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Promoviendo la participación infantil y juvenil en el marco de la construcción de ciudadanía Yolanda Corona Caraveo Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México María Eugenia Linares Pontón Hacia una Cultura Democrática, México Introducción y contexto ¿ C uáles son los motivos que nos inclinan a trabajar y reflexio- nar sobre la participación infantil y juvenil en América Latina? ¿Qué significa aquí y ahora la infancia y juventud para los gobiernos, las organizaciones y las personas adultas en la región? En Latinoamérica como en muchas partes del mundo, los niños y jóvenes están enfrentando situaciones de vida muy difíciles mar- cadas por la pobreza y la desigualdad dentro de un contexto de políticas económicas y sociales que apenas están abriéndose a la posibilidad de escuchar lo que estos sectores tienen que decir. El proceso de democratización que estamos viviendo ofrece la oportunidad para que ellos reconozcan el lugar que ocupan den- tro de la estructura social y la posibilidad de que sus opiniones puedan ser incorporadas en las agendas políticas y en la toma de decisiones. Si queremos comprender como se insertan los proyectos de par- ticipación de niños y jóvenes en los procesos de ciudadanía y cul- turas políticas que caracterizan a Latinoamérica es necesario 1 Cap 1 / Corona Linares / b 11/21/07 9:06 PM Page 1

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Promoviendo la participación infantil y juvenil en el marco de

la construcción de ciudadaníaYolanda Corona Caraveo

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México

María Eugenia Linares PontónHacia una Cultura Democrática, México

Introducción y contexto

¿Cuáles son los motivos que nos inclinan a trabajar y reflexio-nar sobre la participación infantil y juvenil en América

Latina? ¿Qué significa aquí y ahora la infancia y juventud para losgobiernos, las organizaciones y las personas adultas en la región?

En Latinoamérica como en muchas partes del mundo, los niños yjóvenes están enfrentando situaciones de vida muy difíciles mar-cadas por la pobreza y la desigualdad dentro de un contexto depolíticas económicas y sociales que apenas están abriéndose a laposibilidad de escuchar lo que estos sectores tienen que decir. Elproceso de democratización que estamos viviendo ofrece laoportunidad para que ellos reconozcan el lugar que ocupan den-tro de la estructura social y la posibilidad de que sus opinionespuedan ser incorporadas en las agendas políticas y en la toma dedecisiones.

Si queremos comprender como se insertan los proyectos de par-ticipación de niños y jóvenes en los procesos de ciudadanía y cul-turas políticas que caracterizan a Latinoamérica es necesario

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movimiento de educación popular y acción social promovidodesde los postulados de la Teología de la Liberación. Todosellos sientan las bases para una transformación profunda de lazona.

Por otro lado, en términos del contexto económico, AméricaLatina se ha caracterizado por un alto índice de exclusión socialque aún ahora determina que el 44% de la población viva en con-diciones de pobreza, e incluso de pobreza extrema o indigenciaen el 19% de los casos. De acuerdo con datos de la ComisiónEconómica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2005),Latinoamérica es la región del planeta con peores indicadores dedistribución del ingreso y con una tendencia a seguir avanzandohacia una mayor inequidad distributiva.

La situación de los niños y jóvenes es dramática, pues más de lamitad vive en graves circunstancias de pobreza y desigualdad.Existen todavía profundos problemas en la calidad de los servi-cios de salud y de educación, especialmente para los niños yjóvenes más pobres y de zonas rurales. También se puede obser-var un aumento de niños trabajadores y en situación de calle queviven sujetos a condiciones de explotación, maltrato e inclusoviolencia extrema. Los servicios de salud reproductiva para jóve-nes no están disponibles en muchos países, por lo que hay unalto índice de fecundidad en adolescentes pobres y también unmayor peligro de contagio de VIH-SIDA en este sector. Por otro lado,los flujos migratorios hacia países más desarrollados, o incluso lamigración interna, ponen en peligro de muerte a los niños y lasniñas migrantes, quienes al llegar con sus familias a otras regio-nes se ven expuestos a la discriminación, al racismo y la violen-cia, lo que impide que puedan recibir los mínimos que asegurensu desarrollo. La situación anterior se asemeja a los casos de des-plazados y refugiados por la guerra, ya que en los países queexperimentan conflictos armados los niños y jóvenes se integran

analizar el marco sociopolítico que ha vivido la región en un perí-odo histórico relativamente amplio.

Podemos decir que el siglo XX en América Latina estuvo marcadopor numerosos movimientos sociales e incluso revoluciones queluchaban por transformar las situaciones de injusticia y enormedesigualdad en las que vivía la mayor parte de los países.También caracterizó a nuestra región la existencia de dictaduras,e incluso tiranías, que sometieron a las sociedades a procesosrepresivos y crímenes de lesa humanidad. Existieron numerososgolpes de estado que derrocaron a presidentes que habían logra-do sus puestos mediante elección popular. El ocurrido en Chileen los años setenta acabó con una de las tradiciones democráti-cas más largas de la región, mientras que el de Brasil tuvo un fuer-te impacto para la educación ya que buscó suprimir el movimien-to de liberación y educación popular impulsado por Paulo Freire.Otro aspecto que es importante señalar es que en los últimosveinticinco años ha existido una fuerte presencia política de jun-tas militares en varios países como Argentina, Chile, Haití,Nicaragua, Paraguay, Panamá, Perú, y Venezuela. Además, en almenos seis países sus sociedades vivieron bajo regímenes milita-res entre 45 y 50 años.1

Como puede observarse, el autoritarismo había definido los sis-temas políticos en nuestra región, por lo que no era fácil pensaren una transición democrática en la que la sociedad civil tuvie-ra un papel importante. Sin embargo, a partir de los sesenta sepuede hacer visible la capacidad de organización y movilizaciónde grupos que defienden intereses específicos y que contribu-yen a la caída de los regímenes militares del cono sur. Tambiénexistieron amplias movilizaciones sociales: movimientos estu-diantiles, de maestros, de sindicatos, de solidaridad ante catás-trofes naturales y también de manera significativa un amplio

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1 Según Guerrero, 2006.

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formación en el que los pobres y los excluidos –entre ellos,niños y jóvenes– reivindiquen su dignidad y su derecho a ejer-cer una ciudadanía plena.

Actualmente, es posible afirmar que la participación de la socie-dad civil en nuestra región tiene una presencia cada vez mayor enel horizonte político, con acciones orientadas a la exigibilidad delos derechos y a la lucha por mejores condiciones de vida, pero¿qué se puede decir de la participación de los niños y jóvenes enel ámbito social en América Latina?

La participación infantil y juvenil en América Latina

A partir de 1989, con la aprobación de la Convención sobre losDerechos del Niño (que todos los países de América Latina ratifi-caron), empezaron a surgir diversos grupos que se abocaron a latarea de difundir los derechos de los niños y a vigilar su cumpli-miento. Al mismo tiempo, aparecieron las primeras iniciativaspara promover la participación infantil, tanto por las organizacio-nes civiles que incorporaron en sus proyectos la temática, comopor UNICEF que apoyó diversos ejercicios de consulta infantil en laregión.

En esta primera fase, las formas de inclusión de los niños se diri-gían principalmente a abrir espacios para que pudieran expresar-se. El estudio realizado por Elizondo, Rodríguez y Fernández(2002) reporta varias experiencias relevantes entre las cualesdestacan las Elecciones Infantiles realizadas en varios países conel apoyo de UNICEF, las Consultas Infantiles y Juveniles de 1997,2000, 2003 y 2006 que organizó el Instituto Federal Electoral enMéxico, la primera cumbre infantil del Medio Ambiente y la pri-mera Cumbre de niños y niñas contra el maltrato, realizada en ElSalvador, entre otras.

como combatientes exponiendo su vida y sufriendo el desarraigode sus familias y comunidades.

Así, las políticas autoritarias y la crisis económica y social deriva-da de ellas han provocado que los sectores que viven en carnepropia la exclusión hayan generado múltiples iniciativas y alian-zas para poder sobrevivir y democratizar su entorno. El caminoque ha seguido la sociedad civil para madurar sus propuestas hasido largo y sinuoso. Reygadas (1998) plantea que es a partir delos noventa cuando las organizaciones que habían estado traba-jando de manera local, en pequeña escala y con pocos nexosentre sí, empezaron a imaginar e inventar nuevas respuestas, acoordinarse en redes y a incursionar como actores sociales quebuscaban un mayor impacto en la vida pública nacional y region-al. Según Mascota (1997) el desarrollo de estilos de vida alterna-tivos, la defensa de la democracia y la incidencia en las políticaspúblicas, es lo que ha caracterizado a las últimas décadas. De ahíque la construcción de ciudadanía se haya vuelto un reto en tantoproceso social que tiene fuerte impacto en los sistemas institu-cionales y representaciones culturales.

La construcción de ciudadanía implica entonces no sólo la forma-ción continua de subjetividades individuales, sino colectivas, locual se traduce en expectativas diversas y definición de espaciosde interlocución, respeto y responsabilidad hacia y con el otro.Mueve a pensar qué tipo de ciudadanía se quiere y debe cons-truir, y la necesidad de promover formas de ciudadanía cotidianaque se puedan combinar con cambios institucionales de tipo for-mal. Por eso la formación de ciudadanía es en realidad la forma-ción de ciudadanías, en tanto se recuperen las diversidadesétnicas, culturales y generacionales que caracterizan a laregión, y se puedan entablar diálogos / debates que atiendan alos principios de equidad, tolerancia, justicia y participaciónactiva de los diferentes actores sociales, para poder hablar deun marco genuinamente democrático de deliberación y trans-

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incluyente que considere a niños y jóvenes como sujetos socialescon capacidades para aportar a la sociedad. El enfoque de “pro-tagonismo infantil” en el que se fortalece la idea de que niñas,niños y jóvenes pueden formar colectivos, actuar con un perfilpropio y determinar su propio rumbo, surge de las experienciascon niños trabajadores y en situación de calle que venían dándo-se desde los años setentas y que posteriormente dan lugar amovimientos locales y regionales.

Hacer un reporte sobre lo que sucede en cuanto a la participa-ción de la niñez y juventud en América Latina es una tarea difícil,tanto por la diversidad de realidades que podemos encontrar enlos distintos países, como por la amplia gama de experienciasque se desarrollan en ellos y que no pueden verse cabalmenterepresentadas. La recopilación de artículos y reportes de campoque se presentan en este número nos dan la oportunidad deconocer algunas experiencias representativas de una realidadmucho más vasta y compleja, y nos permite identificar algunosde los ejes que caracterizan el trabajo en la región. En este núme-ro se incluyen trabajos de Argentina, Brasil, Costa Rica,Colombia, Nicaragua y México.

El artículo de Acosta y Pineda plantea la importancia del trabajocon la primera infancia desde una perspectiva de construcciónde ciudadanía. Linares y Vélez proponen un proyecto que involu-cre a los diversos actores sociales en acciones colectivas paramejorar las condiciones de vida, aunque éstas últimas trabajan lainserción en la comunidad a partir del contexto escolar. Rizzini yThapliyal examinan las contradicciones y conflictos que losniños y jóvenes de diferentes escuelas y contextos socio econó-micos perciben en el discurso y las prácticas que se realizancon ellos, así como los impedimentos que tienen para ejercersus derechos.

En general, las primeras consultas tenían como finalidad la elec-ción de los derechos que los niños y las niñas consideraran másimportantes, aproximación que fue criticada porque era contra-ria a la concepción de los derechos humanos como integrales eindivisibles; además, el mensaje que se estaba dando podía serentendido en el sentido de que no se pueden exigir todos losderechos, sino escoger sólo uno. Más tarde, las consultas seorientaron a la expresión de su opinión sobre asuntos relaciona-dos con la vida cotidiana: la familia, la escuela y la comunidad. Lapropuesta de la mayoría de estas consultas era lograr un procesopedagógico que iniciara con espacios de reflexión en los queniños y niñas discutieran sobre la situación que priva en su entor-no inmediato, que expresaran su punto de vista e hicieran pro-puestas y que, a partir de los resultados obtenidos, diversos sec-tores, incluidos los niños y las niñas contribuyeran a la soluciónde los problemas considerados por ellos como prioritarios. Sibien muchos de estos ejercicios de consulta se han llevado acabo a nivel nacional y con participación amplia de niños y jóve-nes, no siempre se ha logrado convertirlos en procesos formati-vos, con consecuencias claras e inmediatas, para la transforma-ción de su entorno.

Al mismo tiempo que se desarrollaban los ejercicios de consultahan surgido proyectos participativos que contemplan procesosmás amplios, como parte de una estrategia pedagógica y políticaorientada a niños o jóvenes, en los que se crean espacios de refle-xión y organización para la acción. En éstos se permite que seanellos mismos los que manifiestan sus intereses y desarrollanestrategias que permitan la transformación de sus condicionesde vida, o bien acciones concretas para reivindicar sus derechos.Más recientemente, algunas de las organizaciones que promue-ven la participación han incorporado en sus proyectos estrate-gias para la incidencia en las políticas públicas locales y naciona-les, con la intención de contribuir a la construcción de una cultura

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todos los artículos de estenúmero los autores considerana niños y jóvenes como sujetossociales, podemos encontrardiferentes énfasis y posicio-nes. Acosta y Pineda argumen-tan que los niños pequeñosson sujetos completos e inte-grales en su formación, queson sujetos de derecho y queaunque su edad requiera deprotección integral no se debeconfundir con tutela, relacio-nes autoritarias o paternalis-tas. En ese sentido, reconocenque la primera infancia puedeparticipar en la construcciónde su entorno y en su propiodesarrollo. Otros artículos(Linares y Velez, Muñoz) toman en cuenta a los niños, niñas y jóve-nes como actores principales y agentes de cambio en los procesosde desarrollo de sus comunidades o contextos institucionales.

Liebel se sitúa en el paradigma del protagonismo en el que secoloca a niños y jóvenes en el centro de la sociedad y se recono-cen las capacidades y exigencias de los mismos para asumir unrol independiente e influir efectivamente en la toma de decisio-nes. Destaca la dificultad que tienen los adultos para aceptarcabalmente el cuestionamiento al sistema jerárquico basado encriterios de edad. Aunque Muñoz también habla de participaciónprotagónica, su discusión la orienta hacia la ciudadanía y lamanera en que las relaciones de poder con los adultos la limitano bien permiten a los jóvenes afirmar su propio poder e indepen-dizarse de las organizaciones que inicialmente los apoyaron.

Se presentan también varias experiencias con jóvenes: Rabellodiscute las posibilidades de acción política por parte de los jóve-nes en el contexto escolar a partir de la tarea de desarrollar unproyecto colectivo, mientras que Muñoz describe la participa-ción y empoderamiento de los jóvenes en una población urbanapobre con un énfasis especial en la discusión sobre ciudadanía.

Manfred Liebel explica los conceptos y manifestaciones del pro-tagonismo infantil tomando como base las experiencias de movi-mientos de niños, niñas y adolescentes trabajadores en AméricaLatina, cuestionando las formas reducidas de participación y el“proteccionismo” que todavía se manifiesta en la CDN. El cuestio-namiento a los conceptos normativos de la infancia y a la nociónde participación propuesta por la CDN es también abordado porAnne Marie Smith, pero desde el contexto de la participaciónpolítica de los niños de comunidades indígenas.

A partir del análisis de estas experiencias, se puede observar quela promoción de la participación infantil y juvenil se enfoca gene-ralmente desde el marco de la construcción de una cultura demo-crática, enfatizando el ejercicio de los derechos humanos en lavida cotidiana y la necesaria adquisición de competencias para laparticipación de niños y jóvenes como parte del proceso de desa-rrollo psico-afectivo y de socialización política.

Existen también otros ejes de discusión que se pueden advertiren los artículos, por ejemplo:

• La visión de niños y jóvenes y su papel en la transformación de su realidad.

La manera en que se llevan a cabo los proyectos de participacióndepende en gran parte de la visión que tengan los adultos y lasorganizaciones de los niños con quienes trabajan. Aunque en

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acción política y señalan la oportunidad que este tipo de prác-ticas dan a los niños y jóvenes para desarrollar un sentido depertenencia y de responsabilidad, permitiéndoles pasar del“yo” al “nosotros”. Se destaca la importancia de trabajar losaspectos subjetivos y la movilización de los sentimientos comoaspectos esenciales en la consecución de la tarea grupal. Comoplantean Corona y Morfin (2001) en el trabajo de grupo surgennaturalmente los conflictos y las diferencias que abren la opor-tunidad para dialogar, respetar las expresiones de desacuerdo,argumentar, y negociar para lograr consensos. También sedesarrollan habilidades para resolver problemas concretostales como: investigar sobre un problema determinado, hacerel plan de acción para solucionarlo, ejecutarlo y evaluar losresultados. Todos estos son elementos clave en el proceso desocialización política y contribuyen a la construcción de ciu-dadanía.

• La promoción de la participación con un enfoque comunitario

Uno de los hilos conductores de las diversas experiencias aquíexpuestas es la necesidad de incluir a los adultos en los procesosde trabajo con y para los niños, ya que se trata de un aprendiza-je multidireccional donde todos los involucrados pueden cono-cer otras maneras de ver, ser y posicionarse ante el mundo. Lariqueza de las propuestas integrales con un enfoque territorial,en las que se trabaja con los niños, jóvenes y adultos y con lasinstituciones responsables de la socialización como son la familiay la escuela es señalada en los trabajos de Acosta y Pineda,Muñoz, Linares y Vélez. Señalan que cuando se tiene como uni-dad de trabajo la comunidad, se puede promover el diálogo entregeneraciones, favorecer la articulación de los grupos en accionesmás amplias, al mismo tiempo que se facilita la relación de losgrupos con las autoridades locales. Consideran que, en estas con-diciones, es más viable la incidencia en los programas y políticaslocales para generar espacios de participación, incluir la voz de

• Factores estructurales que afectan la promoción de la participación infantil

Rizzini nos hace reflexionar sobre los factores estructurales de lapobreza y discriminación por razones de edad, raza, etnia, géne-ro y clase social, que limitan las oportunidades de participaciónde un gran sector de la población. Señala la necesidad de políti-cas públicas que apoyen a todos los niños en el desarrollo de suspotencialidades, como un derecho fundamental para ejercer laciudadanía. En este mismo tema, Linares y Vélez mencionan queen la mayoría de los países de América Latina se vive una culturaautoritaria, cuya transformación significa un proceso largo en elque las instituciones, la familia y la escuela tienen un rol muyimportante. Tanto Rabello como Rizzini cuestionan las relacio-nes de poder asimétricas y las formas de comunicación unilate-ral y vertical que se establecen en las escuelas y que impidenuna verdadera participación de los estudiantes en la toma dedecisiones. Muñoz resalta los obstáculos que tienen los jóvenesde minorías étnicas y de poblaciones excluidas para ejercer laciudadanía, ya sea por la discriminación racial, por la carenciade conocimientos o bien por las relaciones adultocéntricas delos adultos y funcionarios públicos. El investigador se preguntasi los grupos juveniles deben convertirse en organizacionescomunitarias permanentes o si debe asumirse el carácter tem-poral de los mismos, lo que invita a una reflexión sobre la difi-cultad para mantener una continuidad en los procesos partici-pativos de los jóvenes.

• El valor formativo de las experiencias de participación orientadas a la transformación de su entorno.

El elemento formativo de la participación de niños y jóvenes enproyectos de impacto en su comunidad es examinado porRabello, así como por Linares y Vélez. Las autoras analizan lamanera en que el planteamiento de “qué podemos hacer juntospor el bien de nuestra comunidad”, se puede convertir en

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Reflexiones finales

La Convención es un mecanismo legal que ha dado impulso almovimiento de defensa de los derechos de los niños y las niñas y,en este marco, a la promoción de la participación infantil. Losartículos presentados en este número y el conocimiento queéstos generan a partir del trabajo directo con niños, niñas y jóve-nes hacen evidente la necesidad de evaluar y analizar críticamen-te la convención para ir más allá de una forma sutil de paternalis-mo que reconoce a los niños como sujetos plenos pero que siguepensando que su expresión esta sujeta al criterio de los adultos.De esa forma se podrá utilizar de manera estratégica este instru-mento legal respetando la diversidad de infancias y de las cultu-ras a las que pertenecen. Las experiencias en América Latinaapuntan a que es necesario profundizar en las formas de trabajocon niños y jóvenes que faciliten la permanencia y renovación desus organizaciones, y que incluyan el manejo de los aspectos sub-jetivos que emergen en el trabajo en grupo.

En esta misma línea, falta un buen camino por recorrer para quese generalicen prácticas participativas con niños y jóvenes quepuedan incluirlos como colaboradores desde el inicio de los pro-yectos para que ellos puedan definir las temáticas que les pare-cen más relevantes, así como evaluar los procesos y objetar losresultados.

Por eso, es importante que las organizaciones e instituciones quetrabajamos el tema de la participación, elaboremos propuestasmetodológicas que verdaderamente tengan un impacto en lasvidas de niños y jóvenes. Se necesitan centros de capacitaciónque acompañen el trabajo de campo de los agentes educativos ypromotores comunitarios y apoyen la sistematización de lasexperiencias, de manera que el conocimiento que se genere através de la práctica contribuya a mejorar el trabajo en el campoy la construcción teórica.

los niños y jóvenes en la toma de decisiones, y llevar a caboacciones a favor de la infancia y juventud.

En sus artículos hacen evidente la necesidad de enfoques flexi-bles que permitan hacer ajustes sobre la marcha y de generarprocesos que se arraiguen en la comunidad y en sus diferentesactores para que puedan mantenerse y desarrollarse.

Otras formas de participación infantil

¿El marco que provee la Convención para entender la participa-ción infantil permite incluir las diversas formas culturales en lasque ésta puede expresarse? ¿Se han desarrollado criterios norma-tivos que validan “oficialmente” ciertas prácticas e invisibilizanotras? Anne Marie Smith plantea que la manera en que los pue-blos indígenas integran a los niños en sus luchas políticas difierede los paradigmas dominantes en cuanto a la participación infan-til y se pregunta sobre la capacidad que existe para comprenderla visión del mundo y del lugar que ocupan niñas y niños en cul-turas distintas. Como Corona y Pérez (2005) han planteado, lalógica cultural de los pueblos indígenas parte de una noción depertenencia a la colectividad que implica una inclusión másextendida y abierta de la infancia en las actividades políticas,sociales o ceremoniales. La noción de participación en sí misma,implica que el sujeto se sienta parte de algo más amplio; en lospueblos indígenas se permite e incluso se espera que las nuevasgeneraciones cooperen, se coordinen e integren en actividadescolectivas que tienen que ver con el “bien común”, aún cuandopara el observador externo éstas no se desarrollen en “contextosseguros” para los niños. Esto implica la existencia de subjetivida-des políticas que no están arraigadas a la noción de derechosindividuales (en los que se basa la convención), sino a la de losderechos colectivos que actualmente son parte de un debate sig-nificativo en el área de derechos humanos.

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En virtud de que no existe todavía una teoría completamente ade-cuada que pueda explicar las experiencias vividas por los niños yjóvenes, es necesario incluir reportes etnográficos y estudioslocales que describan con detalle lo que ellos piensan y sienten,de manera que estos aspectos puedan ser la base paraplantearnos nuevas preguntas y problemas.

Para lograr una cultura de respeto a los derechos de los niños ylas niñas se necesita el diálogo y la articulación de los diversosactores sociales: maestros, padres de familia, líderes de comuni-dad y autoridades locales, universidades, organizaciones civilesy medios de comunicación, para juntos buscar la incidencia enpolíticas públicas relacionadas con la infancia. La promoción dela participación infantil es parte de un movimiento más amplioque busca la transformación de nuestra manera de pensar y derelacionarnos con los otros, es parte de un movimiento hacia laconstrucción de una cultura democrática, justa e incluyente.

Referencias

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