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La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud Manuel González de Molina Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) Crece el convencimiento entre los especialis- tas en nutrición y salud de que la alimenta- ción que realizamos los españoles dista de ser la ideal. Tanto por lo que comemos como por lo que hacemos para comer, la alimentación se ha convertido en una de las causas más im- portantes de insustentabilidad, tanto ambien- tal como social'. La agricultura ecológica, por las razones que expondremos a continuación, se está configurando como una alternativa no sólo buena para la salud, sino también para el medio ambiente y el desarrollo de terceros países. Se suelen distinguir tres dimensiones de la susten- tabilidad que podemos aplicar a la alimentación y al sistema que la sostiene, el sistema agroali- mentario: que sea ambientalmente sana, que sea socialmente justa y económicamente viable. La agricultura ecológica reúne en bastante medida las tres dimensiones, de tal manera que se con- vertirá en la base de la alimentación del futuro. UNA DIETA POCO SALUDABLE CON IMPACTOS NEGATIVOS SOBRE EL MEDIO AMBIENTE Los hábitos dietéticos de los españoles se han ido alejando cada vez más de la dieta medite- ' Sobre este terna pueden consultarse Alonso y Guzmán (2004), González de Molina y Guzmán (2006) y Carpintero y Naredo (2006), entre otros. rránea. España consumía en 2001-2003 una media diaria per capita de 3 405 kcal brutas, habiéndose incrementado en un 27,4% des- de los arios sesenta (Schmidhuber, 2006). Una dieta que ha supuesto el abandono de los buenos hábitos mediterráneos (Alexandratos, 2006) y la adquisición de otros que son res- ponsables de que el 41% de la población tenga sobrepeso (Schmidhuber, 2006: 5). La base de Se suelen distinguir tres dimensiones de la sustentabilidad que podemos aplicar a la alimentación y al sistema que la sostiene, el sistema agroalimentario: (pie sea ambientalmente sana, que sea socialmente justa y económicamente viable. La agricultura ecológica reúne en bastante medida las tres dimensiones, de tal manera que se convertirá en la base de la alimentación del futuro 10 larailitsuitnt 951 Junio 2011

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La importancia de la agriculturaecológica para el medio ambiente

y la saludManuel González de Molina

Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)

Crece el convencimiento entre los especialis-tas en nutrición y salud de que la alimenta-ción que realizamos los españoles dista de serla ideal. Tanto por lo que comemos como porlo que hacemos para comer, la alimentaciónse ha convertido en una de las causas más im-portantes de insustentabilidad, tanto ambien-tal como social'. La agricultura ecológica, porlas razones que expondremos a continuación, seestá configurando como una alternativa no sólobuena para la salud, sino también para el medioambiente y el desarrollo de terceros países. Sesuelen distinguir tres dimensiones de la susten-tabilidad que podemos aplicar a la alimentacióny al sistema que la sostiene, el sistema agroali-mentario: que sea ambientalmente sana, que seasocialmente justa y económicamente viable. Laagricultura ecológica reúne en bastante medidalas tres dimensiones, de tal manera que se con-vertirá en la base de la alimentación del futuro.

UNA DIETA POCO SALUDABLECON IMPACTOS NEGATIVOSSOBRE EL MEDIO AMBIENTE

Los hábitos dietéticos de los españoles se hanido alejando cada vez más de la dieta medite-

' Sobre este terna pueden consultarse Alonso y Guzmán(2004), González de Molina y Guzmán (2006) y Carpintero yNaredo (2006), entre otros.

rránea. España consumía en 2001-2003 unamedia diaria per capita de 3 405 kcal brutas,habiéndose incrementado en un 27,4% des-

de los arios sesenta (Schmidhuber, 2006).Una dieta que ha supuesto el abandono de losbuenos hábitos mediterráneos (Alexandratos,2006) y la adquisición de otros que son res-ponsables de que el 41% de la población tengasobrepeso (Schmidhuber, 2006: 5). La base de

Se suelen distinguirtres dimensiones de lasustentabilidad que podemosaplicar a la alimentación yal sistema que la sostiene, elsistema agroalimentario: (piesea ambientalmente sana,que sea socialmente justa yeconómicamente viable. Laagricultura ecológica reúneen bastante medida las tresdimensiones, de tal manera quese convertirá en la base de laalimentación del futuro

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La dieta actualha supuestoel abandonode los buenoshábitosmediterráneosy la adquisiciónde otrosque sonresponsablesde que el 41%de la poblacióntengasobrepeso.Foto: AidaRicciardiello.

Foto: RobertoAnguita.la dieta tradicional, los hidratos de carbono, los sesenta a los 118 actuales, siendo la carne

han perdido peso en beneficio de las grasas. de cerdo la que más ha crecido (de 8 a 65 kgEn los arios sesenta la ingesta de hidratos de por persona y ario). El consumo de leche pasócarbono estaba dentro de las recomendacio-nes de la OMS, entre el 55% y el 75% de lascalorías. Sin embargo, la comida no contieneen la actualidad la cantidad suficiente (54,9%)y el ritmo de la disminución es preocupan-te. En contrapartida, el consumo de grasas haaumentado de una manera considerable. Enlos arios sesenta estaba también dentro de lorecomendado por el organismo internacional(entre el 15% y el 30% de las calorías inge-ridas), pero en la actualidad supera el 40%,siendo España el país europeo en que más rá-pidamente ha aumentado ese porcentaje. Lasgrasas pasaron de 72 g por persona y día a 154(Schmidhuber, 2006: 19). La carne, la leche ylos demás derivados lácteos son los principa-les responsables directos de ese aumento, perono los únicos. El consumo de grasas "ocultas"(entre ellas las grasas "trans") se ha dispara-do también con las patatas fritas, la bollería yrepostería industrial, originando de paso se-rios problemas de salud. El consumo de car-ne se ha cuadruplicado sobradamente, desdelos 25 kg por persona y ario de la década de

ternieuite,1 95/ Junio 2011 11

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El consumo de carne se ha cuadruplicadosobradamente, desde los 25 kg porpersona y ano de la década de lossesenta a los 118 actuales. Foto: AídaRicciardiello.

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La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud

de 87 a 170g persona y día y el de huevos de

9,4 a 14,2 g. También creció el consumo deaceite de oliva; este aspecto es positivo, pasan-

do de 8,2 a 11,7 kg anuales.

Esta manera de alimentarse es, a su vez, causadel vertido masivo de sustancias contaminantestanto en el suelo, como en el aire, los cursos deagua y en los propios alimentos. Efectivamente,la composición de los alimentos varía en fun-ción de las técnicas de cultivo y cría animal em-pleadas (variedad, raza, sistema de fertilización,sistema de riego, etc.) y de los cambios sufridosen el proceso de elaboración. Por ejemplo, lasmalas prácticas en el abonado —tan frecuentesen la actualidad— alteran la calidad de los ali-mentos aumentando, por ejemplo, el conteni-do en nitratos, disminuyendo el contenido en

oligoelementos, reduciendo los contenidos enmateria seca y, por tanto, el tiempo de conserva-ción y resistencia al parasitismo, incluso dismi-nuyendo el contenido en vitamina C, carotenos(provitamina A) o zinc (Raigón, 2007: 66).

Pero quizá la amenaza más significativa de losalimentos convencionales venga del uso gene-ralizado de productos fitosanitarios, que ha ele-

vado las posibilidades de encontrar residuos enlos alimentos. Estos residuos suponen un riesgoconsiderable para la salud de los consumidores.Pueden causar enfermedades agudas, subcróni-cas o crónicas, se las relaciona con patologíascancerígenas, mutágenas, teratogénicas o alte-raciones de la reproducción, alteraciones del

sistema inmunitario, endocrino, renal y hepáti-

co, neurotóxicas, potenciación de y por efectosde otros tóxicos y otros efectos retardados (Rai-

gón, 2007: 68). Algo similar puede decirse deluso de sustancias como hormonas, antibióticosy piensos cárnicos en la ganadería. Estas se re-lacionan, además, con escándalos alimentariostan conocidos como el mal de las vacas locas,la crisis de los pollos con dioxinas, etc. A todoellos hay que añadir el empleo de más de miladitivos para la manipulación, transformacióny conservación de los alimentos que suelen ira parar a nuestro organismo. Muchos de estosaditivos pueden producir también efectos ad-versos para la salud (Raigón, 2007: 55 y ss).

La amenaza más significativade los alimentos convencionalesviene del uso generalizado deproductos fitosanitarios, queha elevado las posibilidadesde encontrar residuos en losalimentos. Estos residuossuponen un riesgo considerablepara la salud de losconsumidores, se los relacionacon patologías cancerígenas,nmtágenas, teratogénicas oalteraciones de la reproducción,alteraciones del sistemainmunitario, endocrino, renaly hepático, neurotóxicas,potenciación de y por efectosde otros tóxicos y otros efectosretardados

La manera en que se alimentan los españolesy españolas ha experimentado, pues, cambiosmuy significativos que son una de las princi-pales causas de insustentabilidad, no sólo enlo que atañe a la salud humana sino tambiéna la salud de los ecosistemas y al stock de losrecursos naturales, no sólo a los españoles sinotambién a los de terceros países (UNEP, 2010).Han aparecido nuevos y cada vez más costo-sos procesos entre la producción y el consumo.En la alimentación intervienen ahora nuevos ymás sofisticados "artefactos" movidos por gaso electricidad que han incrementado su costeenergético. La transformación agroalimentariay la distribución tienen ahora un protagonismoinédito. El mercado alimentario se ha vueltoglobal, por el que circulan productos alimenti-cios con un alto consumo incorporado de ener-gía y materiales (transporte, procesado, logísti-ca, etc.). Cada alimento que hoy encontramos

Vglühroikti 95 / Junio 2011 13

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Manuel González de Molina

Durante laúltima décadaEspaña haexportado 20millones de tde alimentos,más de lamitad de lascuales sonproductoshortofrutícolas,siendo estala principalespecializaciónde laagriculturaespañola.Foto: RobertoAnguita.

en nuestra mesa esconde tras de sí un historiaprolija, en la que se multiplican consumos deenergía y materiales, emisiones o desequilibra-das formas de intercambio económico, convir-tiendo la alimentación en un proceso repletode cargas ambientales. Las Naciones Unidas, enun informe recién publicado reconocen que laagricultura y el consumo de combustibles fósi-les son las dos principales fuentes de insusten-tabilidad del planeta (UNEP, 2010: 3).

Para que los españoles podamos ingerir más detres mil cal diarias, son necesarias 109 millonesde toneladas de biomasa animal y vegetal o loque es igual: 2,43 tm / persona / ario o 6,65 kg /persona / día. Nuestro país dispone de 42,16millones de ha de superficie agraria útil parala producción de biomasa de las cuales soloel 41% son tierras cultivadas (MARM, 2010).Pero, aunque se ha multiplicado significativa-mente la productividad de la tierra, la superfi-cie cultivada se ha reducido paradójicamente yla producción doméstica es incapaz de atendera la demanda interna. Tras despoblar nuestros

campos, convertir a la agricultura en un sectorsubsidiado y desprestigiar la vida rural, nues-tras exigencias alimentarias no pueden ser so-portadas por nuestros propios agroecosistemas.Estas sólo pueden ser satisfechas recurriendoal mercado internacional. Es la salida lógica deunas pautas de consumo alimentario que tie-nen un alto coste territorial: para producir unkg de vegetales se requieren 1,7 m 2 de superfi-cie, mientras que para producir un kg de carnees preciso ocupar unos 7 mi' (Carpintero, 2006:41).

Durante la última década España ha exportado20 millones de t de alimentos, más de la mi-tad de las cuales son productos hortofrutícolas,siendo esta la principal especialización de laagricultura española. Una especialización quetiene un fuerte impacto socioecológico. Bastacon echar un vistazo a los cultivos forzadosbajo plástico para convencerse de ello (Del-gado y Aragón, 2006). En cambio, ha debidoimportar casi 31 millones de t, arrojando undéficit de más de 10 millones de t. En el trienio

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La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud

de 1995-1997 la balanza comercial arrojaba un

saldo negativo de 7,6 millones de t. En el últi-

mo bienio, de 2007-2008, este había ascendi-

do un 40% (hasta 11,3 millones de O. Sólo losrequerimientos de cereales, semillas y piensosigualan el total de las exportaciones. El gruesode esas importaciones está destinado a alimen-tar a la cabaña ganadera o ser procesadas por la

industria agroalimentaria. De los 4,7 millones

de t de piensos importados en 2008, 3,5 millo-

nes de t venían de Argentina. Ese mismo ariollegaron 3,2 millones de t de maíz de Argentina

y Brasil.

La alimentación española, como la de los paí-ses ricos o desarrollados, requiere pues dedicarvastas superficies a la producción de granos yforraje en países periféricos para multiplicaruna cabaña ganadera que satisfaga la alta de-manda de carnes y productos lácteos'. De estamanera se entiende que ideas como "intercam-bio ecológico desigual" (Hornborg, 1998) o"deuda ecológica" (Martínez -Alier y Oliveres,2003) hayan proliferado en el debate político

y académico.

Witzke y Noleppa (2010, 14) han estimadola cantidad de "tierra agrícola virtual" (virtualagricultura! land) que los europeos (UE-27)importamos. Los datos son contundentes: laUE-27 exporta alrededor de 14,10 millones de

ha mientras que sólo la soja supone una im-portación de 19,2 millones. En total, el déficit

asciende a 35 millones de ha. Más o menos lasuperficie de Alemania. España obviamenteparticipa de esta realidad. Se puede demos-trar fácilmente a partir de las importaciones desoja y maíz llegadas desde Brasil. En el trieniocomprendido entre 2006 y 2008, se importa-

Como es sabido, esta pauta alimentaria ha tenido y tienegraves consecuencias sociales y ambientales: para el sosteni-miento de la ganadería de los países desarrollados se han re-tirado tierras para la alimentación humana o se han dedicadoparte de ellas al cultivo de piensos para su engorde. SegúnKrausmann (2008), la apropiación global de biomasa terrestrealcanzó en el año 2000 los 18 700 millones de t de materiaseca por año, un 16% de la producción primaria neta terres-tre. De esta cantidad, sólo un 12% de la biomasa vegetal fuea parar directamente a la alimentación humana; un 58% seutilizó para alimentar al ganado, otro 20% sirvió de materiaprima para la industria y el 10% restante sigui() usándosecomo combustible.

ron más de 2 millones de t de soja y más de

1,5 millones de t de maíz, equivalente a una

superficie de casi 1,2 millones de ha. Sólo para

sustituir el maíz y la soja llegados desde Brasil,España debería dedicar a su cultivo una super-ficie mayor que las regiones de Murcia o Na-varra. Obviamente, a costa de otros cultivos oaprovechamientos.

UN SISTEMA AGROALIMENTARIO

INSOSTENIBLE

Pero la insustentabilidad nace en el seno mismo

de nuestro sistema agroalimentario, es decir, detodos aquellos procesos que han de realizarsedesde que se cultiva un producto agrario hastaque lo consumimos en la mesa. Según un tra-bajo que se publicará próximamente (Infantey González de Molina, 2010), el manejo quese dispensa a nuestros agroecosistemas provo-

ca gastos energéticos elevados en gasóleos yelectricidad y, sobre todo, en la elaboración ytransporte de los inputs que la producción agrí-cola y ganadera necesita. La flota de tractores olas bombas de riego tienen unos importantesrequerimientos de combustibles y electricidad.Pero no sólo eso. Un elemento fundamental delos sistemas agrarios industriales es la reposi-ción artificial de nutrientes con fuentes inorgá-nicas ajenas a la finca. El nitrógeno es el ma-cronutriente más consumido en nuestro país yla única fórmula de obtenerlo químicamente esmediante la síntesis de amonio en un procesoque requiere altos niveles de presión y grandestemperaturas. Su coste energético representauna media del 40% del total de la producciónagrícola en algunos países desarrollados y hasta

del 70% en los que están en vías de desarrollo(IDAE, 2007). La aplicación del mismo com-porta, en España, casi 100 millones de GJ se-gún nuestros cálculos. O lo que es lo mismo:casi una cuarta parte de los consumos del sec-tor agrario y más del 7% del gasto energético

total del sistema agroalimentario.

El otro rasgo sobresaliente del sector agrarioespañol es, según hemos visto ya, su completadependencia de los granos llegados de ultra-

Niiittdiruiibu 15 / Junio 201115

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El enormetrasiego derivadode la circulaciónpor todo el paísde productosagroalimentarios,es responsabledel 1743% de laenergía primariaconsumidapor el sistemaagroalimentarioen su conjunto,es decir, 245millones deGJ. Foto: AídaRicciardiello.

mar. Argentina, Brasil o los EEUU, entre otrosmuchos países, envían a nuestro país casi 20millones de t que se utilizan principalmentepara la alimentación del ganado'. Se mantieneasí la ganadería intensiva, una de las princi-pales fuentes de insustentabilidad, haciendoposible la producción masiva de carnes yproductos lácteos. El contenido energético dedichos granos representa otra cuarta parte delos consumos energéticos del sector agrario.Ello sin tener en cuenta los costes energéticosque su transporte, conservación eventual en-vasado de unos productos que recorren me-dio mundo.

Pero, la alimentación de los españoles exigeel empleo de una cantidad muy relevante deenergía, en su gran mayoría proveniente decombustibles fósiles que se emplean fuera delsector agrario. El enorme trasiego derivado dela circulación por todo el país de productosagroalimentarios, es responsable del 17,43%de la energía primaria consumida por el siste-ma agroalimentario en su conjunto, es decir,245 millones de GJ. La mayoría corresponde altransporte por carretera, tanto por el transpor-

Solo la importación de piensos y cereales superó los 16 mi-llones de tm en la media de la última década (AEAT, 2010).

te industrial y comercial como por el realizadopor los ciudadanos cuando se desplazan a lasgrandes superficies.

Otros procesos involucrados en la alimentaciónhumana tienen unos consumos energéticos tam-bién elevados: envasado, conservación, venta ypreparación de los alimentos... En todos y cadauno de estos procesos se multiplica el consumode unos recursos que, además de encarecer losproductos finales, están en el origen de otrostantos problemas medioambientales, como elagotamiento de recursos escasos, el cambio cli-mático o la acidificación. Las largas distanciasrecorridas por los alimentos y la amplia dura-ción del proceso de distribución y comerciali-zación obligan a mantenerlos en buen estadode conservación. Esta necesidad, junto con lade cuidar la apariencia del producto, en nuestracultura incluso más importante que sus propie-dades naturales, obliga a la utilización masivade envases y embalajes. En España se vienenconsumiendo, sólo para usos agroalimentarios,más de dos millones de t de vidrio, más de 1,5millones de t de plásticos y más de 150 mil t depreparados de cartón o papel (Infante y Gonzá-lez de Molina, 2010: anexo metodológico). Almargen de los impactos ambientales derivadosde la utilización de estos productos, en muchos

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Aliaillihiilbet 951 Junio 2011

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La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud

casos altamente contaminantes, el consumoenergético que suponen no es mucho menorque el contenido calórico de los alimentos quecontienen.

A su vez, la industria agroalimentaria consumecasi un 10% de los requerimientos de energíaprimaria del sistema agroalimentario. Práctica-mente la misma cifra que demandan los puntosde venta (tanto establecimientos comercialescomo los vinculados a la hostelería). En com-paración con esas cifras, los hogares consumenpoco menos que la industria y la actividad co-mercial juntas. El cocinado y la conservaciónde alimentos son procesos altamente deman-dantes de energía. Un hecho condicionado porun tipo de alimentación que prima productosfuera de temporada, con altas necesidades deconservación y una dieta cárnica que multiplicala necesidad energética para su cocinado. Sólolos electrodomésticos vinculados con la acciónde alimentarnos consumen más de la mitad dela energía que la que los propios alimentos con-sumidos nos proporcionan (140 millones de GJ

frente a 235).

Si incorporamos el resto de actividades nece-sarias para poner los alimentos en la mesa decada hogar comprobamos que el sector agrariosólo es responsable de poco más de un terciodel consumo total de energía primaria del sis-tema agroalimentario español. El transporte delos alimentos, su procesamiento industrial, suembalaje, su venta, su conservación y su con-sumo, alcanzan el 66% restante. En total, nece-sitamos más de 1400 Petajulios para satisfacerel metabolismo endosomático de los españoles,en tanto que la energía contenida en los alimen-tos consumidos apenas alcanza los 235 (Infantey González de Molina, 2010). Por cada unidadenergética consumida en forma de alimento sehan gastado en su producción, distribución,transporte y preparación 6 según estimacionesprudentes. La ineficiencia del proceso de ali-mentación de los españoles es un fiel reflejo desu grado de insustentabilidad.

Un modelo que destruye la biodiversidad, quedespilfarra bienes tan escasos como el agua o

el suelo para producir alimentos y materiasprimas con un balance energético en muchoscasos negativo y rentabilidades económicasmuy bajas. Un modelo que no aporta rentassuficientes para los agricultores (salvo para losgrandes), a los que obliga además a un uso cadavez más intensivo de los recursos naturales enuna espiral que los condena a la degradación.Un modelo que, basado en la destrucción deempleo como medio de alcanzar ciertos nivelesde productividad, es causa del abandono con-tinuado de la actividad agraria y del despobla-miento de las zonas rurales. Un modelo que noremunera más que parcialmente el trabajo delos agricultores, cuyas rentas decrecen de ma-nera continuada. Los agricultores perciben cada

La ineficiencia del procesode alimentación de losespañoles es un fiel reflejo desu grado de insustentabilidad.Un modelo que destruye labiodiversidad, que despilfarrabienes tan escasos como elagua o el suelo para produciralimentos y materias primascon un balance energéticoen muchos casos negativo yrentabilidades económicasmuy bajas. Un modelo que noaporta rentas suficientes para,los agricultores y que, basadoen la destrucción de empleocomo medio de alcanzar ciertosniveles de productividad., escausa del abandono continuadode la actividad agraria y deldespoblamiento de las zonasrurales

ernilibeitel 95/ Junio 2011

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Manuel Gonzélez de Molina

Los alimentosecológicossuelen estarlibres desustanciascontaminantescomo losfitosanitariosy muchos delos aditivosusados para lapreparación,manipulación yconservaciónde losalimentos.Foto: AídaRicciardiello.

vez menos por el producto y cada vez son me-nos los que pueden vivir de la agricultura. Unmodelo insostenible que no asegura el desem-peño de las funciones ecológicas vitales para lasostenibilidad que tienen los agroecosistemas.

LA AGRICULTURA ECOLÓGICA,LA BASE DE UNA DIETA SALUDABLE

La alimentación ecológica puede convenirse enla base de una alimentación sana y nutritiva.Los alimentos ecológicos suelen estar libres desustancias contaminantes como los fitosanita-hos y muchos de los aditivos usados para lapreparación, manipulación y conservación delos alimentos. El Reglamento 834/2007 y suantecesor, el 2092/1991 definen la producciónecológica como aquellas que no utiliza en laproducción y transformación de alimentos pro-ductos químicos de síntesis. Por esa razón, losalimentos ecológicos están libres de sustanciasque pueden ser perjudiciales para la salud.

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Los estudios disponibles sobre las característicasde los productos ecológicos destacan, además,sus cualidades nutricionales. Habitualmenteeste aspecto se plantea en términos comparati-vos con la producción convencional, es decir, silos alimentos ecológicos son más nutritivos que

La alimentación ecológicapuede convertirse en la basede una alimentación sanay nutritiva. Los alimentosecológicos suelen estar libresde sustancias contaminantescomo los fitosanitarios y muchosde los aditivos usados para lapreparación, manipulación yconservación de los alimentos

tikii~lib 95 / Junio 2011

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La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud

los convencionales. No existen estudios con lasuficiente profundidad temporal y amplitudrespecto a los productos analizados como paraafirmar rotundamente que los alimentos eco-lógicos son más nutritivos que los convencio-nales. Sin embargo, los estudios disponiblesapuntan en esa dirección. Efectivamente, en uninforme reciente (Benbrook et al., 2008) que

revisa toda la literatura disponible, se llega a laconclusión de que los alimentos ecológicos deorigen vegetal son, en promedio, más nutriti-vos que los convencionales. En ese trabajo sehan revisado todos los estudios habidos hastael ario 2007 y se han considerado únicamenteaquellos trabajos que permiten una compara-ción rigurosa con los convencionales. Con estaselección los autores han podido realizar unavaloración comparativa de 11 nutrientes. En el61% de los casos, los alimentos ecológicos fue-ron más nutritivos que los convencionales y enel 37% ocurrió lo contrario; en el 2% restanteno hubo diferencias. Los alimentos ecológicostienen mayor riqueza en polifenoles y antioxi-dantes que los convencionales en un 75% delos casos. Se considera, en ese sentido, que unaumento del consumo de estos nutrientes esbueno, habida cuenta de que la ingesta mediade estas sustancias está por debajo de la mitadde de los niveles recómendados. Los alimen-tos ecológicos tenían, además, cantidades su-periores al 10% respecto de los convencionalesen cinco nutrientes significativos. En la mismadirección van las evidencias recogidas por Rai-gón (2007) para el caso de España. Además laagricultura ecológica está asociada en la actuali-dad a tipos de dietas más equilibradas, con unapresencia mayor de los hidratos de carbono ymenor de grasas, más frutas y verduras y menoscarnes y productos lácteos.

El desarrollo territorial de la agricultura eco-lógica, los manejos agrarios que promociona,su asociación con los mercados locales, el con-sumo en fresco y en temporada, la hacen es-pecialmente idónea para promover un sistemaagroalimentario más sostenible. La preferenciapor la agricultura ecológica se funda en razonesde oportunidad pero también en razones inhe-rentes a este método de producción. A priori

El desarrollo territorial dela agricultura ecológica,los manejos agrarios quepromociona, su asociación conlos mercados locales, el consumoen fresco y en temporada, lahacen especialmente idóneapara promover un sistemaagroalimentario más sostenible

es el método de producción que más cerca seencuentra de la sustentabilidad agraria en Eu-ropa (González de Molina, Alonso y Guzmán,2007). En los últimos arios ha venido experi-mentando un crecimiento, que podemos cali-ficar de espectacular, hasta convertirse en unaalternativa real al modelo de producción con-vencional. Según los datos publicados por elMinisterio de Medio Ambiente, Medio Rural yMarino, correspondientes a 31 de diciembre de2009 (MARM, 2010), España ha afianzado suliderazgo en Europa en cuanto a superficie ins-crita en organismos de control dedicados a su-pervisar la agricultura y ganadería ecológicas.

Por otro lado, el consumo de productos ecoló-gicos está creciendo a tasas anuales próximasal 10% en los principales países miembros,según el informe recientemente publicado porla Comisión Europea (EU-DGARD, 2010: 41).Según este, la venta de productos ecológicosrepresentaba en 2007 un porcentaje del 1,9%del consumo alimentario de las familias de laUnión, lo que significa un volumen de negociode 14381 millones de euros o casi 36 euros percapita invertidos en su adquisición. El consumoen España es aún muy bajo, según las estima-ciones más realistas apenas alcanza el 0,6% delconsumo agroalimentario agregado y un valoren torno a los 600 millones de euros para 2008(MARM, 2009), pero viene creciendo también aun ritmo firme y, sobre todo, ha desbordado el

segmento de consumidores "fuertemente ideo-logizados" donde estaba recluido hasta ahora.

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PRODUCTOS

DEpfrlp,TuRA

ECOLÓGICA

Manuel González de Molina

En un informe reciente (Benbrook et al., 2008) que revisa toda la literatura disponible, se llega a la conclusión deque los alimentos ecológicos de origen vegetal son, en promedio, más nutritivos que los convencionales. Foto: AídaRicciardiello.

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La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud

Nuevos consumidores, comprometidos con susalud pero también con el medio ambiente, sehan sumado a los tradicionales. La demandainterior en expansión y el sólido crecimientode la europea, hacen albergar expectativas ra-zonables de que el crecimiento de la superficieinscrita se mantenga en el futuro. Ello pese a laretirada del apoyo público que ha experimen-tado en algunas comunidades autónomas comoAndalucía, que fue un referente exitoso de res-paldo institucional.

LA AGRICULTURA ECOLÓGICA,

BASE DE UN SISTEMA

AGROALIMENTARIO SUSTENTABLE

Consumir productos ecológicos es ademásun acto de consumo responsable que permitemantener y conservar los ecosistemas, los ser-vicios ambientales imprescindibles y mitigar elcambio climático. Los estudios disponibles ha-blan de que la producción ecológica reduce lasemisiones de dióxido de carbono entre un 40%y un 60% con la transformación de convencionala ecológico, dependiendo de la orientación pro-ductiva, debido a la no utilización de fertilizantesnitrogenados y plaguicidas químicos, y el bajouso de fertilizantes potásicos y fosfóricos y ali-mentos concentrados (Alonso y Guzmán, 2004;Stolze et al., 2000; una revisión en Aguilera etal., 2010a). En un estudio reciente sobre el im-pacto del olivar ecológico en el calentamientoglobal (Aguilera et al., 2010b) se demuestra queel olivar ecológico tiene unos niveles muy bajosde emisiones por unidad de superficie, graciasal ahorro de insumos de origen no renovabley al secuestro de carbono logrado mediante elempleo de cubiertas vegetales y enmiendas or-gánicas. A ello hay que añadir los ahorros quese podrían conseguir con la producción en fin-ca de biocombustibles (bioetanol, por ejemplo,compatible con la mayoría de las tecnologíasmecánicas) y la introducción de energía solarlotovoltaica para la elevación de aguas de riego.Los trabajos realizados sobre agricultura ecológi-ca coinciden en que este método de producción,si se practica adecuadamente, evita la contami-nación de origen agrícola (elimina el uso de

Consumir productos ecológicos

es además un acto de consumoresponsable que permite

mantener y conservar losecosistemas, los servicios

ambientales imprescindibles

y mitigar el cambio climático.Los estudios disponibles hablande que la producción ecológicareduce las emisiones de dióxidode carbono entre un 40% y un60% con la transformación deconvencional a ecológico

fertilizantes y pesticidas de síntesis y gestionamás adecuadamente el agua). En algunas co-marcas alemanas la agricultura ecológica se hapropuesto como la manera idónea de preservarlas zonas vulnerables a la contaminación pornitratos. Evita enfermedades, también, vincula-das al uso y manipulación de plaguicidas, sobretoda la población y también sobre los produc-tores de forma específica. En la Memoria delII Plan Andaluz de Agricultura Ecológica (CAP,2007) se recoge un cálculo realizado sobre lasuperficie inscrita a mediados de ese ario, unas600 000 ha, de la cantidad de productos quími-cos que gracias a la conversión de esa superficiese había dejado de verter a los agroecosistemas.Los resultados son elocuentes: se dejaron deutilizar 134 259 t de fertilizantes químicos, delos cuales 84 709 t correspondían a fertilizantesnitrogenados, 4 362 t de plaguicidas químicos,1125 t de fungicidas, 1 039 t de herbicidas y811 t de insecticidas. La agricultura ecológicamantiene, además, la biodiversidad genéticadel sistema agrario y de su entorno, incluyendola protección de los hábitats de plantas y ani-males silvestres.

El desarrollo tan impresionante que ha expe-rimentado la agricultura ecológica en nuestro

reraftiteithl 95/ Junio 2011 21

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El secrelacie la expansión sin precedentes de laagricultura 'hcológica se encuentra, al margen dela mejora en la competitividad que supone el selloecológico, que en términos generales resulta ser másrentable que la agricultura convencional en las mismascondiciones de suelo, clima y cultivo. Las mayores

ferencias se producen precisamente en aquelloscultivos que mayor valor agrego proporcionan:hortalizas, cítricos, subtropicesl frutas en general.Foto: Aída Ricciardello.

SOCIEDAD COOPERATIVA

AGRICULTURA DE RESPONSABILIDAD

COMPARTIDA DE CANTABRIA

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La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud

país se debe en buena medida a la crisis en laque ha entrado el sector agrario, sobre todo

aquellos agroecosistemas del interior peninsu-

lar que tienen dificultades para competir con laproducción intensiva, con la producción bajoplástico o la ganadería también intensiva, en ré-

gimen de estabulación. La agricultura ecológi-ca se ha convertido en una alternativa rentablepara los agricultores que tienen sus explotacio-nes enclavadas en estos territorios y que de noser por ella y las oportunidades de mercado ymayores subvenciones que comporta, proba-blemente hubieran abandonado la actividad.Esto es especialmente evidente en la ganaderíaextensiva y buena parte de los cultivos tradicio-nales del secano español, tanto herbáceos como

leñosos.

Pero, paradójicamente, la agricultura ecológicase está convirtiendo también en una alternati-va viable para el mantenimiento de las cuotasde mercado (o para abrir otros nuevos) de laproducción intensiva. Los escándalos alimenta-rios, los frecuentes episodios de contaminaciónde alimentos con sustancias prohibidas o condosis de residuos superiores a los permitidos,junto con el deseo de la distribución de reci-bir producto libre de residuos, está impulsandola agricultura ecológica en un sector en el queapenas tenía desarrollo, en el de la producciónintensiva y en especial en la fruticultura prote-gida y la agricultura bajo plástico.

El secreto de esta expansión sin precedentesde la agricultura ecológica se encuentra, almargen de la mejora en la competitividad que

supone el sello ecológico, que en términos ge-nerales resulta ser más rentable que la agricul-tura convencional en las mismas condicionesde suelo, clima y cultivo. En términos com-parativos, el valor de la producción agrícolaecológica fue para 2005 —ario para el que sedispone de un completo estudio de las cuentasde la producción ecológica para Andalucía—un 35% superior al convencional y un 10%superior en el caso de la ganadería (Soler, Pé-rez y Molero, 2009). Las mayores diferenciasse producen precisamente en aquellos culti-vos que mayor valor agregado proporcionan:

hortalizas, cítricos, subtropicales y frutas en

general.

Aunque carecemos de estudios de conjunto,

el II PAAE constataba que en Andalucía almenos, la práctica de la agricultura ecológicaestaba produciendo un rejuvenecimiento delsector agrario, ya que la edad de los produc-tores ecológicos era inferior a la media. Delmismo modo, la incorporación de la mujer ala explotación a título principal era mayor quela media del conjunto del sector. Tampoco hayestudios sobre el impacto que la agriculturaecológica está teniendo sobre el desarrollo ru-ral, más allá del incremento de la renta agrariaque parece propiciar. En otros países comoItalia y en algunas comarcas de Andalucía, laagricultura ecológica parece complementarsemuy bien y constituye un motivo de estímu-lo para el turismo rural y, por tanto, para ladiversificación de actividades económicas enel medio rural. Un estudio reciente sostieneque la agricultura ecológica está permitien-do la generación de impactos socioeconómi-cos positivos en el marco del desarrollo ruraleuropeo (Ploeg et al., 2002), añadiendo a la

generación de renta y empleos adicionales res-pecto a la agricultura convencional (Offermany Nieberg, 2000). Un reciente informe de laComisión Europea confirma estos extremos(EU-DGARD, 2010).

Efectivamente, este es un dato crucial en la ac-tual situación de crisis económica y altos ni-veles de desempleo. Tanto el trabajo sobre lascuentas económicas del sector agrario como lostrabajos realizados sobre el empleo ambientalen España, parecen mostrar que la agriculturaecológica genera empleo en mayor medida (un20% más) que la agricultura convencional, ba-sada en el estímulo de la productividad del tra-bajo y, por tanto, en la destrucción del empleoagrícola y en una menor dedicación al sector(aumento del trabajo a tiempo parcial). Segúnun estudio elaborado por el Observatorio de laSostenibilidad en España y la Fundación Bio-diversidad, el sector de la agricultura ecológica

en 2008 generó empleo para 49867 personas,un 0,25% de la población ocupada en todos los

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Manuel González de Molina

sectores económicos del país (OSE-FB, 2010:87 y ss.). En cualquier caso, la alternativa alcrecimiento del empleo en la agricultura y enla ganadería ecológicas está asegurado, todavez que la productividad del trabajo no tiene elmismo significado que en la producción con-vencional y sobre todo, porque el modelo deagricultura ecológica no mantiene la relacióndirecta que aún tiene la agricultura conven-cional entre el volumen de la renta agraria, losumbrales de rentabilidad de la explotación, laproductividad del trabajo y la destrucción deempleo.

La producción ecológica, además, es el cen-tro de algunas estrategias que se articulan entorno a circuitos o canales cortos de comer-cialización, que ofrecen variedades tradicio-nales más adaptadas a los gustos locales yestán significando una recuperación del con-sumo de temporada (González de Molina,2009). Efectivamente, una parte aún difícilde cuantificar del aumento experimentadopor el consumo de productos ecológicos, sedebe al auge de canales cortos de comercia-lización, es decir, al auge de formas de ventaque implican contacto directo entre produc-tor y consumidor y a la creciente presenciade los productos ecológicos en mercadoslocales. En los últimos arios han crecido ennúmero y afiliación las asociaciones de pro-ductores y consumidores, de cooperativasde consumo en torno a grupos de producto-res, las tiendas minoristas o el reparto domi-ciliario de alimentos frescos e incluso trans-formados, o el suministro local de centroseducativos y sanitarios4 . Sería convenienteevaluar el impacto positivo que los canalescortos están teniendo en la configuración deun sistema agroalimentario alternativo, mu-cho menos costoso energéticamente pero mássaludable desde el punto de vista ambiental yde la salud humana. También debería evaluar-se el beneficio que este tipo de canales suponetanto para el agricultor en términos de renta

Vid, con carácter general la Memoria del II Plan Andaluz deAgricultura Ecológica (CAP, 2007). Para el caso de Navarraver el completo estudio de Moreno (2009); para Andalucía,Sánchez Cáceres (2009).

como del consumidor en términos de preciofinal, pero parece claro que los experimentosde consumo directo suponen precios finalesmás bajos y beneficios mayores y más segurospara los productores (Memoria del II PAEE,CAP, 2007).

No obstante, una apuesta por la sustentabili-dad agraria exige una drástica reducción de laactividad ganadera intensiva (por cierto conproblemas cada vez más grandes de rentabi-lidad), que sólo será posible con una cambiode la regulaciones del mercado agroalimenta-rio y de las políticas públicas que favorecen elconsumo de carne y productos lácteos. La ga-nadería extensiva, especialmente la ecológica,puede sostener sólo en parte la demanda dealimentos provenientes de la ganadería, por loque el cambio de las pautas de consumo ha-cia una dieta más vegetariana resulta en esteaspecto aconsejable (Erb et al., 2009; Duthil yKramer, 2000; iones y Crane, 2009; Kramer,1996). Este cambio no está aconsejado sólopor las posibilidades de los agroecosistemasespañoles de alimentar de manera sosteni-ble una cabaña ganadera mucho menor y dedisminuir el consumo de energía del sistemaagroalimentarios en su conjunto, sino tambiénpor criterios de equidad social y de redistri-bución de la riqueza a escala mundial, redu-ciendo la enormes importaciones de granosque España realiza para mantener su cabañaganadera y que significan la retirada de unaelevada cantidad de tierra de la alimentaciónhumana, perjudicando a países pobres quetienen graves problemas de seguridad alimen-taria. En definitiva, la producción ecológicaproporciona hoy la base para un alimentaciónsana y nutritiva y para la configuración de unsistema agroalimentario sostenible.

La manera en que se alimentan los españolesy españolas ha experimentado, pues, cambiosmuy significativos que son una de las princi-pales causas de insustentabilidad, no sólo enlo que atañe a la salud humana sino tambiéna la salud de los ecosistemas y al stock de losrecursos naturales, no sólo a los españoles sinotambién a los de terceros países. +

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La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud

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Wilui tilcüritteJ 95/ Junio 2011

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