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Revista Estudios, Univ. Costa Rica. Nos. 12 y 13, pág. 41-51,1995-1996 LA IDENTIDAD LATINOAMERICANA EN EL DISCURSO DEL INCA GARCILASO l. EL MESTIZAJE CULTURAL El Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) fue una de las primeras y más representativas figu- ras del mestizaje criollo, que vivieron el drama y el dilema que significa la búsqueda de la identi- dad. Difícilmente se podría argumentar como se ha sugerido, que su condición era la del "primer peruano'". Esta aseveración es prematura si se to- ma en cuenta que el Perú' todavía no existía como país y que el mestizaje apenas estaba en su fase in- cipiente. La posición delInca, como después se verá, dista mucho de caer en un falso localismo. El nacimiento de Garcilaso fue el resultado de la dominación española y el sometimiento in- caico. Siete años después de la conquista del Cuz- co, nace como fruto de dos fuerzas "antagónicas" que seguirán marcando tanto su personalidad co- mo su obra. Por un lado, procede de una unión na- tural e ilegítima que los conquistadores imponían a los vencidos: los padres de Garcilaso nunca se casaron, aunque sí celebraron después matrimo- nios con terceras personas. Y por otro, se conju- gan en el mestizo latinoamericano las sangres más nobles: el padre era Garcilaso de la Vega, un capi- tán español que protagonizó la conquista de los in- cas y que descendía de ilustres poetas como Jorge Manrique, el Marqués de Santillana y Garcilaso de Roberto Cañas Quirás "La historia de América, de los Incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria", José Martí. la Vega; mientras que por el lado materno, prove- nía de Cimpu-Ocllo, una princesa que era nieta de Túpac Yupanqui, antepenúltimo gobernante de la dinastía incaica. La infancia de Garcilaso transcurre en el Cuzco, en donde se conjuga la educación indígena con la española. Desde temprano fue formado co- mo jinete, lo cual en ese entonces constituía un rasgo típico de hispanidad, puesto que los incas le tenían miedo al caballo. A los veintiún años fue a España y no volverá más a su tierra natal. Se sabe que consiguió un permiso para regresar a las In- dias, pero resultan inciertas las causas que frena- ron su intención. Los últimos años de su vida, tienen una profunda significación nostálgica y se orientan a salvar del olvido y de escribir la ver- dadera historia incaica. En el año 1609 publica los Comentarios Reales, y en 1617, un año des- pués de su muerte, se edita la Historia General del Perú. Resulta interesante que en Garcilaso se fun- den en su conciencia de intelectual, una hibridez histórica, racial y cultural. Quizás la forma de aclararse la mezcla de su sangre haya sido a través de la pluma de escritor. A lo largo de los Comen- tarios afirma su condición de indio y la honra que siente de ello. No piensa que el origen indígena sea una limitación, ni mucho menos que los rasgos

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Revista Estudios, Univ. Costa Rica. Nos. 12 y 13, pág. 41-51,1995-1996

LA IDENTIDAD LATINOAMERICANA EN EL DISCURSODEL INCA GARCILASO

l. EL MESTIZAJE CULTURAL

El Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616)fue una de las primeras y más representativas figu-ras del mestizaje criollo, que vivieron el drama yel dilema que significa la búsqueda de la identi-dad. Difícilmente se podría argumentar como seha sugerido, que su condición era la del "primerperuano'". Esta aseveración es prematura si se to-ma en cuenta que el Perú' todavía no existía comopaís y que el mestizaje apenas estaba en su fase in-cipiente. La posición delInca, como después severá, dista mucho de caer en un falso localismo.

El nacimiento de Garcilaso fue el resultadode la dominación española y el sometimiento in-caico. Siete años después de la conquista del Cuz-co, nace como fruto de dos fuerzas "antagónicas"que seguirán marcando tanto su personalidad co-mo su obra. Por un lado, procede de una unión na-tural e ilegítima que los conquistadores imponíana los vencidos: los padres de Garcilaso nunca secasaron, aunque sí celebraron después matrimo-nios con terceras personas. Y por otro, se conju-gan en el mestizo latinoamericano las sangres másnobles: el padre era Garcilaso de la Vega, un capi-tán español que protagonizó la conquista de los in-cas y que descendía de ilustres poetas como JorgeManrique, el Marqués de Santillana y Garcilaso de

Roberto Cañas Quirás

"La historia de América, de los Incas a acá, hade enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la

de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia espreferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es

más necesaria", José Martí.

la Vega; mientras que por el lado materno, prove-nía de Cimpu-Ocllo, una princesa que era nieta deTúpac Yupanqui, antepenúltimo gobernante de ladinastía incaica.

La infancia de Garcilaso transcurre en elCuzco, en donde se conjuga la educación indígenacon la española. Desde temprano fue formado co-mo jinete, lo cual en ese entonces constituía unrasgo típico de hispanidad, puesto que los incas letenían miedo al caballo. A los veintiún años fue aEspaña y no volverá más a su tierra natal. Se sabeque consiguió un permiso para regresar a las In-dias, pero resultan inciertas las causas que frena-ron su intención. Los últimos años de su vida,tienen una profunda significación nostálgica y seorientan a salvar del olvido y de escribir la ver-dadera historia incaica. En el año 1609 publicalos Comentarios Reales, y en 1617, un año des-pués de su muerte, se edita la Historia Generaldel Perú.

Resulta interesante que en Garcilaso se fun-den en su conciencia de intelectual, una hibridezhistórica, racial y cultural. Quizás la forma deaclararse la mezcla de su sangre haya sido a travésde la pluma de escritor. A lo largo de los Comen-tarios afirma su condición de indio y la honra quesiente de ello. No piensa que el origen indígenasea una limitación, ni mucho menos que los rasgos

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físicos diferenciales entre mestizos y españolesaumenten o disminuyan el valor de la persona.

La obra de Garcilaso no refleja ni resenti-miento ni amargura, ni se pone en contra de unbando para defender al otro, más bien su rol de es-critor estaba dirigido tanto a indios como a espa-ñoles: "porque de ambas naciones -decía- tengoprendas"; "decir que escribo encarecidamente porloar la nación, porque soy indio, cierto es enga-ño". También se enorgullecerá de su ascendenciaespañola, pero en este caso buscará un reconoci-miento al tratar de obtener éxito en la carrera delas armas, en el campo eclesiástico, como traduc-tor y finalmente como cronista. Cuando desempe-ña esta última actividad, se añade a sí mismo elapelativo "Inca", que no sólo le hace subrayar lacondición de indio noble, sino también porqueevoca la imagen del "hombre natural", más ino-cente y moral -desde la perspectiva renacentista-que el hombre europeo". Al dejar de llamarse Gó-mez Suárez de Figueroa y ponerse el nombre del"Inca Garcilaso", con ello no hace sino rescatar lamezcla de su sangre. Su posición contrasta con laobsesión española por la pureza de la sangre, quevaloraba exclusivamente a aquellos cuya prosapiacorrespondía con la de "cristianos viejos".

Los Comentarios constituyen una obra com-pleja en donde no se puede penetrar con total cla-ridad en las verdaderas intenciones delInca. Qui-zás en este escrito se transparente la continuación,en otro terreno, de un alegato jurídico. El Consejode las Indias rechazó la petición de Garcilaso que,como heredero de un conquistador, podía hacerseacreedor a la posesión de indios y tierras en elNuevo Mundo. Sin embargo, como su padre habíafavorecido con la ayuda de un caballo al traidorGonzalo Pizarro, se le niega a su descendiente elderecho de gozar de un repartimiento en las In-dias. Por eso en diversas partes de su crónica, in-tenta probar que su padre siempre fue fiel a la Co-rona, dando a entender que el fallo legal emitidoen contra de ambos fue inmerecido. En todo caso,en el texto delInca subyace el deseo de hacerefectivo en el plano moral, lo que no había sidoposible mediante la reclamación jurídica.

También los Comentarios significan uno delos primeros intentos de valorización de la cultura

indígena. Garcilaso vindica a los indios de los car-gos de incultura, barbarie y salvajismo que mu-chos españoles le endosaban bajo el estigma de lainferioridad y el menosprecio. El Inca reaccionacontra el discurso oficial colonialista que rechaza-ba todo lo incaico como barbarie y tiranía. Estacampaña ideológica fue promovida en el Perú porel virrey Francisco de Toledo por los años 1565 -1570. Por eso en la Historia General del Perú,Garcilaso critica la política carente de humanidady clemencia que el virrey emprendió al desterrar alos indios de sangre real y a los mestizos, y, sobretodo, la ejecución del noble príncipe Túpac Ama-m'. A la luz de estos hechos, el Inca utiliza comoestrategia, la elaboración de una apología de su ci-vilización natal. La incultura y la barbarie las sitúaen los pueblos preincaicos. Pero a partir de MancoCápac y de la subsecuente dinastía incaica, flore-ció un imperio que llegó a desarrollar altísimosvalores morales, con filósofos y poetas, con cons-trucciones arquitectónicas y acueductos incompa-rables, con conocimientos científicos, matemáti-cos y médicos, y con grandes exponentes de lamúsica'. La civilización incaica es tan válida co-mo cualquier otra, ya sea de la antigüedad, laEdad Media o del Renacimiento. A partir de losDiarios de Colón, los indios no fueron percibido scomo poseedores de cultura, sino sólo como partede lo natural. Incluso la desnudez física de los in-dios del Caribe era el símbolo de la carencia cultu-ral. Si por un lado también se rescataba la idea re-nacentista de la inocencia del hombre natural, nopor ello se dejaba de recalcar la figura del caníbaldegenerado. Un cronista adulador de reyes comoSepúlveda, consideró que los indios eran literal-mente bestias, justificando su esclavitud a raíz deuna supuesta inferioridad moral. Desde su puntode vista, el español era el civilizado que contabacon una naturaleza superior, la cual lo facultabapara esclavizar lícitamente a los indios, quieneseran salvajes, depravados y adoradores del demo-nio. A pesar de que este planteamiento no fue latesis oficial del imperio español, sí constituyó laideología imperante durante la conquista y la colo-nización americana.

El Inca en su condición de mestizo, fue ca-paz de abrevar las mejores aguas de la cultura, la

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La identidad latinoamericana en el discurso delInca Garcilaso

religión y la moral de la época. Prueba de ello essu inmersión en el pensamiento humanista y en elcatolicismo; para no hablar de su dominio lingüís-tico del quechua, su lengua materna, como del la-tín y del español, y del italiano cuando fue traduc-tor de la obra neoplatónica los Diálogos de Amorde León Hebreo. Todos estos elementos hacenprecisar que el Inca asimila los modelos clásicos yrenacentistas para percibir el mundo americano".Sin embargo, no se trata de una aplicación mecá-nica de éstos, sino de asumirlos como un marcoconceptual que favorece la interpretación de lapropia realidad. Las categorías europeas no lasemplea a la usanza de un europeo típico; tampocolas categorías de su pueblo natal las reproduce co-mo un indio nativo. Los moldes que aprende delViejo Mundo, significan la estrategia que le per-mite sustentar universalmente el pasado glorioso yheroico de los incas. En todo caso, la historia y laconquista del Perú no podrían ser cabalmente rela-tadas por un historiador español o por un indígenaautóctono. La autoridad sólo le pertenece al mesti-zo como intermediario entre dos mundos.

La condición mestiza y bicultural delInca,le permite traducir un mundo cuya percepción ha-bía sido concebida desde cánones europeos y noamericanos. El indígena carece de una voz quepueda ser comprendida, al pasar por la parcial in-terpretación que hace de ella el europeo. La ima-gen colombina, revelaba un mundo visto desde laóptica de los Viajes de Marco Polo al oriente;mientras que el lente bíblico que utilizaba Las Ca-sas, lo hacía visualizar a América como el estadoadánico. Tampoco los cronistas europeos, aun li-berándose de los prejuicios, lograron captar el es-píritu de la civilización incaica. Es más, a veceslos relatos eran completamente distintos, a pesarde referirse a los mismos hechos. Por eso fue ne-cesaria la intermediación de un mestizo, que fueracapaz de revalorizar lo propio a partir de una des-codificación en esquemas renacentistas. Con buentino Prescott dijo que "la diferencia entre leer susComentarios y los relatos de los escritores euro-peos, es la misma que hay entre leer una obra ensu original o en una traducción escueta. Los escri-tos de Garcilaso son una emanación del espírituindio"7.

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El papel de mediación que realiza el mestizolatinoamericano, no se limita sólo a establecer uncanal de comunicación entre dos culturas que mu-tuamente se incomprendían. En él se anima laconciencia de la originalidad de la cultura incaica,la cual fue capaz de elaborar modelos en todos loscampos. Montaigne fue de las escasísimas excep-ciones, de europeos que a la distancia compren-dieron la existencia de grandes civilizaciones enAmérica. Incluso consideró que Europa deberíaimitar al Nuevo Mundo, pues a pesar de que elhombre es imperfecto, los ideales utópicos quedansuperiormente cristalizados por los indios que porlos europeos. La paradoja que salta a la vista, esque quienes teorizaron sobre la mejor forma deconvivencia, fueron quienes menos pudieron lle-varla a la práctica.

El mérito delInca es que no cae en la tram-pa del discurso hegemónico europeo. Su mestizajeno lo hace privilegiar una cultura para menospre-ciar la otra. Si Europa construye una cultura her-mética que rechaza lo que no se amolda a sus pa-trones, la posición delInca es abierta a considerarla universalidad de una cultura a partir de su pro-pia realidad. Deja sentir que aun cuando ésta no esla que detenta el poder, en ciertos aspectos funda-mentales de la convivencia humana es mucho másrescatable. La finalidad de Garcilaso como inte-lectual latinoamericano, es realizar una síntesisentre categorías europeas y americanas, para queambos mundos al comprenderse se valoren mutua-mente. Su función mediadora se funda a partir desu intento de reconciliación entre dos mundos an-tagónicos.

11. LA COLISION RELIGIOSA

Quizás el único elemento de la sociedad in-caica en donde Garcilaso no se muestra completa-mente americanista, es con relación al tema reli-gioso. En 1598 se ordenó sacerdote, dando mues-tra de su firme creencia en una sola religión verda-dera. Esta es la parte dogmática delInca, la cualcontrasta con la libertad de pensamiento que asi-miló del humanismo italiano. A principios del si-glo XVI, Maquiavelo lograba comprender que la

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religión ha sido usada como instrumento del po-der terrestre. El autor florentino se percató que elpapado, en su afán de perpetuar la hegemonía po-lítica, encubría sus intereses bajo la máscara de lareligión. Garcilaso también se sumaría a este crite-rio, pero restringiéndose únicamente a las creen-cias indígenas. En este sentido, dice que MancoCápac "debió ser algún indio de buen entendi-miento, prudencia y consejo, y que alcanzó bienla mucha simplicidad de aquellas naciones y vio lanecesidad que tenían de doctrina y enseñanza parala vida natural, y con astucia y sagacidad, para serestimado, fingió aquella fábula, diciendo que él ysu mujer eran hijos del Sol, que venían del cielo yque su padre los enviaba para que doctrinasen ehiciesen bien a aquellas gentes'". En este caso, leaplica un análisis racionalista a la manera de un li-bre pensador, dejando entrever que la religión incapudo haber sido utilizada como disfraz políticopara la expansión del imperio. Su mestizaje reli-gioso lo hace comprender el origen político de lareligión incaica.

Como los católicos de la época, Garcilasoacepta que los indios carecieron de una "revela-ción", pero no comparte que la religión que practi-caron haya sido una obra del demonio, pues intro-duce el matiz de la utilización de ésta como instru-mento ideológico. Si existe una imagen distorsio-nada de la religión de los incas, se debe no sólo aldesconocimiento de los españoles del quechua, si-no sobre todo porque se resisten a respetar formasforáneas de culto. En España todavía permanecíala concepción medieval ultramundana, la cual asu-mía que la explicación de todas las cosas obedecíaa dos únicos principios, a saber: Dios o el demo-nio. Ante los ojos cristianos América fue concebi-da como creación demoníaca. Es más, el prejuiciohispánico llegó hasta el punto de concebir que elacto providencial de descubrir un mundo regidopor el "demonio", implicaba la misión de cristia-nizarlo. Garcilaso intenta atenuar esta posición,buscando en la cultura incaica indicios de que elcristianismo había llegado a ella en alguna forma.Incluso el parentesco es tal, que se refleja hasta enla propia intolerancia, pues al que no era de la reli-gión incaica y cometía una blasfemia, se le casti-gaba dilapidándolo", Sin embargo, la cuestión de

lo demoníaco, es sumamente complejo, puescuando Garcilaso habla, de Pachacámac, el parale-lo inca del Dios cristiano, emerge su dogmatismocatólico al manipular forzadamente sus ideas ante-riores que le negaban el carácter diabólico a estadivinidad: "Pachacámac es el nombre que los his-toriadores españoles tanto abominan por no enten-der la significación del vocablo. Y por otra parte,tienen razón porque el demonio hablaba en aquelriquísimo templo haciéndose Dios debajo de estenombre, tomándolo para sí, Pero si a mí, que soyindio cristiano católico, por la infinita misericor-dia, me preguntasen ahora "¿cómo se llama Diosen tu lengua?", diría "Pachacámac", porque enaquel general lenguaje del Perú no hay otro nom-bre para nombrar a Dios sino este?".

Ahora bien, ¿por qué el Inca no aplica elmismo análisis crítico al catolicismo extrayendoconclusiones análogas? ¿Fue un devoto recalci-trante de las bulas papales, o simplemente alguienque evitó enemistarse con los círculos religiosos?¿Su simultánea crítica y valorización de la religiónincaica, obedeció a una estrategia discursiva? Re-sulta evidente que Europa invalidaba y aplastabatodo aquello que se escapara a sus coordenadas.Por eso los nuevos puntos de vista exigían unaformulación sutil. Ya en el siglo XVI, los autoresutopistas empleaban el subterfugio literario de laficción para encubrir su crítica política, o un Eras-mo de Rotterdam mediante su Stultitiae laus, en elfondo hacía sentir un profundo descontento con elcomportamiento eclesiástico. Pero no hay dudaque de las naciones de la época, España fue la másintolerante, y no sólo con relación a las religionesno cristianas como la musulmana, la judía y la in-dígena, sino también entre los propios cristianos.Dos años después de la muerte de Garcilaso, esta-lla la Guerra de los Treinta Años entre católicosy protestantes (1618 - 1648), cuyas causas en lanación ibérica, se deben principalmente a su po-lítica contrarreforrnista. Lo cierto del caso, esque la atmósfera que rodeaba a Garcilaso estabapreñada de dogmatismo y fanatismo, lo cual lesuscita una ambigüedad irresoluble: por un ladoexalta las cualidades del imperio inca lamentan-do su desaparición; y por otro, el derramamientode sangre que acarreó la conquista española, lo

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La identidad latinoamericana en el discurso delInca Garcilaso

percibe desde la atalaya de la redención cristianaque cumple su misión a través del dolor.

Según Garcilaso, la parte positiva de la con-quista y la colonia, lo constituyó el advenimientode la religión verdadera. El cristianismo brindauna dignidad moral al hombre en armonía conDios y el mundo. Sin embargo, el Inca aun cuandofuera intelectualmente un hombre del Renacimien-to, también coexiste en él una mentalidad medie-val en materia religiosa. Precisamente, el afánecuménico de la Iglesia, de proponer una ecclesiauniversalis, como objetivo común de la humani-dad, es aceptado sin reservas por Garcilaso. Esteaspecto lo expresa muy bien Juan Bautista Avalle-Arce: "para nuestro historiador hay un instrumen-to elegido para esa universalización: el imperio es-pañol. Y por aquí se empieza a matizar con colo-res propiamente hispanos el adocenado pensa-miento de la historiografía medieval y eclesiástica.Porque este mestizo peruano nos ha confrontadocon esa característica forma de vivir y pensar quesustenta en vilo al siglo XVI español: el providen-cialismo mesiánico. La idea de la acción diaria deDios en el quehacer histórico del hombre estabaarraigadísima en la Edad Media. Frente a esto, Es-paña se distingue por permanecer fiel a esa ideahasta mucho más acá de la Edad Media y darle ungiro estrictamente personalista: Dios interviene enforma directa en la historia española y señala así aesta nación como el instrumento de su providen-cia. Imperialismo y providencialismo se convier-ten así en las dos caras de la medalla"!'.

La colisión entre la religión incaica y la reli-gión cristiana, hizo imposible la reconciliación.Necesariamente, una destruye a la otra: se arrasantodos los templos e ídolos incas, en donde puedaesconderse el "demonio" que los ha inspirado. Nose da la asimilación religiosa, sino la superposi-ción religiosa. En términos generales, la conquistasignificó la utilización de los pueblos indígenas yno su comprensión. Si los misioneros cristianos seentregaron al estudio detallado de los nativos ame-ricanos, era con una intención eminentementeevangelizadora. Si se tuvo interés por la vida, lascostumbres y la cultura de los indios, fue paracambiarlos, es decir, para imponerles una religión.

Como hijo de su tiempo, Garcilaso parte dela perspectiva medieval europea, asumiendo un

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orbe perfectamente jerarquizado de etapas y avan-ces progresivos. Todo ocurría según un diseño pi-ramidal, de constante ascenso en la escala religio-sa, que llevaba de la oscuridad y la barbarie de lostiempos primitivos, a un estadio superior de pue-blos regidos por Dios y su Iglesia. En la mente delInca hay una implantación jerárquica del orden re-ligioso: (1) la época preincaica, en donde los hom-bres adoraban a una multitud de ídolos inferiores,(2) la época incaica, que estableció el culto mono-teísta al Sol (el dios visible) y a Pachacámac (eldios invisible), mediante instituciones estables ypaternales, y (3) la época de la conquista española,que impuso su universalismo eclesiástico al pre-tender llevar la religión verdadera.

Cuando Garcilaso reivindica a la cultura in-caica del prejuicio de lo demoníaco, realiza elmismo procedimiento que al respecto del tema dela barbarie, al endosárselo a los grupos preincai-coso Mientras que los descendientes de Manco Cá-pac fueron capaces de rastrear "al verdadero Diosnuestro Señor", los pobladores primitivos todavíano contaban con ese índice: "por mucho que alar-gue su imaginación, no llegará a imaginar cuángrandes fueron las torpezas de aquella gentilidad,en fin, como de gente que no tuvo otra guía sino eldemonio?". Necesariamente hay que considerarque el Inca, como indio de sangre real, incurre enel mismo desacierto que los españoles al minusva-lorar a otros pueblos diferentes del propio.

III. LA ANTROPOLOGIA COMODEFINIDORA DE UNA IDENTIDADUNIVERSAL

Un hecho muy significativo del pensamien-to de Garcilaso que arroja una luz esclarecedorasobre la cuestión de la identidad, es que está con-vencido de la fundamental unidad del ser huma-no. A pesar de las diferencias de raza, clima yépoca, la naturaleza humana es esencialmente lamisma. El problema de la identidad, que sueleaferrarse a lo accidental y particular, quedaríasubsumida por un substrato permanente y univer-sal que es común a todos los seres humanos. Poreso Garcilaso no emprende una defensa a ultranzade la regionalidad indígena en detrimento de lo

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europeo o viceversa. El problema de fondo radica,más bien, en la comprensión de la natura y la ratioen la historia humana. Estas ideas se hallan implíci-tas en sus crónicas, como por ejemplo el relato LaFlorida (1605), en donde realiza continuas compa-raciones entre el indio de la Florida, el hombre de laantigüedad clásica, el indio de México y el Perú y elpropio español". En los Comentarios desde el"Proemio al lector", el Inca dice que la ciudad delCuzco fue otra Roma en aquel imperio. Asimismo,la mentalidad de los indios del Perú, al igual que lospaganos y cristianos, han concordado en mitos se-mejantes. Salta a la vista el paralelo entre el mito deldiluvio y la repartición del mundo tanto entre los an-tiguos hebreos como entre los incas' •. Las religionesen el fondo son uniformes por la característica co-mún en el hombre que es la razón: "los reyes Incasy sus amautas, que eran los filósofos, rastrearon conlumbre natural al verdadero Dios y Señor nuestro?".Incluso llama la atención la semejanza que guardanlos mitos escatológicos orientales y órfico-pitagóri-cos, con la creencia de la nación de Cauiña: "susprimeros padres habían salido de una laguna, adon-de decían que volvían las ánimas de los que morían,y que de allí volvían a salir y entraban en los cuer-pos de los que nacían?".

Si las cosmogonías indígenas están entron-cadas con las paganas y cristianas, es porque elhombre, durante toda la historia, ha sido psicoló-gicamente el mismo. Por eso en el Inca la identi-dad no está enraizada con la defensa de una nacio-nalidad o etnia. La posición garcilesca con rela-ción a la identidad es cosmopolita. Ya al inicio delos Comentarios refleja esta idea cuando dice "queno hay más que un mundo, y aunque llamamosMundo Viejo y Mundo Nuevo, es por haberse des-cubierto aquél nuevamente para nosotros, y noporque sean dos, sino todo uno". Garcilaso leíacon avidez a los estoicos", los cuales junto con elneoplatonismo y el epicureísmo, fueron las co-rrientes más revitalizadas durante el Renacimien-to. Con los primeros asimiló la doctrina del "ciu-dadano del mundo" (KoofLOv TTOIIÍTTJS). Ya decíaZenón que "debemos considerar a todos los hom-bres connacionales y conciudadanos; sea la vidauna y el mundo como una grey todo unido, criadocon una ley común" 18

En Garcilaso no existe todavía la separaciónentre el universalismo clerical y el cosmopolitis-mo laico, pues tal distinción sólo aparece hasta laépoca del Iluminismo. El mensaje ecuménico seapoyaba en pasajes como "id por todo el mundo ypredicad el evangelio a toda criatura?"; mientrasque afirmaciones de fraternidad universal encon-traban eco en expresiones como "todos vosotrossois hermanos?", Sin embargo, desde el tiempo dela Reforma, la evangelización católica consistió endisciplinar a las masas populares, para que seadaptaran al seno de una Iglesia jerárquicamenteorganizada, a quien le correspondía la definición ydifusión del cristianismo.

En Garcilaso la tesis de la homogeneidadantropológica, no le permite enfrascarse en la de-fensa a ultranza de un regionalismo, ni mucho me-nos en la división de la humanidad en nacioneshostiles. En él subyace la idea de que la justicia yla fraternidad entre los pueblos sólo descansa en elreconocimiento del mundo como una sola patria.La unidad fundamental del hombre, es el axiomaque le permite invalidar los prejuicios europeos deinferioridad moral y cultural que le asignaban alos indios americanos.

IV. LA CONCEPCION HEROICADE LA mSTORIA

El tema de la historia y la crónica es vitalpara Garcilaso, pues él mismo es parte de ella y suestudio es una forma de autoconocerse. En los Co-mentarios se encuentra comprometido como testi-go directo y no como alguien que relata hechos ala distancia sin haberlos experimentado en carnepropia. En este sentido, son elocuentes las pala-bras de José Miguel Oviedo: "hay que considerarel fundamento de su obra y uno de los aspectosmás creadores: el Inca es el sutil narrador del pro-ceso de su propia historia dentro de la Historia,como fenómenos contiguos'?'. En todo caso, suconcepción de la historia es fatalista y refleja unacierta tristeza por la gran "tragedia" que supuso ladesaparición del Imperio inca". En el fondo, suobra significa el psicoanálisis histórico del traumade la conquista. Sin embargo, en Garcilaso existe

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La identidad latinoamericana en el discurso del Inca Garcilaso

una cierta actitud estoica que lo hace ver positiva-mente los destinos adversos.

Dentro de las cuatro formas de narrar los su-cesos pasados: la historia, los anales, las memoriasy los comentarios, Garcilaso escoge el último quees el más humilde al comentar lo referido porotros autores. Asimismo, utiliza como fuentes laoralidad incaica y la tradición escritural española,otorgándoles a ambas un mismo valor. Lo que lla-ma la atención es que tanto para el lnca como paraMaquiavelo, la historia constituye la maestra delpresente. La naturaleza del hombre al ser inmuta-ble, no hace sino repetir lo ya vivido. En el casodel pensador florentino, el estudio de la historia escapaz de generar la previsión de los acontecimien-tos ya sean favorables o nefastos. En cambio, Gar-cilaso es poseedor de una concepción heroica dela historia incaica, que difícilmente da apertura ala consideración de un pasado vergonzoso. Es pro-bable que su posición sustente la perspectiva delhumanista Juan Luis Vives, quien señalaba que lahistoria no debe ser la perpetuación de las infa-mias, sino sólo la remembranza de las cosas bue-nas. En esta tónica, podemos decir que la historiase convierte en una forma modélica para la ense-ñanza de los pueblos y es parte de una literaturaanticuaria que se posa sobre un pasado glorioso.La identidad de los pueblos se construye en lailustre genealogía de los discursos orales o escri-tos. El Inca tiene la inseguridad de que si deja en-trever hechos bochornosos, difícilmente se podríatrazar una era de glorias épicas que, a su vez, pue-dan servir como instrumento de oposición contrala mentalidad colonialista.

Garcilaso no sólo se nutrió con el pensa-miento renacentista, sino que fue su estrategia dis-cursiva para que en las conciencias de los euro-peos existiese una identificación con el mundo in-caico, al hablarles de éste con sus propias herra-mientas conceptuales. El descontento con la reali-dad social y política del Viejo Mundo, condujo aque Tomás Moro en 1516 popularizara el tema dela utopía, a la que luego se sumarían teniendo pre-sente el tema americano figuras como Bacon yCampanella. Asimismo, la revitalización del neo-platonismo, retomaba el tema de la kalípolis plató-nica, en donde gobernaban los filósofos en medio

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de una comunidad de bienes. En este sentido, ellnca tiene la habilidad de presentamos a MancoCápac como uno de esos príncipes-filósofos quegobiernan con justicia y benevolencia y adoctri-nan a los hombres en lo más eximio de la filosofíamoral 23. La propia sociedad incaica estimaba eloro como "cosa superflua, porque ni era de comerni para comprar de comer'?',

Es probable que la narración de Garcilasosobre el imperio incaico, trasluzca alguna idealiza-ción como producto de la amalgama entre la reali-dad y la ficción, pero sólo en el sentido en que loverdadero es hermosamente ilustrado. De LeónHebreo siguió el consejo de embellecer para "sa-car fuera las esencias" de las cosas. Sin embargo,el lnca nunca perdió de vista la base histórica,siendo el contenido esencial de su narración unhecho inobjetable. Incluso Raimondi en su Histo-ria de la geografía del Perú, certifica la exactitudgeográfica de la obra garcilesca. En todo caso, re-sultaría un anacronismo imponerle al mestizo cuz-queño las exigencias que hoy día se le puntualizanal historiador. En este sentido, difícilmente se po-dría concordar con la tesis de Marcelino Menén-dez y Pelayo cuando asume a los Comentarios co-mo una "novela utópica'?'. Todos los críticos quetambién se han adherido a esta posición, revelan lamisma incapacidad de poder comprender que nosólo las culturas clásicas y cristianas son creado-ras y civilizadoras.

Para los europeos el descubrimiento de Amé-rica significó el hallazgo de un "Mundo Nuevo", esdecir, sin historia. A sus ojos, el nuevo continente seconvertía en su otro yo idealizado. América surgiócomo la gran utopía. Sin embargo, la tierra de pro-misión al presentarse sin pasado, necesariamentedesarraigaba a sus moradores. La identidad delhombre se construye a lo largo de la historia y gene-ralmente el americano no ha querido reconocer supasado al vivir en el futuro, es decir, en querer se-guir siendo utopía europea. Garcilaso, en cambio: esel primer autor que se atreve a reconocer una histo-ria americana, cuyas tradiciones no fueron trazadaspor Europa. El lnca considera que la historia deAmérica no es utopía, porque no es la proyección deun Viejo Mundo cansado de su historia, que intentaen otro lugar empezar de nuevo.

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La posición delInca es de suma importan-cia, pues a partir de él América comienza a tomarconciencia de su propia nacionalidad. El continen-te ya había iniciado su historia como civilizaciónsedentaria muchos siglos antes de la llegada de losespañoles. Si Garcilaso es el Heródoto de Améri-ca, es porque supo entretejer los rasgos épicos deuna tipología india, hasta alcanzar una estaturauniversal.

v. LA YUXTAPOSICION DE LOS IMPERIOSY EL LEGADO A LA IDENTIDADLA TINOAMERICANA

En su momento histórico, Garcilaso presen-ta una de las conciencias más lúcidas y equilibra-das sobre la cuestión del imperialismo. Su reivin-dicación del imperio inca, no se apoya en una dia-triba contra el imperio español. Por el contrario,un Bartolomé de las Casas en su Brevísima Rela-ción de la Destruicián de las Indias de 1552,26acomete contra los españoles quienes fueron comolobos que devoraron un rebaño manso e inocente.El procedimiento de Garcilaso es distinto, puesvalora al imperio incaico como una gran civiliza-ción y no en base a la defensa de un buen salvajeacultural. El mundo político, social y cultural delos incas, es tan valioso como cualquiera de losque han existido en la historia. Incluso rescata elvalor militar de su nación, al haberse configuradoen ella toda una historia épica. Quizás la capitula-ción de los incas ante los españoles se haya facili-tado por la crisis entre los hermanos Huáscar yAtahualpa, es decir, que en condiciones normaleslos incas no hubieran caído derrotados. Dentro deluniversalismo garcilesco, se hallan implícitos pa-ralelos entre el imperio inca y el español. Deja en-trever que podría existir justificación a la hora deconquistar a los pueblos sumidos en la barbarie,pero no así cuando se trata de pueblos civilizados.Por eso se desaprueban los casos en que los incassojuzgaron a poblados con un alto desarrollo en sucivilización. Este punto de vista hace muy proba-ble que el Inca, al menos inconscientemente, es-tuviera tratando de invalidar la conquista españo-la sobre una sociedad que culturalmente no le ibaa la zaga. Si los incas durante la conquista se

mostraron más "benévolos" y sin avaricia por eloro, no es tampoco una razón suficiente para ava-lar también su faceta negativa.

Según la concepción garcilesca, el adveni-miento del imperio inca sobre los grupos preincai-cos, fue el elemento civilizador que preparó la lle-gada del cristianismo. Es más, los incas sí supie-ron asimilar pacífica y persuasivamente a los con-quistados, pues les mostraron un género de vidamuy superior al que antes poseían. Probablementeesto sea una crítica velada a los españoles que nosólo percibían distorsionadamente la realidadamericana, sino que su principal interés se cifrabaen la adquisición de oro, de tierras y de tomar alos indios como siervos encomendados. Comoquiera que sea, Garcilaso no llega hasta el puntode comprender que la religión haya sido, en la ma-yoría de los casos, una coartada para paliar la am-bición y la maldad humana.

En el imperio español, el poder político y elpoder religioso, justificaron el derecho a la con-quista mediante títulos jurídicos como el "requeri-miento". En medio de una tradición notarial, losespañoles requerían a los indígenas -a través deun lenguaje desconocido-, dándoles aviso de la su-premacía del papa y de la Corona, para que se so-metieran pacíficamente, o de lo contrario, se lesesclavizaría y confiscaría los bienes y las esposas.Otro título de origen medieval fue el "res nu-llius ", el cual consideraba justo apropiarse de losterritorios que no estaban regidos por la fe cristia-na. Por tal motivo, a los pueblos paganos e idóla-tras se les podía despojar de todas sus posesiones,a fin de facilitar la predicación. Estos documentosrevelaban el espíritu de cruzada que caracterizó alos españoles de aquella época," quienes adopta-ron esa mentalidad como pretexto y evasión de suresponsabilidad moral ante atrocidades injustifica-das. Excepciones como Las Casas y Vitoria, sebasaron en el derecho natural para combatir condenuedo tales abusos "legales". Ambos asumieronque el mensaje de Cristo había sido invertido,puesto que la expansión política avalada por lasbulas papales, fijaba más su interés en lo terrenalque en lo espiritual.

El nuevo problema que se le presentaba alcontinente americano, consistía en cómo encajar y

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La identidad latinoamericana en el discurso dellnca Garcilaso

acomodarse a otro imperio. De esto resultabanportavoces la nobleza incaica, quienes en tiemposde Garcilaso decían: "Trocósenos el reinar en va-sallaje'?". La cuestión de la dominación, no impor-ta de qué tipo sea, sigue siendo una de las constan-tes que no ha dejado de latir en el corazón de Lati-noamérica, y Garcilaso es uno de los primeros enasumir en torno a ella una actitud reflexiva.

Al igual que la religión, el imperio españolse yuxtapone al imperio incaico. La conquista delaltiplano americano, no condujo al desalojo y alexterminio de los indígenas como en las llanurasdel continente. Sin embargo, en regiones comoPerú, Ecuador, Bolivia, Colombia y México, losconquistadores con no poca sorpresa se toparoncon sociedades altamente civilizadas. Por eso esfundamental la figura de Garcilaso que revisa yrectifica la versión "oficial" que la crónica habíadado a la conquista. El intelectual latinoamerica-no, ya sea como indio o mestizo, podía dar cuentadel drama de la conquista desde la perspectiva delos vencidos. A partir de modelos europeos, el In-ea reivindica una "indianidad" capaz de engarzar-se en medio de un pueblo sojuzgado.

El lastre de la colonia en Latinoamérica, nogeneró el genocidio indígena, pero sí el que lagran masa de hombres se adaptaran a los interesesde la clase dominante, es decir, que fueran vícti-mas de la explotación. El imperio español heredóa América Latina, algunas estructuras de la políti-ca medieval. Formas del feudalismo se aplicaronen suelo americano al subyugar laboral mente a losindios mediante sistemas latifundistas. No fue elRenacimiento italiano de corte antropocéntrico elque se trasladó de Europa a Latinoamérica, sinoun imperio en decadencia cuyas formas teocráti-cas de convivencia sumieron a su población en laminoridad mental.

Hay que destacar una serie de elementosque convierten a Gacilaso en uno de los símbolosmás imperecederos de América. Su doble ascen-dencia india e hispana, aunadas a las condicionesde un prosista genial, lo convierten en el primerforjador de la identidad latinoamericana. Por algoMenéndez y Pelayo señaló que los Comentariosconstituyen el libro más genuinamente americanoque en tiempo alguno se ha escrito. La paulatina

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idealización que se ha hecho del Inca, no sólo haobedecido a la apasionada reivindicación de su es-tirpe, sino, sobre todo, porque se ha interpretadoen sus escritos un cierto antihispanismo implícito.Sospechas de esta índole pudieron haber inducidoal Consejo de Indias a prohibir su lectura y orde-nar que se recogiesen los ejemplares dispersos. Entodo caso, la mentalidad dominante del colonialis-ta español, contrastó durante el siglo XVII con lafama que rápidamente despertó la obra garcilescaen diversas traducciones y reediciones realizadasen Francia, Holanda e Inglaterra. El interés se cen-tró en que su perspectiva fue el primer testimoniode un "indio" que escribió sobre los orígenes y laconquista de su pueblo. Pero hay algo más, yes que Garcilaso les hizo inteligibles al públicoeuropeo -rnediante la trasposición de modelos in-caicos a modelos renacentistas-, un mundo hastaentonces incomprendido.

La obra del Inca es muy compleja porque segesta en una época plagada de violencia y conflic-tos raciales. Es posible apreciarla desde ópticas di-símiles: por un lado da apertura a una complernen-tariedad entre lo hispano y lo indígena; y por otro,deja sentir la dificultad que tal equilibrio encierra.En este último sentido, llama la atención cómo in-surgentes peruanos del siglo XVIII, se inspiraronen la figura de Túpac Amaru, el cual es descritoen la Historia General del Perú como uno de losprincipales mártires de la nobleza incaica. Asimis-mo, tampoco es de extrañar que el general SanMartín haya enarbolado los Comentarios Realescomo la bandera patriótica de las repúblicas suda-mericanas. De cualquier manera, la vigencia de laobra del Inca, no sólo ha radicado en la percep-ción de ella como el reflejo más profundo de laemancipación imperialista, sino, sobre todo, por-que es una de las más grandes configuraciones dela nacionalidad americana. Incluso sus narracionesrepresentan uno de los primeros antecedentes delindigenismo, el cual todavía se mantiene presenteen el pensamiento y la literatura contemporáneas.

El latinoamericano se ha visto desde diver-sos ángulos reflejado en la figura del Inca. Comoindividuo que se sentía más español en América ymás indígena en España, de ello puede derivarseel tema del desgarramiento cultural. Sin embargo,

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no se debe perder de vista que en Garcilaso existeuna visión cosmopolita que le otorga un enriqueci-miento cultural. En cambio, la inadaptación delhombre americano, sobre todo del criollo, ha ge-nerado una de las "enfermedades" más constantesen Hispanoamérica, al tratar de ser una simplecontinuación de Europa. El mérito del mestizocuzqueño, es no haber despreciado lo americanopor embelesarse con lo europeo, ni tampoco haberquedado resentido con éste. Es más, cuando hablóde una cultura americana, no lo hizo repitiendo loque Europa imponía, sino afirmando el hecho detener una historia y un destino propios.

CONCLUSION

Mi exposición sobre el lnca Garcilaso ha in-tentado explicar su pensamiento a la luz de los su-puestos de su propia época, asumiendo que sumestizaje constituyó un factor de enriquecimiento.En él confluyen elementos europeos y americanosque lo convierten en una novedosa síntesis racial,cultural e histórica. La búsqueda de las propiasraíces, según el mestizo cuzqueño, lejos de ser unadefensa o un repudio hacia una determinada re-gión, tiene un sentido cosmopolita y universal. Ensu caso, tuvo la incomparable ventaja de poseeruna verdadera comprensión del mundo indígena,sin cerrarse, a su vez, a dar apertura a lo más se-lecto del mundo europeo.

Gacilaso es un arquetipo del intelectual lati-noamericano. En él se aprecian una serie de pautasque, consciente o inconscientemente, son retorna-das por muchos de los más destacados pensadoresdel hemisferio. Estas características, como se hademostrado, se pueden sintetizar de la siguientemanera: (1) Una utilización de modelos europeospara aplicarlos creativamente a la propia realidad.En el lnca, los códigos renacentistas no son usa-dos a la manera de un típico europeo. En este sen-tido, mediante categorías ya establecidas es capazde comprender con mayor profundidad la propiarealidad. (2) Una búsqueda de la identidad a travésdel estudio de la historia. Garcilaso estructura me-diante un discurso, un pasado ejemplar que habíasido ignorado y menospreciado por la mayoría delos europeos. Esto conduce a que la comprensión

del mundo americano, se realice principalmente apartir de una conciencia histórica. (3) Con base enuna hibridez cultural, se establece una intermedia-ción y reconciliación entre lo indígena y lo euro-peo. El mestizo latinoamericano al hacer una re-'conversión de categorías incaicas a categorías re-nacentistas, intenta unir dos mundos encontrados.(4) Una reivindicación de los valores de la culturaamericana, cuya validez contrastó en la época deGarcilaso con la mentalidad colonialista. (5) Unadesmitificación del discurso hegemónico europeo,que circunscribe la originalidad y la universalidadúnicamente a sus propias producciones.

OTAS

1. Este es el punto de vista de J.C. Mariátegui,quien interpreta al lnca como el primer forjadorde la nacionalidad peruana: "En Garcilaso se danla mano dos edades, dos culturas. Pero Garcilasoes más inca que conquistador, más quechua queespañol. Es también un caso de excepción. Y enesto residen precisamente su individualidad y sugrandeza. Garcilaso nació del primer abrazo, delprimer amplexo fecundo de las dos razas, la con-quistadora y la indígena. Es, históricamente, elprimer "peruano", si entendemos la "peruanidad"como una formación social determinada por laconquista y la colonización españolas. Garcilasollena con su nombre y su obra una etapa enterade la literatura peruana. Es el primer peruano, sindejar de ser español", cf. Siete ensayos de inter-pretación de la realidad peruana. México: Edi-ciones Era, 1979, p. 211.

2. El propio lnca señala que el nombre "Perú" fueuna imposición española, que no hacía sino seguirla costumbre de denominar a la tierra que descu-brían con el nombre que dijera el primer indio queencontraban. Se trata de una corrupción de un vo-cablo quechua que los propios indios asumían aregañadientes, pues nunca tuvieron un nombregeneral para denominar a su vasto imperio, cf.Comentarios Reales de los Incas, 2 vols., BuenosAires: Emecé Editores, 1943,I, IV - VII. Incluso el título Historia General delPerú, fue el nombre que le dieron los editores aesta obra póstuma, pues Garcilaso la había conce-bido como la Segunda parte de los Comentarios.

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La identidad latinoamericana en el discurso delInca Garcilaso 51

3. Esto puede ilustrarse con lo que dice el ensayista revista de filología hispánica, v. II, México,francés Michel Montaigne refiriéndose a los in- 1948.dios del Nuevo Mundo: "Las palabras mismas quesignifican la mentira, la traición, el disimulo, la 18. Plutarco, De Alex. virt., 1, 6, 329.

~

avaricia, la envidia, la detracción, el perdón, lesson desconocidas. ¡Cuán distante hallaría Platón la 19. Marcos 16, 15.república que imaginó de la perfección de estos

~pueblos!", cf. Ensayos Completos, vol. 3, Buenos 20. Mateo 23, 8.Aires: Ediciones Orbis, 1984, XXX, p. 250.

21. 1.M. Oviedo. Historia de la literatura hispanoa-4. Historia General del Perú, 3 vols. Buenos Aires: mericana, 1. De los orígenes a la emancipación.

Emecé Editores, 1944, VI, XIX: "Luego cortaron Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 194.la cabeza alInea, el cual recibió aquella pena ytormento con el valor y grandeza de ánimo que 22. Comentarios Reales, VIII, XIX.los Incas y todos los indios nobles suelen recibircualquiera inhumanidad". 23. Comentarios Reales, 1, IV - XXVI; 11,XVII.

,I 5. Comenta ríos Reales, 11,XXI - XXVIII. 24. Comentarios Reales, V, VII.~

6. Un libro que se dedica a extraer los elementos re- 25. Sobre la polémica acerca de si los Comentariosnacentistas de la obra delInca, es el de Luis Aroce- Reales son "novela utópica" o un texto histórico,na, Ellnca Garcilaso y el Humanismo Renacentis- puede verse de E. Anderson Imbert, Historia deta. Buenos Aires: Artes Gráficas Bartolomé, 1949. la literatura hispanoamericana, 1. La colonia.

Cien años de República. México: Fondo de Cul-7. G.H. Prescott. Historia de la conquista del Perú. tura Económica, 1987, pp. 65 ss. La primera pro-

Trad. Nemesio Fernández. Buenos Aires: Edito- puesta se deriva principalmente de la perspectivarial Schapire, 1967, p. 196. eurocéntrica que adopta Marcelino Menéndez y

Pelayo: "Los Comentarios Reales no son textos8. Comentarios Reales, 11,XVII. históricos, son una novela utópica como la de

Tomás Moro, como La ciudad del Sol de Campa-9. Comentarios Reales, 1, XV. nella, como la Océana de Harrington; sueño de

un imperio patriarcal y regido con riendas de se-10. Comentarios Reales, 11,11. da. Para lograr tan persistente efecto, se necesita

una fuerza de imaginación muy superior a la vul-11. Avalle-Arce, 1.B. Ellnca Garcilaso en sus "Co- gar, y es cierto que Garcilaso la tenía tan podero-

mentaríos". Madrid: Editorial Gredos, 1970, p. 17. sa, cuanto deficiente era su discernimiento críti-co", cf. Historia de la poesía hispanoamericana,

12. Comentarios Reales, 1, XIV. t. 11.Madrid: 1913, pp. 148 - 49.

13. La Florida, V, 1. 26. Las Casas, Bartolomé. Brevísima relación de ladestruición de las Indias. Madrid: Ediciones Cá-

14. Comentarios Reales, 1, XVIII. tedra, 1995.

15. Comentarios Reales, 11,11. 27. Sobre este tema puede consultarse el libro de Ro-berto Marín Guzmán El espíritu de cruzada es-

16. Comentarios Reales, 1, III. pañol y la ideología de la colonización de Améri-ea. San José: Editorial Alma Mater, 1992.

17. Sobre este tema puede consultarse de José Du-rand, "La biblioteca delInca Garcilaso", Nueva 28. Comentarios Reales, 1, XV.