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La madera, el hierro y el arte del tonelero montillano Texto: Mª Yolanda López Gálvez Desde que ciertos artesanos de la Galia romana (actual Francia) idearon un sistema para cortar varios listones de madera y unirlos con aros de hierro, creando así el barril, la tonelería se convirtió en una manifestación necesaria para la industria del vino, aunque al principio sólo fue utilizada para el transporte vinícola hacia otros lugares. Posteriormente, en los monasterios medievales, se descubrió que los caldos envejecían mejor y prolongaban su vida si eran almacenados en recipientes de madera: toneles. La pro- ducción vitivinícola tiene una tradición de siglos en el término municipal de Montilla, cuyo legado atrajo a la ciudad toda clase de actividades industriales relacionadas con el vino, entre ellas la tonelería. Con el artículo que a continuación exponemos, se tiene la pretensión de poner en valor al gremio artesanal de los toneleros montillanos, grandes maestros que desde tiempos centenarios han posibilitado la salvaguarda del vino en las bodegas de crianza y en las casas de los que saben disfrutarlo. Introducción Considerando que los vinos de Mon- tilla no adoptaron el sistema de soleras y criaderas hasta el siglo XIX y que para la fermentación del mosto utilizaron tradi- cionalmente las tinajas de barro, los reci- pientes de madera fueron muy escasos hasta la modernización del sector vinate- ro, ya con la implantación de las bodegas industriales. Gracias a la labor de impor- tantes empresarios bodegueros de princi- pios del siglo XX (Cobos, Pérez Barque- ro, etc.), la tonelería alcanzó su mayor auge. En estas modernas bodegas trabaja- ron grandes toneleros procedentes de Jerez cubriendo las necesidades de las mismas, principalmente de construcción y reparación de las botas, algunos de los cuales se quedaron en Montilla convir- tiéndose así en los maestros de los prime- ros toneleros montillanos. Durante la primera mitad del siglo XX, las barricas eran empleadas exclusi- vamente para el transporte del vino por vía férrea, ya que por carretera se realiza- ba en garrafas o pellejos. No fue hasta mediados de la pasada centuria cuando se comenzaron a fabricar las primeras botas, coincidiendo con la creación del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Montilla-Moriles, lo que además se hizo para poder realizar exportaciones. Al mismo tiempo, se comenzaron a sustituir también los pellejos por los bocoyes para el transporte vinícola por carretera me- diante camiones. Actualmente quedan en Montilla seis tonelerías, las cuales se han visto obliga- das a diversificar su producción, no sólo surtiendo a las empresas vitivinícolas sino decorando bares y casas de campo con suvenires de madera. El proceso de fabricación La fabricación del tonel es un arte que se ha ido forjando a través de los siglos gracias al trabajo de los toneleros. Aunque la mecanización ha ido poco a poco relegando a la producción artesanal pura y dura, los pasos necesarios para realizar una barrica no han variado mucho con el paso del tiempo. Lo primero que hace un maestro to- nelero es dar forma a las duelas, para lo cual hay que desbastar, cepillar y despun- tar. A continuación realiza el armado del casco: primero coloca las duelas vertical- mente y, por medio de un aro armador, va juntándolas por sus cantos hasta comple- tar una circunferencia. Una vez que se ha obtenido esta for- ma geométrica, se introducen dos aros metálicos provisionales, los cuales serán empleados durante todo el proceso de

La madera, el hierro y el arte del tonelero montillanoLa madera, el hierro y el arte del tonelero montillano Texto: Mª Yolanda López Gálvez Desde que ciertos artesanos de la Galia

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Page 1: La madera, el hierro y el arte del tonelero montillanoLa madera, el hierro y el arte del tonelero montillano Texto: Mª Yolanda López Gálvez Desde que ciertos artesanos de la Galia

La madera, el hierro y el arte del tonelero montillano Texto: Mª Yolanda López Gálvez

Desde que ciertos artesanos de la Galia romana (actual Francia) idearon un sistema para cortar varios listones de madera y

unirlos con aros de hierro, creando así el barril, la tonelería se convirtió en una manifestación necesaria para la industria del vino,

aunque al principio sólo fue utilizada para el transporte vinícola hacia otros lugares. Posteriormente, en los monasterios medievales,

se descubrió que los caldos envejecían mejor y prolongaban su vida si eran almacenados en recipientes de madera: toneles. La pro-

ducción vitivinícola tiene una tradición de siglos en el término municipal de Montilla, cuyo legado atrajo a la ciudad toda clase de

actividades industriales relacionadas con el vino, entre ellas la tonelería. Con el artículo que a continuación exponemos, se tiene la

pretensión de poner en valor al gremio artesanal de los toneleros montillanos, grandes maestros que desde tiempos centenarios han

posibilitado la salvaguarda del vino en las bodegas de crianza y en las casas de los que saben disfrutarlo.

Introducción

Considerando que los vinos de Mon-tilla no adoptaron el sistema de soleras y criaderas hasta el siglo XIX y que para la fermentación del mosto utilizaron tradi-cionalmente las tinajas de barro, los reci-pientes de madera fueron muy escasos hasta la modernización del sector vinate-ro, ya con la implantación de las bodegas industriales. Gracias a la labor de impor-tantes empresarios bodegueros de princi-pios del siglo XX (Cobos, Pérez Barque-ro, etc.), la tonelería alcanzó su mayor auge. En estas modernas bodegas trabaja-ron grandes toneleros procedentes de Jerez cubriendo las necesidades de las mismas, principalmente de construcción y reparación de las botas, algunos de los cuales se quedaron en Montilla convir-tiéndose así en los maestros de los prime-ros toneleros montillanos.

Durante la primera mitad del siglo XX, las barricas eran empleadas exclusi-vamente para el transporte del vino por vía férrea, ya que por carretera se realiza-ba en garrafas o pellejos. No fue hasta mediados de la pasada centuria cuando se comenzaron a fabricar las primeras botas, coincidiendo con la creación del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Montilla-Moriles, lo que además se hizo para poder realizar exportaciones. Al mismo tiempo, se comenzaron a sustituir también los pellejos por los bocoyes para el transporte vinícola por carretera me-diante camiones.

Actualmente quedan en Montilla seis tonelerías, las cuales se han visto obliga-das a diversificar su producción, no sólo surtiendo a las empresas vitivinícolas sino decorando bares y casas de campo con suvenires de madera.

El proceso de fabricación

La fabricación del tonel es un arte que se ha ido forjando a través de los siglos gracias al trabajo de los toneleros. Aunque la mecanización ha ido poco a poco relegando a la producción artesanal pura y dura, los pasos necesarios para realizar una barrica no han variado mucho con el paso del tiempo.

Lo primero que hace un maestro to-nelero es dar forma a las duelas, para lo cual hay que desbastar, cepillar y despun-tar. A continuación realiza el armado del casco: primero coloca las duelas vertical-mente y, por medio de un aro armador, va juntándolas por sus cantos hasta comple-tar una circunferencia.

Una vez que se ha obtenido esta for-ma geométrica, se introducen dos aros metálicos provisionales, los cuales serán empleados durante todo el proceso de

Page 2: La madera, el hierro y el arte del tonelero montillanoLa madera, el hierro y el arte del tonelero montillano Texto: Mª Yolanda López Gálvez Desde que ciertos artesanos de la Galia

fabricación del tonel para que no se des-ajusten las duelas.

Tras reposar unos minutos en agua, las duelas deben ser curvadas con el fin de obtener la forma definitiva del casco. Para ello, el tonel es llevado al «batidero», donde mediante un hornillo de gas colo-cado en su interior y el empleo de dos cuerdas que se abrazan a la zona inferior, las duelas son curvadas lentamente; la barrica quedará totalmente fijada median-te la inserción, en su parte baja, de un aro de fuerza o corcheta.

Una vez formado el esqueleto del ba-rril, cuando éste haya enfriado, los aros de presión son sustituidos por otros de hie-rro, lo cual es utilizado por el tonelero para oprimir el barril utilizando martillo y chazo, y se construyen las cabezas y los fondos. Antes de colocar este último ele-mento: el fondo, es necesario realizar el descabezado, esto es, biselar los bordes de la barrica, igualar los cantos y abrir los jables.

Para realizar los fondos, se unen va-rias tablas por medio de clavos con doble punta. Después de trazar una circunferen-cia con la medida correspondiente me-diante un compás, la tabla es aserrada. Los bordes de la tapa adquieren forma de cuña para provocar un correcto encaje con el jable.

Finalmente, se perfila el resultado pa-sando el barril por una máquina destinada a pulir o cepillar la parte exterior del mismo para otorgarle una óptima fiso-nomía. Tras abrir la corchera u orificio de llenado, el barril debe llenarse de agua para probar su estanqueidad. Acabado este proceso, los toneles ya estarán listos para viajar hasta las bodegas, donde se utilizarán para potenciar el aroma de los grandes caldos montillanos que seguirán forjando la historia del buen vino.

La madera

La materia prima usada es el roble americano, madera que llega en listones para ser cortada posteriormente al tamaño deseado. Además, también se trabaja el roble francés y, en pequeñas tonelerías, el

castaño, madera no muy empleada por cambiar demasiado el color del vino debi-do a la cantidad de taninos que contiene.

El hierro

La primera etapa de la moderna si-derurgia española, cuyo ciclo coincidió con el segundo cuarto del siglo XIX, tuvo por escenario el territorio andaluz. Así, las modernas factorías férricas surgieron inicialmente para atender las necesidades de flejes y aros de la industria tonelera.

Actualmente, los toneleros montilla-nos emplean el hierro proveniente del norte peninsular.

Tonelería Antonio Hidalgo

Tras visitar la tonelería de Antonio Hidalgo, ubicada en la avenida Marqués de la Vega de Armijo, quedó clara una cosa: el tonelero artesano lleva cargado sobre sus hombros una dificultosa tradi-ción, que no ha sido valorada como deber-ía por los propios montillanos, al tener que seleccionar la madera, preparar las duelas y mostrar sumo cuidado en el mon-taje final del casco.

(Foto: A. Moreno)

Antonio Hidalgo fundó su propia to-nelería en 1987, como iniciativa personal tras una gran experiencia profesional en este campo. En el interior del taller arte-sano cuenta con la maquinaria común a todos los de su oficio: sierra, labrante, torno, pulidora, etc. Con ellas se fabrican, además de los barriles propios de la zona, nuevos productos que gusten a los clien-tes, tales como útiles y decorativos del hogar con un toque vinícola: botellas y jarras de madera, maceteros…

Tonelería J. L. Rodríguez

Se trata de una empresa familiar creada en 1982 por José Luís Rodríguez, ubicada en la vieja carretera Córdoba-Málaga, muy cerca de la ciudad de Monti-lla. Sus primeros pasos como tonelero los dio en la conocida «Tonelería Montillana, S.A.», una empresa constituida en mayo de 1969 con un capital social de dos mi-llones de pesetas que fue aportado al 50 por ciento por toneleros y bodegueros.

En su taller se realizan barriles, sobre todo para ron y whisky. En cuanto a los trabajos locales, se reducen a la repara-ción de botas en bodegas, siendo uno de sus productos estrella las barricas de 220 litros para vino tinto.

La materia prima que utiliza es el ro-ble americano y francés, una madera de primera calidad importada de EEUU y Francia respectivamente; en cuanto a los flejes proceden de la industria siderúrgica bilbaína. Debido a los tiempos que corren, esta empresa se ha visto obligada también a diversificar su producción mediante la incorporación de suvenires de madera: lámparas, botelleros, relojes…

Conclusiones

El futuro de la tonelería en Montilla es incierto y debe pasar irremediablemen-te por la exportación y la diversificación para poder subsistir. Las bodegas ya no suelen encargar nuevas botas que sustitu-yan a las antiguas sino que, de vez en cuando, avisan al maestro tonelero para que repare las defectuosas. Sólo falta lo peor: que la ciudad de Montilla sea recor-dada como un pueblo que tuvo, en algún periodo de su historia, una industria tone-lera totalmente artesana y de primera calidad.

Bibliografía:

RAMÍREZ PONFERRADA, M. D. La indus-tria de la tonelería en Montilla: evolución histórica y perspectivas de futuro. (2000).

V IVAS, N. Manual de tonelería. Ediciones Mundi-Prensa (2000).