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Historia de las relaciones internacionales Argentina postmoderna (1989-2000). Tomo XV: Las "relaciones carnales": Los v con las grandes potencias, 1989 Obra dirigida por Carlos Escudé y Andrés C Obra desarrollada y publicada bajo los auspicios del Consejo Argentino para las Relacio Internacionales (CARI), en el contexto de las tareas de su Centro de Estudios de Política Ext

Historia de Las Relaciones Exteriores Argent in As Tomo XV

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Historia de las relaciones internacionales Argentina postmoderna (1989-2000). Tomo XV:Las "relaciones carnales": Los vnculos con las grandes potencias, 1989-2000.Obra dirigida por Carlos Escud y Andrs Cisneros.Obra desarrollada y publicada bajo los auspicios del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), en el contexto de las tareas de su Centro de Estudios de Poltica Exterior (CEPE).

Tomo XV:Las "relaciones carnales": Los vnculos con las grandes potencias, 1989-2000.

Prlogo, por Carlos Escud

La Historia General de las Relaciones Exteriores de la Repblica Argentina, que documenta nuestras relaciones internacionales desde 1806 hasta 2000, comenz a publicarse en 1998 bajo el gobierno de Carlos Menem, durante la gestin en la Cancillera de Guido Di Tella. Su Tomo XIV (el ltimo de la Tercera Parte) se public en el ao 2000, ya bajo la gestin de Adalberto Rodrguez Giavarini, durante el gobierno de Fernando De la Ra. La investigacin necesaria para su Tomo XV, que el lector tiene entre sus manos, fue posibilitada por el gobierno de Eduardo Duhalde durante la gestin del canciller Carlos Ruckauf. Y finalmente, la publicacin del tomo actual fue posible gracias a la disposicin favorable de la Cancillera de Rafael Bielsa, bajo el gobierno de Nstor Kirchner. En otras palabras, la publicacin de la Historia General de las Relaciones Exteriores de la Repblica Argentina es una de las pocas polticas de Estado de nuestro pas, con continuidad a lo largo de cuatro gestiones presidenciales. Nuestra Historia General es una obra de la que los argentinos podemos enorgullecernos precisamente porque, como coment alguna vez con Andrs Cisneros, es "neutra, til y aburrida". No es una obra representativa de mi pensamiento ni del de nadie en particular. Simplemente describe el acontecer en esta esfera de las polticas pblicas. La medida de su aceptacin puede apreciarse en el promedio de mil navegantes diarios que la consultan gratuitamente en el Portal de Internet "Iberoamrica y el Mundo" (una institucin sin nimo de lucro que mantengo en sociedad con Beatriz Gurevich), y en los ms de cien documentos que el buscador Google pone a disposicin del lector cuando se inscribe el nombre completo de la obra en el motor de bsqueda. Hay pocos pases con un nivel de civilizacin que permita la publicacin de una obra tan extensa y neutra sobre esta temtica. Uno de los pocos casos paralelos que vienen a mi mente, aunque de caractersticas diferentes, es la monumental obra del Departamento de Estado de los Estados Unidos, The Foreign Relations of the United States: una recopilacin de documentos, la mayor parte de ellos originalmente secretos, que se publica unos treinta aos ms tarde, cuando el secreto ha sido levantado. Se trata de una obra mucho ms importante que la nuestra pero mucho menos actualizada. Otros casos habr, pero no son muchos. En este Tomo XV, dedicado a las relaciones polticas entre la Argentina y las grandes potencias durante la dcada de 1990, hemos adoptado una estructura diferente a la de los tomos anteriores. El presente volumen, y el venidero Tomo XVI que esperamos poder publicar, son antologas de autores individuales. No son "obras colectivas de autora difusa", como los catorce volmenes anteriores. Adems, Andrs Cisneros, mi codirector en los primeros catorce tomos, se abstuvo de participar en la produccin y publicacin de los volmenes referentes a la dcada de 1990 debido a las importantes funciones ejecutivas que cumpli durante la gestin de Di Tella. En este tomo abordaremos las relaciones polticas con Estados Unidos y con Europa, en captulos de la autora de Francisco Corigliano y Leonor Machinandiarena de Devoto, dos autores "histricos" de esta Obra cuyo papel en la gestacin de los primeros catorce tomos fue enorme. En este volumen, la Dra. Machinandiarena de Devoto ha contado con la colaboracin de un nuevo integrante del equipo de investigacin, Sebastin Masana. En el Tomo XVI, por venir, nos abocaremos a las relaciones con los pases vecinos y tambin a algunos temas ms politolgicos. All contaremos con trabajos de la autora de Miryam Colacrai (conocida especialista recientemente incorporada a nuestro equipo, cuyo trabajo para nosotros versa sobre las relaciones polticas con otros Estados del Cono Sur) y Alejandro Corbacho (viejo miembro del equipo que se dedica a nuestra poltica frente a las Malvinas).

Queda por determinar quien ser el autor de un importante captulo sobre el MERCOSUR, que resulta indispensable para ese proyecto de volumen. Pablo Bulcourf y Mariana Souto Zabaleta, nuevos integrantes del equipo a quienes brindamos una clida bienvenida, tambin contribuirn a dicho volumen. Como dije, esencial al espritu de esta Obra es la neutralidad poltica. Neutralidad no significa, sin embargo, hibridez. Hay ocasiones en que la descripcin objetiva de los hechos puede desbaratar cierta crtica. Tambin hay ocasiones en que la descripcin objetiva puede fustigar aunque el autor no haya querido tomar partido. El segundo es el caso de lo ocurrido en algunas pginas del Captulo 1, "La dimensin bilateral de las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos durante la dcada de 1990". Con cabal inocencia, el Dr. Corigliano encuadr el acpite sobre "Los atentados terroristas a la Embajada de Israel y a la AMIA", en la parte de su trabajo consagrada a "las cuestiones no resueltas de la agenda bilateral". Adems, ubic "La apertura de los archivos secretos sobre la presencia de jerarcas nazis en la Argentina" en la parte de su estudio dedicada a "Las posiciones asumidas por el gobierno argentino respecto de una serie de temas sensibles para Estados Unidos". De tal manera, sin darse cuenta, el mismo encuadre dado por Corigliano a estos problemas parece decirnos que la apertura de archivos sobre la presencia de criminales de guerra nazi en el pas jams hubiera sido llevada a cabo sin presin externa. Tambin parece sugerir que la investigacin de los dos atentados terroristas ms terribles de toda la historia argentina era, para el Estado argentino, ms importante desde el punto de vista de la agenda bilateral con los Estados Unidos que desde la perspectiva de la seguridad de nuestro pas. Puede imaginarse una impugnacin mayor de ciertas dimensiones de nuestro llamado "ser nacional"? Creo que no, y Corigliano lo hace sin incurrir en valoraciones: simplemente clasificando los temas de la agenda. En mi opinin, este volumen representa una importante contribucin a la comprensin de una de las etapas ms apasionantes de la poltica exterior argentina. Carlos Escud, Ph.D. (Yale University, 1981) Director de la Historia General y del Centro de Estudios Internacionales y de Educacin para la Globalizacin (CEIEG), Universidad del CEMA

Captulo 1: La dimensin bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante la dcada de 1990: El ingreso al paradigma de "Relaciones especiales" (*)Por Francisco Corigliano (**)

Introduccin

A partir de la asuncin de Carlos Menem a la presidencia en julio de 1989 y muy especialmente tras la decisin presidencial de participar en la Guerra del Golfo, adoptada en agosto de 1990, los vnculos entre Argentina y Estados Unidos ingresaron al paradigma de "relaciones especiales". Dicho ingreso complet el inconcluso "giro realista" iniciado por su antecesor Ral Alfonsn (1). Asimismo, constituy un paso vinculado al esfuerzo de la administracin peronista por concretar los siguientes cuatro objetivos de poltica econmica interna y externa: la eliminacin de la hiperinflacin y el logro de la estabilidad y el crecimiento econmicos, la renegociacin de la deuda externa y la bsqueda de credibilidad y capitales externos. Desde la percepcin del gobierno, estos objetivos slo podan concretarse a travs de la construccin de una alianza a la vez estratgica y econmica con los Estados Unidos y los pases desarrollados de Occidente y de una integracin primordialmente econmica con Brasil y los pases del Cono Sur. (2) Por cierto, esta alianza estratgica y econmica con los Estados Unidos y los pases desarrollados de Occidente procur responder a los datos provenientes del fin de la Guerra Fra en los contextos global y regional: el colapso de la Unin Sovitica, las transformaciones polticas y econmicas en los pases socialistas de Europa del Este, China y Cuba, el fortalecimiento de la posicin hegemnica de los Estados Unidos y la expansin de la influencia de las instituciones multilaterales a ella ligados Naciones Unidas (ONU), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Acuerdo de Tarifas y Comercio (GATT), Organizacin Mundial del Comercio (OMC)-, la aceleracin de la globalizacin econmica y financiera y la consolidacin de la tendencia hacia la democratizacin en la regin iniciada durante la dcada de 1980. (3) Con todo, como era de suponerse, este ingreso a un patrn de "relaciones especiales" con Estados Unidos no result una tarea sencilla, especialmente para una gestin de matriz poltica peronista. Como sostienen Mario Rapoport y Claudio Spiguel, la memoria histrica de los vnculos entre Washington y Buenos Aires durante los gobiernos peronistas de la temprana posguerra estuvo teida por frecuentes momentos de tensin y escasos y limitados acercamientos. (4) Lo propio puede decirse del ciclo de gestiones peronistas de la dcada de 1970. (5) Asimismo, los crculos polticos y empresarios norteamericanos percibieron con inicial desconfianza la llegada de Menem a la Casa Rosada. Percepcin ligada a la filiacin peronista y al perfil caudillista del candidato triunfante, quien, durante la campaa electoral de 1989, haba adoptado un discurso emparentado con el tradicional tono nacionalista y populista de su partido. (6) As, el diario The Wall Street Journal del 11 de mayo de 1989, opin, a tan slo tres das antes de las elecciones presidenciales, que un eventual triunfo del entonces candidato Carlos Menem, poda provocar "un agravamiento en el caos econmico de la Argentina". El influyente medio de los hombres de negocios adverta acerca de la ambigedad de la poltica econmica propuesta por el candidato peronista, que "zigzaguea del liberalismo al estatismo". (7) Asimismo, el 16 de mayo, dos das despus de las elecciones, un editorial de The New York Times opinaba que en las mismas los argentinos "dejaron que la esperanza prevaleciera sobre la cautela" al optar por Menem. En idntico tono de escepticismo, The Washington Post tema que la "herencia peronista" del candidato triunfante lo hiciera "() buscar escapar de la hiperinflacin y la quiebra por medio de la fracasada ruta del general Juan Domingo Pern, marcada por el fascismo y un efervescente nacionalismo". (8)

No obstante estas incertidumbres iniciales, el gobierno de Menem procur despejarlas a travs de la adopcin de medidas orientadas hacia el liberalismo econmico y la alianza con Estados Unidos y los pases desarrollados de Occidente en poltica exterior. Dichas medidas implicaron cambios tanto en la agenda bilateral como multilateral, provocando efectos multiplicadores que otorgaron mayor densidad y complejidad al conjunto de la agenda. Dada la densidad alcanzada por el conjunto de los vnculos entre Argentina y Estados Unidos en el decenio 1989-1999, el anlisis de los mismos se presenta en este libro en dos captulos diferenciados. En el primero de ellos, se examina la dimensin bilateral de la agenda, destacndose en especial los gestos y decisiones de los representantes del gobierno argentino en los mbitos poltico-diplomtico, estratgico y econmico de dicha agenda, as como el impacto que dichos gestos y decisiones tuvieron en las agencias gubernamentales y en los hombres de negocios norteamericanos. Por su parte, los vnculos entre Argentina y Estados Unidos en el marco de los foros multilaterales globales y regionales son objeto del segundo captulo de esta obra. Para mejor comprensin del lector, el presente captulo se subdivide en tres mbitos diferenciados que constituyen las tres partes del trabajo. Dichas partes, diferenciadas pero la vez fuertemente relacionadas entre s, son las siguientes: 1) la correspondiente al mbito estratgico; 2) la vinculada con el mbito de las cuestiones poltico-diplomticas de la agenda bilateral; y 3) la correspondiente al mbito econmico.

PRIMERA PARTE EL MBITO ESTRATGICO DE LA AGENDA BILATERALDurante los aos de gobierno de Menem, este mbito adquiri una particular densidad, como fruto del patrn de "relaciones especiales" adoptado y de la centralidad de los vnculos con Estados Unidos en dicho patrn. Dentro del mismo cabe destacar la existencia de cuatro tipos de medidas: 1) las adoptadas por el gobierno argentino respecto de cuestiones estratgicas vitales para el gobierno norteamericano; 2) las adoptadas por el gobierno norteamericano en el apartado estratgico de la agenda bilateral; 3) las medidas de cooperacin bilateral en materia estratgica; y 4) la persistencia de cuestiones no resueltas en esta seccin de la agenda. Dentro de las primeras, es decir, las adoptadas por el gobierno argentino respecto de cuestiones estratgicas vitales para las autoridades de la Casa Blanca, cabe sealar la participacin argentina en la Guerra del Golfo y la posicin asumida por la administracin menemista en las sucesivas crisis entre los gobiernos de Estados Unidos e Irak; las medidas adoptadas por las autoridades de la Casa Rosada y el Palacio San Martn en materia de poltica nuclear, no proliferacin y tecnologas sensibles; la desactivacin del misil Cndor II; las medidas adoptadas por el gobierno argentino para revertir las falencias de seguridad en el aeropuerto de Ezeiza; y la posibilidad de la participacin argentina en un esquema de intervencin multilateral en Colombia -"Plan Colombia"- auspiciado y dirigido por el gobierno de Estados Unidos. Respecto de las medidas adoptadas por Estados Unidos en el marco estratgico de la agenda, vale destacar el levantamiento de la enmienda Humphrey-Kennedy de embargo de venta de armas norteamericanas a la Argentina; las negociaciones por la compra de los radares estadounidenses para los aviones A4 M y por la venta de los aviones de entrenamiento argentino Pampa a los Estados Unidos y el ingreso de Argentina como aliado extra OTAN. Respecto de las medidas de cooperacin bilateral en materia estratgica, se pueden mencionar los ejercicios militares conjuntos y la cooperacin en la lucha contra el narcotrfico y contra el terrorismo. Finalmente, en la categora de cuestiones no resueltas de la agenda estratgica bilateral cabe incluir los atentados terroristas a la Embajada de Israel y a la Asociacin Mutual Israelita Argentina (AMIA), el problema del crecimiento del lavado de dinero en la Argentina y la preocupacin norteamericana por la cuestin de la Triple Frontera.

Las medidas adoptadas por el gobierno argentino respecto de cuestiones estratgicas vitales para el gobierno norteamericano

a) La participacin argentina en la Guerra del Golfo As como las medidas de apertura econmica y reforma del Estado adoptadas desde julio de 1989 fueron la manifestacin interna del ingreso al patrn de "relaciones especiales" con Estados Unidos, la participacin argentina en la Guerra del Golfo a partir de septiembre de 1990 constituy la primera medida trascendente que demostr la adopcin de dicho patrn en el mbito de la poltica exterior. Fiel a su perfil occidentalista pero no automtico, el gobierno argentino se mostr inicialmente renuente a la alternativa de un envo inmediato de tropas a la zona en conflicto hasta que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas as lo requiriese. Esta posicin de bajo perfil, ms humanitaria que poltica, respecto del conflicto en su primera etapa puede rastrearse, con diversos matices, en las declaraciones que durante agosto de 1990 efectuaron al respecto el presidente Carlos Menem (9); su hermano, el senador Eduardo Menem (10); y el entonces canciller Domingo Cavallo (11). Por cierto, esta reticencia inicial estuvo ntimamente ligada a dos factores: 1. la existencia de una ptica liberal wilsoniana en versin perifrica en los responsables de la poltica exterior del gobierno de Menem, de enftico apoyo a las intervenciones multilaterales en defensa de los derechos humanos y las libertades democrticas (elemento que comparta con la versin original del liberalismo wilsoniano), pero a la vez reticente respecto de las acciones unilaterales de Estados Unidos; y 2. la percepcin del alto grado de resistencia que presentara en las bancadas radical y peronista la aprobacin del envo de fuerzas sin resolucin previa del Consejo de Seguridad. Frente a las voces reticentes dentro del gobierno, los funcionarios cercanos al entorno presidencial y los oficiales de las Fuerzas Armadas sostuvieron la conveniencia del envo inmediato de tropas al Golfo como un "gesto" destinado a la Casa Blanca. Sealaban que la necesidad de que se produjese ese gesto haba sido sugerida por Washington al menos en dos ocasiones: durante la entrevista pedida de modo urgente al presidente Menem por el vicepresidente norteamericano, Dan Quayle, en Colombia, durante la asuncin del presidente Csar Gaviria Trujillo, y en una reunin que altos funcionarios de la Cancillera mantuvieron con representantes de la Embajada de Estados Unidos, entre ellos, el consejero poltico, James Walsh. Este sector proclive a una respuesta inmediata en favor de la participacin de efectivos remarc la necesidad de aprender de las "lecciones del pasado", es decir, las derivadas de la tarda declaracin de guerra por parte de la Argentina al Eje, en 1945, que le cost a Argentina un tratamiento muy diferente que el que tuvo Brasil, premiado con inversiones productivas por los miles de brasileos muertos en Europa durante su participacin en la Segunda Guerra. (12) Tras el envo de dos cartas al presidente Menem (la de su par norteamericano, George Bush, del 20 de agosto, agradecindole su preocupacin por la situacin en el Golfo Prsico; y la del jefe de Estado de Egipto, Hosni Mubarak, del 13 de septiembre, en la que ste explicaba al mandatario justicialista las razones por las cuales el mundo deba reaccionar en bloque ante la agresin de Irak a Kuwait), el presidente argentino abandon su bajo perfil inicial y adhiri a la posicin norteamericana, partidaria del envo de tropas an sin la aprobacin de la ONU. As, el 16 de septiembre, Menem seal que su gobierno "enviar tropas al Golfo Prsico sin ningn tipo de consulta "si el objetivo perseguido es consolidar la paz". En ese caso, anunci el primer mandatario, "slo consultar a sectores de la comunidad. Pero si se tratara de tropas de intervencin (...) tendra que resolver el Congreso". Hasta ese momento, el discurso del Gobierno haba consistido en afirmar que no se enviaran fuerzas militares si no lo pedan las Naciones Unidas, pero el presidente no aludi en sus declaraciones del 16 de septiembre a la

ONU cuando admiti la posibilidad de que "tropas para consolidar la paz" -integradas slo por oficiales y suboficiales- sean despachadas sin consulta legislativa. (13) Acorde con el cambio en la posicin del presidente Menem, su canciller, Domingo Cavallo, anunci en un mensaje difundido por radio y televisin el 18 de septiembre de 1990, la partida de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas para "ayudar a restablecer la paz y evitar una tragedia de imprevisibles consecuencias en la zona en conflicto". Cavallo aclar que los efectivos argentinos "no van a emprender acciones blicas" y justific la decisin de enviar tropas, remarcando que "Si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestacin de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del rgimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento." (14) El 19 de septiembre, el presidente Menem justific el envo de tropas al Golfo Prsico, al asegurar que "() al pedirlo un pas integrante de las Naciones Unidas (Kuwait) es como si la UN lo hubiera pedido. () la Argentina no puede darse el lujo, en este momento que estamos emergiendo de una crisis, de quedar aislada del resto del mundo () Estamos en otro mundo, en el que la neutralidad no existe (...) no son tropas intervencionistas sino para consolidar la paz, para evitar las consecuencias de un enfrentamiento". (15) Sobre la decisin tomada Menem reconoci que l se haba manejado "con la Cancillera" y al preguntrsele si fue sometida a consulta alguna dijo que "() esto es una cuestin del Gobierno y no de los partidos polticos." (16) Por cierto, esta ltima afirmacin del presidente haca referencia a la existencia de voces contrarias al envo de tropas tanto dentro de las filas de la oposicin como del partido entonces gobernante. Ejemplo del primer caso fue la iniciativa del ex-canciller radical y entonces diputado Dante Caputo de interpelacin a los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores, Humberto Romero y Domingo Cavallo, para que informaran verbalmente en la Cmara Baja las razones del envo de tropas. Aunque esta iniciativa de Caputo, propuesta por el diputado de la UCR Csar Jaroslavsky, tuvo el respaldo de los diputados provenientes del Partido Socialista Unificado, del Partido Federal-Buenos Aires, del Movimiento al Socialismo, del Partido Intransigente, del Partido Socialista Popular, de la Democracia Cristiana de Crdoba, y de Bandera Blanca, no cont con los dos tercios necesarios por la oposicin de los diputados del PJ y de la UCD. (17) Por su parte, el 20 de septiembre, el bloque de senadores del PJ demostr su disconformidad con la decisin unilateral del gobierno, la que incluy una acalorada discusin de dicho bloque con el canciller Domingo Cavallo y con el ministro de Defensa, Humberto Romero. Otra importante seal de divergencia en las filas del oficialismo tuvo lugar das despus, cuando mientras el presidente del bloque justicialista de Diputados, Jos Luis Manzano, aseguraba que Argentina podra enviar ms efectivos militares al Golfo "si lo piden las Naciones Unidas o los pases que estn participando en el embargo", el propio presidente de la Cmara de Diputados, el justicialista Alberto Pierri, critic la decisin presidencial de enviar tropas al Golfo Prsico, opinando que las naves argentinas iban a realizar "un viaje turstico, porque estos dos barquitos no pueden modificar nada" -aunque poco despus sostuvo que su afirmacin no implicaba dejar de apoyar la decisin del gobierno de enviar tropas al Golfo-. Asimismo, el secretario general de la central sindical, la Confederacin General del Trabajo (CGT), Sal Ubaldini, seal tambin su rechazo al envo de tropas, destacando que

"nunca fuimos una nacin mercenaria o una colonia proveedora de carne de can para defender intereses ajenos. No podemos aceptar el argumento utilitario segn el cual esta intervencin podr procurar, en el futuro, ventajas econmicas a nuestro pas". (18) Otro indicio de la existencia de voces divergentes fue la decisin del presidente Menem, de disponer, el 22 de septiembre, el "cese inmediato" del diputado provincial (Buenos Aires) Alberto Samid en sus funciones de asesor presidencial. De acuerdo con un comunicado conjunto de los ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores, Menem adopt esa decisin por encontrar a Samid responsable "() de haber colaborado con el gobierno de Irak en abierta violacin a lo dispuesto por el decreto 1560 del 13 de agosto" (19). El comunicado expresaba tambin que otra de las disposiciones del presidente argentino fue "() el inicio de las investigaciones pertinentes para confirmar las acciones violatorias del decreto mencionado y aplicar las sanciones correspondientes a todos los implicados". (20) No obstante estas voces divergentes dentro del propio oficialismo, el 27 de septiembre de 1990, los senadores del PJ, en un nuevo giro, abandonaron su posicin contraria al envo de tropas y la respaldaron, rechazando el intento del bloque radical de condenarla. En este sentido fue notorio el cambio en la posicin del senador Eduardo Menem, el presidente provisional del Senado, quien originariamente se opona al envo de tropas y se convirti en la sesin del 27 en el principal defensor de la medida adoptada por el Ejecutivo. (21) En dicha ocasin, el hermano del presidente justific la medida, sosteniendo que "hemos resuelto apoyar la decisin del Gobierno de enviar fuerzas de paz, por entender que esto se enmarca dentro de la resolucin de las Naciones Unidas". Dijo que por tratarse de fuerzas de paz, "no necesitaban de la autorizacin del Congreso" para salir del pas. El senador Menem agreg que con la actitud asumida por el Presidente, la Argentina "deja de ser un espectador y se convierte en protagonista" de las relaciones internacionales. (22) Consciente del tenso clima interno generado por la decisin gubernamental de enviar tropas al Golfo Prsico, el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero, sostuvo que los buques argentinos a ser enviados al Golfo Prsico llevaban precisas instrucciones de no participar en misiones ofensivas y solamente podran responder a un ataque en defensa propia. (23) La decisin adoptada por el gobierno argentino provoc el elogio verbal de las autoridades norteamericanas. Ese mismo da 19 de septiembre, el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, y el vocero de asuntos exteriores de la Casa Blanca, Roman Popaduak, notificaron el beneplcito de Washington por la decisin del gobierno argentino de enviar tropas a la zona del Golfo Prsico. (24) Al da siguiente, 20 de septiembre, Menem recibi una felicitacin por carta de su colega Bush, redactada de la siguiente manera: "Me sent muy complacido al conocer su decisin de participar en la fuerza multinacional en la regin del Golfo Prsico. Su franca posicin en contra de la intolerable agresin y de la flagrante desobediencia al derecho internacional por parte de Saddam Hussein es sumamente apreciada. Constituye un ejemplo de su firme determinacin de que la Argentina desempee un papel preponderante y destacado en los asuntos mundiales.Deseo profundamente que la creciente nmina de pases dispuestos a defender nuestros intereses comunes en la regin del Golfo Prsico induzca a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait. Espero verlo el 1 de octubre en Nueva York. Sinceramente, George Bush." (25)

El 24 de septiembre, fue el subjefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor norteamericano, almirante David Jeremiah, quien expres, en una reunin que mantuvo con el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero; con el jefe del Estado Mayor Conjunto de la Argentina, vicealmirante Emilio Osss, y con el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, la satisfaccin de las fuerzas armadas norteamericanas por la participacin de la Argentina en la fuerza internacional de bloqueo contra Irak. Jeremiah seal que la actitud del Gobierno "pone a la Argentina en la ms alta consideracin". (26) Durante el encuentro que sostuviera con Menem en Nueva York el 1 de octubre de 1990, Bush nuevamente agradeci a su colega argentino la participacin en el bloqueo contra Irak en los siguientes trminos: "He planeado decirle al presidente Menem que estoy muy agradecido por su solidaridad. Es un hombre de coraje y entiendo que los argentinos estn apoyando lo que usted hace, seor." (27) Estimulado por las favorables repercusiones que en la Casa Blanca tuvo la decisin de enviar tropas al Golfo, el gobierno, a travs del canciller Domingo Cavallo, admiti el 21 de octubre la posibilidad de reforzar la presencia militar argentina en la zona del Golfo. Al visitar la base naval de La Spezia a la corbeta misilstica Spiro -una de las naves argentinas que viaj a la zona del conflicto- Cavallo explic al respecto que "Estamos estudiando el envo de aeronaves que sirvan como apoyo logstico al contingente y que permitan, de paso, evacuar a argentinos y a latinoamericanos de la zona, si se desatase el conflicto blico (...) la misin es importante, no slo porque significa apoyar en el plano diplomtico-prctico el embargo econmico decidido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino porque el objetivo final es fundar un sistema de seguridad mundial, tal como lo establece la misma carta de la UN". (28) Por su parte, el Ministerio de Defensa argentino emiti el 22 de octubre un comunicado que sealaba como "de destacada importancia" que el pabelln nacional argentino estuviera presente "en una regin importante del mundo", al tiempo que expresaba que sus habitantes "quiz por primera vez, incorporarn a la Repblica Argentina dentro de una consideracin prioritaria y nuestros connacionales que all residen tendrn la tranquilidad de que buques de su pas estarn all prestos a apoyarlos". (29) Finalmente, el 1 de diciembre, fue el secretario legal y tcnico de la Presidencia, Ral Granillo Ocampo, quien adelant que el Poder Ejecutivo enviara al Congreso una iniciativa para que las tropas argentinas enviadas al Golfo Prsico participaran activamente en una eventual guerra. Frente a esta declaracin, tanto los diputados radicales como los representantes de posturas de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Partido Intransigente (PI) y Partido Socialista Unificado (PSU)- anticiparon su postura desfavorable. A su vez, otros legisladores, como la ucedesta Adelina de Viola, solicitaron mayor informacin para tratar de precisar en qu medida dicho conflicto anunciara una guerra convencional o nuclear, antes de fijar una posicin definitiva. Por su parte, el presidente de la Cmara de Diputados, Alberto Pierri, opt por la cautela y se abstuvo de comentar cul sera la posicin del bloque justicialista. (30) Junto a la reticencia parlamentaria tuvo lugar un importante debate acadmico respecto de este tema, que se centr en dos cuestiones: a) el costo de adoptar una decisin sin el previo respaldo del Congreso en trminos de credibilidad externa (31); y b) la crtica a la vinculacin mecnica que los funcionarios del gobierno hicieron entre el gesto de enviar naves y su contrapartida en trminos de beneficios econmicos para la Argentina. (32)

Como era de esperarse, la presencia de Bush en la Argentina, a principios de diciembre de 1990, fue una ocasin para que los legisladores disidentes con la posicin del gobierno se hiciesen or. As, el diputado Luis Zamora (MAS-Izquierda Unida) elev ante la Cmara Baja un proyecto de declaracin que solicitaba que el cuerpo legislativo expresara su rechazo a la visita de Bush "por constituir un salto adelante en la colonizacin de Amrica Latina y en el intento de promover un slido frente de apoyo a la agresin contra el pueblo iraqu". (33) Por su parte, los diputados integrantes del peronista Grupo de los Ocho tambin expresaron su oposicin a que Bush concurriese al recinto de la Asamblea Legislativa. Lo propio hicieron los diputados Jacinto Gaibur (peronismo), Simn Lzara (socialismo unificado) y Rafael Pascual (radicalismo), quienes sealaron su oposicin a la visita de Bush. De acuerdo con la ptica de estos legisladores, el presidente norteamericano vena a la Argentina para promocionar su Iniciativa para las Amricas, que "no es una propuesta seria". El Partido Humanista consider a su vez que "la visita de Bush es oprobiosa, porque se hace cuando la desocupacin, la miseria, la desnutricin y la mortalidad infantil son lo nico que crece en la Argentina" y seal que el mandatario norteamericano era "el principal respaldo del gobierno nacional y su poltica econmica". (34) Asimismo, el 4 de diciembre de 1990, el diputado nacional Guillermo Estvez Boero (Partido Socialista Popular - Santa Fe) entreg en la Embajada de los Estados Unidos una carta personal dirigida a Bush, en la que expresaba sus disidencias con diversas actitudes de la administracin republicana, sealando que "No estamos contra el pueblo de los Estados Unidos de Amrica ni contra el gobierno que elige dicho pueblo, Estamos s decididamente en contra de polticas opuestas a los intereses de nuestros pueblos, a los intereses de nuestra Nacin y a los intereses de nuestros hermanos de Amrica Latina". (35) Finalmente, el 5 de diciembre de 1990 -el mismo da del arribo del presidente Bush a Buenos Aires- el MAS organiz una marcha de repudio a la presencia del mandatario norteamericano. (36) Frente a estas expresiones de repudio, el presidente Menem sostuvo que "(...) Es bueno que los argentinos entendamos que los ideologismos y todo aquello que lleva a la confrontacin (...) en estos momentos no sirve ni para la Argentina ni para ninguna parte de la tierra, por eso me dan pena algunos ideologismos, tratando de hacer una demostracin en contra del presidente de los Estados Unidos (...) en realidad, tendra que salir todo el pueblo a la calle para saludar a este hombre que representa a un gran pas de la Tierra". (37) El 5 de diciembre, Bush comenz su estada en Buenos Aires agradeciendo a su colega Carlos Menem el alineamiento de la Argentina con los grandes objetivos del mundo occidental. Al analizar la cuestin del Golfo y plantear Menem que el Congreso decidira si las naves argentinas intervendran en caso de guerra, Bush sostuvo que el gran argumento para aprobar esa participacin era la resolucin que haca poco haba aprobado del Consejo de Seguridad de la ONU, que haba autorizado el uso de la fuerza. En una conferencia de prensa conjunta, ambos presidentes reiteraron que la nica solucin posible para la crisis en el Golfo Prsico era el retiro iraqu de Kuwait "sin condicionamientos". (38) El mandatario norteamericano reiter su agradecimiento a la contribucin argentina en la Guerra del Golfo en el discurso que efectuara ante el Parlamento ese mismo da 5: "() In the current crisis of the gulf, you have also shown strength and vision by helping to lead international efforts to stop Saddams brutal aggression. Your contribution to the multinational force in the gulf is a statement of your commitment to peace and the rule of law,

and a clear sign that you are assuming your rigthful place as a leader among freedom-loving nations." (39) Al da siguiente, y tras despedir al presidente Bush, Menem anunci el envo al Parlamento del proyecto de ley sobre la eventual participacin de las Fuerzas Armadas en caso de una guerra en el Golfo. Dijo Menem que de aprobarse el proyecto respectivo las unidades navales argentinas podran prestar apoyo logstico y no intervenir en las acciones blicas. (40) Finalmente, el 13 de diciembre, el canciller Cavallo anunci que las naves argentinas que se encontraban en el Golfo Prsico regresaran al pas a fines de enero "por una necesidad de rotacin natural y de recambio de personal". Consciente de las reticencias existentes en el Parlamento, el ministro subordin el envo de otras naves argentinas a la autorizacin del Congreso para su intervencin en un eventual conflicto blico. (41) El mes de enero de 1991 fue testigo de la batalla entre el Ejecutivo y el Legislativo por la permanencia o el retiro de los efectivos argentinos presentes en la zona del Golfo. El 11 de enero, Menem reiter a los miembros del Parlamento la necesidad de un urgente anlisis parlamentario por la presencia de las tropas argentinas en el Golfo Prsico, pero el afn presidencial chocaba en Diputados no slo con la reticencia de los legisladores en este tema sino tambin con la sombra de las denuncias vinculadas al escndalo del "Swiftgate", obstculos ambos que dificultaban las sesiones en la Cmara Baja. (42) Tres das despus, los bloques de diputados y senadores del radicalismo exigieron al presidente Menem que "ordene el inmediato regreso" de las naves argentinas enviadas al Golfo Prsico, en tanto el comit nacional de la UCR atribuy al gobierno de Menem el actuar con "frivolidad" ante la profundizacin del conflicto y consider "inconstitucional" mantener las tropas argentinas en la zona. (43) El da 17 de enero, las voces en contra de la presencia argentina en el Golfo dentro del Congreso se hicieron or con particular intensidad. Los diputados de la oposicin aprobaron en minora en el un proyecto de declaracin que instaba al Ejecutivo a disponer el regreso de las naves. Dicha sesin incluy duras calificaciones de los diputados Federico Storani (Unin Cvica Radical) y Juan Pablo Cafiero (Grupo de los Ocho) (44) y la presentacin, por parte de los diputados bonaerenses del Partido Intransigente (PI) Gustavo Moccero y Jorge Drkos, de un proyecto de declaracin de juicio poltico contra el presidente Menem y el canciller Cavallo, por decidir, sin consultar al Legislativo, la participacin argentina en la Guerra del Golfo. (45) El bloque de diputados justicialistas, ausentes del recinto principal, se reunieron en el anexo con el fin de unificar la posicin a favor de la permanencia de dichas naves. (46) En la Cmara Alta, se destacaron las crticas del senador radical Hiplito Solari Yrigoyen, quien seal que "con esta intervencin inconsulta hemos roto una tradicin de independencia internacional". (47) Mientras las Cmaras parlamentarias discutan la continuidad o no de la participacin de las naves argentinas, fuera del recinto parlamentario se hicieron or las voces a favor y en contra de la misma. Entre las primeras, cabe destacar la posicin de distintas entidades empresarias las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA); la Coordinadora de Actividades Mercantiles Empresarias (CAME); la Unin de Entidades de Servicios (UDES); la Unin de Entidades de Servicios (UDES); la Unin de Entidades Comerciales Argentinas (UDECA); y el Consejo Argentino de la Industria (CAI)-, quienes el da 23 de enero emitieron un comunicado conjunto, al cual se sum la CGT San Martn, liderada por Guerino Andreoni. El texto de la declaracin

fue similar al presentado el mismo da por la Unin Industrial Argentina (UIA) y deca lo siguiente: "1) La presencia de naves argentinas se fundamenta en la resolucin de las Naciones Unidas que procura preservar el derecho internacional y la paz mundial, alterados por Irak al invadir Kuwait. 2) Por tal razn, el respaldo que otorgamos a la permanencia de las tropas argentinas tiene como objetivo colaborar con los esfuerzos dirigidos a una urgente solucin del conflicto". (48) Entre las voces opuestas a la presencia argentina en la zona del Golfo, vale mencionar las agrupaciones de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Trabajadores por el Socialismo -PTS-; Partido Obrero -PO-; Partido Comunista PC), Partido Obrero (PO)) y de algunos sectores aislados del peronismo y del radicalismo (grupo peronista Descamisados, Grupo de los Ocho y Mujeres Radicales) quienes, en los das 15 el del vencimiento del ultimtum de la ONU a Saddam Hussein para que retire sus efectivos de Kuwait- y 23 de enero organizaron sendos actos en el Congreso bajo las consignas "Fuera yanquis del Golfo Prsico" y "Regreso de las tropas argentinas". Una posicin similar de repudio a la guerra e intervencin del Congreso para exigir al Ejecutivo el retorno de las naves argentinas adopt la Juventud Radical y las agrupaciones de derechos humanos Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Polticas y Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). (49) Ese mismo 18, Menem enfrent a los sectores crticos de su propio partido sealando que la Guerra del Golfo "va a beneficiar a la Argentina". Utilizando el viejo argumento del pragmatismo comercial argentino en el marco de un contexto blico, sostuvo que la Argentina poda aprovechar la necesidad de alimentos y combustibles del mundo como lo haba hecho el general Juan Domingo Pern durante la Segunda Guerra Mundial, en los siguientes trminos: "Los peronistas que se rasgan las vestiduras no se acuerdan ahora de que fue el general Pern el que le declar formalmente la guerra al Eje y nuestro pas provey de alimentos y combustibles al mundo". (50) Finalmente, el 23 de enero tuvo lugar el ltimo captulo de esta batalla interna. La Cmara de Diputados aprob por 117 votos contra 99 la permanencia de las naves en la zona del Golfo Prsico en trminos de "apoyo logstico" a las fuerzas de la coalicin liderada por Estados Unidos. El Ejecutivo consigui la ratificacin parlamentaria con el respaldo de la liberal Unin del Centro Democrtico (UCD), los demoprogresistas, el Movimiento Popular Jujeo, el Partido Federal, los liberales correntinos y el Partido Provincial Rionegrino, entre otros. Votaron en contra de la iniciativa oficial los radicales, los disidentes peronistas enrolados en el Grupo de los Ocho y el Partido Provincial Bandera Blanca. Tambin lo hicieron varios diputados justicialistas, entre ellos Eduardo Ferreyra, Julio Badrn, Jaime Martnez Garbino y Ral Rodrguez. (51) Entretanto, y en oposicin a la decisin del Congreso, las agrupaciones de izquierda MAS y PC y los peronistas del Grupo de los Ocho organizaron otra marcha, instando al regreso de las naves argentinas. (52) Tiempo despus de esta dura victoria parlamentaria, el 8 de febrero, el presidente norteamericano Bush llam por telfono al presidente Menem para transmitirle su comprensin de los problemas que debe enfrentar la Argentina y su reconocimiento por la contribucin del pas a la presencia de las fuerzas aliadas en el Golfo Prsico. (53) b) La posicin asumida por la administracin menemista en las sucesivas crisis entre los gobiernos de Estados Unidos e Irak

Durante la nueva crisis suscitada entre los gobiernos de Irak y Estados Unidos que tuvo su inicio el 13 de enero de 1993, el gobierno argentino renov su apoyo a la posicin de Washington. Pocas horas despus que un centenar de aviones norteamericanos, ingleses y franceses bombardearan objetivos estratgicos en territorio iraqu, Menem sostuvo que la Argentina est "totalmente de acuerdo con la actitud adoptada por las Naciones Unidas" respecto del rgimen iraqu de Saddam Hussein y que desemboc, primero, en la Guerra del Golfo de 1991; y el 13 de enero de 1993, en el ataque areo a Irak por parte de fuerzas occidentales lideradas por Estados Unidos. Consultado por un periodista sobre si "la Argentina va a colaborar como la vez anterior (Guerra del Golfo) con naves o equipamiento logstico", Menem respondi "Por supuesto, si se requiere esa colaboracin, ah va a estar la Argentina." (54) Por su parte, ese da 13 de enero, la Cancillera emiti un comunicado que ratificaba "el apoyo del gobierno argentino a las resoluciones del Consejo de Seguridad y a las acciones que en su consecuencia adopten los pases miembros de la coalicin para obtener el respeto a los derechos humanos y los principios consagrados en la carta de la UN". (55) A diferencia de la posicin adoptada por el presidente y por el canciller argentinos, el ministro de Defensa, Antonio Erman Gonzlez, aclar que una eventual participacin argentina "depender de la evolucin de los acontecimientos y de las resoluciones de la UN", pues la Argentina slo actuar "en el marco jurdico internacional". (56) No obstante esta inicial posicin reticente del titular de Defensa, en un nuevo ciclo de la crisis entre Estados Unidos e Irak a principios de febrero de 1998, y luego de un sondeo de la diplomacia norteamericana para cosechar apoyos de los pases latinoamericanos a una eventual intervencin norteamericana contra el gobierno de Bagdad, el presidente Menem seal que la Argentina estaba dispuesta a enviar tropas al Golfo Prsico, con el fin de respaldar una eventual accin militar de los Estados Unidos contra Irak, aun si el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no autorizara dicha intervencin. (57) Siguiendo la posicin de Menem, el 13 de febrero, los ministros de Relaciones Exteriores, Guido Di Tella y de Defensa, Jorge Domnguez, anunciaron la decisin del gobierno argentino de enviar tropas al Golfo Prsico como apoyo logstico para sumarse a las fuerzas encabezadas por los Estados Unidos, en el caso de que el presidente Bill Clinton decidiera atacar a Irak. (58) El anuncio del gobierno argentino tuvo un impacto positivo en el gobierno norteamericano. Pocas horas despus del mismo, el Departamento de Estado norteamericano dio a conocer una declaracin por medio de James P. Rubin, vocero del ministerio encabezado por Madeleine Allbright, cuyo texto deca lo siguiente: "El gobierno argentino ha anunciado en Buenos Aires que est preparado para prestar su plano apoyo al esfuerzo internacional para requerir que Irak cumpla totalmente con todas las resoluciones de las Naciones Unidas, particularmente respecto del premiso para que los inspectores de la UN completen su misin. "Especficamente (el gobierno argentino) anunci que en caso de que los esfuerzos diplomticos fracasen, est preparado para desplegar personal militar y equipamiento. Esta decisin de efectuar una contribucin militar, si fuera necesario, refleja el coraje y el liderazgo del gobierno argentino que, adems de la participacin en el operativo Tormenta del

Desierto (la Guerra del Golfo de 1991) ha provisto tropas para misiones de paz alrededor del mundo en aos recientes". (59) Finalmente, el 18 de febrero de 1998, los senadores justicialistas aprobaron un proyecto simblico de apoyo a la decisin gubernamental de enviar una misin mdico militar a la zona de conflicto del Golfo Prsico. La Alianza vot en contra de la iniciativa oficialista al considerar que el envo de tropas deba ser autorizado por una ley del Congreso, "ya que se trata de una ayuda militar y no humanitaria", sostuvieron los legisladores del bloque radical. (60) c) Las medidas adoptadas por las autoridades de la Casa Rosada y el Palacio San Martn en materia de poltica nuclear, no proliferacin y tecnologas sensibles Junto con la participacin argentina en la Guerra del Golfo, otro indicio de la voluntad del gobierno de Menem por ingresar y consolidacin un patrn de "relaciones especiales" con Estados Unidos fueron las medidas adoptadas en materia de poltica nuclear, no proliferacin y tecnologas sensibles. Por cierto, el gobierno argentino percibi correctamente el alto grado de prioridad que para las autoridades de la Casa Blanca tuvieron y siguen teniendo- estas reas temticas de la agenda, y resolvi adoptar los pasos necesarios para evitar que estos issues continuaran constituyendo fuentes de conflicto bilateral. Un primer gesto en este sentido lo otorg el entonces secretario de Estado de Asuntos Multilaterales y Espaciales, Mario Cmpora, durante la IV Ronda de Consulta sobre Temas Nucleares entre Argentina y Estados Unidos que tuvo lugar en Buenos Aires en agosto de 1989. En dicha ocasin, Cmpora expres ante su contraparte norteamericano, el embajador especial del presidente Bush sobre cuestiones de energa nuclear, Richard Kennedy, la voluntad del gobierno argentino de avanzar en la cooperacin nuclear con Brasil como "la mejor forma de asegurar en Amrica del Sur que los pases que poseen energa nuclear trabajan en cooperacin ya que as queda establecido el sistema de salvaguardia". (61) A su vez, Kennedy destac durante la siguiente Ronda de Consultas en mayo de 1990 en Buenos Aires, el "alto grado de acuerdo sobre principios, objetivos y enfoque" en materia de no proliferacin nuclear, sobre la cual Argentina tena un comportamiento que el representante norteamericano calific de "impecable". (62) Como fruto de este clima de coincidencias, el 30 de noviembre del mismo ao, el presidente de la Comisin Nacional de Energa Atmica (CNEA) de la Argentina, Manuel Mondino, y el jefe de la Comisin Regulatoria Nuclear de los Estados Unidos (USNRC), Kenneth Carr, suscribieron un memorandum de entendimiento para el intercambio de informacin tcnica sobre la seguridad de los reactores nucleares de potencia e investigacin. Fue el primer acuerdo sobre los usos pacfico de la energa nuclear suscripto entre ambos pases. (63) La visita del presidente norteamericano George Bush a la Argentina, a principios de diciembre de 1990, confirm plenamente este clima de coincidencias, al constituir en s misma un gesto de apoyo poltico a la administracin Menem. Adems, el titular de la Casa Blanca felicit a los presidentes de la Argentina y del Brasil "por hacer valer el tratado de Tlatelolco" a travs del acuerdo nuclear suscripto en Foz do Iguaz el 28 de noviembre de 1990 en el que ambos pases latinoamericanos se comprometan a descartar la utilizacin de la energa atmica con fines blicos, acordaban una serie de controles mutuos de sus instalaciones nucleares y entendan que no podan ratificar Tlatelolco a menos que se modificara el Artculo 13, referido al secreto para resguardar la actividad industrial nacional. (64) Por cierto, otra decisin del gobierno argentino en esta materia fue la suspensin de los embarques nucleares a Irn, en febrero de 1992. La misma tuvo un alto costo financiero ya que

Argentina perdi 18 millones de dlares. No obstante, el gobierno norteamericano sostuvo que ese costo era un efecto "lamentable pero necesario" cuando los gobiernos buscan un mundo ms seguro en el que "quede reducido el peligro de una difusin de armas atmicas". (65) Por su parte, el canciller argentino, Guido Di Tella, cuestion en reunin de gabinete la rentabilidad exportadora del programa nuclear local, destacando al respecto que el mismo representaba "() inversiones de miles de millones de dlares para una ganancia que no llega a los cien millones". (66) Como era de esperarse, la suspensin de los embarques nucleares a Irn llev al ex canciller Dante Caputo a acusar al canciller Guido Di Tella de practicar "apartheid tecnolgico". (67) El primero defendi las exportaciones de tecnologa nuclear a pases en vas de desarrollo aprobadas durante el gobierno de Alfonsn, aclarando que la participacin argentina en la reconversin del ncleo del reactor nuclear de investigaciones de la Universidad de Tehern fue pedida por la Organizacin Internacional de Energa Atmica (OIEA). Asimismo, la venta de un reactor nuclear a Argelia fue definida por Caputo como "() una proeza iniciada y terminada en slo cuatro aos con un pas que nunca estuvo sospechado de tener intenciones de fabricar la bomba" (68) El ex canciller concluy sus crticas a la poltica nuclear impulsada por el gobierno, acusando a este ltimo de soar con el ingreso al Primer Mundo "sin darse cuenta de que ningn pas desarrollado amenaza, con medidas como sta, su propia investigacin bsica y el desarrollo tecnolgico" (69) Cabe destacar que el hilo conductor que animaba esta acusacin de Caputo era compartido por el ministro de Defensa del gobierno de Menem, Antonio Erman Gonzlez. En referencia a la intromisin del embajador norteamericano Terence Todman en la poltica interna argentina, Gonzlez dejaba al descubierto sus divergencias con la ptica de Di Tella en los siguientes trminos: "en toda negociacin, el que cede ms all de lo necesario es el culpable de los avances de la otra parte. No podemos imputarle al negociador, en este caso Todman, ciertas actitudes que le permiten sus interlocutores." (70) Ms all de estas divergencias en el seno de la administracin menemista, en ocasin de una charla sobre las relaciones argentino-norteamericanas en la que estuvo presente la ex embajadora norteamericana en la ONU Jeanne Kirkpatrick, el presidente ratific el rumbo de la poltica exterior adoptado por el canciller Di Tella, enfatizando que "somos aliados, amigos y hermanos" de los Estados Unidos. (71) Finalmente, como fruto de las medidas adoptadas por el gobierno argentino en materia de no proliferacin nuclear y tecnologas sensibles, vale destacar la positiva repercusin que las mismas tuvieron en los pases integrantes del Rgimen de Control de Tecnologa Misilstica (MTCR). El 11 de marzo de 1993, la Cancillera argentina inform en un comunicado que en su reunin de Canberra, Australia, los pases integrantes del mencionado Rgimen (entre ellos Estados Unidos) resolvieron invitar a la Argentina a incorporarse al organismo en su prxima reunin, a fin de ao en Suiza. El comunicado expone tambin que la invitacin "significa un claro reconocimiento de los pasos concretos" dados por la Argentina en el mbito de la no proliferacin de las armas de destruccin masiva. (72) Uno de dichos pasos fue precisamente la finalizacin del proyecto Cndor, objeto de anlisis del siguiente apartado.

d) La desactivacin del misil Cndor II Por cierto, el test ms importante que atraves la adopcin de este patrn de "relaciones especiales" con los Estados Unidos fue, sin lugar a dudas, la desactivacin del misil Cndor II, un proyecto desarrollado por la Fuerza Area durante el rgimen militar (73) y que, a pesar de las presiones combinadas de Estados Unidos e Israel, no haba sido interrumpido tras el advenimiento del rgimen democrtico en 1983. Cabe destacar al respecto la sancin de los decretos secretos 604 del 9 de abril de 1985 -por el cual el Ejecutivo aprob los programas Cndor I y Cndor II- (74) y 1315 del 13 de agosto de 1987 que permita la continuacin del Cndor II y la exportacin de parte de su tecnologa a travs de una nueva sociedad annima, la empresa Integradora Aeroespacial S.A. (INTESA)- (75); la exposicin del Cndor 1-AIII en el 36 Saln de Aeronutica y Espacio en Pars en mayo de 1985 por parte de los oficiales de la Fuerza Area argentina estrategia que estuvo destinada a retrasar las presiones internacionales en contra del proyecto a travs de su presentacin pblica- (76); y la primera prueba "de banco" de los motores de combustible slido desarrollados para el Cndor II en la planta de Falda del Carmen (Crdoba) a principios de 1988 (77). Durante la gestin de Menem, el proceso de desactivacin del proyecto Cndor atraves tres etapas diferenciadas, en las que se registr un progresivo incremento de las presiones de Washington: una inicial, de demora en la decisin de desmantelar el misil, que se extendi entre julio de 1989 y abril de 1990; una etapa intermedia, de conflictos interministeriales respecto de la suerte del proyecto y de resistencia de la Fuerza Area argentina a las presiones norteamericanas, etapa sta que se inici con el anuncio de paralizacin del proyecto por parte del ministro de Defensa Humero en abril de 1990 y culmin con el decreto presidencial 995 del 28 de mayo de 1991, que decidi el fin del misil; y una ltima etapa, de implementacin de la decisin adoptada por el decreto 995, que se extendi desde mayo de 1991 hasta septiembre de 1993, fecha en la que los ltimos restos del Cndor II arribaron a Espaa. Respecto de la primer etapa o etapa inicial, la administracin Menem vivi lo que Anabella Busso, basndose en fuentes de la Cancillera, denomina una "etapa mstica" con respecto al Cndor, similar a la experimentada por la gestin de su antecesor. Segn la citada especialista, los relatos de los oficiales de la Fuerza Area y su capacidad para cautivar a la dirigencia poltica dote que evidenciaron tanto el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Area, brigadier Ernesto Crespo, durante la gestin de Alfonsn, como su sucesor, Jos Juli, durante la de Menem-, fueron factores que, sumados a las ideas del propio presidente en referencia al desarrollo aeroespacial, demoraron la decisin de desmantelar el misil desde julio de 1989 hasta mayo de 1991 y su ejecucin hasta 1993. (78) El canciller Domingo Cavallo, a pesar de participar de esta inicial "etapa mstica", fue uno de los primeros funcionarios del gobierno de Menem en abandonarla, debido a las seales que recibi de las autoridades del Departamento de Estado norteamericano durante la visita que realizara, previa a la que el presidente concret en septiembre de 1989. De acuerdo con las opiniones de Eduardo Barcelona, Julio Villalonga y Anabella Busso, el entonces titular del Servicio Exterior regres a Buenos Aires convencido de que el Cndor II estaba en el centro de las preocupaciones de las autoridades de Washington y que su continuidad obstaculizara cualquier intento de obtener el respaldo poltico norteamericano en las gestiones con los organismos de crdito internacionales. A partir de este viaje, Cavallo se convirti en el funcionario que ms abiertamente respald el desmantelamiento del Cndor. Esta opcin demor en consolidarse, debido a las dudas iniciales del propio presidente preocupado por los costos internos de esta decisin ligados a la posible reaccin de los partidos de la oposicin y de los aeronautas- y las preferencias de los sucesivos ministros de Defensa y de los oficiales de la Fuerza Area, interesados en mantener dos objetivos irreconciliables desde el punto de vista de la Casa Blanca y del Pentgono: la continuidad del proyecto y la colaboracin norteamericana en materia aeroespacial. (79)

Durante esta etapa inicial, el gobierno y las autoridades militares norteamericanas emitieron varios mensajes que refutaron las expectativas de los oficiales areos y del propio gobierno argentino, en tanto vincularon la concesin de crditos financieros a la economa argentina y la asistencia tcnica en el campo de la investigacin espacial a la adopcin de un paso previo: la desactivacin del misil. Dicha vinculacin de cuestiones apareci durante el primer encuentro entre los presidentes Carlos Menem y George Bush, entre el 25 y 29 de septiembre de 1989, tanto en las conversaciones que Bush y su secretario de Estado James Baker tuvieron con Menem y a los ministros de Economa Nstor Rapanelli y de Relaciones Exteriores, Domingo Cavallo; como en las que mantuvieron la subsecretaria de Defensa Nancy Doran y jefe de Estado Mayor de la Fuerza Area, brigadier Jos Juli. Tambin tuvo ocasin de manifestarse a travs de las presiones que el brigadier Juli recibi de parte del jefe de la aviacin norteamericana, general Larry Welsh, durante su visita a Buenos Aires en marzo de 1990 y del subsecretario del Departamento de Estado para los Asuntos Nucleares y de Desarme, Reginald Bartholomew, durante la visita de Juli a Washington en mayo del mismo ao. Para ambos visitantes, el fin del Cndor constituy un paso previo a cualquier posible negociacin sobre los dos temas que interesaban a los oficiales areos argentinos: la cooperacin militar bilateral y la compra del avin argentino Pampa por parte de la Fuerza Area norteamericana. (80) Frente a estas presiones norteamericanas, el gobierno argentino anunci a travs de su ministro de Defensa Humberto Romero la paralizacin del Cndor en abril de 1990. Pero estas declaraciones no conformaron a las autoridades norteamericanas, quienes teman que el congelamiento del proyecto fuese tan slo una estrategia temporal, destinada a dilatar su fin. As lo expres el propio secretario Baker al ministro Cavallo. Poco despus de este encuentro entre Cavallo y Baker, el presidente Menem busc tranquilizar a Washington confirmando las declaraciones de Romero. (81) Esta declaracin de congelamiento del proyecto Cndor por parte del ministro Romero y del presidente Menem abri una segunda etapa en el intrincado proceso de desmantelamiento del Cndor, que, como se ha dicho, se extendi entre abril de 1990 y mayo de 1991. Durante la misma, Menem adopt un paso en la direccin realmente deseada por las autoridades de la Casa Blanca y el Pentgono cuando el 20 de julio de 1990 sancion el decreto secreto 1373. Dicho decreto dispuso la disolucin de la empresa INTESA, la rescisin de los contratos firmados por ella y la colocacin de la planta de Falda del Carmen bajo el mando directo del jefe del Estado Mayor de la Fuerza Area. Por su parte, los tcnicos del Programa Secreto Cndor deban colocar todo en manos de la Comisin Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE). (82) No obstante, las presiones norteamericanas sobre el proyecto Cndor aumentaron notoriamente a partir de la invasin de Irak a Kuwait en agosto. La probable participacin iraqu en el nacimiento y desarrollo del Cndor y la posible transferencia de la tecnologa de este misil al rgimen de Saddam Hussein en el contexto blico se convirtieron en dos poderosas razones que alimentaron la preocupacin de las autoridades norteamericanas, las cuales colocaron esta cuestin en el tope de la agenda. En este marco, el embajador Todman recibi del Departamento de Estado la orden de intensificar las presiones para conseguir la destruccin del Cndor II, y el consejero cientfico Paul Maxwell las de obtener del presidente de la CNIE, comodoro Miguel Guerrero, la ms completa informacin sobre la situacin del proyecto. Mientras el diplomtico present el 6 de septiembre un "non paper" dirigido a los Ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa pidiendo aclaraciones sobre cuestiones vinculadas al Cndor, lo propio hizo el consejero cientfico norteamericano, quien anunci la visita de un grupo de tcnicos norteamericanos a la planta de Falda del Carmen con el fin de extraer la informacin que no haba podido obtener de Guerrero. Ante este juego de presiones, que exigieron el fin del Cndor como paso previo a la cooperacin financiera y militar bilateral, el presidente Menem decidi dar otro paso en direccin a las expectativas de Washington, ratificando en ese mismo mes de septiembre la paralizacin del proyecto y ordenando en secreto a la Fuerza Area que frenara el desarrollo del misil. (83)

En enero de 1991, los tcnicos norteamericanos llegaron a la Argentina y recorrieron instalaciones en Mendoza, La Rioja, Crdoba, Chubut y Buenos Aires. El balance de la visita arroj un enorme conjunto de dudas que, volcadas en un documento secreto de la embajada norteamericana, se convirtieron en un nuevo instrumento de presin diplomtica adicional. (84) De acuerdo con los trabajos de Barcelona, Villalonga y Busso, las dudas norteamericanas respecto de la suerte del proyecto Cndor se incrementaron an en mayor medida tras las declaraciones efectuadas por Guido Di Tella, en su carcter de canciller, durante su visita a Estados Unidos en febrero del mismo ao. En dicha ocasin, el titular del Servicio Exterior se entrevist en Washington con el consejero de Seguridad Nacional Brendt Snowcroft y con el secretario de Estado James Baker, ante quienes afirm que el gobierno no saba lo que estaba haciendo la Fuerza Area y que no tena ninguna garanta respecto de la destruccin de las partes del misil. Frente a esta versin, las declaraciones efectuadas por los funcionarios ante los medios otorgaban una versin ms benvola acerca de los resultados de la visita, al sostener que las partes haban acordado alguna forma de cooperacin para que "la tecnologa argentina, las instalaciones fsicas que se usaron en el proyecto Cndor y la capacidad de los cientficos y tcnicos argentinos" puedan ser encauzados en el desarrollo de algn proyecto para fines pacficos emprendidos por ese pas. (85) Como respuesta a la incrementada presin norteamericana, se hicieron or las voces contrarias a la destruccin del misil dentro y fuera del gobierno. Dentro del gobierno, tuvieron lugar una serie de reuniones que evidenciaron dos posiciones enfrentadas en relacin a esta cuestin. Una de ellas fue la representada por los ministros de Relaciones Exteriores y Economa, Guido Di Tella y Domingo Cavallo, respectivamente. Ambos fueron partidarios de una destruccin con verificacin internacional, como paso destinado a frenar la carrera armamentista en la regin y las presiones internacionales segn la ptica de Di Tella y atraer los crditos externos necesarios para alimentar el plan de convertibilidad segn la de Cavallo. La otra posicin, partidaria del reciclaje de las partes del Cndor para usos civiles, fue la defendida por el ministro de Defensa, Erman Gonzlez y por el jefe de Estado Mayor de la Fuerza Area, brigadier Jos Juli. Este enfrentamiento interministerial dur cuarenta y tres das, desde el 16 de abril hasta el 28 de mayo de 1991. (86) Fuera del gobierno, el principal partido de la oposicin, el radicalismo, hizo or sus objeciones ante lo que interpretaba como una claudicacin del gobierno frente a las presiones norteamericanas. As, el ex ministro de Defensa del gobierno de Alfonsn, Horacio Jaunarena, protagoniz con Cavallo una guerra que tuvo como tema central la participacin iraqu en el proyecto Cndor y que se desarroll en tres frentes: el parlamentario desarrollado en septiembre de 1990 en el contexto del informe presentado ante los legisladores acerca de la decisin del gobierno de enviar tropas al Golfo Prsico-; el televisivo en enero de 1991- y el epistolar tambin en enero- (87) Asimismo, el 24 de abril, el gobernador de Crdoba, Eduardo Angeloz, se opuso al desmantelamiento del proyecto, en tanto constitua "una actividad que representa mucho para el progreso tecnolgico de Crdoba". Por su parte, el bloque de diputados de la UCR calific de "inadmisible" el desmantelamiento del Cndor II y solicit que concurriesen a la Comisin de Defensa de la Cmara Baja el canciller Guido Di Tella y el ministro de Defensa Antonio Erman Gonzlez, para que informasen al respecto. (88) Por su parte, a principios de mayo, tuvo lugar el primer choque de declaraciones entre el presidente Menem y su antecesor respecto de esta delicada cuestin. Menem sostuvo que el gobierno "nunca jams va a aceptar presiones de ningn tipo, no importa de donde vengan" respecto del destino que tendra el proyecto Cndor II. Menem dijo que el proyecto "qued totalmente desactivado" pero destac que "la tecnologa desarrollada para su construccin puede

ser utilizada con fines pacficos". Por su parte, el ex-presidente Ral Alfonsn revel que tena la impresin "de que se hace ms de lo que los Estados Unidos piden. Se est sobreactuando y se quiere ser complaciente". (89) El 28 de mayo, el Poder Ejecutivo resolvi dar un punto final al enfrentamiento interministerial a travs de la sancin del decreto 995. El mismo dispuso en su artculo 8 la muerte del misil, pero al mismo tiempo eludi la palabra destruccin que tanto irritaba al ministro Gonzlez, al lobby aeronutico y a los partidos de oposicin: "Dergase el decreto 1165, del 28 de enero de 1960, y disulvese la Comisin Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), disponindose que todos los elementos, partes y componentes del misil Cndor II, en todas versiones y etapas de desarrollo, sern desactivados, desmantelados, reconvertidos y /o inutilizados, segn sus posibilidades de uso en aplicaciones y destinos pacficos, de manera de efectivizar en forma fehaciente y definitiva la cancelacin completa e irreversible del proyecto respectivo". En reemplazo de la CNIE -que dependa de la Fuerza Area-, se cre la Comisin Nacional de Actividades Espaciales -CONAE-, nico organismo del Estado Nacional para "entender, disear, ejecutar, controlar, gestionar y administrar proyectos y emprendimientos en materia espacial" cuyas autoridades seran nombradas por el primer mandatario con acuerdo del Senado". (90) Durante el resto de 1991 y 1992, la Fuerza Area y Defensa aprovecharon esta falencia del decreto la ausencia de la palabra destruccin- a travs de dos mtodos diferentes. Los oficiales areos ocultaron partes del misil impidiendo que el gobierno y en especial la Cancillera pudieran contar con un inventario completo de los distintos componentes. Por su parte, Defensa se aferr al texto del decreto y habl de reciclaje con fines pacficos. (91) Un ejemplo cabal al respecto fue el anuncio del ministro Gonzlez respecto del destino civil que se dara al Cndor, efectuado el 11 de febrero de 1992, durante el acto de traspaso del proyecto de la Fuerza Area a la CONAE, organismo dependiente de la Presidencia de la Nacin: "lo que queda desactivado es todo lo que vaya dirigido a un armamento. Las partes que puedan ser utilizadas para disparador o en investigaciones espaciales, van a ser recuperadas, recicladas y reorientadas con esa finalidad." (92) Tras adoptar estos pasos, el gobierno argentino ingres en una tercera etapa del proceso, la de ejecucin de la desactivacin del Cndor. Manej dos opciones en referencia al destino final de los componentes desactivados del misil: Estados Unidos o Espaa, otro miembro del MTCR. La eleccin cay en la segunda, debido a que, como seala Anabella Busso, constitua una alternativa menos irritante para la Fuerza Area y para la opinin pblica en general. (93) De acuerdo con el ex vicecanciller del gobierno de Menem, Andrs Cisneros -quien adems fue Jefe de Gabinete y vicepresidente de la CONAE desde su fundacin a mediados de 1991 hasta el fin del mandato de Menem en diciembre de 1999-, la embestida de la oposicin poltica y de la Fuerza Area contaba con un argumento de peso: que desactivando el proyecto Cndor II el pas perjudicaba seriamente su derecho soberano a incorporar y desarrollar tecnologa especial de punta, imprescindible en la evolucin esperada para un pas como la Argentina en el siglo XXI. Por su parte, el gobierno contraatac con una estrategia que no se limitara a la mera supresin del proyecto Cndor II sino en su reemplazo por una actividad espacial pacfica en la cual el derecho argentino a desarrollar tecnologa de punta en este campo no pasara por la construccin

de misiles (arma de destruccin masiva) no, mucho menos, el vendrselos a Irak o a cualquier Estado involucrado en un conflicto tan estratgico y sensible como el de Medio Oriente, donde, como lo haba demostrado la experiencia del Cndor, el accionar argentino chocara con intereses estratgicos de grandes potencias en u conflicto en que la Argentina no jugaba ningn inters nacional directo. Para instrumentar esta poltica se decidi crear un organismo especfico, que no dependiese del Ministerio de Defensa ni de ninguna institucin militar. La filosofa que sustentaba esta poltica puede rastrearse en un memo de la poca, dirigido al canciller Di Tella por el entonces Jefe de Gabinete: " No existe constancia de que el Cndor II haya formado parte de un proyecto mayor, integral, que abarcase la entera actividad, que abarcase la entera actividad espacial. Parece, por el contrario, que se trat de un proyecto puramente militar, misilstico, de uso blico especfico. Por otra parte, la construccin de armas de destruccin masiva contradice los principios enunciados desde el advenimiento de la democracia tanto por este Gobierno como por el anterior del doctor Alfonsn y que se ha venido traduciendo con marcado xito, por ejemplo, en materia nuclear con nuestros vecinos, especialmente el Brasil, con quienes hemos convenido encarar la tecnologa atmica con fines exclusivamente pacficos. Un mnimo de coherencia por nuestra parte indicara extender el mismo criterio a la actividad espacial y a toda otra susceptible de producir armamentos definibles como de destruccin masiva. De hecho, la experiencia brasilea ha recorrido ese camino, sin chocar ni con sus vecinos ni con las grandes potencias. Su actividad espacial nunca incluy la fabricacin de misiles (esto es, armamento) sino vectores pacficos para colocar satlites en rbita. De esta manera, pudieron desarrollar por su cuenta y adquirir en el mercado internacional sin crticas, condenas o prdidas de confianza que, a la larga, redundan en aislamiento y, con l, en retroceso tecnolgico. El argumento de que una tecnologa misilstica como la del Cndor es dual y, por ende, permite alternativamente un uso militar o pacfico, no se sostiene: a poco andar el neutral desarrollo debe optar por uno u otro sentido. Y el gobierno militar que origin el proyecto Cndor en simetra con tanques para Ejrcito y dos submarinos para la Marina- opt desde el principio mismo por desarrollar un arma, no un vector para satlites. De hecho, la poltica que pareciera ms recomendable es la de concentrarnos en fabricar nuestros propios satlites argentinos, asociados con Brasil, Italia y otros pases, lo que ya supone una fuerte inversin econmica y, hasta que podamos, adems, invertir en el desarrollo de vectores, contratar con la NASA, la EASA europea o con China la puesta de nuestros satlites nacionales en rbita, como ya lo hacen pases de envergadura media como Argentina desde hace ms de una dcada". (94) Las primeras negociaciones con Espaa se iniciaron en abril de 1992, ocasin en la que viaj a Madrid una comitiva integrada por el ministro de Defensa Erman Gonzlez, el secretario de Defensa Juan Ferreira Pino, el Jefe de Gabinete de la Cancillera Andrs Cisneros, el secretario Menicochi y el presidente de la CONAE, Dr. Jorge Sahade. Como respuesta a esta visita, en junio de 1992, la Cancillera recibi a una delegacin de cientficos del Instituto Nacional de Tecnologa Aeroespacial (INTA) de Espaa, quien fue invitada a visitar la planta de Falda del Carmen. (95) No obstante estos contactos con Espaa, el gobierno norteamericano no ocult su intranquilidad ante la aparicin de una editorial de Nathaniel Nash en el diario The New York Times del 19 de agosto de 1992 respecto de la negativa de la Fuerza Area argentina a dar por terminado el proyecto Cndor y del ocultamiento de 14 cohetes con sus motores intactos y partes esenciales del sistema de gua, fuera del alcance del gobierno. Como era de esperarse, las autoridades de los Ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa desmintieron estas versiones, pero las autoridades de Washington redoblaron sus presiones diplomticas para inutilizar todas las partes

del misil que an existan y, por esta va, doblegar la resistencia de la Fuerza Area argentina al fin del proyecto. (96) El cambio de signo poltico ocurrido tras las elecciones de noviembre de 1992, con la llegada del demcrata Bill Clinton a la titularidad de la Casa Blanca, no implic ninguna modificacin en la poltica de Washington hacia este tema sensible de la agenda. Muy por el contrario, Clinton comparti con su antecesor la preocupacin por el pronto final del proyecto misilstico argentino. La relevancia que que tuvo esta cuestin para la administracin entrante qued manifiesta en las siguientes declaraciones del secretario de Estado asistente para Asuntos Interamericanos, Bernard Aronson: "Se encontraron restos de la tecnologa del Cndor II en el armamento iraqu capturados en la Guerra del Golfo. Si Saddam Hussein hubiera utilizado un cohete construido en la Argentina contra tropas norteamericanas, hubiera sido una catstrofe geopoltica, que le hubiera llevado al pas ms de 50 aos superar. () Terminar con el Cndor II fue una decisin muy sabia. Si la Argentina lo hubiera construido, hubiera sido muy insalubre para ella (). () La Argentina cometera un error gigantesco si falla en adoptar una ley de propiedad intelectual. No lo hagan por presin, sino por su propio inters, como lo hizo Mxico. Vivimos en una economa global. El capital es cruel; va hacia las mejores oportunidades. Es un problema de lucidez. Luchen contra la corrupcin. El primero que ganar con una ley de propiedad es el pueblo argentino. Caso contrario, preferirn a Mxico. Lo peor que puede hacer el Congreso argentino es cortar el nio por la mitad: nadie estar satisfecho. Lo mejor que hizo la Argentina fue pegar su moneda al dlar, sin ningn tipo de gradualismo. Sera un gran error aprobar una ley de patentes modesta. ()". (97) De acuerdo con el carcter prioritario que las autoridades de la Casa Blanca y de la Embajada norteamericana en Buenos Aires otorgaron a esta cuestin, el gobierno de Menem respondi a dichas presiones a travs de la adopcin del decreto 1903/93 que autoriz la exportacin de las distintas partes del Cndor a Espaa. El 10 de enero de 1993 lleg el primer envo a la base naval espaola de Rota, con los componentes menos importantes que haban sido entregados por la Fuerza Area al gobierno. Esta situacin coloc en una posicin muy incmoda al canciller Di Tella quien, procurando frenar la presin de Washington, afirm en dos oportunidades, el 1 y el 3 de marzo de 1993, que "la Argentina ya le dio el punto final al Cndor II" que lleg a Espaa a fines de enero para ser desactivado. (98) No obstante estas declaraciones, el da 3, el Ministerio de Defensa espaol dio un detalle de los elementos del Cndor II que recibi de la Argentina para su desmantelamiento, entre los que no se encontraban sus partes ms sensibles. (99) A su vez, las declaraciones del Ministerio de Defensa espaol llevaron a su contraparte argentino, Antonio Erman Gonzlez, a solidarizarse con su colega de Relaciones Exteriores. Respecto de este tema, Gonzlez afirm el 4 de marzo que "Se busca algo que no existe (...) la cabeza inteligente del Cndor II. Los medios periodsticos hablaron de una cabeza que no tuvo el Cndor". (100) Una nueva declaracin, la del vocero del Pentgono, mayor Bryan Witman, efectuada el 6 de marzo, contribuy a elevar an ms el voltaje de conflictividad en torno de esta cuestin. Witman sostuvo en Washington que las piezas del Cndor II enviadas por Argentina a Espaa fueron finalmente destruidas en los Estados Unidos, pero que no estaban todas: "La Argentina (...) est en el proceso de desmantelar el programa, pero no ha entregado todos los componentes y, por ello, continuamos trabajando y solicitndolos". (101)

Las declaraciones del funcionario norteamericano obligaron al canciller Di Tella a reiterar que Argentina haba enviado todas las partes del Cndor en los siguientes trminos: "() de acuerdo con un convenio con el Instituto Nacional de Tecnologa Aeroespacial espaol, hemos enviado todos los componentes del Cndor a ese pas. Si ha remitido algunas partes a Estados Unidos o las ha retenido no es ni de nuestra competencia ni de nuestro inters." (102) Los esfuerzos del canciller argentino por apagar las dudas del Pentgono encontraron un aliado en la Embajada norteamericana en Buenos Aires, organismo que el 8 de marzo de 1993 distribuy un comunicado en el que, al avalar la actitud del gobierno argentino, desautoriz las afirmaciones de Witman. De acuerdo con el comunicado de la Embajada: "El gobierno de la Argentina merece ser encomiado por ser uno de los lderes en este hemisferio en los esfuerzos destinados a reducir la diseminacin de la tecnologa misilstica. "Como consecuencia de ello y en reconocimiento de los progresos realizados por la Argentina, los Estados Unidos estn apoyando activamente la solicitud formulada por este pas para participar en el rgimen de Control de Tecnologa Misilstica (MTCR) cuyas deliberaciones se llevarn a cabo esta semana en Canberra. "Los Estados Unidos y otros miembros del rgimen del MTCR han estado trabajando estrechamente con el gobierno argentino para ayudarlo a desprenderle de los elementos sobrantes del programa misilstico Cndor II. "Este es un esfuerzo cooperativo y no podemos discutir los detalles de esa cooperacin." (103) A diferencia de la Embajada norteamericana en Buenos Aires, el diario New York Times, del da 7 de marzo, comparti las dudas del vocero del Pentgono al sostener que "Tanto EE.UU. como la Argentina reconocieron que computadoras pequeas que podran ser usadas para guiar el misil no fueron incluidas en el embarque. En la Cancillera argentina se sostiene que no saben si esos elementos fueron escondidos intencionalmente, desmantelados para otros usos o, simplemente, extraviados." (104) Por cierto, la pertinencia de estas dudas se vio confirmada el 11 de junio de 1993, fecha en la que fueron hallados dos lanzadores del Cndor en un campo vecino a la Falda del Carmen (Crdoba), que estaban escondidos en un galpn al lado de una casa abandonada, segn fuentes del Ministerio de Defensa. (105) A partir de ese momento, el embajador norteamericano en la Argentina, Terence Todman, intent poner en juego toda su capacidad de presin para concretar el objetivo de Washington: que el fin del Cndor II tuviera un plazo concreto. (106) El 18 de junio, Todman mantuvo una reunin con el vicecanciller Fernando Petrella y otros funcionarios, en la que manifest la ausencia de partes del misil (107) y expres abiertamente sus dudas respecto de la voluntad del titular de Defensa, Oscar Camilin, en entregar todas las partes del Cndor. Concluy su intervencin sealando que "Vine a transmitir la respuesta oficial de mi pas. Una comisin de la Trading Development Agency llegar en tres semanas para hacer un estudio de factibilidad (de reconversin de la planta de Falda del Carmen) y ver qu proyecto pacfico es viable para esas instalaciones." (108) Como era de esperarse, las urticantes declaraciones del embajador Todman provocaron la reaccin inmediata del ministro Camilin, quien el 19 de junio cuestion las declaraciones de Todman, por considerarlas "totalmente fuera de lugar". Camilin sostuvo asimismo que

"() hay algunas cosas que sera ms prudente conversarlas con las personas directamente interesadas si existen discrepancias, esto es con los funcionarios con los que se tiene que hablar. Creo que el embajador Todman debe hablar fundamentalmente con la Cancillera". (109) Este ciclo de crisis entre el embajador norteamericano y el ministro de Defensa comenz su eplogo a partir del 23 de junio, cuando el sucesor de Todman, James Cheek, se reuni con Camilin. En dicho encuentro se acord que las partes faltantes del Cndor seran enviadas a Espaa en la primera semana de septiembre de 1993. (110) Dos das despus, el 25 de junio, agregado cientfico de la embajada norteamericana en la Argentina, Paul Maxwell, pudo ver en vivo y directo algunas de las partes perdidas del Cndor II en la base Area Material Quilmes, lo cual pareci evidenciar por primera vez la buena disposicin de la Fuerza Area argentina a las inspecciones norteamericanas. (111) Durante la visita de Menem a Estados Unidos, que tuvo lugar a fines de ese mes de junio, el tema Cndor figur entre los temas de agenda tratados con Bill Clinton. Pero los puntos de friccin entre el gobierno argentino y el norteamericano en este tema parecieron definitivamente cerrados, a juzgar por las expresiones del jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Colin Powell, quien sostuvo, durante su encuentro con Menem, que la desactivacin del misil Cndor respondi a una decisin "sabia y prudente del gobierno argentino" y constitua "un ejemplo para el mundo". (112) Una secuela de las presiones norteamericanas a favor de la desactivacin completa del Cndor II, ejercidas a travs del embajador Todman, fue, sin lugar a dudas, el alejamiento temporario del comodoro Miguel Guerrero, director del proyecto, a partir de agosto. El diplomtico norteamericano, en una reunin que mantuvo con el ministro de Defensa Oscar Camilin, objet la continuidad y la actitud de Guerrero, uno de los principales defensores del proyecto y opositor al desmantelamiento definitivo del producto militar de la planta cordobesa de Falda del Carmen. (113) Esta polmica decisin del ministro de Defensa provoc la reaccin del titular de la Comisin de Defensa de la Cmara de Diputados, el justicialista Miguel Angel Toma, quien seal al respecto: "Me parece una aberracin que a alguien se le sancione por su capacidad y su voluntad de trabajo; no voy a abrir juicio porque desconozco la causa que determin que el ministro Oscar Camilin adoptara una medida de esta naturaleza, pero si fue por aquella razn (el proyecto Cndor) har un escndalo". (114) Das despus, el ministro de Defensa Oscar Camilin declar que el comodoro Guerrero haba pedido su licencia "por las de l, sin perjuicio del tema Cndor" y que l no hara nada por revertir dicha situacin. (115) Este tema tuvo su punto final, el 27 de septiembre, fecha en la que se concret el segundo de los envos de restos sensibles del Cndor a Espaa. Dichos envos totalizaron 41 containers. (116) e) Las medidas adoptadas por el gobierno argentino para revertir las falencias de seguridad en el aeropuerto internacional de Ezeiza Junto a las medidas adoptadas en materia de no proliferacin nuclear y tecnologas sensibles, otra cuestin de la agenda bilateral donde el gobierno argentino debi adaptarse a los requerimientos norteamericanos fue, sin lugar a dudas, el de la seguridad en el aeropuerto internacional de Ezeiza, cuyas falencias eran un posible foco de atraccin para el accionar de los grupos terroristas.

La preocupacin del gobierno de Estados Unidos respecto de esta cuestin se hizo evidente con el comunicado dado a conocer por la Embajada norteamericana en Buenos Aires del 13 de marzo de 1992, el cual daba a su vez detalles acerca de los alcances de la resolucin del Departamento de Transporte norteamericano. La misma sealaba que mientras las medidas de seguridad en el aeropuerto de Ezeiza haban sido mejoradas en forma significativa, haba todava reas en las cuales dicho aeropuerto no alcanzaba las normas establecidas por la Organizacin Internacional de Aviacin (OACI). Hacindose eco de estos informes, el gobierno norteamericano orden a todas las empresas de aeronavegacin que operaban con la Argentina que notificaran a sus pasajeros que el principal aeropuerto de Buenos Aires no les otorgaba suficientes medidas de seguridad en caso de atentados terroristas. Un vocero del Departamento de Transporte dijo que se trataba de medidas relacionadas con la proteccin contra ataques con armas o explosivos, no de medidas de seguridad de vuelo. Por su parte, el secretario de dicho Departamento, Andrew Card, orden que se ponga un aviso prominente en todos los aeropuertos de los Estados Unidos avisando sobre las carencias de Ezeiza. A fin de tranquilizar a las autoridades argentinas, Card dej claramente establecido que la determinacin poda ser cambiada en forma inmediata cuando se demostrara que las medidas requeridas haban sido adoptadas en el aeropuerto de Ezeiza. (117) Como era de esperarse, estos informes cayeron como un baldazo de agua fra en el gobierno argentino. El 14 de marzo, el presidente Menem sostuvo que la denuncia norteamericana sobre deficiencias en el control de la seguridad en el aeropuerto de Ezeiza era "una cuestin de neto corte poltico" y "una burda mentira". (118) Frente a las declaraciones de Menem, las autoridades norteamericanas de aviacin sostuvieron que la aeroestacin de Ezeiza adoleca de "serias deficiencias operativas y de seguridad", en tanto era "ineficiente, cuando no inexistente, el mantenimiento de los aviones de Aerolneas Argentinas que hacen escalas en los Estados Unidos." Segn Pascual Gutirrez, funcionario de la Federal Aviation Administration (FAA), "casi con seguridad que la gota que rebals el vaso, para las autoridades norteamericanas, fue que el clera haya desembarcado en Los Angeles de un avin de Aerolneas Argentinas". (119) Las reacciones del gobierno argentino se sucedieron. El 16 de marzo, el ministro de Defensa argentino, Antonio Erman Gonzlez, contrario a la participacin norteamericana en los servicios de rampa y los depsitos fiscales en el aeropuerto, hasta entonces en manos de la empresa mixta argentina Empresa de Cargas del Atlntico Sur (Edcadassa) (120), solicit una nueva evaluacin de seguridad, en virtud de que entenda que "en Ezeiza se cumple con todas las normas recomendadas por la Organizacin Internacional de la Aviacin Civil". Por su parte, la Cancillera convoc al embajador norteamericano en la Argentina, Terence Todman, para hacerle conocer que la Argentina cumpla con todos los convenios internacionales referidos a la seguridad en el aeropuerto. Para el canciller Di Tella, en la Argentina se magnificaron las declaraciones de Gutirrez en resguardo de la seguridad personal de los pasajeros. (121) Por su parte, esa misma segunda quincena de marzo, los altos mandos de la Fuerza Area, encabezados por su titular, el brigadier Jos Juli, se reunieron para analizar la situacin. Llegaron a la conclusin que la denuncia norteamericana acerca de la inseguridad en el aeropuerto de Ezeiza estaba en realidad ligada a la guerra comercial desatada entre empresas extranjeras interesadas en el mercado aeronutico argentino, y en la que varias firmas norteamericanas estaban interesadas en adjudicarse el servicio de rampas y la administracin del aeropuerto, hasta entonces en control de la empresa Edcadassa. Desde la ptica de estos oficiales, Ezeiza no era un aeropuerto inseguro: si hubiera faltado seguridad, no habran arribado al aeropuerto argentino los aviones de la USAF que participaron en la Guerra del Golfo y que a partir del 17 de marzo fueron exhibidos al pblico. Asimismo, dichos oficiales

coincidieron en sealar que en lo posible los requerimientos solicitados por la Federal Aviation Administration (FAA) se estaban llevando a cabo. Tales como, por ejemplo, el cerramiento perimetral del aeropuerto, la construccin de rampas para unir el espign internacional con el de Aerolneas Argentinas, y el pedido que hubiera una sola autoridad responsable de la seguridad. Finalmente, los brigadieres coincidieron en remarcar que otros requerimientos de las autoridades areas norteamericanas eran ms difciles de poner en prctica, a veces por la misma idiosincracia del pueblo argentino. As, sealaron por ejemplo, que los pasajeros locales rechazaran medidas tales como las de formar fila para ser atendidos o colocarse la credencial en un lugar visible, pues las percibiran como propias del autoritarismo militar. (122) Esta posicin de la Fuerza Area argentina cont con la adhesin del Ministerio de Defensa. As, el 17 de marzo, el secretario de Asuntos Militares de dicha cartera, Juan Ferreira Pinhom, seal que "Nosotros estamos trabajando para que los aeropuertos sean seguros. Nos gustara que lo fuesen mucho ms, pero sentimos que en estos momentos Ezeiza no es inseguro y que est cumpliendo con las prcticas y normas aconsejadas por la Organizacin Internacional de la Aviacin Civil (OACI)" (123) En coincidencia con la declaracin anterior, el secretario de Turismo, Francisco Mayorga, afirm que "es injusto que se califique de esa forma a Ezeiza" y si bien admiti que la terminal "tiene deficiencias de otro tipo", subray que "cumple con la seguridad necesaria". (124) Frente a estos reclamos del gobierno argentino, el 19 de marzo llegaron a Buenos Aires tres tcnicos de la Federal Aviation Administration (FAA) de los Estados Unidos, con el objetivo de realizar una nueva evaluacin de las condiciones de seguridad que ofreca el aeropuerto de Ezeiza. (125) Finalmente, el 22 de junio de 1992, el secretario norteamericano de Transporte, Andrew Card, anunci en Washington el levantamiento del alerta de seguridad que pesaba desde el 13 de marzo sobre el aeropuerto de Ezeiza, al haber cumplido la Argentina con las exigencias de la OACI -entre ellas la de construir un muro largo de hormign, que impeda observar los movimientos de aviones en la pista de Ezieza desde las playas de estacionamiento y otros sitios destinados al pblico. Este anuncio fue comunicado en Buenos Aires por el embajador Terence To