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Conversaciones en el panal Se ha comprobado, a partir de restos fosilizados encontrados, que la aparición de las abejas data de más de 40 millones de años de antigüedad. Unos 350 años antes de Cristo el gran Aristóteles fue capaz de observar como la abeja recolectora que descubría una nueva fuente de alimento regresaba al panal para reclutar e indicar a un buen número de compañeras el lugar exacto donde se encontraba el alimento. 400 años más tarde el sabio Plinio el Viejo, autor de una magna Historia Natural, compuesta de 37 tomos, construyó una colmena con un material transparente para observar el comportamiento que éstas hacían. Quedó asombrado al ver el tipo de danza que realizaban las abejas dentro del panal. ¿Cómo una abeja encargada de buscar la comida puede regresar con sus compañeras para indicar el lugar exacto donde la encontró? ¿Cómo indica el ángulo o dirección hacia el que deben dirigirse, así como la distancia que han de recorrer? Existen varias dificultades para hacerlo: en el interior de la colmena reina la oscuridad, por lo que las abejas no pueden ver y, por otra parte, estos insectos carecen de un sentido típico del oído. Entonces, ¿cómo conversan, cómo se comunican entre sí las abejas? Hace unos 50 años el misterio comenzó a aclararse pero se ha desentrañado muy recientemente. En los años cuarenta, Karl von Frisch, de la Universidad de Munich, comprobó que había una correlación definida entre los pasos y contoneos del baile de una abeja en la colmena y la dirección y distancia existente entre el nido y la nueva fuente de recursos. Durante 20 años se pensó que, de algún modo, en la visualización de esa danza silenciosa era donde radicaban las claves al respecto. Pero ¿cómo veían? Como alternativa se sugirió un papel primordial en la participación de los olores asociados a las muestras alimenticias que la abeja recolectora repartía al final de su actuación entre las abejas espectadoras. En todo caso quedó establecido, al cabo del tiempo, que la danza se realizaba en un plano vertical, sobre y entre las láminas verticales de los paneles de la colmena, con la descripción de un recorrido en forma de ocho. En el transcurso de la danza, siguiendo el ocho imaginario, la abeja danzante se contonea cuando recorre el eje. Pues bien, tomando como referencia la posición de la colmena y del Sol, la dirección y el sentido del eje indica precisamente hacia dónde deben dirigirse las abejas, de modo que si, por ejemplo, es en dirección hacia el Sol (ángulo 0º) el eje será vertical y hacia arriba y sobre el mismo se contoneará la abeja; si el alimento estuviese, tomando esas mismas referencias, en una dirección situada a 45º a la derecha del Sol, entonces el eje del baile contoneante también estaría desviado del vertical 45º a la derecha, y así sucesivamente. Ahora, ¿cómo se transmite información de la distancia que deben de recorrer? En función del ritmo del baile, de modo que a un ritmo más acelerado le corresponde una menor distancia. Hace pocos años también se resolvió el problema de la visualización del baile en la oscuridad. El baile contoneante no es silencioso, sino que la abeja danzante al batir sus alas hace que el aire se mueva, emitiendo unos sonidos débiles, entre 250 a 300 hertz, que se desplazan exclusivamente por el aire y a corta distancia. Las abejas espectadoras, al darse por enteradas, presionan su tórax, golpeando el panal, haciéndolo vibrar y esta es la señal para que la abeja recolectora reparta a sus vecinas pequeñas porciones del manjar recogido.

La comunicacion

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¿Como entender la comunicacion?

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Page 1: La comunicacion

Conversaciones en el panal

Se ha comprobado, a partir de restos fosilizados encontrados, que la aparición de las abejas data de más de 40 millones de años de antigüedad. Unos 350 años antes de Cristo el gran Aristóteles fue capaz de observar como la abeja recolectora que descubría una nueva fuente de

alimento regresaba al panal para reclutar e indicar a un buen número de compañeras el lugar exacto donde se encontraba el alimento. 400 años más tarde el sabio Plinio el Viejo, autor de una magna Historia Natural, compuesta de 37 tomos, construyó una colmena con un material transparente para observar el comportamiento que éstas hacían. Quedó asombrado al ver el tipo de danza que realizaban las abejas dentro del panal. ¿Cómo una abeja encargada de buscar la comida puede regresar con sus compañeras para indicar el lugar exacto donde la encontró? ¿Cómo indica el ángulo o dirección hacia el que deben dirigirse, así como la distancia que han de recorrer? Existen varias dificultades para hacerlo: en el interior de la colmena reina la oscuridad, por lo que las abejas no pueden ver y, por otra parte, estos insectos carecen de un sentido típico del oído. Entonces, ¿cómo conversan, cómo se comunican entre sí las abejas? Hace unos 50 años el misterio comenzó a aclararse pero se ha desentrañado muy recientemente. En los años cuarenta, Karl von Frisch, de la Universidad de Munich, comprobó que había una correlación definida entre los pasos y contoneos del baile de una abeja en la colmena y la dirección y distancia existente entre el nido y la nueva fuente de recursos. Durante 20 años se pensó que, de algún modo, en la visualización de esa danza silenciosa era donde radicaban las claves al respecto. Pero ¿cómo veían? Como alternativa se sugirió un papel primordial en la participación de los olores asociados a las muestras alimenticias que la abeja recolectora repartía al final de su actuación entre las abejas espectadoras. En todo caso quedó establecido, al cabo del tiempo, que la danza se realizaba en un plano vertical, sobre y entre las láminas verticales de los paneles de la colmena, con la descripción de un recorrido en forma de ocho. En el transcurso de la danza, siguiendo el ocho imaginario, la abeja danzante se contonea cuando recorre el eje. Pues bien, tomando como referencia la posición de la colmena y del Sol, la dirección y el sentido del eje indica precisamente hacia dónde deben dirigirse las abejas, de modo que si, por ejemplo, es en dirección hacia el Sol (ángulo 0º) el eje será vertical y hacia arriba y sobre el mismo se contoneará la abeja; si el alimento estuviese, tomando esas mismas referencias, en una dirección situada a 45º a la derecha del Sol, entonces el eje del baile contoneante también estaría desviado del vertical 45º a la derecha, y así sucesivamente. Ahora, ¿cómo se transmite información de la distancia que deben de recorrer? En función del ritmo del baile, de modo que a un ritmo más acelerado le corresponde una menor distancia. Hace pocos años también se resolvió el problema de la visualización del baile en la oscuridad. El baile contoneante no es silencioso, sino que la abeja danzante al batir sus alas hace que el aire se mueva, emitiendo unos sonidos débiles, entre 250 a 300 hertz, que se desplazan exclusivamente por el aire y a corta distancia. Las abejas espectadoras, al darse por enteradas, presionan su tórax, golpeando el panal, haciéndolo vibrar y esta es la señal para que la abeja recolectora reparta a sus vecinas pequeñas porciones del manjar recogido.

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¿Cómo se comunican las aves?

Las aves han desarrollado con maestría la comunicación auditiva, por lo que son, sin duda alguna, los vertebrados con el repertorio más complejo de producción de sonidos, que alcanza su cúspide en los elaborados cantos de las paseriformes o aves canoras. Las aves son capaces de emitir una gran variedad de sonidos vocales, desde llamadas y gritos hasta cantos espectaculares. Esta es una característica que presentan la mayoría de las especies, a excepción de unos cuantos

grupos como las cigüeñas, los zopilotes y algunos pelícanos, quienes, sin embargo, son capaces de producir sonidos mecánicos mediante el movimiento de su pico o sus alas. Los sonidos vocales son básicamente de dos tipos: 1) las llamadas, que son sonidos breves de estructura acústica simple, compuestos de una o dos sílabas, en las cuales, por lo general, no hay un patrón definido; y 2) el canto que, por el contrario, es una serie larga de notas armoniosas producidas por el ave en secuencias y patrones definidos en el tiempo; es, por lo tanto, una melodía bien construida. La complejidad del canto varía entre las especies y entre las poblaciones, e incluye también una gran capacidad de aprendizaje por parte de los individuos. Los cantos también sirven para demostrar que el individuo es dominante y, por lo tanto, está dispuesto a defender su pareja o su territorio ante cualquier enemigo. También funciona como un estimulante sexual para las hembras, para identificarse ante su pareja, y avisar a los pollos que se les va a alimentar. Más importante que todo lo anterior es que el canto es distintivo exclusivo de cada especie, y los individuos pueden distinguir variaciones muy sutiles entre el canto de un individuo de su especie y otro de una parecida. Es, entonces, un excelente mecanismo de aislamiento reproductivo. En la vida social de las aves el canto es también muy importante, pues sirve para mantener unido al grupo, para transmitir información a otros individuos acerca de los lugares donde hay alimento o de alarma cuando aparece un depredador, o simplemente para enseñarles a otros individuos el canto propio de la especie. Las llamadas y cantos de las aves son tan variados en una especie que se puede decir que forman un vocabulario. Cierta llamada particular puede significar que un depredador se encuentra cerca, y por lo tanto advertirá a otros individuos del peligro. Algunas aves utilizan ciertos sonidos para avisar a los otros de la presencia de comida. Curiosamente, las poblaciones geográficas de una misma especie pueden tener variaciones menores en sus cantos, los cuales son conocidos como dialectos, y equivaldrían a los diferentes acentos que tienen, por ejemplo, las personas de la costa y las de la ciudad aunque hablen el mismo idioma. Más fascinante es el hecho de que las sutiles diferencias individuales en la voz son detectadas por otros individuos, lo que permite a un padre reconocer a sus polluelos aun dentro de una colonia llena de pollos de la misma edad, como lo hacen las gaviotas. Esta capacidad de aprender y repetir los sonidos ha hecho que muchas aves sean expertas en la mímica. Los centzontles (su nombre significa en náhuatl cuatrocientas voces), los cuitlacoches y los mulatos son capaces de aprender gran variedad de sonidos, como los cantos de otras aves, ladridos de perro y maullidos de gato. De igual manera se ha visto que las aves lira de Australia son capaces de imitar los sonidos de los cascos de un caballo. Los maestros del arte de la mímica son, sin duda, los loros, que pueden reproducir una gran variedad de sonidos gracias a sus robustas lenguas, los cuervos y las aves mynah, todos los cuales son muy populares como mascotas debido a su capacidad de imitar la voz humana. Ya habíamos hablado de las aves que carecen de siringe. Las cigüeñas se comunican entre sí a través de posturas y castañueleos producidos por movimientos rápidos del pico. Los carpinteros se comunican mediante los ruidos que hacen mientras taladran los árboles y los guacos producen sonidos golpeando el suelo con sus patas.

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ACTIVIDAD 1. Completa el siguiente cuadro con la información de las lecturas anteriores. Recuerda llegar a un acuerdo con tus compañeros de equipo. Las características de las abejas son: Las características de la aves son:

¿Cómo se comunican las abejas? ¿Cómo se comunican las aves?

¿Se podrían comunicar las abejas y las aves? Sí, no ¿Por qué? ¿Cómo definirías la comunicación considerando las lecturas anteriores? Sabes que las abejas se comunican entre sí y las aves también lo hacen. ¿Crees que comparten, un lenguaje, una lengua o un habla? ¿Qué piensas? Justifica su respuesta.