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La ambigüedad del discurso político de las aütoridades étnicas en el siglo XVI. Una propuesta de lectura de la probanza de los Colque Guarachi de Quillacas Ximena Medinaceli El presente artíc ul o es una propuesta de lectura de una probanza de méritos de una autoridad étnica de Charcas en el siglo XVI, se trata de la probanza de los Calque Guarachi de Quillacas en Oruro. 1 Nuestra intención es utilizar algunas herramientas de la teoría del dis- curso, particularmente del discurso político, para interpretar esta probanza. Sin embargo, a diferencia de una lect ura netamente del discurso, nos interesa principalmente el contexto, la realidad histórica aunque nos centramos únicamente en el documento mencionado y no ampliamos nuestra investigación hacia las autoridades ét ni cas, los capitanes de mita u otros aspectos relacionados con las probanzas. De este modo para comenzar presentamos el contexto general del momento en que se emitió la probanza y lu ego los elementos que conforman el documento en cuestión y la manera en que ésta se desarrolla. Posteriormente analizamos uno a uno los aspectos que a nuestro entender hacen principalmente a un discurso político: el soporte de este discurso y por lo tanto la importancia de los filtros que este soporte implica. El otro elemento estudiado \ Una versión anterior de este material ha sido publicada bajo el titulo "E l discur so político de los Co lque Guarachi en el siglo XVI" en Esnu/ios Bolivianos I O. La Paz, 2003. Nº 38, primer semestre del 2004 87

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La ambigüedad del discurso político de las aütoridades étnicas en el siglo XVI.

Una propuesta de lectura de la probanza de los Colque Guarachi de Quillacas

Ximena Medinaceli

El presente artículo es una propuesta de lectura de una probanza de méritos de una autoridad étnica de Charcas en el siglo XVI, se trata de la probanza de los Calque Guarachi de Quillacas en Oruro.1 Nuestra intención es utilizar algunas herramientas de la teoría del dis­curso, particularmente del discurso político, para interpretar esta probanza. Sin embargo, a diferencia de una lectura netamente del discurso, nos interesa principalmente el contexto, la realidad histórica aunque nos centramos únicamente en el documento mencionado y no ampliamos nuestra investigación hacia las autoridades étnicas, los capitanes de mita u otros aspectos relacionados con las probanzas.

De este modo para comenzar presentamos el contexto general del momento en que se emitió la probanza y luego los elementos que conforman el documento en cuestión y la manera en que ésta se desarrolla. Posteriormente analizamos uno a uno los aspectos que a nuestro entender hacen principalmente a un discurso político: el soporte de este discurso y por lo tanto la importancia de los filtros que este soporte implica. El otro elemento estudiado

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Una versión anterior de este material ha sido publicada bajo el titulo "El di scurso político de los Colque Guarachi en el sig lo XVI" en Esnu/ios Bolivianos I O. La Paz, 2003 .

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es la denominada intertextualidad. Este concepto lo entendemos de una manera particular, esto es, como relación con otros discursos enunciados anteriores y que anticipa los eslabo­nes posteriores, lo cual nos permite una evaluación también del contexto histórico.

Creemos que el punto central de esta propuesta es determinar cuáies son los ejes sobre los que descansa este discurso . Los que consideramos son el poder y prestigio. En consecuencia intentamos aproximarnos a las características que tenían para las autoridades étnicas de entonces tanto el poder como el prestigio.

El punto siguiente lo hemos llamado "Del qui pu al texto", y quizás debería ser parte de la discusión acerca del soporte del discurso; sin embargo, aquí nos interesa dar una aproxi­mación al cambio que implicó pasar de un texto ambiguo, como el qui pu o las imágenes a un texto preciso como es la escritura occidental.

Posteriormente tratamos un aspecto central en los discursos, es decir, las caracterís­ticas que tienen los sujetos enunciadores y receptores del mismo. Estos son también parte del contexto y nos interesan particularmente porque ambos, en su particular manera de interactuar, participan en la construcción de una colectividad. De allá, derivamos en los siguientes puntos: la creación de una comunidad y posteriormente el rol de la tradición y su papel estructural en la elaboración del discurso y en la propia cultura indígena. Concluimos con un tema que tiene relación entre memoria y silencios y aquello que una probanza, en un medio de sometimiento como era el sistema colonial , debía callar.

Antecedentes de la probanza

En 1572 el virrey Toledo hizo su ingreso a la ciudad de Potosí con una solemnidad y lujo dignos de la villa. Entre las actividades del virrey estaba prevista una reunión con los señores étnicos más notables de la región , entre los que destacan los mallkus de dos anti­guos señoríos: Fernando Ayaviri y Velasco de los charcas (norte de Potosí), y Juan Colque Guarachi de los qui llacas (Oruro) . Los jesuitas, que habían acogido a los hijos de algunos caciques para educarlos, acondicionaron una celda para que el virrey se encontrara con estas autoridades. Este es un ejemplo de la importancia que tenían en el siglo XVI las autoridades étnicas.

A pesar del dinámico rol político que tuvo la elite indígena en el siglo XVI, la investiga­ción histórica ha privilegiado su papel de resistencia al orden colonial, sea ésta violenta o pacífica. En esta oportunidad nuestro interés es mostrar que por lo menos hasta mediados del siglo XVII la elite indígena tuvo una activa y creativa propuesta política, y además que esta propuesta puede conocerse a partir del estudio de las probanzas de méritos de los caciques. En tal sentido analizaremos la probanza de los Colque Guarachi de Qui llacas. Sostenemos que esta probanza puede ser leída como un discurso colonial donde se dan a conocer como autoridades al tiempo que van construyendo un lugar de poder dentro del nuevo sistema. A pesar de que me apoyaré en algunas propuestas metodológicas de análisis de discurso, mi propósito central es realizar una indagación histórica de lo que sostiene a este discurso.

En este sentido recuperamos la idea de contexto como central al discurso y no única­mente como fenómeno del lenguaje. Bajo esta perspectiva es de primera importancia determi­nar el escenario en el que aparecieron estas probanzas y los efectos históricos que tuvieron . Tampoco creemos que se debe plantear esta lectura pensando que lo hacemos desde los

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márgenes del sistema colonial sino, por el contrario, desde el corazón del mismo. Es decir, desde el principal problema, tanto para colonizados como colonizadores: cómo debía funcio­nar la sociedad indígena bajo el nuevo dominio .

Las probanzas como discurso político

No es raro encontrar probanzas de caciques que muy rápidamente utilizaron el siste­ma legal español.2 De este modo, como sostiene Graña "las probanzas de méritos y servicios se constituyen en un lugar de enunciación de un nuevo discurso colonial que combinó eficazmente los discursos y prácticas nativos y castellanos" (Graña 2000:545) .

Su estudio presenta especiales dificultades porque las probanzas de caciques son el resultado de un proceso que implicó varios filtros . Suponemos que en un principio fue expresada verbalmente y en aymara, probablemente "leída" desde un qui pu o elaborada colectivamente por el entorno de las autoridades étnicas que guardaban la memoria de los hechos pasados. Sin embargo, son precisamente estas dificultades las que abren mayores posibilidades de análisis.

El discurso político, por definición, tiene que ver con el poder, con una forma de poder explícitamente articulado a las instituciones del estado (Verón 1987:24), que es el caso del documento que analizamos. Como no estamos hablando de un discurso en el sentido de arenga o de reuniones públicas, sino de la transformación transitoria de ciertos espacios sociales en espacios políticos (ibid.), observaremos cómo el ámbito de la Audiencia de Charcas se convierte en un espacio político donde los Colque Guarachi hacen conocer sus demandas de reconocimiento a la burocracia colonial.

El contexto

Cuando en 1548 el pacificador Pedro de la Gasea obtuvo en Xaquixaguana, el triunfo militar sobre Pizarro culminó el periodo de tensiones entre los conquistadores - y con ellos con el primer grupo de encomenderos- y la Corona. En palabras de Assadourian,3 "el proyecto señorial muere con la derrota de Pizarro" y se comienza a construir una especie de alianza entre señores étnicos, apoyados por ciertos religiosos y la Corona, dando lugar al llamado "partido de los indios" . Sin embargo, con el arribo del virrey Nieva y el presidente Castro ( 1550) esta alianza va a descomponerse, como se evidencia en las resoluciones hos­tiles hacia las formas indígenas de gobierno: imposición de corregidores de indios, tributo en dinero y reducción de los servicios que recibían los caciques.

Nuevamente en la siguiente década ( 1560) se abre para los caciques la esperanza de retomar un papel activo en la política colonial. Ante las dificultades económicas de la Coro­na, Felipe II consultó al Consejo de Indias sobre la legitimidad de la venta a perpetuidad de las encomiendas. Como era de esperar, los encomenderos del Perú enviaron un representante a

2 En la región de Charcas, que es la que nos ocupa ahora, son famosas además las probanzas de los Ayaviri Coysara, de Sacaca, y de los Guarachi , de Pacajes.

3 Particul armente inspirador para el presente estudio es el libro de Assadourian (1994), donde analiza las posiciones políticas que tuvieron encomenderos, funcionarios reales, religiosos y particularmente los cac iques .

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España para ofrecer una cuantiosa suma a Su Majestad para que esta solicitud se concrete. Los señores étnicos y los dominicos, por su parte, tomaron nuevamente la iniciativa intentando pagar una cantidad mayor a la Corona para que las encomiendas se dejen en "cabeza de su majestad" y se rebajen los tributos a la mitad. Las consultas y reuniones abundaron entre los hombres importantes y enfrentaron en algunos casos a personajes de la talla de fray Domingo de Santo Tomás y Polo de Ondegardo en 1560 (Murra 1998:366). En enero de 1562, jefes de numerosos repartimientos se reunieron en el asiento de Mama para enviar un poder a los padres Domingo de Santo Tomás y Bartolomé de Las Casas, que se encontraban en España con un informante inca (Murra 1998:362). Este proyecto, como se sabe, no prosperó.

Es, pues en esta década -de 1560 a 1570- cuando se evidencia el despertar indígena a la verdadera naturaleza del proyecto hispano. No solamente por la extracción de tributo y mano de obra sino, sobre todo por la transformación radical de la sociedad indígena. El nuevo sistema intentó borrar los saberes y la memoria de ellos, las creencias, los dioses y las fiestas y se I imitaron al mínimo los privilegios de una elite indígena que buscaba garantizar su lugar en la sociedad colonial (Abercrombie 1998: 151 ).

Aun así, la política de la Corona, aunque con su poder ya establecido, daba indicios de no tener posiciones claramente definidas en relación a una participación activa de las autoridades nativas y a la posibilidad de respeto a las formas andinas de gobierno. El nuevo virrey Toledo, sin embargo, se encargaría de dar claros mensajes de su política:

En 1570, cuando el nuevo virrey Francisco de Toledo vino a inspeccionar su gobernación, ya habían muerto los señores testigos de la antigua alianza (los huanca). Había, en cambio, amplia documentación de los servicios de sus pa­dres a la Corona. El virrey ordenó que todas las autoridades presentaran sus credenciales; muchos lo hicieron. Toledo dispuso que todos estos pergaminos fueran quemados , lo que se hizo en ceremonia pública. Fue éste el comienzo de una campaña intensiva contra aquellos grupos entre los señores andinos que más habían colaborado con los invasores , un esfuerzo de aniquilar lo que la Corona había otorgado décadas atrás (Murra 1998:369).

Lo propio hizo con el linaje de Paullo.

Al llegar al Cusco, [ ... ] el virrey [ ... ] escogió como objeto de su atención al linaje de Pawllu. Al igual que en Xauxa se pregonó que los descendientes de la antigua casa que habían favorecido a los Pizarro presentasen sus creden­ciales. También estos papeles fueron quemados en pública ceremonia. Don Carlos y los suyos fueron acusados de mantener contactos con sus parientes retraídos en Vilcabamba (Mu1rn 1998: 370).

Toledo culminó su arremetida contra el poder indígena ejecutando en el Cuzco a Tupac Amaru I, el último Inca que resistía en Vilcabamba. Es en este contexto que las probanzas de algunos señores étnicos aparecen como un intento de negociar con el nuevo poder expresando, además, los intereses de los sectores que antiguamente no habían recibi­do privilegios.

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lA probanza de los Colque Guarachi

La probanza de los Colque Guarachi fue publicada por Waldemar Espinoza en 1981. El documento se titula Primera información hecha por don Juan Calque Guarache, cerca de sus predecesores y subcesión en el cacicazgo mayor de los qui llacas, asanaques, sivaroyos, uruquillas y haracapis, y de sus servicios a favor de su majestad en la con­quista, allanamiento y pacificación deste reino del Perú. Año 1575. Luego del título sigue un interrogatorio dirigido a los testigos que presenta don Juan Colque Guarache. La probanza consta de dos informaciones llevadas a cabo entre 1574 y 1577. La primera información contiene 22 preguntas, la primera de ellas se refiere a la persona de don Juan Colque buscando subrayar que se trata del hijo legítimo de don Juan Guarache, cacique principal de los qui llacas. Luego las preguntas versan acerca de sus antepasados cuando los incas los reconocían como "señores de vasallos" para después retroceder hacia el pasado preinca. A continuación recuerdan un hito histórico que marcará el tránsito hacia otro período. Interrogan si saben que

estando el susodicho (Colque, abuelo del que solicita la probanza) en el Cuz­co, en la corte del inga, llegó a Caxamarca Francisco Pizarro y le dio obediencia al marqués juntamente con el inga (Espinoza Soriano 1981 :237).

Las siguientes preguntas donde se enumeran los servicios brindados a los con­quistadores tienen un orden cronológico. Allí se reitera el hecho de que don Juan Colque Guarache fue cristiano, hijo legítimo, servidor de Su Majestad, cuidadoso en el servicio de chasquis y capitán de mita en Potosí, y que colaboró con la evangelización. Estas pregun­tas terminan con una que inquiere "si saben que todo lo susodicho es público y notorio, pública voz y fama" .

Después de las firmas de rigor se añaden otras siete preguntas acerca de los servicios dados a la Corona en el periodo de la conquista por Juan Guarache , padre de Juan Colque. Piden que se confirme que sirvió con más de cuatro mil "carneros de la tierra" , seis mil cargas de maíz y chuño y tres mil pesos de oro y plata que dio a Almagro. La última de estas preguntas hace referencia a que los servicios prestados no fueron solamente por su persona sino en colaboración con varios "primos hermanos" y hermanos suyos, con categoría de "don", lo que significa que eran de reconocida nobleza indígena. Luego de enunciadas las preguntas se presentan uno a uno a los testigos, quienes responden al interrogatorio. Los testigos que figuran en la publicación son en su mayoría caciques de otras provincias.4

Un año después de la primera información, entre 1576 y 1577, se realiza una "segunda información", donde en audiencia pública se presenta ante los señores presidente y oidores de la Real Audiencia el contenido de un nuevo interrogatorio (Espinoza Soriano 1981 :252). Éste consta de doce preguntas iniciales más cinco añadidas en las que se subraya el papel de

4 Sería importante saber si se han publicado las respuestas de todos los testigos, es posible suponer que Espinoza Soriano eligió publicar solamente las respuestas de los testigos indígenas de la zona y eliminó a españoles. Suponemos esto porque en otras probanzas figuran vecinos, encomenderos, curas y otros testigos que por su calidad o su edad eran considerados testigos importantes.

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los hermanos del autor de la probanza, don Franciso Visalla y don Hernando Callacopa. Entre los testigos de este segundo interrogatorio se encuentra Pedro de Zárate, que había realiza­do una visita5 a los Quillacas. Los otros tres testigos son caciques de otras provincias: de los "ingas" de Machaca y de Oruro. 1

Sería interesante conocer las redes sociales que se tejen alrededor de los testigos. En el caso de Machaca, por ejemplo, algunos años más tarde el hijo mayor de Juan Colque Guarachi "el primero", llamado Fernando, se emparentó con las máximas autoridades de los Pacajes de Machaca, dando lugar al linaje de los Fernández Guarachi (ANB, E.C.1804.82. Testamento de Juan Colque Guarachi (el segundo) f. 54v ).h

La probanza se cierra con una fe del escribano. A solicitud de don Juan Colque Guarache se da esta fe en Potosí "a catorce días del mes de noviembre de mill y quinientos y setenta y siete años". El documento original transcrito se encuentra en el Archivo General de Indias en Sevilla, pero hay copias en el Archivo Nacional de Bolivia, en Sucre, y también en el Archivo Provincial de Poopó.7

Ambas informaciones constituyen un conjunto que puede leerse como un discursoR y más precisamente como un discurso político, entendido éste como "la producción discursiva explícitamente articulada a las instituciones del estado" (Verón 1987: 14). A diferencia de otros discursos políticos estudiados desde una perspectiva histórica, por ejemplo del periodo de la independencia que emitía discursos revolucionarios de rompimiento con el sistema,9 en la Colonia temprana, como intentaremos mostrar, las autoridades étnicas expresaron una volun­tad explícita por insertarse de la mejor manera posible en el nuevo sistema imperante. Al mismo tiempo, sin embargo, este tipo de discurso se convirtió en "un método que los colonizados utilizan para afirmar su propia identidad y la existencia de su propia historia" (ibid.: 13). Es decir que si bien la función "política" de los discursos de la independencia y de la Colonia temprana pudo ser distinta, la función "cultural" de ambos fue la misma: afirmar la propia identidad.

Del soporte al escenario del discurso

Los discursos se materializan en distintos soportes. Éstos podrían parecer secunda­rios, sin embargo son un elemento que determina tanto las condiciones de circulación como el nivel de comunicación. El discurso político de la elite indígena se presenta en forma de un documento legal , una probanza de méritos elevada ante la Audiencia de Charcas. Tener presente este elemento es de primera importancia porque implica la conciencia de los di ver-

5 Visita colonial, se entiende, es decir, una suerte de censo. 6 Para una historia de los Fernández Guarachi ver el libro de Roberto Choque, Cinco siglos de historia. 7 Según referencias que hace Thomas Abercrombie en su tesis sobre los quillacas. 8 Una propuesta similar a la nuestra fue publicada por Mario Julio Graña, en el Anuario del Archivo

Nacional de Bolivia-2000. Él indica que "las probanzas reflejan una estrategia diseñada por los jefes étnicos surandinos para poder reposic ionarse en el nuevo orden colonial , puntualmente a través de la figura del capitán de mita" (Graña 2000:55 I ). El autor enfatiza la pugna entre los Ayaviri de Sacaca con los Colque Guarache de Qui ll acas.

9 Se trata del momento en que"[ ... ] los grandes relatos de emancipación e ilustración movilizaron a los pueblos en el mundo colonial para alzarse en contra de la sujeción del imperio" (Said 1996:13), circunstanc ias muy distintas a la que estamos tratando.

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sos ve los que cubren los di scursos cuando se los emite desde la pos ición de do minado, ele co loni zado. Esto al mi smo ti empo nos permite suponer y detectar una seri e ele estrateg ias para ex presarse a pesar del sistema.

Uno ele los fi lt ros se refi ere a lo que se pod ía y no se podía decir. Recordemos que en los momentos de elaboración ele esta probanza se estaba preparando el Tercer Concilio Limense, ll evado a cabo en 1583, que sentará las bases de la relac ión ideológica ele la Corona con los ind ígenas.

En un documento como una probanza, lo que se dec ía, entonces, tenía que estar de acuerdo con los valores dominantes de la nueva soc iedad o con lo que ell a aceptaba de la cultura indígena. Usar e l s istema legal se perfil a como una estrategia di scurs iva bajo un sistema de dominac ión. Había que hacer uso de la palabra escrita, e l idioma castell ano y sobre todo el formato legal que consta de fórmulas establec idas, un lenguaje particul ar, e tapas de presentac ión y di stintas personas que entran en escena: defensor de los natural es , escribano, trad uctores, testi gos, oidores, representantes lega les y otros que hacen de la probanza, más q ue un soporte, un escenari o en e l sentido más teatral del términ o.

La intertextualidad

En e l "di scurso po líti co" también entran en juego las opos iciones de intereses . Es dec ir, e l di scurso fi gura "como eslabón en la cadena de la comunicac ión di scursiva que lo sitúa en relac ión con los di scursos aj enos o enunciados anteri ores y que lo proyecta hac ia los es labones posteri ores" (Chirico 1987 :58) . El tex to que anali zamos se inserta dentro del di scurso co lonial dominante y es ciertamente fun cional a é l. No intenta oponerse al sistema y más bien busca construir un espac io de un cierto reconocimiento dentro de é l. En primer término está di alogando con e l representante máx imo del poder colonial. De hecho responde a una alocución que To ledo pronunció ante los curacas de Arequipa, e l Cuzco y e l Coll ao en septiembre de 1575, cuando re tornaba de Potosí, donde cl aramente ind icaba

que e l mejor título para los cacicazgos y suces ión de e llos será el ser mejor cri sti ano y de más capac idad el indio a quien se hubiere de dar de los hijos leg ítimos o de los otros u otro indio en quien estas partes concurrieren (Saravi a Viejo 1989:92).

En segundo lugar el di scurso de Juan Colque Guarache se conecta con e l ele c iertos re li giosos que di scuten y fo mentan todavía el partido de los indios, o tal vez sean parte del nac iente "nac ionali smo indio" que, se dice, se inició con los jesuitas. 1º Finalmente, también están mandando mensajes a sus opositores ind ígenas en la competencia por lugares desta­cados en el orden co loni a l. Se trata de la pugna por acceder al cargo de capitán de mita que tenía carácter reg ional, inc luso con mayor alcance que las anti guas poses iones. La probanza de méritos , e n\onces, está enl azada con los d iscursos que emite n y ex presan intereses contrapuestos pero que se presentan en un so lo juego.

1 O Recordemos que los jesuitas ll egaron al Perú un par de años antes que Toledo y plan ifi caron con él el Tercer Conc ilio Limense, do nde se pondrán las bases de la nueva política hac ia los indios.

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Los ejes del discurso: poder y prestigio

El primer eje: el poder

Proponemos que, al igual que otros caciques, los Colque Guarachi construyeron su discurso a partir de dos ejes: el poder y el prestigio. 11 Reclamaban para sí poder de parte de la Corona así como el reconocimiento de una mayor jerarquía dentro de la sociedad colonial. Pero veamos qué características tienen este poder y esta jerarquía. En primer término y de manera central se trata de una búsqueda de reconocimiento de parte de un poder externo. Don Juan Calque Guarachi eleva ante la Corona una:

Primera información[ ... ] cerca de sus predecesores y subcesión en el cacicazgo Mayor de los Quillacas, Asanaques, Sivaroyos, Uruquillas y Haracapis y de sus servicios a favor de su Majestad en la conquista, allanamiento y pacifica­ción deste reino del Perú (Espinoza Soriano 1981 :237).

Los señores étnicos buscaron el reconocimiento de su poder por parte de la Corona del mismo modo que lo hicieron con los Incas, como se desprende de las preguntas y las respuestas de los testigos indígenas cuando reiteran que el Inca "le confirmó" su mando. 12

En la percepción del poder de la elite indígena local hubo una suerte de continuidad entre el pasado inca y el nuevo orden colonial. El de los caciques de Quillacas es pues un discurso intermediario, inscrito dentro del proyecto colonial dominante. 11

Ahora bien, para que los Colque Guarachi, como representantes de la elite indígena, obtengan su cuota, este poder debía ser limitado a otros sectores de la sociedad. En otras palabras, en el momento en que se presenta esta probanza de méritos (1574), los encomenderos , que pugnaron una década atrás por controlar el mismo espacio de poder que los caciques, ya no representan un problema. ¿Quiénes están en escena ahora?

Al parecer la probanza se presenta ya no para disputar dominio a los encomenderos , curas u otro sector de la sociedad española, sino para pugnar por pedazos del poder con otros sectores de la elite indígena regional. En su probanza, don Juan Colque Guarache está buscando afianzar el poder que había conseguido hasta entonces -capitán de mita por dos veces en Potosí- y siente que está en peligro ante la presencia del nuevo virrey (Toledo) .

Dos de las líneas cacicales más importantes y activas en esta coyuntura en la región eran los Colque Guarachi de Quillacas (Oruro) y los Ayaviri Coysara de Sacaca (norte de Potosí) . En el Memorial de los Ayaviri, algunos años más tarde, se presentó la pugna de

1 1 Lo propio se puede decir del texto de Guarnan Poma, como afirma López Baralt: "Una simple mirada a la página titular nos confronta con el tema que obsede al cronista: la jerarquía y el poder" (1993:83).

12 De una manera similar se leyeron los iconos del escudo de armas de los Ayaviri Coysara, señores de los Charcas, donde se colocó como la figura ordenadora de todo el escudo la imagen de un inca (cf. Arze y Medinaceli 1990).

13 Magdalena Chirico ( 1987) utiliza este término en su estudio acerca del proyecto autoritario y la prensa para la mujer.

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manera abierta. Así, en el interrogatorio que presentan los Ayaviri Coysara el año 1583, la primera pregunta indaga si conocen a

don Juan Colque hijo bastardo y a don Juan Soto caciques de los Carangas y Quillacas (Memorial: 64) [ ... ] si saben que los padres y abuelos de don Juan Colque Guarache difunto no fueron de las partes ni calidades que los padres del dicho don Fernando Ayaviri y Velasco porque fueron Urinsayas de la parcialidad de los Carangas y fueron sus segundas personas de los caciques principales de los Carangas y sus suxetos, los cuales solamente tuvieron suxetos a su mandar cinco mil indios y el dicho don Juan Colque Guarache por ser ladino y mañoso visto que todos los caciques principales heran muertos como tal persona sagaz se apoderó con mañas y cautelas que para ello tuvo de manera que se llamó señor principal de los Qui llacas y nación por si como es público y notorio (pregunta 23, Memorial :74).

La estrategia de los Ayaviri dio resultado pues en 1599 el cargo de capitán de indios de mita, por la muerte de Juan Colque Guarache, pasó a manos de los señores de los Charcas por ser "el cacique más prominente y avil desta provincia" (Memorial:59).

El segundo eje: el prestigio

Acerca del prestigio encontramos posibilidades de análisis sumamente interesantes. Los cuestionarios están pensados para satisfacer el modelo ·europeo y cristiano de sucesión y de matrimonio monógamo y religioso pero también como una mediación entre la cultura andina y la europea. Esto es lo que entendemos al leer las preguntas que indagan "s i sabe que es hijo legítimo" o que "sucedió al cargo como hijo mayor". La "información" estudiada en detalle muestra un tejido de valores europeos y andinos.

Está clara la adecuación al sistema dominante, pero ésta no queda solamente allí porque inmediatamente después de las preguntas arriba señaladas el cuestionario hace referencia a los antepasados y señala las insignias que éstos recibieron en tiempos del Inca, como el derecho a usar duho. Traduciendo este término se aclara: "que era las insignias de los caballeros en tiempo del inca". En este caso se utiliza un elemento andino de prestigio para los fines buscados, pero aunque aparentemente se trata de una reivindicación que corresponde a la cultura nativa, también se debe tratar de un hecho aceptado por el sistema colonial: reconocer a los señores naturales para gobernar a través de ellos. Esto quiere decir que no cualquier elemento de prestigio podía ser reivindicado. Entonces también habría que escuchar los silencios. Tomemos como ejemplo el nombre de uno de los hermanos de don Juan Colque, Francisco Visalla. 14 Visalla era el nombre que se daba al primero que nacía de un par de hermanos gemelos, mientras que a quien nacía en segundo lugar se le llamaba Cahaya. En un trabajo anterior (Medinaceli 1996: 173) nos llamó la atención que en todos los casos de mellizos revisados en el repartimiento de Sacaca el año 1614, solamente había un K' ajjaya

14 Según Bertonio ( 1984 [ 1612]), "Wissa es el primero que nace en un parto doble, al segundo se lo llama K' ajja".

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vivo que tenía 6 meses, en cambio había varios Visallas, por lo que suponemos que en todos los demás casos se hizo un sacrificio ritual. 15 ¿Dónde está el hermano K' ajjaya de los Colque Guarache? Ni siquiera los Ayaviri, en su afán de restar poder a los Colque Guarache, hablan sobre el asunto. Este es, por ejemplo, un silencio importante. 1

Cuando los Colque Guarachi amplían y detallan los favores que recibieron del Inca -que recibieron tres camisetas con chaperías de oro, plata y mullu, así como la cantidad de indios de servicio- parecería que están tratando de impresionar también a un público que comprende los códigos de nobleza indígena. En un segundo momento, cuando el interroga­torio se refiere al periodo de la conquista española, ya no se toca temas de prestigio "andino" sino más bien de servicios a la Corona. Los señores de Qui llacas estaban bien asesorados y sabían cuáles eran los temas que debían resaltar en un documento de este tipo. El prestigio es, pues, un valor ambiguo y acomodaticio que tiene más de un rostro.

Nos preguntamos qué tipo de valores estaban en juego cuando se subraya el haber dado obediencia a Pizan-o cuando entró a conquistar el Collasuyu o el apoyo que se dio a Diego de Almagro en su viaje a Chile, que se tradujo en alimentos, ganado e indios de servicio y de guerra; o la ayuda en la fundación de Chuquisaca (La Plata), la entrega de las minas de Porco y finalmente el apoyo a la causa realista en contra de los rebeldes pizarristas. Asimismo su participación en la batalla de Guari na y contra Hernández Girón y por último su participación en la pacificación de los indios chichas. ¿Estaban hablando de haber apoyado la causa de la Corona en contra de los intereses privados? Seguramente fue así pues se minimiza el apoyo a Pizan-o en su rebelión, aunque este tema salga a la luz en boca de uno de los testigos . La intención es dejar claro su papel en el período de consolidación estatal frente a los conquistadores.

Un nuevo elemento de prestigio tiene que ver con el hecho de ser cristiano. Ser el primero en bautizarse y dar el ejemplo implicaba tener el nivel casi de cristiano antiguo. Este es un hecho que la gente parece recordar particularmente aunque hubiera contradicciones entre los testigos: unos recuerdan con detalle cómo Juan Colque fue bautizado en Quillacas, otro en Potosí y otro sostiene que fue bautizado en Chuquisaca. Su mensaje, por tanto, se debe leer fuera de la dicotomía verdad/mentira como ha sido propuesto para otras lecturas de documentos andinos (López Baralt 1993; Graña 2000:555).

Aunque el hecho de ser bautizado fue resaltado, no fue así su relación con los domini­cos. A pesar de que es evidente la orientación que brindaron estos padres para apoyar a La Gasea y no a los Pizarro en el periodo de las Guerras Civiles y probablemente para la elabora­ción de la misma probanza, solamente en una pregunta se consulta de manera un tanto oscura:

si saben que el dicho don Juan Colque como hombre de mucha razón y buen xpiano ha sido con los obispos y personas que han gobernado en esta provin­cia (Espinoza Soriano 1981 :253, el subrayado es nuestro).

Los testigos aclaran que lo vieron constantemente con "el obispo", esto es, con fray Domingo de Santo Tomás, que para el periodo de Toledo podía ser considerado un elemento conflictivo. Toledo llegó al Perú casi simultáneamente con los jesuitas y su política estaba más cerca de ellos que de los dominicos, quienes todavía pugnaban por hacer prevalecer los

15 Ramiro Molina ( 1986) cree que este ritual se llevaba a cabo aún en los años 1980s.

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intereses del "partido de los indios". Es notable que en la misma pregunta, la 17, se haga referencia tanto a su cristianismo como a su origen noble indígena: allí se reitera que es originario del ayllu Malcoca, "que quiere decir generación de señores" (Espinoza Soriano 1981 :247). Ser cristiano y ser noble, parece, iban de la mano.

Hay, además, un elemento de prestigio, que rápidamente fue incorporado, se trata del poder económico. En las preguntas 23, 25 y 26, que son parte de las preguntas añadidas, se pide cuentas de lo que gastó Juan Colque cuando dio su apoyo a Almagro unos 30 años atrás, y posteriormente cuando dio su apoyo a Toledo contra los indios chichas. Los detalles de estas cifras permiten suponer que se guardal:>a en qui pus el registro de este apoyo. Finalmente, en las respuestas de los testigos se hace evidente que el prestigio debía ser "público y noto­rio". El prestigio apunta, entonces, a su relación con la gente y esta relación a tener un mayor y mejor acceso a mano de obra, hablando de riqueza también en términos andinos.

Del quipu al texto

Roland Barthes (Verán: 1987) explicó que, aun en un siglo obsesionado por lo visual como el nuestro, la presencia de la escritura contigua a la imagen es cada vez más necesaria "para combatir el terror de los signos inciertos" pues la imagen es fundamentalmente ambi­gua: sólo el lenguaje articulado es capaz de emitir proposiciones inequívocas. Paralelamente, Gruzinski , en su trabajo sobre México, reflexiona sobre las implicaciones del sometimiento sistemático de la escritura mesoamericana a códigos occidentales y cómo los antiguos glifos fueron tolerados a título decorativo y sacados de sus contextos tradicionales pasando a formar parte de un todo que había dejado de ser indígena (Gruzinski 1995:47). A pesar del sometimiento de la imagen a la palabra escrita en América, la posibilidad de expresión se enriqueció de tal manera que estaba en proceso un cambio inimaginado. Sin embargo se trata de una revolución inconclusa pues la experiencia mexicana sólo prosperó mientras el equili­brio de fuerzas se prestó a ello (ibid: 1 O).

En el caso andino, al ser quemados cientos de qui pus y al silenciarse sistemáticamente las formas indígenas de registro, se quemó también el conocimiento antes de que pudiera ponerse en marcha un proceso de mestizaje del saber. Lo que habría sucedido con los quipus antes de ser completamente olvidados es que parte de lo que se registraba pasó a formar parte de algunas crónicas (Parssinen 1990), en otros casos a ser pruebas en procesos jurídi­cos (Loza 2001 ), y en el caso que estudiamos proponemos que los quipus pudieron ser la base de las probanzas de méritos.

Suponemos que los hechos recordados por las preguntas de la probanza fueron inicialmente expresados de manera verbal, en aymara y probablemente "leídos" desde un quipu o quizás elaborados colectivamente por el entorno de las autoridades étnicas que guardaban la memoria de los hechos pasados.

Pero tenemos que decir que se puede detectar algunos elementos que permiten soste­ner que en algunos casos, si no en la mayoría, se hizo un traslado de los datos registrados en quipus al expediente. Del mismo modo que en los quipus creemos que en las probanzas las preguntas de tipo histórico están siguiendo una forma de relato secuencial donde están pre­sentes de manera constante los elementos que se repiten en cada evento. Se tuvo que hacer, entonces, un traslado de la finalidad del quipu como registro de la memoria al expediente legal.

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Espinoza Soriano confirma en cierta medida esta percepción cuando informa que "el famoso Jesuita Anónimo (Bias Valera) sostiene que Juan Calque 'señor de los Quillacas' sabía muchas cosas de su historia gracias a que poseía en su casa quipus y memoriales" (Espinoza Soriano 1981 :234). \

Una de las transformaciones más notables del paso de la comunicación visual -¿anuda­da?- a la escrita es precisamente lo que apunta Barthes, el paso de la ambigüedad de la imagen o del signo ideográfico a un signo preciso. Cabe, por tanto, preguntarse ¿qué ocurre cuando existe el imperativo de ser preciso y contundente, y la tradición del relato es ser ambiguo?

Los sujetos enunciador y receptor del discurso

Los elementos constitutivos del discurso son por una parte el o los sujetos enunciadores y por otra los receptores. Cabe preguntarse, entonces, ¿quién es el sujeto enunciador en este caso? Tomando en cuenta el título de la "primera información" tenemos que don Juan Calque Guarache sería el enunciador, aunque de cierta manera antepasados y herederos entran a formar parte de él , de un enunciador colectivo. En la "segunda informa­ción", don Juan Calque se presenta como "cacique principal de los Quillacas, Asanaques , Saracapis, Puna, Yucasa y Guare". En este caso el sujeto enunciador se extiende de algún modo a sus "vasallos". Del mismo modo, en las preguntas añadidas al primer interrogatorio se incluye como caciques principales a sus hermanos: don Francisco Visalla y don Hernando Callacopa, "todos tres hijos legítimos".

En los interrogatorios observamos que desde la primera pregunta el centro de interés es don Juan Calque Guarache. El hecho tiene sentido dada su categoría en tanto es cacique principal. Las preguntas van tejiéndose de tal modo que los antepasados y los sucesores de Juan Calque van conformado un emisor colectivo. Es sobre el conjunto de ellos que se pregunta y no solamente acerca de don Juan Calque.

El discurso político tiene la particularidad de construir un "nosotros" entre el sujeto enunciador del discurso y los receptores del mismo. En nuestro caso el emisor reafirmaba -más que construía- un nosotros colectivo. Es más, buscaba el reconocimiento, por parte del destinatario principal del discurso, de esa colectividad a la que representaba.

El discurso de los señores étnicos, por tanto, elabora un "nosotros exclusivo" con­formado por los señores de los quillacas , más los antepasados, sus familiares contemporá­neos y sus descendientes y eventualmente sus súbditos. Sin embargo, de ninguna manera formarán parte de ese "nosotros" los jueces, oidores e informantes. En realidad, al mismo tiempo que se constituye este nosotros se reafirma la diferencia. En otras palabras, se busca su inclusión al sistema colonial pero se reivindica su diferencia. El discurso colonial de los señores étnicos en esta etapa estaría construyendo su otredad.

Nos preguntamos, también, cuál es el rol de los testigos, 16 teniendo en cuenta que las preguntas, que son las que forman este discurso, van dirigidas a ellos. Podría pensarse que

16 Un somero análisis de los testigos muestra que una mayoría de ellos era indígena, aunque creemos que la versión publicada está incompleta, se trata de hombres entre 50 y 85 años , según cálculo que hacen los funcionarios de la Audiencia. Figura un sacerdote y figura también Pedro de Zárate, que fue visitador de la provincia.

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son los receptores, pero no es así, ellos son simplemente unos intermediarios. Será a través de sus testimonios que los Colque Guarachi demostrarán sus méritos. Los testigos, enton­ces , pasan a formar parte de otro grupo, no son parte del "nosotros exclusivo" sino de otro "nosotros" que los incluye a ellos pero no completamente. Estamos, por tanto, frente a un discurso plagado de situaciones ambiguas, tan ambiguo como podría ser un texto pictórico o tejido.¿ Será posible que esto fuera lo que buscaban para dejar espacio a la negociación y la manipulación?

La creación de una comunidad

Un primer aspecto que permite diferenciar las estrategias discursivas es la construc­ción del "otro positivo y del otro negativo" (Verón 1987: 17). En este discurso político en forma de una probanza de méritos nos encontramos con una diversidad de destinatarios. De manera inicial se dirige a los representantes de la Audiencia ante quienes debe presentarse legalmente la probanza. Se trata de una puesta en escena, una "audiencia pública ante los señores presidente e oidores la presentó el contenido". Estos funcionarios reales represen­tan al poder colonial en Charcas y por tanto es el "otro positivo" ante quien se debe probar los méritos. Este destinatario es quien, desde su lugar aparentemente pasivo, determina una parte de la estrategia discursiva, las traducciones que se hacen necesarias tanto en las preguntas como en las respuestas de los testigos, frases aclaratorias como "chasquis", que son espías; "hunu mallku" , que es señor de diez mil indios; "mullu", que es como piedra preciosa; "andas" que es como litera, y así sucesivamente, aclaraciones que denotan la distancia cultural que existía pero también el deseo de ser comprendidos.

Si el presidente y oidores de la Audiencia son el "otro positivo", está presente tam­bién la población de las ciudades principales con quienes se debe convivir y ante quienes se debe ostentar el poder. Sean estos religiosos, funcionarios menores, comerciantes y sobre todo otros miembros de la elite indígena que vivían particularmente en Potosí. Este último grupo compartía intereses y observaba las posibilidades que ellos eventualmente tendrían en el nuevo orden instaurado. Se trata de un sector neutro, que podría eventualmente entrar en escena si las condiciones lo requirieran .

Pero no toda la elite indígena se constituye en el otro positivo o neutro, pues un linaje en particular, el de los Ayaviri Coysara de Sacaca, como vimos, unos años más tarde mostrará mediante su propia probanza que estaba en competencia con los Colque Guarachi, optando pues tos de mando sobre la población indígena, particularmente el cargo de capitán de mita. Los linajes en competencia, entonces, constituirían el "otro negativo", el sector al que el discurso excluye, aunque no pueda hacerlo totalmente.

Está todavía la población indígena de los repartimientos sujetos a Juan Colque, ¿qué papel tienen en este juego discursivo? Aparentemente ninguno. En cierto momento podría pensarse que más bien son parte del sujeto emisor colectivo. Sin embargo, es ante ellos que de manera dir~cta los Colque Guarachi tendrán que mostrarse poderosos y reconocidos por la Corona. Son, en realidad, el destinatario por excelencia. Si ellos no reconocen su poder éste no tendría razón de ser.

El conjunto de los receptores , a quienes de una u otra forma el discurso interpela, termina formando una comunidad. A partir de ellos se crea un nuevo espacio geográfico que

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es ahora también un nuevo espacio de comunidad imaginada en términos de Anderson. El ámbito donde los Colque Guarachi pueden ejercer su poder y prestigio.

El rol de la tradición

Hay otra característica que define a un discurso político, es el rol de primera importan­cia que tiene el pasado (Landi en Chirico 1987:59). La construcción de una memoria colectiva, en el caso que nos ocupa, resulta central porque se trata de una cultura que veneraba al pasado como la base divina de su legitimidad al ligar a los señores étnicos y a los incas como sus antepasados divinizados. La memoria, entonces, era mantenida y venerada: se contaba relatos de los antepasados, se la guardaba en quipus y se mantenía vivo el culto a los antecesores . La memoria histórica jugaba, y probablemente juega aún hoy, un rol aglutinador que brinda el sentido de grupo y de identidad frente a los otros, con diferente historia y diferente origen.

De una manera directa o indirecta muchas investigaciones estudian el papel de la memoria en el mundo andino, pero de manera particular en la zona de Oruro es central el trabajo de Abercrombie ( 1998), que se concentra en "los senderos de la memoria". Él sostie­ne que la memoria se inscribía no sólo en quipus, en takies y narraciones conmemorativas sino también se . encontraba "escrita" en los ceques, en las llamadas borracheras y en los rituales; también se inscribía en el paisaje a través de las libaciones a los cerros , manantiales o lugares sagrados, así como en ritos de "caminar" la memoria.

Tampoco debemos olvidar que en esta zona (en el pueblo de Caracollo) aún hoy se sigue representando la Tragedia de la muerte de Atahuallpa 17 con un mensaje parecido al que el virrey Toledo hizo con los huancas y los del linaje del Inca Paullo. Discurso y repre­sentación están aquí unidos, es esta la manera en que los discursos dejan de ser meramente políticos para tocar las fronteras de lo ritual y lo sagrado.

Nos interesa, por tanto, rescatar un elemento que también está implícito en las pre­guntas, es el rol de la tradición. Cuando hablamos de la figura central, de don Juan Colque como el emisor principal de este discurso, podemos observar con cierta claridad que su figura, o la de los Colque Guarache en su conjunto, no descansa en el prestigio personal, ni siquiera grupal. A pesar de la insistencia de las preguntas acerca de la participación activa de las autoridades qui llacas en el proceso de conquista y colonización, lo que autoriza la voz del enunciador es la pertenencia y correspondencia con la tradición indígena:

Ha oído decir a sus antepasados que el dicho don Juan Guarachi, padre del dicho don Juan Colque, heredó de sus padres e abuelos el dicho cacicazgo y señorío e la camiseta que la pregunta dice. Y es cosa clara y notoria que si no fuera ansi los otros indios e principales no le consintieran traer dicha camiseta (testimonio de don Juan Calpa, cacique de Hatuncolla, en Espinoza Soriano 1981 :265).

17 A nivel simbólic.:o. Atahuallpa y el ültimo lnc.:a de Vilcabamba, Tupac.: Amaru 1, estahan unidos.

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Es posible sostener que el rol preponderante y estructural que juega la tradición tiene como uno de sus componentes a las autoridades étnicas. No es solamente que la gente exige y confía en una elite propia que negociará por ellos ante las autoridades, sino que más allá de estas acciones concretas las autoridades étnicas son necesarias para la reproducción de la tradición. Podríamos inclusos afirmar que las autoridades étnicas son la tradición .

Lo dicho nos lleva a poner sobre la mesa un tema que se ha planteado constantemen­te: el papel que juega la memoria, la memoria histórica en la tradición local y al mismo tiempo en la legitimación de las autoridades . En general se considera que el pasado cumple un papel muy particular en el discurso político, como una manera de dar legitimidad a las acciones del presente y del futuro. Pero en este caso el papel de la memoria histórica resulta ser el eje sobre el cual descansa la coherencia del discurso político y coadyuva a alimentar una iden­tidad colectiva particular.

Memoria y silencios

En relación con la memoria son importantes también los olvidos, o los silencios, como indicamos en otro acápite. Los Colque Guarachi que aquí se mostraron con todos los argu­mentos dispuestos a ser parte del sistema colonial fueron acusados en 1584, tan sólo siete años después de la segunda información, de estar participando en un complot digitado por los ingleses y en contra del sistema colonial español:

En 1584 el cura de un anejo de Tacobamba, Diego Trejo, dijo verunajunta de 3 000 indios. Juan Colque le infonnó que se entregarían a los ingleses no bien llegados a Arica pues ellos los liberarían del tributo y volverían a la época del Inca. 1

~

¿De qué di scurso de inclusión en el sistema colonial entonces estamos hablando? Lo que queremos decir es que a pesar de un análisis cuidadoso de los discursos que nos brinda un acercamiento más íntimo a las propuestas , políticas en este caso, a partir de cada una de las posibilidades de análisis, los datos concretos, históricos e incluso anecdóticos van a ser siempre más contundentes y poderosos.

En este análisis no hemos podido detectar los temores, las culpas y el dolor de la pérdida de los saberes y sentires que con seguridad hubo. Más bien lo que nos queda, en una mirada desde los fragmentos, es que nos hemos situado en un punto que se parece mucho a una frontera; frontera entre culturas, donde es casi imposible distinguir los rostros de las máscaras .

1 8 Datos de Saignes 1985.

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Ximena Medinaceli Instituto de Estudios Bolivianos

Universidad Mayor de San Andrés (La Paz, Bolivia)

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