Iradier Miguel - La Mano Izquierda Del Caos (Analisis Antiguo Y Moderno)

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LA MANO IZQUIERDA DEL CAOS (ANALISIS ANTIGUO Y MODERNO)Miguel ngel Martnez Iradier

2005, Miguel ngel Martnez Iradier

La mano izquierda del CaosAutor: Miguel Martnez Iradier.

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INDICE

PROLOGO... Pag. 3

PRIMERA PARTE EL PULSO Y EL TIEMPOPag. 5

SEGUNDA PARTE EL TIEMPO Y LA CIENCIA MODERNAPag. 38

La mano izquierda del CaosAutor: Miguel Martnez Iradier.

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PROLOGO

Este es un ensayo fundamentalmente filosfico. El Samkhya es la filosofa india ms antigua, e influy decisivamente en la formulacin del budismo. El Samkhya es una filosofa de corte exacto y matemtico que, sin embargo, es aplicable en cualquier orden de la experiencia, y por tanto, tambin tiene vigencia en el dominio ms controlado de lo experimental. El Samkhya estudia las ondas o fluctuaciones de cualquier movimiento, siendo la mente nada ms que otra forma u orden del movimiento en general. Y aunque el propsito principal de Patanjali es la autoobservacin o percepcin directa de las fluctuaciones de la propia mente, con el objeto de alcanzar el equilibrio y el cese eventual de su movimiento, tambin podemos aplicar dicho marco a comportamientos de orden experimental y mensurable, uno de los cuales es el pulso sanguneo. Esto es lo que hizo desde hace milenios la medicina ayurvdica, aunque, por supuesto, en su caso las consideraciones cuantitativas eran secundarias. Nosotros vamos a llevar todo esto mucho ms lejos, e intentaremos mostrar que las relaciones entre el Samkhya y el anlisis matemtico moderno, incluyendo en ste la ciencia de la dinmica, son reales, profundas e inevitables. El libro consta de dos partes. En la primera parte, titulada El pulso y el tiempo, se muestra que el triguna y el tridosha, las tres modalidades de la naturaleza condicionada en el contexto del Samkhya, no son sino la expresin ms general posible de las tres leyes del movimiento de Newton y la dinmica moderna ms general, porque son aplicables tanto a sistemas abiertos como a sistemas cerrados o ideales, siendo estos el lmite de los primeros. Pero la misma relacin entre sistemas abiertos y cerrados nos llevar mucho ms lejos, a los confines del anlisis y la fsica actual, incluyendo en la palabra anlisis la propia teora de los nmeros, y siendo la aritmtica superior la disciplina ms prxima al escrutinio puro del tiempo. Este es el tema de la segunda parte, titulada El tiempo y la ciencia moderna. Siendo bien consciente de que estos temas son tan vastos como difciles, he optado por una exposicin puntuada con motivos histricos; lo que no significa en absoluto que este sea un libro sobre la historia del tema, sino ms bien que la historia, en la que siempre concurre nuestra imaginacin, nos permite asimilar pensamientos, movimientos y corrientes no slo ms fcilmente, tambin ms profundamente cuando disponemos de una perspectiva adecuada. Y, efectivamente, algunas de las cosas que se muestran son tan poco evidentes que los historiadores ni siquiera han reparado en ellas. Pero, al menos para m, la propia historia, siempre ambigua y dudosa, tiene mucho de naturaleza de una naturaleza que casi nunca acertamos a contemplar. La mano izquierda del caos alude a este aspecto apenas contemplado de la naturaleza, y que tanto tiene que ver con el tiempo, ms all del espacio convencional de la dinmica. El mismo trmino caos est tomado en una acepcin ms amplia que la del llamado caos determinista, que surgi de la inestabilidad en las soluciones de sistemas diferenciales clsicos; si contemplramos su mano izquierda, el mismo caos se diluira en algo bien distinto, aunque tampoco necesariamente controlable. En ningn momento he entrado en detalles o precisiones tcnicas, que rebasaran el propsito y el alcance del ensayo: de lo que se trata es de alumbrar y ayudar a concebir nuevas posibilidades en nuestra idea de la naturaleza, teniendo en cuenta las limitaciones siempre decisivas de nuestros modelos matemticos. Una contemplacin correcta ayudar a superar algunas de estas limitaciones, pues si por un lado hacemos omisin de las dificultades tcnicas, tambin indicamos el marco experimental en el que stas han de revelarse con toda propiedad. Lo que la mente humana ni siquiera puede imaginar a menudo

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nos lo brinda la naturaleza con ingenuidad insuperable; y en el actual laberinto de las ciencias de la complejidad bien que se hecha de menos un hilo de Ariadna como ste. La naturaleza ignora las dificultades analticas, y aqu vamos a encontrar un buen ejemplo de algo que puede ser a la vez mucho ms sencillo y mucho ms complicado que lo que nos permiten describir las tcnicas ms sofisticadas: de nosotros depender con qu parte nos quedamos, a sabiendas de que aqu se introducen consideraciones completamente nuevas sobre lo que entraa la prediccin y la reconstruccin de los eventos o acontecimientos. Los modelos actuales de prediccin y reconstruccin estn al borde del colapso y es del todo necesario replantearse qu cabe esperar de ellos, puesto que a menudo la propia expectativa de la prediccin o control extingue la posibilidad de comprensin de los fenmenos. Este tema es consustancial a todo el desarrollo del texto, aunque apenas se haga explcito: ha de manifestarse en el ms concreto de los planos. Por tanto, este libro no es meramente especulativo. Hace una apuesta decidida por el contraste experimental de sus ideas. Las propias ideas son difciles de exponer y de captar, pero los experimentos son fcilmente realizables en cualquier parte del mundo. Lo que hay que comprobar o refutar es una cierta dualidad en el comportamiento del pulso. Tal dualidad parece ser ms fcilmente tratable por el estudio de la correlacin de los pulsos de ambas muecas; pero no es en eso en lo que consiste la dualidad. sta se refiere simplemente a la distincin entre prakriti y vikriti, los componentes iniciales y secundarios de la evolucin conjunta del sistema. Si logramos definir stos de una forma satisfactoria, habremos dado un salto gigantesco, por que lo que est en juego no es otra cosa que el marco de referencia para la evolucin de sistemas dinmicamente complejos; y stos, hoy en da, lo abarcan prcticamente todo. Agosto, 2005

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PRIMERA PARTE EL PULSO Y EL TIEMPO

1 Parece ser que en Occidente la nica idea de ciencia legtima es la derivada de los griegos. En esta lnea, cualquier descripcin del mundo ha de ser exterior a nosotros, y de este modo, objetiva. Todo lo dems caera dentro de las interpretaciones subjetivas, cuando no msticas. Sin embargo, la ciencia moderna es algo bien alejado del espritu griego. Dos son los grandes acontecimientos que marcan este alejamiento. Primero, la aparicin de una voluntad experimental con respecto a la Naturaleza, que lleg a la Europa medieval a travs de los rabes, y en particular, a travs de la alquimia y la pre-qumica aunque tambin de trabajos de ptica. En segundo lugar, estuvo la introduccin del cero con notacin posicional, de origen indio, que transform por completo las posibilidades del clculo y, a la larga, la faz entera de las matemticas. Cada uno de estos elementos, ajenos por completo a la mentalidad griega, ha influido tanto en la ciencia moderna como la propia idea griega de racionalidad; de manera que la reivindicacin por parte de sta de sus orgenes griegos, aun siendo legtima, tiene siempre ms elementos retricos y romnticos de lo que se est dispuesto a admitir. En el siglo XVII, y desde Galileo, la nocin de cambio y movimiento y la nocin de expansin decimal infinita se interpenetraron y a resultas de ello comenz a esbozarse el concepto de funcin. En dicha conexin, algo muy importante pas de estar dentro a estar fuera: la propia idea del cambio, que antes era interna a la materia misma o si se quiere, a la sustancia-, pasa a ser externa y espacial en virtud de su expresin matemtica. As, por una curiosa transposicin, volvi a hacerse presente el ideal griego de conocimiento como representacin externa, a pesar de que era precisamente a autores griegos, como Aristteles, a los que se recusaba. Pero, de modo intangible y fundamental, y en medio ya del formalismo matemtico, la nocin de cambio y de desplazamiento era ya inherente a la notacin del cero posicional dentro de las expansiones decimales infinitas y de manera tan sutil, inconmensurable y elusiva como poda corresponder al uso mismo del cero. En este mismo desplazamiento ya se encontraba la idea del movimiento mismo liberada de cualesquiera consideraciones materiales. Y as comienza tambin la concepcin moderna de los nmeros reales. En esta crucial recombinacin, las propias ideas de espacio y tiempo adoptaron un carcter completamente nuevo e inesperado. Tanto, que ni siquiera hoy, habituados ya en nuestra imaginacin al nuevo estilo representativo, podemos comprender enteramente sus consecuencias. Por un lado, el principio de relatividad galileano priva de cualquier significado a la nocin de localizacin, de punto en reposo en el espacio el reposo mismo deja de existir, puesto que es indistinguible del movimiento uniforme. Por el otro lado, y como consecuencia de ello, la variacin en el tiempo y su tasa se convierten en la autntica vara de medir pero esto, a costa de convertir al tiempo mismo en algo representable espacialmente, y por ello, completamente pasivo. Galileo mismo descubre e inventa el pndulo. Sin alternancia real no hay tiempo. Pero, siendo la alternancia del pndulo independiente de su amplitud, el modelo se presta naturalmente a su idealizacin, vale decir, a su espacializacin. Eliminando cualquier contenido en la alternancia del pndulo, lo que Galileo inventa en realidad es el pndulo de una sola direccin (one way pendulum). Este objeto inconcebible es el que gobierna tanto en nuestra forma de imaginar del tiempo como en nuestros relojes. O al menos, en nuestra forma de representarlo: porque es difcil ver cmo podra afectar a otras capas de la imaginacin que las ms superficiales. Se ha dicho que el tiempo lineal y la idea de historia son nociones judeo-cristianas, si bien lo cierto es que han llegado a nosotros a travs del Irn zorostrico. Sin embargo, el tiempo histrico e irreversible, tal como lo hemos sentido en el mundo Occidental en los ltimos siglos, debe mucho, si no la

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mayor parte, a la idea de tiempo reversible de la mecnica o dinmica. Cmo esto, que sabemos positivamente cierto, puede ser simplemente posible? Por el pndulo oscilando en una sola direccin. Pero si incluso en fsica la idea de irreversibilidad la llamada flecha del tiempo- no se opone en absoluto al tiempo reversible de la mecnica, ni le aade nada tal como pareca presumir Prigogine-, sino que es su otra cara inevitable, Dnde mirar? Nuestra sencilla y nada irnica respuesta es: No hacia delante o hacia atrs, sino hacia los lados. A nuestra derecha y nuestra izquierda. Preferiblemente, antes de que hagamos el ms mnimo movimiento. Incluso mental. Ciertamente, sigue pareciendo difcil. 2 Tatah punah santoditau tulia-pratiaiu cittasiaikagrata-parinamah, se viene a traducir as: La concentracin se produce cuando las ondas mentales que se elevan y caen en dos momentos diferentes son exactamente iguales. Lo que ms chocante nos parece en la primera lectura de los Yoga sutras de Patanjali es su carcter exacto y matemtico, aun cuando est hablando simplemente del espectro de experiencia posible para cualquier hombre con el necesario desapego y disciplina. No slo exacto y matemtico, sino, hablando propiamente, analtico e infinitesimal. Ninguna obra escrita con su antigedad, de cerca de dos mil aos, ofrece nada parecido. Yo dira que ni los trabajos matemticos de Arqumedes, ni su libro del nmero de arena, contienen un aroma parecido. Arqumedes y Apolonio desconocan el cero, y algunos dicen que fue esto lo que les impidi desarrollar el clculo. En realidad, tambin les falt el otro elemento esencial, que fue una idea diferente del movimiento y el tiempo. Patanjali tampoco conoci el cero y sus operaciones explcitas; pero conoca bien la idea implicada y al parecer, bastante ms que la mera idea. Adems, lo que dej escrito sobre el movimiento y el cambio es de una profundidad impenetrable, pero con una articulacin lgica implcita impecable. Ciertamente Patanjali no era un matemtico ni un fsico; ni siquiera un psiclogo, como es despachado a menudo para ignorar aquello que est diciendo de una forma tan clara: las cosas existen tanto si el perceptor las percibe como si no, para admitir lo cual no necesita refugiarse en ninguna de las pretensiones del realismo. Patanjali es sencillamente un filsofo, que prefiere dejarnos sus conclusiones en vez de escribir para discutirlas. Su tema es la experiencia humana y lo que subyace en el cambio que la hace posible. Nada ms, y nada menos. Lo que, naturalmente, implica el tiempo, el movimiento, la naturaleza y la apariencia, con el deslindamiento bsico de su mezcla, predominio y proporciones. Por lo tanto, lo abarca todo con una extraordinaria economa de medios. Pero, curiosamente, -y aqu est toda la diferencia con el pensamiento occidental moderno-, esto slo se logra con una posicin determinada, que consiste bsicamente en no hacer la menor distincin entre fenmenos internos y externos, subjetivos y objetivos. Por eso no tiene sentido calificar a Patanjali de psiclogo. Su pensamiento y su visin estn ms all de cualquier ingenuidad. 3 A muchos les parecer totalmente infundada nuestra asociacin de partes capitales del pensamiento indio clsico con el espritu del anlisis. Tal vez ignoren que matemticos indios como Madhava de Kerala descubrieron las llamadas series de Taylor usadas antes por Gregory, Newton o Leibniz- all por el ao 1400. Como es de sobra sabido, estos polinomios en series de potencias conforman la columna vertebral del clculo. Madhava fue el primer matemtico que realiz el paso al lmite infinitesimal; casi con seguridad, lleg a este extremo por su trabajo con fracciones continuas. O que el gran Aryabhata, que vivi por el ao 500 y antes de Brahmagupta -a quien debemos las reglas para operar con el cero-, descubri las fracciones continuas, virtualmente infinitas, que fueron uno de los instrumentos preferidos de Euler o Gauss, y que todava hoy deparan muchas sorpresas en matemtica pura o en el anlisis de resonancias en dinmica catica y compleja. Las fracciones continuas, series ellas mismas, estn en el origen del anlisis. Aryabhata, casi con toda seguridad, trabajaba ya con la notacin del cero posicional. Entre un gran nmero de logros, avanz la conjetura increble de que las rbitas de

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los planetas eran elipses. O que Srinivasa Ramanujan quien tambin tena una marcada preferencia por las fracciones continuas- descubri la ecuacin funcional de la funcin zeta de Riemann cumbre y abismo del anlisis superior- all en la India por s mismo y sin otro estmulo que un libro de texto elemental de matemtica de Carr. Ramanujan apenas tena la menor idea de qu fuera la teora de variable compleja. Seguramente que hechos tan improbables no son meras coincidencias. Pero, para quien pueda leer, y si a lo que atendemos es al espritu mismo del anlisis, la obra maestra de Patanjali es el ms contundente y poderoso argumento. Olvidamos con demasiada facilidad que la idea de lo infinito y lo infinitesimal es inconcebible e inmanejable sin el cero, de lo cual la matemtica griega es la prueba ms evidente. Y olvidamos tambin que la idea de lo infinito y lo infinitesimal es una idea doble desde el comienzo, y por lo tanto, irreducible a la simplicidad o unidad. De manera que el cero sigue resultando para nosotros una inmanente especie de motor inmvil, aun dentro del ms neutro de los formalismos. Nadie dice tiende a ser igual, sino que dice tiende a cero, o, por el contrario, tiende a infinito, subsumiendo el fragilsimo concepto de igualdad dentro del mucho ms poderoso y comprensivo de tendencia. Precisar una tendencia es todo lo que subyace al concepto de funcin. Por tanto, el cero liber para siempre a la nocin de tendencia, aportando al mtodo mismo del clculo la idea de potencia de resolucin. Nuestra propia idea de la identidad est salvaguardada por la de tendencia. Y el cero mismo nos permite tolerar la ambigedad, desplazndola. As, es fcil ver que el gran salto y la gran diferencia que separa la ciencia moderna de la de los griegos es justamente el cero imponderable, la gran contribucin india, siempre tan difcil de estimar. Simplificando la ecuacin: Matemtica griega + 0 = Anlisis moderno Que cada uno interpretar como pueda. Se dir, y es completamente cierto, que los indios nunca llegaron a desarrollar el anlisis aplicado a las ciencias fsicas tal como nosotros lo entendemos, y que, por ello, no lo pudieron desarrollar sistemticamente ni con grado alguno comparable de generalidad. Pero este hecho no slo no contradice a nuestra percepcin del tema, sino que la refuerza considerablemente. Pues lo que sugerimos es que la mentalidad analtica fue algo connatural a ciertos estratos de la cultura india, pero no que sta mostrara inclinacin por una ciencia como la dinmica, que debe partir de la asuncin de un marco inercial. Este tipo de eleccin s que fue por completo ajeno a la cultura india, como a todas las dems, salvo la occidental. Pero no tenemos porqu confundir el anlisis con la dinmica, aunque para los occidentales tal asociacin se haga inevitable. Ya la identificacin por Coprnico del Sol como centro del sistema astronmico implica que se ha escogido la inercia como propiedad fundamental; y es la renovacin de esta eleccin la que ha supuesto su triunfo entre nosotros, a diferencia de los griegos contemporneos y posteriores a Aristarco. A los pueblos antiguos cualquier propiedad imaginable de los cuerpos celestes les hubiera parecido ms interesante que la inercia. Newton dio una respuesta en forma de ley a una pregunta que se haba convertido en algo interesante; pero si otros pueblos no descubrieron tales leyes, debemos recordar que tampoco tuvieron el menor inters por ellas, ni las buscaron jams bajo tales indumentos. Dicho esto, podemos reconocer que el espritu analtico en la antigua cultura india responde a otros intereses que los de la dinmica moderna: lo que en absoluto equivale a decir que se desinterese del movimiento y el tiempo. Lo que no comparte es la representacin exterior y espacial de stos. Como acabamos de decir, no es necesario confundir la ciencia de la dinmica con el anlisis. Este ltimo es un objeto mucho ms intemporal, con su movimiento propio. Las funciones aritmticas, como la funcin zeta de Riemann, nos aportan el ms soberbio ejemplo. Y quin afirmara que la aritmtica nada tiene que ver con el tiempo? Ms adelante intentaremos ver hacia dnde nos conduce esto. 4 Los Yoga sutras de Patanjali son el mximo exponente del Samkhya. Samkhya significa anlisis, nmero, medida, proporcin, escrutinio pormenorizado. En cualquier caso, el Samkhya fue la ms puramente analtica de entre todas las antiguas corrientes de pensamiento indias. Exista desarrollada

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antes de que naciera Buda, y su fundador, Kapila, pudo vivir en una poca incluso anterior al nacimiento de Pitgoras, aunque en fechas bastante cercanas a las del nacimiento de la filosofa griega. El Samkhya es la filosofa que subyace al Yoga, de manera que su tema slo puede ser el equilibrio. Todos estamos ms o menos obligados por la vida a mantener distintos equilibrios, adems de aspirar a l de la forma ms general; de manera que ni el yoga ni el Samkhya son ajenos a ninguno de nosotros, incluso aunque creamos desconocerlos por completo. Por lo dems, y en forma de principios de conservacin, tambin para la ciencia de la dinmica es el equilibrio el tema fundamental. 5 El Samkhya, en tanto que estudio de las oscilaciones de la mente que eventualmente pueden ser conducidas al reposo, es una teora perfectamente intuitiva y directa de las fluctuaciones. Pero las modalidades o momentos que detecta en las fluctuaciones no pueden ser puramente extrnsecas, sino internas o inherentes, puesto que el discernimiento que las caracteriza slo se abre paso en la medida en que la mente es contemplada o atestiguada por la conciencia inmvil y sin atributos. No existe en esto contradiccin alguna, sino continuidad, ya que el movimiento caracterstico de la mente en sus pasos de adquisicin de conocimiento resulta de otros tantos pasos de aquietamiento y por lo tanto de contacto relativo o tangencial con el conocimiento mismo como fuente; veremos que esta solucin de continuidad es el tema por excelencia del Samkhya as como de cualquier acercamiento a l. 6 Para el Samkhya, toda la naturaleza condicionada o material se reduce en ltima instancia a las fluctuaciones de las tres gunas o modalidades. stas siempre actan de forma conjugada, de manera que no podemos percibirlas en su forma aislada y exenta. En medio de ellas y ms all de ellas est lo incondicionado e inmutable, Purusha, la conciencia sin atributos. 7 Las tres gunas, Sattwa, Rajas, Tamas, son, en su forma ms primaria, sensibilidad, actividad e inercia. O si se prefiere, equilibrio (relativo), mutabilidad y potencialidad. Al respecto de la mente, cabe decir que no es un atributo exclusivo de Sattwa o la sensibilidad, sino que la propia mente, aunque se manifieste con ms claridad bajo el aspecto de Sattwa, contiene inherentemente asociadas tanto a la actividad como a la inercia. Las tres gunas se encuentran ya incluidas y presentes en cualquier objeto o sujeto que podamos aislar: por lo tanto son las gunas o cualidades primarias las que no pueden ser aisladas en momento alguno, salvo por el dominio momentneo o relativo que ejerce una siempre sobre las otras. 8 Tomemos un ejemplo paradigmtico del hatha yoga para concebir de la forma ms inmediata posible el carcter conjugado de las tres gunas: la postura de permanecer en equilibrio sobre la cabeza, con sta puesta en el centro de un tringulo dibujado por los antebrazos (sirshasana). El principiante tiene as la oportunidad de retomar el duro aprendizaje del equilibrio que tanto trabajo le dio de nio y que ha llega a olvidar casi por completo precisamente porque ha logrado incorporarlo. En el comienzo, estar bsicamente a merced de la inercia; con algo de prctica, aprender a hacer la fuerza necesaria para contrarrestar las oscilaciones del cuerpo. Esta fuerza ser casi siempre excesiva y mal aplicada, hasta que

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gradualmente vaya desarrollando la sensibilidad suficiente y se economicen al mximo los esfuerzos innecesarios. Tras un periodo variable de prctica, se alcanza una unin ms o menos ptima de inercia, fuerza y sensibilidad: entonces ni siquiera es precisa una alerta especial de la sensibilidad, porque se halla completamente integrada con las otras dos tendencias. Se produce finalmente un estado espontneo de suspensin, que sin embargo es el fruto de todos los esfuerzos y deliberaciones anteriores. Incluso si nos tomramos la molestia de medir en detalle las oscilaciones que dentro de un crculo realiza el cuerpo de un principiante y el de un experimentado, y aun para desviaciones idnticas del centro en cualquier direccin, comprobaramos la enorme diferencia a lo largo del eje vertical en lo relativo a la rigidez del primero y la perfecta y sincronizada ondulacin a lo largo del cuerpo del segundo para la realizacin ms efectiva y coherente del principio de mnima accin. Esto es una excelente ilustracin de esa dimensin perdida del movimiento a que aludimos; as como de lo que entendemos por conocimiento incorporable o asimilable. A semejante proceso de ocultacin en lo invisible de las cualidades en su plena presencia es a lo que apunta la experiencia del Ser en la filosofa india. Tal experiencia permite la participacin en lo extra-mental sin necesidad alguna de la metafsica. Adems, este ejemplo nos brinda una demostracin de un principio que es siempre vlido en el Samkhya: a mayor sensibilidad, mayor estabilidad y menor condicionamiento. Pero para que dicha sensibilidad sea tal, y no una fuente aadida de perturbaciones, ha tenido que integrar en acto las otras dos modalidades presentes. Este principio, altamente condicionado, de mayor estabilidad a mayor sensibilidad, es de extraordinaria importancia, por ejemplo, en biologa. Pero su generalidad podra extenderse ms all. 9 Otra forma inmediata de considerar las gunas o modalidades bsicas es atendiendo a la naturaleza de nuestras apetencias o inclinaciones. stas se reducen en ltima instancia a slo tres: la pereza o inercia, la actividad y el placer. Siempre se da un predominio momentneo de una de ellas, lo que es propio de su carcter excluyente. La pereza se corresponde con tamas, la actividad con rajas, el placer con sattwa. Aunque sattwa es la modalidad ms elevada, el hecho de que exista con apego revela su carcter condicionado, natural. Y porqu el apego al placer? Porque el placer busca secretamente el equilibrio entre la actividad y la inaccin. De esta manera, la sensibilidad o sattwa se convierte en el motivo conductor para la evolucin de los seres condicionados por las gunas, en busca del equilibrio no condicionado, Kaivalia. Para el Samkhya, la modificacin de las gunas es el nico principio causal que existe en la naturaleza. Es decir, no hay otra causa que el cambio de las gunas. 10 Pero las tres gunas o modalidades tambin encuentran su plena correspondencia en la dinmica; y precisamente en las tres leyes del movimiento y la mecnica, enunciadas por primera vez por Newton. Pues acaso no define la primera ley el reposo y la inercia, la segunda la accin o fuerza en funcin de la primera a travs de la masa, y la tercera el equilibrio entre accin y reaccin? S, tamas est en correspondencia con la primera ley, rajas con la segunda, y sattwa con la tercera. Pero existe una enorme diferencia. En la mecnica clsica, la accin y reaccin son simultneas e inmediatas. En el Samkhya, ni se niega ni se afirma tal cosa; simplemente, ni se plantea. La tercera ley es la salvaguarda de los principios de conservacin. Pero, adems, es el medio de instaurar el tiempo absoluto como principio de sincronizacin global. Es decir, este queda afirmado como un cuarto principio implcito, aunque permanece ms all de cualquier evidencia: como un supuesto de carcter metafsico. De este modo, el tiempo absoluto newtoniano juega el mismo papel para los tres principios que la conciencia incondicionada o Purusha para las tres gunas. Por tanto, el tercer principio de Newton elimina cualquier medio o mediacin real en beneficio de reacciones instantneas sincronizadas. De esta manera, queda consolidada y cerrada la descripcin

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puramente mecnica del cambio y las interacciones entre objetos. Literalmente, ya no queda espacio ni tiempo- para nada ms. Esta combinacin del tercer principio y las distintas leyes de conservacin que son sus corolarios con el tiempo absoluto o sincronizador global conforman aquello que entendemos, o ms bien sobreentendemos, como causalidad. Pero ntese que de ningn modo la causalidad es definida explcitamente. Porque no puede serlo. El principio de sincronizacin global es completamente conservado en la relatividad especial y general, por medio de la transformacin de Lorenz y la nocin de covariancia. Es por ello que en estas teoras se habla a menudo del principio de causalidad, aunque tampoco aqu est definido en absoluto, sino slo sobreentendido bajo la asuncin de que los eventos situados en el futuro no afectan a los situados en el pasado. En la mecnica cuntica, ya no es posible hablar de causalidad, si bien los principios de conservacin se suponen; es decir, se mantiene en gran medida una interpretacin newtoniana de sistemas completamente alejados por lo dems de caractersticas clsicas. Se supone que los tres principios con el cuarto implicado- son adecuados precisamente porque definen un sistema cerrado ideal, de manera que siempre se puede proseguir a la hora de verificar los detalles. Pero lo que ocurre luego es generalmente bastante diferente: se estudian los detalles para ajustarlos con la idea previa de balance general. De este modo, un comportamiento de mecnica estadstica o termodinmica puede remitirse a la parte de la mecnica cuntica que ignora problemas temporales para devolver sin tocarlo el balance de cuentas a la mecnica clsica. De este modo, cuestiones que se plantean como irreversibles dentro de la termodinmica, son camufladas en un curioso juego a tres bandas: la mecnica clsica, la cuntica, y una termodinmica que slo nominalmente trata el tema de la irreversibilidad. Si pensramos en trminos de informacin, por ejemplo, podra pensarse que no hay mejor definicin de la informacin que la de desigualdad entre una accin y una reaccin. La asincrona local sera la medida ms apropiada de la comunicacin o mediacin. 11 Las tres leyes del movimiento vienen a resumirse, a travs de la descripcin variacional ms moderna, desarrollada entre otros por Fermat, Leibniz, los Bernouilli, Euler, Lagrange, Jacobi o Hamilton, en el principio de mnima accin, tambin denominado de accin extrema o estacionaria. Ya Poincar, hace ms de cien aos, hizo notar que cualquier modelo fsico que pueda ser descrito en trminos de la accin mnima un sistema gravitante o electromagntico, por ejemplo- admite de hecho infinitas explicaciones causales. Podra explicarse mediante cuerdas, bandas elsticas o muelles, o cualquier artefacto pintoresco que quisiramos, con tal de que satisficiera determinados requisitos los de la accin estacionaria, precisamente. Es decir, no define en absoluto la relacin causal, puesto que sta nunca puede ser nica. Esta es la razn de fondo por la que los fsicos prefieren hablar en trminos de descripciones, predicciones y ecuaciones; aunque, finalmente, pocos de los que utilizan estos trminos dudarn de haber atrapado los verdaderos nexos causales. Que el principio de mnima accin sea insondable desde el punto de vista causal, es algo que no puede extraarnos. Como ha sido notado alguna vez y particularmente por Nikolay Kozyrev-, la mecnica clsica o newtoniana, en virtud precisamente del tercer principio del movimiento, contempla siempre un intervalo de espacio, por mnimo o arbitrario que sea, entre una causa y un efecto, o entre una accin y una reaccin; pero no contempla ningn intervalo de tiempo, por mnimo o arbitrario que sea. De aqu el lapso causal. Para el Samkhya, sin embargo, no existe un intervalo de tiempo real que no est constituido l mismo por una modificacin de las gunas; por lo tanto, es natural que reivindique stas como causa nica de los fenmenos. Desde luego, la mecnica cuntica, a diferencia de la clsica, si contempla unos tiempos de reaccin mnimos para la interaccin entre partculas. Pero, justamente aqu, en el dominio cuntico, es donde se elude el principio de causalidad, por parecer completamente inaplicable, en beneficio de una interpretacin probabilstica aunque segn para qu cosas se hable de la evolucin unitaria o determinista. De esta manera el problema es de nuevo soslayado, y enviado hacia otra parte.

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Por otro lado, el principio de accin mnima o estacionaria siempre parece introducir un aroma teleolgico en la descripcin de un sistema, puesto que ste aparece de alguna manera guiado por la finalidad. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que esta incmoda apariencia surge precisamente de un modelo de tiempo que, como nuestro pndulo de una sola direccin, impone simultneamente la reversibilidad de las acciones y reacciones y la idea que stas transcurren en una direccin irreversible. Ese pndulo imposible es el ncleo de todas nuestras paradojas. Los fsicos utilizan tres fsicas distintas para eludir lo mejor que pueden esa imposibilidad. 12 Dejmoslo estar as, al menos de momento. Se podra creer que el Samkhya, siendo una ciencia de auto-observacin, no tiene nada que ver con el dominio emprico de los hechos externos. Pero el Samkhya concibi al menos una ciencia puramente emprica, a la que pocos modernos, sin embargo, estaran dispuestos a concederle valor. Esta ciencia fue el Ayurveda, la ciencia del cuidado de la vida, no muy lejana en el espritu de otras artes mdicas antiguas, como la medicina hipocrtica o la china. Lo que distingue a su teora humoral es ser una aplicacin del marco de las gunas. Los tres humores o doshas, vata, pitta y kapha, o viento, bilis y flema, no son sino formas reactivas de las propiedades inherentes de sentiencia, actividad e inercia. Por reactivos ha de entenderse que su predominio sobre las otras propiedades es capaz de generar desequilibrios y dolencias a lo largo del tiempo; pero tambin que son una forma secundaria o derivada de modalidades ms originarias y menos privativas en la constitucin del sujeto: prana, tejas y ojas, el aliento vital, el resplandor de la combustin y el leo radical que permean y nutren el cuerpo. Estamos pues ante cualificaciones mucho ms materiales de las gunas, pero no por ello menos sujetas a su lgica fundamental. Ya ha sido suficientemente advertida por los estudiosos la influencia de los conceptos ayurvdicos en autores como Platn, en particular en el Timeo, donde se habla abiertamente del aire, la flema y la bilis, adems de mentar los periodos de la vida establecidos en conformidad con los tringulos de la naturaleza de cada uno. No deja de ser curioso constatar cmo este libro de raigambre mistrica y polo del hermetismo ilustrado ha surtido una inspiracin racional para variados lectores de cuo cientfico, desde Kepler y Galileo hasta Heisenberg. Otra de las divisiones platnicas del alma en vegetativa, sensitiva y racional, tambin es de neto origen indio, o al menos y en cualquier caso admite una superposicin estrictamente congruente con kapha, pitta y vata, y las correspondientes funciones de plasmacin vegetativa, irritabilidad y sensibilidad. Incluso la contemplacin tradicional del hombre como cuerpo, alma y espritu, guarda una correspondencia estricta, si no en extensin o expresin, s en la naturaleza ms ntima de sus correlaciones; siendo estos modos lo nico que importa. Excusamos de aludir a las numerosas ternas de idntica naturaleza, que el lector puede fcilmente imaginar. 13 En principio, cualquier intento de definir mejor las gunas o sus doshas correspondientes se agota en meros eptetos y parfrasis. Podemos utilizar algunas como aproximaciones semnticas, concedindole a la semntica el respeto necesario. Al fin y al cabo, nuestra investigacin puede llevarnos a la conclusin de que no existe medio alguno de eliminar las cuestiones semnticas. Las tres gunas tambin pueden ser cmodamente clasificadas en tendencia centrpeta, centrfuga y orbitante. En cuanto a los doshas, ese aspecto relativamente ms material de las cualidades primarias, pitta se refiere al calor y la energa, kapha a la plasticidad y solidez, vata a todos los fenmenos de circulacin de los que se deriva la forma el aspecto ms puro y aislable de la forma en tanto que independiente de lo plstico o dinmico. Podra objetarse que esto ltimo es una entelequia; intentaremos ver que no es as. Contemplando un rbol podemos ver y tocar unas caractersticas tales como color, forma y textura. Decir que la combinacin intrnseca de esas caractersticas externas es el resultado o la apariencia de unas cualidades primarias como el crecimiento, condensacin y formacin podra sonar de lo ms

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inespecfico y arbitrario. Pero si viramos quemarse el rbol, podramos distinguir perfectamente entre algo que efectivamente arde, algo que se reduce a cenizas, y algo que rechaza ambas cosas y escapa en vapores y humo. La forma es lo que se evapora y esfuma, ya lo digamos en el sentido ms superficial o en el ms profundo. El vapor y el humo no son simplemente el resultado de lo que arde, sino que muy por el contrario es aquello que huye de arder, as como tambin, por otro lado, huye momentneamente de la gravedad. Aunque el escrutinio de esto puede llevarse mucho ms lejos, es suficiente para hacer ver que, aun en la transformacin ms violenta, mientras estas cualidades mantienen todava alguna relacin entre s, conservan comportamientos inconfundibles. La forma no es en absoluto una abstraccin, a menos que entendamos por tal la abstraccin, destilacin o circulacin realizada por el mismo rbol y la misma naturaleza. 14 Dentro de este marco ayurvdico de los doshas, existe el procedimiento clnico por excelencia: el nadi vigyan, la auscultacin del pulso. A los que con desigual fortuna la practican se les denomina vadyas, videntes segn la traduccin literal. El auscultador palpa la arteria radial de la mueca del sujeto con los tres dedos medios de la mano, alternando sucesivamente la presin, de manera en cierto modo anloga al pulsado de un instrumento de cuerda. La auscultacin se hace tras un intervalo suficiente de reposo, y en las condiciones de menor perturbacin posible. En el pulso se reconocen cinco propiedades elementales: ritmo, frecuencia, intensidad, amplitud y forma. Tratndose de un oscilador biolgico con fluctuaciones, se presta perfectamente al estudio de sus series temporales ya sea mediante el anlisis armnico clsico, el ms reciente de ondculas o cualquiera de las sofisticadas herramientas del anlisis moderno. Son bien conocidas las limitaciones del anlisis armnico o de Fourier para sistemas de perfil irregular; aunque el pulso arterial tiene necesariamente una periodicidad bastante acusada, se trata de uno de esos sistemas en los que las pequeas desviaciones y peculiaridades no encuentran fcil interpretacin dentro de dicha tcnica. Como es de sobra sabido, el anlisis armnico descompone cualquier curva emprica peridica en una suma de ondas sinusoidales o sinusoides. Dada la independencia de cada uno de estas sinusoides, lo que obtenemos es un escrutinio de naturaleza estadstica sobre algunas de las propiedades de la curva. Otra cosa muy distinta es interpretar las dependencias y ligaduras que son relevantes en un sistema como este, para lo cual el anlisis armnico nunca aportar pruebas explcitas. Y, desde luego, espectros del pulso y especialmente del electrocardiograma se han hecho y se hacen en cantidades innumerables desde que Mobitz, van der Pol y van der Mark dieran los primeros pasos en la especialidad. 15 De las cinco propiedades elementales que distingue de forma natural el auscultador con sus propios dedos, las cuatro primeras ritmo, frecuencia, intensidad y amplitud- s admiten una interpretacin relativamente aceptable en trminos de anlisis armnico. La frecuencia es inversa del periodo, o bien el nmero de latidos o ciclos en un intervalo de tiempo suficiente, digamos un minuto. El ritmo es la medida de la regularidad o irregularidad de los ciclos a lo largo del intervalo. La intensidad es la altura mxima alcanzada por los picos de la onda del pulso. Finalmente, la amplitud es la diferencia total entre los mximos y mnimos de la onda. Adems de estos cuatro elementos ms analizables, tenemos la forma del pulso, la verdadera y huidiza quinta essentia que envuelve y penetra los valores de las otras cuatro propiedades. En el sentido ms trivial, es decir, segn la representacin del grfico, est claro que la forma envuelve los otros componentes, puesto que la forma es la curva entera y no hay nada ms. Sin embargo, para el auscultador existen adems otros matices aadidos, puesto que el modula la presin de sus dedos en tres puntos distintos. En tal sentido, y aun sin contradecir las propiedades de la curva en el grfico, l extrae una informacin adicional.

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Puesto que la caracterizacin verbal de esta forma del pulso asume caracteres poticos o metafricos, se tiende a creer que es aqu donde entramos en un dominio cualitativo y nos alejamos de lo cuantificable. Por ejemplo, se habla de un pulso tpico de cisne para el predominio marcado de kapha, de un pulso de rana para pitta, o de un pulso zigzagueante o serpentino para vata. Pero, naturalmente, esto son solo indicaciones que han dejado los textos clsicos a modo de mera orientacin, dentro de un dominio de matices continuos. Por lo tanto, no deberamos dejarnos engaar por toda esa terminologa: se sigue tratando de un fenmeno perfectamente cuantificable y analizable, y es precisamente por su fluidez, por su continuidad, que es ms tratable en trminos analticos que para un juicio mediocremente entrenado. 16 Es completamente cierto que los practicantes jvenes y no tan jvenes de estas medicinas tradicionales, ya sea la ayurvdica, la china o la unani, se quejan de la oscuridad de los textos clsicos y de la gran dificultad que conlleva adquirir un mnimo de seguridad en el juicio para este tipo de diagnstico. En otras palabras, la auscultacin por el pulso se encuentra en franca regresin, porque no se considera prctica. Me temo que esto haya sido siempre as, y que en cualquier poca ha habido muy escasos mdicos capaces de dominar este arte. Pero aqu lo que est en cuestin no es la dificultad tcnica de un aprendizaje, sino la fidelidad del pulso como seal de un sistema mayor y su posible relevancia en otras esferas del anlisis e incluso la dinmica. Si entendiramos de una forma analtica legtima toda la informacin que contiene el pulso, y la perspectiva ms amplia que nos puede brindar, la prctica de estos mismos mdicos reticentes sera una de las primeras reas en beneficiarse de ello. Pero creemos que el pulso tiene bastante ms que ensearnos. El pulso es el verdadero pndulo que estamos buscando. 17 Como cualquier ciencia puramente emprica, el diagnstico mediante el pulso tiene peculiaridades que se resisten a ser trasladadas a un marco cuantificable y exacto. Citaremos de pasada algunas de ellas. El auscultador obtiene presiones y curvas de la onda con una forma diferente para los distintos puntos en que sita sus dedos. Sin embargo, los mdicos modernos han constatado, introduciendo un catter, que la presin es la misma en los tres puntos aludidos. Esto incluso se ha querido mostrar como evidencia de que estamos ante una superchera; al menos para nosotros, esta clase de descalificaciones rpidas es una de los principales ingredientes de la mala ciencia. Porque resulta evidente que palpar una seal desde fuera poco tiene que ver con introducir sondas quirrgicas, y, al menos, se le debera conceder el mdico antiguo la posibilidad de obtener tanta informacin como pueda, sobre todo si dispone de los mnimos medios concebibles. Las diferencias de la forma de la onda son debidas, por supuesto, a la mayor cercana al hueso o a la piel; es decir, se trata de una diferencia que nosotros los modernos consideraramos fenomenolgica, aunque tampoco as hacemos de todo justicia al tema. Porque, en efecto, estos tres puntos son una especie de promedio para poder percibir los aspectos superficiales, profundos e intermedios que tan bien se conjugan con la naturaleza misma del tridosha; sin olvidar que en estas medicinas, y en la naturaleza misma del cuerpo, existe una diferenciacin natural entre los huesos, la carne y la piel, de orden muy similar a la que a nivel embriolgico reconocemos entre endodermo, mesodermo y ectodermo. De manera que, no sin humor, podramos decir que lo que hace el vadya o su colega de otras medicinas tradicionales, es lo ms parecido a resolver empricamente un sistema de ecuaciones en derivadas parciales, de esas en las que observamos la evolucin de una variable mientras mantenemos las dems constantes. Sabido es que las derivadas parciales hicieron su debut en la matemtica en la prehistoria del anlisis armnico con la aproximacin de DAlembert al problema de la cuerda vibrante y que la medida de referencia de Galileo para sus primeras observaciones del pndulo fue su propio pulso. Por otra parte, es bien cierto que las distintas tradiciones que han hecho uso del diagnstico del pulso tienen categoras distintas, pero esto afecta principalmente al andamiaje terminolgico, ms que a

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los conceptos mismos, que son notablemente homogneos. Incluso se repiten abundantemente las mismas clasificaciones de pulsos patolgicos tpicos, a pesar de que tales clasificaciones en ningn momento pretender ser otra cosa que estimaciones y aproximaciones empricas. Por ejemplo, la medicina ayurvdica habla en trminos del tridosha, y la china de yin y yang, deficiencia y exceso: pero ambas estn hablando claramente de un balance. Por lo dems, estaremos completamente equivocados si creemos que el sistema chino es dualista, o incluso binario: el exceso y la deficiencia presuponen el medio el vaco, que predomina sobre ambos. No poda esperarse menos de una cultura que protege y valora lo principal con la elipsis. Y sin embargo cuntos occidentales no han visto en la visin china de la polaridad la forma ms refinada de la notacin binaria? Durante mucho tiempo, los esfigmgrafos o pulsgrafos mecnicos no han podido captar todas las sutilezas de la forma del pulso. Si, por ejemplo, utilizamos un flujmetro de efecto Doppler, lo que obtendremos es un promedio de la velocidad del flujo de la sangre en todo el vaso, que por lo dems respeta la ley de Bernouilli y tiene un perfil parablico, con mayor velocidad en el centro del vaso y menor en su pared, y al contrario para la presin. De este modo, difcilmente podemos obtener en el grfico alguna nocin de qu pueda ser un pulso hueco, deslizante como una bola en una taza de porcelana, o rugoso como un gusano royendo una hoja de morera. Obviamente, aqu la yema del dedo que palpa ve mucho ms de lo que pueda observar el ojo en grficos promediados y empobrecidos, aunque en realidad, se trate simplemente de sensibilidad y posibilidades de modulacin. Desde luego, ahora podemos disponer de mltiples clases de sensores, incluyendo micrfonos de alta precisin y sensores de presin regulables. Se puede entonces decir que, hasta hace poco tiempo, no ha habido posibilidad experimental de recoger mecnicamente la sutil gama de informacin que el diagnosticador obtena simplemente con sus dedos. Ahora eso ha dejado de ser problema; el problema es que somos incapaces de analizar cuantitativamente estos datos sin desvirtuar groseramente las coordenadas originales que le servan en su juicio al mdico. Como ya indicamos, se han hecho infinidad de anlisis espectrales del pulso y ntese que decimos del pulso, no ya de electrocardiogramas-, pero, de qu sirve decir que por debajo de un valor de 100 unidades arbitrarias el paciente muestra insuficiencia, y que por encima de ese umbral muestra un exceso o pltora de lo que se quiera? Incluso aunque fuera cierto, hemos perdido por el camino toda la lgica que asista al mdico, y los hemos convertido en nmeros inexplicables. Y nosotros lo que buscamos precisamente es desvelar la amplitud e importancia de esa lgica y de esas coordenadas. Existen luego cuestiones bastante desesperantes, como el hecho de que casi nadie se pone de acuerdo a la hora de desglosar y localizar las distintas partes de la informacin que obtienen. Unos slo la toman en una de las muecas, otros en las dos; otros an hablan de que el significado de ambas manos se invierte en funcin de los sexos. Tampoco en la medicina china hay acuerdo respecto a la relacin de los meridianos con los puntos de la mueca, etctera. No es de extraar, por tanto, que lo que al principio pareca una cuestin relativamente sencilla se convierta de hecho en un tupido bosque. Esto es lo que ha motivado tantos intentos apresurados y toscos de cuantificacin, con la ms bien vana esperanza de convertir este tipo de diagnstico en algo ms objetivo. Se supone, con todo, que es el conocimiento y no los nmeros crudos lo que convierten algo en objetivo. Y sin embargo, permanece un hecho indudable: que no encontraremos una seal ms fiel e inmediata, ni ms representativa globalmente del conjunto inmenso de factores que se unen para formar eso que llamamos vida, que el pulso.

18 El problema, parece ser, es que aqu nos perdemos en la selva de la semiologa. La cardiologa actual realiza cada da nuevos avances precisamente en la medida en que consigue evitar estas cuestiones semiolgicas, para convertirlas en detalles funcionales y anatmicos. Una vez ms, el espritu reduccionista parece triunfar. Pero esto tiene mucho de ilusorio, porque entre lo funcional y lo anatmico sigue mediando un enorme abismo. Aparte de que el vadya persigue un objeto mucho ms general que el estado anatmico o funcional del corazn: a l le compete el estado de salud del organismo as como los detalles ms relevantes que concurren en l, y siendo el corazn slo uno de ellos.

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Y hablando de semiologa, y dejando aparte el hecho de que el hombre no ha dejado de interpretar signos desde siempre, puede decirse que el diagnstico del pulso, y en particular dentro del esquema indio, es la primera semiologa consistente tanto desde el punto de vista racional, como del experimental; aunque parece que habra numerosos argumentos para dudarlo despus de lo que hemos dicho. Con todo, si observamos los intentos modernos en este campo la semitica tridica de Peirce, por ejemplo, que tanto tiene que ver con el esquema general del triguna-, comprobaremos que todava los modelos antiguos guardan ventaja, especialmente a la hora de la confrontacin experimental con los hechos brutos. Adems de esto, y a propsito de la pretendida oposicin entre el reduccionismo y la interpretacin global de los fenmenos partiendo de sus prestaciones, merece la pena recordar que es esto ltimo lo que todos los hombres de ciencia y filsofos dignos de tal nombre, desde Newton y Kant, han denominado con el nombre de anlisis, y no al contrario, como a veces la costumbre y el olvido nos inclinan a creer. Pues explicar el comportamiento de un sistema desde sus componentes bsicos, es lo que se denomina sntesis o composicin; composicin que la mayora de las veces est tan lejos de nuestro alcance que slo tiene lugar en nuestra imaginacin. Sin embargo, la imaginacin es lo menos adecuado que pueda existir para seguir el comportamiento de cualquier sistema medianamente complejo, y no digamos ya, algo con la complejidad de un organismo. Una de esas interpretaciones analticas globales es, justamente, la teora de la gravedad de Newton, que hasta la fecha, nadie ha logrado componer ni sintetizar. La interpretacin del anlisis armnico nos sita en esa misma acepcin del trmino anlisis, ahora con grados arbitrarios de complejidad. Ya antes dijimos lo mal que se lleva la fsica con las causas de los fenmenos, y la razn bsica por la que stas no pueden tener en ella lugar. La crtica de Hume al concepto de causalidad vale para una representacin como la de la fsica newtoniana clsica; pero este es slo un marco de representaciones, y nuestra intuicin directa del cambio no se presta tan fcilmente a la representacin. Antes al contrario, puede que la eluda perpetuamente. El triguna del Samkhya es un sistema de coordenadas para el cambio, el ms simple, directo e intuitivo posible. Pero precisamente lo que entendemos por sistema de coordenadas es la ms clara de las representaciones, y aqu nos hallamos en las antpodas de la representacin. Hemos de tener siempre en mente esta dificultad fundamental. 19 Los tres doshas o humores reactivos implicados en los movimientos del pulso se corresponden adems con tres componentes o momentos mecnicos precisos: en el sentido ms general, pitta se corresponde con el impulso contrctil del corazn, vata con el estado de las paredes del vaso y su conduccin de la onda contrctil, y kapha con la fluidez o viscosidad de la sangre hablamos, naturalmente, de una correspondencia elemental, no de una reduccin de unos trminos a otros. Incluso como trminos independientes de un problema de mecnica de fluidos, estos tres factores ya son suficientes para originar un sistema no-lineal sin valores estables en las soluciones; pero en el dominio orgnico, y desde luego en el del Samkhya, hay una intrnseca dependencia y realimentacin entre ellos. En el pulso no hay una transicin continua entre la sstole y la distole, sino que, incluso a pesar de la amortiguacin de los impactos que supone el flujo, siguen aprecindose las pausas, de modo que se percibe el esquema contraccin-pausa-dilatacin-pausa. Es decir, que para muchos efectos, adems de contar con la seal continua de la onda, tenemos un sistema genuinamente discreto, como se deriva del hecho indudable de que las seales nerviosas que activan y desactivan las fibras musculares del corazn sean antagnicas y se excluyan o bloqueen mutuamente. Como veremos luego, esto no carece de importancia, puesto que est en la base del nico concepto de oscilador o circuito con un contenido propio: aquel en el que la circulacin existe por la nica razn de que no se pueden satisfacer dos condiciones simultneamente.

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Fig. 1 Desde luego, y a diferencia del puro esquema del movimiento en la mecnica clsica, los seres vivos y los organismos lo mismo por lo dems que las partculas elementales- s tienen unos tiempos de reaccin caractersticos, que no se pueden obviar. Esto es evidente desde el punto de vista emprico ms elemental, pero tiende a diluirse y a perder su importancia especfica a medida que lo traducimos a descripciones analticas habituales. Tal vez la forma ms inmediata de apercibirse de la vigencia del tercer principio, el de accin y reaccin, es disparando un fusil y verificando en nuestro cuerpo el retroceso. Naturalmente, la culata no nos golpea con la misma velocidad de partida de la bala, sino, aproximadamente, con aquella que es cociente de la masa de la bala con respecto a la del rifle. Adems, y si quisiramos entrar en detalles, siempre encontraremos que ha habido prdidas por los gases de la explosin. Si slo conocemos la velocidad de salida del proyectil, o la del retroceso, necesitamos saber qu ha sucedido en el medio para efectuar el balance; y aun sabiendo de la accin y reaccin, necesitamos conocer el medio o aparato para poder precisar el modo en que se produce la prdida. Precisando, comprobaramos tambin que la reaccin no es simultnea e inmediata, sino que comporta siempre un tiempo, aunque para muchos efectos nos parezca negligible. Espero que se me perdone este ejemplo tan elemental; pero a menudo ocurre que, cuando estudiamos el organismo como caja negra con algunos o muchos datos de salida ya sean anatmicos o analticos- volvemos a convertir los datos mismos en otra caja negra a estudiar por s misma, desinteresndonos de las entradas y las salidas. Es decir, todo se convierte en medio, al contrario del ejemplo de la escopeta, y nos olvidamos de qu haya entrado y salido en ambas direcciones, lo que en el caso del organismo seguramente abarca algo ms que la dieta y las deposiciones.

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S, todo este circunloquio era slo para decir que podemos apreciar un medio y una sensibilidad entre accin y reaccin en las condiciones globales del organismo sin necesidad de contradecir las sacrosantas leyes de la mecnica. Cmo poda ser de otro modo? Y sin embargo, Podemos captar esto de alguna forma que sea a la vez elegante y directa? Esto ya parece otra cuestin.

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Podra tambin aadirse que el cuerpo humano, como cualquier organismo, es esencialmente un sistema abierto. Y, desde luego, para el Samkhya cualquier objeto que podamos considerar es un sistema abierto; por lo que las gunas emergen como causa eficiente y no como meras leyes formales- de sistemas abiertos en intercambio con el ambiente, del mismo modo que aplicamos las tres leyes del movimiento a sistemas idealmente cerrados. Con todo, hablar del organismo como un sistema abierto no implica reducirlo sin ms a un sistema disipativo, como opuesto a un sistema conservativo. Puesto que un organismo posee ligaduras y condiciones de estabilidad cuyo alcance slo conocemos en un pequeo grado, aunque se manifiestan sobradamente en sus efectos. No es pequea tarea deslindar estos aspectos disipativos y conservativos en los seres vivos; pero la estrategia actualmente predominante para abordar el problema, a travs de la complejidad y la organizacin con la gentica y la bioqumica como basedifcilmente puede llegar a colmar dicha relacin, si tenemos en cuenta el enorme lapso epistemolgico que advertimos entre elementos analticos, componentes de una sntesis (ellos mismos siempre compuestos) y causas.

21 Como es sabido, en dinmica de fluidos podemos sustituir las tres leyes de Newton por principios variacionales, transformndolas en la energa potencial, cintica e interna del sistema. Mientras slo trabajemos con la energa cintica y la potencial, es generalmente fcil conocer las magnitudes que se conservan. Pero cuando introducimos la energa interna (P + Q + I), que puede manifestarse bien como viscosidad del fluido, presin, o perturbaciones, ya resulta mucho ms difcil saber qu es exactamente lo que se conserva. Simplemente, hemos de presumir los principios de conservacin. Esta es la gran diferencia entre la dinmica de fluidos y la puntual y de partculas, en la que las magnitudes conservadas se mantienen de forma explcita. El pulso, que es un sistema peridicamente perturbado por el latido del corazn un oscilador con fuente de alimentacin o forzado-, admite este tipo de descripcin; slo que aqu la realimentacin de los factores lo hacen todava ms complejo. Las tres gunas y los tres doshas pueden ponerse en una correcta correspondencia con la energa cintica, potencial e interna de un sistema hidrodinmico, que en realidad, se nos antoja mucho ms natural que los de la dinmica puntual o mecnica en sentido estricto. La dinmica hamiltoniana, adems, supone la incompresibilidad del espacio del fluido. Este es un punto fundamental que no puede aplicarse literalmente a un sistema como el vascular, donde hay expansin y contraccin de los vasos o arterias, y no slo en virtud de su elasticidad, sino tambin por las fibras musculares de las paredes que actan a impulsos nerviosos siguiendo el ritmo contrctil del corazn. Es de suponer que tambin el propio corazn y su ritmo de impulsos ha de ser sensible a las respuestas del circuito vascular, y en realidad sabemos que la realimentacin global del sistema se produce a varios niveles, tanto nerviosos, como qumicos, no siendo la sensibilidad a la fluidez o viscosidad de la sangre el menor de estos elementos. De manera que el circuito y su respuesta son un ejemplo modlico de autorregulacin biolgica, cuyo estudio no ha dejado de crecer desde los trabajos pioneros de Cannon y Wiener. Todo esto nos permite plantearnos viejas e interesantes preguntas de un modo nuevo. En verdad, conocemos bastante bien y con detalle muchos de los mediadores fisiolgicos explcitos, tales como los nerviosos, hormonales, y qumicos en general. Estos sin duda juegan un papel primordial e insustituible en todo este proceso de

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autorregulacin no estaran all de no tener utilidad. Lo que no sabemos es cmo han llegado a estar ah y qu ha guiado su formacin. Prescindiendo de respuestas de tipo programacin gentica, que hoy sabemos perfectamente que constituye slo una parte del asunto, y ni tan siquiera la mayor, y que tiene que ver mucho menos con la programacin que con la sensibilidad y la modulacin por el ambiente, se nos ocurre otra aproximacin mucho ms estimulante. Esta se basa en la compresibilidad del circuito entero y de cualquiera de sus partes, compresibilidad que puede y debe admitir grados muy variables, aunque, por supuesto, mensurables. Por supuesto, en tal caso no es un sistema hamiltoniano o clsico lo que tenemos; no slo contemplamos la existencia de friccin, sino de otras variables no explcitas en nmero indefinido. Mantenemos la analoga y la conexin con sistemas clsicos slo para tener una referencia sobre aspectos conservativos del sistema. Como todo el mundo sabe, sistemas clsicos puros o ideales no existen, lo que no impide su rutinaria aplicacin. Sin embargo, aunque nosotros estamos hablando de sistemas realmente muy alejados de los modelos cerrados y conservativos, nos interesa particularmente su interpenetracin. Llammoslos provisionalmente y slo por comodidad sistemas semiclsicos, aunque por tales trminos se pueda entender una infinidad de cosas distintas. Hablando de compresibilidad en sistemas semiclsicos, entramos de lleno en lo que hoy se conoce como dinmica no lineal, una de cuyos principales rubros, aunque no el nico, es el caos determinista. ste aparece en principio en sistemas perfectamente diferenciables y con condiciones iniciales arbitrariamente bien precisadas, y por lo tanto bien distintos del modelo del pulso. De hecho, puede decirse que el caos determinista es un descubrimiento casi puramente matemtico, aunque sus relaciones con la dinmica hayan sido explcitas desde el primer momento, retrocediendo en el tiempo hasta Poincar y sus estudios de la mecnica celeste y el problema de tres cuerpos. En la evolucin unitaria o espacio de fases el hamiltoniano- de infinidad de sistemas, junto a la inestabilidad de las soluciones en las ecuaciones, aparecen cuencas o atractores: la evolucin dinmica no se dispersa de forma uniforme por todo el espacio disponible, sino que se comprime preferentemente en un determinado volumen. Esto ya es un claro ejemplo de compresibilidad, salvo que no est claro en absoluto qu es lo que hace que se comprima el sistema y porqu. De aqu el estatuto siempre controvertido de este tipo de hallazgos. Se pueden tomar distintas medidas de la inestabilidad y el grado de compresin del sistema exponentes de Liapunov, dimensin fractal, ndices de entropa, y un largo etctera-, sin que por otro lado haya nunca una clara frontera divisoria entre la componente aleatoria o estocstica y la componente determinista del sistema; salvo precisiones ad hoc del modelo en particular. De este modo, la actual revolucin de la dinmica no lineal es una revolucin inacabada, o como si dijramos, media revolucin: ha adquirido el estatuto de la omnipresencia sin poder aportar ningn tipo de conclusiones claras. El llamado caos determinista ms parece el comienzo de una larga exploracin en el inmenso territorio de las relaciones entre azar y necesidad que una teora definida sobre nada. Sin embargo, para cuando alcanz el umbral de la divulgacin y de la distorsin pblica ya haca tiempo que era una exploracin estancada, al menos en lo que se refiere a resultados concluyentes. Y as lleva creciendo ms de un cuarto de siglo, sin ninguna direccin en particular. La propia fsica terica o fundamental, a la que muchos acusan de estancamiento, tiene desafos y urgencias mucho ms claras y especficas. Al menos, segn el actual orden de las apariencias. 22 Se dice que tras la fiebre, vuelva la calma y la razn, y la vida puede seguir progresando con un ritmo ms normal. El actual estado de cosas sobre la dinmica no lineal y la teora de la complejidad reas diferentes pero mltiplemente asociadas- es tal que podran esperarse avances significativos en un gran nmero de puntos, pero difcilmente un vuelco trascendental. Los expertos se mueven en el dominio especfico de lo difcil e intrincado, de las aplicaciones concretas, donde ms bien caben esperar refinamientos tcnicos que verdaderos saltos conceptuales. Todo fluye y se va moviendo, sin embargo. Entretanto, y a la espera de resultados de ms peso, es totalmente cierto que la dinmica no lineal ha cambiado sustancialmente la forma que tenemos de ver el mundo. El propio determinismo ha hecho que creamos cada vez menos en el determinismo como explicacin de los fenmenos. Como este cambio es sustancial, pero todava no fundamental, es como si la punta de lanza de nuestra conviccin en la

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explicacin causal de los fenmenos se hubiera mellado, o incluso disuelto en el aire, mientras la inercia de nuestras convicciones de fondo sigue manteniendo la misma direccin.

23 Hemos hablado anteriormente de un circuito parcialmente compresible en todos sus puntos: el propio sistema circulatorio, del que el pulso es la seal dinmica ms explcita. Desde luego, si el circuito fuera totalmente compresible, su flujo en una estructura de toro o anillo se dejara reducir de la ms simple de las formas. Nada de eso ocurre, por el contrario: hay reducciones muy significativas del espacio de flujo, pero de naturaleza casi impenetrable. De manera evidente, buscar el espacio compresible adecuado al comportamiento del sistema es lo mismo que buscar cmo hacerlo comprensible. Ambos trminos se hacen por lo tanto equivalentes. Ian Stewart ha observado acertadamente que no existe ninguna ley de conservacin de la complejidad. Desde luego, ahora se sabe muy bien que sistemas muy simples puede hacerse complicados por s mismos, con slo darles el tiempo suficiente. Esa fue precisamente la enseanza del caos determinista. Y si realmente no hay una ley de conservacin de la complejidad, tenemos buenas razones para creer que esto es aplicable en el sentido contrario, es decir, que comportamientos muy complejos se derivan de leyes muy simples. De hecho, esto es igual de cierto, y en el ms trivial de los sentidos, para muchas de las fuentes de caos determinista, sistemas regidos por ecuaciones diferenciales tan familiares como las de la mecnica celeste. Pero si de lo que hablamos es de leyes nuevas, con un rango descriptivo y explicativo diferente, todava no se ha descubierto ni una que haga ms comprimible y comprensible la complejidad. Por ejemplo, la duplicacin de periodo descubierta por Feigenbaum genera complejidad, pero no la reduce, salvo en un hilo mnimo del esquema de una evolucin en una transicin de estado particular. De manera que la situacin general sigue siendo marcadamente unidireccional, con una base de ecuaciones fsicas fundamentales y deterministas que generan ms y ms complejidad segn son estudiadas, sin que apenas haya ningn desarrollo en el sentido contrario, el de la verdadera compresibilidad. 24 La presencia de caos determinista en la actividad del corazn tambin ha sido y es un tema controvertido, como no poda ser menos, si tenemos en cuenta que las fronteras son por definicin borrosas en este dominio. Lo que es indudable es que hay irregularidades importantes en su serie temporal, y que estas muestran a menudo pautas fractales o cuasi-fractales, es decir, autosimilares y con correlaciones a distintas escalas y a gran escala en general. Otra cosa es juzgar e interpretar el papel que juegan tales irregularidades, si tienen alguna importancia especfica o se trata de simple aleatoriedad. Casi todos estos estudios se refieren a la actividad elctrica del corazn. El pulso y su perfil temporal se han estudiado mucho menos desde esta perspectiva. De manera general, el pulso es un sistema bajamente no lineal; es decir, no est directamente asociado ni con el caos ni con la turbulencia. De hecho, cuando la ascultacin percibe indirectamente turbulencias a travs de silbidos o murmullos, se trata de una seal clara de patologas cardiovasculares; en cualquier caso, tales turbulencias slo parecen tener lugar en los vasos mayores, y no en arterias como la radial. Por otra parte, el flujo de la sangre en general no es turbulento, pero tampoco realmente laminar, lo que no es otra cosa que una idealizacin. Incluso ahora sigue estudindose activamente si el mejor modelo de este flujo no ser el de trayectorias helicoidales o espirales, que tal vez resulten ms econmicas u ptimas. La baja no linealidad del pulso se resume en el hecho de que no podemos calcular con precisin el desfase del latido y su onda, ni siquiera en unos pocos ciclos, aunque sin embargo la regularidad global de la seal es muy grande, sin que se produzcan las fluctuaciones enormes en los valores que pueden producirse en sistemas diferenciales infinitamente ms simples, pero caticos. Es

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decir, mantiene una gran estabilidad global; de otro modo, no estaramos vivos. Precisamente por esto, se ha querido asociar el fallo cardaco con una transicin al caos, aunque la relacin est muy lejos de ser clara.

25 Cabe preguntarse hasta qu punto se enriquece nuestra informacin sobre la dinmica del pulso cuando intentamos captar la forma especfica tal como la capta un vadya con sus dedos, en comparacin con la forma esquemtica y promediada del registro mecnico del esfigmgrafo convencional. Deseara que no hiciera falta decir que esta forma especfica del pulso en la palpacin nada tiene de mstico ni de misterioso, salvo las diferencias que siempre existirn entre la sensacin y la percepcin directa y cualquier representacin analtica en forma de grfico, por exhaustiva que sea. Lo que diferencia esta forma del perfil general y promediado de la onda es, desde el punto de vista perceptivo, esa precisa cualidad que hace que un pulso parezca pleno, vaco, rugoso, hueco, duro, tenso, etctera. Esto ya es una sntesis perceptiva para factores de indudable carcter mecnico, pero que no tienen por qu estar bien explicitados en la curva de un grfico: el impulso hasta cierto punto s, pero no la amortiguacin del fluido, el estado de la pared arterial, y menos las relaciones que pueda haber entre estos factores. Y todo esto ya supone una preciosa sntesis de informacin, por ms confusa que pueda parecer. Ni siquiera es prioritario desglosarla, sino simplemente captarla y registrarla tan fielmente como podamos. Ciertamente una parte de estos aspectos cualitativos o perceptivos se pueden inferir de forma indirecta incluso desde el perfil plano del registro convencional. Como ya dijimos antes, ahora disponemos de sensores de presin regulables y de otros tipos que nos permiten captar esta figura general. Y desde luego que podemos trasladar esta informacin ampliada a las representaciones de grficos, principalmente como grosor o finura del trazo de la onda, incluyendo su variabilidad a lo largo del ciclo.

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Fig. 2 Podemos ver toda la fase de ascenso sistlico de la onda como la energa cintica, y la de descenso o distole como causada por la energa potencial. El ciclo entero es ya intrnsecamente irregular por cuestiones funcionales, del ataque del impacto cardiaco y su posterior difusin; pero tambin es irregular el espaciamiento entre latidos, y su correspondiente duracin. Adems, como puede verse en la figura 1, la parte diastlica tiene su propio pico de ascenso, por lo que la onda dista mucho de ser simple. De todas formas, si el ascenso y descenso de la onda son los dos componentes ms elementales, todo lo dems quedar bajo la correspondencia del tercer componente, la energa interna, que desde el punto de vista del vadya no es otra cosa que vata o la sensibilidad entre accin y reaccin. Todo lo dems no es sino la irregularidad de la serie temporal, ya lo consideremos a la manera del grfico plano, o con el grfico ms detallado que nos da la cualidad del trazo o forma del pulso. Irregularidad que abarca tanto el intervalo entero como cada uno de los periodos o ciclos. Evidentemente, los tres factores estn siempre conjugados, y podemos medir tanto la longitud de la lnea o trazo como el rea barrida por los mtodos rutinarios de integracin numrica, lo que, en un ordenador, se reduce a contar los pxeles. Nos dara esta medida conjugada algo siquiera parecido a la estimacin somera de la proporcin cuantitativa y predominio que establece un vadya al tomar el pulso a una persona? De seguro que s, porque no hay espacio o lugar para otras consideraciones. Sin embargo, sigue siendo cierto que el diagnosticador no tiene en mente estimaciones cuantitativas muy finas, que no necesita si sabe captar los matices, y stas se diluyen de forma intuitiva en otro tipo de consideraciones. Pero estos matices no son sino esas variaciones en el dominio continuo que nos dan los grficos y el clculo y que el no sabra cuantificar verbalmente. Por tanto, existe una coincidencia real entre los aspectos cuantitativos y cualitativos, aunque slo se exprese en forma de paralelismo. Es decir, hemos burlado la supuesta diferencia entre ambos aspectos, manteniendo las propias categoras del vadya y sin desvirtuarlas. No poda ser de otro modo, siendo estas categoras genuinamente analticas desde el principio. Con todo, a nivel verbal esto slo puede mostrarse como correspondencia, por el hecho mismo de que en la descripcin verbal la cualidad prima necesariamente sobre la cuantificacin. En realidad, la auscultacin del vadya, su escucha, es un ejercicio de sensibilidad diferente tanto de las consideraciones verbales como de las cuantitativas, aun pudiendo englobar a ambas. 26 En las primeras aproximaciones, identificamos el grosor variable de la forma del pulso con la sensibilidad entre la accin y reaccin, o la energa cintica y la potencial, introduciendo algo as como una pseudo-derivada. Una balanza con una determinada sensibilidad y un tiempo de reaccin nos permita dar una suerte de smbolo de los factores implicados.

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Fig. 3 Pero estaba claro que esto slo poda ser un smbolo para indicar una cierta informacin perdida, y de ninguna manera un modelo realista, ni mucho menos matemtico. Aunque esta analoga resultara bien torpe y aun pintoresca desde el punto matemtico, merece la pena recordar que no es un asunto sencillo pasar a representaciones grficas y analticas nociones que adems de parecer cualitativas, estn concebidas ms all de la representacin e incluso, como si se dijera, hechas expresamente para burlar la representacin. Lo que intentbamos mostrar con ese smbolo era la necesidad de contemplar simultneamente los tres principios, y no solamente dos. En cualquier caso, la sensibilidad global del sistema del pulso, el tercer dosha que asociamos con la energa interna, no se puede captar sin ms en cualquier punto de la onda no es puntual, ni tiene derivada ni pseudo-derivada-, aun cuando la presin, que es lo que siente el dedo, s pueda concebirse como forma de energa interna por unidad de volumen, si seguimos la ecuacin clsica de Bernouilli. Pero, aun prescindiendo de otros factores esenciales como la amortiguacin, fluidez, o estado del vaso, que pueden concurrir en esta representacin sinttica de lo que verdaderamente ocurre, todava estaramos ignorando un hecho que reviste una importancia mayor: que el equilibrio entre los tres factores no puede ser de naturaleza instantnea, al menos dentro de los factores que puedan ser representados dentro de este marco tan limitado. Es decir, que dentro de esta representacin unilateral e incompleta, el equilibrio ha de manifestarse necesariamente como algo no-local o a largo plazo, esparcido a diferentes escalas dentro de un intervalo. Es decir, no hay espacio suficiente para que pueda realizarse en cada instante. No hay espacio de tiempo. En efecto, ya antes dijimos que un circuito perfectamente compresible permitira su correspondiente e inevitable reduccin elemental dentro del espacio simplctico. Que el circuito fuera compresible equivaldra, justamente, a que pudiramos encontrarlo de manera ntegra en cualquier punto. Y esto a su vez hara innecesario el tiempo, que se convertira en perfectamente montono e incapaz de introducir alteracin o novedad. Como el pndulo ideal de la mecnica. El tiempo no tendra que realizar equilibrio entre nada, ni tampoco la operacin de realizar ese equilibrio podra crear o consumir tiempo ni desarrollo alguno. Crear o consumir, dos caras de un mismo problema.

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27 En el estudio de electrocardiogramas se ha evidenciado la presencia de estas correlaciones a largo plazo, a distintas escalas. Tambin hay rotunda evidencia de que estas correlaciones son ms ricas y detalladas en un sujeto sano, y menores en la medida en que se agravan las patologas. Es decir, las pautas ms irregulares y quebradas son ms sanas que las montonas. Esto viene a estar bsicamente de acuerdo con la idea y percepcin del Samkhya de que una mayor sensibilidad hace posible ms estabilidad, y al contrario. Sin embargo, estos mismos estudios no han sido capaces de ir mucho ms all de esto. Ni siquiera se sospecha por qu razn las irregularidades cardiacas tendran que ser ms saludables que la monotona, lo cual no es de extraar con la idea del tiempo que sostenemos. Como mucho, algunos sospechan que podra haber algn delicado juego de equilibrio detrs de estas seales lo que no se sospecha es que las propias seales son ya una exhibicin de ese equilibrio. Saberlo no sirve de mucho si no conocemos el terreno sobre el que ese equilibrio tiene lugar.

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Fig.4 28 Si pensamos desde la perspectiva de la variacin continua, parece trivialmente cierto que no puede haber dos pulsos exactamente iguales. Lo que ya es mucho ms extraordinario, y precisamente dentro del dominio continuo, es el hecho de en que un pulso cualquiera, y en cualquier momento, puedan distinguirse los factores innatos y los adquiridos con suficiente nitidez. Esto es un lujo diferencial de la naturaleza que sera absurdo desaprovechar; tanto es lo que tiene que ensearnos. Puesto que incluso desde el punto de vista de la gentica, establecer la relacin entre la activacin interna y la ambiental de los genes permanece como un rompecabezas muy lejos de ser entendido, y no digamos ya de ser resuelto. Parece faltar una referencia mnima para este problema, tan fundamental en la biologa terica, de evolucin y desarrollo. Un vadya distingue entre prakriti y vikriti, entre lo biolgico y lo biogrfico, entre la constitucin original o innata del individuo y sus tendencias adquiridas a lo largo de la vida. Por definicin, cualquier estado posterior en la salud del sujeto es dependiente y se remite a las tendencias constitucionales; de manera que los hbitos o alteraciones producidos entretanto son, por una parte, asimilaciones de las eventualidades a una conformacin original, y, por otra parte, esa misma conformacin tiene ya sus pendientes de reaccin ante las condiciones accidentales o vikriti. Si prakriti y vikriti vienen a ser como la sustancia y accidentes para un pulso dado, no por ello hay que olvidar que a la larga esos accidentes y modo de vida pueden llegar a ser lo ms decisivo para la destruccin del equilibrio que representa la salud. Pero no en vano se habla entonces de forma de vida. De manera esencial, la forma slo se va modificando por su propia forma de devanarse en el tiempo, y ese hilo ha de ser percibido por el vadya con la justa sensibilidad. Se mire como se mire, no deja de ser una extraordinaria maravilla el hecho de esa persistencia individual de la forma del pulso a lo largo de toda una vida, si pensamos en la inmensa variedad de circunstancias que pueden rodearla y alterarla, y en la nfima tenuidad que representa su seal. Si pensamos en que ese hilillo de tiempo va a mantener algo propio en las circunstancias ms adversas, ms all de las sucesivas prdidas de identidad de la memoria, y en que ni siquiera una muerte violenta puede robarle el derecho a desaparecer segn su propia e ntima ley.

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29 Esta distincin de la tendencia dentro de una tendencia es tan fundamental para nuestro estudio como lo fue la distincin entre velocidad y aceleracin para el nacimiento de la dinmica a travs del concepto de fuerza. Un modelo de dinmica de fluidos digamos un circuito de tuberas con agua a presin- no puede establecer este tipo de diferencias porque los componentes no estn acoplados desde el origen, y todos las caractersticas diferenciales que luego se quiera medir dependen de la variacin arbitraria de parmetros. No existe una referencia primaria, original. La dependencia o sensibilidad de los sistemas caticos respecto a los datos iniciales est en las antpodas de este otro tipo de condiciones originales: los primeros son altamente inestables ante cambios pequeos, mientras que los cambios muy pequeos en la proporcin de los doshas tendr un efecto igualmente pequeo. Pero ya dijimos que los tres doshas, su predominio y proporcin, deben concebirse como pendientes reactivas: como tendencias que configuran un potencial. Este potencial, sus ligaduras, no tienen libertad suficiente como para evolucionar de cualquier manera, y un cambio demasiado brusco conducira necesariamente a la muerte. Por lo tanto, sera ms que deseable conocer las ligaduras y condiciones de ese potencial, o en otras palabras, su economa. 30 La definicin de un potencial de este tipo parece sumamente difcil. Hablamos de un sistema abierto, en el que sus componentes estn ya relacionados con el ambiente desde el comienzo, no slo de hecho, sino en su misma acepcin. Vata no slo es una sensibilidad entre la accin y reaccin, tambin es sensibilidad al ambiente. Por lo tanto, es a la vez sensibilidad interna y externa, y distinguirlas parece una tarea ms propia de otro punto de vista que ste. Rajas y tamas, la fuerza eficaz y la inercia, parecen ms internas al sistema, pero no dejan de estar mediadas siempre por vata, la sensibilidad. Esto, que parece un gran obstculo, es tambin la principal virtud de un sistema o entidad as concebida. Si no fuera por esta ambivalencia, la visin del Ayurveda o del Samkhya no ofrecera nada verdaderamente nuevo a la visin mecanicista habitual, que considera sistemas cerrados por definicin, y alterados por otras perturbaciones igualmente mecnicas. Volvamos de nuevo a la naturaleza del cambio y las fluctuaciones de las gunas o sus doshas asociados. Ya hemos dicho que, para el Samkhya, las gunas se hayan en cualquier parte tanto dentro como fuera y que podemos observarlas si aprendemos a analizar lo que vemos; que no hay en ltima instancia otra cosa conocible. Las tres gunas, estando en equilibrio, son incognoscibles y se reabsorben en la conciencia sin cualidades. Si la existencia de las gunas se basa en su desigualdad, no puede haber por otra parte modificacin o fluctuacin sin el dominio de una de las gunas sobre las otras dos, lo que hace posible que esa modificacin sea reconocible como momento en cuanto tal. Ese dominio reviste la forma de una modificacin del peso o valor de una guna que revierte sobre el peso o valor de las otras dos. Esto admite y exige unas secuencias caractersticas que, ms all de la abstraccin, constituyen la nica forma de causalidad que podemos conocer. Esto es, no hay otra, y cualquier otra aparente forma de causalidad se revelar como mera representacin. La representacin de la causalidad, por tanto, nos aleja de lo causalidad intuible. Estos modos slo son aplicables a los casos reales, no a entidades imaginarias sin trminos de comparacin; hablamos desde el principio de entidades condicionadas, no ideales o cerradas. Una guna o modalidad no puede existir separadamente, de forma que un estado dominado por Sattwa, pongamos por caso, ya incluye la presencia y subordinacin de los otros, tanto para los casos ms estables como para las fluctuaciones propiamente dichas. Lo mismo vale para las otras gunas. Patanjali distingue entre estados diversificados, indivisos o mondicos, slo indicativos, y no indicativos de las gunas. El mismo ego emprico o mutable es un caso indiviso e indivisible en la prctica, por ms que tantos se empeen actualmente en su disolucin terica; el sentido puro del Yo, la existencia como mera atencin, es un estado slo indicativo, Linga-Matra, por lo que el estado no indicativo, Alinga, es

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propiamente lo no manifestado, ms bien que lo inexistente, si queremos ajustar expresiones que no siempre empleamos con mucha propiedad. Esto es, al estado de equilibrio de las gunas, se considere o no un trmino metafsico (en el que entrara toda la fsica reversible conocida), no le es atribuible ni la existencia ni la no-existencia, y lo nico que cabe decir es que no genera indicaciones ni referencias. Los estados o secciones fundamentales de las gunas, sus divisiones en grupos de cinco o seis, tienen una gran importancia si queremos profundizar en este dominio, aunque ahora no nos detendremos en ello.

31 Si el equilibrio de las tres gunas constituye su estado no manifiesto, es porque no hay lugar en ellas para la disolucin, crecimiento o decrecimiento, puesto que carecen de causa material. Si seguimos lo suficiente el crecimiento o decrecimiento manifiesto de las gunas en una entidad o sistema es inevitable comprobar cmo valores que parecen diluirse pueden emerger de su latencia, y viceversa. Pero un valor no puede hundirse en la latencia, en lo relativamente no-manifestado, sin pasar por la modalidad de la Latencia o Retencin, esto es, Tamas, del mismo modo que no puede emerger sin accin o Rajas, ni adquirir cierto equilibrio sin Sattwa. Debe haber una elocuente continuidad entre el contenido de sus valores y la forma de manifestarse. 32 Aun aceptando que las gunas en s mismas ni aumentan ni disminuyen, cualquier accin o predominio de unas sobre otras en una entidad temporal emprica ha de verse en tales trminos para la comprensin de las secuencias y su evolucin. Una secuencia empieza por necesidad en la guna que en ese momento es dominante. Esto ya produce una redundancia que puede desglosarse indiferentemente de varias maneras, puesto que lo que es aumento en una siempre es disminucin correlativa en otra. Podemos desglosar un esquema simplificado en forma condicional: 1 Si Sattwa o la sensibilidad aumenta, ella conlleva una disminucin correlativa de la actividad de Rajas, y nunca su aumento (Esto no parece nada evidente y hay toda clase de experiencias que parecen a primera vista contradecirlo). Tampoco puede producir ni aumento ni disminucin del principio de retentividad o Tamas. 2 Si Sattwa disminuye, ello solo puede ocurrir por un aumento correlativo de Rajas, y nunca por su disminucin. Es por eso que el trmino Rajas es sinnimo de contaminacin o empaamiento. Tamas, como en el caso anterior, no se ve afectada directamente por la modificacin de Sattwa, pero ya el aumento de Rajas opera su disminucin. 3 La disminucin de Rajas tambin corresponde al aumento de Tamas o inercia. As quedan comprendidos los cuatro movimientos directos posibles de Rajas o actividad, y los dos de Sattwa y Tamas. Rajas se encuentra en el lugar intermedio de las tres gunas, y es el nico enlace posible entre los otros dos. Se conserva un orden definido aunque lo que parece inicio de una secuencia puede ser visto desde otra modalidad como consecuencia, y el aumento, como disminucin correspondiente, y viceversa. Nos movemos ya en la circularidad. Nosotros no entraremos en la formalizacin y cuantificacin de un modelo que parece nimio y que en realidad parece poder complicarse de forma indefinida, pudindolo tratar cualquier lgico -que podra hablarnos de funciones conectivas, disyuntivas, etctera- con ms placer y competencia. Nos conformamos con ver que el orden de las gunas a modo de escala o escalera que permite simultneamente la unin por grados y la separacin o exclusin de ciertos movimientos inmediatos. Es decir, se trata de un modelo elemental de mediacin, que en s mismo admite casi infinitas variaciones.

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33 La distincin explcita entre vikriti y prakriti, el estado actual y la deriva de los estados anteriores, es lo nico que podra darnos una referencia de las gunas, su complexin y evolucin. Lo nico, por tanto, que podra hacer este campo digno de un estudio plenamente consistente y cientfico. Dado su carcter irreductiblemente implcito o inherente, no es posible que las gunas o los doshas se muestren como componentes explcitos o exentos; pero sin esta referencia, no parece posible su comprensin y tratamiento rigurosos. Aunque el intrprete del pulso debe realizar esta distincin para tener el mnimo de certidumbre de juicio, no est nada claro que sea capaz de hacerla explcita de ninguna de las maneras. Se dira, ms bien, que se basa en la conjetura y la suposicin, adems de la intuicin, aunque sta pueda llegar a ser sorprendentemente precisa y acertada. Puede basarse, adems de en las propiedades idiosincrsicas del pulso, en el juicio sobre la constitucin de la persona, que tiene ciertos elementos difcilmente variables a lo largo del tiempo. O en el color de la piel, el aspecto de la lengua y otras semiologas. Sin embargo, todo esto no son sino andaderas para delimitar y darle contexto a una fuente de informacin, el propio pulso, que debera ser y de hecho es ms precisa y fiel que cualquier otro ndice a considerar. Puesto que contamos con la gran ventaja de que el pulso ya es una forma elemental de serie temporal, que se debera prestar al anlisis de forma modlica, sera de desear que la referencia del estado pasado o prakriti fuera de un carcter explcito igualmente indudable. Seguramente, si tuviramos toda la serie del pulso de una persona desde el nacimiento hasta su muerte un nmero de latidos del orden de 34 X 109- podramos hacer un estudio bastante comprensivo de su evolucin, su progresivo desequilibrio y el aumento del desorden o entropa; pero esta no es una perspectiva realista, puesto que ni estamos dispuestos a esperar setenta aos ni parece muy factible ni deseable monitorizar a una persona de