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Introducción El Cauca es un Departamento donde el 70% de la población vive en el campo y de esta el 40% es indígena. Aunque no disponemos de la cifra exacta, el contingente de población negra CS también considerable. De este modo, negros e indios ocupan la mayor parte del territorio caucano. Sin embargo, el 1.9% de los predios concentra el 45.1%1/ de la tierra en un depar- tamento donde el 68.8%2/ del producto inter- no bruto corresponde a la producción agropecuaria. Pero la concentración del prin- cipal recurso productivo indica la presencia de una capa social blanca y mestiza que histórica- mente, desde la colonia hasta el momento ac- tual, ha estructurad o relaciones de dominación política y económica sobre la base de las diferencias étnicas y socioculturales. De este ** modo, la índole de los conflictos so- y aalesenelCaucanoesladelamera intensidad,comopodrfadeducirsede Gil el CdUCS. consideraciones estrictamente de desigualdad económica entre una -Un Enfoque Etnológico- clase minoritaria de terratenientes y una gran masa de desposeídos. A nuestro juicio todo diagnóstico sociológico que no tome en con- sideración los condicionamientos étnicos y culturales de la realidad social cauca na, adolece de unilateralídad. , . Ahora bien, ¿cuáles serían los rasgos distin- ÜOSe María Rojas G. tivos de una realidad social donde la dominación económica se estructura a partir de las diferencias étnicas y culturales? En ausen- cia de una teoría general la respuesta a este in- terrogante tiene que darse a nivel de la par- ticularidad. En el estado actual de nuestra com- prensión de la realidad social caucana nos parece que lo significativo esta mucho más en el orden de las diferencias que en el de las similitudes. No basta con afirmar que el hecho básico sea la monopolización de la tier- ra por el terrateniente y que la hacienda es la unidad económica en cuya producción y reproducción se establecen las relaciones de dominación. Hemos podido constatar empíricamente que esas relaciones variaron D , T, . _.., f .- , . según la identidad cultural del ter- ProresorFacultaddcCienciasSodalesv ° . „. . . , , , , ., ralementeS/ y, todavía más, según la iden- tidad cultural de los dominados. Entre las et-

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IntroducciónEl Cauca es un Departamento donde el 70%

de la población vive en el campo y de esta el40% es indígena. Aunque no disponemos de lacifra exacta, el contingente de población negraCS también considerable. De este modo, negrose indios ocupan la mayor parte del territoriocaucano. Sin embargo, el 1.9% de los prediosconcentra el 45.1%1/ de la tierra en un depar-tamento donde el 68.8%2/ del producto inter-no bruto corresponde a la producciónagropecuaria. Pero la concentración del prin-cipal recurso productivo indica la presencia deuna capa social blanca y mestiza que histórica-mente, desde la colonia hasta el momento ac-tual, ha estructurad o relaciones de dominaciónpolítica y económica sobre la base de lasdiferencias étnicas y socioculturales. De este

** modo, la índole de los conflictos so-y aalesenelCaucanoesladelamera

intensidad,comopodrfadeducirsedeGil el CdUCS. consideraciones estrictamente de

desigualdad económica entre una-Un Enfoque Etnológico- clase minoritaria de terratenientes

y una gran masa de desposeídos. Anuestro juicio todo diagnósticosociológico que no tome en con-sideración los condicionamientos

étnicos y culturales de la realidad socialcauca na, adolece de unilateralídad.

, . Ahora bien, ¿cuáles serían los rasgos distin-ÜOSe María Rojas G. tivos de una realidad social donde la

dominación económica se estructura a partir delas diferencias étnicas y culturales? En ausen-cia de una teoría general la respuesta a este in-terrogante tiene que darse a nivel de la par-ticularidad. En el estado actual de nuestra com-prensión de la realidad social caucana nosparece que lo significativo esta mucho másen el orden de las diferencias que en el delas similitudes. No basta con afirmar que elhecho básico sea la monopolización de la tier-ra por el terrateniente y que la hacienda es launidad económica en cuya producción yreproducción se establecen las relaciones dedominación. Hemos podido constatarempíricamente que esas relaciones variaron

D , T, . _.., f • .- , . según la identidad cultural del ter-ProresorFacultaddcCienciasSodalesv ° . „. . . , , , , .,ralementeS/ y, todavía más, según la iden-tidad cultural de los dominados. Entre las et-

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IIOLETINSOCJOGCONOMICO Ntrlü ADRJL DE 1989

nías indígenas (Faeces y Guambíanos) y negrashay «na diferencia fundamental en lo querespecta a la valorización y mediación de la tier-ra en la eslrucl u ración de relaciones dedominación-subordinación con blancos y mes-tizos. Mientras que los Paeces y Guambíanosconsideran la tierra como su espacio de iden-tidad cultural, los negros la consideran comouna mercancfa4/. De este modo, aunquetambién liisí úricamente los negros hayanenfrenladi con Hielos por lu tenencia de la tier-ra con Ierra tenientes blancos y mestizos,estos conflictos han permanecido mucho másen el ámbito de la economía que en el de lapolítica. Podríamos incluso plantear que no hahabido problemas de Estado con lapoblación negra por la tenencia de la tierra.Muy por el contrario, desde la Colonia los con-flictos con los indígenas han sido un problemade Estado, así durante la República se hayaderogado la legislación colonial y con ella elreconocimiento a la existencia de otras culturas,cuestión sobre la cual los ideólogos liberales,de modo notable el general Rafael Uribe Uribe,consideraron que tenían un programaliberador: "CIVILIZAR A LOS IN-DÍGENAS". En otros términos, negarle a losindígenas el "Derecho de Estado" a su iden-tidad cultural. Curiosamente, aquí el PartidoConservador ha dcmoslrado más tolerancia in-tcraillura! que el Partido Liberal.

Tal vez, podríamos plantear que la forma ter-ritorial del Resguardo constituye la concreciónpolítica de un tipo de conflicto por la tierra queno es de carácter parcelario, económico, sinoque obedece a una concepción de la tierra comoespacio de identidad cultural. Y esto es precisa-mente lo que no ocurre con la población negray con el campesinado mestizo cuando se con-figura como fuerza social en el despliegue deconflictos por la tenencia de la tierra. Debeseñalarse como un hecho fundamental, denotable significación para la teoría social,que el despegue del movimiento indígena con-temporáneo se da precisamente cuando a com-ienzos de la década de los setenta el gobier-no da marcha atrás al proceso de la ReformaAgraria parcelaria y entra en franca declinaciónel movimiento campesino. Para los partidariosde la Reforma Agraria y para la poca gente

progresista de este país siempre constituyóun misterio el poder explicarse de dóndesacaban los indígenas las energías políticasnecesarias para RECUPERAR TIERRASen la plenitud de la euforia del triunfa ter-rateniente. La ventaja estratégica delmovimiento indígena es precisamente la de con-frontar al terrateniente en su mismo terreno: aloponer la territorialidad del Resguardo a la ter-ritorialidad de la hacienda, los indígenas afir-man su condición de pueblo y, de haberrazón histórica, esta pasa por la disoluciónde la hacienda, que es una forma transitoria,del orden de lo acontecimental, frente al"derecho mayor" de quienes se reproducencomo pueblos con identidad cultural y no comohacendados. El territorio del Resguardo es, contodos sus atenúenles, un reconocimiento delEstado a la identidad cultural de los indígenas,al derecho a ser diferentes y a afirmar estadiferencia con su autoridad propia: la autoridaddel Cabildo.

Es indispensable comprender que los con-flictos por la tenencia de la tierra, cuandoson con los indígenas, son conflictos por el ter-ritorio; por tanto, son conflictos predominan-temente políticos y no meramente económicos.Sería ingenuo pretender que la potencialidadde estos conflictos desaparece con la mera par-celación de aquellas haciendas que per-manecen com enclaves en las zonas de resguar-dos, o medíanle planes de desarrollo produc-I i vistas, dirigidos a las unidades domésticas deproducción. Mientras el 40.5% de la poblaciónindígena del Caticaíj/ continúe sin poderse in-corporar a la territorialidad del Resguardono se podrá anunciar el fin del conflicto político.

Por todas las consideraciones anteriores nosparece que la extensa zona indígena del depar-tamento del Cauca presenta las condicionessociocul tur ales y políticas básicas para plantearque la tarea de la regíoualización es mucho másque un trabajo de planificación en base a in-dicadores económicos y sociodemográfieos. Enun punto óptimo de sus potencialidades laREGIÓN sería una unidad territorial donde laidentidad étnica y cultural de la población seconstituye en el principia de su delimitaciónfísica y de la definición autónoma de sus op-ciones de cambio socioeconómico. El Cauca es

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TERRITORIALIDAD Y REG1ONALJZACION EN EL CAUCA

1 al vez uno de los departamentos en que más seha avanzado en el trabajo de regional izad ón,6/pero es también aquí donde más se evidenciala fragilidad (eórica de este trabajo. En este en-sayo nos proponemos describir los rasgos, anuestro juicio más significativos, de los grandessubconjuntos de población del Cauca, cuyoscondicionamientos étnicos y culturales nosparece que le puede dar piso empírico a la ideageneral aquí esbozada.

1. IndiosOcurre que los municipios SOR unidades

de territorialidad política y como tales lian sidocreados. Tal vez el Departamento del Caucapueda ser el prototipo de la estructuraciónde una territorialidad municipal donde ladominación étnica y sociocultural constituyó lacolumna vertebral de la configuración y fun-cionamiento de las unidades económicas deproducción agropecuaria. La Hacienda de Ter-raje fue la unidad económica prolotípica dela estructuración de la dominación étnica ysociocultural de los blancos y mestizos (loshacendados) respecto de los indios (los ter-rajeros). Pensamos que se puede también plan-tear que el latifundio ganadero fue la unidadeconómica que estructuró la dominación étnicay sociocultural de los blancos y mestizos sobrela población negra. Respecto de los indios, laHacienda Ganadera cumplió la función de"delimitar" la territorialidad de los Resguardos.El Resguardo fue la forma de territorialidadque la dominación española reconoció a losnativos de estas tierras y que la República haprocurado disolver y/o reducir a su mínimogrado de expresión política. Con la emergenciay desarrollo del movimiento social indígena,particularmente desde que se configura su or-ganicidad en el CRIC a comienzos de la décadade los setenta, entran en crisis la territorialidadde la hacienda de terraje y de la haciendaganadera, con la consiguiente expansión dela territorialidad de los Resguardos. Sin embar-go, lo fundamental de este proceso reside en laquiebra de la estructura de dominaciónétnica y sociocultural de los blancos y meslizossobre los indios.

En tales circunsíancias la territorialidadpolítica municipal, tañía en los municipios

donde hay Resguardos como en los municipiosdonde un contingente significativo de lapoblación es indígena, ha perdido su principiooriginario de articulación social: la dominaciónétnica y socio cu 1 tu ral. Y no porque esta hayadesaparecido del todo, sino porque su baseeconómica se ha quebrado. Es así como ladimensión socio-política del Resguardo hapasado a ser la realidad política dominante enaquellos municipios donde una parle impor-tante del "tcrrilorio municipal" es también "ter-ritorio de Resguardos". En los últimos años al-gunas instituciones del Estado Central, entrelas pocas que tienen alguna presencia en losterritorios indígenas, han tenido que reconoceren los Cabildos a las autoridades políticasdel Resguardo y contar con ellos paracualesquiera acción de "desarrollo".

El viraje del 1NCORA, por ser el Institutodel Estado que se ocupa del espinoso conflic-to de la tenencia de la tierra, es típicamente in-dicativo del cambio operado en esa estruc-tura de la dominación que podríamosdenominar Tradicional. El INCORA, hadejado de operar en los territorios indígenasmediante los mecanismos de la parcelación, eneste caso, de las tierras recuperadas por elmovimiento indígena, o mediante el es-tablecimiento de "Empresas Comunitarias",para proceder a la entrega formal de las tier-ras al Cabildo, con lo cual automáticamente seproduce una ampliación del territorio del Res-guardo. Otras instituciones del Estado, asícomo entidades gremiales y fundaciones par-ticulares, se dirigen hacia las UnidadesDomésticas, haciendo abstracción de larealidad socio-cultural y de la territorialidad(política) de los Resguardos. Incluiso la más re-ciente legislación que procura democratizar lagestión política a escala municipal nada con-templa en lo pertinente al significadosociopolítico de los Resguardos e ignora, porconsiguiente, la naturaleza de los cambiosoperados en la estructura de la dominación yla territorialidad.

Las observaciones anteriores, así no esténsuficientemente elaboradas, nos conducen aafirmar que la tarea teórica de laregionalización, al menos para el Departamen-to del Cauca, tiene que incorporar y resolver,

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UOLETIN SOCIOECONÓMICO N°19 ABRIL DE 1989

no el mero problema de los desarrolloseconómicos desiguales dentro de la ter-ritorialidad municipal -que es importante- sinofundamentalmente los problemas de lasunidades socio-culturales y la territorialidadindígena. En principio hay dos grandesunidades sociocullurales: la Paez y la Guam-biana. Los paeccs ocupan una muy extensa,fragmentada y discontinua territorialidad, detal modo que los fenómenos del mestizaje, lapérdida de la lengua paezy, en general, la"cam-pcsinización" han afectado seriamente suunidad sociocultural.

La situación de los guambíanos es hasta cier-to punto la inversa de los paeccs: ocupan unterritorio continúo, pero que hace mucho tiem-po resulta estrecho para la masa depoblación allí asentada. La estrechez del ter-ritorio no sólo se traduce en un fenómeno dealta densidad demográfica, sino que ha es-timulado o forzado el desarrollo de una agricul-tura intensiva, de tal modo que se presenta unaalta productividad del trabajo. Tienen entoncesuna fuerte vinculación al mercado, tanto de in-sumos agroindustriales como de sus productosagropecuarios y aseguran así un niwel dereproducción material sin tener que recurrira incorporarse al mercado de trabajoasalariado. Con los paeces ocurre lo contrario:practican una agricultura de rocería yquema, la productividad dcí trabajo es muybaja, mantienen una muy precaria vin-culación al mercado de insumos y productosy tienen que recurrir al trabajo asalariado paraasegurar una reproducción en los límites in-teriores de la supervivencia. Por determinantesdel origen cultural el poblamiento Paez ha sidodiscontinuo y aislado. La baja densidaddemográfica no quiere entonces significarque el problema de la territorialidad de lospaeces este resuello. El hecho básico sigue sien-do el de la existencia de una masa considerablede población indígena Paez que no se encuentraincorporada a la territorialidad del Resguardo.Con todas las salvedades que es precisohacer cuando se utilizan estadísticas relativas ala demografía, la economía y la sociedadindígena, por las protuberantes inconsistenciasen el registro de los datos que sirven de basepara las proyecciones, nos parece aún

ilustrativa de las cuestiones que estamos plan-teando la siguiente información que hemoselaborado con base en el Cuadro 19.9 del "Plande Desarrollo del Cauca", documento a par-tir del cual estamos replanteando elproblema de la regional! zación (Ver cuadro 1).

El cuadro permite apreciar cómo en algunosmuncipíos como Totoró, Inzá y Caldono, porejemplo, donde la población indígena es osten-siblemente mayoritaria, sin embargo lapoblación asentada en territorios de Resguar-do es minoritaria. Y para el conjunto de losmunicipios incluidos en el cuadro, el 40.5% dela población indígena se encuentra asentada enla territorialidad municipal. De esta poblaciónno todas las unidades domésticas tienen tier-ra en propiedad y quienes la tienen estánreducidas a pequeñas parcelas inferiores acinco hectáreas (el 52.1%) y entre cinco y diezhectáreas (el 17.9%).7/

No disponemos de la información relativa ala extensión de la tierra que está bajo el con-trol o bajo la forma jurídica de la propiedadprivada de parte de la población minoritaria noindígena, pero no cabe duda que se trata de lasgrandes extensiones que conformaron lashaciendas de terraje y las haciendas ganaderas.Otra par le corres pondo a campesinos medianosy pequeños propietarios. Pero lo fundamen-tal es que, a nuestro juicio, no está aún resuel-lo el problema de la superposición y de la con-tradictoriedad entre territorio de Resguardoy territorio Municipal. Incluso podrían desen-cadenarse nuevos conflictos por el territorioa rafz del nuevo régimen de autonomíasmunicipales.

Dado que en el ya lejano Censo Indígena de1973 se constato que en 20 de los 36 municipiosdel Departamento del Cauca había una masasignificativa de población indígcna,8/ sería im-perioso intentar una tipología de lasmunicipalidades según sea el estado de la ter-ritorialidad indígena incluyendo además la im-portancia territorial de las unidades de produc-ción no indígena que son básicamente tres: laUnidad Doméstica de Producción Campesina,la Hacienda Ganadera y la EmpresaAgropecuaria:

TípO I

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CUADRO NÚPOBLACIÓN Y TERRITORIALIDAD INDÍGENA EN ALGUNOS MUNICIPIOS DEL CAUCA

Municipio N*.

CaldonoCaloto

41

9

Jámbalo* 1Páez 15Puracé 2Santander 2

' Silvia 5Toribio 3Totoró 4

c PoblaciónTotal

17.58122.6981L8484322

26.66714580463382L96214.05713.220

Poblaáón~Indúgena Población Indígena Etfensión Territorioen Resguardos Ocupado por Indígenas

10.035 57.11.808 8.07.251 61.22J05 58.0

23.767 89.16314 42.12.186 4.7

10.922 49.712.727 90512.746 96.4

N*.

3582 39.7

2323 32.0Í505 100J)

15369 64.73.528 55.9

10522 100.012,727 100.02^49 20.0

Hectáras-

3.900

52.44425.000

200.00014.669

16JOO39.00036J24

Extensión de

ResgJndíg.

Has.

16.900

31.4669.400

200.000

8.256

16.5001754018.262

«CD

49.9

60J)

37.6100.0563

100.046JO50.0

TOTAL 46 193.673 90.261 46.6 53.905 59.7 418.037 318.724 76.2

FUENTE: Los datos de Población son proyecciones del D.N.P. La crtensión del Territorio ocupado por los indígena* provienen de estudios de Plartcacióo Depar-tamento del Cauca e INCORA. La extensión de los Resguardos es una estimación coa base en maestreo de estudios del INCORA.

NOTAS: (11 % de la Población Indígena respecto de la Población Total.(2) % de la Pobiadon Indígena en Resguardo respecto del total de Población Indígena.(3) % de k» Resguardas respecto de U extensión del territorio ocupado por la población indígena.• Según los datos de una escuesta cciua! que realizamos en Jambató (turante el segundo semestre de 1982 babú un total de 5.108 habitantes, sin incluir lapoblación de 4 veredas que no pudimos censar. Esta población correspondfa a S4S unidades domésticas, de los cuales 548 se autoidenlificaron como paeces, 60comoeiMmbiawMTlSl cofl»mcstm)t Las restantes» corre ^ ECONOMÍA Y SOCIEDADPAEÍ ,Cali, Univcrsioad del Valle. 1985. Cuadro* Anexos IL.l y ÜL6,

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DOLETINSOCIOECONOMLCONOIS ABRIL DE 1989

Se présenla una correspondencia casi exac-ta entre el territorio de Resguardoy el territorioMunicipal. En este caso ¡as diferencias básicasdentro del Tipo í oslarían dadas por el númerode resguardos y también por la posible exist-encia de comunidades vcrcdalcs aún no incor-poradas :i la autoridad del Cabildo, porejemplo, porque subsisten problemas derivadosde la existencia anterior de la hacienda de ter-raje, como es el c;iS<i en Jámbalo. Los casostípicos se i í:m icspcelivaiiu'.nic la iiiiniit.'íp;i1idadde Pacz con 15 Resguardos y la municipalidadde Jámbalo con un sólo resguarda.

Tipo IIEs mayor el territorio del Resguardo que el

territorio bajo la forma jurídica de la propiedadprivada. Aquí lo fundamental consistiría en es-tablecer la importancia cuant¡tal¡va de lapoblación indígena que está fuera del Resguar-do y la cobertura que tiene la territorialidad delas UDPC, liis haciendas ganaderas y lasempresas agropecuarias. En este tipo demunicipios habría una fuerte potencialidadde conflicto social enlre indígenas y haciendas

- ganaderas, especialmente si el territorio de taleshaciendas tiene límites con el territorio del Res-guardo, o también, si se sitúa como ruptura delasentamiento de la población indígena (la com-unidad vcredal) no incorporada al territorio delResguardo. En tales circunstancias, estamosante el despliegue posible de un tipo de con-flicto ampliamente conocido en el Cauca, tantoque se podrían identificar las "reglas de! juego".Es por decirlo de algún modo, un tipo de con-flicto tradicional. Pero otro tipo de conflicto, unconflicto motft'fTKJ, es el que se potencia cuan-do la territorialidad se marca enlre Resguardoy Empresa Agropecuaria o entre ComunidadVeredal Indígena y Empresa Agropecuaria.Más aún cuando, lo que es frecuente en elCauca, se trata de Empresas Forestales que sehan establecido en el territorio de las an-tiguas haciendas, no sólo porque se trata de unbuen negocio que convierte artificialmente alterrateniente en empresario, sino porque deeste modo se inutiliza la tierra para elhambre del indio. Y todavía más moderno es elconflicto si la empresa forestal es la sacrosan-ta propiedad privada de una empresa multi-

nacional como Cartón de Colombia, porejemplo.

Tipo IIIEs menor el territorio del Resguardo que el

territorio bajo la forma jurídica de la propiedadprivada. De nuevo lo fundamental a estableceres la cantidad de población no incorporada ala territorialidad del Resguardo; esto es, si esmayorilaria o minoritaria respecto de lapoblación no indígena y la cobertura territorialque dentro de esta tienen los tres tipos deunidades de producción. Las potencialidadesde conflicto social son teóricamente las mismasdel tipo anterior, sólo que aquí la "capacidadnegociadora" de la Empresa es muchomayor, dada la condición minoritaria de lapoblación indígena en el contexto de la ter-ritorialidad municipal.

Tipo IV

No hay territorio de Resguardo dentro delárea territorial del municipio. En este caso laprimera cuestión básica consiste en es-tablecer si hay o no hay población indígena y,en seguida, la cobertura territorial de cada tipode unidad de producción. Si nos atenemos a losdatos del Censo Indígena de 1973, en 20 de los36 municipios del Cauca había poblaciónindígena^/ pero según datos consignados en elCuadro 19,'J del Plan de Desarrollo delCauca en 1983, exactamente la mitad, diezmunicipios, no presentan territorialidad deResguardo para los indígenas. Entonces, inde-pendientemente de su grado de cam-pesinización, a los indígenas de estosmunicipios no se les ha reconocido elderecho de territorialidad, bien sea porque nolian luchado por ella, o bien, porque siguensometidos a fuertes lazos de dominación étnica.De lodos modos, la potencialidad del conflictosocial con determinaciones étnicas y socioctil-lurales (indígenas) está presente en esos diezmunicipios.

2. NegrosSi a la tipología anterior le agregamos la otra

especificidad étnica de considerable importan-cia en el Departamento del Cauca, como esla presencia predominante de la población

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TERIUTORIAUDAD Y RACIONALIZACIÓN EN EL CAUCA

negra en la Costa Pacífica, en el área de laagroindustria azucarera del Norte (San-tander, Calólo, Corinto, Miranda, Padilla yPuerto Tejada), y en el Valle del Palia, así comolos asentamientos relativamente importantes enalgunos municipios del denominado peniplnnode Popayán (Buenos Aires, Morales, Cajibío,Piendamó), se configura un cuadro práctica-mente generalizado de estructuración del ter-ritorio sobre la base de la dominación étnica.

Con el auge de la industria azucarera, amitad de la década de los sesentalQ/ se desen-cadenó una presión desmesurada por la tier-ra en el área potencialmente más apta parala expansión de la cañicultura en el Vallegeográfico del alto Cauca: la tierra plana de losmunicipios nortecaucanos. Esto, en un períodode diez años, significó la proletarización dela casi totalidad de los campesinos negros de lazona.

Hoy, las pequeñas comunidades que todavíasusbsisten, están nucleadas en un microter-ritorio y se sitúan en esa franja de poblaciónque el Presidente Barco ha denominado de"Pobreza Absoluta". Y basta allí (como es elcaso de Guachené), a última hora, acaba dellegar la esperanza del programa DRI. Claroestá que los conflictos sociales en esta exten-sa región contienen las determinantespropias de la estructuración de las clases so-ciales del capitalismo.

Pero lo fundamental, a nuestro juicio, enla especificidad del conflicto social, no es sola-mente el hecho histórico de la probletarízaciónde una masa de campesinos y la desocupaciónde todos cuantos ya ni siquiera tienen la opciónde la proletarización, sino queproletarización y desocupación tienen aquí elsigno étnico de la identidad negra, con todo ellastre de las dominaciones anteriores. ¿Qué sony qué aspiran a ser los negros nor-tecaucanos? He aquí un interrogante paradespejar en todo propósito de planificacióndemocrática. Más aún cuando la única regiónDESARROLLADA del Departamento delCauca es precisamente ésta, Ha que coincidecon la pobreza absoluta!

Y Río Cauca arriba, en el peniplano dePopayán, los asentamientos nucleados y disper-

sos de población negra, de campesinosnegros qué tradicionalmente, atávicamente,habían combinado la agricultura en pequeñaescala con la minería del oro y la pesca, ex-perimentan el impacto negativo del gigantismodcsarrollista: la represa de Salvajina, unaobra para mostrarle a los banqueros inter-nacionales y para evitar que el río, másabajo, inunde las tierras de los terratenientesdel Valle, porque la generación de doscien-tos cincuenta mil kilovatios resulta ridiculafrente a su enorme costo y porque no hay unbeneficio social directo ni indirecto. Entre otrascosas este tipo de obras que beneficia a unaminoría de privilegiados, se financia con los im-puestos que la CVC recibe de todos los dueñosde predios en el área de su dominio territorial,incluidos claro está los pobres que tienen lasuerte de ser propietarios de su vivienda en Caliy en todos los centros urbanos de la región. Conmacro-proyectos como el de Salvajina laCVC llevó al extremo la aplicación de lo queha sido su norma, su regla de oro: transferirrecursos de los pobres a los ricos. Que el Caucano aguanta este tipo de "desarrollo salvaje",donde nada cuentan los "nativos" lo evidencióla movilización de la población negra de Suárez,Buenos Aires, Morales, con la solidaridad demestizos e indios, al poco tiempo de la solemneinauguración de la represa. La negociación quese llevó a cabo demostró ante el país que eranmuchos los damnificados, mineros y cam-pesinos, con esta obra de desarrollo desigual.Según noticia de El Tiempo, el gobierno acabade apropiar ciento veinte mil Iones de pesos pararetribuir a 1.223 mineros damnificados hace yacuatro anos.il/

Pasando del Norte al Sur del territorioCaucano, de nuevo encontramos las com-unidades negras, precisamente en el caluroso yreseco Valle del Palta. Como en el Norte, aquítambién los asentamientos semejan pequeñosislotes en la inmensidad de un mar tormentoso.No se han hecho los estudios a partir de loscuales se puedan establecer las similitudes y lasdiferencias socioculturales entre estos dos sub-conj untos de población negra. Es una tarea queestá por hacer en el propósito de lograr eldesar-rollo regional. Una primera indagadón 12/ acer-ca de la procedencia inmediata de los asen-

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BOLET1NSOCIOECONOMICO N«19 ABRIL DE 1989

tamienlos de pequeños productores agrícolasen la margen occidental del Rfo Patfa estaríaindicando que los primeros pobladores llega ronrío arriba y se establecieron allí, entre el río yel pie de monte de la cordillera occidental porlas óptimas condiciones para combinar, en unasituación de REFUGIO (algo que podríamosconsiderar similar al RESGUARDO indígena,pero ilegal), la agricultura de subsistenciacon la minería de! oro y la pesca abundante,variada y equisita del Palla. Mucho tiempodespués, ya en este siglo XX, los negrospatianos, dominadores del río, tuvieron supequeña bonanza en el trabajo de trasladarla masa de migrantes con sus animalesdomésticos y sus enseres que de Nariño sedirigen a colonizar las tierras de lo que hoy sonlos municipios de Balboa y Argelia. Pero a ellosnunca les paso por la mente ocupar tierras,delimitar territorio, de tal modo que hoyaparecen acorralados por las vacas de quieneshan llegado a ser grandes terratenientes. Denuevo, como en el Norte, la hacienda ganaderaestructura la dominación étnica y socioculturalsobre los negros.

El rol ocupacional de Vaquero confiere unaposición altamente valorada y competida, endetrimento de la solidaridad y la identidad com-unitaria. Las rivalidades, envidias, odios yenemistades entre las familias constituyen unobstáculo mayúsculo a la identificación de unterritorio comunitario. Casi que podríamosdecir, los conflictos por la tierra enfrentan entresi a los campesinos negros del Patfa y no a lacomunidad con el terrateniente, como sí es lopropio de las zonas indígenas. Por lo demás, elclásico terrateniente patiano ni es de allí nireside allí. En los últimos años, con el for-talecimiento territorial de la guerrilla, par-ticularmente sobre la cordillera occidental, ycon la denominada "bonanza de la coca" en elmacizo central, se dieron las condicione,1!óptimas para que los terratenientes de Popayány de Calí vendieran sus latifundios a losmafiosos, haciendo negocios fabulosos. Es asíque el Valle del Palia ha pasado a ser un ter-ritorio de la mafia. Estos nuevos agentes so-ciales, como ocurre en muchas regiones delpaís, son generosos con las comunidades sise les compara con la característica rapacería

de los terratenientes tradicionales. En busca dela legitimación social y portadores de unaenorme capacidad económica que no se hagenerado en la explotación del trabajo ni en ladominación étnica, por ejemplo, se han en-contrado en condiciones de acceder a ese des-mesurado espacio territorial en el cual se con-cretó históricamente la dominación social,étnica y clasista, la desigualdad aprobiosa yla injusticia social del latifundio.

Tal vez se podría afirmar que las com-unidades empobrecidas esperan de estosnuevos señores de la tierra el nuevo indicio, lanueva pauta acerca de cómo se proponenestructurar las relaciones de dominio ter-ritorial, por tanto, de dominación política. Y alrespecto los comportamientos varían desdeel extremo de quienes simpatizan con lacausa de los humildes porque, generalmentetienen su origen social en familias de cam-pesinos pobres, hasta el extremo de quienes,teniendo por lo general su punto de partida unpoco más arriba en la escala de las desigual-dades sociales, defienden un statu quo quesaben es favorable al mantenimiento de losprivilegios, de la riqueza y de la omnipoten-cia del poder político. En suma, son defensoresdel orden y están dispuestos a hacer todaslas inversiones, públicas y privadas, para for-talecer todos los aparatos de represión,públicos y privados, que tienen por objeto eldescabezamiento, la desarticulación y la li-quidación de los movimientos sociales. Y detodo esto hay en la "Viña del Patía", comoen otras viñas de este país del Sagrado Corazónde Jesús.

El otro gran subconjunto de población negrase localiza en la Costa Pacífica Caucan a,dividida territorialmente en los municipios deGuapi, Timbiquí y López de Micay, con unapoblación estimada en 53.000 habitantes.12/Como ya lo señalábamos al comienzo de nuestraexposición, este territorio corresponde en sutotalidad a la Región Occidental, según lapropuesta de regionalización del Plan deDesarrollo del Cauca y es, a nuestro juicio, laregión mejor definida social y culturalmente.

Allí, como en todo el Litoral Pacífico, laabundancia y la generosidad de la naturaleza

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es objeto del saqueo y del consiguiente em-pobrecimiento de la población nativa. Lasdenominadas actividades extractivas, de lamadera, del oro, de la pesca, son rigurosamenteeso: extracción, sustracción, robo, destruc-ción de los recursos naturales. Esa nocióndel baldfo, de tierra de nadie, que sólo le repor-ta beneficios al país en la medida en que seaexplotada, civilizada, lo que equivale a decirdesmontada, destruida, subyacc a todos losproyectos y planes de desarrollo hasta ahoraconcebidos por quienes, a lo mejor de buenafe, creen que son la selva, los ríos y el mar in-mensola causa de la miseria délas comunidadesnativas y que hay que atraer capitales que con-stituyan empresas y generen empleo ¡porqueesto es lo que necesita la gente para elevarsu nivel de vida y para ser feliz! Acaso llegarána preguntarse alguna vez ¿cuántas familias hanvisto mejorar su calidad de vida y cuántos niños,mujeres, hombres y ancianos son felices con losaserríos y las empresas madereras que llevanallf 20, 30,50 y más años de explotación?

3. MestizosNo se agota en negros e indios la diversidad

sociocullural del Deparlamento del Cauca y,por tanto, no eslán expuestos aún lodos los retosque se requieren afronlar y resolver en elpropósito de una regionalización del desarrol-lo agropecuaria. También el mestizaje, esa mix-tura de razas y culturas que, gracias al com-ponente blanco del colonizador europeo, le fuedando forma a una población mayor i tari a sinidentidad de origen en el mundo, pero queen algún momento de la historia elaboró un ar-raigo al territorio regional y le permitió iden-tificarse como antioqueño, como San-tander cano, como llanero, como caucano ycomo tal quizo forjar la nacionalidad colom-biana, enfrentándose, matándose los unos a losotros, también el mestizaje, con toda ladramaticidad de sus violencias está presente enla est rúe I u ración de ese laboratorio sociológicoque es actualmente la realidad social caucan a.

Entre las pocas concreciones que tiene la ex-presión generatizadora de "campesino colom-biano", de uso tan frecuente por los inves-tigadores sociales, es la del mestizaje, tanto queresulta difícil aceptar que haya campesinos

negros e indios. Hasta qué punto la deter-minación étnica del mestizaje obstaculiza fuer-temente la estructuración coherente entrerelaciones con la naturaleza y relaciones desociabilidad, tanto que se podrían acumular in-sospechados potenciales de agresión en unay otra dirección, es una cuestión que presen-timos liene notable importancia cuando se tratade establecer la especificidad de la violencia enColombia, o en otros términos, esa constantede sus variaciones. Pero no va ser esla la vfa denuestra aproximación al campesinado cancano,si cabe la expresión. Nos referiremos, a grossomodo, al problema del derrumbe de laeconomía familiar campesina en algunosmunicipios de la Región Sur (según laregíonalización del Plan), problema que tienedimensiones de catástrofe en los municipios deBolívar y Mercaderes.

Consideramos dos hechos, uno, quepodríamos denominar estructural: la tenenciade la tierra y, otro, coyuntura!: la pasada bonan-za del cultivo de la coca. Sobre el primero,de nuevo nos encontramos con esa constanteestructural del latifundismo caucano. Segúndatos del Plan, en los siete municipios!^ de laregión Sur, 464 predios (el 1.1% de! total)mayores de cien hectáreas ocupan el 42% de latierra, mientras que 33.000 predios menores decinco hectáreas (80% del total) solamenteocupan el 16%. Incluso, algo más:

"Los reducidos tamaños-promedio de tospredios minifundisías, de sólo 1.4 has.,reflejan una precaria situación de subsisten-cia para anas 47.000 familias que no cuen-tan con oportunidades reales paramejorar sus condiciones de vida"l$/

No sobra repetir que en (ales circunstanciasse configura una situación de injusticia social yque, para resolverla, se requiere de voluntadpolítica, de la toma de decisiones que modifi-quen radicalmente las estructuras del poderlocal. Si bien es cierto que lodos los Municipiosa los cuales se refieren las anterioresestadísticas están incorporados al PlanNacional de Rehabilitación y Reconciliacióny que este Plan se dirige políticamente a ob-tener la desactivación de los conflictos sociales,no hay, al menos para el Cauca, una estrategia

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que parta de reconocer que el origen del con-flicto está en las estructuras de dominación, lascuales requieren ser sustancialmentemodificadas, puesto que ya de hecho es lo queeslá ocurriendo, solo que violentamente. Y paranadie es un secreto que tales estructuras dedominación sólo se pueden modificar medianteuna Reforma Agraria radical.

No disponemos del dato relativo alnúmero de familias campesinas sin tierra y queconstituyen, por ejemplo, el grueso de los cul-tivadores de maíz en el muncipio de Mer-caderes, en cuya cabecera se encuentra in-stalada una infraestructura de silos del1DEMA, hoy ruinoso testimonio de una abun-dancia que se acabó hace años. La dcfores-tación, la sequía, los veranos sucesivos handeterminado la pérdida de las últimas cuatrosiembras de maíz. Si se tiene en cuenta que loscampesinos siembran en tierra ajena y que seendeudan con el propietario o con la CajaAgraria para hacer el cultivo, sóio les queda elrecurso de salir a jo malear, generalmente alPutumayo (en las faenas de recolección de lahoja de coca), para regresar a pagar las deudas,volverse a endcudar, volver a sembrar elmaíz y nuevamente a jornalear hasta que lamuerlc los libere de esie ciclo infernal. Año trasaño, cada vez más rápidamente, se va desin-tegrando, se va liquidando el grupo familiar detrabajo, que es fundamento de la economíacampesina. Pensamos entonces que la produc-ción campesina requiere de una delimitación,de un reconocimiento de territorialidad paralas comunidades. Tiene que haber un nivelde autonomía comunitaria, el cual es com-plemento necesario de la autonomía de laUnidad Doméstica de Producción en par-ticular, puesto que su reproducción económicay social no se puede, dar exclusivamente en elespacio de la unidad familiar sino que requieredel espacio de la comunidad.

Pero, íqué significa territorialidad com-unitaria? Significa, por lo menos, dos cuestionesque nos parecen bastante concretas. Laprimera, que en el espacio geográfico de asen-tamiento campesino no pueda haber, ni hacien-da, ni empresa agropecuaria. La segunda,que cada comunidad pueda disponer de un ter-reno comunitario sobre el cual, si bien tiene

autonomía de dominio exclusivo a término in-definido, no lo puede enajenar. En estas áreasse realizarían los ensayos para transferencia detecnología, para el montaje de infraestruc-tura de servicios comunitarios y su gestión noestaría condicionada al establecimiento de for-mas cooperativas o empresariales comunitarias.Ninguna de estas dos cuestiones presuponemecanismos igualitario-coercitivos y, en cam-bio, sí son compatibles con un grado sig-nificativo de diferenciación social campesina.

Aunque la formulación de estas "utopias"no provengan directamente de la referenciaal hecho estructural de la inequitativa e injustadistribución de la tierra, que de modo tandramático afecta a los productores de maíz delmunicipio de Mercaderes, la siguiente referen-cia a un hecho coyuntura!: (abonanza de la coca,particularmente en el municipio de Bolívar, seconstituye en otra evidencia empírica, nosolo de la necesidad de modificar la estructurade tenencia de ¡a lierra, sino de implementarpolíticas estatales de afirmación territorial de lascomunidades.

Si bien la bonanza de la coca se remite direc-tamente a «na coyuntura de comer-cialización, lo fundamental para nosotros con-siste en cslabiecer qué pasó socialmente conlos productores. L^ primero que se debe des-tacar es la dimensión cultural que desde lejanostiempos ha tenido el cultivo de la coca en laregión. Siempre había sido una producciónen pequeña escala, para el consumo domésticoy para el intercambio por maíz, papas y demásproductos de clima frío, producidos porindígenas consumidores de coca. En estas cir-cunstancias el cultivo de la coca no era el cul-tivo principal de los productores, al menosdurante muchos años antes de la bonanza.Sin embargo, considerando la calidad de lastíei ras de los campesinos, la coca tiene enor-mes ventajas comparativas frente acualesquiera otro cultivo. Es una planta queresiste la sequía y que responde generosamentea la más rudimentaria ayuda técnica. De estemodo, abonando con desperdicios orgánicos,haciendo la poda y regando de cuando envez las 30,50 o 100 matas sembradas alrededorde la casa de habitación, se podían lograraumentos espectaculares en la producción. Y

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esto fue lo primero que hicieron los campesinosminifundistas tan pronto como se organizó lademaiida por los comerciantes y/oprocesadores de esta materia prima para laproducción de cocaína. El paso siguiente fue laampliación del cultivo hacia el área reser-vada para la producción de aumentos o para elcuido de animales. Siendo la coca un cultivopermanente, la ocupación del terreno tiene uncarácter definitivo y excluycntc. En síntesis,la empobrecida economía familiar campesinase transformó súbitamente en una economíamono-productora de total vinculación al mer-cado. Dado que los gastos en el mantenimien-to de la planteación son prácticamente insig-nificantes, los ingresos monetarios de lacosecha, que se puede realizar cada tres meses,quedan casi cu su totalidad disponibles para elconsumo.

La elevación sustancial de los precios de losalimentos, en buena parte como consecuen-cia de la reducción espectacular de los produc-tores locales, quienes se tranforman en produc-tores especializados de una materia prima parael mercado exterior, configura condiciones in-sostenibles para quienes no están vinculadosdirectamente a la situación de bonanza. Fue asícomo muchos campesinos, pequeños ymedianos propietarios, productores de café,tuvieron que reemplazar sus cultivos de cafépor cultivos de coca.

El sistema de comercialización se establecióa partir de un compradoras vino de fuera ycontactó una persona conocida en la localidadquien pasó a ser el intermediario que acopia elproducto para el empresario mayorista. La es-tabilidad del sistema depende del mayorista,puesto que una vez ha establecido sus agen-les de compras, un día determinado les .dice:"vengo a llevar pero no hay plata", de tal modoque a la siguiente oportunidad viene con la platadel mercado anterior. Y así sucesivamente,manteniendo siempre un mercado a su favor.Con la expansión del cultivo se produjo unamultiplicación de los agentes locales, antes queel ingreso de estos a una escala mayor de com-ercialización.

La inusitada abundancia de dinero no soloprodujo el encarecimiento de los productos

tradicionales del consumo campesino, lo cualafectó significativamente a los consumidoresque no generaban sus ingresos en la produc-ción de la coca, sino que también modificó sus*tancialmente los hábitos de consumo. Se pasó,por ejemplo, de beber aguardiente y cerveza abeber wisky, brandy y (oda clase de bebidasfinas importadas, disponibles en los estantes decualquier tienda o cantina. Pero lo realmenteabsurdo fue el equipamiento de toda clase debienes de confort, cuyo uso requería una in-fraestructura inexistente en la región, empezan-do por la inadecuación de la vivienda. La genteadquirió toda clase de equipos electrónicos yelectrodomésticos sin disponer del serviciode energía eléctrica. Algunos adquirieron plan-tas Yamaha y se dice que en muchas casas lagente utilizaba las neveras para guardar la ropa.

Los mas pobres, quienes vivían en rancho depaja y piso de tierra pusieron teja dealuminio o de asbesto y cementaron o embal-dosaron el piso de sus casas. Pero hubo quienesni siquiera invirtieron en la mejora de sus vivien-das. Los hombres optaron por irse de viaje 15,20 días, un mes, con otras mujeres de la mismavereda, a realizar el festín machísta de unos in-gresos providenciales nunca imaginados. Lasunidades familiares se desintegraron oacumularon tensiones y conflictos de los cualesfueron víctimas privilegiadas las mujeres y losniños.

Los más ricos recibieron carros, general-mente camperos y autos de lujo, que el comer-ciante mayorista entregaba en pago de lascosechas de coca. El negocio se cerraba con laentrega de las llaves del vehículo. No había tar-jeta de propiedad ni traspaso puesto que setrataba de vehículos robados en las diferen-tes ciudades del país. Naturalmente que lospases para conducir se podían comprar a agen-tes especializados en la materia. En suma, dearriba a abajo, la gente se llenó de cosas inútilesy lal vez nunca les pasó por la mente hacer in-versiones productivas allí mismo o en otro lugar.La riqueza había llegado hasta ellos, así queaquella máxima de "salir a buscar fortuna"había quedado borrada de su memoria.

En tales circunstancias, el desgraciado acon-tecimiento nacional del asesinato del Mini-

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stro de Justicia y la consiguiente ofensivarepresiva del gobierno cambió el deslino detodos.Ya habíamos destacado que los cam-pesinos se habían transformado en cultivadoresespecializados en la producción de coca, un cul-tivo permanente que ocupaba toda el área desus parcelas. En tales circunstancias erancien por ciento dependientes de lasrelaciones de mercado. Habían llegado enton-ces al más alto grado de dependencia de lasrelaciones de mercado. Habían llegado enton-ces al más alto grado de vulnerabilidadeconómica y no disponían de una estrategia al-ternativa a una eventual crisis del mercado. Sinembargo, lo que se les vino encima fuemucho más que una crisis de mercado. Setrataba nada menos que de una ofensiva mili) arencaminada a destruir totalmente los cultivosde coca, haciendo abstracción, claro está¡ dequienes eran los productores. Esta fue unapolítica de tierra arrasada, como si losprolagonislas del hecho delictivo que suscitó unfuror vengativo, hubiesen tenido allí su cuartelgeneral o su refugio. La coca fue destruidamilitarmente y, paradójicamente, por ungobierno que hizo todos los esfuerzos posiblespor no darle un tratamiento militar a los con-flictos sociales. Una vez más se repitió lavieja historia de la justicia colombiana: aquí solose castiga implacablemente a los débiles y aquienes cometen delitos menores. Varios milesde familias quedaron totalmente en lamiseria y la recesión económica se generalizóa toda la región. Muy pronto la tarea diaria desobre-vivir enfrentó a los unos contra los otrosy se desató una violencia brutal por laapropiación de los pocos bienes que dejó labonanza. A ladestrucción siguió la auto destruc-ción.

El actual plan de Sustitución del Cultivo dela Coca, agenciado por FEDECAFE, en sumisma denominación contiene unreconocimiento y una omisión. El primero, queen Colombia como en otros países andinos loscampesinos encuentran la posibilidad dereproducirse económicamente como tales,mediante el cultivo de la coca. La segunda, quesustitución encubre, oculta el hecho violento dela destrucción de Jos cultivos. Además, se tratade reemplazar algo que quedó prohibido, con-denado; y no, de presentar una opción libre,electiva y mejor, Y es que económicamenteresulta un contrasentido, pues: ¿qué puede sermás rentable que la coca en aquellas secas,estériles, empobrecidas tierras? Solamente lasustitución de la coca por la amapola¡tendría sentido! Y este, sf que se transformaen un contrasentido.

Entonces, es preciso reconocer que seestá ante el reto de reconstruir una economíacampesina y que ésta es una tarea que deman-da decisiones políticas claras; esto es,decisiones que hagan viables reformas radi-cales, empezando por la territorialidad, porla autonomía para las comunidades, como loplanteábamos antes de abordar el problema delcultivo de la enea en Bolívar.

Cali, Febrero de 1988.

Pos-Datn. Y como en este país la historia serepite en períodos de tiempo cada vez más cor-tos, ahora se trata de destruir con herbicidaslos cultivos de marihuana en Corinto, dentro deuna estrategia militar, claro está. Despuésvendría un "Plan de Sustitución del Cultivo dela Marihuana".

Cali, Octubre de 1988.

NOTAS

1. Véase Plan de Desarrollo de! Cauca,C.R.C., Popayán, 1983, p.102.

2. Ibid.3. Rubicla Aívarez y Raúl Castro en su tesis

de grado han encontrado diF

cualitativas fundamentales en e! pago deterraje por los indígenas paeces de lahacienda de Chimicueto en Jámbalo,según dos tipos clásicos de terratenientes:el blanco, de antiguo ancestro colonial y elmestizo, de origen humilde, que migra enbusca de fortuna en los albores del sigloXX.

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4. Parecería que cukuraímente para los negrosla tierra reviste poco "valor de uso".

5. Véase más adelante nuestro cuadro de lapágina 7.

6. Véase el Plan de Desarrollo de! Cauca, yacitado, y el mapa anexo.

7. Véase "Pian de Desarrollo del Cauca", pac.335,

8. Ibid., Cuadro 2.6., pág. 31.9. Véase Cuadro 2.6. del Plan de Desarrollo

del Cauca, p.31.10. Véase mi trabajo Empresañosy Tecnología

en la Formación del Sector Azucarero enColombia 1860-I980} así como el excelentetrabajo de Mateo Mina.

11. El tiempo en su edición Nc.26829 del 23 defebrero de 1988 en la página 7A, columna 1,dice:"Rafael Pardo Rueda, Consejero Presiden-cial para la Reconciliación, laRehabilitación y la Normalización, anuncióayer que el gobierno nacional destinó ciento

veinte millones para ayudar a los minerosque resultaron afectados con la construc-ción del embalse de la Salvajina, en elCauca""Se trata, indico, de buscar nuevas alter-nativas económicas para 1.223 personas quetenían en la minería su principal fuente deingresos"."Los terrenos en que trabajaban quedaronanegados por la represa construida por laCVC para generar energía eléctrica con des-tino a una vasta región del suroccidentecolombiano".

12. Entrevista, noviembre 1987.13. Plan de Desarrollo del Cauca, pág. 341.14. Se traía de los municipios de Argelia, Bal-

boa, Palia, Mercaderes, Bolívar, Almaguer ySan Sebastián. Ya hemos señalado las par-ticularidades sociocu I tu rales del Valle delPatfa, sustantivamente diferentes del restode la "región".

15. Plan de Desarrollo del Cauca, pp.283 y 288.

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