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La Moral... una Respuesta de Amor La experiencia moral, llamada de Dios al hombre POR EL PADRE GONZALO MIRANDA, LC Cortesía de Catholic.net para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL Enfoque Habiéndonos propuesto seguir un método inductivo, partimos del dato más elemental para la elaboración de una reflexión moral: el ser humano experimenta en su propia vida la realidad de una dimensión del todo particular, que llamamos “moralidad”. Experimenta la realidad del bien y del mal. Y la experimenta como algo que no se da él a sí mismo, y que tampoco puede él manejar a su antojo [1]. La Sagrada Escritura nos muestra que esa experiencia peculiar, es en el fondo una llamada de Dios, una invitación divina a actuar en conformidad con la propia identidad de ser humano, según el designio originario del mismo Creador [2]. 1. La experiencia de la moralidad a) Una experiencia universal Es un hecho que en todas las culturas y sociedades de todas las épocas de la humanidad, son frecuentes expresiones lingüísticas y comportamientos que se refieren a juicios de valor, de mérito o de demérito, de premio o castigo, etc. en función del modo de actuar de los individuos o los grupos. Se habla de “bien o mal”, “noble o innoble”, “digno o indigno”, “apreciable o despreciable”, etc. Pero lo más importante es ver que cada uno de nosotros, aun con ideas y creencias diversas, con diversa educación y visión de la vida, etc. experimentamos personalmente la realidad de un “algo” que se presenta en nuestra vida como importante y determinante para guiar nuestros actos. Más aún, como veremos enseguida, experimentamos ese “algo” como aquello que define el valor mismo de nuestros actos libres y de nosotros mismos en cuanto personas libres. b) El valor como motivación Partamos del hecho de que siempre que actuamos voluntariamente (lo cual supone también que actuamos conscientemente), lo hacemos movidos por algún

la moral II

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Ley moral y ética

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La Moral... una Respuesta de Amor La experiencia moral, llamada de Dios al hombrePOR EL PADRE GONZALO MIRANDA, LCCortesa de Catholic.net para la BIBLIOTECA CATLICA DIGITAL

Enfoque

Habindonos propuesto seguir un mtodo inductivo, partimos del dato ms elemental para la elaboracin de una reflexin moral: el ser humano experimenta en su propia vida la realidad de una dimensin del todo particular, que llamamos moralidad. Experimenta la realidad del bien y del mal. Y la experimenta como algo que no se da l a s mismo, y que tampoco puede l manejar a su antojo [1].

La Sagrada Escritura nos muestra que esa experiencia peculiar, es en el fondo una llamada de Dios, una invitacin divina a actuar en conformidad con la propia identidad de ser humano, segn el designio originario del mismo Creador [2].

1. La experiencia de la moralidad

a) Una experiencia universal

Es un hecho que en todas las culturas y sociedades de todas las pocas de la humanidad, son frecuentes expresiones lingsticas y comportamientos que se refieren a juicios de valor, de mrito o de demrito, de premio o castigo, etc. en funcin del modo de actuar de los individuos o los grupos. Se habla de bien o mal, noble o innoble, digno o indigno, apreciable o despreciable, etc.

Pero lo ms importante es ver que cada uno de nosotros, aun con ideas y creencias diversas, con diversa educacin y visin de la vida, etc. experimentamos personalmente la realidad de un algo que se presenta en nuestra vida como importante y determinante para guiar nuestros actos. Ms an, como veremos enseguida, experimentamos ese algo como aquello que define el valor mismo de nuestros actos libres y de nosotros mismos en cuanto personas libres.

b) El valor como motivacin

Partamos del hecho de que siempre que actuamos voluntariamente (lo cual supone tambin que actuamos conscientemente), lo hacemos movidos por algn motivo. Hay algo que nos mueve a hacer o dejar de hacer esto o aquello. Tambin el chico que dice: a m me da la gana de actuar sin ningn motivo.... En realidad, se es el motivo que le mueve: el deseo de actuar sin motivo, por puro capricho.

Ahora bien, si algo nos mueve a actuar, es porque para nosotros ese algo vale; a veces decimos de ese algo que vale la pena.. Es decir, comprendemos que hay una pena que pagar, un costo; pero que el valor de esa realidad justifica la pena. Puede tratarse de un objeto que deseamos comprar pero nos parece caro; dudo, y un amigo me dice: vamos, vale la pena.. Puede tratarse del esfuerzo por estudiar moral, o de renunciar a mis planes previos, para entrar en el seminario... Cuando algo me cuesta, pero decido de todas formas hacerlo, comprarlo, buscarlo.... significa que en mi interior he captado un valor superior a lo que he de sacrificar.

c) El concepto de valor

En el fondo, pues, lo que nos motiva a actuar o dejar de actuar, es un valor. Y qus es un valor? Buena pregunta! Pero no vamos ahora a enredarnos en todo un anlisis de ese complejo concepto. Naturalmente no me refiero aqu a los valores manejados en las Casas de bolsa (de bolsa de valores), ni exclusivamente a eso que a veces se entiende cuando se dice, por ejemplo, que los jvenes de hoy ya no tienen valores. Ah se refiere uno a una categora exclusiva de valores, los que tienen un carcter espiritual, de cierta nobleza reconocida por la sociedad, etc.

La categora de valor a la que me refiero aqu, es ms general y radical; y est efectivamente siempre presente en nuestras decisiones voluntarias. Valor significa aqu simplemente aquello que me atrae a m, sujeto, por parte de un determinado objeto. Todo objeto, en sentido metafsico, puede ser visto en un momento dado como bien por parte de algn sujeto. Ser un filete humeante a las dos de la tarde, ser un buen libro, o la amistad de un compaero, o el sacramento de la Eucarista... Pero no basta que sea potencialmente un bien; yo, sujeto, he de descubrirlo en cuanto tal, he de captar algo en ese objeto que me atrae y me lo presenta como bueno. Ese algo que descubro en el objeto y me atrae, so es el valor. Por tanto, el valor no es ms que el bien en cuanto que atrae a un sujeto. Y desde el momento en que el sujeto descubre el valor del objeto bueno, se lo puede proponer como fin de su actuar voluntario; es decir, puede verse motivado a actuar o dejar de actuar de un determinado modo.

Se notar que he dicho que el sujeto descubre el valor en el objeto. Este es un matiz importante. El valor, efectivamente, tiene a la vez una dimensin subjetiva y otra objetiva. Por un lado, tiene que ser descubierto por el sujeto. Por otro, el sujeto lo descubre no lo crea. Es decir, cuando yo aprecio un buen filete, cuando veo que vale, no soy yo quien hace que el filete valga. Ms bien, descubro, aprecio algo en ese objeto que corresponde a una tendencia ma. No vale porque yo lo aprecio, sino lo aprecio porque vale, porque contiene ese algo que hace de ello un bien para m.. Es evidente que no todos apreciamos igualmente los diversos valores de los diversos bienes. Para un vegetariano, el filete no representar ningn valor; l aprecia mucho ms las zanahorias, que en cambio a m no me gustan. Esto significa solamente que cada sujeto puede o no descubrir y apreciar los valores de modo diverso, a partir de sus inclinaciones, educacin, decisiones anteriores, estilo de vida, etc. Yo descubro, no creo, el valor del filete; mi amigo vegetariano descubre, no crea, el valor de la zanahoria.

Para qu toda esta disquisicin sobre el motivo y sobre el valor que nos motiva? Para poder entender bien lo que es la experiencia moral.. Porque, en el fondo, como veremos enseguida, esa experiencia no es otra cosa que la experiencia de un valor. De un valor muy particular, que podemos llamar desde ahora, valor moral.

d) El valor moral como valor de la persona

Hagamos un anlisis introspectivo de cmo solemos juzgar espontneamente los actos voluntarios de las dems personas y de nosotros mismos, en cuanto personas. Veremos que, en el fondo, nosotros (y me refiero a todos los seres humanos) juzgamos los actos voluntarios como buenos o malos en funcin de ese valor particular que llamamos valor moral.

Consideremos un caso como ste. El peridico dio la noticia de un seor joven que se tir al mar para salvar a sus dos hijitos que estaban ahogndose, arrastrados por las olas. No saba nadar muy bien, pero nad duro hasta que logr sacar a la orilla a su niita. Estaba ya exhausto, pero volvi a tirarse, a pesar de los gritos de su esposa que le deca que era muy peligroso y no podra ya sacar al nio. El tena que intentarlo. Unas horas despus, el helicptero de la polica encontr al nio vivo, agarrado al cadver flotante de su pap.

La gente se conmovi ante el gesto de ese padre. Imaginemos que alguien dijera que esa accin no tuvo mucho valor, porque el seor demostr que no nadaba muy bien, que no era fuerte, quizs que no fue prudente... Evidentemente, todo eso son valores. Pero creo que cualquiera pensara que quien dice semejante cosa, no ha entendido nada. Una accin de ese tipo, puede, es cierto, estar privada de muchos valores propios del ser humano, pero entendemos que vista en su realidad ms profunda, en cuanto acto voluntario de una persona humana, es una accin buena, una buena accin.

Otro da, el peridico refiere el caso de un secuestro. Un grupo de encapuchados secuestr a un nio de ocho aos para pedir un rescate millonario a sus padres. Dado que stos no se doblegaron fcilmente, al cabo de unos das les enviaron en un sobre una oreja del muchacho, para que entendieran que iban en serio. Poco despus, vindose acorralados por la polica, le pegaron un tiro en la nuca y lo dejaron abandonado en un bosque.

Aqu, naturalmente, alguien podra decir que la actuacin de los secuestradores estaba llena de valores, de valores muy importantes para todo individuo humano. Hubo sagacidad, audacia, determinacin, firmeza... y quin sabe cuntos otros valores. Y sin embargo, creo, todos sentimos repugnancia ante semejante hecho. Por ms valores que hayan puesto los secuestradores-asesinos, ese acto es malo, una mala accin.

Todo esto significa que, en nuestra experiencia espontnea y cotidiana, el valor de una accin humana, en cuanto accin humana, depende de un valor que no se reduce a ninguno de los otros, ni es tampoco la suma de todos ellos.

Y lo mismo tenemos que decir de nuestra apreciacin sobre la persona que acta. De uno que se dedica a secuestrar, matar, robar, ofender a los dems, buscar solamente su propio provecho aprovechndose de los dems, etc., solemos decir que es una mala persona. No importa si es listo, guapo, fuerte, rico, etc. Podr decir que es una persona inteligente, fuerte... pero, de todas formas, es una mala persona. Es decir, mala en cuanto persona, en aquello que define a la persona, que es el uso de su libertad. Viceversa, de una persona que vive para hacer el bien a los dems, que perdona, ayuda, es honesta y sincera, etc. solemos decir que es una buena persona. Aunque quizs no posea otros muchos valores propios del hombre. Aunque no sea muy inteligente, o robusta, o bella... es una buena persona, es decir buena en cuanto persona.

Este anlisis nos lleva, pues, a una conclusin muy interesante e importante: los seres humanos experimentamos un valor que es diverso de los dems valores, y segn el cual juzgamos las acciones humanas como buenas o malas en cuanto tales, y a las personas como buenas o malas en cuanto tales. A ese valor especial lo llamamos valor moral.

Pero podemos hacer un anlisis introspectivo ms personal y ms interesante todava. El anlisis de nuestra experiencia interior ante ciertas decisiones que tenemos que tomar o que hemos tomado en el pasado.

Supongamos que el obispo de mi dicesis ha pedido que uno de los dos seminaristas que ya hemos sido ordenados de dicono, le acompae en su prximo viaje a Roma y Tierra Santa. Naturalmente, tanto a mi compaero como a m nos encantara hacer esa experiencia. He odo voces de que el Rector est pensando en mandarle a l. Me pongo inquieto, y de pronto se me ocurre una brillante idea. Dentro de unos das tendremos un examen escrito y est prohibido llevar los apuntes al aula. Yo podra meter sus apuntes en su escritorio sin que se d cuenta. Cuando pase el profesor revisando, como hace siempre, le vera los apuntes y... no creo que concedan el viaje a uno que copia en los exmenes!

De pronto, algo me detiene en mi plan. Algo, dentro de m, me dice que no puedo hacerlo. Naturalmente, puedo hacerlo. Es fcil, es bastante seguro... Pero no puedo!. Qu me est pasando? Est claro que esa accin comportara la realizacin de varios valores muy interesantes: sagacidad, discrecin, etc. Y luego, todos los valores que tendra el viaje en s mismo, justo antes de mi ordenacin sacerdotal: Roma, Jerusaln... Pero sigo sintiendo algo raro dentro de m. Siento que si cometo semejante accin me rebajo a m mismo en mi valor de persona, a pesar de todos los otros valores.

Supongamos que, a pesar de ese sentimiento negativo fuerte, acto segn mi plan, todo sale bien, y al final voy yo a ese magnfico viaje. Y supongamos que el Rector le pide a mi compaero que nos lleve al aeropuerto al obispo y a m. Al despedirnos, me dice, visiblemente triste, que l se haba hecho la ilusin de hacer el viaje, pero que est contento de que lo pueda disfrutar yo, que me va a encomendar en su oracin para que todo vaya bien y me sirva mucho en mi preparacin inmediata para el sacerdocio. Subo al avin, recuerdo sus palabras, y siento un tremendo nudo en el estmago. No logro quitar de mi cabeza esa frase. Pero, qu me pasa? No est claro que todo sali bien? No te das cuenta -me digo- de que hay toda una serie de valores en ese hecho? Pero, quizs, no logro engaarme. El nudo sigue ah, apretando desde mi conciencia. S que hice mal, que me he rebajado como persona...

Antes o despus de una accin podemos experimentar que es buena o mala, independientemente de los otros valores que estn en juego. Es ese otro valor, el valor moral, muchas veces vagamente percibido, pero realmente presente en nuestra experiencia cotidiana, lo que da valor a nuestros actos en cuanto actos humanos y a nuestra persona en cuanto persona humana.

Me he extendido en la descripcin de estos casos porque considero muy importante que alguna vez ahondemos con nuestra reflexin en esa experiencia del valor moral, que es muy frecuente, casi cotidiana, pero muchas veces oscura y no tematizada. Lo ms interesante es que cada uno reflexione sobre su experiencia personal para descubrir esa realidad: la experiencia de la moralidad como experiencia de un valor diferente de los dems valores que nos motivan en nuestra vida, y segn el cual juzgamos nuestros actos y a nosotros mismos como buenos o malos, as sin ms, en cuanto personas. Esa constatacin nos lleva a la conclusin de que el valor moral es el valor de la persona en cuanto tal.. Y esto es as porque, como veremos, es el valor que tiene que ver con aquello que es ms propio y definitivo en la persona en cuanto sujeto personal: su propia libertad.

2. Llamada de Dios al hombre

Nuestra experiencia del valor moral tiene una caracterstica muy peculiar: no depende totalmente de nosotros mismos. Esa expresin tan frecuente, no puedo, o bien la otra equivalente, debo, indica precisamente que no experimentamos lo moral como algo que nosotros hacemos y deshacemos a placer. Sera todo muy sencillo si el bien moral coincidiera con nuestro querer o con nuestro sentir: decido o siento que esto est bien, y por lo tanto est bien. No es as. Al contrario, cuntas veces me gustara hacer algo, y me gustara que fuera bueno para poder hacerlo con tranquilidad de conciencia... Y por ms que intento persuadirme de ello... no puedo.

Da la impresin de que en nuestro interior, en nuestra razn moral, resuena una voz que no podemos manejar a nuestro antojo. Es lo que llamamos, precisamente, la voz de la conciencia . Este fenmeno nos introduce en un tema que es central en la visin cristiana de la moral: la vida moral consiste en la respuesta a una llamada de Dios.

Vamos a ver que esta especie de intuicin de una voz que nos llama en la conciencia, responde plenamente a la visin que la Sagrada Escritura nos da de la moral.

a) La moral como llamada divina, en el A.T.

El texto central de la moral del pueblo de Israel lo encontramos en Deuteronomio, 4, 32-40. Los captulos 4-7 de ese libro exponen con vigor los preceptos y normas dados por Moiss al pueblo en nombre de Dios. Pero lo fundamental no son los diversos preceptos. Lo principal, lo que da inicio y sentido a todo, es el amor operante de Dios en relacin con su pueblo escogido. Por eso, Moiss pone antes sus ojos las grandiosas obras de Yahveh:Algn dios intent jams venir a buscarse una nacin de en medio de otra nacin por medio de pruebas, seales, prodigios y guerra, con mano fuerte y tenso brazo, por grandes terrores, como todo lo que Yahveh vuestro Dios hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto? (Dt 4, 34).

Esa actuacin prodigiosa de Dios es expresin de su amor:Porque am a tus padres y eligi a su descendencia despus de ellos, te sac de Egipto personalmente con su gran fuerza (v. 37).

Dios ha tomado la iniciativa, por puro amor, pidiendo al pueblo que le responda con su fidelidad a la Alianza establecida con l despus de liberarlo de la esclavitud que padeca en Egipto. Esa respuesta del pueblo consistir sobre todo en el reconocimiento de Yahveh como nico Dios:A ti se te ha dado a ver todo esto, para que sepas que Yahveh es el verdadero Dios y que no hay otro fuera de l (v. 35).Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazn que Yahveh es el nico Dios all arriba en el cielo y aqu abajo en la tierra; no hay otro (v. 39).Escucha Israel. Yahveh nuestro Dios es el nico Yahveh. Amars a Yahveh tu Dios con todo tu corazn, con toda tu alma y con toda tu fuerza (6, 4-5).

Se trata de la llamada clusula fundamental de la moral del pueblo de Israel. De ella deriva una serie de clusulas particulares, normas, preceptos, indicaciones, que configuran la vida moral del pueblo:Guarda los preceptos y los mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, t y tus hijos despus de ti (4, 40).

Esta idea central del amor de correspondencia a Dios por su amor liberador, que debe traducirse en la fidelidad a todos los preceptos, constituye el prtico y la base misma del llamado cdigo deuteronmico (caps. 12-26) en el que se exponen con detalle todas las reglas que han de regir al pueblo. Reglas sobre el culto y los sacrificios, contra la idolara, sobre el diezmo anual, el ao sabtico, el trato de los esclavos, el comportamiento con los homicidas, el modo de vestir de hombre y mujeres, el adulterio y la fornicacin, el divorcio, etc., etc.

La moral del pueblo escogido es, pues, una moral eminentemente religiosa, enraizada en la iniciativa del amor de Dios. Es una moral dialogal, que tiene su fulcro en la correspondencia a su amor. Es una moral que consiste en una respuesta a la llamada que Dios hace a su pueblo al sacarlo de Egipto, ayudarle en todas sus necesidades y establecer con l una Alianza:A Yahveh vuestro Dios seguiris y a l temeris, guardaris sus mandamientos y escucharis su voz, a l serviris y viviris unidos a l (Dt 13, 5)

Esta caracterstica dialogal de la moral atraviesa todo el A.T. En todas sus pginas vemos a un Dios que habla con su pueblo, le llama, le exige, le gua y le reprende. A veces habla directamente, sobre todo dirigindose a alguno de sus elegidos: Moiss, los jueces, el rey David, etc. Otras veces llama al pueblo a travs de los acontecimientos: las serpientes venenosas del desierto o el destierro a Babilonia. Frecuentemente, a travs de sus enviados: los profetas, los sacerdotes, los sabios; ellos hablan en nombre de Dios y a travs de ellos Dios les llama al arrepentimiento, a la santidad, a la justicia, a la fidelidad...

b) La moral como llamada, en el N.T.

En el Nuevo Testamento se acenta todava ms ese carcter dialogal de la moral. En tiempo de Jess los fariseos haban deformado la religin y la moral, precisamente porque haban perdido su sentido de relacin de amor y de respuesta fiel al amor de Dios. Haban reducido la religin y la moral a un mezquino legalismo. Lo que contaba era cumplir al pie de la letra las ms mnimas prescripciones; su cumplimiento otorgaba automticamente la justificacin.

Y de nuevo, todo parte de la iniciativa amorosa de Dios, que manda a su propio Hijo para la salvacin del mundo. Ahora no hablar al pueblo solamente con hechos o a travs de sus enviados. Ahora ser el mismo Dios quien llame directamente al pueblo, y a todo hombre, a la salvacin. Es el Verbo de Dios quien habla.

Jess recalcar el sentido dialogal de la religin y la moral al contraponer su mensaje a la justicia de los escribas y fariseos (Mt 5, 20). Su mensaje moral se centra en el cumplimiento de la voluntad del Padre, y en la invitacin a seguirle e imitarle a l. La suya es una llamada radical y renovadora, que pide una respuesta radical: la bsqueda de una perfeccin orientada por la perfeccin de su Padre celestial, y la donacin total, hasta cargar con la cruz, como l.

San Pablo destaca tambin la iniciativa divina en la vida del cristiano. Cristo muri por nosotros. Y nos llama a una vida nueva desde la fuente del bautismo (Cf. Rm 6, 4). Es una llamada a la identificacin con Cristo y a su imitacin (Cf. Ef 5, 1). En este sentido es muy significativo el tpico esquema de algunas de sus cartas: a una parte de ndole indicativa sigue otra de carcter imperativo.. Los deberes morales son respuesta al amor que Dios demuestra con los hechos de la salvacin.

Es la misma realidad presentada con fuerza incomparable por el apstol Juan: El nos am primero (1Jn 4, 19). La vida moral, centrada en el mandamiento del amor, es ante todo respuesta al amor primordial de Dios: si Dios nos am de esta manera, tambin nosotros debemos amarnos unos a otros (1Jn 4, 11).

La vida moral del hombre no es, pues, un sucederse de automatismos obligantes reducidos a normas y leyes; tampoco es puro capricho subjetivo. La experiencia moral normal y cotidiana, la experiencia de ese no puedo o debo, corresponde en el fondo a la realidad misma de la moral como respuesta a una llamada de Dios, percibida a travs de la conciencia -ese instrumento otorgado a cada uno por el Creador- o tambin a travs de su Revelacin. Como Adn y Eva, cada ser humano tiene ante s el rbol de la ciencia del bien y del mal. Pero no ha sido l quien plant ese rbol; ni es l quien decide lo que es bueno o malo. Cada hombre y mujer responde, al seguir su conciencia, a aqul que le dijo: de ese rbol no comers. Y se lo dijo mientras le ofreca, por puro y gratuito amor, todo un paraso.

Lecturas complementarias

CEC 1730-1748; 1853VS 6-24EV 70, 71, 95,101LG 2-4, 13

Autoevaluacin 1. Cmo se puede definir un valor?2. Qu es el valor moral?3. En qu sentido los valores tienen una dimensin objetiva y otra subjetiva al mismo tiempo? 4. El hecho de que a algunos les atraigan ciertos valores y a otros no, no demuestra que los valores son puramente subjetivos?5. Qu es lo que afirmamos al decir que una persona es buena, sabiendo que quizs tenga pocas cualidades o sea mala para muchas cosas (para el deporte, para cocinar, para el estudio, etc.)? Y cundo afirmamos que una persona es mala, conscientes de que quizs posea muchas cualidades y sobresalga en varios aspectos? 6. Por qu el valor moral es el valor ms importante y el que define ms profundamente a las Personas?7. Dios nos presenta la moral en el Antiguo y el Nuevo Testamento como una llamada a vivir segn la dignidad de hijos suyos. sta es slo la primera parte de la moral. Cul es la segunda parte o la otra cara de la moneda?