contrariamente

al fascismo, el lib

era

lismo redujo el papel del Estado en nombre de

la defensa de los derechos del individuo Por su parte, la concep

ción fascista del Estado lo abarca todo: fuera de él no pued

en

exis

tir, y menos aún valer, valores humanos y espirituales. Por esto, el

fascismo es totalitarismo y profundamente antidemocrático.

De acuerdo con lo expuesto en este apartado, se puede afirmar que

el Estado fascista ejerce un autoritarismo nacionalista, impregnado

de xenofobia y opuesto al pluripartidismo propio de los regímenes

democráticos.

En

efecto, se caracteriza por la existencia de un solo

partido (resulta interesante comparar esto con los requisitos ex

presados por Batlle, en su artículo, para la poliarquía). Asimismo,

en todo fascismo es observable la existencia de un principio de

Jefatura carismática,

en

el c ual la palabra del líder o conductor es

inapelable (para profundizar el tema ver Payne, 1982).

l< I Estado de bienestar o benefactor

Este tipo de Estado, llamado indis

ti

ntamente Estado de bienestar

o benefactor, se desarrolló en Occidente a partir de l 945, es decir,

con pos ter

io

ridad a la Segu

nda

Guerra Mundial (1939-1945). Se

conformó para dar solución a los efectos económicos y sociales

que la contienda bélica había provocado y a los altísimos costos de

la reconstrucción. Se buscaba una fórmula que permitiera retomar

el rumbo del crecimiento y el logro de

la

estabilidad social, ante el

avance del comunismo. Por ello, puede entenderse que este tipo de

I stado

es

el producto de una toma de conciencia de la incapacidad

del Estado liberal de d

ar

respuesta a los desafíos de la posguerra.

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52

Fernando Pcdrosa~F lorencia Deich compiladores

El Estado de bienestar es impulsor de políticas tendi

entes

a ase

gurar la vida

de

la población,

desde

la

cuna

a la tumba,

para

evi

tar

las crisis r

ecur

rentes del sistema

cap

italista. En este Estado,

las inst i

tuc

i

ones públicas promu

even transferencias social

es (por

eje

mplo

, mediante seguros de

desemp

leo y pensiones),

que

me

joran la ca lidad de vida de los habitantes. Además, imp ul sa la

prestación de servicios e

duc

ativos y san itarios. Esas funciones

son acompañadas por una legislación social que

prote

ge las con

dic iones laborales, la prestación de los servicios y la calidad de

los productos.

El

Estado de bienestar busca la inclusión entre las fuerzas del capital

(por ejemplo, los empresarios) los sindicatos. Se suma a esto u

na

fuerte presencia e intervención del Estado, como árbitro y construc

tor del consenso entre las partes. A nivel político se concreta en:

[. . ] un pacto entre los sindicatos, las organizaciones empresa-

riales el Estado [. . ] El movimiento obrero renuncia a cues-

tionar las relaciones de producción basadas en la propiedad

privada a cambio de la garantía de que el Estado intervenga en

el proceso redistributivo, a los efectos de asegurar condiciones

de vida más igualitarias, seguridad bienestar, a través de los

servicios, pleno empleo la defensa de una distribución más

equitativa de la renta nacional. Saborido, 2002)

Este tipo de Estado se caracteriza por la búsqueda el

man

teni

miento de a ltos nive l

es

de ocupación, con una fuerte tendencia al

pleno empleo. Esta política también inclu

ye

salarios altos con el

propósito de mantener a ltos niveles de producción. En tal sentido,

con el fin

de

neutralizar conflictos sociales, el Estado promueve

una

conc

iliación entre las distintas clases. Adopta la función de

árbitro, amortigu

ando

tens ion

es

sociales entre diferentes actores.

l t

 

rram icnl

as

para el aná lisis de

la

sociedad y el

Estado

53

Por otra parte, el Estado impu lsa la expansión del gasto público,

l

ll general, el gasto

soc

ial, en particular, transformándose en un

anifiesto prestador de servicios tales

como

educación, salud,

pn.:v isión social y j ubi laciones.

lúdas las funciones anteri

on

nente

seña

ladas llevan a considerar que

l i Estado de bienes

tar es

interventor y regulador en la esfera econó-

111ica. Por eso, grava la rentabilidad de las empresas y de los sectores

lTOnómicamente dominantes de la sociedad a fin de promover una

l·liciente distribuci

ón

de la riqueza dirigida a los sector

es

de menores

tl·w rsos.

En

el mismo sentido, el Estado se

asum

e corno empresario

puede asociarse con el capital privado impulsando la existencia de

11na economía mixta.

l Estado de bienestar ha generado una verdadera expansión

de

los derechos sociales políticos.

s,

bien el Estado

de

bienestar fue el destinatario de diferentes crí

l1  aS

(por todo lo que gasta socialmente),

es

necesario destacar que

\

 

vigencia trajo corno consecuencias

un

conjunto de transforma

l lones altamente

pos

itivas.

En

efecto, fue observable un vertiginoso

nccimie

nto de la población en general y

de

la población activa en

p11rticular. Estimuló e l aumento del comercio internacional, que se

l Xpa

ndió a un ritmo explosivo. Se registró un fuerte retroceso del

.

 

mlfabetismo y

un

significativo incremento de las matrículas educa

ti

vas en todos los niveles, especialmente, en la esfera universitaria.

Imlo eso fue acompañado por un verdadero auge de las profesiones.

1

abe señalar el papel de importancia crecie

nt

e que pasaron a des

l

lllpeñar las mujeres. El ingreso de

la

mujer al mercado laboral no

l f a

ning

un

a novedad, pero a

par

tir

de

finales del siglo XIX, su nú-

  \cro aumentó. Otro hecho inédito en la época fue que las mujeres

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5

ernando Pedrosa-Florencia Deich compiladores)

hicieron su entrada en un número impresionante, en

la

enseñanza

superior.

En

definitiva, más allá

de

otros cambi

os

igualmente tras-

cendentes operados en el mundo de la posguerra, puede afirmarse

que la sociedad vivió una verdadera La Edad de Oro para pro-

fundizar sobre los cambios operados en la segunda mitad del siglo

XX, resulta interesante leer Hobsbawm, 1998).

Pero esto no duró para siempre. En la década del setenta, comenzó a

agravarse la crisis económica y se ahondaron los cuestionamientos

económicos y políticos al J:,stado de bienestar, sobre todo por el dinero

que gastaba en políticas sociales.

En

efecto, la crisis del petróleo de

la década del setenta, que rápidamente cuadruplicó el valor de este

insumo clave, generó una crisis energética y aumentó los costes de

producción. En otras palabras, para pagar los gastos en energía y tam-

bién lo gastado en armas, el Estado debía poner cada vez más dinero

el que no era suficiente para mantener el bienestar de la población.

En consecuencia, creció demasiado el déficit fiscal. Esto hizo surgir

una corriente de pensamiento que impregnada de economicismo, dará

lugar a otro tipo de Estado para comprender el cambio operado en las

funciones de este nuevo tipo de Estado, su relación con la sociedad,

los cambios culturales, así como la realidad conocida bajo el concepto

de globalización, se sugiere ver Agresti y Federico,

201

O .

l Estado neoliberal

El neo liberalismo traslada el

peso de

las decisiones económicas

al mercado, considerándolo como el único asignador eficiente de

recursos. Por ello, también promueve la eliminación de controles y

regulaciones estatales que frenen el desarrollo económico.

Este tipo de Estado, tuvo sus más claros exponentes

en

la prime-

ra ministra británica Margaret Thatcher y en el presidente de los

Ikrramientas

para

el análisis de la sociedad y el Estado

55

Estados Unidos, Ronald Reagan, quienes gobernaron durante la

década del

oc

henta. En la Argentina, el neoliberalismo alcanzó su

consolidación en

la

década posterior. El gobernante que puso en

práctica este tipo de política fue el peronista Carlos Menem Rome-

ro, 2012). También se consideran presidentes neo iberales a Alberto

Lacalle en Uruguay, Alberto Fujimori en Perú, Arnoldo Alemán en

N icaragua y Car los Salinas de Gortari en México, entre otros.

El neoliberalismo predica especialmente la apertura

de

la econo-

mía, eliminando las protecciones económicas que recaen sobre al-

gunos sectores. Es decir, se busca la entrada de productos de

un

país a otro, sin importar que compitan con ventaja con los produ-

cid

os en

el país que los recibe. Eso es

un

tema aún muy actual con

vista a la producción proveniente de China.

El neoliberalismo sostiene que las medidas reguladoras y protec-

cionistas, que se implementaron anterio1mente en el comercio ex-

terior, atentaron contra la libre circulación de bienes y servicios y

obstaculizaron la eficiencia económica del sistema internacional.

Las políticas proteccionistas son medidas cuyo objetivo es que los

bienes producidos

de

ntro de un país puedan competir con los que

se producen en el exterior ¿Cómo

se

hace? Pues poniendo trabas

a los productos extranjeros. Por ejemplo, mediante impuestos o

favoreciendo la producción nacional eliminando el pago de im-

puestos o subsidiando a quienes fabrican en su país. Un ejemplo es

lo que ocurre

con

la producción tecnológica nacional realizada en

Tierra del Fuego. El neolibera\ismo se opone a esto argumentando

que

se

producen bienes

de

poca calidad y más caros.

Para implementar las políticas neoliberales, además de

la

apertura

de la economía, se precisa una reforma financiera tendiente a eli-

minar gravámenes, costos o impuestos a las actividades financieras

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56

Fernando Pedrosa-Florcncia Deich compiladores

y,

también, a las actividades que llevan a cabo empresas locales e

internacionales. En definitiva, en

el

Neoliberalismo se implemen

tan las medidas que suponen una mayor obtención de inversión de

los sectores económicos, sobre todo de los capitales extranjeros.

Otra de las características del Estado neoliberal es que promueve

la privatización de empresas públicas a fin de disminuir el gasto

público (y así lograr evitar o superar el déficit fiscal). Estas pri-

vatizaciones abarcan casi todas las funciones del Estado, como el

manejo de trenes, líneas aéreas, los servicios de suministro de gas,

luz, agua etc. También incluyen las jubilaciones, pensiones y pres

taciones universales otorgadas por

el

Estado de bienestar.

La idea de eliminar el gasto público "improductivo" se implemen

ta mediante una descentralización del Estado nacional. De este

modo se transfieren responsabilidades que antes eran ejercidas por

el Estado nacional a las jurisdicciones provinciales. Ta l el caso, de

la

educación y de la salud pública.

También, deben mencionarse las estrategias de flexibil ización la-

boral. El objetivo es disminuir el costo laboral de las empresas con

la incorporación de nuevos empleados u obreros sin pagarles las

cargas sociales Qu

bi

lac ión, aguinaldo etc.). Es decir que así como

durante el Estado de bienestar los trabajadores gozan de contratos

laborales que contemplan

la

jubilación, los seguros médicos, agui

naldos y otras prestaciones, el Estado neoliberal elimina todo esos

beneficios porque los considera un gasto que encarece la mano de

obra y aleja a los inversores.

En párrafos anteriores, se

hizo referencia a las críticas que se han

realizado al Estado de bienestar. En este sentido, los economistas

neoliberales argumentan que las medidas tendientes a la redistribu-

l crrnmicntas

para

el análisis

de

la soc iedad y el Estado

57

ción que impulsa el Estado de bienestar son claramente negativas

para

el

crecimiento económico. Y eso lo sustentan en que aumenta

el consumo pero disminuyen el ahorro de los habitantes y los vuel

ven dependientes de Estado, menos productivos y competitivos.

Del mismo modo, el neoliberalismo acusa al Estado benefactor

cuando sostiene que sus políticas asistencialistas han empobrecido

a la población, disminuyendo su capacidad creadora. Es decir, por

cu lpa de las políticas de bienestar, la sociedad espera todo del Es

tado y,

por

eso, se pierde la iniciativa de las personas para afrontar

los problemas de la vida cotidiana.

Finalmente, e l neoliberalismo busca imponer un capitalismo des

rcgulado (sin normas o leyes que restrinjan su actividad). Sin em

bargo, los resultados que se producen no van en ese sentido, por el

contrario, favorecen la concentración económica y el crecimiento

de las desigualdades.

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POLÍTICO

DEB TES TIPOLOGÍ

l or

Eve Labandeyra•

(

onstruyendo la definición

e

régimen político

< uando se habla de régimen, se está haciendo mención a un con-

  to de reglas. Por ejemplo, cuando alguien desea bajar de peso,

ha

ce un régimen , lo que significa que se impone algunas reglas

para comer en determinados horarios o solamente algún tipo de

alimentos.

lJn

régimen disciplina

ri

o comprende las reglas que organizan el

l Omportamiento en un ámbito determinado. En el fútbol esas re

glas indican que hay diversos tipos de faltas que según su mag

nitud pueden castigarse con tarjetas (amarilla o roja) o sin ellas.

l'ucs bien, en este artículo se abordará un o de los usos del térmi

no régimen. Se trata del ténnino régimen político, que se utiliza

para referirse al conjunto de reglas que regula el elemento más

1:vc Labandeyra es licenciada en Ciencia Po

tica

y

profesora de

In

troducción al Conocimiento

,k

la Sociedad y el Estado del Programa UBAXXI de la Universidad de Buenos Aires .

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6

Fernando Pedrosa-Florencia Deich compiladores

importante en la política de un país, el poder o, más precisamente,

la lucha

por

el pode

r.

Ciertamente, al hablar de poder,

se

está ha

ciendo referencia a la política y al

Es

tado.

Se define al régimen político como el conjunto

de

instituciones que

establecen las reglas del

ju

ego político (definen quién gana y quién

pierde). Este conjunto de instituciones conforma la estructura del

rég imen y determina cómo se organiza y distribuye el poder en una

sociedad.

Al regular la lucha política, las in stituciones garantizan las formas

que adoptan las conductas sociales. Estas conductas refieren, es

pecíficamente, a

la

lucha por el poder y a las actividades sociales

vinculadas a ella. Este conjunto de instituciones organi za la mane

ra en que se eligen los dirigentes políticos (ver el texto de Bertino

incluido en esta compilación) . Las instituciones se convierten así

en normas que garantizan la previsibilidad ( hoy puedo perder,

pero mañana puedo ganar ).

Tipos de regímenes e instituciones

Las in stituciones son medios para la formac ión de decisiones po

líticas. De acuerdo con ellas, se determinan los fin es que pueden

perseguirse a la hora de establecer un rég imen po lítico específico.

Un régimen democrático, por ejemplo, se sustenta en normas que

garantizan la participac ión, el p lura lismo, e l consenso, la libertad,

la solidaridad, la igualdad, la to lerancia, entre otros.

Estos elementos pueden variar de acuerdo con el contexto histó

rico, político y social de cada país y de acuerdo, tamb ién, con el

grado en que estos valores se hacen presentes. Las democracias no

son iguales en todos los países. Por ejemplo, varían según el grado

de consenso o de participación, el acceso a los servicios básicos,

r

rnrn

i

entas

para el nálisis de la

sociedad

y

el

stado

61

l'i control social sobre las decisiones de gobierno, la independen

cia de la justica, la relevancia del parl amento, la cultura política,

rntre otros componentes (esta cu

est

ión la profundiza Batlle

en

esta

l'Ompilación).

Fn contraste, en un régimen autoritario predominan valores dicta

loriales tal

es

como la opresión y la represión. En dicho régimen ,

l i pluralismo, la movilización social la libertad de expresión se

l'ncuentran parcialmente o totalmente lim itados.

1:  un régimen autoritario, el nivel de representación par ticipa

l'ión política es rela tivamente bajo ya que el Estado busca impe

di r que los ciudadanos participen de los asuntos públicos. Entre e l

Estado y la sociedad existe una línea divisoria lo suficientemente

clara y marcada por la fuerza (a veces utilizada en fo rma ilegal).

lJn régimen puede considerarse totali tario allí donde el plural ismo

brilla por su ausencia y donde el poder no se extiende más allá de

lns pocos integrantes del núcleo gobernante.

l )e lo expuesto en párrafos anteriores se deduce que existen dife

JL lltes tipos

de

regímenes. Es decir, que existen diferentes alterna-

 

vas posibles para que las sociedades puedan ordenar la manera

l l l que se accede al poder y la manera en que este se ejerce. Si se

tcn ta explicar el proceso político, se debe diferenciar entre las

diversas fonnas que asume el ré

gime

n político con respecto a la

lucha por el poder.

l ntonces, ¿cómo se pueden distingui r los diferentes tipos

de

regí

menes entre sí, y establecer con ello, una tipología?

l

as instituciones regulan la lucha

por

el poder. Esto incluye la rela

rión entre aquellos que detentan la autoridad el resto

de

la socie

dad. De modo que, de acuerdo con Lucio Levi, la forma que toma

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62

Fernando Pedrosa-Florencia Deich compiladores)

la lucha política es Jo que nos penni te diferenciar las principales

características de un régimen político  (Levi, 1997, 3).

A partir de estas características es posible establecer una tipología

que dé cuenta de las diferencias y similitudes entre los regímenes.

Para determinar de qué tipo de régimen se trata, un elemento clave

es observar cómo

ha

sido su llegada

al

po

der.

Se debe examinar si el régimen se impuso en forma violenta o

pacífica; si fue legítima o ilegítima; si se

aj

ustó a lo previsto por la

ley o fue violando todas las normas al respecto. A su vez, además

de observar cómo se accede al poder, también hay que ver cómo se

ejerce. Es decir, de qué manera ej ercen el poder esos actores que

llegan a ocupar los espacios del Estado.

Como afirma Lev i, la adopciim de un régimen implica

de

por sí la

elección de determinados valores ( 1997, 2). Estos valores serán

difere

nt

es según se deriven de distintos tipos de regímenes.

Para dar un ejemplo de la asociación entre va lores y régimen, Ro-

bert Dahl (1989) postulaba ciertos criterios para caracterizar lapo-

liarquía. Por ejemplo, la existencia de e lecciones regulares, com-

petitivas y libres. Al seguir estas reglas, parecería claro que, en este

tipo de régimen, los valores que la an

im

an son

el

pluralismo y la

libertad, ya que cualquiera puede aspirar al ejercicio del poder (al

respecto, ver el texto de Batlle en esta compilación).

Sin embargo, los valores y/o creencias del régimen que se busca

definir no son necesariamente los mismos que los que existen a

nivel de las personas (Morlino, 1985, 3 7). Esto puede ocurrir

en la medida en que los valores dominantes en el Estado y en las

personas no son siempre los mismos, o bien no tienen la misma

intensidad y amplitud de aceptación. Puede darse, incluso, un

lh arnicnt s p r el análisis de la sociedad y el Estado

63

,k·sequilibrio entre los valores del régimen por un lado, y el de las

1wrsonas o grupos, por el otro.

l n ese caso pueden surgir conflictos que, incluso, podrían derivar

n la violencia, sobre todo si el Estado no está dispuesto a aceptar

\1ilores

diferentes a los priorizados desde

el

poder. Un ejemplo es el

rnso del golpe de Estado de 1955 y la persecución a los seguidores

Perón. Allí el Estado quería imponer sus valores a la gente que

que

a otras cosas (este tema es tratado en el texto de Deich de esta

111mpilación, y en Romero, 2012).

Al respecto , en un r

ég

imen no democrático totalitario se apela a

In participación de la población en actividades políticas y sociales

1analizadas a través de un partido único. Con ello, el régimen no

dl·mocrático totalitario busca obtener cierta legitimidad a través

dl· un a participación social masiva que garantizaría

una

imagen de

ll

 C

pt

ación voluntaria.

I n el régimen no democrático totalitario, existe, además, una ad-

lll sión con los principios que orienta el Estado; con tal fin, quienes

l'llrcen el poder fomentan y hacen un esfuerzo para que

lo

s ciudada-

n11s incorporen aquellos principios voluntariamente o

por

la fuerza.

I os regímenes no democráticos también permiten conservar cie1ia

previsibilidad en el ejercicio del poder e incluso la posibilidad de

uvanzar hacia su institucionalización. Tal es el caso de la última

di

ctadu

ra

argentina, durante la cual la Junta Militar en el gobierno

l'Slaba regulada por una serie de pautas y reglas destinadas a orga-

nizar el ejercicio del poder.

Sin embargo, este régimen se basó en el terror, la represión ante toda

disidencia y la desaparición de personas. Y, desde esta perspectiva,

puede ser considerado un régimen no democrático y totalitario.

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11

11

1

1

64

Ferna

ndo

Pedrosa-Florencia eich compiladon :,;

Régimen y gobierno

Otro componente del régimen es el espacio ocupado por las aut

o-

ridades. Y aquí cabe diferenciar entre aquellas que se dedican a

la

adopción de las decisiones y aquellas que se

oc

upan de aplicarlas;

un ejemplo de estas es la burocracia.

Existe, también, una tendencia a confund ir el significado de ré

gimen con el de gobierno. Por e

ll

o, es prec iso distinguirlos cla

ramente. No es lo mismo régimen que gobierno.

Por

gobierno se

ent iende el conjunto de la

s personas que detentan y ejercen el po

der, es decir, las personas que definen la orientación política de una

determinada sociedad.

Sin embargo, tras el advenimiento del

Es

tado moderno,

al

hablar

de gobierno, también puede hacerse referencia a los órganos que

tienen a cargo el ejercicio del poder como ta rea, más allá de las

personas que detentan el poder.

Es en este sentido que

el

gobierno forma parte de

un

aspecto del

Estado. Se puede decir, entonces, que el gob ierno

si

mbo

li

za al Es

tado realizando tareas en su nombr

e.

Y por lo tanto, las personas

que constituyen el gobierno, son aquellas que detentan del poder

estata

l.

Existe una tendencia a

conf

undir

el

significado de régimen con

el de gobierno. Por ello, es preciso distinguirlos claramente.

No es lo mismo régimen que gobierno.

Por

ejemplo, Raúl Alfonsín era el presidente y la cabeza del gobier

no, y el régimen era democrático. O Jorge R. Videla era el presidente

y máxima autoridad del gobierno iniciado en 1976, y

el

régimen era

no democrático.

llcrramientas p r el an{disis de l sociedad y el Estado

65

Pu

ede haber cambios de gobierno sin que haya cambi o de régimen.

Un ejemplo para comprender esto es el paso del gobierno de Raúl

i\lfonsín al de Carlos Menem, o el de Carlos Menem a Fernando

de la Rúa. Estos tres presidentes fueron

muy

distintos, pero estaban

gobernando bajo un régimen democrático.

l

régimen político siguió siendo el mismo, un régimen de-

mocrático, au nque los gobiernos fueran diferentes y tuvieran

ideologías muy opuestas.

Y también a la inversa, puede existir un cambio de régimen s

in

qu

e cambie el gobierno. P

or

ejemplo, si un presidente que llegó

al

poder por vía democrática comien

za

a violar la ley y a perseguir a

lo

s opositores para perpetuarse.

Puede ocurrir, asimismo, que cambie tanto el régimen como el go

hi

crno. En nuestro país,

por

ejemplo, el paso del gobierno del Gral.

Hdclmi

ro Farrell al gobierno de Juan D. Perón en 1946 signi

fi

có un

ram bio de gobierno y a la vez, un cambio de régimen.

En suma, si bien en las Ciencias Sociales no existe una definición

uní

voca del concepto de régimen político, este texto intentó dar

una

noción lo más precisa posible del concepto en cuestión.

Para ello, se puso el foco en sus principales funciones y en sus

rnmponentes. Además, se

hi

zo hincapié en las diferentes tipol

o-

g

ía

s de regímenes, al tie

mp

o que

se

estableció y subrayó la diferen

r

ia

con otros conceptos, que muchas veces se utilizan e interpretan

romo si se tratara de un mismo significado.

ibliografía

1 /\H

L

ROBERT 1989),

La po l arquía. Participación y oposición,

Buenos Ai

ll S, Ediciones Tecnos-Rei.

[  oi •archy: Participation and Opposition

1971 ]

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regimi polilici. Strumenti di analisi

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Breve historia contemporán

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de la Argen

tina. 1916-2010 (3. ed . revisada y actualizada), Buenos A ires, Fondo de Cultura

Económica.

LO S SISTEMAS POLÍTICOS

CO

NTEMPORÁNEOS:

E

L DEMOCR CI L POLI RQlJÍ

Por Margarita Batlle•

Introducc

ión

El término democracia es utilizado , tanto en las Ciencias Sociales

como por la opinión pública y los medios de comunicación, a la hora

de describir y explicar el funcionamiento de los sistemas políticos

rnntemporáneos; sobre todo, en aquellos lugares donde las eleccio

ne

s son las que detenninan cómo

se

conforma el gobierno.

1

El con

l'Cpto de democracia es utilizado en los escritos académicos con una

gr

an

cantidad de significados

di

ferentes a partir de adjetivos o apelli

dos que acompañan el concepto y desde diferentes perspectivas ana

líti

cas. Esto ha llevado a la proliferación de fórmulas conceptuales

• Margarita Batlle es licenci

ada

en Ciencia Política,

eg

resada de la Universidad

de

Buenos

· ircs, doctora en Procesos

Po

líticos Conte

mpor

áneos por la Universidad de Salamanca (Es-

11i1f\a .

Actualmente

se

desempeña

com

o profeso

ra

en la Univ

ers

idad Exte

rna

do

de Co

lo

mb

ia.

I

Es

te concepto, su definic ión

y

s

us

alcances han cambi

ado muc

ho a lo lar

go

de la historia . Al h

ace

r

1

  r

ec

u

ento

sintélico

de

la teoría democrática conte

mpor

ánea

se

pueden agrupar,

tr

es

tr

ad iciones

muy diferentes unas de

ol

ras: la tcoria

cl

ásica o a

ris

t

ot

élic

a;

la te

or

ía medieval y la

te

oría moderna

u maquiavélica. Estas tres distintas trad iciones evidencian el modo en

qu

e, de la mano con los cam

inos en la hist

or

ia de la humanidad, las a

pro

ximacion

es

al

con

cepto también se han ido modifica

nd

o

t

llohbio,

2

, 441 ).

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7/21/2019 Herramientas Para El Analisis-De La Sociedad y El Estado PEDROSAHerramientas Para El Analisis-De La Sociedad y El Estado PEDROSA

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68

ernando Pcdrosa-Florencia Deicb compiladores)

alternativas incluso contradictorias, sobre qué es o debería ser una

democracia (Collier y Levitsky, 1998,

101

).

En

los diversos escritos sobre la democracia, se hace mención a la

democracia directa y también a la democracia deliberativa, a la de

mocracia social y a la participativa. Todos estos conceptos apuntan

a diferentes tipos de democracias que tienen como denominador

común (a veces el único) la realización de elecciones y la partici

pación, en el gobierno, de un amplio sector de la sociedad.

Frente a la dificultad --conceptual y analí tica- que plantea la utili

zación del término democracia, el célebre politólogo Robert Dahl

se propuso ordenar y sistematizar el concepto partiendo de una

visión minimalista del mismo. Es decir, asumiendo que aquello

que define a un régimen como democrático es el hecho de que

sus gobernantes lleguen a ocupar el poder a través de elecciones

competitivas (Schumpeter, 1976). Esto,

ll

evó a Dahl a plantear

un

nuevo concepto, que con el correr del tiempo, se fue convirtiendo

en un referente clásico en los estudios sobre la democracia y la

representación: la poliarquía.

El concepto de poliarquía surge para dar cuenta del modo en que

funcionan, según Dahl, los sistemas políticos occidentales contem

poráneos en la prácti

ca

concreta y real. Las poliarquías son, pues

de

mocracias imperfectas (Máiz, sin fecha, 24).

l concepto de poliarquía es la manera más simple y que mejor

describe a las sociedades democráticas realmente existentes Gar-

cía Jurado, 1996197 41).

De acuerdo con Dahl, la democracia sería más una idea a perseguir

que una realidad concreta. La democracia es un sistema inalcan

zab le e imposible de adoptar en la práctica. Esto significa que es

Ikrnunicntas para

el

análisis

e

la sociedad y e l Estado

69

necesario reconocer que la democracia es un orden utópico e ideal

que no puede aspirar la sociedad, pues su realización no está al

ulcance de la humanidad (García Jurado, 1996/97, 41). La poliar

quía sería la democracia realmente existente.

;,Qué significa Poliarquía?

Fn el libro Politics, Economy and Welfare del año 1953, Robert

1>ahl

y Charles Lindblom plantearon que un sistema poliárquico

posee varias características que lo definen y distinguen de otros

sistemas políticos. En primer lugar, se caracteriza por

el

derecho

n  voto, es decir, que la participación de los ciudadanos, mediante

u emisión del voto, determina quiénes conforman un gobierno. Al

mismo tiempo, todos los ciudadanos tienen derecho a presentarse

elecciones y competir por los cargos públicos , es decir que hay

una igualdad de oportunidades en ese sentido.

Primera característica de la poliarquía: Derecho a votar y a

ser votado.

l·n segundo lugar, en una poliarquía se debe garantizar la igualdad

del

voto. El sufragio en una poliarquía es universal, vale decir que

nharca a toda la ciudadanía que, según la constitución, cumple las

rnndiciones que le permitan el ejercicio del voto. El sufragio debe

~star garantizado pa ra todos los ciudadanos capacitados por la cons

  lución para hacerlo y los votos, que se depositan en las urnas, deben

tener todos el mismo valor (es decir que el voto de ningún ciudadano

puede valer más que el de otro).

En una poliarquía, las autoridades públicas, que ejercen el gobier

no son elegidas por los ciudadanos, lo cual da origen al vínculo

de la representación. Por ello, las elecciones mediante las cuales

las autoridades son elegidas deben ser libres y limpias. Dicho de

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7

Femando Pedrosa-Florcncia Deich compiladores

otro modo, no deb

er

ía configurarse ninguna sospecha de fraude

que reste legitimidad a las mismas o afecte la confianza de los ciu-

dadanos en el proceso.

Segu nda característicade Lapoliarquía: Las elecciones deben ser

limpias todos los votos deben valer lo mismo.

En tercer

lu

gar debe existir

una

subordinación de los funcionarios

púb

li

cos no elegidos a aquellos elegidos popularn1ente. Esto no

quiere decir que los funcionarios po líticos no deban rendir cuentas

y ser controlados por otras instituciones como la

ju

sticia o los par-

lamentos.

Por el

contrario, significa que no debe haber

una

persona

o grupo que posea el poder o pueda condicionarlo) sin ha

ber

sido

electo de manera democrática, o sea, a través de elecciones.

Tercera caracterí

st

ica de la poliarquía: Los

fúnc

ionarios

pú-

blicos electos no pueden ser condicionados por personas sin

representación popul ar electoral.

Una

cuarta característica es que debe existir una alternativa frente

al gobierno de turno. Es decir que de acuerdo con Dahl, en el de-

sarrollo de este sistema político, la capacidad de participación y

control sobre los funcionarios electos cobra una especial relevancia

Este autor sostiene que en un sistema

po

liárqui

co

cada ciudadano

tiene la posibilidad de asociarse libremente a los

dif

erentes grupos

que sean de su interés.

Cuarta característica de la poliarquía: Debe existir una alter-

nativafrente

al

gobierno cada ciudadano puede elegir a qué

grupo acercarse.

En quinto lugar, en una poliarquía de

ben

garantizarse diversas

fuentes a través de las cuales los ciudadanos re

ci

ben la información.

En

un

a

po

liarquía hay libertad de expres ión. Así, deben evitarse los

Herramientas para el análi sis de la sociedad y el Estado

71

monopolios o desequil ibrios informativos. Para esto deben exis-

ti

r

fuentes de información cliversas que cuenten con las garantías

para realizar su trabajo y co .wertirse

en

un canal efectivo entre el

ciudadano y los acontecimientos nacionales o

in

ternacionales.

De

este modo, la ciudadaníapuede contar, entonces, con

di

ferentes al-

ternativas a las que acudir o de las que recibir la in

fo

nnación .En el

marco de esa diversidad se allana el camino para que el ciudadano

pueda informarse de una manera integral permitiendo así avanzar

en la circulación de información.

Es

tas diversas fuentes informa-

tivas, entre otras cosas, también pueden ser un elemento más para

acercar a represen tantes y representados; a la vez, de aportar her-

ramientas más adecuadas para ejercer el control de los segundos

sobre los primeros.

Quinta característica de la p oliarquía:

La

existencia de libertad

de expresión variedad de in

fo

rmación.

n sexto lugar, en una poliarquía, deben existir opciones difer-

entes, no solo en términos de partidos políticos o candidaturas

en

rnmpetencia por el poder, sino también respecto de los tipos de

políticas que se implementan.

Es

decir, no puede hab

er

solo un

partido. Tampoco puede ocurrir que un

pa

rtido gane siempre las

elecciones. Esta úl tima característica resalta el papel de los

pa

rti-

dos políticos como instituciones encargadas de sumar

lo

s intereses

diversos de la ciudadanía. Los partidos son en la poliarquía los

protagonistas de

la

competencia y del ejercicio del poder,

ya

que

lo

gran interpretar y representar los intereses heterogéneos que con-

viven en una sociedad.

Se

xt

a caracter

ís

tic

a Par

a que exista una

poli

a

rq

uía deber

haber partidos d ferentes con iguales posibilidades de llegar

al

pod

er que a

su ve

z  representen

pro

gramas e ideas distintas.

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72

Femando Pedrosa-Florencia Deich (compiladores)

Para que se cumplan todas las características que conforman una

poliarquía, se requiere que exista

un

marco institucional (legal

político) que garantice su funcionamiento. En el próximo apartado,

se desarrollará este tema.

El marco institucional de la poliarquía

Como

se ha anticipado en el apartado anterior, para que

la

s condi

ciones que componen la poliarquía se cumplan hacen falta condi

ciones políticas y l

ega

les.

Por

eso es que deben existir instituciones

que permitan el correcto funcionamiento de una poliarquía. Estas

deben regirse por dos principios fundamentales: el de inclusión

el de contestación.

El principio de inclusión se relaciona con la participación de los

ciudadanos en los asuntos públicos en

la

s decisiones que se toman

desde el gobierno. Vale decir que la participación va más allá de lo

meramente electoral,

por

ejemplo, organizándose en asociaciones

voluntarias, haciendo peticiones al Estado y a los dirigentes políti

cos, manifestándose en las calles etc.

Po

r su parte, el principio de contestación se re

fi

ere a la existencia

de

competenciapolítica, es decir, a la existencia de

un

sistema con

elecciones competitivas sin que el poder sea ejercido de manera

monopólica y haya lugar para

la

alternancia de patiidos y/o candi

datos en el gobierno.

En la poliarquía los partidos políticos juegan un rol clave. Esto se

debe observar en e l papel de canales entre el ciudadano y el gobi

erno, lo que se denominó anteriormente como la condición de in

clusión. También el papel de los partidos se debe entender como la

voluntad de colocar a sus candidatos en cargos públicos mediante

elecciones ( contestación).

llcrramientas para el

aná

lis is de la sociedad y el stado

73

La

participación de la ciudadanía y la existencia de elecciones trans

parentes, universales y competitivas que permitan la alternancia de

autoridades del Estado son principios que se asocian al funcionami

ento de un sistema democrático y en la propuesta teórica de Dahl,

pasan a ser rectores de todas las características de la poliarquía.

Conclusiones: ¿La poliarquía

omo

una versión real de

la democracia?

La complejidad del concepto de democracia constituye un obstáculo,

tanto analítico como práctico, sobre el sentido que se le otorga a su sig

nificado. Esto

se

observa en

la

existencia de ideas diferentes por parte

de los

estudiosos en el tema, pero

ta

mbién de la opinión pública y los

medios de comunicación.

En

ese sentido, la obra de Dahl evidencia su preocupación por

,mal izar y comprender el funcionamiento de los sistemas políticos

occidentales contemporáneos al trazar el camino hacia la identifi

ración del "gobierno de muchos", en contraposición con

el

- utópi

ro-   gobierno de todos". Cuando

se

refiere a muchos (en lugar de

todos) queda claro que la poliarquía debe garantizar el acceso al

poder de quien gana, pero también los derechos de los que pierden.

Ln

síntesis, el concepto de poliarquía toma las características cen

trnl

es de lo que se espera de una democracia fundamentada en la

inclusión y en la contestación y se erige como un concepto útil para

dar cuenta del modo en que se estructuran los regímenes políticos

rnntemporáneos y se conforman los gobiernos.

Hibliografía

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74

Fernandr

Pedro sa-Flore

n

cia

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DEMOCR CI S

DELEGATIVAS

Por Paula Bertino•

l 'orno todo concepto de las Ciencias Sociales, las democracias de

lcgativas -e n adelante DDs- surgieron en función de un hecho de

la realidad; en este caso, la necesidad de caracterizar a los regíme

nes políticos postransicionales de la década de 1980 en América

Latina.

Las democracias surgidas en aquellos años no se correspondían

\:011 los modelos teóricos existentes. Tampoco con los ejemplos

prácticos de democracias que habían existido en años anteriores.

l os expertos observaban que no se ajustaban a las tipologías pre

vias, por lo cual tuvieron que recurrir a un nuevo concepto.

Surgimiento de las democracias delegativas

A lo largo de su historia contemporánea, América Latina ha sufri

do una serie recurrente de crisis, no solo políticas sino ante todo

• Parla Berti110 es licenciada en C iencia Po lítica de la Universidad de Buenos Aires y doctora en

( i..:ncia Políti, a

por

a

Uni

versidadde San

Martin

. Ta

mbi

én, es docente en

ambas

univers

idades

.

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7

Fernando

Pedrosa Florencia Deich compiladore s)

económicas y sociales. Durante el siglo XX esas crisis se intenta-

ron resolver a partir de la imposición de regímenes no democráti-

cos, generalmente derivados de golpes militares.

Pero a partir de la ola democratizadora que se inició en la década

del 80, las respuestas no democráticas a las crisis dejaron de ser

una opción viable (Romero, 2012). La democracia se constituyó

como el régimen privilegiado en el escenario internacional.

En adelante, con algunas muy pocas excepciones, la alternativa no

democrática fue descartada. Por ello, también los golpes de Estado

desaparecieron del mapa político de América Latina.

Sin embargo, a pesar de que en América Latina y Europa del Este

los golpes de Estado fueron desapareciendo, las transiciones de-

mocráticas no fueron sucesos tranquilos. Por el contrario, no es-

tuvieron exentas de crisis económicas, o de representación (ver el

texto de Simone en esta compilación).

Esta combinación del retorno de la democracia y crisis económica

significaba que un país pasaba de una dictadura a una democracia

en medio de la ilusión generalizada. Se recuperaba la libertad y la

democracia pero, a la vez, estas venían con crisis económicas muy

fuertes que esos gobiernos no podían resolver.

En muchas ocasiones, estas situaciones de crisis no fueron pasajeras

y fueron percibidas por la ciudadanía como situaciones límite. Se-

gún el politólogo argentino Guillenno O'Donnell, estas coyunturas

produjeron un miedo una tensión social tal que se esperaba que la

crisis se solucionara de alguna manera , como fuera (O'Donnell,

99 ,9). Como esperar un milagro donde los gobiernos los políti-

cos se veían impotentes.

Los contex

 

s de gran temor frustración predisponen a la

ciudadanía para el surgimiento de democracias delegativas

I crramientas para el análisis de la sociedad y el Estado

77

De modo que una crisis económica social de gran magnitud pue-

de predisponer a los ciudadanos para apoyar a quien otorgue una

promesa de solución, sin preguntarse si esas promesas pueden ser

o no efectivamente cumplidas.

Las democracias delegativas

Así como existen distintos tipos de Estado, también existen distintos

tipos de democracias (ver el trabajo de Batlle en esta compilación).

La democracia moderna no se asemeja en su forma actual a la que

existía en épocas

de

la Grecia clásica. Incluso, hoy en día, también

la definición de poliarquía engloba diversos tipos de democracias.

Las democracias representativas se consolidaron a mediados del

siglo

XX

en Europa continental. Las democracias representativas

son aquellos regímenes políticos en donde los ciudadanos, median-

te el voto, eligen a sus representantes. La ciudadanía tiene posibili-

dad de controlar a los representantes y las instituciones democráti-

cas permiten una convivencia entre oficialismo y oposición.

Es de esperar que los representantes se encuentren observados por los

representados, por ende, respondan a sus demandas. En este sentido,

la

s DDs surgen en contraste con las democracias representativas.

Tomando esta definición de democracia representativa, las DDs

aparecen como algo distinto. Sin embargo, también presentan algu-

nas similitudes. Guillermo O'Donnell, el primer autor preocupado

por definir estos regímenes, plantea que las DDs tienen muchas

si

militudes con otras especies (de democracias) ya reconocidas 

(O'Donnell, 1991, 9). Sin embargo, es necesario diferenciar estos

casos de las democracias representativas definidas en el párrafo

anterior.

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8

Fernando Pedrosa-Florcnc

ia

Deich comp iladores

La preocupación de O Donnell tiene que ver con el hecho de que

estos regímenes, sin dejar de cumplir a lgunos requisitos mínimos

establecidos por Dahl (1989), se sostienen en la existencia de elec-

ciones, pero no en los resultados posteriores (ver el texto

de

Batlle

en esta compilació

n).

Esto implica que el candidato ganador no

tiene que legitimarse una vez ganada la elección. A la inversa, una

vez en el cargo, ya no existe mucho espacio para cuestionarlo.

¿Qué significa esto último en la práctica? Las elecciones cons-

tituyen una suerte de firma de cheque en blanco a una élite

política que accede a espacios de toma de decisiones.

La condición delegativa de estas democracias implica que la ciuda-

danía solo se limita a encomendar, confiar, otorgar, entregar, con-

cretamente, delegar el poder soberano al ganador o ganadora) de

una elección.

La élite gobernante accede, como se acaba de señalar, mediante

mecanismos puramente democráticos.

No

hay vicios autoritarios y

se cumplen los requisitos mínimos de

li

bertades políticas y civiles

planteados por Dahl para la po liarquía.

Pero una vez que las elecciones se llevan adelante y un gobierno

es electo, queda poco espacio para que la c iudadanía participe del

control de la toma de decisiones. Los canales de diálogo entre el

gobierno y la ciudadanía se abren solo durante las elecciones, para

luego cerrarse hasta la siguiente elección.

En las DDs no hay incorporación políti

ca

de los sectores popula-

res, excepto en lo discursivo. Ape

na

s se fi rma un cheque en blanco

a los ganadores de la elección presidencial,

y,

por el tiempo que

esté constitucionalmente determinado, los votantes esperan una

salvación de la crisis de la mano de un líder que se cons

id

era ex-

traordinario e insustituible.

l

crram

ientas

para

el análisis de la sociedad

y

el Estado

9

Es

sumamente importante tener en cuenta que las DDs son demo-

cracias. Este tipo de regímenes no posee características autoritarias

típicas de los regímenes no democráticos.

as DDs no son autoritarismos ni democracias representati-

vas ni populismos sino un tipo disminuido de democracia.

Debido al modo en el que las DDs funcionan , los ciudadanos se

convierten en actores que circunstancialmente intervienen en la

entrega de este poder. Es decir, solo lo hacen

el

día de la emisión

de su voto.

Y aunque son fundamenta les en ese momento (esto es, al momento

de

ll

evar adelante la elección), sus motivos pueden ser relegados

con posterioridad a la elección. Esto es así porque el poder fue del-

egado en las autoridades y ellas serán las que entiendan la mej or

forma de gobernar (y no la ciudadanía).

Las nuevas autoridades actúan libremente para llevar adelante el

programa de gobierno que deseen, sin que este se corresponda con

las plataformas que se presentaron en l a elección.De este modo, la

ciudadanía solo podrá ejercer control en el marco de las siguientes

elecciones, cuando

ya

sea tarde para cambiar o corregir las cosas.

El gobierno es

ejercido por los ganadores de la elección. El úni-

co obstáculo que tienen es el tiempo, dado que las elecciones son

periódicas y existe efectivamente la posibil idad de

ser

reemplaza-

dos porotros partidos. También por

el

desgaste que le ocasionauna

oposición, también electa de forma popular. En definitiva, serán las

relaciones entre los poderes, y no las pres iones de la ciudadanía,

las que definan los rumbos de las políticas que se prosigan desde

el gobierno.

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8

Femando Pcdrosa  Florenc ia D eich compiladores)

Profundizando en el concepto

¿Cuá

les son las características que permiten distinguir las democ

racias delegativas de las democracias representativas?

O Donnell plantea una serie de atributos que son propios de este

tipo particular de regímenes.

El

primero de ellos es el hecho de que

las DDs son una forma de manejar y ejercer el poder político. De

aquí se desprende que la

democracia delegativa se distingue por la

forma en la que se toman las decisiones.

Como se señaló previamente, su condición democrática es inne

gable. Las DDs son democráticas en la legitimidad de su origen,

puesto que son gobiernos electos mediante elecciones libres, lim

pias y competitivas. Además, existen libertades civiles y políticas.

Esto significa que en las DDs, así como en las democracias repre

sentativas, los ciudadanos tienen la facultad de reunirse, agruparse

políticamente y competir por el voto popular.

Sin embargo, las decisiones en este tipo de regímenes no se toman

teniendo en cuenta la diversidad de op iniones en la ciudadanía, sino

que tienen un alto contenido discrecional. Esto significa que solo

una

pe

rsona o

un

grupo de personas toman las decisiones. Además,

estos no sienten la necesidad ni la obligación de consensuarlas, am

pliarlas o someterlas a la revisión de instituciones de control.

a

democracia delegativa

se

distingue

por

la forma en la que

se toman las decisiones.

Las formas son muy importantes en un régimen democrát ico. En

democracias representativas,

la

toma de decisiones requiere del ac

uerdo de los

di f

erentes partidos políticos. El Congreso es entendi

do como el espacio donde los partidos políticos ponen en discus ión

sus ideas, intentando llegar a acuerdos y tomar decisiones políticas

co

njuntas,

co

nsiderando los diversos puntos de vista.

Herramientas para el análisis

de

la socied  d

y

el Estado

81

En cambio, en las DDs esto no sucede. Principalmente porque en las

DDs, el presidente tiene el derecho

-y

la obligación- de tomar las

decisiones que crea pos

ib

les para el país basándose en sus propias

ideas, métodos y acciones.

No

hace falta que consulte o atienda

el

reclamo de nadie (en esto las DDs y los populismos contemporáneos

ti

enen mucha relación, como puede leerse

en

el texto de Freidenberg

en esta compilación).

La idea central es que existe una necesidad de

sa

lir de la situación

crítica de cualquier mane

ra

Y la elección de un presidente fuerte,

que no encuentre obstáculos, supone una salida fácil. Así, se vota

a alguien sin importar su pasado y sin conocer su real capacidad

más a llá de su discurso. Es por esto que la democracia delegativa

es asociada por varios con una lógica hiperpresidencialista.

En las DDs se implementa, generalmente, un sistema de elección

ma

yorita

ri

o para sus presidentes, como la doble vuelta (balota e). En

la segunda vuelta, un presidente obtendrá cifras superiores al 50%.

Si se dieran elecciones donde el ganador de una elección presiden

cial se consagrara sin grandes diferencias de su competidor más cer

cano, toda la estrategia de toma de decisiones se vería cuestionada.

En las DDs, el presidente argumen

ta

representar la voluntad del

pueblo y para

eso

necesita porcentajes muy altos de votación que

le

gitimen su vocación mayorita

ri

a.

En las DDs  los liderazgos son

ca

rismáticos y además concen-

tran en ellos todo el saber la decisión sobre cómo salir de la

crisis.

Otro atributo de las DDs es que estimula la aparición de dicoto

mías del tipo patria-a ntipatria  o nación-antinación . Una sue1ie

de polarización social entre quienes apoyan las decisiones presi

denciales y quienes no Jo hacen (y son por ello antipatrióticos).

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82

Fernand

o Pedrosa Florcncia Deich compiladores)

En las

DDs,

quien ocupa la presidencia

por

el período constitucio

nalmente establecido afirma que

no

representa a

un

partido, sino a

la

Nación

en su conjunto. Esta idea

de suma

de la totalidad de las

voluntades hace que la disidencia, por lo menos en términos de dis-

curso, sea negativa.

El uso persistente

de

un lenguaje

de

crisis

por

ejemplo, en la Ar

gentina hacer siempre referencia comparativa con la crisis del 2001)

y el recurso de invocar constantemente los miedos d

es

atados

po

r las

crisis son parte de la estrategia de sostén

de

este régimen (lppolitto

- O'Donnell, 2009).

En

es

tas situaciones de crisis donde la fragmentación social y política

así como el descrédito de los partidos políticos instalan la creencia de

que solo

la

superación de las diferencias puede llevar adelante un plan,

un

proyecto salvador, es decir, donde la sociedad se considera una

sola, homogénea y con un solo interés ( somos todos argentinos );

en ese marco, la

di

sidencia puede ser vista casi como sinónimo de

traición a la patria.

En las

DDs, no

estar de

ac

uer

do

con la decisión presidencial

es

no

estar de acuerdo con la Nación. Quien

se

convierta en presidente,

se

convertirá en la ima

ge

n

de

l Estado, encarnará a la Nación y

por

ello, la ciudadanía o los poderes que deseen contradecirlo deberán

tener en claro

qu

e lo que contradicen es a

la

Nación.

En las DDs el presidente es la encarnación del país del inte-

rés general. Contradecirlo es contradecir a la Nación.

Otra característicade las DDs es la negación de las instituciones de

mocráticas.

En

las DDs, las decisiones presidenciales son las me

jores  (y únicas) para el país. Por eso, los obstáculos a ese tipo de

decisiones son considerados dañinos. La justicia, el parlamento, los

I e

rram

ientas

para

el análisisde la sociedad

y

el Est

ad

o

83

opositores, todos ellos s

on

obstáculos que no deben ser respetados si

contradicen al presidente.

En una democracia representati

va

, las instituciones democráticas

como el Congreso o el

Pod

er Judicial

son

espacios para la revisión

de las decisiones del

Pode

r Ejecutivo.

En una

democracia delegati

va, estas mismas instituciones son espacios

de

dilación de la toma

de decisiones, o bien

de

cuestionamiento al r

égimen

. Y

por

ello,

el presidente afirma

qu

e deben ser dejad

os

de lado

ya

que él

es

el

único repre

se

ntante

de

l país y del pueblo.

Si el Congreso o el Poder

Ju

dicial no acuerdan con lo decidido por

el

Pod

er Ejecutivo,

no

están fortaleciendo el régimen,

como se

cree

en l

as

democracias representativas.

Por

el contrario, están ejer

ciendo

una

fuerte crítica a la democracia.

No

solo las instituciones

políticas son obstáculos; muchas veces los grupos

eco

nómi

cos

y

la prensa r

esultan obstáculos

para

el ejercicio de la democracia

delega

ti

va

.

Esto impacta también sobre la forma en la cual

se

toman deci

siones (solo el grupo oficialista

toma

las decisiones) y el tipo de

políticas públicas

que se ponen

en marcha. P

or

lo

ge

neral, al no

mediar instituciones

como

el Congreso o el

Poder

Judicial, las po

líticas públicas son di

seña

das e imp

le

mentadas

de for

ma abrupta,

cambiante y sin consulta.

Estas decisiones, al

no

ser consultadas con otras insti

tu

ciones o ac-

tores, pueden ser fuertemente cuest

iona

das y cuestionables, tanto

en

su

pertin

enc

ia

como

en

su

efectividad. Y sin duda, pueden no

contar con el aval de instituciones

como el

Congreso, los partidos

políticos o l

os

grupos afectados

por

dicha política.

En las DDs la única institución legítima es la presidencia; el

resto debe obedecer o aparatarse de las decisiones del Estado.

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84

ernando P

edro

sa-Flore

nci

a Deich c ompil

adore

s)

Las DDs se caracterizan por su condición movimentista. ¿Qué significa

esto? Significa que se apoyan en movimientos sociales, no en partidos

políticos. Es

to

les permite ampliar

la

cantidad de individuos que apoyan

al

candidato.

Los movimientos, a diferencia de los partidos políticos, permiten

una

mejor integración de las diferencias entre sus componentes.

Los partidos políticos son considerados obstáculos para la toma de

decisiones porque, en general, solo integran a personas que coinci

den entre ellas y rechazan a quienes piensan distinto. El presidente

de la DD quiere representar a todos.

El presidente supera estas facciones, y construye un movimiento

en

torno a sí mismo antes que un partido. Se sostiene en el apoyo

de un movimiento pero que no se limita a este; lo s partidos son

un

componente más del movimiento. El gobierno se sostiene más allá

del partido.

En las DDs el presidente se sostiene en movimientos ampliosy

heterogéneos más que en partidos políticos.

Auge y decadencia de las DDs

Si las DDs surgen como la respuesta a una crisis - económica, so

cial o ambas-, una vez superada la crisis, el auge del modelo de

legativo comienza a caer. La posibilidad de sostener este modelo

en el tiempo es poco probable. Sobre todo, porque la oposición

- partidaria o no- podrá encontrar ecos en los cuestionamientos al

accionar unilateral de los presidentes.

Y existiendo, como existen, elecciones libres, la ciudadanía podría

efectivamente votar por una alternancia. Más tarde o más tempra

no

en

el tiempo, la ciudadanía exigirá una rendición de cuentas, ya

Herramientas para el anális is de la sociedad

y

el Estado

85

sea a través de sus representantes en

el

Congreso o en el marco de

una elección presidencial.

Las tensiones generadas por el discurso del presidente

en

las DDs

generan cansancio y un desgaste en la población que impactan en

la desacreditación del liderazgo presidencial, que es el sostén de la

democracia delegativa.

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1

¡

1

DICT DUR

UN

CONCEPTO COMPLEJO

Por Verónica Beyreuther•

Existen muchas definiciones alreded

or

del concepto de dictadu-

ra. En términos generales, ellas coinciden en que una dictadura es

aquel gobierno por el cual una o varias personas asumen sin límite

alguno el control del Estado de un país

1

• Es decir, la dictadura es la

forma que adopta el gobierno de

un

régimen no democrático ver

el texto de Labandeyra en esta compilación).

Estos gobiernos dictatoriales excluyen cualquier posibilidad de

división de los poderes del Estado Legislativo, Ejecutivo y Ju-

dicial), propios de una república. En una dictadura nadie puede

ponerles límites a la persona o al grupo que

ej

erce el poder. En este

tipo de gobierno, el Estado está directamente personificado en la

figura del dictador.

Verónica Bcyrcuth

er es

socióloga y docente

en

l

as

carreras de Sociología y de Relacion

es

del

Trabajo de

la

Facultad

de

Ciencias Sociales de

la

Universidad de Buenos Aires y también, en la

materia Introducción

al

Conocimiento de la Socied

ad y

el Estado del Programa UB XXL

J

Muchas de las ideas aquí presentadas han sido basadas en e l trabajo de Rouquié

1981

).

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Fernando Pedrosa-Florencia Deich (compiladores)

En un régimen democrático, los tres poderes deberían interactuar

y controlarse mutuamente. Contrariamente a lo que ocurre bajo un

régimen democrático, bajo una dictadura, los parlamentos el Po-

der Legislativo) son anulados, ya que no hay elecciones. Además,

aunque las hubiera, estas serían fraudulentas o con proscripciones.

Tal es el caso de lo ocurrido en la Argentina en la época del llama-

do fraude patriótico, tras el golpe militar

de

1930 Potash, 1986 y

Romero, 2012).

En una dictadura, ni siquiera los jueces pueden actuar independien-

temente, ya que son designados arbitrariamente según la

vo

luntad

del dictador y de su grupo. Med iante esta práctica, los integrantes

de una dictadura buscan garantizar la impunidad de sus actos. Por

el contrario, en un régimen democrático los jueces son designados

por

el Senado.

Al

poder elegir los

jueces

a su antojo, los integran-

tes de una dictadura se están garantizando la impunidad.

Por otro lado, los derechos y garantías constitucionales de los que

todo ciudadano debe poder gozar quedan suspendidas o bien, anu-

ladas. Ello implica que el poder que pueden ejercer los gobernan-

tes sobre los gobernados no conoce ninguna restricción . Tampoco

hay restricciones en cuanto a la duración del régimen.

Es

decir,

una dictadura no tiene un plazo de finalización previsto.

Una dictadura implica la restricción o supresión de libertades de

expresión , reunión y asociación como se ha dado va rias veces en

nuestro país. Por ejemplo, en la última dictadura argent

ina

iniciada

en 1976, también se ap

li

có la persecución de opositores, la prohi-

bición

de

la actividad política y sindical, la desaparición forzada

de personas y la censura en radio, televisión, periódicos y libros

Romero, 2012).

l lerramientas para l análisis de la sociedad y l stado

9

La legitimidad de una dictadura

La coacción pura

puede

servir inicialmente para mantener el do-

minio sobre una sociedad, pero al transcurrir el tiempo, se hace

necesario algún grado

de

consenso. Todo gobierno necesita

de

una

legitimidad que complemente el uso

de

la fuerza a la hora de con-

vencer sobre la necesidad de su dominio sobre una sociedad .

Más allá de cómo haya llegado al

poder

, la dictadura tratará de

mantenerse en el poder todo el tiempo que le sea posible, sobre

todo, en tanto dure la causa que supuestamente le dio origen

2

De

modo que el problema de la duración de una dictadura está unido

en forma inseparable al de la legitimidad Rouqu ié, 1986).

Para lograr esa legitimidad, las dictaduras generalmente se conso-

lidan en el poder apelando a un supuesto interés

púb

lico . A veces

con promesas de recuperar un orden perdido, o de luchar contra

alguna amenaza. En otras ocasiones, para garantizar un bienestar

económico o enfrentar una crisis Yescas Sánchez, 2007).

Las dictaduras prometen representar el bien común y ofrecer so-

luciones que la democracia no posee, pero esconden una realidad

muy diferente. Solo buscan atender los intereses de una persona

el líder) o de un grupo y para cumplir sus objetivos, dejan de lado

cualquier otra consideración o demanda social.

Este tipo de gobiernos se instaura rompiendo con el orden político

anterior, tal como sucedió numerosas veces en la Argentina ver

el texto de Deich en esta compilación). A veces, no solo ignoran o

violan

la

constitución , sino que también la reemplazan. Por ejem-

plo a partir del golpe de Estado del Gral. Juan Carlos Onganía en

2 Como en el caso de mili

tares

argentin os

que popularizaron frases

como el proceso de

rcorgani-

n ión

n

acional

no tiene plazos sino objetivos o las urnas

están bien

guardadas .

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90

Fernando Pcdrosa-Florencia Deich compiladores)

junio de 1966, se le adosó el Estatuto de la Revolución Argentina

a la constitución. Sobre dicho estatuto, juraron las autoridades que

ejercieron el poder durante ese período (Romero, 2012).

En ocasiones, una dictadura también puede surgir de r gobierno

democrático. Este caso ocurre cuando un gobernante el :cto demo

cráticamente decide hacer un autogolpe de Estado y disolver a los

restantes poderes o eliminar las garantías institucionales.

Por

ejem

plo, ante la posibilidad de perder el poder por la vía electoral, utili-

za

los resortes del Estado para no obedecer las leyes perpetuarse

en a l mando del gobierno. Una cuestión así se registró en Pe1ú en

el año 1992 con el entonces presidente Alberto Fujirnori.

Orígenes

Este tipo

de

gobierno, la dictadura, se originó en la República Ro

mana - d

es

de el 509 a. C. hasta el 27 a C. - como una institución

constitucional para ser ejercida solamente en momentos ex::epcio

nales. En aquella época, la dictadura adoptaba la forma de

una

ma

gistratura, o sea, un cargo o función dentro del Estado.

Sin embargo, esta magistratura solo se podía aplicar en forma ex

traordinaria en casos de peligro o de amenaza exterior, o cuando

por algún conflicto in terno, la situación social se volviera incontro

lable. Si alguno de esos sucesos ocurría, el Senado podía autorizar

a los

nsules (el cargo ejecutivo de mayor poder) a designar a

un

funcionario que

se

llamaba dictador.

Una vez elegida la persona que ocuparía esta función se le otor

gaba un poder absoluto las decisiones que tornaba eran inapela

bles. No obstante, también quedaban algunos controles en pie. Por

ejemplo, el dictador solo podía mantenerse en su cargo en

un

lapso

temporal muy definido y breve (seis meses). Ejercía, entonces, una

Herramientas para el análisis de la sociedad

y

e l Estado

91

función prevista, designada y legitimada

por

el r

ég

imen político

romano. Si bien todos los restantes cargos ejecutivos quedaban

suspendidos, los cónsules mantenían sus potestades.

De modo que la dictadura se daba pues en conformidad con la

constitución del Estado

Es

decir que no la violaba, sino que estaba

establecida para salvarla frente a una amenaza muy puntual.

Como puede observarse, las dictaduras que se han llevado a cabo

en los últimos años

a

partir

de

l siglo XX) difieren absolutamente

de lo que fue

en

sus orígenes, durante la época del impe

ri

o romano.

En su versión contemporánea, la dictadura no posee ningún

ti

po de

contralor ni está prevista en la legislación y mucho menos tiene un

plazo determinado para su duración.

También, hay otros usos del término

di

ctadura .

Por

ejemplo, en

la

teoría marxista-leninista se utiliza

la

expresión dictadura del

proletariado para hacer referencia al gob ierno de los trabajadores

o pro letarios en el marco del triunfo del sistema socialista.

Según este concepto, los trabajadores no tienen los medios de pro

ducción de la

ri

queza, sino apenas su fuerza de trabajo por

la

que

obtienen un magro salario. Por ello, una vez que derrotaran al sis

tema capitalis

ta

conformarían esta dictadura para consolid

ar

y de

sarroll

ar

el proceso revolucionario socialista

3

Debates sobre los tipos de dictaduras

En América Latina, en algun

os

casos, no es fácil acordar sobre el

carácter dictatorial de un régimen. A veces, no se puede poner el

par dictadura-orden constitucional, tal como el negro y el blanco

3 Pueden consultarse diferentes definiciones de dictadura en la web <http //www.mc.gov.ar/

cferne 24demarzo quees

 

html>

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92

Femando Pedrosa~Florencia Deich compiladores)

(Rouquié, 1986). Los procesos sociales son mucho más complejos

y rara vez se pueden caracterizar en forma simple.

Los regímenes políticos dictatoriales tienen características claras, que

permiten definirlos o encasillarlos sin mayor dificultad (por ejemplo,

el período de Hitler como canciller alemán o e l de Videla en la Ar-

gentina). Sin embargo,

en

otras ocasiones, hay casos dudosos o que

dificultan ser caracterizados de una manera directa. Por eso, se requie-

ren profundos análisis un gran conocimiento de la coyuntura y del

contexto para, recién entonces, calificar el caso del que se habla (por

ejemplo, en tomo a Cuba o a China).

Para los ciudadanos de una sociedad determinada, tampoco resulta

siempre evidente que una dictadura sea más ilegítima que el poder

normal o constitucional al que sustituye. Como se ha dicho an-

teriormente, si bien han llegado al poder impuestas por intermedio

de golpes de Estado, las dictaduras también pueden poseer algún

tipo de consenso civil.

Una dictadura puede ser de diferentes tipos, abarcando desde un

autoritarismo superficial al totalitarismo más inhumano. En esta

ú ltima opción, el gobernante tratará de utilizar todo su poder para

imponer una ideología determinada o para convertirse él mismo en

un Dio s sobre la tierra, con poder de vida y

mu

erte sobre la pobla-

ción. Este fue el ejemplo del fascismo o el nazismo, entre muchos

otros. O líderes como Stalin, que hicieron obligatorio el culto a su

persona.

También, pueden encontrarse dictaduras que buscan imponer una

religión determinada o para mantener el poder, o solo para enri-

quecerse sin darles mayor importancia a las ideas (por ejemplo,

las dictaduras de Duvalier en Haití , o de Trujillo

en

República

l cr

ra

mienta s p

ara el aná

li

sis

de l 

sociedad

y

el slad

o

9

Dominicana). Incluso pueden encontrarse dictaduras

ba

sadas en la

existencia de personalidades lindantes con la locura (como fue el

caso de la dictadura de

Id

i Amin en Uganda,

en

África).

Las dictaduras en América tina

Las dictaduras que imperaron en América Latina durante e l siglo

XX fueron ejerci das generalmente por gobiernos militares que uti-

lizaron el pretexto de encauzar E stados debilitados por gobiernos

democráticos ineficientes. Esta ineficiencia se observaba tanto en

la imposibilidad de resolver crisis económicas corno para luchar

contra la subversión. Con este concepto (subversión), quienes in-

tegraban una dictadura se referían a

lo

s g rupos a

rm

ados, general-

mente de izquierda, que planteaban un cambio radical del régimen

político.

Para salvar  a lanación de estos grupos izquierdi stas armados, los

militares realizaron g0lpes de Estado, arrogándose de este modo el

poder y su uso discrecional. Al no tener controles de ningún tipo,

cometieron toda suerte de atrocidades, justificando su accionar en la

lucha antiguerrillera o anticomunista. En la práctica, aplicaron un te-

rrorismo de Estado indis

cr

iminado, a la vez que trataban de ocul tar

tales hechos ante

la

opinión pública nacional e internacional.

En

síntesis, en esta forma po líti

ca

que acabarnos de describir (la

dictadura), la parcialidad la arbitrariedad se erigen corno normas

pennanentes, formales o informal

es

(ver el texto de Pedrosa en

esta compilación), sin ninguna intervención organizada de los ciu-

dadanos ni de otras instituciones r epresentativas como elementos

que controlen o balanceen alpoder estatal. La dictadura es la forma

de gobierno de un régimen político no democrático.

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Fernando Pcdrosa-Florcncia Deich compiladores)

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México.

GOLPE DE ESTADO

APROXIMACIONES AL CONCEPTO

DEFIN

I

CIONES

Y

TIPOLOGÍA

Por Florencia Deich•

Introducción

Este texto presenta una serie de elementos para comprender el

significado del concepto de golpe de Estado. Se lo abordará del

siguiente modo: primero, influido por la historia del país donde se

produce

y,

segundo, condicionado por el momento

par

ticular en

que sucede.

Esto quiere decir que las distintas definiciones acerca del concepto

de golpe de Estado pueden variar según el contexto histórico y las

implicancias que estos hechos manifiesten sobre la vida política de

un país especí

fi

co.

En

síntesi

s,

la suma de la historia del país

y

de

los protagonistas) y el presente inmediato cuando el golpe ocmTe

determinan que cada golpe tenga características especificas.

Florencia Dcich es licenciada en Ciencia Po lítica de la Universidad de Buenos ires, profesora de

I

ntroducción al Conoc

imi

en

to

de la Sociedad y el Estado de l Programa

UB XXI

y jefa de trabajos

prácticos de la materia Ciencia Política del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires.

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9

Femando Pedrosa-Florenc

ia

Deich

compiladore

s)

Los momentos

en

que se produce

un

golpe de Estado, en

un

a so

ciedad determinada, son en general muy problemáticos y por eso,

requieren de un análisis detallado. Por otro lado, los vínculos entre

la sociedad y el Estado son siempre difíciles de entender ya que

en ellos aparecen múltiples personajes y grupos, con estrategias

ambiguas y, a veces, contradictorias o cambiantes.

Al tomar en cuenta la complejidad que se abre al analizar el con

cepto, no debe utilizarse una ecuación buenos contra malos . Pen

sar que los actores, sus intereses y sus acciones, son homogéneas,

conduce a analizar erróneamente la realidad y a obtener conc lusio

nes parciales

y

a menudo incorrectas.

Finalmente, en este capítulo, también se presentarán algunos ejemplos

históricos que dan cuenta de la complejidad del concepto de golpe de

Estado como hecho concreto a lo largo de la historia argentina.

l concepto

Un golpe de Estado siempre se propone producir una ruptura del

régimen político existente hasta ese momento'.

En

este sentido, el

concepto de cambio de régimen político es clave para el análisis de

los golpes de Estado. El golpe (la acción de derribar a un gobierno

constitucional) es el instrumento que permite conducir y producir

ese cambio.

n

golpe de Estado produce un cambio de régimen político.

Por lo general, un golpe (de Estado) conduce un cambio desde un

régimen democrático -que es el que cae- a otro dictatorial, que se

impone por la utilización ile

ga

l de la fuerza.

El

co

n

cepto de go

lpe de

Estado debe abordarse en conj

unto

co

n el

de

régi

men

político: Levi

( 1997) y Labandeyra

en

la presente compilación.

l

lcrr mient s

p r el

análisis

de la sociedad y el Estado

9

Un golpe de Estado es

una

acción que no está prevista en la ley y

que interrumpe formas democráticas de elección de autoridades

políticas.

En

la Argentina esto ocurrió reiteradamente a través del sistema

democrático desde comienzos del siglo XX, sobre todo, con la san

ción de la llamada Ley Sáenz Peña del año

191

2 que inauguró la

etapa de la democracia en el país (Romero, 2012).

Las leyes que regulan el régimen político están generalmente en

las constituciones nacionales. Al mismo tiempo, las leyes de un

país reg lamentan la obediencia de los cuerpos armados del Estado

a las autoridades políticas legítimas. Al desobedecer todo esto sin

im

portar la causa que lo origine o j ustifique,

es

que el golpe de

Estado se define como una acción inconstitucional y por ello fuera

de la ley.

n

golpe de Estado  sin importar la causa que invoque  es

siempre un acto ilegal.

Por otro lado, necesariamente, un

go

lpe de Estado involucra al

gún tipo de violencia por parte de quienes lo ejecutan. A veces,

la presencia de la fuerza es muy visible, como ocurrió en el golpe

de 1930 que terminó con el gobierno de Hipólito Yrigoyen o en el

de 1955 que expulsó a Juan Domingo Perón del poder. En

am

bos

momentos, con diferentes grados, las fuerzas militares salieron de

los cuarteles donde están destinadas normalmente y aplicaron la

ruerza contra el gobierno democrático.

A veces, esa violencia está m

its

solapada, como sucedió en 1962

con el movimiento que obligó a renunciar al entonces presiden

te

radical Arturo Frondiz

i.

Seguramente, estas diferencias (en el

grado de violencia ap licada derrocar a un gobierno) tengan que

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9 Femando Pe

dro

sa-Florencia Dcich compi ladores

ver con el grado de oposición que los líderes del golpe perciban

de parte de la sociedad y

de

la fortaleza del gobierno que se busca

derrocar.

Un golpe de Estado siempre es un hecho violento aunque va-

riable en el grado y en la orma en que la aplica.

Otro elemento característico de los golpes es que no fueron realiza

dos por las Fuerzas Armadas o algún sector de ellas exclusivamen

te. En general, estos golpes fueron liderados y planificados por los

militares pero también impulsados por distintos actores civiles. Y

en muchas ocasiones, contaron con fuerte apoyo político y social

y también de parte de ámbitos religiosos, gremiales e, incluso, in

ternacionales.

La

heterogeneidad de proyectos de los

go

lpistas fue una característica

común en

la

historia de las interrupciones militares en

la

Argentina.

Por e

ll

o, al poco tiempo de asumir el poder, los golpistas ya que no

podían consolidar un núcleo de poder que los sostuviera en

el

tiempo.

Por

eso, una característica muy común de los

go

lpes de Estado en

la Argentina es que quienes los realizaron solo tenían en común

el deseo de expulsar al presidente o al partido de gobierno y no

pose ían más acuerdos que ese. Debido a esto, al llegar al poder, co

men

za

ban inevitablemente a

di

vidirse y enfrentarse, muchas veces

también apelando a la violencia entre ellos mismos.

Así, poco despu

és

del éxito de la rebe

li

ón militar, los problemas

soc iales o económicos que habían dado sustento al

go

lpe, recru

decían. Ante la imposibilidad de resolver los problemas que la

soc

iedad les planteaba, los golpistas debían volv

er

a convocar a

elecciones y dar paso a una transición a

la

democracia ver el texto

de S imone en esta compilación).

Herramien tas para el análisis de

la

sociedad y el Estado

99

n

golpe

de

stado es un hecho en el que participan di

ve

rsos

sectores y grupos sociales.

Suele ocurrir que, cuando retorna la democracia, los golpistas vuel

ven a encontrar un factor común y otra vez,

se

unen para conspirar.

Tal

es el caso en la Argentina, donde el cambio constante entre

regímene s democráticos y no democráticos se volvió una historia

dificil de terminar Romero, 2012).

Cada golpe de Estado posee objetivos y representa intereses de

terminados que pueden no tener nada que ver con otros golpes de

Estado anteriores o posteriores. Por esto,

la

única manera de in

terpretar las circunstancias que dieron origen a un golpe -y que

explican su éxito en tomar el poder- es anal izar cada caso en forma

independiente, encontrando sus elementos particu

la

res.

Una vez que el golpe de Estado es comprendido en su especifici

dad es decir, en aquello que lo hace diferente a los otros) puede

plantearse un estudio más profundo. Incluso compararlo con el

re

st

o de los

go

lpes de Estado. De este modo se podrán analizar las

diferencias y continuidades entre los distintos golpes de Estado.

Esto aportará mucho a comprenderlos mejor y entender por qué

ocurrieron.

n golpe de Estado es un hecho que tiene características pro-

piasy por lo tanto diferentes a las de otros golpes de Estados

pero también numerosos elementos comunes.

¿Cómo analizar un golpe de Estado?

A partir de lo dicho hasta aquí, para ab

or

dar el estudio de los gol

pes de Estado es necesario profundizar

en

cuáles son los elemen

tos distintivos que los caracterizan.

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100

Fernando Pedrnsa-F lorencia Deich compi ladores

En la Argentina, hubo muchas interrupciones de gobiernos consti

tucionales aunque, como se dijo anteriormente, no todas han sido

similares. Los aspectos a considerar para caracterizar un golpe de

Estado y que permiten distinguirlo de otros son: 1 las causas que

conducen al hecho del golpe, 2)

el

liderazgo y los actores que los

llevan a cabo, sus intereses y discursos, 3) cómo se desarrolla y

4) las consecuencias y efectos sobre el sistema político y la vida

social.

Por lo general, las causas que llevan a un golpe

de

Estado, se em

parentan con la existencia

de

una profunda crisis política, institu

cional o económica de una nación.

En

cualquiera de esos casos,

el

gobierno democrático de turno el que será derrocado por el golpe)

pierde la legitimidad ante parte de la ciudadanía.

La

población, en

tonces, no cree que el gobierno democrático pueda solucionar los

problemas que se enfrentan). Por ello, se encuentra en un escenario

de fragilidad importante cuando no extrema.

En ese marco de crisis, el gobierno democrático también pierde

el

contrnl de las instituciones que monopolizan la fuerza, como por

ejemplo, las fuerzas militares y la policía. Al mismo tiempo, pierden

el apoyo de sectores con poder y que podrían evitar el golpe empre

sarios, Iglesia,

la

prensa, los sindicatos, otros partidos y liderazgos,

etc.). Finalmente, los golpistas se aprovechan de ambos factores:

un

a

situación de crisis social o económica) que

no

puede ser solucionada

y la falta de apoyo del gobierno.

Tipología de los golpes de Estado

Los golpes de Estado en que las Fuerzas Armadas toman el poder

y son el grupo más importante de la

coa

lición

go

lpista, son los de

nominados golpes militares. En estos casos todas las instituciones

Herramientas par

a e l análisis de

la

sociedad y el Estado

101

existentes quedan bajo la órbita militar. Son los jefes de dichas

fuerzas quienes eligen al presidente y suprimen el parlamento;

el

igen a los gobernadores, intendentes y embajadores que muchas

veces son hombres de armas. Las decisiones se toman en el seno

de la institución militar que es el verdadero poder.

Como en todo golpe de Estado que anula un régimen democrático,

la constitución queda relegada y se prohíbe la acti

vi

dad política en

cualqui

er

ámbito. Este tipo de golpe de Estado fue el más común

en la historia arg

en

tina.

Cabe señalar, también, que los actores civiles pueden organizar

un golpe de Estado con el objetivo de cambiar

el

rumbo político

de un país a través de la violación y de la falta

de

reconocimiento

de la legalidad constitucional vigente.

Un

go lpe de Estado sin que

participen los militares. A este tipo se lo puede denominar golpe

institucional.

Este tipo de go lpe de Estado no

ha

sido característico en la his

toria argentina, aunque un tipo de acción de este esti lo ocasionó

el

fin del gobierno de Fernando de la Rúa . Sin embargo, aquellos

sucesos no ocasionaron un cambio de régimen,

ya

que el sucesor

de

De la

Rúa asumió la presidencia siguiendo lo previsto por la

Constitución Naciona

l.

Por

otro lado, también puede ocurrir que un mismo gobierno

or

i

ginalmente democrático- realice un golpe para quedarse en el po

der. Esto puede suceder porque visualiza que lo puede perder en las

elecciones o porque no se puede reelegi

r.

En este caso, el llamado autogolpe de Estado, significa que

un

presi

dente que había sido elegido por la vía democrática se convierte

en un

dictador. Esto es así porque an

ul

a el parlamento,

la

justicia y suspende

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1 2

ernando Ped

ro

sa

-  l

or

e

nci

a Deich compiladores)

las garantías constitucionales de la población. En la Argentina, no

se

registra este ti

po

de golpes. Un ejemplo fue el protagonizado por el

entonces presidente peruano Alberto Fujimori en los años 90.

Un nue

vo

tipo de golpe de Estado es el llamado gol

pe

de mercado.

A partir de la década de 1980, el descrédito de los militares lue

go

de

la guerra

de

Malvinas imp idió que se produjera otro nuevo

golpe de estado. Sin embargo, la ines tabilidad de los presidentes

democr

át

icos continuó Romero, 2012).

Durante el golpe de mercado en vez

de

tropas y aviones,

se

util izan

el mercado financiero y la economía como armas corridas contra

la moneda nacional, subidas del dólar, inflación). Pero el intento

de

desestab ilizar a un gobierno, no solo se observa en vari

ab

les

económicas, sino también en la calle. Por eso, incluye los llamados

saqueos y movi lizaciones informales de sectores marginad

os

bajo

la batuta de grupos políticos que buscan crear una sensación de

descontrol y pérdida

de

orden.

La combinación

de

ambos descontro l económico y desorden so

cial) produce la pérdida de legitimidad del gobierno. Los ciuda

danos no confían

en

que el Estado resuelva la crisis económica y

garantice el orden social. También, suele aparecer en la población

un

temor genera lizado por la pos ible proliferación de hechos de

violencia social.

Es

te tipo de acc i

ón go

lpista se observó

pa

rcial

mente en la Argentina .

Fu

e la que aceleró el fin de l gobierno de

Raúl Alfonsín y terminó con el de Fernando de la Rúa Romero,

2012). Ambos hechos tuvieron al Pa1t ido Justicialista en el centro

de la co nspiración.

Más

allá de los diferentes tipos de go lpes de Estado, la violencia

y el uso de herramientas no democráticas están siempre presentes,

sea un movimiento civil, mi

li

tar o cívico- militar. Lo mismo ocurre

Herramientas

para

el análisis de la sociedad

y

el Estado

1 3

con la aplicación de la fuerza contra la oposición, la disidencia o

las expresiones contrarias hacia quienes están en el poder.

Los golpes de Estado en la Argentina

Durante el siglo XX, en nuestro país, se sucedieron seis golpes de

Estado militares, en los siguientes años: 1930, 1943, 1955, 1962,

1966 y 1976. Cada uno de esos golpes adoptó diferentes caracterís

ticas en relación con los objetivos y actores que los llevaron a cabo.

l

primer elemento entonces

para

destacar es la gran canti-

dad de golpes de Estado y cambios de régimen que sufrió nues-

tro país. Esto no.fue igual en toda la región.

Otros países atravesaron experiencias autoritarias muy breves o

fueron directamen te inexistentes, corno Colombia, Venezuela y

Co

sta Rica. Países como Chile y

Urug

uay tuvieron golpes de Esta

do que perduraron en el tiempo, pero en

un

número menor que la

Argentina. Por su

par

te, rasi l y Paraguay transitaron por dictadu

ras muy largas, o por sistemas autoritarios como México Alcánta

ra, Paramio, Freidenberg y Déniz, 2006).

Los cu

at

ro

prim

eros golpes

en

la Argentina 1930, 1943, 1955 y

1962) establecieron dictaduras

pro

visionales y luego , los gobier

nos que surgieron de ellos, llamaron a elecciones. En los últimos

dos go lpes 1966 y 1976), las dictaduras tri

un

fantes intentaron es

tablecer un gob ierno

de

largo pla

zo

Romero, 20 12).

El primer g olpe mi li tar de la historia argentina se realizó el 6 de

septiembre del año 1930 y fue liderado por el Gra l. José Félix

Uriburu. Este gol

pe

derrocó

al

presidente Hipól ito Yrigoyen

de

la

Unión Cívica Radical que había sido elegido a través del voto po

pular para ejercer su segundo mandato en 1928.

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104

ern ndo Pedrosa-Florcncia Deich compiladores)

Ese fue el primer go lpe militar en la hi storia del país. Curiosamen

te, no tuvo el apoyo activo de numerosos sectores de

las fuerzas

armadas, aunque sí de

la

prensa, la Iglesia y los partidos oposito

res. El mismo Juan Domingo Perón fue una pieza importante en

ese proceso.

Posteriormente y a pesar de su origen claramente ilegal, Uriburu

fue reconocido como presidente provisional de la Nac ión por la

Corte Suprema. Esto dio ori

ge

n a la doctrina

de

los gobiernos de

facto que

ser

ía utilizada para legi timar a todos los demás golpes

militares.

La dictadura de Uriburu y sus continuadores utilizaron la pros

cr

i

pc

ión (pro

hi

bición de presentarse a elecciones para algunos de

los líderes opositores) del radicalismo y el control absoluto de los

resultados electorales a través del fraude patriótico rea lizado por

l

  s

Fuerzas A rmadas Este hecho dio inicio a lo que se denominó la

década infame, un gobierno fal

sa

mente democrático y restringido.

El golpe de junio

de 1943 tiene varias particularidades que los des

tacan de los otros. Fue un go lpe importante en la historia del país

más allá de la brevedad e inestabilidad

de

los gob iernos que inau-

guró (Romero, 20 12).

Lo primero que

se

debe

de

stacar de l

go

lpe de 1943 es

qu

e derrocó

al

gob

ierno

de

facto anterior

2•

En segundo lugar, se puede mencio

nar que fue el único golpe que tuvo solo intervención militar. En

tercer lugar, el golpe no tuvo causas económicas sino que surgió

como respuesta a la intención del gob ierno fraudulento de Ramón

Cas tillo de romper la neutralidad frente a la Segunda guerra mun-

2 Ramó n Cas till

o

el presidente derrocado 

era parte

del rég imen de

la

l

la

mada década infame  

here

dero

directo del

go

lpe

de 19

30

pero

barnizado de

de

mocrac ia med

iant

e el

fraude

p

at

riótico.

l erramicntas para

el

an.il isis de la sociedad y el

Estado

1 5

- -   -

dial, volcándose así al bando aliado liderado por Estados Unidos.

Contrariamente, los responsables del

g

o pe

de

1943 admiraban el

modelo italiano liderado por el fascista Benito Mussolini, sobre

todo, el orden social que había logrado dejando de lado el peligro

comunista . Por ú t mo   en este golpe volvió a participar (y esta

vez con mucho más protagonismo) Juan Domingo Perón, quien

llegaría hasta ser vicepresidente del gobierno militar.

Cabe señal

ar

que el gobierno surgido

de

este

gol

pe 110 tenía pre

tensiones de permanecer mucho tiempo en e l poder, por lo que fue

una dictadura con carácter transi tor io. Sin embargo,

110

por eso las

disputas internas fueron menos intensas.

En

efecto,

se

desencade

naron dos golpes internos (golpes dentro

de

l golpe). Es decir que

tres dictadores se autoproclamaron presidentes sucesivamente:Ar

turo Rawson, Pedro Pablo

Ra

mírez y Edelmiro Farrel l

El sigu iente gol

pe

( 1955)

se

caracterizó

po

r su antipcronismo y

la violencia ejercida contra los seguidores del Gral. Perón, quien

había sido electo en 1945 y reelegido en 1951. Otra particularidad

que

pr

esentó este golpe se relaciona con

la

falta de acuerdo entre

quienes formaban parte de la coalición golpista (o quienes toma

ron el poder). Como es de esperar, esto trajo confl ictos internos

con respecto a la gobernabilidad, por ello el presidente surgido de

di

cho

golpe debió renunciar al poco tiem

po

de asumir, dejando el

lugar a otro militar.

Los golpes contra los gobiernos rad icales fueron también particu

lares. En e l caso del gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962),

se

mantuvo la fachada constitucional en forma superficial, como si el

presidente hubiera renunciado voluntar iamente, cuando no fue as í

(Romero, 2 12) . Fue público y notorio que Frondizi abandonó el

gobierno

por

la constante presión y extorsión de los militares. Como

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106

Fernando Pe

dro

sa-  lorencia Deich compiladores)

también había renunciado el vicepresidente, entonces asumió la pri

mera magistratura del país José María Guido (1962-1963), quien

era el presidente provisional de la Cámara de Senadores y así se

mantuvieron las formas constitucionales.

Durante

el

gobierno de Guido, se ejemp

lifi

lo

dicho en páginas

anteriores sobre la dificultad de los golpistas para encontrar acuer

dos. Las diferencias entre los militares que ocasionaron el golpe

contra Frondizi se hicieron públicas al punto que se dirimieron

por las armas en el recordado suceso de azules contra colorados

(Romero, 2012).

En el caso del golpe que derrocó al presidente Arturo Ill ia (1963-

1966), sucesor de Gu ido, lo

ll

amativo es que el país no vivía nin

guna crisis económica. Por el contrario, se trató de un momento de

estabilidad y crecimiento.

Vale decir que fue un golpe de Estado ocasionado por diferencias

políticas y las ambiciones de distintos actores que no estaban dis

puestos a esperar el final del mandato del radical. El golpe contra

lllia contó con el activo apoyo del peronismo a través de la parti

cipación sindical y las ambiguas señales enviadas por el mismo

Perón desde España, donde se encontraba exiliado.

El golpe de Estado liderado

en

tonces por el Gral. Juan Carlos

Onganía (1966) se propuso

co

nformar un go

bi

erno

de

largo pla

zo con objetivos que buscaban imponer un cambi o estructural

en la economía y la sociedad argentina. No lo logró y ade más,

debió renunciar como consecuencia de un movimiento social que

encontró en el ll amado Cordobazo  su momento más s imbólico

(Romero, 201 2). Desde entonces, la v iolencia política comenzó a

ser un dato constante de la realidad política argentina.

Herramienlas para el náli

sis

de l  sociedad

y

el Estado 107

El últ imo go lpe de Estado (1976) se caracterizó por ha

be

r sido el

más sangriento de la historia de la Argentina. Se impuso

el

terroris

mo

de Estado y se violaron sistemáticamente los derechos huma

nos (ver el texto de Etchevest en esta compilación). Se produjeron

decenas de miles de desaparecidos, muertos, secuestros y exilios.

La derrota en la guerra de Malvinas (1982) y la quiebra económica

del país, ocasionaron

un

desastre de tal magnitud que arrastraron

con ellos la idea de que los militares podían servir para algo m ás

allá de gestionar la vida en los cua

rt

eles.

De hecho, hasta el día de hoy no se ha r

eg

istrado ningún otro go

bierno militar. Tampoco los militares han vuelto a aparecer ante la

opinión pública como posibles líderes pa

ra

solucionar coyunturas

de cri sis lo que era muy habitual en los años anteriores.

Por lo ex

pu

esto, el golpe de Estado ha s ido un pro tagonista

in

elu

dible en la historia argentina. Sin embargo, como método habitual

de influencia política

no

es

el

culpable ni el responsable de los

desencuentros ni de la decadencia de la sociedad argentina.

La interrupción del régimen democrático por la fuerza es el sínto

ma la muestra de profundos desacuerdos y de la impos

ib

il

id

ad de

una sociedad (con sus grupos antagónicos) de llegar a consensos y

a una estabilidad del régimen, aun con sus di ferencias.

Bibliografía

ALCÁNTARA, MANUEL; Paramio, Ludolfo; Freidenberg , Flav ia Déniz, José

(2006), Re.formas económicas

y

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,I

108

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Breve historia contemporánea de la Argen-

 

na. 1916 2010

(3. ed. revisada y actualizad a), Buenos Aires, Fondo de Cultura

Económica.

EL

TERRORISMO E ESTADO

Por Graciela Etchevest

Introducción al concepto de terrorismo

En

términos genera les, el terror ismo es

un

concepto que hace refe

rencia al uso de la violencia para obligar a un gobierno o a institu

ciones de la sociedad , a tomar determinadas decisio nes en favor de

quien ejecuta la acción terrorista.

Este concep

to

tiene fuertes connotaciones políticas y un alto con

teni

do

emocional entre la población. Sobre todo, si la acción terro

rista produce muchas víctimas. En los últimos años ha tenido un

fuerte impacto en la agenda mundial debido al accionar del funda

mentalismo islámico, especialmente con Al Qaeda hace unos años

y hoy en día con el grupo ISIS .

Es importante aclarar que

no

siempre el uso

de

la violencia im plica

un acto terrorista. Cuando se usa el terrorismo como herramienta

Graciela Etchevest es profesora de

Historia

y docente de la materia

Introducci

ónal Conocimiento

de la Sociedad y el Estado del Programa

UB

XXI

de

la Un iversidad de Buenos ires  

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de acción política, no importan los costos, no se t ienen en cuenta

las leyes ni los der

ec

hos humano

s.

El grupo que utiliza métodos

terroristas considera que su causa (por ejemplo, una visión fanática

de una religión o ideología) justifica toda acción por más cruel y

sanguinaria que sea.

l

terrorismo busca a t

ra

vés

de

la

ut

ilización del terror

o

solo la

amenaza de

su

uso consegu

ir

objetivos que una persona o grupo

consideran que

por

otra vía no seránposibles de alcanza

r

Para anal izar el sig lo XX (especialmente en la Argentina) es ne

cesario profund iz

ar

un poco más en el concepto. En las siguientes

pág

in

as se intentará abordar, definir y ejemplificar un tipo especial

de terrorismo, e l terrorismo de Estado.

El terrorismo de Estado

En la Argentina, durante el siglo XX

ex

istieron diversos grupos

que produjeron actos terroristas. Por ejemplo, los grupos anarquis

tas que predominaban a principios del siglo XX o las guerrillas en

la década de los años setenta (Romero, 2012). Sin embargo, este

capítulo se ocupará de los actos violentos e ilícitos cuya responsa

bilidad es atribuible a las

in

stituciones del Estado  .

A este fenómeno

se

lo denomina terrorismo de Estado. El terro

rismo de Estado es un tipo especial de terrorismo. Su protagonista

- el que ejerce el terror no es un grupo ex tremista ni personas que

buscan imponer una religión o

idea

por la fuerza. El terrorista en

este caso es e l Estado.

n esta categoría no s olo se incluye a l

os

Esta  osque pers i

gue

n a sus ciudadanos por cuestion

es

po

líti

cas

, s

ino tam

b

ién

a

las

d

iciaduras

in voluc

radas

en limpiezas étni

cas ,

c

omo

ha ocurrido en

los

Balcanes

o en l

as

antiguas r

epública

ssov iéticas o religi

osas

.

Po r otra parte, estas acciones no son fruto de

un

error o de un acto

de locura momentánea de algún agente pú blico, sino que son pro

ducto

de

un plan sistemático y planificado para lograr objetivos

vin culados con el poder.

este fenómeno se lo denomina terrorismo de Estado. El terro

rismo de Estado es un tipo especial de terrorismo. Su protagonista

- el que ejerce el terror no es un grupo extremista ni personas que

buscan imponer una re

li

gión o idea por la fuerza.

El

terrorista en

este caso es el Estado.

Por otra parte, estas acciones no son fruto de un er

ror

o

de

un acto

de locura momentánea de algún agente público, sino que son pro

ducto de un plan sistemático y plani

fi

cado para lograr objetivos

vincu lados con el poder.

El Estado al violar las leyes (que debería cumplir e implementar)

contradice su propia existencia. Esto es así porque uno de los ob

jetivos de la organización social llamada Estado es la de proteger y

velar por la seguridad de la sociedad (ver los textos de García y de

Gómez Talavera en esta compilación). Por esto, la sociedad delega

en el Estado poderes especiales para usar en función defensiva (fren

te a un ataque exterior) o para garantizar el cumplimiento de la ley.

La sociedad le reconoce al Estado el uso monopólico de la violencia

legítima como un instrumento y atributo propio de su

condición es

tatal (ver el texto de Gómez Talavera incluido en esta compi lación).

En una sociedad, la Policía puede usar armas, en cambio, un ciuda

dano debe conseguir permisos especiales del Estado para hacerlo.

Los cuerpos de seguridad

l

a gendarmería, la prefectura, la polí

ti

ca y, en algunos lugares, hasta la

ju

sticia) pueden matar, a llanar

propiedades privadas y detener personas. Pero los ciudadanos no

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112

Fernando Pedrosa-Florencia Dcich compiladores

pueden hacerlo excepto en

sit

u

acio

n

es

muy particulares y límites.

El Estado, entonces, tiene la posibilidad

de

usar la violencia y en

pazte, eso es uno

de

los

at

ributos que lo define

como

tal.

Esto implica que la sociedad reconoce ese poder como legítimo

siempre y cuando esté regulado por la ley. El ejercicio abusivo del

poder

puede llevar a que

de

sde el Estado se util icen distintos tipos

de acciones violentas y represivas al margen de lo que establecen

las leyes. Es decir que quienes deben hacer valer la ley, actúan al

margen de ella en fo zma sistemática. En muchos casos,

ade

más,

el tenw ismo

de

Estado obstaculi

za

la activid

ad

judicial

para

lo

grar impunidad ante posibles acciones ilegales (ver el texto de Be

yreuther presente en esta compilación).

En

muchos otros casos, paradójicamente, los ejemplos de terrorismo

de Estado que brinda la historia surgieron como forma de combatir

a grupos terroristas que, supuesta o verdaderamente, amenazaban

el predominio del Estado, cuando no, su existen

cia

misma. Esto se

observó claramente durante la dictadura iniciada en 1976 (Romero,

2012), que se convirtió en

un

peligro para la población civil, más

grave que aquel que se pretendía elimin

ar

(Franco, 2012).

En esos casos, qui enes utilizan la v iolencia ilegal argumentan que

no se trata de

una

guerra convencional  , y por eso las formas

usuales de la guerra - por ejemplo, las que o torgan garantías a los

prisioneros- tampoco son utilizadas. En una guerra no convencio

nal entonces, la acci

ón

estatal no estaría sujeta a

la

s normas que

marcan los tratad

os

internacionales en la materia.

El Estado al realizar acciones que violan la ley, finalmente, utili

za lo

s

procedimientos y estrategias de los grupos que combate. Es el caso

de las actividades

de

inteli

ge

ncia, tratando de obten

er

información de

cualquier modo, que tem1ina siendo de

un ún

ico modo:

la

tortura y la

Herramientas para el análisis e la sociedad y el Estado

3

- -

coacción a través de los métodos

más

aberrantes.

De

esta manera, se

bu

sca obtener información clave con rapidez, característica considera

da fi.mdamental

en

la lucha contrarrevolucionaria o antiterrorista.

El uso

de

la crueldad y de la violencia desmedida es justificado

por

el Estado terrorista porque p

ermit

i

ría

anticipar acciones terroristas

y lograr así

ma

yores probabilidades de salvar vidas de pos ibles

víctimas civi les . Esa posibilidad de anticipar la amenaza terro

rista convertiría en razonabl

es

y aceptables procedimien tos

que

se

descargan sobre la sociedad civil que en otras coyunturas serían

inaceptables por la población. De allí que desde el Estado se im

pone a

la

sociedad la aceptación de métodos ilegales para conse

guir información. Oponerse al Est

ado

en este tema equivaldría a la

aceptación del

te

rrorista.

y

es por

todo lo antedicho, que el

te

rrorismo

de

Estado es la peor

forma de violencia política.

No so

lo porque se ejerce sobre personas

que no pueden defenderse, sino porque viola ese

co

ntrato original

entre una sociedad y el Estado. El Estado no puede transgredir la ley

y usar la fuerza que la sociedad le concede contra ella misma.

l

terrorismo e Estado en la rgentina

Durante los años sesenta y setenta, Améri

ca

Latina fue escena

rio de muchos ejempl

os

de terrorismo

de

Estado. Esto

se

acentuó

a

par

tir de la apl icación

de

la llamada

Do

ctrina de la Seguridad

Nacional que se impartía en la

Escuela de

las Américas (escue

la del Ejército de l

os

Estados Unidos).

En

ella participaron y se

entrenaron numerosos

mi

litares latinoamericanos

que

luego se

encargaron de i

mp

lementar la violencia del terrorismo

de

Estado

en sus respectivos países. l a excusa

para

la violencia ilegal era

siempre la misma: erradica1 la

ame

naza comunis ta.

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4

Fernando

Pedrosa-Florencia Deich compi

lad

ores)

En el caso

de

la Argentina, la violencia

se

había instalado en los

años setenta con el surgimiento de proyectos revolucionarios que

empleaban la lucha armada

como

estrategia política. Tal fue el

caso de los Montoneros y del Ejército Revolucionario del Pueblo

(ERP), entre otros. A su vez, desde el Estado (bajo el tercer gobier

no de Perón) se organizó una fuerza paramilitar de derecha llama

da

A lianza Anticomunista Argentina (conocida como la Triple A)

para enfrentar a las guerrillas de izquierda (Romero, 2012).

La idea predominante en los años setenta era que una vio lencia

podía terminar con otra violencia. Esto derivó en que se combinara

la acción estatal con la de los grupos paramilitares de la Triple A:

[. .

]

el

golpe halló justificación pública [. .

]

en

el

clima de

guerra civil que lanío las organizaciones guerrilleras como las

bandas paramilitaresy las propias Fuerzas Armadas y e segu-

ridad ayudaron a instalar en el país desde principios de 1975

Novara, 2006, 69).

Desde el Estado, y antes del go lpe ocurrido el día 24 de marzo de

1976, este proceso venía siendo acompañado con

la

sanción de

medidas legislativas represivas como el Estado de Sitio

2

.

A

t l

punto la situaciónera así que el gobierno de Isabel Perón encomen

dó a las FF.AA. aniquilar a la guen-illa a partir del inicio de l Operativo

Independencia en Tucumán a principios de 1975 (ver Romero,

2 1

2).

La práctica represiva del Estado se iniciaba con el secuestro de perso-

nas, luego se las trasladaba a centros clandestinos de detención en los

2

Esta

do de Siti

o es un régime

n de exce

pc

ión ante

situa

ci

one

s

de

pelig

ro

interno

que figu ra

en laCon-

stituci

ón

Nac ional

y

es dictado por

el Pod

er jec

ut

ivo

y

aprobado

por

el Congreso. En esa coyuntu

 

,

en

la que pu

eden

actuar

l

as rF

AA

para po

ner

fin

a la si

tuación

, las ga

rantía

s c

on

st

itu

cio

nal

es q

uedan

suspendidasy el

Pres

idente puede ordenar el arr

es

to y

traslad

o de person

as

dentro d

el

territorio nacional

Herramientas

par

a el análi

si

sde la sociedad y el

Es

ta

do

5

que se los interrogaba bajo tortura. La gran

ma

yoría, los desapareci

do

s , fue asesinada de distinta manera. Una minoría fue transferida a

centros de detención legal, y un pequeño grupo fue liberado. Al mis

mo tiempo, se impusieron otras formas represivas como la suspensión

de toda actividad políti

ca

y sindical, limitaciones a las libertades pú

blicas, persecuciones y restricciones en el campo cultural.

La aplicación de tal grado de violencia ilegal a partir de 1976 llegó

a límites nun

ca

vistos en la historia del país. La desaparición for

zada

de

personas y la

ap

ropiación y cambio de identidad

de

niños

secuestrados o nacidos

en

cautiverio, formaron parte de un plan

sistemático para acabar con personas que

se

oponían a la dictadura.

Esta situación, tal cual, quedó demostrada en el juicio a las Juntas

militares que acabó con la condenade los responsables máximos de

aquellas acciones (Romero, 2012).

En este sentido, un tema fundamental es el de la participación de

sectores civiles e n procesos de este tipo. El terrorismo de Estado

no fue solo responsabilidad

de

las FF.AA. y otros cuerpos de se

guridad de

un

Estado; hubo grupos civiles minoritarios que fue

ron directamente beneficiados con la imposición a la sociedad de

determinado modelo político y económico. Por ello, los militares

contaban con amplio respaldo de sectores importantes del empre

sa

ri

ado ,

de

gran parte

de

la cúpula eclesiástica y de un sector del

abanico político (Franco, 20 12).

Gran parte de la sociedad toleró - y, muchas

vece

s , acompañó

estos hechos denigrantes realizados por los gobernantes. Ese con

senso

era

una condición indispensable para conformar un gobierno

que ,

con un

alto grado de estabilidad, pudi

era

concretar el objetivo

de cambiar para siempre a la sociedad argentina (Leis, 2  13 y Fer

nández Me ijide, 2013).

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116

Fe

rnando Pedrosa-Florencia ich compiladores

Pero el apoyo a la dictadura no fu e de toda la población. Las con-

secuencias del te

rr

orismo de Estado generaron también una fuerte

corriente opositora y no solo

en

los círcu los cercanos de las vícti-

mas, sino también en una parte de la opinión púb

li

ca. Para esto, co-

laboraron orga

ni

zaciones fundamentales e n la lucha por la vigen-

cia de los derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo,

las Abuelas, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos,

los Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políti-

cas y e l Movimiento Ecum

én

ico por los Derechos Humanos, todos

fu ndamentales en la lucha por la verdad y por la ju

st

icia cuando se

inició el proceso de transición a la democracia en 1983.

Bibliografía

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actualizada], Buenos Aires, Fondo de Cultura

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LA TR NSICIÓN A LA

DEMOCR CI

Por Nicolás Si

mo

n

e•

Definiciones

La transición es un lapso de tiempo que comienza cuando un régi-

men no democrático de un país comienza a retirarse. La transición

termina cuando un régimen democrático se impone ya sin riesgo

de ser derrocado, en la Argentina eso ocurrió en el gobierno de

Carlos Menem. La siguiente definición sirve para explicar el con-

cepto de transición aquí abordado.

Entendernos por transición

al

intervalo que se extiende entre

un régimen político otro [. . ] Las transiciones a la demo

cracia) están delimitadas

por

la disolución del régimen autori

tario y por el establecimiento de algunaforma de democracia.

(O Do nnell, Schmitter Whitehead, 1988, vol.4,19-20).

1

Nicolás S

im

one es egresado de la carrera de Historia de la Uni versidad de Buenos Aires YMaster

en

Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Salamanca  Es docente en la Facultad de Cien-

cias Sociales de la Universidad de Buenos aires y becario doctoral

de

la misma universidad

1

La

i

dea

de

transición debe entenderse en conjunto con

la

de régimen político elaborada po

r

Labandcyra en este

libro

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8

Fernando PedrosaMlorencia Dcich compiladores)

Un ejemplo que se ajusta a esta definición en la Argentina es el pe

ríodo que se abre con la última dictadura luego de la derrota en la

guerra

de

Malvinas en 1982. La derrota en (esa) guerra deja

al

gobi

erno militar sin ningún apoyo y con el repudio total de l

os

ciudada

nos. En ese contexto los militares deben convocar a elecciones para

volver a un régimen democrático. El fin de la guerra es, entonces,

el momento de inicio de la transición entre ambos regímenes (el no

democrático y el democrático).

Ese período de transición iniciado en 1982 finalizó cuando el gobi

erno de Menem derrotó a los militares carapintada . Esa victoria

del gobierno democrático sobre los militares golpistas, obtenida

por

la fuerza, dio a la democracia un impulso definitivo y a partir

de entonces, ya no hubo peligros de retroceso (ver Romero, 2012).

Los períodos

de

transición que

se

producen entre el ejercicio de

un

régimen y otro constituyen momentos de muchos conflictos que no

son fáciles de analizar. Un cambio de régimen político implica el

cambio de reglas que regulan el acceso al poder

y

por ello mismo,

también

un

cambio en el grupo que tomará el control de Estado

(ver el texto de Labandeyra en esta compilación). En la Argentina

hubo muchos regímenes no democráticos y, cada vez que uno lle

gaba

a

su

fin, comenzaba un periodo

de

transición.

Los estudios e investigaciones sobre las transiciones a la democracia

comenzaron en la década de 1980

2

• Estos temas fueron impulsados

por un grupo de expertos en Ciencias Sociales que tenían un doble

objetivo, por un lado, producir textos académicos que analizaran los

2 El último período de transiciones a la democracia comenzó en Europa con Portugal ( 1974), Grecia

(1974)

y

Espafta (1975), p

ara

lu

ego

extender

se

por Am

ér

ica Lat

in

a desde

19

78 (Argent

in

a en 1983).

Con la ca

ída

de l

mu

ro de Berlín de 1990, lademocracia avanzó sobre el Esle europeo,África yAsia.

Herramientas

para

el análisis

de

la

sociedad y

el Eslado 9

procesos de los que eran testigos y por otro lado, mejorar la calidad

de las democracias que emp~zaban a instalarse

3

Los expertos en el tema

as1

,mieron un compromiso mi litante con

la democracia. Tenían la idea de que esos nuevos regímenes que

surgían en la década de los años ochenta, eran una oportunidad para

la dirigencia política de cada país. Es decir, la élite política podía

construir un orden nuevo capaz de canalizar de manera armónica

los conflictos políticos, económicos y sociales

de

cada sociedad

dejando de lado la forma violenta y dic tatorial.

Pero, ¿a qué democracia se referían estos cientistas sociales? omo

se

desarrolla en los artículos Poliarquía de Batlle y Democracia

delegativa 

de

Bertino ~ presentes

en

esta publicación- , una de

mocracia es un sistema de reglas en el que los ciud

ad

an

os

se expre

san libremente y eligen a sus gobernantes. Esas reglas incluyen la

libertad política pa

ra

asociarse

en

partidos o asociaciones civ iles,

la libertad de expresión de opiniones, la posibilidad de elegir Yde

ser elegido en el ejercicio de elecciones limpias y competitivas

como algunas de sus características principales.

omo se desarrolla con más profundidad en el texto de Batlle re

cién mencionado, la democracia se define como una poliarquía que

no

incluye todo lo que una

dem

ocracia sustantiva podría ser, sino

que se limita a todo aquello que

no

puede dejar

de

tener. Es decir,

una versión mínima pero que, por esa mis ma razón, puede lograr

más consenso, lo que en épocas donde las dictaduras predominan,

no es poca cosa.

3 Algunos de ellos eran Guillermo O Donncll, Manuel A. Garreton, Juan arlos Portanti

ero

José

Nun, Laurcnce Wh iteh

cad

Phill

ipe

Schmi tter Adarn Przeworski,

Marce

lo Cavarozzi, Al

fred C.

Stepan

y

Juan Linz.

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¡ 

1

12

Fernando Pedr

osa

 F

lorenc ia Deich compiladores)

Los actores políticos en la transición a la democracia

La transición entre regímenes es, como se ha dicho, un período de

tiempo muy complejo.

En

ese lapso de tiempo, los actores políticos

conviven y compiten a la vez. Uno de esos actores en una tran-

sición es, en primer lugar, la é

li

te política de cada país. Esa élite

está conformada por los dirigentes políticos que fueron expulsados

del poder, más o menos violentamente,

por

los militares y sus alia-

dos en los golpes de Estado.

En el primer momento de la transición (entendiéndola como se de-

fine en el primer párrafo de este trabajo), esa élite política comien-

za una especie de conspiración  contra el régimen autoritario.

Esto ocurre cuando las dictaduras van perdiendo legitimidad por

algún motivo que puede seruna crisis económica o por la represión

ejercida

por

el gobierno y que genera descontento en la población.

La transición a un régimen democrático necesita que el gobierno

au

to r

itario esté debilitado.

Los miembros de la esa éli te empiezan a reunirse

y

con sus difer-

encias, llegan a algunos acuerdos. Aprovechan que el gobierno no

democrático está débil. Estos consensos, se logran aun cuando los

miembros del gobierno no democrático siguen en el poder.

Estos acuerdos son muy generales, no tienen que

ver

con progra-

mas de gobierno muy deta

ll

ados, s

in

o con la intención de expul-

sar cuanto antes al gobierno no democrático. Los pactos de las

élites apuntan, sobre todo, a lograr un llamado a elecciones en las

que los partidos se puedan presentar libremente. Es decir que la

élite política comienza a moverse cuando la dictadura ya no es tan

fuerte, con la intención de volver a un sistema democrático donde

ellos sean el recambio de los dictadores.

Herramientas

para

el análisis de la socied

ad y

el

Es

tado

121

En segundo lugar, la sociedad civil es otro actor clave en una tran-

sición (podría denominarse también la gente y sus organiza-

ciones). Esta,

me

diante sus actos (como movilizaciones o pidiendo

apoyo internacional) suele presionar en favor de la democracia.

Lo

s sindicatos, las organizaciones de derechos humanos y los es-

tudiantes universitarios son algunos de los actores que quedan in-

cluidos en este grupo.

La participación activa de la sociedad civ il comienza a ser posible

porque la transición comienza cuando la dictadura está débil y su

final se per

ci

be c ercano. Por eso, la represión

es

cada vez meno r

La debil idad de la represión estatal estimula un crecimiento de par-

ticipación de la soc iedad civil ya que impl ica correr menos riesgos.

El aumento de la

parti cipación social y la movilización ca

ll

ejera

tiene dos funciones

im

portantes. La primera es apoyar a la élite

política para que logre la vuelta a un sistema democrático

y

al

mi smo tiempo, emp

uj

ar fuera del sistema a los sectores nostálgi-

cos que quieren volver al régimen autori tario, es decir, dejar ais-

lados y sin apoyos a quienes desean continuar con un régimen no

democrático. La segunda función de la movi

li

zación de una so-

ciedad civ

il es

ampliar la agenda públi

ca

de temas que Juego los

partidos políticos deben canalizar . Es decir, influir en los temas

que se discuten en una sociedad, tanto en los medios corno en

la

vida cotidia

na

de las personas.

La sociedad movilizada puede impon

er

determinados ternas en las

agendas p úblicas de discusión de

un

a sociedad, aunque los parti-

dos no quisieran incluirlos ya que los obligarían a tomar posiciones

La a

ge

nd

públ

ica la

in

tegr n aq

ue

llos temasque

l soci

ed d perc

ibe como

urgentes e inm

ed

ia-

tos y así se lo exige a las autoridades.

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122

Ferna

ndo

Pe

drosa.Flore

ncia

Deich (compiladores)

arriesgadas electoralmente. Un ejempln de esto son las demandas

de la sociedad argentina con respecto a la cuestión de las vio la

ciones a l

os

derechos humanos

de

la

dil

tadura. Las movilizaciones

y la presi

ón

social hicieron que muchos partidos y dirigentes toma

ran posiciones

en

este tema aunque a priori, no deseaban hacerlo.

En tercer lugar, otros actores que se pueden distinguir en una

transición de un régimen no democrático a otro democrático son

los sectores blandos del régimen autoritario. Bajo este

nombr

e

se agrupa a dirigent

es

q

ue

apoyaron inicialmente la dictadura y

que,

como se

está terminando, se inc linan ahora

po

r una sal

ida

democrática.

Estos grupos

b

landos  ,en principio

de

forma clandestina, participan

de esa conspiración a favor del llamado a eleccior

.e

s. Y los blandos 

comienzan a actuar en forma conjunta con sectores de la élite política

que quieren volver a un régimen democrático. En a1gunos casos, bus

can mantener su influenci.

1

aunque cambie el réf,imen político. En

otros casos, buscan negocia para evitar futuras investigaciones judi

ciales o porque creen que es lo correcto. En la trans

 

ción argentina, eso

se

ve muy

bien con el llamado pacto militar-sindical que

se

describe

en el libro de Romero (2012).

En cuarto lugar, existen los que podrían llamarse nostálg icos del

régimen autoritario. Estos

son

grupos que durante la transición

ha

sta

la

s elecciones, y también luego de asumido el gobierno

democrático , pueden conspirar contra la consolidación del mismo .

Aunque la dictadura esté llegando a su fin, los grupos nostálgicos

están dispuestos a hacer todo lo posible para volver al régimen au

toritario donde tenían

poder

e influencia, y c on el cual coincidían

ideol

óg

icamente. En la Argentina, este fue el caso de l

os

militares

H

erra

mientas

para

el análisis de la

soc

iedad y

el Estad

o

123

Aldo Rico y Mohamed Alí Seineldin durante la transición iniciada

en 1983 (Romero, 2012).

Al existir un grupo que quiere mantenerel régimen autoritario y evitar la

llegada de un régimen democrático, la transición es un momento com

plejo. Hay diferentes proyectos. Por eso, los expertos afirman que es

importan

te

que los sectores prodemocráticos puedan aislar a los grupos

que desean la vuelta de la dictadura y limitarles el margen de maniobra.

Para lograr ello y evitar esas regresiones autoritarias, la élite que busca

la democracia debe aliarse aunque pe1tenezca a partidos diferentes.

Ante

la inminencia

de

elecciones, los políticos tienen que man

tener el equilibrio con sus ambiciones y evitar que, por llevar a

estas al límite, los sectores nostálgicos se aprovechen para volver a

un régimen no democrático. Es decir, los sectores democráticos no

de

be

n competir entre ellos descarnad

ame

nte.

La

manera en que los

políticos pueden bloquear intentos de retroceder a una dictadura,

es por medio de pactos y acuerdos de gobernabilidad

5

Los actores internacio

na

les son el quinto actor.

Se

trata de

una

serie

de

organismos

que

presionan desde afuera

de

las fronteras del país

con el objetivo de lograr la efectiva in sta lación de la democraci

a.

Se

trata de organizaciones internacionales

de

partidos tales como

la Internacional Socialista o

la Demó

crata Cristiana, que apoyan a

los

po

líticos locales afines a sus ideas con dinero o logística para

las elecciones (Ped

r0

sa, 2012).

También componen este gru

po

los organismos supranacionales

(eso quiere decir que están por

enc

i

ma

  de la naciones)

como

5 Esí ocurr ió, p

or

ejem plo, en la transición española con los conocidos Pactos de la M oncl

oa

 

En

la Argentina nv hubo

pa

ctos entre radicales y peronistas y ello, como se ve en Romero (2012). fue

a; 1ov

ec

hado JO gruposde las Fu

erLas

Armadas que conspiraban para destituir a A lfonsín  

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I

1

24

Ferna

ndo

Pedro

sa-Florencia Deich compiladores

la Corte Interamericana de Derechos Humanos CTDH) creada en

1978 para denunciar los países donde se violaban los derechos hu-

manos o la misma Organización de las Naciones

Un

idas ONU) o

la Organización de los Estados Americanos OEA).

Pactos e incertidumbre

Los procesos de democratización suelen estar a cargo de una élite

política. Es decir de aquellos que

in

tegran y a la vez, se reconocen

mutuamente como parte del elenco político de un país. Esa élite es

la encargada de conducir el proceso de instalación de la democracia

y

como se afirmó anteriormente, muchas veces recurre a los pactos.

Las élites toman muchas decisiones. Algunas de ellas son tomadas

pensando en el bien común y otras tratando de sacar el máximo ben-

eficio personal o grupal. El cálculo del beneficio propio en una tran-

sición es algo complejo y debe tomar

en

cuenta un equilibrio. En ese

período de transición es importante distinguir cuándo es el momento

en que se deben moderar amb iciones y cuándo jugarse al beneficio

personal. La activa acción de los nostálgicos del régimen autoritario

anterior obliga a que los políticos de diversos partidos tengan que

acordar reglas entre sí para controlar la luchar por el poder.

Para acordar estas reglas, los miembros de una élite deben alcan

zar

pactos que den formas

in

stitucionales a los acuerdos. Estos pactos

pueden ser secretos o públicos y tienen como

fin

generar garantías

recíprocas para competir en igualdad

de

condiciones por el poder.

Por ejemplo, los políticos pueden acordar que no habrá proscrip-

ciones eso significa que ningún candidato o partido estará prohibi-

do), qué día serán las elecc iones o cuál será e l sistema electoral,

entre otras muchas posibilidades.

Herramientas para e l análisis de la sociedad y e l Estado

25

Quienes definen esas reglas son los miembros de la élite política

que tiene como objetivo a lcanzar un sistema en el que sea posible

la

alternancia en el poder es decir, que los partidos que gobiernan

vayan cambiando y que ninguno se quede para siempre en el poder

o fuera de él).

Los pactos

ent

re los dirigentes de la élite de distintos partidos son

importantes por dos motivos. El primero de esos motivos

es

porque

se constituyen en la garantía de que los sector

es

nostálgicos del

régimen autoritario no tendrán margen de maniobra para intentar

otro golpe

de

Estado. El segundo

mo

tivo es porque la alianza de la

élite fo

nn

a una red de contención de las demandas de una sociedad

que sa le a la luz después de años de represión y por

lo

tanto, está

movilizada más que lo habitual.

Los pactos y la necesidad de moderar las demandas y expectati-

vas de la sociedad, y a la vez contener posibles go lpes de Estado,

son las claves

para

que una transición sea exitosa y o rdenada.

Este modelo de pactos fue tomado en su mayor parte del caso de

la transición española. La transición de spaña fue considerada

un modelo para ser imitado por los demás países. Sin embargo,

eso no fue

ta

n se

nc

illo. El modelo español

es

analizado y com-

parado

con

la transición argenti

na

en el apartado que sigue .

Distintos ejemplos de transiciones: España y Argentina

España

El p

er

íodo correspondi

en

te a la transición española comenzó con

la muerte de su dictador, el Gra l. Francisco Franco, en 1975. Sin

embargo, dos años antes 1973), la posibilidad de un reemplazo

del

di

ctador se había llenado de incertidumbre con el asesinato del

sucesor designado

por

Franco, el Almirante

Lu

is Carrero Blanco.

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126

Femando edrosa-Florcncia Dcich compil dores)

Carrero Blanco era el candidato elegido para suceder a Franco cu

ando fue asesinado por la organización terrorista nacionalista ETA:

grupo que exige por la vía armada la independencia del País Vas-

co. Los planes se cambiaron sobre la marcha y el dictador Franco

designó como rey y nuevo sucesor a Juan Carlos I (Colomer, 1998).

El Gral. Franco murió el 22 de noviembre de 1975, abatido por

la edad y también, por el atentado a Carrero Blanco. Dos días

después de muetto Franco, se inicia la transición a la democracia

con el nombramiento del rey Juan

ar

los I Esta transición ocurrió

de manera gradual y consensuada entre 1975 y 1982.

La transición ocurrida en España entre 1975 y 1982 fue lenta, grad

ual Ymuchos de sus dirigentes tornaron opciones arriesgadas, in

cluso para sus propios intereses. El más importante fue el rey Juan

Carlos I, que llegó al poder por la designación del dictador Franco

pero después optó por abrir paso al régimen democrático.

El rey Juan Carlos Tfue protagonista de otro acontecimiento clave

en la historia de la transición española. El 23 de febrero de 1981 ,

un grupo de militares irrumpió a los tiros en el parlamento español

intentando derribar al gobierno. Estos golpistas argumentaban ten

er

el apoyo del rey y tomaron de rehenes a todos los parlamentarios

presentes. Finalmente, Juan Carlos l habló por televisión, condenó

el gol

pe

y este fracasó.

Otro protagonista de importancia fue Adolfo Suárez, un dirigente

político que venía del régimen anterior (uno de los blandos ) y

que fue presidente del gobierno español entre 1977 y 1981. Suárez,

un

político de centro-derecha, decidió la legalización del Partido

Comunista (PC) - claramente ubicado a la izquierda- a cambio de

que este aceptara la monarquía constitucional.

Herramie

nt

s

p r

el a

nál

isisde la

socied d y

el s

t d

o

127

Suárez tornó esta decisión para que

la

coalición que apoyaba una

transición a la democracia fuera lo más amplia posible. A pesar de

eso, tuvo fuertes oposiciones.

No

solo de los seguidores del régi

men anterior, también se opusieron el gobierno de Estados Unidos

y miembros de su partido.

Pero Adolfo Suárez no fue el único que pagó costos por una de

cisión que favorecía el tránsito hacia una democracia.

Al

Partido

Comunista español también le costaba ese pacto, ya que debía

aceptar la presencia de un rey. Los comunistas son profundamente

antimonárquicos por ideología. Santiago Carrillo (presidente del

Partido Comunista Español) aceptó el trato y además rompió rela

ciones con

la

Unión Soviética, que se oponía a negociar. Estos ac

tores (Suárez y Carrillo) sabían que para superar la dictadura debían

ceder y aceptar algunas demandas de los otros.

Por

último, vale destacar el papel de Felipe González (Partido So

cialista Obrero Español) que se apoyó en otros gobiernos europeos

socialistas (como el de Alemania y el de Suecia) y así fortaleció su

imagen dentro de España. Su estrategia internacional fue bloquear

el

ingreso de España a la Comunidad Europea hasta que no hubiera

terminado la democratización. Eso estimuló a muchos empresarios

a apoyar la democracia, ya que era la condición para ingresar

al

poderoso club de países europeos. Felipe GonzáJez ganó las

el

ec

ciones en 1982 y gobernó hasta 1996 siendo uno de los períodos

más prósperos de

la

España contemporánea.

Los políticos españoles tomaron decisiones difíciles, hicieron cál

culos y apostaron

por

confiar entre sí. Estaban convenc idos de que

era momento de abandonar antiguas di sputas y construir

un

a de

mocracia política acompañada de bienestar y libertad. Inc

lu

so

lo

s

llamados Pactos de la Moncloa  abarcaron cuestiones sociales

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128

Femando Pcdrosa-   lorencia De ich compi ladores)

Y económicas que tiempo después implicaron un crecimiento del

país

y de la calidad de vida de sus ciudadanos.

El caso español fue un éxito en los acuerdos políticos (pactos) que

logró la élite para finalizar exitosamente una transición. Además,

permitió realizar más acuerdos para avanzar en la construcc ión de

un Estado de bienestar (ver el texto de Enrique García en esta com

pilación) similar al del resto

de

Europa, pero desconocido en la

historia de España. La forma en que

se

reali

este proceso

con

pactos Y negociación- influyó en los estud iosos de transición a la

democracia, hasta convertirse en un modelo a seguir.

Argentina

En 1982, el mismo año que Feli

pe

González ganó las elecciones

en España,

la

Argentina perdió la guerra

de

Malvinas (Romero,

2012). Por ese hecho el gobierno militar, presidido

por

el Gral.

Leopoldo F. Galtieri, perdió toda legitimidad ante la sociedad. La

guerra había terminado con el poco apoyo que contaba el gobierno

militar. La

sociedad y la élite política le exigían su renuncia y que

se convocara a elecciones. Finalmente,

Ga

ltieri debió renunciar y

lo reemplazó provisionalmente otro militar, Reynaldo Bignone,

quien convocó inmediatamente a e lecciones . No tenía margen de

maniobra para hacer otra cosa.

La

derrota

en

Malvinas en 1982 fue el golpe final. Pero el declive

del gob ierno militar había comenzado unos años antes, en 1979,

cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la

Organ ización de Estados Americanos visitó el país y denunció las

violaciones a los derechos humanos.

Fue

la primera vez que el

gobierno militar se vio obligado a reconocer la existencia de desa

parecidos.

Herram ientas para el análisis de la sociedad

y

et

stado

129

Además, la situación económica argentina bajo el gobierno militar era

cada vez peor. La crisis del petróleo, la falta de proyecto económico

y la nula cohesión entre las cúpulas militares desgastaron rápido al

régimen militar.

El intento por recuperar Malvinas fue un manotazo de ahogado

mediante el cual los jefes militares buscaron recupe

rar

la unidad y

el apoyo perdido. Pero su efecto fue el contrario y la gesta mil itar

seguida de la resonante derrota dejó expuestas sus debilidades y

errores. El fracaso del gobierno mil itar era rotundo

y

por eso, el

régimen militar

se

cayó como un castillo de naipes.

La Argentina tuvo, de este modo, una transición

por

el derrumbe

del régimen mi litar saliente. En 1982, poco quedaba del proyecto

militar de 1976, que había sido exitoso  entre 1978 y l 979, pero

que para 1982 había entrado en decadencia. Esta transición tuvo

sus características propias,

muy

distintas a la transición española

desarrollada en páginas anteriores.

A diferencia del dictador español Franco, que había llegado hasta

el último día de su vida manteniendo el poder, la dictadura argen

tina se derrumbó en 1982 sin plan alternativo más que irse rápida

mente y dejar el problema a los civiles.

Los políticos argentinos estaban en la pu erta de una gran posibi

li

dad pero, a diferencia

de

sus pares españoles, no buscaron una

salida pactada. Solo acordaron presionar por elecciones inmedia

tas en las que compitieron descarnadamente sin acuerdos mínimos

para esa

luc

ha por la presidencia.

Algunos de ellos buscaron apoyarse en lo que quedaba del poder

mili tar para que los ayudara en la lucha contra sus adversarios

de la élite política. A pesar de la crítica situación que vivía el país

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130

Femando

Pedro

sa  Florencia Deich compiladores)

(crisis económica y violaciones a los derechos humanos), los par

tidos no entablaron diálogos entre sí para enfrentar conjuntamente

problemas que enfrentarí an siendo gobierno.

La

inconciencia y.falta de lealtad entre los partidos y dirigen

tes políticos argentinos jite una marca que quedó en el sistema

politico del país hasta nuestros días.

En 1983, se celebraron las primeras elecciones y ganó el radi

cal Raúl Alfonsín, el candidato que más criticaba al régimen sa

liente. Entre otras características que lo hicieron ser el preferido

de los votantes, Alfonsín no había apoyado la guerra de

Ma

lvinas

y, además, prometía juzgar a los militares culpables de violar los

derechos humanos.

Desde 1983 hasta hoy en día , aun con la existencia de graves

cr

isis,

se mantuvo el régimen democrático. Pero por entonces, en aquellos

años apenas recuperada la democracia, los peligros de un nuevo

golpe fueron visibles todo

el

mandato del dirigente radical.

La ausencia de pactos entre la élite política, hizo que no hubiera

acuerdos sobre un modelo económico a seguir (cuestión que los

españoles sí habían acordado). Tampoco hubo acuerdo sobre qué

hacer con los militares (los españoles optaron por no realizar uici

os por los crímenes del régimen franquista).

El gobierno radical, en soledad y en cumplimiento de lo que había

prometido en su campaña, enjuició y condenó a l

as

cúpulas de

los militares responsables del golpe y de las desapariciones desde

1976. Este hecho hizo que los sectores nostálgicos de l régimen

militar se mantuvieran en alerta y mostraran constantemente su

capac idad de daño.

e

rramient

as para

el aná lisis de la sociedad Y el s

ta

do

131

Se produjeron así tres levan

 

am ientos (rebeliones) militares du

rante los años de Alfonsín, y un cua rto en e l mandato de su suce

sor, e l peronista Carlos Menem. Es te último reso lvi_ el a~unto de

raíz, reprimiendo a los militares rebeldes y concediendo mdultos

que dejaron a los militares

juzg

ados en libertad. Des~e ~ntonces,

se consolidó la democracia política y finalizó la trans1c10n ya que

los militares nunca volvieron a ser una amenaza.

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De la

rendición de

Malvinas al

triunfo de

A

  ons 1n

 

Buenos A1res , S

udam

ericana.

LOS

NUEVOS

LIDERAZGOS

POPULISTAS

Y LA DEMOCRACIA

EN

AMÉRICA

LATINA

Por

Flavia Freidenberg•

Los

lideres que reemplazaron

a los políticos tradicionales.

En las dos últimas décadas, nuevos líderes de discurso radical han

ganado democráticamente las elecciones en América Latina. Es-

tos líderes presentan algunas características en su manera de hacer

política que los diferencia de los políticos que habían gobernado

hasta ese momento. De ta les características, hay dos que resultan

clave: a) el modo en que se erigen como alternativa frente a los

actores tradicionales, con una clara intención de cambiar el siste-

ma político; y b) el hecho de que consiguen articul ar una coalición

plural de sectores sociales que les otorga legitimidad y abre la po-

sibilid

ad

de poner en marcha proyectos de cambio, sobre la base de

una democracia de mayorías .

En Venezuela, Bo livia y Ecuador los partidos políticos tradiciona-

les no fueron capaces de interpretar las demandas de cambio y los

Flavia Frei

de

nberg es directora del Institu to de

lberoarn

érica de

la

Uni versidad

de

Salamanca

España), donde tamb i

én

es docente e investi

gadora.

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134

Femando Pedrosa -Florencia Deich compila

dores

)

votantes eligieron candidatos diferentes,

al

margen de la política de

siempre. Este artículo reflexiona sobre dos características de estos

liderazgos. Por una parte, están sus pretensiones y acciones) de in

clusión

id

entitaria de grupos sociales que se sentían excluidos del

sistema o que simplemente creyeron en la capacidad de este nuevo

líder de poder cambiar

la

situación vigente. Por otra, su discurso

está radical y polarizador, excluyente de la oposición partidista, de

algunos medios de comunicación de masas y de aque

ll

os sectores

de la ciudadanía que critican su proyecto político. Hay una tensión

entre estas dos dimensiones.

Tres líderes encarnan estos procesos: Hugo Chávez en Venezuela,

Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.

En

Venezue

la, Chávez ganó las elecciones pres

id

enciales del 6 de diciembre

de 1998, en contra de los políticos que habían dominado por mu

chas décadas instituciones, ape lando a ciudadanos desencantados

con las reformas económicas neoliberales y proclamando un claro

intento de refundar la República (Arenas, 2005; Conales, 2010).

Su ausencia de militancia partidista, su condici

ón

de militar de iz

quierdas y su participación previa en

un fa

llido gol

pe

militar (1992)

le colocó como

un

outs ider

al

sistema político de Punto Fijo.

En Bolivia, Evo Morales ganó con el 54 por ciento de los votos en

la

prim

era vuelta de las elecciones presidenciales de 2005 en un

intenso

cl

ima de conflictividad social, y

lu

ego de haber liderado la

movilizaciónpor la recuperación del control estatal del gas y otros

hidrocarburos, que habían sido privatizados durante el gobierno de

Gonzalo Sánchez de

Lo

zada. Esas elecciones facilitaron el acce

so de dirigentes de extracción sindical, quienes habían conseguido

articular en el Movimiento al Socia

li

smo (MAS): las demandas

contra las políticas de erradicación de la coca, los reclamos so-

Her

rami entas

para

el a

ná li

sis de

la

sociedad y el Es

ta

do

1

35

cioeconómicos de los sectores más desfavorecidos, las exigencias

de reconocimiento identitario de los indígenas y la frustrac ión de

las clases medias con los partidos tradicionales.

En Ecuador, Rafael Correa triunfó en la segunda vuelta de las pre

sidenciales de 2006, con el 43 por ciento de los votos frente al

multimillonario bananero Álvaro Noboa, que consiguió el 27 por

ciento. Su

in

terpretación del hartazgo de los ciudadanos respecto

al

modo en que los partidos habían hecho política hasta ese mo

mento fue exitosa. Su propuesta incluyó la Revolución Ciudadana,

una Asamblea Constituyente y un pro fundo cambio instituciona

l

Su estrategia de no presentar candidatos a diputados le c olocó al

margen de los políticos de siempre  , aun cuando algunos de los

di

ri

gentes de su Movimiento Patria Libre y Soberana (PAlS) con

taban con trayectorias partidistas' .

La tensión entre la inclusión política

y

el ataque a las

instituciones

de

mocráticas.

Los líderes populistas incluyen con su discurso a los ciudada-

nos que no se sentían representados y o que estaban decepcio-

nados con l sistema polític

o

Chávez, Morales y Correa fueron elegidos para cambiar el statu quo,

mejorar la calidad de la representación y también la equidad socia

l

Los tres han buscado integrar  empleando un est

il

o de liderazgo

populista  (Fre

id

enberg, 2007), caracterizado por la relac

n directa

I Uno

de

los cortos de cam

pa

ña decía: D

al

e correa Rafael; Dale correa Rafael; la patria vuelve

et

Co

ng

r

es

o es d

ec

adente

y Ja

pa

rt

i

docracia

es d

ictadura con los polí

t

icos d

e

siemp

r

e. El poder es

ciudadano, te Jo

dice

tu hermano.

Por

la Constituyente, el pueblo ccu

at

onano [ ..

J \

esos que se

creen dueños del Ecu

ad

or nos robaron el futuro y nos

bota

r

on

e l país. [ .. Da le e~rrea, Rafael;

Dale correa Rafae

l.

La patria

,uelve, li

sta 35. Voto ciudadano . Nosotros somos PAIS " <http: 

mov imicnroa ianzapais.

com

ec>.

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136

Fernando Pedrosa-Florencia

Deich

co

m

piladore

s)

y patemalista entre líder-seguidor, sin mediaciones organizativas o

institucionales, que habla en nombre del pueblo y potencia su opo

sici

ón

a los otros , donde los seguidores están convencidos de las

cual idades extraordinarias del líder y creen que gracias a ellas, a los

métodos redistributivos y/o al intercambio clientelar, conseguirán

mejorar su situación personal o la de su entorno.

Estos líderes sacan a la gente a la calle como cualqui

er

otro político

pero lo

hacen como hechos que democratizan  la democracia y

creando expectativas respecto a que esos actos redimen sus dere

chos. Estos interpelan con una lógica discursiva de dicotomización

del espacio entre el pueblo y los otros , haciendo de este elemento

el eje central de la movilización. Apelan al pueblo a

pa

rtir de lo que

les diferencia de los otros, en función de las contradicciones exis

tentes entre ambos como un instrumento para refo rzar la identidad

de su grupo

2

Chávez, Morales y Correa emplean la retórica de ruptura con el

orden social, la confrontación contra un enemigo externo (Estados

Unidos, el imperialismo), la oligarquía y los partidos tradicionales.

Su éxito ha estado en la capacidad de articular coaliciones que los

identifican como

sa

lvadores  , que les protegen y confian en su

bondad y su capacidad de transformación del orden existente. Su

figura simboliza la pos ib

il

idad de hacer cumplir los deseos popula

res o, simplemente, un

a

ntidepresivo social (Dorna, 2006).

Morales presenta diferencias respecto a los otros líderes. Si bien su

or

igen se debe a razones similares a las de Ecuador y Venezuela,

2 El discursopopulista es un modo de

den

tificación

política

quese

encu

entra di

spon

iblepara cualquier

actor político que opera en un cam

po

discursivo enel que la noc ión

de

so

beranía

popu

lar y su inevitable

coro lario,

el confl

i

cto

entre

dominado

s

y dominantes

, son p

arte

cen

tra

l del

im

agi

nario

político 

Paniu_a,

2008, 83).

Herramie

nt

as

para el análisis de la sociedad y el Estado

137

su liderazgo se ejerce de manera distinta. El v ínculo líder-bases se

sostiene en la negociación constante y en la

ex

igencia de rendición

de cuentas. La capacidad de articulación de Morales se ha puesto de

manifiesto al hacer coincidir intereses diversos en tomo al etnona

cionalismo (Madrid, 2006). Las organizaciones campes

in

as, indí

genas y sindicales negocian su apoyo y se mantienen con una fuerte

autonomía, manifestando su lealtad en cuestiones puntuales algunas

veces y exigiendo explicaciones en otras

3

Los liderazgos populistas se enfrentan a las instituciones

de la democracia

Estos líderes se han relacionado de manera ambivalente con la de

mocracia Por un lado, han empleado las elecciones como un ins

trumento plebiscitario. Chávez, Morales y Correa han legi timado

sus proyectos en las urnas en reiteradas ocasiones4 empleando una

aceitada maquinaria e lectoral, los recursos del Estado y las redes

cÍientelares. Pero por otro, han sido responsables de mú ltiples ata

ques a las instituciones de la democracia, d

el

ejercicio arbitrario

del poder, la personalización de la política y de buscar cambiar las

reglas de juego , incluso luego de haberlas modificado a través de

Asambleas Constituyentes.

El contenido autoritario de su discurso es

co

ntra

ri

o al pluralis

mo. El líder está por encima de las reglas, por lo que no necesita

3 rales no es considerado un ''salvador

de

la patria , La lealtad de los dirigen

tes

y los sectores

sociales depende de

qu

e

pued

a

sat

isfacer sus demandas .

El

ejemp lo de las movilizaciones

contrn

el

incremento del precio de la gasolina en diciembre de 20 1Oy la subsigui ente rectificación

por

parte

del gobierno han sido muestras de esa

indep

endencia de l

as

orga ni zaciones sociales Yde

su su

jeción

a las bases sociales.

4 Lnclu

ycndo elecc iones presiden ciales, leg

is

lati

va

s y regionales, más consu l

tas

populares e in

stan

-

cias

de

referéndum,

Cháv

ez

ha enfr

ent

ado

on

ce actos electo

rale

s,

Correa

, seis y Mora

les,

cinco.

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138

Fernando

Pcdrosa-Florencia Deich (compiladores)

preocuparse

por

el Estado de Derecho ni por las instituciones. Se

ampara en los resultados de unas elecciones presidenciales que le

otorgan l

eg

itimidad para hac

er

cambios, inclus:i si eso supone al

terar la legalidad vigente . Las instituciones son utilizadas y luego

despreciadas. En el marco de un régimen político se  ún el cual

los gobernantes son elegidos a través de mecan ismos ccmpetitivos

y son considerados responsables por sus acciones, la manera de

hacer política de los líderes tensiona su funcionamiento pluralista.

Muchas de estas prácticas recuerdan a la democracia delegati

va

5

Por

ejemplo, el procedimiento de designación del Poder Judicial

por Chávez, la aprobación de las Leyes Habilitantes y la. declara

ción del Estado de Excepción para restringir las garantías c iuda

danas, han mostrado cómo se ha (mal) interpretado

la

legalidad

(Weyland, Madrid y Hunter,

20 10

).

En Ecuador

ha

ocurrido algo similar. Ejemplo de ello ha sido el

enfrentamiento entre el Tribunal Supremo

de

Elecciones y el Con

greso, que llevó a la dudosa destitución de los legislad0res que

habían sido elegidos democráticamente en 2006; los ataques a la

libertad de prensa (que denomina como prensa corrupta ) o el

Referéndum de Mayo

de

2011, cuando so

li

citó poderes a los ciu

dadanos para transformar una de las instituciones centrales de la

democracia, como la justicia.

La política supone la integración en clave identitaria y los líderes

populistas suelen tener dificu ltad para integrar a quienes no están

El

que gana

una el

ecc

ión recibe el mandato para gobernar como leparezca conveniente convirtiendo

a los electores

en

espectadores,

sin

ex igencias de re

nd

ición de cuentas.

  [

..) después de la elección

t

espera que los electores/dclegantes

retornen

a

la

co

ndi

ción de espectadores pasivos.

[ ..

La democracia

dclegativa

s

fuertemente mayoritaria[

..

] significa la ventaja de no te~er prácticamente responsabili

dad horizontal (frente a las otras instituciones y a los ciudadanos)[ .. (O Donnell, 1992).

Herramientas para el análisis de la sociedad y el Estado

139

de acuerdo con su proyecto político. Chávez, Morales y Correa

moldean a la comunidad en contra de las minorías opositoras,

de los medios de comunicación de masas que no siguen sus in

dicaciones o que publican información crítica e incluso, muchas

veces, de los propios jueces de la República. Los líderes polarizan

a partir de la exclusión discursiva de quienes no opinan como ellos,

rechazando el pluralismo y agotando la capacidad de control

de

unas instituciones sobre otras, poniendo en tensión la vigencia del

Estado de Derecho.

Populismo, ciudadanía y democracia

Hay sectores populares, intelectuales y nuevas élites que perciben

que esta manera de hacer política permite la incorporación de la

gente común a las instituciones (Aboy Carlés, 201 1 y lo consi

deran como parte constitutiva de la democracia (Worsley, 1970).

Es un liderazgo que introduce la glorificación del lenguaje común

a la comunidad y defi ende una concepción de democracia mucho

más amplia que la liberal (Canovan, 1999, 4-6). En ese sentido, los

liderazgos populistas profundizan la democracia.

Otros sostienen que el populismo afecta la institucionalidad y la

convivencia democrática (Freidenberg, 2007), subordinando las ins

tituciones a las decisiones de un líder y enfrentando a las órganos

del Estado entre sí; polarizando

el

discurso contra los que opinan

diferente o critican al proyecto, y generando inclusión a través de

prácticas de subordinación más que de empoderamiento de los ciu

dadanos. Estos liderazgos plantean vínculos de suma cero: se está

totalmente a favor o totalmente en contra. No hay términos medios.

Estos líderes no están solos. Junto al líder populista, hay ciuda

danos populistas. Los votantes eligen tener un vínculo directo y

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140

Fe

mando Pcdrosa-Florcn

ci

a cich compiladores)

e

mo

cional con el líder, al mismo tiempo que

de

s

co

nfían de los

partidos tradicionales

de las instituciones para resolver sus pro

blemas cotidi anos.

Pr

efieren la re

pr

ese

nt

ación delegativa antes que

la democracia pluralista. P

or

tanto, la manera en que se ejerce ese

liderazgo las razones que llevan a l

os

ciu

da

danos a legitimar e

st

e

modo de inc lusión subordinada a la voluntad del líder, que dificulta

la convivencia la autonomía de las instituc iones democráticas,

so

n claves para comprend

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