La filiación divina

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  • 8/6/2019 La filiacin divina

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    .Una revista para todo cristiano N 23 Septiembre -Octubre 2003

    PORTADA.

    Aunque todos entramos a la casa de Dios como teknon como niospequeos, el propsito de Dios es que finalmente alcancemos lahuiotesa la filiacin, es decir, la posicin de hijos maduros.

    La filiacin divina

    Rodrigo Abarca

    Una casa, de acuerdo con la Escritura, es bsicamente una familia. As, por ejemplo, laCasa de Jacob no es el lugar fsico donde Jacob viva con sus hijos, sino su familia ydescendencia. La casa de Dios es, entonces, la familia de Dios. Y dicha familia estconformada por sus hijos. Estos hijos han llegado a formar parte de la casa por medio dela fe en su Hijo.

    Nios pequeos e hijos maduros

    En el Nuevo Testamento, y especialmente en los escritos de Juan, hay dos palabras quese traducen indistintamente con el vocablo hijo en nuestra versin castellana. La primerade ellas es teknon y se usa siempre en conexin con los santos. La segunda es huisy se usa siempre para referirse al Seor Jesucristo y, en ocasiones, a los santos. Deeste modo, cada vez que encontramos en nuestra Biblia la palabra hijo aplicada alSeor, la expresin griega es huis. Pero, cuando hallamos la palabra hijo referida alos creyentes, los vocablos griegos pueden ser teknon o huis.

    Esta diferencia de palabras en el griego es sumamente importante, pues est relacionadacon el propsito eterno de Dios. En nuestra cultura occidental no tenemos dos palabras

    que signifiquen exactamente lo mismo que la palabras griegas teknon y huis. Y estose debe a que detrs de ellas existan ciertas costumbres que no existen en nuestracultura. Cuando el apstol Pablo, en Efesios 1:5 nos dice que fuimos predestinados porDios para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo hace alusin a una deesas costumbres. Para nosotros, la adopcin de un hijo es un acto legal por el cual unnio nacido de padres biolgicamente distintos es introducido en una familia diferente,con la cual no tiene lazos biolgicos. De este modo, se convierte en un hijo ms de esafamilia. No importa la edad que tenga, pues para nosotros un hijo, en este sentido, esalguien a quien reconocemos legalmente como tal y que a su vez nos reconoce comopadres.

    Por tanto, cuando leemos que Dios nos predestin para ser adoptados hijos suyos (Ef.1:5), pensamos equivocadamente debido a nuestro trasfondo sociocultural que se tratadel acto legal por medio del cual, a travs de la justificacin y la reconciliacin, Dios nosrecibi en su familia como a hijos. Nosotros ramos extraos, pero ahora somos hijosadoptivos por medio de Jesucristo. Pero, aunque todo lo anterior es correcto en unsentido, en otro, no lo es. Pues la adopcin neotestamentaria es, en verdad, algo muydistinto a lo que llamamos adopcin en nuestros das, ya que est vinculada con la metafinal y suprema de Dios para los suyos. Para comprender esto necesitamos recurrir a lamarcada distincin que el texto griego hace entre un teknon y un huis.

    En aquel tiempo, se llamaba teknon a los hijos pequeos. Durante el proceso de suformacin, los nios estaban en la casa del padre sometidos bajo preceptores y tutores

    hasta el tiempo en que alcanzaban la edad adulta. Este proceso de formacin reciba elnombre de disciplina, y su objetivo era convertir a los nios en hijos maduros, capacesde heredar y administrar la casa y los bienes de su padre. As que los teknon eran loshijos en proceso de formacin para la vida adulta y responsable. Por otra parte, cuandoun nio alcanzaba la edad adulta, el padre de familia haca una gran fiesta e invitaba atodos sus parientes, amigos y siervos. Ese da el nio era vestido con una ropa distinta a

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    la que haba llevado hasta entonces, y presentado ante todos los invitados como ellegtimo heredero de su padre, con todos los derechos y responsabilidades que elloimplicaba. A partir de entonces no se le considerara ms un teknon, sino un huis,esto es, un hijo adulto y maduro, que poda tomar su lugar junto a su padre en laadministracin y gobierno de la casa. Esta ceremonia, por medio de la cual un teknon seconverta en un huis, reciba el nombre de adopcin (del griego huiotesa, quesignifica, literalmente, poner en el lugar de hijo).

    Sin embargo, debido a que la palabra adopcin tiene un significado tan diferente en la

    actualidad, es preferible que utilicemos en su lugar la expresin filiacin, pues reflejamejor el carcter del hecho que estamos considerando.

    Creciendo hacia la madurez

    En consecuencia, la filiacin no era el principio de un proceso sino el final. Entramos enla casa de Dios como teknon, tal como nos los dice Juan en su evangelio: Mas a todoslos que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos(teknon) de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, nide voluntad de varn, sino de Dios (Jn. 1:8-9). Pues, lo que nos convierte en teknon deDios es un nuevo nacimiento por medio del cual la vida divina es impartida por el Espritu

    a nuestro espritu, y nos hace as participantes de la naturaleza divina. Dios, nos diceHebreos, es el Padre de nuestros espritus. Cristo ha hecho de nuestro espritu sumorada por medio del Espritu Santo.

    Y esta es la nica forma de entrar en la casa de Dios. No se trata de algo simplementeexterior. Un cambio de actitud, forma de vida y direccin; o bien, el abrazar ciertascreencias o convicciones mentales, o experimentar determinadas emociones. Todo elloes insuficiente por s mismo para introducirnos en la casa de Dios: se requiere un nuevonacimiento llevado a cabo en la misma raz de nuestro ser. La renovacin y regeneracinde nuestro espritu por obra del poder de la resurreccin de Cristo es, entonces, el puntode partida del proceso que nos convertir finalmente en hijos maduros de Dios (huis).

    Sin este nuevo nacimiento todo lo dems en la vida cristiana se vuelve inaccesible. Puesla vida que nos es impartida por el nuevo nacimiento tiene el poder de crecer ydesarrollarse, para conformarnos completamente a la imagen del Hijo (huis) de Dios,Jesucristo. El que ahora seamos teknon de Dios, segn Juan, significa que tenemos lasimiente de Dios en nuestro interior, es decir, al Hijo de Dios en nuestro espritu. Estasimiente es, en s misma, santa e incapaz de pecar. Pero Dios obra desde el centrohacia la circunferencia de nuestro ser. Primero pone su vida (la vida de su Hijo) ennuestro espritu, y luego, por medio de un largo camino de formacin y disciplina, vaexpandiendo dicha vida hasta transformar todos los estadios de nuestro ser. Es esteproceso lo que nos est convirtiendo progresivamente en huis de Dios. A medida queaprendemos a vivir por medio de la vida divina, gobernados por su Espritu, y hacemosnuestros todos los pensamientos y propsitos del Padre (al apropiarnos a cabalidad deCristo), dejamos de ser teknon y nos convertimos en huis. Al final de ese proceso seencuentra la huiotesa o filiacin. De modo que la madurez es algo que debe seralcanzado durante nuestro andar con el Seor aqu en la tierra. Tan slo la perfeccinfinal de este proceso est reservada para el tiempo por venir; esto es, nuestra plenafiliacin en la gloria.

    Luego la pregunta fundamental es estamos en posesin de esa vida?; y, si nuestrarespuesta es afirmativa, estamos viviendo por medio de esa vida? Pues alcanzar lamadurez significa que hemos aprendido a vivir por medio de la vida divina, o, lo que essinnimo, el Espritu Santo ha tomado el gobierno de todo nuestro ser, como nos dice elapstol Pablo: Porque todos los que son guiados por el Espritu de Dios, stos son hijos

    (huis) de Dios. Cuando ello ocurre, Cristo puede expresarse sin estorbo alguno pormedio de nosotros. Y esto no es algo meramente exterior. Los hijos de Dios semanifiestan cuando expresan y muestran a Cristo en sus palabras y actos. La expresinde Juan para referirse a la vida cristiana en su dimensin visible es la manifestacin,pues se trata de algo interior e invisible que se revela y hace visible. Por ello los hijos deDios se manifiestan. Ellos son la encarnacin de un propsito eterno, un misterio

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    celestial. Es la vida divina y eterna manifestada en hombres y mujeres sobre la tierra.Pues as fue como Cristo, el Hijo de Dios, a cuya imagen hemos de ser conformadospara la filiacin como hijos de Dios, se manifest en la tierra.

    Lo que hemos visto, lo que hemos odo... y palparon nuestras manos... pues la Vida fuemanifestada y la hemos visto. La Vida eterna es algo que debe manifestarse y hacersevisible entre los hombres. Juan nos dice que esta es la prueba de su presencia yoperacin en los nios de Dios. Un nio de Dios es uno que posee la vida de Dios; encambio, un hijo maduro es uno que vive por medio de la vida divina. Luego, la prueba y la

    evidencia de nuestro crecimiento y desarrollo como nios de Dios no est en nuestrasdoctrinas, nuestros credos, nuestras declaraciones, ni nuestras enseanzas, sino en lapresencia de la vida y su manifestacin, la cual nos va haciendo cada vez mssemejantes a su Hijo, Jesucristo. Una vida que es en todo sentido un milagro constante;una vida que triunfa vez tras vez sobre el mundo, el pecado, la muerte y Satans. Pueses la vida de resurreccin, la misma vida de Cristo en nosotros por el Espritu.

    Por tanto, lo que Dios busca en nosotros sobre todas las cosas, no es una meraconducta exterior, o la afirmacin y sistematizacin de ciertas doctrinas correctas ybblicas, sino el desarrollo y la manifestacin de su vida. No es que simplementeseamos buenos esposos, padres, trabajadores y creyentes, sino que su Hijo se exprese

    a travs de nosotros. No es la vida humana tratando de imitar la vida divina, sino la vidadivina expresndose a travs de la vida humana. No la mente humana sistematizando yexponiendo verdades, sino la revelacin y el conocimiento vivo de Jesucristo, como lasuma de todas las verdades divinas, impartido en nuestro espritu y alumbrado ennuestros corazones por obra de su Espritu. Cmo explicar con palabras la infinitadistancia que hay entre lo uno y lo otro?

    Hijos llevados a la gloria

    La casa de Dios es el lugar donde los nios de Dios estn siendo preparados yformados para ser adoptados hijos suyos (o para la filiacin) (Efesios 1:5) a lo largo deesta dispensacin. Hebreos nos dice que Dios habr de llevar muchos hijos a la gloria

    (Heb. 2:10). Y all la palabra griega es huis. Vale decir que aquello que Dios esperapresentar en la gloria son hijos maduros y no nios pequeos e inmaduros. Por ello, todala carta a los Hebreos est traspasada de un urgente llamado a crecer hacia la madurez.

    La gloria y la filiacin son idnticas. El traslado de los hijos de Dios a la gloria no sersimplemente un evento fsico desde un lugar a otro; desde un lugar llamado tierra hastaotro llamado cielo. Ser mucho ms que eso. Ser un cambio de dispensacin, ladefinitiva introduccin de un orden completamente nuevo. Un orden celestial por medio desus hijos, quienes expresarn eternamente su gloria. Pues, la gloria de Dios es algo queha de ser forjado profundamente en sus hijos antes de su final manifestacin o divinafiliacin.

    Pero antes nos preguntamos, qu es la gloria? En la Escritura, la gloria de Dios es laexpresin y la manifestacin de Dios mismo, tanto de su carcter, como de su poder yautoridad. La gloria de Dios es inseparable de l mismo: Yo Jehov; este es mi nombre ya otro no dar mi gloria... (Is. 42:8). Las obras de Dios expresan la gloria de Dios, esdecir, expresan la clase de Dios que l es. Su exclusividad y total alteridad con respectoa todo cuanto existe. Y el propsito de Dios es expresar la plenitud de su gloria pormedio de sus hijos. Y esto es algo que supera por completo toda nuestra capacidadnatural para comprender y entender. Pues, quin conoce la plenitud de lo que Dios es?Ni siquiera las ms poderosas de las criaturas celestiales que rodean su trono puedencomprender la infinita grandeza y potencia de su gloria.

    Pero Dios nos dice la Escritura segn el puro afecto de su voluntad, quiso compartir laplenitud de su gloria con sus hijos y manifestarla en ellos a todo el universo. No obstante,nosotros, que como criaturas, somos incluso inferiores a los ngeles, cmo podramosexpresar su gloria? La respuesta es: por medio de su vida divina impartida en nuestroespritu y expandida para vivificar la totalidad de nuestro ser. Y esta expansin es lo queen nosotros se est verificando diariamente por medio de la operacin de la cruz sobre

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    nuestro hombre natural y el poder de la resurreccin operando en nuestro hombre interioro espiritual. Un cada vez ms excelente y eterno peso de gloria se va acumulando sobrenosotros a medida que somos formados como hijos de Dios. Finalmente, cuando unamedida suficiente y rebosante de esa gloria se haya acumulado secreta, interior einvisiblemente en la iglesia (la compaa corporativa de sus hijos) a lo largo de la presentedispensacin, vendr su manifestacin visible, el da de la adopcin y de la redencin denuestro cuerpo (Rom. 8:23, donde la redencin del cuerpo es llamada tambin huiotesao filiacin). Luego, nuestro traslado a la gloria no ser simplemente un evento fsico yobjetivo, sino tambin el momento final de un proceso subjetivo que nos va transformando

    interiormente de gloria en gloria en la misma imagen de nuestro Seor.

    En ese da, aun nuestro cuerpo ser transformado para ser semejante al cuerpo de lagloria suya. Pues ese cuerpo glorificado ser el ltimo estadio de la obra que Dios estllevando a cabo en sus nios para transformarlos en hijos maduros. Por tanto, hemos deser preparados para ese da, formados y adiestrados en todas la lecciones espiritualesque nos harn aptos para disfrutar de la herencia de los santos en luz. Pues la carne y lasangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupcin heredar la incorrupcin. Porello, si tantos de los que se llaman cristianos tuvieran a lo menos un vislumbre de lagloria venidera, pronto veran toda la inadecuacin e insuficiencia de su vida natural yterrenal para dicha gloria.

    En consecuencia, una obra debe ser llevada a cabo antes de que podamos entrar en lagloria. Una obra de expansin de la vida y la naturaleza divinas en nuestro ser hasta queCristo lo llene todo y en todos. Pues slo lo que hay de l en nosotros posee lacapacidad de ser llevado a la gloria. Por medio de un nuevo nacimiento fuimosintroducidos en la casa de Dios como sus nios. Y, por esta razn, tenemos en nosotrosla potencialidad de convertirnos en hijos maduros y alcanzar la gloria. Esta es la metafinal de Dios para esta dispensacin. La regeneracin es el punto de partida. Por ella nosconvertimos en teknon de Dios. Pero Dios desea obtener, sobre todas las cosas, unacompaa corporativa de huis que comprendan a cabalidad sus pensamientos y tomenla responsabilidad de realizar su voluntad en la tierra. l necesita que sus nios crezcanhacia la madurez y, finalmente, tomen su lugar como sus legtimos herederos con todos

    los derechos y deberes que ello implica, como coherederos con su Hijo primognito. Estoltimo es su meta final: la filiacin de sus nios; la recepcin de sus huis en la gloria.

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