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La mexicanidad en tiempo de crisis Luis Ernesto Cruz Ocaña Lo otro no existe: tal es la fe racional, la incurable creencia de la razón humana. Identidad = realidad, como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta y necesariamente, uno y lo mismo. Pero lo otro no se deja eliminar; subsiste, persiste; es el hueso duro de roer en que la razón se deja los dientes (Antonio Machado) A raíz del movimiento de la revolución y aún hoy en medio del proceso globalizador que parece amenazar la salud de los estados-nacionales, se ha puesto mucho interés en definir qué significa ser mexicano y cuáles son las características que nos definen. Sin embargo, a pesar de los intentos intelectuales desde posturas sociológicas, psicológicas, filosóficas, antropológicas, entre otrasrealizados por grandes pensadores como Samuel Ramos con su “Perfil del hombre y la cultura en México”, Octavio paz con “El laberinto de la soledad”, Guillermo Bonfil Batalla con su “México profundo”, Jorge Portilla con su “Fenomenología del relajo”, Emilio Uranga con su “Análisis del ser mexicano”, así como Roger Bartra con su “Jaula de la melancolía”, por citar solamente algunos; no hemos podido llegar a una definición de lo que es hablar de la mexicanidad. Podemos concebirla a manera de una cultura híbrida, un sincretismo en el que se puede observar la influencia de países tales como España, Francia, Estados Unidos, etc. En esta realidad, la identidad del mexicano no se ha podido consolidar, aunque esto puede aparecer como una tarea casi imposible, en virtud de que la identidad no es algo estable ni inmutable sino que, constantemente, varía y evoluciona. Se construye en la interrelación con lo externo, lo que proviene de otros contextos. No obstante, en el caso mexicano, se adoptan parámetros de otras realidades. Se trata de imitar aquello que otros han elaborado y que, aparente o efectivamente, les ha funcionado. Se retoman modas de todos los ámbitos de la vida política, económica, cultural, religiosa, educativa… La lista puede ser más larg a. Los ciudadanos de este maravilloso país que es México volteamos para todos lados, menos hacia nosotros mismos y aún menos hacia nuestros orígenes más antiguos de los que, en ocasiones, nos produce insatisfacción y, en cierta medida, vergüenza. La mirada se dirige hacia el horizonte que no es otra cosa que la pretendida utopía del progreso y el desarrollo; razón por la cual, no somos capaces de observar nuestro alrededor, desde la naturaleza que nos acoge, hasta nuestros hermanos que piden ayuda y, principalmente, exigen ser reconocidos, no ser excluidos. De esta forma, podríamos preguntarnos: ¿qué efectos trae consigo esta situación de descontextualización que vivimos los mexicanos? Provoca hastío, desencanto, incluso, desesperanza. Deviene en una actitud negativa, fatalista; a pesar de que los habitantes de

La Mexicanidad en Tiempos de Crisis

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Breve reflexión sobre el ser del mexicano en la época actual.

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  • La mexicanidad en tiempo de crisis Luis Ernesto Cruz Ocaa

    Lo otro no existe: tal es la fe

    racional, la incurable creencia de

    la razn humana. Identidad =

    realidad, como si, a fin de cuentas,

    todo hubiera de ser, absoluta y

    necesariamente, uno y lo mismo.

    Pero lo otro no se deja eliminar;

    subsiste, persiste; es el hueso duro

    de roer en que la razn se deja los

    dientes (Antonio Machado)

    A raz del movimiento de la revolucin y an hoy en medio del proceso globalizador que

    parece amenazar la salud de los estados-nacionales, se ha puesto mucho inters en definir

    qu significa ser mexicano y cules son las caractersticas que nos definen. Sin embargo, a

    pesar de los intentos intelectuales desde posturas sociolgicas, psicolgicas, filosficas, antropolgicas, entre otras realizados por grandes pensadores como Samuel Ramos con su Perfil del hombre y la cultura en Mxico, Octavio paz con El laberinto de la soledad, Guillermo Bonfil Batalla con su Mxico profundo, Jorge Portilla con su Fenomenologa del relajo, Emilio Uranga con su Anlisis del ser mexicano, as como Roger Bartra con su Jaula de la melancola, por citar solamente algunos; no hemos podido llegar a una definicin de lo que es hablar de la mexicanidad.

    Podemos concebirla a manera de una cultura hbrida, un sincretismo en el que se

    puede observar la influencia de pases tales como Espaa, Francia, Estados Unidos, etc. En

    esta realidad, la identidad del mexicano no se ha podido consolidar, aunque esto puede

    aparecer como una tarea casi imposible, en virtud de que la identidad no es algo estable ni

    inmutable sino que, constantemente, vara y evoluciona. Se construye en la interrelacin

    con lo externo, lo que proviene de otros contextos. No obstante, en el caso mexicano, se

    adoptan parmetros de otras realidades. Se trata de imitar aquello que otros han elaborado y

    que, aparente o efectivamente, les ha funcionado. Se retoman modas de todos los mbitos

    de la vida poltica, econmica, cultural, religiosa, educativa La lista puede ser ms larga.

    Los ciudadanos de este maravilloso pas que es Mxico volteamos para todos lados,

    menos hacia nosotros mismos y an menos hacia nuestros orgenes ms antiguos de los

    que, en ocasiones, nos produce insatisfaccin y, en cierta medida, vergenza. La mirada se

    dirige hacia el horizonte que no es otra cosa que la pretendida utopa del progreso y el

    desarrollo; razn por la cual, no somos capaces de observar nuestro alrededor, desde la

    naturaleza que nos acoge, hasta nuestros hermanos que piden ayuda y, principalmente,

    exigen ser reconocidos, no ser excluidos.

    De esta forma, podramos preguntarnos: qu efectos trae consigo esta situacin de

    descontextualizacin que vivimos los mexicanos? Provoca hasto, desencanto, incluso,

    desesperanza. Deviene en una actitud negativa, fatalista; a pesar de que los habitantes de

  • esta nacin somos conocidos por la manera muy peculiar de disfrutar la vida an en medio

    de problemas y dificultades diversas. Circunstancia que se evidencia en la gran cantidad de

    fiestas que se llevan a cabo y que no se realizan nicamente como festividades en s

    mismas, sino que tienen un sentido ms oculto que las lleva a emplearse como estrategias

    para extraerse del tiempo y del espacio en el que estamos, olvidando lo que nos acontece, lo

    que nos preocupa. Curiosamente, vivimos en un espacio del que disfrutamos y del que, a su

    vez, renegamos.

    Es permanecer en un ambiente de continua festividad la solucin para nuestro vivir,

    desarrollando una actitud de indiferencia ante los problemas? Efectivamente, la respuesta es

    un rotundo no! Todo pierde sentido cuando en vez de confrontar lo que nos sobreviene, se

    evade usando diversos medios que nos hacen salir, aunque sea por instantes, de la realidad

    que experimentamos. Acaso no es esto una forma de evadir nuestra responsabilidad? Lo

    ms fcil es culpar a otros. Lo ms cmodo es continuar a la sombra de nuestros opresores

    que, a lo largo de nuestra historia, parecen haber sido incontables, tanto extranjeros como

    de nuestro mismo contexto.

    Detengmonos un momento a reflexionar sobre lo qu somos y por qu lo somos.

    No podemos ser diferentes? Podemos hacerlo, sin embargo muchas veces no queremos.

    Preferimos que otros lo hagan por nosotros. Pese a esto, nuestra envidia es tan grande que

    cuando vemos que alguien trasciende lo nico que se hace es sealarlo, descalificarlo,

    criticarlo y, de ser posible, destruirlo.

    La reflexin, como expresa Freire, va acompaada de praxis, de accin. No es un

    actuar por actuar, sino un actuar consciente; donde conciencia significa reconocerse como

    parte de una comunidad de seres humanos y como copartcipe de un espacio con la

    naturaleza. Hechos que nos hacen meditar en que no estamos solos en el mundo ni somos el

    centro de todo el universo como el humanismo mal comprendido ha enseado. No es que

    todo se centre en m como expresa una frase comn: primero yo, luego yo y al ltimo, nuevamente yo, sino que la existencia humana gira en torno a una necesidad de reconocer a los otros, respetarlos, velar por ellos, en suma, ser responsables no slo de uno mismo

    sino, primordialmente, de los dems.

    Todo lo anterior, no hace referencia ms que a quitar la mirada de uno mismo y de los

    beneficios que puedo obtener, sobre todo, en una sociedad en la que todo gira alrededor de

    un objeto que se ha fetichizado, que se ha idolatrado: el dinero. Tras del cual, los seres

    humanos son capaces de cometer las acciones ms atroces, desde matar a una persona hasta

    impulsar una guerra por conquistar un pas.

    En nuestros das vivimos todo tipo de crisis que no tienen otro fin que tratar de

    recordarnos que necesitamos una transformacin de nuestra actitud, de nuestra forma de ser

    y de vivir. Crisis no es sinnimo de decadencia, sino de posibilidad. Transformaciones y

    evoluciones no se desencadenan cuando todo est en orden, sino cuando el caos parece

    apoderarse de la realidad. Sin embargo, habra que preguntarse por qu somos tan

    resistentes al cambio? Por qu tememos ser y hacer nuevas cosas? Porque nos aterra pero,

    a su vez, nos seduce lo que puede pasar.

  • Sigamos adelante. Dejemos de copiar irreflexivamente lo que otras personas y otros

    pases hacen. Dejemos de vivir bajo su sombra, no para caer en la trampa de los

    esencialismos y etnocentrismos, sino para entrar en un dilogo en el que se compartan y se

    intercambian desde posturas personales hasta cosmovisiones. Luchemos por transmutar el

    rumbo de la tendencia global que se dirige a la acumulacin de capital sin importar sobre

    quin o qu tengan que pasar: despus de todo, el fin justifica los medios. Pensemos en

    actuar de manera conjunta sin temer a todos aquellos que dicen que es imposible lograr que

    los seres humanos se renan tras un objetivo comn. En suma, reflexionemos ms y

    envidiemos menos. Empleemos nuestro tiempo en realizar crticas que culminen en

    propuestas, no lo perdamos en crticas vanas y sin relevancia alguna. Responsabilicmonos

    ms de nuestros actos y culpemos menos a otros. Veamos lo que tenemos en nuestras

    manos en lugar de estar anhelando la vida que otras personas o pases tienen.

    Mxico lo construimos nosotros a partir de lo que tenemos y lo que somos, en dilogo

    abierto con los otros que nos conforman y nos confirman, precisamente, como mexicanos.

    Superar las crisis depende de nuestra capacidad de trabajar conjuntamente con nuestros

    semejantes y la naturaleza, sobrepasando los discursos falaces que ponen a la ciencia, la

    tecnologa y la economa como las nicas formas de lograr el progreso y el bienestar de la

    humanidad, entendido nicamente en un sentido lineal y fuertemente desarrollista.