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La domótica (del latín domus (hogar) es el conjunto de sistemas automatizados de una vivienda que aportan servicios de gestión energética, seguridad, bienestar y comunicación, y que pueden estar integrados por medio de redes interiores y exteriores de comunicación. Se centra en los servicios de bienestar, seguridad y comunicaciones que pueden facilitarse en la vivienda a sus habitantes. Historia del hombre y sus orígenes Desde la era de la prehistoria. Cuando los hombres vivían en cuevas, se ha buscado una constante mejora del medio en el que establecerse, y más concretamente en su hogar. El descubrimiento del fuego en aquellos tiempos remotos supuso un adelanto diferencial en cuanto a seguridad y confort, ya que las llamas ofrecían por un lado protección frente los enemigos ajenos y a la vez luz y calor. Posteriores a las cuevas fueron las cabañas (situémonos en el periodo neolítico) y poco a poco la vivienda se fue transformando con la aplicación de nuevas técnicas y materiales, con diferencia según la zona geográfica. Más tarde en la Mesopotamia se inicia la construcción de lo que podríamos denominar “primeras casas” con piezas de barro, que más adelante también usarían los egipcios con edificaciones que iban de lo más modesto a verdaderas mansiones, con jardines, patios interiores, fuentes, dependencias, etc.

La Domótica

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La domótica (del latín domus (hogar) es el conjunto de sistemas automatizados de una

vivienda que aportan servicios de gestión energética, seguridad, bienestar y comunicación, y

que pueden estar integrados por medio de redes interiores y exteriores de comunicación. Se

centra en los servicios de bienestar, seguridad y comunicaciones que pueden facilitarse en la

vivienda a sus habitantes.

Historia del hombre y sus orígenes

Desde la era de la prehistoria. Cuando los hombres vivían en cuevas, se ha buscado una constante mejora del medio en el que establecerse, y más concretamente en su hogar. El descubrimiento del fuego en aquellos tiempos remotos supuso un adelanto diferencial en cuanto a seguridad y confort, ya que las llamas ofrecían por un lado protección frente los enemigos ajenos y a la vez luz y calor.

Posteriores a las cuevas fueron las cabañas (situémonos en el periodo neolítico) y poco a poco la vivienda se fue transformando con la aplicación de nuevas técnicas y materiales, con diferencia según la zona geográfica. Más tarde en la Mesopotamia se inicia la construcción de lo que podríamos denominar “primeras casas” con piezas de barro, que más adelante también usarían los egipcios con edificaciones que iban de lo más modesto a verdaderas mansiones, con jardines, patios interiores, fuentes, dependencias, etc.

En el siglo V a.C. algunas habitaciones de la casa griega (oikós) empezaban a tener una función muy específica como es el thalamós, lugar más íntimo en donde se guardaban los bienes más preciados. Estas casas servirían en un futuro de modelo para la civilización romana, que incorporaron una diferenciación aún más clara de las distintas salas; había el tablinum (recibidor), el triclinio (comedor) y los cubiculum(dormitorios), todo alrededor de un patio central denominado atrium. Algunas de las aportaciones de los romanos a la arquitectura doméstica fueron la introducción del agua corriente, que llegaba a las fuentes de las casas mediante los acueductos y las cañerías de plomo, junto con la invención de un ingenioso

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sistema de calefacción consistente en un sistema de cañerías subterráneas mediante las cuales circulaba agua que previamente sé había hecho calentar mediante con fuego y leña.

Las casas europeas de la Edad Media no representaron un adelanto relevante en cuanto a confort y seguridad a causa de la pobreza de la época, si bien los nobles vivían rodeados de comodidades en los castillos.

Ahora hagamos un salto cronológico hasta 1850, fecha de la 2ª Revolución Industrial. La evolución de las viviendas, que hasta entonces sé había ido desarrollando de forma discreta, se dispara con la aparición de la electricidad, el agua corriente, el gas, el correo, el teléfono y los electrodomésticos. Todas estas apariciones de la ciencia y la tecnología se fueron asimilando paulatinamente. Con inventos como el teléfono, la radio y más tarde la televisión, que favorecerá que la opinión pública se genere en el ambiente doméstico y no en el exterior como sucedía hasta entonces (por ejemplo en el caso romano la opinión se intercambiaba en el forum); en casa actúan los políticos, juegan los deportistas, cantan los artistas, debaten los intelectuales y combaten los militares. De esta forma el terreno doméstico ya esta preparado para los inicios de la automatización, que será la tecnología antecesora de la edificación inteligente.

La automatización, símbolo del progreso durante las ocho primeras décadas del siglo XX, iba extendiéndose a todo aquello susceptible de ser automatizado en un edificio. En los años setenta, un edificio moderno debía estar dotado como mínimo de escaleras, puertas, ascensores, climatización, sistema de detección de incendios y de intrusos; todo automático.

El hecho que permitiría encaminar la tecnología hacia los edificios inteligentes fue, sin lugar a dudas, la aparición del microprocesador y en definitiva de los ordenadores personales. No obstante, el concepto de edificio inteligente todavía quedaba lejos y el paso más importante para alcanzarlo vino de la mano del control climático: el ahorro y el confort eran y son factores prioritarios para un arquitecto, de modo que ingenieros e informáticos acercaron sus relaciones como nunca y empezaron a diseñar para posteriormente instalar sistemas de climatización controlados mediante la electrónica microprocesada, por autómatas y finalmente por ordenadores personales.

Entrando en los noventa, el desarrollo paralelo de tres grandes ramas de la tecnología (telecomunicaciones, electrónica e informática) hace que los edificios convencionales añadan múltiples mejoras y a su vez los hogares inteligentes empiecen a ser una realidad más palpable, aunque eso sí más cerca de un interés promocional que real (nos encontramos en un estado embrionario y aún no podemos hablar de casas inteligentes). Cualquier edificio dotado de sistemas inteligentes de climatización de accesos, de iluminación, etc. era considerado inteligente cuando en realidad las palabras más adecuadas habrían sido edificio domótico.

Nuestros días

Hasta la actualidad el usuario de una instalación eléctrica convencional se conformaba sencillamente con iluminarse, calentarse y disponer de acceso al tendido eléctrico para conectar los electrodomésticos y demás componentes eléctricos.

Los requisitos de una instalación se limitaban a proteger las líneas y las personas contra los riesgos eléctricos.

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Posteriormente, a las funciones tradicionales se han añadido nuevas funciones y productos que gestionan la energía y el confort como aparatos que permiten aplicaciones especificas como programar la calefacción, regular la temperatura ambiental, gestionar el consumo de energía, etc.

La incorporación de estas instalaciones singulares ha supuesto mayor complejidad, aumentando el cableado interno de la vivienda y provocando que una ampliación y/o modificación de dicha instalación se traduzca en largas y costosas intervenciones por parte del instalador.

2. ¿Qué es la domótica?

Entendemos como tal la incorporación al equipamiento de nuestras viviendas y edificios una práctica, intuitiva e innovadora tecnología que permita gestionar de forma energéticamente eficiente, segura y confortable para el usuario, los distintos aparatos e instalaciones domésticas tradicionales que conforman una vivienda ( la calefacción, la lavadora, la iluminación...).

El usuario nota que tiene el control, y ese control lo ejerce mediante el sistema para ahorrar o derrochar (yo controlo, yo decido). Podemos hacer que una luz se encienda al abrir la puerta, o que se cierren automáticamente el gas y el agua, se bajen las persianas y se apague la calefacción cuando activamos la alarma al salir de casa, pero todo ello porque yo quiero, no porque el sistema quiera (el usuario establece de forma intuitiva, centralizada y eficiente como quiere que su hogar se automatice).

Para que un sistema pueda ser considerado inteligente ha de incorporar elementos o sistemas basados en las Nuevas Tecnologías de la Información. Generalmente, un sistema domótico dispondrá de una red de comunicación y diálogo que permite la interconexión de una serie de equipos a fin de obtener información sobre el entorno doméstico y, basándose en dicha red, hará de la vivienda un entorno más funcional, inmediato y a medida de cada usuario.

En la actualidad la propia evolución, la convergencia en prestaciones y campos de aplicación de las tecnologías disponibles, junto con este estado todavía muy inexplorado y otras razones de carácter semántico hacen que se prefiera la denominación Gestión Técnica de Edificios y Viviendas en detrimento del término domótica.

Podemos considerar la domótica como la utilización simultanea de electricidad, electrónica e informática en la gestión técnica de las viviendas o bien decir sencillamente que es el lenguaje mediante el cual el usuario y la vivienda se comunican. Entendemos por gestión técnica la modificación, ya sea local o remota, de los parámetros de los servicios y funciones implementados en la instalación.

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Según el destinatario podemos hacer distintas definiciones:

Para el usuario: Aquella que permite una mayor calidad de vida a través de la tecnología, ofreciéndole un aumento del bienestar y la seguridad de los habitantes, a la vez que una reducción de las tareas domésticas y una racionalización de los distintos consumos.

Para el técnico: Aquella que incluye agrupaciones automatizadas de equipos normalmente asociadas por funciones, que disponen de la capacidad de comunicarse interactivamente entre ellas a través de un soporte de comunicaciones que las integra.

Antiguamente el usuario de una instalación eléctrica convencional se conformaba solamente con iluminarse, calentarse y disponer de acceso al tendido eléctrico para conectar los distintos dispositivos asociados.

Los requisitos de la instalación se limitaban a proteger las líneas y las personas contra los riesgos eléctricos.

Posteriormente, a las funciones tradicionales se han añadido nuevas funciones y productos que gestionan la energía y el confort (primordialmente).

Para dar respuesta a estas nuevas demandas, han aparecido en el mercado una extensa variedad de dispositivos que permiten aplicaciones especificas como programar la calefacción, regular la temperatura ambiental, gestionar el consumo de energía, etc.

La incorporación de estas instalaciones singulares ha supuesto mayor complejidad, el cableado que requieren estas innovaciones se debe añadir al ya existente y la densidad es tan elevada que una ampliación y/o modificación en la utilización de los locales se traduce en largas y costosas intervenciones por parte del instalador.

Se necesitaba una nueva tecnología para simplificar la instalación eléctrica, con el objetivo de:

Disminuir el cableado.

Una mayor flexibilidad que permita una fácil ampliación y/o re-configuración.

Integrar los servicios y las instalaciones convencionales, funcionando hasta ahora independientemente, posibilitando la comunicación e interacción entre ellos.

Al hablar del concepto de domótica en sí, que estaría mucho más cerca de un sistema de control que de un sistema de gestión, nos encontramos con dos tipos de filosofía principales.

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La primera es la filosofía de los sistemas domóticos restringidos, que llamamos así porque no permiten utilizar los mecanismos (interruptores, pulsadores, etc.) que desee el usuario, sino que limitan el abanico de posibilidades de elección a los modelos y marcas que son compatibles con sus sistemas, en este grupo nos podemos encontrar con las grandes marcas eléctricas. Los magnates del mercado eléctrico en Europa, que no potencian ni imaginan verdaderas soluciones domóticas a la vida cotidiana, aunque camuflen su dejadez o falta de imaginación en teóricos estándares de comunicación europeos y otras especies, posiblemente porque su mercado y facturación siguen estando en el ladoeléctrico de la vida, no en el electrónico.

Al otro lado está la otra filosofía, la que dice tú pon lo que quieras y yo te lo controlaré, con esta filosofía es con la que trabajan los fabricantes del país de la domótica, USA (o Home Automation como ellos lo llaman). Estos sistemas controlan todo lo que se instala en las viviendas y es susceptible de ser controlado. Toldos, persianas, electro-válvulas, luces, puertas automáticas, aires acondicionados, televisores, videos, equipos de música, DVD, y ese largo etcétera de equipos, electrodomésticos y sistemas con los que convivimos día a día.

2.1 Beneficios

Los beneficios que aporta la domótica son múltiples, y se podría afirmar que cada día surgen nuevos. Por ello los agruparemos en los siguientes apartados:

1- El ahorro energético gracias a una gestión tarifaria e "inteligente" de los sistemas y consumos.

2- La potenciación y enriquecimiento de la propia red de comunicaciones.

3- La más contundente seguridad personal y patrimonial.

4- La tele-asistencia.

5- La gestión remota (vía teléfono, radio, Internet, etc.) de instalaciones y equipos domésticos.

6- Aumento del bienestar y en definitiva, del confort.

2.2 Aplicaciones

La domótica busca el aprovechamiento al máximo de la energía y luz solar adecuando su comportamiento a nuestras necesidades.

Las posibles aplicaciones son innumerables dadas las posibilidades de la domótica, podemos decir tranquilamente que las posibilidades son tan extensas como puedan ser las pretensiones de los propios usuarios, por ello trataremos de agruparlas en las más comunes:

En el ámbito del ahorro energético:

a) Programación y zonificación de la climatización. El usuario personaliza a que hora y que zonas de la vivienda desea que estén gestionadas por el control central

b) Racionalización de cargas eléctricas: desconexión de equipos de uso no prioritario en función del consumo eléctrico en un momento dado. (Reduce la potencia contratada).

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c) Gestión de tarifas, derivando el funcionamiento de algunos aparatos a horas de tarifa reducida.

En el ámbito del nivel de confort:

a) Control de todos los dispositivos instalados y operativos desde un dispositivo central simplificando su gestión y optimizando su uso.

b) Apagado general de todas las luces de la vivienda.

c) Automatización del apagado/encendido en cada punto de luz. La forma de encender y apagar la iluminación de la vivienda puede ser automatizada y controlada de formas complementarias al control tradicional a través del interruptor clásico. Se puede en esta manera conseguir un incremento del confort y ahorro energético.

La iluminación puede ser regulada en función del nivel de luminosidad ambiente, evitando su encendido innecesario o adaptándola a las necesidades del usuario. La activación de ésta se realiza siempre cuando el nivel de luminosidad pasa un determinado umbral, ajustable por parte del usuario. Esto garantiza un nivel de iluminación mínima, que puede ser especialmente útil para por ejemplo un pasillo o la iluminación exterior.

Telefonía IP. Las comunicaciones de voz por Internet utiliza la conexión a Internet como red de transporte de los datos, para realizar una comunicación VoIP (Voice Over IP). Se puede realizar las llamadas desde el ordenador personal hasta otro PC remoto o bien hasta cualquier tipo de teléfono, basta con disponer de un PC, conexión a Internet, un equipo multimedia (altavoces y micrófono) y el software necesario para ello. Pero también existe la posibilidad de integrar, o hasta sustituir la telefonía tradicional con la telefonía IP. Como terminal para realizar las llamadas se puede utilizar por parte del que tiene contratado el servicio:

El PC, aprovechando los altavoces y micrófonos internos o externos.

El PC, con un teléfono especial conectado al puerto USB.

Un teléfono normal conectado a un hub que a su vez esta conectado a un router.

Un Teléfono o SmartPhone dotado de tecnología WiFi que directamente integra el software de telefonía IP.

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Características de los sistemas domóticos

Para valorar el grado de inteligencia de un edificio se han de tener en cuenta diversas variable observables tanto en sus sistemas automatizados como en su estructura. La medida en que se contemplan estas variables nos permitirán decidir si un edificio es inteligente o sencillamente dispone de funciones automatizadas y los podemos clasificar en tres grandes niveles:

Sistema Técnico.

Usuarios del edificio.

Diseño arquitectónico.