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-PIEZAS TERESIANAS- Pieza del mes Marzo y Abril 2015 Museo de Zamora Santa Teresa de Jesús recibiendo la comunión de San Pedro de Alcántara

La comunión de Santa Teresa

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Pieza del Mes "La Comunión de Santa Teresa"

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Page 1: La comunión de Santa Teresa

-PIEZAS TERESIANAS-

Pieza del mes

Marzo y Abril 2015

Museo de Zamora

Santa Teresa de Jesús

recibiendo la comunión de San

Pedro de Alcántara

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Con motivo del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, todos los museos provinciales de Castilla y León están organizando una serie de actividades culturales durante este año 2015 para recordar a esta santa abulense tan importante en el mundo religioso y cultural de nuestro país.

En el Museo de Zamora hemos propuesto varias actividades, entre ellas, esta nueva pieza del mes, “Santa Teresa de Jesús recibiendo la comunión de San Pedro de Alcántara”.

Además, a partir del 7 de marzo, iniciaremos un ciclo de visitas temáticas especiales que tienen relación con a la figura de la santa. Comenzaremos con la visita “Mujeres divinas” que se ofrecerá todos los sábados de marzo y abril a las 17:30h con carácter gratuito. ¡Estáis invitados!

¿Quién es Santa Teresa?

De sobra es conocida por todos la figura de Santa Teresa de Jesús. Teresa de Cepeda y Ahumada nace en Ávila en 1515. Ya de pequeña manifestó su interés por la vida de los santos y las gestas de caballería, afición que marcará su vida con la reforma descalza de las Carmelitas, aventura humana y organizativa con muchos altibajos, pero de la que salió finalmente airosa con la fundación de 17 conventos. A estos conventos hay que sumar el primero del Carmelo masculino que funda con San Juan de la Cruz; los dos formarán un tándem protagonista en el movimiento Contrarreformista de la Iglesia y serán dos de los máximos exponentes del misticismo cristiano. A esta labor reformadora y renovadora de la Iglesia a la que la santa dedicó gran parte de su vida, se le une su vocación literaria. Santa Teresa cultivó la poesía lírico-religiosa convirtiéndose en uno de los nombres más importantes de la literatura mística.

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La obra, análisis:

Este misticismo lo vemos plasmado en la obra a comentar “Santa Teresa recibiendo la comunión”. El asunto representado es la interpretación de un pasaje de la "Historia y admirable vida del glorioso Padre San Pedro de Alcántara", escrita por fray Antonio de la Huerta (1669), que relata como San Francisco de Asís y San Antonio de Padua se aparecieron ante Santa Teresa en el momento de recibir la comunión por San Pedro de Alcántara. El pintor, desconocido, ha elegido para la obra el momento en que el santo franciscano da de comulgar a la Santa, logrando con ello que el lienzo sea una exaltación de la Eucaristía a la vez que una milagrosa representación de los santos protagonistas. En la obra, que se dispone en un mismo plano, destaca el fondo negro que convierte en protagonista el tema representado, la Eucaristía. La luz, que proviene de la parte superior, queda fija en el centro de la escena, y nos dirige la mirada a la Comunión dada por San Pedro de Alcántara a Santa Teresa.

Los pintores de las escuelas barrocas provinciales no contaban con la formación ni con los medios que existían en otros centros más importantes, tampoco su clientela tenía los mismos gustos o criterios estéticos. Por eso, nos encontramos con obras, como la que se expone, donde el propósito fundamental es aprovechar el refuerzo educativo que suponen las pinturas religiosas para enseñar los nuevos preceptos de la Reforma Católica así como proponer un relato de la historia y los logros de las comunidades religiosas y de los santos. La actitud divulgativa y educativa queda clara ya que la intencionalidad de la obra es acercar este sacramento al público espectador. Este propósito queda reforzado en el mensaje escrito de la parte inferior donde se relata lo que está aconteciendo:

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“Estando para comulgar Santa Teresa de mano de San Pedro de Alcántara vio que le asistían a la misa Nuestro Padre San Francisco de diácono y San Antonio de Padua de subdiácono”

San Pedro, en el centro del altar, fija su mirada en la Santa, que se dispone a recibir la Sagrada Forma. El tema de la Eucaristía se convierte en preponderante durante el período artístico barroco. Supone una exaltación de la consagración y la constatación del milagro de la transmutación durante la liturgia. Son numerosas las representaciones de La Última Cena en el acto de la consagración eucarística pero también se manifiesta con frecuencia la comunión de los santos. En todas ellas, la presencia del ostensorio y de los atributos propios de la Eucaristía suponen el triunfo de la Iglesia y de la Fe, como vemos en el cuadro. Los dos santos aparecidos que asisten al oficio se colocan a los lados de los protagonistas y orientan la mirada hacia arriba, clara indicación del momento místico que se está viviendo Santa Teresa. La presencia de su coetáneo San Pedro de Alcántara es significativa por el papel que jugó en la vida de Santa Teresa al confirmar y verificar sus visiones. La composición es frontal y simétrica, todos los personajes se encuentran en un mismo plano aunque se aprecia un cierto adelantamiento de la Santa. Destaca la pausada gesticulación de los santos y el tono retardatario de la pintura con colores apagados y actitudes solemnes.

Otra obra, más conocida, que aborda la comunión de la santa, es la realizada por Juan Martín Cabezalero. Ambas pinturas, aunque traten el mismo tema, son muy diferentes, ya que vemos cómo en nuestra “Comunión de Santa Teresa” las figuras nos recuerdan una imagen más tradicional mientras que la de Cabezalero ofrece una representación más moderna. En esta última, de la

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escuela barroca madrileña, la escenografía es de rico barroquismo con la gran columna que llena la parte superior derecha, el gran cortinaje que en ella se apoya y la enorme ménsula que se advierte a la izquierda sobre el altar que añaden a la composición, muy dinámica al potenciar las líneas diagonales, profundidad. Se ha subrayado, también, la belleza de su colorido con intensos rojos y azules muy bien acordados y los toques brillantes de oros y platas que dan una sensación de opulencia a la composición frente a nuestra obra, donde domina el fondo negro. Siguiendo la iconografía que suele ser utilizada para representar a Santa Teresa, la mayoría de artistas fijan sus atributos en la pluma, el libro y la paloma del Espíritu Santo como fuente de inspiración, centrándose así en su faceta de escritora. Pero también gustan mucho en las órdenes religiosas las representaciones de las visiones místicas de sus santos, de las que fue protagonista en muchas ocasiones Santa Teresa. A la escena de la comunión que acabamos de comentar en nuestra obra o a la famosa transverberación, muy repetida por muchos artistas, en la cual la santa logra una unión íntima con Dios al sentir traspasado el corazón por un fuego sobrenatural, se le unen otras visiones como la de la Virgen María o la del Espíritu Santo. Estas escenas sobrenaturales en la vida de la Santa van a suponer en ocasiones un empujón más en su aventura personal de la Contrarreforma ya que hacia 1560

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Santa Teresa también tuvo una visión del infierno que la hace cuestionarse la comodidad de la que goza en el monasterio y que es el punto de partida en su mente de la reforma del Carmelo con la mayor perfección que pudiese.

Los contemporáneos de Santa Teresa quisieron guardar memoria de su fisonomía y en nuestra obra la vemos representada tal y como atestiguan sus descripciones físicas. Tenía la frente ancha, las cejas anchas y arqueadas, ojos negros redondos y vivos y la boca de buen tamaño.

La obra, incluida entre los primeros fondos del Museo de Zamora:

Las consecutivas desamortizaciones que se produjeron en la España del siglo XIX centraron su atención en la disolución de las órdenes religiosas y en la declaración como bienes nacionales de sus posesiones: Se formaron Juntas de Enajenación que subastaban públicamente este patrimonio procedente de monasterios e instituciones eclesiásticas.

Este proceso expropiatorio, acelerado a partir de 1835 con Mendizábal, favoreció un acopio de obras que bien explica el origen de los primeros museos provinciales, que guardaban y protegían todo este patrimonio gracias a la labor de las Comisiones de Monumentos, encargados de inventariar y conservar las obras. En Zamora, en 1846, las obras recogidas se incluyen en el primer catálogo del museo, aún sin sede, que fue el primer Museo de Zamora. Así, realizado bajo el auspicio de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos, el primer documento catalogador de la colección de 1846 contaba con ciento tres obras con datos de inventariado muy escasos ya que, si inicialmente pretendía recoger información relativa al soporte, tema representado, autor y escuela, dimensiones, estado de conservación y

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procedencia, finalmente se reconocían tan sólo el tema y las dimensiones, mal identificados en la mayoría de los casos. El Museo de Zamora exhibe en sus salas cinco obras de este catálogo de 1846 aunque la mayoría están custodiadas en los almacenes del centro, entre ellas, nuestra pieza del mes1. Cabe destacar que el monasterio de San Jerónimo figura en el catálogo de 1846 como origen de las obras de mayor calidad. De “La comunión de Santa Teresa” no se dispone de información de su procedencia si bien la representación de San Pedro de Alcántara junto a San Francisco y San Antonio, todos ellos franciscanos, podría apuntar hacía su posible origen en el convento de franciscanos reformados de Zamora, los alcantareños. La época de Santa Teresa, cisma en la Iglesia Católica: La época en la que vivió Santa Teresa estuvo marcada por una fuerte convulsión religiosa que llevó a un cisma en la Iglesia Católica, dando origen a iglesias y organizaciones agrupadas bajo la Reforma Protestante. La Reforma tuvo su origen en las críticas y propuestas con las que diversos religiosos, pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia Católica, y en su jerarquía, pero también en relación con ciertos dogmas y preceptos. Este impulso renovador dio lugar a un movimiento de rechazo de la representación de la imagen divina. Todas las formas de protestantismo

1 En el anexo se adjunta la hoja del inventario donde aparece el análisis de nuestra pieza del mes (número 33)

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mostraron hostilidad hacia este tipo de representaciones, al considerarlas expresiones de idolatría. Debemos imaginarnos lo que acontecía en el alma de Santa Teresa cuando oía contar a los viajeros llegados del Norte que los protestantes rompían las estatuas de la Virgen o quemaban las imágenes de los santos. Se comprende la desesperación de la santa, que decía: “Daría mil veces mi vida para salvar una sola de estas almas descarriadas”. Se adivina la energía que la Reforma había despertado en la Iglesia. La Contrarreforma surge, por tanto, como respuesta al movimiento de Martín Lutero que tras el Concilio de Trento (1545-1563) se centró en la reestructuración eclesiástica, la doctrina, la reforma de las órdenes religiosas y la vigilancia de los movimientos espirituales para propiciar una experiencia religiosa más cercana. El arte barroco desempeñó un papel importante pues plasmó en sus obras todos estos preceptos, fijándose sobre todo en las visiones y éxtasis de los llamados “nuevos santos”, que se convertirán en modelos más actuales para los creyentes y que supondrán un aire fresco y empuje renovador de la Iglesia a través de las reformas de sus distintas órdenes.

Santa Teresa, la mujer en la cultura y sociedad:

Hemos conocido algunos apuntes acerca de la figura de Santa Teresa y tras ellos seguramente podríamos adivinar los suplicios por los que tuvo que pasar la santa por el hecho de ser mujer. A este, en ese momento, “hándicap” se le unía la fuerte convulsión social y religiosa que enfrentaba a dos Europas.

Santa Teresa fue una de las figuras más importantes del siglo XVI ya no sólo porque consiguió finalizar con éxito su encomienda religiosa con la renovación

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de la orden carmelita y la fundación de conventos sino por su fuerte determinación y actitud para emprender todo aquello que se proponía. Una religiosa en un mundo de religiosos cuyas palabras iban a ser juzgadas, revisadas y a veces quemadas. Pero esto no la frenó para escribir, convirtiéndose en uno de los máximos exponentes de la literatura mística. Santa Teresa escribió mucho, con obras donde cultivó la poesía lírico-religiosa como Camino de perfección o Castillo Interior. Escribió poesía y cerca de 410 cartas publicadas en epistolarios.

Santa Teresa no sólo logró hacerse un hueco en un mundo de hombres, a lo largo de la Historia muchas mujeres se han convertido en grandes figuras en distintos campos. Vidas diferentes, procedencias diferentes y ocupaciones diferentes pero todas ellas significativas. Tenemos la suerte de contar en estos momentos con una interesante exposición temporal que reúne imágenes de mujer procedentes de los archivos históricos provinciales de Castilla y León complementadas por citas de obras de escritoras españolas del pasado siglo: Josefina Aldecoa, Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite y Ana Mª Matute.

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Bibliografía

PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E: Pintura barroca en España 1600-1750, 1992, Cátedra.

CARMONA MUELA. Juan: Iconografía de los santos, 2003, Istmo.

RÉAU, Louis: Iconografía del arte cristiano, 1998. Ediciones del Serbal. MÂLE, Emile: El barroco, arte religioso del siglo XVII, 1985. Encuentro Ediciones. STEGGINK, Otger, DE LA M. DE DIOS, Efren: Santa Teresa y su tiempo, 1984. Biblioteca de la Caja de Ahorros y M. de Piedad de Salamanca.

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