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LA FUNDACIÓN DE PUEBLA DE LOS ÁNGELES—MITO Y REALIDAD Julia HlRSCHBERG Smith College DURANTE EL PERÍODO colonial Puebla de los Ángeles gozó en Nueva España de una preeminencia tal que sólo fue superada por la de la ciudad de México. Por su población, su prioridad legal, su comercio, su prestigio civil, y hasta por el esplendor de su catedral, la Puebla colonial pudo aspirar a más que una mera pretensión de rivalidad con la capital. Pero, irónicamente, ese centro de riqueza y privi- legio fue fundado en 1531 como un experimento social utó- pico, destinado a combatir las mismas tendencias aristocrá- ticas que llegaría a encarnar. En las primeras décadas la corona española enfrentaba en su imperio del Nuevo Mundo dos problemas sociales básicos e interconectados: ¿Cómo proteger a sus subditos indios de sus subditos europeos? ¿Cómo convencer a los con- quistadores de que abandonaran la conquista por la coloni- zación? El establecimiento de Puebla fue una parte del per- manente esfuerzo por resolver ambos dilemas. Allí se insta- larían simples labradores, campesinos dotados con parcelas de similar extensión e idéntica influencia, fuera de las co- munidades indígenas y sin contar con el apoyo de los indios. Así, no sólo los indios y sus propiedades se disociarían de sus potenciales explotadores, sino que además se demostra- ría a los españoles que, a pesar de que los conquistadores aducían lo contrario, los europeos podían sobrevivir en el Nuevo Mundo del mismo modo como lo hacían en el an- tiguo. Desde el siglo XVI la dramática evolución de Puebla, que 185

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L A FUNDACIÓN DE PUEBLA DE LOS ÁNGELES—MITO

Y REALIDAD

J u l i a HlRSCHBERG

Smith College

D U R A N T E E L PERÍODO colonial Puebla de los Ángeles gozó

en N u e v a España de una preeminencia ta l que sólo fue

superada por l a de la c iudad de México . Por su población,

su p r i o r i d a d legal, su comercio, su prest igio c i v i l , y hasta

p o r el esplendor de su catedral, l a Puebla co lonia l p u d o

aspirar a más que una mera pretensión de r i v a l i d a d con

la cap i ta l . Pero, irónicamente, ese centro de r iqueza y p r i v i ­

l eg io fue fundado en 1531 como u n exper imento social utó­

p ico , destinado a combat i r las mismas tendencias aristocrá­

ticas que l legaría a encarnar.

E n las pr imeras décadas la corona española enfrentaba

e n su i m p e r i o del Nuevo M u n d o dos problemas sociales

básicos e interconectados: ¿Cómo proteger a sus subditos

i n d i o s de sus subditos europeos? ¿Cómo convencer a los con­

quistadores de que abandonaran la conquista por l a coloni­

zación? E l establecimiento de Puebla fue u n a parte del per­

manente esfuerzo por resolver ambos dilemas. All í se insta­

la r ían simples labradores, campesinos dotados con parcelas

de s imi l a r extensión e idéntica inf luencia , fuera de las co­

munidades indígenas y sin contar con el apoyo de los indios .

Así, n o sólo los indios y sus propiedades se disociarían de

sus potenciales explotadores, sino que además se demostra­

r í a a los españoles que, a pesar de que los conquistadores

aducían l o cont rar io , los europeos podían sobrevivir en e l

N u e v o M u n d o de l mismo modo como l o hacían en el an­

t iguo .

Desde el siglo XVI l a dramática evolución de Puebla, que

185

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186 J U L I A HIRSCHBERG

de u n exper imento ideal se convirtió en u n a metrópoli co­

lon i a l , a t ra jo el interés de los historiadores t an to profesio­

nales como aficionados hacia los decisivos años de l a fun­

dación de l establecimiento. ¿Cómo ocurr ió ese cambio?

Ningún o t r o período de la h is tor ia de l a c iudad ha sido

estudiado con tanta profusión e intensidad. Desde la época

co lon ia l hasta nuestros días los investigadores h a n discut ido

sobre una serie de cuestiones, como, por e jemplo, a quién

debe a t r ibuirse e l proyecto i n i c i a l sobre el f u t u r o estable­

c imiento , quién convenció a l a corona para que diera la

o rden de fundación, dónde y cuándo se instaló l a pobla­

ción po r p r i m e r a vez, de dónde p r o v i n o el nombre de la

f u t u r a c iudad , y cuántos y quiénes fueron los que pa r t i c i ­

pa ron en l a fundación. Sobre l a base de estos detalles histó­

ricos se h a n hecho generalizaciones m u y amplias sobre l a

h i s to r ia social novohispana por aquellos que se interesan

especialmente en l o que Puebla puede revelar respecto al

proceso de colonización y l a lucha de España p r i m e r o por

el o rden y después por l a jus t ic ia . Por esto, los tan deba­

tidos detalles de l a fundación de la c iudad a d q u i r i e r o n l a

categoría de piedras fundamentales para la reconstrucción

de u n o de los experimentos sociales menos comunes en la

aventura de España en el N u e v o M u n d o .

Las l íneas generales de las pr incipales controversias aire*

dedor de l a h is tor ia de la fundación se def in ie ron duran te

el período co lon ia l . Los cronistas, como Motol in ía , Her re ra

y Tordesi l las , T o i quemada, Vetancour t y G i l González Dá-

v i l a , mezclaron l a leyenda, los hechos y l o probable . Sus

contr ibuciones fueron acomodadas, interpoladas o aceptadas

cabalmente por los historiadores locales de los siglos X V I I

y X V I I I , como Zerón Zapata, A n t o n i o de Ochoa, Diego Ber-

múdez de Castro, fray Juan de Villasánchez, Pedro López

de Vil laseñor y el maestro ind i scu t ido de la erudición po­

blana, M a r i a n o Fernández de Echeverría y V e y t i a . 1 E n l a

i M O T O L I N Í A , 1951; H E R R E R A Y T O R D E S I L L A S , 1934; T O R Q U E M A D A , 1723;

V E T A N C U R T , 1960-1961; G O N Z Á L E Z D Á V I L A , 1959; ZERÓN ZAPATA, 1945;

O C H O A , s/f; B E R M Ú D E Z DE CASTRO, 1908; V I L L A S Á N C H E Z , 1967; L Ó P E Z DE

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LA FUNDACIÓN DE PUEBLA DE LOS ÁNGELES 187

década de 1920, al cumplirse los cuatrocientos años de l a fun­

dación, se. planteó casi como u n impera t ivo práctico el rena­

c i m i e n t o del tema en l a historiografía, que aprovecharon

los h i jos nativos y adoptivos de l a c iudad, y en especial el

e r u d i t o alemán H u g o Le ich t , para t ratar de resolver el pro­

b l e m a de dónde y cómo debía conmemorarse la fundación. 2

Histor iadores más contemporáneos, como Francois Chevalier,

N o r m a n F. M a r t i n y Guada lupe A l b i Romero, u t i l i z a r o n

los resultados de esos estudios para t ratar de ubicar la fun­

dac ión de Puebla en el contexto de l a his tor ia social de l a

c i u d a d y de la co lonia . 8

E n cierto modo tan temprana preocupación por esa par­

te de la h is tor ia de Puebla simplificó los estudios posterio­

res. Se real izaron exhaustivos intentos, muchas veces pagados

p o r el gobierno, para ubicar las fuentes existentes, examinar

y reexaminar la información proveniente de esas fuentes, y

enunc ia r las hipótesis plausibles cuando faltaba documen­

tación o l a que exist ía n o era explíci ta. Sin embargo, en

o t r o sentido, l a persistencia de esa controversia t rad ic iona l

du ran t e tan to t i empo contr ibuyó más a oscurecer que a

aclarar los problemas. L a leyenda se entremezcló con los

hechos y la tradición consagró e l conjunto . En ciertos casos,

para los contendientes, la mera controversia llegó a ser más

i m p o r t a n t e que el contenido mi smo del debate, y además,

l a d isputa ha c o n t r i b u i d o a or ientar l a energía de los inves­

tigadores hacia rutas l imi tadas y tr i l ladas.

Después de cierto t i empo dedicado a examinar el escaso

ma te r i a l p r i m a r i o y l a abundante l i t e ra tu ra secundaria sobre

l a fundación de Puebla, parecería útil reexaminar aquí al­

gunas de las controversias más persistentes para enterrar

algunos mi tos y extraer de otros algunas briznas de verdad.

V I I X A S E Ñ O R , 1961; V E Y T I A , 1931. Véanse las explicaciones sobre siglas y

referencias al final de este artículo.

2 L E I C H T , 1961; vid. también los artículos de Leicht y otros en la

revista Puebla ( L E I C H T , 1930a, 1930b, 1930c), y las ediciones de la épo­

ca de Revista India, Eurindia, Revista de Oriente y otras. 3 C H E V A L I E R , 1947; M A R T I N , 1957; A L B I R O M E R O , 1970.

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188 J U L I A H1RSCHBERG

A l esclarecer así el proceso del exper imento social, también

podrían surg i r algunas de las razones p o r las cuales fueron

desnaturalizados los objetivos sociales más idealistas de los

fundadores de Puebla.

E L E X P E R I M E N T O E N SUS ORÍGENES

Dis t in tos historiadores h a n a t r i b u i d o al p r i m e r obispo de

T l a x c a l a , f ray J u l i á n Garcés, a los franciscanos, o a l a p r i ­

me ra audiencia, la iniciación de l a campaña que culminó

con la fundación de Puebla. Garcés, u n d o m i n i c o discípulo

de A n t o n i o de N e b r i j a y ex a l u m n o de la Sorbona, l legó a

N u e v a España en 1526 para hacerse cargo de su recién crea­

d o obispado. 4 L a preparación humanis ta de Garcés se com­

plementaba con u n claro sentido misionero, y parecería que

se lanzó gustoso a la lucha por el poder que sobrevino tras

la conquista . Su preocupación por su p r o p i a posición, así

como por el bienestar de su rebaño, l o llevó a recomendar

que se estableciera en su sede, l a c i u d a d de T laxca la , una

c o m u n i d a d exper imenta l .

Para recompensar la alianza de T l a x c a l a con Cortés, los

t r iunfantes españoles habían e x i m i d o al t e r r i t o r i o t laxcai-

teco de establecimientos españoles. 5 S in embargo, según Gar­

cés, este favor hab ía resultado una bendición m u y relat iva.

A l fa l tar en la p rov inc i a una a u t o r i d a d secular, hordas de

pelafustanes españoles se habían sentido estimulados a i n ­

v a d i r los pueblos tlaxcaltecos, causando g ran angustia a los

indios , a quienes obl igaban a prestar bienes y servicios no

exigidos por la ley. Según Garcés, t an to se v io laban las leyes

que él y otros sacerdotes tenían verdadero m i e d o de v i v i r

al l í . Si esos abusos cont inuaban los ind ios se rebelarían.

Además, la ac t i t ud de esos españoles era como una b u r l a a

las enseñanzas cristianas que Garcés y los misioneros trans­

mi t ían a los indios convertidos, y u n m a l e jemplo para

4 N A V A , 1956.

5 GIBSON', 1952, cap. 6.

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L A F U N D A C I Ó N DE P U E B L A DE LOS ÁNGELES 189

éstos. Garcés creía que el p roblema terminaría si los euro­

peos fueran instalados formalmente en T laxca la , donde sus

actividades podrían controlarse. Y agregaba, discretamente,

que ta l desorden en una p rov inc ia t an r ica perjudicaba tan­

to a los ingresos reales como a los i nd ios . 6

Los misioneros franciscanos de Nueva España —según

su vocero, Motol inía , guardián de Tlaxcala— admi t i e ron l a

existencia de problemas similares a los que enunciaba Gar­

cés, pero no sólo en T l a x c a l a sino en toda la Nueva España.

S in embargo, proponían soluciones mucho menos ambicio­

sas. T a l como decía el frai le en su His to r i a , él y sus colegas

pedían a los oidores de la audiencia

que hiciesen u n pueblo de españoles, y que fuese gente que

se diesen a labrar los campos y a cultivar la tierra a e l modo

y manera de España, porque la tierra había muy grande dis­

posición y aparejo; y no que todos estuviesen esperando re­

partimiento de indios; y que se comenzarían pueblos en los

cuales se recogerían muchos cristianos que a l presente anda­

ban ociosos y vagabundos; y que también los indios tomarían

ejemplo y aprenderían a labrar y cultivar a el modo de Es ­

paña; y que teniendo los españoles heredades? y en qué se ocu­

par, perderían la voluntad y gana que tenían de se volver a

sus tierras, y cobrarían amor con la tierra en que se viesen

con haciendas y granjerias; y que juntamente con esto, ha­

ciendo este principio, sucederían otros muchos bienes. 7

•6 Para un resumen oficial de la posición de Garcés, vid. el com­pendio de V E Y T I A , I , pp. 60-61; y carta del rey a la audiencia (25 ene. 1531), en AGÍ, Audiencia de México, leg. 1088, t. 2, f. 51-51v. Las afirmaciones de Garcés deben interpretarse dentro del contexto de las críticas que se habían desatado en España porque abandonó su sede para residir en la ciudad de México, como se observa en una carta del rey a Garcés (25 ene. 1531), en AGÍ, Audiencia de México, leg. 1088, t. 2, ff. 51-51v. Aun después de la fundación de Puebla el obispo no mudó su residencia a Tlaxcala. E n febrero de 1533 la audiencia explicaba que Garcés estaba enfermo y que por lo tanto no podía abandonar la capital. Audiencia al rey (9 feb. 1533), en AGÍ, Audien­cia de México, leg. 68, ramo 1.

7 MOTOLINÍA, 1951, p. 319.

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190 J U L I A HIRSCHBERG

L a p r i m e r a audiencia de l a N u e v a España se p r o n u n ­

ciaba en favor de una población española en T l a x c a l a p o r

razones aún más pragmáticas. Bajo l a presidencia del discu­

t i d o Ñ u ñ o de Guzmán, este organismo, caracterizado por l a

pa rc i a l i dad de su política, hab ía desatado en l a Nueva Es­

paña una oposición tan ardorosa que l a corona estaba i n u n ­

dada de solicitudes, tanto de laicos como de religiosos, que

reclamaban una administración más jus ta y efectiva. Frente

a críticas t an generalizadas, los oidores decidieron calmar a

su monarca y pal iar el desorden que habían c o n t r i b u i d o

a crear. U n a de las soluciones que habían pensado para lo­

gra r ambos fines fue que la audiencia propusiera e l la misma

l a creación de una población española en la c iudad de T l a x ­

cala. C o m o los franciscanos, los oidores sugerían que se bus­

caran colonos que fueran '"labradores", pues ellos podrían

u t i l i z a r me jo r los fértiles campos de esa p rov inc ia y así

aumentar los ingresos reales. 8

Cada una de esas propuestas fue tenida en cuenta para

e l exper imento que f ina lmente aprobó la corona. L a l i m i ­

tada documentación d i sponib le ind ica q u e se decidió apro­

bar el establecimiento de l a población como respuesta a la

petición de Garcés, aunque el resultado no contaría con

l a aprobación del obispo. A fines de 1530 los oidores de l a

segunda audiencia l legaron a N u e v a España con instruccio­

nes de instalar una población española en l a p rov inc ia de

T l a x c a l a . S in embargo, seguía en p ie l a cuestión de dónde

ub ica r la nueva c iudad. E n respuesta a Garcés, la corona

declaró que había ordenado a l a nueva audiencia pobla r l a

p rov inc i a de T l axca l a con españoles. Sin embargo, en las ins­

trucciones originales dadas a esa audiencia, la corona había

seguido las recomendaciones de Garcés en el sentido de crear

u n a población española en la c iudad de T laxca la . E n la mis­

m a semana la corona ordenó s implemente a sus representan­

tes fundar u n ' 'pueblo de cristianos españoles en el más

conveniente y aparejado lugar que os pareciere", en l a

8 Audiencia al rey (30 mayo 1530), en CDIA, X L I , p. 39.

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A DE LOS ÁNGELES 191

prov inc i a de T laxca la . Garcés, que se convirt ió en u n en­

carnizado enemigo del nuevo establecimiento, cont inuó du ­

ran te 1538 presionando en favor de su propuesta o r i g i n a l . 9

E n una relación de 1544, Bar to lomé de Zarate, p rocurador

de Puebla ante l a corte, expl icaba que Puebla debió haberse

fundado en l a c iudad de Tlaxca la , o por l o menos den t ro

de sus términos, pero que sus planificadores n o habían que­

r i d o usurpar las tierras de los i n d i o s . 1 0 Parecería que la

segunda audiencia tomó la decisión basándose en sus pode­

res discrecionales.

Hacia l a pr imavera de 1531 la audiencia ya hab ía def i ­

n i d o algo más los caracteres y objetivos de l nuevo estable­

c imien to , agregando todavía o t ra serie de metas que debían

cumpli rse . Esos planes eran más específicos que los de los

pr imeros abogados de l a fundación, pero igualmente utópi­

cos. E n u n i n f o r m e de l mes de marzo l a audiencia manifes­

taba que para proteger las vidas y propiedades de los ind ios

se había pensado en u n lugar para l a nueva comun idad

sobre el c amino de M é x i c o a Veracruz, entre las ciudades

de T l a x c a l a y Cho lu l a . Sin embargo, aunque así los espa­

ñoles estarían instalados lejos de éstos y otros establecimien­

tos indgenas, se recurrir ía a los pueblos vecinos para que

con t r ibuyeran con ayudas temporales para los trabajos de

construcción de las casas de los vecinos y de preparación

de los campos para los cul t ivos. Puesto que l a audiencia

hab ía descubierto rápidamente que los conquistadores " n o

se abaten a ningún género de t rabajo por l o mucho que

creen que merecen y n o estar hechos a e l lo" , se reclutaría

a los futuros pobladores p r inc ipa lmen te entre los no con­

quis tadores . 1 1 A los que así fueran elegidos se les darían lor­

ies para cu l t i va r y cr iar ganado. Además de los beneficios

a E l rey a la audiencia (18 ene. 1531), en L Ó P E Z DE V I L L A S E Ñ O R ,

1961, p. 36; el procurador del obispo de Tlaxcala al rey (31 mayo

1538), en AGÍ, Audiencia de México, leg. 1088, t. 4, ff. 87-87v.

16 "Relación de Bartolomé de Zarate, vecino y regidor de México,

sobre historia", en ENE, iv, pp. 137-138.

11 Audiencia al rey (30 mar. 1531), en ENE, I I , p. 43.

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192 J U L I A HIRSCHBERG

q u e para indios y españoles significaría este in ten to de pro­

teger a unos recompensando a los otros, la audiencia pre­

ve ía que de ese pob lamien to se obtendrían también ventajas

d e t i po más t rad ic iona l . E n términos económicos, una comu­

n i d a d agrícola en una región tan fértil podría abastecer a

t oda la colonia de los frutos y cereales españoles que hasta

entonces los pueblos indígenas habían sido incapaces de pro­

d u c i r . T a m b i é n podían prosperar en los valles adyacentes

a l a c iudad los rebaños de ganado europeo. E n términos

estratégicos, u n establecimiento español en la r u t a p r i n c i p a l

en t re la c iudad de M é x i c o y l a costa aseguraría las líneas

de comunicación de la audiencia con España y serviría ade­

m á s para v ig i l a r a u n a populosa región indígena en caso

d e rebelión, catástrofe que podía evitar la mera presencia de

l a c iudad. Esta misma también podía constituirse en posta

p a r a los viajeros hispanos que po r entonces se detenían en

T l a x c a l a a costas de l a población de esa c i u d a d . 1 2

Así, ya en la etapa de l a planificación, el fu tu ro del ex­

pe r imen to social estaba amenazado por los conflictos exis­

tentes entre sus propios defensores, y se volvía confuso po r

las metas conflict ivas que se le atribuían. L a importación

d e m a n o de obra indígena, aunque fuera temporaria, difí­

c i lmente podría significar u n comienzo prometedor para

u n exper imento destinado a lograr que los colonos n o de­

pendie ran de l servicio de los indios . Evidentemente, una

c i u d a d que se fundaba para absorber a l a población vaga­

b u n d a necesitaba de pobladores diferentes y de u n gobierno

d i s t i n t o a los de las ciudades que, según se suponía, debían

consti tuirse en e jemplo de l a v i r t u d cristiana, o a l imentar

u n a colonia, o recompensar a los desheredados, o cons­

t r u i r una defensa frente a los indios .

E n u n in fo rme de marzo de 1531 l a audiencia explicaba

que había enviado a una persona de confianza para encon­

t r a r u n s i t io adecuado para el nuevo establecimiento en el

12 Ibid., Juan de Salmerón al Consejo de Indias (30 mar. 1531),

en CDIA, xm, pp, 195-198.

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A D E LOS ANGELES 193

á r ea escogida. 1 3 Los historiadores posteriores han a t r i b u i d o

esta labor t an to a Garcés como a los franciscanos.

Según la leyenda popular , ta l como la re la taron Bermú-

dez de Castro y Veyt ia , Garcés soñó en vísperas del día de

San M i g u e l (el 28 de septiembre de, supuestamente, 1530),

q u e los ángeles l o l levaban a u n hermoso lugar que poseía

todas las ventajas d e l m u n d o : t ie r ra fértil, agua abundante

y c l i m a saludable. A l día siguiente condujo a u n g rupo de

franciscanos al lugar donde más tarde se fundaría Pueb la . 1 4

Se a d m i t a n o no los pormenores del sueño, es bastante pro­

bable que tenga asidero l a pretensión de Garcés a ta l dis­

t inción, teniendo en cuenta que desde m u y temprano él i n ­

tercedió en favor de la fundación. S in embargo, puesto que

su p r o p i a elección del lugar era precisamente l o que o r i g i ­

naba su i n q u i n a contra l a población, parece más probable

l a reivindicación de los franciscanos. Vetancour t apoya esta

ú l t ima posición insist iendo en q u e debe atr ibuirse a M o t o -

l i n i a todo el méri to de la elección de l lugar . El mismo M o ­

tol in ía re la ta con detalles su participación en las ceremonias

de fundación y en los pr imeros días de v i d a de l a pobla­

ción, poniéndose a sí mismo en la escena, con cierta auto­

r i d a d . 1 5 T a m b i é n es probable que los franciscanos, por ser

guardianes de T laxca la , Cho lu l a , Tepeaca y Huejo tz ingo ,

conocieran mejor l a zona que el obispo Garcés, siempre

ausente.

E l lugar preciso elegido para l a fundación i n i c i a l de

Puebla es u n tema tan discut ido p o r los historiadores po­

blanos como el de quién fue e l encargado de seleccionarlo.

S i n embargo, en este p u n t o disponemos de una mejor docu­

mentac ión con la cual se pueden confrontar las teorías

expuestas. Según Bermúdez de Castro, Puebla se estableció

p r i m e r o en el lugar de u n a venta regenteada por dos espa­

ñoles, Esteban de Zamora y su par iente Pedro Jaimes, en

13 Audiencia al rey (30 mar. 1 5 3 1 ) , en ENE, n, p. 4 3 .

14 V E Y T I A , 1931, i , pp. 65-67; B E R M Ú D E Z DE CASTRO, 1908, pp. 12-13.

15 V E T A N C Ü R T , 1960-1961, n, p. 301; M O T O L I N Í A , 1951, pp. 319-320.

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194 J U L I A HIRSCHBERG

e l camino de Méx ico a Veracruz. Sin embargo, el i n fo rme

de la audiencia ind ica que el lugar elegido distaba en ver­

d a d unas cinco o seis leguas del camino p r i n c i p a l . E n rea­

l i d a d , más tarde se desvió el camino para que pasara por

P u e b l a ; 1 6 más aún, la documentación existente n o mencio­

n a n i a los españoles n i a su venta.

O t r a tradición que puede apoyarse en documentos con­

servados es la que fue recogida p r i m e r o por T o r q u e m a d a

y Her re ra y aderezada p o r investigadores posteriores. Estas

fuentes d icen que Puebla se fundó or ig inar iamente en el

s i t io de u n establecimiento indígena abandonado conocido

como Cuet laxcohuapan, l o que se ha t r aduc ido como " l u ­

gar donde se lavan entrañas" o " t ie r ra de serpientes". A u n ­

que los Anales mexicanos registran que así l l amaban los i n ­

dios vecinos a l lugar en que se estableció Puebla, n i esta

fuente n i n i n g u n a o t ra conocida ind ican que hub ie ra exis­

t i d o alguna vez una población de ese n o m b r e . 1 7

Par t iendo de l a documentación contemporánea puede l le­

garse a u n a idea más precisa de l a ubicación de l p r imer

establecimiento. E n u n in forme elevado a l a corona e l 13

de agosto de 1531, el l icenciado Juan Salmerón —el o idor

encargado especialmente de l a fundación de Puebla— decía

que se hab ía elegido u n sit io ubicado u n a legua al nor te

de T o t u m i a c a n ( T o t i m e h u a c a n ) . Salmerón expl icaba que

este pueb lo hab ía sido una poderosa c iudad indígena, pero

q u e hab ía sido destruida unos sesenta años antes po r su

r i v a l Tepeaca. Los sobrevivientes habían h u i d o a T laxca la ,

dejando sólo u n a pequeña comun idad que en 1531 contaba

sólo con unas cincuenta o sesenta famil ias . D i r i g i d o por su

encomendero, Alonso Galeote, el pueblo protestó inmedia­

tamente alegando que una población española t an cerca

16 B E R M Ú D E Z DE CASTRO, 1908, pp. 11-12; Salmerón al Consejo de

Indias (13 ago. 1531), en ENE, XVI, p. 13.

17 T O R Q U E M A D A , 1723, i , p. 313; H E R R E R A Y T O R D E S I L L A S , 1934-1957, i ,

p. 63; Puebla en el virreinato, 1965, pp. 1-3; "Anales mexicanos — Pue­bla, Tepeaca, Cholula — 1524-1645", microfilm en M N A H , Serie Mis­

celánea, rollo 81, f. 25.

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L A F U N D A C I Ó N DE P U E B L A DE LOS ÁNGELES 195

podía v io l a r sus términos, a l mismo t i empo que reclamaba

las tres o cuatro leguas de que había dispuesto antes de la

v i c t o r i a de Tepeaca. 1 8 Salmerón no expl icó cómo se había

resuel to f ina lmente este confl ic to , aunque el hecho de que

Galeote se convir t ie ra en vecino de Puebla en 1532 y en

m i e m b r o de su cabi ldo en 1533 puede ser u n i n d i c i o . 1 9

F i j a n d o aún más estrechamente l a ubicación del lugar,

el t es t imonio que fray Juan de Zumárraga envió al Consejo

de Ind ias sobre la fundación de Puebla dice que la funda­

c ión de 1531 se ubicó al sur de l o que es hoy el cerro de

Guada lupe . Cotejando l a información de Zumárraga con

l a de Salmerón, resultaría que la p r i m e r a fundación de

Pueb la tuvo lugar a l sudeste del actual zócalo, unos cuatro

ki lómetros directamente al nor te de To t imehuacan , entre

esta población y el cerro de Guadalupe . L e i c h t llega a la

m i s m a conclusión general, aunque Vey t i a sostiene que l a

p r i m e r a c iudad debió de estar más al norte , al pie del ce­

r r o de Guadalupe ( l lamado de Be lén en esa época) "en l o

a l t o de San Francisco", en l a margen o r i en ta l del r í o de

San Francisco.^ 0 Según esto, el si t io o r i g ina l debió de estar

a l no r t e de l a actual iglesia de San Francisco, cerca del p r i ­

m e r monaster io franciscano de Puebla. D e hecho, l a posición

de V e y t i a se basa en el supuesto de que los pr imeros pobla­

dores habían const ruido sus casas alrededor de ese edif ic io .

S i n embargo, los testimonios de Salmerón y Zumárraga refu­

t a n convincentemente este supuesto.

L a visión de l obispo Garcés, que ya mencionamos con

re lación a l a elección del l uga r para el establecimiento

de Puebla, también desempeñó u n papel fundamenta l en la

18 Salmerón al Consejo de Indias (13 ago. 1531), en ENE, XVI,

pp. 12-13. E l papel de Salmerón en el desarrollo de Puebla se discute

m L E I C H T , 1933, pp. 5, 33-35.

19 Lista de vecinos, del 6 de diciembre de 1532, en A A P ¡ L C , su­

plemento 1, ff. 7v-9.

20 Testimonio de fray Juan de Zumárraga (4 abr. 1534), en AGÍ,

Patronato, leg. 21, n? 4, ramo 1; L E I C H T , 1930c, pp. 60-65; V E Y T I A ,

1931, i, pp. 89-90, 203.

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196 J U L I A HIRSCLIBERG

cuestión de por qué se elegió el nombre de Puebla de los

Ángeles para esa c i u d a d . 2 1 Como era de esperarse, los p r i ­

meros historiadores encontraron la explicación de l a parte

f i n a l de l nombre en los guías celestiales de Garcés . 2 2 Germán

L i s t Azurb ide ha sugerido otras dos etimologías: l a c iudad

p u d o haber tomado su nombre de l monasterio peninsular

de l obispo Garcés, el convento de Santa Mar í a de los A n ­

geles; "Puebla" derivaría de las "cartas de puebla" concedi­

das por l a corona para la fundación de las nuevas ciudades.

Zerón Zapata dice que el nombre proviene simplemente del

uso común, es decir, de " lugar donde se puebla" . Sin em-

bargo, l o que parece más plausible si se acepta la conside­

rab le in f luenc ia de los franciscanos duran te el período de la

coloniznción, ha sido sugerido por L e i c h t y J o h n M c A n d r e w :

el nombre de Puebla provendría de Juan de l a Puebla, el

franciscano español que fundó el g r u p o de los minor i t a s de

ent re los que se escogió in ic ia lmente a los misioneros de Nue­

va España. Su reforma, el Custodio de los Ángeles, fue er i ­

g i d a en p rov inc i a con el mismo nombre de los Ángeles

en 1518.5®

Fina lmente , l a discusión sobre la fecha precisa de la f u m

dación de Puebla ha sido en esencia l a de una definición.

Existe acuerdo sobre los hechos básicos, pero l o que ha

provocado cierta discusión es la fecha exacta de la funda­

c i ó n . 2 4 Después de agrios debates, e l comité que debía orga­

nizar l a conmemoración en la década de 1930 fijó como fe-

cha el 16 de a b r i l de 1531 . 2 5 Sin embargo, sabemos por l a

21 Sólo en 1533 Puebla se convirtió en "la ciudad de los Ángeles".

Vid. infra.

22 V E Y T Í A , 1931, i , p. 68.

28 L I S T AZURBIDE, 1958; Z E R Ó N Z A P A T A , 1945, p. 26; L E I C H T , 1930b,

pp. 39-40: J . McAndrew, citado por K U B L E R , 1948, i , pp. 5-7.

24 M O T O L I N Í A , 1951, pp. 319-320, afirma que Puebla se fundó el 16

de abril de 1530, fecha que a veces, citan historiadores posteriores. Sin

embargo, es probable que esa fecha se deba a un error del copista,

como indica Steck, el traductor de Motolinía, en su nota 3; vid. tam­

bién V E Y T Í A , 1931, i, pp. 85-86.

25 Esa fue la fecha de la ceremonia oficial de conmemoración ¿

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A D E LOS ÁNGELES 197

correspondencia of ic ia l que la población se había in i c i ado

desde antes de esa fecha, y, como veremos, en 1532 h u b o

q u e hacer u n a segunda fundación para asegurar l a sobre­

v ivenc ia de Puebla. Por consiguiente, parecería que debería­

mos ampl i a r nuestro concepto de "fundación" para i n c l u i r

u n largo período de planificación, comienzos fal l idos y es­

fuerzos renovados. Ent re 1530 y 1534 Puebla fue planeada,

discut ida, vue l ta a planear, instalada, destruida y r e s t ab le ­

cida, y f ina lmente o b t u v o su p leno estatuto m u n i c i p a l a

pesar del desacuerdo de los fundadores, el descontento de

los colonos, los desastres naturales y l a intensa oposición

de l a colonia.

C O M I E N Z O D E L A F U N D A C I Ó N

Según Torquemada , se encargó a los franciscanos la se­

lección de los pr imeros pobladores de Puebla y l a disposi­

c ión de l a p r imera ayuda o servicio personal que prestarían

los indios. L a documentación de la época da fe de l a in ter ­

vención de los franciscanos por l o menos en l a ú l t ima de

esas tareas, pues los guardianes franciscanos de Cho lu l a ,

H u e j o t z i n g o y T l a x c a l a dispusieron en 1532 que esa ayuda

c o n t i n u a r a . 2 6

Las apreciaciones contemporáneas sobre el tamaño de l a

p r i m e r a población europea y las estimaciones posteriores ba­

sadas en l a documentación de la época varían entre t r e in ta

y sesenta cabezas de f ami l i a . Los pr imeros recuentos dignos

de crédito, los de Moto l in ía y l a audiencia, hab lan respec­

t ivamente de " n o más de cuarenta" y de c incuenta . 3 7 L a

Vid. L E I C H T , 1930a, pp. 35-39. Sin embargo, también se grabó la fecha

del 29 de septiembre de 1531 en el monumento que se erigió a los

fundadores durante esa celebración, por error, como se verá más ade­

lante.

26 T O R Q U E M A D A , 1723, i , p. 312; minutas de los encuentros entre

Salmerón y los guardianes franciscanos (11 dic. 1532), en A A P / L C ,

suplemento 1, ff. 10-11.

27 V E Y T I A , 1931, i , pp. 101-103; MOTOLINÍA, 1951, p. 320; testimonio

de don Luis de Castilla ante el Consejo de Indias (12 mar. 1534), en

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198 J U L I A HIRSCHBERG

p r i m e r a descripción de esos pobladores se encuentra en u n

i n f o r m e enviado a la corona en marzo de 1531 por fray

L u i s de Fuensalida, guardián franciscano de l a c iudad de

M é x i c o . Pocas semanas antes de l a ceremonia fo rmal de la

fundación Fuensalida describía a los españoles reunidos

en el l uga r elegido como " u n pueb lo de cristianos todos

labradores e granjeros". E insistía en que, puesto que los

pobladores eran tan pobres^ eran acreedores a una merced

rea l de nueve o diez m i l fanegas de ma íz . 2 8

Los cálculos sobre los ind ios impor tados para construir

los p r imeros edificios de Puebla varían tanto como cuando

se t ra ta de evaluar l a población española. Motol in ía dice

que unos siete u ocho m i l trabajadores l legaron solamente

de T laxca l a , y unos pocos menos de Huejo tz ingo, Calpan,

Tepeaca y Cholu la . Sin embargo, unos días antes de l a

ceremonia de la fundación, l a audiencia informó que adju­

dicaría a cada poblador entre diez y t re in ta trabajadores;

a d m i t i e n d o l a cifra máx ima de pobladores españoles que se

c i ta , se l legaría a unos 1 800 indios . Var ios meses después

l a audiencia confirmó que se hab ía dado a cada poblador

ve in te trabajadores. 2 9 L a discrepancia podría deberse a l o

q u e en esa época era h a b i t u a l respecto al servicio de mano

de obra. Cuando en la c iudad de Méx ico y en l a Tenoch-

t i t l a n an ter ior a la conquista se recurr ió a ese t i po de leva,

los grupos de trabajadores ro t aban den t ro del con jun to de

m o d o que l a carga de l servicio se d is t r ibuyera equi tat iva­

mente entre los pueblos sometidos a esa obligación. Quizá

Moto l in í a se refería al con jun to de los trabajadores en lugar

de a l u d i r a la leva de u n período de te rminado . 8 0

Respecto a la ceremonia f o r m a l de la fundación, e l 16

A G Í , Patronato, leg. 21, n? 4, ramo 1; B E R M Ú D E Z DE CASTRO, 1908,

pp. 16-19; audiencia al rey (14 ago. 1531), en CDIA, X L I , p. 80.

2$ Fuensalida al rey (27 mar. 1531), en ENE, n, p. 34.

29 M O T O L I N Í A , 1931, p. 320; audiencia al rey (30 mar. 1531), en

ENE, I I , pp. 43-44; audiencia al rey (14 ago. 1531), en CDIA, X L I , pp. 80-81.

so G I B S O N , 1964, pp. 221-22.

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A DE LOS ÁNGELES 199

de a b r i l , contamos con el relato detallado de u n testigo

ocular . Moto l in ía cuenta que supervisó personalmente a los

trabajadores ind ios que construían u n rústico cobertizo con

u n altar, lugar en que celebró l a p r imera misa para los po­

bladores. Bend i jo entonces e l lugar, y se diseñó sobre u n

patrón cuadr iculado l a traza de las calles y de los solares. 8 1

C o m o u n o de los pobladores españoles presentes en l a cere­

m o n i a se l l amaba Alonso Mar t ín Part idor , muchos his tor ia­

dores supusieron que se le había encargado el deslinde o

part ición i n i c i a l . Pero debemos descartar ese m i t o , haciendo

no ta r que Par t idor tomó probablemente ese nombre de su

madre , Isabel Rodríguez Par t idora , y no del hecho de haber

desempeñado u n determinado papel en la fundación. 8 2

T a l como él mismo dice, es probable que Moto l in ía haya

supervisado el aspecto espi r i tua l de la fundación de Puebla,

pero la audiencia envió a su p r o p i o representante para v i ­

g i l a r los asuntos seculares. Salmerón había previsto asistir

personalmente a las ceremonias de la fundación, pero u n a

enfermedad l o obligó a postergar su viaje hasta fines de

m a y o . 8 3 E n el ínterin la audiencia ordenó al corregidor

de T laxca la , H e r n a n d o de Saavedra, que d is t r ibuyera los

solares a los pr imeros pobladores y v ig i l a ra el t rabajo de

los i n d i o s . 3 4

L a nueva población no recibió su p r i m e r cabi ldo n i sus

pr imeras ordenanzas municipales antes de l a l legada de Sal­

merón, alrededor del 18 de mayo. Salmerón concedió a Pue­

b l a sus pr imeros propios municipales atribuyéndole dos ven­

tas en el camino de México a Veracruz. Además, ordenó

81 M O T O L I N Í A , 1931, pp. 319-320. Para una reconstrucción técnica

de la traza de la ciudad, vid. K U B L E R , 1948, i , pp. 83 .

32 Vid.. V E Y T I A , 1931, i , pp. 84-85. Los nombres de los padres de

Partidor aparecen en su testamento del 4 de noviembre de 1557, repro­

ducido en un juicio habido entre sus herederos en 1558, en AGÍ,

Justicia, leg. 204, n? 4, ramo I.

33 Salmerón al Consejo de Indias (13 ago. 1 5 3 1 ) , en ENE, XVI,

p. 13.

34 Audiencia al rey ( 1 4 ago. 1 5 3 1 ) , en CDIA, X L I , p. 80.

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200 J U L I A HIRSCHBERG

que se desviara el camino para que pasara por Puebla ase­

gu rando así u n constante tránsito de viaperos y l a comu­

nicación entre la c iudad de M é x i c o y l a costa. 3 5 Sólo con

l a v is i ta de Salmerón comenzó Puebla a funcionar como

m u n i c i p a l i d a d . Los religiosos podían dar l a sanción espiri­

t u a l , u n representante in fe r io r podía v ig i l a r la concesión

de l t e r r i t o r i o realengo y el uso de l a m a n o de obra de los

subditos de l rey, pero la audiencia se reservaba el derecho

de supervisar de cerca su p r o p i o exper imento.

Puebla debió enfrentar graves problemas desde el mo­

m e n t o mismo de su fundación. N o sólo hubo quejas de los

pueblos indígenas, como To t imehuacan , sino que los mis­

mos pobladores españoles tenían mot ivos para sentirse insa­

tisfechos. Por ejemplo, Moto l in ía menciona las "hartas con­

tradicciones" habidas al t i e m p o de la fundación de Puebla,

pero no especifica las causas de esos desacuerdos. 3 6 Sin em­

bargo, podemos encontrar algunas indicaciones en u n testi­

m o n i o que d o n L u i s de Cast i l la presentó ante e l Consejo

de Ind ias en 1534. Habiéndose opuesto a la nueva pobla­

c ión y a los objetivos experimentales que representaba, Cas^

t i l l a i n fo rmaba que en una vis i ta realizada a Puebla hab ía

oído decir a los pocos pobladores que quedaban allí que, en

rea l idad, los colonos hab ían esperado que a pesar de los

objet ivos expuestos p o r los planificadores, y como era ha­

b i t u a l , los pueblos circundantes les serían otorgados en en­

comienda. A l n o haberse c u m p l i d o esas expectativas muchos

de los pr imeros pobladores habían desertado. 3 7 A u n q u e l a

pa rc ia l idad de Cast i l la hace sospechoso su test imonio, era

evidentemente posible que los pobladores esperaran que se

cambiara de ac t i t ud aunque no se hub ie ran hecho promesas

concretas en ese sentido. L a audiencia informó a la corona

que, en su vis i ta de mayo, jus tamente u n mes después de l a

ceremonia de la fundación, Salmerón hab ía tenido que con-

35 Salmerón al Consejo de Indias (13 ago. 1 5 3 1 ) , en ENE, xvr,

pp. 13-14; audiencia al rey (14 ago. 1531) r en CDIA, X L I , p. 8 1 .

86 M O T , L I N Í A , 1951, p. 329.

37 Castilla (12 mar. 1 5 3 4 ) , en AGÍ, Patronato, leg. 21 , n? 4, ramo 1.

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L A F U N D A C I Ó N DE P U E B L A DE LOS ÁNGELES 201

vencer a los nuevos poblanos de que n o abandonaran la

c i u d a d . 8 8

A pesar de esas tempranas dificultades, a fines del p r i ­

m e r verano de la existencia de Puebla l a audiencia infor­

m a b a a España que la nueva población estaba prosperando.

L o s ind ios hab ían construido cincuenta casas de adobe y

paja, se estaba construyendo u n hospi ta l dest inado especial­

mente para los viajeros que según se esperaba pasarían por

a l l í en su r u t a de España a la capital , y se habían comple­

t ado los enlaces necesarios para conectar a Puebla con el

c a m i n o de M é x i c o a Veracruz. Se estaban adjudicando las

t ierras de labranza y algunas ya estaban siendo cult ivadas

c o n m a n o de obra indígena. E n cuanto a los pobladores mis­

mos, la audiencia observaba que t re in ta vecinos mantenían

armas y caballos para la defensa. T a n t a gente estaba p i ­

d i e n d o permiso para mora r en Puebla que las autoridades

hab ían t en ido que p r o h i b i r l a migración de vecinos de otras

ciudades, pues de l o cont rar io muchos establecimientos más

ant iguos quedar ían despoblados. T a n t o los franciscanos

c o m o los ind ios que prestaban su ayuda habían expresado

su satisfacción con l a nueva población y manifestado que

los pobladores eran cristianos modelo . E n u n in fo rme i n d i ­

v i d u a l Salmerón aseguraba que, si b i en muchos de los nue­

vos pobladores habían sido antes "perdidos u holgazanes",

ahora esos hombres se estaban convi r t i endo en útiles y pro­

duct ivos ciudadanos. Puebla podía l legar a ser l a p r i n c i p a l

población de N u e v a España . 3 9 E n otras palabras, e l experi­

m e n t o social tenía u n éxi to clamoroso.

A u n a d m i t i e n d o que este i n f o r m e de u n a población tan

favorecida es exagerado, el éx i to de Puebla era l o suficien­

temente rea l en agosto de 1531 como para despertar gran

aprensión den t ro del sector atacado, es decir e l de los con-

quistadores-encomenderos, y en especial entre ios que resi­

d ían en la c iudad de México , a los que Salmerón describía

3 8 Audiencia al rey (14 ago. 1531), en CDIA, X L I , p. 81.

3 9 ibiá., pp. 79-82; Salmerón al Consejo (13 ago. 1531), en ENE,

XVI, pp. 8-15.

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202

en su in forme como "los que en esta t ierra v iven apasio­

nados de la c o d i c i a . . . " Después de ocho meses de expe­

r iencia colonia l , Salmerón había perdido; la paciencia con

la gente española que está en estas partes y . . . la codicia des­

ordenada y gran holgazanería de los conquistadores, porque

los que tienen repartimiento de indios se aprovechan y sirven

dellos sin les dar industria de vida política y concertada, de

donde podría redundar provecho para los que sirven y para

los que son servidos, e los que no tienen repartimientos vie­

nen a pedir que les den de comer y en que se sostengan, que

se los debe el rey, y que mueren de h a m b r e . . . ; e con algu­

n o s . . . me ha acaecido decirles que u n hombre de su 'd i spu­

sieron debería aplicarse a t r a b a j a r . . . E su respuesta es con

soltura e ira: habiendo trabajado en la conquista de acá y en

la de a c u l l á . . . 4 0

E l o idor explicaba que esos hombres reconocían la ame­

naza que Puebla significaba para su forma de v i d a y sus

expectativas para el fu tu ro . Si se le hubiera p o d i d o demos­

trar que "con l o que u n o de ellos no se contenta se satis­

facen veinte o t re in ta vecinos pobladores y cul t ivadores de

l a t ierra" , entonces los encomenderos y los que serían enco­

menderos perderían u n o de los pr incipales argumentos para

el r epa r t imien to general, l a división de todos los ind ios d e l

Nuevo M u n d o entre los honorables pobladores españoles.

De hecho, a muchos vecinos de l a c iudad de M é x i c o cuyas

encomiendas estaban más próximas a Puebla que a la capi­

ta l se les había negado permiso para v i v i r allí "porque no

quedemos solos en esta c iudad [la de México] e nos maten

los indios" ; sin embargo, Salmerón admitió que había per­

m i t i d o a cinco o seis de ellos unirse a l a población recién

fundada, l o que era una concesión ex t raord inar ia dado el

carácter del exper imento socia l . 4 1

C o n tales argumentos para demostrar el éxito del expe­

r imen to , Salmerón solicitó al rey que apoyara el proyecto

40 Ibid., p. 8.

41 Ibid.j pp. 8-9.

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L A F U N D A C I Ó N DE P U E B L A D E LOS ÁNGELES 203

concediéndole pr iv i legios y honores. A l hacer este pedido,

e l l icenciado debía de estar pensando en los poblanos que

h a b í a n estado a pun to de rebelarse algunos meses antes. Sin

embargo, las mercedes con que esperaba aplacar a los i n ­

satisfechos i m p l i c a b a n peligros potenciales para el experi­

m e n t o social.

E n su i n f o r m e de agosto Salmerón había recomendado

que se acordara a Puebla el t í tulo de c iudad, para aumentar

así su prest igio en l a colonia. Con el mi smo f i n pedía tam­

b ién que la sede del obispado de T l a x c a l a se transfir iera

de l a c iudad indígena de ese nombre a Puebla y que se or­

denara a la audiencia que residiera parte del año en la

nueva población. Tales honores no sólo acrecentarían el

a t rac t ivo de Puebla para los pobladores, sino que también

serían u n signo inequívoco del favor real , con l o que l a

oposición co lon ia l sentiría claramente que la corona estaba

decid ida a t e rmina r con el sistema de la encomienda.

En u n n i v e l más práctico, Salmerón pedía que se con­

cediera a Puebla el pueblo de T o t i m e h u a c a n como enco­

m i e n d a m u n i c i p a l para el servicio de las obras públicas.

H u e j o t z i n g o y Tepeaca serían requisadas a sus encomende­

ros para uni rse a los pueblos realengos de Cho lu l a y T l a x ­

cala en el pago de su servicio de trabajo a Puebla. Ya Cho­

l u l a había sido convert ida en pueblo realengo para ese f i n .

Esa mano de obra gra tu i ta se garantizaría a los pobladores

duran te seis o diez años, después de los cuales estarían sufi­

cientemente establecidos como para permit i rse contratar por

sí mismos a los indios. Esos trabajadores podrían pagar

entonces su t r i b u t o a l a corona con los salarios que recibi­

r ían . As imismo , éstos y otros ind ios de las cercanías deberían

ceder sus derechos exclusivos sobre los recursos naturales de

sus repectivos términos para que los españoles los compar­

t i e ran . C o m o últ ima muestra de favor y como incent ivo

para los fu tu ros vecinos, Salmerón recomendaba que los po­

blanos fueran eximidos a pe rpe tu idad del pago de l a alca­

b a l a . 4 2

42 Ibid.

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204 J U L I A HIRSCHBERG

Todas estas recomendaciones estaban destinadas a asegu­

ra r el éx i to del exper imento poblano atrayendo nuevos

vecinos, re teniendo a los ya instalados y proveyendo la m a n o

de obra y los recursos necesarios para la sobrevivencia de

Puebla. S in embargo, con ellas, Salmerón tendía irresist i­

blemente a comprometer los p r inc ip ios sociales más idea­

listas en que se basaba el proyecto y la fundación de Puebla

en aras de mejorar las posibilidades de l a c iudad para

atraer una población numerosa y satisfecha.

E l p r i n c i p i o de que los pobladores no dependerían de

l a mano de obra n i del t r i b u t o de los indios ya se había

compromet ido desde el comienzo del establecimiento a l i m ­

por ta r m a n o de obra indígena. A h o r a debía prolongarse

esta ayuda temporar ia , y, de hecho, se convertir ía en par te

integrante del f u t u r o desarrollo económico de Puebla. Es

c ier to que se había previsto u n sistema de m a n o de obra

asalariada, pero ¿no se trataba todavía de u n a dependencia

de los españoles con respecto al apoyo de los indios? Y

cuando se hub ie ra sentado el precedente ¿no sería m u y d i ­

fícil para l a corona abo l i r lo , como había ocu r r ido con la

institución de l a encomienda? ¿Y esta concesión no alenta­

r ía las esperanzas de los pobladores de obtener mayores

recompensas?

Por o t ra parte, ped i r que Puebla se convi r t i e ra en sede

de u n obispado y en residencia de una audiencia era u n a

so l ic i tud que n o expresaba demasiada consecuencia respecto

de la p r i m e r a concepción, l a de u n a c o m u n i d a d agrícola

s imple y poco pretensiosa. L a exención del pago de l a al­

cabala era m u c h o más que u n mero incen t ivo económico

para los pobladores, que tenían tanta conciencia de su pres­

t ig io : era u n s ímbolo de hidalguía peninsular . U n gesto de

ese t i po dif íci lmente podía servir para d i s m i n u i r las pre­

tensiones aristocráticas de los novohispanos.

Antes de que las recomendaciones de Salmerón en el sen­

t i d o de al terar fundamenta lmente los objet ivos originales

de l a fundación pud ie ran obtener una respuesta, l a nueva

población fue golpeada por e l desastre. U n a imprevis ta es-

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A D E LOS ÁNGELES 205

t ac ión l luviosa inundó completamente el t e r r i t o r io de Pue­

b l a antes de que se hub ie ran pod ido consolidar las calles o

cavar las zanjas de drenaje adecuadas. Puesto que los edi f i ­

cios se hab ían hecho de adobe y paja, l o que había sido más

fáci l y rápido para la mano de obra indígena, l a población

q u e d ó to ta lmente des t ru ida . 4 3

Aparen temente esta experiencia descorazonó tanto a l a

mayor ía de los poblanos que decidieron abandonar su des­

d i chada c iudad ; sólo se quedaron los frailes. Sin embargo,

se convenció a algunos colonos para que se reinstalaran en

u n s i t io más a l to ubicado hacia el noroeste, alrededor de una

p laza que es hoy el zócalo de Puebla. Mas todo esto sirvió

pa ra conf i rmar el desprecio expresado por los enemigos de

Pueb la que hab i t aban en l a c iudad de México . Motol in ía

observaba que Puebla fue " t a n desfavorecida que estuvo

pa ra despoblarse". 4 4 Duran te u n t i empo pareció que el ex­

pe r imen to social fracasaría deb ido a u n desastre na tu ra l .

L A SEGUNDA F U N D A C I Ó N

Veyt i a dice que Puebla se volvió a fundar en su nueva

ubicac ión en septiembre de 1531, y que la segunda ceremo­

n i a de fundación se realizó allí el d ía veint inueve. Esta re­

construcción parece lógica, ya que según Motol in ía la i n u n ­

dac ión se debió a las l luv ias de 1531 . 4 5 Vey t i a f i j a el día y el

mes por el hecho de que l a fundación de Puebla se conme­

m o r a t rad ic iona lmente el 29 de septiembre desde 1561 . 4 6 S in

embargo, los registros munic ipa les establecen claramente que

Sa lmerón volvió a d iscut i r con los franciscanos, hacia el 18

de nov iembre de 1532, "e l asiento y si t io que ha de tener"

l a nueva poblac ión y e l mejor lugar para los solares y los

edif icios públicos. Cuando realizó su visi ta no quedaba n i n -

•48 M O T O L I N Í A , 1931, pp. 320-21; Zumárraga ante el Consejo de I n ­

dias (4 abr. 1534) , en AGÍ, Patronato, leg. 21, n? 4, ramo 1.

44 Ibid.

45 V E Y T I A , 1931, I, p. 105; M O T O L I N Í A , 1951, pp. 312(0.

46 V E Y T I A , 1931, I, pp. 106-108; L Ó P E Z DE V I L L A S E Ñ O R , 1961, p. 39;

minutas del cabildo (3 ene. 1561), en A A P / L C , n? 8, f. 120v.

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206 J U L I A HIRSCHBERG

g u n a casa en pie en el lugar o r i g i n a l y tampoco se había

cons t ru ido n inguna en el nuevo s i t i o . 4 7

U n a posible explicación para el evidente hueco que que­

da entre la destrucción y el nuevo establecimiento es l a

hipótesis de que Puebla fue prácticamente abandonada du­

rante casi u n año. Algunos pobladores p u d i e r o n haber per­

manecido en los alrededores, pero durante ese año Puebla

fue u n a c iudad sólo de nombre . Esta teoría se apoya en el

hecho de que n o se han conservado registros munic ipales

de n i n g u n a clase para ese período, y en que aparentemente

n o se concedieron tierras entre el l 9 de noviembre de 1531

y e l 6 de dic iembre de 1532, siendo que antes y después de

ese per íodo sí se d i s t r ibuyeron tierras regularmente. Ade­

más, los registros de Puebla que Salmerón había nombrado

para el p r i m e r cabi ldo en l a p r imavera de 1531 siguieron

en funciones en 1532, aunque después de esto, en la p r i ­

mera década de la h is tor ia de Puebla, los regidores se reno­

v a r o n anua lmente . 4 8

T a m b i é n los documentos de la audiencia que han que­

dado apoyan la hipótesis de u n abandono tempora l de Pue­

bla . A u n q u e este cuerpo incluyó a Puebla por l o menos

en una instrucción general d i r i g i d a a las poblaciones de

Nueva España durante ese período (el 14 de j u n i o de 1532),

l a única posible muestra que ha quedado de que en la

audiencia se reconociera la existencia de Puebla parece de­

mostrar que esa existencia era sumamente precar ia . 4 9

47 Audiencia a Salmerón, instrucciones (18 nov. 1532), en A A P / L C ,

suplemento 1, ff. 4-5.

48 L a falta de registros municipales podría deberse a la pérdida de

los primeros libros de cabildo; sin embargo, existen algunos documen­

tos para otros períodos. Para la falta de concesiones de tierras en ese

período, vid. una compilación del siglo xvm: " E l repartimiento de tie­

rras que por ios libros dei cabildo parece estar hecho. . ." (15 oct.

1543), en A A P / L C , suplemento 2, ff. 1-5. Aunque los regidores seguían

siendo los mismos, Puebla debió tener un nuevo alcalde ordinario

en 1532.

49 Audiencia a Nueva España y comarcanos (14 jun. 1532), co­

piado el 24 de enero de 1567, en A A P / L C , suplemento 1, f. 3.

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A D E LOS ÁNGELES 207

A u n q u e el desastre na tu ra l p u d o haber ocasionado el

abandono de l a c iudad, Salmerón observaba en nov iembre

de 1532 que otros elementos también habían cons t i tu ido

obstáculos fundamentales para la repoblación de Puebla. E l

o i d o r atribuía en gran parte a la oposición de los conquis­

tadores y otros colonos el hecho de que, desde su fundación^

Puebla "ha rescibido alguna diminución e no el aumento

que podiera tener". T e m i e n d o que el exper imento social

t uv i e r a buen éxito, ellos "ansí h a n dicho a los vecinos que

a l l í han permanescido, que ellos echan a perder a sí o a los

o t ros vecinos de l a t ierra, e que aquéllo no ha de durar , e

pon iendo todas las desconfianzas que han p o d i d o " . 5 0

Aparentemente l a audiencia había in fo rmado a España

sobre el desastre de la inundación preguntando si l a nueva

población debía abandonarse oficialmente o empezarse de

nuevo. Las instrucciones debieron de llegar en nov iembre

de 1532, pues en ese mes los oidores in fo rmaban que " l a

población de l a c iudad de los Ángeles procura con insisten­

cia su conservación como vuestra majestad lo manda" . E l

l icenciado Salmerón debió de haber i d o a Puebla para v i g i ­

l a r el proceso. 5 1

T i e n e gran impor t anc ia el hecho de que l a audiencia

se ref i r iera en esa ocasión a " l a c iudad de los Ángeles". A u n ­

que l a cédula que concedía a Puebla el estatuto de c iudad ,

t a l como lo hab ía pedido Salmerón, está fechada el 20 de

marzo de 1532, no fue presentada a Puebla sino hasta fe­

brero de 1533. 5 2 Que la audiencia u t i l i za ra el t í tulo tres

meses antes de que fuera concedido oficialmente ind ica que

l a cédula hab ía l legado a Nueva España algún t i empo antes.

E l t i empo t ranscurr ido entre el a r r ibo y la presentación

5QSalmerón al rey (1º nov. 1532), en R I V E R O C A R V A L L O , 1962,

p. 112.

s i Audiencia al rey (3 nov. 1532), en ENE, n, p. 208.

52 E l rey a Puebla (síntesis, 20 mar. 1532), en AGÍ, Audiencia de

México, leg. 1088, t. 3; copia de cédula (sin fecha), en AAP/JRC, vol.

31, ff. 1-1 v; presentación de la cédula por Salmerón (25 feb. 1533),

en A A P / L C , n? 3, f. 3.

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208 J U L I A HIRSCHBERG

parece ser una indicación más de que l a sobrevivencia de la

poblac ión era más que dudosa.

E l hecho de que muchos de los poblanos que par t ic i ­

p a r o n en l a segunda fundación de 1532 hub ie ran sido veci­

nos antes de l a inundación ind i ca que el abandono de Pue­

b l a duran te ese período había sido sólo parcial . De veinte

vecinos que, según se sabe, ya habían sido residentes antes

d e nov iembre de 1531, doce estuvieron presentes a fines de

1532. 5 3 Quizá fueron l lamados para l a repoblación, o per­

manec ie ron en la zona esperando l a decisión de la corona.

Así, en noviembre de 1532, Salmerón volvió a Puebla.

Sus instrucciones del 18 de noviembre muestran que, como

par te de su visi ta general a l a p rov inc i a de T laxca la , debía

seleccionar u n nuevo lugar, r epa r t i r los solares, decidir l a

construcción de los nuevos edificios públicos, organizar de

n u e v o el servicio de los indios , comenzar una vez más l a

desviación del camino de M é x i c o a Veracruz y empezar l a

construcción de una serie de posadas a l o largo de la nueva

r u t a . L a nueva población que Salmerón debía establecer

marca u n cambio fundamenta l respecto a los iniciales obje­

t ivos sociales de Puebla.

Antes de que te rminara noviembre de 1532 Salmerón y

los franciscanos habían establecido una nueva traza, a cuyo

al rededor se habían entregado solares a los doce colonos

sobrevivientes de la an t igua Puebla y a veintiún recién lle­

gados. 5 4 Los vecinos se quejaban de que l a nueva ubicación

estaba en " t i e r r a fría", y por l o tan to menos conveniente

para l a agr icu l tu ra que el an t iguo l u g a r . 5 5 Reconociendo la

53 Esas cifras provienen de una comparación de los nombres de los

vecinos que recibieron concesiones de tierras en 1531 según " E l repar­

timiento de tierras" (15 oct. 1543) , en A A P / E C , suplemento 2, ff. 1-5,

con una lista de poblanos a los que se habían dado tierras después

de la segunda fundación, del 6 de diciembre de 1532, en A A P / L C ,

ff. 7v-9.

54 Vid. K U B L E R , 1948, i , p. 84.

55 Puebla a Salmerón (5 dic. 1532), en A A P / L C , suplemento 1,

£ . 6 .

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A DE LOS ÁNGELES 209

j u s t i c i a de esta reclamación, Salmerón y los guardianes de

los pueblos próximos concedieron a los colonos una porción

de t ierra fértil en el cercano val le de A t l i x c o , concesión

q u e se hacía a costa de los ter r i tor ios de Hue jo tz ingo , Cal -

p a n y C h o l u l a . 5 6 Así, l a población que había sido delibe­

radamente fundada fuera de los pueblos indígenas para pro­

teger sus derechos de propiedad, usurpaba ahora, también

del iberadamente, los te r r i tor ios de los indios, con el expre­

so permiso de l a audiencia, de l clero y hasta de l a misma

corona.

Salmerón y fray Jacobo de Testera, guardián de H u e j o t ­

zingo, ad jud ica ron una o dos caballerías de t i e r ra a cada

poblano , según su cal idad, derecho de residencia en Nueva

España y condición m a r i t a l . 5 7 Así, l a c o m u n i d a d de iguales

se volvía estratificada, siguiendo en parte el reconocimiento

peninsular de l a "ca l idad" y en par te ciertas exigencias ne­

tamente coloniales. N o obstante, aun en esta segunda fun ­

dación conservaba l a comunidad , a l parecer, algunos de sus

caracteres de s ingula r idad social, pues a mediados de d i ­

ciembre Salmerón indicaba que " l a mayor par te dellos [los

pobladores] y aun casi todos no t ienen ind ios encomenda­

dos" . 5 8 S in embargo, el su t i l fermento de l a diferenciación

social hab ía i n v a d i d o a l a utopía, y a p a r t i r de entonces

l a sociedad pob lana evolucionaría en u n a dirección bastan­

te diferente a la que habían soñado para el la o r ig inar ia ­

mente la corona y el clero.

Después de una segunda vis i ta para v i g i l a r el progreso

de l a "nueva" Puebla, l a opinión de Salmerón sobre l a so­

ciedad pob lana se había modi f i cado considerablemente. Pa­

rece que creía que los cambios habían sido para b ien . E n

06 Ibid,, ff. 6-7v; Cholula no adujo que había donado esas tierras

sino varios años después, cuando la ciudad decía que Huejotzingo ha­

bía regalado tierras de Cholula como si fueran propias. Ibid., ff. 103-

106.

57 (6 dic. 1532), en A A P / L C , ff. 7v-9.

58 Ibid., reunión de Salmerón con los guardianes (11 dic. 1532),

en A A P / L C , suplemento 2, f. 10.

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210 J U L I A HIRSCHBERG

su i n fo rme del 9 de febrero el o idor examinaba a los pobla­

nos con cierto de tenimiento :

L o s vecinos que allí [en Puebla] h a n poblado hasta agora

han seydo pocos, como paresce por la descreision, e no sacados

desta ciudad [México] porque sólo uno que tenía en esta ciu­

dad u n mesón es vecino de la Puebla. Los demás no tenían

casas aquí n i otra parte, e algunos dellos son conquistadores

que andavan envueltos con indias vagando por la tierra homes

de poca suerte e pobres, e se h a n recogido allí e casado, e

hacen vida de cristianos; e otros son conquistadores viejos

e casados con mujeres de l a tierra, e pobres; e otros son con­

quistadores e pobladores casados con mujeres de esos reinos;

e algunos solteros e se quieren casar; e todos se aplican a se

sostener con la ayuda que les hacen los indios. E con su indus­

tria e travaxo tienen granjerias de labranza e ganados, e tie­

nen dónde poner viñas en tierra templada e conviniente para

ellas, e todos tienen grand deseo de se dar a esto, e procuran

plantas para poner por todas las vías que pueden. E no ha

seydo pequeña buena obra remediar a estos conquistadores

que lo trabaxaron en la tierra e pasaban muncha nescesidad.

Agora toman allí vecindad algunos que tienen repartimientos

cercanos, porque los unos se abriguen con los otros o porque

por indios resciban grand pruecho de servir cerca de sus ca­

sas. 5 9

L a mención especial del conquis tador y los vecinos en­

comenderos de Puebla era u n augur io de lo que ocurrir ía

en el fu tu ro . E n l a segunda Puebla se volvería cada vez más

dominan te precisamente aquel sector de la sociedad colo­

n i a l que se hab ía pensado r e p r i m i r con l a fundación o r i ­

g i n a l de l a c iudad.

Como o t ro desliz más frente a las intenciones or ig ina­

les, la ayuda indígena que Puebla había recibido en 1531

fue renovada en d ic iembre de 1532 sobre bases más regu­

lares y permanentes. T l a x c a l a y Cho lu i a debían proveer

entre 1 300 y 1 600 ind ios de servicio por semana para los

59 Salmerón al rey (9 feb. 1533), en AGÍ, Audiencia de México,

leg. 68, ramo 1, doc. 1.

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A DE LOS ÁNGELES 211

cu l t i vos y l a construcción; los pueblos y sus guardianes

p i d i e r o n que se les permi t ie ra conmutar u n a mayor parte

d e l t r i b u t o deb ido al rey po r trabajos en Pueb la . 6 0 A u n q u e

sólo part iciparían dos de los cuatro pueblos que Salmerón

h a b í a recomendado en 1531 para esas labores, cada pob lano

rec ib i r ía entre cuarenta y cincuenta trabajadores por cabe­

za (calculando las t re in ta y tres cabezas de f a m i l i a presen­

tes en d ic iembre de 1532). Muchos pequeños encomenderos

n o podían jactarse de tener tantos.

E n los p r imeros meses de 1533 Salmerón hizo varios

viajes a l a población, y en u n o de ellos entregó a Puebla

l a merced rea l que le atr ibuía el estatuto de ciudad. L a

p r i m e r a consecuencia fue que el cabi ldo m u n i c i p a l de Pue­

b l a adqu i r i e ra mayor impor tanc ia . Asumió, al parecer, u n

p a p e l m u c h o más activo en los asuntos civiles, recibiendo a

los nuevos vecinos, entregando tierras munic ipa les y l le ­

vando , por p r i m e r a vez, u n registro regular de sus activida­

des . 6 1 Los colonos reaccionaron casi inmedia tamente en for­

m a nociva para el exper imento social. E l estatuto de c iudad

permi t ía a l a población dupl icar el t amaño de su cabildo,

y en mayo de 1535 Salmerón in fo rmaba que muchos vecinos

estaban sol ic i tando que se les pe rmi t i e ra comprar cargos

60 Reunión de Salmerón con los guardianes (11 dic. 1532), en

AAP/LC, suplemento 2, ff. 8-15v; guardianes a la Audiencia (13 dic.

1532), en AAP/LC, suplemento 1, f. 13.

61 Presentación de la cédula que otorgaba a Puebla el estatuto de

ciudad, por Salmerón (25 feb. 1533), en A A P / L C , n? 3, f. 3. Activi­

dades municipales como las descritas constituyen casi todas las activi­

dades registradas en las minutas del cabildo de Puebla en 1533; esos

registros también indican que Puebla no había tenido un escribano

del cabildo antes del 2 de febrero de 1533, fecha en que se registró la

primera reunión del cabildo en el tercer libro del cabildo. E l primer

escribano municipal fue un vecino común que aceptó desempeñar tem­

poralmente el trabajo, Juan Pérez de Arteaga; las primeras actas fue­

ron levantadas por un escribano que aparentemente Salmerón había

traído desde México, Francisco de Orduña, que más tarde fue a vivir

a Puebla y devolvió sus copias de los primeros documentos al cabildo

el 28 de abril de 1545. A A P / L C , n? 5, f. 27v.

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212 J U L I A HIRSCHBERG

municipales : eran los pr imeros esbozos de u n a ol igarquía

m u n i c i p a l . E ra todavía más signif icat ivo el que Salmerón

n o condenara esas inicia t ivas de los poblanos, l imitándose á

recomendar que fuera l a audiencia y no la corona q u i e n

seleccionara a las personas que habr ían de resultar favo­

recidas. 6 2

Los poblanos n o quedaron exentos de u n c ier to c o n t r o l

a pesar de su nuevo estatuto; y el que l a audiencia m a n t u ­

viera ta l con t ro l i nd ica que con t inuaban para Puebla los

objetivos experimentales. E l 17 de marzo de 1533 l a audien­

cia designó u n corregidor para Puebla, T l a x c a l a y Cho lu l a ,

H e r n a n d o de Elgueta, encargado de presidir las reuniones

de l cabi ldo en ausencia de Salmerón y de v i g i l a r l a u t i l i za ­

ción de los ind ios de servicio . 6 8 L a audiencia se atr ibuía a

sí misma el derecho de conf i rmar algunos tipos de conce­

siones de tierras, de recomendar vecinos, y de redactar todas

las ordenanzas munic ipa les de l a c i u d a d . 6 4 Así, dos años

después de su p r i m e r a fundación, Puebla permanecía aún

desposeída de los poderes de que gozaban otras poblaciones

coloniales y peninsulares.

62 Salmerón al rey (4 mayo 1533), en R I V E R O C A R V A L L O , 1962,

p. 129.

63 Según parece, Elgueta residía en Puebla hacia el 7 de noviem­

bre de 1531, cuando recibió tierras. Vid.. " E l repartimiento de tierras"

(15 oct. 1543), en AAP/LC, suplemento 2, f. 1. También estuvo pre­

sente después de la segunda fundación, en la que recibió una nueva

concesión de tierra, esta vez como corregidor de Tlaxcala (6 dic.

1632; A A P / L C , suplemento 2, f. 13). E l cabildo de Puebla lo recibió

como corregidor de Puebla, Tlaxcala y Cholula el 17 de marzo de

1533 ( A A P / L C n? 3, f. 5v) , aunque había asistido a las primeras reu­

niones del cabildo como corregidor de Tlaxcala. Algunos han confun­

dido a Elgueta con Hernando de Saavedra, que era corregidor de Tlax­

cala en 1531 (por ejemplo, R I V E R O C A R V A L L O , 1962, p¿ 137); éste estaba

en Honduras en 1530, cuando Elgueta estaba todavía en Puebla. Vid.

I C A Z A , 1923, núms. 1O79-108O.

64 Vid., por ejemplo, los decretos de la audiencia del 9 de abril

de 1534, en A A P / R C , vol. 22, ff. 19-24v, en los cuales la audiencia

indica que Salmerón había supervisado la redacción de todas las pri­

meras ordenanzas de Puebla.

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A DE LOS ANGELES 213

E l r e l a t i vo éxito de la nueva población de Puebla se

ref le jó ampl iamente en la creciente verbosidad y decisión

d e sus críticos. Ya en febrero de 1533 Salmerón se lamen­

taba de que algunos "airosos españoles' ' se negaban todavía

a reconocer l a impor tanc ia de Puebla para la seguridad de

l a colonia . Los descontentos buscaban activamente conven­

cer a l a corona y a sus funcionarios de que renunciaran a l

e x p e r i m e n t o poblano, y entre los opositores f iguraban algu­

nos de los hombres más poderosos y respetados de Nueva

E s p a ñ a . 6 5

El cabi ldo de l a c iudad de Méx ico lanzó u n ataque en

t o d a regla en mayo, rechazando la idea de que los españoles

podían v i v i r en Nueva España t a l como l o hacían en la

península :

. . . dicen algunos frailes que los españoles pueden vivir en

estas partes como viven en Casti l la , e con poca ayuda de in­

dios, diciendo ser esta tierra fértil, e compáranlo a los que se

v a n a la Puebla de los Ángeles. Están engañados, porque no

quieren mirar el yerro ques notorio. L o s que van a la Puebla

de los Ángeles e se contentan con los indios que se les da

son; tales que a un no [se] les havia de dar, e de tal gente no

se deve hacer caso para poblar n i otra cosa . 6 6

Quienes se contentaban con v i v i r en Puebla eran dema­

siado humi ldes para soñar con u n a encomienda o para me­

recerla, y, seguramente, la corona n o querr ía ver a Nueva

E s p a ñ a dominada por tales hombres. L a argumentación con­

t i n u a b a describiendo a los poblanos como recién llegados

de España o como conquistadores demasiado humi ldes para

65 Salmerón al rey (9 feb. 1933), en AGÍ, Audiencia de México,

leg. 68, ramo 1, doc. 1.

66 Cabildo de México al rey (6 mayo 1533), en ENE, i n , p. 85.

Gran parte de la petición consiste en una diatriba contra Puebla y

en una súplica e que la corona realizara su experimentación social en

Michoacán, lugar "donde es notoria la necesidad", y de acuerdo con

los proyectos de Vasco de Quiroga.

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214 J U L I A HIRSCLIBERG

conseguir recompensas p o r sus propios méritos. "Por la

desorden de l poblar no ha hav ido nadie de c a l i d a d . . . " 6 7

Además, se lamentaba el cabildo, Puebla estaba explo­

tando a los únicos ind ios que habían apoyado a España

duran te l a conquista: los nobles tlaxcaltecas. N o hab ía en

toda la Nueva España bastantes españoles para sostener a

tantos agricultores como los que debían surgir a l a sombra

de Puebla. Si todos los españoles se volviesen labradores

¿quién comprar ía entonces sus productos? 6 8

Finalmente , sostenía l a petición mencionada, Puebla era

pe r jud i c i a l para e l bienestar de l a capi ta l . Salmerón estaba

despoblando l a c iudad de México y, po r consiguiente, po­

niéndola en pe l ig ro sólo por t ratar de conseguir el éxi to de

"su" c i u d a d . 6 9 Además, pon iendo a los ind ios de los alre­

dedores al servicio de Puebla, l a audiencia pr ivaba a los

mercados de Méx ico de las habituales ventas del maíz obte­

n i d o como t r i b u t o . 7 0

A l presentar así resumida su p r o p i a visión del f u tu ro de

N u e v a España, e l cab i ldo de Méx ico describía una t ier ra

de caballeros estimulados por las recompensas reales a ga­

na r más tierras para su rey. E n j u l i o de 1533 el mismo

cuerpo presentó una petición fo rma l para que se repartie­

r a n todos los ind ios de Nueva España entre los encomen­

deros ilustres, re i terando su pedido de que se pusiera f i n

al exper imento p o b l a n o . 7 1

67 ibid., p. 83. 68 Ibid., pp. 85-86. 69 Ibid., p. 84. 70 Los corregidores de la mayoría de los pueblos realengos del

centro de Nueva España debían encargarse de vigilar que los produc­tos que esos pueblos pagaban como tributo fueran transportados a México para su venta. Frecuentemente Puebla pedía que el tributo de los pueblos que estaban más próximos a ella que a México se ven­diera en Puebla, pero no tenía mayor éxito. Vid. Puebla al rey (25 jun. 1544), en A A P / L C , suplemento 1, f. 233v.

71 Cabildo de México al rey (6 mayo 1533), en ENE, III, p. 86. Las actas de este cabildo del 4 de julio de 1533 describen una petición que se enviaría a la corona, uno de cuyos capítulos habla del "incon-

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A DE LOS ÁNGELES 215

E n una carta a la corona, en l a que refutaba a l cabi ldo,

l a audiencia atr ibuía l a oposición al temor general de que

Pueb la amenazara la existencia de l a encomienda. Pero i n ­

d icaba también que el descubr imiento de minas de p la ta

cerca de Puebla había m o t i v a d o que muchos vecinos de l a

c i u d a d de M é x i c o p i d i e r a n permiso para mudarse. Sus pet i ­

ciones, según la audiencia, debían rechazarse. 7 2 Así pues,

parece que la codicia, tan to como la preocupación social,

e ran las fuentes pr incipales de l resent imiento de la colonia.

L a c iudad de M é x i c o envió en 1534 a d o n L u i s de Cas­

t i l l a , u n p rominen te encomendero, a prestar tes t imonio con­

t r a Puebla ante el Consejo de Indias . Cast i l la adujo que

los ind ios de servicio se quejaban del t rabajo que les exigía

Pueb la y que los mismos poblanos estaban insatisfechos con

sus magras recompensas. É n su opinión, l a respuesta para

los problemas sociales de Nueva España estaba en l a insta­

lac ión de más monasterios no en l a fundación de pobla­

ciones españolas. 7 3

E L F I N D E L E X P E R I M E N T O

L l a m a l a atención el que l a oposición colonia l a l expe­

r i m e n t o poblano aumentara a l m i smo t i empo que se i b a n

d i l u y e n d o los más idealistas objet ivos de los fundadores de

Puebla . Quizás e l enfoque pragmático de l a segunda funda­

ción, así como la aceptación pau la t ina de los patrones co­

loniales "normales" de status y a p t i t u d para las recompen­

sas, parecían a los vecinos de las demás ciudades mucho

más amenazadores que u n g r u p o de humi ldes campesinos.

D e hecho, las tendencias de l a sociedad poblana a recono-

veniente que hay en hacerse la Puebla de los Ángeles...", Actas de cabildo de México, 1889-1916, ni, pp. 42-43.

72 Audiencia al rey (5 ago. 1533), en AGÍ, Audiencia de México, leg. 68, ramo 1.

73 Testimonio de don Luis de Castilla ante el Consejo de Indias (12 mar. 1534), en AGÍ, Patronato, leg. 21, n? 4, ramo 1.

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216 J U L I A HIRSCHBERG

cer a los hombres de calidad, a los encomenderos y a los

conquistadores, evidentes desde 1533, parecían m u c h o más

pronunciadas en 1534, el úl t imo de los "años de funda­

c i ó n " . 7 4

L a misma Puebla envió a España, con Salmerón en l a

p r imavera de 1534, su p r imera información, dispuesta a asu­

m i r u n a posición ante el Consejo de Indias . N o fue u n a

mera coincidencia e l que la c iudad tomara esta in i c i a t iva

duran te esa investigación del Consejo en l a que estaba dan­

d o su tes t imonio L u i s de Casti l la.

A l jus t i f icar su existencia como comunidad , y respon­

d iendo a los cargos de l a c iudad de México , los poblanos

a f i rmaban que todos ellos eran buenos cristianos que vivían

de sus "haciendas e granjerias, l o cual es m u y diferente de

l o que e n otros pueblos de esta N u e v a España se hace".

C o n este hecho jus t i f icaban l a utilización de l a mano de

obra indígena, y hasta solici taban más indios para aumen­

tar la producción. Difíci lmente podían c o n t r i b u i r a despo­

b la r otras ciudades, pues l a audiencia había p r o h i b i d o l a

migración de otros vecinos. 7 5

C o n l a información general, Puebla incluía una lista de

los vecinos comunes con datos sobre su participación en l a

conquis ta y su estado ( inc luyendo la raza de l a esposa

y su residencia o n o residencia) , y aclarando si cada u n o

era o no residente en ese momento . Se especificaba quiénes

poseían corregimientos y encomiendas, y se distinguía a los

que tenían plantaciones en A t l i x c o , así como el tamaño de

sus t i e r ras . 7 6

74 E l 9 de abril de 1534 la audiencia ordenó al cabildo de Puebla que no concediera lotes de igual dimensión a cada vecino, "porque todas las personas no son iguales...", A A P / R C , vol. 22, f. 19.

75 Puebla al rey (12 abr, 1534), en A A P / L C . suplemento 1, ff. 29-29v. Se ha conservado toda la petición y la información (ca. 12-20 abr. 1534), en A A P ¡ L C , ff. 21-31. L a copia enviada a España está ahora en AGÍ, Audiencia de México, leg. 340, y hay otra copia co mina parte de las respuestas reales en AGÍ, Patronato, leg. 180, n? 1, ramo 58 (reproducida en ENE, m, pp. 137-44).

76 Ibid.

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L A F U N D A C I Ó N DE P U E B L A DE LOS ÁNGELES 217

Hac ia el 20 de a b r i l de 1534 Puebla contaba con una

poblac ión de ochenta y u n cabezas de f ami l i a ; unas c in ­

cuen ta más que las que había ten ido en el momento de l a

segunda fundación, año y med io antes. S in embargo, había

en t re los inc lu idos trece que sólo eran residentes de n o m ­

bre . T r e i n t a y cinco de l g r u p o eran conquistadores, i n c l u ­

yendo a los miembros del cabi ldo de 1534: dieciocho de los

conquistadores, inc luyendo siete de los once miembros de l

cab i ldo , eran encomenderos, y nueve de los otros tenían

corregimientos. Diecisiete poblanos habían impor t ado semi­

l las y plantas españolas para los campos de A t l i x c o , i n c l u ­

yendo vides, manzanos, olivos, naranjos e higueras. Desde

1534 funcionaba u n m o l i n o y se estaba construyendo o t ro .

L o s viajeros se detenían en Puebla en su r u t a a l a c iudad

d e México o a Veracruz, e ludiendo los pueblos de indios .

Estaba en proyecto u n hospi ta l para los viajeros y los espa­

ñoles de la región. Los comerciantes estaban descubriendo

que Puebla era u n centro comercial que v inculaba a Mé­

x i c o , Veracruz, l a península y el sur . 7 7 T e n i e n d o en cuenta

estos hechos, los opt imistas planificadores de Puebla tenían

razones para estar satisfechos con los resultados de l expe­

r i m e n t o .

Apoyada en su i m p o r t a n c i a social y económica, l a c iu ­

d a d de Puebla solicitó una serie de mercedes en una pe t i ­

c ión que acompañaba a l a ci tada información. Algunas de

esas peticiones repetían las que Salmerón había presentado

e n 1531. P r imero , la c iudad renovaba l a so l ic i tud de Sal­

merón en el sentido de que los habitantes fueran ex imidos

de l a alcabala; además, pedía armas municipales y jur i sd ic­

c ión sobre determinados términos, cosas que eran prerroga­

tivas normales de las ciudades hispanas. D e l mismo modo ,

Puebla solici taba el derecho de nombrar , además de los

funcionar ios munic ipa les que ya tenía, u n f ie l ejecutor y

u n alguaci l mayor , derecho del que también gozaban l a ma­

yoría de las comunidades españolas. Enc ima de esos p r i v i -

7 7 Ibid.

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218 J U L I A HIRSCHBERG

legios munic ipa les bastante habituales, los poblanos pedían

algunas mercedes especiales, entre otras, una concesión más

a m p l i a de t ier ra en A t l i x c o , más mano de obra indígena

pa ra cons t ru i r el hospi ta l , cuatro ventas más para obtener

u n mayor ingreso m u n i c i p a l y, en f i n , l i be r t ad para que su

cab i ldo gobernara sin interferencia del corregidor o l a

audiencia . E n una petición posterior Puebla renovó aquella

s o l i c i t u d de Salmerón de 1531 que pedía que la audiencia

residiera en esta c iudad una parte de l año. Puebla prome­

tía, con esas mercedes, convertirse en " l a mejor y más p r i n ­

c ipa l c i u d a d desta Nueva E s p a ñ a " . 7 8

L a información y l a petición de 1534 revelan que hacia

fines de l período de su fundación Puebla estaba reclamando

n o sólo los pr ivi legios que se acordaban normalmente a las

ciudades hispánicas sino, además, pr iv i legios que se otorga­

b a n sólo a una capi tal v i r r e i n a l . E n lugar de haberse con­

ve r t ido , po r l a experiencia de su fundación, en u n contra­

peso de l a sociedad co lon ia l de los conquistadores y los en­

comenderos, había adoptado plenamente las pretensiones y

valores de esa sociedad. De hecho, su condición especial

de exper imento social sólo hab ía servido para que sus veci­

nos esperaran favores especiales de u n gobierno ansioso por

que el exper imento prosperara aun a costa de los p r i n c i ­

p ios que l o habían inspi rado. A pesar del p r i m i t i v o deseo

de que los poblanos demostraran que l a v ida colonia l era

posible sin depender de l t rabajo y el t r i b u t o de los indios,

en 1534 Puebla no sólo tenía ind ios de servicio sino que

además alegaba tener derecho a u n mayor servicio. A pesar

de la decisión i n i c i a l de que Puebla n o usurparía tierras de

los indios , en 1534 Puebla n o sólo poseía tales tierras sino

que pedía más todavía. A pesar de que los fundadores ha­

b ían soñado con una h u m i l d e sociedad de campesinos igua­

l i t a r ios , en 1534 muchos poblanos eran corregidores y enco­

menderos, y la participación en l a conquista y una posición

78 Ibid.; Puebla al rey (14 abr. 1534), en ENE, ni, p. 21; Puebla

al rey (20' dic. 1537), en A A P / L C , suplemento 1, f. 95v.

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L A F U N D A C I Ó N D E P U E B L A D E LOS ÁNGELES 219

social superior estratificaban evidentemente a l a comun idad .

Se deja ver que esta sociedad evolucionaría más todavía

hacia la consti tución de una fu tu ra aristocracia co lon ia l en

dos solicitudes anexas a la petición de 1534: que se p e r m i ­

t i e ra conservar sus encomiendas a los vecinos que via jaran

a España, y que se presionara a los encomenderos de los

pueblos vecinos para que se convi r t i e ran en poblanos.

E l año de 1534 marcó el f i n del período de l a funda­

c ión de Puebla, y, según parece, también el f i n de l experi­

m e n t o social, a excepción de l a retórica pública. Salmerón

par t ió de N u e v a España y con e l lo terminó el período de

tu t e l a d i recta sobre la c iudad. A u n q u e se designó o t ro o ido r

para que condujera los asuntos poblanos, no hay evidencia

a lguna de que ejerciera realmente su cargo. Así se dejó mo­

r i r e l ú l t imo rasgo de l o que fue propiamente el experi­

men to .

Desde el comienzo, en real idad, Puebla hab ía sido u n

exper imen to social f a l l ido . E l fracaso de sus objet ivos más

idealistas se deb ió a l conf l ic to inherente entre esos mismos

objet ivos así como a l a tendencia de los fundadores de la

población a prometer más de l o que posiblemente podía

b r i n d a r su exper imento . Desde luego, los más directamente

destructores de los sueños utópicos fueron los fatales com­

promisos que la corona y las autoridades locales se v i e ron

obligadas a hacer durante el proceso del establecimiento.

U n a vez que l a sobrevivencia de l a c iudad se identificó f i r ­

memente con los objetivos sociales más amplios de l a mo­

narquía , como el de poner coto a l a encomienda, esa sobre­

vivencia misma se volvió más impor t an te que el contenido

real del exper imentó social. A los colonos que se había

atraído a Puebla sólo se les podía convencer de que se

quedaran aumentando las concesiones de tierras y m a n o de

obra indígena, y se les concedían mayores favores a los que

tenían pretensiones de status po r miedo de que todos, salvo

los desechos sociales, abandonaran l a escena y l a c iudad

quedara en r idículo. Puebla recibió cada vez más mercedes

reales para que todos captaran l a f irmeza de la decisión real .

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220 J U L I A HIRSCHBERG

U n exper imento social como el de Puebla muestra l o

más cont radic tor io y también lo más consistente de l a polí­

t ica social colonia l de l a corona española. Visiones idea l i ­

zadas de u n nuevo m u n d o feliz, en e l cual españoles e ind ios

vivirían en una armonía independiente y los europeos cu l ­

t ivarían como felices campesinos, podían inspirar interés y

hasta merecer u n esfuerzo considerable. Pero, al f i n a l , e l

poder y el prestigio de u n distante monarca residía m u c h o

más en el valor propagandístico de l exper imento social que

e n l a sociedad realmente creada en Puebla. Puesta en

j aque en sus intentos de rehacer l a sociedad co lon ia l por

las exigencias mismas de la situación colonia l , l a corona

estuvo dispuesta a a d m i t i r una v ic to r ia retórica en l a so­

brevivencia de una población aceptada ampl ia —aunque equi ­

vocadamente— como exper imenta l .

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