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Cuaderno Nº 1 Septiembre `14 1 euro Historiadores e Historietadores de la Segunda República y la Guerra Civil. José L. Garrot AULA DE HISTORIA Lo que no te han contado

Hisriadores e historietadores II Republica

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Historias de la II República desmintiendo a los historiadores franquistas

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  • Cuaderno N 1 Septiembre `14

    1 euro

    Historiadores e Historietadores de la Segunda Repblica y la Guerra Civil.Jos L. Garrot

    AULA DE HISTORIALo que no te han contado

  • A mi hermano Paco.

  • Historiadores e Historietadores de la Segunda Repblica y la Guerra Civil.

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    Revisionismo Historiogrfico

    Hay que hacer constar que el revisar tesis anteriores no slo es lcito, sino aconsejable en el desarrollo historiogrfico. Pero otra cosa bien distinta es el revisionismo que no parte de preguntas a priori, sino de tesis o presunciones ya elaboradas para las que se busca aque-llos apoyos documentales o bibliogrficos que las sustenten, min-tiendo, obviando, tergiversando, manipulando, sin ningn decoro, e ignorando todas aquellas investigaciones -aunque estn sobrada-mente documentadas- que rebatan sus opiniones.

    Este revisionismo caduco, trasnochado y ahistrico lleva tiempo instalado en la historiografa espaola sobre la II Repblica y la Guerra Civil. No lo han comenzado historiadores -aunque algunos lo sigan entusiasmados- sino que han sido periodistas, tertulianos, junta letras de medio pelo, que son los continuadores de la plya-de de publicistas que, disfrazados de historiadores, no hacan sino alabar al rgimen franquista y machacar inmisericordemente la II Repblica.

    Comn a todos estos historietadores es pasar olmpicamente de toda la bibliografa contraria a sus intereses publicitarios; pa-sarse por el arco del triunfo toda metodologa historiogrfica; prctica inexistencia de notas que indiquen en que apoyan las tesis que defienden; aversin patolgica a la investigacin en archivos

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    en busca de documentacin; mantener que disponen de documentos que prueban lo que dicen, eso s, se les olvida ensear esos docu-mentos o al menos indicar donde se encuentran, etc., etc.

    El revisionismo actual tiene dos causas principales. La primera, y ms lejana, se remonta a nuestra transicin. El pacto de silencio que se cerr en aquella poca, posibilit que las instituciones y lites franquistas pudieran instalarse cmodamente en la democracia. Se traicion la verdad histrica, vendindonoslo como un ejemplo de que el pueblo espaol haba olvidado el pasado que les haba enfrentando.

    En Espaa no se hizo como en Alemania, Francia o Gran Bretaa, crear legislaciones que prohban la expansin de teoras negacionistas, que en el caso espaol es negar que el ltimo rgi-men democrtico que haba existido en nuestro pas, y legitimado por la poblacin, haba sido destruido por un golpe ilegal, inmoral y genocida - como dira Serrano Suer: la justicia al revs

    Como expuso Francisco Espinosa Maestre en una conferencia pronunciada en la U. Internacional de Sevilla, este problema sola-mente la solucin pasa: por acompaar la verdad histrica sobre el carcter represivo del rgimen franquista de una serie de inicia-tivas legales que permitan definir jurdicamente que represent el levantamiento de Franco (un golpe de estado contra un gobierno legtimamente constituido) y sus cuarenta aos de poder

    La segunda de las causas nace en 1999, cuando en septiembre el Congreso aprueba una resolucin condenando el levantamiento franquista, significativamente los parlamentarios del PP no votaron a favor de la propuesta. Por otro lado Santos Juli publica su obra Vctimas de la Guerra Civil, e inmediatamente aparece la obra de Po Moa Los orgenes de la Guerra Civil. Curiosamente esta obra la publica la editorial Encuentro, ligada a la familia Oriol, y digo curioso porque en 1977 es secuestrado Antonio Mara de Oriol, junto al teniente general Emilio Villaescusa por miembros del GRAPO, banda terrorista a la que perteneca Po Moa. Ambos fue-ron liberados en lo que se dijo una brillante operacin policial, y de

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    la que algunos dicen que a los secuestradores las falt prepararles el desayuno a los miembros de la fuerzas de seguridad del Estado. A que no saben quin dirigi la operacin?, el inspector Roberto Conesa, antiguo miembro de la Poltico-Social y experto en crear grupos terroristas.

    Esta aparicin del revisionismo histrico tiene mucho que ver con la necesidad de la derecha espaola ms rancia -si es que alguna derecha espaola no lo es- de enmascarar sus orgenes y, en mu-chos casos disimular su aoranza de tiempos pasados.

    El cmo se tena que escribir la historia de la guerra civil se mar-ca en un decreto de fecha 23 de noviembre de 1941. En su artculo primero sealaba que todas las obras deban tener la autorizacin previa del ministerio del Ejrcito, en el segundo prohiba taxati-vamente la venta de obras que se refirieran a la II Repblica o la Guerra Civil sin el visado del ministerio del Ejrcito. Un trmino que estaba terminantemente prohibido utilizar era el de Guerra Civil, utilizndose Cruzada o Guerra de Liberacin, a partir de la dcada de los sesenta, en un gesto de magnanimidad extrema se permite emplear el de Guerra de Espaa. Bueno, pues algunos continan siguiendo estas indicaciones al pie de la letra.

    Los Historietadores

    Las referencias de los revisionistas actuales son personajes como Joaqun Arrars , autor, entre otras joyas de Historia de la Cruza-da Espaola; el militar Rafael Casas de la Vega, que nos regal una biografa y una oracin -s han entendido bien- a Franco; Luis Boln, periodista que se invent una rocambolesca historia sobre el Dragn Rapide; Toms Borrs, autor de los documentos falsos que hablaban de un complot comunista que iba a instaurar el soviet espaol; Ma-nuel Aznar, abuelo del ex presidente Jos M Aznar y creador del mito del Alczar de Toledo etc.

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    Ms prximos en el tiempo sus referencias son Ramn Salas Larra-zbal, militar que lucho en las filas de los sublevados, y autor de Los datos exactos de la Guerra Civil, en donde da como vctimas de la represin republicana a 72.344, y de la franquista, solamente 57.662. La obra escrita en 1977 ha sido ampliamente superada, tanto en aportacin de datos documentados, como en la metodolo-ga empleada por Salas. Al menos, este historiador militar intent mnimamente hacer honor a la profesin, honrndole que reconoci que la mejor crtica a su obra la haba realizado Alberto Reig Tapia -que desmont prcticamente todos los datos aportados por l-,otra referencia es Burnett Bolloten, feroz anticomunista, relacionado con la CIA y autor del El Gran Engao: Las izquierdas y su lucha por el poder en la zona republicana, obra que ya se encarg de des-montar el maestro de historiadores Herbert R. Southworth en su obra El mito de la Cruzada de Franco.

    Dejamos para el final al gur de los historietadores, Ricar-do De la Cierva, fsico que ocup cargos como los de director de la Editora Nacional (1971), director general de Cultura Popular (1973), cargo desde el que ejerca el control de censura, y decida que historiadores podan tener acceso a los archivos; tambin fue ministro de Cultura en 1980. De su etapa en el ministerio, Calvo Sotelo deca: En cada Consejo nombraba Ricardo de la Cierva docenas de asesores, y haba que pedirle moderacin, porque los nombramientos no dejaban hueco en el BOE para los decretos de los dems ministros (citado Reig: Anti Moa, p. 79)

    Dado al autobombo, mantena, en 2006, que haba ledo 30.000 libros sobre la guerra civil. Reig hizo un clculo, y comen-zando a leer un libro a la semana, a partir de los nueve aos, arroja la cifra de 3.640 libros; hubiera necesitado semanas de ocho das y leer un libro diario. Todo un prodigio.

    Estos insignes historiadores son las referencias a las que una y otra vez, acuden los historietadores actuales, entre los que podemos citar a publicistas como Po Moa. Csar Vidal, Jimnez Losantos, Jos M Zavala, Carlos Dvila, Maruenda, Inda, etc. Banda a la

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    que se unen historiadores como Payne, Seco Serrano, Luis Surez Fernndez, Luis Eugenio Togores o Jos M Marco, por solo citar a unos pocos.

    Veamos algunos detalles de estos publicistas neofranquistas. Po Moa, terrorista de la banda GRAPO, con las manos manchadas de sangre, aparece con su primera obra sobre la Repblica y la Guerra Civil en 1999 -ao en que se condena el golpe franquista en el Congreso- En sus obras mantiene tesis como que la Repblica era ilegtima, que las matanzas de Badajoz no existieron - a Espi-nosa ni se ha molestado en leerlo-, que la Repblica recibi antes y mejor ayuda extranjera - a pesar de que historiadores como Vias o Moradiellos han demostrado con profusin de documentos todo lo contrario-, de la existencia de un complot comunista para acabar con la Repblica, que la guerra dio comienzo en 1934, etc. Curioso es que en sus libros las notas sean escasas, la bibliografa ms an, y las pruebas documentales inexistentes. Pero calumnia que algo queda.

    Csar Vidal es un prodigio de fecundidad, entre 2004 y 2006 public 39 obras, hablando de lo humano y de lo divino. O escri-be a dos manos y dos pies, o tiene un ejrcito de negros, eso sin mencionar que cundo tiene tiempo para leer o consultar archivos? Al igual que Moa no le duelen prendas en mentir descaradamente; un ejemplo, en su libelo Paracuellos-Katyn. Un ensayo sobre el ge-nocidio de la izquierda, dice que en el editorial de La Voz se poda leer: Hay que fusilar en Madrid a ms de cien mil fascistas camu-flados ( ), Gibson y Vias se han tomado la molestia de consultar el citado diario en la fecha indicada. Lo que el editorial deca es que haba 100.000 republicanos en peligro de ser fusilados si Franco tomaba Madrid. Para terminar con este eminente predicador de la verdad un par de apuntes sobre el currculum del que se ufana. Dice ser catedrtico de la prestigiosa Logos University, tal univer-sidad no existe, se trata de una escuela llamada Logos Christian College, dedicada a la enseanza de religin, ufologa o parasico-loga, y cuyas enseanzas no estn reconocidas ni a nivel local ni

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    federal dentro de EE.UU. Ms an mantiene que ha sido catedrtico de la UNED, si uno se molesta en consultar a la mencionada univer-sidad, la respuesta es que ni ha estado, ni est, ni se le espera.

    Y as podamos continuar in tempore sobre el resto de los perso-najes mencionados, pero, ni merece la pena que el que esto escribe pierda ms tiempo en ellos, ni que el lector canse su vista leyendo las hazaas de estos personajes.

    Diccionario Biogrfico De La RAH Pero lo ms grave de todo fue la aparicin del diccionario biogrfico de la RAH. En 1999 el seor Aznar concede una subvencin de 600.000 euros anuales a la Real Academia de la Historia para la redaccin de un diccionario bibliogrfico. En 2011, ante el escndalo que se mont por las definiciones que se hacan en algunas entradas qued paralizada la subvencin en tanto que un grupo de historiadores elevara un informe sobre l. En el dictamen los profesores Artola, Sanz Y Fusi mantienen que un artculo debe excluirse, catorce revisarse enteramente, diecisis retocarse y cuatro son considerados opinables. Otro historiador como Jos Luis Ledesma dice que el 20% de las voces no pasan el examen de un historiador profesional. El suplemento literario del Times, atribua su edicin a amigos de Franco. El diccionario no ha sido enmendado, y adems Rajoy le ha otorgado otros 100.000 euros. En total esta obra ha costado, hasta el momento, a todos los espaoles 6,5 millones de euros.

    En este diccionario se pueden leer barbaridades como que Franco fue autoritario pero no totalitario, el golpe es denominado alzamiento, y la guerra civil cruzada o guerra de liberacin, mientras que las matanzas de Badajoz se transforman en normali-zar la vida ciudadana

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    La entrada de Franco la hace el medievalista Luis Surez Fernn-dez, personaje vinculado a la Fundacin Francisco Franco -hasta el ao 2002 era el nico que poda ver sus fondos- y presidente de la Hermandad del Valle de los Cados. En su entrada se leen cosas como Francisco Franco se hizo famoso por el fro valor que sobre el campo desplegaba; Una guerra que le permiti derrotar a un enemigo que en principio contaba con fuerzas superiores. Para ello, faltando los posibles mercados y contando con la hostilidad de Francia y Rusia, hubo de establecer estrechos compromisos con Italia y Alemania. A este seor se le ha debido olvidar que los contratos con Italia estn firmados desde el 1 de julio; que la ayuda sovitica no lleg hasta octubre, mientras que Franco cont con la alemana e italiana desde el primer momento. Pero qu podemos esperar de una persona que mantiene que Franco luch contra la democracia de partidos, el comunismo y la masonera, existe algu-na democracia que no sea la de partidos?, perdn claro que existe, la democracia orgnica de Franco; el poderoso comunismo contaba con diecisiete diputados, mientras que la masonera espaola era nfima en relacin con otros pases.

    La entrada del general Vicente Rojo, la hace ngel David Martn Rubio, sacerdote del CEU. Vincula al general con la UME - grupo de militares antirrepublicanos-, y que particip en los planes de Mola y Franco. Este ilustre miembro de la iglesia catlica ha justificado en numerosas ocasiones el alzamiento.

    La de Queipo de Llano, la realiza el militar, de extrema derecha, Rafael Casas de la Vega, que hace un autntico panegrico Contri-buy de una manera decisiva al triunfo de las armas nacionales frente a los republicanos. De la represin que orden en Andalu-ca, no sabe, no contesta.

    Pero ya no es solo las falacias que se tienen que leer en el diccio-nario, en algunas entradas se observa que el autor carece de las mnimos conocimientos sobre el personaje del que escribe. Ponga-mos por ejemplo la de Manuel Azaa, que realiza el historiador Carlos Seco Serrano y que ha analizado Santos Juli. Mantiene que

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    estudio en El Escorial, incierto, lo hizo en Alcal de Henares; dice que era funcionario del negociado de ltimas voluntades, incierto, era letrado de la Direccin General de los Registros y del Notaria-do; asegura que depur el Ejrcito, directamente mentira, muy al contrario, Azaa se opuso a los procedimientos abiertos a varios generales por la Comisin de Responsabilidades de las Cortes. Y en algunas afirmaciones directamente miente, como cuando asegura que la Sanjurjada no iba contra la Repblica, sino contra la vi-sin jacobina del rgimen, o que el gobierno de Negrn era prc-ticamente dictatorial, que fuera designado por el presidente de la Repblica en 1937 y refrendado con una mayora parlamentaria le trae al pairo.

    Otro error que se lee en la magna obra e impropio de una persona que se denomine historiador, es el de ngeles Hijano Prez, autora de la entrada de Casares Quiroga, al que atribuye ser el ltimo presidente de la Repblica. Sin comentarios.

    Es casualidad la eleccin de los autores de las entradas?, Por qu se ha ignorado a verdaderos especialistas como ngel Vias, Paul Preston, Francisco Espinosa, Santos Juli, Julin Casanova, etc.? No existen las casualidades cuando se habla de historia.

    Este diccionario salido del cementerio de elefantes que es la Real Academia de la Historia, no es sino una ms de las tergiversaciones histricas que ha defendido, y defiende el PP. Si no observen la coin-cidencia entre lo que hemos venido relatando y las declaraciones de algunos de los miembros de la cpula del partido que nos gobierna en la actualidad. Esperanza Aguirre, en la Asamblea de Madrid: La II Repblica fue un autntico desastre para Espaa y los espaoles () Muchos po-lticos republicanos utilizaron el rgimen recin nacido para intentar imponer sus proyectos y sus ideas -en algunos casos, absolutamente totalitarios- a los dems y les falt generosidad y patriotismo. Rafael Hernndez (portavoz adjunto del PP en el Congreso) al interpe-

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    larse sobre la aparicin de miembros de las Jvenes Generaciones del PP con smbolos nazis, las consecuencias de la Segunda Repblica llevaron a un milln de muertos. Manuel Fraga, entrevista en El Pas en 2007: Los muertos abandona-dos son de una guerra civil en la que toda la responsabilidad, toda, fue de los polticos de la II Repblica, toda! Miguel Oreja, en entrevista realizada en 2007 sobre la Memoria His-trica: Con Franco se vivi una extraordinaria placidez Cmo voy a condenar [franquismo] lo que, sin duda, representa a un sector amplio de espaoles. Jos Mara Aznar, en 2003: Los mitos de la guerra civil de Po Moa ser uno de mis libros de verano.

    Creo haber dejado meridianamente claro que el llamado revisio-nismo espaol no es otra cosa sino una ofensiva de las derechas para paliar la cada vez mayor solicitud de los ciudadanos de recuperar la memoria ms reciente de este pas, pero la verdadera, no la que nos quiso hacer tragar el franquismo, y que estos neofranquistas actua-les quieren resucitar.

    La historia solamente tiene una verdad, y esa es la que han intenta-do no contarnos.

    La Ilegitimidad De La Repblica Uno de los recursos ms utilizados por aquellos que quieren negar la verdad histrica sobre la Segunda Repblica espaola, y justificar el golpe del 18 de julio de 1936, es mantener que la proclamacin de la Repblica haba sido ilegitima, ya que haba salido de unos comicios municipales.

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    En un reciente artculo (Las elecciones del 12 de abril. Triunfo republicano)1 ya mantuve que las elecciones del 12 abril eran tomadas como un plebiscito, tanto por los partidos republicanos como por los partidarios de la monarqua.

    El mtico alcalde de Jaca, Po Daz Pradas peda la unin de las fuerzas republicanas:

    []en estos momentos decisivos [],formar el FRENTE NICO, oponer toda la resistencia posible para conseguir la victoria, no hablar de Partidos, de Sectores de accin moderada, feder-ales, radicales, etc. [] a semejanza de lo que en Jaca hicieron republicanos y socialistas, una unin de espritus y de fuerzas de todos los sectores antimonrquicos, un solo punto de mira: CAMBIAR LA MONARQUA POR LA REPBLICA COMO NICA SOLUCIN PARA ESPAA. (GMEZ: 544)

    Pero tambin desde las filas monrquicas se vean las elecciones como un plebiscito, as lo reflejaba El Debate en su editorial del da 11 Estamos convencidos de que la jornada de maana domingo ser brillante para los monrquicos. Ha penetrado en la mente de todos, la importancia de estas elecciones. No se trata solamente de elegir nuevas administraciones municipales, sino de ganar una batalla por el orden y la paz social, que en los actuales momentos aparecen vinculados a la Monarqua [].

    Tambin son elocuentes las declaraciones del conde de Roma-nones en vsperas de la consulta, Romanones asegur que en las elecciones:

    se ventilaba el porvenir de Espaa y su forma de Gobierno. (citado por FERNNDEZ: 53)

    1 http://jlgarrot.wordpress.com/2014/03/05/las-elecciones-munici-pales-del-12-de-abril-de-1931-triunfo-republicano/

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    Una vez conocidos los resultados, las declaraciones de varios lderes monrquicos que formaban parte del Gobierno, no dejan lugar a dudas sobre que significado real tena la voz de las urnas.

    Nada ms conocer los resultados, el general Berenguer ministro de Gobernacin- enviaba un telegrama a los capitanes generales de las distintas regiones militares:

    Las elecciones municipales han tenido lugar en toda Espaa con el resultado que por lo ocurrido en la propia regin de V.E. puede suponer. El escrutinio seala hasta ahora la derrota de las candidaturas monrquicas en las principales circunscripciones [] se han perdido las elecciones []

    Esto determina una situacin delicadsima que el Gobierno ha de considerar en cuanto posea los datos necesarios. En momentos de tal trascendencia no se ocultar a V.E. la absoluta necesidad de proceder con la mayor serenidad por parte de todos []

    Conserve Vuecencia estrecho contacto con todas las provincias de su regin, recomendando a todos absoluta confianza en el mando, manteniendo a toda costa la disciplina y prestando la colaboracin que se le pida al orden pblico.

    Ello ser garanta de que los destinos de la Patria han de seguir sin trastornos que la daen interesadamente, el curso lgico que les impngala suprema voluntad nacional.

    Por si hay alguna duda sobre que haban significado los resultados electorales, basta con leer lo que deca el presidente del Gobierno, el almirante Aznar, el da 13 a su llegada a Palacio para entrevistarse con el monarca. El almirante Aznar fue inter-rumpido por los periodistas all congregados. Cuando recabaron su opinin sobre los resultados de las elecciones, la respuesta fue contundente:

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    Que quieren ustedes que les diga de un pas que se acuesta monrquico y se levanta republicano!

    An aducen algunos que en las elecciones vencieron los monrquicos, acogindose a la teora de que lograron ms concejales. Las cifras que dan los historiadores son muy dispares entre s, prcticamente ninguno ofrece los datos completos. Recordemos que el nmero total de concejales a elegir era de 81.099, distribuidos entre 8.943 distritos electorales. Por otro lado, generalmente no dan informacin de cmo han elaborado sus conclusiones.

    Los datos en los que me he basado son los que public el Instituto Nacional de Estadstica, elaborados a partir de los datos que recibi de las distintas juntas electorales. Estos datos quedan reflejados en el Anuario Nacional de Estadstica, de 1931 y 1932. Son, por tanto, datos oficiales, los nicos que, a mi entender, son vlidos.

    Concejales elegidos en provincias (INE, 1932)

    Opcin poltica Concejales Republicanos 34.368 Socialistas 4.813 Comunistas 67 Monrquicos 19.035 Indefinidos 6.991 Otros 6.598

    Concejales elegidos en capitales de provincia

    Opcin poltica Concejales Republicanos 772 Socialistas 290 Comunistas 3 Monrquicos 467 Indefinidos 0 Otros 192

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    Si sumamos los concejales de las candidaturas claramente repub-licanas (republicanos, socialistas, comunistas) y las monrquicas (incluyendo indefinidos y otros) los resultados son:

    Opcin poltica Capitales Provincias Total Republicanos 1.069 39.248 40.317 Monrquicos 660 32.624 33.284

    Para mayor abundancia, generalmente una buena parte de los historiadores que han tratado el tema se basan a la hora de re-alizar su anlisis en el nmero de concejales electos, pero no en el porcentaje de votos recibidos por cada tendencia. Este detalle es de suma importancia, ya que no se puede calificar de la misma manera el voto rural y el voto urbano - y no slo por la prctica caciquil-. Tomemos el ejemplo de Madrid: la ciudad tena 950.000 habitantes y elega a 50 concejales, mientras que el resto de la provincia, con solo 425.000 habitantes, elegan a ms de 1.600. Esto mismo podramos aplicarlo a Barcelona, Valencia, Sevilla, etc. Solamente computando los resultados de las siete mayores ciudades, el 70% del voto fue a parar a opciones republicanas (conjuncin republica-no-socialista ms ERC), mientras los monrquicos apenas pasaban del 14%.

    El anlisis de los resultados no puede obviar lo ocurrido en el mundo rural- mucho ms atrasado y, en gran medida, subyugado al ancestral caciquismo. Tras las reclamaciones efectuadas a la Junta Electoral Central, las elecciones hubieron de repetirse en 2.478 pueblos los conocidos como burgos podridos-, solamente en uno de ellos haba triunfado la candidatura republicana. En estas poblaciones se repitieron las elecciones el 31 de mayo de 1931, en prcticamente todas hubo triunfo de las candidaturas republicanas.

    Creo haber demostrado meridianamente claro que las elecciones del 12 de abril de 1931, si eran consideradas plebiscitarias por sus protagonistas. Seguir manteniendo lo contrario es ser ms papista que el Papa. Seamos pues consecuentes con la realidad histrica

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    de aquellos momentos; y esta no era otra que el pueblo espaol, en su inmensa mayora, no deseaba seguir siendo gobernado desde un rgimen monrquico, apostando claramente por la constitucin de un rgimen republicano.

    La Segunda Repblica espaola se instaur por voluntad popu-lar, todo lo contrario que el rgimen de terror que durante cuarenta aos tuvo al pueblo espaol bajo una bota militar.

    El que an haya publicistas, como Po Moa, que defiendan la legitimidad del golpe de Estado perpetrado por los militares el 18 de julio de 1936,aduciendo que se alzaron contra un rgimen ilcitamente constituido, no demuestra sino la tergiversacin que, desgraciadamente, an utilizan algunos para seguir mostrando una realidad de la historia reciente de Espaa que es radicalmente falsa.

    Muchos de estos publicistas se apoyan para su afirmacin de la ilegitimidad de la Repblica, en el Dictamen que elabor una Comisin creada por Serrano Suer, para demostrar jurdicamente la ilegitimidad republicana. Estaba compuesta por veinte miembros presididos por el magistrado del Tribunal Supremo, Idelfonso Be-lln Gmez, y entre los que se encontraban Antonio Goicoechea y Eduardo Auns.

    Los principales argumentos jurdicos que presentaron fueron:

    Que su llegada haba sido debida a unas elecciones municipales no plebiscitarias.

    Que los nuevos poderes haban actuado como una revolucin con carcter limitado y constituyente

    Que el Estatuto de Catalua era una desmembracin de Espaa Que la revolucin de octubre pretenda instaurar una repblica

    bolchevique Que el gobierno haba perdido legitimidad al conceder la am-

    nista a los encarcelados por los hechos de octubre de 19342.Que el gobierno fue el promotor del causante del asesinato de

    Calvo Sotelo.

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    Como ellos mismos eran conscientes de que sus argumentos jurdi-cos no tenan base alguna, se cubrieron las espaldas haciendo una apostilla que por s misma es bastante elocuente:

    An en la hiptesis contraria, jams puede prevalecer, por ostensibles y aparentes que ellos sean, los ttulos de legitimidad constitucional externa contra los indestructibles y sin duda, ante Dios y ante la Historia, cien veces ms fuertes que pueden impul-sar a un pas en un momento decisivo a liberarse para perman-ecer fiel a s mismo y salvar a la Humanidad, al alejar un peligro terrible y cierto.

    Este intento de apoyar jurdicamente el golpe del 18 de julio, no se lo crea ni el propio Serrano Suer:

    () la rebelda estaba jurdicamente en los autoproclamados nacionales que montaron una parodia de justicia, una justicia al revs (Memorias. Entre el silencio y la propaganda, la historia como fue, Barcelona, 1977, p. 245). Y esto lo dice el creador de la Comisin.

    La Guerra Civil Comenz En Octubre De 1934

    Una de las ms repetidas falacias que se continan repitiendo sobre las causas de la guerra civil, es que sta dio comienzo en octubre de 1934. El primero que propag que la sublevacin se deba a una respuesta a la sublevacin de 1934 fue el fiscal jefe del Ejrcito, Fe-lipe Acedo Colunga; posteriormente se incorpor al Dictamen sobre la ilegitimidad de la Repblica que se public en 1939.

    2 La que concedi el gobierno radical-cedista a los implicados en la Sanjurjada debi de ser otra cosa.

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    No solo era repetida una y mil veces por los historiadores franquis-tas. En 1998 lo retoma el periodista y militar ngel Palomino en su obra 1934. La guerra civil empez en Asturias. Este insigne co-laborador de los diarios Ya, Arriba o El Alczar, utiliza los mismos argumentos que utilizaron los propagandistas franquistas para tergi-versar lo ocurrido en Asturias. Retoma la teora en 2004, Po Moa, en un artculo publicado en La Nueva Espaa el 11 de noviembre, esta vez la mentira se utiliza con claros fines polticos:

    El PSOE y ERC planificaron y organizaron la guerra civil en 1934. Dos partidos que vuelven a estar unidos ahora 3.

    Tambin estamos hartos de escuchrselo a dos asiduos tertulia-nos, Francisco Maruenda y Eduardo Inda. Es decir la mentira sigue vigente hoy en da. En el uso poltico, y relacionado con la subleva-cin de Asturias, tambin se ha dicho que el abuelo de Jos Lus Ro-drguez Zapatero particip en la represin posterior. Mienten cuan-do dicen que Juan Rodrguez Lozano particip en la represin en Asturias. Rodrguez fue apartado del servicio despus de octubre de 1934. No estaba a las rdenes de Yage jefe de las fuerzas africa-nas- que fue el ms feroz represor, sino que estaba a las rdenes del general Pedro Lacerda, que estaba actuando en Pola de Lena, y no en Oviedo, lugar donde se cometieron las mayores atrocidades.

    A estos personajes habra que recordarles que en 1932 si se produjo un levantamiento militar con el fin de acabar con el rgimen, y que ese mismo ao se crea la Unin Militar Espaola, organizacin militar con claros objetivos golpistas. Tambin olvidan que ya se haban producido contactos con la Italia fascista con el fin de recabar ayuda econmica y material para perpetrar un golpe de Estado 4.Antes de entrar a explicar que fue realmente la insurreccin

    3 Citado por E. Moradiellos, en Revisin histrica, crtica y pseu-do-revisionismo poltico presentista: el caso espaol, en Temas para el debate, n 147, pp.23-28

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    de octubre de 1934, veamos lo que dicen algunos historiadores sobre el tema:

    Alberto Reig Tapia 5: No es fcil admitir que una intervencin como la de 1934, que dur menos de un mes en una parte limitada del territorio espaol y que acab con la derrota total de quienes tenan el ejrcito en contra, pueda ser considerada el comienzo de un enfrentamiento blico; pero ms difcil es aceptar que despus de veinte meses de actividad poltica, con partidos, gobiernos y eleccio-nes, una sublevacin militar contra quienes ya haba sido derrotados en 1934 sea la continuacin de ese mismo conflicto David Ruiz 6: El radicalizado sector caballerista cubri de imprope-rios tanto a la derecha gobernante (radicales de Lerroux) como a la por gobernar (cedistas de Gil Robles), agot las haches de huelga y las erres de revolucin pero ni rastro aparece de que amenazaran con una guerra, a no ser que un titular de Renovacin (Guerra al Gobierno de Lerroux) publicado a los quince das de constituirse, pueda tomarse literalmente como tal.

    Jos Manuel Macarro 7: No fue un asalto a la democracia, sino un intento de rescatar la Repblica

    Para entender porque se produjo el octubre de 1934 hay que

    4 ngel Vias, La conspiracin del general Franco, nota 75, p. 239 El general Barrera haba entrado en contacto con el embajador de Italia para confirmarle la existencia de un movimiento militar cuyo objetivo consistira en llevar al gobierno a hombres que se opongan con energa al bolchevismo y restauren el orden ()

    5 Revisionismo y Poltica. Po Moa revistado (Madrid, 2008).6 Octubre de 1934, en Temas para el debate, n 147 (2007), p. 30.7 Octubre un error de clculo y perspectiva, en VVAA Octubre de

    1934, cincuenta aos para la reflexin, (Madrid, 1988), pp. 269-282

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    mirar atrs y analizar lo que haba ocurrido desde que las derechas se impusieran en las elecciones de noviembre de 1933. Desde el pri-mer momento el nuevo gobierno tiene como objetivo acabar con las reformas que se hicieron en el primer bienio. Esta actuacin guber-nativa provoca la reaccin de la clase trabajadora que vean como todo lo logrado podra irse por la borda. En diciembre de 1933, a tan solo un mes de las elecciones, se producen dos hechos de impor-tancia, por un lado la creacin en Catalua de la Alianza Obrera, integrada por el Bloc Obrer i Camperol, seccin catalana de la UGT; Esquerra Comunista; Uni de Rabassaires; Federacin socialista en Barcelona del PSOE, y la Unin Socialista. La CNT se mantuvo al margen, ya que tena confianza en sus propias fuerzas y, por tanto, no le haca falta integrarse en ninguna alianza. Ese mismo mes se produce una insurreccin anarquista, con centro en Zaragoza, se inicia el 8 de diciembre, y tiene repercusiones en Aragn, La Rioja, Extremadura, Andaluca, Catalua y la cuenca minera de Len. El final fue la desarticulacin de la CNT, y un saldo de 89 muertos y 164 heridos. El 28 de marzo de 1934 la CNT y la UGT convo-can una huelga general, una de las ms largas en la historia de la capital aragonesa, 34 das de duracin. Poco despus se declara la huelga general de jornaleros convocada por la FETT, que durar del 5 al 18 de junio, y que fracas por el nulo apoyo que recibi por parte de los obreros industriales.

    Tambin en Euskadi surgieron problemas con la conocida como Guerra del vino, que enfrent a los ayuntamientos de las provin-cias vascas con el Gobierno desde junio hasta octubre.

    La represin sufrida por las clases trabajadoras en estas protes-tas no hace sino exacerbar los nimos. Cada vez son ms los que piensan que el gobierno, y sobre todo a partir de la entrada de ministros de la CEDA, pretende instaurar una dictadura similar a la que Dollfuss haba implantado en Austria.

    En estas circunstancias se llega a octubre de 1934. El PSOE/UGT vislumbra que de no radicalizar su discurso podra perder protagonismo entre la clase trabajadora, de ah los discursos

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    incendiarios que lanzaba Largo Caballero ms para provocar entusiastas reacciones de adhesin, que porque se creyera lo que estaba diciendo o que aparecieran en las pginas de El Socialista, belicosos mensajes como el que se lea el 1 de abril de 1934: No! Guerra de clases! Odio a muerte a la burguesa criminal! Es bajo estos parmetros que el PSOE/UGT convoca la huelga general, pero sin concretar los objetivos que se pretendan. La convocatoria tuvo escaso xito incluso dentro de las filas socialistas, en parte debido a la divisin interna que se estaba viviendo dentro del seno del PSOE y de la propia UGT.

    Por otro lado, en Catalua, haba un fuerte sentimiento de res-quemor haca el nuevo gobierno tras la decisin del Tribunal Consti-tucional de suspender la Ley de Contratos de Cultivos a requerimien-to del Gobierno.

    Hay pues tres factores que influyen en el movimiento de octubre, y los tres de muy distinta ndole. Por un lado estaban los socialistas que pensaban que la entrada de la CEDA en el Gobierno partido que no haba hecho una explcita aceptacin de la Repblica- era una traicin a la propia Repblica y al espritu con que sta se promulg. En segundo lugar las reivindicaciones obreras, sobre todo por parte de los mineros asturianos, que ya venan de lejos. Y en tercer lugar la postura de los catalanes que vean menguada su autonoma. Es decir distintas causas, distintos objetivos:

    Por parte de gran parte de los socialistas recuperar la esencia republicana.

    Los catalanes evitar que el gobierno vaciara de contenido el Estatuto de Autonoma.

    Obreros y mineros asturianos mejorar sus condiciones laborales y de vida, que se haban visto mermados desde la entrada de las derechas en el poder.

    Esta diversidad es la que provoca que la Alianza Obrera sola-mente se lleve a cabo en Asturias con la unin de anarquistas,

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    socialistas y, en ltimo momento, comunistas. En Catalua la CNT se niega a apoyar el movimiento; y el resto del pas sigue con una desigual recepcin el llamamiento prcticamente nulo en el mbito rural- a la huelga general.

    Todos estos elementos son los que hacen que la insurreccin fuera un total y absoluto fracaso, siendo sofocada en pocas horas si exceptuamos Asturias nico lugar en Espaa donde se puede decir que si hubo un verdadero levantamiento.

    No existe, por tanto, ningn intento de derrocar el rgimen, todo lo contrario, lo que se intentaba recuperar era el espritu social, laico e igualitario con el que se haba proclamado la Repblica. Por otro lado cmo se puede mantener que fue el inicio de la guerra civil, cuando transcurren dos aos hasta el golpe militar, y cuando, desde mucho antes, ya se estaban haciendo preparativos para derrocar al rgimen por parte de los elementos ms reaccionarios de la socie-dad espaola? La respuesta es que an hay muchos polticos, perio-distas, oligarcas, y no digamos eclesisticos, que siguen intentando justificar un golpe que destruy el periodo ms democrtico de la historia de Espaa.

    La Primavera De 1936

    Otro argumento utilizado por los franquistas para justificar la suble-vacin fue el supuesto caos que se viva en las calles, y que no era sino antesala de una revolucin que estaba en marcha. Esta justifica-cin ya la utiliz Mola en el apartado 6 de la Instruccin reservada n 1.

    Conquistado el poder, se instaurar una dictadura militar que tenga por misin inmediata restablecer el orden pblico, imponer el imperio de la ley y reforzar convenientemente al Ejrcito, para consolidar la situacin de hecho que pasar a ser de derecho

    Lo ms pattico del caso es que los revisionistas continan utili-

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    zando este falaz argumento para justificar el golpe, un ejemplo de ello es el documental que emiti Telemadrid sobre el asesinato de C. Sotelo, manteniendo en sus conclusiones que el estallido de la guerra civil fue consecuencia del mismo 8.Otro argumento que esgrimen los historietadores es que haba un plan elaborado para acabar con las derechas, Francisco Snchez Prez es muy explcito al respecto: () en cualquier caso no haba en marcha una sistemtica liqui-dacin de derechistas que condujera a la guerra ni la legitimase () Quienes lo dicen deben probarlo o simplemente falaces9

    Como tampoco exista ninguna aventura revolucionaria porque, como apunta Gonzlez Calleja 10, ninguno de los poderes emer-gentes tena un proyecto poltico consolidado. Esta supuesta revo-lucin la utiliza Jos A. Primo de Rivera en una misiva que escribe desde los calabozos de la DGS, titulada La voz del jefe desde el calabozo: El comunismo manda en las calles; en estos das los grupos comunistas de accin han incendiado en Espaa centena-res de casas, fbricas e iglesias, han asesinado a mansalva (), ms adelante convocaba a los intelectuales, obreros, militares espaoles, para una nueve empresa peligrosa y gozosa de recon-quista11

    La creacin ficticia de una alarma social era constante en los peridicos de derechas, y en los informes que presentaron Calvo Sotelo y Gil Robles ante las Cortes. En el debate parlamentario del 16 de junio de 1936, Gil Robles hizo un resumen de la situacin en Espaa y los graves hechos ocurridos entre el 16 de febrero y el 15 de junio, su balance arrojaba 160 iglesias destruidas, 113 huelgas generales, y 269 muertos. Muchos de los casos que present Gil Robles eran pura y llanamente una invencin, como le demostraron

    8Emitido el 2 de mayo de 20129Francisco Snchez Prez, Una guerra inevitable?, en F. Snchez

    Prez (coord.) Los mitos del 18 de julio, p. 4710Glez. Calleja, Contrarrevolucionarios., p. 30911Citado por Glez. Calleja, Ob.cit., p. 316

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    otros parlamentarios en el transcurso del debate y como probaron los informes enviados por los gobernadores civiles12. Anteriormen-te, el 15 de abril de 1936, Calvo Sotelo haba hecho su particular resumen, tambin expuesto en las Cortes, segn l, desde el 16 de febrero de 1936 al 2 de abril de 1936 se haban producido 163 asaltos a sedes polticas y domicilios particulares, 100 iglesias que-madas y otras 36 asaltadas, 11 huelgas generales, 169 motines, 39 tiroteos, 24 atracos, con un saldo de vctimas de 345 heridos y 74 muertos. Calvo Sotelo no dud en mezclar churras con merinas, es decir conflictos sociopolticos con delitos comunes. Termin diciendo que esta situacin solamente se arreglaba con la instauracin de un Estado totalitario y corporativo, en pocas palabras fascista.

    El entonces embajador estadounidense en Espaa, Claude Bowers, coment, no sin cierta sorna, esta tctica de los polticos y peridicos de derechas: Todos estos incidentes eran cuidadosa-mente y sistemticamente compuestos diariamente y publicados en los peridicos antidemocrticos bajo el titular permanente Des-rdenes sociales en Espaa, la prensa extranjera daba la mayor importancia a esto. Era como si en los Estados Unidos, por ejem-plo, todas las peleas, todas las muertes, todos los robos, crmenes, huelgas, no importa lo insignificante que fueren, se anotaran y se publicaran en la primera pgina del The New York Times bajo el ttulo permanente : Desrdenes sociales en los Estados Unidos13

    Como bien apunta Gonzlez Calleja: El Congreso se erigi en caja de resonancia que amplificaba los antagonismos que fraccionaban al conjunto de la sociedad, de suerte que la Gue-

    12 En esa misma reunin, Calvo Sotelo, achac al Frente Popular el 60% del desorden pblico, para acabar pidiendo la instauracin de un es-tado totalitario: A este Estado llaman muchos Estado fascista, yo creo en l, me declaro fascista, haciendo posteriormente un llamamiento al Ejrcito. El presidente Casares Quiroga le replic hacindole responsable de futuros intentos golpistas

    13 C. Bowers: Misin en Espaa, p. 206.

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    rra Civil se declar antes en el Congreso que en la calle14Se ha hablado hasta la saciedad de la violencia existente en

    la primavera de 1936, pero muy pocos se molestan en compa-rarla con otros periodos histricos, y otros lugares en donde ha habido un clima ms violento an sin que desembocara en un golpe de estado. Por ejemplo, en los aos veinte, y con gobier-nos conservadores los problemas de orden pblico fueron mucho ms graves. En 1920 hubo 424 huelgas parciales y cerca de cien generales, a las que habra que aadir los numerosos loc-kouts. En 1921, 228 personas fueron asesinadas en la calle. En la ejemplar Transicin hubo cerca de 700 muertos. Por establecer una comparacin con otro lugar y en las mismas fechas; en Fran-cia tras el triunfo de una coalicin de izquierdas muy similar al Frente Popular espaol, se produjo una oleada de huelgas, ms extendida y ms grave, con la ocupacin de multitud de fbricas y otro tipo de establecimientos.

    Si es cierto que en el periodo se producen numerosas huelgas pero ni mucho menos con sentido revolucionario, sino como con-tinuacin, en unos casos, de las iniciadas en el perodo 1933-1934, como puede ser la de la construccin en Madrid convo-cada el 1 de junio de 1936. Otras se hincaron con el nimo de presionar al gobierno para que acelerase las reformas iniciadas en 1931 y eliminadas o disminuidas durante el denominado Bienio Negro. Es ms, en el mundo rural, tomando como ejem-plo Andaluca, fueron menos en 1936 que las habidas en aos anteriores:

    14 Glez. Calleja, ob.cit., p. 331

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    Huelgas Rurales

    Provincia 1931 1932 1933 1935 1936 Granada 31 29 24 6 Jan 57 87 14 Crdoba 30 30 95 24 Sevilla 75 60 22 TOTAL 61 191 266 66

    Otro dato significativo es el nmero de detenciones efectuadas por la Guardia Civil en el mundo rural: 1932, 24.109: 1933, 50.432; 1934, 51.759; 1936, 25.109 15

    En conclusin, y como indica Francisco Snchez Prez: En otros trminos, esos meses inmediatamente anteriores a la guerra civil no son una revolucin en marcha sino la culminacin de un ciclo de protestas16

    Se puede afirmar, y con documentacin que demuestra la ase-veracin, que la violencia que se vivi en la primavera de 1936, en gran parte, era una tctica premeditada por parte de las derechas, y que en varias ocasiones desde la izquierda- lo que no quiere decir que no protagonizara actos violentos- se hicieron en diversas oca-siones llamamientos para no caer en la provocacin.

    En el informa confidencial del general Mola de fecha 1 de julio de 1936 se lee en el punto tercero:

    Se ha intentado provocar una situacin violenta entre los sectores polticos opuestos para apoyados en ellos proceder, pero es el caso que hasta el momento -no obstante la asistencia

    15 Francisco Snchez Prez, Las protestas del trabajo en la `primav-era de 1936, en Mlanges de la Casa de Velzquez, 41-1, pp. 77-98

    16 Francisco Snchez Prez, Madrid de preguerra

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    prestada por algunos elementos polticos- no ha podido produ-cirse, porque an hay insensatos que creen posible la conviven-cia con los representantes de las masas que mediatizan al Frente Popular.

    Pues esta cita no la he visto en las obras de los historiadores, pseudohistoriadores, historietadores y juntaletras revisionistas de hoy. Parece meridianamente claro que la consigna de Mola haba sido seguida en tres frentes: la calle, la prensa, y el Parlamento, y claramente, si bien no consigui alcanzar su objetivo plenamente, sirvi para que los golpistas y sus voceros - de ayer y de hoy- justi-ficaran la necesidad de una intervencin militar que acabara con el legitimo rgimen republicano. Cuando Mola se refiere a la asistencia prestada por algunos elementos polticos, es seguro que tena en mente a Falange que sin duda fue la nmero uno en provocaciones y actos violentos y en polticos como Calvo Sotelo.

    Llegan al cnit de la poca vergenza los que siguen mante-niendo que las izquierdas eran los causantes del desorden que las derechas no hacan sino defenderse de los ataques de stas.

    De Falange dice [Po Moa] que se vio obligada a defenderse ante los ataques de los bolcheviques socialistas y comunistas. Si se molestara en seguir la cronologa vera quin empez con la violencia callejera. Un ejemplo, Jos A. Ansaldo17 () se apun-t en la primavera de 1934 a Falange con el fin de organizar comandos terroristas.18

    El da 20 de mayo, Ruiz de Alda, escriba un artculo en No Importa en el que justificaba el uso de la violencia:

    17Era el jefe de Primera Lnea, grupo de choque de Falange hasta que fue expulsado de la organizacin.

    18 A. Reig Tapa, Anti-Moa

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    Es indecente querer narcotizar a un pueblo con el seuelo de las soluciones pacficas. Ya no hay soluciones pacficas. La guer-ra est declarada y ha sido el gobierno el primero en declararse beligerante () El Gobierno no pierde su tiempo en matar moscas: se da prisa en aniquilar todo aquello que pueda consti-tuir una defensa de la civilizacin espaola y de la permanencia histrica de la Patria, el Ejrcito, la Armada, la Guardia Civil y la Falange19

    La actitud de Falange la sintetiz muy bien Guillermo Cabanellas hijo del general Cabanellas que calific las acciones de Falange como Un verdadero canto de frenes a la violencia20

    Para mayor abundamiento en lo expuesto conviene recordar el comentario que hizo Jos Antonio a Luca de Tena y a Lequerica el da 1 de marzo mientras contemplaba una manifestacin desde el balcn de la casa de Marichu de la Vega:

    Con un buen par de tiradores una manifestacin como esa se disuelve en diez minutos () Esperamos que se enteren de una vez. Nosotros estamos dispuestos a poner las narices, no? Pues que ellos pongan el dinero21

    Es bastante significativo conocer la tipologa de las vctimas y su inclinacin ideolgica. Stanley G. Payne mantiene que hubo ms vctimas de derechas que de izquierdas, a partir de que datos saca esas conclusiones, no dice absolutamente nada. Por el contrario historiadores que han estudiado a fondo el tema coinciden en todo lo contrario.

    19 Citado por Glez. Calleja, ob.cit., p. 32520 G. Cabanellas, La guerra de los Mil Das. Nacimiento, vida y

    muerte de la II Repblica espaola, vol. 1, p. 319, citado por Glez. Calleja, ob.cit., p. 324

    21Dionisio Ridruejo, Casi unas memorias, p. 60

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    Jos Luis Ledesma (La primavera trgica ): Los jornaleros, obreros y empleados, tuvieron cuatro veces ms vctimas que cualquier otro estamento social. Rafael Cruz: 56% jornaleros, obreros, simpatizantes de izquierdas; 19% derechas, 7% fuerzas de seguridad, militares (algunos de signi-ficada militancia izquierdista) 22. Gonzlez Calleja: 41,85% izquierdas; 19% derechas; 1,1% cen-tro, 23% sin identidad definida, aunque la mayora eran obreros y jornaleros.

    En cuanto al nmero de vctimas hay discrepancias, aunque, bajo mi punto de vista, la cifra ms fiable es la que ofrece Gonzlez Calleja. Ramiro Cibrian: 273 entre el 3 de febrero y el 17 de julio 23. Juan J. Linz /S. G. Payne: 269 24 Rafael Cruz: 262 Gonzlez Calleja: 351 - entre el 16 de febrero y el 17 de julio (la suscribe J. L. Ledesma).

    22 En el nombre del pueblo. Repblica, rebelin y guerra en la Es-paa de 1936, Madrid, 2006

    23 Violencia poltica y crisis democrtica: Espaa en 1936, en Revista de Estudios Polticos, n 6, 1978

    24 Juan J. Linz: della grande speranza alla guerra civile, en J. Linz (co-ord.)La caduta del regimi democratici (Bolonia, 1981), Stanley G. Payne, El colapso de la Repblica. Los orgenes de la Guerra Civil (1933-1936), (Madrid, 2005)

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    Hay ms unanimidad a la hora de mantener que un elevado porcentaje de las vctimas mortales fueron causadas por la inter-vencin de las fuerzas de Orden Pblico - en muchas ocasiones actuando por iniciativa propia y no siguiendo rdenes de las autoridades gubernativas-. Este hecho desmonta en parte la crtica que hacan las derechas acusando al gobierno de debilidad en el mantenimiento del orden pblico. Siguiendo los datos de Gonzlez Calleja, de las 351 vctimas, 111 las causaron las fuerzas de seguri-dad -especialmente la Guardia Civil-. Cincuenta de estas vctimas lo fueron en represiones unilaterales, sin que hubiera habido incidente alguno que causara la actuacin. Por otro lado tambin acusaban al gobierno de ser duros a la hora de utilizar medios represivos contra la derecha. Si hubiera sido as, el Gobierno no hubiera enviado a Mola, Goded o Franco a lugares desde donde tenan mucho ms fcil llevar adelante sus conspiraciones, que eran conocidas por todo el mundo; si hubieran querido quitarles la maniobrabilidad poltica - de lo que acusaba Gil Robles al Gobierno- los hubieran encerrado bajo siete llaves y luego las hubieran tirado al mar.

    Creo haber demostrado con suficiente argumentacin que ni en la primavera de 1936 se estaba preparando ninguna revolucin, ni que la conflictividad sociopoltica fuera justificacin para acabar por medio de la violencia ms atroz con un sistema poltico elegi-do libremente por la mayora de los espaoles. Adems que este clima de violencia fue en buena parte una estrategia establecida por todos aquellos que deseaban terminar con la Repblica. Coinciden conmigo la mayora de los historiadores serios, valgan algunos ejemplos: Alberto Reig Tapia: La visin cuasi dantesca que presentaba la derecha era inducida y responda a la imperiosa necesidad de justificar el golpe militar que se preparaba (Violencia y terror, p. 31). Santos Juli: Ni la guerra ni la revolucin fueron resultados

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    inevitables de la situacin por la que atravesaba la Repblica en 1936, sino consecuencia directas del golpe de Estado militar (Antecedentes polticos). Julio Arstegui: () la conspiracin y sublevacin no tuvieron un origen directo en esas violencias y desrdenes sino en causas de ms largo recorrido (Una izquierda en busca de la revolucin, nota 69, p. 405). Rafael Cruz: No haba ningn grupo, ni posibilidad de coordina-cin entre ellos, que pudiera dominar la enorme presencia de la poblacin en la calle. Tampoco hubo movilizaciones dirigidas al asalto al estado. No se cumplan las condiciones histricas para la revolucin (El repertorio frentico ).

    La Amenaza Comunista

    Uno de los argumentos ms falaces utilizados por la propaganda franquista para justificar el golpe de Estado de 1936, fue la in-minencia de una revolucin comunista que tena como objetivo el derrocamiento del gobierno de la Repblica y la instauracin de un rgimen bolchevique.

    Lo peor de todo no es que solamente esta gran mentira la utiliza-ran los historiadores franquistas como J. Arrars, Manuel Aznar, o R. De la Cierva, sino por los historietadores actuales e historiado-res ferozmente anticomunistas como Luis Fernndez Surez, Carlos Seco Serrano, Stanley G. Payne, B. Bolloten, o, aunque con un perfil ideolgico distinto, autores como Beevor, Orwell, Brour. Lo ms triste es que un verdadero historiador como H. Thomas en un principio aceptar esta teora al dar por vlidos los famosos cuatro documentos - que posteriormente analizaremos-, o un intelectual como Salvador de Madariaga. Aunque es de justicia decir que en

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    estos dos casos rectificaron posteriormente.La utilizacin del peligro comunista para justificar el golpe de

    estado, o una determinada lnea poltica, se ha hecho con anterio-ridad y posterioridad a la II Repblica, tanto en Espaa como fuera de nuestras fronteras. Hitler lo utiliz cuando acus a los comunis-tas del incendio del Reichstag; lo utiliz Mussolini, lo utilizaron los conservadores britnicos -falsificando una carta del entonces secre-tario de la Komintern, Zinoviev- para derrotar a los laboristas en las elecciones de 1924; los norteamericanos para justificar el asesinato de Sacco y Vanzetti en 1923 y posteriormente fue el leiv motiv de la poltica norteamericana para fomentar la Guerra Fra, y que per-miti barbaridades como las realizadas por el senador McCarthy en su peculiar caza de brujas, o perpetuar un rgimen fascista como el de Franco, ya que preferan mantener una dictadura ante la ms mnima posibilidad de que un partido comunista pudiera tener protagonismo poltico en Europa occidental.

    En Espaa la amenaza de una revolucin bolchevique ya fue utilizada por el general Primo de Rivera, incluso Alcal Galiano mantena que la dictadura evit que se produjera esta revolucin. Durante la dictadura de Primo de Rivera la prensa no dejaba de hablar de un supuesto complot comunista. Esta obsesin anti-comunista desemboca en la creacin en 1925 del Centro Espaol Antibolchevique, que se convierte en oficial cuando en 1927 el gobierno suscribe a la revista CEA a numeroso oficiales del Ejrcito, entre ellos Franco.

    Desde 1931 hombres como Calvo Sotelo, Maeztu o Albiana, por solo citar algunos, no dejan de lanzar soflamas apocalpticas sobre el futuro sovitico que esperaba a Espaa. En 1932 el inspec-tor de polica, Mauricio Carlavilla, escribe El comunismo en Espaa, en donde afirmaba que en el VII Congreso de la III Internacional se decidi la creacin de frentes populares y la unin con la masonera para hacerse con el poder en Europa. Ayudaba en la difusin de este infundio boletines como Action Franaise, Solidarit Franaise, rgano de la extrema derecha francesa, o el Bulletin dInformation

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    Publique, portavoz de la Entente Internacional contra la III Interna-cional, con sede en Ginebra, y del que eran subscritores Franco y Mola. Por esta fechas es traducido y difundido un folletn titulado Los protocolos de los sabios de Sin -obra de un antiguo general zaris-ta, E. Von Miller- y traducido y difundido en Espaa por el duque de la Victoria25.

    Todos estos panfletos tenan amplia difusin en los ambientes cuartelarios, sirviendo para alimentar la ancestral animadversin que tenan los militares por el marxismo y el sindicalismo, puesto de manifiesto en la prensa militar como, por ejemplo, La Corresponden-cia Militar26.

    Como no poda ser de otra manera, la prensa de derechas se haca eco constantemente del peligro comunista, para ella la revolucin de octubre de 1934 fue una conspiracin internacional dirigida por la Komintern que, en unin de los masones, pretendan extrapolar estos hechos al resto de Espaa.

    Estos avisos sobre el peligro comunista se intensificaron durante la campaa electoral de 1936. El Frente Popular era considerado el Caballo de Troya introducido por Stalin, asegurando que los partidos marxistas y anarquistas - han ledo bien anarquistas- esta-ban dirigidos desde Mosc. El 6 de febrero de 1936, el ABC haca un llamamiento a los votantes a ocupar su lugar en la trinchera contra la revolucin de hordas asesinas e incendiarias capita-neadas por extranjeros de faz monglica que quieren imponer la dictadura del proletariado De golpe y porrazo Azaa se haba convertido en Atila y los republicanos en unos sangrientos hunos. A estos pregoneros del Apocalipsis no les dolan prendas en comparar al gobierno de Azaa con el de Kerensky en la URSS o Korolky en Hungra. Una vez consumado el triunfo del Frente Popular se conti-

    25 En ellos se detallaba una supuesta confabulacin urdida por los judos para controlar la masonera y los movimientos comunistas. Ya en 1921 se demostr la falsedad de tales documentos.

    26 Finalmente clausurada por el gobierno republicano en 1936

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    no con la campaa; entre abril y julio de 1936, Calvo Sotelo habl cuatro veces en las Cortes del peligro comunista.

    El argumento de que Espaa estaba en peligro de pasar a ser un satlite de la URSS, fue uno de los ms utilizados por los golpis-tas para justificar lo injustificable, su asalto al legtimo poder de la Repblica.

    Franco aludi a este peligro en una entrevista publicada en el diario portugus O Seculo. No se trata de una lucha de ideas ms o menos respetables, sino de un levantamiento nacional que ha impuesto la noble tarea de acabar con el rgimen de tirana que ejercan los elementos marxistas, en un artculo titulado Dn-de estamos? Publicado en La Revue Belge continuaba en la misma lnea: los jefes del Ejrcito () se decidieron a actuar el da que supieron que los elementos extremistas del Frente Popular prepara-ban una revolucin comunista- de tipo sovitico- para apoderarse del poder y exterminar a sus enemigos (...)27 El poder del PCE

    (...) el anticomunismo sirvi para legitimar la insurreccin contra el gobierno legtimo, presentndola como una contrarrev-olucin preventiva. A este fin se elabor un discurso interesado en magnificar la fuerza, implantacin e influencia del comunismo espaol y en leer su estrategia en trminos conspiratorios28

    Cuando se proclam la Repblica el PCE apenas contaba con 800 afiliados, era pues una organizacin poltica con un peso totalmente irrelevante. Tanto es as que el general Primo de Rivera -aunque en sus discursos aludiera al peligro comunista- no se tomo

    27 Citado por A. Reig Tapia, Violencia y terror, p. 3228 Fernando Hernndez Snchez; Con el cuchillo entre los dientes: el

    mito del peligro comunista en Espaa en julio de 1936, en F. Snchez Prez (coord.) Los mitos del 18 de julio, p. 275

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    la molestia de cerrar Mundo Obrero, rgano del PCE, lo que de-muestra que, en el fondo, l mismo era consciente que el comunismo espaol no tena ninguna relevancia y no representaba peligro algu-no para el rgimen dictatorial impuesto por el con el beneplcito de Alfonso XIII.

    En las elecciones de 1931 el PCE no obtuvo ningn diputado, y en las de 1933 solamente uno. En 1934, segn datos del propio partido, contaba con 20.000 afiliados; todo parece indicar que esta cifra est bastante inflada, estimndose por diversos especialistas que la cifra real estara en torno a los 5.000. En las elecciones de 1936 los diecisiete escaos de que dispona el PCE representaban el 3,59 del arco parlamentario. Adems este nmero no era reflejo del verdadero apoyo popular, ya que se vio muy beneficiado por el reparto de escaos que se realiz entro de la coalicin del Frente Popular que no representaba realmente el apoyo que haba tenido cada partido integrado en la coalicin.

    El PCE comenz a tener realmente fuerza tras el estallido de la guerra civil, debido a dos factores: primero a la postura que adopt respecto a los intereses que primaban en aquellos momentos, que no eran otros que vencer en la contienda, olvidndose de cualquier intento revolucionario - como defendan la CNT o el POUM-, y la defensa que siempre hizo de la pequea y mediana burguesa; en segundo lugar, por el apoyo que la URSS prest a la Repblica, que haba sido abandonada a sus suerte por las potencias democrticas con el Pacto de No Intervencin. Los documentos de la supuesta revolucin comunista Para tener una base en la que apoyarse a la hora de justificar el golpe del 18 de julio, los sublevados no tuvieron inconveniente en falsificar unos documentos en los que se daban las instrucciones para llevar a cabo una revolucin que instaurara en Espaa una repblica bolchevique.

    El primero en utilizar dichos documentos fue el general Mola. En

  • Jos L. Garrot

    36

    un discurso pronunciado el da siguiente de la matanza de Badajoz, y emitido a travs de radio Burgo en la noche del 15 de agosto de 1936, se le oy decir: de no haber sido por nosotros [el Ejrcito] al paso con tiempo y en fecha oportuna, la historia de la humani-dad hubiera conocido en pleno siglo XX la ms sangrienta de las revoluciones, que nos hubiera llevado forzosamente a desapare-cer del mapa de Europa como nacin libre y civilizada () lo que se proyectaba para el 29 de julio, bajo los puos cerrados de las hordas marxistas y a los acordes tristes de la Internacional. Slo un monstruo de la compleja constitucin psicolgica de Azaa pudo alentar tal catstrofe29

    El supuesto complot para la instauracin de un rgimen a ima-gen y semejanza de la URSS, se plasmaba en cuatro documentos que contenan las consignas para llevar a buen puerto la subleva-cin. Informe confidencial n 3 (doc. 1) Habla de la rebelin en Ma-

    drid, prevista entre los das 10 de mayo y 29 de junio de 1936. Informe confidencial n 22/11 (doc. 2) En l se dan los nom-

    bres del soviet espaol, presidido por Largo Caballero, y que contara con Carlos Hernndez Zancajo (PSOE), Luis Araquis-tan Quevedo (PSOE), Eduardo Ortega y Gasset (PRRS), Julio lvarez del Vayo (PSOE), Jernimo Bugueda (PSOE), Francisco Galn (PCE), Jos Daz (PCE), Luis Jimnez de Asa (PSOE), y el delegado de la III Internacional Ventura Delgado. Asimismo se relacionaban las fuerzas con las que se contaba, con decenas de miles de armas entre pistolas, pistolas-ametralladoras y ametra-lladoras, y dinamita para equipar a 20.000 hombres. Las fechas de la rebelin se fijan entre el 11 (un da despus del documento

    29 Citado en Carlos Blanco Escol, Falacias de la guerra civil, p. 102. Mola habla del 29 de julio, cuando en los documentos se deca entre el 11 de mayo y el 29 de junio, y como haba pasado la fecha prevista para la revolucin comunista y no se haba producido tal revolucin, haba que atrasar la fecha para mantener que se haba llegado a tiempo.

  • Historiadores e Historietadores de la Segunda Repblica y la Guerra Civil.

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    n 1) y el 29 de junio. En cuanto a recursos humanos, contaban con 150.000 de las fuerzas de asalto, 10.000 las de resistencia, y 120.000 las sindicales30

    Informe secreto sobre una reunin celebrada en Valencia (doc. 3) En el informe se sostiene que el 16 de mayo de 1936 se celebr una reunin en Valencia a la que asisti un delegado de la III Inter-nacional, dos delegados soviticos, delegados franceses, delegados espaoles que vena de Francia tras entrevistarse con Maurice Thorez. La revolucin sera a mediados del mes de junio (nuevo cambio de fecha), despus de que el PCF se hiciera con el poder. Segn el informe el 10 de junio estaba prevista otra reunin, esta vez en Madrid, a la que seran invitados los comunistas franceses Maurice Thorez y Marcel Cahin, el socialista, tambin francs, Vincent Auriol, Giorgi Dimitrov, en representacin de la III Interna-cional, ms socialistas, comunistas y anarquistas espaoles.31

    Instrucciones generales para la neutralizacin del ejrcito y sus oficiales.

    Estos informes fueron ampliamente aireados por la propaganda franquista en todo el mundo en un intento de convencer a todas las potencias de que el golpe haba sido inevitable para evitar la conjura comunista que hubiera convertido a Espaa en un satlite de la URSS.

    Copias de estos documentos aparecieron en los lugares ms dis-pares: Lora del Ro, Palma de Mallorca, La Lnea de la Concepcin, un pueblecito cercano a Badajoz, etc.

    No hay que ser muy sagaz para darse cuenta analizando los do-cumentos, de la falsedad de los mimos. Daremos algunas pistas que ayudan a descubrir la falsificacin:

    a. Los cambios constantes de fechas en las que debera llevarse a

    30 A estas aludir la Carta Colectiva de los obispos espaoles.31 Se ve que no estaban al tanto de lo que senta Stalin por los anar-

    quistas y viceversa.

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    efecto la revolucin.b. La disparidad de lugares y el nmero de copias. Es lgico que

    unos documentos tan secretos tuvieran tanta difusin?c. Los documentos no llevan ningn tipo de fecha, sello o firmad. No hay una sola copia que sea exactamente iguale. Lo variopinto de la adscripcin ideolgica de los miembros del

    soviet espaol, algunos de ellos nada simpatizantes con el rgimen de Stalin.32

    f. La gran cantidad de hombres y armas con que contaban los revolucionarios. Este dato hace que no se entienda que, cuando estall el golpe del 18 de julio, las gentes tuvieron que suplicar que les dieran armas para parar el golpe, armas que les fueron negadas por Casares Quiroga y Martnez Barrio, y solo Jos Giral accedi a conceder el 20 de julio. Si las fuerzas leales a la Repblica hubieran contado con tal armamento posiblemente el golpe hubiera fracasado en lugares como Sevilla, y el desenlace final hubiera sido muy distinto.

    El gran hispanista y especialista en la II Repblica y la Guerra Civil, Herbert R. Southworth, en sus obras El lavado de cerebro de Franco y El mito de la cruzada de Franco demuestra con un s-lido respaldo documental y argumental la falsedad de los documen-tos. Pero por si alguien sospechara de la objetividad de Southworth, el propio Ricardo de la Cierva tambin confirm la falsedad de los documentos. Segn De la Cierva el escritor falangista Toms Borrs le reconoci ser el autor de los mismos, siendo a su vez el encarga-do de distribuirlos por todo el pas.

    El diario Claridad rgano de la faccin caballerista de la UGT ya de-nuncio la existencia de estos falsos documentos, mostrando uno de ellos:

    32En el documento que el marqus del Moral envi el Foreing Office eran quince los integrantes del gobierno revolucionario, en el que cita Joaqun Arrars, se rebajan a trece, y en el del padre Tony solamente hay nueve

  • Historiadores e Historietadores de la Segunda Repblica y la Guerra Civil.

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    El documento que publicamos a continuacin ha sido sustrado a cualquier idiota dirigente fascista, por un excelente compae-ro, ms adelante reflejaba la finalidad de los mismos: una pie-za ms en el plan de agitacin y terror que los fascistas estaban desenvolviendo, con el fin de crear el clima propicio para sus siniestros designios

    Algunos desmentidos del complot comunista

    Muchas han sido las voces, entre ellas las de todos los historia-dores medianamente serios, que han declarado la inexistencia de una revolucin en marcha de corte marxista/comunista. Entre estas voces destacaremos la de algunos que fueron protagonistas del momento: Gil Robles: Nunca he credo en la posibilidad de un alzamiento comunista en aquellos momentos y mucho menos con participa-cin directa de la Komintern. Sin entrar a dilucidar el problema de la autenticidad de los testimonios documentales que se ha exhibi-do como prueba de un posible golpe de fuerza - rigurosamente analizados robre todo por Southworth- no parce probable que el gobierno sovitico favoreciera entonces la actuacin en Espaa. Desde 1931 la Repblica espaola y la Unin Sovitica ni siquie-ra haban intercambiado embajadores, aunque estuvieran a punto de hacerlo antes de las elecciones de 1933. Frente a la amenaza hitleriana, Stalin se mostraba partidario de un acercamiento a Inglaterra y Francia (...)33 Claude Bowers: Aquellos que fuera de Espaa tuvieron despus que escuchar con machacona insistencia la calumnia fascista de que la rebelin era para impedir una revolucin comunista, puede sorprenderles saber que durante tres aos y medio, nunca o seme-

    33 No fue posible la paz, pp. 705-706

  • Jos L. Garrot

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    jante sugestin a nadie, mientras, por el contrario, todos hablaban confidencialmente de un golpe de Estado militar34 Miguel de Unamuno: Esta es una campaa contra el liberalismo, no contra el bolchevismo. Todo el que fue ministro de Espaa, por de derecha que sea, est ya proscrito () Vencern, pero no convencern, conquistarn, pero no convertirn La actitud del PCE y el Komintern respecto a la II Repblica

    Las consignas y actitud que tomaron el Komintern y el PCE sobre la Repblica eran, no solo no alentadoras de una revolucin bolchevique, sino todo lo contrario, apoyar fiel y lealmente al go-bierno republicano. Una de las razones para esta estrategia poltica era que en aquellos momentos la URSS pretenda un acercamiento con las democracias occidentales, en especial Francia e Inglaterra, con el fin de contrarrestar el peligro nazi. Alentar una revolucin en Espaa no ayudara a estos propsitos.

    La actitud del PCE durante el perodo anterior a la guerra, como en el transcurso de la misma, fue actuar de colchn contra las ansias revolucionarias de algunas formaciones polticas y sindicales.

    En un informe remitido por Victorio Codovilla -enviado por la Komintern en 1932- al secretario general de la Komintern, Giorgi Dimitrov, deca que el PCE apostaba por el programa del Frente Po-pular, al que denominaba como revolucin democrtico-burguesa. Ante el clima de violencia que se viva en la primavera de 1936, G. Dimitrov y Dimitri Manuilski hicieron un llamamiento al PCE para que no cayeran en provocaciones y continuaran ofreciendo su mxi-mo apoyo al programa del Frente Popular:

    En todas las actividades del partido que realicis se debe re-saltar que la creacin del poder sovitico no est en el orden del

    34 Misin en Espaa, p. 200

  • Historiadores e Historietadores de la Segunda Repblica y la Guerra Civil.

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    da, sino que, por el momento, es solamente cuestin de esta-blecer un estado democrtico que posibilite establecer una barre-ra contra el avance del fascismo y a contrarrevolucin ()35

    Varios hechos corroboran la tctica empleada por el PCE de apoyar al gobierno republicano y de intentar evitar en todo momen-to hechos que pudieran dar el ms mnimo argumento a los elemen-tos contrarrevolucionarios para justificar un asalto a la Repblica. Dos ejemplos servirn para sustentar tal afirmacin: tras el atentado que se produjo durante la celebracin del desfile conmemorativo de la proclamacin de la Repblica el 14 de abril de 1936, se convoc una huelga general que el PCE hizo lo posible por evitar, con el fin de que no se produjera una espiral de violencia que no solamente favorecera a aquellos que queran acabar con el rgimen. Otro ejemplo de esta tctica de apaciguamiento es el telegrama que envi Dimitrov a Jos Daz tras los sucesos de Yeste el 19 de m1yo de 1936, en donde murieron diecisiete campesinos y un guardia civil. En el telegrama, Dimitrov conminaba a Daz para que tomara las medidas necesarias para que tales hechos no volvieran a producirse.

    Creo que ha quedado claro que no existi ninguna revolucin comunista, la revolucin se produjo en Espaa como consecuencia del golpe de Estado del 18 de julio, y no como causa del mismo.

    Asesinato de Calvo Sotelo Una muy manida interpretacin, y podra decirse falseamiento de la historia, es presentar el asesinato de Calvo Sotelo como causa, o una de las causas de la sublevacin del 18 de julio. Los historiadores franquistas, historietadores o juntaletras de medio pelo, utilizan como referencia el dictamen de la Comisin creada por

    35 Citado por Hernndez Snchez, p. 283

  • Jos L. Garrot

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    Serrano Suer para que buscara elementos que deslegitimaran a la Repblica y, por tanto, dar soporte legal al golpe de Estado que desemboc en la guerra civil. Sobre el asesinato de Calvo Sotelo el mencionado dictamen deca:

    El escandaloso crimen de Estado, en que culmin tanta vileza, con el asesinato del jefe de la oposicin, seor Calvo Sotelo, ordenado y planeado desde los despachos de un ministerio

    A la falacia de que el asesinato de Calvo Sotelo provoc la su-blevacin, se aaden dos ms, ambas ampliamente difundidas por los publicistas profranquistas o antirrepublicanos: el liderazgo de Calvo Sotelo de la oposicin al Gobierno del Frente Popular, y que su asesinato fuera un crimen de Estado.

    Ya hemos expuesto que la planificacin de un golpe de Estado que terminase con la Repblica data de 1931, se visualiza en 1932 y se consolida a partir de 1934. El asesinato de Calvo Sotelo debe inscribirse en uno ms de los hechos violentos que se producen durante la primavera de 1936. Por otro lado no fue el primero de un elemento significado de la poltica o vida pblica. No es sino un acto de revancha -como tantos otros que se producen durante 1936-. No hubo planificacin previa, ni por parte de militantes de izquierda y mucho menos por parte del Gobierno. SI lo hubo, por el contrario, por parte de las derechas. En una redada policial efectuada el 8 de mayo en un local de Falange apareci una lista con nombre de oficiales de izquierdas que deban ser asesinados, entre ellos se en-contraban Carlos Faraudo -asesinado ese mismo da-, Jos Castillo -asesinado un da antes que Calvo Sotelo- e Ignacio Hidalgo de Cisneros.

    A la vuelta de su exilio en 1934, Calvo Sotelo intenta ingresar en Falange Espaola siendo rechazada su solicitud al parecer por la poca simpata que le procesaba Jos Antonio. Ante este rechazo ingresa en Renovacin Espaola partido entonces liderado por An-tonio Goicoechea. Otro fallido intento de Calvo Sotelo fue la crea-

  • Historiadores e Historietadores de la Segunda Repblica y la Guerra Civil.

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    cin del Bloque Nacional, en donde se agruparan los partidos de derechas; ni Falange, ni el Partido Agrario, ni la CEDA accedieron a participar en esta coalicin, siendo finalmente integrada por Reno-vacin Espaola y el partido fascista dirigido por Jaime de Albia-na, Partido Nacional Espaol, y algunas personas a ttulo individual provenientes del P. Carlista y de la CEDA.

    El propio resultado de las elecciones de febrero de 1936 desmiente el que Calvo Sotelo fuera el lder de la oposicin. En estos comicios obtuvo 12 diputados, por los 88 de la CEDA, lo que deja bien claro que el lder de la oposicin era Jos M Gil Robles y no Calvo Sotelo como se ha querido hacer creer para magnificar su asesinato. Otra cosa es que por sus incendiarios discursos en las Cortes, algunos claramente incitadores de un levantamiento militar, tuvieran amplia resonancia en los medios de comunicacin derechis-tas.

    Como es sabido el asesinato de Calvo Sotelo se produce el 13 de julio de 1936, un da despus que fuera asesinado el teniente de la Guardia de Asalto, Jos Castillo. Desde el cuartel de Pontejos parti el coche n 17 en donde, al mando del capitn Conds de la Guardia Civil march un grupo compuesto por guardias compae-ros de Castillo y algunos militantes socialistas que formaban parte del grupo conocido por La Motorizada, de la que era miembro Luis Cuenca, al parecer autor del disparo que caus la muerte del lder derechista36. Este grupo parti de Pontejos con el nimo de vengar la muerte de su compaero, primero se dirigieron al domicilio de Gil Robles, luego parece que fueron al de Antonio Goicoechea, al no encontrar a ninguno de los dos es cuando se dirigen al de Calvo Sotelo. Esto desmonta la teora que el asesinato de Calvo Sotelo estuviera programado de antemano. Calvo Sotelo fue detenido en su domicilio para trasladarlo -segn le comunic el capitn Conds- a la DGS, durante el trayecto es cuando Luis Cuenca efecta el disparo que acaba con la vida del lder de Renovacin Espaola.

    A los que defienden que fue un crimen de Estado preparado por las fuerzas de seguridad del Estado y por socialistas, se les podra

  • Jos L. Garrot

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    responder que los miembros de la Guardia de Asalto pertenecan todos a la 2 Compaa, la misma que el teniente Castillo, que era conocida porque la mayora de sus miembros eran militantes de izquierdas; segundo que en aquellos momentos no haba ningn miembro del PSOE que formara parte del Gobierno. Es ms cuando se produce el asesinato del teniente Castillo, y as lo corrobora Gil Robles- un grupo de guardias se dirigieron al ministro de la Gober-nacin) segn otros al director general de Seguridad) pidiendo se procediera a la detencin de polticos de derechas. Dado lo airado de su peticin estos guardias fueron puestos bajo arresto, lo que de-muestra que el Gobierno no estaba dispuesto a actuar como brazo vengador del asesinato del teniente Castillo.

    Es absurdo mantener que fue un crimen de Estado, entre otras razones porque sera de necios utilizar de forma tan abierta un co-che oficial y personal uniformado. Tiene tan poca base esta falacia que basta con ir a la Causa General -esa que tanto les gusta utilizar como fuente fidedigna a los historiadores profranquistas- en la que, en ningn momento, se menciona la participacin del estado en el asesinato del lder derechista.

    Pero por si no fuera suficiente tenemos los testimonios de Gil Robles (No fue posible la paz), que afirma que nunca tuvo prueba alguna que el Gobierno estuviera implicado en el asesinato y que l personalmente estaba convencido de que no fue as; y de Pedro Sainz Rodrguez (Testimonios y recuerdos) amigo personal de Calvo Sotelo, cofundador del Bloque Nacional, enlace de Sanjurjo el 18

    36 La Motorizada estaba formada por jvenes socialistas del sector prietista que se haban negado incorporarse a las JSU. Este grupo sola proteger a Prieto en sus mtines. Segn cuenta Octavio Cabezas en su biografa sobre Indalecio Prieto, Luis Cuenca salv la vida al diputado socialista cuanto ste fue tiroteado en cija, en el transcurso de un mitin, por elementos del bando caballerista. Esto no quiere decir, como algunos han insinuado, que Cuenca fuera el guardaespaldas personal de Indalecio Prieto.

  • Historiadores e Historietadores de la Segunda Repblica y la Guerra Civil.

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    de julio y ministro de Instruccin Pblica con Franco-, nos relata que dedic mucho tiempo a investigar el asesinato de su amigo y corre-ligionario, y que no pudo encontrar nada que pudiera hacer pensar que fue un crimen de Estado.

    Pero a pesar de que todas las pruebas existentes apuntan a la inocencia del Gobierno en el asesinato de Calvo Sotelo, an hoy en da hay quin defiende lo contrario -vase por ejemplo la entrada de Wikipedia-.

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  • Anexos

    DOCUMENTOS DEL COMPLOT COMUNISTA

  • Jos L. Garrot

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  • Historiadores e Historietadores de la Segunda Repblica y la Guerra Civil.

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  • Cronologa de la Primavera De 1936

    MARZO

    6. Asesinados los falangistas Jos Urra Goi y Ramn Faisn. Enfrentamientos en Madrid con ms de 20 vctimas Asesinato de varios militantes comunistas en una taberna del P

    de Extremadura Falangistas intentan asaltar el ayuntamiento de Almuradiel, mu-

    riendo el jefe falangista Higinio Seplveda Verdugo. 7. Falangistas asesinan al vendedor de peridicos socialista

    Ladislao Toral 8. Enfrentamiento entre izquierdistas y falangistas en Granada

    con una docena de heridos 10. Se incendian en Granada el local de Falange, el teatro

    Isabel la Catlica, los cafs Coln y Royal, la sede del Ideal, la de AP y la de Accin Obrerista. Trabajadores y policas son tirotea-dos por falangistas. Se incendian dos iglesias en el Albaicn

    11. Asesinato del estudiante del SEU, Juan Jos Olano 12. Atentado contra Luis Jimnez de Asa, muere su escolta

    Jess Gisbert 13. Asalto a la sede de El Debate, e intento de asaltar ABC y El

    Siglo Futuro, siendo recibidos a tiros por elementos carlistas. Se incendian dos iglesias.

    14. Detencin de Jos Antonio Primo de Rivera En Logroo graves altercados con 4 muertos y 8 heridos. Se in-

    cendian las sedes de Falange, Comunin Tradicionalista, CEDA y varios conventos e iglesias.

    16. La casa de Largo Caballero es tiroteada 2 fin de semana de marzo: 11 muertos y 24 heridos 20. Un falangista asesina a un comunista en Castro Urdiales

  • ABRIL

    7. Es desarticulada una bomba en el domicilio de Eduardo Orte-ga y Gasset

    13. Asesinato del juez Manuel Pedregal Luege a manos de un miembro del SEU

    14. El falangista Isidoro Ojeda lanza un petardo contra la tribu-na que presida el desfile conmemorativo del aniversario de la Repblica. Se produce un tiroteo en el que muere el alfrez de la Guardia Civil, Anastasio de los Reyes.

    16. Tras el entierro de Anastasio de los Reyes un grupo de falan-gistas y militares se dirige en manifestacin al centro de Madrid, en el P de la Castellana se produce un tiroteo con 1 muerto y varios heridos. Intentan tomar Correos protegido por la Guardia de Asalto. En Manuel Becerra son disueltos por la Guardia de Asalto muriendo el requet Luis Llaguno. Al final de la jornada 4 muertos y entre 30 y 50 heridos.

    MAYO

    2. Un militar retirado dispara contra una manifestacin causan-do dos heridos.

    3. Es asesinado en Carrin de los Condes (Palencia) el jefe de Falange de la localidad.

    3/4. Corre el rumor de que las damas de la caridad del colegio M Auxiliadora reparten caramelos envenenados, como conse-cuencia se incendian varios conventos.

    5. 4 socialistas son heridos en el bar La Navarra de Astillero (Santander)

    8. Es asesinado el capitn Carlos Faraudo por pistoleros falan-gistas.

    26. Asesinato de dos falangistas y cuatro comunistas Asesinado el falangista Francisco Marcano en Los Corrales de

    Duelma (Cantabria)

  • 29. Sucesos de Yeste con 19 muertos uno de ellos guardia civil 31. En Santander es tiroteado el falangista Amadeo Pico

    JUNIO

    10. Unos falangistas atacan a unos jvenes socialistas en la Playa de Madrid, producindose un tiroteo donde muere el fa-langista Juan Cuellar. Al regresar, mientras los jvenes socialistas bajan del autocar en la c/ Eloy Gonzalo son tiroteados murien-do Juanita Rico e hiriendo a otros cuatro jvenes.

    El da 17 Dolores Ibarruri acus en el Congreso a Pilar Primo de Rivera de estar detrs del asesinato.

    19. Un grupo de falangistas atacan la Casa del Pueblo de Sarri y proclaman el Estado fascista.

    JULIO

    3. Asesinado el hijo del propietario del circo Price 4. Falangistas tirotean un local socialista muriendo 3 militantes y

    siendo heridos otros 7 11. Un grupo de falangistas se apodera brevemente de Unin

    Radio de Valencia. En respuesta son asaltadas las sedes de DRV, la Cmara Patronal y los diarios Diario de Valencia y La Voz de Valencia.

    12. Es asesinado el teniente Castillo 13. Es asesinado Calvo Sotelo.

  • CONCLUSIONES

    Se podran poner muchos ms ejemplos de cmo cierta historio-grafa ha intentado, e intenta ocultarnos las ver