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Vol. III, número 32, 15 de enero de 2009. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís Museo Nacional de las Culturas del Mundo CORREO [email protected] En este número: • Museos del Sur • Descubren en Perú restos de ciudad Wari • Niña saudita de ocho años pide divorcio • Museo Real de Ontario Museo Real de Ontario

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• Museos del Sur • Descubren en Perú restos de ciudad Wari • Niña saudita de ocho años pide divorcio • Museo Real de Ontario En este número: CEDICULT Director: Leonel Durán Solís [email protected] Vol. III, número 32, 15 de enero de 2009. Museo Real de Ontario por Manuel Borja-Villel Museos El director del Reina Sofía de Madrid reflexiona sobre el papel de los museos y propone un modelo con prácticas estéticas y políticas que integren otras culturas y modos de hacer.

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Vol. III, número 32, 15 de enero de 2009. CEDICULT Director: Leonel Durán Solís

M u s e o N a c i o n a l

d e l a s C u l t u r a s d e l M u n d o

CO

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[email protected]

En este número:

• Museos del Sur

• Descubren en Perú restos de ciudad Wari

• Niña saudita de ocho años pide divorcio

• Museo Real de Ontario

Museo Real de Ontario

Museos

Museos del Surpor Manuel Borja-Villel

El director del Reina Sofía de Madrid reflexiona sobre el papel de los museos y propone un modelo con prácticas estéticas y políticas que integren otras culturas y modos de hacer.

La nuestra es una época de crisis que, según Immanuel Wallerstein, es sistémica. Por ello es importante que los museos elaboren paradigmas históricos que nos ayuden a

entender mejor el mundo en que vivimos. Necesitamos comprender el presente con relación al pasado y pensar las posibilidades que el futuro nos depara. El museo tiene la obligación de apuntar a ciertos caminos y no a otros. Y esa elección nunca puede ser técnica ni dictada por una racionalidad formal, sino que entraña lo que Max Weber denominó racionalidad subs-tantiva. Cuando el “todo vale” es la norma y la confusión de ideas es general, esta elección o serie de elecciones se perciben a veces como rígidas, elitistas o dogmáticas. Cuántas veces hemos oído las voces apesadumbradas de aquellos que piden una especie de eclecticismo de nuevo cuño como forma de salvaguardar una pretendida democratización de la cultura. Sin embargo, la racionalidad substantiva es todo lo contrario, es el ejercicio de reconciliar lo que aprendemos de la ciencia y la moralidad y denota siempre una elección ética. La mayoría de la humanidad no goza de nuestros “avances” técnicos y culturales, sino que constituye el Sur geopolítico del que habla Enrique Dussel y representa la otra cara de la modernidad. Ese Sur no está situado en un periodo pre o posmoderno, el tiempo anterior a una modernidad que se realizará en cuanto se apliquen los mismos criterios que han servido para Europa y Estados Unidos. No se trata del estadio menos evolucionado de un proceso único, porque estamos en un mundo en que el centro presupone la periferia y viceversa; y el desarrollo del primero está totalmente relacionado con el de la segunda. El problema reside en que esta otra modernidad es subalterna, no tiene voz. Ha de acatar nuestras reglas, ya que se considera que éstas son generales. La concepción modernista de la historia buscó sus orígenes en la Ilustración, en la razón pura de Kant, que indica una visión del mundo idealista y eurocéntrica. La modernidad se inició con la expansión de Europa en el mundo y con la centralidad que ésta se autoconfirió, por la que no sólo dominó el sistema mundo, sino que ignoró la existencia del Otro. Europa

Cultura ibérica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

Museos

imaginó su historia particular como si fuese universal y lo que realizó como centro de poder se lo atribuyó a su propia creatividad, como sistema cerrado, autónomo y autorreferencial. Nunca se definió como un centro hegemónico desde donde se controlaba la información, se procesaba el aprendizaje y se edificaban las instituciones que permitían una mayor acumu-lación de riqueza en la metrópoli, explotando sistemáticamente a la periferia. No advertirlo es obviar la violencia de la colonización europea. La forma de romper este orden discursivo consiste en que la razón instrumental vaya acompañada de un criterio ético, que es siempre exterior al poder establecido y habilita la interpelación de la Totalidad por el Otro. La interpelación –el acto del habla que le permite hablar al que queda fuera de nuestra construcción discursiva, es decir, al que está afuera de nuestro sistema de inteligibilidad– es el momento de esa exterioridad, de un ser otro, diferen-te de la comunidad institucional oficial que sólo defiende sus intereses. Esta exterioridad no niega la comunidad, sino que la descubre como lugar de convergencia de personas y grupos libres para estar en desacuerdo. El interpelar, al actuar siempre desde el exterior del derecho vigente, se opone por definición al consenso y a la historia que excluye; y su argumentación es siempre radical y difícilmente aceptada. Si el discurso oficial deja al dominador del centro en total inocencia de las posibles crueldades cometidas en la periferia durante la moderni-dad, la interpelación las denuncia. ¿Qué pasa, sin embargo, si sustituimos el ego cogito de Descartes por el ego conquiro de Hernán Cortés? Nos damos cuenta de que la modernidad no comienza en el siglo XVIII, sino en el XVI con la conquista de América por los reinos peninsulares. Es entonces cuando se produce lo que Marx denominó acumulación originaria y se empieza a conformar la orga-

nización mundial actual. Si esto es así, deberíamos pensar que no existe una única modernidad, sino múltiples y que éstas son inter-dependientes entre sí, a la vez que tienen impulsos diversos y se pueden originar en momentos distintos. También tendríamos que reconocer que, en el plano artístico, una de estas modernidades, al menos la relacionada con el mundo iberoamericano, empieza con el barroco, esto es, con una cultura teatral, basada en la multipli-cidad y el pliegue. De esta forma, manifestaciones plásticas como las de Lygia Clark, Hèlio Oiticica o Gego tienen su sentido, no tanto porque sean artistas fundamentales para entender la moder-nidad que nos ha venido dada desde Europa y Estados Unidos, sino para aprehender otras prácticas estéticas y políticas.

Museos

¿Qué hacer ante un pasado en el que no nos reconocemos y un presente que no nos gusta? ¿Cuál es la función del museo en el mundo contemporáneo? ¿Existe alguna alternativa al museo moderno o al que responde a la cultura del espectáculo? Me gustaría pensar que sí. El museo se mueve entre la subversión y la absorción, la pasividad contemplativa y la ruptura activa, el Estado y la multitud, la creación y el mercado. Por un lado, es cierto que es muy difícil pensar que las formas artísticas puedan abolir las fronteras; pero, por otro, también lo es que sirven para desplazarlas. En un tiempo en el que todos los centros de arte han entrado en una espiral sin límites hacia la ampliación de edificios y franquicias, en que el capitalismo ha alcanzado una expansión que no conoce fin, quizás ha llegado la hora de un cierto repliegue, en el sentido que Pasolini le daba al término: no un giro hacia adentro, sino hacia afuera. La atención a la frágil vida de los cuerpos, la hostilidad hacia la cosificación de nuestra existencia, la manifestación explícita de la desaparición de la frontera entre lo público y lo privado son algunos de los elementos más interesantes de incisión política. El Museo Reina Sofía está hoy en una situación privilegiada para desempeñar un papel importante porque, a diferencia de los otros grandes centros de arte europeos y americanos, está todavía por hacer. Su estructura no se halla aprisionada por el corsé modernista, ni ha sido todavía absorbida por la cultura del espectáculo. Más aún, en ese Sur del que hablamos, en el que las instituciones son muy endebles, tiene la obligación política de proponer y pro-mover una alternativa. Ésta se centraría en tres aspectos:

a) Una(s) narración(es) alternativa(s) a la historia moderna.b) Nuevas formas de intermediación.c) La consideración del espectador no como un sujeto pasivo ni consumidor, sino como agente, un sujeto político.

Un gran número de culturas tiende a fundamentar la historia de su arte y literatura en unos textos fundacionales que, al definir la naturaleza de su propia comunidad, tienen algo de sacralizado, absoluto y excluyente. Éstos asientan el núcleo de lo que en su momento se percibió como una comunidad amenazada a partir de la segregación de toda divergencia. Ése ha sido, sin duda, el origen de las grandes narraciones que han constituido la ideología domi-nante durante los siglos XIX y XX. Como sostiene Edouard Glissant, estos relatos, derivados de la escritura épica y casi escritos al dictado de los dioses, están íntimamente ligados con el objeto cerrado, la trascendencia, la inmovilidad corporal y con una especie de tradición de la consecución, que denominamos pensamiento lineal. Hoy, por el contrario, no resulta

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ya posible garantizar este tipo de unidad formal, impensable en un mundo que se ha hecho pequeño y en el que es perentoria la necesidad de inventar múltiples formas de relación que cuestionen nuestras estructuras mentales. Propugnamos, pues, una identidad relacional que no es única y atávica, sino rizomática, esto es, de raíz múltiple. Ésta comporta la apertura al otro y plantea la presencia de otras culturas y modos de hacer en nuestras propias prácticas, sin miedo a un hipotético peligro de disolución. La historia ha pasado de escribirse como si estuviese constituida por grandes continentes a ser una especie de archipiélago. El autor entra así en tensión, al tratar de reflejar y relacionarse a la vez con su comunidad y con el mundo. El arte busca simultáneamente el absoluto y su opuesto, es decir, la escritura y la oralidad. No narramos ya desde la palestra privilegiada de la voz única, sino inmersos en una multiplicidad de micronarraciones cuya consecuencia es una nueva cartografía del arte. Ahora ya no se puede decir que Nueva York le robó a París la idea del arte moderno, porque ésta surge en múltiples sitios y porque no hay nada que robar, sólo relaciones que establecer y hacer visibles. Artistas que en la historiografía tradicional podían ser considerados secundarios, derivativos o simplemente tardíos, como Georges Vantongerloo o Mira Schendel, alcanzan su dimensión más compleja. Tienen poco que ver con las búsquedas modernistas y mucho, en cambio, con la fragilidad y expansividad de lo oral. ¿Cómo crear una memoria desde la oralidad? Teniendo en cuenta que coleccionar objetos significa a menudo transformarlos en mercancía, ¿cómo exponemos eventos sin que éstos sean fetichizados? ¿Cómo idear un museo que no monumentalice lo que explica? La res-puesta pasa por pensar la colección en clave de archivo. Ambos son repositorios de los que muchas historias pueden ser extraídas y actualizadas. Pero, el archivo las “desauratiza”, ya que incluye en el mismo nivel documentos, obras, libros, revistas, fotografías, etcétera. Rompe la autonomía estética, que separa el arte de su historia, replantea el vínculo entre objeto y documento, abre la posibilidad al descubrimiento de territorios nuevos, situados más allá de los designios de la moda o el mercado, e implica la pluralidad de lecturas. La correspondencia que se genera entre el hecho artístico y el archivo produce desplazamientos, derivas, narraciones alternativas y contra-modelos. Nos devuelve el conocimiento y la expe-riencia estética, y también la posibilidad de aprehender un momento histórico de un modo parecido al que explicaba Peter Weiss en La estética de la resistencia. El archivo es un topos –un lugar– y un nomos –una norma–, ya que tiene el poder de inter-pretar los elementos archivados que dice esa ley, la recuerdan y llaman a su cumplimiento. El archivo no sólo garantiza la seguridad física del depósito y del soporte sino que también

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tiene competencia hermenéutica sobre los mismos. Una ciencia del archivo debe incluir, por tanto, la teoría de esa institucionalización, es decir, de la regla que comienza por inscribirse en ella y a la vez del derecho que la autoriza. Éste fija los límites declarados infranqueables, ya se trate del derecho de las familias o del Estado, los lazos entre lo secreto y lo no-secreto, o, lo que es lo mismo, entre lo privado y lo público, se trate del derecho de propiedad o de acceso, de publicación o de reproducción, de clasificación o de la puesta en orden. La demo-cratización efectiva se mide siempre por este criterio esencial: la participación y el acceso al archivo, a su constitución y a su interpretación. Dar voz al otro significa que éste tenga capacidad de archivar y repensar su propia historia, de contárnosla. La solución pasaría por la constitución de un archivo universal, una especie de archivo de archivos, que no sólo sirvie-se para cuestionar la propiedad, sino también para dar voz, y escuchar, al que no la tiene. Las historias requieren de una comunidad que las transmita, de mentes en las que repro-ducirse, de un terreno de cultivo que les permita evolucionar. Si no quieren mantener su carácter aurático, las narraciones han de cuestionar la noción de autor y renunciar a la idea del genio romántico. Ya no podemos pensar la historia como una sucesión de grandes personajes, ni siquiera como el individuo nómada del momento multicultural, sino como una muchedumbre de secundarios, la multitud anónima e hirviente de sucesos, destinos, movimientos y vicisitudes. El autor es un vehículo a través del cual la “biblioteca” de una comunidad busca replicarse a sí misma. Es importante que estas historias se multipliquen y circulen lo máximo posible. Si el sis-tema económico de nuestra sociedad se basa en la escasez, lo que permite que los objetos de arte alcancen unos valores desorbitados, la nueva narrativa se sienta en el exceso, en una ordenación que escapa al criterio contable. En este caso, el que recibe las historias es sin duda más rico, pero el que las cede (narra) no es más pobre. Se trata de constituir federa-ciones de comunidades libres, un proceso que parte desde abajo y habla de autonomía más que de la toma del poder estatal. No se intenta ya educar a un Estado/nación de un modo uniforme. Tampoco se quiere evitar el vínculo con las instituciones, sino establecer redes y descubrir terrenos nuevos para las prácticas antagónicas. No basta con quejarse de la inge-niería de consenso que se nos impone, sino de manejar sus mentiras, ofreciendo unos mitos y preconstituyendo el terreno sobre el que se distorsionarán los hechos, con el objetivo de reconducir esa distorsión y producir desplazamientos de sentido.

Fuente: El País

Hallazgo

Descubren en Perú ruinas de ciudad Wari

Lima. Arqueólogos descubrieron en el norte de Perú los restos de una ciudad entera que podría ser el “eslabón perdido” de dos importantes culturas, dijeron el martes investigadores. El sitio, ubicado en una zona conocida como Cerro Pátapo a �� kilómetros de la ciudad Chiclayo, sería proba-blemente de la cultura wari, que vivió y gobernó en lo que hoy es Perú aproximadamente hace 1,�00 años. Si se comprueban las investigaciones

preliminares, el descubrimiento podría conectar la antigua civilización wari con la cultura moche, que floreció hace 1,�00 o 1,900 años. Los investigadores afirman que la ciudad enterrada contiene cerámicas, trozos de prendas de vestir y restos bien conservados de una mujer joven. El lugar también muestra indicios de sacrificios humanos, con lugares designados para el propósito y un gran número de huesos encontrados en el fondo de un acantilado cercano. El lugar también muestra evidencia de sacrificios humanos, con lugares designados para el propósito y un gran número de huesos encontrados en el fondo de un acantilado cercano. “El hallazgo proporciona el eslabón perdido, ya que explica la forma en que el pueblo Wari permitió la continuación de la cultura Moche”, dijo a Reuters el arqueólogo jefe del proyecto, César Soriano. El experto refirió que es la primera vez que se encuentra pruebas de la cultura Wari en Cerro Pátapo, que se expandió desde el sur del país hasta el norte del país. Los Wari hicieron su capital cerca de lo que ahora es la ciudad de Ayacucho, en la Cordillera de los Andes, pero viajaron ampliamente y son conocidos por su extensa red de carreteras. A principios de �008, los arqueólogos de las ruinas de Huaca Pucllana en Lima, ubicada a 800 kilómetros al sur de Chiclayo, descubrieron una momia que se cree fue de Wari. Perú, un país rico en tesoros arqueológicos, tiene cientos de sitios arquelógicos que datan de hace miles de años y abarcan decenas y diferentes culturas que incluye las famosas ruinas incas de Machu Picchu.

Fuente: Reuters

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Culturas

Riad. Un juez en la ciudad saudí de Aneisa se ha negado por segunda vez a conceder la peti-ción de divorcio de una niña de ocho años, a la que su padre dio en matrimonio a un hombre que tiene casi �0 años más que ella.

Según fuentes próximas a la magistratura, el marido se negó en el segundo día de proceso a dar la libertad a la niña, que él considera su esposa legal.

El juez le pidió a él y a la madre de la niña, que cursó la demanda en nombre de su hija, que lleguen a un acuerdo. El proceso continuará a principios de febrero. Hasta entonces la pequeña podrá vivir con su madre. Ni el abogado ni la madre quisieron comentar hoy la decisión del magistrado.

La madre abandonó al padre de su hija antes del matrimonio de la pequeña. El padre ven-dió a la pequeña de acuerdo con las leyes locales. El marido en cuestión pagó las deudas del padre, que ascendían a unos �,�00 euros, a cambio de casarse con la niña.

Ya en la primera comparecencia ante el tribunal en agosto del �008 el marido se negó a conceder el divorcio. Quiere que la niña, con la que “todavía no ha consumado el matrimo-nio”, viva en su casa.

Fuente: DPA

Niña saudita de ocho años pide divorcio

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Museos

Museo Real de Ontario

El Museo Real de Ontario, Canadá, es uno de los principales del mundo. De hecho, al combinar

un museo universal de culturas con otro de historia natural, ofrece una amplitud inusual de experiencias a los visitantes y a los eruditos de alrededor del planeta. La naturaleza y la humanidad se entrelazan, y el MRO ofrece muchos ejemplos de estas relaciones funda-mentales en sus colecciones y programas. La misión del MRO es atraer al público hacia la explo-ración del cambio cultural y servir como promotor de la ciencia en el estudio de la naturaleza. Sus coleccio-

nes e investigación sirven de base para los programas que van desde cursos de educación formal hasta los debates públicos, las conferencias, los simposios, las películas, los viajes, las publicaciones, el recorrido y otras actividades para la familia. El museo busca recibir y producir programas con profundidad intelectual y de importancia social, incluyendo exposi-ciones del propio MRO y trabajos especiales de naturaleza colaborativa. A través del Institu-to para la Cultura Contemporánea del MRO, el museo también explora temas de actualidad a través de obras de arte y programas en muchos medios. El MRO está próximo a concluir un proyecto de capital importancia que contempla dotar al edificio con �� nuevas salas, la adición de valiosas amenidades públicas, y la creación de la dramática nueva arquitectura en el Cristal de Michael Lee-Chin, diseñada por Daniel Libeskind. Esto está entre los proyectos más grandes en la historia de instituciones cultura-les canadienses, y ofrece el total de los acervos del museo nuevamente al público, incluso durante el tiempo en que el MRO se prepara para celebrar su centenario en �01�. En su portal de Internet se tiene acceso a millares de fotografías y resúmenes emanados de sus exhibiciones y de sus actividades de investigación en todo el mundo, información sobre programas actuales y exposiciones, así como diversas maneras de transferir información, ver podcasts y comprar boletos para asistir al museo y a sus eventos.

Museos

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Entre las salas dedicadas a las culturas del mundo destacan: la de las pinturas murales al temple de la dinastía Yuan, donde también se exhiben grandes esculturas en madera que representan bodhisattvas (futuros Budas); la de las culturas nativas de Canadá; otra sala dedicada a China con �,�00 objetos, que representan siete milenios de historia de ese país asiático; la sala de Corea; la sala de Japón del príncipe Takamado; la sala de la arquitectura china; la sala de la antigua Chipre; la sala de África, las Américas y Asia-Pacífico; la sala del Sudeste Asiático; la sala del Medio Oriente; la sala de Egipto; la sala de Grecia, así como las dedicadas a los textiles y atuendos de distintas épocas y países.

Sala de Japón, Museo Real de Ontario.

Ramsés II. Museo Egipcio de El Cairo.

A nombre del Museo Nacional de las Culturas

y de su Centro de Estudios sobre la Diversidad Cultural,

le deseo que el presente 2009 sea un buen año

para usted y su familia.

Antrop. Leonel Durán Solís

Felicitación

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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

DIRECTOR GENERALALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELLÓ

SECRETARIO TÉCNICORAFAEL JULIO PÉREZ MIRANDA

SECRETARIO ADMINISTRATIVOLUIS IGNACIO SÁINZ CHÁVEZ

COORDINADOR NACIONAL DE MUSEOS Y EXPOSICIONESJOSÉ ENRIQUE ORTIZ LANZ

DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURASY DEL CORREO DE LAS CULTURAS DEL MUNDO

LEONEL DURÁN SOLÍS

ESTA ES UNA PUBLICACIÓN DELCENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL (CEDICULT)

DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURAS

COORDINACIÓN EDITORIALMARIANO FLORES CASTRO

[email protected]

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR LOS RESPECTIVOS AUTORES

DE LOS ARTÍCULOS, NOTAS Y FOTOGRAFÍAS.

MÉXICO, D.F., 15 de enero de 2009.

Directorio

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