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En la leyenda, tanto más cuanto más cargada de simbolismo o de misterio, lo que se sabe y se ve es menos importante que lo oculto, que al final suele ser lo que cuenta aunque por lo común permanezca circunscrito a un exiguo círculo de iniciados. Y viceversa: cuanto mayor es ese depósito de oculta- ción, más rumorosa y perdurable resulta ser la leyenda. Por el con- trario, cuando se hace historia lo que cuenta es lo efectivamente visto y conocido y el modo siste- mático y público en que es visto y conocido. De ahí que la presente y excepcional muestra de Aurelio Suárez que se enorgullece de pre- sentar la galería Durero con patro- cinio de LA NUEVA ESPAÑA pueda considerarse como una aportación relevante para el fin de una leyenda y una línea más de claridad en una historia de la que queda mucho por saber y difundir: la leyenda y la historia de uno de los pintores más fascinantes de la contemporaneidad española Hasta el presente la obra de Aurelio Suárez había podido dis- frutarse en las escasas exposicio- nes individuales realizadas por el artista –que cesaron 43 años antes de su muerte en 2003–, en ocasio- nales muestras colectivas, a través de su pequeña pero sustanciosa representación en el Museo de Bellas Artes de Asturias y, ya tras su muerte, en una reciente mono- gráfica, «mundo onírico» –Aurelio Suárez casi siempre tituló así, en minúsculas– que exhibía por vez primera una de las «series» de «bocetos» aurelianos casi en su totalidad. Atisbos, en cualquier caso; visiones fragmentarias, poco documentadas, dispersas y puede que incluso irrepetibles de lo que el propio artista rotuló como «aurelianismo», un ingente legado artístico cuyo prestigio guarda, paradójicamente, relación directa con su hermetismo. O, por pintarlo con el halo legendario que impreg- na casi todo lo que rodea a Aurelio Suárez, un enorme iceberg cuya deriva sólo se avista de cuando en cuando y cuya masa sumergida hay que reconstruir mediante algu- nas catas azarosas o por lo que cuentan los «happy few» que han podido contemplar directamente una u otra parte de esa mole sub- marina. Ello aclara por sí solo la excep- cionalidad de la presente muestra, la primera que ofrece al público una panorámica ordenada, siste- mática y exhaustiva de los «boce- tos» aurelianos, uno de sus tres formatos característicos junto a los óleos y los guaches: 39 obras, cro- nológicamente ordenadas, que representan la totalidad de cada una de las 39 «carpetas» de «boce- tos» que el pintor ejecutó a lo largo de un arco temporal que abarca los años comprendidos entre 1927 y 1992, fechas en las que firmó el primer y el último «boceto» conocidos, respectiva- mente. Toda una vida artística. Completan la exposición algunos vestigios de atelier (una plantilla para el corte del papel de los «bocetos» o la carpeta de la última de las «series» aurelianas) y la reproducción de un extraordinario fragmento que encierra toda una poética; un exiguo pero contun- dente manifiesto que el pintor incluyó en un guache de 1934, «crono pictórico», y que viene a fijar, desde el interior de la propia pintura y en un muy aureliano juego de intercambio o fusión de realidades, dos reflexiones angula- res sobre su quehacer. El texto, una carta sostenida por un reloj en cuyo final se hace irrumpir al espectador, fija una posición digamos «de época», un punto de partida histórico que Aurelio Suárez tiene en común con los pintores de su tiempo y que asume como propio, ubicán- dose a esta parte de una tradición que ya no encuentra sentido al realismo en pintura. Es el territo- rio de las vanguardias, que com- parten la convicción de que el afán por reproducir la realidad mediante el lenguaje pictórico es absurdo después de la invención de la fotografía: «y te diré», comunica el firmante, «Aurelio Suárez», al destinatario de la carta, «que la máquina fotográfi- ca ha hecho de la pintura realista “algo” inútil y sin razón de ser». La segunda declaración ya no es una posición de época, sino rigu- rosamente personal. La que defi- ne, ya en 1934, el lugar que Aurelio Suárez ha decidido ocu- par en el vasto panorama de posibilidades que se abrió con la abolición del realismo pictórico. Ese exiguo manifiesto aureliano ya no forma parte del cuerpo de la carta, sino que es una posdata, y por su construcción en impera- tivo hace pensar en un consejo o una enseñanza que se transmite a otro pintor, quizá un pintor tan joven como el propio Aurelio en 1934. El consejo es contundente: «Pinta lo que quieras y como quieras». No escuelas, no mani- fiestos, no tendencias, no suje- ciones a ningún pontificado ni a ningún fin, no ya extrapictórico, sino ajeno a la propia voluntad y a la propia decisión. Un radical anarquismo artístico. Los 39 bocetos que, vistos desde esas palabras, gravitan en torno a ellas, vienen a demostrar que esa declaración de libertaris- mo artístico no están dichas a humo de pajas. Aurelio Suárez pintó toda su vida lo que quiso y como quiso. Pero también mani- fiestan que supo cómo hacerlo, con rigor, sistematicidad, una apasionada entrega diaria al tra- bajo y una capacidad asombrosa, El gijonés Aurelio Suárez (1910-2003) firmó una de las obras más vastas y fascinantes, y también más secretas, de la pintura española del XX. Una histórica exposición organizada por la galería Durero con patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA mostrará a partir del 2 de junio 39 «bocetos» representativos de cada una de las «series» en que el pintor agrupó su obra sobre papel. LA NUEVA ESPAÑA ofrece hoy un documento de referencia para aficionados y expertos reproduciendo a todo color la obra expuesta y el texto central del catálogo editado con ocasión de la muestra. Aurelio Suárez: menos leyenda, más historia TEXTO: J.C. GEA LA NUEVA ESPAÑA, patrocinadora de la exposición que inaugura Durero el 2 de junio, desvela los 39 «bocetos» que integran una muestra sin precedentes LA NUEVA ESPAÑA DOMINGO, 22 DE MAYO DE 2005 7 HISTÓRICA EXPOSICIÓN DE UN GENIO DE LA PINTURA ASTURIANA Boceto 424. «autocaricatura». Firmado y fechado 1947. Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 23 x 17 cm. Colección particular.

HISTÓRICA EXPOSICIÓN DE UN GENIO DE LA PINTURA …La segunda declaración ya no es una posición de época, sino rigu-rosamente personal. La que defi-ne, ya en 1934, el lugar que

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  • En la leyenda, tanto más cuantomás cargada de simbolismo o demisterio, lo que se sabe y se ve esmenos importante que lo oculto,que al final suele ser lo que cuentaaunque por lo común permanezcacircunscrito a un exiguo círculo deiniciados. Y viceversa: cuantomayor es ese depósito de oculta-ción, más rumorosa y perdurableresulta ser la leyenda. Por el con-trario, cuando se hace historia loque cuenta es lo efectivamentevisto y conocido y el modo siste-mático y público en que es visto yconocido. De ahí que la presente yexcepcional muestra de AurelioSuárez que se enorgullece de pre-sentar la galería Durero con patro-cinio de LA NUEVA ESPAÑApueda considerarse como unaaportación relevante para el fin deuna leyenda y una línea más declaridad en una historia de la quequeda mucho por saber y difundir:la leyenda y la historia de uno delos pintores más fascinantes de lacontemporaneidad española

    Hasta el presente la obra deAurelio Suárez había podido dis-frutarse en las escasas exposicio-nes individuales realizadas por elartista –que cesaron 43 años antesde su muerte en 2003–, en ocasio-nales muestras colectivas, a travésde su pequeña pero sustanciosarepresentación en el Museo deBellas Artes de Asturias y, ya trassu muerte, en una reciente mono-gráfica, «mundo onírico» –AurelioSuárez casi siempre tituló así, enminúsculas– que exhibía por vezprimera una de las «series» de«bocetos» aurelianos casi en sutotalidad. Atisbos, en cualquiercaso; visiones fragmentarias, pocodocumentadas, dispersas y puedeque incluso irrepetibles de lo queel propio artista rotuló como«aurelianismo», un ingente legadoartístico cuyo prestigio guarda,paradójicamente, relación directacon su hermetismo. O, por pintarlocon el halo legendario que impreg-na casi todo lo que rodea a AurelioSuárez, un enorme iceberg cuyaderiva sólo se avista de cuando encuando y cuya masa sumergidahay que reconstruir mediante algu-nas catas azarosas o por lo quecuentan los «happy few» que hanpodido contemplar directamenteuna u otra parte de esa mole sub-marina.

    Ello aclara por sí solo la excep-cionalidad de la presente muestra,la primera que ofrece al públicouna panorámica ordenada, siste-mática y exhaustiva de los «boce-tos» aurelianos, uno de sus tresformatos característicos junto a losóleos y los guaches: 39 obras, cro-nológicamente ordenadas, querepresentan la totalidad de cadauna de las 39 «carpetas» de «boce-tos» que el pintor ejecutó a lolargo de un arco temporal que

    abarca los años comprendidosentre 1927 y 1992, fechas en lasque firmó el primer y el último«boceto» conocidos, respectiva-mente. Toda una vida artística.Completan la exposición algunosvestigios de atelier (una plantillapara el corte del papel de los«bocetos» o la carpeta de la últimade las «series» aurelianas) y lareproducción de un extraordinariofragmento que encierra toda unapoética; un exiguo pero contun-dente manifiesto que el pintorincluyó en un guache de 1934,«crono pictórico», y que viene afijar, desde el interior de la propiapintura y en un muy aurelianojuego de intercambio o fusión derealidades, dos reflexiones angula-res sobre su quehacer.

    El texto, una carta sostenidapor un reloj en cuyo final se haceirrumpir al espectador, fija unaposición digamos «de época», unpunto de partida histórico queAurelio Suárez tiene en comúncon los pintores de su tiempo yque asume como propio, ubicán-dose a esta parte de una tradiciónque ya no encuentra sentido alrealismo en pintura. Es el territo-rio de las vanguardias, que com-parten la convicción de que elafán por reproducir la realidadmediante el lenguaje pictórico esabsurdo después de la invenciónde la fotografía: «y te diré»,comunica el firmante, «AurelioSuárez», al destinatario de lacarta, «que la máquina fotográfi-ca ha hecho de la pintura realista“algo” inútil y sin razón de ser».La segunda declaración ya no esuna posición de época, sino rigu-rosamente personal. La que defi-ne, ya en 1934, el lugar queAurelio Suárez ha decidido ocu-par en el vasto panorama deposibilidades que se abrió con laabolición del realismo pictórico.Ese exiguo manifiesto aurelianoya no forma parte del cuerpo dela carta, sino que es una posdata,y por su construcción en impera-tivo hace pensar en un consejo ouna enseñanza que se transmite aotro pintor, quizá un pintor tanjoven como el propio Aurelio en1934. El consejo es contundente:«Pinta lo que quieras y comoquieras». No escuelas, no mani-fiestos, no tendencias, no suje-ciones a ningún pontificado ni aningún fin, no ya extrapictórico,sino ajeno a la propia voluntad ya la propia decisión. Un radicalanarquismo artístico.

    Los 39 bocetos que, vistosdesde esas palabras, gravitan entorno a ellas, vienen a demostrarque esa declaración de libertaris-mo artístico no están dichas ahumo de pajas. Aurelio Suárezpintó toda su vida lo que quiso ycomo quiso. Pero también mani-fiestan que supo cómo hacerlo,con rigor, sistematicidad, unaapasionada entrega diaria al tra-bajo y una capacidad asombrosa,

    El gijonés Aurelio Suárez (1910-2003) firmó una de las obras más vastas y fascinantes, y tambiénmás secretas, de la pintura española del XX. Una histórica exposición organizada por la galería

    Durero con patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA mostrará a partir del 2 de junio 39 «bocetos»representativos de cada una de las «series» en que el pintor agrupó su obra sobre papel. LA

    NUEVA ESPAÑA ofrece hoy un documento de referencia para aficionados y expertos reproduciendo atodo color la obra expuesta y el texto central del catálogo editado con ocasión de la muestra.

    Aurelio Suárez: menos leyenda,

    más historia

    TEXTO:J.C. GEA

    LA NUEVA ESPAÑA, patrocinadora de la exposiciónque inaugura Durero el 2 de junio, desvela los 39

    «bocetos» que integran una muestra sin precedentes

    LA NUEVA ESPAÑADOMINGO, 22 DE MAYO DE 2005 7

    HISTÓRICA EXPOSICIÓN DE UN GENIO DE LA PINTURA ASTURIANA

    Boceto 424. «autocaricatura». Firmado y fechado 1947. Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 23 x 17 cm. Colección particular.

  • LA NUEVA ESPAÑADOMINGO, 22 DE MAYO DE 2005 8 LA NUEVA ESPAÑADOMINGO, 22 DE MAYO DE 2005 9

    Boceto 322. «fileteadora»Firmado y fechado 1947Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección Covadonga Hurlé

    Boceto 424. «autocaricatura»Firmado y fechado 1947Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 931. «don vinario»Firmado y fechado 1949Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección Covadonga Hurlé

    Boceto 63. «hombrefoca»Firmado y fechado Gijón, 30 de junio de 1946Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 166. «primero y último»Firmado y fechado Gijón, 4 de abril de 1946Gouache, tinta y lápiz sobre papel, 17 x 23 cmColección Covadonga Loredo Hurlé.

    Boceto 249. «hombre que del cielo se caese estrella»Firmado y fechado 1946Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 1110. «enamorado»Firmado y fechado 1950Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 1381. «pintor super-cerebral»Firmado y fechado 1951Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 1584. «flores oculares»Firmado y fechado 1953Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 1724. «genio delhumor»Firmado y fechado 1955Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 1831. «clarinetista»Firmado y fechado 1957Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmExpuesto: Durero. «Colectiva».Gijón, 2004Colección particular

    Boceto 1991. «bicrofa»Firmado y fechado 1960Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmExpuesto: Durero. «Pequeñoformato». Gijón, 1997Colección particular

    Boceto 1066. «desnudo»Firmado y fechado 1950Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 2080. «don pedromandíbulas»Firmado y fechado 1961Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección María del CarmenTobalina

    Boceto 2184. «víctor casacuestas»Firmado y fechado 1962Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmExpuesto: Tantra. «Aurelio Suárez». Gijón, 1975Colección Carmen Suárez Cortina

    Boceto 3025. «cabezaurelio»Firmado y fechado 1972Gouache, tinta y lápiz sobre papel.23 x 17 cmExpuesto: Tantra. «Aurelio Suárez».Gijón, 1975Colección Carmen Suárez Cortina

    Boceto 3178. «recreación cromática»Firmado y fechado 1976Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 3213. «mascarita»Firmado y fechado 1977Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 3321. «geologismo»Firmado y fechado 1979Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 3427. «vidriera»Firmado y fechado 1982Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 3550. «mundo onírico»Firmado y fechado 1984Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmExpuesto: Museo-Casa Natal de Jovella-nos. «Aurelio Suárez. Mundo onírico».Gijón, 2004Colección particular

    Boceto 3653. «equis más uno»Firmado y fechado 1986Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 3724. «artefacto geo-métrico»Firmado y fechado 1988Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 3802. «vuelta al ayer»Firmado y fechado 1990Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección Gabino Busto Hevia

    Boceto 2270. «aureliada»Firmado y fechado 1962Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 2305. «aureliocromía»Firmado y fechado 1962Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 2439. «aureliografía»Firmado y fechado 1963Tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección José Rendueles Suárez

    Boceto 2512. «esto es un sabio oxigenán-dose»Firmado y fechado 1965Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x23 cmColección particular

    Boceto 2637. «gloria suárez»Firmado y fechado 1966Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 2951. «floraurelio»Firmado y fechado 1970Gouache, tinta y lápiz sobrepapel. 23 x 17 cmColección particular

    Boceto 2785. «infantilismo aureliense»Firmado y fechado 1968Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección Guillermo Ibaseta Díaz

    Boceto 2803. «introversión aureliense»Firmado y fechado 1968Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmExpuesto: Durero. «Pequeño formato». Gijón,1999.Colección particular

    Boceto 1224. «carta para ti»Firmado y fechado 1951Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 1486. «adán y eva»Firmado y fechado 1952Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 1667. «abstracción»Firmado y fechado 1954Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 588. «paisaje con tres árboles»Firmado y fechado 1947Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 613. «disecador»Firmado y fechado 1947Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección Covadonga Hurlé

    Boceto 795. «torticolis»Firmado y fechado 1948Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Boceto 834. «moluscos»Firmado y fechado 1949Gouache, tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23 cmColección particular

    Reverso n.º 322 Reverso n.º 424

    Reverso n.º 63 Reverso n.º 166 Reverso n.º 249

    Reverso n.º 2080 Reverso n.º 2305 Reverso n.º 2637 Reverso n.º 2951 Reverso n.º 3025 Reverso n.º 3213 Reverso n.º 3427 Reverso n.º 3724

    Reverso n.º 2184 Reverso n.º 2270 Reverso n.º 2439 Reverso n.º 2512 Reverso n.º 2785 Reverso n.º 2803 Reverso n.º 3178 Reverso n.º 3321 Reverso n.º 3550 Reverso n.º 3653 Reverso n.º 3802

    Reverso n.º 588

    Reverso n.º 931

    Reverso n.º 1066

    Reverso n.º 1110

    Reverso n.º 1224

    Reverso n.º 1381 Reverso n.º 1584 Reverso n.º 1724 Reverso n.º 1831 Reverso n.º 1991

    Reverso n.º 1486 Reverso n.º 1667Reverso n.º 613 Reverso n.º 795 Reverso n.º 834

  • aún por sondear y desco-dificar, para fundir en lospequeños formatos en losque trabajó una relación concierta tradición pictórica, concierta pintura de vanguardia,con las vivencias del día adía en un tiempo duro y enuna ciudad de provincias,con una curiosidad que suposacar tesoros de esa veta vitaltan aparentemente modesta,y con una capacidad imagi-nativa que no dejará de cau-sar pasmo a quien se asome aella.

    Por eso, con abrir nuevosclaros documentales sobre elmundo aureliano, lo másimportante de esta muestra esquizás el modo en que ofreceuna oportunidad inédita deasomarse a la apabullantediversidad de los registroscreativos de Aurelio Suárez,exonerando al público enbuena parte del acto de feque hasta el momento teníaque profesar hacia el «aure-lianismo», y confirmar altiempo el que quizá sea elrasgo que confirma la genia-lidad del pintor: la coherente,disciplinada e insobornablelibertad que unifica a travésde una vida entera de trabajolas efusiones de un mundovertiginosamente diverso.Mucho más de lo quemuchos nos esperábamos.Por decirlo de alguna mane-ra, el espectador dispone anteél de 39 puertas abiertas acada una de las disparejasregiones, a veces disparejasincluso internamente, de ununiverso en el que no funcio-nan o no sirven muchas delas categorías utilizadas paracompartimentar, clasificar odescribir una obra artística.

    O al menos hay que hacer-las más generosas de modoque asuman la convivenciabajo la misma autoría y bajolos mismos principios plásti-cos de «bocetos» que se acer-can a un realismo suavementealegórico o francamente cos-tumbrista junto a otros que seaventuran en el territorio delsueño o del delirio; «bocetos»que juegan desembarazada-mente con la pura geometría,el ritmo o el color junto a

    otros que comprimen en elmínimo espacio la máximacantidad de simbolismos, esdecir, de signos cargados detradición; «bocetos» entrega-dos al gozo de la figurahumana junto a otros quedetallan, con la misma pla-centera minuciosidad, la ana-tomía de seres grotescos yfabulosos, o «bocetos» queaplican toda la alquimia delarte a transustanciar o comen-tar en la distancia la realidadmás parda y de trapillo –ladel día a día del artista que haelegido también ser un dis-creto menestral en una ciudadde provincias– junto a otrosque, por el camino inverso,intentan abrir brechas aluci-nadas o visionarias en la per-cepción habitual de la reali-dad. Da vértigo, claro. Dealgún modo, el reto que plan-tea Aurelio Suárez como pin-tor es equiparable al que Fer-nando Pessoa lanzó en sumomento en el terreno de lapoesía. Sólo que sin la corte-sía de unos cuantos heteróni-mos o identidades fabuladasque permitiesen, al menos,compartimentar de algúnmodo el desconcierto queprovoca este jardín superpo-blado que debería contener enalgún sitio las complejasleyes de su coherencia.

    Significativamente, todo loantedicho se anuncia bajo laefigie de un autorretrato–para ser exactos, y no perderel matiz de complejidad ysocarronería puramente aure-lianos, una «autocaricatura»de 1947– con el perfil de unode los hombres que más seresistieron a ofrecerlo a unacámara y, por extensión, acualquier tipo de publici-dad. Esa efigie viene a sercasi un emblema de unaexposición que contribuyetanto a esclarecer, a hacerliteralmente historia, comoa seguir contribuyendo a laleyenda. Sólo que despla-zándola, y con ella el miste-rio, hacia donde realmentelaten: no en la persona ni enel personaje, sino en unaobra que desde hoy conoce-mos, por fortuna, más ymejor.

    En nuestro Ateneo ha tenidolugar este año una nueva exposi-ción de pinturas de Aurelio Ibase-ta. Este solo dato indica ya unapreocupación oficial por este artis-ta, tal vez el único independiente yfuera de todo tipismo literarioentre nosotros y que posee, comoninguno de los nuestros, tempera-mento de creador –esto es, artistaplástico.

    Con un talento psico-físicoesencial como base y una austeravaloración de los elementos deloficio, hay más que suficiente paraque exista un buen pintor. Perocomo también esa valoracióndepende del temperamento, que esquien exprime y tasa a su modonuestra materia prima, vemoscómo éste es esencial e indispensa-ble. Del distinto equilibrio entrenuestros polos vitales, el delmundo visible, material y externo,y el del otro, psíquico, íntimo einviolable, depende esa valoraciónde los ingredientes físicos y éticosque intervienen en la obra. Y eseequilibrio es, precisamente, el defi-nidor del temperamento.

    Tan interesante es éste quepodríamos creer, sin error, quetodo arte que lo sea es, esencial-mente, temperamental, yaún más, que sólo comoincidentes transitoriosentre sus dos estadiosdefinitivos aparecen lasépocas de generalizacióny teoría. Por eso los artis-tas plásticos del Renaci-miento fueron menosplásticos y más musicalesen Alemania que en Ita-lia: por temperamento. Ypor eso Doménico Greco,como el Giotto y MiguelÁngel, como el Bosco,fueron hacia su época deregreso desde sí mismos,esto es, desde su tempera-mento individual.

    Un arte noble de claseo de tono, un arte artísti-co, es pues, ante todo, detemperamento. No debe-mos olvidarlo frente alarte de Aurelio Ibaseta,tan esencialmente tempe-ramental, tan lleno degesto. Sus materias de color «seexpresan», gesticulan, tienencarácter. Y lo esencial es eso, elgesto, la ironía, lo peculiar de lavisión que contraste con el ritmoauténtico adquirido por la inerciapaciente del mundo. Labor deartista la de desligar de sus contor-nos vitales, no las cosas vivas, sinosu sola vitalidad, su gesto impon-derado y maduro. La academianace después. En un principio cadaépoca se entreabre adivinando orecreando gestos antiguos, reno-vando irónicamente su vida. La

    cultura afina un poco la visión dela época, la orienta hasta en esosmomentos que, obrando como vál-vulas de escape para todos los pre-juicios éticos y estéticos, limpianel ambiente de cansancio. (Unode esos momentos no está muylejano: fue abierto por el impre-sionismo y los poscubistas le sir-vieron de fin).

    En el arte de Aurelio Ibasetahay gesto, temperamento, ironíay época. Y es que es un artejoven esencialmente (doblemen-te joven: arte y artista). Como las

    razas primitivas, como las civili-zaciones inaugurales de nuestrahistoria, simplifica hasta la aus-teridad el «oficio» para llegar,como por contrapeso, hasta elderroche expresivo, de intuición.Pero, naturalmente, de rechazo,esto es, desde su época, desde sumodo universal de sentimiento:sin recurrir a una rebuscada inte-lectualización como aquella quehizo tan antinatural y de trastien-da el arte de los que se decíannaturalistas.

    En Aurelio Ibaseta, como sutemperamento crea plásticamen-te, no es necesario pasar por el

    fervor místico, por elsopor literario de laleyenda, ni por ningunade estas claves emociona-les para llegar a una ínti-ma e irónica ternura o auna clarísima sensaciónde verdad sincera y can-dorosa (que de todo ellotiene el arte de nuestropintor).

    Sin recursos no plásti-cos; sin una intelectuali-zación como aquella delos simbolistas que refor-zó la ya bastante intensade los últimos residuosrománticos; conteniendo,a todo más, un intelectua-lismo a la inversa –otravez ironía– un poco cere-bral (de la que Ortega yGasset denuncia comoesencial en todo nuestroarte moderno), el arte deAurelio Ibaseta en estaamable y magnífica

    exposición de nuestro AteneoObrero de Gijón ensayará congimnasia jovial y franca su liber-tad de pensamiento y creación,pendiente más de la hermosalógica antisilogística de la belle-za que de la otra cotidiana ycomercial de nuestras vejeces.

    Cuando este artista, todavíaorientado hacia un futuro muypróximo, afine aún más sus cali-dades personales, será hora dedarnos cuenta de todo lo quevalen su independencia y su per-sonalidad.

    El arte de Aurelio IbasetaEl 21 de agosto de 1931 el Ateneo Obrero publicabauna clarividente crítica sobre el joven pintor gijonés

    con ocasión de su segunda exposición individual

    HISTÓRICA EXPOSICIÓN DE UN GENIO DE LA PINTURA ASTURIANA

    LA NUEVA ESPAÑADOMINGO, 22 DE MAYO DE 2005 10

    Fragmento de «Crono pictórico» (1934). Gouache sobe papel.

    «Autorretrato» (1931). Gouache sobre papel.

    TEXTO:LISARDO A. PAUL

    Cubierta de carpeta donde Suárez guardaba «bocetos».

    «Es tal vez elúnico artistaindependientey fuera de todotipismo literarioentre nosotros»