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En la Misión Parroquial El Señor te invita: “Orar con la Palabra”: 1. LEER EL TEXTO: ¿Qué dice la Palabra? Léelo, repásalo una o dos veces y subraya o memoriza alguna frase que te llame la atención. 3. ORACIÓN ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Después de escuchar la Palabra deja hablar tú corazón. Puedes hacer una oración de arrepentimiento, de súplica, de gratitud, de alabanza, de entrega… 2. MEDITACIÓN ¿Qué me dice la Palabra? Repite la palabra que más te ha tocado el corazón. ¿A que me invita el texto leído? ¿Qué es lo que Jesús me pide? 4. CONTEMPLACIÓN Gusta a Dios internamente en tu corazón. Saborea el regalo que el Señor te ha hecho en esta oración. Deja que Dios Ilumine tu vida y que tu vida se ilumine a la luz de la Palabra. San Lucas 7, 36-50 36 Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. 38 Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.

Invitación a Misa

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Page 1: Invitación a Misa

En la Misión ParroquialEl Señor te invita: “Orar con la

Palabra”:1. LEER EL TEXTO:

¿Qué dice la Palabra?

Léelo, repásalo una o dos veces y subraya o memoriza alguna frase que te llame la atención.

3. ORACIÓN

¿Qué le digo a Dios con esta Palabra?

Después de escuchar la Palabra deja hablar tú corazón.Puedes hacer una oración de arrepentimiento, de

súplica, de gratitud, de alabanza, de entrega…2. MEDITACIÓN

¿Qué me dice la Palabra?

Repite la palabra que más te ha tocado el corazón.

¿A que me invita el texto leído?¿Qué es lo que Jesús me pide?

4. CONTEMPLACIÓN

Gusta a Dios internamente en tu corazón.

Saborea el regalo que el Señor te ha hecho en esta oración.

Deja que Dios Ilumine tu vida y que tu vida se ilumine a la luz de la Palabra.

San Lucas 7, 36-5036 Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.37 Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.38 Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»40 Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro!, respondió él.41 «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.

42 Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?».43 Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien».44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo de Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.45 Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.46 Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. 47 Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel

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a quien se le perdona poco, demuestra poco amor».48 Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados».

49 Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?».50 Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

Ecos de la Palabra1. Jesús es un Dios al alcance del hombre, sale al encuentro.

Jesús no rehúye las invitaciones y muchas veces el mismo las provoca. Quiere ir al encuentro del ser humano ahí donde él esté. No hay intimidad más grande que la intimidad de la propia casa y hasta ahí el Señor quiere llegar. Hoy, los misioneros queremos ser esa presencia de Dios en la intimidad de los hogares, por eso queremos salir al encuentro de las personas de nuestra parroquia, en su propia casa. Como Jesús, no nos conformamos con esperar que la gente venga a nosotros, nosotros vamos hacia la gente.

2. Dos maneras de recibir a Jesús.Por un lado está la manera fría, exterior, superficial del fariseo. Es el que recibe a Jesús como

un invitado protocolar, con el mínimo de educación pero sin afecto. La falta de afecto por Jesús lleva al fariseo a olvidar el mínimo de la educación que exigían los estándares de la época. Por otro lado está la pecadora, que tiene tantas ganas de ver a Jesús que va incluso a verlo dónde ella sabe que no será bien recibida, pero su afecto la hace pasar por encima de las convenciones sociales.

3. El afecto por Jesús nace del encuentro con su misericordia.Con su pequeña parábola, Jesús nos quiere transmitir una gran verdad: No podemos amar a

Dios sin experimentar su amor de misericordia por nosotros. El hombre moderno piensa que puede vivir sin Dios y muchas veces es hasta inconscientemente prisionero de su pecado. Piensa que no necesita de Dios porque considera que la vida sin Dios es satisfactoria. Eso es una ilusión que en el mejor de los casos puede durar mientras las cosas van bien. Pero en la vida humana no todo sale siempre bien, existe el mal, el mal que nos viene de fuera y el mal que nace de nuestro corazón. El Señor viene sobre todo a llamarnos a la comunión con Él más allá de nuestras limitaciones y miserias, por eso sale a nuestro encuentro.

4. Tu fe te ha salvado. Vete en paz.Del encuentro de Jesús que se realiza a partir de la fe viene la paz. Una paz que brota

precisamente de que somos salvados. Dios nos ofrece su amistad incondicionalmente y nos abre las puertas de la felicidad y del cielo. Pero para poder ser salvos necesitamos fe, de esa fe brota la conciencia de que tenemos necesidad de Dios, que no es posible vivir sin Él. La fe tenemos que pedirla, Dios nos la dará si la pedimos con corazón sincero y nosotros tenemos que alimentarla con el encuentro personal con Dios en la Eucaristía.

Llevemos la Palabra a la vida …

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Después de orar la Palabra del Señor pregúntate

¿Qué tengo que cambiar en mi vida para imitar a Jesús?

Prepara tu corazón para el próximo encuentro con la Palabra, toma tu Biblia o Nuevo Testamento y repite nuevamente lo que has vivido en este encuentro.

Que el Señor los bendiga siempre, por acoger con alegría la palabra del Señor.

La Parroquia “Cristo Resucitado”, te espera para que celebremos al Señor Resucitado en la Santa Eucaristía.