16
Suplemento Cultural de La Jornada Domingo 9 de diciembre de 2012 Núm. 927 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Héctor Azar un hombre de teatro F ESTIVAL I NTERNACIONAL DE T EATRO P UEBLA J ORGE GALVÁN, MARIANA DOMÍNGUEZ y MIGUEL ÁNGEL QUEMAIN

La Jornada Semanal

Embed Size (px)

DESCRIPTION

La Jornada Semanal

Citation preview

Page 1: La Jornada Semanal

■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 9 de diciembre de 2012 ■ Núm. 927 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Héctor Azarun hom

bre de teatroFestival internacional de teatro Puebla

Jorge galván, Mariana DoMínguez y Miguel ángel QueMain

Page 2: La Jornada Semanal

Hugo Gutiérrez Vega

Directora General: C a r m e n L i r a S a a d e , Director : H u g o g u t i é r r e z V e g a , Je fe de Redacción: L u i S t o Va r , Edic ión : FranCiSCo torreS CórdoVa, Corrección: aLeyda aguirre, Coordinador de arte y diseño: FranCiSCo garCía noriega, Diseño Original: marga Peña, Diseño: Juan gabrieL Puga, Iconografía: arturo Fuerte, Relaciones públicas: VeróniCa SiLVa; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: aLeJandro PaVón, Publicidad: eVa VargaS y rubén HinoJoSa, 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: [email protected], Página web: www.jornada.unam.mx

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui­tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jor nada Semanal núm. 04­2003­081318015900­107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores.

La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.

[email protected] y opiniones:

[email protected]

2

Portada: Inventor de magiasFoto cortesía: Archivo familia Azar

bazar de asombros 9 de diciembre de 2012 • Número 927 • Jornada Semanal

EL MISTERIO HUMANO DE MAURIAC

Para fray Didier Leurent O.P.

“Así exhumamos de nuestra infancia unos seres dormidos y volvemos a inventar la vida.” De esta manera François Mauriac explica su método para novelar y afirma la preponderencia de la memoria en la construcción de tramas y personajes. El novelis­ta francés, católico que tuvo discusiones ásperas con los ultramontanos de la jerarquía eclesiástica, nos dice en un ensayo sobre su método: “Ninguno de los personajes de El beso al leproso es inventado: es su destino lo que yo invento.” Los personajes de Mauriac están fuertemente ligados al lugar en don­de viven. Ese lugar (generalmente una pequeña y asfixiante ciudad de provincia llena de prejuicios, chismorreos y suspicacias; no olvidemos que el que tiene una moral sospechosa es el que sospecha de la moral de los demás) los atrapa y, a veces, violenta su libre albedrío con la terrible fuerza de los prejuicios que modelan la vida de los habitantes de la pequeña ciudad y dictan las feroces leyes de una moral social caduca y enemiga de lo humano, ya que asesina sin piedad la alegría de vivir. Estos estrechos panoramas productores de asfixia vital

están magistralmen­te narrados por

Maur i ac en E l mis ter io

Frontenac, en El río de fuego, Genitrix y, sobre todas sus novelas, en El desierto del amor, relato fundamental de las letras francesas.

Mauriac es un escritor poderoso que no hace concesiones y nos entrega personajes que padecen los vicios más frecuentes de la condición humana: madres posesivas, padres que castigan a los hijos sin piedad alguna, beatos hipócritas, curas impíos, falsarios, desalmados, cobardes... La mayor parte de ellos vive en el seno del mundo católico (Ches­terton decía que la Iglesia no es un lugar lleno de beatitud sino un hospital de pecadores) y con fre­cuencia es tocada por la gracia y, casi siempre, se le concede el don de lágrimas y el prodigio de la contrición.

Las atmósferas de las novelas de Mauriac son obscuras y enfermizas. En Therése Desqueyroux y en Nudo de víboras se puede cortar el aire, pesado y abrumador. Ya despejada la atmósfera, y leída la última novela de la saga de Therése, El fin de la noche, coincidimos con Jean Paul Sartre en el en­tusiasmo por este ciclo de novelas escritas para lec­tores católicos, para lectores con dudas y para lecto­res sin fe, pero que son profundamente religiosas, a pesar de que Therése no encuentra al final de su vida al confesor adecuado y no se convierte a la re­ligión católica en su lecho de muerte.

Dice Mauriac que su novela más católica es Nudo de víboras. Tiene razón, pues los personajes están llenos de mala fe intelectual, de avaricia, de falta de caridad, en fin, de las muchas taras de la naturaleza humana. Todas estas miserias y defectos son las que el Hijo del Hombre vio y por eso vino al mundo, “para buscar y salvar lo que estaba per­dido”. Ese es el latido oculto en la narrativa de Mauriac, el que busca la esencia profunda de la

salvación.

Porque honor a quien honor

merece, este número lo dedica-

mos a la segunda edición del

Festival Internacional de Teatro

Héctro Azar, uno de nuestros

mayores hombres del gran arte

efímero. Con la participación

de Colombia, Argentina, Brasil,

Estados Unidos, España, Italia,

Holanda y México, en la hermo-

sa Puebla de los Ángeles se

vivió una gran fiesta de las

artes escénicas, del teatro

tradicional al circense, pasando

por el performance, de la que

dan cuenta el espléndido

artículo de Miguel Ángel

Queimain y el reportaje de

Mariana Domínguez Batis,

mientras que Jorge Galván nos

ofrece un breve pero entraña-

ble perfil del maestro Azar.

El número lo completa un

agudo acercamiento de Enri-

que Olmos de Ita a la puesta

en escena de Tío Vania, de

Chéjov, bajo la dirección

de David Olguín. Agradecemos

a la maestra Lourdes Galaz su

colaboración para la realiza-

ción de este número.

Page 3: La Jornada Semanal

creación3 Jornada Semanal • Número 927 • 9 de diciembre de 2012 BITÁCORA BIFRONTE

Jair Corté[email protected]

twitter: @jaircortes

La extensa producción literaria del italiano Dino

Buzzati (nacido en Belluno, en 1906 y fallecido en

Milán, en 1972) cifra su esencia en el tema de la

espera y en las diferentes fases que acontecen

mientras ésta transcurre: la esperanza, el abu­

rrimiento, el hartazgo, la desolación, el miedo y,

finalmente, la nada. Buzzati es dueño de una prosa

abundante en descripciones, en ambientes que

recurren a la palabra poética para sublimar la des­

gracia, en la creación de personajes sencillos pero

entrañables; todo esto enmarcado en fascinantes

historias. Jorge Luis Borges dijo acerca de la obra

de Buzzati que: “Hay nombres que las generacio­

nes venideras no se resignarán a olvidar. Uno de

ellos es, verosímilmente, el de Dino Buzzati […] Su

vasta obra, no pocas veces alegórica, exhala an­

gustia y magia. El influjo de Poe y de la novela gó­

tica ha sido declarado por él. Otros han hablado

de Kafka. ¿Por qué no aceptar, sin desmedro algu­

no de Buzzati, ambos ilustres magisterios?” Puedo

especular que Buzzati influyó en Esperando a Go-

dot de Samuel Beckett, ya que en la década de los

cuarenta Buzzati fue traducido a casi una decena

de idiomas, entre ellos el francés.

Dino Buzzati no lucha contra las fuerzas inven­

cibles que terminan por devorar a sus personajes,

simplemente se abandona a ellas y de ahí surgen

La babosa

La babosa, apena anochece,de la oscuridad del pozosale a la oscuridad de la noche,guiada por su instinto infalible,y se arrastra despacio y a ciegas hacia el jardín.La luz del día la asusta. Tememostrarse desnuda. Teme la sal.Por eso, apenas oye pasos del hombre,recoge sus antenas iluminadas,arruga su ceniza piel y toda contrición se confía a la tierra.

Criatura desnuda e indefensano tiene más arma que el calosfrío de su cuerpo.

cuentos memorables como “Siete pisos”, en donde

un hombre es ingresado a un hospital por un mal

menor. En ese hospital los pacientes son interna­

dos en un piso según la gravedad: el séptimo es

el de menor riesgo; en el primero se encuentran

los desahuciados. La burocracia, la ineptitud de los

médicos y enfermeras, la falta de camas y una lar­

ga lista de pretextos, provocan que el hombre des­

cienda de manera paulatina por los diferentes

pisos. La angustia se incrementa, el desasosiego

acompaña al hombre que, irremediablemente,

depende de situaciones que escapan a la razón y

que lo llevan al primer piso…

Pero lo que en la obra de Buzzati es surrealismo

o absurdo, en los hospitales mexicanos del servi­

cio de salud pública es realismo. Conozco el caso

de un hombre al que le amputaron la pierna salu­

dable, terminando por cortarle ambas. Muchos

médicos, enfermeras y trabajadores del sector

salud, que cobran sus sueldos gracias a los im­

puestos que la población paga, creen “hacernos el

favor” de cuidar a nuestros pacientes (cuya pala­

bra tiene su origen en el latín pati, entis, de pati:

padecer, y que ejercen la paciencia a un extremo

prodigioso). Los hospitales mexicanos no tienen

rostro y, por lo tanto, no hay quien sea responsable.

Siempre hay un enjambre de doctores en pláticas

extensas, entre risas, bromas y tortas de tamal, le­

jos de las camas de los enfermos. Recuerdo, ya no

sé si con tristeza o rabia, estar en una sala de espe­

ra en donde algún empleado del hospital tuvo la

gran idea de programar como música de fondo,

para “pasar el rato más ameno”, “Las hojas muertas”

y “El amor es triste”, dos piezas musicales que son

la banda sonora perfecta para la deshumaniza­

ción a la que hemos llegado •

La ventana y la helada

Dejé la ventana abiertay me congelé toda la noche.No parecía que caería una helada.El día fue tan cálidoque podías pensar que de nuevo llegaría el verano…

Ahora veo la destrucción:Me rompió el espejo,mi jarrón más caro,el cuadro con el paisaje primaveral.Todo lo que más preciado tenía…

Tal vez es mejor así. Puede uno vivirsin todo eso. Al menosdebe aprender. De cualquier maneralas cosas, con el tiempo, serán menos.

DINO BUZZATI Y LOS HOSPITALES MEXICANOS: ESPERAR LA NADA

Dos poemasLukás Theodorokópoulos

Véase La Jornada Semanal, núm. 762, 11/xi/2009

Versiones de Francisco Torres córdoVa

Page 4: La Jornada Semanal

En esta página: la

compañía

estadunidense

Bandaloop

Performance

4

ecenas, cientos de espectadores en su mayo­ría con los rostros escondidos detrás de más­caras, el distintivo del Festival Internacional de Teatro Puebla Héctor Azar 2012 (FitHa),

colmaron durante diez días los veintiún escenarios para disfrutar alguna de las 127 funciones ofrecidas por las ochenta compañías teatrales locales, nacio­nales e internacionales invitadas al evento.

Los más de 187 mil asistentes a la segunda edición del encuentro teatral poblano habrían acabado con el mito: “en México no existe público para las artes escénicas”. El festival Héctor Azar ya es uno de los mejores eventos en su tipo en América Latina, sólo superado por los festivales de Bogotá y de Río de Janeiro, según advirtió el Secretario de Educación Pública estatal, Luis Maldonado Venegas.

DANZA VERTICAL

Ante la mirada atónita de los es­

pectadores, un grupo de jóve­nes escaló con agilidad las co­lumnas de las rejas de la Ca tedral

poblana para tener un mejor pa­norama de Bound(less), a cargo de la

compañía estadunidense Bandaloop Performance, uno de los espectáculos con los que se inauguró el FitHa 2012, la noche del 23 de noviembre.

Haciendo gala de su nombre, Bound(less), desafió los límites de la gravedad al llevar a sus bailarines a lo alto de las torres y el campanario del monumento religioso para realizar su número de “danza vertical” y rapel, con el que sorprendieron a los más de diez mil espec­tadores que acudieron a la inauguración del festival.

Otro evento que se realizó en la primera velada del FitHa 2012 fue la entrega de reconocimientos al méri­to escénico Héctor Azar. Los actores Manuel Ojeda, Blanca Guerra, Amancio Orta, el escenógrafo Alejan­dro Luna, el director Luis de Tavira y la crítica de teatro Luz Emilia Aguilar Zínser recibieron el diploma de manos del gobernador poblano Rafael Moreno Valle.

La noche de apertura finalizó con un ambiente festivo entre los asistentes, generado por la aparición de dos globos aerostáticos –alegorías del Sol y la Lu­na–, que sobrevolaron el atrio de la Catedral, como parte del espectáculo de luz, sonido y danza aérea Allegory, de la compañía italiana Studio Festi.

LA CALLE ES EL PRINCIPIO

En la edición 2012 del FitHa sobresalió el teatro de calle. Sitios considerados Patrimonio Cultural de la

Mariana Domínguez Batis

La fi

esta

del

tea

tro

Humanidad por la Unesco (1987), como el atrio de la Catedral y la iglesia de Santo Domingo, el Zócalo y otros de moderna factura como el andador del Com­plejo Cultural Universitario (CCu­buaP), fueron es­cenario para funciones de circo y teatro.

Monstruos prehistóricos de unos tres metros de alto y sus domadoras en zancos azuzaron al público lanzándole picotazos en una atmósfera primigenia que constituyó el Invasion parade , que reunió 34 mil asistentes en el Zócalo poblano las noches del 25 y 26 de noviembre. La representación estuvo a cargo de la compañía holandesa Close­Act, dirigida por Hesther Melief y Tonny Aerts.

Roberto Strada, director de la compañía Voalá, que realizó el espectáculo de clausura del FitHa, rei­vindicó el teatro en espacios abiertos al opinar pa­ra La Jornada Semanal que “empezar por la calle es una buena manera de iniciar cualquier tipo de proyecto, porque se nota mucho el agradecimiento de la gente. Al final del espectáculo se te puede acercar alguien con una lágrima en la mejilla o si de plano no le gus­tó se puede ir y ya”.

Entre las obras presentadas en espacios abiertos destacó también Olímpica ilusión, de Héctor Azar y llevada a escena por el Centro de Arte Dramático aC (CadaC) –fundado por el dramaturgo de Atlixco en 1975–, dirigida por Rabindranath Espinosa y Marce­la Bourges y presentada en la explanada del Teatro Principal, la cual lució un lleno total.

TEATRO: SIN BANDERAS NI ENEMIGOS

La programación del FitHa 2012 destacó por la in­clusión de espectáculos de diecisiete compañías in­ternacionales de reconocida trayectoria.

Una de las puestas en escena más aclamadas del festival fue El retorno, de la Nottle Theater Company, grupo representante del teatro contemporáneo en Corea. Inspirada en el poema de Bertolt Brecht “La leyenda del soldado muerto”, El retorno conmovió a la mayoría de los espectadores al motivar la reflexión en torno a la diferencia entre el mundo real de la gue­rra y la vida como una guerra. Al hablar sobre el fes­tival, el director de la compañía, Youngo­oh Won, opinó que “las actividades fueron importantes, de gran envergadura. El festival en Puebla es muy diná­mico porque en otros del mundo no mucha gente puede disfrutar las obras y aquí hay mucho público”.

La gratuidad de todos los espectáculos presenta­dos durante el FitHa 2012 fue otra característica que sorprendió a los directores de compañías invitadas. El inglés Justin Butcher, autor y actor de Scaramouche Jones –monólogo cuya genialidad lo ha llevado a ser estudiado en universidades de teatro de todo el mun­do–, consideró el festival poblano como “absoluta­mente fantástico, increíble, imaginativo, original y totalmente creativo. Además no se cobra, todos pue­den ir. Cuando llegue a mi país les voy a decir ‘oigan en Puebla están haciendo un festival maravilloso y gratuito’ y no me lo van a creer”.

Los directores de compañías extranjeras coinci­dieron en la calidez del público poblano. “El público

D

El festival Héctor Azar ya es uno de los mejores even-tos en su tipo en América Latina, sólo superado por los festivales de Bogotá y de Río de Janeiro.

Page 5: La Jornada Semanal

59 de diciembre de 2012 • Número 927 • Jornada Semanal

acá está buenísimo, me encantó”, afirmó el brasile­ño Dan Marques, quien dio vida al espectáculo de clown Funnykito en el corredor del CCu de la buaP, con el que ya ha visitado veinte países de cuatro con­tinentes en una gira de cinco años.

Por su parte, Ana Zamora, dramaturga, directora y actriz de la compañía española Nao d’Amores com­paró la situación del teatro en España con la de Mé­xico: “Ahora en España es complicado porque el país entero y no solamente el teatro vive un desequilibrio absoluto en todos los sentidos y la cultura es la pri­mera que lo está resintiendo. Ahora estamos deslum­brados con el festival de teatro de Puebla, ¡es una lo cura! Tenemos experiencia en festivales, pero éste es de enormes dimensiones. En la inauguración nos quedamos fríos por el grandioso esfuerzo, sobre todo por la apuesta que está haciendo el gobierno. Y no solamente la apuesta sino la respuesta del público. Es fantástico. Hay muchísimo público joven.”

El FitHa fue clausurado el 2 de diciembre con Voa-lá Station, el espectáculo de la compañía multidisci­plinaria argentina­española Voalá. Alrededor de 18 mil personas acudieron al Zócalo poblano para dis­frutar del espectáculo aéreo y musical dirigido por Roberto Strada y Gastón Iugman. La fusión de la música electrónica, clásica, rock y tango, acompaña­da de danza aérea y una estética inspirada en piezas de artistas visuales como René Magritte, extrajo los últimos aplausos y ovaciones por parte del público asistente.

Roberto Strada dijo en entrevista que “la cultura en general y el teatro en particular no tienen ni bande­ra como el deporte ni enemigos como la religión. Es por ello que tienen la cualidad de llevar al público a algo que está más allá de la comunicación, a una espe­cie de estado de comunión”. En cuanto al Festival Héc­

tor Azar, comenta: “Es muy nuevo, pero México tiene mucho futuro en el teatro y Latinoamérica está empezando a apostar por este tipo de encuentros.”

MI MARILYN MONROE EN EL TEATRO DE LA CIUDAD

Una de las obras más esperadas y que causó mayor expectativa entre el públi­co poblano fue Aullido, monólogo basado en el poema del beatnik Allen Ginsberg y llevado a escena por el actor mexicano Diego Luna, con música de Jaime López y dirigida por Sergio Zurita. Una hora antes del inicio del espectáculo, cientos de personas se formaron afuera del audi­torio del CCu buaP. Decenas se quedaron afuera, desilusionadas, ya que únicamen­te se permitió la entrada a los 3 mil asis­tentes para los que tiene cupo el recinto.

Los espectadores del FitHa también se conmovieron con puestas en escena como Mi Marilyn Monroe, con la actuación de la octogenaria y aclamada actriz chilena Carmen Barros, quien mereció aplausos continuos en el Teatro de la Ciudad. Mientras que los asistentes estallaron en carcajadas con piezas como El narco negocia con Dios, comedia sobre el bien y el mal y la situación del narco­

tráfico en México, escrita por Sabina Berman, dirigida por Ana Francis Mor y presentada en el Tea­tro Principal.

“LA FORMACIÓN EN PROVINCIA ES MUY IMPORTANTE”

De manera paralela a las ochenta distintas propues­tas teatrales presentadas en el FitHa, expertos de ta lla internacional impartieron taller en materias como gestión cultural, dirección, dramaturgia, teatro de títeres, performance, videocreación y actuación.

“Los talleres son de primer nivel, las clases ma­gistrales son importantísimas porque vienen los maestros a dar lo mejor de ellos en poco tiempo. Eso motiva a los participantes a estudiar cada vez más. Que en Puebla se fomente este festival de carácter internacional y se preocupen por este tipo de talleres es vital porque la formación en provincia es también muy importante”, apuntó María Cristina Cepeda García, reconocida promotora cultural.

Entre los talleristas se contaron el colombiano Ramiro Osorio (gestión cultural), merecedor de la medalla al Mérito Escénico FitHa y exdirector del Festival Cervantino. El maestro suizo­colombia­no Rolf Alderhalden (dirección). El español Juan Cavestany (dramaturgia). El brasileño Roberto Frei­tas (videocreación). Y los mexicanos Carlos Conver­so (títeres), Jorge Vargas (actuación) y Violeta Luna (performance).

DEL TEATRO AL CINE Y LA MÚSICA

La Biblioteca Palafoxiana que Héctor Azar amó tan­to en vida fue el escenario de la presentación del li­bro Héctor Azar, el inventor de magias. En la misma participaron la actriz poblana Elvira Ruiz, el hijo del dramaturgo, Carlos Azar Manzur, y el titular del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla

(CeCaP), Saúl Juárez Vega. Al final del acto los asis­tentes recibieron ejemplares gratuitos del volumen que reúne testimonios de colegas y amigos de Héctor Azar sobre su vida y obra, además de una pieza iné­dita: El hombre incómodo.

También se inauguró la exposición Cinco décadas de teatro, dedicada al trabajo escenográfico del maes­tro Alejandro Luna y compuesta por más de 250 fotografías, dibujos y videos de su arte teatral, cuya sede fue la Fototeca Juan Crisóstomo Méndez.

Un emotivo momento se vivió el jueves 29 cuan­do las vibraciones de los violines, violas, chelos, contra bajos, trompetas, flautas, clarinetes y demás instrumentos de música de cámara de la Orquesta Sinfónica de Puebla inundaron los resquicios de la Catedral poblana, bajo la guía del director invita­do, Sergio Ekstein.

De manera paralela a la presentación de las piezas teatrales, también tuvo lugar el ciclo “Del teatro al cine”. Obras clásicas de Shakespeare llevadas a la pantalla grande, como Otelo (1995), Enrique v (1989), Macbeth (2005) y Titus (1999), además de cintas mo­dernas como Por amor al arte (2003) y Llevados por el deseo (2004) fueron proyectadas en la Cinemateca Luis Buñuel, con el fin de mostrar la íntima vincula­ción entre el lenguaje teatral y el cinematográfico.

Tras diez días de espectáculos a cargo de diecisie­te compañías de teatro y diez grupos de circo ex­tranjeros, diecinueve agrupaciones nacionales y cuarenta y cuatro grupos locales, el FitHa 2012 –aus­piciado por del Gobierno del Estado, a través del CeCaP, el Ayuntamiento de Puebla y la buaP–, supe­ró las expectativas de los organizadores, asistentes y artistas invitados.

“Me da mucho gusto que en Puebla se hagan fes­tivales de este tipo. Hace unos años, si queríamos ver una buena obra de teatro o un buen concierto tenía­mos que ir hasta el Distrito Federal. Ahora ya no es necesario. Esperamos con ansias la llegada del fes­tival del año entrante”, afirmó con una visible emo­ción Janet Estrada, profesora de la buaP •

La compañía holandesa Close-Act

Studio Festi

La actriz chilena

Carmen Barros en

una escena de Mi

Marilyn Monroe

Page 6: La Jornada Semanal

6

a diversidad de propuestas artísticas, niveles de desarrollo, recepción del público, utiliza­ción de espacios y propuestas académicas ha­cen del Festival Internacional de Teatro Héctor

Azar un acto de política cultural que es imposible separar de una valoración crítica del sentido artís­tico de los creadores participantes.

La programación en su conjunto es resultado de una manera de mirar, de resolver las relaciones entre las obras que se producen en México y el mundo, y también resultado de incorporar a la vida cotidiana espacios que pertenecen a la ciudadanía y que se re­significan en un marco creador, donde la ciudad es un paisaje de fondo en el que reiteradamente circulan nuevos significados.

La presencia internacional enriqueció lo que po­demos considerar la primera parte de un festival con un marcado signo circense, donde la improvisación del clown (Fisura­dos, de Chile, con gran dominio de la improvisación), el happening (Close­Act con su In-vasión Parade y sus extrañas luchas de cosmogonías estilo George Lucas) y la movilidad de la instalación al modo del performance, tienen la primacía. Chile, Colombia e Inglaterra presentaron trabajos más en la convención escénica que todavía privilegia la dra­maturgia, el signo actoral.

Así fue el trabajo riguroso de los chilenos que pre­sentaron Mi Marilyn Monroe, dirigida por Alejandro Goic, el estupendo monólogo de Carmen Barros con una energía y un dominio del texto y su corporali­dad que se completan armoniosamente sobre un plano de nostalgia crítica y paródica del espectáculo, el mito y el icono.

En esa misma devoción por lo actoral está Guy Masterson con su Scaramuche Jones, memoria del pa­yaso, profunda metafísica que se sostiene en el gesto

y el cuerpo de un actor de la mayor riqueza expre­siva, con una dicción perfecta que rompe las barreras del idioma para ofrecer la musicalidad de un in­glés que, si bien pudiera ser oscuro en su contenido, es profundamente comprensible en su emocionali­dad. De lo mejor en el Festival.

De Colombia, la prestigiada compañía La Maldita Vanidad presentó de Jorge Hugo Marín Cómo quieres que te quiera, un montaje extraño de tonos contradic­torios sobre la fiesta de una quinceañera con padre narco, donde todo el tiempo se espera que suceda lo peor, con una madre en tono fársico de alto volumen, contrastante con el resto de los actores que oscilan entre el naturalismo y la farsa. Deshilvanada drama­túrgicamente pero sugerente en el contexto de la vio­lencia que nos sacude.

¿LO NOVEDOSO ES LO QUE NO SE CONOCE?

Algunos espectáculos se caracterizan por su capaci­dad de sorprender a un público que no frecuenta las salas y que está acostumbrado a las facilidades que le otorgan los escenarios al aire libre, sin muchas re­glas de por medio; sobre todo, la de atrapar su aten­ción. Eso sucedió la noche del pasado viernes 23 de noviembre, en la apertura del Festival Héctor Azar a cargo de dos compañías distantes en el espacio pero muy cercanas conceptualmente:

La estadunidense Bandaloop, que tiene como le­ma: (re)imaginando la danza, cambiando perspecti­vas, con acrobacias y ballet que representan la con­tingencia de los contactos humanos en Bound(less); así como los italianos de Teatro Studio Festi con Alle-gory, que también utilizan las paredes para descol­garse, sólo que se identifican por las telas que le dan a los cuerpos su textura y le imprimen un carácter de flotación a los lentos y armónicos movimientos, que contrastan con las coreografías en piso que recuer­dan al Ballet Folklórico de la Amalia Hernández de los años ochenta.

En ambos trabajos la música define el transcurrir de las acciones en el enorme atrio de la catedral de Puebla, perfectamente sonorizado e iluminado para que su impronta se extienda más allá de las coorde­nadas de las calles 16 de septiembre y 3 Oriente, e inunde a los transeúntes de la plaza contigua, que miran de perfil a una catedral que alternativamen­te se viste de sombras y se envuelve con luces que permiten un close up a unos cuerpos fuertes, defini­dos pero intercambiables, que hacen de toda su ana­

tomía un gesto que se balancea sostenido con inflexi­bles cables de acero.

El público recibe con fervor a los músicos y sus acciones tienen también una dimensión actoral; no acompañan, sino que participan porque son el foco de atención de un público que está pendiente de sus reacciones ante los momentos escénicos y el perfor-mance emocional de los actores.

La danza vertical es una práctica que tiene el po­der seductor de un fósforo que se enciende repen­tinamente y recorta la noche contra una de las más bellas catedrales latinoamericanas del siglo xVi , que enmarca los pasos que se agotan en creativas com­binatorias cuyo único tema es la forma que adoptan contra la cantera, donde también se proyectan las sombras de sus cuerpos en descenso.

Cerca de 9 mil personas fueron Uno, uno más de los testigos que alrededor del mundo adquieren la ciudadanía de espectador frente a montajes que vie­nen de realidades escénicas poderosamente arrai­gadas en lo popular, como sucede en Colonia, esa ciudad del teatro alemana, con Fastelovend em Blot­he un am Zuckerhot (que es algo cercano a carnaval de sangre aquí, de pan y azúcar) o la llegada de las fies­tas de Semana Santa y Navidad, donde grupos de notorio anonimato animan las fiestas religiosas en Sevilla, o los poderosos catalanes de la Fura del Baus, seguidos de Els Comediants y Dagoll Dagom, que conservan aires medievales y sacros que han sido masivamente difundidos desde el Mundial de futbol en Barcelona hasta algún cierre de campaña electoral y se transforman en esa referencia que los spots pu­blicitarios hacen de los clásicos.

Colgados de esta tradición, aparecen grupos que no juegan con el patrimonio simbólico sino que son el equivalente de la música ambiental de ese gran centro comercial en que se ha convertido el mundo occidental. Sin embargo, no deja de ser interesante contemplar cómo han asimilado la más rica tradición de la danza contemporánea, de Bejart a Graham, pa­ra manejar telas y colores brillantes y contrastan­tes, que entretienen a esa parte del espectador que no quiere problematizar su vida con significados, ni desea esas cargas inconscientes de las que son porta­doras las obras inmortales.

Los currículums de esas compañías se sostienen en los torneos de futbol internacionales, olímpicos, o en la cantidad de puentes, rascacielos e iglesias en las que se han presentado. Sin embargo, vale la pena que el público asentado en México comparta de ma­

Miguel Ángel Quemain

nuevo espacio nacional

Pueb

la

L

La compañia La maldita vanidad en Cómo quieres que te quiera

Page 7: La Jornada Semanal

79 de diciembre de 2012 • Número 927 • Jornada Semanal

nera permanente ese gran supermarket planetario. Creo que no estamos muy lejos de que, algún día, nos convoquen a conciertos masivos de música ambiental.

ALEJANDRO LUNA, MEMORIA PLÁSTICA DE LA ESCENA

Continuidad del homenaje que se le rindió al escenó­grafo Alejandro Luna en el Museo de Arquitectura de Bellas Artes, la exposición muestra a un pintor, a un gran dibujante que tiene como su sostén una arquitec­tura viva donde se asienta no sólo lo humano, también el orden de lo simbólico.

Las fotos que acompañan sus bocetos, sus “borra­dores”, muestran también a un extraordinario artis­ta de la luz que borda sobre las concepcio­nes de l d i rec tor, e l movimiento actoral y las propuestas de vestuario que tam­bién están concebi­das en sus trazos.

Es una coincidencia feliz que a Luna se le reconoz­ca con enorme respeto y calidez en un festival que lleva el nombre de quien hizo posible su carrera de escenógrafo, como el mismo artista reconoce cuan­do expresa que la condición que Héctor Azar le ponía para actuar era que realizara la escenografía de la obra. Eso pasó hasta que Alejandro Luna se volvió imprescindible.

La muestra, instalada en la fototeca Juan Crisóstomo Méndez, no sólo presenta a uno de los más grandes artistas plásticos mexicanos de la segunda mitad del siglo xx ; exhibe también la riqueza y la imagina­ción de un teatro que durante décadas sólo se pudo ver en muy contados escenarios del país debido a un centralismo que se ha ido diluyendo, gracias tam­bién a las iniciativas estatales que han atraído las producciones de mayor valía (no siempre, hay que decirlo) hacia sus estados.

No deja de ser paradójico que en la fototeca las imá­genes que acompañan la muestra carezcan de crédito. Hay fotografías verdaderamente espectaculares, que no son el registro de una puesta en escena. Muchas

de ellas interpretación de esa conjunción que llamamos atmósfera y que reúne todas

las posibilidades del momento teatral gracias a un oportuno clic que inmor­taliza lo fugitivo.

Esta muestra de reconocimiento a Alejandro Luna tendrá que llevarnos en al­

gún momento a mostrar lo que en esa materia han hecho fotógrafos de gran modestia, que registran las produccio­nes de las instituciones donde laboran

y a quienes, en muchas ocasiones, la mez­quindad del burócrata en turno los priva de

su derecho al crédito autoral.También es necesario reconocer a quienes en

el terreno del registro y de la creación artís­tica le han dado memoria a nuestro teatro,

como Fernando Moguel, quien tal vez es el fotógrafo que cuenta con el acervo más

importante y de calidad sobre la producción teatral mexicana del último cuarto de siglo.

GESTIÓN Y PRODUCCIÓN DE FESTIVALES

En este horizonte de falsas modestias y anonimatos sobresale el trabajo de Saúl Juárez, tal vez la figura con mayor reconocimiento en todo el país en el terre­no de la gestión cultural entendida como concilia­ción, muestreo, diagnóstico, difusión, promoción y gestión. Sin ese contexto no se entendería la apuesta que hizo en Puebla al proponer un Festival en una sociedad tan renuente (como parece también serlo en otros horizontes del país) al teatro.

En la primera edición de este Festival quedó en evi­dencia la necesidad de contar con salas de teatro de mayor capacidad. El carácter gratuito de las activida­des rebasó a los recintos (ya este Festival es el tercero en cuanto a participación en América Latina) y, en esta edición, gran parte de las actividades transcurren en la calle y tienen como marco plazas y espacios arqui­tectónicos que remplazan la noción de escenografía.

Un desafío para el próximo año será corresponder a la fidelidad y entusiasmo del público con una re­servación estricta y profesional, que le permita a los convencidos y comprometidos garantizar su entrada y evitarse una fila de hasta dos horas para poder ac­ceder a teatros de capacidad muy limitada.

Este fin de semana figuraron buena parte de los grupos de Puebla, cuarenta y cuatro compañías que sólo pueden conocerse de forma episódica e intermi­tente. Desde los títeres de Moisés Cabrera (finos y emotivos), La petición de mano que presentó Cristina Flores con la Compañía de Teatro Universitario de Puebla, la dirección conjunta de Christian Andrade y Miranda Rinaldi del grupo Bestias, hasta los dis­tinguidos Hugo Arrevillaga, Manuel Reigadas, que montó El divino Narciso, de Sor Juana Inés de la Cruz y Amancio Orta con Historia de una escalera, estos dos últimos con la Compañía Estatal de Teatro. Muchos de ellos estarán en Guanajuato, en 2013, como parte del Festival Internacional Cervantino que será el an­fitrión de Puebla.

No es casual que el Festival iniciara con una de las figuras de la gestión cultural internacional más im­portantes en nuestro continente, Ramiro Osorio, quien durante casi tres décadas ha mostrado una manera de hacer festivales aleccionadora en Amé­rica Latina. Su acento en la creación de públicos y la producción compartida entre artistas, Estado y em­presarios, continúa como desafío en esta década, así como las preguntas que ha propuesto Luis de Tavira para entender el sentido del teatro que se produce en México: qué teatro, para qué público, con qué acto­res, qué repertorio, dónde.

Valdrá la pena que, en las ediciones por venir, la prensa nacional y la de los estados vecinos atiendan y difundan esta muestra para que las autoridades culturales y los empresarios valoren el significado y la importancia de una fiesta cultural como la que se propone en este estado. Es indispensable documen­tar y, por lo tanto, dotar de historicidad este esfuerzo.

Lejos del oropel lopezportillista que durante déca­das caracterizó la visión institucional de la cultura, este Festival significa colocar a México como uno de los muestrarios de lo teatral contemporáneo durante diez días. Héctor Azar se llama este Festival, y en ese acto de memoria se conjugan sus pretensiones y sus logros •

nuevo espacio nacionalpara el teatro internacional

Scaramouche Jones

Integrante de la compañia Close-Act

Page 8: La Jornada Semanal

8

l 17 de octubre de 2012 habría cumplido ochenta y dos años de edad el maestro Héc­tor Azar, acompañado por su esposa y sus tres hijos; rodeados por sus muchos amigos, entre los que tengo el orgullo de contarme.

La charla, en su acogedora casa de Chimalistac, gira­ría en torno a su apasionada e incesante actividad.

El director de la Preparatoria 5 me propuso for­mar un grupo de teatro. ‘Pero si no tengo idea de lo que es el teatro. ¿Cómo planteárselo a mi fa­milia, en medio de mis conflictos existenciales? ¿Cómo les voy a salir con que me quiero dedicar al teatro?’ Lara Navarro me contestó: “Tampoco tienes idea de lo que es la literatura y los mucha­chos están muy contentos con tus clases.”

Conversación con Héctor Azar, 1976

Logró que sus alumnos sintieran el espíritu del co­nocimiento literario. Se negó a enseñar literatura dictando una lista de autores. Hizo que vivenciaran el verdadero sentido del legado de los grandes escri­tores. Empezó por reproducir los diálogos y acabó centrado en el arte teatral, que pronto, y para siem­pre, sería su mundo. El convite en la comunidad de Coapa inició a tambor batiente. Así fue su deslum­brante debut en 1955.

Sabedor de que el arte teatral está arraigado en la trama palpitante de la experiencia colectiva, co­mo creador sensible a las convulsiones de la vida, sus obras surgen de realidades vivientes y concretas para alcanzar ese grado que va más allá de la litera­tura: la estética convertida en acción social. Teatro que confirma que la vida social comunitaria está cons tituida por el juego de actitudes colectivas, de lazos tradicionales y de relaciones de fuerza. Lo que nos cuenta ocurre en su natal Atlixco o en la macro­cefálica Ciudad de México. Textos dramáticos de poética espontaneidad, apenas desprendida de la religión, de la magia, del juego de intercambios ri­tuales; que sutilmente se opone a medios de desarro­llo, tras presentarnos, con agudeza y piedad en equi­librio, los caducos sistemas de clasificación social.

Su teatro toca todos los géneros: Picaresca, Premio Xavier Villaurrutia 1958; La appassionata, Premio Xa­vier Villaurrutia 1959; El alfarero, 1959; El milagro y su retablo, 1960; El corrido de Pablo Damián, 1961; Las va-cas flacas, 1961; El periquillo sarniento, adaptación teatral de la novela de José Joaquín Fernández de Lizardi, Premio Xavier Villaurrutia 1961; Olímpica, Premio en el Festival Mundial de Teatro Universi­tario en Nancy, Francia, 1962; Inmaculada, 1963; La higiene de los placeres y los dolores, 1965; La copa de pla-ta, 1969; La seda mágica, 1969; La cabeza de Apolo, 1971; Doña Belarda de Francia, 1972; La cantata de los emigran-tes, 1972; Los juegos de azar, 1973; Los muros va cíos, 1974; El nacimiento de Nogueras, 1974; Teatro breve, 1975; Las alas sin sombra o la historia de Víctor rey, 1979; Diálogos de la clase médium, 1979; Adán retorna, 1980; Fuera de contexto, adaptación teatral de la novela de Eduardo Césarman, 1983; La incontenible vida del res-petable señor Ta Kah Brown, 1984; Alarconiana ii, 1985; Atlixco, Atlixco siempre, 1986; Aprendiendo a morir,

1992; San Juan de Dios o la divina tra gedia de amar y ser amado, 1999.

Naciste por donde se paseaba Dios, como en el paraíso terrenal […] Te moriste tú, el niño prodi­gio de Atlixco, Puebla, pero no dejarán de per­cibirse tus aromas, la ruda, el poleo…

Homenaje póstumo a Héctor Azar 17 de octubre de 2000

Teatro del Palacio de Bellas Artes

Nos conocimos en 1965. Dirigió mi obra La cua-drilla, Premio Sogem 1985, estrenada en 1986. Yo dirigí sus obras La higiene de los placeres y los do-

lores (1972) e Inmaculada (1979­1983) con los Tea-tristas de Aguascalientes. En 1989 dirigí, en Ca-daC, mi obra Réquiem por una esperanza, y en 1992 ahí mismo el maestro Azar presidió una mesa por mis cuarenta años en el teatro, y otra similar en Aguascalientes. Me dirigió en va­rias obras. Fui maestro del CadaC y participé en las primeras Jornadas Alarconianas.

Sus ojos claros y su nariz grande, su cabello ensortijado, su sonrisa franca, su temperamen­to alebrestado, su solemnidad y respeto para hablar de teatro.

Víctor Hugo Rascón Banda Homenaje en Bellas Artes

A mi retorno al dF me presentó con la licenciada Mar­garita Peimbert Sierra, quien me integró como Sub­delegado de Desarrollo Social y Cultural al gobierno que encabezaría en la Delegación de Cuajimalpa. Él

Jorge Galván

El maestro Héctor Azar recibió, entre otros

reconocimientos, la Medalla Nezahualcóyotl

(sogem), la Orden del Cedro de la República

Libanesa, la medalla Sánchez Duarte de la

República Dominicana. El doctorado Honoris

causa de la Benemérita Universidad Autónoma

de Puebla), el Premio unam y las Palmas Acadé-

micas que otorga el Gobierno de Francia.

Tal vez el aspecto fundamental de la

vida y obra del maestro Héctor Azar

sea el relacionado con su magisterio y

con su manera entusiasta e inteligen-

te de estimular las vocaciones teatra-

les que, como todos sabemos, son el

motivo principal de una vida vivida

en el territorio del arte. Azar fue

poeta, dramaturgo, director y funda-

dor de múltiples empresas teatrales y

culturales. Su paso por los caminos

del teatro nacional dejó una honda

huella, pero sigo pensando que el

mejor rasgo de su personalidad y su

actitud vital se encuentra en su perfil

de maestro, guía y orientador de los

jóvenes que aman el teatro.

Hugo gutiérrez vega

Héctor Azare

Page 9: La Jornada Semanal

el99 de diciembre de 2012 • Número 927 • Jornada Semanal

también, como el poeta Hugo Gutiérrez Vega, puso sobre mis hombros su palabra de amigo:

En Jorge Galván reconozco a un compañero de trabajo, que al no pensar en nosotros como com­petidores; –eso que es tan extraño, eso que es tan raro en el pueblo teatral de mi país–, me permite reconocer en él a una persona libre de pasiones menores frente a mi trabajo, y eso me obliga en la gratitud. Su nobleza de amigo, su libertad frente de mí, su seguridad, me obligan a reflexionar un poco en lo que ha sido, no nada más para él, para todos nosotros que lo queremos tanto, estas cua­tro décadas de vida constante, permanente y en muchos aspectos obsesiva por el teatro.

Héctor Azar, xL Aniversario de Jorge Galván en el Teatro de México, CadaC, Junio 25, 1992

Héctor Azar hombre y el teatro

¿Cómo estar a salvo de envidias y enconos con esta creatividad? Entre 1954 y 1964 planta su huella en Coapa. De 1955 a 1972 realiza extraordinaria labor en la Universidad Nacional Autónoma de México, como director del Departamento de Teatro. Regla­menta y estructura las actividades del teatro estu­diantil. Crea la Colección de textos de Teatro. Funda el Centro Universitario de Teatro (Cut). En 1962 crea la Compañía de Teatro Universitario, y con ella re­cibe el Gran Premio Mundial del Primer Festival de Teatro Universitario de Nancy, Francia. Dirige la Casa del Lago. En 1968 inaugura el Foro Isabelino y funda la revista La Cabra. De 1965 a 1972 es Jefe del Departamento de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes (¡al mismo tiempo que de la unam!). Inaugura el Teatro Jiménez Rueda. Crea el programa de Teatro Trashumante. Funda el Centro de Expe­rimentación Teatral y el de Teatro Infantil. Inicia y dirige la Colección de Teatro. Funda la Compañía Nacional de Teatro.

En 1975 se aleja de cargos públicos para fundar el Centro de Arte Dramático aC. En 1980 dirige la rama teatral de la Sogem. En 1985 inaugura el Ca-daC Atlixco. De 1988 a 1992 dirige las Jornadas Alarconianas, en Taxco, Guerrero. En 1991 inaugu­ra el CadaC de Puebla. Y en 1992, excepcionalmen­te, es secretario de Cultura de Puebla. Es elegido como miembro de número de la Academia Mexica­na de la Lengua, en 1987.

El teatro como posibilidad educativa, útil para descubrir los misterios de la vida; para divertir, hacer conciencia; así como para publicitar, en­torpecer o enajenar a las mayorías, de acuerdo a las finalidades y objetivos para los cuales se uti­lice el teatro.

Cómo acercarse al teatro, Héctor Azar, SeP, Plaza y Valdés Editores, México, d.F., 1988

Otros de sus libros son De cuerpo entero, libro auto­biográfico, 1991; A la luz de Puebla, crónica, 1992; Palabras habladas, cuento, 1990; La universidad y el teatro, ensayo, 1970; El espacio “c”, ensayo, 1970; Tea-

tro, Enciclopedia de México, sínte­sis histórica del teatro mexicano, 1977; Zoon Theatrikon, ensayo, 1978; Cómo acercarse al teatro, ensayo, 1988; Varia po-lítica, ensayo, 1992; Las tres primeras personas, no­vela, 1977; Locura de Juan Ciudad, novela, 1999; Ven-tanas de Francia, poesía, 1952; Días santos, poesía, 1954; Estancias el unicor-nio, poesía, 1955; Josele Cé-sarman, coautor con Carlos Fuentes, poesía, 1992; Pa-vana para el banquete de los poderosos, coautor con Car­los Azar, poesía, 1995.

Murió como había vivido, a corazón abierto, el 11 de mayo de 2000 en Ciudad de México. •

Héctor Azar con la actriz

Marta Ofelia Galindo

Azar con sus alumnos en la rampa del Espacio C del Cadac-México

Page 10: La Jornada Semanal

10leer 9 de diciembre de 2012 • Número 927 • Jornada Semanal

EL ARTE DE DIVAGAR

ÉDGAR AGUILAR

LOS ESCENARIOS NACIONALES

RAÚL OLVERA MIJARES

Un siglo de teatro en México,David Olguín, fce-Conaculta,México, 2011.

Red de agujeritos,Gerardo Deniz,Ficticia/Universidad Veracruzana,México, 2012.

Hubiese querido que el título de arriba fuese también de este modo: “El arte de divagar o

de cómo escribir en tono jocoserio.” Me pare-ce que cumple mucho mejor con lo que el lector puede colegir de este libro –espléndido–, en el cual se reúnen algunos de los artículos que Gerardo Deniz publicó entre 1994 y 2000 en su columna mensual de la revista Viceversa bajo el nada pomposo nombre de “Red de agujeritos”. Dicho nombre tiene su justificada y sobrada razón, pero no viene al caso abundar en ello.

¿Cuántos temas puede abordar un autor en el reducido espacio de una “sola página de revis-ta”? Y más aún, ¿de qué forma abordarlos? No es que Deniz adopte la consabida pose de sabiondo, sino que crea –a su particularísima manera– su propio discurso. El conocimiento que posee de las cosas logrará transmitírnoslo gracias a su capacidad e inventiva verbal que se traduce en ese estilo tan suyo que tiende a desconcertar: el humor cargado de altane-ría, el comentario agrio y agudo, la erudición que raya más en lo fantástico o lo absurdo que en lo creíble o lo concebible . Con todo, Gerardo Deniz se toma el asunto –cualquiera que sea éste– con la seriedad que amerita.

Efectuar un listado de todos los personajes –y no personali-dades–, situaciones, gustos y hasta aversiones que desfilan en Red de agujeritos sería tanto como cometer un atropello al autor. Lo realmente interesante aquí es que el artículo del que se trate no versará en rigor acerca de tal o cual tema, sino acerca de “muchos temas”: el texto como miscelánea o especie de patchwork. Esto lleva a Deniz a hacer relaciones –rodeos, divagaciones, saltos intem-pestivos, idas y retornos, así como vuelcos ines-perados– de toda clase: históricas, literarias, lingüísticas, “psicoanalíticas”, científicas, y aun vivenciales... Digresiones que obedecen a su carácter jocosamente anecdótico.

Mas hay diversos matices. A propósito de una lectura de juventud que hiciera de unas obras sobre parapsicología de Eysenck, allá por 1958, al retomarlas varios años después, Deniz narra, sin perder nunca la idea y muy lejos de la sensi-blería, un pasaje bellamente emotivo: “Ayer, repa-sando partes, sentí algo muy difícilmente defi-nible, pero que por fortuna logré sacar a luz: era la sensación de caminar bajo árboles. Y en efec-to, en Chapultepec leí numerosas partes de Eysenck (entre tantas cosas), donde los reflejos condicionados, p. e., se tornaban algo inespera-damente complejo”.

Gerardo Deniz ofreció en su columna una verdadera cátedra de los alcances narrativos de un artículo de revista. En sus escritos podemos ver mucho de su más bien pesarosa labor como

Proponerse pasar revista a cien años de praxis en cualquier disciplina artística es un proyec-

to ambicioso y loable, más tratándose de la escena y los difíciles avatares por los que ha pasado en México. Siguiendo la costumbre –en la academia– de recopilar una serie de textos de varios autores, David Olguín reunió los aportes de críticos y gente de teatro poniendo particular énfasis en el

carácter de escritores, más que de profeso-res universitarios, de los convocados, entre quienes se cuentan Eduardo Contreras Soto, Alejandro Ortiz Bullé Goyri, Flavio González Mello, Bruce Swansey, Rodolfo Obregón, Giovanna Recchia Signorelli, José Ramón Enríquez y algunos más, y desde luego también el propio coordinador, quien se halla al frente de Ediciones El Milagro.

Cuando Seki Sano llega a México –tras ser expulsado de Japón y Estados Unidos, pasar por Moscú y trabajar con Meyer-hold–, estas son sus primeras impresio-nes: “En 1939 había mal teatro español, que nada tenía que ver con los Siglos de Oro.

Teatro recitado, desligado de la realidad, fingido, de actuaciones fingidas. Creo que el carácter del mexicano se presta mucho para lograr éxito con el método Stanislavski.” A diferencia de lo que había sucedido en Inglaterra con el teatro isabe-lino y en Francia con la Comédie Française, que habían logrado mantener vivas la tradición del teatro clásico, en España la huella de Tirso, Lope y Calderón estaba prác-ticamente extinta. El teatro lo hacían recitadores que, con apoyo de apuntador y los mismos decorados ligeramen-te modificados, escenifica-ban una y otra vez el conocido melodrama o bien el sainete, por si fuera poco con acento madrileño. El concepto de puesta en escena les era por entero desconocido, y con él el acondicionamiento físico al que deben someterse los actores. El siglo xx en México marca la incorporación de estos nuevos concep-tos con la llegada de múltiples influencias del exterior.

Una de las ventajas obvias de pergeñar una obra colectiva es la variedad, pero un inconve-niente difícilmente salvable son las casi necesa-

traductor y de su reticente paso por el Fondo de Cultura Económica. Habría que agradecer a su editor, Fernando Fernández, de la revista Vicever-sa por ser el encargado de la selección de los mismos, quien nos introduce en un breve y escla-recedor prólogo sobre los orígenes de Deniz en aquella publicación, además de regalarnos una entrevista con el poeta, que sirve de epílo-go al libro •

Sólo cuento. Tomo iv, varios autores, Dirección de Literatura, Difusión Cultural unam, México, 2012.

Esta es la cuarta entrega de la serie que arrancó en 2009 y que

ha venido recogiendo mucho de lo más interesante que en

materia cuentística se halla disponible, no sólo de autores mexicanos –como aquí lo prueba

la inclusión del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez– y no sólo de “consagrados”, como

claramente lo son José Emilio Pacheco, José Agustín y Elena Poniatowska. La selección de

los textos estuvo a cargo de un experimentado cuentista, Eduardo Antonio Parra, y el prólogo corre por cuenta de otro cuentista habilidoso,

David Toscana. Veinticinco autores en casi cuatrocientos folios, para una antología o

florilegio que, como bien dice el prologuista, “nadie leerá del mismo modo” sino, felizmente,

de uno propio e intransferible.

Los hijos de Riosi y Riablo. Fiestas grandes y resistencia cultural en una comunidad tarahumara de la barranca, Ana Paula Pintado, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 2012.

“Además de mostrar su comple-jidad, belleza e importancia

simbólica […], esta obra explica la trascen-dencia del ritual [las fiestas grandes] y el lugar

que ocupa en la cosmovisión tarahumara”: así presentan los editores, elocuentemente,

buena parte del contenido y el cometido de este volumen, que debemos a la generosidad de su autora, la doctora en antropología Ana Paula Pintado, quien de este modo da doble

testimonio: en primer lugar, de la riqueza cultural impresionante del pueblo rarámuri; en segundo, de la importancia fuera de toda duda que tiene el conocimiento y la preservación de

nuestras culturas originarias.

El escritor como migrante, Ha Jin, Vaso Roto, México, 2012.

En virtud de los acontecimientos que han marcado su paso por el mundo, este escritor chino pertenece a la misma estirpe

de Conrad, Nabokov, Naipaul, Cavafis, Kundera y Sebald, entre

varios otros: la formada por autores que, debido a razones o a sinrazones

diversas, se han visto obligados a dejar ora el sitio donde nacieron, ora la lengua que se

habla en ese sitio, es decir, su lengua madre o, en otras palabras, su más íntima y reconocible

patria. De los exilios del pensamiento y la es-critura, de su desenlace en muchas ocasiones

más que afortunado, habla Jin en este libro en parte autobiografía, en parte libre ensayo en el que encara, sin rodeos ni ambages, las

dificultades que se viven cuando también se es un migrante –podría decirse– del propio

pensamiento.

Page 11: La Jornada Semanal

11 leer

próximo número

Jornada Semanal • Número 927 • 9 de diciembre de 2012

[email protected]

TEATRO Y RENOVACIÓN TEXTUAL

GERARDO BUSTAMANTE BERMÚDEZ

Timboctou,Alejandro Ricaño,Fondo Editorial Tierra Adentro,México, 2012.

Timboctou se antoja una región lejana que en el contexto real alude a la ciudad Timboctú,

cercana al río Níger, en la República de Malí. Tomando como pretexto la extrañeza del lugar y eventos sociales, el dramaturgo veracruzano Alejandro Ricaño acaba de publicar dos piezas teatrales clasificadas en el terreno de la farsa: Idio-tas contemplando la nieve y Timboctou , que da títu-lo al libro. En estas obras el dramaturgo remoz a n o sólo la estructura teatral combinada con la narra-t iva escén ica , s ino que hace un guiño a l teatro del absurdo para hablar sobre la violencia y las políticas de sobrevivencia a las que los individuos deben de alinearse. Timboctou es la paradoja de lo cotidiano y grotesco; de la c o r r u p c i ó n y s u a p a r a t o estatal.

En las acotaciones, el dramaturgo recurre con frecuencia y acierto renovado a las estructuras narrativas y teatrales, sobre todo cuando habla sobre los pensamientos de sus actantes a la mane-ra del discurso indirecto libre.

En Idiotas contemplando la nieve los persona-jes tienen una historia independiente que, no obstante, se relaciona con otras. Los temas trata-dos por el autor son la corrupción, la violencia,

los deseos de poseer “algo”, la explotación labo-ral y su correspondencia con el capitalismo salva-je, en donde los sujetos deben aprender a sobre-vivir. Hombres y mujeres que recurren a las mentiras, al crimen y al peligro con el fin de conseguir algo de dinero que les dé felicidad; políticos corruptos e improvisados como resul-tado del compadrazgo y la corrupción; curas pedófilos coludidos con la mentira para secues-trar a un axolote son personajes inverosímiles que aluden a una dinámica social delirante del mundo contemporáneo.

La segunda pieza teatral que da título al libro se centra en la ciudad fronteriza de Tijuana. Asesinos a sueldo de un mediocre funcionario de la pgr improvisado y corrupto. Se trata de una obra construida a través de la paradoja burocrá-tica de supuestos investigadores investigados por sus nexos con el crimen organizado, en donde se inventan chivos expiatorios para construir el entramado de la impunidad y todos son partíci-pes y responsables. La representación en este caso es un ejemplo de la mímesis aristotélica, sólo que desde la parodia perfectamente identificable por los mexicanos.

En estas dos obras el recurso del autor es el humor ácido mezclado con la cultura popular de los asesinos a sueldo; los absurdos del mundo contemporáneo nacional en asuntos como la polí-tica y su aparato de injusticias y corrupción.

Estas dos piezas se antojan no sólo para la representación escénica ; su perfecta cons-trucción dramática combinada con la narrativa permiten incluso pensar el texto para otros registros, como el radiofónico, y establecer el diálogo con una realidad mexicana grotesca y ofensiva •

rias repeticiones, las cuales bien pueden verse como coincidencias o simple enarbolamiento de lugares comunes. Conceptos como la carpa, el teatro de revista, el texto como pretexto, la dramaturgia del actor, el predominio actual del performance, se esgrimen con frecuencia, al igual que ciertos nombres de gens de théâtre, como Rodolfo Usigli, Sergio Magaña, Emilio Carballi-do, Elena Garro, Óscar Liera, Hugo Argüelles, Vicente Leñero y Víctor Hugo Rascón, entre los autores, y entre los directores, Fernando Wagner, Héctor Mendoza, Héctor Azar, Ludwik Margu-les, Luis de Tavira. Algunos ensayos son más rele-vantes que otros. La agilidad y la facilidad de lectura es quizá una cualidad universal. En el libro, sin embargo, surge una serie de incertezas en torno a cuestiones de grafía con los nombres rusos y polacos y a veces con nombres de institu-ciones u obras en francés •

Apuntes sobre literatura barata, Jorge Flores Oliver, Fondo Editorial

Tierra Adentro, México, 2012.

En la portadilla del volumen se completa el título de la obra, así: “cómics, novela gráfica y literatura visual”. Asimismo, en la segunda de forros se informa al lector desavisado que Flores Oliver es quien firma sus dibujos como Blumpi. Este par de datos dejan ubicar mejor las coordenadas en las cuales se enmarca el libro: trátase de un ensayo escrito por todo un especialista en el tema, bien conocido por los afectos a estos géneros literarios, y trátase asimismo de una revisión/reflexión en torno a la mal llamada “literatura barata” –concepto empleado aquí con evidente ironía– que aúna dos cualidades poco acostumbradas a convivir en un mismo espacio ensayístico: brevedad y profundidad.

Pentimenti (cuentos en retrospectiva, 2011-2004), Manuel R. Montes, Taberna

Libraria Editores/Ediciones de Medianoche, México, 2012.

Ganador, entre otros recono-cimientos, del Premio Juan Rulfo para Primera Novela en 2007, y del de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos en 2009, así como editor, maestro en Literatura por la buap y colaborador en diversas publicaciones, este zacatecano de nacimiento es un narrador de pura cepa, que a sus treinta y pocos años ya posee una voz muy suya. Los doce cuentos aquí reunidos, a los que antecede una ácida “Expiación y anacronía”, lo demuestran a suficiencia: ordenados del más reciente al más antiguo, parecieran haber sido escritos cada uno por un autor distinto pero, al evocarlos en conjunto, y sobre todo al releerlos, es claro que se trata de un solo autor, felizmente capaz de desdoblarse en muchos.

Un minuto de retraso sobre lo real, Abbas Beydoun, Vaso Roto,

España, 2012.

Traducido y prologado por Luz Gómez García, esta es la reunión de tres obras fundamentales de este enorme poeta libanés: Una temporada en Berlín (2005), Puertas de Beirut (2007) y La muerte nos toma las medidas (2008). La traductora y prologuista, Luz Gómez García, sostiene, y con razón, que Beydoun “es un maestro de la escenografía abstracta, transmuta mundos y monta escenarios en una frase, superpone planos y maneja con soltura personajes y semiseres, que van y vienen de un poema a otro y hasta de un libro a otro”. Habrá de comprobarlo el lector cuando regocije sus sentidos en la presente, breve, pero sustanciosa muestra del arte poético de un autor que muestra, en su poesía, rasgos tanto de rupturista como de feliz heredero de una rica y añeja tradición literaria.

La muerte y su erotismo, varios autores, Tusquets,

México, 2012.

Son incontables los autores, entre muchos otros, de tres temas a su vez inagotables: el amor, la muerte, y la relación de estos dos últimos fenómenos que cruzan, de lado a lado, la existencia humana. En este volumen se recogen textos de diez escritores –Olga Alarcón, Julieta García González, Julián Herbert, Gabriela Jáuregui, José Mariano Leyva, Andrés de Luna, Miguel Maldonado, David Miklos, Eduardo Antonio Parra y Socorro Venegas– que engrosan el catálogo de la Colección de Erótica, dirigida por Luis G. Berlanga.

FAULKNER 50 años despuésCarlos María DomínguezLuis Rafael Sánchez y La guaracha del Macho Camacho

Para leer a William Ospina

Page 12: La Jornada Semanal

12

LA

CA

SA

SO

SE

GA

DAJavier Sicilia

LA

S R

AY

AS

DE

LA

CE

BR

A

arte y pensamiento ........

Verónica Murguía

9 de diciembre de 2012 • Número 927 • Jornada Semanal

LA

CA

SA

SO

SE

GA

DA

Jorge Semprún

Buscando una coordenada

Leo a Jorge Semprún, leo L’écriture ou la vie, leo alternando el libro con la espléndida biografía de Elisabeth Young-Bruehl sobre Han-nah Arendt; leo por las noches, antes de dormir, en una celda mo-nástica del siglo xi cuya ventana da a la iglesia de Saint Antoine; leo sobre mi cama, junto a un calentador de leña, cuando todos duer-men y el silencio es profundo, casi absoluto, con el cuerpo agotado y adolorido de trabajar en el campo y el alma abierta al misterio después de “la oración del fuego”; leo como si escuchara a un ami-go que en voz baja tratara de revelarme algo de la enfermedad que compartimos.

No dice mucho. Nadie puede decir mucho sobre esa enfermedad que acompaña, a quienes la padecemos, como una horrenda som-bra, y que se ha apoderado de mi país. Sin embargo, pocos como Semprún, que volvió de los campos de exterminio de Buchenwald, puede decir algo sobre el Mal.

Cuando esa realidad te ha tomado y te ha grabado en la carne y el alma sus intolerables rasgos, se sabe que no cualquiera puede hablar de ella. Lo acaecido en la Alemania nazi o lo que está sucediendo en México es un desastre que, como lo vieron quienes, como Semprún, lo padecieron en su propia vida o, como Adorno o Arendt, que logra-ron tocarlo desde una profunda conaturalidad, no sólo golpea los contenidos de la cultura y del lenguaje que la expresa, sino las formas en que la metafísica, la teología clásicas e incluso la política se expre-san. Es como si cuando se vive el horror, las respuestas clásicas de la metafísica, de la teología o de la política tuvieran, como lo dice Hum-berto Beck, “un tono de gazmoñería, como si fueran, de hecho, un acto de injusticia contra las víctimas –la trivialidad de seguir hablan-do del ser, de la esencia [y de las finalidades de la Historia] como si no hubiera ocurrido [y estuviera ocurriendo] un cataclismo”.

Por eso se recurre a hombres como Semprún. Ellos tratan de decir, desde otras coordenadas, algo de la horrenda incomunicabilidad del Mal.

Tendido a mi lado, envueltos por la noche y el silencio, Semprún me dice en voz baja, con un tono de duda balbu-ciente que agradezco: “El horror no es el Mal, no es su esencia. El horror es sólo su vestimenta. Podríamos pasar horas dando testimonio del horror cotidiano sin tocar su esencia. El Mal es uno de los proyectos posibles de la libertad… es una experiencia de la muerte… que no puede compartirse y sólo puede asirse bajo la forma de la angustia, del presen-timiento funesto… todos los días noso-tros que regresamos de ella, volvemos a la memoria de la muerte…”

Con el libro recargado en mi pecho, miro, desde la ventana, la iglesia de Saint Antoine iluminada por el azul nocturno de la luna. “Y, sin embargo –me digo, le digo en mí– ¿no es en esa carne tomada por el Mal donde, como en esa pequeña iglesia desgastada y roída por diez si-glos de sufrimientos, habitamos la única libertad verdaderamente posible, impo-tente, pobre, casi imperceptible, y sin la cual el mundo dejaría de ser mundo y nuestra carne sería el puro infierno de la muerte, el amor?”

Vuelvo mis ojos a L’écriture ou la vie. Semprún no se ha ido. Siempre está allí, aguardando los ojos que son el oído de la escritura. Me cuenta –como si acom-pañara lo que acababa de decir y confir-mara ese intrincado nudo de la libertad del que me había hablado– de la maña-na que pasó al lado de un judío que ha-bían rescatado de una pila de cadáveres, de un judío que se parecía a Cristo cru-cificado, y que cantaba el kaddish, de un hombre rescatado entre miles: “Miraba

alrededor mío. No había más que el ru-mor del viento que soplaba… Estábamos detrás de la barraca de las letrinas colec-tivas de Buchenwald… Me arrodillé a su lado… no sabía qué hacer para mante-ner vivo a mi Cristo del kaddish… lo to-mé en mis brazos, lo más ligeramente posible, por temor a que se rompiera en mis dedos… le hablé suavemente al oído… acompañaba a ese agonizan-te, a ese judío anónimo que quería ha-cer sobrevivir sobre el inmenso univer-so de la muerte.”

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-cm del Casino de la Selva, escla-recer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar todos los presos de la appo, hacerle juicio político a Ulises Ruiz, cambiar la estrategia de seguridad y resarcir a las víctimas de la guerra de Calderón•

Tecnolelos

El comediante inglés Eddie Izzard escribió para su gira Glorioso un sketch en el que se burla de esos infortunados a quienes él llama los “tecnomiedosos”. Son quienes le tienen desconfianza a los adelan-tos; los que se acercan a las computadoras con cautela y tiemblan ante los letreritos que aparecen en las pantallas.

–¿Borré el archivo? ¿Borré todos los archivos? ¿Borré internet? ¡Pero si no tengo módem! –se pregunta uno–.¿Cómo que ocurrió un error del tipo 012435? ¿A qué horas cometí el 012434?

Por otra parte, dice Izzard, están los que aman los artefactos no-vedosos. Son las almas temerarias que prescinden del instructivo; que abren la caja del aparato con el corazón rebosante de felicidad; los que arman, conectan y le cargan programas a su computadora con la naturalidad con la que otros hacemos garabatos en las libre-tas. Son quienes hacen fila la víspera para comprar el nuevo teléfono inteligente; redactan y leen blogs; descargan miles de libros en sus tabletas y hablan por Skype con mucha gente; twittean y tienen pá-ginas web y muros de Facebook, escanean y envían, usan Photoshop y con él dibujan, todo lo cual me resulta ajeno.

Naturalmente, yo pertenezco al primer grupo. Todo objeto que tenga enchufe me inspira un respeto reverencial y la palabra fusible, cuando yo era chica, era casi sagrada. Ha de ser porque una vez, de niña, salí de la regadera y traté de apagar el regulador de la tele con el pie mojado; fue como una versión vernácula de Frankestein junior. Luego he incurrido en una serie interminable de errores: meter un pollo envuelto en aluminio dentro del microondas; tratar de rellenar yo sola los cartuchos de tinta de la impresora; poner focos ahorra-dores a una lámpara que ocupaba dimmer y un tedioso etcétera que me niego a confesar.

Años después, mi primera computadora se murió cuan-do apareció una bomba de ésas de caricatura, esférica y con una mecha encendida, en la pantalla. Una voz como la del robot en Pe r d i d o s e n e l espacio me advirtió: “Peligro. Peligro…” . No supe qué más dijo porque corrí a la cocina, en una reacción tontís ima. Otra computadora se apagó misteriosamente para nun-ca más encenderse, llevándo-se al basurero algunos archivos que me dolió perder.

Luego llegó internet. Mi pasmo ante semejante asunto fue, me imagino, co-mo el de los primeros pasajeros de un vuelo comercial. ¡Si ya el fax era milagro suficiente! Por supuesto, en nuestra casa no había tal cosa. Así , yo iba con ami-gos que me permitían usar sus compu-tadoras para comprar l ibros en Ama-zon. Una tarde inolvidable, mi amiga c.c. y yo tratamos de entrar en la red sin marcar –¡qué lejano y Picapiedra suena esto!– el teléfono. Su marido, con paciencia bíblica, nos explicó que el te-léfono era indispensable. El ruidito ese: toing toing, se convirtió en la canción del libro lejano. Quedamos abrumadas.

No crea el lector que mi ignorancia me enorgullece. Más bien me espan-ta, como si el mundo pasara montado en un cohete al que yo no sabría cómo su-birme. Quienes me rodean me han ad-vertido de buena fe que la revolución digital llegó para quedarse; se rumora que el libro de papel está a punto de mo-rir; una editora, bueno, no sé si se le pue-de aplicar el término, me aconsejó que acortara las descripciones y acelerara las aventuras en mis novelas, porque “el

lec tor joven ya no tiene paciencia, pues está acostumbrado a internet”. Y me tro-nó los dedos, me imagino que para ilus-trar la prisa de los jóvenes.

Escritores que quiero y respeto están metidos de lleno en ese cosmos fragoro-so y mutable, mientras yo me quedo en mi lugar que, al menos en mi mente, tiene un aspecto tristemente pretecnológico.

Mis modestas habilidades para mo-verme en las estanterías de las bibliote-cas han sido superadas; Wikipedia me dejó atrás. El golpe que me envió a la lona me lo propinó un miembro de la familia: “Mira –me dijo, a sabiendas de que soy terca–, a ti te interesa la medicina medie-val, ¿verdad? En este sitio hay fotografías de los libros, página por página. Y vi, pas-mada, sí, página por página, la Chirurgia Magna, la obra cumbre de Guy de Chau-liac. Me vi obligada a aceptar que mis pre-juicios son muy imprácticos.

¿Dónde hubiera yo podido ver las pá-ginas de ese libro como no fuera en inter-net? ¿Cómo negar que sólo en este pre-sente atestado de información puedo asomarme a esa formidable ventana al pasado?

¿Cómo, por favor, le voy a hacer para dejar de ser una tecnolela?•

Page 13: La Jornada Semanal

CIN

EX

CU

SA

S

13 ........ arte y pensamiento

Luis TovarAlonso [email protected]

BE

MO

L S

OS

TE

NID

O

Jornada Semanal • Número 927 • 9 de diciembre de 2012

[email protected]

La vida precoz y breve…

Aguamala

El estilo es el cineasta

Si alguien tiene cumplidas más de tres décadas y media como di-rector cinematográfico, y si a lo largo de esos siete lustros y fracción ha dirigido, en promedio, un filme cada dos años –entre largome-trajes de ficción, cortos y documentales–, puede afirmarse que, a tales alturas de su trayectoria, ese alguien sabe perfectamente qué quiere filmar y cómo quiere hacerlo. En consecuencia, cabe hablar de un estilo reconocible o, en grado mínimo, de hábitos, costum-bres, tendencias y preferencias identificables al menos en ese mis-mo par de órdenes, es decir, el qué y el cómo.

Si todo lo anterior es rigurosamente cierto, nadie tendrá óbice cuando se diga que el cinerrealizador mexicano Luis Mandoki cubre perfectamente dicho perfil: desde su debut cortometrajista, en el ya lejano 1975, pero sobre todo a partir de su ópera prima en largo de ficción –el muy buen thriller y ejercicio noir titulado Motel (1983)–, Mandoki ha demostrado tener algo que lo deja fuera de la gorda lista de directores mexicanos a quienes les cuesta muchísimo levantar su primera película, y todavía más les cuesta arribar a una segunda o tercera obra. Ese algo, diría cualquiera, se llama capaci-dad, talento, pero quizá también lo que líneas arriba se bosqueja: un perfil definido y reconocible, continuidad temático-estilística.

Empero, con el director de Voces inocentes (2004) sucede algo que si no es una extraña excepción a la regla, sí se le parece bastan-te, ya que luego de la citada Motel, pocos habrían podido imaginar que los ulteriores catorce años Mandoki los dedicaría, sumariamen-te hablando, a la maquila hollywoodense, que eso y otro poco pue-de decirse de Pasión otoñal (1991), Born Yesterday (1993), Cuando un hombre ama a una mujer (1994), Mensaje en una botella (1999) y un par más. En ese sentido, fue sorprendente que Mandoki volviera a México y f i lmara, primero, la mencionada Voces inocentes y,

dos años más tarde, comenzara la serie documental ¿Quién es el señor López?, y lo fue porque significaba un viraje de apa-riencia radical: abismos temá-ticos, para no hablar de produc-ción o presupuestos, hay por ejemplo entre contar las des-venturas emocionales de un ga-lancete pasado de años –Kevin Costner en Mensaje en una bote-lla–, y referir las desgracias que una guerrilla centroamericana inflige a su niñez –como se in-tenta en Voces inocentes. Abis-mo que se confirmaría con la adapta-ción que la guionista Diana Cardozo ha hecho de La Mara, novela del fallecido Rafael Ramírez Heredia, y que da pie a La vida precoz y breve de Sabina Rivas (2012), título del más reciente largometraje de ficción dirigido por Mandoki.

“De apariencia radical”, se dijo antes, y ahí está el centro de gravedad de los problemas argumentales y narrati -vos que exhibe esta cinta de título poco breve: si algún estilo puede reconocér-sele a Mandoki, digamos, desde 1987 con Gaby, una historia verdadera , es el de algo a caballo entre la dulcificación y lo elusivo. Centrada en las diez mil des-venturas de la jovencísima mujer cen-troamericana a la que alude el título, La vida precoz y breve… habla, entre otras ignominias, de violaciones, trata de per-sonas, robos masivos, vejaciones institu-cionales, colusiones político-policíacas, desalojos violentos de comunidades enteras, más un voluminoso etcétera de muestras de cómo se practica, en la frontera México-Guatemala, aquello de que el hombre es el lobo del hombre.

Habla de todo eso, en efecto, pero el tono en que el discurso fílmico se ejecu-

ta da la sensación, diría Cortázar, de que “se esconde el truco”, de que por más acciones violentas que se incluyan será imposible percibir, en conjunto, a La vida precoz… como un relato fuerte, inmise-ricorde, crudo, de una realidad definible precisamente con esos adjetivos, entre otros peores. A manera de ejemplos, uno circunstancial, otro estructural: en medio de una degollina con balacera incluida, de manera inverosímil Sabina Rivas tiene tiempo y modo de llorar un rato a su muertito y luego salir corrien-do sin que la toque ni una esquirla, y eso que la matanza se debió a su presen-cia en ese lugar. El segundo es que, inne-cesaria y hasta se diría traicioneramen-te respecto de lo que, al parecer, era el nudo central de la historia, la película rubr ica con la puesta en escena, en f lashback, de un tragedión familiar con incesto y parricidio incluidos, sugirien-do algo así como que todas las desgra-cias de Sabina se deben a su triste con-dición social irredimible. Enfoque, o quizá estilo: haber tenido el conjunto de la situación en la frontera sur de México, pero decantarse por la solución indivi-dual del melodrama •

Cuatro toques al Festival de Jazz de la Riviera Maya

En plan referencial, esta crónica comenzaría diciendo: Playa Mamitas luce tranquila. Son las seis de la tarde. Falta una hora para que inicie el Festival de Jazz de la Riviera Maya. Durante el día vimos pocos tu-ristas rondando la quinta Avenida de Playa del Carmen. Tal vez sea por eso. El clima no ha estado de lo mejor. Es la primera de tres jorna-das en que sonarán nueve invitados con grandes credenciales. Día uno: la Big Band del trompetista Joe D’etienne seguida por el con-junto del percusionista Pete Escobedo y el grupo del bajista Victor Wooten. Día dos: el Colectivo Nortec, el percusionista Poncho Sán-chez y Level 42 (por quienes hemos hecho el viaje). Día tres: Aguama-la, el cuarteto del saxofonista Wayne Shorter y el cuarteto del guita-rrista John Scofield. Efectivamente: hay de todo y para todos.

Luego, aterrizando en información menos vaga, esta columna diría: El escenario es fastuoso. Gran parafernalia de luces y tres pan-tallas. No se ha escatimado en la producción. Bien hecho. En grupos compactos, los asistentes beben, comen y platican en sillas plega-bles o en toallas sobre la arena. El área comienza a nutrirse poco a poco. Escaneamos los alrededores y nos topamos unas cuantas mesas improvisadas separadas de la concurrencia por una simple cuerda. Para estar allí “hay que consumir botella”, nos dicen los me-seros de perfil gangsteril. Aceptamos el maltrato porque para ese momento el lugar amenaza, claramente, con ponerse “hasta la ma-dre”, como bien señalan. Claro: no se llega a diez años de un festival sin el involucramiento de la gente local. Allí la clave.

Más tarde, intentando numeralia, esta columna indicaría: Desde luego, habíamos leído y escuchado múltiples historias en torno al trabajo que desde 2002 ha desarrollado el baterista y productor Fernando Toussaint (líder de Aguamala), junto a colegas, patroci-

nadores y socios del mundo hotelero. Sabíamos por propios y extraños que las pasadas ediciones habían tenido presentaciones memorables de proyec-tos como Incógnito, Al Di Meola, Mike Stern, George Duke, Manhattan Trans-fer, John McLaughlin, Ivan Lins, Gino Vannelli, Spyro Gyra, Herbie Hancock, Al Jarreau, David Sanborn, Fourplay, Mar-cus Miller, Tower Of Power y muchos proyectos extranjeros más, así como otros mexicanos: Los Dorados, Iraida Noriega, Hirám Gómez, Troker y un largo etcétera. Teníamos noticia de todo, pero no nos habíamos decidido a compro-barlo con nuestros propios ojos.

Preparando conclusiones y juicios, más tarde este texto aseveraría: Pues bien, lo que imaginábamos se quedaba corto. De una manera caprichosa pero inteligente el Festival de Jazz de la Ri-viera Maya conquista el sueño que vi-ven pequeñas ciudades europeas en donde todos ganan en torno y a favor de la música: los grupos son tratados con respeto, su audiencia los disfruta de manera gratuita, los productores, inver-sionistas y el turismo ganan visibilidad y clientela… Además, si nos ponemos a pensar lo que cuestan los paquetes con avión y hotel, resulta que sale más bara-to ir a Playa del Carmen para ver nueve proyectos de altura que pagar por dos o tres de ellos en el df. (Y aquí una acla-ración: fuimos por nuestra cuenta, na-die nos invitó nada, no tenemos trato con los organizadores y, porque así so-mos, enfrentamos la experiencia con el mismo espíritu crítico con el que hemos pisado cada país, ciudad, festi-val o concierto. Y nos convencieron. Nos quitamos el sombrero.)

Tratando de aterrizar la nave (herida desde el comienzo), esta crónica ensa-

yaría un final: La curaduría del festival lleva una década siendo complaciente, apenas con algunos momentos de ex-perimento o riesgo. Y es adecuada, pues ni el escenario ni su locación se prestan para algo más contemporáneo o van-guardista. El 2012 no fue la excepción. Empero, ello no impidió innumerables momentos de gran belleza y maestría. Verbigracia: John Scofield en duelo eté-reo con el baterista Bill Stewart interpre-tando a Carla Bley; los solos de Poncho Sánchez; los arreglos de Joe D’etienne; los audiovisuales de Nortec; la calidad de Aguamala; la mirada de Wayne Shor-ter… Blablablá, etcétera.

Esas y otras cosas habría en esta co-lumna… Pero nos sentiríamos hipócri-tas, pues estas experiencias, cuando im-portan de verdad, deben ser subjetivas, aunque pequemos de ingenuos o nos llenemos de adjetivos. Así que nos que-damos con lo más simple: la posibilidad de cerrar el círculo que abriéramos hace más de veinte años cuando, escuchando por primera vez a Mark King con Level 42, entendimos aquella fórmula casi im-posible: se podía bailar y cantar músi-ca pop construida con los más altos pa-rámetros del funk y del jazz. Por ello es que en Playa del Carmen sonreímos y brin-camos y nos emborrachamos y blasfe-mamos y prometimos y nos perdimos en la suma del pasado y el futuro... Por-que, finalmente y según creemos, a eso va uno a los buenos festivales, ¿cierto? •

Page 14: La Jornada Semanal

14

Felipe Garrido

MEN

TIR

AS T

RA

NSP

AR

EN

TES

GALERÍA

Rogelio Guedea

AL V

UE

LO

arte y pensamiento .......

[email protected]

9 de diciembre de 2012 • Número 927 • Jornada Semanal 14

Ilan Stavans

Dos ingleses

Beagle

¿Qué habría ocurrido si Darwin no hubiera zarpado en el barco hms Beagle? Quizás hubiese terminado como pastor rural en Inglaterra y nosotros careceríamos de la teoría de la selección natural, que explica no solamente el origen de las especies sino el hábitat y la dinámica de las socie-dades humanas.

Darwin, entonces un joven naturalista de veintidós años, fue invitado por el capitán Robert FitzRoy, a la postre el segundo gobernador de Nueva Zelanda y un meteorólo-go innovador, para acompañarlo en el segundo viaje ex-ploratorio del Beagle. El viaje duró de diciembre de 1831 a octubre de 1836. La trayectoria del barco empezó en Ply-mouth, Inglaterra, y siguió a las Islas Azores y Cabo Verde, Brasil, Argentina, las Islas Malvinas, Tierra del Fuego, Chile, Perú, las Islas Galápagos, Australia, Nueva Zelanda, África, de vuelta a Brasil y de regreso a Inglaterra. El diario de ese viaje se publicaría en 1839, en cuatro volúmenes, bajo el título de Narrative of the Surveying Voyages of h.m.s. Adventu-re and Beagle. El tercero es la crónica de Darwin.

Cuando, en 1859, apareció Sobre el origen de las especies, a FitzRoy lo sorprendió el rechazo de Darwin al orden bí-blico. Esa sorpresa, en sí misma, es asombrosa porque a bordo del Beagle los dos hablaron de muchas cosas pero nunca de religión. Darwin dejó de ir a la iglesia cerca de 1851, cuando murió su hija Annie.

Darwin es un admirable observador que, al igual que Freud, escribe no como científico sino como narrador. El Beagle es un vehículo que, en su itinerancia, lo inspira a en-tenderlo todo como a través del movimiento. Lo mismo habla Darwin de las características anatómicas de los crus-táceos que de las masacres indígenas perpetradas por el caudillo Juan Manuel de Rosas en Argentina. El movi-miento también lo hace reflexionar sobre el vuelo de las

aves y la inmigración entre los humanos, que entiende co-mo una expresión del instinto de supervivencia.

FitzRoy se suicidó en 1865. El Beagle fue saldado en 1870, su madera vendida a Messrs Murray and Trainer (o Rainer), quienes la utilizaron para la construcción. Darwin, por su parte, enfatizó hasta su muerte el papel fundamental que juega el azar en la vida.

ShakeSpeare en eSpañol

Me interesa hablar de las fortunas de Shakespeare en len-gua castellana. Vale recordar, a manera de introducción, que la primera traducción del Quijote fue al inglés y, de

hecho, que esa traducción de la primera parte salió en Lon-dres cuatro años antes que Cervantes publicara la segunda parte. Es decir, los británicos tenían su Quixote antes de que el hidalgo muriera en su cama de La Mancha. En direc-ción opuesta, tuvieron que pasar 169 años para que la pri-mera “versión” de una obra de Shakespeare –el Hamleto, de Ramón de la Cruz (1772)– para que Shakespeare existiera en castellano, aunque de manera incompleta y reconfigu-rada, prueba de que la civilización hispánica es insular, por no decir cuasi autista.

El trayecto de Shakespeare no está libre de loables es-fuerzos, como la serie Shakespeare por escritores que coordinó Marcelo Cohen a principios de este siglo para la Editorial Norma y que aspiraba a publicar, versiones “rigu-rosas y contemporáneas de las obras completas hechas por poetas, dramaturgos y narradores de América Latina y España”. Muchas de ellas interesan menos por su fidelidad que por su astucia quijotesca.

No extrañará a nadie que, de todas las obras de Shakes-peare, la que se ha multiplicado por sobre todas las demás es Hamlet. En total, hay dieciocho traducciones, entre las que se destacan una de Leandro Fernández de Moratín, bajo el seudónimo de Inarco Celenio (1789), la frecuente-mente plagiada de Guillermo Macpherson (1873; nota bene: el plagio es un sine qua non en las traducciones de cualquier clásico), y la de Tomás Segovia (2002), de la cual Juan Villo-ro dijo una vez que es “por ahora, una obra maestra casi secreta”.

O pensemos en los sonetos. Hay once traducciones completas, ninguna de ellas felices. La archicomentada por su efectismo es la de Manuel Mujica Láinez, quien durante la primera mitad de la década de los años cincuenta, para lidiar con el espanto del peronismo, convirtió cuarenta y nueve de los 154 poemas. A pesar de sus destrezas pasaje-ras, el traductor olvida –¡asombro de asombros!– que la tradición se define, sobre todo, por su rima, convirtiendo así al autor de The Rape of Lucrecia en un precursor acciden-tal de Whitman.

¡Ah, la tristeza! Quizás Shakespeare esté destinado para siempre a ser nuestro hermano desconocido •

Domingos

Nada era peor, cuando papá andaba fuera, y eso era seguido, que des-

pertar el domingo. Los demás días, como fuera, nos íbamos al colegio

y ella se iba al salón con su amiga. El domingo no. Nos repartíamos al-

rededor de la mesa; mi hermano, las niñas; podíamos bromear tantito,

vacilar, reírnos... hasta que la oíamos bajar. Los domingos eran mamá,

como le decíamos, refundida en su bata, mirándonos desde el fondo

de todo lo que no tenía, deseando que nos muriéramos todos. Apenas

entraba dejábamos de hablar. Si alguien tocaba un tema que le moles-

tara podía cachetearlo. Teníamos que entender que también ese día

estaba de malas. Que lo que dijéramos no le iba a caer bien y mucho

menos nos iba a hacer bien a nosotros. Íbamos quedando cada vez más

quietos, en derredor de la mesa, mirándonos, en silencio, sin atrevernos

a respirar, para adivinar qué quería. Y lo que quería era jodernos mien-

tras el desayuno se alargaba, se alargaba... Yo me acuerdo bien •

Las partes de mi cuerpo

Si uno se pone a pensar se dará cuenta de que apenas conoce las

partes de su cuerpo. Lo reflexionaba no hace mucho que llevaba el

antebrazo recargado en la portezuela de un autobús, golpeado por

el viento y bajo un intenso sol. Me veía los dedos de la mano, los

huesos que se marcaban en las coyunturas, las uñas, la muñeca,

los bellos, algunas cicatrices, las líneas de la palma, el codo, arrugado

y reseco, los nudillos, y pareciera que me los estaba realmente vien-

do por primera vez: ¿cuántos huesos tengo en el dedo índice?, ¿cuán-

tas venas atraviesan mi brazo desde el hombro hasta mis nudi-

llos?, ¿cuántas articulaciones tengo en la muñeca?, y mis huellas

digitales ¿sabría reconocerlas entre otra hilera de huellas digitales?

Me sentí como un ciego tirado, de pronto, en una ciudad desconoci-

da y obligado a cruzarla de orilla a orilla con la advertencia de que

ninguno de los transeúntes que encontrara por el camino le podría

dar ninguna seña, ni siquiera proveer de una brújula, ni, mucho me-

nos, ayudarlo a atravesar esa gran avenida en la que, desde hace

años, todos los semáforos están descompuestos •

Page 15: La Jornada Semanal

15

Jorge [email protected]

....... arte y pensamientoJornada Semanal • Número 927 • 9 de diciembre de 2012

Miguel Ángel Quemain LA OTRA ESCENA

Twitter: @JorgeMoch

[email protected]

15

Luis Mario Moncada

Teatro en la red

Fuera de las instituciones dedicadas, total o parcialmente, a estimular la producción, producir, enseñar, realizar inves-tigación y difundir el teatro, existe un conjunto de esfuer-zos que han decidido concentrarse en esa entidad todavía difusa pero que cada vez tiene respuestas más visibles y participa incluso en los procesos de difusión como repeti-dores, polemistas, aficionados y hasta fans.

Ese mundo está a un clic de distancia y ha tomado varios años para que su despliegue tenga visibilidad entre aque-llos que no son sus destinatarios directos: vale la pena hacer un recorrido porque hay varias estaciones que deberían ser ejemplares para las instituciones que, a pesar de contar con un presupuesto garantizado para la difusión, todavía están lejos de imaginar combinatorias distintas a las más con-vencionales (carteles, spots, trípticos, dípticos, dovelas, mantas, entre otras repeticiones) para difundir sus acervos, sus hallazgos, sus logros; esos universos que de manera perpendicular, oblicua o tangencial justifican sus presu-puestos, sus metas, sus indicadores y todo el instrumental cuantitativo que pocos burócratas son capaces de traducir en su significación histórica, en sus consecuencias profun-das en ese territorio postrero que oxidamos en el presente.

El sitio más sobresaliente y sobre el que habré de inda-gar en una entrega posterior es dramaturgiamexicana.com, que nació en 2006 por iniciativa de Luis Mario Mon-cada, cuando dirigía el Centro Cultural Helénico y tuvo que irse sin herramientas a Londres con su compañía, como su-cede de modo permanente cuando México participa en el extranjero. Han logrado rotar la coordinación editorial del sitio y quienes han enfrentado el reto son una suerte

de mezcla afortunada entre director, dramaturgo, ilumina-dor y… periodista cultural, como es el caso de Estela Le-ñero, cuyo programa de radio en Código df navega, descar-gable y audible, en la red.

Dramaturgiamexicana.com posee un menú práctico, capaz de contener las posibles inquietudes y necesidades de búsqueda con un aparato vinculante (o sea, que lo hace muy hiperlinkeado e interactivo) que va de los autores y sus obras a sus genealogías, gracias a la colaboración que lo-graron con el ctru, que permite dotar de un elemento aca-démico y de investigación a las iluminaciones y las intuicio-nes artísticas.

Dramaturgiamexicana.com tiene el mérito de exigirle al dramaturgo que elabore su ficha y escoja la obra de su predilección para acotarla en ese espacio. Ese proceso se-lectivo es su responsabilidad. A algunos les cuesta mucho trabajo pero el riesgo de equívocos disminuye mucho. Así fue cuando Silvia Molina decidió hacer crecer el Diccionario de escritores con el auxilio de los propios autores en la cnl

del inba: preguntarles y motivarlos a hacerle la vida más sen-cilla al investigador.

Entre otros sitios que han alcanzado notoriedad está teatromexicano.com.mx (con casi 10 mil “me gusta”), pro-ducto del esfuerzo de un conjunto de amantes de lo escé-nico que se han vinculado al periodismo cultural, mismo que han terminado por practicar con heroísmo comanda-dos por Alejandra Serrano y Luis Enrique Rodríguez, asen-tados en Xalapa, y que tienen como asesor al periodista Fernando de Ita, cuyas críticas le dieron solvencia a la co-bertura de la Muestra Nacional de Teatro el mes pasado en San Luis Potosí.

Han gestionado su dominio y lo han instalado en estas web gratuitas que plagan la página de anuncios asfixiantes, y que tienden a dañar la credibilidad del trabajo dada la confusión visual que generan y el desorden en términos gráficos. El diseño es muy pobre, pero la pluralidad y el pro-fesionalismo que se esfuerza por una cobertura incluyente merecen un reconocimiento unánime. Tienen su espejo en Facebook, lo que les permite lanzar flashazos informativos y tender lazos a su sitio.

El recorrido a través de Facebook no deja de ofrecer alternativas de información que se articulan con formas muy primitivas de participación que no alcanzan a desa-rrollar comentarios de fondo sobre los espectáculos. Las aplicaciones que permiten generar eventos y hacer invita-ciones son instrumentos valiosos, porque permiten dar a conocer al grupo y a los amigos vinculados a él, que por lo general (salvo algún familiar colado que es fan del grupo) son profesionales de otras compañías que se hacen guiños con ese instrumento tan básico y denostado llamado “me gusta” y la posibilidad de agregar amigos categorizados sentimentalmente •

Apatía confesa

No me interesa el relevo de poderes presidenciales porque es la misma farsa hipócrita, inmoral e impresentable de las últimas décadas, el puro guardar apariencias de presunta democracia, de que habitamos un país y no una franqui-cia, de que somos república independiente y soberana y no patio trasero, cliché, mal ejemplo mundial. No hay cambio de paradigmas ni castigo para delincuentes históricos. Qué flojera ver a dos tipos señalados por sus repetidas traicio-nes a todo lo que juran defender: la Constitución, la calidad de vida de los mexicanos, los intereses de la nación, escon-didos a la medianoche en un recinto vedado al pueblo mexicano, a la prensa, a la verdad. Felipe Calderón Hinojosa llegó a la Presidencia de México por una trampa y salió a la medianoche por otro rincón. Qué me importa a dónde se vaya a vivir el infeliz, seguramente con miedo por el tiem-po que le quede de vida, enano cobarde. De sus manecitas manchadas con la sangre de miles de mexicanos inocen-tes y culpables asesinados en pos de su impostura, Enrique Peña Nieto, después de una de las campañas electorales más sucias y tramposas que hayamos visto en los últimos cincuenta años, recibió el cargo mal habido de noche. De día lo protestó mientras afuera se armaba la gorda entre balazos de hule, gas lacrimógeno y bombas molotov que pronto sus corifeos achacaron a lo poco que queda de real oposición al neoliberalismo salvaje en este país. Si así llegó, quién sabe cómo se vaya a ir.

Me importan un bledo las crónicas estúpidas que ha-blan del enroque nefasto como si nada malo pasara, como si se tratara solamente del protocolario glamur de la políti-ca sin decir que es una política puerca, que esconde esqui-

nazos para el pueblo mexicano, que los grandes intere-ses nacionales han sido trucados por los del mercachifle internacional, las desbocadas compañías petroleras, los bancos que pierden dinero en todo el mundo, pero en Mé-xico reportan ganancias chupadas al sacrificio de millo-nes de mexicanos que quizá eso merecemos, ser víctimas propicias por agachones y convenencieros. Qué asco, qué hueva leer los comentarios imbéciles de los que para que-dar bien con el poder corrieron a reclamarle a López Obra-dor y a sus correligionarios los desmadres causados por vándalos que, sin embargo, muy genuinas razones de rabia tendrán ante tanto cinismo y tanta ratería. Qué me iban a interesar las crónicas de sociales que hablan de la boni-ta familia recién llegada a la residencia oficial de Los Pinos, si para una de sus integrantes yo no soy más que un pobre pendejo más de la prole que critica a su padre por sus turbios enjuagues políticos y de negocios o por haber sido candidato de utilería, maquillaje y teleprompter, diseñado en un foro de televisión.

Qué puedo encontrar de nu-tricio o de esperanzador en los nombramientos que tanto re-vuelo causan, si basta ver en la titularidad de la Secretaría de Educación, ese trono desde donde se dirigen las políti-cas educativas y culturales de este país que alguna vez se pudo jactar de eso, de sus edu-cadores, a otro exgobernador del estado de México vinculado estrechamente –igual que ése al que hoy tenemos que llamar “presidente”– al grupo de rufianes que encabeza el padrino de

todos ellos, Carlos Salinas: Emilio Chuayffet Chemor, se-ñero responsable de que un personaje oscuro y nefasto como Elba Esther Gordillo se enquistara en el sistema educativo nacional, engordara la tripa con las cuotas sindicales de los maestros de este país, de que los con-virtiera en grupos de choque, en elemento de presión, en divisa electoral. Cómo creer que Chuayffet, en pos de la educación nacional, va a meter a saco a una de las más retorcidas operadoras políticas del pri que vuelve a sus an-chas, con retóricas orladas de promesas, con lo que ellos llaman paso firme y muchos vemos como burda tropelía. Mejor ver un capítulo de Bob Esponja, un refrito de Los Polivoces, videos musicales, que las entrevistas a modo al impuesto presidente Peña, a sus cercanos colaboradores que ya gozan los usufructos del poder: la cartera de Go-

bernación, la de Hacienda, la de Comunica-ciones, todas a modo y encami-

nadas hacia la felicidad de las chequeras de todos ésos, los que aparecen en las fotos y

l o s q u e a ce c h a n e n l a s sombras, en mulli-d o s s i l l o n e s e n grandes despa-chos frotándose

las manos, riéndo-se de nosotros, ésos a los que mi

querido Paco Ignacio Taibo ii cla-sificó con tino como unos perfec-

tos perversos hijos de la chingada, y han vuelto, según parece, por sus

revanchistas fueros •

Page 16: La Jornada Semanal

ensayo169 de diciembre de 2012 • Número 927 • Jornada Semanal

profunda que los acontecimientos dispuestos por Chéjov lo condenan. Hevia se muestra como un actor consistente, como un voraz secundario capaz de ensombrecer el patetismo de Vania, lo cual es mucho decir. Ríos, al mismo tiempo, suma a la naturaleza de su personaje un trabajo actoral sutil, lleno de pequeños guiños que se van sumando al vulgar coqueteo que mantiene con Elena (interpretada por Laura Almela), quien quizá por una cuestión de edad estaría lejos del personaje descrito por el autor, aunque poco importa el detalle debido al estupendo trabajo que la actriz imprime, sujeto a la indecisión del personaje . Los mejores momentos de Ríos ocurren cuando Almela lo reta sutilmente a seguir buscando el vértigo, a morder el anzuelo del descaro, de la venganza y del engaño.

Vale la pena señalar la sorprendente actua-ción de Esmirna Barrios como Sonia, quien quizá tampoco cumpliría el perfil deseado por Chéjov – la ausencia de belleza y encanto–, por el contra-rio su candor y belleza y especialmente la fuerza expresiva de su personaje enternece, antes que

A

[email protected]

El Tío Vania de David OlguínEnrique Olmos de Ita

lgunos neurólogos definen como Síndrome del Tío Vania a la capaci-dad que tienen ciertas personas para

negar el fracaso propio y atribuirlo a una conspi-ración ajena, un orden exterior que los abate, que los condena. Según reza la bibliografía neuro-lógica, el síndrome proviene de una frase que aparece en la obra de Anton Chéjov, en la cual el Tío Vania, seguramente uno de los personajes protagónicos más patéticos y pusilánimes de la historia del teatro dice: “¡Mi vida está́ deshecha! ¡Tengo talento, inteligencia, valor!... ¡Si hubiera vivido normalmente , de mí pudo sa l i r un Dostoievski, un Schopenhauer!... ¡No sé́ lo que digo!... ¡Me vuelvo loco! ¡Estoy desesperado!”

Esta obra de Antón Chéjov es uno de los pila-res del teatro moderno en Occidente y fue escrita a final del siglo antepasado. Retrata la imposibi-lidad de un grupo de hombres para poner en pie sus anhelos, para alcanzar sus empeños y sobre todo para evitar, en una casa de campo , el ir y venir de pasiones que al mismo tiempo conmueven por su torpeza que estremecen por su devasta-ción interior.

De esta probidad literaria se vale el director de escena David Olguín para poner en pie un aparato teatral sobresaliente, en la cual las actua-ciones no son opacadas por ocurrencias esceno-gráficas o intervenciones audiovisuales; por el contrario, la simpleza de la puesta en escena y la limpieza espacial que propone Gabriel Pascal reside en dotar al intérprete de referencias que van más allá del realismo y sitúan el tono del espectáculo en un juego que oscila entre lo absur-do y la lenta suma emocional de cada personaje, sin caer en la folklorización, pero tampoco respe-tando en demasía el contexto de la obra.

Sin vestuario de época y aprovechando la traducción certera que realizara Ludwik Margu-les para su mítico montaje de 1978, que contó con Alejandro Aura, Mabel Martín, Memo Gil, Julie-ta Egurrola y Hugo Gutiérrez Vega en el reparto, por citar algunos nombres, Olguín ajusta ligera-mente la versión del director polaco (por ejem-plo, omitiendo al personaje de María Vasilievna Voinitzkaya, la madre de Vania) y antepone a la anécdota propia de Chéjov un juego actoral que podría ser más bien una disputa entre Arturo Ríos (interpreta al Tío Vania) y David Hevia (interpreta al Doctor Astrov) por conseguir la certeza emocional y la contundencia de cada uno de los personajes, que al mismo tiempo se enfren-tan en la ficción, haciendo del forcejeo uno de los platos fuertes de la puesta en escena. Dos tradi-ciones, dos escuelas, dos formas de entender la teatralidad, la de Ríos fincada en la fuerza inte-rior y en la disciplina gestual y la de Hevia cimen-tada en la potencia vocal, en los cambios energé-ticos que sorprenden y perturban, en la transición fugaz de matices.

El doctor Astrov de Hevia, que comienza en un innecesario tono fársico que pierde verosimi-litud en la insistencia ecológica que el personaje procura, concluye magistralmente después de mostrar la sordidez del alcoholismo y la soledad

provocar desagrado. Al respecto, la abnegación de Vania en aras de Serebriakov (interpretado por Mauricio Davison) y el servilismo impruden-te de los habitantes de la casa de campo simbo-liza la frustración y el fracaso de un puñado de personas que viven únicamente para tener “aspi-raciones”, para habitar sus sueños sin la mínima posibilidad de llevarlos a cabo. Una metáfora de lo que Chéjov anunciaba como el paso de una sociedad rural a urbana, del campo a las ciuda-des y los anhelos que despertaba el reciente clamor industrial.

La lectura escénica de Olguín (que ocurre en el Foro Sor Juana de la unam) es además de un acierto estético una apuesta por atraer a los clásicos con merecida contundencia emotiva en voz de actores de primer orden. Un trabajo que es al mismo tiempo un homenaje al Tío Vania de Margules, una respuesta al montaje reciente de Veronesse –por sus contrastes, por su carga gestual moderna y local– e indudable-mente una de las cimas del teatro mexicano contemporáneo •