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Jacques Lacan, El Seminario Seminario I, Los escritos ... · y a obedecer. 3) El acto analítico y la ética del psicoa-nalista. ... que queda de la articulación, y que Lacan formula

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2) El abordaje clínico del autismo. Atentos a la “clí-nica irónica” y a las invenciones psicóticas, escu-chamos y respondemos a cada autista uno por uno, mientras otros los quieren obligar a escuchar y a obedecer. 3) El acto analítico y la ética del psicoa-nalista. El tiempo del cuidado no es el del efecto sujeto. ¿Cómo respondemos a la cuestión de la educación sabiendo que no se confunde nunca con el condicionamiento pavloviano? 4) La política del inconsciente. El síntoma cuestiona los proyectos de los adeptos de las terapias cognitivo-conductuales –como Skinner, para quien la liber-tad era un lujo “que no se podía ofrecer”– cuando al mismo tiempo los políticos hacen del autismo una gran causa nacional. 5) Las aportaciones de los psicoanalistas viniendo de otros horizontes que el nues-tro. ¿Han renovado el tema o han cedido al oscu-rantismo de la evaluación? 6) Los métodos de condi-cionamiento de los llamados autistas, niños o adultos. Desde la guerra por el monopolio que se libra entre las diferentes tendencias hasta los efectos deletéreos inducidos sobre los pacientes.

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7) Los avances de la ciencia. Distinguiéndo-los del cientificismo, son ricos en enseñanza. La heredabilidad, por ejemplo, ¿no arruina acaso la idea de un síndrome común a todos los autistas? 8) Los testimonios de autistas y de sus familias. 9) Los autistas de alto nivel. Ellos mismos luchan por un mundo no estandari-zado. Su lectura de los métodos normativos podrá sernos útil. 10) Un examen razonado de las campañas de prensa. Sacar a la luz lo que está en juego en un marketing decidido y extendido, que anuda la ampliación del espectro del autismo a intereses financieros en detrimento de los sujetos.

Otros aspectos más podrán también encontrar su lugar durante estas Jornadas, que en este momento crucial constituirán un tiempo importante en la vida de nuestra Escuela.

Jacques Lacan, El SeminarioSeminario I, Los escritos técnicos de Freud

“Percibimos encarnada, en este caso privilegiado (el del niño del lobo de Rosine Lefort), esta función del lenguaje, la palpamos en su forma más reducida, reducida a una palabra –cuyo sentido y alcance para el niño ni siquiera somos capaces de definir- pero que, sin embargo, lo enlaza a la comunidad humana. Como lo indicó con toda pertinencia Rosine Lefort, no se trata de un niño-lobo que habría vivido en un simple salvajismo, sino de un niño hablante; ha sido gracias a ese ¡El lobo! que ella tuvo desde el comienzo la posibilidad de instaurar el diálogo.

Lo admirable en esta observación es el momento en que, después de una escena que usted ha descrito, desaparece el uso de la palabra ¡El lobo! Es en torno a ese pivote del lenguaje, a la relación con esa palabra, que para Robert se resume una ley, donde se produce el giro de la primera a la segunda fase. Comienza luego esa elaboración extraordinaria que culmina en el conmovedor auto-bautismo, cuando pronuncia su propio nombre. Palpamos aquí en su forma más reducida, la relación fundamental del hombre con el lenguaje. Es extraordina-riamente conmovedor”.

Paidós, 1992, p. 161-162.

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“Dr. Cramer- Usted dijo, si lo seguí correc-tamente, que es la madre quien le habla al niño, pero también es necesario que el niño la escu-che. Quisiera hacerle una pregunta de ese “tam-bién es necesario que el niño escuche”.

Dr. Jaques Lacan- ¡Sí!

Dr. C.- ¿Qué hace que un niño pueda escu-char? ¿Qué hace que un niño sea receptivo a un orden simbólico que le enseña la madre o que le aporta la madre? ¿Acaso hay allí algo inmanen-te en el hombrecito?

Dr. J. L.- Me parece que estaba implicado en lo que dije. El ser que llamé “humano” es esen-cialmente un ser hablante.

Dr. C.- Y un ser que también debe poder escuchar.

Dr. J. L.- Pero escuchar forma parte de la palabra. Lo que evoqué en lo concerniente al quizás, al todavía no*, se podrían citar otros ejem-plos, prueba que la resonancia de la palabra es algo constitucional. Es evidente que está vincu-lado con la especificidad de mi experiencia. A partir del momento en que alguien está en aná-lisis siempre prueba que escuchó. Que usted haga surgir la pregunta de que hay seres que nunca escuchan nada es sugestivo ciertamente, pero difícil de imaginar. Me dirá usted que hay gente que quizás sólo escucha los rumores, es decir, que todo a su alrededor charlotea.

Dr. C.- Pensaba en los autistas, por ejemplo. Sería un caso en el que lo pasible de ser recibido no está situado y donde el escuchar no puede producirse.

Dr. J. L.- Como el nombre lo indica, los autis-tas se escuchan ellos mismos. Escuchan muchas cosas. Esto desemboca incluso normalmente en

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cosas. Esto desemboca incluso normalmente en la alucinación y la alucinación siempre tiene un carácter más o menos vocal. Todos los autis-tas no escuchan voces, pero articulan muchas cosas y se trata de ver precisamente dónde escucharon lo que articulan. ¿Usted trata autis-tas?

Dr. C.- Sí.

Dr. J. L.- Entonces, ¿qué le parecen a usted los autistas?

Dr. C.- Precisamente, que no llegan a escu-charnos, que permanecen arrinconados.

Dr. J. L.- Pero eso es algo muy diferente. No llegan a escuchar lo que usted tiene para decir-les en tanto usted se ocupa de ellos.

Dr. C.- Pero también nos cuesta trabajo escu-charlos. Su lenguaje sigue siendo algo cerrado.

Dr. J. L.- Es muy precisamente lo que hace que no los escuchemos. El hecho de que ellos no nos escuchan. Pero finalmente sin duda hay algo para decirles.

Dr. C.- Mi pregunta apuntaba un poco más lejos. ¿Acaso lo simbólico –y aquí utilizaré un cortocircuito- eso se aprende? ¿Existe algo en nosotros desde el nacimiento que hace que este-mos preparados para lo simbólico, para recibir precisamente el mensaje simbólico, para inte-grarlo?

Dr. J. L.- Todo lo que dije lo implicaba. Se trata de saber por qué hay algo en el autista o en

Jacques Lacan, Conferencia sobre el síntoma

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el llamado esquizofrénico, que se congela, podría decirse. Pero usted no puede decir que no habla. Que usted tenga dificultad para escucharlo, para dar su alcance a lo que dicen, no impide que se trate, finalmente, de personajes más bien verbo-

sos”.

*Dr. J. L.- “El hecho de que un niño diga quizá, todavía no, antes de que sea capaz de construir verdaderamente una frase, prueba que hay algo en él, una criba que se atraviesa, a través de la cual el agua del lenguaje llega a dejar algo tras su paso,

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algunos detritos con los que jugará, con los que le será muy necesario arreglárselas. Es eso lo que le deja toda esa actividad no reflexiva –los añicos a los cuales, más tarde, pues es un prematuro, se le agregarán los problemas de lo que lo espantará. Gracias a esto hará la coalescencia, por así decirlo, de esa realidad sexual y del lenguaje”.

Ginebra, 10 de abril de 1975“Intervenciones y Textos 2”. Ed. Manantial, p.

133-135, p.129.

Jacques-Alain Miller, La orientación lacaniana

“Al dar en toda su clínica un privilegio a Un-Corps, Rosine y Robert Lefort fueron llevados a ubicar este clínica bajo la rúbrica del autismo Se puede decir que hicieron que se perciba el autismo como, si puedo decirlo así, el estatuto nativo del sujeto. La palabra “sujeto” ha de ponerse aquí entre comillas y debe ceder sin duda su lugar al término parlêtre, que Lacan usaba para designar a la vez al sujeto y al inconsciente […]. El autismo en el sentido de los Lefort, es decir, como cate-goría clínica fundamental, puede ciertamente valerse del Lacan que en algunas ocasiones redujo el inconsciente al hecho de hablar com-pletamente solo –“Hablamos completamente solos porque nunca decimos más que una y misma cosa”. Esta proposición se encuentra en el Seminario de “L’Une-bévue”. No hay que buscar muy lejos para encontrar el símbo-lo de este inconsciente: es el redondel de los redondeles de cuerda que repite estas vueltas sobre si mismo del hablar-completamente-solo.

Considerando el fragmento, “nunca deci-mos más que una y misma cosa…”, tene-mos aquí la definición del inconsciente por el autismo, el autismo de la palabra. De ahí la cuestión más tardía de Lacan, de saber si el psicoanálisis no sería un autismo a dos.

El dato fundamental es: cada uno habla solo. Pero, sin embargo, estamos forzados a inventar una excepción. El autismo a dos, ¿sería lo que se trata precisamente de des-mentir si hay el psicoanálisis…? Es bajo las especies de si hay el psicoanálisis… que la ultimísima enseñanza de Lacan se desarro-lla.

Cuando Lacan se topa contra el dato fun-damental del autismo a dos en psicoanálisis –los inconscientes habladores, pero tan opacos el uno al otro como los Un-corps–, y cuando tropieza con ese correlato del “No hay relación sexual” que es un no hay rela-ción lingüística, opera entonces un forza-miento del autismo para satisfacer la exis-tencia del psicoanálisis”.

Inédito, 7 de marzo de 2007.

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Jacques-Alain Miller, L’Un-Tout-Seul

“La última enseñanza de Lacan está ordenada por el dato fundamental puro de hay / no hay. En primer lugar, Yadl’Un es una fórmula que reduce lo simbólico, en particular la articulación, para despejar la iteración como su real esencial. La iteración como núcleo, lo que queda de la articulación, y que Lacan formula diciendo que el sínthoma es un etcétera. El Yadl’Un reduce lo simbólico al etcétera. Es una sensacional reducción de toda la dimen-sión del blablabla de la que supo mostrar, no obstante, todos los espejismos y recorrer el laberinto.

Luego, es también el no hay relación sexual correlativo del Yadl’Un, y que quiere decir no hay dos. El dos no está al mismo nivel que Yadl’Un, está ya en el del delirio. No hay dos, no hay sino el Uno que se repite en la itera-ción.

Añadiré también una tercera fórmula, hay el cuerpo. Ese cuerpo está ya presente en el título Encore al escribirlo de una manera que lo des-vela –imagino incluso que es conforme a la

intención de Lacan que en-corps se escu-che encore. A este nivel, quedan por pensar los dos hay, que no son los dos sexos, sino el Uno y el cuerpo. El cuerpo aparece aquí como el Otro del significante, es lo que Lacan dejaba entender al decir que el Otro, es el cuerpo. Era ya un paso en dirección hacia ese registro de lo real. El Otro del significante no es el Otro de la verdad, lo es solamente en la ficción cuando el signifi-cante está capturado en sus efectos de sen-tido. A nivel de la energeia, el Otro del significante es el Otro del cuerpo y de su goce. Una vez el discurso limpiado de la relación sexual, lo que se desnuda en lo real es la conjunción del Uno y del cuerpo. Lacan pudo decir que la verdad es la her-mana pequeña del goce, es decir, una forma extenuada del goce, su máscara. Cuando el goce está desplazado de la ener-geia a la idea, la verdad nombra el goce y al mismo tiempo lo enmascara”.

Paris, 18 de mayo de 2011.