La bien plantada

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Eugenio D'Ors

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  • COLECCIN UNIVERSAL

    Eugenio d'Ors

    LA BIEN PLANTADA DE XENIUS

  • ES PROPIEDADCopyright by Calpe, 1920.

    Papel fabricado especialmente por Li Papblsra Espaola.

  • to LECCIN UNIVERSAL

    EUGENIO D'ORS

    La Bien Plantadade Xenius

    La traduccin del cataln hasido hecha por Rafael Marquina.

    JLVDRID-BARCELONAMCMXX

  • "Tipogrfica Renovacin" (C, A.). Larra, 8.

    MADRID.

  • PROLOGO A LA SEGUNDA EDICIN CASTELLANA

    No siempre hemos vivido en buena harmona miCatalua y yo. Casi a diario me he batido con ella,

    y tengo la punzante seguridad de haberla algu-na vez lastimado, Habr joven amor fe'.undo sinpelea y herida? Si, pues, se ami>aran hoy en elregazo de una Catalua materna ciertas vigorosascriaturas que son hijas suyas y mas, bien ser]Dor coyunturas anteriores de ataque y r^umisin.Pero amor no se compone nicamente de tem-

    l)estades ni conyugalidad tiimpoco, sino, adems,lie calmas serena.-. Dase en ellas el amante alarga contemplacin de la amada, y recoi're endetalle los aspectos de su i)erfeccin. El "Cantarde lo.? Cantares" se cant as; en el desmayo delo acabado de poseer. As, la "Vida Nueva", enla nostalgia interminable de lo perdido. As,igualmente, el oportuno alejamiento guardado, mi"Bien Plantada" pequea, en un momcinto de lavida que era, a la vez, de nostalgia y de posesin,porque era de recobramiento.Tras mltiples peregrinaciones estudiosas regre-

    saba el enamorado a su casa. Rico como un mer-cader de fortuna, fuerte por la caricia de sol y

  • 6viento en las alturas y en los mares. La amadale acogi en vacaciones, con el vestido de verano,casi tan bello como su misma desnudez. El sonr.,sonri ella, y un a manera de juego docto deespejos prolong hasta lo infinito el i'eflejo deaquellas sonrisas y su mutuo deleite. Y esto sellaim Teresa, la Bien Plantada.

    Libro votado a los auspicios de la paz, la paz,a despecho de su vocacin, le fu con gran di-ficultad coincedida. Extraas irritaciones y agita-ciones acompaaron, para un sector de Catalua,su primer hora de popularidad. Le un da en elDiatari de un mal conocido escritor de Vich, eloscuramente trgico Francisco Rierola, la siguien-te expresin, referida a una pintura acadmica:"Esas desmideces qu-e dan rribia..." Ese estado deespritu en el cual una forma amable puede darrabia, a m, personalmente, me cuesta mucho decomprender. Comprendo, es claro, la complacen-cia, el placer, el deseo, la exaltacin; compren-der tambin, por otro lado, la aversin, el asco,la angustia. Pero la ira, la rabia?... Ci*eo, sinembargo, que semejante estado de espritu distamucho de lo excepcional entre gentes ibricas.Parece que al dinamismo apasionado del iberofiero sientan como un insulto algunos aspectosde la belleza sencilla.

    Pero en casos parecidos, echar sobre las gentes

    toda la culpa suele ser tan cmodo como injusto.Ahincando en el tema, y tal vez ahincado yo porcierto remordimiento, he venido en sospechar yo

  • iiismo si en las ms inocentes pginas que jamshaya escrito pluma pudiera disimularse una en-venenada fuente de turbacin. Algo que no pue-do explicar, algo extrao y secreto debe de haberen el pobre libro, cuando, desde desordenar el

    mbito de las contiendas literarias, turbio mbitoal fin, ha pasado tal vez, ms sutil y dramtica-mente, a tema de desorden en la soledad de al-gunas mentes o conciencias. Me dicen que se al-bergan hoy en las casas de salud de Catalua,alg:unas mujeres con delirio de creerse la BienPlantada. Qu puedo yo hacer, si no tengo bas-tante luz para reconocer aquella fuente, si existe,ni nadie me la seala tampoco, y el mal que hagano lo hago, sino el designio de los dioses por fr-

    gil insti-umento de m?Combatido por tenaces dudas, he dejado lti-

    mamente transcurrir alg-unos aos sin proveer arepetir las ediciones del texto o de su traduccin.La ltima edicin catalana se agot en 1912

    ; yconfieso que he recibido con mala disposicin al-gunas solicitudes nuevas... Pero hoy, ante unams amiga que las otras, honrosa como la quems, decido por fin poner trmino al perodo deabstencin. He pesado, con nimo puro, el proy el contra. El contra ya est dicho; permtasemeahora una palabra sobre el pro. Confusos andabanlos aires morales de mi tierra; su razn, queaqu llamamos seny, enferma de vegetaciones pa-rsitas; su gusto, perdido entre las peores abo-minaciones de un arte radicalmente reido con

  • lo cl.sico y con la simplicidad. Ahora todo estoha enipe2:ado a mejorarse y a ponerse en orden;seguramente, mi dulce Teresa no es a ello extra-a. Y si fu dicho que Helena vala la guerra deTroya, bien vale algn mareo y algn chillido Harribada majestuosa de un pueblo, bello como unanave, a las playas de la normal civilizacin-

    Eugenio d'Ors.Canet de Mcor, 8 de diciembre de 1919.

  • PARTE PRIMERA

    1

    De la aparicin de la Bien Plantada

    Quum cancrem regen et procUa, Cinthius, aure-^Vellit, ct ad-monuit ; Pastarem, Tityre, pinguis.Pascerc ortortct ovis dcductuin dicere carmen.

    Yo soy quien dijo un da, en glosas estricta;y enamoradas, las gracias y virtudes de la noa-te-americana doncella curiosa, encuentro en unapensin de familia en Ginebra; y ms tarde, elencanto de la bella dama parisina que, dreyfusis-ta diez aos atrs, se haba pasado despus aiotro lado de la barricada, y saba razonarlo rmientras saboi-eaba las pastas del te y los bri-liadores dtiles. Pero hoy, como me preparase a

    decoi'ar el recuerdo de alguna otra lejana beldad.Cinthius, ha venido a tirarme de la oreja y a de-cirme: "Conviene Xenius, al cataln Glosador, rc.feminidades extrafas, sino las aromosas con elperfume de su tierra, celebrar...*' Y por esto qui-siera ahora cantaros la Bien Plantada que haflorecido, ms alta que las dems, estos clid(KS

  • 10das de oro, en un humildsimo lugar veraniego,pequeito y blanco, cabe la azul amplitud medi-terrnea.Dbese ante todo sealar aqu el hecho pere-

    grino de que la apai'icin de la Bien Plantada enel pueblo pequeo se ha realizado por tan mara-villosa manera, que nadie hoy podi-a decir, apesar de que su belleza es de las que atraen lamirada en seguida, ni cundo haya llegado nicundo por primera vez se mostrara a la pbli-ca curiosidad. Esta aparicin de la Bien Planta-da ha sido tan sutil y tan natural a un mismotiempo, como la de la primera estrella vesperal.Ahora est aqu, y hace vin instante todava oestaba. De dnde sale la estrella? De dndesale la doncella bonita ? Ibais a mirar un jardn,ibais a m.iirar una barca, ibais a mirar la mar,cuando os ha sorprendido la gracia de su cabeza,por encima de las cabezas de sus hermanas. Des-pus ha desaparecido. Pero, una hora ms tarde,la habis vuelto a ver dominando ahora las ca-bezas de un corro de amigas.

    Por la noche, en el Casino, contis el caso avuestros amigos. Y todos vuestros amigos la hanvisto al mismo tiempo y la han visto de la mismamanera. Vosotros habis empezado diciendo:"

    Hoy he visto por primera vez una muy gua-pa." Los amigos han dicho: "Y yo tambin!Y yo tambin!... Y yo!^Cmo es la vuestra?As, as y as.Es la ma misma. Y la ma.Y la ma"...

  • 11

    Pero alguien sabe ms; sabe que la Bien Plan-tada es de Barcelona.De Barcelona? A A^er! A ver! Crece aqu el

    milagro. La Bien Plantada es de Barcelona ynadie la conoce? U.na niiucliacha as no pasa in-advertida. No se la ha visto en invierno, en elLiceo; en primavera en el "polo"? No se la hahallado en ningn funeral? Los maaneros pe-ripatticos del paseo de Gracia no la han divi-sado una sola vez? Al atardecer, no ha com-parecido ninguna al paseo de coches ? No se lepuede atribuir, ni siquiera por referencia, unnombre conocido, de crdito, en la aristocracia,en la propiedad, en el comercio, en la bolsa, enla industria, en los tejidos, en la piedra artifi-cial, en los futuros del algodn? Se tratar deuna sobrevenida? Se tratar^las aparienciaspueden engaar muchode una aventurera ? Sias es, de qu pas y por qu azar llegara aquima aventurera?...Pero no. Las apariencias pueden engaar mu-

    cho; no tanto. Pondramos las manos en el fue-go... Todo, pues, ser puro prodigio en tornoa la aparicin, en el pueblecito veraniego, de tanperfecta criatura?La perfecta criatura pasea en este momento

    por la playa. Viene conversando an con sus ami-gas. Es siempre la ms alta; y ms altos que ellaya no hay sino el cielo y la noche. Callando apli-cando el odo, podis, desde el balcn del Casino,or sus palabras.

  • 12

    Y acontece entonces algo ele una infinita .iul-zura. Callando, aplicando el odo, poniendo elalma en vuestra atencin, habis odo que la BienPlantada habla con sus amigas un cataln puroV bien acordado.

    It

    De la figura y externas condicionesde la Bien Plantada

    Gurdate, atlmiracin ma, gurdate de empu-jarme a lirismo, al venir al punto en que es derazn que trate de la figura de la Bien PlantadaNi a comparaciones te des, ni palabras impreci-sas y prestigiosas,, fciles caminos de la fcilsugestin, te sepan tentar. No cantes nada, noexaltes nada, no mezcles nada. Define, cuenta,mide... Haz por decir, como Stendhal, loco de pa-sin, no obstante, por la iglesia de San Pedro enRoma, al empezar su descL-ipcin: Voici des d-tails eccacts.

    He aqu, pues, detalles exactos. Tiene la BienPlantada un metro ochenta y cinco centmetrosde altura. De los pies a la cintura, un metro vein-ticinco; sesenta centmetros de la cintura a lacabeza. En tomo a esta inicial desproporcin di-chosa se agrupan, en el resto, las ms acordadasproporciones. As el pie, no demasiado pequeo,es fino y viviente en toda su extensin, del talna la punta. Los tobillos parecen un poco anchos.

  • 1 o-i.
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    n el centro una prominencia leve, debida,acaso, a que el rpido crecimiento de la donce-lla la ha habituado al vicio de bajar un poco lacabeza.

    Pero aqu ya los detalles exactos vcndian afaltarme si yo intentase describir dos condiciones,de imposible descripcin; el movimiento y los ojos.No puedo decir ms, por lo de no querer salir deuna economa estrecha, que si el movimiento dela Bien Plantada es presidido por la Msica, lagracia de sus ojos debe de caer bajo la competen-cia y jurisdiccin de Urania, musa de la Astro-noma.

    III

    De la moda y del modo de vestirde la Bien Plantada

    Hemos dicho que la belleza de la Bien Plantadase halla tranquilamente de acueixlo con las mo-das estivales de 1911. Y esto necesita una expli-cacin. Porque en verano de 1911 se cuentan dosrdenes de moda distintos. Uno, adoptado por lasmujeres ms inteligentes; otro, por aquellas queno lo son tanto. Este es el orden del vestir trabado

    y ceido a ultranza; en el primero, conti'aria-mente, la gracia est en la holgura, espuma yfrescor. Del uno abominan a un tiempo mismomoralistas y artistas; el flojo encanta a los ai'tis-tas, y si a los moralistas no los satisface por

  • 15

    cjmpleto, tampoco saben qu graves reparos opo-uev.

    La Bien Plantada, pues, como poda esperarse,viste a la moda holgada, la cual es la nica queconviene, en general, a las ufanosas mujeres delpas. Cuando stas, por mala inteligencia y equi-vocada infoiTnacin de lo que se lleva en Pars,(luieren encerrase en trabas y ligmenes, suelenofrecemos visiones tan inmodestas e indecorosasque son con ellas la vista y el gusto del forastero

    lamentablemente sorprendidos. Por el contrario,holgui'a y espuma no slo sientan bien en el cuer-po noiTTial de nuestras tpicas beldades, sino quese avendran tambin al cuerpo inmortal de lasestatuas clsicas de los museos. Estoy seguro deque la blanca vestimenta que luca anoche la BienPlantada dira bien, tan bien como en el suyo,en el cuerpo de la Venus de Mil o. Que quiz envida vesta as. y quiz haca sus vestidos ellamisma. Porque la cara de la Venus de Milo esde tener muy buenas manos.

    Veis? Hoy, con un vestido color de fresa, laBien Plantada ya estaba un poco, un punto me-nos herniosa. La alta criatura debe haberlo en-tendido as. Porque por la tarde la hemos ^alelt >a ver vestida de blanco, como ayer, como anteayer,como en toda buena hora.

  • 16

    IV

    De una frase de la Bien Plantada, con la res-puesta a algunos corresponsales indiscretos

    Seoi' don R, V., seor clon J. M., seor que"rmis ''un intrigado" y vos, mi otro indiscretocorresponsal que intentis corromperme adoptan-do para firma "un admirador"! Qu inespei*adointers ha sabido conquistaros ahora por mis po-bres glosas? Qu! Vosotros habis podido leer a^eleccin, recientemente publicada, de "Aforismosdie Josepeh Joubert" sin que se os viniese a lasmientes preguntar si era posible procurarse laobra entera del pensador admirable; vosoti'os ha-bis escuchado mi elogio de los libixxs de Geoi-ges5orel, por ejemplo, sin entrar en curiosidad doaveriguar qu editor los publicaba; vosotros hu-bisteis conocimiento de la aventura, annimamen-te narrada, del heroico inventor que viendo des-truidas por un incendio todas sus notas, ruto delargos aos de trabajo, tom bravamente a co-menzar, sin que atinaseis a preguntamie el nom-bre del protagonista; vosotros habis recibido im-pvidos las noticias acerca de la molemsima li-teratura alemana, acerca del carcter, la A.'ida y laobra de tantos novecentistas catalanes, acerca deios distintos sinsabores y calvarios del pintor To-rres-Garca, acerca del fracasado proyecto de 1?.biblioteca Lorentz, acerca de tantos y tantos asun-

  • 17

    tos de palpitante actualidad, de transcendenciaincalculable... Y hoy, porque me place decorarcon unas cuantas rpidas notas la silueta adora-ble de una doncella muy nuestra, heos aqu des-piertos, heos aqu engolosinados, heos aqu escri-bindome y poco menos que pidindome la direc-cin... Ah, mis buenos seores, mis pobres seo-res, lectores interesados, sincersimos admirado-res mos ! Bien os sentar un poco de paciencia ybien os sentar un poco de desengao. Porquelos detalles de esta verdica historia no se irndando a conocer sino poco a poco, segn un ordenacompasado y artstico; y algunos de estos de-talles, algunos de stos que preguntis, no serndados a vuestra curiosidad ni ahora ni nunca.Porque habis de saber, mis seores y caballerosgentiles, que el arte del escritor pblico tiene sudeontologia, que no le es excusa desconocer, queno le es lcito olvidar. Y uno de los ms capitales,entre sus preceptos, ordena el i'espeto ms ex-quisito que, como el mdico por su enfeiTno o elmaestro por el nio que educa, ha de sentir elescritor, el artista en general, por aquel pedazode vida que proporciona materia a su albedro.Y aquel e.xquisito respeto debe doblarse cuandoeste pedazo de vida y arquetipo es una feminidad ;y dos veces doblarse cuando es una feminidad per-fecta, reuniendo tantas como gracias de coiporalai-mona, gracias de juicio y de moral discrecin.Y ahora, para vuestro aleccionamiento, para mi

    aleccionamiento, para el cabal aleccionamiento deBien Plantada 2

  • 18

    todos, he aqu una frase de la Bien Plantada, ayer,en una fiesta. Blanca, centrando el coro fragantede las hermanas y de las amigas, inclinse paratomar en sus largos brazos, hechos para la or-denacin y el estrechamiento cordial, una gentilcriatura que se haba entrado en el corro de losmayores, Y alzndola y como mecindola un poco,a los devotos que se acercaban, dijo:"A m, por ahora, no me importan los hombres;

    pero me gustara tanto tener criaturas que fue-sen mas!"

    V

    Del pucblecito donde veranea la Bien Plantada

    No obstante, una de las preguntas de los cj-rresponsales curiosos era del todo oportuna; aque-lla que se refiere al lugar de veraneo de la BienPlantada. Ser preciso, no nombrarlo, este lugar,que eso nada importa, sino poco a poco ir refirien-do el aspecto y la manera y color. Y no porquese crea el paisaje esencial a la figura; no porque,segn sociologa tainiana o tcnica de impresio-nista, se d demasiada importancia al ambiente;sino porque en el presente caso singularsimo, laalta doncella de que hablamos, en los pocos dasque habita el lugar, de tal manera lo ha centrado,que ya ella y las cosas que la rodean forman unimperio nico. Y as como es necesario para ladefinicin de un emperador considerar su imperio,

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    as se ha hecho esencial condicin al definirla ha-blai' del pueblo de su veraneo. Porque todo el pue-blo es un ameno huerto suyo. Y parece a vecestan perfecta es la Bien Plantada y tan nuestra Jamanera de su perfeccinque toda nuestra tierra

    tomse tambin huerto suyo. Y que el mar lo estambin.

    Repetimos, pues, que la Bien Plantada veraneaen un pueblecito de la costa. Un pueblecito pe-queo, lestrecho sobre todo. Esto es el mar, dira-

    mos. Esto ya son campos, con granjas disemina-das y chaticas; y la montaa nace suavemente anpoco ms lejos. Entre el mar y los campos, elpueblo, que, al pasar del tren, parece formadopor una sola calle. La riera lo atraviesa por lamitad. Y estos de la riera seran los nicos r-boles, si no se contase con unos huertos de na-ranjos, y ms lejos y ms altos, unos bellos ci-preses flanqueando un casern blanqusimo conlas solanas de arcos i^ondos y las pequeas ba-laustradas neoclsicas. El resto del pueblo se con-sei'vara tambin blanco si no lo mancliaran yam^rengasen algunas turpsimas abominaciones dolos annimos arquitectos y maestros de obras quevan infectando toda Catalua con el odioso estiloque degrad nuestro Tibidabo. Pero, aun, entre lacolina de gusto helnico y el suave recorte de laplaya, el pueblo conserva una bella lnea; aun losredondos naranjos cerca de las casas sencillas yrectas son un reposo de la mirada; aun hay unapequea iglesia, humilde y familiar, pero de un

  • 20

    selecto gusto barroco, que ha tenido la fortunud no ser objeto de la caridad iconoclasta de al-guna buena alma testadora; aun hay prticos a unlado de la riera y en la plaza; y otros, junto almar, que, cortados por los dos extremos, podrantomarse, si fuese preciso^que no lo espor unaloggia bolonesa o toscana; aun hay en la cons-truccin serensimas verticales, horizontes repo-sados y pequeos detalles de decoracin ntima,sobrios, encantadores y coquetos; aun hay entre latierra, la vegetacin, las casas y el cielo unarelacin segura, sin brusco salto; y puede decir-se, en suma, que los desvarios arquitectnicosno han daado excesivamente el pueblo.En el invierno, la playa, pasada la lnea del

    tren, es desnuda y desierta. Pero en el veranola pueblan y animan las barracas y las casetasde baos. Aumentan, adems, el nmero de lasbarcas y se agita entre ellas una marinera ac-tividad curiosa. Esta balnearia alegra es de unoixien especial y llena de sensualidad casta. Hayuna risuea pereza y como una liberacin, al des-vestirse; crece en una misma familia la deliciosaintimidad, y se forman entre las varias familiascomo gentilicias unidades, ligadas tambin por ellazo de haberse visto al aire libre con las pier-nas y los brazos desnudos. Luego, hay la enso-acin que mantiene a la gente tendida en laplaya hasta alta noche contemplando el juegomontono de las ondas.Encima de la ya nombrada loggia hay un casino.

  • 21

    y su balcn es un mirador sobre la mar. Y alotro lado de la riera, sin que se me alcance d(vmasiado la razn, hay un Centro Esperantista, qu*^ha tenido la bienaventurada ocurrencia de pin-ta-r de verde la parte superior de su prtico. Esteverde se enlaza, desde ciertos puntos de vista,

    con azules de la mar, y de ah nacen aiTnonasdel .ms delicado y dichoso efecto. Debajo delCrculo Esperantista se halla la casa del tartane-ro, y el gran movimiento de vehculos alborozaconstantemente la riera, en la cercana de la pla-ya. Ms arriba estn los cafs y las donosas tien-decitas donde se exponen, para la venta, ropasazules de marineros y fajas bermejas o de otroscolores, amn de unas fajas de claro azul que os-tentan, boixladas en grueso algodn, las flores mspomposas y variadas. Ms arriba an, estn lasquintas de los seores, cada una con un muro yun barandal en la parte delantera, para cuandola i'iera baja crecida. Ms all, los rboles sehacen fronda y dan una nota de paisaje muydentro del gusto del pintor D. Jos Masriera. Nofalta a un lado un gran estanque, con nadeszambullidores. Y ms lejos se aclaran los rbolesy desapai'ecen, y un puente de hierro enlaza dosramales de carretera. Por uno se va a la fincade los cipreses. Y por el otro, al cementerio, don-de no hay cipreses. Ms all del cementerio, yaen el camino montaero, tambin desnudo de r-boles, hay una ennita- donde se celebra romerapara la Virgen de Septiembre.

  • 22

    Ya veis, pues, cmo el pueblecillo donde vera-nea la Bien Plantada no ofrece nada de particular.No es ni rstico ni escarpado ni pintoresco. Niofrece el carcter de estacin a la moda ni delugar demasiado silvestre. Pero hay que querer-le, precisamente por su humildad, en la que ra-dica el secreto de su gracia y de su verdad pro-fundjas. Es un pueblecito de ujia sutil y escon-dida elegancia, porque florece en l la raza sindisturbios y porque las casas estn unidas a latierra por algo ms que unos fundamentos, y almar, por algo ms que por un reflejo movedizo.

    VI

    Nuevas revelaciones sobre los ojosde la Bien Plantada.

    Comprendo que decir del mirar de la BienPlantada que parece presidido por la Musa de laAstronoma, aunque es decirlo todo, no es decirbastante. Temo singularmente que la definicin sepreste a interpretaciones muy errneas. Puede,en efecto, entenderse que con ello viene a com-pararse los ojos de la excelsa muchachacomose han comparado tantos otrosa las estrellas oluminares. Y no es esto. Ms que ninguna estrellaseranos preciso traer a comparanza un cielo en-tero, y no precisamente un cielo natural, un cieloa lo vivo, en nocturno o diurno aspecto, sino de

  • 23

    una manera estricta, el cielo de una lmina astro-nmica, tal como lo hallamos en los atlas o enlos libros que se ocupan en la matei'ia. As pre-sentada, la comparacin no ha de tenerse comometafrica, sino como ptica y i'igurosamente li-teral. Aquel verde plido y brillante de la lito-grafa; aquellos puntos azules, blancos o encen-

    didos; el misterio de aquellas parbolas en lneasde construccin; aquellas pequeas zonas, diver-sa y precisamente coloridas; y, en fin, la emo-cin que produce, emocin grandiosa, extraa yserena, a un mismo tiempo, todo se halla redu-cido a unidad y compendio en los ojos de la BienPlantada. Que son vastos, hmedos y llenos declara profundidad. Y las pestaas tejen sobreellos una dulce sombra, como la que proyectasobre los mapas terrestres la jarcia tranquila delos meridianos y paralelos.Como el rostro tiene una deliciosa blancura

    lunar, ocurre tambin que se compare la claridadde la mirada a la que difunde el planeta Saturno.Pero ya he dicho antes que todo lo que sea evo-car particulai-mente un astro me parece cosa in-adecuada al tema de nuestra meditacin de hoy.Un astro tiene una luz aguda, afilada, crudsimay como temblorosa de fro; los ojos de la BienPlantada, al contrario, se extienden en una abun-dante calma y son suaves, y diramos mejor quese tienden elsticos como un dulce felino en ungesto clido de pereza.Mi pluma es, ay!, sobrado torpe para describir

  • 24

    un prodigio de tan sutil sencillez como el que osquisiera comunicar. Ojal, lectores, los ojos dela Bien Plantada se os aparezcan esta noche, ensueos! Plenamente entenderais entonces todo ijque de ellos he dicho, todo lo que de ellos dir.Y tambin entenderais maana, si una vez des-piertos quisieseis recordarlos o intentaseis expli-carlos, cmo es difcil precisar, cmo es atormen-tadoramente imposible comunicar a los dems lasluces que sobre el asunto poseerais (1).

    VII

    Del terrible poder de una mujer hermosa

    Decimos bella. Decimos hermosa. Lo decimosde una estatua, de una perspectiva, de una ha-bitacin. Lo decimos tambin de una mujer. Estoviene a significar que la palabra tiene dos sen-tidos. Uno, terrible.

    Uno, terrible. He aqu un pedacito del mundoen paz. He aqu unas conciencias casi en la paz.Y llega el destino. El destino son unos cuantosmsculos montados sobre un esqueleto. Estosmsculos viven; aunque no mucho; no se agitan;estn sosegados en una calma real. Pero es todo

    1.1^ Siguen aqu en el texto cataln, y a propsito de lapalabra "claricies", usada por "Xenius", unas divagacionesfilolgicas, llenas de humor.

  • 25

    un gran incendio a su alrededor. El pedacito demundo prende, arde en el gran incendio. Las con-ciencias prenden, arden en el gran incendio.La terrible pujanza de la mujer hermosa ha

    sido siempre cantada por los poetas lricos y glo-sada por los novelistas, que viven con los ojosabiertos sobre el dolor del mundo. Pero a m ladescripcin que mejor y ms profundamente meha conmovido es la de una cancin catalana quellaman La dama de Aragn. Es una cancin tansuntuosa y tan trgica que parece ornada de pr-pura y caliente de sangre. Alientan las palabrasen ella ardorosas como los vientos del Sur. . . Cuan-do quiere aligerarse con aires de madrigal, estre-mece, y cuando quiere sonrer, la sents hme.iapor las lgrimas de un llorar desesperado.

    En Aragn hay una dama;Es hermosa como un sol.Tiene rubios los cabellos,Que le llegan al taln.Amorosa Ana Mara,Robadora del amor,

    i Ay, amor !

    Robadora del amor. Ladrona del amor. spe-ro perfume de crimen emana del cantar. He aqula robadora y su pecado. He aqu tambin lased inoestuosa y los grandes horrores:

    Y su hermano la mirabaCon ojos de vivo amor;

    ''

    "Si no me fueses hermana,Casaramos los dos."Amorosa Ana Mara,Robadora del amor,

    i Ay, amor !.

  • 26

    Eis el poder, es la terrible pujanza! Por ella,el mundo se desordena y enferaia. Piedad, Diosmo, para estas A^ctimas sangrientas! Piedad, envuestra inftnita misericordia, hasta para el sa-crilegio !

    Cuando ella entra en la Iglesia.Entra un grande resplandor;Cuando toma agua bendita,Plores llenan el piln.Capelln que dice misaHa perdido la licin.Por decir Dorninus vobiscum,Dice: "Oh, cju dama veo yo."Sacristn le responda :"Ma sea, vuestra no."Amorosa Ana Mara,Robadora del amor.

    Ay, amor !

    Ya, hasta los inocentes. No queda, pues, sinotemblar y santiguarse, como cuando cae un rayo.

    VIII

    De cmo la pujanza de la Bien Plantada se ejer-ce s para el orden; para el desorden, no

    Mas veris que, por gracia de amabilsimo mi-lagro, la beldad de esta doncella de que os habla-ba no ha trascendido a tumulto en tomo a ella,sino a serenidad y simpata. S; una mujer her-mosa puede ser como un rayo que cae. No asla Bien Plantada, que es como un hogar encen-dido en medio de nuestras vidas. Y estriba elsecreto en su natural mesura y buen juicio.

  • 27

    Hemos dicho que exista en el cuerj;) de laBien Plantada una central falta de canon; es de-masiado alta su cintura; en compensacin, el restose ajusta a una proporcin perfecta. Y tambinsu movimiento se ajusta a una proporcin perfec-ta. Y su manera de mirar. Y su voz. Y sus pala-bras. Y su manera de tender la mano. Y sumanera de deciros adis. Y su manera de vivir.Y su manera de tratos y maneras. Y su manera deser amiga. Y, no hay que decirlo, su manera debailar. Asy no de otro modo que una gota deaceite en una extensin de ondas agitadas^lapresencia de la Bien Plantada lo aquieta, serenay ordena todo en muchos, muchos pasos a laredonda y en muchas, muchas almas de la cer-cana.

    Ah, yo quisiera que lo vieseis! Desde lejos,slo narrando una gracia de la Bien Plantada,ya puede encenderse una pasin. Desde lejos, conslo recordar a la Bien Plantada, ya. se sientenen el corazn las mordeduras de la sierpe. Yo,pobre narrador de m, no s con qu imagen pue-den haber decorado algunos ensueos mis dbilespalabras, que ya no pasa da sin que me llegrae,en comentario a la figura gentil, alguna carta, encuyo texto, a las veces humorstico, se siente ba-tir, sin embargo, una gran ala de inquietud...Ahora yo quisiei-a poder reunir a todos esos queme escriben y llev.arlos, juntos, a presencia de laBien Plantada. A orilla del mar la aguar-daramos. La veramos aparecer entre el mar y

  • 28

    las casas y la lnea de la tierra y los montcu-los cercanos, entre los baos familiares y las tien-ducas pequeas, entre las granjas y las tartanas,entre los trabajos y los cultivos, entre los cipre-ses y los naranjos, entre los corros de mujeresque conversan, y de nios que juegan, y de hom-bres que reposan fumando, con la mirada ja enel horizonte. La veramos aparecer entre todasesas cosas, humildes, armoniosas y esenciales, tanpariente de ellas, tan ligada a ellas, tan fiel a suley de simplicidad y de silencio, humilde, armo-niosa y esencial, como ellas mismas. La veramosaparecer, y en lugar de sentimos en inquietado-ra tormenta, una divina paz nos inundara el pe-cho. Advertiramos primeramente que nuestrarespiracin tornbase fcil, pausada, amplia y re-gular. Despus, que el corazn lata de prisa,pero sin agitacin. Brotaran en seguida de nues-tra boca palabras amables, calientes de cordiali-dad. Miraramos a la doncella fijamente, sin tur-bacin, pero tambin sin osada, y veramos queella sabe mirarnos tambin as. La veramos tansencilla, tan pueblo, que todo temor desaparecerade nuestro gesto y de nuestra habla; pero, asi-mismo, la adivinaramos tan delicada, tan seo-racon aquella seora que slo puede proporcio-nar una larga y fiel obediencia a los designios si-lenciosos de la razaque el respeto elevara ges-to y habla, ennoblecindolos. Su manera justa,equitativa y bien tasada de tratarnos a todos, noshara fraternizar. De ah nos nacera un deseo de

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    ciarnos las manos. Despus, de drsela a ella. Des-pus, de retener su mano entre las nuestras uninstante. Despus, de no abusar de este instant?y abandonar su mano, porque ya a nosotros mis-mos nos habra comunicado el don del bien tasar.

    As, de acercarse a la Bien Plantada, un hom-bre toma en mejor. En ser presidido por la BienPlantada hay ventaja de especial nobleza. En tor-no a la Bien Plantada todo es orden y acuerdo.Que ella debe de ser la misma eternidad, hechabella apariencia y gozoso momento. Nada com-parable a esta influencia. La influencia, la ense-anza de la Bien Plantada! Si la pudiesen con-templar as y aprender de ella no un reducidocrculo de hombres, sino toda la tierra ma y todassus gentes! Si a esta escuela de la Bien Plantadaacudieran las generaciones a ganar en serenidad,a curar de romanticismos, a salvarse de menti-ras, a captar estilo y nornias de belleza y buenvivir, y ante ella abjurasen todos de los pasadoserrores; y los ciudadanos, los poetas, los artistas,los arquitectos, los polticos, los negociantes, losmaestros de escuela, supieran desde el instanteaquel infundir en las obras suyas y en su accinun poco del espritu de esta inefable y profundaenseanza!

    ...Por el momento, en el pueblecito marinero endonde veranea, la Bien Plantada ha alcanzado yaestos resultados maravillosos. Que las dems mu-chachas, menos hermosas que ella, menos admi-radas y celebradas que ella, no le tengan envidia

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    ni celos, sino que se complazcan a su vera y laquieran; y que los hombres, en presencia suya,se contenten todos por igualy sin que se hayaregistrado hasta hoy ninguna tentativa a desobe-decer esta ley tcitacon la noble alegra de sersus amigos.

    IX

    Del dulcsimo nombre de la Bien Plantada,con otras particularidades

    Ahoi-a va a declararse el nombre de la BienPlantada. Esta maana, al dejar el lecho, el glo-sador ha sentido imperiosamente la necesidad deque ello se hiciera hoy. Ayer, hubiera sido de-masiado pronto. Maana, seia ya pecado de tar-danza. El aprendizaje en la Bien Plantada, por lomuy fuertemente que se apoya en las esenciasverdaderas, puede darnos estas preciosas infalibi-lidades sobre lo oportuno.Cmo te llamas, Bien Plantada? Me llamo

    Teresa.

    Teresa, nombre lleno de gracias, cuando se pro-nuncia a la manera de los catalanes.Teresa es un nombre castellano. All es un

    nombre mstico, ardiente, amarillo, spero. Esun nombre que rima con todas estas cosas de queahora se habla tanto: "la fuerte tierra castellana",

    "el paisaje austero, desnudo, pardo", "los hombres

  • graves vestidos de fosca bayeta", "Avila de los

    Caballeros", "el ahna ardiente de la santa", "Zu-

    loaga, pintor de Castilla", "El retablo del amor",

    "La mstica sensualidad, esposa de Cristo o mu-

    jeiTica". Ya sabis, no?, qu linaje de cosas quie-ro decir.

    Pero llega el mismo nombre a nuestra tierra,y de pasarlo por la boca de otra manera a

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    profunda, inconscientemente, cultura, Adelaisa ha-bra sido lo mismo que fu, si contase slo conla tierra y el cielo de su patria. En cambio, JaBien Plantada no fuera tal vez lo que es hoy,si no hubiera existido Auzias March. Tomando lascosas desde otro lado, Adelaisa es de montaa yTeresa, de marina. Tomndolas an en otra suer-te de diferencias, Adelaisa corresponde a la ar-quitectura romnica, mientras nuestra Teresa co-rresponde al neoclasicismo.

    Ay, qu deliciosa sensacin de intimidad, em-pezar a nombrar Teresa a la que hasta hoy co-nocamos solamente por Bien Plantada!

    Teresa, Teresa galana, alabado sea tu nombredulcsimo! Todas las Teresas que hemos conocidoeran galanas; pero t la de ms galana. Y as,adoramos en ti el recuerdo de las dems.Noche alta, saliendo del Casino, aquellos de

    entre nosotros que poseen una voz de bartonocantan una cancin, ya fuera de moda, que dice:

    Teresa,Yo tengo impresaTu cara de ngelEn mi interior ;

    MelancolaMe matara

    Si a otro otorgabasTu puro-ooo-amor !

    Y s; gran verdad dice la cancin.La situacin est en ella fielmente reflejada.

    Hoy todos vivimos en paz y en orden y en mejo-ramiento y aprendizaje espiritual, porque Teresa

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    nos trata por igual a todos. Pero el da que lle-

    ft-ue a distinguir a uno!...

    Y, no obstante, es claro que habr de distinguira uno taixie o temprano.He aqu, pues, la posicin del conflicto, plan-

    teada netamente en el primer acto, como en tododrama que se estime.

    Bien Plaitada

  • PARTE SEGUNDA

    Donde se pone en claro que la Bien Plantadanos fu trada de las Amrcas

    Dulces momentos de familiar y abandonadapltica! Mientras se da aire con un gran abani-co de ropa, la madre de la Bien Plantada, que tie-ne en la noble morenez del rostro unos clarosojos como ella, dice:La chica no naci aqu. Naci en Asuncin.

    Slo hace dos aos que hemos regresado. Al lli-gar aqu, apenas saba algunas palabras de ca-taln. Pero a los dos meses, lo hablaba ya comonosotros.Y desde entonces han permanecido ustedes

    en Barcelona?S; pero hemos vivido hasta ahora muy re-

    tradas. Al principio, su padre estaba ausente yno conocamos a nadie.Ahora, finalmente, nos es aclarada la sbita

    aparicin de Teresa, que, en un principio, nosmaravill como un milagro. Y no hay milagro enTeresa, que todo en ella es natural. O, por mejor

  • 35

    decir, milagro y naturalidad son en ella una cosamisma.Y su maiido de usted, seora, es americano,

    quizs?^pregaintis con una cierta inquietud deque todo vuestro trabajo espiritual sobre el sm-bolo vivo caiga por tierra.No, seor, no. Es de aqu. De muy cerca do

    Villanueva.Aleluya! Todo, todo se ha salvado. La Raza es,

    en la admirable criatura, pursima. Gracias, seorpadre de la Bien Plantada, seor casi desconoci-do, seor obscuro, gracias por vuestra discrecin.Gracias por el precioso auxilio que a esta pequeainvestigacin terica que escribimos con la san-gre de nuestras venas habis aportado con \'ues-tra feliz oportunidad de nacer muy cerca de Vi-llanueva j' Geltr.

    Si, la raza es pura. Slo va aadido un gi-an^de providencial extranjei^a. Para que una sangrese renueve es preciso un poco de otra sangre. Unaprofunda ley as lo exige. La Bien Plantada, doc-tora en nacionalidad, nos fu trada de las Am-ricas. A los franceses, Napolen no les lleg dela Ci'cega?

    Ella vino hace dos aos y el mar nos la trajo.Y, si antes decamos que Teresa era de tierras demarina, aliora, mejor infonnados, podemos decirque es del mismo mar. Yo he sospechado siempreque, para las patrias costeas, en lugar de ser losmares colonias y extensin de la tierra, era latierra colonia y extensin del mar. Sabios actua-

  • 36

    les a&egnran que toda vida viene del mar. AsTeresa, reformadora de nuestra vida...Lleg en un navio una maana, una otoal ma-

    ana de oro, y las ondas, escolta y guardia de ho-nor a quien el destino, desde su lejana, confiabala carga preciosa, no se sosegaron hasta dejarlaen nuestro puerto, abrigada y segura.

    II

    De la colonia que tiene el honor de contarlaen su seno

    La colonia que tiene el honor de contar en suseno a la Bien Plantada no es muy numerosa. Senos ofrece compuesta por dos elementos: los que"nos conocemos de toda la vida" y los venidospor primera vez. Es preciso aadir que bastan seiso siete aos, y aun no consecutivos, para entraren la categora de "conocidos de toda la vida".Y consgnese, adems, que los que vienen por pri-mera vez hallan tan simptico y acogedor recibi-miento que al cabo de un mes pueden tenerse yapor conocidos de toda la vida.La Bien Plantada ha venido por primera vez,

    pero "sus abuelos ya eran de por aqu". Lascolinas, las blancas casas de prticos neoclsicos,los huertos de naranjos, la han recibido sin sor-presa. La coloniaya se ha contadosorpren-dise grandemente el primer da. Por algn tiem-

  • 37

    po la aparicin de la Bien Plantada tvose porcosa de milagro. Ya sabis cmo se ha hallado larazn de todo, para que no quede en nuestra Te-resa, ni en tomo a nuestra Teresa, nada que nosea razonable.

    Una vez acogida, ella, sin esfuerzo y sin tansiquiera desearlo colocse en cuatro das en lapresidencia; y ahora, como el pueblo, la coloniaes imperio tambin de la Bien Plantada y huertosuyo. Esta colonia est compuesta por buenasgentes, generalmente acomodadas y generalmen-te sin empaque. Es severamente criticado el gus-to de alguna sobrevenida que luzca demasiadastoaletas, y asimismo lo es el de los poseedores deautomvil, que pasan a gran velocidad por lascarreteras, levantando una nube de polvo que obli-gan a tragarse a los pacficos viajeros de charre-tas y tartanas. El otro da, un seor, hacendadorespetable, que haca el trayecto en la diligen-cia, al hallarse en tal desagradable circunstancia,declar: "Ven ustedes? Estas cosas son la raznde que haya anarquistas."

    Est, en cambio, muy bien visto por todo elmundo adquirir una finca en el pueblo para edi-ficar en ella una casa a gusto del propietario yen la que ste lleva a la prctica, con algunosornamentos, pero sin exageraciones de ningunaclase, sus personales ideas ^^bre el confort; y loes todava ms tener ya esta casa y realizar devez en cuando algunas obras que mantengan onaire de novedad su aspecto y acrecienten su re-

  • 38

    galo. Estas propiedades reciben sin distincin elnombre de "torres". Y los propietarios de las ta-les torres se distinguen todava por la mayorsencillez de su vestir y trato, en comparacin delos que ^^ven en torres alquiladas o en la fonda.Su manera de vestir es cmoda y holgada, aun-que con la mayor correccin. No hallaramos se-guramente entre la colonia que cuenta con la BienPlantada ni los ltimos figurines para el yacthing,ni imprevistos modelos de calzado y sombreros, nipeiTos de lujo ni sombrillas revolucionarias. Perocomo las aqu reunidas discretsimas personasodian todo exceso, tambin fu muy desfavorable-mente recibido lo que aos atrs tena por hbitohacer un veraneante, hombre de sangre flamen-caque por cierto no ha vuelto a comparecer

    , yera pasear por todas partes en mangas de cami-sa y aun, a las veces, en triste camiseta. Decatodo el mundo: "Que me dispense ese buen seor;l ser tan rico como se quiera, pero eso que hace,francamente, no est bien hecho", y alguien aa-da: ''Parece mentira, xin hombre de carrera!";porque el flamenco seor tena el ttulo de inge-niero agrnomo. En la playa, naturalmente, la li-bertad es ms amplia. Se puede perfectamente re-mar en tricot azul y con pantalones cortos de pes-cador que, a falta de faja, se tiene buen cuidadode ir subiendo de vez en cuando. La lengua ofi-cial es la catalana para los hombres y tambinpara las seoritas menores de treinta aos. Lasque pasan de esta edad, as como las seoras ma-

  • 39

    yores, se creen en el deber de usar, sobre tododelante de alguien que haya vivido en Amrica,la lengua castellana.La mayor parte de los seores que integran,

    honrndola, esta plcida y civil colonia de quehablo, tienen negocios en Bai-celona, que no aban-donan porque nos hallemos en verano. Se van enel expreso de la maana y regresan en el de latarde, que, ahoravlame Dios y cmo se acortael da!llega a obscuridad cerrada. Otros hayque vienen slo el sbado, volviendo a marcharsee) lunes, y son stos los que tienen un trabajoms personal, tales como mdicos, abogados, ten-deros y diputados a Cortes. Sus honorables espo-sas pasan la semana hablando entre ellas de ellosy sus especiales idiosincrasias y manas. Pero,como es de ley, constituyen las muchachas el ma-yor ornamento de la colonia. Este ao ha sidode una bendita gracia, ao de suerte; no todas,naturalmente, son de primer orden, pero tampo-co hay ninguna a qu^en pueda llamarse fea; y elnmero de las francamente hermosas resulta cre-cido. De algunas de ellas se hablar con ms ex-tensin al tratar de las amigas de la Bien Plan-tada. En el jardn donde sta florece, todas sonflores. De distinto color, en un principio, pero aho-ra blancas todas, porque todas han acabado por^estirse de blanco. As vestidas van a la playa,as a la estacin, as al Casino, cuando un m-sico o prestidigitador de paso da alguna velada,as a las excursiones en gaya compaia, a aquellas

  • 40

    buenas grandes excursiones en que se alquilancinco tartanas, en que cada familia paga su es-cote y la una aporta el vino, pongo por caso,y la otra la tortilla-fiambre. As acuden tambinal baile, cuando hay baile, que es dos veces al-da, por falta de una. Y en las fiestas mayores yen las romeras, ms bailes. Y tambin, por dosaos seguidos, organizse un cotilln. Pero estose ha abandonado, por tres motivos: porque noacababa de convencer; porque no daba resultado,y, sobre todo, porque, como declar todo el mun-do a la una, no haba ambiente.Mayor constancia se ha tenido en otra prcti-

    ca observada ao tras ao: la de que ao trasao hubiese entre los de la colonia "un disgusto".Ya sabis a qu se llama "un disgusto". Una vezse produca por rivalidad entre los del Casino ylos del Crculo Esperantista. Otras, por cuestinde las banderas espaola y catalana y de culde ellas se haba izado ms ostensiblemente en elentoldado, durante el baile. Otras, porque un la-brador haba dicho, oyendo la msica de un ba-talln: "Vaya una orquesta de patateros!" y unmilitar haba querido que le prendieran. Y otras,finalmente, por si se celebraba o no una misa decampaa con motivo de la llamada ley de Aso-ciaciones. Pero hoy se ha roto la inveterada cos-tumbre. La influencia de la Bien Plantada se haejercido. Alguien haba sospechado al principioque, precisamente, de ella nos vendra el disgusto.Pero eso era no conocerla bastante. Porque ella

  • 41

    es equilibrio, templanza, medida, y, a su al-rededor, slo puede darse concordia y benignaavenencia.

    III

    De sus hermanas *

    Tres hermanas son en la casa. Teresa es la se-gunda. La mayor se llama Sara. La ms chica,Eugenia.La razn humana halla un profundo placer en

    distribuir cada una de las realidades que contem-pla, en tres partes ordenadas. Una a manera doley debe presidir este placer. Y se deleita mssingulannente, y reposa, cuando la ordenacin deestas tres partes de tal manera se concierta que

    la perfeccin ms exquisita e inestable se halleen el centro, siendo la primera una veixle sperasabrosa preparacin, y la ltima, una.blandura yexceso, entrados ya en caminos de la decadencia.

    As tenemos: Esparta, Atenas, Macednia.

    Es-

    quilo, Sfocles, Eurpidesla filosofa presocr-tica, la filosofa socrtica y la filosofa alejandri-na;^los rdenes drico, jnico y corintio.EnRoma, la Monarqua, la Repblica y el Imperio:

    en el Renacimiento, los primitivos, los clsicos,los barrocos;y Florencia, Roma, Vencia;

    y enlas grandes teox*as ideolgicas, empirismo, inte-Jectualismo, pantesmoy en la vida vegetal, pri-mavera, esto, otoo;fresas, melocotn, grana-

  • 42

    da;^hoja, flor, fruto;y en el tringulo, tres :in-gulos y tres lados;y tres trminos en el silo-gismo;y Venus, Minerva, Juno, eternos smbo-los, presentndose ante la eleccin, siempre ensuspenso, del eterno Paris.

    Pues bien: Eugenia es una preparacin a laBien Plantada, pero todava con austeridades deorden drico; Sara es una continuacin, pero yacon un blando florecimiento a lo corintio. Eugeniaes un Giulio Romano; Teresa, un Ticiano; Sara,un Guido Reni.

    ... Cuando a hora de ocaso, las tres se paseana la orilla del mar, enlazadas por el talle, sentsque pasa ante vosotros algo muy importante ymuy rtmico y os parece leer la Historia Univer-sal de Bossuet.

    IV

    De sus amigas

    Ya no es la guirnalda de las hermanas, sino lade las amigas. Y no ya tres figuras, sino siete.Siete es tambin un nmero que satisface ala razn. Y no falta tamipoco en el nuevo gru-po aquello en que mirada de hombre se com-place.

    Cosa oportuna es, al describir el jardn de laBien Plantada, hablar de las blancas flores queson sus amigas.Nombremos la primerapor asociacin de nu-

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    casaquella cuadrada, dura, nivea beldad delNorte de tan clara cabellera y de ojos un pocociTielesas los ojos de los que se complacen enver atoi-mentar las bestezuelas. Si la nuca dela Bien Plantada es ondulante y como vencida,la de sta es victoriosa. Y llana, slida y blancacomo un bloque de sal.Ved a su hermanita, que se cubre la frente

    como con una niebla de misteriocon un flojopeinado, color de oro en cenizas. Y a pesar detodo, bajo este misterio, sus dulces ojos tienenms de esplnicos que de soadores.He aqu una graciosa y alta morena, de ojos

    vivos, cejas abundosas, risa fresca y andar unpoco desacompasado. De una de sus risas quedapendiente nuestra inquietud. Y como le sirve deapellido el nombre de uno de los tres Reyes, pare-ce que ha de poder traemos todos los dones.He aqu otra morenita, de pequea cabeza como

    abatida bajo el peso de una cabellera complica-da, distribuida en bandos desiguales, al estilode 1835, y que os parece haber adivinado ya onalgn, daguerreotipo viejo y velado.He aqu la pomposa, como una Niobe de Mu-

    seo, o como un racimo a punto de reventar. Essta la que ha costado ms convertir en blancaor, y por mucho tiempo ha vestido su opulentagenerosidad, de un color rosa.

    Ahora, he aqu la ms menuda y gentil de to-das, la de la cabecica deliciosa y mvil, dibujadacon la fina nobleza de una raza oriental v anti-

  • 44

    gnu. He odo que la llamaban inia tanagra... No,no; mejor la llamaramos un hallazgo de Antinoe.Cuando de pequeuela se perda por la selva en-cantada de Hansel y Gretel, la Mala Viejuca, enlugar de comrsela, la dej de lado, para que levaliera de figurita de ajedrez.Son seis amigas en el huerto de la Bien Plan-

    tsda. Y la Bien Plantada, siete.

    V

    De la casa en que vive

    No pertenece a su familia. La han alquiladopara la temporada.Es la primera en la va bien sombreada que

    contina la riera, y que se conoce en el pueblopor paseo de los seores. Es tambin la ms anti-gua. Por su aspecto, debe datar de una treintenade aos. Esta vejez, a los ojos vulgares de losveraneantes, la coloca en relacin de inferioridadrespecto a las otras. La madre de la Bien Planta-da se disculpa a veces de haberla tomado, dicin-donos: "Cuando mi esposo se decidi, ya estabaalquilado todo". No llegara a adivinar nunca, lapobre, cmo conviene el particular estilo de latorre anticuada a la belleza y escondida signifi-cacin de su hija maravillosa!Esta torre fu edificada por encargo de un bol-

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    sista de Barcelona, en tiempos de la "fiebre deoro". Tuvo, pues, la fortuna de no estar influida

    en su estilo e ntimo sentido por los delirios sub-siguientes a la Exposicin Universal de 1888. As,foiTna un edculo modesto y gracioso. Un pocode amaneramiento neoclsico le da sabor. Es cua-drada, y el techo se corona de un gentil terradocon cuatro bolas en los cuatro ngulos, cada unade ellas rematada, por gracia, en punta. El bal-cn, sobresaliendo de la fachada principal, seapoya en dos esbeltas columnas. A uno y otrolado de estas columnas aparecen dos pedestales,muy segundo Imperio, que sustentan dos estatuasen barro cocido, pintadas de blanco. Una de estasestatuas es la ''Primavera", segn declara un r-tulo a sus pies. La otra es el "Invierno", y stalleva en la mano una a manera de herrada, que

    inclina y de la que mana algo amerengado. Y unaleyenda en la heri'ada dice: "Nieve". Esta nieveobliga a la melanclica figura a cubrirse con unvelo de viudez

    ;pero no le impide mostrar desnudo

    el seno derecho, redondo y gracioso. Desde elbarandal a la reja se extiende un jardn, no porpequeo menos bien cuidado. Hay en medio deljardn un surtidor en crculo, en cuyo centro an-tao pescaba un pescador policromo; ogao, i aestatuta ha desaparecido. Entre los rboles cun-tase una palmera no muy alta de la que, pordistraccin,

    .

  • 46

    metal. Pero el padre de la Bien Plantada namandado quitar esta bola, sin que se haya alcan-zado averiguar el porqu.

    El mismo seor, abandonndose a sus humoresfantsticos, ha pegado en las blancas paredes dela salita de recibimiento los retratos de don An-tonio Maura y del aviador Bleriot, recortados de .algn viejo Nuevo Mundo; pero habiendo coloca-do la efigie del ltimo demasiado cercana a la es-pita del gas, que, en horas nocturnas, ilumina lahabitacin, las moscas, en plena irreverencia con-tra los adelantos de la humanidad, han estable-cido en la estampa su cuartel generalcon to-das las dependencias cuartelarias. A la izquierdade Bleriot y del gas, est el piano, utilizado so-bre todo por Sara, que frecuentemente deja me-cerse en l toda su tierna sensibilidad. Hllainsetambin en la habitacin cmodos balancmes yuna chaisse longue mal avenida con todo y ocu-pando gran espacio. El comedor, que est iaime-diato, tiene ms carcter, sobre todo, por graciade sus cromos, que representaai sombreados pai-sajes alpinos, y de las litografas, donde ee figu-ran barcos, en varios colores, ya un poco bebidospor el sol, pero todava brillantes. La mayor partede las habitaciones particulares estn en el pri-mer piso. La ventana de la Bien Plantada seabre a la derecha del balcn principal... A veces,en la alta noche, vemos que el maJ ajustado pos-tigo de esta ventana da paso a un rayo de luz.Al principio, esto nos hizo ensoar. Qu cuidado,

  • 47

    qu inquietudes ocuparan las vigilias de Tei'esa?Ms tarde supimos que es todo lo contrario. Quela egregia doncella no est desvelada, sino que, por

    el sueo excesivo, durmese muchas veces sin ni-mo de acercarse a la llave de la luz elctrica, unpoco alejada del lecho.

    VI

    De las cosas que la rodean.

    Adems de la casa, de la colonia, del pueblo yde las hermanas y de las amigas, hay, en tomo ala Bien Plaaitada, algunas cosas, algunos aspectosde vida, algunas escenas o espectculos que adivi-namos colocados especial y directamente bajo suoculta advocacin y dependencia.

    Delante de la iglesia, once nias jugaban sar-daneando lentamente, mientras cantaban una can-cin en forma de dilogo. Este dilogo, siguiendolas reglas del juego, comporta algunos incidentesdramticos, pero estrictamente rituales. As larueda de las once nias se desarrolla y desenlazade una manera numeral y perfecta. Y la pequeaescena esencial viene a ser colonia del imperio dela Bien Plantada.En oti'a ocasin, se compone as el paisaje: En

    el fondo, una baja colina tranquila. A la izquier-da, un rbol solitario y fueie. A la derecha, unaalquera enana. Cerca del rbol, un carro reposa,

  • 48

    con los brazos en auto, recortndose finamente acontraluz. Dos hombres, uno delante y otro detrsde un mulo fino de blancuzca panza, lo van con-duciendo poco a poco y en silencio desde el carroa la casa. Esta escena la copia la realidad de unapequea tabla admirable de Torres Garca. Taim-bin la contempla hoy nuestro entendimiento bajola advocacin de la Bien Plantada.Ahona empieza a obscurecer. En la lejana, un

    bosque es pasto de las llaanas. La riora se llena degrupos que munmurian oomentarios. Todos se pre-gxintan: "Cul es la causa de esto?" "Quiz al-guna mano criminal!..." Alguien insina: "A vo-ces son los pastores que..." Ha obscurecido mu-cho. En este momento, precedido de todo su reba-o, envuelto en polvo y en silencio, con la gorrahasta los ojos, pasa el pastor. Se han roto lascoaiversaciones. Hay un largo callar. Tambinaqu hallamos algo que depende de la Bien Plan-tada.

    En la quietud del medioda, chirra un molinode viento. Qu cosa, un molino de viento! El solocumple y se hace su faena y su fiesta. Su cabezaes loca, pero en sus entraas, el oculto sencillomecanismo no se detiene en su generosidad. Esla mquina que trabaja y que juega. Es la m-quina que trabaja jugando. El molino de vientoes un castillo viga en el imperio de la Bien Plan-teada.

    Y un barco de vela? Mirad qu graciosa yesencial se nos presenta la utilitaria disposicin

  • . 49

  • 50

    elegancia mental. Que* hay una elegancia para i^mente, como para vestir. Las elegancias de Si-biude se diran copias de las elegancias de la BienPlantada. Y tambin la Bien Plantadla es unamanera de Teologa Natural.

    Pensemos, despus de todo esto, en la danzade la sardana. Pejisemos en los usos y costum-bres de nuestro viejo Derecho. Pensemos en la ta-bla de Dalmau y en las cabezas retratadas tnella. Pensemos en el Libro del Consulado de Mar.Pensemos en Ampurias y en las excavaciones deAmpurias. Pensemos en Esculapio, numen tutelarde nuestra actual restauracin clsica. Pensemosen la escultura de Ciar, en la escultura de Casa-novas, en la pintura de Sunyer. Pensemos en laFilosofa del Hombre que Trabaja y Juega. Pen-semos en el gran friso de otro pintor: "Pal-laspresenta a las nueve Musas la Filosofa, que en-tra a ser dcima Musa." Pensemos en la deliciosadecoracin reposadora del vestbulo del Institu-to. (Pensemos en el Instituto mismo y en sus ho-ras largas de silenciosa, caliente, sonriente la-bor. Pensemos en la restauracin que presencia-mos de la enseanza de las Humanidades. Pense-mos en las traducciones homricas del doctordoctsimo de esta restauracin. Pensemos en lamemoria sobre Baquilides escrita por un estu-diante cataln y en la traduccin ntegra de Me-nandro, cumplida por otro, dichosamente. Pen-semos en las ms antiguas torres seoriales deSarria. Pensemos en nuestras viejas masas y en

  • 51

    algunas moileinas, que ahora nuestros arquitectossaben levantai-. Pensemos en los muebles tpicosque algunos de nuesti'os mueblistas empiezan areproducir, acomodndolos a graciosas moderni-dades. Pensemos en las paredes blancas y usas,

    en la industria de l-s encajeras, en el mar azul,en la lnea amable de nuestras costas y de nues-tras montaas. Pensemos en nuestro culto a los

    Santos y ei el Canto Espiritual, en el que Mara-gall celebra la eternidad de lo sensible. Pense-

    mos en nuestra habla, que despus de un siglo debalbuceo literario resucita hoy a nivel de cultu-ra, razonada, diserta, sutil, flexible, acogedorabenvola de elegantes extranjeras, pero siemprefirme en sus lneas esenciales. Pensemos en nues-

    tros Hombres, en los poderosas y en los humil-des, en los Abuelos y en los del da, en los delprtico de Ripoll y en los del "Art Magna" y enlos de las "rnicas"; y en los que hicieron laLonja y en los que hicieron el Liceo; y en lo.sgrandes mdicos, que daban siempre el buen con-sejo y tomaban sobre s las responsabilidades msdelicadas; y en los grandes .Jurisconsultos, arcasde Justicia; y en los grandes Trabajadores, ca-pitanes de industria, y en este otro que ya presi-

    de, con una eficacia tranquila que parece apren-

    dida directamente en las vivas fuentes de la BienPlantada, la Generalidad, es decir, Repblica delas gentes de Catalua. Pensemos, sobre todo,

    en nuestras mujeres, desde la Teresa Bou de Au-zias March, hasta las Teresas de hoy, como ?ta

  • 52

    poi* m celebrada, hermana y centro y exquisitaculminacin de Sara y de Eugenia. Porque lasmujeres son los palpitantes canales por donde lle-ga a lo futuro la sangre ancestral y toda su gra-cia infinita.

  • PAUSA O INTERMEDIO

    Pw esta virtud que decimos radicar en las mu-jeres, vamos a hablar de algunas de ellas y siiscondiciones.

    Y nos valdremos de la ocasin para referir lade un nio salvaje que, por estar muy lejos delimperio de la Bien Plantada, puede servirnos, undia u otro, como trmino de com,paracin y con-traste.

    UNA BAILADORA

    Esta es una doncella que ha venido al pueblo dela Bien Plantada para bailar. Ayer fu a Bada-lona, a bailar. Maana ir a Argentona, a bailar...Por el mdico tiene prohibido bailar.Por el confeso^'.Por sus padres.No le gusta la msica.No le gusta conversar.No quiere casarse.No ha amado, ni amar nunca.No es vanidosa.No es capHchosa,

  • 54

    Le repugnan los hombres.Baila porque bailar es su ley. Y extenuarse has-

    ta viorir bailando es su destino.Baila j)or la misma razn que t, poeta, escri-

    bes versos.

    Baila en este Diomento. Al bailar, cierra los ojos.El bailador, vulgarisitno, desaparece de su vista.Inclina la cabeza hacia el lado izquiei-do. Respiraprofundamente. Tiene sin sangre los labios, y dosrosas se encienden en sus nvejillas; cubren sufrente amallas perlas de sudor.Se rodean de violeta sus ojos... Baila, baila.Baila con el Destino.

    UNA COLORADA LABRIEGA

    Esta es una labriega colorada que haba sidouna blanca muchacha de servicio. Vuestros padresla recuerdan de cuando la tuvieron de camarera.Era, en aquellos das, blanca como una gota de

    leche, rubia como un hilo de oro, bonita como una.Virgen, viva como la ardilla y casquivana comoun Dios nos libre. Peinaba su cabeza locuela con7inos rodetes a la moda. De tan fachendosa, nousaba delantal para salir a la calle, y si acasoJiaba de llevar paquetes, los encomendaba a algnvmchachuelo, gastndose diez cntimos. Todos te-nan algo que decir de ella. Pronosticbanle unosque acabtt'a mal y que su cabeza loca la arrastra-ra a ser mala cabeza. Otros, con cierta picantez

  • 55

    Js envidia muy a menudo, pensaban que aquellamuchacha se casa/ra con quien quisiera, y quepodra, cuando le viniera en gana, parar en seo-rona y tisar soinhrtios eyigalanados, y pasearse, yno trabajar... Porque a todos los hombres volvalocos. En cuanto a los dependientes de comestiblesdel barrio, era un verdadero escndalo. Cuandoella sala a la calle, todos los mozos dejaban lafaena por el placer de 'tnirarla. Cuando iba a lafuente, por agua, era detrs de ella hecha pi'o-cesin de seguidores, casados y todos, que dabavergenza. Vuestros padres no podan salir a lo.calle sin hallar, al pie de la escalera, media do-cena de sujetos parados como en encantainiento.Haba tenido novios de todos los oficios, v algunosya rumbositos y finos, que se les vea de buenacasa. Una noche de verbena, el alcalde del baiviohaba bailado con la blanca moza todos hs bailes.Se sisur7'aba que el esterero de la esquina, inviudo, haba ya anunciado que se casara con ella,y que por tal haba reido con los hijos...Peroella, la camarera blanca, todo era rer y bromear,y bailar, y cortejar, y divertirse, y sorber el seso atodo el mundo...Un da compareci, no s de qulejano rincn de montaa, un labrador joven,casi negro de tan moreno, feo, con seales de vi-ruela, extrate, hosco, viudo y con un hijo, car-gado de deudas y zafio e inhbil, que no saba quhacer de sus manos cuando no trabajaba; y tancallado, que no podan arrancrsele dos palabrasseguidas. Hasta tina docena dijo solamente en un

  • 56

    largo cuarto de hora el dia que habl a la inucha-cha blanca y le dijo que si quera casarse con lse la llevaria a sti montaa... Y he aqni que lablanca muchacha dijo que si. Y casaron, y el la-brador se la lleva... Oh, misterio! Quin enten-dera del alma de estas muchachas? Son guapas,alegres, alocadas; bailan, ren, cortejan aos yaos, y ni el rey les es buen mozo, y podran as-pirar a seoronas y arrastrarse a maln cosa, yun da baja de la montaa un negro labriego zafioy se las lleva, y ellas con ello se contentan... Estaque digo fu muy lejos, al fin del mundo, a treshoras de tartana de la estacin. Y todava la casade su marido estaba alejada una hora de poblado.All se recogi un da la doncella blanca, simple-mente, ponindose sola, en la paz de las monta-as, a trabajar la tierra... En los primeros tietn-pos se desmejoraba visiblemente. Pero con la lle-gada del primer cro, ella tornse labriega perfec-ta y robusta como conviene a una labriega. Yengrues, y se pein ms lisamente cada da, y sele obscurecieron los cabellos. Y de blanca que era,el sol tomla colorada, encarnada. Hoy es unalo.briega encarnada y gozosa. Sale a recibiros conalegra en los ojos. Y porque os conoci de pe-queuelos y porque Jiace tantsimo tiempo que noas vea, os apretuja con abrazos y golpes y pe-llizcos casi sensuales, y os alborota con bromas pi-cantes.

  • UNA DONCELLA DE CABELLOS DE ORO

    Esta no es una princesa de cuento, s7io una se-

    orita de Casino... Por razn de economa, ahorael Casino est a media luz. Es una deliciosa nocheestival, de luna llena. A travs de las grandesventanas, encuadradas de verde, el dlo serensi-mo es de un maravilloso azul herldico... Esta

    doncella de los cabellos de oro est sola en unrincn sombro, tocando el viano. La vemos de es-paldas, hiciendo solamente, en la penumbra, lametlica pompa de su casco natural... Natural?Todo l natural? Al lado vuestro, unas seorasdiscuten el tema. Vosotros no las escuchis. Vos-otros permanecis en admiracin ante la resplan-deciente hermosura de aquella cabellera. Adm,ira-cin y rectierdo. Porque esta cabellera tiene unsingular acento de Pars. No hablamos de su co-lor. No hablamos de la materia. No hablamos desu amplia y generosa ordenacin en el peinado.Hemos dicho acento, y tan fcil como ha sido ha-llar la palabra nos sera difcil analizar el se-creto del encanto. Oro de las cabelleras femeni-nas de Pars, nostalgia de Pars, visiones de Pa-rs, bellezas y fiebres de Pars! Para completarel prestigio, os por primera vez aqu un vals quefu all moda hace cinco aos, que llaman"L'amour qui meure"

    , y que ahora interpretabriosamente, en la penumbra, la nia de los cabe-llos de oro.

  • 58

    La nia de los cabellos de oro cesa de tocar yviene hacia, la luz. Las nostalgias de Pars, lasvisiones de Paris, las bellezas y las fiebres de Pa-rts, y Pars mismo, se desvanecen... Hablis conella. Sents que nada tiene que ver con vuestrofantasear. Tocaba "Uamour qui meure" por ca-sualidad. Estaba sola en la peyutnbra, por casua-lidad. Tambin parece que tenga por casualidadsus cabellos magnficos... Callen las seoras co-oneytaristas ! La artificialidad tiene escaso higai-a-qii. Esta es una seorita muy natural. Muytranquila, tnuy nuestra. Est pron^netida. Se casa-r y ser, como merece, Tnuy dichosa... Adis, elensueo! Se ha ido por las ventanas verdes, vo-lando hacia el azul herldico del cielo...

    UNA DAMA EXCURSIONISTA

    Esta es una dama excursionista, toda vestidade blanco, con zapatos blancos y medias blancas,y guantes blancos, y una paonela florecida de ro-sas blancas. La he llamado "La dama excursio-nista'"

    ,y la qmlabra no es justa, porque la esen-

    cial funcin de la dama en blanco no es hacer ex-cursiones, s7io nicamente subir a la cima de lasmontaas. Atraviesa carreteras y pueblos, rpidae indiferente. No le interesan el gtico campana-rio, ni el portal roinnico, ni el valle umbroso, niel puente del diablo, ni la escondida fuentecicamedicinal. Ni contetwpla nada de esto, ni al pa-sarle cerca, de ello habla. Habla solamente al lie-

  • 59

    fiar a la cumbre, civando ya el camino se pierde yla. ascensin se hace difcil y el viento loco obliga

    a la ligereza de las faldas blancas a m,odelar es-

    trechamente dos nobles colicmnas solemnes. En-

    tonces ella habla. Mejor dicho, grita. Mejor dicho,chilla. Dice: Jiiiii, Jiiiiiiiiiiiii!, para que su vozllene las grandes concavidades de la tierra, cabal-gando en los vientos.

    V&ris que por la maana, al salir del pueblo-para escalar las cumbres de la montaa, la damavestida de blanco, que es muy bella y rica y afa-ble, lleva siempre largo cortejo de jvenes tmi-dos. Estos jvenes han pasado toda la noche so-ando en el amor de la excursionista... Pero quie-ren los crueles prejuicios de una sociedad deo'-pita que, para gozar amor, sea pi'eciso antes ha-blar de armor. Y liablar de amor es cosa que debeempezar a media voz, confidencialmente. Cmoinsinuai'se, pues, con esta mujer que no habla,que slo chilla Jiiii, Jiiiiiiiii cuando llega a lacumbre de las montaas?Asi los jvenes enamoradizos no pueden cmnen-

    zar. Han de resignarse a chillar, al llegar a lasalturas, Jiiiiiiiiii, Jiiiiiiiiii, con la bella dama ves-tida de blanco y, en aquellos momentos, toda en-cendida de fatiga y de risa.

    UNA FRIVOLA

    Esta es una ci-iatura inocente e infernal. Sobreel teclado de sus dientes, ma')xivillosamente blan-

  • 60

    cos, saltan todas las sonatas de la risa. La pietamarilla, con la fogosa amarillez ibrica, guarda,entre sus sombras azules, el tnal y el pecado, in-ditos.

    Loca, loca criatura! Novia de doce novios; f-bula de la vecindad y de la villa; luz y alegria detodos los bailes y de todas las fiestas; tierna y ver-de sombra de un arbolado francs, perdida, sinhaberse acabado de borrar, sobre esta tierra roja!Yo la quiero por su repugnancia al dolor y a

    la muerte! Yo la quiero por su poca caridad ypor aquel gran rodeo que da para no pasar pordelante del cementerio.

    PARIENTA DE FUNERAL

    Quin es sta? Uno de los seores que presideel duelo lo pregunta a otro, cuando el ofertorio delas seoras. Y el otro responde: "No la conozco.Debe de ser alguna paoienta de la pobre mam."Debe de serlo. Una parienta lejana, vieja, cada

    en olvido. Una parienta que seguramente fuhundindose en plida miseria mientras el restode la familia jyrosperuba. Se la dej de lado. Sela frecuent cada vez menos. Por fin, se la perdide vista. Ya no se la volvi a nombra/r... Por qutodo esto? Dernasiado jvenes hs seores que pre-siden el duelo, no sabHan aclarar historia tanobscura.La vieja pasa, cirio en mano. A la temblona luz

  • )1

    del cirio, el rostro plido parece muerto. La otvanoque sostiene el cirio es muy larga y medio la cu-bre un mitn zurcido; ceidos a la mano, el brazoy el cuerpo apa/recen vestidos de una ropa obscu-ra, color de hbito, color de faena de tintorero.Bajo el rostro plido, otro rostro ms plido, unafotografa en un m,edalln demasiado grande paraminiaturas...

    La vieja pasa. Roza la p7-esidencia del duelo sinmirar. Sin mirar y sin decir la palabra de la obs-cura historia, el secreto de su vida. Sin decir:Yo soy aquella prima vuestra que cas por

    amor.

    EL NIO SALVAJE

    Este es un nio salvaje, harapossimo, que re-vuelca poo' el polvo s%i miserable cuerpo de seisaos.

    Al nio salvaje le falta un ojo, segura/mente aconsecuencia de una de estas peligrosas diablu-ras a que todava se entrega cerca de los lavade-ros, al margen de las carreteras. En el lugar don-de le correspondera tener el ojo tiene una llaga,que se complace en mostrar y que sabe con losdedos agrandar horrorosamente para espanto delas personas que le miran. El otro ojo es de unpursimo azul.Al nio salvaje le gusta martirizar Uis beste-

    zuelas. Guerrea sin tregua con los gatos, arrancade los rboles los nidos e infringe largusimos.

  • 62

    refinados tortnentos a los pajarillos. Tuesta len-tamente los murcilagos, despus de haberlos cla-vado en una puerta. Desbarata con los pies todoho'itniguero que halla al paso, y aplasta las mi-nsculas obreras. Abre en canal a los saltamontes,y corta primero la cabeza y despus la cola a laslagartijas. Toma de una mariposa las dos alasjuntas y la hiere con treinta y dos alfilerazos an-tes del alfilerazo mortal... Slo guarda ternurapara un cierto jiei'ro, cojo y libertino.Al nio salvaje le exasperan las rumbosas jar-

    dineras de los seores, que pasan por los caminosrpidas y cascabeleantes. Monta en el estribo,desafiando el ltigo del cochero. Cuando se veobligado a bajar, las persigue con malas palabrashasta que se pierden de vista y l ha enronque-cido. Dice a voz en grito:Carretelas, carretelas!

    No s por qu se le habr metido en el magtnque esto es un insulto.

  • VII

    La caridad.

    Bordaba Teresa en el jaixln; un mendigo seacercaba a la reja. Nosotros lo vemos desde elcaf. El pobre dice:Una gracia de caridad, por el amor de Dios.Responde Teresa:Dios le ampare, hei'mano.El insiste:Una caridad, buena seorita.Y ella:Hoy no hacemos caridad; vuelva a pasar el

    martes.

    En efecto: es costumbre en el pueblo que lospobres pasen los martes. Aquel da, en cada casade la colonia le es dado a cada uno alguna cosa.Quin cinco, quin diez cntimos, quin dos. Esuna cosa ordenada y razonable. Se tiene por to-cada de avaricia la casa que no da nada. Pero setieoie, por otra parte, por abuso que un pobrepida caridad en da distinto o que el mismo mar-tes pase dos veces, como ha hecho alguno. Lageneralidad, empei'o, se conforma honradamentecon la regla. Casas hay en las que, por ahorrarsela molestia de ir de un lado para otro, se deja

  • 64

    sobre ano de los mojones de la entrada una co-lunmita de monedas de cinco cntimos. Cada men-digo toma la suya, ahorrndose asimismo la mo-lestia de pedir y dar las gracias, y sigue sose-gadamente su camino.Alguna vez, y contra costumbre, algn mendi-

    go llega el mircoles; pero a travs de la rejaexplica sus razones:-^Imposible fu llegarme ayer. El dolor acre-

    cime el sufrimiento al andar, mal cuitado de m...Entonces le es dado lo debido, con toda equidad.Pero ste de hoy es de otra calaa. Hosco y tan

    malcarado que no sera agradable hallarle de no-che en el bosque. Se aleja murmurando en altaA'oz blasfemias y reniegos.He aqu que uno de los contertulios del caf,

    mozo impresionable y aprendiz de dramaturgo, serebela contra todo esto:Le ha dicho que volviera el martes! Hasta

    qu punto de maldad inconsciente puede llegaruna mujer de su casa! La bella boca ha pronun-ciado tal vez la ms cruel de las irrisiones. Quevuelva el martes! Y si este miserable va de ca-mino, se muere de hambre, de hambre!, de esacosa terrible que no puede ni sospechar lo que seaesa indolente que borda en el jardn.

    Responda otro de los conitertulios, un mdico

    'Siempre en la vida, como en las comedias, sonmdicos los que dicen cosas as

    :

    Quin, ste? Este; ir de camino y morirsede hambre? Habis de saber que todos esos men-

  • 65

    digos son de por aqu cerca. Viven todos mezcla-dos en una especie de campamento que tienenms all de la colina. A veces, al pasar de nochepor cerca de aquel lugar, he odo baranda yzambra y guitarreo, y todo lo que queris.Ya el impresionable ha cambiado de opinin.

    Ves? Esto tambin es un abuso y tendraque prohibirse. Lo que hay aqu es un gran fo-mento de holgazanes. Hay mucha gente que vivea costa de los dems. Y eso es como roba'. S,como robar.

    Y narra a continuacin algunas historias demendigos a los que al morir se ha hallado unagran fortuna o muchas casas que les eran pro-piedad, o gran puado de monedas de oro, avara-mente escondidas bajo su yacija. Pero dice en-tonces otro amigo:

    Yo, la verdad, no creo que ninguno de estosque pasan los martes sea millonario. Con guita-rreo y todo, su existencia no la quisii*amos paranosotros. Es muy dolorosa, creedme, es muy do-lorosa.

    Mientras tanto, al raido de las voces de suhija y del mendigo, la madre de la Bien Plantadase ha asomado al balcn.Y pregunta qu ha pasado.Este hombreresponde Teresa , a quien he

    dicho que volviera el martes.Todava el mendigo refunfua, volviendo el

    rostro, ya un poco lejos. La madre y la hija con-templan al insolente, rebelado contra la costum-

    BlEN Plantapa 5

  • 66

    bre. Le contemplan alejarse furioso, amenazador,siempre hosco.Y dice la madre unas palabras naturales y pro-

    fundas :No debe ser de aqu!

    VIII

    Los annimos.

    Demasiado aprisa asegurbamos que todo de-vena, en tomo a la Bien Plantada, buena volun-tad y acordamiento. Traen a menudo a colacinlos moralistas que los pjaros nocturnos, cuandonace el da, no mueren, sino que se esconden. Has-ta sus escondrijos les va persiguiendo, sin saber-les all, la clara risa del sol. Ellos entonces entran

    secretamente en furia... Pero, despus de todo,los pjaros nocturnos son criaturas del Seor yno conocen los annimos.En lo que va de temporada se han recibido en

    casa de Teresa treinta y dos annimos. A ella lamueven a risa, y ren todos tambin en la casa.Pero cada vez se renueva un instante en que,como si una tumba se agrietase, se entrev, alpasar, todo el escondido horror.

    Es fuerza, pues, Dios de misericordia, que exis-

    ta en alguna parte un nima amarilla de odio,destilando, solitaria, en la tiniebla vergonzosa, su

    veneno! Pobre ser, cunta piedad infunde tu co-

  • 67

    barda! He aqu que t ahora te ocultas, mal ni-ma amarilla, y nadie puede ver lo que haces. Heaqu que te encorvas sobre un pa,pel, y tus dedosexanges contrahacen fatigosamente una escri-tura. El pliegue de tu boca es una mueca, y tusojos parece como que se retiran y esconden, y lafrente se obscurece con las sombras del mal. lOh,.un espejo ahora, y podras ver tu fealdad! Perovana e intil cosa sera un espejo si no te llegabaacompaado de una caricia, pobre alma amarilla,un poco de consuelo, porque t tienes metida muyadentro una amargura y nadie ha sabido conso-larte y nadie llega a ti, y cuando t ests escon-dido escribiendo un nnnimo, no hay sobre la tie-rra ninguna memoria amorosa que te halle afaltar y se pregunte qu debes hacer en acjuelinstante.

    Una vez, en la plaza de Urqunaona, vi a unode esos seres que escriben annimos, y yo sabapor un azar que l se dedicaba a este trabajo vil.Era un hombre de mediana estatura, de cara des-lustrada y barba negra, ya por los lados encancid a. Andaba torpemente, como los que estn-amenazados por terribles enfermeda es hei*v"fo-sas. Observ que en el centro de la cadena deireloj colgaba un redondo medalln ostentando unailuminada miniatura; pero era esta miniatura lafotografa de una cupletista popular. Tal vezaquel hombre no haba podido poner en su me-drJln el retrato de nadie ms. Le vi avanzar, coninseg^uro paso, hasta la casa de Correos. Sac ana

  • 68

    carta del bolsillito posterior del pantaln y laech en el buzn precipitadamente. Su maino tuvoentonces un ^sto extrao; acercse a la hende-dura por donde la carta haba desaparecido comopara aprehenderla de nuevo. Despus hundiaqulla resueltamente en el bolsillo. Y nuestrohombre entr en el estanco prximo para comprary encender un cigarro. Estas son cosas, Dios mo,que traen las lgrimas a los ojos!

    Vigila, Teresa, que los pjaros nocturnos nomueren porque nazca el da. O mejor, no vigiles.Haz como el sol: ignora siempre el mal y sushrridos escondrijos. No hay mayor vigilancia,l'eresa, que tu claridad y tu rer sonoro.

    IX

    Donde la Bien Plantada toma un ltimo baode mar.

    Hay en Pars un rincn oculto, donde hajtranscurrido algunas de las ms claras horas demi vida. Hablo de la llamada "Biblioteca VctorCousin". Es reservado el ingreso a ella; las au-torizaciones, difciles de obtener; y nunca la con-currencia llega a media docena de lectores. Pero,una vez all, se hallan a libre disposicin, en ple-

    na comodidad y rodeados de muy prcticos me-dios de reseamiento, todos los tesoros de la bi-bliografa filosfica antigua y moderna... Pues

  • 69

    bien; recuerdo de aquel rincn un da trgico ydelicioso: el da 13 de julio, vspera de la fiestanaciooial fraiicesa. Al da siguiente, la Bibliotecase clausura por cuatro meses... Y el pobre estu-diante, sobre todo el extranjero, que sabe quecuatro meses despus ya no estar en Pars, qui-siera, en aquella ltima tarde suprema, poderpasar los ojos por todos los libros aun no desflo-rados; leer el infinito nmero de los que le faltan,y que ya jams hallar reunidos; aprenderse dememoria los textos que ya no podr consultar;evacuar las mil consultas que tiene preparadas;prolongai', en fin, eternizar aquel momento, pasa-do el cual una puerta cerrada se intei*pondr,quiz para siempre, entre su sed ardiente de cono-cimento y el agua abundosa y fresca que la con-solara.

    Con anloga disposicin de espritu hemos idohoy SL contemplar, cabe una ola llena de sol toda-va, pero picante ya de un frescor otoal, el l-timo bao de mar de la Bien Plantada.

    X

    Del smbolo de la Bien Plantada.

    Ahora ya poseemos la claridad y su segui'idaJtranquila. Ahora la vemos a ella, a ella toda y susentido, y sabemos por qu importa a la Razatanto, tanto, que nos da quietamente, con cada

  • 70

    uno de sus gestos, con cada uno de sus dichoslacnicos, una leccin de catalanidad eterna, detradicin, de patriotismo mediterrneo, de esp-x'itu clsico. La Bien Plantada ha sido este veranonuestro libro de texto, y ya pronto podramospresentamos a examen.

    El smbolo de la Bien Plantada es un rbol.No decimos bien plantado de un rbol que tienefuertes races en la tierra? S, pero observad quelas ramas son otras races, unas races superio-

    res. Por las races bajas, el rbol est bien plan-tado en la tierra. Por las races altas est bienplantado en el aire y en el cielo.

    As, nuestra Teresa. La divina carne en queest fabricada Teresa bebe la noble savia de to-dos los muertos de su Raza, que es la nuestra, yde su cultura. Esta carne es muy antigua y muycultivada, y ello le procura olor. Pero la foi'ma yel movimiento reciben su gracia por la atraccinpoderosa del porvenir. Tienen tambin en el cielo3US races y nutrimiento. La Raza dispone de Te-

    resa para renovarse y florecer y fructificar en cul-

    tura nueva. Y es esta oculta atraccin, es estaplantacin en lo futuro, lo que habla por su bocacuando ella dice, casi sin darse cuenta, aquellacasta palabra, tan bien dicha y tan de admirar,

    que deseai'a haber criaturas suyas.Bien Plantada, Bien Plantada! Porque tienes

    buena planta, buenos finitos dars!

  • EPISODIO DE MAGDALENAAMIGA DE LA BIEN PLANTADA

    Ahora es la Virgen de Agosto, cuando la tierraest madura. Magdalena, apresta a bailar tu cuer-po, porque los tiempos estn tambin maduros, yde la rama del poivenir caer, en el centro mismodel crculo de tu danza, esta dorada fruta llenade aromas, que t llamas un novio.Un novio es la plena claridad de los cielos, hecha

    mirada, y el pleno sentido del mund.o, hecho mos-tacho. Uno novio es uria cosa fuerte como el vinoy dulce como la torta esponjosa q\ie venden en latahona. Un novio llega, mira, dice una sola pala-bra, y ya toda tu pequea vida queda siisj)ensa ytemblorosa como una sutil telaraa en el bosque,que se sostiene en solo una rama, y no sabemossi estar all dentro de un instante. Un novio esalguien que baila, pero no mucho. Ha venido jmrala fiesta, y nadie del p^ieblo le haba visto an.Vino solo en una tartana, con una maleta de cueroy nquel que lleva grabadas sus iniciales. Es ami-go de unos jvenes que t conoces demasiado, y al

  • 72

    principio pareca que slo hubiese venido parahromea/r con ellos y hacer hurla de todo. Las j-venes le habis visto al pasar, y no se sabe cul hanarrado la maravillosa historia. Se llama Pons ySerra, se lUmia Ignacio de Fuster, se llampi Soly Sola, se llamea simplemente Luis. Las letras deestos nombres parecen escritas en diamantes rosasobre el platino de una joya, o dibujadas en lanoche con cohetes, estrellas y clarishrias bengalas.Le falta un ao para tcT^ninar la carrera. Cuandofalta un ao para teivninar la carrera, la vida seensancha unte los ojos, coTno un diorama en unanfiteatro vasto. Sobre la frente del joven a quienfalta un ao para salir de facultad brilla un solde oro que le tie de encarnado hasta el blandode las orejas. Su sangre circula triunfalmente,pero con perfecta seguridad. Puede entrar, m/irara su alrededor, sentarse y subir, ya a punto desentarse, los dos pliegues verticales del pantaln.Lleva, amn de unos zapatos blancos, unos calceti-nes morados con flores negras, y, mirarlos, es cosaturbadora como un pecado. Tambin lleva en elojal una flor, que acaso le ha sido ofrendada poruna mujer. Saca un diario del bolsillo, enciendeun cigarro, y asi podra pasar horas y horas fu-mando y leyendo. Pero he aqu que, sbitamente,le empuja su destino. Se levanta, le acompaansus amigos, y avanza hacia ti, doncella. Se detiene,podra volver a sentarse, podHa desviar su ca-mino. Pero 1:0, avanza hacia ti, avanza hasta ti.Y ahora los amigos te dicen su nombre, y ahora

  • 73

    hay una silla vaca a tu lado. Y acontece que lse sienta en ella, y t le 'preguntas, ya turbada,

    si es sta ki primera vez que ha estado aqu.Brillad, astros del cielo; brillad, claras luces

    del entoldado; agitaos, abanicos, como aplausos

    de multitud; incensiad ms intensamente buqusfloridos que estis preparados para el baile deraw/os! El galn sigue sentado a tu vera, y no seva, y charla que charla. No sabras decir cmotu abanico se halla en su^ tnanos, y l se haceaire, y t sientes cmo de l a ti llega tu propioperfume. Y adivinas que, como se ha hecho dueode tu abanico, se har seor y maestro de tu vida.Cuando l ha bailado contigo, ya no se te acercanadie ms. Ahora cierras los ojos y te das a ima-ginar que todos los hombres y todas las mujeresson tus enermgos y corres un gran riesgo, y l esquien te a/mpara. Tus padres acaban de moj'ir, yt no tienes miedo, porque l est contigo. Un no-vio es la esperanza misma que Jiabla al odo ytiene dos brazos fuera de ti. Es la delicia de lasangre y el mago que tiene la llave de todas lasprimaveras y todos los veranos que estn por ve-nir. Los novios a quienes falta un ao para ter-minar la carrera pueden casarse de aqu a dosaos. Mientras tanto, cada da dan una nueva se-guridad, como una almohada ms para el reposo.Y se es dichosa, y se es orgullosa, y se es distraday ensoada, y se piensa en la bella camisa quehay que adornar, y en la alegra de los pisosrecin puestos, en los que los armarios de luna

  • pueden sobresaltar todava, en la obscuridad, alentrar sin luz en una habitacin que no se conocean, ]ye7'o que ya ha recibido el uis grande secretode la vida.

    Aho7-a es la Virgen de Agosto, cuando toda latierra est 'madura. La Virgen de Agosto es comoun rbol bello, que regala, a la doncella que danzaa su pie, un novio magnifico, que centra el crculode su bailar.

    11

    ... Pero viene la lluvia, oh, Magdalena que es-perabas el don de un prometido del rbol de laVirgen de Agosto! Viene la lluvia, rica y sonora;y as ha cado, podrido, desde la raina, el fi-utoque estaba en sazn. Viene la lluvia, y en la alcobaobscura se siente cohibida y ociosa tu pobre almapequeita, herida por la gran injusticia de lascosas. Una lluvia, en medio del verano, es comoun momento del invierno que nos pone ceniza enla frente. Recuerda, Magdalena, que el verano esbreve y que cada hora que pasa es una esperanzaque se va. Recuerda que la ilusin pende de unminuto y que hay azares que, como perros ham-brientos, pueden devorar los minutos de la ilusiny llenarse de su sangre la boca. Recuerda que unafiesta es frgil negocio y que la felicidad nacade ina fiesta; y los trtenos que ahora retumbanpor las montaas quiebran tu ensueo, como sequiebra un cristal.

  • Hay en la obscura alcoba de una casa de campolina doncella que llora porque llueve... Reos, la-

    briegos brutales; reos, criadas tnalignas. Reos,

    riejos calaverones cnicos que ahora en el Casinojugis vuestra partida de billar. Hay una donce-lla que llora porque no hay fiesta, y toda sm esj)e-ranza estaba eji la fiesta y en su resplandor.Reos, follajes goteantes y pomposos. Rete t,tierra, reanimada por la humedad.Los pobres corazoncitos tienen S7is pequeas

    tragedias, y la vida es pobre porque la enflaque-cen la lluvia y la muerte. Los novios a quienesles falta un ao para acabar la carrera no seuruestran cjiando llueve, y sus pulidos zapatosblancos no pisarn el barro. De aqu a unas sema-nas es la Virgen de las Mercedes; de aqu a massemanas ms. Todos los Santos y el Da de losMuertos. Y vendr la muerte para ti, doncella,antes de que haya venido para ti la vida; porqueun ao, el da de la Virgen de Agosto, la lluviuestorb una fiesta.Pasa una mujer calzada con zuecos y que le-

    ba, bajo la lluvia, la cabeza cubierta con la falda.Pasa un muchachuelo silbando; y porque pasajioo' el establo levantan las bestias un gran mugir.Ya no pasa nadie ms... Es el da de la Vigen

    de Agosto y no hay fiesta, y en las cerradas alco-bas, la vida se aparece a las muchachas como %inlargo camino sin consuelo.

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    ... No llovi mucho, y la noche fu opulenta enastros, en msicas, ya cercanas, ya lejanas, y enbailes. Magdalena sala a la Rarnibla, con la manoextendida por ver si llova an. Un llovizneo lamojaba. Pero provena de los rboles; de los r-boles que se sacudan, con rumor jocundo, bajo Zasestrellas fulgurantes.

    La Virgen de Agosto no trajo esta vez un pro-metido. Trajo tres cortejadores. No importa; to-dava stibe ms airriba la esperanza. Tres corte-jadores, tres cortejadores para escoger. Uno esalegre como un cascabel. Otro, fooynal y confortan-te com^ un sincero apretn de manos. El otro esde aspecto triste, y tiene en la mirada todas lasdulzuras. Si el uno acompaaba a Magdalena enlos bellos valses, el otro platicaba ms tarde conella, y el tercero la contempla desde lejos. As lafelicidad de Magdalena se vesta de tres ilusionescomo de tres tnicas. La tnica que engalana, latnica que abriga y aquella ottxu escondida queacaricia a flor de piel.Ahora va a nacer el da, y sobre las sbanas en

    desorden hay una plida doncella desvelada. Don-cella, doncella, t habas soado un cortejo, y teha sido dado Amor. T queras agua para tu sed,y te han se7^id,o el vino trastomador. Tres corte-jadores no valen lo que un novio; pero son algoQns embriagante que un novio. Un novio es vida.

  • y tres cortejadores son demasiada vida. Pedasdulzura, y he aqu las voluptades. Pedas consuelo,y he aqu el orgullo. El orgullo es una corona defuego que cerca la frente de las doncellas, derra-mando en su corazn cada minuto tina gota de unveneno verde y pastoso como una esmeralda des-heclva. Se tienen diez y ocho aos, se tienen veinteaos, y el orgullo hace mover la cabeza como unareina, y sentir, bajo la espiima de las muselinas,la infernal pujanza del seno en flw. Se tienendiez y ocho, se tienen veinte aos, y es como unafiesta. Ya no hay que llorar; que la belleza setrae su propia fiesta, y se han tenido en una solanoche tres cortejadores. Pero hay que enfebrarse,que la vida no es dulce, sino ardiente. He aqulos amores y las historias de amor! He aqu lapasin que conmueve, de que hablan las cancionesy las leycridas! He aqu tres novelas de amor enuna noche, porque la lluvia no fu larga y los r-boles goteaban bajo las estrellas; porque se tienenveinte aos y se ha sentido, al valsar, el placer pro-fundo de inclinar sobre un hombro la cabeza y de''errar los ojos.

  • XI

    Lluvia y sospecha.

    'Mira cmo llueve, mira! Es que termina elverano. Con el consuelo de esta deseada frescuradespus de tanto ardor, nos llega, sin embargo,una aguda melancola. Porque murieron los gayosdas y ahora el otoo nos separar y acaso nues-tra misma Presidenta y Profesora no sabr ins-tiiiimo'S sino en recuerdo.Dime; no se te ha ocurrido nunca que Te-

    resa poda tener en otra parte un novio?Qu quieres decir?Lo que digo. Si no sera posible que Tere-

    sa hubiese ya escogido, por lo menos en el se-creto de su corazn ?Pero esta suposicin odiosa nos destruira

    todo su sentido y toda su enseanza ! No se cifrael ntimo valor de sta en la soberana ecuanimi-dad? Y nuestra actitud pacfica y nuestro aquie-tamiento de pasiones, ccn su consiguiente prove-cho, no provienen, no dependen de que ella nohaya escogido ni escoja? Teresa se debe a la Raza: se resei'vara para un hombre ? Teresa es plat-nica esencial: se tomara aristotlica? Ella, quees lo general vivo, se limirtara a lo ?>a,?'CtZa?\^

  • T'J

    ella, que es una Categora, puede empobrecerehasta quedar limitada a una Ancdota?

    'Yo no sospecho de ning-uno de aqu. No losabramos ya?... Pero la misma igualdad enti-e.nosotros establecida puede significar ventaja paraalgn otro. Hallamos siempre a nuestra aniga tandisti'ada... me atrevo a decir tan sonmbula!Yo pensara que escucha bajo la tien-a la voz

    de sus muertos; o en los aires, la voz de sus futu-ros.

    O, a lo lejos, la voz del amor ausente.Sacrilegio