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En el marco de la celebración por su 50 aniversario, el INTAL reunió las opiniones de tres líde- res regionales sobre integración. Eduardo Frei, José Mujica y Luiz Lula da Silva coincidieron en la importancia de las nuevas tec- nologías para incorporar valor agregado a las exportaciones y en la necesidad de estrechar lazos de cooperación para avan- zar en una mayor conectividad regional en materia de infraes- tructura y energía.

integración - gobernanza de la integracion.pdf · La gran verdad es que las riquezas que nos complementan . superan las asimetrías que nos dividen. Juntos. tenemos las mayores reservas

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En el marco de la celebración

por su 50 aniversario, el INTAL

reunió las opiniones de tres líde-

res regionales sobre integración.

Eduardo Frei, José Mujica y Luiz

Lula da Silva coincidieron en la

importancia de las nuevas tec-

nologías para incorporar valor

agregado a las exportaciones

y en la necesidad de estrechar

lazos de cooperación para avan-

zar en una mayor conectividad

regional en materia de infraes-

tructura y energía.

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¿Cuáles fueron los desafíos más difíciles que enfrentó en relación con la integración de la región durante su presidencia? ¿Cómo decidió resolverlos?

El mayor desafío fue la manera en que América Latina se veía a sí misma. No existía la idea de que juntos podríamos ser más fuertes, más competitivos y comunicarnos con los Estados Unidos y Europa en el mismo idioma. Aquí, en América del Sur, los países se daban la espalda y solo miraban a los Estados Unidos y a Europa. Hasta el día de hoy hay personas y sectores que niegan el alcance del Mercosur y de la Unasur. No obstante, nuestra decisión fue aproximarnos y apro-vechar más las alianzas comerciales con nuestros vecinos.

La integración es una necesidad fundamental para los países lati-noamericanos si quieren alcanzar mayores grados de desarrollo.

La experiencia mundial nos enseña que nadiepuede lograr ese desarrollo actuando aisladamente.

En la región ha habido muchos intentos de integración, pero salvo el caso de la Alianza del Pacífico, donde sí se registran avances con-cretos en apenas cuatro años, casi ninguno de ellos ha prosperado y más bien nuestros gobiernos se han quedado en las declaraciones de intenciones. Tras mi paso por la presidencia de Chile me formé la convicción, que mantengo hasta hoy, de que falta voluntad política y convencimiento respecto a los enormes beneficios que se podrían obtener si se impulsa un proceso de in-tegración efectivo con una mirada de largo plazo. Hay problemas endémicos de

integración

La

de lagobernanza

El expresidente de Chile (1994-2000), Eduardo Frei, el expresidente de Brasil (2003-2010), Luiz Inácio “Lula” da Silva, y el expresidente de Uruguay (2010-2015), José “Pepe” Mujica, lideraron procesos de integración en las últimas dos décadas. Para celebrar el 50 aniversario del INTAL com-partieron su experiencia, su visión del futuro y formularon propuestas para fortalecer la unión regional, como la profundización de la conec-tividad energética o la creación de un Ministerio de la Integración en cada país. Los tres exmandatarios aconsejaron fomentar la innova-ción, invertir en investigación y desarrollo, y destacaron el rol prepon-derante que tendrán las nuevas tecnologías en el comercio mundial.

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nuestros Estados que juegan en contra de la integración, como la debilidad de las instituciones, la precariedad de las normas jurídicas, la desconfianza y la fragilidad de los mecanismos de solución de controversias. También existen motivos de ca-rácter económico como las barreras arancelarias y no arancelarias, la carencia de acuerdos que permitan un control aduanero efectivo, la falta de un arancel externo común y, naturalmente, las asimetrías en las economías de nuestros países. No obs-tante, mi gobierno hizo esfuerzos reales en este ámbito. Por ejemplo, nos integra-mos al Mercosur en calidad de país asociado. En el plano bilateral, debo reconocer que con Argentina durante mi gobierno, hicimos grandes avances gracias a que ambos países tuvieron la voluntad de progresar en la relación. Es así como logramos solucionar, por la vía del diálogo, las controversias limítrofes que manteníamos en ese momento, modernizamos prácticamente la totalidad de los pasos fronterizos y pusimos en marcha los corredores bioceánicos. Todas estas medidas y otras más permitieron generar un dinamismo comercial sin precedentes entre los dos países. Chile cree en el regionalismo abierto y hoy vemos cómo la Alianza del Pacífico, que integramos junto con Perú, Colombia y México, ha sido un ejemplo exitoso.

¿Cómo puede América Latina agregar valor a sus exportaciones y ganar competitividad externa?

La gran verdad es que las riquezas que nos complementan superan las asimetrías que nos dividen. Juntostenemos las mayores reservas mundiales de mineral de hierro, el ma-yor potencial de tierras cultivables del planeta, la mayor selva tropi-cal del mundo, grandes existencias de carbón, petróleo, gas, cobre, bauxita y un indiscutible horizonte hidroeléctrico. Debemos aprove-char todos esos recursos naturales y el más importante, nuestra gen-te, nuestro pueblo, de manera de producir bienes más sofisticados a

partir de esas materias primas, agregando valor, conocimiento y tecnología. Un mercado interno y la integración de las cadenas productivas fortalecen nuestra economía para competir globalmente. La integración regional nos protegió de su-frir aún más a causa de la crisis internacional que afecta la economía desde 2008. Sin embargo, un buen desempeño económico se verá siempre sujeto a las oscila-ciones coyunturales a nivel internacional. A pesar de que es el rasgo más visible de la integración, no es necesariamente el más duradero ni el único.

Estoy convencido de que América Latina debe repensar su estrategia de crecimiento. Hoy está basada casi íntegramente en las exportaciones, las que no han logrado un nivel suficiente de diversificación y continúan concentradas en muy pocos productos, principalmente recursos natura-les, dejando poco espacio para el desarrollo de manufactura, quedando entonces muy expuestos a las variaciones de los precios internacionales. Uno de los desafíos fundamentales que tenemos por delante es asumir

una transformación productiva que permita agregarlevalor a nuestra canasta exportadora y dotarla de un mayor

contenido tecnológico, y ganar competitividad de largo plazo. Hacerlo no es fácil. Se precisa de una cantidad significativa de recursos, el diseño y ejecución de una serie de políticas públicas cuyos resultados se visualizan con el tiempo, y mucha, pero mucha paciencia y perseverancia. Para ello, entre otras iniciativas, es primordial fomentar la asociación y cooperación entre empresas, y entre éstas y las universidades, centros de formación y entidades públicas, así como también desarrollar encadenamientos con el sector productivo interna-cional y la absorción del conocimiento y la tecnología que a menudo ofrece la inversión extranjera directa, potenciando así los efectos sobre la productividad y las posibilidades de expansión de la producción y las exportaciones.

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¿Qué oportunidades se abren para el comercio en la región a partir de la expansión de nuevas tecnologías como energías renovables, biotecnología, nanotecnología o robótica, entre otras innovaciones que revolucionaron las técnicas de producción?

Es necesario invertir cada vez más en educación, en nuestras universidades, en ciencia y tecnología para aprovechar esas oportunidades. Brasil es el líder en tecnología de biocombustibles, y avanza en el área del etanol proveniente de la celulosa. La Amazonia,

que pertenece a siete países de América del Sur, constituye una enorme fuente de

potenciales innovaciones, es un ejemplo.A medida que estas áreas ganen importancia, la oportunidad que presenta el mer-cado de sus productos puede servir de estímulo para que los países latinoameri-canos apuesten más al desarrollo integrado de la ciencia, la tecnología y la educa-ción. Debemos poner en práctica políticas públicas articuladas con el objetivo de desarrollar la investigación y la ciencia y, así, explotar el enorme potencial econó-mico que poseemos. La presidenta Dilma Rousseff lanzó el programa “Ciencias sin Fronteras” precisamente para formar la participación de jóvenes brasileños en grandes centros de excelencia del exterior, a fin de que produzcan avances en cien-cia e innovación a su regreso a Brasil. La Argentina se destaca por su progreso en el campo de las energías renovables, en el cual cuenta con un sector de punta. Por su parte, Chile incentiva a las nuevas empresas de tecnología mediante el programa “Start-Up Chile”, que atrajo 22 iniciativas de 14 países para desarrollar nuevos em-prendimientos en territorio chileno.

Son muchas las oportunidades que se abren y en áreas donde Chile tiene capacidades para dar un salto hacia adelante. El punto es que los investigadores reciban la ayuda que necesitan, porque para innovar también se necesitan recursos y apoyo logístico. En este sentido la burocracia muchas veces hace que los recursos para los investigadores no sean suficientes. En Chile establecimos un sistema mediante el cual un grupo connotado

de científicos independientes evalúa los proyectos yhacia los centros de investigación van directamente los recursos,

evitando toda burocracia. Con la robotización de la industria se estáabriendo un enorme espacio para el desarrollo de la construcción de casas de ma-dera, que es más barata y de mejor calidad que el cemento. Chile es una potencia en producción de madera, pero básicamente se usa para celulosa, en circunstan-cias en que el retorno es hasta siete veces menor al que obtienen los países que la producen para la construcción de casas, como es el caso de Alemania. Entonces, hay un desafío gigantesco que Chile puede abordar con sus extensas plantacio-nes de pino, poniendo más tecnología a través de un tratamiento secundario. A fines de los años noventa Chile y Singapur eran países que tenían un gran pareci-do, pero hoy el país asiático es uno de los más desarrollados del mundo. ¿Por qué? Porque sus autoridades hicieron la apuesta por la ciencia y tecnología, mientras nosotros seguimos perdiendo oportunidades. Al final del día, insisto en que la diferencia está en la voluntad y convicción de tomar el camino correcto.

¿Considera que América Latina podrá cerrar la brecha tecnológica con los países desarrollados? ¿En qué medida el desarrollo de la región depende de la adopción de nuevas tecnologías por parte de empresas locales?

GOBERNANZA

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No solo puede sino debe, pero esto depende del modelo de desarrollo que la región adopte para el futuro. La educación, la tecnología y la diseminación del conocimiento deben ser el centro de las políticas de integración regional. Y precisamente por creer firmemente en esto, abrí 14 universidades federa-les durante mi gobierno en todo Brasil, para ofrecer oportunidades fuera de los grandes centros. A través del incentivo a la producción y la diseminación del co-nocimiento de manera integrada, lograremos crear soluciones conjuntas a nues-tros problemas. En algunas áreas, la región ya cuenta con tecnología de punta.

En el mundo contemporáneo, la ciencia y la tecnología son los factores que marcan en forma más clara y definitiva la diferencia entre las naciones desarrolladas y aquellas que están en vía de serlo. Tan cierta es esta afirmación, que la inversión en investigación y desarrollo se encuentra concentrada en unos pocos países, todos del primer mundo. El reto de Latinoamérica es generar productos de alto valor agregado, nuevos conocimientos y nuevas tecnologías.

Para eso deben crearse centros de investigación de alta calidad en todo el terri-torio nacional. Así lo hice en mi gobierno. Lamentablemente, en esta materia, en general, los países latinoamericanos, incluido Chile, tienen una nefasta tenden-cia a la dispersión, que se refleja en la inexistencia de una autoridad visible en ciencia y tecnología, en la burocracia en la entrega de recursos, en la diversidad de ejecutores, en la lentitud de los procesos de concurso y en la falta de una visión de país. En definitiva, en la carencia de una estrategia concreta y correcta. Ade-más, junto con la infraestructura e institucionalidad necesaria para la investiga-ción, se requiere de capital humano formado en centros de excelencia mundial, una política de remuneraciones adecuada para mantener a estos investigadores en sus puestos y que no emigren hacia otros países e incentivos para atraer ex-pertos de otras latitudes.

¿Cómo pueden los países de la región incrementar la inversión en ciencia y tecnología para exportar productos más sofisticados? ¿En qué sectores cree que su país puede tener un rol protagónico en el mediano plazo?

Mediante el aumento de la inversión en ciencia y tec-nología en los presupuestos nacionales. Varios países ampliaron sus inversiones en el área, como Bolivia y Uruguay. En los últimos doce años, junto con la presi-denta Dilma, aumentamos más del 200% la inversión en educación. Durante su gobierno y el mío, creamos dieciocho universidades federales y duplicamos el número de estudiantes uni-versitarios, que hoy supera los siete millones. También creamos 214 escuelas téc-nicas, más de las que se hicieron en un siglo en Brasil. Apostamos mucho a la explotación del Pre-Sal y recientemente la presidente Dilma declaró que el 75% de los recursos provenientes de esta explotación, arriba de un billón de reales, se destinará a la educación. La propia Petrobras es el fruto de una visión estratégica y hoy, gracias a la inversión del pueblo brasileño, domina la tecnología petrolera submarina. La empresa nació a partir de la idea de que podíamos conquistar la autosuficiencia petrolera en un momento en que parecía imposible, en la década de los cincuenta. Brasil no quiere ser hegemónico. Nuestro deseo es asociar nues-tro destino al de la región. No creemos que un país deba excederse en materia de liderazgo. Resulta claro que, por el tamaño, tenemos responsabilidades mayores, pero cada país tiene su contribución para dar.

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Es fundamental contar con una política nacional de ciencia y tec-nología que tenga una mirada de largo plazo e incluya un aumen-to sostenido y significativo de recursos. Para eso se requiere vo-luntad política y convencimiento de la necesidad de perseverar en el camino escogido. Aún estamos en pañales en esta materia. No vamos a conseguir nada si continuamos con el bajo nivel de inversión en I+D que hoy ostentan los países latinoamericanos, los que en su conjunto representan aproximadamente el 2% de la

inversión mundial en este rubro, muy lejos de Norteamérica (39%), Europa (31%) y Asia (26%). Salvo Brasil, ningún país de América Latina destina más del 1% de su Producto Interno Bruto (PIB) a I+D, lo que representa el 54% de la inversión latinoamericana, seguido por México con 26%. Chile apenas destina el 0,47% del PIB, lo que es claramente insuficiente. Más grave aún es que la mayor parte de esa inversión la hace el sector público, más del 60% aproximadamente, mientras que en la OCDE el promedio es del 36%. En Chile dicho porcentaje es de 56%.

Tenemos una multiplicidad de oportunidades debido a la riquezade nuestros recursos naturales que podrían permitir

un fuerte desarrollo en diversos ámbitos como la biotecnología, la robótica y las energías renovables.

La integración es fundamental para el desarrollo. No solo la integración económi-ca, sino la integración política, la integración física, la integración social y cultural. A pesar de su importancia para la región, no siempre le dedicamos los recursos y la atención que merece. Tal es su relevancia para el futuro de nuestras naciones que se justifica con creces la creación de Ministerios de la Integración en cadacada uno de los países de la región. Así, el ministro de la Integraciónpodría participar de las reuniones de Gabinete nacional

y analizar el impacto regional y global de las medidasque se adoptan en cada una de las áreas de gobierno.

Es cierto que rara vez las demandas que enfrentamos los mandatarios tienen que ver con una mayor integración. La gente nos pide mejores servicios de salud, más educación y trabajo. Nunca vimos una manifestación exigiendo que nos integre-mos mejor a la región y al mundo. Pero todas las demandas sociales están íntima-mente ligadas al grado de integración de nuestros países: es a partir de una mayor integración que es posible incrementar el comercio, las inversiones, el empleo y en definitiva el bienestar de la población. El auge en Uruguay de sectores como el forestal o el ganadero en los últimos años sirve de ejemplo para ilustrar los benefi-cios de una integración inteligente.

Un Ministerio dela Integración en cada país de la regiónJosé Alberto Mujica Cordano Expresidente de Uruguay

GOBERNANZA

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En una de las cumbres del Grupo de Río que me tocó participar, propuse que se creasen centros de investigación, teniendo como sede a un país diferente en cada campo, por ejemplo en astronomía, energía, biología, ciencias y matemáticas, en los cuales todos pudiésemos participar y hacer nuestros aportes. De esta manera no sólo nos uníamos en un esfuerzo común y los recursos aumentaban, sino que además de mejorar la calidad investigativa podíamos llegar a la comunidad inter-nacional con mucha más fuerza y haciendo aportes sustantivos.

¿Cuáles son los factores que considera más relevantes para la integración de la región en el futuro? ¿Cuáles son las políticas públicas que recomendaría seguir a los países de la región para profundizar la integración regional y global?

No se puede abordar la integración exclusivamente desde una perspectiva comercial, debemos verla des-de los puntos de vista de la política, la cultura, la so-ciedad, los sindicatos, la educación, es decir, debemos debatir la integración en toda su amplitud. Pero para hacerlo, necesitamos tomar medidas prácticas y com

Una coordinación de políticas de integración en la región permitiría también fortalecer la posición latinoamericana frente a otras potencias. Si pudiéramos consensuar y llevar una postura común de nuestros países ante el G20 sería un gran avance en este sentido.

Debemos tratar con grandeza los problemas que surgen de la globalización, dejar de lado intereses individuales para mirar el conjunto. De lo contrario, sufriremos las consecuencias del aislamiento, que son muchas y algunas inmanejables.

Necesitamos tener una mentalidad donde la integraciónsea una prioridad, construir puertos que sirvan para todo el Mercosur y una

infraestructura que refleje de une vez por todas las políticas de integración.

Cuando hay cooperación regional, los resultados pueden ser maravillosos. Uru-guay casi finalizó la interconexión con Brasil para vender y comprar energía a gran escala. Este año, junto con la presidenta Dilma Rousseff, inauguramos el parque eólico “Artilleros” en Tarariras, con participación de empresas públicas urugua-yas y brasileñas. Los 31 aerogeneradores cuentan con la capacidad para producir 65,1 megavatios y se pusieron en marcha con un esfuerzo compartido en partes iguales por Usinas Termoeléctricas del Estado de Uruguay y Electrobras de Brasil.

Un verdadero orgullo y una muestra de lo que podemos ha-cer trabajando juntos. Es por estas razones que iniciamos durante mi mandato la negociación del Acuerdo en Co-mercio de Servicios (TISA, por sus siglas en inglés). Partici-par era la única forma de saber qué pretendían las grandes potencias y poder tomar una postura, que tendrá más forta-leza si es compartida y apoyada por otros países de la región.

Hemos avanzado mucho en el arduo camino de la integración en los últimos años. En un mundo en permanente cambio, nuevos desafíos se presentan a diario a nues-tras puertas. Estoy convencido de que solo a partir de una mayor y mejor integración regional podremos dar las respuestas que nuestra gente necesita para vivir mejor.

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prometer a sectores de la sociedad más allá de los gobiernos: los empresarios, los artistas, las universidades. Aún nos queda mucho por avanzar en la integración de nuestras cadenas productivas, en la infraestructura física y en la integración de nuestros pueblos a partir de las políticas educativas, de salud, de juventud. Es necesario que popularicemos la causa de la integración,

incorporando cada vez más al ciudadano común. Una de las ideaspara alcanzarlo es intentar socializar las cosas buenas que sucedieron en cada país para conocer en qué condiciones pueden implementarse en otros países. Además, necesitamos el financiamiento para la integración de nuestra infraestructura. Las instituciones como el BID, que ha brindado una contribución muy impor-tante, pueden comprometerse de una manera más vigorosa en la integración. Precisamos conocernos más, visitarnos más, hablarnos más. En este sentido, para Brasil, el campeonato mundial de fútbol fue espectacular. Vinieron miles de ar-gentinos, mexicanos, colombianos, uruguayos, ecuatorianos, chilenos y costa-rriqueños, que visitaron el país, de la misma manera que el turismo en América del Sur les permitió a los brasileños conocer el resto del continente. Fue una ex-periencia muy rica que nos demuestra cómo podemos conocernos mucho más y mejor. Para Brasil, que es un país muy grande y que por mucho tiempo vivió separado de América Latina, incluso un poco por el idioma, fue una revelación.

La integración surge de la necesidad que tienen los pueblos de unir fuerzas para enfrentar desafíos o pro-blemas comunes. En el actual orden internacional esto se expresa en el aseguramiento estratégico de fuentes de energía, nuevos espacios territoriales para la indus-tria alimentaria y fuentes de biodiversidad y agua dulce para consumo humano, así como en la búsqueda de si-nergias para fortalecer la competitividad. En este con-

texto, creo que los Estados deben identificar áreas de trabajo donde los países in-volucrados vean que hay beneficios para todos. En el caso de América Latina hay dos que son fundamentales: energía e infraestructura. Se trata de dos necesidades vitales para nuestros países, en las que existen claras potencialidades para concre-tar proyectos exitosos y que además, permitirían disponer de un adecuado esque-ma de incentivos para la participación del sector privado. En materia energética, América del Sur es una región privilegiada, con abundantes recursos naturales en combustibles fósiles y fuentes renovables. Sin embargo, estos recursos no están distribuidos de forma uniforme entre los países de la región. En este escenario,

la integración energética en la región es una oportunidadpara que todos ganen. Los países exportadores obtienen mayores recursos

para nutrir su crecimiento, empleo y financiar programas sociales, mientras que los países importadores, bajo un robusto diseño contractual e institucional, acce-den a fuentes de energía con menores precios para potenciar un desarrollo más competitivo. Los desafíos de avanzar en esta materia no son menores. Son técni-cos, regulatorios, comerciales, pero ciertamente el mayor es político. Las reformas económicas estructurales que impulsaron nuestros gobiernos y permitieron una mayor apertura de las economías, han generado una mayor demanda por infraes-tructura física regional. Se debe impulsar el establecimiento de corredores bioceá-nicos, los que se constituirían en un factor de desarrollo regional al mejorar la co-nectividad entre diferentes países como la articulación de los diferentes territorios nacionales. Facilitaría también el aumento del intercambio un mayor aprovecha-miento de mercados comunes y una proyección conjunta hacia el Asia Pacífico. Soy un convencido de que para esto lo único que necesitamos es voluntad política y esa voluntad se debe traducir en una visión estratégica compartida sobre cómo utilizar la cooperación y el planeamiento regionales para aprovechar totalmente el impacto de desarrollo de una red regional de infraestructura en expansión.I

GOBERNANZA

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