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Introducción La cuenca de Cuitzeo se incluye entre los elementos de mayor importancia para Michoacán y su protección repercute directamente en el bienestar de la población. El patrimonio arqueológico de esta cuenca está ligado directamente a su paisaje natural. Cuitzeo es una región arqueológica y natural de suma importancia para la investigación y promoción de los valores culturales y sociales. Por ende, debe haber una protección legislada para el mismo patrimonio arqueológico y el patri- monio natural. En Cuitzeo, el patrimonio arqueológico está constituido por un número de sitios que se estima supera los 200, pero la cuenca es una área cultural marginada por la falta de investigaciones arqueológicas y de una planeación por parte de las autoridades de los tres niveles de gobierno. 1 Un diagnóstico realizado en ciertos municipios de la cuenca de Cuitzeo indica que la mayoría de los sitios arqueológicos han sido presa de saqueo y destrucción. Las actividades ilícitas y el La cuenca de Cuitzeo, Michoacán: patrimonio arqueológico y ordenamiento territorial Agapi Filini* 297 * Centro de Estudios Arqueológicos, El Colegio de Michoacán, La Piedad, Michoacán, México. 1 “En Michoacán existe un extraordinario patrimonio cultural tangible e intangible que se encuentra subutilizado y, en algunos casos, en franco proceso de deterioro” (Go- bierno del Estado, 2008, p. 8).

La cuenca de Cuitzeo, Michoacán: patrimonio … · número de sitios que se estima supera los 200, pero la cuenca es una área cultural marginada por la falta de investigaciones

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La cuenca de Cuitzeo, Michoacán: patrimonio arqueológico 297

Introducción

La cuenca de Cuitzeo se incluye entre los elementos de mayor importancia para Michoacán y su protección repercute directamente en el bienestar de la población. El patrimonio arqueológico de esta cuenca está ligado directamente a su paisaje natural. Cuitzeo es una región arqueológica y natural de suma importancia para la investigación y promoción de los valores culturales y sociales. Por ende, debe haber una protección legislada para el mismo patrimonio arqueológico y el patri-monio natural. En Cuitzeo, el patrimonio arqueológico está constituido por un número de sitios que se estima supera los 200, pero la cuenca es una área cultural marginada por la falta de investigaciones arqueológicas y de una planeación por parte de las autoridades de los tres niveles de gobierno.1 Un diagnóstico realizado en ciertos municipios de la cuenca de Cuitzeo indica que la mayoría de los sitios arqueológicos han sido presa de saqueo y destrucción. Las actividades ilícitas y el

La cuenca de Cuitzeo, Michoacán: patrimonio arqueológico y ordenamiento territorial

Agapi Filini*

297

* Centro de Estudios Arqueológicos, El Colegio de Michoacán, La Piedad, Michoacán, México.

1 “En Michoacán existe un extraordinario patrimonio cultural tangible e intangible que se encuentra subutilizado y, en algunos casos, en franco proceso de deterioro” (Go-bierno del Estado, 2008, p. 8).

298 Los aspectos culturales y experiencias de participación en el ordenamiento

deterioro de los sitios han alentado a varias comunidades a solicitar el apoyo de arqueólogos para protegerlos, pero por la falta de recursos e interés por parte de las autoridades esto no ha sido posible. El presente trabajo enfatiza la necesidad de considerar al patrimonio cultural como una variable a tener en cuenta en la formulación de planes de ordenamiento territorial.

Objetivos: hacia un ordenamiento territorial integral

Por su propia naturaleza, la investigación territorial tiende a integrar diversas perspectivas. Siendo en esencia una ciencia geoespacial, resulta paradójico el que la arqueología haya sido excluida del ordenamiento ecológico territorial en Méxi-co, hecho que contrasta marcadamente con lo ocurrido en varios países de Euro-pa, Australia y América, entre otros, donde los elementos culturales del paisaje forman parte integral del ordenamiento del territorio.

En México, los ordenamientos territoriales de algunos sitios arqueológicos son responsabilidad del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y no se integran en los ordenamientos realizados por Semarnat o la Secretaría de Urba-nismo y Medio Ambiente, como es el caso de la cuenca de Cuitzeo. Es importante mencionar que el Programa de Ordenamiento de la Zona Metropolitana de Mo-relia (2009-2030), que comprende los municipios de Morelia, Tarímbaro, Charo y Álvaro Obregón, menciona solo cuatro sitios arqueológicos para los cuatro muni-cipios (2009b:94), mientras en el Ordenamiento de la Cuenca de Cuitzeo de 2006 el cuadro II.17 presenta 55 sitios para los mismos municipios (2006:61). Además, la aseveración de que “Las comunidades de la zona metropolitana de Morelia, cuentan con características formales y ambientales… y en ocasiones algunos vesti-gios arqueológicos” (2009b:127) es falsa, puesto que las investigaciones arqueoló-gicas han demostrado la gran cantidad de sitios y la singularidad de los elementos culturales de Cuitzeo que no son de ninguna manera “ocasionales” (Macías, 1990, 1997; Moguel, 1987; Pulido et al., 1996, Filini, 2004 y 2010).

Todavía “Hacen falta criterios de un ordenamiento en materia cultural… Ninguna política de ordenamiento territorial es completa si no incluye al aspec-to cultural” (Machuca, 2006:174). Desgraciadamente son escasos los proyec-tos arqueológicos que atiendan esta necesidad, aunque algunos investigadores iniciaron desde hace varios años el estudio de sitios arqueológicos junto con planes parciales de ordenamiento territorial, como por ejemplo el que se rea-

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lizó para el sitio arqueológico de Peralta en Abasolo, Guanajuato, gracias a la iniciativa del Director del Proyecto, Efraín Cárdenas García (Álvarez, 2006 y comunicación verbal, 2007). Es verdaderamente alarmante el que el estado de Michoacán presente a nivel nacional el índice más alto de saqueos, seguido por los estados de México y Campeche, que ocupan el segundo y tercer lugar respectivamente, según información proporcionada en 2008 por la Unidad de Enlace del INAH.

El objetivo principal de este trabajo es ilustrar el estado de la cuestión en torno a la protección del patrimonio y elucidar cómo los conflictos generados entre el INAH, el órgano principal de resguardo del patrimonio de la nación, y la sociedad en sí han impedido una gestión holística de los recursos patrimonia-les en beneficio de la nación. Además, propone una metodología que incluya a la variable arqueológica desde las primeras etapas del ordenamiento territorial.

Materiales y métodos: el patrimonio arqueológico de la cuenca de Cuitzeo

La cuenca del lago de Cuitzeo, Michoacán (figura 1), está localizada en el Siste-ma Volcánico Transversal, entre las coordenadas 19˚30’ y 20˚05’ de latitud norte

Figura 1. La cuenca de Cuitzeo, Michoacán (mapa: Marco A. Hernández).

300 Los aspectos culturales y experiencias de participación en el ordenamiento

y 100˚35’ y 101˚30’ de longitud oeste, a una altura de 1 800 m sobre el nivel del mar, y ocupa una superficie de 4 026 km2.

La información disponible a la fecha indica que hubo varias poblaciones con elementos culturales que se remontan al periodo preclásico y hasta el posclásico tardío, es decir, una ocupación prehispánica de aproximadamente 2000 años de duración. En 1982, en el ejido Epifanio C. Pérez se rescataron huesos, molares y las dos defensas de un mamut lanudo (Mammuthus primigenius), mientras que en la región de Indaparapeo-Charo, en el paleolago de Cuitzeo, se registraron tres géneros de mamíferos fósiles quizá de la edad Rancholabreano del Pleis-toceno superior, o sea entre 500 000 a 10 000 años antes del presente (López, 2008:122). Macías Goytia inició el proyecto “Cuitzeo” en 1987 con el propósito de estudiar la ecología y arqueología de la región. Hasta la fecha se han exca-vado dos sitios, ambos en la parte norte de la cuenca: Huandacareo (Macías, 1990) y Tres Cerritos (Macías, 1997), los únicos que en la actualidad están abiertos al público.2 Macías (1998) realizó trabajos de exploración en un tercer sitio, muy cerca de Tres Cerritos, denominado “La Baranquilla Grande,” pero los trabajos quedaron inconclusos. Dos proyectos de rescate, el primero en 1987 por Moguel (1987) y el segundo por Pulido et al. (1996), en la parte sur de la cuenca resultaron en el registro de cientos de sitios arqueológicos (figura 2).

Moguel (1987) registró 143 sitios, mientras que en la parte sur del lago, Pu-lido y otros identificaron 127 más.3 Varios de los estudios antes mencionados indican que la primera evidencia poblacional en la cuenca está asociada con la cultura preclásica Chupícuaro (500 a.C-300 d.C.). Algunos de los elemen-tos estilo Chupícuaro persistieron durante el periodo clásico, lo que sugiere un “campo semántico” compartido (Braniff, 1998:103, véase también Carot, 2001 y Manzanilla, 1984). Varios artefactos de la región, tanto de las excavaciones mencionadas como de estudios de colecciones pertenecientes al gobierno y a particulares, evidencian un cierto grado de interacción entre Cuitzeo y la gran urbe de Teotihuacan (Filini, 2004) que, a partir de aproximadamente 300 d.C., interactuaba con sitios como Monte Albán en Oaxaca, Copán en Honduras y

2 El abandono de estos dos sitios por falta de mantenimiento e interés entre el público no ha sido resuelto todavía por el INAH. Es muy alto el porcentaje de habitantes de la cuenca que desconoce la existencia de estos sitios.

3 Algunos de estos sitios ya fueron registrados por Moguel (1987).

La cuenca de Cuitzeo, Michoacán: patrimonio arqueológico 301

Figura 2. Distribución de sitios arqueológicos en la cuenca de Cuitzeo (mapa: Mario Retiz).

Municipio Número de sitios Porcentaje de sitiosÁlvaro Obregón 18 10.3Charo 1 0.6Chucándiro 18 10.3Copándaro 37 21.3Cuitzeo 44 25.3Huandacareo 2 1.1Morelia 8 4.6Santa Ana Maya 1 0.6Tarímbaro 28 16.1Zinapécuaro 17 9.8

Tabla 1. Sitios arqueológicos de la cuenca de Cuitzeo (SUMA, 2006:62, Cuadro II.17).

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Tikal y Kaminaljuyú en Guatemala. En el posclásico, Cuitzeo formó parte del territorio p’urhépecha. Por la presencia de recursos estratégicos en la región como, por ejemplo, la obsidiana de yacimientos en Zinapécuaro y Ucareo, y los manantiales termales en la región, es probable que algunos sitios tuvieran una función ceremonial. Araró, por ejemplo, fue un centro ceremonial en ese periodo. A pesar de la presencia de cientos de sitios arqueológicos en la región, los estudios realizados son escasos y no siempre concluyentes, y los elementos arqueológicos se encuentran en peligro de desaparecer.

En este trabajo se intentó responder a la demanda social para la protección y conservación del patrimonio cultural del lago de Cuitzeo, puesto que varios factores –como las obras de infraestructura y el tráfico ilícito de bienes tangi-bles, por mencionar solo dos– están afectando diariamente a los sitios por la notoria falta de una política cultural (véase, por ej., Gómez, 2007:697). El pro-yecto “La tradición arqueológica Cuitzeo,” iniciado hace cinco años por la au-tora, pretende definir la tradición arqueológica “Cuitzeo” mediante la creación de una base de datos y la reconstrucción de una secuencia cronológica de sus distintas etapas de poblamiento. La última etapa del proyecto tiene como fina-lidad proponer un modelo de gestión para crear y proteger el patrimonio prehis-pánico que tome en cuenta tanto la investigación científica como las demandas sociales. La evidencia disponible a la fecha indica una cierta homogeneidad entre los asentamientos en toda la cuenca, misma que se manifiesta en las simi-litudes entre los elementos arquitectónicos, los tipos cerámicos y las prácticas mortuorias compartidas.4 Por tal motivo, es preciso definir la cultura prehispá-nica en sus propios términos y promover la valorización del patrimonio cultural. Puesto que las últimas exploraciones por parte de Salvamento Arqueológico se realizaron hace más de diez años,5 respondimos a la demanda social de realizar un diagnóstico con el fin de obtener información sobre el estado actual de los sitios. En abril de 2008, el presidente municipal de Álvaro Obregón y la Red de Casas de la Cultura, Región III-Cuenca de Cuitzeo, nos invitaron a realizar un diagnóstico del estado actual del patrimonio arqueológico del municipio. El

4 Es precisamente esta homogeneidad que hace imperativo el estudio regional de la cuenca de Cuitzeo, ya que permitirá el análisis del patrón de asentamientos y de la integración de los datos recabados en la gestión paisajística.

5 Proyecto Autopista México-Guadalajara (Pulido et al., 1996).

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trabajo consistía en actividades de prospección de superficie con la finalidad de generar una carta arqueológica (figura 3) con el mapeo de los sitios locales a fin de determinar el impacto ambiental y atender a los conflictos que pudieran ge-nerarse por el uso del suelo allí donde se encuentran estructuras prehispánicas. El análisis de los conflictos en especial permite atender asuntos de la tenencia

Figura 3. Carta arqueológica del municipio de Álvaro Obregón, cuenca de Cuitzeo (mapa: Mario Retiz).

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de la tierra para realizar el registro de los sitios que ameritan conservarse. El diagnóstico realizado indica que la mayoría de los sitios en el municipio han sido presa de saqueos devastadores y destruidos en gran parte por la expansión de la mancha urbana6 y el cambio en el uso del suelo a actividades agrícolas. Habitantes en todas las comunidades confirmaron la presencia de saqueadores, algunos de los cuales ya son conocidos en varios municipios por las sistemáticas actividades ilícitas que han realizado durante los últimos 30 años.7

Según informantes, el saqueo es una actividad cotidiana y miles de piezas arqueológicas ahora se encuentran en colecciones de particulares o han sido exportadas a otros países, principalmente Estados Unidos. Durante el diag-nóstico, se pudo corroborar la ubicación de sitios con base en la información proporcionada anteriormente por los trabajos de rescate arqueológico en la zona y vía consultas al Atlas Arqueológico Nacional en la Dirección de Regis-tro del INAH. Según los informantes, es notoria la falta de interés por parte de las autoridades, lo que ha permitido el saqueo y el deterioro de los sitios. Destaca en este sentido el sitio llamado ‘El Banco’ donde se observan más de 40 pozos de saqueo en el montículo principal de aproximadamente 30 m de diámetro.8 Si bien el INAH establece lineamientos para proteger los sitios, no siempre se respetan. Un caso muy conocido que afectó a varios de los sitios en el municipio fue la construcción de la nueva carretera Charo-Aeropuerto Internacional de Morelia-Autopista México-Guadalajara, obra realizada sin ningún sondeo arqueológico. Se considera de suma importancia la manera en que se han realizado los ordenamientos territoriales, que pocas veces to-man en cuenta la presencia de vestigios arqueológicos. Es precisamente este vacío lo que motivó a proponer la creación de una Base de Datos y la genera-ción de Cartas Arqueológicas por municipio con base en la información del Atlas Arqueológico Nacional, conjuntamente con diagnósticos de campo, pues-to que las últimas investigaciones sistemáticas se realizaron hace más de una década. Además, la información en el Atlas Arqueológico Nacional del INAH sobre los sitios en la cuenca de Cuitzeo no está actualizada conforme a las

6 “La Cuenca de Cuitzeo se encuentra en proceso de urbanización” (López, 2001).7 “Don Raúl,” un profesor de Morelia, fue el saqueador más notorio conocido por todas

las comunidades en Cuitzeo por sus actividades ilícitas de los últimos 30 años. 8 Cabe resaltar la importancia arqueológica de este sitio por la presencia de materiales

de superficie que denotan una ocupación continua de aproximadamente mil años.

La cuenca de Cuitzeo, Michoacán: patrimonio arqueológico 305

recientes obras públicas e inversiones. Solo con la realización de diagnósticos se podrá obtener información sobre el estado actual de los sitios. Una parte esencial del diagnóstico que se realizó en el municipio de Álvaro Obregón fue una serie de encuestas sistemáticas que se aplicó en el municipio en 2007 y 2008. Los resultados señalan una desconexión de la población con el pasado prehispánico,9 un pobre conocimiento de los aspectos legales del saqueo, y la necesidad de crear un museo comunitario como medio de proteger y divulgar los valores culturales.10 El prejuicio de que a las poblaciones locales realmente no les interesa lo que hacen los arqueólogos parecen infundado, pues se en-contraron personas muy entusiasmadas en varias localidades. Frente a la falta de una gestión integral cultural, la arqueología comunitaria, cuyo objetivo es involucrar a las comunidades en proyectos de gestión patrimonial, puede efi-cientar la preservación del patrimonio como “un sujeto que imprime su propio sello en la materia patrimonial” (Machuca, 2006:167). Ninguna investigación debe proceder sin tomar en cuenta las actitudes de los actores sociales que viven en las inmediaciones de los sitios, y cuyas vidas son afectadas directa-mente por las políticas económicas y culturales. A través del diagnóstico aquí propuesto y la participación en la Red de Casas de la Cultura (Región 03, Cuenca de Cuitzeo), se llegó a la conclusión de que existe un gran número de importantes áreas de intervención. Muchos arqueólogos, olvidando su papel de actores civiles, han mantenido su investigación “apartada” de las acciones de la sociedad civil, al interactuar con ella solo durante las estancias de cam-po; pero esta perspectiva no ha sido socialmente útil, razón por la cual este proyecto intenta redefinir el papel de la arqueología con nuevos objetivos den-tro del ámbito de gestión y, por ende, romper las barreras que la han sumer-gido en la investigación académica. Las comunidades han sido casi siempre excluidas de la investigación arqueológica y, también, de la construcción de su pasado. Sin embargo, Rosas (2001:28) sostiene que “… las investigacio-nes antropológicas han pasado de la conceptualización del patrimonio como

9 Yero Masdeu (2005:1) propone un Sistema Provincial de Protección al Patrimonio ar-queológico por las particularidades que se presentan en la provincia debido al desco-nocimiento de la población de los valores patrimoniales.

10 Es verdaderamente alarmante el que un porcentaje tan alto de los habitantes no pueda nombrar un solo sitio arqueológico de la región, mientras que otros sitios, como Teo-tihuacán, Chichén Itzá, Monte Albán, figuran entre los más destacados.

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acervo cultural a la de construcción social, esto es, como una cualidad que se atribuye a determinados bienes o capacidades…” con la participación activa de todas las comunidades.

El patrimonio natural y cultural de la región sufre diariamente pérdidas irreparables, pues una vez afectado ningún sitio puede recuperar su estado ori-ginal. Los intereses y conflictos que afectan la gestión de los recursos naturales impactan negativamente los sitios arqueológicos. En el campo de la arqueología comunitaria, la protección del patrimonio parte de la premisa que la comunidad debe involucrarse a partir del planteamiento de un proyecto y hasta su conclu-sión y la divulgación de los resultados,11 como ya sucede en varios lugares del mundo. La concientización/sensibilización de las comunidades es fundamental para mejorar su conocimiento, la conservación y el uso sostenible de la región.12 La investigación-acción se basa en desarrollar actividades compartidas que puedan beneficiar a los habitantes de una región. No hay que olvidar que todas las personas y todas las comunidades son integrantes de una sola sociedad, en este caso la de la cuenca de Cuitzeo.

Resultados

En México, la protección del patrimonio arqueológico es responsabilidad del INAH, organismo desconcentrado de la SEP y articulado desde 1988 al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). El 28 de abril de 1972, el Congreso de la Unión decretó la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Ar-queológicas, Artísticos e Históricos (LFMZAAH) y en 1985 emitió el Decreto de Reforma de la Ley Orgánica del INAH. Cabe señalar que, en la actualidad, existe en el país un gran debate legal respecto de la cultura y ciertos conflictos relacionados con la competencia jurídica entre el INAH y Conaculta.13 Buena parte de la población percibe al INAH como “el enemigo a vencer” (Robles y

11 Véase el papel de la arqueología como acción política (McGuire, 2008).12 “Se descentralizará la gestión cultural de la capital del estado hacia los municipios…,”

Plan Estatal de Desarrollo 2008-2012, p. 4.13 Como, por ejemplo, la renuncia del director del INAH, Etnlgo. Raúl Sergio Arroyo,

por diferencias en la legislación y la “duplicación de funciones y la multiplicación improductiva del gasto institucional” y, en específico, por la propuesta de la Ley de Fomento y Difusión de la Cultura por parte de Conaculta (Yáñez, 2007:1031).

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Corbett, 2001:56), y como un “saqueador” y “ratero” (Gómez, 2007: 700-701). Además “La arqueología es incómoda en tanto ocupa un lugar físico objeto de in-tereses diversos…” (Llavori de Micheo, 1998:312). A menudo, el descubrimiento de vestigios arqueológicos genera retrasos o demoras en obras públicas o privadas, lo que a su vez es una de las razones para no comunicar dichas obras al INAH. En la mayoría de los casos, los arqueólogos llegan a posteriori al sitio cuando ya se han iniciado obras que trastornan y descontextualizan los restos, así privándolos de su valor científico. Ciertamente, la arqueología ocupa un espacio privado, pero los intereses de este espacio son de índole pública, y no solo a nivel nacional sino también al de la humanidad misma. En efecto, el INAH enfrenta ciertos conflic-tos de índole jurídica debido a su incapacidad de resolver problemas relacionados con la tenencia de la tierra.14 Además, los marcos legales de las leyes vigentes “no están acordes al nivel de desarrollo alcanzado por la disciplina en su afán de investigar, proteger y divulgar el patrimonio arqueológico,” como afirmó Yero Masdeu (2005:1) para la provincia de Granma en Cuba, una aseveración también válida para México y otros países en Latinoamérica. En contraste, en 1997 Co-lombia creó las leyes 397 (Ley General de Cultura) y 388 (Ley de Ordenamiento Territorial) a fin de instituir medidas que protegen los sitios arqueológicos. “De esta forma, el plan especial de protección al patrimonio arqueológico incorporado en el Plan de Ordenamiento Territorial indicará el área afectada, la zona de in-fluencia, el nivel permitido de intervención y las condiciones de manejo” (Gallego e Imbol, s/f:3).

Robles y Corbett (2001:60) citan el caso del sitio arqueológico de Mitla en Oaxaca como un ejemplo ilustrativo de la “falta de instrumentos jurídicos y ad-ministrativos adecuados dentro del INAH,” y de cómo el turismo cultural im-pacta de manera negativa a la zona arqueológica,15 de modo tal que los poderes legales del INAH no han logrado solucionar el deterioro de la zona (Ibid.:60). Solo en los últimos seis años, por ejemplo, se han presentado más de 40 inicia-tivas de ley cultural a las Cámaras de Diputados y Senadores por legisladores, fracciones parlamentarias y legislaturas estatales, entre otros. Existe un con-

14 La regularización de la tierra no entra dentro de las atribuciones del aparato jurídico del INAH (Robles y Corbett, 2001).

15 “… cada vez más se dan situaciones que rebasan el ámbito jurídico y se definen como sociopolíticas” (Machuca, 2006:177).

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senso de que la Ley del INAH de 1972 es inadecuada para proteger las regiones culturales, como en el caso de Cuitzeo. El concepto de “zona de monumentos” definido en la misma ley es útil para salvaguardar zonas edificadas, pero delimi-ta de manera negativa lo que debería protegerse en Cuitzeo: a saber, la región. Debemos cambiar nuestro enfoque al pasar “de la [escala] típicamente empleada por la arqueología mexicana (la del sitio), a la del paisaje cultural arqueológico… vemos el paisaje cultural como una escala intermedia entre el sitio y la región” (Gándara, 2008:231). Esta perspectiva coincide, además, con la manera en que la ecología percibe al paisaje de una cuenca. Otra marcada debilidad del INAH es la falta de colaboración interinstitucional y, en específico, la relación entre sus centros regionales y los gobiernos estatales. En Michoacán, por mencionar un caso, es notoria la falta de comunicación e información, “síntoma[s] de de-bilidad institucional” (cf. Yáñez, 2007:1035).16 La burocracia, la incongruencia, la falta de comunicación con los investigadores de otros centros vecinos como, por ejemplo, Guerrero y Guanajuato, son problemas evidentes (Cárdenas et al., 2007:808). Además, el destinar recursos para proteger los sitios monumentales característicos de las “altas culturas” del centro y sureste del país en detrimento de áreas más marginadas como Cuitzeo, denota el incumplimiento de la mis-ma Ley Orgánica: como preguntan Cárdenas et al. (2007:809), “¿solo los me-gaproyectos deben recibir alto financiamiento?, ¿acaso Mesoamérica solo fue Mexica, Maya o Teotihuacan? Estos debates han creado una dicotomía ima-ginaria entre las instancias jurídicas encargadas de proteger el patrimonio que inevitablemente provoca cierta inestabilidad respecto de las decisiones políticas. La convergencia de facultades e intereses apunta a la necesidad de crear una sola entidad administrativa encargada de gestionar el patrimonio. Proceden los debates legales a costa de un patrimonio vulnerable, cuya protección requiere una solución urgente por la destrucción diaria de los vestigios arqueológicos. La falta de comunicación y colaboración interinstitucional es la razón principal de la duplicación de esfuerzos, la burocracia y los demás factores que impactan negativamente los sitios. Los monumentos arqueológicos son procesos dinámi-cos que sufren alteraciones continuas. Ya se mencionó que el patrimonio de la

16 “… el INAH arrastra una estructura orgánica incompleta, en considerable medida insuficiente o improvisada y poco sólida… procedimientos institucionales arcaicos e ineficiencia interna” (Yáñez, 2007: 1035).

La cuenca de Cuitzeo, Michoacán: patrimonio arqueológico 309

cuenca de Cuitzeo se conforma de cientos de sitios. Pese a la especialización de la disciplina, los arqueólogos se olvidan de su compromiso ético de proteger el patrimonio e insisten, con unas pocas excepciones, a mantener su labor aparta-da de la sociedad civil.

En Estados Unidos, precisamente a fin de enfrentar los riesgos y proteger el medio ambiente, se establecieron en los años setenta varias medidas, como la National Environmental Policy Act (NEPA), con la finalidad de determinar el riesgo de los proyectos de desarrollo, la que a su vez introdujo las Evaluaciones de Impacto Ambiental (EIA o Environmental Impact Assessments). De esta mane-ra, los recursos patrimoniales (incluidos los sitios arqueológicos) fueron ligados a los recursos naturales como elementos que merecen protección.17 Al mismo tiempo, se desarrolló en la arqueología un marco teórico adecuado para la ela-boración de proyectos concretos a escala regional cuya finalidad es estudiar los sistemas sociopolíticos de la antigüedad y proteger el registro arqueológico: la denominada Nueva Arqueología, o arqueología procesual. La Nueva Arqueo-logía promovió un enfoque sistémico en que el paisaje es percibido como un conjunto de subsistemas interrelacionados. Por consecuencia, se dio un cambio conceptual y la palabra gestionar vino a reemplazar al término rescatar como el objetivo principal del quehacer arqueológico. La autora tuvo la oportunidad de experimentar la aplicación de este nuevo concepto en Inglaterra, donde los lineamientos del Planning Policy Guidance 16 (PPG16) establecen que ninguna obra pública puede iniciarse sin el rescate del sitio; y para rescatar es indispen-sable gestionar a fin de determinar los valores y la singularidad de cada sitio. En otro nivel institucional, la Ley del Equilibrio Ecológico y la Protección del Ambiente no prevé la inclusión de los sitios arqueológicos en áreas de protec-ción. El Plan Estatal de Desarrollo 2008-2012 del estado de Michoacán, en su apartado 7, hace hincapié en el importante papel de la cultura en el desarrollo social, refiriéndose a los vestigios “históricos,” mas no a los arqueológicos (Plan Estatal de Desarrollo 2008-2012). Aparentemente, la arqueología no siempre fi-gura en las políticas culturales administrativas. Por ejemplo, la “Propuesta de Desarrollo Cultural y Turístico” para Cuitzeo tampoco menciona el patrimo-nio arqueológico, pero sí el “patrimonio arquitectónico colonial” (Cuitzeo 25). El elemento cultural se menciona también en la gestión de las áreas naturales

17 Véase el ejemplo de Escocia en Adderley et al. (2004).

310 Los aspectos culturales y experiencias de participación en el ordenamiento

protegidas que son (según la definición de 1994 de The World Conservation Unit) las “áreas de tierra y/o mar especialmente dedicadas a la protección y mante-nimiento de la diversidad biológica, recursos naturales y culturales asociados, y manejadas a través de medios legales u otros medios efectivos” (Velázquez et al., 2005:9). Dentro de las áreas protegidas figura la reserva patrimonial, cuyo objetivo es “la conservación del patrimonio natural y cultural del sitio en las que están interesados comunidades o ejidos…” (Velázquez et al., 2005:22).18 En este orden de ideas, el patrimonio arqueológico de Cuitzeo ha sido excluido de la construcción histórica de la nación y, por lo tanto, devaluado por los grupos dominantes (véase por ej., Bonfil, 1991). No obstante las deficiencias en la pla-neación y estrategias de ordenamiento, el paisaje arqueológico sí está ligado con el ambiente, de manera que su inclusión en la planeación se vuelva obligatoria (Gándara, 2001:237) y permite la interpretación integral del paisaje, donde lo cultural se ve articulado con lo natural. El patrimonio de Cuitzeo es parte fun-damental del paisaje natural. El Convenio Europeo del Paisaje, firmado en el 2000 en Florencia, define al paisaje como “cualquier parte del territorio tal y como es percibida por la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos.”

Así, a los problemas relacionados con la gestión y el rescate del patrimonio arqueológico se propone como única salida viable la planificación territorial y la colaboración interinstitucional. En este trabajo se sigue la definición del ordenamiento territorial de Gómez y Ayala (1992:25): “la proyección en el espacio de las políticas social, cultural, ambiental y económica de una socie-dad.” Los PEOT (Programas Estatales de Ordenamiento Territorial) iniciados a partir del 2000, realizan diagnósticos DAFO con la finalidad de identificar las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades del territorio (Lega-rrea, 2002:38). Según la misma autora (2002:41), los datos del INEGI “... habrán de coadyuvar en el fortalecimiento de la conciencia sobre el territorio y la dinámica integral e interactiva de sus componentes,” motivo que requiere una estrategia colegiada del ordenamiento territorial. Hay un consenso de que los criterios culturales deben tomarse en cuenta en la gestión del patrimo-

18 Algunos ejemplos en el estado de Michoacán son los Proyectos Curutarán. Reserva Patrimonial y Sustentabilidad patrimonial en la Cuenca del Río Tepalcatepec, ambos de El Colegio de Michoacán.

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nio natural. De hecho, varios países ya están promoviendo la idea de que los mecanismos de ordenación territorial son los más adecuados para controlar el impacto ambiental en los paisajes. Según Cleere (1989:11-13), la elabora-ción de una estrategia patrimonial debe incluir la identificación y registro del patrimonio. Este último constituye en algunos países la de facto protección legal del mismo. Según este autor, la gestión del patrimonio debe colaborar con los ordenamientos territoriales, una premisa de “aplicabilidad universal” (Cleere, 1989:12). Por último, los resultados deben divulgarse al público en general, aunque una revisión de la normatividad vigente relacionada con los ordenamientos territoriales indica que los elementos culturales no siempre son valorados. Durante la administración estatal 2002-2008, se realizó el or-denamiento ecológico territorial de la cuenca de Cuitzeo bajo la premisa de: “La complejidad e integralidad inherente al proceso de OET demanda una metodología lo suficientemente ´potente´ para el análisis global (no general) del entorno socioeconómico, cultural, ambiental y político, y de sus evolucio-nes futuras, lo cuál [sic] permitiría a las instancias competentes una gestión más certera y responsable del desarrollo territorial regional” (OET Cuitzeo, 2006:138). El Programa del Ordenamiento (2006:61-62) presenta un cuadro (Figura X) [sic] que menciona 174 sitios arqueológicos en diez municipios, se-gún información proporcionada por el INAH en 2004. No obstante, el patri-monio arqueológico no se incluye en las políticas ambientales, como tampoco en las 202 unidades de UGA (SUMA, 2006:150-151). Otro elemento indis-pensable de los OT es la cobertura del territorio; “aquellos objetos naturales o artificiales que cubren la superficie del suelo, los cuales pueden originarse de ambientes naturales… o a partir de ambientes artificiales creados y mante-nidos por el hombre (cultivos, represas, ciudades, etc.)”, (López et al., 2001). Cabe mencionar que, siendo objetos artificiales creados y mantenidos por el hombre en tiempos antiguos, los sitios arqueológicos deberían también estar incluidos en los planes y no solo, como se acostumbra, la cobertura vegetal y/o los asentamientos humanos actuales. Fernández Cacho (2008) parte de dos premisas al considerar la necesidad de incluir al patrimonio arqueológico en los planes de gestión territorial:

a) El Patrimonio Arqueológico ha de ser objeto de ordenación del territorio, como recurso territorial finito y no renovable. La Arqueología ya no sólo se

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centra en el análisis del pasado, sino también en la gestión de los restos de ese pasado en el presente.

b) Los bienes integrantes del Patrimonio Arqueológico forman parte del medio ambiente, no como objetos aislados en el territorio, sino con múltiples co-nexiones con otros elementos del sistema territorial.

Llavori de Micheo (1998:320-321), a su vez, propone la siguiente metodo-logía para integrar a la arqueología en la planeación:

Identificar las acciones del proyecto susceptibles de producir impactos.1. Identificar los elementos arqueológicos susceptibles de recibir impactos. 2. Identificar y valorar el impacto arqueológico.3. Proponer medidas preventivas y correctivas.4. Calendarizar las medidas arqueológicas correctivas.5.

Cabe resaltar en el inciso 2 la importancia de las cartas arqueológicas para el estudio del impacto ambiental, como fue el caso del proyecto “Tradición ar-queológica Cuitzeo” en 2008, realizado para el municipio de Álvaro Obregón a petición del presidente municipal. Las cartas arqueológicas permiten estudiar el patrón de asentamientos local y su integración en el paisaje con la finalidad de llegar a la toma de decisiones cualitativas y cuantitativas respecto del número de sitios que debían preservarse, su identificación y las medidas a implementarse. El INAH debe establecer los criterios de preservación de los sitios mediante el estu-dio previo del territorio, y trabajar en conjunto con las instancias responsables de las políticas territoriales (véase, por ej., Machuca, 2006:168). Además, es preciso definir a los actores sociales que participarán en el ordenamiento con la finalidad de prevenir conflictos entre el INAH y otras instituciones de autoridad similar, como SUMA, Semarnap, entre otras, ya que la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas otorga al INAH la responsabilidad de proteger los mo-numentos arqueológicos. “El INAH funciona dentro de un sistema de institu-ciones públicas… la coparticipación en la protección de los sitios arqueológicos es absolutamente necesaria” (Robles y Corbett, 2001:61). La calificación de la información que delimita las áreas arqueológicas proporcionará las bases para evaluar el riesgo a escala territorial y elaborar propuestas para proteger la entidad cultural que enfatizan la definición de la singularidad e importancia de un nú-

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mero determinado de sitios. Los datos arqueológicos recabados en un inventario son compatibles con la información georreferenciada de otras instancias. Incluir a los elementos arqueológicos desde el inicio de los planes del OT podría “… co-rregir o rectificar aquellas partes del mismo que entrarán eventualmente en con-flicto con imponderables de índole arqueológica” (Llavori de Micheo, 1998:316). Los datos sistematizados se vincularán con la información sobre los proyectos de infraestructura y desarrollo urbano existentes y con los riesgos naturales, con la finalidad de facilitar la toma de decisiones para los tres órdenes de gobierno y la sociedad civil.

Conclusiones

La preservación de los recursos culturales y naturales de la cuenca de Cuitzeo es un asunto público que exige una inmediata solución, puesto que los hallazgos arqueológicos representan la única supervivencia material de la historia prehis-pánica de la región. Es preciso formular un plan integral que tome en cuenta el patrimonio arqueológico de dicha cuenca, basado en la idea de la gestión como una intervención efectiva con la meta de construir un proceso dialógico que a veces hace falta entre las autoridades y las comunidades, y así lograr un desarrollo humano sostenible. Pese a las buenas intenciones de la Propuesta Interinstitu-cional de Ordenamiento Territorial para una planeación integral cuya meta es “consolidar tres factores: ciencia, política y administración” (Legarrea, 2002:37), esto no se refleja en el ámbito del patrimonio arqueológico en México. Se propone al municipio como región clave para la planeación del territorio de forma partici-pativa y sustentable. “Las tendencias universales vinculan a la gestión municipal con el desarrollo social y el problema del ordenamiento territorial a un proceso descentralizador en función del municipio” (Trujillo, 2007:208). Según Llavori de Micheo (1989:314, 329), entonces la arqueología debe incorporarse “a la esfera de la planificación del territorio como parte activa de la misma… el mejor marco para la arqueología en relación con las obras públicas es el de la política ambiental en general… ya que proporciona un ámbito de actuación (jurídico, administrati-vo, ejecutivo) y, sobre todo, una financiación.” La integración de la información sobre el patrimonio arqueológico en los planes de OT se basa en la investigación-acción e implica la concientización/sensibilización de las comunidades, lo que es fundamental para mejorar su conocimiento, la conservación del patrimonio y el

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uso sostenible de la región. La protección del patrimonio arqueológico de Cuitzeo concierne a toda la región en su conjunto por su herencia cultural común.

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