Just Remember This, NLR 95, September-October 2015

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    NEWLEFTREVIEW95

    noviembre - diciembre 2015

    SEGUNDAPOCA

    ARTCULO

    Wolfgang Streeck Por qu el euro divide a Europa?

    NUEVAS MASAS

    Zhanna Andreasyan Protestas por el precio dely Georgi Derluguian combustible en Armenia

    Daniel Finn Las guerras del agua en Irlanda

    ARTCULOS

    Paik Nak-chung El doble proyecto de la modernidad

    Fredric Jameson Una relectura de Vida y destinoClaudio Magris La novela como criptograma

    CRTICA

    Dylan Riley La propiedad guiando al pueblo?

    Emilie Bickerton Just Remember This

    Tony Wood Las vidas de Dzhugashvili

    Robin Blackburn Oro blanco, trabajadores negros

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    Inez Hedges, World Cinema and Cultural Memory,Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2015, 190 pp.

    JUST REMEMBER THIS1

    Emilie Bickerton

    Al inicio de su libro de memorias, El ltimo suspiro, Luis Buuel, mediante

    una descripcin de las fases iniciales de la amnesia, advierte a sus lectores

    de que lo que van a obtener no es un relato fctico y estricto de su vida, sinoalgo mucho ms catico, digresivo y, s, falso. Ha descubierto con la edad

    que sus recuerdos no eran siempre exactos y se ha sorprendido a s mismo

    contando historias sobre hechos que nunca ocurrieron, como la boda de su

    amigo Paul Nizan, en la iglesia de Saint Germain des Prs, con Sartre como

    testigo. Y, aun as, Nuestra memoria es nuestra coherencia:

    Con frecuencia, he pensado introducir en una pelcula una escena en la queun hombre trata de contar una historia a un amigo; pero olvida una palabrade cada cuatro, generalmente, una palabra muy simple: coche, calle, guar-dia... El hombre farfulla, titubea, gesticula, busca equivalencias patticas,hasta que el amigo, furioso, le da un bofetn y se va. A veces, para defen-derme de mis propios terrores con la risa, me da por contar el cuento delhombre que va al psiquiatra porque sufre prdida de memoria, lagunas. Elpsiquiatra le hace un par de preguntas de rutina y luego le dice:

    Bien, y esas lagunas?Qu lagunas? pregunta el hombre.

    Nuestra percepcin de nosotros mismos est ligada al pasado que recorda-

    mos, a quienes hemos conocido y a lo que hemos conocido. El fenmeno que

    1El ttulo del artculo hace referencia al primer verso de la cancin As Time GoesBy, que desencadena los recuerdos de los personajes en la pelcula Casablanca(Michael Curtiz, 1942) [N. de la T.].

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    describe Buuel ofrece un material potencialmente rico para tratar en la pan-

    talla: en el lenguaje cinematogrco, mediante cortes en la accin, fundidos

    en negro o ngulos de la cmara que nos produzcan desconanza, pueden

    perfectamente expresarse tergiversaciones, lagunas y vacilaciones; la obra de

    collagede Godard emplea formas diferentes en celuloide y vdeo para sugerircmo la pantalla puede transmitir destellos de lucidez o recuerdo. La relacin

    del cine con la memoria se extiende ms all de la representacin de la memo-

    ria subjetiva. Formalmente, el cine remeda la memoria, puesto que presenta

    ante nuestros ojos escenas que ya ocurrieron, que se representaron delante

    de las cmaras, hace ya algn tiempo. Como cualquier forma de relato, la

    narracin cinematogrca est profundamente ligada a la labor de la memo-

    ria, como bien sugiere la homonimia de la palabra historia. Para los cineastas

    constructivistas, que rechazaban el veneno conservador de la narrativa tea-

    tral, el aspecto de crnica era fundamental; el paneto de Vertov Nosotros:variantes de un maniesto invitaba al pblico a huir hacia el exterior, hacia

    las cuatro dimensiones (tres dimensiones ms tiempo). En manos de los

    surrealistas (del propio Buuel, pero tambin en la narrativa de Peter Wollen,

    del cine etnogrco de Jean Rouch) el cine es la forma artstica del incons-

    ciente: de la memoria involuntaria, pero explosiva.

    En World Cinema and Cultural Memory, su cuarto libro, el objetivo de Inez

    Hedges es investigar las estratagemas de la memoria en una serie de pelcu-

    las polticas; analizar las maneras en las que las obras culturales lidian conlos acontecimientos reales del pasado y del presente histrico. Su marco de

    trabajo son los Estudios de la Memoria, una subdisciplina cada vez ms ins-

    titucionalizada, que se localiza en algn punto entre la Historia y los Estudios

    Culturales. Su origen intelectual se puede remontar a los esfuerzos de los

    historiadores liberales franceses durante la Guerra Fra (Franois Furet, pero

    sobre todo Pierre Nora) para, en nombre del antitotalitarismo, liberar la vida

    intelectual de su pas de conceptos tenazmente persistentes procedentes de

    la Gran Revolucin. De la misma manera que Penser la Rvolutionfranaise

    de Franois Furet (1978) explicaba las revueltas de nales del siglo xviiientrminos de dinmicas de discurso ms que de causas sociales, la obra monu-

    mental Les lieux de mmoirede Pierre Nora (1984-1992) pretenda reemplazar

    una historia que nos divide por una cultura que nos une, en la que la

    identidad francesa pudiera encarnarse en ttems y fragmentos rememorados

    con cario. Esto se amalgam fcilmente con la historia desde abajo angl-

    fona, con su nfasis en los artefactos culturales y en la memoria popular. En

    la dcada de 1990, Andreas Huyssen y sus colegas adaptaron y ampliaron el

    proyecto a la Alemania reunicada. Al mismo tiempo, los campos orecientesde estudio sobre los derechos humanos y sobre el posconicto empezaron a

    recurrir a la memoria como un medio de individualizar, psicologizar y, por

    lo tanto, despolitizar las luchas sociales y tnicas, desde Sudfrica hasta los

    Balcanes e Irlanda de Norte.

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    En los ltimos diez aos, los Estudios de la Memoria se han establecido en

    la academia, han producido un aluvin de revistas y de manuales universita-

    rios, todos publicados alrededor de 2007, y, entre la decadencia generalizada

    de las humanidades, han orecido profusamente. A la hora de buscar un

    cimiento intelectual, la nueva disciplina no pudo ignorar por completo laobra de la dcada de 1920 de Maurice Halbwachs, socilogo discpulo de

    Durkheim. En Les cadres sociaux de la mmoire, publicado por primera vez

    en 1925, Halbwachs elabora el concepto de una memoria colectiva, estruc-

    turada socialmente, que reelabora la imagen del pasado en consonancia con

    las opiniones predominantes del presente. Este tipo de marco explicativo de

    inspiracin social era precisamente lo que quera evitar el enfoque relativista

    de los estudios de la Memoria, as que, en sus iniciativas, cultural sustituy

    a colectivo. Ms recientemente, la palabra de moda ha sido transcultural,

    con el foco puesto en culturalizar los procesos migratorios.Al igual que los Estudios Culturales, aunque a diferencia de la Historia,

    la nueva subdisciplina se caracteriza por una apariencia ideolgica uniforme

    de tendencia progresista liberal; los inconformistas y los conservado-

    res no tienen cabida aqu. Hedges explica en World Cinema And Cultural

    Memoryque ella, como Huyssen, quiere centrarse en formas de memoria

    productivas, ntimamente vinculadas, en sus palabras, a procesos de

    democratizacin y luchas por los derechos humanos. Los usos que ella ana-

    liza son empleos beligerantes que han surgido de luchas, de luchas contrael olvido, contra las fuerzas que operan para suprimir la memoria, contra las

    exigencias hegemnicas que combaten los actos resurgentes de la memoria

    con el argumento de que el mundo tiene que ser tal y como es. El cine,

    argumenta, ha jugado un papel crucial a la hora de promover la memoria

    cultural desde 1945, debido al poder del medio. Incluso las memorias cti-

    cias que las pelculas crean pueden tener un impacto social si se remiten a

    traumas histricos no resueltos, recuerdan aspiraciones utpicas enterra-

    das o ayudan a denir identidades en el proceso de formacin.

    Hedges desarrolla una tipologa de usos de la memoria, inspirndoseno solo en el cine, sino en otros muchos medios culturales: novelas, poe-

    sa, escultura o memoriales. La memoria viva se centra en la experiencia

    francesa del judeocidio, un tema estndar de los estudios de memoria, y,

    ms concretamente, en obras que implican al campo de concentracin

    de Drancy, el barrio perifrico del noreste de Pars: Le plus beau pays du

    monde(1996), una pelcula de ccin de Marcel Bluwal ambientada bajo la

    Ocupacin, que contiene una escena dentro del campo; el documental de

    Ccile Clairval Drancy, dernire tapeavant labme(2002); la meditacinlosca de Arnaud des Pallires Drancy Avenir(1996); la novela de Nol

    Calef, Drancy 1941(1943); y el memorial de granito de estilo brutalista eri-

    gido por Shelomo Selinger en 1976 en Drancy, situado en el interior de un

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    complejo de viviendas en decadencia y que, como admite Hedges, requiere

    de muchas explicaciones para que los visitantes lo aprecien.

    La forma en la que los cineastas japoneses abordaron las bombas at-

    micas de Hiroshima y Nagasaki se debate bajo el epgrafe de La memoria

    amnsica. Hedges examina Ikimono no Kiroku(Crnica de un ser vivo, AkiraKurosawa, 1955), Kuroi Ame(Lluvia negra, Shohei Imamura, 1989) y Kagami

    no onnatachi(Mujeres en el espejo, Kij Yoshida, 2002) y tambin menciona de

    pasada una de las ltimas pelculas de Kurosawa, Yume(Los sueos de Akira

    Kurosawa, 1990), que describe la explosin de los reactores nucleares tras el

    monte Fuji y los intentos de huida de la poblacin presa del pnico. Entre

    estas pelculas, solo Kagami no onnatachi trata directamente de la amnesia:

    una misteriosa mujer amnsica puede ser o no ser la hija de una superviviente

    de Hiroshima, que en una ocasin rompi un espejo de rabia y abandon

    la casa gritando: Hiroshima y yo, quin soy yo en realidad?. Ikimono noKiroku, de Kurosawa, se centra, por el contrario, en la denicin de los tr-

    minos de cordura y locura. La familia del industrial Kiichi lo lleva a juicio,

    acusndolo de irresponsabilidad scal, despus de que su miedo obsesivo

    a los ataques atmicos lo haya conducido a abandonar su fundicin, en un

    intento de conseguir que su mujer, sus hijos y sus amantes se muden con

    l a Brasil; Kiichi termina en un asilo, convencido de que se encuentra en

    otro planeta y de que el sol que entra por su ventana es la Tierra, consumida

    en una explosin atmica. Lluvia negra, de Imamura, basada en una novelade 1965 con el mismo ttulo, se centra en las posibilidades de matrimonio

    de una hibakusha, una joven que ha estado expuesta a la radiacin. Hedges

    argumenta, no obstante, que todas estas obras son intentos de contrarrestar

    la amnesia social que rodeaba a los bombardeos estadounidenses, puesto que

    la reaccin inicial haba sido asociar cualquier rastro de ellos (discapacidad o

    enfermedad, muertes en la familia) con la vergenza y el silencio.

    La relacin de los directores espaoles con el franquismo y la Guerra

    Civil se debate a travs de Viridiana(Luis Buuel, 1961), Larbre de Guernica

    (El rbol de Guernica, Fernando Arrabal, 1975) y Todo sobre mi madre(PedroAlmodvar, 1999). Hedges distingue en estas obras una estrategia de

    memoria convulsa, explicando que la tentativa de los fascistas por contro-

    lar todos los aspectos de la vida exiga una reaccin correspondientemente

    extrema por parte de estos artistas, cuyas obras se caracterizan por imgenes

    y acontecimientos calculados por su efecto de shock. As se produce en el

    libro la primera mencin del surrealismo, que haba sido el tema de uno

    de los libros anteriores de Hedges: La memoria convulsa es la adapta-

    cin del lema de Andr Breton, belleza convulsa, denida aqu como unchoque esttico que se logra mediante la colisin de realidades distantes.

    Hedges engloba a las obras de directores palestinos (y de algunos israeles)

    que tratan de la Nakba y de sus consecuencias, bajo la denominacin de La

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    memoria performativa. Esto es bastante explcito en Maaloul Tahtaflu bi

    Damariha(Maloul celebra su destruccin, Michel Khlei, 1985): los refugiados

    a los que se les permite regresar a su pueblo en ruinas una vez al ao, el da

    de la independencia israel, describen sus antiguas casas a sus hijos y sus

    nietos con vvidos detalles y junto a sus palabras se intercala material dearchivo de 1948 y de fechas anteriores. Hedges nos ofrece media docena de

    ejemplos de pelculas del checkpoint, un gnero especcamente palestino.

    En Yaddon Ilaheyya (Intervencin divina, Elia Suleiman, 2002), una pareja

    urbana dislocada se cita en los checkpoints para desarrollar en el coche su

    relacin amorosa. En Urs Rana(La boda de Rana, Hany Abu-Assad, 2002),

    el cortejo nupcial desiste de llegar al restaurante y termina celebrando la

    boda de Rana en un checkpoint de Jerusaln. En Hay mish Eishi (Esto no

    es vida, Alia Arasoughly, 2001) se escucha la voz de las mujeres palestinas

    sobre imgenes que describen sus vidas cotidianas: las largas esperas en elcheckpointde camino al trabajo, las noches invadidas por los bombardeos de

    las Fuerzas de Defensa de Israel. Hedges comenta esta cualidad de sumudo

    resistencia, que tal vez se describa mejor como un estoicismo en la derrota,

    como otro ejemplo de memoria performativa.

    El surrealismo hace de nuevo una breve aparicin en la discusin del

    anticolonialismo africano y de Aim Csaire, a colacin del empleo de las

    mscaras en La noire de... (1966), de Ousmane Sembene. En este captulo,

    dos pelculas sobre Argelia, Waqai sanawat al-djamr (Crnica de los aosde fuego, Mohammed Lakhdar-Hamina, 1975), ambientada en el interior

    sureo en la dcada de 1950 y Hors-la-loi(Fuera de la ley, Rachid Bouchareb,

    2010), que sigue las vidas de tres hermanos desde la masacre de Stif hasta

    la del metro de Charonne, son ejemplos de La memoria radical, que

    Hedges tambin detecta en la tradicin africana del loco sabio y del narra-

    dorgriotde la historia oral. La categora de La memoria obstinada agrupa

    dos obras de esttica contrastada: Le fond de lair est rouge (Chris Marker,

    1977), un montaje polifnico de voces e imgenes de Mayo del 68, Vietnam,

    la Checoslovaquia de Dubek y el Chile de Allende; y el documental pico dePatricio Guzmn La batalla de Chile(1975-1979), junto con su secuela Chile,

    la memoria obstinada(1996), en la que Guzmn regresa para mostrar a los

    jvenes chilenos su obra tras la cada de la dictadura.

    Hedges escribe con un autntico entusiasmo sobre las pelculas cuba-

    nas (desde Serguei Eisenstein y Dziga Vertov en la Unin Sovitica de la

    dcada de 1920 no se haba desarrollado un cine nacional innovador en el

    contexto de una revolucin). El captulo en su totalidad es una oda a Toms

    Gutirrez Alea. Traza la inuencia italiana en sus pelculas: Alea estudi enel Centro Sperimentale di Cinematograa en Roma con Cesare Zavattini, el

    guionista de Ladrn de bicicletas, y le pareci que los principios del neorrea-

    lismo se aplicaban perfectamente a las difciles condiciones econmicas de

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    Cuba; la estructura de Historias de la revolucin(1960), nos enteramos, segua

    conscientemente el modelo de Pais, de Rossellini. El maniesto de su cola-

    borador Julio Garca Espinosa Por un cine imperfecto, escrito en 1969, bebe de

    las mismas fuentes. Como desarrollaba Gutirrez Alea, el llamamiento postu-

    laba poner la tcnica al servicio de la imaginacin y no al revs; su pelculaMemorias del subdesarrollo(1968) es un buen ejemplo de todo esto: combina

    sin aparente esfuerzo las escenas callejeras del neorrealismo, los noticieros de

    archivo y las secuencias onricas. Hedges destaca de nuevo a Buuel como otra

    inuencia central en la salvaje Muerte de un burcrata(1966), que comienza

    con la muerte accidental de un obrero que se cae en una mquina que pro-

    duce bustos en serie de Jos Mart, as como en su stira surrealista pstuma,

    Guantanamera(1995), rodada el ao anterior a la muerte de Gutirrez Alea.

    El relato de Hedges se punta con citas de una entrevista que el director le

    concedi en 1993: El cine es un sueo que est tirando de la alarma.Mientras que la obra de Gutirrez Alea se clasica bajo el encabeza-

    miento de La memoria productiva, el captulo nal se dedica a las obras

    procedentes de la rda, ejemplos de La memoria reclamada. Hedges des-

    cribe Neues in Wittstock(1992), un proyecto documental de Volker Koepp

    que comenz en 1974, rodando al mismo grupo de mujeres, obreras de una

    fbrica, a lo largo de los aos. Tras la reunicacin, las mujeres se pusieron

    en contacto con Koepp y le pidieron que las volviera a lmar. La obra resul-

    tante combina material de archivo histrico con nuevas entrevistas, planosde la fbrica ahora privatizada y de las mujeres vindolos y comentando las

    entrevistas que ellas mismas concedieron hace aos. Pero la pieza central

    del captulo es la novela en tres volmenes de Peter Weiss La esttica de

    la resistencia(1975-1981), una rareza en un libro dedicado al cine mundial.

    Hedges la emplea como el ejemplo central de La memoria reclamada, que

    implica un repensar activo del pasado por parte de quienes empiezan por

    denirse en trminos que desafan a las narrativas hegemnicas.

    Qu se consigue al observar el cine mundial a travs de las lentes de la

    memoria cultural? Los casos que estudia Hedges son muy dispares. El deDrancy es especialmente ojo. Nos ofrece un breve resumen de la posicin de

    Claude Lanzmann y se nos regala la opinin de Georges Didi-Huberman sobre

    las propiedades dialcticas del montaje, una opinin no excesivamente original.

    Pero Hedges ignora la importante literatura crtica sobre este asunto, empe-

    zando por el meticuloso estudio de Peter Novick The Holocaust and Collective

    Memory, que describe la campaa para construir una imagen indeleble del

    judeocidio, concertada y nanciada por Israel y sus partidarios, con el n de

    agenciarse una defensa estadounidense e internacional para su Estado, tras sucasi derrota en 1973. Gracias a su xito, este asunto es ahora un tema de la

    memoria cultural ocial, no de la beligerante, por emplear los trminos

    de Hedges; sus representaciones cinematogrcas ms inuyentes han sido

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    grandes xitos de Hollywood, desde la serie de televisin de la nbcHolocaust

    (Holocausto, 1978) hasta Schindlers List(La lista de Schindler, Steven Spielberg,

    1993). Mientras tanto, la argumentacin de Bruno Bettelheim, que deende

    que holocausto o sacricio son trminos monstruosamente inapropiados

    para la poltica de exterminio industrial de los nazis contra los judos europeosy otras personas, sencillamente pasa desapercibida. Hedges no justica de nin-

    guna forma la eleccin de las obras relativamente poco ilustres en las que se

    centra aqu, ni tampoco explica por qu, entre los muchos millones de vctimas,

    se concentra en las 73.000 personas que fueron deportadas desde Drancy.

    El captulo sobre Hiroshima es el mejor, porque se enfrenta a obras

    mucho ms sustanciosas, pero lo que consigue en ltimo trmino es revelar

    un problema ms profundo que subyace en el enfoque de Hedges. Por qu

    tendramos que considerar el impresionante drama simblico de Kurosawa

    como una obra de la memoria amnsica, cuando se podra encuadrar igual-

    mente bajo la rbrica de memoria performativa, convulsa, radical, obstinada,

    productiva o reclamada, en suma, bajo cualquiera de los otros ocho tipos que

    se despliegan en su libro? Las categoras de Hedges son meras etiquetas, que

    carecen de alcance explicativo. La ausencia a lo largo y ancho de la obra de

    cualquier tipo de contexto social y poltico real es un problema aadido; World

    Cinema and Cultural Memoryno tiene nada que decir, por ejemplo, sobre los

    tumultuosos movimientos de masas que se produjeron en Japn en contra de

    la rma del Tratado de Seguridad de 1960 con Estados Unidos. Amnesia?En lugar de un anlisis histrico o poltico, se nos informa de que las cats-

    trofes de Hiroshima y Nagasaki, como el Holocausto y [...] la Guerra Civil

    espaola han de entenderse como lugares de trauma, como si el paisaje

    histrico que las rodeara consistiera, por contraste, en una normalidad

    integrada y serena. Esta patologizacin de los acontecimientos polticos, des-

    gajndolos de cualquier contexto histrico inteligible, es, por supuesto, una

    prctica habitual en el repertorio de los Estudios de la Memoria.

    Hedges pisa un terreno ms rme con el surrealismo espaol. Ha escrito

    previamente sobre artistas y cineastas surrealistas y esta sensibilidad le sirve

    aqu de gua, aunque los recuerdos inconscientes e ingobernables que el

    surrealismo busca desatar estn excluidos del enfoque bon enfant de los

    Estudios de la Memoria. La ausencia de un contexto cultural o poltico es de

    nuevo un problema. La exuberancia camp de Pedro Almodvar no puede en

    absoluto considerarse beligerante en el contexto de la Espaa del boomhedo-

    nstico durante el mandato de Felipe Gonzlez. En lugar de un contexto, nos

    encontramos con referencias constantes a tericos inconexos, apilados unos

    sobre otros hasta crear un efecto de progresiva incoherencia: Edward Said,Homi Bhabha, Stuart Hall, Michel Foucault, Maurice Blanchot, a todos ellos

    se les hace hablar a la vez, sin que se llegue a ninguna conclusin clara.

    Al mismo tiempo, Hedges, en general, omite un anlisis crtico formal o

    cualquier otro intento de caracterizar las tradiciones culturales particulares.

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    Una ausencia notable es el cine histrico como tal. El estudio contrarrevolu-

    cionario del Pars de nales del siglo xviiique hizo Eric Rohmer en La inglesa

    y el duquepodra ser un ejemplo pertinente. Para Rohmer, como, a su idiosin-

    crtica manera, para Godard, el cine es un medio eminentemente histrico,

    un instrumento para el testimonio, un archivo del mundo del sigloxx

    : Enlos periodos en los que no exista el cine es interesante tratar de reconstruir lo

    que podra haber ocurrido de haber existido este. La falsedad de emplear

    la tecnologa digital para mostrar un periodo histrico en la pantalla era parte

    del atractivo de la propuesta para Rohmer. La cuestin no era el alcanzar un

    realismo absoluto, sino mostrar una ciudad revolucionaria como nunca antes

    se haba visto en el cine. Estos son tipos de desafos formales que la historia

    plantea cuando se plasma en una pantalla. El material de archivo o las imgenes

    procedentes de los medios de comunicacin de masas, intercalados en escenas

    de ccin, pueden transformar su sentido: noticias que pasan en un televisorencendido en segundo plano, el sonido de una emisin radiofnica, la visin

    fugaz de un titular de peridico en un vagn de tren o sobre la mesa de un caf,

    intrusiones que desconciertan o corroboran la narracin que les rodea.

    La esttica de cmo encarar el pasado de forma visual ha sido una inquie-

    tud constante desde la primera generacin de cineastas, desde el docudrama

    en once captulos de Georges Mlis (que l llamaba noticiario recons-

    truido) sobre el entonces contemporneo Asunto Dreyfus, hasta Octubre, de

    Eisenstein, o, para el caso, la oda al Ku Kux Klan de D. W. Grifth, El naci-miento de una nacin. Pero, en un contexto diferente, Berlin Alexanderplatz,

    de Fassbinder, o las pelculas histricas que Rossellini rod para televisin

    se enfrentaban a algunos de estos mismos problemas. Ya hablemos de Cuba

    a travs de la lente de Gutirrez Alea, de la Palestina de Khlei, del Japn de

    Kurosawa o del Chile de Guzmn, estos directores estn igualmente ocupn-

    dose de la historia en la pantalla y batallando con los mismos temas bsicos

    del realismo cinematogrco y de las trampas de la reconstruccin. Al enmar-

    car su debate alrededor de la memoria, Hedges se mantiene a distancia de la

    historia. Pero el propio Nora lleg a aborrecer la marea de la memoria, quehaba contribuido a provocar. La memorializacin se converta en un instru-

    mento poltico, mientras que Les lieux de mmoire se haban integrado dentro

    de una complaciente cultura de la herencia. La propia Hedges nunca dene en

    realidad la memoria cultural, aunque enumera sus usos activos: Crear o

    fortalecer la formacin identitaria de un grupo o nacin; procesar un trauma

    experimentado colectivamente; reinterpretar el pasado segn un nuevo para-

    digma. Hay una palabra ms vieja para esto: ideologa, ya sea la ocial o la

    contrahegemnica. La leccin de World Cinema and Cultural Memorypuederesumirse en una frase: si queremos profundizar en nuestro entendimiento

    de las relaciones entre el cine, la historia, la poltica y la conciencia, los Estudios

    de la Memoria no son el lugar adecuado para ello.