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CARTAS A LOS AMIGOS: 400 AÑOS “EVANGELIZANDO LA PAZ” DESDE TARIJA (Experiencias franciscanas en el sudeste de Bolivia) Fray Lorenzo Calzavarini ofm 1

IV CENTENARIO DE FUNDACIÓN DEL CONVENTO · Web view(Experiencias franciscanas en el sudeste de Bolivia) Fray Lorenzo Calzavarini ofm CONVENTO SAN FRANCISCO, TARIJA 2006-2007 INDICE

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CARTAS A LOS AMIGOS:

400 AÑOS “EVANGELIZANDO LA PAZ” DESDE TARIJA

(Experiencias franciscanas en el sudeste de Bolivia)

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

CONVENTO SAN FRANCISCO, TARIJA2006-2007

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INDICE

Referencia: Paz y Bien desde Tarija (Bolivia), (3 de abril 2006)4

Referencia: La tristeza de los tiempos hace variar el programa de festejos de abertura del IV Centenario, (4 de abril 2006) 6

Referencia: El día 11 se inaugura el año del IV Centenario y reconocimiento al Centro Eclesial de Documentación; el día 17, inauguración de los trabajos del Centro Eclesial de Documentación, (19 de abril 2006) 9

Referencia: Festival de música en el convento y medalla “Moto Méndez” de la Prefectura a los Franciscanos de Tarija, (2 de mayo 2006) 12

Referencia: Herencias culturales de siglos y nuevos retos académicos (15 de mayo 2006)

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Referencia: Revivir el comienzo: el 10 de marzo de 1606, la ciudad pedía la presencia de un convento franciscano; el 4 de mayo, día de la Ascensión del Señor, se firmó un listado de bienhechores con respectivas donaciones para la construcción conventual; el 18 del mismo mes, se iniciaron los trabajos. El día 16 de mayo 2006, los amigos del convento San Francisco de Tarija otorgaron una placa de reconocimiento. Fue descubierta por el P. Quirino Sampoli, (16 de mayo 2006)

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Referencia: Lectura del documento de las donaciones (4 de mayo 1606) en el “Salón Rojo” de la Prefectura. El Prefecto, Dr. Mario Cossío insistió en la solidaridad entre “indios, frailes y carais” (indígenas, frailes y blancos) para una Patria sin divisiones. La noche fue fiesta de cantos y luces, (17 de mayo 2006)

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Referencia: Día 18 aniversario: Santa Misa, inciensos cantos litúrgicos y reconocimientos del Parlamento boliviano y de la Prefectura, (18 de mayo 2006)

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Referencia: La “memoria histórica” escrita en bronce, (22 de mayo 2006) 25

Referencia: Recuerdos y vida cotidiana, (22 de julio 2006) 29

Referencia: Reunión de Escritores de la Academia Boliviana de Historia Eclesiástica y III Simposio de Archivos y Bibliotecas Franciscanas en América Latina, (4 de septiembre 2006)

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Referencia: Valores postales en homenaje al IV Centenario, (28 de octubre 2006)

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Referencia: Tristezas en el altiplano y logros del Centro Eclesial de Documentación. En la tierra de la memoria que es el Chaco, (30 de noviembre 2006)

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Referencia: Fiestas navideñas y tiempos de incertidumbres socio-culturales y políticas, (31 de diciembre 2006)

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Referencia: Guerra en Cochabamba y Muestra Artística de Mimmo Roselli en el Centro Eclesial de Documentación, (30 de enero 2007) 40

Referencia: Presentación de la edición en Tarija, alegría y pérdida de un gran amigo: P. Fiorenzo Locatelli, Ministro Provincial de Toscana, (19 de febrero 2007)

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Referencia: Fiesta y alegría en el convento, (30 de marzo 2007) 44

Referencia: Sorpresa del 15 de abril y presentación de la edición en La Paz, (30 de abril 2007)

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Referencia: Memoria mágica del altiplano de los Andes, muerte de tío Amelio, el Cardenal Julio Terrazas entre nosotros, (8 de mayo 2007) 48

Referencia: Otra noticia de muerte y exposición del artista Gonzalo Ribero, (22 de mayo 2007)

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Referencia: Un año de gracia que se cierra para abrirse a otra época, (31 de mayo 2007)

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Paz y Bien desde Tarija (Bolivia)

Estimados amigos,

Generalmente no se acostumbra leer cartas en una página WEB. Despertará su interés sobre todo teniendo en cuenta el lugar de donde provienen. Las enviamos desde Tarija, una ciudad situada al sur de Bolivia. El propósito de la comunidad franciscana es el de comunicarse con tantos rostros, conocidos y no conocidos, que se consideran “amigos” de los misioneros y, por tanto, también ellos misioneros. Las sendas de esta amistad hacen referencia al deseo de conocer las vías de propagación del Reino de Dios y al propósito de establecer contactos de solidaridad con cuantos se mueven en las fronteras con respecto al centro, que es el entorno de vuestra vida. El Concilio Vaticano II nos ha enseñado que la Iglesia es misionera por su propia naturaleza, por lo que, venciendo la dificultad de las distancias de los siglos pasados, hemos evolucionado de los “misioneros” a la “comunidad inter-eclesial”. Toda la vida sacramental nos ofrece esta posibilidad.

Las alternativas de la vida cristiana se diferencian solamente en la realización del mandato de “vayan y prediquen a todo el mundo”, por el que algunos cristianos han optado por asumir ese ministerio como dimensión real de su propia vida. Por esta razón en la Iglesia universal no existen separaciones ni alejamientos sino una complementariedad de intentos y realizaciones. Por tanto, podemos concluir que son amigos de los misioneros quienes viven esa complementariedad que no se centra en el misionero, sino en la solidaridad que, a través de él, se establece con otras porciones de la Iglesia, florecidas en el mundo. Benefactor resulta ser, pues, el que “hace el bien” en función de las necesidades de los demás, con motivaciones de fe o quizá también por un concepto de “bien común” planetario.

La invitación a participar de las celebraciones del IV Centenario del Convento de San Francisco de Tarija va mucho más allá del hecho de compartir una feliz circunstancia, que ha alcanzado la etapa de poder contar su propia historia. Cada Iglesia tiene su historia, pero aplicar ésta a un convento significa que ha vivido una historia más amplia que sus límites materiales. Se trata de un “punto” que en la inmensidad del universo cristiano fue un espacio de comunión con un mundo distante y otro mundo cercano, pero desconocido. Solamente desde este punto de vista podemos hablar de “festejos” de un pasado de cuatro siglos; contemplamos los testimonios que deben constituirse en inspiración y compromiso por un nuevo futuro.

Nos comprometemos a tenerles informados acerca de los hechos que vamos a celebrar. La programación ha sido elaborada según los diversos hechos históricos, pero estamos seguros de que les gustará conocer el impacto que ellos provocarán en nosotros, eslabón de una secuencia de siglos que se inició en Tarija en 1606. Éstos son nuestros nombres: Fray

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Quirino Sampoli, que está en Bolivia desde 1947; Fray Angelo Donati, desde 1973; Fray Deodato di Jerónimo, desde 1966; Fray Lorenzo Calzavarini, desde 1973; Fray Luis Papi, desde 1956; Fray José Uriburu (con 76 años de edad), de la ciudad de Potosí; y Fray Renato Jiménez (de 44 años), de la ciudad de Mizque. Como ven ustedes, nuestros orígenes son italianos y bolivianos. Nos hemos dado la licencia de hacerles conocer los nombres de nuestra comunidad porque estamos seguros que no hay ninguna memoria sin una presencia suya en la actualidad. Los festejos no se circunscribirán solamente al convento sino también a la ciudad de Tarija, los territorios del Chaco y a todo el sudeste de Bolivia. Ante ustedes, lectores, se abre un nuevo circuito más amplio, el mundo franciscano. Son los caminos de “Paz y Bien”: iguales y diferentes según los destinatarios que los escuchaban. Saludos.

Tarija, 3 de abril de 2006.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: La tristeza de los tiempos hace variar el programa de festejos de apertura del IV Centenario.

Estimados amigos,

No se sorprendan que esta carta les llegue inmediatamente después de la del 3 de abril. La razón se halla en la tristeza de los tiempos que estamos viviendo. Hoy, 4 de abril, estaba programada la inauguración del año del IV Centenario con la presencia del señor Prefecto y otras autoridades provinciales y de la ciudad. El punto central del evento debía ser el reconocimiento al “Centro Eclesial de Documentación” (CED) que es un fruto importante del Centenario. Los trabajos conventuales de los últimos cuatro años fueron realizados para hacer más funcionales los ambientes en los que se desarrolla la vida interna de nuestra casa. Con seguridad, en un futuro próximo les hemos de explicar las vicisitudes de principios del novecientos que han obligado a los franciscanos a asumir los inconvenientes de decisiones ajenas. Ahora el convento ya no brilla por su antiguo revestimiento; sin embargo, los escasos vestigios que quedan se han mantenido en las reestructuraciones posteriores. La sucesión de las intervenciones, con etapas bastante largas entre sí, han sido concluidas con definiciones satisfactorias. El resultado es que, luego de tantos esfuerzos, nuestro convento ha conservado sus líneas simples y bellas en sus colores de pobreza, silencio y laboriosidad.

La creación del Centro Eclesial de Documentación (CED) es el fruto de la voluntad que ha guiado los trabajos. El proyecto era la transformación de la herencia histórica, científica, cultural y artística de la presencia franciscana en espacios de conocimiento para toda la ciudad de Tarija. Más propiamente no se trata de una transformación sino más bien de ampliar la que nuestros antepasados definieron como Totius conventi máxima oficina (la biblioteca: el ambiente más importante de todo el convento). La lógica de la arquitectura conventual refleja también esta dimensión de trabajo. El verdadero cambio consiste en haber concebido una dimensión de biblioteca grande y diversificada según las diferentes actividades del espíritu, que tienen su propia especificidad en el museo, el archivo y la exposición arqueológica; todo ello en comunicación directa con la ciudad: una puerta que da hacia la calle, los teléfonos, instrumentos de trabajo y ambientes para la investigación, conforman un completo circuito tanto para los visitantes, turistas interesados y para la gente estudiosa.

Encontrarán allí “cosas” que tienen un valor en sí mismas porque transmiten significados diversos.

Se empieza por la sección de arqueología boliviana (que lleva el nombre de “P. Anselmo Andreotti”, porque fue él quien la organizó pieza por pieza), que nos muestra manufacturas, que hacen referencia a las necesidades y a los deseos de la

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gente, con trayectorias nacidas en la selva amazónica y en el altiplano. La diversidad de las formas y colores induce a reflexionar sobre tantas habilidades manuales, pero referidas a una única forma de “sentir” la necesidad de cultivar una dimensión de belleza.

Se prosigue con la pinacoteca de arte colonial, que es la conjunción entre un “antes” y un “después” histórico de América Latina. Las imágenes en sí expresan estéticamente formas excelentes, pero su sentido profundo es que los dos tiempos, desconocidos entre sí, han encontrado, aunque en una prefiguración compleja, un resultado de destino común. El “antes” no queda “excluido”, aunque sea tratado como una especie de marco o de coreografía de acción.

Se llega a la Pinacoteca de arte religioso moderno que, sin imágenes de “misterios de Fe”, proyecta la vida en su cotidianidad, donde se mueven cuerpos deshechos, deseos ligados a cosas, signos de tierra y de cielo que no alcanzan niveles para ser símbolos comunes. Los cuadros traducen experiencias aisladas que van desde la invocación al grito sumergido para recibir y redimir un poco de sufrimiento propio y ajeno.

Una vez que se ingresa a la inmensidad de las bibliotecas (son tres), la reacción psicológica es de sorpresa ante un mundo basado en el ansia de querer conocer. La cantidad de libros expresa la precariedad de tantos de nuestros saberes, pero también la dignidad de los esfuerzos que tratan de dilucidarlos.

Pasando al archivo percibimos que el todo se destaca por el esfuerzo que significa lo escrito a mano. Como un movimiento reflejo surge el deseo de contar esos papeles y el tiempo que pudo suponer todo ese trabajo. Documentar fue, sin lugar a dudas, una forma de defensa, más aún tratándose de transmitir hechos y vidas desconocidos.

Luego se pasa por la residencia de los padres (claustro central), que no constituye parte de lo museológico y con seguridad queda lejos de los intereses comunes a la mayoría de la gente. La misma arquitectura no corresponde a una casa corriente sino de religiosos que, para ser tales, han asumido la modalidad de vida en común, donde lo privado sólo incluye la dimensión de la celda, que sirve tanto para el estudio como para el reposo.

La iglesia es la interpretación conclusiva del ideal de la vida conventual, que es un conjunto de diferentes ambientes. Es el punto donde se establecen preponderantemente acciones mutuas entre sacerdotes y fieles. Por esta razón es un espacio sagrado.

El conjunto de bibliotecas, pinacotecas y arqueología expresa un mensaje franciscano, vivido “dentro” y ahora expandido hacia la ciudad. Su característica permanece siempre como “documento” que debe ser descifrado en el silencio, la paciencia y el deseo de saber. La ciudad de Tarija ha percibido la importancia de esta nueva dinámica de vida que nació en una de sus calles. Y en ella ha querido iniciar este año del IV Centenario con la donación de una placa conmemorativa de la Prefectura. Pero la convulsión de los tiempos que vive actualmente Bolivia ha relegado a las autoridades en los territorios del Chaco. En Villamontes los caminos fueron interrumpidos por grupos de gente que pretenden la división de los territorios del sur de Bolivia. Así no se puede resolver la ruptura de los gasoductos que proveen de gas a la ciudad. Por tanto, hemos quedado sin energía eléctrica y con riesgo de no tener tampoco combustible en los domicilios. A esto se añadió la huelga nacional de los

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medios de transporte público, impidiendo la libre circulación y motivando que tengamos que permanecer encerrados en nuestras casas.

Se percibe ya la presencia de un inminente conflicto que significa un desengaño respecto al gobierno actual, pero quizás algo más profundo, que es la desazón de no poder imaginar un futuro diferente. A boca de jarro se puede pensar que se trata de una propuesta política incoherente o, más aún, en un universo de autoridades civiles que no son capaces de dar una respuesta a las necesidades de la mayoría de los ciudadanos. El Presidente Evo Morales Ayma ha ganado las elecciones generales con voto definido de “pueblos originarios (indios)” y de “pobres”, logrando el 54% de la población (y antes ¿cómo votaba?). La antinomia es que a nivel de entidades locales, las preferencias políticas se enrevesaron a favor de los representantes que no son del mismo partido. Ahora, el refuerzo es esconder esa realidad de baja altura, dando énfasis a parlantes y haciendo flamear la bandera de un Estado alternativo, que tiene un regusto “socialista”. El temor es precisamente esa racionalidad artificial de las decisiones con la que se pretende confeccionar un abrigo cuyas medidas no corresponden al cuerpo. La justicia no se construye bajo esquemas prefabricados, donde la incertidumbre se trasmuta inmediatamente en desconfianza.

El problema del Chaco se encamina hacia peligrosas iniciativas “separatistas” de su conjunto territorial y administrativo tradicional. La suya es la melodía de un pájaro, apoyado sobre una rama, que infiere ser ya árbol (sin saber si vive en un bosque o en un desierto). Para hacer coro, su canto debe antes unirse a otras voces bolivianas que emiten armonías de “memoria histórica” y de “entidad cultural” (desentonadas en el embudo de aguas y selvas entre Villamontes y Yacuiba) y no sólo de fuentes de gas…, que podrían resultar tóxicas. Saludos.

Tarija, 4 de abril de 2006.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: El día 11 se inaugura el año del IV Centenario y reconocimiento al Centro Eclesial de Documentación; el día 17, inauguración de los trabajos del Centro Eclesial de Documentación.

Estimados amigos,

Es noche profunda. El día 18 se fue hace pocos minutos, y el silencio envuelve todo el convento. También los ruidos de la ciudad se han acallado y es placentero pensar en ustedes. No quiero posponer la presente para mañana. Por otros contratiempos, que pudiesen sobrevenir, tengo el temor de no ser un fiel cronista. Fue suspendida la “apertura” del 4 de abril por las circunstancias que he señalado en la carta del mismo día (también aquélla fue nocturna). La reprogramación se hace difícil por no poder combinar la secuencia de los acontecimientos históricos. Sólo mirando la oscuridad, dibujada en las ventanas de mi estudio, recupero la justa lectura de las vicisitudes humanas, que siempre se mueven entre sueño y realidad. Pero, pactando con esta última (¡sonríen los vidrios!), siempre se encuentran maravillas.

Vuelvo a los hechos que hemos vivido del 11 al 17 de abril. Les aviso que, escribiendo en tiempos discontinuos, puedo usar sin distinción conceptual los términos de “apertura” y de “inauguración”. Su connotación más precisa resaltará del contexto. El 11 de abril se realizó la inauguración del nuevo Centro Eclesial de Documentación. Una vez concluidos los trabajos se puede decir que el conjunto es funcional. Organiza perfectamente el circuito cultural: Ex procuraduría de las misiones, donde se muestran elementos y espacios de una jornada conventual y de las misiones, la tipografía (artes gráficas con exposición de una imprenta de 1907 y diferentes máquinas de escribir), la ex enfermería con pinacoteca de cuadros de la época colonial, la pinacoteca de arte religioso moderno con cuadros de artistas bolivianos y de Florencia, las tres bibliotecas y, finalmente, el archivo. Creo que esta obra constituye la iniciativa más importante del IV Centenario. El Centro Eclesial de Documentación es la puerta directa entre el convento y la ciudad de Tarija. Se dice que los frailes están mostrando ahora sus riquezas consistentes en libros, obras religiosas y viejos mapas. Es el comentario más bello que ha recibido la pobreza, la dedicación al estudio, la vida entre poblaciones diversas y la dimensión litúrgica. Todo él presenta austeros corredores y habitaciones donde transcurrían su vida nuestros predecesores. Donde las líneas no son armónicas, se testimonia las preocupaciones por nuevas obras como el seminario y la parroquia. Todo habla de una vida laboriosa sumergida en el esfuerzo de diferentes iniciativas para ofrecer al hombre moderno un espacio de paz y de reflexión.

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A las 09:00 horas, llegó el señor Prefecto del Departamento (correlativo de “Región” en Italia) con otras autoridades y el Sr. Obispo de la Diócesis, Mons. Javier del Río. El momento era de fiesta. El Centro Eclesial de Documentación relucía en todos los ambientes. El encontrarnos en uno de ellos sumaba las impresiones positivas de los otros por lo cual explosionaban al unísono las maravillas. Estaban presentes muchos rostros conocidos y desconocidos, sin embargo, la alegría era de todos. Después del canto del himno nacional, tomó la palabra el P. Angelo Donati, nuestro guardián, que nombró los grandes capítulos de la presencia franciscana en Tarija. Luego, las palabras del P. Lorenzo Calzavarini, que explicó historias de albañiles, carpinteros, vidrieros, restauradores y artistas, que tuvieron su conclusión en el agradecimiento al arquitecto, don José Granda. La conmoción de los presentes explosionó cuando el P. Lorenzo puso en sus manos una placa plateada, que reconocía en él al artífice de tantas bellezas. Don José es persona muy amable pero no de fácil condescendencia. El gesto y la presión psicológica colectiva lo conmovieron. El Señor Prefecto, Don Mario Cossio Cortez quiso concluir las varias intervenciones, pero los recuerdos personales lo impulsaron hacia la descripción de frailes y amistades antiguas, que lo llevaron directamente al descubrimiento de la placa de bronce, rodeada con la bandera tarijeña en la entrada del Centro Eclesial de Documentación. Sus colores de blanco y rojo bailaron en el aire, sostenidos por las manos del Prefecto, P. Angelo y Mons. Javier del Río.

Silenciosa e incontenible ha sido la conmoción de nuestro obispo. Fue consagrado hace un mes y seguramente las sorpresas de estos días lo han introducido en los amplios espacios del apostolado antiguo. La diócesis fue instituida en 1924. Desde 1606 el trabajo parroquial y misionero fue realizado primero por los franciscanos, jesuitas, dominicos y agustinos. Desde 1755 los franciscanos, con la creación del Colegio de Propagación de la Fe, se dedicaron sobre todo al trabajo misionero entre las poblaciones guaraníes del Chaco. Desde 1825 quedaron solos en el campo de trabajo, cuyo ambiente se hizo muy malo por los movimientos masónicos y antieclesiales. Las dificultades no los desanimaron; al contrario, se empeñaron con mayor fervor en la predicación, obras de caridad y apostolado de la prensa. Por la escasez de clero en las zonas centrales, se dedicaron a las parroquias. Podemos afirmar que la demarcación de la diócesis se hizo en base a sus pasos. Antes, en 1919, se creó en el territorio, más propiamente misionero, el Vicariato de Cuevo-Camiri. Sobre el modelo de la antigua presencia franciscana de otros Colegios de la Propagación de la Fe sostenidos por franciscanos, fueron constituidas siete iglesias locales (Diócesis y Vicariatos apostólicos), que cubren todo el sector sur y nororiental de Bolivia. La dedicación de la Orden Franciscana fue enorme por su entrega a las realidades básicas del anuncio del Evangelio.

Teniendo en cuenta las grandes distancias y otras dificultades de comunicación, los Vicariatos fueron confiados a diferentes provincias franciscanas por lo que, al ser creada la Vicaría Franciscana (1984), las provincias interesadas eran 11. De la Vicaría se pasó luego a la Provincia. En la actualidad ésta consta de 180 frailes esparcidos en las diferentes regiones de Bolivia. Las nuevas generaciones son casi exclusivamente de origen boliviano. Las dificultades de consenso que se preveían entre los frailes bolivianos y extranjeros no se dieron. Con el tiempo, a no dudar, todas las direcciones y actividades serán asumidas por ellos. A fin de identificar bases para el futuro son necesarias también actividades como las del Centro Eclesial de Documentación, que infunde respeto frente al pasado y rejuvenece las

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fuentes de nuestros predecesores. En esta perspectiva, todos los conventos, ex Colegios de Propagación de la Fe de Bolivia, se han preocupado por recuperar los testimonios de su pasado reestructurando ambientes y salvando obras de arte y bibliotecas. Esto aconteció también respecto a Tarija con la labor del P. Gerardo Maldini. Es el primer paso y esperamos que pronto se llegue al otro, de propuesta religiosa y cultural.

Las circunstancias más desconcertantes, pero siempre con éxito felicísimo, sobrevinieron el día 17, que era de “inauguración” del Centro Eclesial de Documentación, inmerso en el complejo conventual. En lugar del Presidente Señor Evo Morales Ayma, presenciaron el acontecimiento el Prefecto, el Alcalde de la ciudad de Tarija y el Presidente del Congreso Nacional. La participación de la gente fue plena. Lo reducido de los espacios no permitió que fuera mayor. Vinieron también campesinos de Tolomosa Grande. En ellos me inspiré para pronunciar las pocas palabras de presentación del evento oficialmente programado, entre otras actividades previstas para la visita del Presidente de la República a Tarija con motivo de la “fiesta cívica del 15 de abril” (que conmemora la victoria de La Tablada en 1817 contra las tropas españolas) postergada para el 17 puesto que el 15 era Sábado Santo.

La confusión fue mayúscula en todos los horarios y circunstancias (sin preaviso el Presidente no participó en el almuerzo que le ofrecía la ciudad). La hora para la inauguración de los trabajos del CED estaba fijada para las 15:30. La policía llamó a la puerta del convento a las 14:00 anunciando que el Presidente estaba por llegar. Prometió regresar. Las informaciones eran que sí, luego que no, de modo que tuvimos que esperarlo hasta las 5 de la tarde. En lugar suyo vinieron el Prefecto, el Alcalde y otras autoridades, entre ellas el Presidente del Parlamento Boliviano. Sin mayor protocolo, el acto resultó solemne y muy simpático. Los discursos fueron siempre de profundo respeto para el convento franciscano. Se concluyó con una copa de vino, galletas y muchas sonrisas de todos los presentes. Los diarios y canales de televisión mostraron su irritación contra el señor Presidente y su admiración para las autoridades locales y el Centro Eclesial de Documentación. Saludos afectuosos.

Tarija, 19 de abril de 2006.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606 – 2006.

Referencia: Festival de música en el convento y medalla “Moto Méndez” de la Prefectura a los Franciscanos de Tarija.

Estimados amigos,

Las pocas semanas de silencio con ustedes no han sido ociosas; al contrario, continuaron las expresiones de afecto para el convento de San Francisco de parte de las instituciones de la ciudad y de la región. Una más entre muchas. En Tarija existe la bella tradición, organizada por la Casa de la Cultura, de dedicar el mes de abril íntegro a actividades artísticas. Lo hemos pasado realmente bien entre conciertos, teatro y exposiciones de pintura. Este año, con ocasión del IV Centenario, fueron realizados tres conciertos en nuestra basílica menor de San Francisco. Fue un excelente aporte para dar a la fiesta contornos musicales. Por otra parte, el acontecimiento no fue de pura casualidad sino un explícito reconocimiento a una parte de la historia misionera franciscana. Todos los pueblos del Chaco han tenido su banda de música. Fue así que las melodías tradicionales de los guaraníes, ejecutadas por sus hijos, comenzaron a guiar sus pasos en las procesiones y a dar un sentido nuevo a los antiguos sentimientos y estilos de vida.

Los conciertos de “Abril en Tarija” fueron tres: las noches del 9, del 16 y 20. El primero fue ofrecido por la orquesta de la ciudad. Se trata de un grupo que se formó hace diez años. Ejecutaron piezas de Vivaldi, con muy buena calidad. Lo que más atrajo mi atención fueron los arreglos de melodías populares para orquesta. El trabajo pertenece al músico Fernando Arduz Ruiz. Hablar de la música de Tarija es vivir siempre la alegría de la fiesta. Se siente que son melodías que se deslizan entre los pasos de las danzas. Se trata, por tanto, de ritmos que se expresan con los movimientos del cuerpo. Y otra sorpresa para ustedes: los bailes de aquí son siempre de grupo. Si no, se va a los solos cantados en pareja (contrapuntos) como propuestas y respuestas de insinuaciones amorosas entre hombre y mujer.

El segundo concierto correspondió al Coro de Niños “Ars Nova”. Un grupo de quince muchachas entre los 14 y los 18 años que vinieron desde Salta (Argentina). Es impresionante el currículum de sus presentaciones musicales en Canadá, China, Ciudad del Vaticano y Bolzano (Italia). Se acompañaban con un tamborcito como único instrumento, cuya presencia es general en todas las culturas. Las voces iban de los solos para componer una música de sociedad. Fue increíble la interpretación de la canción entre los bosques nevados de Canadá, que imitaba el aullido de los lobos, el movimiento de las hojas de los árboles y la invocación de los hombres. Fuimos de sorpresa en sorpresa también por la armonización. El final fue un retorno a tierras argentinas.

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El tercer concierto fue del quinteto de viento de la “Fundación Cultural de la Patagonia”. Cinco profesores de conservatorios de música argentinos que se juntaron para hacernos gustar ejecuciones difíciles y novedosas. Fue sorprendente la modernidad de los arreglos de músicas populares argentinas y latinoamericanas que los presentes conocían. La música es siempre una evocación de la “memoria”, con la ventaja que se la puede identificar con el ritmo del tiempo y del espacio.

El 2 de mayo, nos reunimos nuevamente en el Centro Eclesial de Documentación, con la presencia del señor Prefecto del Departamento de Tarija. La gente llegaba con la sonrisa en los labios. Eran los amigos del convento y sabían por qué querían estar juntos. Fue una intuición del P. Lorenzo hacer resaltar un contorno pedagógico con el ingreso en el salón de un grupo de alumnos del Colegio “Tercera Orden”, de propiedad del Convento San Francisco. Lo antiguo y lo nuevo se juntaron y los escolares vivieron una página de sus libros de historia. En efecto, la reunión fue motivada por la otorgación de la medalla al mérito “Moto Méndez”, concedida al Convento por la Prefectura. El P. Angelo Donati, nuestro superior, estaba algo sorprendido; apenas llegado se encontró con cuatrocientos años de historia sobre las espaldas. El ambiente afectuoso que lo rodeaba lo mantuvo en sintonía con los sentimientos de todos. Afectuosos saludos.

Tarija, 2 de mayo de 2006.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO SAN FRANCISCO, TARIJA 1606 – 2006.

Referencia: Herencias culturales de siglos y nuevos retos académicos.

Queridos amigos,

La cercanía del 18 de mayo, día del aniversario del IV Centenario, hace que el Centro Eclesial de Documentación sea un lugar en el que se observa un constante ir y venir de gente de la Prefectura, del Municipio y nuestra. Todo se reviste con expresiones de benevolencia para con los franciscanos. Pero se manifiesta también otro componente: el querer enmarcar la situación en función de los cuatrocientos años. Por su parte, la Prefectura ha otorgado al convento una apreciable suma de dinero y todos los gastos deberán ser registrados de tal manera que al final puedan ser objeto de una rendición de cuentas. Desde hace días los asistentes del CED han estado ocupados en la preparación de los eventos con entrevistas a la prensa, televisión y organizar definitivamente el museo. También en esto se portaron muy fecundos en imaginación. Aumentaron una sala para exposición y organizaron otra, aunque diferente a mis gustos. Parece que también la estética necesita espacios democráticos. Reconozco que mi formación clásica no está dispuesta a ceder frente a ciertas innovaciones de los jóvenes. En su actitud veo colores de propaganda que, aplicados a un concepto de invitación para ingresar al museo, finalmente justifico.

En cuanto al CED lo que más admiro es la secuencia expositiva de los cuadros y de todas las piezas en general. Favorecen un andar reflexivo. El más bello comentario lo escuché de mi amigo el P. Leonardo Niebler, sacerdote alemán, misionero que trabaja en Bolivia desde hace 40 años. Me dijo que le hubiera gustado encerrarse en el museo para hacer ejercicios espirituales y disponer al mismo tiempo de una habitación para dormir. Esta frase debe ser entendida en el sentido de que una parte del museo se prolonga por los antiguos corredores y celdas conventuales de la ex procuraduría de las misiones y de la enfermería. Por tanto, muchos cuadros y cosas han vuelto a ocupar su primitivo lugar, dándoles así un sabor de convento. Además, el arte pictórico de la Colonia tiene siempre carácter religioso, por lo que a un sacerdote le resulta más fácil reconocer en él las grandes tradiciones de fe de la Iglesia de Bolivia. Pero el P. Leonardo aún no ha visto todo, como el catecismo en verso del P. Antonio Comajuncosa. Es un documento de 1803 usado ya por los frailes de Tarija desde 1780. Se dice que en 1904 una niña logró recitarlo completo, por lo que ganó un premio.

Volviendo nuevamente al ajetreo que acabo de mencionar, pueden ustedes imaginar los timbrazos de los teléfonos. Haciendo recuentos y memoria post factum, entre esas llamadas tres venían de La Paz, del Dr. Jorge Siles Salinas, que pedía mi currículum vitae oficial. Pedí a Diego Oliva, el joven que me ayuda en la correspondencia, que se lo enviara por correo electrónico; pronto, por carta, llegó el aviso que lo había recibido. El membrete era de la Academia Boliviana de Historia. A los pocos días, otra carta más formal, por la que el Dr. Jorge Siles Salinas me comunicaba que se había presentado la propuesta de incluir mi

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nombre entre los miembros de la Academia. El 9 de mayo, ya al finalizar la tarde, mediante una llamada telefónica me hacía conocer la invitación de la Academia Boliviana de Historia para formar parte de ella. Se me comunicaba que estaban enviando una carta. En cuanto llegó a mis manos, respondí afirmativamente; por supuesto, mostrando mi reconocimiento.

Confieso que acepté con cierto “orgullo”, no tanto por mi persona sino por mis antiguos estudiantes (soy un jubilado universitario de Bolivia) que siempre me han demostrado mucho afecto, por los franciscanos en Bolivia y por el Centro Eclesial de Documentación. Para el mes de julio está prevista mi conferencia magistral en la sede de la Academia en La Paz. Prepararé una tipología de las misiones (reducciones) franciscanas en el Chaco, que comenzaron en 1758 y concluyeron en 1919. Tanta historia que ha enriquecido la mayor parte de la historia de cuatrocientos años del Convento de San Francisco en Tarija, que fue su promotor y defensor. Saludos.

Tarija, 15 de mayo de 2006.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO SAN FRANCISCO, TARIJA 1606 – 2006.

Referencia: Revivir el comienzo: el 10 de marzo de 1606, la ciudad pedía la presencia de un convento franciscano; el 4 de mayo, día de la Ascensión del Señor, se firmó un listado de bienhechores con respectivas donaciones para la construcción conventual; el 18 del mismo mes, se iniciaron los trabajos.El día 16 de mayo 2006, los amigos del convento San Francisco de Tarija otorgaron una placa de reconocimiento a los franciscanos. Fue descubierta por el P. Quirino Sampoli.

Queridos amigos,

Ya les informé que el 18 de mayo es el día aniversario del IV Centenario de Fundación del Convento de San Francisco. Para preparar el acontecimiento el Centro Eclesial de Documentación ha trabajado desde 1994 con un trío bien integrado de frailes: P. Lorenzo Calzavarini, P. Gerardo Maldini y P. Pedro de Anasagasti. Los dos últimos ya pasaron a mejor vida y que el Señor los recompense de sus fatigas. Ahora nos movemos en sus cercanías temporales. El 16, llegaron los primeros Hermanos que no tenían posibilidades de transporte aéreo. Su temprana llegada se justifica también por la huelga de autobuses y por los posibles bloqueos de carreteras. La prudencia nunca es demasiada si también a veces insuficiente. Los frailes de Potosí, llegados a las faldas de Sama (la cordillera montañosa que logra los 3.000 metros de altitud) quedaron bloqueados. A las 12:30 de la noche partimos del convento para auxiliarlos, quizás con un posible trasbordo de vehículos. Pero nada de esto fue necesario porque las víctimas entraron al convento antes que los socorristas. Habían arribado al lugar del bloqueo a las 11, después de ocho horas de jeep y, para suerte suya, a las 12 de la noche se había suspendido el bloqueo por un cuarto de hora.

Los bloqueadores eran los comerciantes de ropa usada. Una triste imagen de nuestra Bolivia, que está enfrentando problemas imprevisibles. El gobierno quiere imponerles un impuesto por concepto de importación, que ellos rechazan. Por el hecho de que se trata de personas a su vez “utilizadas”, no creo que el gobierno tenga que actuar con mano de hierro. En realidad, transmito el sentimiento que puedo leer en el rostro de Mons. Bernardino Rivera (que también estaba entre los bloqueados), persona muy sensata y simpática, aunque de pocas palabras. Siendo él originario de Potosí, comenzó su vida franciscana en Tarija. Llegó con una carga de vino que él fabrica personalmente a 4.000 metros de altura. La bella sorpresa resultará más sabrosa en el almuerzo de mañana. Su vino tiene renombre entre los frailes entendidos en la materia.

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En el convento han proseguido los preparativos. Fr. José Uriburu organizó el refectorio (comedor) según la usanza tradicional, las mesas colocadas en forma paralela dejando espacios libres al centro. Sentí algo de nostalgia del pasado, pero la nueva disposición era necesaria dada la cantidad de frailes que habían de estar presentes. Los comentarios de los Hermanos eran muy favorables, pero las voces más insistentes estaban dirigidas hacia mi persona, porque el diario “El País” había dado la noticia de mi nombramiento como miembro de número de la Academia Boliviana de Historia. La información había sido de la misma Prefectura, que se sentía honrada por contar con uno de sus conciudadanos en una situación académica semejante.

Pero esa tarde se dio otro hecho. Los amigos del Convento, por puro sentimiento de gratitud, quisieron dejar una señal tangible de su afecto. En el Centro Eclesial de Documentación se añadió otra placa recordatoria de los cuatrocientos años. Los discursos resultaron todos simpáticos porque ya estaban fuera del control social de la prensa y de las autoridades. Usaron de la palabra el Dr. Mario Calabi, el Ing. Mario Valverde, el P. Angelo Donati y el Obispo Mons. Antonio Reimann, del Vicariato de Ñuflo de Chávez. Debemos reconocer que nosotros somos ciudadanos urbanizados que vivimos en una concentración de privilegios y comodidades. No sucede lo mismo con los ciudadanos que viven esparcidos en el área rural, donde se percibe una mínima, casi imperceptible, presencia del Estado. Es algo parecido a cuanto sucedía hace cuatrocientos años, cuando la Iglesia tenía que asumir la solución de muchas necesidades de orden social. Otra característica es que los pueblos originarios tienen consistencia sobre todo en aquellos espacios de los que se habla mucho, se les usa mucho pero se los asiste poco. Mons. Antonio presentó el mensaje franciscano de Paz y Bien sin pronunciarlo expresamente. Para él actuar “en el nombre del Señor” significa abrazar al leproso, ponerse al servicio de los pobres y, más aún, de los olvidados. Es una síntesis de lo que significa vivir “al estilo del Santo Evangelio” (San Francisco).

Llegó el momento de descubrir la placa. Los amigos gritaron el nombre del P. Quirino Sampoli e inmediatamente después explotaron los vivas por los cuatrocientos años y los aplausos de respeto por el antiguo misionero. Los amigos del Convento lo aprecian por la exquisitez de su carácter y por su chispeante estilo cuando cuenta tantos episodios de 30 años de vida misionera en el Parapetí, que ocupa la parte norte del Chaco. Sus viajes por el territorio de sus parroquias los realizaba en dos meses; partía de la casa central de San Antonio del Parapetí durante el invierno, que son meses sin lluvia, llevando un caballo para sí, otro para el guía y algún otro de reserva con las frazadas, el altar portátil y una escopeta con sus respectivos cartuchos; en la alforja llevaba medicinas, el breviario y una cámara fotográfica. Hay que tener en cuenta que en su parroquia no solamente se contaba a los “fieles”, sino también a los “infieles” que no conocían el mensaje evangélico, por lo que su pedagogía era la de no ser carga para nadie.

El cielo abierto, con su lejano manto de estrellas, cobijaba muchas veces sus sueños y sus insomnios por los animales salvajes de la zona. Sus enemigos eran los tigres, las víboras, los tábanos y las arañas. El antídoto inmediato contra las picaduras venenosas era un remedio de tradición misionera, preparado con grasa de víboras. Por cierto, la curiosidad de los oyentes

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que escuchaban las narraciones del viejo misionero, no se restringía sólo al conocimiento de esos aspectos de su vida personal, sino que se proyectaba también hacia el descubrimiento de las lejanas dimensiones del inmenso territorio de Bolivia.

Este mismo es el interés que tengo cuando hablo con el P. Quirino. Hace unos días me entregó un mapa de la región por donde hacía sus viajes, elaborado en base a su experiencia. La ocasión surgió del análisis de un mapa de 1916, no exhaustivo, por supuesto, y otro mapa que se encuentra en un libro reciente. Según él, ambos muestran algo desconocido porque ninguno de los autores expresan cómo son las cosas. Hace un año, por mi preocupación de contar con imágenes históricas de esa región, vencida la personal reticencia, me entregó dos fotografías tomadas por él. Las hemos de publicar en los próximos cuatro volúmenes, de los siete programados (de los cuales ya han salido tres), que constituyen una antología de los documentos del archivo conventual. El mapa del P. Quirino es el último documento que ha ingresado al archivo de los cuatrocientos años de vida misionera. De esta manera se ha venido construyendo nuestro archivo en base a narraciones acerca de los avatares entre gente jamás antes vista, costumbres desconocidas, costo de los viajes, caminos hallados con dificultad, sorpresas en los encuentros, que son toda una cronohistoria de Bolivia, cuyo sabor emerge del poder de la palabra escrita de puño y letra. Afectuosos saludos.

Tarija, 17 de mayo de 2006.Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606 – 2006.

Referencia: Lectura del documento de las donaciones (4 de mayo 1606) en el “Salón Rojo” de la Prefectura. El Prefecto, Dr. Mario Cossío insistió en la solidaridad entre “indios, frailes y carais” (indígenas, frailes y blancos) para una Patria sin divisiones. La noche fue fiesta de cantos y luces.

Queridos amigos,

Es difícil hacer una relación de dos días de fiesta, no tanto por las previsibles confusiones (que afortunadamente no se dieron), sino por la intensidad de los gestos, de las acciones y de las palabras. Me resulta imprescindible someterme al lenguaje de la crónica. El 17 llegaron los franciscanos de Cochabamba, Oruro, La Paz; del Chaco sólo Mons. Leonardo Bernacchi y P. Jorge Vargas. El P. Provincial con su cuerpo de Definidores llegó en la tarde por un retraso del vuelo. A las 6 de la tarde estábamos en el edificio de la Prefectura. Lancé una mirada a los nombres de los invitados. Todos estaban presentes y me preocupé por el espacio bastante reducido del “salón rojo”. Vi que estaban ingresando Mons. Leonardo Bernacchi, Obispo del Vicariato de Cuevo-Camiri, Mons. Bernardino Rivera, Obispo emérito de Potosí, Mons. Antonio Reimann, Obispo del Vicariato de Ñuflo de Chávez, el P. Provincial, Fray Martín Sappl, y los frailes a quienes no había visto antes. Ingresaron todos vestidos con el hábito franciscano, pintando de marrón la parte derecha del auditorio. Estaban presentes también los hermanos legos de la Provincia Franciscana de Bolivia, que eligieron las fiestas centenarias de Tarija para su reunión anual. Añadieron una nota simpática a los cuatrocientos años, que asocié con la figura de Fray Francisco del Pilar quien, como hermano lego (enfermero, ecónomo y agricultor) fue el primer fundador de casi todas las misiones (reducciones) del Chaco. Con la llegada del Prefecto quedaron llenas las sillas de la testera. Es una persona muy amable y llena de recuerdos franciscanos.

El acto comenzó con la lectura teatralizada del documento (4 de mayo 1606), que da cuenta de la participación económica de las familias de Tarija para la construcción del convento. La presentaron cinco estudiantes de la Universidad Católica. Inmediatamente pasaron a leer algunos pasajes de la vida del primer Guardián de Tarija. Se trata de un noble que fue caballero pero no persona de bien, que olvidó hasta sus obligaciones de paternidad. Se hizo fraile a los 40 años y en su ordenación sacerdotal en Cusco reconoció entre los ordenandos a uno de sus hijos que era fraile agustino. Su presencia en Tarija fue una bendición. Se decía que tenía poderes milagrosos para alejar desastres agrícolas, como hacer que las nubes descargaran el granizo sobre los cerros pelados de Tarija y no sobre los sembradíos de maíz.

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Los jóvenes vestían ropas de la región de Tarija. A mí me tocó comentar el documento. Insistí sobre el tipo de productos agrícolas que se ofrecían y su destino: alimentos para jornaleros y albañiles, instrumentos de trabajo y ornamentos para la iglesia. Resultó una imagen de sociedad agrícola, basada en la solidaridad de sus miembros, que fue la premisa del desarrollo posterior en el que se insertó la acción franciscana dando la posibilidad de afirmar que sin Tarija no se puede entender la manera de ser franciscanos en estas zonas y el convento para la ciudad y zonas de toda la región, sobre todo para la evangelización de los pueblos originarios del Chaco. Nuevamente una explosión de aplausos. Luego habló el Prefecto que remarcó cómo las solidaridades iniciales condujeron a una patria grande (aplausos). Por último, el P. Provincial expresó sentimientos de agradecimiento por la actitud de la Prefectura. Posteriormente se pasó al descubrimiento de una placa que está expuesta en la entrada del edificio con la siguiente inscripción: “Donde estuvieron los franciscanos de Tarija, allí está Bolivia”. La frase fue acuñada en los tratados de paz entre Bolivia y Paraguay que dieron por concluida la Guerra del Chaco (1932–1935).

No hubo ningún intervalo de tiempo ni de espacio entre esto y las notas de la escuela de música. Comenzaron las “cañas”, instrumento típico de la región, acompañadas por violines. La plaza principal de la ciudad se incorporó a todo el conjunto de la Prefectura y se animó con antorchas que despuntaban sobre el lado oeste. Era una línea que dibujaban las llamas de las antorchas y que alternaban con los claroscuros de la presencia de otras tantas bandas de música. La lógica era que desfilaban los establecimientos escolares acompañados por sus respectivos músicos. Conforme las autoridades y los religiosos iban avanzando en formación, las antorchas se iban trasladando hacia el este. Hasta ese momento no puedo decir de dónde iba apareciendo la gente. El hecho simpático era que los aplausos surgían del centro de la plaza siguiendo el ritmo que iban imponiendo las bandas. Yo me movía con la señora Nancy Aparicio de Handam, responsable de la Dirección de Turismo y Cultura de la Prefectura, una persona exquisita y de espiritualidad franciscana. Junto a ella, la señora Carmen Poma de Centeno, delegada de educación católica, y también la señora Cira Flores, responsable de la Oficina de Cultura del Municipio. En la intersección de las calles La Madrid y Sucre la visibilidad era completa. El punto de partida era la plazuela de la Catedral; desde allí se movía hacia la plaza una continua procesión de antorchas formando una especie de herradura. En ese momento, los primeros ya estaban llegando a la cuadra que da a la calle Ingavi, proseguía y se detenía frente a la puerta central del convento, donde se había levantado el palco para las autoridades.

Los estudiantes marchaban al compás de la música de sus respectivas bandas. Un micrófono anunciaba los nombres de cada colegio que se acercaba y desaparecía para dar espacio a los demás. El presentador era alguien que conocía su oficio; intercalaba datos históricos relacionados con la historia de los franciscanos de Tarija. Era un universo mental que unía la diversidad de los territorios con la ciudad, lo antiguo con lo moderno y, sobre todo, una unidad entre los jóvenes y su patria. Un circuito psicológico conectaba la simbología religiosa interior que envolvía en una atmósfera cósmica toda la manzana donde está ubicado el convento. Ese efecto era el producto de la sucesión de melodías, de teatralizaciones ejecutadas por algunos colegios frente al palco y de las ovaciones de los presentes que

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llenaban el área de la plazuela circunscrita por la fachada conventual, el palacio de justicia y el ex colegio Antoniano.

Eran las 20:30 cuando la situación, sin intervalo de tiempo, se transformó en un verdadero cielo. Estallidos y un torrente de colores se dibujaba en la oscuridad. Los fuegos artificiales fueron una sorpresa para todos volviéndonos un poco niños. Los cuatrocientos años se transformaron en un juego de orígenes por la fuerza de los colores que rescatan dimensiones ancestrales y que nos vinculan a la historia del universo entero. Me avisan a través del teléfono celular que el señor Prefecto nos visitará más tarde. Corre la voz y, por un factor gregario, sin darnos cuenta, nosotros los frailes nos encontramos en el refectorio. La mesas centrales estaban llenas de cosas para comer. Todos estábamos atentos a las guitarras de Adolfo Rodríguez y Manuel Gómez. Luego también el señor Prefecto tocó y cantó (muy bien) con el mismo instrumento. El P. Eugenio Natalini intercaló algunas canciones clásicas italianas. Las melodías unieron a los sentimientos de medio mundo. Afectuosos saludos.

Tarija, 17 de mayo de 2006.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Día 18 aniversario: Santa Misa, inciensos, cantos litúrgicos y reconocimientos del Parlamento B5oliviano y de la Prefectura.

Queridos amigos,

Les escribo precisamente en el día del aniversario de la fundación del Convento de San Francisco de Tarija. Y seré puntual, no por el cansancio sino porque me considero cronista. A las 09:30 de la mañana los 40 sacerdotes estaban presentes en el salón de la parroquia, contiguo a la iglesia. Estaban el obispo de la diócesis de Tarija, otros obispos, algunos sacerdotes de las parroquias vecinas y, por supuesto, los franciscanos. La procesión sacerdotal hacia el presbiterio se desarrolló entre cantos e incienso. La Santa Misa fue solemne, como se presume, incentivada por tantas voluntades que resonaron ayer por la tarde en el documento del 4 de mayo de 1606 y que fue leído en la Prefectura. Los cantos fueron en gregoriano. El Centro Eclesial de Documentación se preocupó porque todos los sacerdotes tuvieran en sus manos una copia de la “Misa de los Ángeles”. Los ensayos de cantos que se hicieron en el refectorio mostraron la consistencia del coro. En la iglesia, el P. Eugenio Natalini, director de coro desde hace mucho tiempo, estaba bien erguido cerca del ambón. Y obedecía inclusive el Obispo, Mons. Javier del Río, revestido con sus ornamentos como Presidente de la celebración. Los estudiantes teólogos franciscanos cantaron las partes no fijas de la “Misa de los Ángeles”. No hubo competitividad. Todos cantaban para dar gloria a Dios.

En el mismo sentido se expresaron los agradecimientos que llegaron después de la Santa Misa. El diputado Lic. Fernando Barrientos leyó la justificación de la placa enviada al convento por el Parlamento de Bolivia en reconocimiento de lo que hicieron los franciscanos de Tarija. El P. Provincial de Bolivia, Fr. Martín Sappl, alemán de nacimiento, agradeció a las autoridades presentes. Después tomó la palabra el actual Obispo del Vicariato de Cuevo-Camiri, Mons. Leonardo Bernacchi, que reúne a casi todas las antiguas misiones del Colegio de Propagación de la Fe de Tarija; en su momento, él fue también P. Guardián de la comunidad franciscana; quiso estar presente a pesar de su deteriorado estado de salud que no le permite hacer viajes largos y por caminos tan maltrechos. Con su rostro emblanquecido, más notorio por los ornamentos y la mitra episcopal, expresó en pocas palabras su afecto por el antiguo convento y concluyó pidiendo a todos los presentes que acepten la invitación misionera.

Desde el altar se pasó procesionalmente al atrio de la iglesia donde había una placa, que era otro reconocimiento de la Prefectura. Una vez quitado el velo que la cubría, las plegarias anteriores se convirtieron en aplausos. El señor Prefecto fue representado por su madre. Me gustó esta situación por ese sabor de informalidad. El género femenino no podía quedar

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ausente: el Colegio de Propaganda Fide fue puesto bajo el patrocinio de Santa María de los Ángeles. De pensamiento en pensamiento, se hicieron presentes todos los aspectos de la “memoria histórica”.

Otro testimonio de la “memoria” de los cuatrocientos años quedaba silencioso en otra placa, colocada bajo la columnata de la iglesia, dedicada a P. Mamerto Esquiú, que desde el año 1862 se consideró hermano de esta comunidad. Cerró las decisiones de la Asamblea Constitutiva Argentina de 1853 con un famoso discurso de aprobación. Desde Argentina vino a Tarija en 1862, de aquí pasó a Sucre a solicitud del arzobispo Miguel de los Santos Taborga, con quien fundó el diario “El Cruzado”, que fue una palestra apologética contra el laicismo, la masonería y el nacionalismo eclesial. Luego fue a Tierra Santa y desde 1873 hasta 1875 nuevamente a Tarija. En 1878 fue nombrado Obispo de Córdoba (Argentina).Murió en Catamarca en 1873. Su corazón permaneció incorrupto y en 1946 se inició el proceso de beatificación. En nuestro archivo se conservan preciosas cartas de afecto para el Colegio de Propagación de la Fe de Tarija. Las publicaremos en la próxima edición de los últimos cuatro volúmenes de los siete programados, de los cuales los tres primeros ya están publicados y constituyen una antología de documentos del archivo conventual.

La placa elogia al santo, a sus virtudes de pacificador de las conciencias argentinas. La firma es de la Comisión Pro-glorificación de Fray Mamerto Esquiú del 8 de noviembre de 1960. El animador del evento fue seguramente el P. Berardo Martínez y la placa donada por el Gobierno argentino está fabricada con los restos de las campanas de la iglesia del Convento de San Francisco de Buenos Aires. En 1955, durante el golpe de Estado contra el general Juan Domingo Perón, algunos fanáticos se dieron a la tarea de incendiar iglesias católicas, entre ellas la de San Francisco, en la que en 1945 el general había contraído matrimonio con Evita Duarte. Los religiosos lograron salvarse del furor de aquel grupo de exaltados, pero no se salvó el bellísimo “retablo”, que era una escultura que cubría toda la pared, en madera dorada, que incluía el altar mayor, con intersecciones laterales de hornacinas con representaciones de los misterios de la fe y de los santos.

El almuerzo, con pocos invitados pero con el refectorio colmado de frailes, estuvo muy solemne. Los estudiantes de teología alegraron el plato de “lasagna” con cantos y acompañamiento de guitarras y violines. La decisión de Fray Joselito Uriburu no fue la de ofrecer especialidades culinarias italianas sino la de simplificar el uso del tenedor a personas de diferentes orígenes culturales (bolivianos, italianos, alemanes, polacos y españoles). Los comentarios de los comensales justificaron el resultado positivo que resplandecía en las sonrisas que muestran las fotografías.

Por la tarde, alrededor de las 17:00 llegó el Embajador de Alemania en Bolivia. A los alemanes les debemos la ayuda económica que permitió parte de los trabajos de reestructuración del Centro Eclesial de Documentación. Estuvieron presentes varios religiosos que se retiraron al poco rato porque tenían la invitación para tomar un té con las terciarias franciscanas. Nosotros concluimos con una visita a todos los ambientes: arqueología, ex procuraduría misionera, ex enfermería, pinacoteca colonial y moderna, archivo y bibliotecas. Un vino con galletas cerró la caminata, conversando siempre sobre los

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aspectos multiétnicos de Bolivia. El señor Embajador se permitió hacer comparaciones con Paraguay, por su apego a la lengua guaraní (lengua originaria hablada por el 99% de la población). La noche no llegó cansada si bien era conclusión de cuatrocientos años de historia. Hasta pronto.

Tarija, 18 de mayo de 2006.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: La “memoria histórica” escrita en bronce.

Muy queridos amigos,

En las cartas anteriores varias veces me referí a las inauguraciones y reconocimientos testimoniados con placas recordatorias. Me agrada informarles que la realidad psicológica del “recuerdo” no es una inversión hacia el pasado sino más bien un aspecto interno a nosotros, que nos coloca en actitud de ser para el futuro. Éstos han sido los pensamientos que viví en muchos momentos durante estas fiestas centrales del IV Centenario. De la misma manera creo que en los “reconocimientos” estaba también implícita la idea de invitación al compromiso, a fin de que las acciones del pasado prosigan en nuestros días. El comentario que escucho, mostrando fotografías de épocas pasadas, termina siempre en la pregunta: ¿Y ahora cuántos son ustedes? Es una pregunta indirecta para evocar el trabajo de nuestros predecesores. Han llegado ya otros tiempos, pero no todos peores. Las zonas del Chaco son ahora Vicariato Apostólico y los franciscanos trabajan con los sacerdotes diocesanos.

El convento de San Francisco está organizado para una presencia sólo en la ciudad de Tarija (la parroquia incluye 12 comunidades rurales); por tanto, dedicado sobre todo al apostolado urbano, que también tiene sus raíces en los tiempos que hemos celebrado. Una operación de presencia franciscana, en sintonía con las expectativas concretas de estos días, se debería hacer sobre el modelo del Centro Eclesial de Documentación que ha transformado toda la herencia científica histórica, artística y cultural en un ambiente intelectual para todo el sudeste de Bolivia. Vivimos en un mundo secularizado, con claras tendencias de oposición al cristianismo y a la labor de la Iglesia, por lo que todo un contexto de valores ligados a estos universos pueden perder legitimidad. El sentido profundo de estos festejos del IV Centenario es esta perspectiva de futuro y una invitación a esa nueva visión en la sociedad actual.

Todas las expresiones grabadas en las diferentes placas se inspiran en este puente tendido entre el pasado y el futuro. Dicho mensaje fue explícito en las palabras del señor Prefecto, Dr. Mario Cossío Cortez. Siendo autoridad con un amplio radio de acción y de muchas iniciativas se esfuerza por dar al conjunto una dinámica que justifique un compromiso más allá de las decisiones. Sería ambiguo pensar en disponerse a comer si no se tiene un concepto de lo que significa sentarse a la mesa. Estas formas de ver y las actitudes humanísticas y religiosas se pueden percibir en todas las huellas franciscanas en Bolivia; el problema ahora es reconocerlas, lo cual supone una reflexión continua e interés por el estudio. Para esto, la presencia del Centro Eclesial de Documentación es una provocación.

I. Placa colocada en el Centro Eclesial de Documentación por la Prefectura, el 12 de abril:

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IV CENTENARIO DE LA PRESENCIA FRANCISCANA EN TARIJA (1606-2006),AL CENTRO ECLESIAL DE DOCUMENTACIÓN PARA QUE LA HERENCIA DE

CUATRO SIGLOS DE HISTORIA, ARTE Y CULTURA SEA UN RECUERDO VIVO EN EL PUEBLO DE TARIJA.

Humanismo y espiritualidad son el legado de la presencia franciscana. El CED unifica los objetivos mencionados en un universo estético y de estudio. La traducción de éstos incentiva un halo de pensamiento que debe superar tantas superficialidades que marcan nuestra vida. El mensaje escrito por la Prefectura no insiste tanto en la unicidad de las orientaciones enraizadas en la tradición de la Fe cristiana, sino en la propuesta de descubrir las raíces de una identidad de pueblo, fuera de los fundamentalismos de la negación (ateísmo) o de la afirmación (una religión sin Fe). Se menciona: una toma de conciencia de la “memoria” y respeto a los valores recibidos.

II. Placa de los amigos de la biblioteca en el Centro Eclesial de Documentación, descubierta el 16 de abril:

EN HOMENAJE AL IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Y EN RECONOCIMIENTO AL TRABAJO EVANGÉLICO

POR LOS SENDEROS DE “PAZ Y BIEN”.SAN BERNARDO DE LA FRONTERA DE TARIJA

1606 -18 DE MAYO- 2006

No hay mejor amigo que aquel que comparte tu destino. Pero se escribió algo más. La referencia a San Francisco de Asís, al trabajo realizado por los franciscanos de Tarija y la especificación de los senderos de Paz y Bien hacen referencia a opciones de vida en la perspectiva franciscana. Una diferencia pero también una identidad de mensaje que se cumplen en el proyecto de vida personal. La primera y la segunda verdad son parte de una tradición que hunde sus raíces en la ciudad y el convento. Las características profesionales de los amigos van de la medicina a la producción agrícola (los vinos “Kohlberg” de don Julio Kohlberg), la literatura, la ingeniería civil, el derecho y la educación ejercidas siempre con una orientación humanista.

III. Placa colocada en la entrada a la Prefectura por los franciscanos, el 17 de abril:

HOMENAJE EN EL IV CENTENARIO DE LA PRESENCIA DE LOS FRANCISCANOS EN LOS TERRITORIOS DEL SUDESTE DE BOLIVIA

(1606-2006).“DONDE ESTUVIERON PRESENTES LOS FRACISCANOS DE TARIJA, ALLÍ ESTÁ

BOLIVIA”.

No se trata de una expresión patriótica. Se subrayan momentos de sufrimiento como consecuencia de la situación bélica (Guerra del Chaco: 1932-1935). La afirmación histórica

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de la presencia franciscana en el Chaco fue asumida en los tratados de paz; este último momento esclarece un profundo proceso de formación de la sociedad boliviana. El lugar donde ha sido colocada la placa (en la Prefectura) es un mensaje de los franciscanos para la comprensión no sólo de una geografía natural sino también espiritual.

IV. Placa de la Cámara de Diputados, colocada el día 18 de mayo:

LA HONORABLE CÁMARA DE DIPUTADOSRECONOCE LA PRESENTE DISTINCIÓN A LA MERITORIA INSTITUCIÓN DEL

COMPLEJO CONVENTUAL DEL CONVENTO SAN FRANCISCO DE TARIJAEN SU CENTENARIO POR HABER FORMADO Y PRESERVADO LAS BIBLIOTECAS

Y ARCHIVO; EN GRATITUD POR SU INMENSA CONTRIBUCIÓN AL CONOCIMIENTO, INTERPRETACIÓN E INVESTIGACIÓN SOBRE LA HISTORIA DEL SUD DE BOLIVIA, Y PARTICULARMENTE EN LA REGIÓN DE TARIJA Y

PUEBLOS ORIGINARIOS DEL CHACO. LEGISLATURA 2006.

Resaltan los aspectos de agradecimiento y reconocimiento. Podemos afirmar que el segundo aspecto ha provocado el primero. Post factum llegué a reconocer a algunos personajes del Gobierno boliviano, que, por motivos de supervisión, han querido saber. Discretamente pero de modo persistente. El Estado reconoce un territorio de patria, forjado por el convento San Francisco de Tarija. Y fue así. Las reducciones del Chaco en cuanto a aspectos civiles hacían referencia al Estado. La conexión con la región de Tarija es de labor educativa informal (publicación de “El Antoniano”) y formal por el Colegio del mismo nombre. Para una última reflexión, la mención de las bibliotecas y del archivo, que han inspirado y que dan testimonio de la labor civil y religiosa en el Chaco y en Tarija.

V. Placa expuesta en el atrio de la iglesia conventual, colocada por la Prefectura y descubierta el día 18 de mayo:

IV CENTENARIO DE LA PRESENCIA FRANCISCANA EN TARIJA (1606-2006):A LOS APÓSTOLES, FUNDADORES DE PUEBLOS, LINGÜISTAS, EXPLORADORES

Y HERMANOS DE LAS “NACIONES” DEL SUDESTE DE BOLIVIA, PARA PERPETUA MEMORIA.

El gesto de la Prefectura de Tarija, en la persona del Dr. Mario Cossío, primer Prefecto elegido por voto de los ciudadanos ha dado un sentido especial a este reconocimiento. Se involucra la presencia de los franciscanos en todo lo que significa crecimiento de una sociedad en términos de fundaciones de pueblos, territorios e identidad lingüística. La apropiación de esta historia, escrita con caracteres de bronce en los muros del convento de parte de la autoridad más representativa del Estado boliviano, honra a los franciscanos pero, sobre todo, honra a quienes han logrado interpretar este pasado sin discriminaciones religiosas ni divergencias políticas, subrayando los valores de solidaridad y una dimensión de patria (“grande” según las palabras del señor Prefecto).

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Para concluir. Es difícil presentar un prisma de los sentimientos vividos durante estas manifestaciones que han querido recordar los cuatrocientos años de fundación del convento San Francisco de Tarija. Los reconocimientos, escritos con caracteres de bronce, permanecerán como “memoria” más allá del tiempo circunscrito. Constituyen un compromiso para el futuro. San Francisco, en su lecho de muerte, dijo a sus frailes: “Yo hice mi parte, ustedes hagan la suya”. Les saludo con afecto.

Tarija, 22 de mayo de 2006.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO SAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Recuerdos y vida cotidiana

Queridos amigos,

Por las anteriores cartas ustedes han sido informados acerca de los dichos y hechos del IV Centenario de Fundación del Convento San Francisco de Tarija. Hemos vivido juntos aquella época de los inicios y su transcurrir hasta nuestros días. Pasados ya estos hechos el Centro Eclesial de Documentación ha regresado a las tareas cotidianas, yo al escritorio, Diego al computador, Manuel que pronto irá a Santa Cruz para hacer el seguimiento de la impresión de los cuatro volúmenes que se añadirán a los tres anteriores, y Normando, el hombre orquesta.

Normando es el último eslabón de la cadena de nuestras actividades y al mismo tiempo el vínculo de unión entre la vida “de adentro” con la vida “de afuera”. Lo puedo ver barriendo, vigilando la puerta de ingreso y atendiendo a los visitantes. Durante años fue catequista en Churquis, que es una de las doce comunidades que constituyen la parte rural de nuestra parroquia. Lo considero mi “ex parroquiano”; lo conocí cuando yo era encargado de la pastoral con los campesinos. Eran tiempos de plenitud religiosa y psicológica en que se mezclaban el trabajo de la biblioteca con los correteos por caminos polvorientos que conducían al jeep hacia los diferentes lugares donde me esperaban entre dolores o alegrías. El punto de llegada no siempre era una capilla; muchas veces se tenía que celebrar la Santa Misa bajo un árbol o en el cementerio. En Churquis podía acontecer cualquiera de esas posibilidades. En la práctica no era yo quien tenía que decidir sino las circunstancias. El cementerio de la comunidad estaba bastante lejos del poblado, por lo que ir a la capilla, desde allí al cementerio y luego volver a casa era sencillamente un redoblado esfuerzo.

Los mismos campesinos, después de que yo les dije que se ahorraran la incomodidad de traer a la espalda la mesita que servía de altar, habían organizado un espacio muy significativo en el cementerio, arrastraron hasta un claro en medio de la arboleda cerca de las tumbas un gran árbol que había sido derribado por un temporal. Así echado en el suelo me lo imaginaba como el misterio de la vida, visto en una perspectiva de profundidad. Y muchas de mis pláticas partían de ese árbol muerto para hablar luego de la vida después de nuestra muerte. El cáliz y la hostia los apoyaba sobre un nudo en que se unían dos gruesas ramas, levantado por otra rama que, apoyada sobre el suelo, hacía que el tronco quedara a la altura conveniente para los actos litúrgicos.

La Santa Misa adquiría diferentes resonancias en la comunidad de Puesto Tunal. Un pupitre escolar era el altar y la sombra de un frondoso árbol nuestra capilla. Allí, el cáliz dorado no tenía el brillo del metal sino era como una energía que unía el silencio de todos con las hostias. Asimismo, el mensaje de los textos sagrados no se expandía a través de las palabras

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sino por las imágenes (ligadas en una lógica de parábolas), que mostraban la antigua vida de aquellos montes. En mis pensamientos me parecía también que aquellas tumbas, distribuidas en arquitectura de cementerio abierto, habían hecho que sea éste un lugar de paz para nosotros. Y ahora nosotros, que somos su futuro, nos reuníamos allí para revivir su memoria, pero más aún para poder dar un sentido a nuestra vida. Al momento de retirarme de aquella actividad pastoral, casi todas las comunidades ya tenían su capilla. Antes, sus días habían escondido volúmenes de plegarias, hechas de sol y de viento, de esfuerzos y alegrías sin un santo que les presentara ante la misericordia de Dios. Sin duda eran momentos de diálogo directo con la creación divina del cielo y de la tierra.

Los otros personajes del Centro Eclesial de Documentación, más que contornos de fe popular, dan testimonio de virtudes académicas. Diego es un estudiante universitario. Está elaborando su tesis sobre un tema vinculado al Centro Eclesial de Documentación. Es experto en informática y ahora está empeñado en la construcción de un modelo de digitalización para el archivo conventual. Introvertido, es una persona de pocas palabras pero muy gentil con los estudiantes que vienen a consultar en las bibliotecas. Tiene una gran capacidad para soportar grandes sufrimientos. He tenido la oportunidad de vivir una hermosa amistad con su padre, hombre muy sensible y capaz de grandes actos de generosidad. Manuel Gómez, por el contrario, es extrovertido (al menos como yo). Es un intelectual laico pero de un fuerte compromiso religioso. El doctorado en Teología le ha permitido una fácil introducción en el archivo y en las bibliotecas. La supervisión de las ediciones es un trabajo que le exige capacidad en el manejo de computadoras, precisión y un agudo sentido estético en cada página escrita. Su última especialidad es el tratamiento y restauración de fotografías antiguas. Después de haber diagramado nuestra última edición compuesta de siete volúmenes y con un total de 4.500 páginas, Manuel es el representante más calificado de nuestras fatigas. En los próximos días comenzará la edición de la “Breve guía histórica, artística y cultural del convento de San Francisco de Tarija” (escrita por mí).

Otro joven estudioso ligado a nuestras actividades es Alfonso Hinojosa, catedrático de antropología y sociología en la Universidad de Tarija. Con frecuencia tiene que estar lejos de nosotros por sus escritos sobre el tema actual de las migraciones dentro y fuera de Bolivia, pero cuando regresa llega siempre cargado de noticias y de reflexiones. Ha manifestado su deseo de completar los catálogos de nuestras bibliotecas. Para dicho propósito ha elaborado un programa mínimo de presencias en el Centro Eclesial de Documentación. Saludos afectuosos.

Tarija, 22 de julio de 2006

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606 – 2006.

Referencia: Reunión de Escritores de la Academia Boliviana de Historia Eclesiástica y III Simposio de Archivos y Bibliotecas Franciscanas en América Latina.

Queridos amigos:

Agosto ha sido un mes de continuos intercambios de mensajes entre el Centro Eclesial de Documentación y el Centro Teológico de San Antonio de Buenos Aires. El propósito era organizar el “III Simposio de Archivos y Bibliotecas de los Franciscanos en Latinoamérica”, que había de desarrollarse en nuestro convento. Estaba prevista la llegada de especialistas de las provincias del sur del continente. Entre religiosos y laicos estaban en programa unas 35 personas. La comunicación se facilitó debido a que en el anterior simposio realizado en Buenos Aires habían participado Manuel Gómez y Alfonso Hinojosa. Por la euforia del IV Centenario que estamos viviendo, el cansancio no significa mucho para nosotros. En efecto, la organización del evento no era muy diferente respecto al modelo de nuestras reuniones científicas. Se trataba de considerar el aspecto internacional, previendo que los participantes no bolivianos tenían que estar bajo nuestra responsabilidad en cuanto a los imprevistos de salud y locomoción en la ciudad.

La preparación del III Simposio estuvo precedida por la Reunión de Escritores de la “Academia Boliviana de Historia Eclesiástica” del 25 al 27 de agosto; inmediatamente después, del 29 al 31, fueron los días del tercer simposio. Ambos acontecimientos tuvieron lugar en Tarija con motivo de los festejos de los cuatro siglos de historia de nuestro convento. La reestructuración del Centro Eclesial de Documentación, que abarca el archivo, las pinacotecas, bibliotecas y salones, permitió la logística y los espacios de estudio apropiados. Por su particular esquema de trabajo, nos preocupó sobre todo la reunión de la “Revista Boliviana de Historia Eclesiástica”. El Simposio tuvo tal fuerza de diálogo que sobrepasó todo interés para la ciudad de Tarija y convento, que no fueron preocupación turística ni de comunión. El hecho de tener que tratar temas de investigación de Bolivia necesariamente nos puso en contacto con todas sus partes, más aún porque el tema elegido se refería precisamente a la historia del sur de Bolivia, donde el convento San Francisco ha desplegado la mayor parte de su vida.

El inconveniente que obligó a sacrificar la presencia de muchos fue la crisis del Lloyd, compañía aérea boliviana. El problema que hicieron explotar los pilotos fue presentado por la televisión como uno de los hechos de corrupción sólo entre ricos. El tono sindical de los derechos reivindicados no tuvo mucho eco ni logró enternecer el corazón de nadie. Con mucha dificultad y casi por milagro se pudo salvar la mayor parte de ambos grupos (de historia eclesiástica y del simposio) traspasando los pasajes a la compañía Aerosur.

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Los días de la Academia comenzaron con una presentación pública centrada en tres temas. El primero a mi cargo. Con el título de “Archivo y Bibliotecas del Convento San Francisco de Tarija”, la segunda de Manuel Gómez respeto a la más reciente publicación del Centro Eclesial de Documentación: “Presencia franciscana y formación intercultural en el sudeste de Bolivia, según los documentos del Archivo del Convento de San Francisco de Tarija (1606 – 1936)” y, finalmente, un espacio de pura estética religiosa, iluminado por Ivan Aguilera, que fue el restaurador de toda nuestra colección de cuadros antiguos. Estuvieron presentes alrededor de 200 personas.

Esos días de la Academia de Historia Eclesial hicieron revivir antiguas situaciones de Bolivia combinadas con los nuevos problemas. Sobrepasaban mis conocimientos los temas presentados por el P. Hans Van Den Berg (sacerdote agustino de origen holandés y actual Rector Magnífico de la Universidad Católica) y por el P. Xavier Albó, conocido antropólogo, jesuita y de origen catalán. El primero presentó documentos de Francisco Viedma hallados en Buenos Aires, en Cochabamba y en Tarija. Viedma fue gobernador de Cochabamba y de Santa Cruz de la Sierra y polemizó con los franciscanos de Tarija con la pretensión de separar las reducciones más avanzadas de su contexto étnico y cultural guaraní. Eran los años entre 1786 y 1803. El segundo dilucidó la polémica que había surgido entre americanistas acerca de la paternidad del escrito, atribuido desde siempre a Guamán Poma de Ayala. Éste ilustró su crónica con gráficos, que P. Xavier reprodujo según el manuscrito que se halla en el Museo Británico. La conferencia nos reportó a imágenes del “encuentro/desencuentro” del nacimiento de Latinoamérica.

El III Simposio sobre los Archivos y Bibliotecas Franciscanas permitió también el encuentro entre frailes, archivistas y estudiosos. Casi todos fueron alojados en el convento, por lo que nuestra vida cotidiana cambió de tono. Las conferencias estuvieron interesantes: los temas de Paraguay, Bolivia, Chile y Argentina demostraron que “por veinte veces América Latina se vuelve a encontrar en cada una de las veinte Américas latinas”. El Centro Eclesial de Documentación participó con cuatro conferencias sobre temas históricos que son ya una especialización de nuestro equipo: evangelización y reducciones franciscanas en el Chaco (1755-19l8). Saludos afectuosos.

Tarija, 4 de septiembre de 2006

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Valores postales en homenaje al IV Centenario

Queridos amigos,

El 2 de octubre hemos vivido una velada cultural memorable. Se trató de rememorar los cuatro siglos de historia de nuestro convento. Se combinó dos circunstancias: la próxima fiesta de San Francisco y la decisión del gobierno boliviano de oficializar la emisión de cuatro sellos postales que esbozan aspectos de la presencia franciscana en Tarija. La elección de las imágenes estuvo librada a nuestra decisión. Más que hechos que se pierden en el río de la historia, quisimos pensar en elementos simbólicos que pudieran perpetuar mensajes y acciones de quienes nosotros somos herederos.

Por la importancia del acontecimiento, el acto comenzó con algo que no estaba contemplado en el programa. Se incluyó un testimonio de agradecimiento al Presidente de la República de Bolivia que, en septiembre, había promulgado la Ley 3463 por la que se declara “Patrimonio Histórico y Cultural” el complejo conventual de San Francisco. Mediante esa denominación se nos reconoció el derecho a subvenciones estatales para el mantenimiento y preservación de los bienes detallados de la siguiente manera: iglesia, museo, archivo y bibliotecas. Fue el reconocimiento más adecuado a la historia de cuatrocientos años de presencia franciscana en Tarija y el Chaco. El texto de la Ley 3463 fue leído por el Honorable Diputado Fernando Barrientos, quien la había propuesto el año anterior al Parlamento de Bolivia.

Por la significación que se quiso dar a la emisión de los valores postales hemos añadido también otros dos sellos postales con imágenes que ya no existen: una de ellas reproduce la antigua fachada de nuestra iglesia y la otra es una antigua representación del trayecto de predicación entre las poblaciones de Tarija. En el primer caso se muestra la arquitectura de las dos torres, que estaban unidas entre sí por un arco de una altura impresionante. En mi mente las he admirado siempre, como había expresado Felipe II refiriéndose al Escorial, que era su residencia: “Un palacio para Dios y una choza para el rey”. Así, a la sombra de los muros de la iglesia se extendían las celdas, formando dos claustros que ya no podemos contemplar por las sucesivas destrucciones y cambios de actividad. Para reconstruir el conjunto recurro siempre a la similitud que debió existir con el ala de la ex procuraduría de las misiones (primer piso) y de la enfermería (segundo piso), ahora incorporadas al Museo “Fray Francisco Miguel Marí” (nombre del fraile que fue el arquitecto en 1783). Es más completa la visión que nos da un gráfico arquitectónico de todo el complejo conventual de 1919.

Aquella fachada cedió en parte porque una corriente de agua subterránea había minado una de las torres en 1954. En lugar de subsanar el inconveniente se prefirió echar abajo todo el conjunto, que fue sustituido por una única torre central que es campanario e ingreso a la

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iglesia. Se trata de una gran cabeza estrafalaria y alargada en forma vertical pegada a un majestuoso cuerpo, que parece haber sido puesto allí para dar la impresión de reposo y paz. La estampilla reproduce una fotografía de 1897, tomada por un gran artista, Vincenzo Mascio a quien P. Doroteo Giannecchini lo hizo venir desde Buenos Aires para que decorara con imágenes su documento (pensado como libro para lectores italianos) sobre la historia misionera del Chaco; ahora ese libro programado (publicado en castellano en 1996) y su documentación fotográfica constituyen una referencia necesaria para la historia antropológica de las zonas de Tarija y del Chaco. La gente mayor de nuestra ciudad recuerda con nostalgia aquellas dos torres, que no eran solamente una invitación a la oración sino también del recuento de las horas del día y de la noche (reloj).

En el segundo caso, la estampilla nos recuerda un antiguo aspecto de la vida franciscana. Reproduce la visión realista de un fraile y un asno (este último cargado de implementos de cama) que marchan (el fraile es Fray Francisco di Vagno, que aún vive ya con 94 años) en un ambiente soleado, hecho de ramas y casuchas. El autor de la fotografía en 1967 es el P. Deodato Di Jerónimo (él era el predicador y Fray Francisco el ayudante). Es una imagen muy tradicional de los frailes de Tarija. En un inventario de 1775, cuando los franciscanos de Tarija estaban distribuidos en 20 frailes residentes en el convento y otros 35 esparcidos en las misiones del Chaco, se anotaba que en el terreno de Obraje, no muy lejos de la ciudad, vivían 60 mulos, 10 caballos y 32 burros, que en realidad no eran muchos teniendo en cuenta los viajes para la colecta, para las predicaciones y las expediciones misioneras. Se trataba de idas y vueltas que podían darse al mismo tiempo.

En cuanto a los otros dos valores, uno presenta la imagen de la Inmaculada y otro el interior de la iglesia que fue denominada “Basílica Menor” de San Francisco de Tarija. La Inmaculada es un cuadro de 3,40 por 1,70 que se halla expuesto en la pinacoteca colonial. El Vice Ministerio de Cultura la ha catalogado como de la escuela italiana, de autor anónimo y del siglo XVII. Creo que se puede atribuir la paternidad a Angelino Medoro, que fue un pintor italiano, residente en Lima, que trabajó sobre todo para conventos franciscanos. La conexión Lima-Tarija era bastante transitada por nuestros misioneros que llegaban al puerto de Lima y desde allí, en unos tres meses, llegaban a Tarija. La cuarta estampilla muestra el interior de nuestra basílica, que es muy bello. El fotógrafo ha sabido captar un concepto de espacio religioso de modo que toda la nave central se vea completa, incluyendo también el presbiterio. Las columnas laterales conducen hacia una gloria eucarística encerrada en una luminosidad dorada que puede ser real solamente dentro de este territorio del alma.

La presencia de los personajes del gobierno boliviano obligó a planificar previamente un ceremonial. De ese modo el P. Angelo, que es el Guardián de nuestra comunidad, respondió con breves palabras de agradecimiento; nunca lo poco se hizo grande por la simpatía que envolvía todo el conjunto. Pero el sentido más profundo del acontecimiento surgió de la lectura de textos franciscanos: el Tránsito de San Francisco de San Buenaventura y las poesías de Fray Quebracho (nombre de una planta de nuestras selvas, que era el apodo del P. Oliverio Pellicelli, franciscano de la provincia romana y misionero por más de 50 años) que sembró bondad en toda la zona correspondiente a la parroquia de Yacuiba, que tiene comunidades esparcidas en un radio de 150 kilómetros. Los lectores de los textos fueron

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Lucila López Tamayo y Edgar Ávila Campero, que con su voz provocaron una densa atmósfera de ternura espiritual cuando declamaron en alta voz y al unísono la oración franciscana del “perdón”: “Donde hay odio que yo ponga amor”; y, marco de suave melodía, fueron las notas de una flauta compuestas por Humberto Martínez Echazú.

Hay que subrayar que toda celebración de la historia franciscana siempre llena el salón parroquial que tiene una capacidad para 300 personas. Lo maravilloso es que, después de todo, se establece una verdadera sintonía de gestos y de palabras, que alivian el peso de la cotidianidad. De allí sales diferente de cómo entraste. El 3 de octubre, los chicos de la parroquia han teatralizado el “tránsito”, y el 4 los actos religiosos fueron presenciados por el Arzobispo de Sucre, Mons. Jesús Pérez ofm. Antes de la creación de la diócesis de Tarija (1924) los franciscanos de Tarija estuvieron integrados a la arquidiócesis de Sucre. Sucre es una ciudad que tiene otros dos nombres: Chuquisaca, nombre quechua, que quiere decir “puente de plata” (por la existencia de ese mineral en la vecina Potosí), y La Plata, que es una traducción española de aquel término. Muchos saludos.

Tarija, 28 de octubre de 2006

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Tristezas en el altiplano y logros del Centro Eclesial de Documentación. En la tierra de la memoria que es el Chaco.

Queridos amigos,

Es difícil aceptar situaciones de por sí contradictorias. En la carta de octubre me detuve solamente haciéndoles conocer la belleza de los sellos postales emitidos con motivo de las celebraciones del IV Centenario. El peligro de la presente es el de incurrir en la misma omisión. La pregunta surge acerca del por qué de esa resistencia a decir. Escribiéndoles a ustedes que se encuentran lejos de nuestras realidades, debo confesar que no me resulta fácil hallar las palabras que puedan describir adecuadamente los hechos. Sabemos bien que uno de los graves problemas de la actual situación mundial es la construcción de un lenguaje artificial que pretende transmitir contenidos específicos. La referencia al terrorismo se ha convertido en un hecho tan omnipresente que podría ser relacionado tanto con el hurto de una bicicleta como de un misil, o peor aún justificar acciones de guerra como si fueran solamente una pesadilla.

¿Cómo les puedo hablar de los muertos de Huanuni? Huanuni es un distrito minero, donde a las faldas de un cerro, trabajaban centenares de mineros divididos en cooperativas “privadas” y una empresa “estatal”. Los diferentes socavones de apertura de las minas conducían a las entrañas de la misma montaña. Hacía ya varios días que había surgido el conflicto. Fue informado el gobierno que, con decisiones muy particulares, no envió refuerzos militares para poder controlar ambos bandos. Se presentía aires de macabra tolerancia que no asumía ninguna mediación, aunque al mismo tiempo coqueteando con un predeterminado vencedor. La tristeza de las contradicciones fue traducida con la frase: “En lugar de militares les puedo enviar ataúdes”. Los veintidós muertos dieron la razón a esa arrogante segunda solución. Ante lo sucedido, más que reprochar la intención, se debe condenar la insolencia de aquella expresión. Esos muertos (por las polémicas surgidas) no tuvieron paz durante todo el mes de octubre.

En noviembre, las celebraciones de los Santos y de los Difuntos fueron una terapia de cielo. Asimismo, la tarea de dar los últimos toques a las ediciones ocupó mis pensamientos. Tuve que ir también a Santa Cruz para que descansara un poco Manuel Gómez, que fue el gran héroe de todo ese esfuerzo que duró casi tres años. Los cuatro volúmenes, aún con olor a tinta de imprenta, se añaden a los tres anteriores haciendo un total de siete. Es la historia de cuatro siglos de vicisitudes vinculadas a los frailes de Tarija.

Con estas imágenes de papel impreso, el 26 de noviembre, yo y el chofer José Siles, partimos de madrugada con dirección a Santa Cruz. Allí, el 28, teníamos que presentar la obra en una

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de las salas del museo de la ciudad. Después de media hora estábamos ya sobre la carretera denominada del Chaco. Era un camino ondulado hasta Canaletas, unas veces entre colinas color de tierra y otras entre cumbres que no dominas y que se yerguen abruptas ante ti. Luego llegamos a Narváez, que es un pedazo de paraíso, hecho de agua y verde. Más allá, después de una sucesión de prolongadas subidas y breves bajadas, el jeep nos condujo a unas altiplanicies que nos dejaban ver paisajes bastante extensos. Al reaparecer el verde, a pocos kilómetros, ingresamos a la plaza de Entre Ríos. Tuvimos que adelantar la hora del almuerzo tomando un refrigerio frente a una plaza afelpada de colores de rosas. Dos horas después llegamos a Palos Blancos. La preocupación porque nos quedaban aún otras cinco horas de viaje hasta Macharetí nos obligó a hacer una parada para comprar botellas de agua fresca y continuar hasta Villamontes. La carretera se prolongaba sobre una extensión verde de bosque talado, que permitía entrever señales de vida animal y de vegetación. Vacas y caballos se movían lentamente bajo la sombra de los arbustos o alrededor de los charcos de agua.

Siempre me ha impresionado este paisaje que te introduce en una densa llanura verde, manchada por cabelleras de colores uniformes. Todo esto comienza en Villamontes a donde llegas pasando por un microclima muy húmedo desde que llegas al Pilcomayo. Desde allí, te mueves por una especie de garganta a la mitad del cerro entre una pared de rocas, por una lado, y un precipicio por otro. Es tal la profundidad que no se puede distinguir el curso de las aguas que brama abajo. La espumeante corriente sólo se puede divisar cuando los ojos logran alinear una secuencia de cachuelas que terminan en un horizonte de barrancos. No era época de pesca de sábalos que hacen que los meses de mayo a septiembre sean una fiesta total. Es un juego cruel de engaños que se esconden bajo el agua: los peces se mueven por miles contra la corriente hacia las fuentes de nacimiento del río; pero donde el obstáculo no es natural sus ilusiones terminan en las redes de los pescadores.

Allí comencé a respirar el aire de las antiguas descripciones de los viajes misioneros franciscanos. Mi empeño era relacionarlos con las páginas de los documentos que habíamos publicado. También en Villamontes la parada fue breve, sólo el tiempo que nos llevó reponer la gasolina. Dos horas después, comencé a imaginar Tarairí (escondido por cinco kilómetros de espesa vegetación) y finalmente Macharetí. Es una misión franciscana que ha logrado conservar los rasgos primigenios. Parte de la población habla todavía el guaraní, pero ya está asfixiada por escuálidas tiendas de productos alimenticios y de bulliciosos instrumentos eléctricos. La parte central de la casa de los frailes conserva aún los materiales y estructuras antiguas. También la parte posterior de la misma muestra aún los rasgos de la laboriosidad de los campesinos en cuanto a carpintería, cultivo de hortalizas, frutales y corrales para animales domésticos.

El encuentro con los padres fue como siempre, muy afectuoso, con la mesa preparada con lo mejor de la sabiduría de la cocinera. La conversación se centró en los últimos acontecimientos nacionales y sobre los motivos de nuestro viaje a la ciudad de Santa Cruz. La alegría concluyó con un adiós hasta el próximo encuentro. Al día siguiente muy temprano, 27 de noviembre, estábamos nuevamente en el jeep. El chofer José es un experto viajero por estos lugares. Estábamos manteniendo el cronograma del viaje. Nos dirigíamos hacia Camiri a donde debíamos llegar en tres horas. Entramos a la casa parroquial de Boyuibe para saludar

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a Fray Juan Ignacio: breves palabras acompañadas por una botella de vino. Teníamos que apresurarnos. Sin detenernos pasamos el cruce que conduce a las misiones de Cuevo y Santa Rosa. Era el día de mi cumpleaños y suponía que la coincidencia no pasaría desapercibida para el P. Silvio Iori (franciscano trentino), Guardián de la Comunidad de Santa María de los Ángeles. Llegamos alrededor de las 11 de la mañana. Los saludos se hacían cada vez más sonoros conforme iban llegando los otros Hermanos toscanos. Nos encontramos allí por pura casualidad. Nos habían reunido allí solamente las preocupaciones cotidianas de la vida misionera. Alrededor de la mesa, preparada magistralmente por el P. Silvio, comenzaron a resonar las felicitaciones y de inmediato llegó nuevamente la hora de partir hacia Santa Cruz. Se unieron a nosotros el P. Nasini y el P. Bragagni.

La región del Chaco entre Camiri y Santa Cruz se presentaba bastante diferente con respecto a la de Villamontes y Camiri. La selva prácticamente había desaparecido, colonizada por la agricultura. Inclusive el ganado parecía menos disperso, las ovejas andan en grupo y las cabras se mantienen siempre en torno a las casas. Ya no se ven caballos ni jinetes. La influencia de la ciudad de Santa Cruz ha llevado la urbanización a la zona. Desde Río Grande (es un río “grande” en el pleno sentido de la palabra, por su curso de ancho cauce y abundante agua) se notaba con claridad la adopción de modelos de la vida citadina. Las grandes extensiones de tierras de los menonitas demuestran que se ha producido una racionalización del campo sólo en función del ganado: pocas hileras de árboles, atajados de agua y maizales. Los modelos de vida boliviana aparecían sobre todo en la composición arquitectónica de los pueblos, grandes y pequeños, que se extienden a lo largo de la carretera asfaltada en una secuencia continua de casas, intercaladas por huertos y construcciones de poca envergadura. Después del ocaso anunciado por horizontes de fuego, llegamos al convento franciscano de San Antonio en Santa Cruz. Los preparativos para la presentación pública de nuestras ediciones me obligaron a estar más ausente que presente entre mis Hermanos. La imagen que me repetían junto con sus saludos era la de fraile escritor. De esta manera me percaté de que todos estaban en conocimiento del evento porque lo habían leído en los diarios; por tanto, no era necesario redundar en lo que ellos ya sabían.

El éxito de la presentación de los volúmenes de “Presencia Franciscana y formación intercultural en el sudeste de Bolivia, según los documentos del archivo franciscano de Tarija (1606-1936)” y “Breve guía histórica, artística y cultural del convento de San Francisco de Tarija”, fue la exposición fotográfica en DVD de ambas obras. Quedé gratamente sorprendido por la gran simpatía y congratulaciones que difundieron después varios canales de televisión. Subrayaban siempre la capacidad de trabajo, la elegancia de las ediciones y esos rostros de la Bolivia profunda. Resonaba constantemente la frase con la que yo había sintetizado el trayecto recorrido: 40 años para conocer el Archivo Franciscano de Tarija, diez años para realizar la antología de los documentos conventuales y, finalmente, un logrado deseo de tranquilidad para observar las estrellas, ya no como compañeras nocturnas del trabajo, sino como inmóviles testigos de cuatrocientos años de presencia franciscana en las tierras chaqueñas. Saludos.

Tarija, 30 de noviembre de 2006

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Fray Lorenzo Calzavarini ofmIV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO

SAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Fiestas navideñas y tiempos de incertidumbres socio-culturales y políticas

Queridos amigos,

Los viajes y los compromisos culturales no han disminuido nuestras actividades. Si los volúmenes nacieron en el Centro Eclesial de Documentación, volvieron a él revestidos de un bello ropaje tipográfico. El 7 de diciembre era la fecha fijada para su presentación en Tarija pero fue postergada hasta el 19 y, finalmente, después de Año Nuevo; había que tener en cuenta que también las tradiciones navideñas en el campo (de la que forman parte las 12 comunidades de nuestra parroquia) se prolongan durante todo el mes de enero.

Los cambios y las inseguridades surgieron del hecho que también el mes de diciembre fue un mes de bulliciosas manifestaciones políticas. Era un tira y afloje entre el gobierno central y el programa de los Prefectos (como el Presidente de la República, también ellos elegidos por el voto directo). La diferencia entre estos hechos y los del mes de octubre era que la situación no tenía implicancias trágicas; por el contrario, todo se movía en torno a una efervescencia de propuestas enarboladas principalmente en las zonas periféricas del país. Se percibía cierto énfasis en la búsqueda de identidad a partir de la gestión de la “cosa pública” local. Y fue así. Las aglomeraciones ciudadanas impulsaron la discusión acerca de las autonomías regionales. Los discursos que se escuchaba en las ciudades de Tarija, Santa Cruz, Trinidad y Pando fueron de euforia por una lograda autonomía regional (era notoria por una verdadera marejada de gente) que no suponía intenciones separatistas. Esto último era como un espantapájaros en la cantilena del gobierno central que, a todas luces, había perdido la brújula declarándose contrario a toda solución posible.

A todo esto se debe añadir también los temores que cada día iban surgiendo desde la Asamblea Constituyente, que, reunida en la ciudad de Sucre, debía producir un nuevo ordenamiento jurídico para el país. Era todo un juego de palabras que, sin embargo, recaían con impactos negativos en la mentalidad de la gente. La conclusión era siempre la del doble discurso que no lograba sintetizar una dimensión de Estado: Se maldecía al viejo y el nuevo era pergeñado mediante fórmulas que resultaban contradictorias en la cabeza de las autoridades centrales. La impotencia y la imaginación parecían crecer juntas.

En este ambiente llegó la Navidad 2006. En las liturgias eucarísticas, en las “Oraciones de los fieles” yo añadía siempre una petición de paz para Bolivia. Saludos cordiales.

Tarija, 31 de diciembre de 2006

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Guerra en Cochabamba y Muestra Artística de Mimmo Roselli en el Centro Eclesial de Documentación.

Queridos amigos:

La incertidumbre política se ha acentuado. Se trata ya de un duelo que mediante la palabra busca situaciones de confrontación. El gobierno central no cesa de fomentar un discurso de guerra. Las proclamas de diciembre, absolutamente pacíficas en sus propuestas, fueron captadas como declaratorias de guerra; así lo creyó y asumió, hostigando en forma grotesca a las instituciones ciudadanas de Cochabamba. Sería dramático banalizar ambas lógicas como si fueran simplemente una lógica de derecha y otra de izquierda. La violencia se había apoderado de ambas partes con actitudes de mutuo rechazo (tampoco en esto se trataba de un decantado racismo). ¿Acaso no era más clara manipulación el hecho de trasladar verdaderos contingentes desde el Chapare que cercaron durante varios días a la ciudad de Cochabamba? El gran despliegue de ideas pacifistas quedaba en nada frente al hecho de que cinco mil personas orinaran y defecaran en el restringido espacio de la plaza principal de Cochabamba. El gobierno se preocupó por el mantenimiento de esos cinco mil y no de los problemas consiguientes, por más nauseabundos o políticos que fueran.

La rabia explotó también a raíz de las acciones violentas de grupos que prendieron fuego al edificio de la Prefectura. La respuesta fue con armas y garrotes por ambas partes. El gobierno apoyó a los pobladores del Chapare (con ellos habían venido mujeres y niños) contra los grupos de ciudadanos. Hubo dos muertos y se sentó un precedente muy peligroso de omisión de parte del gobierno con respecto a la vida ciudadana. Las declaraciones gubernamentales enardecieron aún más los ánimos. El resultado fue que el Presidente y su Vice habían perdido la guerra y no estaban dispuestos a entablar tratativas de paz. Se sienten guerreros y su enemigo se llamará “multitud”. A fin de negar la existencia de tal guerra, un alto personaje del gobierno dijo a la televisión que las balas se habían dado no entre el ejército y los ciudadanos (como en los últimos tiempos, afirmó), sino entre unos ciudadanos contra otros. Esa terrible comparación daba colores ideológicos a la muerte y confirmaba lo contrario de las afirmaciones: estaba haciendo suya la teoría fascista del ejército en defensa del Estado y no de los ciudadanos.

El día 19 tuvo lugar otro acto en el Centro Eclesial de Documentación. Se trataba de la muestra de Mimmo Roselli. Mimmo es un artista de Florencia. En nuestro museo tenemos seis cuadros suyos, con un candor de líneas que parecen haber sido esbozadas por una imaginación instintiva sin mediación del pensamiento. Sobre él escribí que se trataba de un pintor “minimalista” (no usa colores sobrepuestos). En realidad trataba de subrayar la forma del “decir” más que la cualidad del “sentir”. Uniendo ambas dimensiones me resulta ahora

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una misión de arco iris: un juego de los colores fundamentales de la vida, esenciales e inmensos, porque están inscritos en la naturaleza de las cosas y de los seres.

El 19 de febrero no expuso cuadros, más bien ofreció una instalación denominada “A través del vidrio”. El vidrio, por su transparencia, puede ser denuncia, peligro y mirada sobre horizontes insospechados. La apertura de la exposición fue como una tarde de primavera, cuando el cuerpo vibra con sensaciones pasadas y nuevas. Los vidrios estuvieron esparcidos en todos los ambientes del museo, corredores y salas hasta llegar gradualmente a un haz de luces (un vidrio de Murano) que reflejaba una miríada de deseos en ambiente oscuro. ¿Potencia de la luz o poder de las tinieblas? La idealización de la candela (el vidrio de Murano) era invocación y victoria sobre lo absurdo de la vida. ¿Realidad extranjera en un ambiente conventual? En mi presentación del catálogo de la exposición he insistido sobre el valor del silencio conventual que, como el vidrio, es precario, transparente y símbolo de inmensidad. Invitaba, por tanto, a unirnos al rayo de aquella luz para no ser vencidos por la oscuridad.

Para resaltar este suplemento de sentido, Mimmo introdujo en su muestra siete plaquetas de vidrio (que colocó frente a la puerta de la habitación de luz/oscuridad) en las que imprimió los misterios de la pasión y resurrección de Cristo. Apoyó esas plaquetas sobre un antiguo altar. Como artista, Mimmo no solamente creó los objetos de la exposición; también eligió el espacio para la organización de conjunto. ¿Tal vez también el corredor, más que como lugar, fue asumido como efecto de sentido? El conjunto, así organizado, podría decir: la vida (densidad y fragilidad del vidrio) es un caminar (corredor) entre la luz y la oscuridad (candela/oscuridad) en un misterio de fe (el altar con las placas de vidrio). Por mi parte, las placas las interpreté como vitrales de interioridad para una catedral espiritual. Gracias, Mimmo, por tu esfuerzo y la belleza que nos has ofrecido. Cariñosos saludos.

Tarija, 30 de enero de 2007

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Presentación de la edición en Tarija, alegría y pérdida de un gran amigo: P. Fiorenzo Locatelli, Ministro Provincial de Toscana.

Queridos amigos:

Con motivo de la presentación pública en Tarija de los volúmenes de “Presencia Franciscana y formación intercultural en el sudeste de Bolivia, según los documentos del Archivo Franciscano de Tarija (1606-1936)”, me lanzo anticipadamente. No sé si en este mes de febrero habrá otra carta. No todo se aquieta en la exuberancia de la alegría. Se había decidido que la presentación de los libros fuera el día 7, después el 9 de febrero aprovechando la visita de los ministros provinciales de Bolivia y de Toscana, P. Martín Sappl y P. Fiorenzo Locatelli, respectivamente.

No se trataba de repetir cuanto se había organizado en Santa Cruz el 28 de noviembre de 2006. A Tarija la consideré siempre como ciudad natal de mi imaginación misionera. Obedecía a los deseos del corazón. Y lo era no solamente para mí sino también para Manuel Gómez, tarijeño, para Diego, tarijeño, y para Normando, de la zona rural de la ciudad de Tarija. Se añadieron también las obligaciones para con las autoridades de la ciudad y de toda la región de Tarija. Por supuesto, los amigos tampoco debían quedar al margen del proyecto y dar largas al asunto habría sido una manera de no reconocer su solidaridad. Las instituciones culturales de la ciudad no debían ser las últimas, y posiblemente debían ser siempre las primeras.

Se comenzó con la preparación, impresión y distribución de las invitaciones, lo cual exigía una previa organización del acto cultural. Como punto central era siempre el DVD que tan buena acogida había tenido en Santa Cruz y que en Tarija es visión de la vida cotidiana. Teníamos ya algo preparado porque desde mayo de 2006 se fueron sucediendo varios momentos de celebración del IV Centenario de fundación del convento San Francisco de Tarija. Inolvidables fueron los momentos del 18 de ese mes vividos en la Prefectura de la ciudad que se prolongaron en el desfile de los colegios al compás de sus respectivas bandas de música. Digo esto para que se pueda entender la preocupación de hacer que “el después sea siempre mejor que el antes”. Por fin se pudo completar la lista de las autoridades civiles (Prefecto y Secretario del Concejo Municipal), eclesiásticas (Mons. Javier del Río, Obispo de nuestra Diócesis, y Mons. Leo Schwarz, Auxiliar emérito de Tréveris y actual Presidente de Justitia et Pax europea) y franciscanas (los ministros provinciales de Bolivia y de Florencia).

Evidentemente, la presentación del DVD provocó sorpresas muy positivas; era la base de las sucesivas intervenciones. Habló P. Lorenzo, quien para no traicionar la emoción, se limitó a agradecer a la divina Providencia, a los cooperadores y a las autoridades presentes. El P. Provincial de Bolivia se acercó a los micrófonos con unas hojas, pronunció palabras

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maravillosas aunque esforzándose por resumirlas con respecto al texto que tenía en las manos. Después llegó el momento del P. Fiorenzo, Ministro Provincial de Toscana. Había superado el temor de que su italiano no pudiera ser entendido por los presentes; pero sus palabras fueron así esenciales y pronunciadas con las inflexiones de su bella voz, que finalizaron entre aplausos. Al concluir, continuando la fiesta, entregó una plaqueta de reconocimiento al señor Prefecto, Don Mario Cossío, en nombre de los franciscanos de Florencia que vivieron y murieron en estas tierras (Tarija y Chaco). Las fotografías mostraron después el encuentro de dos sonrisas que, lejanas desde siempre, se reconocieron en el trabajo y espíritu franciscano. La revista cultural “El Cántaro” del domingo 18 publicó un servicio sobre el acontecimiento. Maravillosa fue también la parte fotográfica.

Apreciados amigos, esta mañana, 19 de febrero, llegó la noticia de la muerte del P. Fiorenzo Locatelli. Es increíble. Los días que pasó con nosotros fueron maravillosos. De estudiante era un año anterior a mí y compañero del P. Deodato, religioso de la comunidad de Tarija. Todos conservan de él los mejores recuerdos. Fue hombre de paz, firme y trabajador. Su seguridad psicológica la transmitía siempre con la sonrisa. Él y yo fuimos buenos amigos y fue también una amistad alimentada por la cadencia de la música. En las casas de formación éramos la pareja ganadora en las fiestas parroquiales: yo con el armonio y él solista en las melodías tradicionales que acompañaban las liturgias antes del Concilio Vaticano II. En Tarija habíamos conversado acerca de las bibliotecas y del Centro Eclesial de Documentación. Se mostraba contento y me hablaba también acerca de las novedades que se habían aplicado en las exposiciones del museo de La Verna. Para festejarle habíamos anticipado su cumpleaños al 2 de febrero. Su forma de ser reservada fue vencida cuando le dijimos que en Bolivia el octavo día del antes o del después es importante. Para darnos el gusto de escuchar una vez más su voz, en el refectorio cantó “Romagna mia” y el sábado 3 cantó el Tota Pulcra. Aparte de las dificultades vividas durante la huelga y bloqueos de caminos en Camiri, que lo obligaron a modificar el programa de su visita, pudo captar la belleza de Bolivia. Tarija iluminó su corazón cuando participaba en las litúrgicas eucarísticas y en el contacto con la gente. El 17 me habló por teléfono desde Florencia para decirme lo contento que se sentía por haber venido a Bolivia, aunque sea por poco tiempo. Que descanse en paz. Cariñosos saludos para todos ustedes.

Tarija, 19 de febrero de 2007.

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Fiesta y alegría en el convento.

Queridos amigos:

Ahora les escribo con lindas noticias, aunque persiste la tristeza del recuerdo del P. Fiorenzo Locatelli, Ministro Provincial de Toscana, que es la Provincia madre de los franciscanos toscanos en Bolivia. Es un privilegio haber tenido raíces en un continente, que han dado sus frutos en otro. Además de los aspectos jurídicos, permanece siempre el afecto para con las personas con las que hemos vivido y los lugares de espiritualidad por los que hemos pasado y que han marcado los futuros caminos de vida franciscana. El P. Fiorenzo vino a visitarnos precisamente por las relaciones que nos unen a ese pasado. Fue una oportunidad de encuentro, después de años de separación, con un amigo y para refrescar las ilusiones que guiaron nuestra juventud. Por esto la tristeza por su muerte se hace también nostalgia de sentimientos y de imágenes de lo que “aún somos” y que “seremos después” en una dimensión de paz (sólo rescatable en horizontes de eternidad).

Las acciones de hoy adquieren sentido de esta novissima (última) realidad. Por esto, entretenernos en ellas no es un simple acto del corazón, sino recordar una grandeza que vivimos en la humildad de la vida. Es la razón por la que festejamos etapas de nuestro pasado. Así en Tarija hemos festejado los cincuenta años de residencia en este convento de nuestro hermano Fray Joselito Uriburu. Nacido en Potosí, el 23 de mayo de 1930, se hizo franciscano en 1957. Inmediatamente después vino al convento de Tarija y aún continúa en las mismas labores cotidianas con la virtud de siempre. La gente de Tarija le rodea de afecto y para nosotros, aunque ya no somos demasiado jóvenes, es la memoria histórica no sólo de las piedras conventuales sino también de tantos hermanos toscanos que nos han precedido. Y él, boliviano, ha vivido la trayectoria de cada uno de nosotros los toscanos, pero al revés. Los varios viajes que hizo a Toscana quieren ser una demostración de que el ir y venir y viceversa son parte de una historia humana que tiene como fundamento la gratuidad de la Gracia que sostiene también los horizontes más recónditos de la vida.

Puedo decirles también que Fray Joselito es el fraile más buscado por los periodistas, el más fotografiado y el más consultado. Inclusive su pasado cumpleaños ha sido objeto de noticia en la prensa de la ciudad. Un artículo de pura simpatía y relato de vida paralela con la de San Francisco. En el almuerzo estuvieron presentes algunos de sus parientes: la imagen que tuve fue que la santidad funciona también por apellidos. La sencillez, la espontaneidad, la sonrisa, la simpatía son conquistas pero también rasgos de la educación que se recibe en la familia.

Otra linda noticia es la de la próxima beatificación del P. Mamerto Esquiú. Repito lo que escribí en la carta del 18 de mayo 2006. Un santo que vivió en nuestro convento de San Francisco de Tarija. En la biblioteca se conservan aún sus escritos. Nació en Piedra Blanca

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(Catamarca, Argentina) el 11 de mayo de 1826. Sacerdote franciscano en 1848 y se dedicó de inmediato a la educación. En 1853 pronunció un discurso de aprobación de la nueva constitución que se había dado en la Argentina. Llegó a Tarija en 1862 desempeñando el oficio de bibliotecario. Poco tiempo después fue requerido por el Arzobispo de Sucre donde fundó el semanario “El Cruzado”. En nuestro convento de La Recoleta se puede ver su celda, severa, cerca de la puerta de ingreso. Se mantuvo siempre vinculado al convento de Tarija, enviando al superior ofrendas en dinero (parte del pago que recibía como periodista). Fue eminentemente un apologeta en defensa de la catolicidad en aquellos tiempos muy tristes de incertidumbre política y de pensamiento. El 2 de diciembre de 1880 fue nombrado Obispo de Córdoba (Argentina). Murió en Catamarca el 10 de enero de 1883. En el convento de aquella ciudad aún se conserva el corazón intacto del futuro beato, de quien el 18 de diciembre de 2006 el Papa Benedicto XVI certificó sus virtudes heroicas.

La tercera alegría que les comunico es totalmente musical. Este mes estuvo con nosotros el P. Pedro Nawrot, de la Sociedad del Verbo Divino, polaco, que es un gran especialista en música “misionera”; la denominamos así porque se encierra principalmente en el ámbito de la liturgia católica. El nombre que más resuena es el del maestro P. Antonio Zipoli, jesuita, que desde Córdoba distribuía partituras de música, definida como “barroco de las reducciones” de Chiquitos y Moxos de Bolivia. En efecto, cuando se habla de las tradiciones se nos refiere sobre todo hacia aspectos colectivos. De ese modo, una de las hipótesis del P. Pedro Nawrot es que muchas de las partituras pertenecen a maestros indígenas. Por otro lado, es reconocido el esplendor de las liturgias en las reducciones jesuíticas y franciscanas. Una imagen de ellas es la de San Francisco Solano que llamaba a la conversión tocando el violín.

La sorpresa más grande ha sido el descubrimiento de 25 partituras de Santas Misas que habían sido declaradas “prohibidas” por la reforma de León XIII y Pío X del canto litúrgico que imponía el canto gregoriano. ¿No será que en estas Santas Misas “prohibidas” podemos encontrar melodías litúrgicas de tradición local? El P. Pedro Nawrot nos ha prometido un pronto regreso.

Tarija, 30 de marzo de 2007

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Sorpresa del 15 de abril y presentación de la edición en La Paz.

Apreciados amigos:

El mes de abril quedará entre los que hemos de recordar con una mezcla de alegrías y sufrimientos. El 12 de abril hemos festejado los 50 años de sacerdocio del P. Godofredo Zils, sacerdote alemán en Bolivia desde hace muchos años y que actualmente vive en nuestro convento. Trabajó sobre todo en la parroquia de la Frontera de Chuquisaca (Sucre). Sus relatos de vida misionera son muy ingeniosos y llenos de esa sagacidad que en la interpretación de las situaciones humanas va más allá de las apariencias y formalismos. Fue un gran animador de las vocaciones sacerdotales. Y los “monaguillos” de un tiempo vuelven al viejo maestro. Relata hechos vocacionales relacionándolos siempre con las condiciones de vida y con la gracia del Señor. La premisa fundamental para cualquier logro es tener una idea sólida del propio futuro, para las vocaciones sacerdotales, religiosas y laicas: A Dios lo encuentras en la oscuridad pero con la luz del corazón. Su sistema de vida es comunitario y sus salidas del convento se deben siempre a motivos de caridad.

Ahora les hablaré de mí. El 15 de abril es una fecha histórica para Tarija. Un valeroso soldado de nuestra tierra, Moto Méndez, condujo un puñado de gente del pueblo a la victoria contra los soldados del régimen colonial. Este día el Alcalde suele conferir reconocimientos públicos a personas que de alguna manera se han identificado con esta región. También yo fui homenajeado con la Medalla “Moto Méndez” con la denominación de “Tarijeño Destacado 2007”. Para agradecer retomé una frase ya clásica en las conversaciones entre nosotros los frailes: Tarija es nuestra patria de adopción. Por lo que se refiere a mí personalmente, dije que los caminos de la adopción son muchos y que el mío ha sido el de recorrer la historia franciscana rebuscando en archivos y bibliotecas.

Don Roberto Ávila, Presidente del Concejo Municipal, mencionó que el reconocimiento quería ser también un incentivo a favor de una dinámica de integración de toda la región de Tarija en sus componentes territoriales que incluyen la parte del altiplano, de los valles y del Chaco. Después de tres días, en el último se dieron situaciones dramáticas: Dos pequeñas ciudades del Chaco, Yacuiba y Villamontes, se pusieron en pie de guerra, con la finalidad de reclamar para sí la propiedad de los pozos petrolíferos. El problema surgía de la división administrativa del territorio de Chimeo, zona petrolífera, reclamada por la provincia O’Connor y por Villamontes, apoyada por Yacuiba, por ser éstas parte del Chaco. Similar incertidumbre reina casi en toda Bolivia. La relación entre el territorio y su administración (división política) surgió a partir de circunstancias no siempre felices que luego se perpetúan en el tiempo. El esclarecimiento que ahora se exige obedece a intereses económicos que no siempre favorecen a la lucidez y prudencia mental. Han sido tres días de aislamiento de

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Tarija y del resto del país con bloqueos de carreteras y con la amenaza de clausura de las válvulas del oleoducto a la Argentina. En un primer momento intervino la policía con el resultado que 25 de sus efectivos quedaran como rehenes de algunos exaltados. La llegada del ejército restableció una aparente calma. El resultado fue de un muerto que, como siempre en estos casos, fue utilizado como símbolo de martirio, con ribetes de colores políticos.

Vuelvo para hablarles de los programas del Centro Eclesial de Documentación y más precisamente de la presentación en La Paz de la obra editada con motivo del IV Centenario de la Fundación del convento de San Francisco de Tarija: “Presencia franciscana y formación intercultural en el sudeste de Bolivia según los documentos del Archivo Franciscano de Tarija 1606-1936”, (Editor P. Lorenzo Calzavarini, Santa Cruz 2004, 2006). Todo el equipo del C.E.D. fue conmigo. Ya estamos acostumbrados a estos avatares después de la presentación en Santa Cruz de la Sierra y en Tarija. La Paz era una meta no muy deseada (por el clima no del todo recomendable por mi arritmia del corazón), pero finalmente aceptada ante la insistencia de los amigos de La Paz y por el Viceministerio de Cultura del gobierno boliviano. Hicieron uso de la palabra cuatro personas: la Directora del Museo Nacional de Arte, Teresa Aneiva, el Rector de la Universidad Católica, P. Hans Van Den Berg, el Director del PIEB (Instituto de investigación con sede en La Paz), Godofredo Sandoval, y Manuel Gómez, asistente del C.E.D. Yo hablé después acerca de la visión de un DVD que con imágenes ha creado una trayectoria mental de los siete volúmenes. Resultó una velada muy interesante como reflexión sobre diferentes aspectos de la historia regional de Bolivia. La impresión que me quedó fue que en La Paz existe un universo cultural muy dinámico conformado por artistas y escritores. Las entrevistas que me hicieron diarios y canales de televisión también fueron momentos no solamente para decir sino sobre todo para compartir una nueva visión del sudeste de Bolivia.

Concluí la noche con una entrevista televisiva en directo. Hablé de mi dedicación al estudio de la realidad de Bolivia, de la herencia franciscana y de otros aspectos que vinculan la vida de los franciscanos de hoy con los del pasado. Provocó admiración cuando aclaré que un archivo exige siempre una dedicación permanente y durante años. En mi caso, tomando en consideración mi tesina “Bibliografía del Chaco” presentada en Roma en la Universidad Antoniana en 1967, el resultado es de cuarenta años de intereses que tienen una referencia archivística con Tarija. Cordiales saludos,

Tarija, 30 de abril de 2007

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Memoria mágica del altiplano de los Andes, muerte de tío Amelio, el Cardenal Julio Terrazas entre nosotros.

Estimados amigos:

En mi anterior carta no les hablé específicamente del viaje a La Paz; me referí solamente a la presentación de las publicaciones del Centro Eclesial de Documentación. Se lo cuento. Partimos en el vehículo haciendo una primera etapa en Potosí. Fueron ocho horas de bellezas. Hasta Camargo, ciudad situada a medio camino, recorrimos entre lo antiguo y lo nuevo de Bolivia. Era una carretera con unos tramos polvorientos y otros asfaltados. Lo mismo sucedió después de Camargo con una siempre magnífica alternancia de realidades viales por la sucesión de bellísimos panoramas. Llegamos a los cuatro mil metros de altura sin la percepción geográfica de movernos entre nubes. Las diferencias las hallábamos en las condiciones de vida de los habitantes. Era también maravilloso el ocaso sobre un fondo color ceniza sobre el que se dibujaban nubes rojizas que, por el entusiasmo de la ilusión, casi las podíamos tocar con la mano. Sobre la carretera el color de los riachuelos de agua era un correr de chispas entre las piedras que moría en la orilla fangosa del camino. En Potosí nos encontramos con la alegría de los hermanos franciscanos y, entre ellos, una amiga italiana, pariente de P. Eugenio Natalini, la señora Giovanna Gemignani.

De Potosí a La Paz, durante las ocho horas de viaje, se iban repitiendo las visiones mágicas que se iban creando durante el camino siempre a cuatro mil metros, moviéndonos en una geografía de encanto. Se trataba de puras percepciones atmosféricas. Los elementos fundamentales de concreción de los colores eran la extensa llanura de paja brava, el fondo del cielo y el curso del sol. Son círculos de grandes espacios que se suceden, resaltando un universo de amarillo, verde, azul y rojo, que luego se ahogaba en la noche. Esa larga carretera asfaltada parecía dibujada como un sendero que te introducía en los misterios del firmamento aunque estábamos caminando sobre una franja de la tierra. La carretera era una panorámica horizontal donde no veías pero sí sentías el sabor de la presencia humana. De pronto aparecen las ropas rojas, azules y negras de los campesinos; era como la última pincelada: caminabas en el surrealismo de una visión que antes está “dentro” y luego “fuera” de ti. Sólo el silencio era su música que cantaba el permanecer de los orígenes y lo eterno del tiempo, encerrados en el espacio; de esa manera podía yo decir que el tiempo coloreaba la sucesión del espacio; aquí imaginaba también lo inverso: que el espacio condicionaba el correr del tiempo. De todas maneras, el resultado fue entrar en una paz que parecía suspendida entre el cielo y la tierra.

El mes de mayo comenzó con una mala noticia. Mediante el correo electrónico me comunicaron que tío Amelio había fallecido. Era hermano de mi papá, pero se podría

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también decir que fue padre de todos sus hermanos (y nietos). En una familia de campesinos de los años 1950 en el Polesine, había siempre un líder que, si no era natural (el hermano mayor), lo era por carisma. Tío Amelio poseía el gran poder de su honestidad, que significaba espíritu de trabajo, puente de paz y conocedor de todos los trabajos agrícolas. Las tardes las pasaba con los nietos, enseñándoles los primeros pasos de la escuela. En el mes de mayo era imprescindible un recorrido por el campo para el rezo del rosario. Creo que la orientación de mi vida en sentido religioso y franciscano me la inculcó él de modo particular.

Cuando estaba en el seminario me llegaban sus cartas, con una caligrafía uniforme, como si hubiera pasado escribiendo gran parte de su tiempo. Eran un mensaje (me di cuenta después) de seguridad psicológica para poder caminar en la vida sin sobresaltos. Cerca de su cama había una biblioteca de pocas cosas, como vidas de santos y libritos devocionales. Paz en su tumba. El día 3 celebré la Santa Misa pidiendo por él con mucho afecto.

Estos pensamientos cargados de grandezas espirituales me acompañaron a lo largo de la preparación de un proceso que deseaba fuera sagrado, uniendo espacio y tiempo (insisto en la sacralidad del espacio y del tiempo como historia de la salvación). El 6 de mayo tenía que estar con nosotros el Cardenal Julio Terrazas para cerrar las celebraciones del IV Centenario de fundación del convento de San Francisco de Tarija. Su estadía entre nosotros fue preparada hasta en los mínimos detalles por el Centro Eclesial de Documentación. La totalidad no debía ser una simple fecha, sino un acontecimiento que resumiese una fe secular y que sirviera de impulso hacia el futuro. Pero no toda la gente de Iglesia es socióloga como yo lo soy (lo digo sin arrogancia). La permanencia del Señor Cardenal y del Obispo en el Convento no fue continua, así que las últimas horas del entusiasmo parroquial las vivimos en su ausencia. El Domingo, el Señor Cardenal visitó el Convento y el Centro Eclesial de Documentación. Fueron momentos de gran emoción frente al pasado franciscano. Manuscritos, bibliotecas, pinturas y el universo artístico del conjunto provocan siempre una sorpresa que hace pensar.

La Santa Misa de las 11 a.m. tuvo participación plena del pueblo. La liturgia con sus gestos y palabras fue un conjunto de teatro en el que todos los elementos y las personas se movían de acuerdo a una guía establecida por el tiempo sagrado. La homilía del Cardenal recogió el sabor del conjunto y habló inspirándose en un pasaje del Evangelio en el que el Salvador les daba a sus discípulos el mandamiento del “amor”. La trayectoria de esta realidad, desde Jesús hasta nosotros, fue presentada con tal claridad de acciones que permitieron inclusive alusiones a la situación política del país. No subrayó los rasgos negativos presentes, más bien hizo un parangón entre la lógica del “amor”, que conduce a la unidad a pesar de las diferencias, y la del “odio” que engendra divisiones. Después de la Santa Misa se pasó a un ágape fraterno en el comedor conventual. Las fotografías de grupo fueron el adiós para el Cardenal, que más tarde tomó el avión para volver a Santa Cruz. La gente que le rodeaba lo hacía con cortesía y respeto, pero algo menos denso de lo ocurrido en su recibimiento, impregnado de cálida simpatía y emoción popular. Una de las fotografías muestra al Cardenal junto a una joven con la vestimenta típica “chapaca” (cultura de la región de Tarija) que le expresaba la bienvenida. Después le lanzaron flores que cubrieron prácticamente toda su persona, le colocaron guirnaldas al cuello siguiendo una costumbre que expresa respeto

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hacia la autoridad. Combinando luces y penumbras, todo resultó una significación espiritual y de simpatía hacia la persona del Cardenal Terrazas, que en realidad es el Cardenal de Bolivia. Seguramente también él volvió con todas esas imágenes que fueron un vivo testimonio del afecto de los habitantes de Tarija hacia la Iglesia y los franciscanos. Afectuosos saludos.

Tarija. 8 de mayo de 2007

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO SAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Otra noticia de muerte y exposición del artista Gonzalo Ribero.

Estimados amigos:

Tal vez es agridulce el sabor que acompaña siempre nuestros días. Dos cualidades, diferentes entre sí, combinan con otra bien específica al paladar. La primera realidad es la del hermano que acaba de dejarnos el 5 de mayo. La Hermana Muerte le sorprendió en la Casa de los ancianos, donde había estado durante alrededor de 15 años. Los ritos fúnebres fueron postergados hasta el día 7. Era Francisco di Vagno. Había nacido en Conversano (Bari) el 13 de abril de 1913. Vino a Bolivia en 1947 formando parte de un grupo de 10 misioneros. Su primer destino fue Potosí, ciudad en el altiplano boliviano, que se encuentra a cuatro mil metros de altura. Yo lo encontré en 1973, allí en Potosí, que por disposición de los superiores fue también mi primer destino. Conociendo mi título universitario de sociólogo me asignaron trabajo en las Escuelas de Cristo, que son un conjunto de escuelas destinadas exclusivamente a los campesinos. Fueron fundadas en 1907 por el P. José Zampa. Ahora, solamente en el Departamento de Potosí son cerca de un centenar. Desde allí se extendieron a todo el altiplano hasta La Paz. Lo primero que hice fue estudiar el castellano y conocer la historia de la región. El archivo conventual era muy interesante para retranscribir una historia franciscana que ahora puedo interpretarla un tanto diferente con relación a la de Tarija.

Pero lo odioso de la situación era precisamente los cuatro mil metros de altura. Con mucha dificultad lograba terminar la Santa Misa y subir las gradas para llegar al segundo piso del convento. Me tenía que detener a medio camino en un descansillo majestuoso, y subir después más arriba, por unas gradas recubiertas de piedras de travertino. Una vez que lograba llegar a mi destino me sentaba para tomar una bocanada de aire en un corredor igualmente frío. Estuve así durante unos seis meses hasta que llegó el superior de la Custodia de Florencia en Bolivia, el P. Gerardo Maldini. Le expuse mis dificultades y, sin siquiera parpadear, me respondió que no había ningún problema para cambiar de aires, concluyendo que todos los religiosos de Florencia siempre tropiezan allí y, si el corazón resiste, se quedan allí entre aquellos muros, de lo contrario se van a otros lugares. Y me tocó ir a Cochabamba para vivir allí con los jóvenes franciscanos que se preparaban para el sacerdocio.

Fray Francisco fue uno de los de corazón resistente. Amigo de los jóvenes, le veía caminar con grupos de ellos al mismo paso. No obstante el frío tenía siempre la cabeza rapada a cero. Para él era maravilloso vivir entre el cielo y la tierra. Se ocupaba de los más humildes servicios conventuales. Era muy reservado con los de su edad, pero tenía un profundo sentido de la amistad. Menos la mecánica, sabía hacer de todo, y era capaz de resolver cualquier imprevisto de la vida misionera. Sin embargo, por motivos de enfermedad, tuvo que ceder y

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se vino a Tarija. También aquí continuó ocupándose en las labores internas del convento y ayudando a sus hermanos sacerdotes. Este año del IV Centenario de fundación del convento de Tarija (1606-2006), hemos difundido una fotografía suya con un fondo gris del altiplano, que lo muestra arreando un burro cargado con lo necesario para pasar una noche en la humilde casa de cualquier benévolo campesino de la zona. La fotografía fue tomada por el P. Deodato Di Jerónimo, que era el predicador de aquella gira misionera entre las comunidades del altiplano de Tarija (ver carta del 28 de octubre 2006).

Fray Francisco tenía un espíritu algo sui géneris. Amigo de los viajes, dentro y fuera de Bolivia, no gravaba los gastos sobre la economía conventual. Entre sus amigos benefactores estaba el Dr. Víctor Paz Estenssoro (cuatro veces Presidente). Éste, hallándose en Lima para una visita de Estado, permitió a Francisco que se uniera a la comitiva presidencial. Y sucedió que este humilde fraile, desconociendo las normas del protocolo, se presentó primero recibiendo los honores militares del caso. Otra vez, después de un desayuno con el mismo presidente, volvió a casa con un hábito nuevo que le había regalado el Dr. Víctor Paz Estenssoro. Murió a la edad de 94 años, encorvado por la vida y con una mirada apagada. Cada uno carga su propia cruz, que no sería la misma si uno tuviera que escogerla. Paz en su tumba.

Otra circunstancia se refiere a la exposición pictórica del conocido artista boliviano Gonzalo Ribero. Con ella cerraremos el mes de mayo y, por supuesto, también el año del IV Centenario. El mes de mayo de 1606 fue el mes en que comenzaron los trabajos de la construcción del convento (que después tuvieron que ser suspendidos por un año). Finalmente, un concepto arquitectónico que concuerda con la fórmula artística tal como es practicada por Gonzalo Ribero. Arquitecto de formación, da a los volúmenes internos de su pintura una perfección sublime. Con esto estamos afirmando que su concepción artística escapa a las representaciones humanas directas. Por tanto, sus cuadros son la extensión de su pensamiento, que a través de los símbolos naturales y culturales explican las condiciones de la existencia.

Hemos preparado un bello catálogo que lleva el título de PACHA. “Pacha” es una palabra aymara, cultura originaria de Bolivia, que significa el universo, no tanto como factor físico sino en cuanto ambiente sensible del desenvolvimiento de la vida. Yo escribí la presentación del texto. Comencé subrayando el lenguaje de Gonzalo Ribero, que es del todo personal y, al mismo tiempo, universal. Lo he subrayado porque Gonzalo ha tenido experiencias con pueblos africanos y, sobre todo, brasileños. Con frecuencia los menciona como fuente de inspiración o, al menos, como sorpresa de encuentros. Por esta razón reafirmo la capacidad que tiene para construir una comunión de comunicación partiendo del “otro”. La centralidad de su lenguaje es el cuerpo, receptáculo de sensaciones que parten de la oscuridad y de la luz. Aquí retoma un gran pensamiento de la civilización aymara: el discurso cosmogónico no es sólo de firmamento sino también de horizontalidad y, sobre todo, de oscuridad que es la dimensión terrestre que no se puede conocer, pero que se domina con la fuerza de lo sospechoso. Tiene una fuerte relación con la magia de los Andes: altos, lugar de vida y fuerza magmática.

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Tres términos constituyen la trayectoria existencial expresada con actitud eterna en el hombre de Los Andes: INTIWATANA, que es el deseo de acercar el sol lo más explícitamente posible y querer abrazarlo; APACHETA, que es la llamada de los caminantes a los espíritus buenos, y LLAJTA que es la dimensión de convivencia pacífica y de perfección de sentimientos en las relaciones humanas (la sociedad). En mi introducción me dejé guiar también por lo que creo que fue siempre una melodía recóndita de mi vida y que la traduje con la expresión: la interioridad del silencio. Y concluyo este mi escrito con una pregunta al hombre moderno que contempla la secuencia de una traducción de sentimientos inmensos que nacen de su cuerpo y hablan con el lenguaje de los colores: “¿Y tú? ¿Estás ahora frente al silencio?”. La muestra estará abierta del 16 al 31 de mayo. Saludos.

Tarija, 22 de mayo de 2007

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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IV CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTOSAN FRANCISCO, TARIJA 1606-2006.

Referencia: Un año de gracia que se cierra para abrirse a otra época.

Queridos amigos:

Mi anterior carta tenía todo el sabor de clausura del IV Centenario. Un final esplendoroso de colores y de reflexiones pictóricas no es una alegría que se repite todos los días, pero es también un compromiso para seguir adelante. Quiero recordarles que el III Centenario del convento, en el mes de mayo de 1906, no se pudo celebrar por las condiciones políticas que vivía Bolivia y, por tanto, también Tarija. El partido liberal y el chauvinismo universitario habían tomado características y actos de reacción contra todo lo que significaba católico. Se dio el caso que se lanzó insultos y piedras contra el convento. Y, como siempre, el tumulto era útil para encubrir intenciones de violencia. En 1905 las autoridades civiles, de manera unilateral, procedieron a la secularización de las misiones. Me explico. El sistema misionero de aquellos tiempos correspondía a la realidad de las “reducciones” que en la región del Chaco tenían una historia de dos siglos (desde 1755). Era una experiencia totalmente franciscana (bastante diferente de las reducciones jesuíticas). Se trataba de aglutinar a los pobladores de los pueblos originarios en unidades territoriales de gobernabilidad con respecto a una sociedad más grande, no sólo colonial sino también del Estado boliviano (desde 1825). Por tanto, la “reducción” en cuanto tal era antes que todo una configuración civil dentro de la cual se insertaba también el aspecto religioso. De hecho, la “reducción” incluía tanto a personas de fe católica como también a personas de religión ancestral. Por la necesidad de incluir aspectos económicos, educativos y territoriales, la presencia de los franciscanos estaba regulada por acuerdo con el gobierno central de Bolivia, declarado en el “Reglamento de las Misiones”.

En realidad, era un tratado entre el Estado boliviano y la Orden Franciscana (Colegio de Propaganda Fide de Tarija), que estipulaba que todo lo relacionado a la realidad reduccional era propiedad de los pueblos originarios con los cuales y por ellos fue creada dicha organización. Pero el pacto fue roto por el gobierno central que desconoció los derechos proclamados en los tratados, por lo que las tierras de los pueblos autóctonos (guaraníes, tobas y noctenes) fueron a parar a manos de propietarios extraños a la región. La concepción estatista fomentó el centralismo, por lo que hallarse fuera de su sombra equivalía a ser excluidos de un conjunto de derechos (manteniendo firmes los deberes). La conclusión fue que las comunidades indígenas se dispersaron y en la mayoría de los casos emigraron a la Argentina. Algunos autores definen al proceso de secularización de las misiones como un acto de nacionalización del territorio, interpretando el régimen reduccional como algo extraño a la nacionalidad boliviana. De hecho, se trata de un camino de “nación” (como forma de sociedad específica) hacia la nacionalidad boliviana. La estructura social de las reducciones era un principio de solución de la asimetría de las relaciones entre sociedades,

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cercanas y contrapuestas, que tenían que aprender a convivir. Los problemas actuales dependen mucho de aquel confuso énfasis de “progreso” que encubrió muchas razones de dominio de unos sobre otros. La contrapropuesta, en sus raíces franciscanas, era la de equilibrar estrategias en las que los pobres y los marginados de la periferia adquirieran también capacidad de diálogo con realidades diferentes.

Estamos viviendo en otra época que aún no logra mostrar aspectos de novedad de coordinación entre los pueblos. El hecho de rescatar esquemas intelectuales y de sentido del Estado tomándolos de experiencias antiguas no conduce a nada y hace insoportables las mismas razones que en su tiempo fueron plausibles. La dimensión concreta de las condiciones de existencia debe ser construida a partir de dimensiones prácticas. Sin embargo, aún no ha nacido una teoría general de interpretación que enlace a todos los pueblos de la tierra. Posiblemente esa teoría tendrá que surgir de esta diversidad de naciones, que incluyen historia, culturas y actitudes hacia el “otro” como desconocido o enemigo.

¿Por dónde habrá que comenzar? La actitud franciscana no se contentó con sopesar los hechos de destrucción sino que inventó acciones de contrapropuesta a la negatividad del momento. En la ciudad de Tarija se dedicó a la instrucción (ex Colegio Antoniano), incentivó la cultura abriendo una librería, se entregó con alma y cuerpo a la educación de los jóvenes y de diversos sectores de trabajo (los artesanos con escuelas vespertinas) y, por último, a las obras de caridad. El hecho de que parte de ellas aún perduran en nuestros días (desde 1896) demuestra la validez de tales opciones. Cuando se rompió la forma tradicional de su presencia, los franciscanos permanecieron en sus puestos de trabajo en el Chaco incentivando el trabajo parroquial. Allí tuvieron lugar la destrucción provocada por la guerra entre Paraguay y Bolivia; por esa razón desde 1935 hasta 1960 fueron años de reorganización.

Siempre para concluir el IV Centenario, el día 12 el convento de San Francisco organizó un rally (concurso de grupos de estudio esparcidos en diferentes puntos de la ciudad) sobre la base del conocimiento de la historia del convento San Francisco de Tarija. La “Breve guía artística, cultural e histórica…” que hace poco hemos publicado facilitó la comprensión del pasado. Pero los propósitos no abarcaban solamente un objetivo cultural, a partir de los escritos; también incluían premios: tres pasajes gratis en avión ofrecidos por la compañía Aerosur, 12 bicicletas y balones. Los slogans constituían un incentivo para lograr la paz en el centro histórico de Tarija sin vehículos motorizados, otorgando una interpretación religiosa a las motivaciones de carácter ecológico, como actuaron los franciscanos, yendo a regiones desconocidas “evangelizando la paz”. La frase fue escrita en uno de los momentos más oscuros de la historia de Bolivia, precisamente cuando las poblaciones indígenas del altiplano, liderizadas por Tupac Amaru, se rebelaron contra el dominio español en 1783. Se da también una consonancia de actitudes en la historia más cercana a nosotros. En los tratados de paz entre Paraguay y Bolivia, en los intersticios de discusión, se acuñó la frase: “Donde estuvieron los franciscanos de Tarija, allí está Bolivia. Era la constatación de un universo de paz aceptado por ambas partes”.

Pero la más preclara historia de los franciscanos en Tarija fue la presencia del Colegio Antoniano, unida a la participación litúrgica en la iglesia del convento. Cada uno podría

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interpretar el hecho en términos de una coordinación forzada; pero no se puede separar una situación de aprendizaje de una prefiguración del futuro. Alguien diría (y hay tantos que harían lo mismo) que se trataba de un “fundamentalismo” de unión entre fe y sociedad cuando, por el contrario, se trataba de preparar al joven para afrontar las complejas exigencias de la vida social: nosotros sacerdotes hemos aprendido más del estado laical que de los liberalismos y comunismos en boga. Hemos recordado la historia, la cultura y las ganas de llegar a ser personas conscientes de ser ciudadanos de una nación y del mundo. Y así fue. La integración de diversos temas de reflexión es precisamente lo contrario del “fundamentalismo”.

Me conmovió tanta juventud presente en el rally. Se desea un mundo de imaginación y precisamente en ese sentido se ha propuesto jugarse el Centro Eclesial de Documentación. Las raíces históricas están allí, su comprensión la dictan el arte y las invenciones prácticas. Para que el todo no se traduzca en unos slogans, la propuesta del Centro Eclesial de Documentación es la de organizar días de reflexión científica a fin de que la historia sea siempre “maestra de vida”. Con la participación de muchas personas hemos logrado desarrollar durante todo el año del IV Centenario jornadas de alegría juntos y tantas otras iniciativas que han hecho reverdecer el mensaje franciscano. Como no había sucedido en el III Centenario, las autoridades de Tarija (Prefectura y Alcaldía) han colaborado no solamente con su presencia sino inclusive con aportes económicos con la finalidad de que los proyectos se hicieran realidad. Otras dos propuestas están ya en plena realización: el sistema de seguridad y la ampliación de los ambientes del Centro Eclesial de Documentación.

Otra grata sorpresa fue la comunicación que llegó al Centro Eclesial de Documentación el día 18. Se me comunicaba que la Alcaldía de la ciudad de Sucre me concedía la medalla “Juana Azurduy de Padilla” en reconocimiento a mis méritos (así decía) de “persona que se ha distinguido” por los servicios prestados al Departamento de Tarija. Juana Azurduy fue una heroína de la independencia de Bolivia. La fecha del 25 de mayo tiene un valor bien específico para la historia del continente latinoamericano porque desde la Universidad de San Francisco Xavier de aquella ciudad (Universidad fundada por los jesuitas) se lanzó el primer grito libertario contra el dominio español. Después sucedieron acciones de guerrilla; una fracción de éstas fue encabezada por Juana Azurduy de Padilla. La lucha se extendió después a los ejércitos regulares que condujeron a la victoria final el año 1825. La presencia de todas las regiones de Bolivia en el acto quiso significar el nacimiento de la nueva patria.

Antes de la entrega de las medallas a los nueve representantes de los Departamentos de Bolivia, que fue el 24, a las 18:30 se recordó otro acontecimiento: los repiques de la campana de San Francisco (primer convento franciscano en Bolivia, año 1540), renovaron el anhelo de libertad de todo un pueblo. Las palabras fueron grandilocuentes pero tal vez útiles para un suplemento de verdad del recuerdo que debe manifestarse en la vivencia de cada día. Desde allí se pasó a la “Casa de la Libertad”, donde se redactó la primera constitución jurídica de Bolivia. También aquí nos volvemos a encontrar en un ambiente jesuítico: era la capilla de la residencia de los padres profesores de la misma Universidad. En 1767 fueron expulsados de todo el continente latinoamericano por decisión de las cortes de Europa. Una de las razones de esa ignominia probablemente fue la teoría del “tiranicidio” (que se puede matar al tirano

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que destruye la libertad) difundida por los teóricos de la Compañía. Aunque con otras voces académicas, se llegó al mismo resultado.

A las 19:30 estábamos reunidos en la “Casa de la Libertad”. Estaba presente el Presidente de la República de Bolivia acompañado de algunos ministros de Estado. Antes de él tomaron la palabra los representantes de la ciudad de Sucre. Nuevamente se pronunció altisonantes discursos que compartí plenamente porque se referían a las necesidades de la gente. Luego se pasó a los honores. Fui el primero en ser convocado y la medalla me fue impuesta por el señor Presidente. Él captó mi confusión y con una sonrisa, simple y abierta, me tocó la manga “izquierda” de mi saco y me felicitó con un apretón de manos. Fue algo muy conmovedor. Pero todo el entorno se transformó en algo mágico cuando subió al escenario la representante del Departamento de Chuquisaca, que era una religiosa, delgada, pequeña de estatura y curvada por los años. La justificación de la medalla mencionaba 50 años de servicio a los enfermos del hospital de Santa Bárbara. El blanco de su vestido se unía al color rojo que cubría la testera de las autoridades y la luz de los reflectores, que irradiaba un aura amarilla sobre todo el escenario, la hacían ver más liviana y ágil. Los aplausos del público no modificaron su porte. Bajó y volvió a su asiento junto a mí. Le estreché la mano y continuamos en nuestro silencio. Al final, habló el señor Presidente. Era un discurso como de una persona con muchas responsabilidades. Creo que las enumeró todas, diferenciando unas de otras en paquetes de éxitos y de dificultades.

La fraternidad entre desconocidos se fue construyendo en torno al vino y bocadillos en el atrio frente a la Casa de la Libertad, con la que forma un todo arquitectónico. Preocupado por sostener con una mano la justificación de la medalla dentro de un bello estuche de cuero, y con la otra sosteniendo una copa de coñac, le di un beso al estilo boliviano a una distinguida señora que me habló en buen italiano. Le respondí y conversamos un poco sobre Italia. Era la consulesa de Italia. Agradecí mucho sus elogios. Me impresionó su feminidad combinada con autoridad y dulzura. Igualmente simpática me resultó la señora Mirna, la organizadora del evento, con quien había hablado por teléfono. El traje de ocasión que le habían confeccionado (pantalones y blusa negros con una chalina azul que pendía del cuello) hacía resaltar los colores de su piel morena. Fijé la atención en las dos sonrisas que hacían resaltar más su amistad. Me puse a pensar en que la identidad de las mujeres se puede medir por la calidad de su forma de reír. Todo resultó muy gratificante.

El día 29 llegó el arquitecto José Granda. Lo estábamos esperando hacía meses para comenzar los trabajos de restauración de la iglesia. Se trata de una ayuda económica proveniente de la Prefectura del Departamento de Tarija. Los retrasos se debieron a contratiempos burocráticos; una maraña de propuestas de Tarija a La Paz y de La Paz a Tarija sobre quién habría de pagar la supervisión de los trabajos (puesto que el convento había sido declarado monumento nacional). Religiosos franciscanos, técnicos, arquitectos y autoridades, por fin, estamos cosechando los frutos de la paciencia. La iglesia, que debía ser el inicio de los festejos del IV Centenario (que termina el 31 de mayo) cerrará el aniversario 401 de vida franciscana en Tarija. Comenzamos con los escombros para las refacciones de los ambientes conventuales (que duraron tres años) y continuamos con la organización arquitectónica del Centro Eclesial de Documentación (seis meses); en este momento está en

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proceso lo referente al sistema de seguridad ofrecido por la Alcaldía (desde hace un mes y nos llevará uno más) y dentro de poco pasaremos a los trabajos de la iglesia. Poco a poco se va lejos.

También yo, renglón tras renglón de esta carta, estuve en compañía de todos ustedes durante dos días seguidos. Y desde este profundo y oscuro silencio conventual, en nombre de la fraternidad franciscana, agradezco a los responsables de las asociaciones eclesiales de Alemania y a las autoridades de la Prefectura y del Municipio de Tarija que han hecho posible la realización de un sueño y el cumplimiento de un deber hacia los franciscanos que han vivido en Tarija desde el año 1606. Buenas noches, me voy a dormir. Y, como siempre, cordiales saludos a todos.

Tarija, 31 de mayo de 2007

Fray Lorenzo Calzavarini ofm

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